Modelo de Personalidad Biopsicosocial de Millon

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 7

SUMMA Psicológica UST Copyright 2004 by SUMMA Psicológica UST

2007, Vol. 4, No 2, 99-105 ISSN 0718-0446

Psicosinergia en Millon: Del modelo Biopsicosocial


al modelo Ecológico

Psychosynergy in Millon: From Bio-psycho-social model


to Ecological model
Jesús R. Herrero Sánchez∗
Universidad de Salamanca, España

(Recepción: Octubre 2007 – Aceptación: Noviembre 2007)

Resumen
Desde la publicación de Psicopatología Moderna, el modelo psicopatológico de Millon ha evolucionado
sustantivamente. En su forma actual, Millon afirma que la estructura de una ciencia clínica consiste en
cuatro elementos principales: una teoría que explica los fenómenos bajo observación, (b) una taxonomía
que categoriza estos fenómenos en dimensiones significantes, (c) una instrumentación que mide estos
fenómenos, y (d) una intervención que permite tratar los casos problemáticos. Este artículo analiza el
primer elemento: la teoría. Dicha teoría se traduce en un desarrollo personológico basado en la teoría para
tanto los estilos de personalidad normal como para la personalidad patológica.
Palabras claves: Personalidad, trastornos de personalidad, Millon, psicopatología, modelo biopsicosocial,
modelo evolucionista, modelo ecológico.

Abstract
Since the publication of Modern Psychopathology, Millon’s model of psychopathology evolved and
expanded. In its current form, Millon asserts that the structure of a clinical science consists of four main
elements: (a) a theory that explains the phenomena under observation, (b) a taxonomy that categorizes
these phenomena into meaningful dimensions, (c) instrumentation that measures these phenomena, and
(d) intervention that remediates problematic cases. This paper analizes the first element: Theory. This
theory of personology development translates into a theory-based framework for both personality styles
and personality pathology.
Key words: Personality, personality disorders, Millon, psychopathology, bio-psycho-social model,
evolutionary model, ecologic model.


Correspondencia a: Jesús R. Herrero Sánchez. Dpto. Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológicos, Facultad de
Psicología, Universidad de Salamanca. Avda. La Merced 109-131, 37005 – Salamanca, España. Teléfono: 923 294500
Ext. 3319 E-Mail: [email protected]

99
PSICOSINERGIA EN MILLON: DEL MODELO BIOPSICOSOCIAL AL MODELO ECOLÓGICO

Introducción y tesis
Los trastornos de personalidad, a pesar de reconocerse su existencia e importancia desde tiem-
pos remotos, no se han convertido en un tema principal de interés de la investigación, la teoría y la
práctica clínica, hasta tiempos muy recientes. Su aparición en el DSM-III (APA, 1980) provocó una
gran corriente de interés y la publicación de numerosas investigaciones, convirtiéndose en objeto
de preocupación central de muchos clínicos e investigadores. Aunque la naturaleza exacta de los
trastornos de personalidad no sea demasiado evidente, a menudo está claro que existe un problema,
indicado por la conducta del paciente en cuestión.
A través de una variadísima colección de escritos Millon pone de manifiesto todos sus esfuerzos
por construir una ciencia unificada entre Personología y Psicopatología. Desde la primera formu-
lación del modelo (Millon, 1969/1976) hasta nuestros días se han sucedido un conjunto ordenado
y articulado de proposiciones teóricas (Millon, 1981, 1984/1992, 1986a, 1986b, 1990; Millon y
Millon, 1974; Millon y Everly, 1985/1994), también descritas en nuestro contexto (Ávila y Herrero,
1995, 1997; Ávila, Rodríguez y Herrero, 1997; Kirchner, Torres y Forns, 1998), las cuales han per-
mitido no sólo describir sino también teorizar la personalidad, mediante la combinación de modelos
biológicos, dinámicos, funcionales, cognitivos e interpersonales en una misma sistemática teórica,
con la ventaja añadida de no renunciar a todo lo que encuentra de valioso en tradiciones teóricas
anteriores.
La propuesta de Millon se estructuraría en los siguientes términos (Millon y Davis 1996, 1997;
Millon, 1991, 1999a): una ciencia clínica verdaderamente madura consiste en cuatro dominios (teo-
ría, taxonomía, evaluación e intervención) interconectados entre sí. Además, todas las actividades de
los clínicos, desde un punto de vista científico, estarían guiadas hacia uno o más de estos dominios
clínicos. El dominio de la teoría estaría formado por esquemas conceptuales, explicativos y heurís-
ticos, que habilitarían su desarrollo formal. Consistiría en un cuerpo de proposiciones que darían
cuenta de distintos constructos de la personalidad y la psicopatología para estudiar las realidades
clínicas. Es decir, poner en relación una serie de principios científicos universales, guiados por las
leyes naturales de la evolución, con un marco teórico orientado a la persona o personología.
La taxonomía pondría en juego categorías y/o dimensiones dentro de las cuales la personalidad y
los fenómenos psicopatológicos podrían ser valorados y clasificados. Consistiría en una clasificación
de patologías (o nosología) donde, a partir de una tipología y sus rasgos característicos derivados de
la teoría, se pondrían en relación categorías diferenciadas, agrupadas e interrelacionadas.
La evaluación o instrumentación clínica tendría que ver con la descripción y explicación de
la patología individual; tales instrumentos, cualitativamente sensibles y diseñados desde una base
empírica, tratarían de identificar las categorías diagnósticas y medir los rasgos característicos de las
personas.
Finalmente, la intervención (o tratamiento) buscaría acomodar y remediar las patologías, me-
diante la especificación de objetivos, la planificación de estrategias y la selección de modalidades
de tratamiento apropiadas para cada aspecto de la persona. Un esquema de este tipo es denominado
por Millon como “Psicosinergia” (1990, 1999a) y pretende dar coherencia a los elementos de una
ciencia clínica. Este artículo analiza el primer elemento: la Teoría.
Discusión
La personalidad en Millon (Millon y Everly, 1985/1994) representa un patrón profundamente
arraigado en el individuo, compuesto por cogniciones, afectos y conductas, que persisten por largos
periodos de tiempo, donde el aprendizaje experiencial y las disposiciones biológicas juegan un im-
portante papel (Millon, 1969/1976).
La personalidad emerge como resultante de la interdeterminación de dos procesos: cómo el
individuo interactúa con las demandas de su medio ambiente y cómo se relaciona consigo mismo.
Si el complejo proceso evolutivo de determinaciones biológicas e interpersonales que atraviesa el
individuo da lugar a que se manifieste un patrón de personalidad caracterizado por que el individuo

100
JESÚS R. HERRERO SÁNCHEZ

manifieste habilidad para abordar su entorno con flexibilidad y capacidad de adaptación, tolerante
ante la frustración y aceptando demora en la gratificación, de manera que sus comportamientos y
percepciones característicos fomenten el aumento de gratificaciones personales, entonces podemos
hablar de normalidad (Ávila y Herrero, 1995). Esta “normalidad” se concreta en una actitud cons-
tructiva ante el entorno y en comportamientos promotores de salud.
Si por el contrario el individuo muestra escasa flexibilidad para adaptarse, lo que se traduce en
una falta o escasez de estrategias alternativas en la relación con los demás, utilizándolas de forma
rígida, y es incapaz de adaptarse a los cambios, tendiendo a modificar su entorno para que éste no le
exija comportamientos que están fuera de su repertorio, entonces hablaremos de patrón de persona-
lidad patológico (Millon, 1986a, 1986b). En él encontraremos además la tendencia a crear círculos
viciosos que se manifestarán como patrones repetitivos, y en algunos casos, los más disfuncionales,
el patrón de personalidad será inestable, a causa de la debilidad del Yo, y dará lugar a un patrón de
personalidad patológico “por naturaleza” o que es fácilmente observable como tal en cualquiera
de sus ámbitos de manifestación. Esta rigidez y repetitividad del patrón indicará la exacerbación
patológica de un estilo de personalidad que podría haber sido normal de ser más flexible, mientras
que la inestabilidad del patrón dominante indica una disfunción más grave (p.e. las personalidades
esquizotípica, límite o paranoide).
Para Millon los Trastornos de Personalidad son extensiones patológicas de los patrones de per-
sonalidad normal; dicho de otro modo, “... emergen de los patrones de personalidad normal como
resultado de interacciones complejas de disposiciones biológicas, aprendizaje desadaptativo y espe-
cialmente cambios ambientales estresantes” (Millon y Everly, 1985/1994).
Ahora bien, el desarrollo de la teoría de Millon ha tenido dos etapas importantes para la defi-
nición de los patrones de personalidad. En una primera etapa se basó de forma predominante en la
idea de las estrategias de afrontamiento y las fuentes de refuerzo (Millon, 1969/1976, 1981), y en la
segunda etapa ha integrado esta idea con los principios de la teoría de la evolución y de la ecología
(Millon, 1990). La unión de estas dos teorías, es uno de los aspectos más originales y distintivos en
la obra de Millon.
El modelo biopsicosocial
Como ya se ha mencionado unas líneas más atrás, el aprendizaje experiencial y las disposicio-
nes biológicas juegan un importante papel en la constitución de la personalidad. Además, mues-
tran una estrecha relación con la construcción de la teoría del aprendizaje biopsicosocial (Millon,
1969/1976).
Esbozada ya una primera versión del modelo en Psicopatología Moderna (1969/1976), es en
1981 cuando aparece desarrollada con profundidad una teoría sobre el desarrollo de la personalidad,
en la que se acepta una interacción compleja entre bases biológicas, procesos evolutivos y pecu-
liaridad de los aprendizajes. De forma complementaria, y como resultante de la determinación que
ejercen las diversas fuentes de influencia, Millon sostiene que se habría ido definiendo un “estilo
de personalidad” y construyendo un “patrón de personalidad” sobre la base de la calidad de las
experiencias interpersonales que el sujeto tiene a lo largo de su vida, aunque principalmente en las
primeras etapas (Ávila y Herrero, 1995).
Tomando como premisa de partida los factores biológicos y ambientales, Millon (1969/1976,
1981, 1986a) explica teóricamente el origen de los patrones o pautas de personalidad sobre la base
de dos dimensiones:
1) Una dimensión de “acción” (Actividad versus Pasividad), entendida como patrón básico de
reforzamiento instrumental que el sujeto emplea para maximizar la obtención de los refuerzos
y minimizar el dolor o sufrimiento asociado a su logro: Actividad: búsqueda activa de refuerzo
(proactivo); y Pasividad: búsqueda pasiva de refuerzo (reactivo). Se trata de una dimensión
anclada en lo biológico (individualidad biofísica del sujeto) y modelada por el aprendizaje
instrumental.

101
PSICOSINERGIA EN MILLON: DEL MODELO BIOPSICOSOCIAL AL MODELO ECOLÓGICO

2) La dimensión “clase de vínculo interpersonal entre el Sí mismo y los Otros”, estructurada en 4


categorías (Retraimiento, Independencia, Dependencia y Ambivalencia), dimensión entendida
como objetivación resultante del desarrollo psicológico de la fuente u origen primario de las
satisfacciones y refuerzos que el sujeto logra. Cada una de las categorías implica niveles cuali-
tativamente diferentes de integración de las experiencias interpersonales: Retraimiento: Escasa
relación del sujeto consigo mismo o con los otros, con tendencia al aislamiento y desinterés ha-
cia lo interpersonal. Es descrita como estilo Desvinculado; Dependencia: Los sujetos evalúan
sus experiencias de satisfacción o malestar en función de cómo los otros reaccionan o sienten
hacia ellos; es decir, el sujeto depende del objeto; Independencia: Los sujetos obtienen gratifi-
cación por sus propios valores o deseos, con escasa referencia a los otros; es decir, el sujeto es
autosuficiente y ensaya la independencia del objeto, que puede connotarse negativamente; Am-
bivalencia: Los sujetos oscilan entre la pauta de dependencia e independencia, bien utilizando
ambas pautas, bien recurriendo cíclicamente a una u otra. Es descrito como estilo Confuso.
El cruce de estas dos dimensiones teóricas puede ser representado como dos ejes ortogonales
en los que la evolución del individuo hacia un patrón de mayor complejidad estaría representado
hipotéticamente por un vector que cruza el origen en un ángulo de 45º, sugiriendo que la evolución
normal es un producto de la influencia de la individualidad biofísica y de las experiencias de
aprendizaje interpersonal.
La perspectiva evolucionista
En 1990, Millon reconceptualiza su teoría, identificando tres polaridades evolutivas como un
modelo más amplio para explicar el origen y construcción de la personalidad. Su pensamiento de-
ductivo muestra que los principios y procesos de la evolución son esencialmente universales, expre-
sados, por supuesto, en una variedad de esferas diferentes, que abarcan tanto a la física como a la
química, la biología o la psicología, impregnando a su paso todo el funcionamiento humano (Davis,
1999).
Ahora las polaridades operan como “atractores” y organizadores de las experiencias de apren-
dizaje interpersonal, y concretan la posibilidad evolutiva de que un patrón de personalidad quede
fijado. Tres son las polaridades propuestas: Dolor-Placer (la más primitiva, anclada en lo biológico),
Actividad-Pasividad (transición de lo biológico a psicológico), Sí mismo–Otros (plano psicológico
y psicosocial).
Así la personalidad, normal o patológica, es concebida como una interacción compleja de fun-
ciones y estructuras psíquicas, en torno a las tres polaridades cuya finalidad existencial puede ser
descrita en los siguientes términos (Millon, 1990; Ávila y Herrero, 1995):
1) Preservar y potenciar la vida, mediante la maximización del “Placer” y la minimización del
“Dolor”. Tanto el “Placer” como el “Dolor” son dimensiones separadas bipolares, de manera
que una persona puede ofrecer valores altos o respuestas características del polo alto o bajo,
bien en una de ellas o en ambas, ya que son conceptos antitéticos, por ejemplo el “Placer” no
puede ser definido como un nivel bajo o mínimo de “Dolor”, ni a la inversa.
2) Emplear modos de conducta y pensamiento que maximicen la adaptación al entorno, mediante
el logro de un balance óptimo entre la “acomodación pasiva” y la “modificación activa”.
“Pasividad” y “Actividad” forman una dimensión unipolar, ya que implican en lo esencial
diferencias cuantitativas en un continuo o gradiente de rendimiento o actividad motora.
3) Lograr estrategias conductuales, de emoción y pensamiento que maximicen el éxito repetido
en lograr un balance óptimo entre desarrollo e integración del “Sí mismo” y el acogimiento por
los “Otros”. “Sí mismo” y los “Otros” son también dos dimensiones bipolares independientes
y antitéticas conceptualmente, en las que, por ejemplo, que el foco de interés esté puesto en los
“Otros” no excluye el interés en el “Sí mismo”.
Las posibilidades de covariación e interacción entre todas estas dimensiones son mucho más
amplias que las que recoge descriptivamente el modelo de polaridades evolutivas a la hora de su

102
JESÚS R. HERRERO SÁNCHEZ

concreción en prototipos de personalidad normal y de trastornos de la personalidad, por lo que no


cabe descartar revisiones parciales o nuevas propuestas (véase p.e. Millon, 1994).
Sobre estos principios se desarrolla este modelo evolutivo, en el que las dimensiones previas
son revisadas, incluyéndose una categoría más en la dimensión “origen” o fuente primaria de
la que el sujeto obtiene la gratificación o evita el dolor o malestar emocional. A las ya descritas
categorías de Retraimiento, Dependencia, Independencia y Ambivalencia, se añade ahora la de
Discordancia, entendida como incapacidad para objetivar la fuente primaria, que se traduce en una
variante disfuncional o fallida de las otras categorías. Discordancia implica déficit estructural en la
posibilidad de objetivación de la relación Sí mismo–Otros.
La perspectiva ecológica
Pocas líneas más atrás se apuntaba la posibilidad, quien sabe si la necesidad, de que en el modelo
hubiese lugar para revisiones parciales o nuevas propuestas. De hecho Millon ha mantenido desde
1981 un especial compromiso de acercar sus posiciones teóricas a la evolución del consenso cientí-
fico y profesional que preside los criterios diagnósticos de la Asociación Psiquiátrica Americana en
sus últimas cuatro versiones, desde el DSM-III (APA, 1980) hasta el DSM-IV-TR (APA, 2000). Es
cierto que esta postura puede haber implicado en algún momento un sometimiento excesivo a exi-
gencias que no se derivan directamente de la teoría (Ávila y Herrero, 1995), pero si han contribuido
a enriquecer aún más su modelo teórico.
Los argumentos que conectan las teorías ecológica y evolutiva están bien establecidos y ofrecen
alguna justificación por extender los principios de la adaptación a los estilos humanos (Davis, 1999).
Para proporcionar un fondo conceptual al vasto mundo de los estilos y patrones de personalidad,
Millon utiliza de forma metafórica los cuatro dominios en los que se demuestran los principios evo-
lutivos y ecológicos, como son, la finalidad de la existencia, el modo de adaptación, las estrategias
de replicación y el grado de abstracción. En este sentido, la meta de coordinación teórica podría lo-
grarse, según Millon, explorando el poder de un modelo evolutivo para simplificar y poner en orden
rasgos personológicos previamente dispares.
Mediante el principio finalidad de la existencia, los seres vivos tienden sucesivamente a su trans-
formación desde estados caóticos o de escasa organización hasta otros de mayor complejidad, en un
intento de perfeccionamiento y preservación de la vida. En términos de la teoría de Millon equivale a
definir la polaridad Placer–Dolor; es decir, reconocer y seguir sensaciones y emociones positivas, o
reconocer y evitar sensaciones y emociones negativas. El equilibrio o desequilibrio de un polo sobre
el otro, así como el posible conflicto entre ambos expresarán diferentes formas psicopatológicas.
Por el principio evolutivo de la adaptación se expresan los procesos homeostáticos o de equi-
librio de los organismos. En términos de Millon este principio constituye la segunda polaridad,
Actividad–Pasividad. Este principio evolutivo pone en relación lo que Millon denomina modos de
adaptación: modificación y acomodación ecológicos.
El primer modo, la acomodación ecológica, significa una inclinación pasiva, servicial y depen-
diente en relación con el contexto; supone un medio de supervivencia en el que los elementos que
constituyen el ambiente del sujeto proporcionan a éste protección y sustento para su existencia.
Contrasta con éste el segundo de los modos de adaptación, la modificación ecológica, que implica
una tendencia a cambiar o reestructurar los elementos que constituyen el entorno.
El principio evolutivo de la replicación está en relación con la polaridad Sí mismo – Otros
y expresa la dirección en la que el sujeto busca sus refuerzos positivos. La personalidad, bajo la
perspectiva de esta polaridad, puede desarrollarse dando preferencia y prioridad a “los demás”, o al
“sí–mismo”, o adoptando una posición de conflicto entre ambas polaridades.
Finalmente, el cuarto principio es la abstracción, la capacidad de simbolizar el mundo de uno
mismo. Es decir, tiene que ver con la emergencia de competencias que promueven la planificación
anticipatoria y la toma razonada de decisiones en el sujeto (Kirchner, Torres y Forns, 1998).

103
PSICOSINERGIA EN MILLON: DEL MODELO BIOPSICOSOCIAL AL MODELO ECOLÓGICO

Conclusiones
Conceptualmente, resulta conveniente examinar la personalidad humana como el fundamento
básico en el que la conducta transituacional puede ser reconstruida desde una perspectiva más ilumi-
nadora e integrativa. En último término, esta perspectiva revela una serie de patrones y rasgos que
introducen un orden y un sentido a las que previamente parecían tan sólo ser conductas contingentes
con la situación y sin interrelación. Por tanto, una verdadera formulación multidimensional de la
personalidad nos puede proporcionar un instrumento poderoso para comprender, predecir e incluso
alterar la conducta humana en toda su diversidad.
Evidentemente, el modelo propuesto en este artículo no es único. Dos mil años de historia de
la humanidad tienen en nuestro campo de estudio un factor común e inequívoco: la humanidad ha
estado empeñada en un esfuerzo de comprensión. Y quizás por esta razón, el constructo de la perso-
nalidad ha sido formulado, reformulado y discutido durante siglos.
De entre los diversos modelos formulados para la formación, desarrollo y manifestación de la
personalidad -y sus trastornos- se encuentra la teoría evolucionista desarrollada desde finales de los
sesenta por Theodore Millon, con un enfoque capaz de aunar modelos biológicos, dinámicos, fun-
cionales, cognitivos e interpersonales en una sistemática teórica que permite no sólo describir sino
también teorizar la personalidad. Las derivaciones valorativas que han surgido dentro de esta pers-
pectiva son numerosas y nos permiten a su vez aplicar los conceptos a planteamientos de evaluación
y su concreción en numerosos instrumentos de exploración de la personalidad.
Referencias
American Psychiatric Association (1980). Diagnostic and statistical manual of mental disorders.
(DSM-III ). Washington, DC: APA.
American Psychiatric Association (2000). Diagnostic and statistical manual of mental disorders
(DSM-IV-TR). Washington, DC: APA.
Ávila, A. y Herrero, J. R. (1995). La Personalidad y sus Trastornos: Aproximación a la obra de
Theodore Millon. Clínica y Salud, 6, 131-159.
Ávila, A. y Herrero, J. R. (1997). Tendencias actuales en evaluación de la personalidad y sus
correlatos clínicos. Revista Portuguesa de Psicologia, Año 1995/1996, 141-171.
Ávila, A., Rodríguez, C., y Herrero, J. R. (1997). Evaluación de la personalidad patológica. Cap.
4 de la obra de A. Cordero (Coord.), La evaluación psicológica en el año 2000 (pp. 79-107).
Madrid: TEA Ediciones, S.A.
Davis, R. D. (1999). Millon: Essentials of his science, theory, classification, assessment, and therapy.
Journal of Personality Assessment, 72, 330-352.
Kirchner, T., Torres, M. y Forns, M. (1998). El modelo de polaridad de Millon, en T. Kirchner, M.
Torres, y M. Forns (Eds.), Evaluación psicológica: modelos y técnicas (pp. 241-266). Barcelona:
Paidós.
Millon, T. (1976). Psicopatología Moderna: Enfoque biosocial de los aprendizajes erróneos y de los
disfuncionalismos [Modern psychopathology]. Barcelona: Salvat. (Original publicado en 1969)
Millon, T. (1981). Disorders of Personality: DSM-III, Axis II. Nueva York: Wiley.
Millon, T. (1992). Sobre el renacimiento de la teoría y la evaluación de la personalidad [On the
renaissance of personality assessment and personality theory]. En A. Avila-Espada, y C.
Rodríguez-Sutil, (Eds.), Psicodiagnóstico Clínico, 2ª edición revisada (pp. 118-124). Madrid:
Eudema. (Reimpreso de Journal of Personality Assessment, 1984, 48, 450-466).
Millon, T. (1986a). A theoretical derivation of pathological personalities. En T. Millon y G. L.

104
JESÚS R. HERRERO SÁNCHEZ

Klerman (Eds.), Contemporary directions in psychopathology: Toward the DSM-IV (pp. 639-
670). Nueva York: Guilford Press.
Millon, T. (1986b). Personality prototypes and their diagnostic criteria. En T. Millon y G. L. Klerman
(Eds.), Contemporary directions in psychopathology: Toward the DSM-IV (pp. 671-712). Nueva
York: Guilford Press.
Millon, T. (1990). Toward a new personology: An evolutionary model. Nueva York: John Wiley and
Sons.
Millon, T. (1991). Normality: What may we learn from evolutionary theory? En D. Offer and M.
Sabshin (Eds.), The diversity of normal behavior: Further contributions to normatology (pp.
356-404). Nueva York: Basicbooks, Inc.
Millon, T. (1994). Personality Disorders: Conceptual distinctions and classification issues, en Paul
T. Costa Jr. y Thomas A. Widiger (Eds.) Personality disorders and the five-factor model of
personality (pp. 279-301), Washington, DC: APA.
Millon, T. (1999a). Reflections on psychosynergy: a model for integrating science, theory,
classification, assessment and therapy. Journal of Personality Assessment, 72, 437-456.
Millon, T. y Davis, R. D. (1996). An evolutionary theory of personality disorders. En J.F. Clarkin y
M.F. Lenzenweger, (Eds.), Major theories of personality disorders. Nueva York: The Guilford
Press.
Millon, T. y Millon, R. (1974) Psicopatología y Personalidad [Abnormal Behavior and Personality]
Mexico: Interamericana. (Trabajo original publicado en 1974).
Millon, T. y Everly, G. S. (1994). La personalidad y sus trastornos [Personality and its disorders: A
biosocial learning approach]. Barcelona: Martínez Roca. (Trabajo original publicado en 1985).

105

También podría gustarte