Alaíde Foppa. Recopilación.
Alaíde Foppa. Recopilación.
Alaíde Foppa. Recopilación.
I
Una infancia
nutrida de silencio,
una juventud
sembrada de adioses,
una vida
que engendra ausencias.
Sólo de las palabras
espero
La última presencia.
II
Casi todo lo espero
de las palabras
sin saber siquiera
lo que prometen
lo que niegan
lo que está más allá
del eco que despiertan.
No sé
si nacen en mis labios
o alguien
me las va dictando
en un mudo lenguaje
del que ignoro la clave.
III
Acaso me escondo
en las palabras
y abrigo en ellas
mi desnudez,
o acaso
me van quitando
hasta el último velo
que me disimula.
IV
Temo las palabras
porque lastiman con su roce
lo que es apenas nacimiento,
temo que destruyan
sentimientos intactos.
dura corteza
para la poesía
pesada máscara
sobre su rostro claro.
ay, quién pudiera
volver música
y rasgar el aire
sin esfuerzo...
V
¿Por qué escribo?
¿Por qué estoy sola
y me asustaría
mi voz?
¿Por qué despierto
de un sueño confuso
que no recuerdo?
¿O sólo porque encuentro
una página blanca
y tengo un nudo
en la garganta?
VI
Toda la vida
buscando palabras
propias
sinceras
nuevas
olvidadas
limpias,
para decir
sin decirlo
un secreto que lastima,
para dejar
que sangre la herida,
para consuelo
de no hacer
lo que no se puede hacer.
VII
Suelen hablarle a alguien
los poetas.
Se dirigen al pueblo
con una espada reluciente
o con una espiga
en la mano,
cantan dulces canciones
al ser amado,
revelan a nuestro asombro
deslumbrantes paisajes
y dejan flores
en su camino.
Y yo,
en mi oscuro nido
llevo la poesía
como un mal oculto
como un secreto
como un fruto prohibido.
VIII
Poesía nocturna
casi sin palabras.
¿De dónde llega?
¿Por qué se detiene
aquí
esta noche
su indescifrable lenguaje?
IX
Palabras latentes
buscan su camino.
No saben
adónde van
ni para quién son.
Mas si logran
atravesar mi noche
las veré brillar
de repente.
X
Escribo en la sombra
mudas palabras
que nadie sabe,
signos confusos
que nadie lee,
resabios de sueños
sin aurora,
palabras dormidas
en un largo silencio.
XI
Me visita a veces
todavía
en las palabras
de un poeta amigo
o en alguna
palabra mía
florecida
inesperadamente.
Misteriosa flor
desarraigada,
efímera presencia
a todos oculta:
poesía.
XII
Una poesía
nació esta mañana
en el aire claro.
Estaba distraída,
se me fue de la mano.
XIII
Quisiera decirlo todo
con unas pocas palabras
cotidianas
y que al decir
manzana
vibraran en el aire
frescos colores
sabores acidulados
equilibrios formales
memorias
símbolos.
Pero
¿hace falta la palabra
si existe la manzana?
Elogio de mi cuerpo
1. Los ojos
3. La nariz
Casi un apéndice
en la serena geometría
de mi rostro,
única recta
en la gama de curvas suaves,
el sutil instrumento
que me une al aire.
Cándidos olores
acres aromas
densas fragancias
de flores y de especias
-desde el anís hasta el jazmín-
aspira trepidante
mi nariz.
***
4. La boca
5. Las orejas
***
6. El pelo
7. Las manos
Las manos
débiles, inciertas,
parecen
vanos objetos
para el brillo de los anillos,
sólo las llena
lo perdido,
se tienden al árbol
que no alcanzan,
pero me dan el agua
de la mañana,
y hasta el rosado
retoño de mis uñas
llega el latido.
***
8. Los pies
9. Los senos
10. La cintura
Es el puente cimbreante
que reune
dos mitades diferentes,
es el tallo flexible
que mantiene
el torso erguido,
inclina mi pecho
rendido
y gobierna el muelle
oscilar de la cadera.
Agradecida
adorno mi cintura
con un lazo de seda.
***
11. El sexo
12. La piel
Alabo
el tibio ropaje
la apariencia
el fugitivo semblante.
Y casi olvido
la obediente armazón
que me sostiene,
el maniquí ingenioso,
el ágil esqueleto
que me lleva.
***
14. El corazón
La floración azulada
de las venas
dibuja laberintos
misteriosos
bajo la cera de mi piel.
Tenue hidrografía
apenas aparente,
ágiles cauces que conducen
deseos y venenos
y entrañable alimento.
***
16. La sangre
17. El sueño
18. El aliento
No se de donde viene
el viento que me lleva,
el suspiro que me consuela,
el aire que acompasadamente
mueve mi pecho
y alienta
mi invisible vuelo.
Yo soy apenas
la planta que se estremece
por la brisa,
el sumiso instrumento,
la grácil flauta
que resuena
por un soplo de viento.
Oscuro canto
Oscuro canto
que brota
de la honda esperanza
rota,
y del retorno
al círculo cerrado.
Peso escondido
como hijo sin nacer
en el vientre profundo,
apretado nudo
en el lugar del corazón.
Ay, tampoco suena
ni sube
el nocturno canto
hacia el cielo lejano.
Es una voz sorda
que se ahoga en la garganta,
es un grito callado.
Y si sube,
no es un vuelo
en la noche muda,
es sólo una nube de humo
que se pierde en la sombra.
Propiciatoria
Lenta y plácida
sea la vida que corre por mis venas,
largos sueños y dulces despertares
me asistan,
escuchen mis oídos voces quedas,
mientras crece en secreto
la criatura.
¡Ay, que el llanto no empañe mi pupila!
Que por furtivo anhelo
no tiemblen mis pestañas,
ni perturbantes fantasmas me llamen,
mientras vive en mi seno
la criatura.
¿Cómo puedo estar triste
si la rama florece?
No empañe su mirada,
antes que se abra,
el velo de mis lágrimas.
El alma no me pertenece.
Mañana,
desprendida de mí
la criatura,
irá libre y ligero
mi imprudente paso,
y sin temores,
podré dejarme lastimar de nuevo.
Pero hoy, Señor,
aparta de mi lado
las cosas que me hieren:
tiende un camino de arena fina
bajo mi pie cansado,
defiende mi soledad tranquila
y pon sobre mi frente
una corona matinal
de pensamientos claros.
Un día