(E) Resumen Capítulo 75
(E) Resumen Capítulo 75
(E) Resumen Capítulo 75
75]
Embriología y desarrollo.
La glándula tiroides es una de las glándulas endocrinas más importantes del organismo. Su producto
de secreción, las hormonas tiroideas (T3, T4, rT3), juegan un papel fundamental en el control del
metabolismo, crecimiento y diferenciación celular, y regulación de la homeostasis. Sus precursores sintéticos:
monoyodotirosina (MIT) y diyodotirosina (DIT) están presentes en múltiples clases de invertebrados, sin
embargo, la organización celular en forma de tejido tiroideo solo se evidencia en animales vertebrados, de
hecho, se encuentra en todas las especies, organizándose, sin embargo, en diferentes estructuras
anatómicas.
En el humano, la tiroides es la primera glándula en desarrollarse, y ya desde los 16 días de gestación
se empiezan a evidenciar sus primordios. Nace embriológicamente del endodermo del intestino anterior, a
partir del piso de la lengua (intestino faríngeo), donde surge el primordio tiroideo, cuyas células van
proliferando y descendiendo por la cara anterior del cuello, dejando el camino de un conducto, denominado
conducto tirogloso, colocándose así en su posición final por delante de la tráquea, alrededor del día 50 de
gestación. Normalmente, el conducto tirogloso desaparece completamente alrededor del segundo mes de vida
posnatal, dejando un pequeño bulto en la unión de los tercios medio y posterior de la lengua, denominado
foramen ciego. Los restos del conducto tirogloso adyacentes al tejido tiroideo se organizan conformando el
lóbulo piramidal de la glándula. Durante este desarrollo y migración embrionaria pueden presentarse
alteraciones, pudiendo quedar tejido ectópico glandular en la lengua, mediastino, e incluso corazón, o más
frecuentemente, la persistencia de remanentes del conducto tirogloso, dando origen a los llamados quistes
tiroglosos en la vida posnatal.
La ontogenia de la función tiroidea y su regulación en la vida fetal están bien definidas. Las futuras
células foliculares adquieren la capacidad de sintetizar tiroglobulina alrededor del día 29 de gestación,
alcanzando posteriormente la capacidad de yodación y síntesis de T4 en la undécima semana, incrementando
progresivamente sus niveles plasmáticos. Las hormonas tiroideas son fundamentales para el desarrollo fetal,
permitiendo la mielinización y organización sináptica del sistema nervioso central, entre otros. Su déficit
intrauterino provoca serias consecuencias posteriores al nacimiento, como un retraso mental severo, como
parte de una enfermedad denominada cretinismo.
Anatomía:
Está conformada por 2 lóbulos, uno derecho y uno izquierdo. De manera inconstante, se presenta un
lóbulo medio o piramidal, como vestigio embrionario. Ambos lóbulos suelen estar conectados por un
istmo medioventral. El lóbulo derecho es más grande y vascularizado que el izquierdo.
Es una de las glándulas endocrinas más grandes del organismo, pudiendo alcanzar un peso entre 15
a 20 gr en el adulto.
La glándula tiene una alta tasa de proliferación, aumentando su tamaño desde 1 gr (en el nacimiento)
hasta 1520 gr de peso en la etapa adulta, o incluso mucho más en ciertas patologías que llevan a un
aumento de la proliferación del tejido tiroideo y del tamaño glandular (bocio).
Tiene una rica irrigación, proveniente de las Arterias tiroideas superiores (ramas de la A. carótida
externa), Arterias Tiroideas Inferiores (ramas de la A. subclavia) y la Arteria Tiroidea Ima (inconstante,
rama del arco aórtico). Es el órgano que presenta mayor tasa de flujo sanguíneo en relación con su
peso (4-6ml/min/gr), superando incluso al riñón (3ml/min/gr). Su drenaje venoso es a través de las
venas tiroideas superiores, medias, inferiores y anteriores, a la vena yugular interna.
Presenta una rica inervación tanto simpática, como parasimpática. Dicha inervación es vasomotora,
no influye directamente sobre la secreción.
Histología:
La unidad funcional de la glándula es el folículo tiroideo, constituido por un grupo de células epiteliales
foliculares cuboideas (tirocitos), encargadas de sintetizar las hormonas tiroideas. (Ver figura 2) Su
superficie apical rodea a un material proteico, claro, eosinofilico (coloide), el cual constituye el centro
de la unidad folicular y representa la mayor parte de la masa tiroidea, conformado por la proteína
tiroglobulina, almacén de las hormonas tiroideas. Las células foliculares varían en altura de acuerdo al
grado de actividad, pudiendo ir de células cuboideas (inactivas) a células cilíndricas (activas). Dichas
células se encuentran separadas por una membrana basal rica en glicoproteínas, la cual las separa
de los capilares subyacentes.
A la microscopía electrónica, las células foliculares tiene muchas características similares a otras
células secretoras. Posee un retículo Endoplasmico rugoso bien desarrollado, encargado de la
síntesis de la tiroglobulina, así como un aparato de Golgi prominente, responsable de la glucosilación
de la misma. En su porción apical, la célula folicular posee una serie de microvellosidades, las cuales,
bajo la estimulación por TSH, permiten la endocitosis del coloide, su desplazamiento a los lisosomas
citoplasmicos y la liberación de las hormonas tiroideas almacenadas en la tiroglobulina.
Un segundo tipo de células secretoras se encuentran en la tiroides, dispersas entre las células
foliculares se encuentran las células parafoliculares (Células C), las cuales migran de la cresta neural
y se originan a partir del último par de bolsas faríngeas. Histológicamente, se encuentran en el
intersticio folicular y son ricas en mitocondrias. Son las encargadas de la producción de calcitonina,
una hormona reguladora del metabolismo fosfocalcico.
Oligoelementos requeridos:
La función de la glándula tiroides es la de producir la cantidad adecuada de hormonas tiroideas para
satisfacer las necesidades orgánicas. Diariamente se producen alrededor de 85 mcg de T4, los cuales pasan
al coloide, y son almacenados juntos con los restantes 5000- 7000 mcg de T4, esperando su liberación.
Para mantener su función, la tiroides necesita de dos oligoelementos básicos:
Yodo: Las hormonas tiroideas (T4 “tetrayodotironina” y T3 (triyodotironina) derivan de la yodación de residuos
de tirosina de la molécula de Tiroglobulina, de tal manera que el yodo es esencial para su síntesis. Los
requerimientos diarios son del orden de 100-150 mcg/dia (aumentando con el embarazo y según la edad). Su
principal fuente son los alimentos de origen marino. También se puede encontrar en los suelos, de tal manera
que alimentos cosechados en suelos ricos en yodo también contienen concentraciones importantes. Por lo
general, mientras a mayor altitud se encuentren los suelos menor concentración de yodo presentan. De tal
manera, que las poblaciones ubicadas a mayor altitud son las que mayor riesgo tienen de presentar
patologías por déficit de yodo. Se estima que aproximadamente mil millones de personas, a nivel mundial,
viven en regiones con déficit de yodo, desarrollando, por lo general, un recrecimiento de la tiroides (bocio
endémico) en base a una mayor estimulación por TSH (para tratar de compensar la tendencia a la
disminución de la síntesis hormonal). De hecho, el bocio endémico es la primera causa de hipotiroidismo a
nivel mundial. Debemos destacar el riesgo que conlleva esta patología en mujeres embarazadas, en quienes
el déficit de hormonas tiroideas puede provocar alteraciones significativas del desarrollo neuronal fetal
(cretinismo endémico). Con la finalidad de contrarrestar esto, una importante medida de salud pública ha sido
la yodación de los alimentos (ejemplo, la sal marina), de tal manera que aumentamos el aporte diario de yodo
(a 150-200 mcg/dia), añadiéndole a la sal marina 100 ppm de yodo. El yodo se absorbe rápida y
eficientemente por el tracto gastrointestinal, alcanzando una tasa de 90%, compensando así su perdida diaria
por la orina y, en menor medida, por las heces. El yodo circula en el plasma en forma de yoduro y es
rápidamente por la tiroides. Sus concentraciones plasmáticas normales son muy bajas (10-15 mcg/L). La
tiroides es el principal reservorio de yodo en el organismo, almacenando 70 a 80% del total de reservas. El
contenido total de yoduro en la glándula es de 7500 mcg aproximadamente, la mayoría en forma de
yodotirosinas. En vista de la relación embriológica entre la tiroides y el tracto gastrointestinal, las glándulas
salivales y gástricas también son capaces de incorporar yodo a sus secreciones exocrinas, sin embargo, dicha
incorporación y secreción es independiente de la regulación hormonal por TSH.
Selenio: oligoelemento necesario para la actividad de enzimas antioxidativas y desyodasas periféricas. Las
enzimas antioxidativas (sistema del glutatión), son necesarias para evitar el posible estrés oxidativo derivado
de la producción de radicales libres con la síntesis hormonal. Las desyodasas son selenoenzimas encargadas
del metabolismo de las hormonas tiroideas (remueven yodo de las mismas), se encuentran tanto a nivel de la
tiroides como a nivel periférico). Sus requerimientos diarios están por el orden de los 55-70 mcg/día. Está
presente en las plantas, pescado y carnes.
Síntesis hormonal:
La síntesis de las hormonas tiroideas se lleva a cabo en una serie consecutiva de pasos, (ver figura 3):
1. Captación de yoduro por parte del tirocito: El primer paso necesario para la síntesis hormonal es la
captación activa de yoduro (I-) por parte del tirocito (atrapamiento de yodo). En vista de la diferencia de
gradiente de yoduro entre el plasma y el citoplasma de la célula folicular, se hace necesaria la
actividad de una proteína transportadora, ubicada en la cara basal de la célula, denominada NIS
(Na+/I- symporter), una glicoproteína, de 643 aminoácidos, que permite la entrada de un ión yoduro al
interior celular, en contra del gradiente, gracias a la energía que aporta la entrada de dos iones sodio a
favor de su gradiente electroquímico, constituyendo así un sistema de transporte activo secundario.
(Ver figura 3). Para su correcto funcionamiento, necesitamos mantener el gradiente de sodio al medio
intracelular, por la actividad de la bomba Na+/K+ ATPasa de la membrana plasmática. Así
favorecemos la entrada y concentración de yoduro al medio intracelular, el cual será utilizado en la
yodación de la Tiroglobulina y formación de las hormonas tiroideas. Hay que destacar que dicho pool
de yodo intracelular deriva tanto de la captación plasmática como del reciclaje del yodo, en forma de
yodotirosinas (MIT y DIT), que no hayan sido incorporadas en la síntesis hormonal. El yodo se retira de
los precursores hormonales por acción de una desyodasa intratiroidea y pasa a formar parte del pool,
esperando su reciclaje y reincorporación a la tiroglobulina (ver más adelante). El transportador NIS no
es específico de la tiroides, sino que también se presenta en las glándulas salivales, la mama, las
glándulas gástricas, el sincitio y citotrofoblasto, glándulas que también concentran yodo. En la glándula
mamaria, el NIS es el responsable de la incorporación de yodo a la leche materna, constituyendo así la
fuente principal de aporte de yoduro, necesario para la síntesis hormonal en el recién nacido y
lactante. La actividad del transportador es estimulada por la acción de la TSH (al ser esta la
responsable de la estimulación global de la síntesis hormonal), aumentando su transcripción y
expresión en la membrana plasmática. Igualmente, es inhibida competitivamente por la acción de
iones como el perclorato (ClO4-), pertecnato (TcO4-) y tiocianato (SCN-).
2. Oxidación del yoduro a yodo y formación de precursores: El siguiente paso consiste en la oxidación
(perdida de un electrón) de yoduro (I-) a yodo (I), necesaria para su incorporación a los residuos de la
tiroglobulina (organificación del yodo) y la formación de los precursores inactivos (yodotirosinas). La
enzima responsable de este proceso, así como del resto de etapas de la síntesis hormonal, es la
tiroperoxidasa (TPO), una glicoproteína y hemoproteina, presente en la membrana apical del tirocito.
Para este proceso, el yoduro es exportado a través de la membrana apical del tirocito, hacia el espacio
extracelular, por la acción de la proteína transportadora pendrina. Una vez en el espacio extracelular,
ocurre el proceso de oxidación. (ver figura 3). Con la finalidad de permitir la reacción de óxido-
reducción, se necesita un aceptor para el electrón liberado desde el yoduro, papel que jugara el
peróxido de hidrogeno (H2O2). Por lo tanto, se produce la activación de una enzima denominada Dual
oxidasa (DUOX1 y 2), una glicoflavoproteina anclada en la membrana apical, que genera una cascada
de reacciones comenzando con la oxidación del NADPH (derivado de la vía de las pentosas
intracelular) al oxigeno molecular para producir el radical superoxido (O2-), el cual posteriormente por
la superoxido dismutasa, se convierte en H2O2 (peróxido de hidrogeno). El H2O2, en una reacción
dependiente de la tiroperoxidasa, recibe el electrón del I- y se convierte a H2O, permitiendo así la
oxidación final del I- a I. Debemos destacar que todas estas reacciones de óxido-reducción se
producen en el espacio extracelular con la finalidad de proteger al medio intracelular de las especies
reactivas de oxigeno (radicales libres) generadas durante las mismas. Continuando el proceso de
síntesis, el yodo debe ser incorporado a los residuos tirosil de la proteína tiroglobulina, proceso
conocido como organificación del yodo. La Tiroglobulina es una glicoproteína homodimérica de 660
kD, codificada en el cromosoma 8, la cual sirve como nicho para la síntesis y almacén de las hormonas
tiroideas. Una vez que es sintetizada en el RER, y glicosilada en el aparato de Golgi, es secretada al
coloide, donde la enzima TPO es la encargada de incorporar el yodo a los residuos tirosil presentes en
determinadas secuencias de la proteína (secuencias hormogenicas), de tal manera, que se produce la
yodación de la Tiroglobulina y la formación de los precursores hormonales: MIT (monoyodotirosina, si
se incorpora solamente un átomo de yodo a la tirosina) y DIT (diyodotirosina, si se incorporan dos
átomos de yodo). Es de destacar que la Tiroglobulina es la proteína más eficaz y eficiente para servir
como nicho de las hormonas tiroideas, presentando 134 residuos tirosil, de los cuales solo 25 a 30 son
yodados, sin embargo, no es exclusiva, en ciertas patologías, otras proteínas, como la albumina,
pueden actuar como nicho, siendo menos eficaz.
3. Acoplamiento de las yodotirosinas: Con la finalidad de completar el proceso de síntesis hormonal, se
procede al acoplamiento de los precursores recién formados (MIT y DIT), proceso dependiente de la
acción de la TPO. Al acoplar un MIT con un DIT, se produce T3 (triyodotironina); mientras que al unir
un DIT y un DIT, se produce T4 (tetrayodotironina). (Ver figura 3) Debemos acotar que la síntesis de
T4 sobrepasa a la T3 en un cociente 15:1, siendo esta el principal producto de secreción de la glándula
tiroides. En condiciones de adecuado aporte de yodo, por cada molécula de Tiroglobulina se producen
7 MIT, 5 DIT, los cuales quedan como precursores yodados, no acoplados, 3 moléculas de T4 y 1/5
T3 (1 de cada 5 Tiroglobulinas contienen T3).
4. Secreción de las yodotirosinas: La tiroides se caracteriza por ser una glándula endocrina que presenta
un gran almacén hormonal, con una tasa de intercambio diaria relativamente baja (1% diario),
permitiendo mantener una reserva significativa y mantener las concentraciones plasmáticas de la
hormona en caso de cualquier alteración del proceso de síntesis. En la glándula madura existe una
reserva de 5000 mcg de T4, suficiente para mantener un estado eutiroideo (normal) por al menos 50
días. Una vez sintetizadas y almacenadas las hormonas en el coloide, para su liberación debemos
reabsorber dicho coloide, liberar las hormonas de la Tiroglobulina y pasarlas a la sangre. Dicho
proceso es estimulado por la TSH (al igual que todo lo relacionado con la glándula), e involucra
procesos de macro y micropinocitosis, requiriendo la unión de la tiroglobulina con el receptor megalina,
permitiendo la invaginación de coloide, formación de un fagolisosoma, traslado al lisosoma y
degradación de la Tiroglobulina, por la catepsina D, liberando el MIT, DIT, T4 y T3 almacenados. Antes
de liberarse las hormonas, actúa una desyodasa intratiroidea (yodotirosina deshalogenasa), la cual va
a movilizar el yodo de los precursores (MIT y DIT) no utilizados, permitiendo su reciclaje. (ver figura 3)
De igual manera, la desyodasa tiroidea D1 permite la conversión de algunas moléculas de T4 a T3,
antes de liberarse, pasando de una relación de T4/T3 sintetizada en la tiroglobulina 15:1, a una
relación al secretarse 10:1. Las hormonas, salen del tirocito a través de un transportador basal
denominado MCT-8.
La glándula tiroides también es capaz de producir, en mucha menor cuantía, una forma usualmente
inactiva de yodotirosinas, denominada T3 reversa (rT3), constituyendo menos del 5% del total de hormona
liberada. Debemos destacar la acción de ciertos fármacos como el propiltiouracilo (PTU) y el metimazol
(Tapasol®), los cuales actúan como inhibidores de la acción de la TPO, disminuyendo la síntesis de las
hormonas tiroideas en todos sus niveles.
Regulación de la secreción:
La glándula tiroides tiene la gran capacidad de regular su secreción por 2 mecanismos: una
autorregulación independiente de los niveles de TSH; y el eje hipotálamo-hipófisis-tiroides, mediado por la
acción de la TRH y TSH
Autoregulaciòn: se puede definir como la capacidad de la glándula tiroides de modificar su función para
adaptarse a cambios en la disponibilidad de yodo, de forma independiente de la TSH hipofisiaria. De tal
manera que el propio tirocito, solamente sensando los niveles de yodo plasmáticos e intracelulares tiene la
capacidad de adaptar la secreción hormonal. Ante un déficit en el aporte de yodo, disminuye la relación
DIT/MIT, así como la relación T4/T3, produciéndose una síntesis preferencial de T3, por lo que puede
evidenciarse un aumento de la secreción de T3, a pesar de la caída de los niveles de T4 plasmáticos;
igualmente aumenta la actividad encefálica de D2, aumentando la producción intracelular de T3, y disminuye
la actividad de la D3, ralentizando la tasa de inactivación hormonal (ver más adelante).
Por el contrario ante un aumento brusco del aporte de yodo, usualmente por un exceso de aporte
farmacológico (medios de contraste yodados, uso de amiodarona, yodo-povidona) se produce una
disminución en la síntesis hormonal (para no generar un estado súbito de hipertiroidismo), mediado por la
disminución de la actividad del NIS, NADPH oxidasa, TPO, entre otras, fenómeno conocido como efecto
Wolff-Chaikoff, dicho efecto permite a la glándula mantener los niveles de T4 y T3 normales por un tiempo, sin
embargo, de continuar los niveles elevados de yodo, se perderá dicho efecto y aumentara la síntesis
hormonal, escape al efecto de Wolff-Chaikoff
La TSH es el principal regulador morfofuncional de la glándula tiroides. Es una glicoproteína, liberada por las
células tirotropas de la porción anteromedial de la adenohipófisis. Está constituida por 2 cadenas, alfa y beta,
codificadas inclusive en cromosomas distintos. La cadena beta es la responsable de la especificidad de la
acción hormonal (es la única reconocida por el receptor), mientras que la cadena alfa es homologa a otras
hormonas (FSH, LH y hCG). Su síntesis, glicosilación y liberación es estimulada por la TRH e inhibida por las
hormonas tiroideas. Dicha glucosilación es fundamental para protegerla de la degradación intracelular y
permitir su plegamiento y actividad normal.
Su liberación se evidencia en forma pulsátil y circadiana. Los pulsos de TSH se caracterizan por fluctuaciones
plasmáticas a intervalos de 1 a 2 horas, y su amplitud disminuye durante el ayuno o enfermedad. Su variación
circadiana se caracteriza por un pico nocturno, antes de dormir, y es independiente de los niveles de T3, T4 y
cortisol. Cuando se retrasa el inicio del sueño, aumenta la amplitud y duración de dicho pico nocturno de
secreción. La TSH es la responsable de estimular virtualmente todas las etapas de la síntesis hormonal:
estimula la actividad del NIS, la entrada de glucosa a la célula (y su derivación a la vías de las pentosas, para
la producción de NADPH), la NADPH oxidasa, la TPO, la endocitosis del coloide, la actividad de la D1, la
vascularización de la glándula, el crecimiento celular, entre otras. Es decir, la TSH estimula todo lo
relacionado con los pasos de la síntesis hormonal. Se une a un receptor acoplado a proteína G (TSH-R),
estimulando a una proteína Gs, que activa a la adenil Ciclasa, y aumenta los niveles de AMPc intracelular.
Sin embargo, se ha postulado que el TSH-R también puede provocar la activación de proteínas Gq,
estimulando la producción de IP3, DAG y el aumento de los niveles de Ca++ intracelular. El receptor para TSH
también se encuentra en osteoclastos, fibroblastos, adipocitos, adipocitos retrooculares y la piel.
Efectos de la TSH sobre la función de la célula folicular y mecanismo de transducción de señales involucrado.
Efecto sobre el Tirocito Mecanismo Celular
Aumento de la expresión del NIS y mayor captación
Producción de AMPc.
de yoduro.
Mayor eflujo de I- hacia la luz folicular PLC, IP3, DAG
Aumento del flujo sanguíneo hacia la glándula Se postula un aumento en la producción de NO,
Aumento en la síntesis de H2O2. PLC, IP3, DAG.
Aumento en la síntesis de Tiroglobulina y TPO Producción de AMPc.
Aumento de la pinocitosis de la tiroglobulina Producción de AMPc.
Aumento de la actividad del MCT-8 Producción de AMPc.
Mitogenesis celular Producción de AMPc, IP3, DAG
La T4 plasmática es captada por las células epiteliales del plexo coroides en los ventrículos laterales,
mediante transportadores específicos (ver más adelante) y transferida a la proteína transportadora
transtiretina, siendo secretada al LCR. Posteriormente entra al interior de las neuronas hipotalámicas y las
células hipofisarias, donde, por acción de la D2, se convierte de T4 a T3, interactuando con los receptores TR
beta2, disminuyendo la transcripción de TRH y TSH. (Ver figura 4).
Elementos del sistema límbico también pueden regular la actividad del eje, de tal manera que: la exposición
prolongada al frio estimula la secreción de TRH (ya que las hormonas tiroideas son termogenicas), efecto
mediado por el aumento en la liberación de catecolaminas desde el tronco hacia el núcleo paraventricular,
mientras que el estrés y la inanición crónicas disminuyen la secreción (para disminuir el metabolismo corporal
y prologar la duración de las reservas corporales). La regulación metabólica del núcleo paraventricular esta
mediada por el influjo de neuronas NPY/AgRP y POMC/CART. Durante el ayuno, los niveles elevados de NPY
y AgRP bloquean la liberación de TRH. Por el contrario, en los periodos post-prandiales, al aumentar los
niveles de leptina e insulina, se facilita la actividad de las neuronas POMC/CART, las cuales, mediante la
liberación de alfaMSH, estimulan el eje hormonal.
Otros factores como la somatostatina (SS), la dopamina y los glucocorticoides, también pueden
bloquear la síntesis y liberación de TSH. Sin embargo, el uso crónico de análogos de SS y dopamina no
generan un estado de hipotiroidismo, indicando que deben activarse mecanismos reguladores de
compensación. Las citocinas proinflamatorias, como la IL-1 o el TNF-alfa, también pueden bloquear la
liberación de TSH, directamente o mediante el incremento en la liberación de somatostatina. Otra gran
cantidad de neurotransmisores son moduladores directos o indirectos de la TSH. Múltiples redes neuronales
terminan en el sistema porta hipofisario, y son capaces de modular la actividad de las células
adenohipofisarias. Para información más detallada de los factores estimulantes e inhibitorios de la TSH, ver la
tabla 2.
Transporte:
Una gran variedad de yodotironinas, y sus derivados, existen en el plasma. Dentro de ellas, la más
abundante es la T4, siendo la única que proviene exclusivamente de la secreción glandular de la tiroides. En
condiciones normales, la T3 es secretada en pequeñas cantidades en la glándula, sin embargo, la mayor
parte de la hormona circulante se origina en los tejidos periféricos, por la remoción enzimática de un átomo de
yodo (desyodación) del anillo externo de la T4. (Ver tabla 3). Otras yodotironinas derivan del metabolismo de
la T4 y la T3, como lo son la rT3 (T3 reversa), y la 3,3´-T2. Las yodotironinas son muy poco solubles en
plasma, por lo que la mayoría circula unidas a proteínas específicas mediante un firme pero reversible enlace,
asociándose con una fracción libre muy pequeña. Solo el 0.03% de la T4 plasmática total y el 0.3% de la T3
plasmática total se encuentran libres. Sin embargo, solamente la fracción libre es capaz de entrar a las células
y ejercer su efecto biológico, mantener los sistemas de regulación y sufrir procesos de metabolismo y
desyodación. Por el contrario, la fracción unida a proteínas permanece confinada al espacio intravascular,
constituyendo un reservorio plasmático hormonal en caso de necesitarlo, y previniendo su filtración y perdida
renal.
Se han identificado 3 proteínas transportadoras: una glicoproteína con alta afinidad (globulina fijadora
de tiroxina, TBG), encargada de transportar el 80% de la T4 y T3 circulante, uniendo T4 con 20 veces más
afinidad que T3, lo que explica la mayor proporción de T3 libre en el plasma. Tomando en cuenta que cada
molécula de TBG tiene un solo sitio de unión para yodotironinas, su capacidad de fijación hormonal depende
de su concentración plasmática (270 nmol/L). Posee una vida media de 5 días.
Un 10-15% se transporta unido a otra proteína específica, la TTR (transtiretina), la cual también es un
transportador de Vitamina A (retinol), constituida por 4 cadenas polipeptidicas, no glicosiladas. Posee una vida
media de 2 días. Se expresa en altas concentraciones en el plexo coroides, siendo la principal proteína
transportadora dentro del SNC.
Finalmente, entre un 10-20% unida a la albumina, en vista de la alta concentración plasmática de la
proteína, a pesar que su afinidad es mucho menor que la TBG y TTR. Los cambios en las concentraciones de
albúmina per se, no tienen una influencia significativa sobre los niveles hormonales, a menos, que se alteren
los niveles de TBG o TTR, todas proteínas de origen hepático. Recientemente, se ha descrito que entre un 3 a
6% de T4 y T3 circula unida a lipoproteínas específicas (ver tabla 4).
Considerando que la mayor parte de la T4 y T3 circulantes están unidas a la TBG, los cambios en su
concentración plasmática o su afinidad, influyen en los niveles totales de T4 y T3, a pesar de que no se
modifique su síntesis y secreción, así como es el principal determinante de la fracción libre de las hormonas,
por ejemplo, si disminuye la TBG, descenderían los niveles totales, pero aumentaría la fracción libre.
Características metabólicas de las Hormonas Tiroideas
Características T4 T3 rT3
Producción Diaria (mcg) 90 35 35
Del tiroides (%) 100 25 5
Del T4 (%) - 75 95
Concentración
Plasmática
Total (mcg/dl) 8.0 0.12 0.04
Libre (ng/dl) 2.0 0.28 0.20
Semivida (días) 7 1 0.8
Metabolismo por desyodasas periféricas:
Así como en otros sistemas hormonales, las acciones de las hormonas tiroideas difieren entre tejidos,
de acuerdo a diversas variables, como la expresión de receptores y transportadores hormonales. Sin
embargo, los diferentes patrones de metabolismo hormonal también constituyen un mecanismo crítico por
medio del cual los efectos biológicos pueden ser individualizados a nivel celular, de acuerdo a las necesidades
orgánicas.
La desyodación de T4, T3, y otras yodotironinas es un componente integral de la homeostasis de las
hormonas tiroideas. Dichas reacciones son catalizadas por 3 enzimas diferentes, las cuales, de acuerdo a
donde ocurra la desyodación (5´anillo externo; 5-anillo interno), permiten la activación o inactivación hormonal,
respectivamente. Por lo tanto, las desyodasas pueden actuar a un nivel pre-receptor, para regular los niveles
intra y extracelulares de hormonas e influenciar sus efectos biológicos.
En un sujeto sano con ingesta adecuada de yodo, el principal producto de la glándula tiroides es la
prohormona T4 junto con una pequeña cantidad de T3, la hormona bioactiva. La mayor parte de T3 circulante
es producida por la desyodación enzimática en la posición 5´del anillo externo (fenólico) de T4 en los tejidos
periféricos, en una reacción catalizada por las enzimas desyodasas DI y DII, produciendo hasta el 80% de la
T3 circulante. Alternativamente, la 5- desyodación del anillo interno de T4 genera el metabolito inactivo
3,3´,5´-triyodo-L-tironina (T3 reversa o rT3) cuya secreción en la tiroides es muy escasa. Normalmente,
aproximadamente 1/3 de T4 es convertida en T3 y otro 1/3 en rT3, el resto es metabolizado por diferentes
rutas, en particular mediante glucuronidación y sulfatación.
La T3 es metabolizada por desyodación en el anillo interno mientras la rT3 lo es mediante
desyodación en el anillo externo, en ambos casos el producto resultante es el metabolito 3,3´-T2. De lo
anterior se deduce que la desyodación del anillo externo es una ruta activadora en la cual la prohormona T4
es convertida en la hormona activa T3, mientras que la desyodación del anillo interno es una ruta inactivadora
por la cual T4 y T3 son convertidas en los metabolitos rT3 y 3,3´-T2, respectivamente. Es de destacar que el
metabolismo y degradación final de las hormonas, se produce por desyodación sucesiva, donde se van
removiendo átomos de yodo, hasta formar monoyodotironinas, las cuales se les remueve el yodo y son
excretadas por la orina.
Se han identificado 3 enzimas desyodasas, proteínas integrales de membrana con estructura
homodimérica que poseen un residuo de selenocisteina en su interior, encargadas de remover átomos de
yodo en el anillo externo de la T4 (produciendo T3) o en el anillo interno (produciendo rT3), y transferirlo al
selenio.
Principales Desyodasas.
Características Desyodasa I Desyodasa II Desyodasa III
Se encuentra localizada
en el medio intracelular, Se localiza en la
Membrana plasmática en la membrana del membrana plasmática
Órganos: Hígado, Riñón, retículo Endoplasmico Órganos: Placenta, útero
Ubicación: Tiroides Órganos: Cerebro, grávido, neuronas,
Codificada por el Corazón, piel, hipófisis, hígado, tejidos fetales.
cromosoma 1 timo, tejido adiposo. Codificada en el
Codificada en el cromosoma 14
cromosoma 14
Desyoda el anillo: Ambos anillos (5 y 5´) Anillo externo (5´) Anillo interno (5)
Sustratos y Producto Su principal sustrato es Actúa preferentemente Es una enzima
final la rT3, desyoda su anillo sobre la T4, para inactivadora, encargada
externo produciendo producir T3 en el medio de desyodar el anillo
3,3´T2 También participa intracelular, utilizado interno de la T4
en el metabolismo de las para mediar efectos (produciendo rT3) y de la
yodotironinas sulfatadas biológicos locales. T3, produciendo 3,3´-T2
(T4S y T3S).
Puede actuar sobre la En algunos casos, puede
T4, produciendo T3 (por desyodar el anillo
desyodación del anillo externo de la rT3,
externo) o rT3 (por produciendo 3,3´-T2
desyodación del anillo
interno). Contribuye a la
generación de T3
plasmático.
Es estimulada por la Estimulada por la TSH, e
Inhibida por la T3 y el
Reguladores TSH e inhibida por el inhibida por el ácido
ácido iopanoico
PTU y la aurotioglucosa iopanoico
Estimulada por: Hipertiroidismo Hipotiroidismo Hipertiroidismo
La familia OATP comprende una gran cantidad de proteínas homologas, con capacidad para
transportar yodotironinas, así como otros compuestos orgánicos, como ácidos biliares, bilirrubina y sus
derivados. Existen más de 40 proteínas OATP, sin embargo, dentro del contexto de transporte de hormonas
tiroideas, el OATP1C1, parece ser el más importante, presentando una gran afinidad y especificidad por la T4
y la rT3, aún más, al estar ubicado en el endotelio de los capilares cerebrales, se postula que es importante
para el paso de la T4 a través de la barrera hematoencefálica, hecho demostrado en estudios experimentales
en ratones.
Dentro de la familia MCT, hasta la fecha, se han identificado 14 proteínas transportadoras, de las
cuales en solo 6 casos se ha identificado correctamente su ligando. Las proteínas MCT-8 y MCT-10 se han
relacionado con el transporte específico de hormonas tiroideas.
MCT-8: Es una proteína constituida por 613 aminoácidos, con 12 dominios hidrofobicos transmembrana,
codificada en el cromosoma Xq13.2. Se expresa en múltiples tejidos, como el hígado, riñón, corazón, hueso,
placenta, pulmón, testículo, entre otros. Presenta una gran afinidad por la T3 y T4, seguido de la rT3 y T2. Se
considera que juega un papel crucial para el paso de las hormonas tiroideas al encéfalo y al interior de las
neuronas del hipocampo, amígdala, ganglios basales, y células de Purkinje en el cerebelo, permitiendo el
desarrollo normal del SNC. Igualmente se ha postulado que participa en la salida de las hormonas tiroideas a
través de la membrana basolateral del tirocito, durante el proceso de secreción hormonal. Recientes
investigaciones en humanos, han demostrado que el MCT-8 presenta una mayor expresión en los capilares
de la barrera hematoencefálica que el OATP1C1.
MCT-10: Es una proteína de 515 aminoácidos, codificada en el cromosoma 6q21-q22, presentando una
estructura similar al MCT-8. Se expresa en el intestino, hígado, corazón, placenta y músculo esquelético. Se
postula que permite la captación de yodotironinas junto con la salida de aminoácidos aromáticos del medio
intracelular.
Por último, los transportadores de aminoácidos neutros grandes (LAT 1 y 2) son proteínas
heterodiméricas, que forman un complejo con la proteína chaperona 4f2hc/CD98 en la membrana plasmática.
Se expresan en capilares endoteliales de la barrera hematoencefálica, placenta, intestino, entre otros.
Permiten el transporte de aminoácidos neutros como la fenilalanina, leucina, tirosina, arginina, entre otros.
Presenta una afinidad máxima por la T2 y rT3.
En base a su distribución, función y especificidad, algunos autores proponen la clasificación de dichos
transportadores en primarios (MCT-8) y secundarios (OATP, MCT-10, LAT). Dentro de los cuales el MCT-8 es
específico para el transporte de hormonas tiroideas, mientras que los secundarios, pueden participar en el
transporte de diferentes aminoácidos aromáticos.
Podemos resumir el paso de las hormonas tiroideas a través de la barrera hematoencefálica de la
siguiente manera: Ellas atraviesan el endotelio de los capilares cerebrales a través del transportador
OATP1C1 o MCT-8, y posiblemente mediante el MCT-8 se permite la entrada de T4 a los astrocitos o
tanicitos. Dentro de estos, por la acción de la DII intracelular, se genera T3, la cual sale de la célula glial y es
captada por la neurona por la acción del MCT 8/10. Finalmente la DIII encefálica, se encarga del metabolismo
hormonal, degradando la T3 a rT3 y T2.
Una vez que ingresa la T4 al medio intracelular, se convierte en T3, por acción de las desyodasas
intracelulares. La T3 se une con mucha mayor afinidad a los receptores tiroideos que la T4, por eso es que se
concluye que aunque la T4 es el principal producto de secreción glandular, es la T3 la principal hormona que
lleva a cabo los efectos fisiológicos.
La hormona tiroidea ejerce sus efectos biológicos mediante la interacción con un receptor intracelular
nuclear específico, denominado receptor de hormonas tiroideas (TR). Estos receptores actúan como factores
de transcripción inducidos por la T3, y se encuentran unidos a secuencias específicas del DNA (elementos de
respuesta a hormonas tiroideas), conformando un heterodímero con el receptor del ácido retinoico (RXR),
esperando la conformación del complejo ligando-receptor para activar la transcripción de diversos genes.
Como hemos descrito anteriormente, el TR une con 15-20 veces más afinidad la T3 que la T4, mediando sus
efectos fisiológicos.
En humanos, existen dos familias de receptores para T3 (RT3), codificadas por 2 genes: THR-α y
THR-β, ubicados en los cromosomas 17 y 3, respectivamente. De acuerdo al procesamiento post-
transcripcional de dichos genes, se generan diversos productos activos e inactivos. Los receptores con
actividad biológica son el TRα1, TRβ1, TRβ2, TRβ3. El isotipo α2 no tiene capacidad de fijación del ligando.
Dichos receptores presentan una expresión tisular característica, por ejemplo, TRβ1 en el Sistema
Nervioso Central, hígado, riñón y tiroides; TRβ2 en la hipófisis (mediando la retroalimentación negativa del
eje), retina y en la cóclea, TRβ3, en muy bajos niveles, teniendo mayor expresión en el hígado, riñón y pulmón
y TRα1 en el riñón, hígado, tejido adiposo, tejido muscular cardiaco y esquelético.
De acuerdo a dicho patrón de expresión tisular, se postula que las diferentes isoformas del receptor
median varias funciones específicas, por ejemplo, los TRβ son los responsables de los efectos hormonales
sobre el eje hipotálamohipófisis-tiroides y en el desarrollo coclear, mientras que los TRα median los efectos
cardiovasculares, termogénicos y metabólicos.
Así como otros miembros de la superfamilia de receptores nucleares, el TR está constituido por una
cadena polipeptidica con diferentes dominios funcionales, los cuales pueden agruparse como: un dominio de
unión con el ligando; un dominio de unión al DNA; dominios de regulación de la transcripción. El dominio A/B,
ubicado hacia el extremo amino terminal del receptor, se une a un conjunto de proteínas coactivadoras
(acetilasas de histona, en respuesta a la unión del ligando), participando en la regulación de la transcripción.
El dominio C (central), es el encargado de unirse a las secuencias específicas del DNA (elementos de
respuesta a hormonas tiroideas), mediante unas estructuras denominadas “dedos de zinc”, en número de 2.
Finalmente, hacia el extremo C-terminal, encontramos un dominio multifuncional (dominios D y E), con
capacidad de unión de ligando (T3), el cual también es el responsable de interactuar con proteínas
coactivadoras y correpresoras, para la regulación de la transcripción, así como de permitir la
homodimerización o heterodimerización del receptor.
Los TR se unen de manera constitutiva a los TRE como homodímeros o heterodímeros, uniéndose
usualmente al receptor de ácido retinoico (RXR). La heterodimerización con RXR permite modular la actividad
del TR, incrementando significativamente la afinidad del receptor por los TRE, así como su capacidad
transcripcional.
Recientes investigaciones han logrado identificar una serie de proteínas reguladoras que actúan como
un puente de interacción entre el complejo TR-TRE y la maquinaria enzimática de transcripción genómica.
Estas proteínas correguladoras se clasifican como correpresoras o coactivadoras, de acuerdo al papel que
ejercen sobre la transcripción.
Se ha propuesto el siguiente modelo molecular simplificado para explicar el mecanismo de acción del
TR:
En ausencia de T3, el TR se une al TRE formando un heterodímero con RXR, reclutando una serie de
proteínas correpresoras, como NcoR y SMRT, las cuales activan a desacetilasas de histona, reprimiendo la
actividad transcripcional ante la ausencia de ligando. Ante la unión del ligando T3, se altera la conformación
del TR, se liberan las proteínas correpresoras, y se forma un complejo con proteínas coactivadoras
(SRC/p160; DRIP-TRAP), las cuales tienen actividad acetiltransferasa de histona, modificando la estructura de
la cromatina y facilitando la actividad transcripcional. Esto provoca el aumento de la expresión de los genes,
proteínas o enzimas, reguladas por las hormonas tiroideas.
Efectos Fisiológicos:
Las hormonas tiroideas participan en una multiplicidad de procesos metabólicos: metabolismo de
sustratos, vitaminas, y minerales, secreción y degradación de otras hormonas, concentración y actividad de
enzimas. Por lo que se puede afirmar que ningún tejido u órgano del cuerpo escapa de los efectos adversos
del exceso o la insuficiencia de las hormonas tiroideas. Las hormonas tiroideas tienen muchas acciones
directas, pero también actúan de forma más sutil para optimizar las acciones de varias hormonas y
neurotransmisores. Existe un sinergismo importante entre las catecolaminas y las hormonas tiroideas,
incrementando la producción de calor, la frecuencia cardiaca, la actividad motora, y la excitación del sistema
nervioso central.
Efecto termogenico:
o Inducen la producción de calor, mediante la expresión de proteínas desacoplantes (UCP1,
termogenina), las cuales detienen el gradiente quimiostatico de Mitchell y disipan dicha energía
en forma de calor a nivel de la cadena transportadora de electrones; aumentan la actividad de
la alfa-glicerolfosfato deshidrogenasa lo que aumenta la tasa de la glicolisis consumiendo ATP
y liberando calor.
o Se ha demostrado que la T3 puede provocar el aumento en la síntesis y expresión de las
subunidades alfa y beta de la Na+/K+ ATPasa, a nivel del hígado, musculo y el riñon. Dicha
expresión facilita el consumo de ATP intracelular y la producción de calor.
Efectos cardiacos:
o Son los efectos clínicos más importantes. Las hormonas tiroideas aumentan el gasto cardiaco,
mediante un aumento de la frecuencia cardiaca y el volumen sistólico. Aumenta la velocidad y
potencia de las contracciones miocárdicas (efecto cronotropico e inotrópico positivo) y la
relajación diastólica (efecto lusitropico positivo). Estos efectos son directos e indirectos,
mediante el aumento de la respuesta a las catecolaminas, potenciando los efectos del sistema
nervioso simpático, aumentando la sensibilidad y la expresión de receptores beta1
adrenergicos.
o Directamente, aumenta la contractilidad cardiaca, mediante el aumento en la expresión de la
cadena pesada de miosina tipo alfa (MHC-α), la inhibición del cotransportador Na+/Ca++
(incrementando las concentraciones intracelulares del mismo), y el aumento de la expresión de
canales de Ca++ de tipo rianodina en el retículo sarcoplasmico. Acortan el tiempo de relajación
de la fibra, mediante la activación de la proteína SERCA 2b.
o Por el incremento en la producción de calor y consumo de oxígeno en los tejidos, se induce una
vasodilatación periférica disminuyendo la resistencia períferica total y la presión arterial
diástolica, a pesar que se incrementa la presión sistólica, lo cual aumenta la presión de pulso o
diferencial.
o Aumenta el volumen total de sangre por la activación del sistema renina-angiotensina-
aldosterona y el aumento en la reabsorción de sodio.
Efectos metabólicos:
o Aumenta la actividad metabólica basal de los tejidos y el consumo de oxígeno mediante el
aumento en la actividad de la cadena respiratoria, por activación de la citocromo c oxidasa, asi
como por el aumento del aporte de sustratos para la oxidación.
o Estimula la producción hepática de glucosa, aumentando la expresión de enzimas
gluconeogénicas y glicogenolíticas. De igual manera, aumenta el aporte de sustratos
neoglucogenicos al hígado, mediante proteólisis y lipolisis.
o Induce las enzimas necesarias para la síntesis de ácidos grasos (acetil CoA carboxilasa), así
como fomenta la lipólisis por la activación de receptores beta-adrenergicos (siendo esta última
más significativa). Estimula la síntesis de colesterol y su secreción biliar. Estimula la expresión
de receptores para LDL hepáticos.
o Incrementa el recambio proteico, facilitando la proteólisis muscular, aunque en mucha menor
medida, puede incrementar la síntesis proteica y formación de urea.
o Ejerce un efecto permisivo sobre los efectos estimuladores mediados por la adrenalina,
noradrenalina, glucagón, cortisol y hormona de crecimiento sobre la gluconeogénesis, lipolisis,
cetogenesis y proteólisis, acelerando la respuesta al ayuno.
En vista del aumento del consumo de oxígeno periférico, incrementa la frecuencia respiratoria y la
ventilación minuto, manteniendo la PO2 arterial normal, y una PCO2 normal cuando aumenta la
producción de dicho gas.
Efectos endocrinos:
o Ejerce, en ambos sexos, un efecto permisivo sobre la función reproductora. Estimula la síntesis
y liberación hepática de la globulina fijadora de hormonas sexuales (SHBG).
o Estimula la secreción de hormona de crecimiento, cortisol, e incrementa el cociente
estrógenos/andrógenos en hombres.
o Inhibe la secreción de prolactina.
o Aumenta el filtrado glomerular, el flujo plasmático renal y el tamaño renal.