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EXP. N.

° 1417-2005-AA/TC
LIMA
MANUEL ANICAMA HERNÁNDEZ

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 8 días del mes julio de 2005, el Tribunal Constitucional, en sesión de
Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los señores Magistrados Alva Orlandini,
Presidente; Bardelli Lartirigoyen, Vicepresidente; Gonzales Ojeda, García Toma,
Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Manuel Anicama


Hernández, contra la sentencia de la Cuarta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia
de Lima, de fojas 148, su fecha 6 de octubre de 2004, que declaró improcedente la
demanda de amparo de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 6 de mayo de 2003, el recurrente interpone demanda de amparo


contra la Oficina de Normalización Previsional (ONP), con el objeto que se declare la
nulidad de la Resolución N.º 0000041215-2002-ONP/DC/DL 19990, de fecha 2 de
agosto de 2002, por considerar que vulnera su derecho fundamental a la pensión, toda
vez que resolvió denegar su solicitud de pensión de jubilación adelantada.

Manifiesta que cesó en sus actividades laborales el 25 de mayo de 1992


contando con más de 20 años de aportaciones, luego de que la Autoridad Administrativa
de Trabajo autorizó a su empresa empleadora a reducir personal; sin embargo, al
calificar su solicitud de pensión de jubilación, la entidad demandada consideró que las
aportaciones efectuadas durante los años 1964 y 1965 habían perdido validez conforme
al Reglamento de la Ley N.º 13640, por lo que, incluso si realizara la verificación de las
aportaciones efectuadas desde 1973 a 1992 no reuniría los 20 años de aportación al
Sistema Nacional de Pensiones que se requieren como mínimo para obtener el derecho a
la pensión de jubilación por reducción de personal. Agrega que el Tribunal
Constitucional en reiterada jurisprudencia ha señalado que los períodos de aportación no
pierden validez, y que sumados sus períodos de aportaciones, acredita los exigidos por
la legislación vigente, razón por la que solicita el reconocimiento de su derecho a la
pensión, así como los devengados e intereses generados desde la vulneración de su
derecho fundamental.

La demandada deduce las excepciones de falta de agotamiento de la vía


administrativa y de caducidad, y solicita que se declare improcedente la demanada, por
considerar que la vía del amparo no es la adecuada para dilucidar la pretensión del
recurrente, siendo necesario acudir a la vía judicial ordinaria donde existe una estación
probatoria.

El Décimo Cuarto Juzgado Civil de Lima, con fecha 8 de enero de 2003, declaró
fundada la demanda en el extremo en que se solicita la validez de las aportaciones
efectuadas en los años 1964 y 1965, ordenando su reconocimiento y la verificación del
periodo de aportaciones de 1973 a 1992, respecto del cual no se ha emitido
pronunciamiento administrativo.

La recurrida reformó la apelada declarándola improcedente, por estimar que es


necesario que la pretensión se ventile en la vía judicial ordinaria, toda vez que el
proceso de amparo carece de estación probatoria.

FUNDAMENTOS

1. 1.      El inciso 2) del artículo 200º de la Constitución, establece que el proceso de


amparo procede contra el acto u omisión, por parte de cualquier persona, que
vulnera o amenaza los derechos reconocidos por la Constitución, distintos de
aquellos protegidos por el hábeas corpus (libertad individual y derechos conexos) y
el hábeas data (acceso a la información y autodeterminación informativa). En tal
sentido, es presupuesto para la procedencia del proceso de amparo (y en general, de
cualquier proceso constitucional) que el derecho que se alegue afectado sea uno
reconocido directamente por la Constitución.
1. Los derechos fundamentales de la persona humana
1. 2.    El concepto de derechos fundamentales comprende
“tanto los presupuestos éticos como los componentes jurídicos,
significando la relevancia moral de una idea que compromete la dignidad
humana y sus objetivos de autonomía moral, y también la relevancia
jurídica que convierte a los derechos en norma básica material del
Ordenamiento, y es instrumento necesario para que el individuo
desarrolle en la sociedad todas sus potencialidades. Los derechos
fundamentales expresan tanto una moralidad básica como una juridicidad
básica.” (Peces-Barba, Gregorio. Curso de Derechos Fundamentales.
Teoría General. Madrid: Universidad Carlos III de Madrid. Boletín
Oficial del Estado, 1999, pág. 37).

Consecuentemente, si bien el reconocimiento positivo de los derechos fundamentales


(comúnmente, en la Norma Fundamental de un ordenamiento) es presupuesto de su
exigibilidad como límite al accionar del Estado y de los propios particulares, también
lo es su connotación ética y axiológica, en tanto manifiestas concreciones positivas
del principio-derecho de dignidad humana, preexistente al orden estatal y proyectado
en él como fin supremo de la sociedad y del Estado (artículo 1º de la Constitución).

1. 3.   Es por ello que el Capítulo I del Título I de la Constitución, denominado


“Derechos Fundamentales de la Persona”, además de reconocer al principio-derecho
de dignidad humana como el presupuesto jurídico de los demás derechos
fundamentales (artículo 1º) y de enumerar a buena parte de ellos en su artículo 2º,
prevé en su artículo 3º que dicha enumeración no excluye los demás derechos
reconocidos en el texto constitucional (vg. los derechos fundamentales de carácter
social y económico reconocidos en el Capítulo II y los políticos contenidos en el
Capítulo III),
“ni otros de naturaleza análoga o que se fundan en la dignidad del
hombre, o en los principios de soberanía del pueblo, del Estado
democrático de derecho y de la forma republicana de gobierno”.
2. 4.   De esta manera, la enumeración de los derechos fundamentales previstos en la
Constitución, y la cláusula de los derechos implícitos o no enumerados, da lugar a
que en nuestro ordenamiento todos los derechos fundamentales sean a su vez
derechos constitucionales, en tanto es la propia Constitución la que incorpora en el
orden constitucional no sólo a los derechos expresamente contemplados en su texto,
sino a todos aquellos que, de manera implícita, se deriven de los mismos principios y
valores que sirvieron de base histórica y dogmática para el reconocimiento de los
derechos fundamentales.

1. 5.   Así, por ejemplo, con relación al derecho a la verdad el Tribunal Constitucional
ha sostenido que
“[n]uestra Constitución Política reconoce, en su artículo 3º, una
`enumeración abierta´ de derechos fundamentales que, sin estar en el
texto de la Constitución, surgen de la dignidad del hombre, o en los
principios de soberanía del pueblo, del Estado democrático de derecho o
de la forma republicana de gobierno.
Así, el derecho a la verdad, aunque no tiene un reconocimiento expreso en
nuestro texto constitucional, es un derecho plenamente protegido,
derivado (...) de la obligación estatal de proteger los derechos
fundamentales y de la tutela jurisdiccional. (...) [E]l Tribunal
Constitucional considera que, en una medida razonablemente posible y
en casos especiales y novísimos, deben desarrollarse los derechos
constitucionales implícitos, permitiendo así una mejor garantía y respeto
a los derechos del hombre, pues ello contribuirá a fortalecer la
democracia y el Estado, tal como lo ordena la Constitución vigente.

El Tribunal Constitucional considera que si bien detrás del derecho a la


verdad se encuentran comprometidos otros derechos fundamentales,
como la vida, la libertad o la seguridad personal, entre otros, éste tiene
una configuración autónoma, una textura propia, que la distingue de los
otros derechos fundamentales a los cuales se encuentra vinculado, debido
tanto al objeto protegido, como al telos que con su reconocimiento se
persigue alcanzar” (STC 2488-2002-HC/TC, Fundamentos 13 a 15).
Consecuentemente, expresos o implícitos, los derechos fundamentales pertenecen al
ordenamiento constitucional vigente.

2. 6.   Por su parte, los derechos fundamentales, como objetivo de autonomía moral,
sirven para
“designar los derechos humanos positivizados a nivel interno, en tanto
que la fórmula derechos humanos es la más usual en el plano de las
declaraciones y convenciones internacionales” (Pérez Luño, Antonio.
Derechos Humanos. Estado de Derecho y Constitución. 4ta. ed. Madrid:
Tecnos, 1991, p 31)

1. 7.   A lo cual cabe agregar que, según la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la
Constitución, los derechos fundamentales reconocidos en la Constitución, deben ser
interpretados de conformidad con los tratados sobre derechos humanos ratificados
por el Perú.

2. Proceso de amparo y derechos fundamentales


1. 8.   Reconocer que el proceso de amparo sólo procede en caso de afectación directa de
los derechos fundamentales (expresos o implícitos), implica, ante todo, determinar si
la supuesta afectación en la que incurre el acto u omisión reputada de
inconstitucional, en efecto, incide sobre el ámbito que resulta directamente protegido
por dicho derecho.

Este presupuesto procesal, consustancial a la naturaleza de todo proceso


constitucional, ha sido advertido por el legislador del Código Procesal
Constitucional (CPConst.), al precisar en el inciso 1) de su artículo 5º que los
procesos constitucionales no proceden cuando

“[l]os hechos y el petitorio de la demanda no están referidos en forma


directa al contenido constitucionalmente protegido del derecho
invocado”.

Asimismo, y con relación al proceso de amparo en particular, el artículo 38º del


CPConst., establece que éste no procede
“en defensa de un derecho que carece de sustento constitucional directo o
que no está referido a los aspectos constitucionalmente protegidos del
mismo”.

En estricto, pues, con los dispositivos citados, el legislador del CPConst. no ha


incorporado al ordenamiento jurídico una nueva regla de procedencia para los
procesos constitucionales de la libertad. Tan sólo ha precisado legislativamente
determinados presupuestos procesales que son inherentes a su naturaleza. En efecto,
en tanto procesos constitucionales, el hábeas corpus, el amparo y el hábeas data, sólo
pueden encontrarse habilitados para proteger derechos de origen constitucional y no
así para defender derechos de origen legal.

Sin embargo, es preciso que este Tribunal analice, de un lado, el sustento


constitucional directo del derecho invocado, y de otro, el contenido
constitucionalmente protegido del derecho, como presupuestos procesales del
proceso de amparo.

2.1 Los derechos de sustento constitucional directo


1. 9.   Existen determinados derechos de origen internacional, legal, consuetudinario,
administrativo, contractual, etc., que carecen de fundamento constitucional directo, y
que, consecuentemente, no son suceptibles de ser protegidos a través del proceso de
amparo.

La noción de “sustento constitucional directo” a que hace referencia el artículo 38º


del CPConst., no se reduce a una tutela normativa del texto constitucional formal.
Alude, antes bien, a una protección de la Constitución en sentido material (pro
homine), en el que se integra la Norma Fundamental con los tratados de derechos
humanos, tanto a nivel positivo (artículo 55º de la Constitución), como a nivel
interpretativo (Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución); y con las
disposiciones legales que desarrollan directamente el contenido esencial de los
derechos fundamentales que así lo requieran. Tales disposiciones conforman el
denominado cánon de control constitucional o “bloque de constitucionalidad”.
De ahí que el artículo 79º del CPConst., establezca que
“[p]ara apreciar la validez constitucional de las normas el Tribunal
Constitucional considerará, además de las normas constitucionales, las
leyes que, dentro del marco constitucional, se hayan dictado para
determinar (...) el ejercicio de los derechos fundamentales”.

10.Un derecho tiene sustento constitucional directo, cuando la Constitución ha


reconocido, explícita o implícitamente, un marco de referencia que delimita
nominalmente el bien jurídico susceptible de protección. Es decir, existe un baremo
de delimitación de ese marco garantista, que transita desde la delimitación más
abierta a la más precisa.
Correspondiendo un mayor o menor desarrollo legislativo, en función de la opción
legislativa de desarrollar los derechos fundamentales establecidos por el
constituyente.

2.2 Los derechos fundamentales de configuración legal


1. Las distinta eficacia de las disposiciones constitucionales, da lugar a que éstas
puedan ser divididas entre “normas regla” y “normas principio”. Mientras que
las primeras se identifican con mandatos concretos de carácter autoaplicativo y
son, consecuentemente, judicializables, las segundas constituyen mandatos de
optimización, normas abiertas de eficacia diferida, que requieren de la
intermediación de la fuente legal, para alcanzar plena concreción y ser
susceptibles de judicialización.

En tal perspectiva, existen determinados derechos fundamentales cuyo contenido


constitucional directamente protegido, requiere ser delimitado por la ley, sea
porque así lo ha previsto la propia Carta Fundamental (vg. el artículo 27º de la
Constitución en relación con el derecho a la estabilidad laboral. Cfr. STC 0976-
2001-AA, Fundamento 11 y ss.) o en razón de su propia naturaleza (vg. los
derechos sociales, económicos y culturales). En estos casos, nos encontramos
ante las denominadas leyes de configuración de derechos fundamentales.

1. 12.  Los derechos fundamentales cuya configuración requiera de la asistencia de la


ley no carecen de un contenido per se inmediatamente exigible a los poderes
públicos, pues una interpretación en ese sentido sería contraria al principio de fuerza
normativa de la Constitución. Lo único que ello implica es que, en tales supuestos,
la ley se convierte en un requisito sine qua non para la culminación de la
delimitación concreta del contenido directamente atribuible al derecho fundamental.

Y es que si bien algunos derechos fundamentales pueden tener un carácter jurídico


abierto, ello no significa que se traten de derechos “en blanco”, es decir, expuestos a
la discrecional regulación del legislador, pues el constituyente ha planteado un grado
de certeza interpretativa en su reconocimiento constitucional directo.

Aquí se encuentra de por medio el principio de “libre configuración de la ley por el


legislador”, conforme al cual debe entenderse que es el legislador el llamado a
definir la política social del Estado social y democrático de derecho. En tal sentido,
éste goza de una amplia reserva legal como instrumento de la formación de la
voluntad política en materia social. Sin embargo, dicha capacidad configuradora se
encuentra limitada por el contenido esencial de los derechos fundamentales, de
manera tal que la voluntad política expresada en la ley debe desenvolverse dentro de
las fronteras jurídicas de los derechos, principios y valores constitucionales.

2.3 La distinta eficacia de los derechos fundamentales

13. De esta manera, la distinta eficacia que presentan los derechos fundamentales
entre sí, no sólo reposa en cuestiones teóricas de carácter histórico, sino que
estas diferencias revisten significativas repercusiones prácticas. En tal sentido,
cabe distinguir los derechos de preceptividad inmediata o autoaplicativos, de
aquellos otros denominados prestacionales, de preceptividad diferida,
progresivos o programáticos (STC 0011-2002-AI, Fundamento 9).

A esta última categoría pertenecen los derechos fundamentales económicos, sociales


y culturales (DESC) que, en tanto derechos subjetivos de los particulares y
obligaciones mediatas del Estado, necesitan de un proceso de ejecución de políticas
sociales para que el ciudadano pueda gozar de ellos o ejercitarlos de manera plena.
Tal es el sentido de la Undécima Disposición Final y Transitoria (UDFT) de la
Constitución, al establecer que
“[l]as disposiciones de la Constitución que exijan nuevos y mayores gastos
públicos se aplican progresivamente”.

14. Si bien los DESC son derechos fundamentales, tienen la naturaleza propia de un
derecho público subjetivo, antes que la de un derecho de aplicación directa. Lo cual
no significa que sean “creación” del legislador. En tanto derechos fundamentales,
son derechos de la persona reconocidos por el Estado y no otorgados por éste.

Sin embargo, su reconocimiento constitucional no es suficiente para dotarlos de


eficacia plena, pues su vinculación jurídica sólo queda configurada a partir de su
regulación legal, la que los convierte en judicialmente exigibles. Por ello, en la
Constitución mantienen la condición de una declaración jurídica formal, mientras
que la ley los convierte en un mandato jurídico aprobatorio de un derecho social.

1. 15.  Lo expuesto significa que en determinadas circunstancias los DESC no pueden


ser objeto de una pretensión susceptible de estimación al interior del proceso de
amparo (vg. la exigencia judicial al Estado de un puesto de trabajo o una prestación
de vivienda). Ello, sin embargo, no puede ser considerado como una regla absoluta.

En efecto, tal como se ha precisado en otro momento, el principio de progresividad


en el gasto a que hace alusión la UDFT de la Constitución,
“no puede ser entendido con carácter indeterminado y, de este modo,
servir de alegato frecuente ante la inacción del Estado, pues para este
Colegiado la progresividad del gasto no está exenta de observar el
establecimiento de plazos razonables, ni de acciones concretas y
constantes del Estado para la implementación de políticas públicas”.
(STC 2945-2003-AA, Fundamento 36).

En esa perspectiva, entre los deberes del Estado previstos en el artículo 44º de la
Constitución, no sólo se encuentra el garantizar la plena vigencia de los derechos
fundamentales, sino también
“promover el bienestar general que se fundamenta en la justicia y en el
desarrollo integral y equilibrado de la Nación”.
1. 16.  Por ello, si bien es cierto que la efectividad de los DESC requiere la actuación
del Estado a través del establecimiento de servicios públicos, así como de la
sociedad mediante la contribución de impuestos, ya que toda política social necesita
de una ejecución presupuestal, también lo es que estos derivan en obligaciones
concretas por cumplir, por lo que los Estados deben adoptar medidas constantes y
eficaces para lograr progresivamente la plena efectividad de los mismos en igualdad
de condiciones para la totalidad de la población.

1. 17.  Los DESC cumplen efectos positivos, vinculando al Estado y a los particulares
en la promoción de las condiciones para su cabal eficacia. Asimismo, generan
efectos negativos, al proscribir toda conducta gubernamental o particular que niegue
u obstaculice su goce y ejercicio.

1. 18.  Debe recordarse que


“toda política pública nace de obligaciones objetivas concretas que tienen
como finalidad primordial el resguardo de derechos tomando como base
el respeto a la dignidad de la persona, y que en el caso de la ejecución
presupuestal para fines sociales, esta no debe considerarse como un gasto
sino como una inversión social.
Por esta razón, sostener que los derechos sociales se reducen a un vínculo
de responsabilidad política entre el constituyente y el legislador, no solo
es una ingenuidad en cuanto a la existencia de dicho vínculo, sino
también una distorsión evidente en cuanto al sentido y coherencia que
debe mantener la Constitución (Morón Diaz, Fabio. La dignidad y la
solidaridad como principios rectores del diseño y aplicación de la
legislación en materia de seguridad social. Anuario de Derecho
Constitucional. CIEDLA. Buenos Aires 2000. Pág. 668). (...).
En consecuencia, la exigencia judicial de un derecho social dependerá de
factores tales como la gravedad y razonabilidad del caso, su vinculación o
afectación de otros derechos y la disponibilidad presupuestal del Estado,
siempre y cuando puedan comprobarse acciones concretas de su parte
para la ejecución de políticas sociales”. (STC 2945-2003-AA,
Fundamentos 18 y 33).
1. 19.  Así las cosas, en el Estado social y democrático de derecho, la ratio
fundamentalis no puede ser privativa de los denominados derechos de defensa, es
decir, de aquellos derechos cuya plena vigencia se encuentra, en principio,
garantizada con una conducta estatal abstencionista, sino que es compartida también
por los derechos de prestación que reclaman del Estado una intervención concreta,
dinámica y eficiente, a efectos de asegurar las condiciones mínimas para una vida
acorde con el principio-derecho de dignidad humana.

2.4 El contenido constitucionalmente protegido de los derechos fundamentales


1. 20.  Tal como refiere Manuel Medina Guerrero,
“en cuanto integrantes del contenido constitucionalmente protegido,
cabría distinguir, de un lado, un contenido no esencial, esto es,
claudicante ante los límites proporcionados que el legislador establezca a
fin de proteger otros derechos o bienes constitucionalmente garantizados,
y, de otra parte, el contenido esencial, absolutamente intangible para el
legislador; y, extramuros del contenido constitucionalmente protegido,
un contenido adicional formado por aquellas facultades y derechos
concretos que el legislador quiera crear impulsado por el mandato
genérico de asegurar la plena eficacia de los derechos fundamentales”
(La vinculación negativa del legislador a los derechos fundamentales.
Madrid: McGraw-Hill, 1996, p. 41)

1. 21.  Así las cosas, todo ámbito contitucionalmente protegido de un derecho


fundamental se reconduce en mayor o menor grado a su contenido esencial, pues
todo límite al derecho fundamental sólo resulta válido en la medida de que el
contenido esencial se mantenga incólume.

Este Tribunal Constitucional considera que la determinación del contenido esencial


de los derechos fundamentales no puede efectuarse a priori, es decir, al margen de
los principios, los valores y los demás derechos fundamentales que la Constitución
reconoce. En efecto, en tanto el contenido esencial de un derecho fundamental es la
concreción de las esenciales manifestaciones de los principios y valores que lo
informan, su determinación requiere un análisis sistemático de este conjunto de
bienes constitucionales, en el que adquiere participación medular el principio-
derecho de dignidad humana, al que se reconducen, en última instancia, todos los
derechos fundamentales de la persona.

En tal sentido, el contenido esencial de un derecho fundamental y los límites que


sobre la base de éste resultan admisibles, forman una unidad (Häberle, Peter. La
libertad fundamental en el Estado Constitucional. Lima: Fondo Editorial de la
PUCP, 1997, p. 117); por lo que, en la ponderación que resulte necesaria a efectos
de determinar la validez de tales límites, cumplen una función vital los principios de
interpretación constitucional de “unidad de la Constitución” y de “concordancia
práctica”, cuyo principal cometido es opmitimizar la fuerza normativo-axiológica de
la Constitución en su conjunto.

1. 22.  Si bien es cierto que la exactitud de aquello que constituye o no el contenido


protegido por parte de un derecho fundamental, y, más específicamente, el
contenido esencial de dicho derecho, sólo puede ser determinado a la luz de cada
caso concreto, no menos cierto es que existen determinadas premisas generales que
pueden coadyuvar en su ubicación. Para ello, es preciso tener presente la estructura
de todo derecho fundamental.

2.5 La estructura de los derechos fundamentales: las disposiciones, las normas y


las posiciones de derecho fundamental
1. 23.  Tal como expresa Bernal Pulido, siguiendo la doctrina que Robert Alexy expone
en su Teoría de los derechos fundamentales. (Madrid: Centro de Estudios
Constitucionales, 1997),
“todo derecho fundamental se estructura como un haz de posiciones y
normas, vinculadas interpretativamente a una disposición de derecho
fundamental” (Bernal Pulido, Carlos. El principio de proporcionalidad y
los derechos fundamentales. Madrid: Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, 2003, pág. 76).

De esta forma cabe distinguir entre las disposiciones de derecho fundamental, las
normas de derecho fundamental y las posiciones de derecho fundamental.
1. 24.  Las disposiciones de derecho fundamental son los enunciados lingüísticos de la
Constitución que reconocen los derechos fundamentales de la persona. Las normas
de derecho fundamental son los sentidos interpretativos atribuibles a esas
disposiciones. Mientras que las posiciones de derecho fundamental, son las
exigencias concretas que al amparo de un determinado sentido interpretativo
válidamente atribuible a una disposición de derecho fundamental, se buscan hacer
valer frente a una determinada persona o entidad.

1. 25.  Tal como refiere el mismo Bernal Pulido,


“Las posiciones de derecho fundamental son relaciones jurídicas que (...)
presentan una estructura triádica, compuesta por un sujeto activo, un
sujeto pasivo y un objeto. El objeto de las posiciones de derecho
fundamental es siempre una conducta de acción o de omisión, prescrita
por una norma que el sujeto pasivo debe desarrollar en favor del sujeto
activo, y sobre cuya ejecución el sujeto activo tiene un derecho,
susceptible de ser ejercido sobre el sujeto pasivo”. (Op. cit. pág. 80. Un
criterio similar, Cfr. Alexy, Robert. La institucionalización de los
derechos humanos en el Estado Constitucional Democrático, D&L, Nro.
8, 2000, pág. 12 y ss.).

Por ello, cabe afirmar que las posiciones de derecho fundamental, son los derechos
fundamentales en sentido estricto, pues son los concretos atributos que la persona
humana ostenta al amparo de las normas (sentidos interpretativos) válidas derivadas
directamente de las disposiciones contenidas en la Constitución que reconocen
derechos.

1. 26.  Estas atributos que, como se ha dicho, vinculan a todas las personas y que, por
tanto, pueden ser exigidas al sujeto pasivo, se presentan en una relación jurídica
sustancial, susceptibles de ser proyectadas en una relación jurídica procesal en
forma de pretensiones al interior de los procesos constitucionales de la libertad (sea
el amparo, el hábeas corpus o el hábeas data).

1. 27.  Así las cosas, la estimación en un proceso constitucional de las pretensiones que
pretendan hacerse valer en reclamo de la aplicación de una determinada disposición
que reconozca un derecho fundamental, se encuentran condicionadas, cuando
menos, a las siguientes exigencias:

a) a)      A que dicha pretensión sea válida, o, dicho de otro modo, a que sea
consecuencia de un sentido interpretativo (norma) que sea válidamente atribuible
a la disposición constitucional que reconoce un derecho.

Por ejemplo, no sería válida la pretensión que amparándose en el derecho


constitucional a la libertad de expresión, reconocido en el inciso 4) del artículo
2º de la Constitución, pretenda que se reconozca como legítimo el insulto
proferido contra una persona, pues se estaría vulnerando el contenido protegido
por el derecho constitucional a la buena reputación, reconocido en el inciso 7º del
mismo artículo de la Constitución.

En consecuencia, la demanda de amparo que so pretexto de ejercer el derecho a la


libertad de expresión pretenda el reconocimiento de la validez de dicha
pretensión, será declarada infundada, pues ella no forma parte del contenido
constitucionalmente protegido por tal derecho; o, dicho de otro modo, se
fundamenta en una norma inválida atribuida a la disposición contenida en el
inciso 4) del artículo 2º constitucional.

b) b)     A que en los casos de pretensiones válidas, éstas deriven directamente del
contenido esencial de un derecho protegido por una disposición constitucional.
En otras palabras, una demanda planteada en un proceso constitucional de la
libertad, resultará procedente toda vez que la protección de la esfera subjetiva
que se aduzca violada pertenezca al contenido esencial del derecho fundamental
o tenga una relación directa con él. Y, contrario sensu, resultará improcedente
cuando la titularidad subjetiva afectada tenga su origen en la ley o, en general, en
disposiciones infraconstitucionales.

En efecto, dado que los procesos constitucionales de la libertad son la garantía


jurisdiccional de protección de los derechos fundamentales, no pueden
encontrarse orientados a la defensa de los derechos creados por el legislador, sino
sólo aquellos reconocidos por el Poder Constituyente en su creación; a saber, la
Constitución.

En consecuencia, si bien el legislador es competente para crear derechos


subjetivos a través de la ley, empero, la protección jurisdiccional de éstos debe
verificarse en los procesos ordinarios. Mientras que, por imperio del artículo 200º
de la Constitución y del artículo 38º del CPConst., a los procesos
constitucionales de la libertad es privativa la protección de los derechos de
sustento constitucional directo.

Lo expuesto no podría ser interpretado en el sentido de que los derechos


fundamentales de configuración legal, carezcan de protección a través del
amparo constitucional, pues resulta claro, en virtud de lo expuesto en el
Fundamento 11 y ss. supra, que las posiciones subjetivas previstas en la ley que
concretizan el contenido esencial de los derechos fundamentales, o los ámbitos a
él directamente vinculados, no tienen sustento directo en la fuente legal, sino,
justamente, en la disposición constitucional que reconoce el respectivo derecho
fundamental.

Sin embargo, es preciso tener presente que prima facie las posiciones jurídicas
que se deriven válidamente de la ley y no directamente del contenido esencial de
un derecho fundamental, no son susceptibles de ser estimadas en el proceso de
amparo constitucional, pues ello implicaría pretender otorgar protección
mediante los procesos constitucionales a derechos que carecen de un sustento
constitucional directo, lo que conllevaría su desnaturalización.

Y si bien la distinción concreta entre aquello regulado por la ley que forma parte
de la delimitación del contenido directamente protegido por un derecho
fundamental y aquello que carece de relevancia constitucional directa no es una
tarea sencilla, los criterios de interpretación que sirvan a tal cometido deberán
encontrarse inspirados, en última instancia, en el principio-derecho de dignidad
humana, pues, como ha señalado Ingo Von Münch, si bien resulta sumamente
difícil determinar de modo satisfactorio qué es la dignidad humana,
“manifiestamente sí es posible fijar cuándo se la está vulnerando” (Von
Münch, Ingo. La dignidad del hombre en el derecho constitucional. En:
Revista Española de Derecho Constitucional. Madrid: Centro de
Estudios Constitucionales. Año 2, Nro. 5, mayo – agosto, 1982, pág. 21).

3. La garantía institucional de la seguridad social


1. 28.  El artículo 10º de la Constitución reconoce
“el derecho universal y progresivo de toda persona a la seguridad
social, para su protección frente a las contingencias que precise la ley
y para la elevación de su calidad de vida”.

Por su parte, el artículo 11º constitucional, estipula la obligación del Estado de


garantizar y supervisar eficazmente el libre acceso a prestaciones de salud y a
pensiones, a través de entidades públicas, privadas o mixtas.

1. 29.  Tal como ha establecido el Tribunal Constitucional en el Fundamento 54 de la


STC 0050-2004-AI / 0051-2004-AI / 0004-2005-AI / 0007-2005-AI / 0009-2005-AI
(acumulados)
“La seguridad social es la garantía institucional que expresa por
excelencia la función social del Estado. Se concreta en un complejo
normativo estructurado -por imperio del artículo 10 de la Constitución- al
amparo de la ‘doctrina de la contingencia’ y la calidad de vida; por ello,
requiere de la presencia de un supuesto fáctico al que acompaña una
presunción de estado de necesidad (cese en el empleo, viudez, orfandad,
invalidez, entre otras) que condiciona el otorgamiento de una prestación
pecuniaria y/o asistencial, regida por los principios de progresividad,
universalidad y solidaridad, y fundada en la exigencia no sólo del
mantenimiento, sino en ‘la elevación de la calidad de vida’”.

La seguridad social
“es un sistema institucionalizado de prestaciones individualizadas, basado en
la prevención del riesgo y en la redistribución de recursos, con el único
propósito de coadyuvar en la calidad y el proyecto de vida de la
comunidad. Es de reconocerse el fuerte contenido axiológico de la
seguridad social, cuyo principio de solidaridad genera que los aportes de
los trabajadores activos sirvan de sustento a los retirados mediante los
cobros mensuales de las pensiones” (STC 0011-2002-AI, Fundamento
14).

1. 30.  Su condición de sistema institucionalizado imprescindible para la defensa y


desarrollo de diversos principios y derechos fundamentales, permite reconocer a la
seguridad social como una garantía institucional.

El Tribunal Constitucional español, en criterio mutatis mutandis aplicable al contexto


constitucional peruano, ha señalado que la seguridad social es una garantía institucional
“cuya preservación se juzga indispensable para asegurar los principios
constitucionales estableciendo un núcleo o reducto indisponible por el
legislador (...), de tal suerte que ha de ser preservado en términos
reconocibles para la imagen que de la misma tiene la conciencia social en
cada tiempo y lugar” (STC 37/1994, Fundamento 3).

4. El derecho fundamental a la pensión


1. 31.  Tal como se ha precisado, los derechos fundamentales reconocidos por la Norma
Fundamental, no se agotan en aquellos enumerados en su artículo 2º, pues además
de los derechos implícitos, dicha condición es atribuible a otros derechos
reconocidos en la propia Constitución. Tal es el caso de los derechos a prestaciones
de salud y a la pensión, contemplados en el artículo 11º, y que deben ser otorgados
en el marco del sistema de seguridad social, reconocido en el artículo 10º.

1. 32.  El Tribunal Constitucional ha referido que el derecho fundamental a la pensión


“tiene la naturaleza de derecho social -de contenido económico-. Surgido
históricamente en el tránsito del Estado liberal al Estado social de
Derecho, impone a los poderes públicos la obligación de proporcionar las
prestaciones adecuadas a las personas en función a criterios y requisitos
determinados legislativamente, para subvenir sus necesidades vitales y
satisfacer los estándares de la ‘procura existencial’. De esta forma se
supera la visión tradicional que suponía distintos niveles de protección
entre los derechos civiles, políticos, sociales y económicos, atendiendo al
principio de indivisibilidad de los derechos fundamentales y a que cada
uno formaba un complejo de obligaciones de respeto y protección -
negativas- y de garantía y promoción -positivas- por parte del Estado.”
(STC 0050-2004-AI / 0051-2004-AI / 0004-2005-AI / 0007-2005-AI /
0009-2005-AI, acumulados, Fundamento 74)

“Este derecho es una concreción del derecho a la vida, en su sentido


material, en atención al principio de indivisibilidad de los derechos
fundamentales y al telos constitucional orientado a la protección de la
dignidad de la persona humana, consagrado en el artículo 1 de la
Constitución Política, en los siguientes términos:
'(...) la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el
fin supremo de la sociedad y del Estado'.

De esta forma, nuestro texto constitucional consagra la promoción de una


digna calidad de vida entre sus ciudadanos como un auténtico deber
jurídico, lo que comporta al mismo tiempo una definida opción en favor
de un modelo cualitativo de Estado que encuentre en la persona humana
su presupuesto ontológico, de expreso rechazo a una forma de mero
desarrollo social y económico cuantitativo.

Es de esta forma como el derecho fundamental a la pensión permite


alcanzar el desarrollo de la dignidad de los pensionistas. De ello se deriva
su carácter de derecho fundamental específico, que supera las posiciones
liberales que no aceptan un concepto de igualdad como diferenciación,
pero que tampoco supone privilegios medievales que tengan por objeto
un trato diferenciado estático a determinado colectivo para conseguir y
mantener la desigualdad.

En la definición del contenido de este derecho fundamental es factor


gravitante el esfuerzo económico que el proceso pensionario exige de los
poderes públicos y de la capacidad presupuestaria.” (STC 0050-2004-AI /
0051-2004-AI / 0004-2005-AI / 0007-2005-AI / 0009-2005-AI,
acumulados, Fundamento 76).
4.1 El derecho fundamental a la pensión como derecho fundamental de
configuración legal
1. 33.  Tal como ha referido este Colegiado
“[e]l artículo 11 de la Constitución no tiene la naturaleza de una norma
jurídica tradicional, pues se trata de una disposición de textura abierta
que consagra un derecho fundamental; en esa medida hace referencia a
un contenido esencial constitucionalmente protegido, el cual tiene como
substrato el resto de bienes y valores constitucionales; pero, a su vez,
alude a una serie de garantías que no conforman su contenido
irreductible, pero que son constitucionalmente protegidas y sujetas a
desarrollo legislativo -en función a determinados criterios y límites-,
dada su naturaleza de derecho de configuración legal.” (STC 0050-2004-
AI / 0051-2004-AI / 0004-2005-AI / 0007-2005-AI / 0009-2005-AI,
acumulados, Fundamento 73).

1. 34.  Referir que el derecho fundamental a la pensión es uno de configuración legal,


alude a que la ley constituye fuente normativa vital para delimitar el contenido
directamente protegido por dicho derecho fundamental y dotarle de plena eficacia.

En efecto, tal como ha establecido el Tribunal Constitucional,


“Si bien la expresión normativo-constitucional de un derecho le confiere
el sentido de jurídicamente exigible y vinculante al poder político y a los
particulares, no se puede soslayar que parte de la plena eficacia de
determinados derechos constitucionales se encuentra sujeta al desarrollo
que de estos pueda hacer el legislador, cuyo ámbito de determinación es
amplio, sin que ello suponga la potestad de ejercer arbitrariamente sus
competencias.
En tanto que la plena exigibilidad de los contenidos del derecho
fundamental a la pensión resulta de su desarrollo legislativo, éste es un
derecho fundamental de configuración legal, y por ello, dentro de los
límites del conjunto de valores que la Constitución recoge, queda librada
al legislador ordinario la regulación de los requisitos de acceso y goce de
las prestaciones pensionarias.
Por otra parte, es preciso tener en cuenta que no todas las disposiciones
de la legislación ordinaria que tienen por objeto precisar los beneficios o
prestaciones relacionadas con materia previsional, dotan de contenido
esencial al derecho fundamental a la pensión. Sólo cumplen dicha
condición aquellas disposiciones legales que lo desarrollan de manera
directa (tal como ocurre, por ejemplo, con las condiciones para obtener
una pensión dentro de un determinado régimen). Por el contrario, las
condiciones indirectas relativas al goce efectivo de determinadas
prestaciones, como por ejemplo, asuntos relacionados al monto de la
pensión (en la medida que no se comprometa el mínimo vital), topes,
mecanismos de reajuste, entre otros, no podrían considerarse como
componentes esenciales del derecho fundamental referido, sino como
contenidos no esenciales y, en su caso, adicionales, y, en tal medida,
tampoco como disposiciones legales que lo configuran.” (STC 0050-
2004-AI / 0051-2004-AI / 0004-2005-AI / 0007-2005-AI / 0009-2005-
AI, acumulados, Fundamento 120).

1. 35.  Así las cosas, cuando el inciso 20) del artículo 37º del CPConst. establece que el
amparo procede en defensa del derecho a la pensión, ello no supone que todos los
derechos subjetivos que se deduzcan de las disposiciones contenidas en el régimen
legal relacionado al sistema previsional público o privado, habilitan un
pronunciamiento sobre el fondo en un proceso de amparo, pues un razonamiento en
ese sentido apuntaría a una virtual identidad entre derecho legal y derecho
constitucional de configuración legal, lo que a todas luces resulta inaceptable.

4.2 Determinación del contenido esencial del derecho fundamental a la pensión


1. 36.  El análisis sistemático de la disposición constitucional que reconoce el derecho
fundamental a la pensión (artículo 11º) con los principios y valores que lo informan,
es el que permite determinar los componentes de su contenido esencial. Dichos
principios y valores son el principio-derecho de dignidad y los valores de igualdad
material y solidaridad.

1. 37.  En base a dicha premisa, sobre la base de los alcances del derecho fundamental a
la pensión como derecho de configuración legal y de lo expuesto a propósito del
contenido esencial y la estructura de los derechos fundamentales, este Colegiado
procede a delimitar los lineamientos jurídicos que permitirán ubicar las pretensiones
que, por pertenecer al contenido esencial dicho derecho fundamental o estar
directamente relacionadas a él, merecen protección a través del proceso de amparo:

a) a)      En primer término, forman parte del contenido esencial directamente


protegido por el derecho fundamental a la pensión, las disposiciones legales que
establecen los requisitos del libre acceso al sistema de seguridad social
consustanciales a la actividad laboral pública o privada, dependiente o
independiente, y que permite dar inicio al período de aportaciones al Sistema
Nacional de Pensiones. Por tal motivo, serán objeto de protección por vía del
amparo los supuestos en los que habiendo el demandante cumplido dichos
requisitos legales se le niegue el acceso al sistema de seguridad social.

b) b)     En segundo lugar, forma parte del contenido esencial directamente


protegido por el derecho fundamental a la pensión, las disposiciones legales que
establecen los requisitos para la obtención de un derecho a la pensión. Así, será
objeto de protección en la vía de amparo los supuestos en los que, presentada la
contingencia, se deniegue a una persona el reconocimiento de una pensión de
jubilación o cesantía, a pesar de haber cumplido los requisitos legales para
obtenerla (edad requerida y determinados años de aportación), o de una pensión
de invalidez, presentados los supuestos previstos en la ley que determinan su
procedencia.

Tal como ha tenido oportunidad de precisar la Corte Constitucional colombiana,


en criterio que este Colegido comparte, el derecho a la pensión
"adquiere el carácter de fundamental cuando a su desconocimiento sigue
la vulneración o la amenaza de derechos o principios de esa categoría y
su protección resulta indispensable tratándose de la solicitud de pago
oportuno de las pensiones reconocidas, ya que la pensión guarda una
estrecha relación con el trabajo, principio fundante del Estado Social de
Derecho, por derivar de una relación laboral y constituir una especie de
salario diferido al que se accede previo el cumplimiento de las exigencias
legales.” (Cfr. Corte Constitucional colombiana. Sala Tercera de
Revisión. Sentencia T-608 del 13 de noviembre de 1996. M.P. Dr.
Eduardo Cifuentes Muñoz).

c) c)      Por otra parte, dado que, como quedó dicho, el derecho fundamental a la
pensión tiene una estrecha relación con el derecho a una vida acorde con el
principio-derecho de dignidad, es decir, con la trascendencia vital propia de una
dimensión sustancial de la vida, antes que una dimensión meramente existencial
o formal, forman parte de su contenido esencial aquellas pretensiones mediante
las cuales se busque preservar el derecho concreto a un `mínimo vital´, es decir,
“aquella porción de ingresos indispensable e insustituible para atender
las necesidades básicas y permitir así una subsistencia digna de la
persona y de su familia; sin un ingreso adecuado a ese mínimo no es
posible asumir los gastos más elementales (...) en forma tal que su
ausencia atenta en forma grave y directa contra la dignidad humana.”
(Cfr. Corte Constitucional colombiana. Sala Quinta de Revisión.
Sentencia T-1001 del 9 de diciembre de 1999. M.P. José Gregorio
Hernández Galindo).

En tal sentido, en los supuestos en los que se pretenda ventilar en sede


constitucional pretensiones relacionadas no con el reconocimiento de la pensión
que debe conceder el sistema previsional público o privado, sino con su
específico monto, ello sólo será procedente cuando se encuentre comprometido
el derecho al mínimo vital.

Por ello, tomando como referente objetivo que el monto más alto de lo que en
nuestro ordenamiento previsional es denominado “pensión mínima”, asciende a
S/. 415,00 (Disposición Transitoria de la Ley N.º 27617 e inciso 1 de la Cuarta
Disposición Transitoria de la Ley N.º 28449), el Tribunal Constitucional
considera que, prima facie, cualquier persona que sea titular de una prestación
que sea igual o superior a dicho monto, deberá acudir a la vía judicial ordinaria
a efectos de dilucidar en dicha sede los cuestionamientos existentes en relación
a la suma específica de la prestación que le corresponde, a menos que, a pesar
de percibir una pensión o renta superior, por las objetivas circunstancias del
caso, resulte urgente su verificación a efectos de evitar consecuencias
irreparables (vg. los supuestos acreditados de graves estados de salud).

d) d)      Asimismo, aún cuando, prima facie, las pensiones de viudez, orfandad y
ascendientes, no forman parte del contenido esencial del derecho fundamental a
la pensión, en la medida de que el acceso a las prestaciones pensionarias sí lo
es, son susceptibles de protección a través del amparo los supuestos en los que
se deniegue el otorgamiento de una pensión de sobrevivencia, a pesar de
cumplir con los requisitos legales para obtenerla.

e) e)      En tanto el valor de igualdad material informa directamente el derecho


fundamental a la pensión, las afectaciones al derecho a la igualdad como
consecuencia del distinto tratamiento (en la ley o en la aplicación de la ley) que
dicho sistema dispense a personas que se encuentran en situación idéntica o
sustancialmente análoga, serán susceptibles de ser protegidos mediante el
proceso de amparo, siempre que el término de comparación propuesto resulte
válido.

En efecto, en tanto derecho fundamental relacional, el derecho a la igualdad se


encontrará afectado ante la ausencia de bases razonables, proporcionales y
objetivas que justifiquen el referido tratamiento disímil en el libre acceso a
prestaciones pensionarias.

f) f)       Adicionalmente, es preciso tener en cuenta que para que quepa un


pronunciamiento de mérito en los procesos de amparo, la titularidad del derecho
subjetivo concreto de que se trate debe encontrarse suficientemente acreditada.
Y es que como se ha precisado, en el proceso de amparo
“no se dilucida la titularidad de un derecho, como sucede en otros,
sino sólo se restablece su ejercicio. Ello supone, como es obvio, que
quien solicita tutela en esta vía mínimamente tenga que acreditar la
titularidad del derecho constitucional cuyo restablecimiento invoca,
en tanto que este requisito constituye un presupuesto procesal, a lo
que se suma la exigencia de tener que demostrar la existencia del
acto [u omisión] cuestionado”. (STC 0976-2001-AA, Fundamento
3).

g) g)      Debido a que las disposiciones legales referidas al reajuste pensionario o a


la estipulación de un concreto tope máximo a las pensiones, no se encuentran
relacionadas a aspectos constitucionales directamente protegidos por el
contenido esencial del derecho fundamental a la pensión, prima facie, las
pretensiones relacionadas a dichos asuntos deben ser ventiladas en la vía
judicial ordinaria.

Las pretensiones vinculadas a la nivelación como sistema de reajuste de las


pensiones o a la aplicación de la teoría de los derechos adquiridos en materia
pensionaria, no son susceptibles de protección a través del amparo
constitucional, no sólo porque no forman parte del contenido protegido del
derecho fundamental a la pensión, sino también, y fundamentalmente, porque
han sido proscritas constitucionalmente, mediante la Primera Disposición Final
y el artículo 103º de la Constitución, respectivamente.

5. Determinación de la procedencia de la pretensión en la presente causa


1. 38.  Analizados los componentes que por derivar directamente del contenido
constitucionalmente protegido por el derecho fundamental a la pensión, merecen
protección a través del proceso de amparo, corresponde analizar si la pretensión en
el presente caso se encuentra referida a alguno de dichos ámbitos y si, en
consecuencia, corresponde expedir un pronunciamiento sobre el fondo del asunto.

1. 39.  En el presente caso el demandante pretende el reconocimiento de la pensión de


jubilación adelantada por reducción de personal, que le fue denegada porque a juicio
de la ONP no reunía el mínimo de aportaciones necesarias para obtener el derecho.
En consecuencia, al recurrente le ha sido denegada la pensión, a pesar de que, según
alega, cumple con los requisitos legales para obtenerla. Consecuentemente, la
pretensión del recurrente ingresa dentro del supuesto previsto en el Fundamento
37.b, motivo por el cual este Colegiado procede a analizar el fondo de la cuestión
controvertida.
§6. Análisis del agravio constitucional alegado
1. 40.  El segundo párrafo del artículo 44º del Decreto Ley N.º 19990, el artículo 1º
Decreto Ley N.º 25967 y el artículo 17º de la Ley N.º 24514, constituyen las
disposiciones legales que configuran el derecho constitucionalmente protegido para
acceder a la pensión reclamada. En ellos se establece que en los casos de reducción
o despido total del personal, tienen derecho a pensión de jubilación los trabajadores
afectados que: i) tengan cuando menos 55 o 50 años de edad, según sean hombres o
mujeres; ii) acrediten por lo menos 20 años de aportaciones; y, iii) el empleador
haya sido autorizado por el Ministerio de Trabajo para despedir a su personal luego
de seguir el procedimiento previsto en la Ley N.º 24514, sustitutoria del Decreto
Ley N.º 18471.

1. 41.  Este Tribunal ha precisado en reiteradas ejecutorias, que constituyen precedentes


de observancia obligatoria, que para la calificación de las pensiones se debe tener en
cuenta que:
a) a)      A tenor del artículo 57º del Decreto Supremo N.º 011-74-TR, Reglamento del
Decreto Ley N.º 19990, los períodos de aportación no pierden su validez, excepto
en los casos de caducidad de las aportaciones declaradas por resoluciones
consentidas o ejecutoriadas con fecha anterior al 1 de mayo de 1973. En ese
sentido, la Ley N.º 28407, vigente desde el 3 de diciembre de 2004, recogió este
criterio y declaró expedito el derecho de cualquier aportante para solicitar la
revisión de cualquier resolución que se hubiera expedido contraviniendo lo
dispuesto en los artículos 56º y 57º del decreto supremo referido, Reglamento del
Decreto Ley N.º 19990.

b) b)      En cuanto a las aportaciones de los asegurados obligatorios, los artículos 11°
y 70° del Decreto Ley N.° 19990 establecen, respectivamente, que “Los
empleadores (...) están obligados a retener las aportaciones de los trabajadores
asegurados obligatorios (...)”, y que “Para los asegurados obligatorios son
períodos de aportación los meses, semanas o días en que presten, o hayan
prestado servicios que generen la obligación de abonar las aportaciones a que se
refieren los artículos 7º al 13º, aún cuando el empleador (...) no hubiese efectuado
el pago de las aportaciones”. Más aún, el artículo 13° de esta norma dispone que
la emplazada se encuentra obligada a iniciar el procedimiento coactivo si el
empleador no cumple con efectuar el abono de las aportaciones indicadas. A
mayor abundamiento, el inciso d), artículo 7.° de la Resolución Suprema N.º 306-
2001-EF, Reglamento de Organización y Funciones de la Oficina de
Normalización Previsional (ONP), dispone que la emplazada debe “Efectuar la
verificación, liquidación y fiscalización de derechos pensionarios que sean
necesarias para garantizar su otorgamiento con arreglo a Ley”.

1. 42.  En ese sentido, para acreditar la titularidad de derecho a la pensión y el


cumplimiento de los requisitos legales que configuran el derecho, el demandante ha
acompañado una serie de documentos, respecto de los cuales este Tribunal
determina los siguiente:

42.1. Edad
1) 1)      Copia de su Documento Nacional de Identidad, con el cual se constata que
nació el 16 de junio de 1945, y que, por tanto, cumplió la edad requerida para la
pensión reclamada el 16 de junio de 2000.

42.2 Años de aportaciones


1) 1)      Copia de la Resolución N.º 0000041215-2002-ONP/DC/DL 19990
(Expediente N.º 01300311802) y del Cuadro de Resumen de Aportaciones, de
donde se evidencia que en aplicación del artículo 95º del Decreto Supremo N.º
013-61-TR, Reglamento de la Ley N.º 13640, la ONP desconoció la validez de las
aportaciones realizadas durante 1 año y 1 mes en los años 1964 y 1965, y decidió
no continuar su labor inspectiva porque presumió que el demandante no
acreditaría el mínimo de años de aportaciones requeridos.
2) 2)      Copia de dos Certificados de Trabajo expedidos por Motor Perú S.A. en el
año 1992, en papel membretado y en formato del IPSS, y adicionalmente, otro
Certificado de Trabajo otorgado en el año 1994 por Motor Perú S.A. en
liquidación, en todos los cuales se certifica que el demandante trabajó en la
empresa desde el 5 de marzo de 1973 hasta el 25 de mayo de 1992, es decir, por
un periodo de 19 años, 2 meses y 20 días.

42.3 Autorización de la Autoridad de Trabajo y afectación por reducción de personal


1) 1)      Copia de la Resolución Sub-Directoral N.º 018-92-1SD-NEC y la Resolución
Directoral N.º 046-92-DR-LIM, del 21 de febrero y 24 de marzo de 1992,
respectivamente, en las que consta la autorización de la Autoridad de Trabajo para
que Motor Perú S.A. reduzca personal al haber acreditado causal económica
conforme a lo señalado en la Ley N.º 24514.
2) 2)      Copia del Acta de Extraproceso de fecha 3 de julio de 1992, suscrita ante el
Director Regional de Trabajo de Lima, por los representantes de Motor Perú S.A.
y el Sindicato de Trabajadores de la empresa, en la cual se transcribe la relación
del personal afectado por la reducción de personal, entre los que se encuentra el
demandante. Asimismo, el cronograma de pago de los beneficios sociales que se
entregará conjuntamente con el certificado de trabajo, previa presentación de las
cartas de renuncia de los trabajadores con fecha 25 de mayo de 1992.

1. 43.  En consecuencia, el Tribunal Constitucional considera que aun cuando en el


proceso de amparo no se encuentra prevista una etapa probatoria, el demandante ha
presentado suficiente medios probatorios que no requieren actuación (artículo 9º del
CPConst.), que demuestran: i) que cumple con el requisito de edad exigido para
obtener la pensión solicitada; ii) que fue cesado en el empleo por causal de
reducción de personal; y, iii) que teniendo en cuenta su tiempo de servicios en
Motor Perú S.A. –corroborados previamente por la Autoridad de Trabajo– y las
aportaciones realizadas durante el período cuya validez indebidamente no se
reconoció, acredita por lo menos 20 años de aportaciones al Sistema Nacional de
Pensiones.

En tal sentido, ha acreditado que reúne todos los requisitos legales exigidos para la
percepción de la pensión de jubilación adelantada por reducción de personal
reclamada, y consiguientemente, que se ha desconocido arbitrariamente el derecho
constitucional a la pensión que le asiste, por lo que la demandada debe reconocer su
derecho a la pensión de jubilación y disponer su percepción desde la fecha en que se
verifica el agravio constitucional, es decir, en la fecha de la apertura del expediente
N.º 01300311802 en el que consta la solicitud de la pensión denegada.

Adicionalmente, se debe ordenar a la ONP que efectúe el cálculo de los devengados


correspondientes desde la fecha del agravio constitucional, así como el de los
intereses legales generados de acuerdo a la tasa señalada en el artículo 1246.º del
Código Civil, y proceda a su pago, en la forma y modo establecido por el artículo 2.º
de la Ley N.º 28266.

7. Precedente vinculante
1. 44.  Es evidente que con relación al derecho fundamental a la pensión reconocido en
el artículo 11º de la Constitución, en la jurisprudencia de este Tribunal ha existido
un criterio de procedibilidad más flexible que aquel desarrollado en el Fundamento
37 supra. Ello, en su momento, se encontraba plenamente justificado en aras de
proyectar desde la jurisprudencia de este Colegiado las pautas de interpretación que
permitan convertir al sistema de seguridad social, y, concretamente, al derecho
fundamental a la pensión, en uno plenamente identificado con los principios
constitucionales que lo informan (dignidad, igualdad y solidaridad).

1. 45.  Las materias que son competencia de la jurisdicción constitucional no se


desarrollan sobre un espectro rígido e inmutable. Por el contrario, la incuestionable
ligazón existente entre realidad social y Constitución en los Estados sociales y
democráticos de derecho, imponen un margen de razonable flexibilidad al momento
de decidir las causas que merecen un pronunciamiento por parte de la jurisdicción
constitucional, sobre todo en aquellas latitudes en las que ésta tiene reciente data.
Sólo así es posible sentar por vía de la jurisprudencia las bases mínimas para una
verdadera identidad constitucional en cada uno de los ámbitos del derecho, y sólo
así es posible que este Tribunal mantenga incólumes sus funciones de valoración,
ordenación y pacificación.

1. 46.  El Tribunal Constitucional considera que dicho cometido ha sido cubierto con la
abundante jurisprudencia emitida en materia pensionaria, motivo por el cual
considera pertinente, a partir de la presente sentencia, restringir los criterios de
procedibibilidad en dicha materia sobre la base de pautas bastante más identificadas
con la naturaleza de urgencia del proceso de amparo.

1. 47.  En tal sentido, este Tribunal advierte que los criterios jurídicos contenidos en el
Fundamento 37 supra para determinar la procedencia de demandas de amparo en
materia pensionaria, a partir de la determinación del contenido esencial del derecho
fundamental a la pensión, reconocido en el artículo 11º de la Constitución,
constituyen precedente vinculante, de conformidad con lo dispuesto en el artículo
VII del Título Preliminar del CPConst.

1. 48.  Por lo demás, dicho cambio de precedente se encuentra amparado por el


principio de autonomía procesal que informa a las funciones de valoración,
ordenación y pacificación de este Tribunal, conforme al cual, dentro del marco
normativo de las reglas procesales que le resultan aplicables, éste goza de un margen
razonable de flexibilidad en su aplicación, de manera que toda formalidad resulta
finalmente supeditada a la finalidad de los procesos constitucionales: la efectividad
del principio de supremacía de la Constitución y la vigencia de los derechos
fundamentales (artículo II del Título Preliminar del CPConst.).

El artículo III del Título preliminar del CPConst. establece la obligación del juez
constitucional de
“adecuar la exigencia de las formalidades previstas en éste Código al
logro de los fines de los procesos constitucionales”,
por lo que goza de cierto grado de autonomía para establecer determinadas reglas
procesales o interpretar las ya estipuladas, cuando se trate de efectivizar los fines de
los procesos constitucionales.

En efecto, mediante su autonomía procesal el Tribunal Constitucional puede


establecer reglas que tengan una pretensión de generalidad y que puedan aplicarse
posteriormente a casos similares, siempre que estas reglas tengan como finalidad
perfeccionar el proceso constitucional, y se encuentren limitadas por el principio de
separación de poderes, la ya mencionada vigencia efectiva de los derechos
fundamentales y los principios de razonabilidad y proporcionalidad.

1. 49.  El precedente sentado es de vinculación inmediata, motivo por el cual a partir del
día siguiente de la publicación de la presente sentencia en el diario oficial El
Peruano, toda demanda de amparo que sea presentada o que se encuentre en trámite
y cuya pretensión no verse sobre el contenido constitucional directamente protegido
por el derecho fundamental a la pensión (Fundamento 37 supra), debe ser declarada
improcedente.
8. Vía jurisdiccional ordinaria para la dilucidación de asuntos previsionales que no
versen sobre el contenido directamente protegido por el derecho fundamental a
la pensión
1. 50.  No obstante, en atención a su función de ordenación, el Tribunal Constitucional
no puede limitarse a precisar los criterios que procedibilidad del amparo
constitucional en materia pensionaria, sino que, a su vez, debe determinar la vía
judicial en las que deban ventilarse la pretensiones sobre dicha materia que por no
gozar de protección constitucional directa, no son susceptibles de revisarse en sede
constitucional. Asimismo, debe determinar las reglas necesarias para encausar las
demandas de amparo en trámite cuya improcedencia debe ser declarada tras la
publicación de la presente sentencia en el diario oficial El Peruano.

1. 51.  La vía idónea para dilucidar los asuntos pensionarios que no versen sobre el
contenido directamente protegido por el derecho fundamental a la pensión, es el
proceso contencioso administrativo. En efecto, en tanto que es la Administración
Pública la encargada de efectuar el otorgamiento de las pensiones específicas una
vez cumplidos los requisitos previstos en la ley, es el proceso contencioso
administrativo la vía orientada a solicitar la nulidad de los actos administrativos que
se consideren contrarios a los derechos subjetivos que a pesar de encontrarse
relacionados con materia previsional, sin embargo, no derivan directamente del
contenido constitucionalmente protegido por el derecho fundamental a la pensión.
Así lo estipula el artículo 1º de la Ley N.º 27584.
“La acción contencioso administrativa prevista en el Artículo 148 de
la Constitución Política tiene por finalidad el control jurídico por el
Poder Judicial de las actuaciones de la administración pública sujetas
al derecho administrativo y la efectiva tutela de los derechos e
intereses de los administrados. (...)”

1. 52.  Por ende, en los supuestos en los que se pretenda la estimación en juicio de
pretensiones que no se encuentren relacionadas con el contenido directamente
protegido por el derecho fundamental a la pensión, los justiciables deberán acudir el
proceso contencioso administrativo a efectos de dilucidar el asunto controvertido.
En tal perspectiva, el artículo 3º de la Ley N.º 27584 establece, de conformidad con
el principio de exclusividad, lo siguiente:
“las actuaciones de la administración pública sólo pueden ser
impugnadas en el proceso contencioso administrativo, salvo en los
casos en que se pueda recurrir a los procesos constitucionales”,
es decir, salvo en los casos en los que la actuación (u omisión) de la Administración
Pública genere la afectación del contenido directamente protegido por un derecho
constitucional.

1. 53.  De conformidad con los artículos 8º y 9º de la Ley N.º 27584 es competente para
conocer la demanda el Juez Especializado en lo Contencioso Administrativo (o el
Juez Civil o Mixto en los lugares en que no exista Juez Especializado en lo
Contencioso Administrativo), del lugar del domicilio del demandado o del lugar
donde se produjo la actuación impugnable, a elección del demandante.

9. Reglas procesales aplicables a las demandas de amparo en trámite que sean


declaradas improcedentes como consecuencia del precedente vinculante
contenido en esta sentencia
1. 54.  Las demandas de amparo en trámite que, en aplicación de los criterios de
procedibilidad previstos en el Fundamento 37 supra, sean declaradas improcedentes,
deberán ser remitidas al juzgado de origen (Juez Civil encargado de merituar el
proceso de amparo en primera instancia), quien deberá remitir el expediente judicial
al Juez Especializado en lo Contencioso Administrativo (en los lugares en los que
éstos existan) o deberá avocarse al conocimiento del proceso (en los lugares en los
que no existan Jueces Especializados en lo Contencioso Administrativo).

Una vez que el Juez competente del proceso contencioso administrativo se avoque al
conocimiento de la causa, deberá entenderse presentada y admitida la demanda
contencioso administrativa, y, en aplicación del principio de suplencia previsto en el
inciso 4) del artículo 2º de la Ley N.º 27584, se otorgará al demandante un plazo
razonable a efectos de que adecúe su demanda conforme a las reglas previstas para la
etapa postulatoria del proceso contencioso administrativo. Transcurrido dicho plazo
sin que el demandante realice la respectiva adecuación, procederá el archivo del
proceso.

Estas reglas son dictadas en virtud del principio de autonomía procesal del Tribunal
Constitucional al que se ha hecho alusión en el Fundamento 48 supra.

1. 55.  Por otra parte, en aplicación del principio pro actione que impone al Juez
interpretar los requisitos de admisibilidad de las demandas en el sentido que más
favorezca el derecho de acceso a la jurisdicción, en los supuestos en los que en el
expediente de amparo obre escrito en el que la Administración contradiga la
pretensión del recurrente, el Juez del contencioso administrativo, no podrá exigir el
agotamiento de la vía administrativa.

En efecto, dado que la finalidad de la interposición de los recursos administrativos de


impugnación consiste en darle la oportunidad a la propia Administración de revisar
su actuación o reevaluarla y, en su caso, disponer el cese de la vulneración del
derecho, sería manifiestamente contrario al principio de razonabilidad y al derecho
fundamental de acceso a la jurisdicción, exigir el agotamiento de la vía
administrativa en los casos en los que resulta evidente que la propia Administración
se ha ratificado en la supuesta validez del acto considerado ilegal.

1. 56.  Por el contrario, los expedientes de amparo en los que no sea posible verificar si
la Administración se ha o no ratificado en torno a la supuesta validez del acto
considerado atentatorio de los derechos previsionales que no configuran el
contenido directamente protegido por el derecho fundamental a la pensión, no serán
remitidos al Juez del contencioso administrativo, pues dado que en estos supuestos
es plenamente exigible el agotamiento de la vía administrativa prevista en el artículo
18º de la Ley N.º 27584, los recurrentes deberán agotarla para encontrarse
habilitados a presentar la demanda contencioso administrativa.

1. 57.  En todo caso, es deber del Juez del contencioso administrativo, aplicar el
principio de favorecimiento del proceso, previsto en el inciso 3) del artículo 2º de la
Ley N.º 27584, conforme al cual:
“Principio de favorecimiento del proceso.- El Juez no podrá rechazar
liminarmente la demanda en aquellos casos en los que por falta de
precisión del marco legal exista incertidumbre respecto del agotamiento
de la vía previa.
Asimismo, en caso de que el Juez tenga cualquier otra duda razonable
sobre la procedencia o no de la demanda, deberá preferir darle trámite a
la misma.”

1. 58.  Por otra parte, dado que en los asuntos previsionales, es la Administración o, en
su caso, la entidad en la que prestó servicios el ex trabajador, las que se encuentran
en mayor capacidad de proveer al Juez de los medios probatorios que coadyuven a
formar convicción en relación con el asunto controvertido, el hecho de que el
recurrente no haya presentado los medios probatorios suficientes que permitan
acreditar su pretensión, en principio, no puede considerarse como motivo suficiente
para desestimar la demanda. En tales circunstancias, es obligación del Juez recabar
de oficio los medios probatorios que juzque pertinentes; máxime si el artículo 22º de
la Ley N.º 27584, establece que:
“Al admitir a trámite la demanda el Juez ordenará a la entidad
administrativa que remita el expediente relacionado con la actuación
impugnable.
Si la entidad no cumple con remitir el expediente administrativo el
órgano jurisdiccional podrá prescindir del mismo o en su caso reiterar el
pedido bajo apercibimiento de poner el hecho en conocimiento del
Ministerio Público para el inicio del proceso penal correspondiente (...).
El incumplimiento de lo ordenado a la entidad administrativa no
suspende la tramitación del proceso, debiendo el juez en este caso aplicar
al momento de resolver lo dispuesto en el Artículo 282 del Código
Procesal Civil.”

Dicho artículo del Código Procesal Civil, establece:


“El Juez puede extraer conclusiones en contra de los intereses de las
partes atendiendo a la conducta que éstas asumen en el proceso,
particularmente cuando se manifiesta notoriamente en la falta de
cooperación para lograr la finalidad de los medios probatorios, o con
otras actitudes de obstrucción. Las conclusiones del Juez estarán
debidamente fundamentadas.”

Por su parte, el artículo 29º de la Ley N.º 27584, dispone:


“Cuando los medios probatorios ofrecidos por las partes sean
insuficientes para formar convicción, el Juez en decisión motivada e
inimpugnable, puede ordenar la actuación de los medios probatorios
adicionales que considere convenientes.”

10. Vulneración continuada y ausencia de plazos de prescripción en asuntos que


versen sobre materia pensionaria
1. 59.  Todos los poderes públicos, incluida la Administración Pública, deberán tener
presente, tal como lo ha precisado este Colegiado de manera uniforme y constante
en criterio que mutatis mutandis es aplicable a cualquier proceso judicial o
procedimiento administrativo que prevea plazos de prescripción o caducidad— que
las afectaciones en materia pensionaria tienen la calidad de una vulneración
continuada, pues tienen lugar mes a mes, motivo por el cual no existe posibilidad de
rechazar reclamos, recursos o demandas que versen sobre materia previsional,
argumentando el vencimiento de plazos prescriptorios o de caducidad.

En tal sentido, en los casos de demandas contencioso administrativas que versen


sobre materia pensionaria, el Juez se encuentra en la obligación de considerar el
inicio del cómputo de los plazos de caducidad previstos en el artículo 17º de la Ley
N.º 27584, a partir del mes inmediatamente anterior a aquel en que es presentada la
demanda, lo que equivale a decir, que, en ningún caso, podrá declararse la
improcedencia de tales demandas por el supuesto cumplimiento del plazo de
caducidad.

11. Jurisprudencia vinculante y exhortación


1. 60.  Es preciso enfatizar que los criterios uniformes y reiterados contenidos en las
sentencias expedidas por el Tribunal Constitucional en materia pensionaria,
mantienen sus efectos vinculantes. En consecuencia, a pesar de que determinadas
pretensiones sobre la materia no puedan en el futuro ser ventiladas en sede
constitucional, la judicatura ordinaria se encuentra vinculada por las sentencias en
materia pensionaria expedidas por este Colegiado.

1. 61.  Finalmente, el Tribunal Constitucional exhorta al Poder Judicial a aumentar el


número de Juzgados Especializados en lo Contencioso Administrativo en el Distrito
Judicial de Lima y a crearlos en el resto de Distritos Judiciales de la República, a
efectos de atender con diligencia y celeridad las pretensiones que correspondan ser
dilucidadas por la jurisdicción ordinaria, como consecuencia de la expedición de la
presente sentencia.

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional con la autoridad que le


confiere la Constitución y su Ley Orgánica,

HA RESUELTO

1. 1.    Declarar FUNDADA la demanda.

2. 2.    Declarar la NULIDAD de la Resolución N.º 0000041215-2002-ONP/DC/DL


19990.

3. 3.    Ordena que la entidad demandada cumpla con reconocer la pensión de jubilación
adelantada por reducción de personal que corresponde al demandante, y abone las
pensiones devengadas, reintegros e intereses legales correspondientes, conforme a
los Fundamentos 40 a 43 supra.

4. 4.    Declarar que los criterios de procedibilidad de las demandas de amparo que
versen sobre materia pensionaria, previstos en el Fundamento 37 supra, constituyen
precedente vinculante inmediato, de conformidad con el artículo VII del Título
Preliminar del CPConst.; motivo por el cual, a partir del día siguiente de la
publicación de la presente sentencia en el diario oficial El Peruano, toda demanda
de amparo que sea presentada o que se encuentre en trámite y cuya pretensión no
verse sobre el contenido constitucional directamente protegido por el derecho
fundamental a la pensión, debe ser declarada improcedente.
5. 5.    Declarar que las reglas procesales de aplicación a las demandas de amparo que a
la fecha de publicación de esta sentencia se encuentren en trámite, previstas en los
Fundamentos 54 a 58 supra, resultan vinculantes tanto para los Jueces que conocen
los procesos de amparo, como para los Jueces que resulten competentes para
conocer las demandas contencioso administrativas.

6. 6.    Se EXHORTA al Poder Judicial, para que, de conformidad con el Fundamento


61 supra, aumente el número de Juzgados Especializados en lo Contencioso
Administrativo en el Distrito Judicial de Lima y los cree en el resto de Distritos
Judiciales de la República.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

SENTENCIA EMITIDA EN EL EXPEDIENTE N° 01095-2011-PA/TC


(27/01/12).

El proceso constitucional

Los procesos constitucionales se desarrollan con arreglo a los principios de dirección judicial del proceso,
economía, inmediación y socialización procesales; y que el Juez tiene el deber de impulsar de oficio el
presente proceso, así como el deber de adecuar la exigencia de las formalidades previstas en el código al
logro de los fines de los procesos constitucionales.

ONP

Que en efecto “la actuación de la autoridad jurisdiccional en la etapa de ejecución de


sentencias constituye un elemento fundamental e imprescindible en el logro de una efectiva
tutela jurisdiccional, siendo de especial relevancia para el interés público, dado que el Estado
de Derecho no puede existir cuando no es posible alcanzar la justicia a través de los órganos
establecidos para tal efecto. Para ello, la autoridad jurisdiccional deberá realizar todas aquellas
acciones que tiendan a que los justiciables sean repuestos en sus derechos reaccionando
frente a posteriores actuaciones o comportamientos que debiliten el contenido material de
sus decisiones, pues sólo así se podrán satisfacer los derechos de quienes han vencido en
juicio, sin obligarles a asumir la carga de nuevos procesos” (STC 1042-2002-AA/TC).

FUNDAMENTOS

§ El derecho a la pensión en  la Constitución

1. El artículo 10[1] de la Constitución Política del Estado recoge la tesis del derecho a la
pensión como un derecho fundamental en la perspectiva de una garantía de la seguridad
social[2]. A través del mismo, se configura una exigencia de actuación positiva del
Estado, en tanto el mismo tiene el deber de protección del acceso justo a la pensión en
defensa del orden público constitucional.

2. De igual forma, el Tribunal Constitucional ha asumido criterios procedimentales[3]


respecto al derecho fundamental a la pensión, reconociendo sus efectos aplicativos en
forma amplia en procesos que en teoría deberían ser solo restitutivos, como lo son los
procesos constitucionales. Sin embargo, debe advertirse que el derecho fundamental a la
pensión es un derecho que exige en su camino de tutela efectos declarativos, dadas las
condiciones intrínsecas de respeto a la dignidad de la persona humana, lo cual se
traduce en la prevalencia de la dimensión axiológica valorativa de un derecho
fundamental. Por tanto, es propio de la sede constitucional, declarar derechos cuando lo
exija la naturaleza del derecho fundamental incoado, más aún, si se trata del derecho a
la pensión, cuyo universo de beneficiarios reside, sustantivamente, en personas de la
tercera edad.

§ La pensión mínima en la jurisprudencia constitucional

3. El Tribunal Constitucional en la STC 198-2003 AC/TC señala con efecto vinculante


respecto a la pensión mínima[4] la aplicación de las fechas de contingencia y los efectos
de las mismas respecto a las litis pensionarias.[5] Se trata, en propiedad, de una
determinación de escalas aplicativas del Sueldo Mínimo Vital de acuerdo a la fecha de
la contingencia, esto es, de la pensión de jubilación. En consecuencia, advertimos
criterios marco de procedimiento: si la fecha de contingencia se ha producido entre el 08
de setiembre de 1984 (fecha de entrada en vigencia de la Ley 23908) y el 18 de
diciembre de 1992 (fecha de derogación tácita de la Ley 23908 por el Decreto
Legislativo 25967), el pensionista adquiere el derecho a un reajuste, a lo cual debe
sumarse, como exigencia adicional, que el monto percibido hubiera sido inferior a 3
Sueldos Mínimos Vitales. Solo producido este criterio tasado, procede el reajuste de
pensión.

[1] Constitución 1993 Artículo 10.

El Estado reconoce el derecho universal y progresivo de toda persona a la seguridad


social, para su protección frente a las contingencias que precise la ley y para la
elevación de su calidad de vida.

[2] STC 0050-2004-AI / 0051-2004-AI / 0004-2005-AI / 0007-2005-AI / 0009-2005-AI


(acumulados) F.J. 54

La seguridad social es la garantía institucional que expresa por excelencia la función


social del Estado. Se concreta en un complejo normativo estructurado -por imperio del
artículo 10 de la Constitución- al amparo de la ‘doctrina de la contingencia’ y la
calidad de vida; por ello, requiere de la presencia de un supuesto fáctico al que
acompaña una presunción de estado de necesidad (cese en el empleo, viudez, orfandad,
invalidez, entre otras) que condiciona el otorgamiento de una prestación pecuniaria y/o
asistencial, regida por los principios de progresividad, universalidad y solidaridad, y
fundada en la exigencia no sólo del mantenimiento, sino en ‘la elevación de la calidad
de vida..

[3] STC 1417-2005F.J. 37

“c) (…), forman parte de su contenido esencial aquellas pretensiones mediante las
cuales se busque preservar el derecho concreto a un mínimo vital”. “En tal sentido, en
los supuestos en los que se pretenda ventilar en sede constitucional pretensiones
relacionadas no con el reconocimiento de la pensión que debe conceder el sistema
provisional público o privado, sino con un específico monto, ello sólo será procedente
cuando se encuentre comprometido el derecho al mínimo vital.

[4] STC 0198-2003-AC/TC Caso Carlos Briones F.J. 10 inciso b.

b. La pensión mínima originalmente se estableció en un monto equivalente a tres


sueldos mínimos vitales, pero, posteriormente, las modificaciones legales que regularon
los sueldos o salarios mínimos de los trabajadores, la transformaron en el ingreso
mínimo legal, el mismo que, solo a estos efectos, debe entenderse vigente hasta el 18 de
diciembre de 1992.

[5] STC 0198-2003-AC/TC Caso Carlos Briones F.J. 10 inciso e.

(…) la pensión mínima regulada por la Ley N.º 23908 debe aplicarse a aquellos
asegurados que hubiesen alcanzado el punto de contingencia hasta el 18 de diciembre
de 1992 (día anterior a la vigencia del Decreto Ley N.º 25967), con las limitaciones que
estableció su artículo 3º, y solo hasta la fecha de su derogación tácita por el Decreto
Ley N.º 25967

RESOLUCIÓN EMITIDA EN EL EXP. N.° 05260-2009-PHC -TC – LA


LIBERTAD. (10/04/10)

Derecho a la motivación de las resoluciones


El Tribunal Constitucional ha señalado que la necesidad de que las resoluciones judiciales sean
motivadas es un principio que informa el ejercicio de la función jurisdiccional, y al mismo tiempo, un
derecho constitucional de los justiciables. Mediante ella, por un lado, se garantiza que la
administración de justicia se lleve a cabo de conformidad con la Constitución y las leyes (artículos
45.º y 138.º de la Constitución Política del Perú) y, por otro, que los justiciables puedan ejercer de
manera efectiva su derecho de defensa. Justamente, con relación al derecho a la debida motivación
de las resoluciones, este Tribunal ha precisado que “la Constitución no garantiza una determinada
extensión de la motivación, por lo que su contenido esencial se respeta siempre que exista
fundamentación jurídica congruente entre lo pedido y lo resuelto, y que, por sí misma, exprese una
suficiente justificación de la decisión adoptada, aun si ésta es breve o concisa […]” (STC N.º 1291-
2000-AA/TC. FJ 2).

SENTENCIA EMITIDA EN EL EXPEDIENTE Nº 02181-2011-PC/TC


(15/07/11)

LA SEGURIDAD SOCIAL

El artículo 10 de la Constitución señala que el Estado reconoce el derecho universal y progresivo de


toda persona a la seguridad social para su protección frente a las contingencias que precise la ley y
para la elevación de su calidad de vida.

Por ello, este Tribunal, prospectivamente, ha señalado en el fundamento 14 de la STC N.º 001-
2002-AA/TC que la seguridad social (dentro de cuyo concepto se entenderá incluido el servicio
previsional de salud y pensiones) es un sistema institucionalizado de prestaciones individualizadas,
basado en la prevención del riesgo y en la distribución de recursos, con el único propósito de
coadyuvar en la calidad y el proyecto de vida de la comunidad. Su condición de sistema
institucionalizado, imprescindible para la defensa y el desarrollo de diversos principios y derechos
fundamentales, permite reconocer a la seguridad social como una garantía institucional.

Al respecto, en el fundamento jurídico 29 de la STC N.º 1417-2005-PA/TC, se ha precisado que “La


seguridad social es la garantía institucional que expresa por excelencia la función social del Estado.
Se concreta en un complejo normativo estructurado – por imperio del artículo 10 de la Constitución –
al amparo de la doctrina de la contingencia y la calidad de vida; por ello, requiere de la presencia de
un supuesto fáctico al que acompaña una presunción de estado de necesidad (cese en el empleo,
viudez, orfandad, invalidez, entre otras) que condiciona el otorgamiento de una prestación
pecuniaria y/o asistencial, regida por los principios de progresividad, sino en la elevación de la
calidad de vida”

En el marco del derecho universal y progresivo a la seguridad social, este Tribunal considera que las
disposiciones legales que regulan el Seguro de Vida del Personal de la Policía Nacional y las
Fuerzas Armadas han sido dictadas con el propósito de cumplir con la obligación que tiene el
Estado de velar contra los riesgos que, en el ejercicio de sus funciones, comprometen la vida y la
seguridad de este sector de la población, ya que solo se contaba con una legislación sobre
principios (Decreto Ley N.° 19846), pero se carecía de un sistema de seguros que permitiese
superar el desequilibrio económico familiar generado para la ocurrencia de los riesgos de
fallecimiento o invalidez a consecuencia del servicio.

El beneficio económico del seguro de vida se agota con el pago único de una prestación económica
indemnizatoria, generada a partir de un invalidez adquirida a consecuencia del servicio policial o
militar, diferenciándose claramente de la pensión, prestación económica que se caracteriza por
pagos periódicos y vitalicios. No obstante ello, el seguro de vida se identifica como una prestación
dineraria comprendida en el sistema de seguridad social previsto para el personal de la Policía
Nacional y las Fuerzas Armadas, que, como se ha dicho, ha sido creado en cumplimiento de la
obligación estatal de ampliar y mejorar la cobertura de la seguridad social de este sector de la
población, en atención a las condiciones especiales de riesgo en que prestan servicios al Estado.

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