Juan El Bautista 1

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JUAN EL BAUTISTA

Desde antes de su nacimiento, Dios había escogido a Juan como


instrumento para llevar acabo su voluntad (Lucas 1:15-17). Incluso hasta
su nombre fue escogido por Dios, el cual significa «El Señor es
bondadoso». Mostrando de esta manera la bondad de Dios con Zacarías y
Elizabet, quienes andaban irreprensibles en las ordenanzas de Dios. El
nacimiento de Juan fue milagroso. Nació de padres ancianos que nunca
habían podido tener hijos (Lucas 1:7). El ángel Gabriel anunció a Zacarías,
un sacerdote levita, que tendría un hijo; fueron noticias que Zacarías
recibió con incredulidad. Gabriel dijo esto de Juan: "Porque será grande
delante de Dios. Él . . .será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de
su madre. Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor
Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías . . . para
preparar al Señor un pueblo bien dispuesto". Fiel a la palabra del Señor,
Elizabet, la esposa de Zacarías, dio a luz a Juan. En la ceremonia de la
circuncisión, Zacarías dijo acerca de su hijo, "Y tú, niño, profeta del
Altísimo serás llamado; porque irás delante de la presencia del Señor, para
preparar sus caminos".
Juan era pariente de Jesús, puesto que sus madres eran familiares (Lucas
1:36). De hecho, cuando el ángel Gabriel le dijo a María que daría a luz a
Jesús, también le contó acerca de Juan. Cuando María llevaba a Jesús en
su vientre, visitó a Elizabet y Juan saltó de alegría en el vientre de su
madre cuando escuchó la voz de María.

De adulto, Juan vivió una vida difícil en la zona montañosa de Judea, entre
la ciudad de Jerusalén y el mar muerto. Vestía ropa de pelos de camello
con un cinto de cuero alrededor de su cintura, lo cual era la vestimenta
típica de un profeta. Su dieta era simple, langostas y miel silvestre (Mateo
3:4). Juan vivió una vida sencilla ya que se enfocaba en la obra del reino
que tenía por delante.
El ministerio de Juan el Bautista creció en popularidad tal como se registra
en Mateo 3:5-6: "La gente salió a él de Jerusalén y toda Judea y toda la
región del Jordán. Confesando sus pecados, eran bautizados por él en el
Río Jordán. Y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de
alrededor del Jordán, y eran bautizados por él en el Jordán, confesando
sus pecados". Para ser bautizado por Juan había que reconocer su pecado
y arrepentirse, que por supuesto fue una buena manera de estar
preparados para la venida del Salvador. El arrepentimiento asociado con el
bautismo de Juan, también mantuvo a los fariseos alejados del agua, ya
que no se veían a sí mismos como pecadores. Para los fariseos, las
palabras de Juan eran muy duras llamándolos "generación de víboras" y
advirtiéndoles que no confiaran en su linaje judío para la salvación, sino
que se arrepintieran e hicieran "frutos dignos de arrepentimiento". Las
personas de ese día sencillamente no trataban a los líderes, religiosos o de
otra índole, de esa manera por el temor al castigo. Sin embargo, la fe de
Juan hizo que fuera una persona valiente a pesar de la oposición.
La opinión general de Juan el Bautista era que él fue un profeta de Dios
(Mateo 14:5), y muchas personas pudieron haber pensado que él era el
mesías. Esta no era su intención, ya que él tenía una visión clara de cuál
era su llamado. En Juan 3:28 Juan dice, "Vosotros mismos me sois testigos
de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él". Juan
advirtió a sus discípulos que lo que habían visto y oído de él era sólo el
comienzo del milagro que iba a venir en la forma de Jesucristo. Juan era
simplemente un mensajero enviado por Dios para proclamar la verdad. Su
mensaje era simple y directo: "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se
ha acercado". Él sabía que, una vez que Jesús apareciera en escena, la
obra de Juan terminaría. Él voluntariamente cedió a Jesús el
protagonismo, diciendo: "Es necesario que él crezca, pero que yo
mengüe" (Juan 3:30).

Quizás no hay mejor ejemplo de humildad como el que se ve en Jesús y


Juan en Mateo 3:13-15. Jesús vino de Galilea para ser bautizado por Juan
en el río Jordán. Juan reconoció acertadamente que el Hijo de Dios sin
pecado no necesitaba el bautismo de arrepentimiento y que él
ciertamente no era digno de bautizar a su propio Salvador. Sin embargo,
Jesús dio respuesta a la inquietud de Juan solicitando el bautismo "para
cumplir toda justicia", dando a entender que Él se estaba identificando
con los pecadores por quienes finalmente Él iba a ser sacrificado,
asegurando así toda justicia para ellos. En humildad, Juan obedeció y
aceptó bautizar a Jesús . Cuando Jesús salió del agua, "los cielos le fueron
abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía
sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado,
en quien tengo complacencia".
Después, el rey Herodes puso a Juan el Bautista en la cárcel. Herodes se
había casado con la ex esposa de su hermano Felipe. Juan valientemente
habló en contra de este matrimonio, muy a pesar del disgusto de
Herodías, la nueva esposa de Herodes. Mientras Juan estaba en la cárcel,
oyó hablar de todas las cosas que Jesús estaba haciendo. En lo que parece
ser un momento de duda, Juan envió sus discípulos a Jesús para
preguntarle si Él realmente era el Mesías. Jesús respondió diciéndole a los
hombres que le contaran a Juan lo que habían visto y oído; las profecías se
estaban cumpliendo. Jesús nunca reprendió a Juan; por el contrario, dio
pruebas de que Él era el Salvador prometido. Entonces Jesús habló a la
multitud acerca de Juan, diciendo que él era el mensajero prometido que
vendría antes del Mesías. Jesús dijo también: "De cierto os digo: Entre los
que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista;
pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él".
El ministerio de Juan el Bautista, así como su vida, llegó a un final abrupto
a manos del rey Herodes. En un acto de venganza indescriptible, Herodías
juntamente con su hija planearon la muerte de Juan. La hija de Herodías
bailó para Herodes y sus invitados una noche, y Herodes estaba tan
contento que le dijo, "Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré". La
muchacha consultó con su madre antes de que ella respondiera que
quería la cabeza de Juan el Bautista en un plato. Herodes había tenido
miedo de Juan, "sabiendo que era varón justo y santo", y estaba reacio a
matar al profeta, aunque había prometió darle a la muchacha lo que
quería. Ya que Juan estaba en la cárcel, fue algo muy sencillo enviar el
verdugo a decapitar a Juan, que es exactamente lo que sucedió (Marcos
6:27-28). Es un final triste y despreciable de la vida de un hombre fiel.
La vida de Juan es un ejemplo para nosotros de la seriedad con la que
vamos a enfrentar la vida cristiana y nuestro llamado al ministerio,
cualquiera que sea. Juan vivió su vida para presentar a Jesucristo a otros;
él se concentró en la misión que Dios le había dado. Juan también sabía la
importancia del arrepentimiento de los pecados, a fin de vivir una vida de
santa y justa. Y como siervo de Dios, él también tuvo miedo de decir la
verdad, aunque para ellos tuviera que señalar a personas como Herodes y
los fariseos por su conducta pecaminosa.

A Juan se le confió un ministerio único, no obstante, nosotros también


somos llamados a compartir la verdad de Jesucristo con los demás.
Podemos seguir el ejemplo de Juan respecto a la confianza fiel y obediente
que tuvo en Dios, en la medida que vivamos y proclamemos Su verdad en
cualquier circunstancia de la vida que Dios nos haya dado.
Puedo decir en mi opinión personal que Juan el bautista fue un hombre de
mucho valor, que prefirió la muerte antes de doblar sus rodillas ante los
baales, un gran ejemplo para nuestros días de lo que es ser realmente un
verdadero siervo de Dios, creo que mucho podemos aprender de su
ministerio ya que tenia cualidades que hoy a muchos nos hacen falta, por
ejemplo: su humildad, su Fe inquebrantable hasta la muerte, ejemplo de
Santidad y devoción a Dios, el repudio hacia la iniquidad, la inmoralidad y
la injusticia, aprendamos de este siervo de Dios y denunciemos con
autoridad y poder las obras de las tinieblas, marchemos hacia el frente
con valor recordando que sea cual sea el final de nuestra carrera en el
evangelio el Señor nos dará la corona de la vida sea que el señor por
muerte nos llame o que venga por su iglesia, seamos fieles como Juan el
Bautista.

ALUMNO: LUIS ANTONIO MARTINEZ SANTOS

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