7 Razones Por Las Cuales Un Científico Cree en Dios

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7 Razones por las cuales un científico cree en

Dios.
( http://www.pmministries.com/centrowhite/index.htm )

El Dr. A. Cressy Morrison expresidente de la Academia de ciencias de Nueva York y del Instituto
Americano de la ciudad de Nueva York; es también miembro de la Junta Ejecutiva del Concilio
Nacional de Investigación y un socio del Museo Americano de Historia Natural; es también
miembro vitalicio del Instituto Real de Gran Bretaña. Este bien conocido científico es un creyente en
Dios. El doctor Morrison ofrece siete razones que sustentan su fe en la existencia de una suprema
inteligencia en el universo. A continuación enlistamos estas siete razones:

1) Nuestro mundo único en su especie.

2) Los recursos inagotables de la vida.

3) La sabiduría de los animales.

4) La mente humana.

5) La Maravilla de los Genes.

6) El equilibrio en la Naturaleza

7) La idea de Dios

Con razones como éstas, provenientes de un hombre como el doctor Morrison, no podemos hacer a
un lado con un gesto de desprecio o con una sonrisa burlona tales razones. Todos debiéramos
considerar con honestidad los puntos de vista del doctor Morrison.

1. Entre más sabemos acerca del univero y de nuestro entorno, más convencidos debemos estar de
que en efecto esta tierra es un planeta único. Parece haber sido preparado como un hogar para la vida
y más aún, para la misma vida humana. Hace muchos años, en el siglo XVIII, durante el período
conocido como la Edad de la Razón, William Paley le pidió a sus lectores que se imaginaran a un
hombre que está en un lugar desolado, donde se encuentra un reloj. Lo levanta, lo mira y lo vuelve a
mirar. Su mecanismo, dice Paley, convencería al más escéptico que alguien ha estado allí antes, que
el reloj es un producto de una destreza mecánica y mental y no el resultado del azar. Continúa Paley
diciendo, que las evidencias del designio en la naturaleza son más intrincadas y fehacientes pruebas
de un diseñador y pensador, el cual es el Creador y Sustentador de todo.

Tremendos descubrimientos científicos han tenido lugar en los últimos años y estamos en el mismo
umbral de posibilidades todavía más increibles. Todo esto, por hoy, manifiesta más y mejor las
evidencias de la obra del Creador.

Hay demasiadas condiciones absolutamente esenciales para la vida de este planeta, que no podrían
existir meramente al azar. El doctor Morrison presenta lo que podía ser llamada la ley de la
probabilidad compuesta, la cual es cierta. Nos recuerda que si cogiéramos diez moneditas de 10
centavos y las numeráramos del uno al diez; las pusiéramos en la bolsa del abrigo o del traje; las
revolviéramos bien y las comenzáramos a sacar una a una en secuencia del uno al diez; para
volverlas a meter. Después de sacarlas y meterlas, llegaríamos a conclusiones muy sorprendentes.
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Matemáticamente la probabilidad de sacar el número uno la primera vez es una en diez; la
probabilidad de sacar el uno y el dos en forma sucesiva es uno en cien; la probabilidad de sacar el
uno, el dos y el tres en forma sucesiva, es de uno en un millar; la posiblidad de sacarlas todas en
forma sucesiva del uno hasta el diez, sería de uno en diez billones. Pero en nuestra tierra,
encontramos decenas y hasta centenas de condiciones existentes, todas necesarias para la vida, las
cuales por su origen hacen del azar algo increíble.

Por ejemplo, la tierra gira sobre su eje a razón de casi cien millas por hora, dando lugar así al día y a
la noche. Si por el contrario, su velocidad de rotación fuera de cien millas por hora, los días y las
noches serían diez veces más largas, en cuyo caso, el calor quemaría la vegetación durante el día y el
frío congelaría todo durante las largas noches. Ahora, no olvidemos que la temperatura de la
superficie del sol es de 12000 grados fahrenheit, pero está lo suficientemente alejado como para dar
el suficiente calor, y no para quemar demasiado. Si el promedio de la temperatura de la tierra fuera
aumentado, tan solo la cantidad de 50 grados en un solo año, toda la vegetación y también el hombre
serían destruidos.

Si nuestro sol fuera tan grande como algunas estrellas, no sólo la tierra, sino toda su órbita estarían
dentro del sol. Algunas de esas estrellas, que también son soles, emiten sólo la mitad de la radiación
de lo que emite nuestro sol. Algunos sólo emiten el doble. Si nuestro sol tuviera sólo la mitad de su
radiación presente, todo en la tierra estaría congelado por la refrigeración universal. Si fuera sólo el
doble de caliente de lo que realmente es, todo en la tierra, incluyendo el mismo hombre, se habría
convertido en cenizas mucho tiempo ha.

El Dr. Morrison continúa diciendo: "Piense acerca de los 23º de inclinación de la tierra sobre su eje,
lo cual hace posible las cuatro estaciones del año: primavera, verano, otoño e invierno. Si no hubiera
tal inclinación, ambas regiones polares estarían en un eterno crepúsculo lo cual haría que el hielo se
acumulara formando enormes continentes y en el Ecuador, en medio de los polos, un desierto, sin
duda".

"Piense en la influencia que ejerce la luna sobre la tierra. En la actualidad, dos veces al día las
mareas azotan y rodean la tierra. En algunos lugares la marea levanta olas hasta de 60 pies de altura
(y a propósito, existen mareas hasta en la misma superficie de la tierra, así como sucede en el agua,
únicamente que la corteza terrestre se levanta sólo unas pocas pulgadas). La distancia entre la luna y
la tierra es de 240,000 millas. Pero suponga que esta distancia sólo fuera de 50,000 millas; la
influencia de la luna sobre la tierra sería tal, que dos veces al día toda la superficie plana de la tierra
sería completamente cubierta por incontables diluvios, los cuales barrerían aún con las montañas. La
tierra misma se partiría en forma de poderosísimos terremotos y el aire mismo sería levantado y
movido a causar huracanes diariamente. La vida humana sería imposible. Y hablando de diluvios,
recuerde que si la tierra fuera hecha completamente plana, y los continentes fueran nivelados, la
profundidad promedio del inmenso océano sería de una milla y media sobre la superficie del globo.

El Dr. Morrison también nos recuerda que tenemos la cantidad exacta de oxígeno en el aire justo a
nuestras necesidades. Si la corteza terrestre hubiera sido un poquito más gruesa o el océano un poco
más profundo, ello hubiera absorbido prácticamente todo el oxígeno que hace posible la vida del
hombre y de los animales. El también nos recuerda que la atmósfera es justo suficientemente gruesa
para permitir la llegada a los rayos actínicos, que son necesarios para la vida, la vegetación y para
matar las bacterias, además de producir vitaminas. Sin embargo, estos rayos no afectan al hombre. Si
la capa de atmósfera fuera menos gruesa, la radiación y los meteoros del espacio exterior serían
fatales para el hombre.

El gran equilibrio que existe entre las aguas del vasto océano, ha hecho posible mantener la
atmósfera que rodea la tierra como un manto y hace posible la vida de la planta y del animal,
incluyendo al hombre mismo. El Dr. Morrison dice: "que el que comprenda esto que se ponga en pie
en temor reverente ante Su Majestad".
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2. El científico habla luego del maravilloso recurso de la vida desde su mismo comienzo de una sola
célula, la cual se desarrolla hasta convertirse en una planta, un animal o un hombre. ¿Qué es la vida?
Nadie lo sabe todavía. La raíz que penetra y quebranta hasta la misma roca, sostendrá una sequoia
por tres mil años o más. Debemos hacer frente, también, a la jamás transpuesta brecha entre lo vivo
y lo no viviente. Además, nos confrontamos con el maravilloso equilibrio entre la vegetación y la
vida animal, uno de los esenciales de la vida misma. Si toda la vida fuera animal, el oxígeno se
hubiera terminado hace mucho. Si todo fuera vegetal, el bióxido de carbono ya se hubiera
extinguido. En ambos casos, la vida ya se hubiera terminado. Todas estas maravillas, ¿provienen de
una mera concurrencia fortuita de los átomos? Seguramente no, y esta es la segunda razón por la
cual creo en Dios - dice el doctor Morrison.

3. Piense en la sabiduría animal. El tordo que hace su nido en el árbol junto a su casa y que en el
otoño vuela hacia el sur. ¿Hacia dónde se dirige?, ¿Quién lo sabrá? Sin embargo, después de su
viaje, al cabo del año, regresa al mismo nido, si nadie lo mata. El pichón de la paloma común, se le
puede meter en una caja cerrada y trasladarlo lejos, a regiones desconocidas, como ya se ha hecho.
Cuando se le pone en libertad, emprende el vuelo haciendo círculos hacia el cielo y luego regresa
directo a casa sin perder el rumbo. La abeja que sale de la colmena haciendo miles de giros en su
vuelo, vuela hacia arriba, luego hacia abajo, en todas direcciones. El viento sopla y arrasa la hierba y
aun los árboles. Toda señal visible desaparece, sin embargo la abeja regresa a la colmena sin
extraviarse.

El diminuto insecto posee un ojo microscópico, pues lo necesita. El águila gigante, el buitre y el
cóndor, tienen ojos telescópicos. La lechuza no podría ver en la oscuridad a un pequeño ratoncito
moverse entre la maleza, si no fuera porque sus ojos son capaces de ver los rayos infrarrojos que
emite el ratoncillo. El perro que cuida nuestra casa, puede oír sonidos tan sutiles que nuestros oídos
jamás pueden percibir.

El salmón joven, después de años de estar en el mar, regresa a su propio río, al mismo torrente, al
mismo lugar donde fue incubado. Las anguilas de Europa y América se aparean en la medianía del
océano Atlántico, en el mar de los Sargazos. Se aparean y mueren. Pero la anguila joven, la
americana, después de un año y la europea después de dos, enfilan rumbo al mismo charco de donde
sus ancestros procedieron. ¿Cómo explicar esto?

4. Pensemos en la mente humana. La gran brecha que existe entre la vida animal, la inteligencia y la
razón humana es inmensa. Los animales realizan cosas maravillosas por instintos, los cuales por
supuesto no entendemos. Le llamamos misterio, porque no hay otro nombre para ello. Por ejemplo,
una avispa caza un chapulín, cava un hoyo en la tierra dentro del cual guarda su presa. La dosis de
veneno administrada al chapulín es suficiente como para paralizarlo, mas no para matarlo. Luego,
pone sus huevos en el lugar adecuado, donde al salir las larvas hallan al chapulín vivo, pero
inconsciente. Las avispas recién nacidas se alimentan en esta forma de carne fresca, preservada
ingeniosamente. La avispa debió haber hecho esto bien desde la primera vez y así sucesivamente, o
no habrían más avispas de esa especie. El Dr. Morrison nos recuerda que jamás se ha explicado este
misterio. Ciertamente, todo este proceso no debe atribuirse al azar. Sin embargo, todo este proceso
no puede ser comparado con el proceso del razonamiento humano por el cual el hombre descubrió e
hizo uso del fuego, la polea, la palanca y la rueda. Usando el poder inherente del ambiente, se
desplaza sobre la tierra, asciende sobre las nubes y a gran velocidad viaja por los cielos y llega hasta
la misma luna.

5. Veamos la maravillosa estructura de los genes, sus cromosomas, los cuales determinan todas las
características de cada ser humano sobre la tierra hoy. Los genes determinan la raza, el color, la
forma y la psicología individual, etc. Sin embargo, son tan infinitamente pequeños, que todos los
genes de la raza humana entera cabrían en un dedal. Con razón David exclamó: "¡Te alabaré porque
de modo formidable y maravilloso fui hecho! (Sal. 139:14).

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6. Mencionaré a continuación y, brevemente, el equilibrio que existe en la naturaleza, balance que
evita que cualquier ser vivo domine sobre la tierra, ya sea este animal, planta o insecto. Aquí
también cabe mencionar lo maravilloso de las vitaminas y de las secreciones de las glándulas
endocrinas las cuales mantienen el balance químico del cuerpo humano y regulan su actividad. Todo
esto revela ciertamente una mente maestra que planeó todo con infinita sabiduría.

7. Por último, reflexionemos un poco en la idea de Dios, que es propia no sólo de las más avanzadas
civilizaciones, sino también de las culturas primitivas. Casi podríamos llamarla la fe universal en un
ser o poder supremo. Esta idea no surgió por la mera concurrencia de moléculas; debió ser
implantada en la mente del hombre por el mismo Ser Supremo.

Seguramente, aquellos que son observadores, notarán que hay huellas tangibles de Dios en el
mundo. Y al leer con cuidado los dos libros de Dios: la naturaleza y la Biblia, mediante la fe,
hallarán el camino de vuelta a su presencia.

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