Pavana Del Gallo y El Arlequín
Pavana Del Gallo y El Arlequín
Pavana Del Gallo y El Arlequín
Pavana del
gallo y el
arlequín
Carlos de Rokha.
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De Profundis
Cuadro de verano
I
Los gallos son los soles de la tarde
Que salen al verano y todos ellos cantan
Cuando sus plumas rojas ya de sangre
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II
Los gallos de la tarde son mis suelos verduras
Que vuelan al verano y se queman sus plumas
Ellas sus rojas plumas que se queman al sol
Mientras el cielo cae a hachazos bajo el viento
También unas encinas que reclaman ser libres
Y se ovillan las nubes prisioneras de alambres
Que enjaulan una diurna eternidad columnas
O espumas esas llaves o puertas ventanales
O trigos que se incendian en tapices de nieve
O pájaros que escriben un número en la arena
Este número gótico de áureas esencias.
III
IV
Invisible comarca
Retorno
Estival
Un navío en el espejo
Una estrella en la caja de música
Un arlequín sobre el rocío
El murmullo que descubrí en mi infancia
Entre las hojas
Que se iban como los caballitos del carrusel
Dos sonatinas
I
Yo era el pasajero del olvido
Que volvía de un viaje sin memoria
A través de rutas desconocidas
A través
De estaciones perdida
Donde nadie me esperaba
No podía abrir la puerta del miedo
Y un lobo de fauces sangrientas aullaba en mi ser
Todas las islas, todas las nubes
Podían ser mis torres
Pero no había sino olvido en las paredes
¡Oh, celda concéntrica, que vasta
soledad reúne entre mis huesos!
Yo era ese viajero que volvía a todo adiós
Dejaba atrás pueblos sumergidos en la nieve
Rostros extraviados en la noche
Cuando el tren estrellado descargaba su maravilloso equipaje
Yo descendía con las manos vacías
En medio de campanarios apolillados
Mis ojos traían visiones muertas
De una antigua edad
De sal y de presagios
Y todo de mí huía
Yo estaba sumergido en el olvido
Pero, ¿Quién llama a los ausentes?
¡Abrid, abrid las tumbas!
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II
Yo decía: arrebato, un azul, los perdidos silencios,
Pero nadie venía de las islas y ese azul y ese otro arrebato
No eran si no himnos
De pequeñas islas que a lo lejos
Brillaban como doradas transparencias vegetales,
Si presencias de nubes desoladas
Torres de algas y el infinito
De que pronto
Entra por las ventanas
De los molinos abandonados.
Entonces gatos ciegos gimen sobre las alfombras
Y el alba cae como una anunciación
De una lluvia aún más tenue que el misterio.
El tiempo olvidado
Dibujo
Puerta de escape
I
El cielo se hace trizas a medida que caen sus pájaros
El mar no sabe qué hacer con tanto tiempo con tanta eternidad con tanta altura
Al fondo de los bosques que buscan sus arroyos
Bosques enanos con claros de luna donde se ven las casas de techo rojo
Sobre las que caen nubes de leche nubes de hierba
Aunque no lo sepas ni veas el oro de nieve de las hojas
Ven y dice
Qué tiene este pueblo lleno de abejas
Y pájaros de espuma con alas de coral
Niña de ojos esmeralda
Dime dónde van los ciervos qué buscan a través
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II
III
El abuelo
Corona de cielo
Interior
El viaje
El viajero de noche
Salmo en azul
Sólo el mar
Sólo el mar
Sólo el mar
Orad entonces por la eternidad de sus columnas
Sólo ese mar es igual a sí mismo
Sólo el mar
Sólo el mar
Sólo el mar.
Pavana
Casi siempre
Los choclos, dulce milagro, ríen, alzan enaguas; el amor no se detiene, las
Monedas brillan, tu boca me maldice y me ama.
Una ruta hacia el Vino.
Todo es tapiz de promesas y algo más que el viento, algo más que la lluvia.
Esto es el canto nupcial, casi solemne, del pan recién inaugurado por los
Albos manteles. (Entonces los emigrantes sueñan otras banderas).
¡Oh, copos de las migas!¡Oh, vaivén de cáscaras!
¡Oh, música de la sal, esperanza del agua!
Y cálices. Pureza; batir de palmas a la siesta.
Mas ahora clamor de este friso.
Ya paisaje libre a pleno y vasto cielo puro en dedales de nubes.
Sobre la mesa una cafetera de plata ( en su brillo el que tintinea) una
Bandeja con panecillos frescos, queso a la espera del vino rojo, que llama
Con su lengua victoriosa. No se sabe si son los ángeles del vino quienes
Cantan un réquiem.
¡Oh, cristalería de alas de gallo!
¡Oh, Padre Nuestro de la cebolla y el tomate!
Carlos de Rokha. Hijo de Pablo y Winétt de Rokha, nació en santiago en 1920 y murió a temprana edad, en 1962,
víctima de un ataque cardiaco.
A pesar de constituir una de las figuras relevantes de la poesía post vanguardista su obra, limitada por lo exiguo de
las ediciones, no se ha difundido como se podría esperar.
Carlos de Rokha publicó cuatro libros: Cántico profético al primer mundo (1944), El orden visible (1956),
Memorial y Llaves ( 1949-1961 ) y Pavana del gallo y el arlequín (1967). Obtuvo los premios Municipales
Gabriela Mistral de los años 1961 y 1962.
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