La Cultura 2

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Lectura 3

Unidad 1
Semana 3

CULTURA

Se supone que fue Marco Tulio Cicerón, en sus “Tusculanas”, el primero en dar a esta
palabra -cuyo significado etimológico y original estaba ligado al cultivo de la tierra- el sentido
figurado de “cultivo” de la razón humana que hoy tiene. Fue el filósofo y orador romano quien
introdujo la palabra en los predios de la filosofía y de la historia, donde ha recorrido un largo e
intenso camino.

En su sentido antropológico, cultura es la solución que cada comunidad humana da a sus


vinculaciones con la naturaleza y con la divinidad y a las relaciones de sus miembros entre sí.
Esta es la cultura en su más amplia significación. Naturalmente que ella implica muchas cosas:
dominio sobre la naturaleza, cultivo de la tierra -cultivar, ya lo dijimos, tiene la misma raíz latina
que cultura-, relaciones interpersonales, trama social, concepción del mundo, convicciones
éticas, lenguaje, costumbres, conductas, hábitos, comportamientos, prejuicios, inventos y
descubrimientos, elaboración de herramientas, creaciones artísticas, religión. En todas estas y
otras actividades los pueblos ponen su sello singular y distinto. Crean sus propias formas de
convivencia social, sus peculiares modos de cultivar el suelo, sus particulares vinculaciones con
la divinidad y de allí surge un entretejido de relaciones sociales.
Etimológicamente proviene del latín colere que significa “cultivar” -en el sentido agrícola
de la expresión-, tarea en la cual interviene el hombre para transformar el entorno natural y
hacerlo producir, de donde arrancó, por analogía, la noción de cultura para significar con
respecto al ser humano el conjunto de “estudios y ordenamiento disciplinado de sus facultades
mentales, capaz de adquirir organizada y sistematizadamente conocimientos sobre la realidad
material y no material”, según escribe el antropólogo ecuatoriano Claudio Malo.

Con el tiempo este término se tornó cada vez más complejo y polisémico por la variedad
de significados que abarcó desde la forma de comportarse de la persona frente a las demás -los
buenos comportamientos modales, los refinamientos de uso social y la simbología elitista que
suele distinguir a los grupos que han tenido la posibilidad de educarse de acuerdo con pautas
tenidas como superiores en una sociedad- hasta las significaciones que a la palabra ha dado la
antropología cultural al explicar la conducta humana en cuanto producto del medio social en que
surge.

El escritor chileno Miguel Rojas Mix, en su libro “El Imaginario” (2006), hace una muy
interesante y aguda diferenciación entre la denominada “cultura de masas” y la “cultura
popular”. Dice que la primera “es impuesta desde arriba, es falsamente democrática pues,
ejerciendo control sobre el público, se presenta como la cultura de la sociedad de bienestar de
la cual todos disfrutan”, mientras que la cultura popular “surge espontáneamente, desde abajo,
y refleja las tradiciones y creencias de los pueblos”. En consecuencia, la cultura popular está
integrada por los conocimientos, creencias, costumbres, folclor, sensibilidades y valores que se
transmiten de generación en generación, con las modificaciones y matices que la fantasía popular
agrega a la memoria colectiva. Eventualmente la cultura popular se enriquece, según afirma
Rojas Mix, con “obras en que el pueblo se reconoce y hace suyas, dándoles incluso carácter
revolucionario, como cuando cargan de sentido y sentimiento una canción. Ese es el caso de 'Le
temps de cerises', canción de amor transformada por la Comuna de París en símbolo de sus
luchas, o Gracias a la Vida de Violeta Parra, que se convirtió en la canción emblemática de la
resistencia y el exilio chileno” ante la dictadura de Augusto Pinochet.

La cultura de masas de nuestro tiempo, en cambio, es fruto de la imposición de símbolos,


mitos y estereotipos a la sociedad por los mass media que manejan a su antojo y conveniencia las
elites de la alta economía. Hoy mismo vemos cómo el globalismo y la globalización difunden a
escala planetaria la cultura de la sociedad de consumo global -que es la cultura de masas
contemporánea- para homogeneizar las apetencias, los gustos y las preferencias de la gente en
sus relaciones con el mercado transnacional.
En su sentido antropológico, cultura es la solución que cada comunidad humana da a sus
vinculaciones con la naturaleza y con la divinidad y a las relaciones de sus miembros entre sí.
Esta es la cultura en su más amplia significación. Naturalmente que ella implica muchas cosas:
dominio sobre la naturaleza, cultivo de la tierra -cultivar, ya lo dijimos, tiene la misma raíz latina
que cultura-, relaciones interpersonales, trama social, concepción del mundo, convicciones
éticas, lenguaje, costumbres, inventos y descubrimientos, elaboración de herramientas,
creaciones artísticas, religión. En todas estas actividades los pueblos ponen su sello singular y
distinto. Crean sus propias formas de convivencia social, sus peculiares modos de cultivar el
suelo, sus particulares vinculaciones con la divinidad y de allí surge un entretejido de relaciones
sociales.

La historia del hombre -de la época de las cavernas a nuestros días- está marcada por la
transmisión de elementos culturales entre los grupos y las civilizaciones. Gran parte de lo que
llegó a llamarse “civilización occidental” tuvo su origen fuera de su ámbito geográfico. Muchos
de los elementos culturales provinieron del Oriente Medio y de Asia. El papel, los primeros
sistemas de impresión, el compás, la brújula magnética, la pólvora, los altos hornos para el
fundido del hierro, el reloj de agua, el arado de hierro, los telares de arrastre para la seda, el torno
manual de hilar, los juncos para navegar, la ballesta, la catapulta vinieron de China. El juego de
ajedrez es originario de la India. Varios de los conceptos matemáticos llegaron del mundo árabe.
Los números arábigos fueron superiores a los romanos y se impusieron en Occidente. Los árabes
tomaron el cero del sistema matemático de la India entre los siglos V y VI de nuestra era y lo
llevaron a Europa, aunque fueron los mayas los primeros en usar el cero en el siglo IV a.C. Esa
fue una gran revolución en las matemáticas porque hizo posible concebir las cantidades
negativas. Los árabes inventaron también el álgebra -del árabe al-yabra-, que es parte de las
matemáticas. La conquista de España por los moros, en el siglo VIII, llevó a Europa los más
avanzados conocimientos del Oriente, especialmente en geografía, astronomía, matemáticas,
geometría y medicina.

El concepto cultura tiene mayor extensión que el de civilización. Toda civilización es


cultura pero no todo lo que comprende la cultura es civilización. La cultura envuelve la filosofía,
lenguaje, religión, ciencia, tecnología, arte, deporte, folclore, costumbres y, en general, todas las
manifestaciones de la vida social. La civilización es la manera concreta como cada sociedad, con
base en sus nociones culturales generales, se organiza, produce, fabrica herramientas, crea
tecnologías y aprovecha la naturaleza en cada época y en cada lugar.
En otras palabras, la civilización es la aplicación práctica, en la organización social y en la
producción, de los conocimientos que forman el acervo cultural de la comunidad, enriquecidos
por la convivencia y acumulados en el tiempo. La civilización, por decirlo de alguna manera, es
la cultura aplicada. Es un modo colectivo de hacer las cosas en cada época y en cada lugar.

El sociólogo norteamericano Lewis H. Morgan, en su libro “La sociedad primitiva”


(1877), dividió la prehistoria de la humanidad en tres etapas: salvajismo, barbarie y civilización.
Su punto de referencia fue, como él mismo lo explicó, la manera de producir los medios de
subsistencia por cada grupo humano, puesto que “la habilidad en esa producción es lo más a
propósito para establecer el grado de superioridad y de dominio de la naturaleza conseguido
por la humanidad”.

Morgan se adhirió también al criterio de que la civilización es la aplicación de las nociones


culturales a las demandas de la adaptación del hombre a la naturaleza. En este sentido contrapuso
la civilización a la barbarie y al salvajismo, en función de la habilidad de los grupos humanos
para construir sus herramientas.

Al hablar del tema es inexcusable referirse a la aculturación y al mestizaje como


fenómenos culturales. La aculturación es el proceso por el cual una cultura absorbe a otra como
resultado del contacto directo entre dos pueblos —a causa de la dominación bélica, la conquista,
la colonización o la inmigración masiva— o por el contacto indirecto que se efectúa a través de
los medios de comunicación, que hoy tienen escala planetaria.

El mestizaje es un proceso diferente, que produce una asimilación cultural recíproca de la


que resulta una síntesis dialéctica que fusiona los elementos viables de cada una de las culturas
en contacto.

Fuente: http://www.enciclopediadelapolitica.org/Default.aspx?i=&por=c&idind=376&termino=

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