El Libro de Kali
El Libro de Kali
El Libro de Kali
El Libro de Kali
Seema Mohanty
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U na de las deidades más poco convencionales y aun así inmensamente po-
pulares del panteón hindú es la diosa Kali, que esencialmente representa
los aspectos oscuros y contrarios del cosmos. Su forma desnuda y asocia-
da con la violencia, la sangre y el gore desafían el mismo concepto de divinidad.
A pesar de todo, durante siglos, ha representado toda una gama de imágenes con-
flictivas, desde la de una ogresa sedienta de sangre a la de una diosa benigna. Así
que hoy, mientras es venerada como Chamunda, que rayo lo macabro y grotesco,
es también adorada en santuarios domésticos en una de sus formas más apacibles,
Dakshina-Kali.
Es esta evolución de Kali, desde sus orígenes como una diosa tántrica has-
ta su metamorfosis en una divinidad de las principales corrientes religiosas, lo que
Seema Mohanty captura brillantemente en este libro. Recurriendo a una variedad
de fuentes, cuentos del Ramayana, el Mahabharata, los Puranas, los Tántras y
Agamas, el folclore y las películas, ha logrado retratar con detalles fascinantes la
miríada de manifestaciones de la enigmática deidad que es Kali.
Seema Mohanty es una escritora independiente con sede en Bombay. Ha
escrito este libro basándose en las conferencias y escritos de su hermano, el Dr.
Devdutt Pattanaik, el conocido mitólogo.
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‘¡Hrim, destructora del tiempo!
¡Srim, personificación del terror!
¡Krim, dadora de bendiciones!
Madre del Tiempo…
Destructora del miedo, del pecado, del orgullo…
Disipadora del sufrimiento.’
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El Libro de Kali
Seema Mohanty
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Introducció n
Los dioses imploraron a Kali que librara al mundo de los reyes demonia-
cos. Ella acepta encarnarse como Krishna. Shiva reza a Kali y esta le da
permiso para encarnarse sobre la tierra como Radha. Shiva ha estado siem-
pre a los pies de Kali, pero cuando él se convierte en Radha, se sienta en-
cima de Krishna/Kali mientras hacen el amor. Así que lo que ocurre es que
él que está en la parte de abajo disfruta la relación sexual estando arriba,
pero solo después de adquirir el cuerpo de una mujer. Mientras que ella
que está en lo alto disfruta de la relación sexual estando abajo, pero solo
después de adquirir el cuerpo de un hombre.
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La sed de sangre de la diosa
En el Bhagavata Purana, la tierra adopta la forma de una vaca y se queja a Vishnu,
su guardián celestial, de que los reyes que debían cuidarla saquean sus recursos.
Vishnu promete destruir a todos los que aflijan a la vaca-tierra. Se aparece de va-
rias formas, incluyendo a Parashurama, Rama y Krishna, y mata a los reyes injus-
tos. Cuando estos caen su sangre alimenta a la tierra hambrienta, La diosa-tierra,
como bebedora de sangre, adopta la forma de un león, el vehículo de Kali. La his-
toria de Rakta-bija del Devi Bhagavatam , vuelta a contar antes, también vincula a
Kali con el apetito por la sangre.
La mayoría de las narrativas clásicas sugieren la idea de que la tierra da
vida solo cuando la Devi es alimentada con la muerte, por lo tanto, con sangre. En
las narrativas populares la idea es expresada más explícitamente, como en la mito-
logía del norte Tamil Nadu, donde la Draupadi del Mahabharata es adorada como
la diosa Vira-Panchali, una forma de Maha-Kali. La tradición local nos informa de
la furia de Draupadi al ser públicamente desnudada por los Kauravas mientras sus
cinco maridos, los Pandavas, miraban impotentemente como se transformaba en la
terrorífica diosa, Vira-Panchali. Con la ayuda de Krishna, el benefactor de los
Pandavas no solo se asegura la derrota de los Kauravas, sino que también se lava
el pelo con su sangre. La siguiente historia es parte del folclore del Mahabharata
vuelto a contar en los festivales de Vira-Panchali en partes de Tamil Nadu y
Andhra Pradesh.
Los Pandavas perdieron apostando su reino con sus primos, los Kauravas,
al juego de dados. En un intento por recuperar el reino los Pandavas se
apostaron a sí mismos, pero perdieron. Finalmente, desesperados por recu-
perar su reino y su libertad, los Pandavas se apostaron su esposa común,
Draupadi. También la perdieron. Los Kauravas arrastraron a Draupadi por
el pelo hasta la corte y empezaron a desnudarla en público para proclamar
su absoluto poder sobre los Pandavas. Los gritos de Draupadi pidiendo
ayuda fueron ignorados. Indefensa, clamó a Krishna, que protegió su honor
remplazando cada vestido que le quitaban los Kauravas con uno nuevo. Al
darse cuenta de que Dios estaba del lado de Draupadi, los Kauravas deci-
dieron devolver a los Pandavas su reino, pero solo después de un periodo
de trece años durante los cuales ellos y su esposa en común tendrían que
vivir exiliados en la selva. Los Pandavas aceptaron esta oferta. Sin embar-
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go, antes de que se dirigieran a la selva, Draupadi hizo un juramento: se
dejaría el pelo suelto hasta que tuviera la sangre de los Kauravas para la-
varlo, los huesos para peinarlo y las entrañas de los Kauravas para atárselo.
Durante los años de exilio, los Pandavas se preguntaban porque ninguno de
ellos podía satisfacer a Draupadi sexualmente. Krishna les informó que ella
no era una mujer ordinaria; era la misma Devi, la encarnación de la Natura-
leza. Al desnudarla, los Kauravas le habían hecho perder su forma materna
domestica y reclamar su forma salvaje y sedienta de sangre. Para conven-
cerlos Krishna les sugirió que observaran a Draupadi por la noche. Efecti-
vamente, a media noche, la hora en la que se supone que todos duermen,
Draupadi se arrastró silenciosamente hacia el bosque donde se transformo
en una diosa oscura, desnuda y de aspecto feroz, con colmillos y ojos in-
yectados en sangre. Corrió desnuda, cazando búfalos salvajes y elefantes,
desollándolos vivos y bebiendo su sangre. Cuando sintió que sus maridos
habían descubierto su secreto, entro en ira. Corrió tras ellos, determinada a
comérselos. Tuvo éxito, pero cuando los agarró sus afiladas uñas desgarra-
ron su piel y los hizo sangrar. Cuando la sangre de los cinco Pandavas toco
el suelo, se transformaron en cinco niños. Los gritos de los niños desviaron
la atención de Draupadi. Olvidó su sed de sangre y complació sus instintos
maternales. Trece años después, cuando los Kauravas se negaron a devol-
ver el reino Pandava como prometieron, estalló una gran guerra en las lla-
nuras de Kurukshetra donde fueron derrotados y asesinados. Los Pandavas
pudieron proporcionar a Draupadi la sangre, huesos y entrañas que ella ne-
cesitaba para atar su pelo y convertirse en la adorable reina una vez más.
El folclore del Mahabharata de los tamiles tiene otra historia donde me-
diante la ofrenda de sangre a Kali los Pandavas se aseguraban la victoria en la
batalla.
Krishna le dijo a los Pandavas que solo el sacrificio humano perfecto com-
placería a Kali lo suficiente como para asegurarles la victoria en la batalla.
Había tres hombres en el campamento Pandava que eran adecuados como
víctimas: Krishna, Arjuna y Aravan el hijo de Arjuna. Los Pandavas eran
reacios a sacrificar a Krishna, su mentor o a Arjuna, su arquero jefe. Ara-
van acordó ser sacrificado, pero solo si experimentaba el placer conyugal
durante al menos una noche. Ninguna mujer estaba dispuesta a casarse con
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un hombre condenado a morir al cabo de un día. Así que Krishna tomo la
forma de una mujer, la hechicera Mohini, quien se casó con Aravan, pa-
sando una noche con él y lamentándose como una viuda al amanecer cuan-
do fue sacrificado a Kali.
A medida que Kali era asimilada por la religión dominante, se volvía más
‘justa.’ No aceptaba el sacrificio de inocentes como nos informa en la siguiente
historia el Bhagavata Purana.
El sacrificio preferido era la ofrenda del hijo propio. En muchas imágenes talladas
en los templos de Kali, uno ve a los devotos ofreciendo sus propias cabezas a la
diosa como señal de máxima devoción. Según el folclore, el poeta Kalidasa, cuyo
nombre significa ‘sirviente de Kali,’ adquirió su talento después de ofrecer su ca-
beza a la diosa Kali.
Amansando a la diosa
Cuando Kali consume sangre, queda enloquecida por su sed. Se vuelve salvaje y
mata aleatoriamente. Cuando ocurre esto, los dioses recurren a Shiva y le piden
que la amanse. Porque, solo en su forma mansa puede ser madre. Según una tradi-
ción de un Templo tamil, así es como responde Shiva:
En las narrativas tántricas, por otro lado, Kali ni saca la lengua avergonza-
da, ni por bochorno, ni pisa a Shiva accidentalmente. Saca la lengua para beber
sangre. Y se sienta sobre él para satisfacer sus deseos eróticos excitados por su
hermosa forma. Kali, en estas narrativas, no es ni defensiva ni apologética a cerca
de su hambre o anhelos sexuales.
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escuela tántrica de pensamiento, al ser contracultural, prefiere la medianoche y el
cuarto menguante del ciclo lunar para proceder con sus rituales. Típicamente, Kali
es adorada en amavasya o la medianoche de la luna nueva. Las noches de luna
nueva que caen en martes son especialmente auspiciosas.
La puja de amavasya más importante y elaborada cae en el mes lunar co-
rrespondiente a octubre o noviembre en el calendario occidental. Esta noche de
Kali, más popularmente conocida como Divali, cuando la mayoría de hindúes
encienden lamparas mientras otros realizan sacrificios de sangre, corresponde con
Samhain, un festival de los druidas celtas, un tiempo en donde según la tradición
Wicca el velo entre el mundo material y el espiritual es más fino. La elección de
esta noche para adorar a Kali es apropiada, puesto que Kali es, entre otras muchas
cosas, la diosa de la muerte.
Sacrificio de sangre
Como forma de la Devi que devora la vida a fin de dar vida, Kali tiene un insacia-
ble apetito por la sangre. En Nepal, los devotos que visitan el templo de Dakshina-
Kali regularmente hacen sacrificios de cabras, cerdos, corderos, búfalos e incluso
pollos, palomas y patos a fin de obtener el favor de la diosa. Se les corta la cabeza
o son degollados, y se permite que la sangre fluya hacia la deidad. Cuando fluye
una generosa cantidad de sangre, los hombres arrastran a los animales muertos por
el suelo del templo al aire libre sin techo hasta un matadero cercano. El sumidero
de azulejos blanco lavable y el suelo del santuario quedan desbordados con la
sangre de los sacrificios. En Kalighat en Bengala, se sacrifican cabras a Kali todos
los martes y durante el festival de Divali.
Hace doscientos años, los sacrificios humanos eran comunes en ambos
santuarios hasta que se aprobaron leyes para poner fin a la práctica, pero la creen-
cia de que se puede obtener el favor de Kali a través del sacrificio de sangre sigue
siendo popular incluso en la actualidad. Ocasionalmente, uno oye algo sobre sa-
crificios humanos que son realizados de manera clandestina por personas que con-
tratan los servicios de criminales para que secuestren a sus víctimas. Lo más fre-
cuente es que la gente realice sacrificios simbólicos utilizando vegetales y efigies
de arcilla en lugar de animales o humanos reales.
La bestia sacrificial siempre es macho, nunca hembra. Las cabezas que
constituyen la guirnalda de Kali siempre son de hombres. Esto es así porque es a
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través de la forma femenina que se crea la vida y matar una sería equivalente a
bloquear el ciclo de la vida, algo inaceptable en el culto de la Devi.
Los Upanishads declaran que el universo se compone de los que comen y
de lo que es comido. La Devi como la Gauri o Tripura Sundari o Mangala o Bi-
mala dadora de vida es ‘eso que se come.’ Así pues, la Devi encarna la totalidad
de la existencia.
Cadáveres
Los cadáveres son considerados no auspiciosos y contaminantes, por lo tanto, son
importantes en el culto de Kali. El uso ritual de cadáveres está reservado solo para
sadhakas tántrico muy evolucionados que han logrado altos niveles de consciencia
y son por lo tanto capaces de participar en el ritual sin sentir una excitación mor-
bosa. El ritual normalmente tiene lugar una medianoche de luna nueva que caiga
en martes. Se elige un cadáver reciente, preferiblemente uno que haya muerto en
una batalla o uno que pertenezca a la casta de los guerreros, sacerdotes o comer-
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ciantes. En épocas anteriores, los aspirantes a menudo esperaban río abajo para
recoger los cuerpos que eran echados al río. Para proteger los cuerpos de los seres
queridos, los familiares por lo tanto preferían cremar los cuerpos. El cadáver es
colocado cara abajo y se utiliza su espalda como altar para invocar a Kali. A ve-
ces, la ingesta de carne de cadáveres es practicada por los Aghoras, ascetas de los
crematorios, que han roto todos los lazos con la sociedad y sus convencionalis-
mos. Al tratar el cadáver como un objeto sagrado, el practicante tántrico se ve
forzado a reexaminar sus estándares de lo que es auspicioso y lo que no.
Ritos sexuales
Según el Brihad Nila Tantra , el acto sexual es un componente esencial del ritual
destinado a invocar a Kali y obtener poderes de ella. Así es como una escritura
describe un aspecto del ritual, mientras aclara repetidamente que el ritual es pode-
roso y que la información debe ser mantenida en secreto:
Ten una joven y hermosa muchacha adornada con diversas joyas. Después
de peinar su cabello, dale tambula para masticar y dibuja dos Hrims sobre
sus pechos, Aim sobre o cerca de su boca y dibuja dos Klims a ambos lados
de sus genitales. Atráela hacia ti por su pelo, acaríciale los pechos y luego
únete. Oh la de pura sonrisa. Recita el mantra 1000 veces, Oh la de dulce
cara. Querida, uno se realiza practicando el rito durante una semana.
Mahesani, recita el mantra no de la manera descrita en los libros, sino co-
mo está escrito en su yoni. Esto traerá mantra siddhi, no hay duda de ello.
Así pues, Devi, la cosa secreta que otorga todos los deseos te ha sido decla-
rada. Uno no debe revelarlo, uno nunca debe revelarlo, Mahesani. Oh Na-
ganandini, a riesgo de tu vida, nunca lo reveles. Es el dador de todos los
siddhis. No puedo hablar de la magnificencia de este mantra. Si tuviera
diez millones de bocas y diez millones de lenguas, aún no podría hablar de
ello, Oh Paramesvari.
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de los centros urbanos, las ciudades de los valles Indo-Sarasvati acomodaron va-
rios sistemas de creencias desde la patriarcal de los Vedas hasta la matriarcal del
Tántra. Señalan a la ciudad de Kalibangan donde los arqueólogos han descubierto
lo que parece ser una serie de siete altares de fuego védicos, mientras que años de
excavación en el mismo sitio han aportado dos estatuillas de diosas. Por el contra-
rio, las ciudades contemporáneas de Mohenjodaro y Harappa fueron centros de un
próspero culto a la diosa, certificado por la recuperación de entre las ruinas de
miles de estatuillas de diosas.
Los sitios arqueológicos de los valles de Zhob y Kulli, en las colinas de
Baluchistán, han revelado culturas campesinas que precedieron a la civilización
del valle del Indo. Estas aldeas aisladas produjeron estatuillas femeninas de arcilla
cocida. La mayoría de interpretes creen que estos ídolos tienen un propósito ritual
y eran con toda probabilidad diosas de la fertilidad. Que las características de es-
tas figurillas bordeen lo grotesco ha llevado a muchos a concluir que estas diosas
estaban destinadas a inspirar horror y pueden haber servido más tarde como proto-
tipo de imágenes de diosas temibles como Kali.
El Matsya Purana sugiere que Kali se originó como una diosa indígena
tribal en una de las regiones montañosas inaccesibles de la India, El monte Kalan-
jara al norte de la India central, y al este de la llanura aluvial del valle del Indo.
Pero debido a la fecha de la composición del Purana, esta evidencia relativa al
lugar de origen de Kali no puede ser tomada como una particularmente fiable.
La evidencia documental más antigua de la adoración de diosas indómitas
e independientes fuera del redil védico procede de la literatura Tamil Sangam fe-
chada en el siglo tercero a.C. a el tercero d.C. Ahí se menciona a Korravai, una
diosa de la guerra y la victoria similar a Kali, a quien le eran sacrificado búfalos y
a cuyos guerreros del bosque, los Marvars, se les exhortaba a realizar suicidio
ritual.
Raíces tántricas
No está claro si las practicas tántricas fueron un rechazo reaccionario de los valo-
res védicos, o si los tabús védicos evolucionaron solo para mantenerse alejados de
la contaminación tántrica. Pero durante el tiempo que la religión tántrica y védica
coexistieron en suelo indio, se influenciaron mutuamente. Los primeros himnos
védicos, datan del 2000 a.C., están teñidos con elementos tántricos, y en el cora-
zón de las escrituras tántricas, fechadas no antes del 600 d.C., yace la sublime
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filosofía metafísica de los Upanishads, que constituyen la culminación del pen-
samiento védico. Sea como sea, hay claros rasgos distintivos entre los dos afluen-
tes del pensamiento hindú. Los Tántras no ven el mundo como maya o una ilu-
sión, como asegura la metafísica védica, sino como la fuente del poder, Shakti. En
el esquema tántrico de las cosas, no es la casta o el genero lo que determina la
accesibilidad a la sabiduría espiritual como en el mundo védico, sino los méritos
de uno a ojos del gurú. Las formas femeninas encarnan el encantamiento y la ten-
tación en la mitología védica, pero en las narrativas tántricas toman la forma de
poderosas deidades intencionales que están al tanto de los misterios de la vida y
que necesitan ser apaciguadas o forzadas para que revelen sus secretos. Esta es la
matriz cultural de la que emergió Kali, un mundo de fertilidad, magia, sacrificio,
la deificación de las fuerzas naturales, el control de mente y cuerpo, y elevadas
especulaciones sobre la naturaleza de la realidad.
Los cultos de Kali o sus manifestaciones son evidentes en los antiguos
textos tántricos. Sus adoradores fueron populares entre los ascetas de los cremato-
rios tales como los Aghoras y los alquimistas-hechiceros errantes de la tradición
Nav Nath, que invocaban a Kali y practicaban yoga a fin de adquirir los ocho
siddhis o poderes ocultos que les permitiría cambiar de forma o tamaño, desafiar
las leyes del espacio y el tiempo, y realizar hazañas milagrosas.
En el Jayadhratayamala, Kali es identificada con estados de consciencia.
El Nigama-kalpataru y el Picchila Tantra declaran que de todos los mantras el de
Kali es el más grandioso. El Yogini Tantra , el Kamakhya Tantra y el Niruttara
Tantra, todos proclaman que Kali es la más grande de todas las formas de la Devi.
En el Nirvana Tantra , se dice que los dioses Brahma, Vishnu y Shiva surgieron de
ella como burbujas del mar, surgiendo y desapareciendo interminablemente, de-
jando su fuente sin cambios. El Kamada Tantra declara inequívocamente que Kali
es sin atributos, ni masculinos ni femeninos, pura, y la realidad suprema impere-
cedera conocida en los Upanishads como el Brahman del cual se manifiesta el
universo y al cual regresa.
Los rituales para invocar a Kali, como se documenta en el Kulachudamani
Tantra, Karpuradistotra y Niruttara Tantra, involucran carne, sangre, cenizas
funerarias, calaveras, alcohol, alucinógenos, cadáveres y sexo, todo lo que era
considerado no auspicioso y contaminante para el orden brahmánico. Estos ritua-
les eran un secreto bien guardado, restringido a aquellos iniciados del orden tán-
trico. Para el resto, Kali parecía una diosa distante que estaba muy alejada de los
valores sociales convencionales y dispuesta a otorgar poder a cualquiera, incluso a
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aquellos con estándares cuestionables de moral y ética, que satisficieran su ansia
de sangre. Este miedo y suspicacia hacia Kali expresado en la literatura popular y
en los textos seculares del periodo medieval, que han sido menos que comprensi-
vos con la diosa, a menudo describen un espeluznante y horrífico retrato de Kali,
exigiendo y demandando sacrificios humanos. Por ejemplo, en la obra de Bhava-
bhuti ‘ Matali
Matali Madhava,’ escrita en el siglo octavo, la heroína es abducida por
alguien que pretende sacrificarla en el altar de Chamunda a fin de obtener poderes
ocultos.
Dentro de lo convencional
La adoración de Kali en la religión convencional tenía poco que ver con su men-
ción en los textos tántricos o las escrituras puránicas, y más con su identificación
con el culto a las diosas de pueblo tales como Bhagavati de Kerala, Yellamma de
Karnataka, Kalu Bai de Maharashtra, Tara de Bengala, Bhadra-Kali de Andhra,
Kalika Mata de Gujarat y Rajastan, y Mari Amman de Tamil Nadu. Es la feroz
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guardiana de las fronteras, el lado oscuro de gama-devi que amenaza con enfer-
medades y desastres a menos que se la apacigüe con sacrificios de sangre, la auto
mutilación, el colgarse de ganchos, caminar sobre el fuego y la ofrenda de galas
nupciales.
Cuando Kali se mueve de los ritos esotéricos tántricos a los santuarios de
los hogares, la idea de la diosa que no tiene en cuenta la ética y la moralidad con-
vencional se hizo desagradable. Hubo un esfuerzo consciente para hacerla cultu-
ralmente más sensible y éticamente más responsable. Así, en la siguiente narra-
ción del Adbhuta Ramayana, las tornas cambian, con las bendiciones de Kali, para
el hechicero que intenta sacrificar a Rama.
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Los devotos empezaron a visualizar a Kali como una ‘madre cariñosa,’
gracias a las canciones del místico Ramprasad Sen (1718-75) que tuvo visiones de
Ella. La leyenda dice que Ramprasad había conseguido un trabajo como contable
con un asesor. Sin embargo, escribía el nombre de Tara, el nombre por el que se
dirigía a Kali, en todos los libros de contabilidad. El empleador se percató de esto
y reconoció a un santo en formación. Ramprasad solía vadear el rio Ganga y can-
tar canciones en honor de la madre divina. Los barcos que bajaban por el Ganga
se paraban para escuchar sus canciones, las personas que iban a morir a orillas del
río le pedían a Ramprasad que cantara para ellos. Pronto se convirtió en el favori-
to del rey. Sus canciones tuvieron un profundo impacto en la cultura local. El san-
to del siglo diecinueve, Ramakrishna, gurú de Svami Vivekananda, a menudo
citaba las canciones durante sus discursos.
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La metamorfosis
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Cuando Kali se enfrentó al demonio Rakta-bija que podía reproducir clo-
nes de sí mismo de cada gota de su sangre, ella creo de su sudor dos fero-
ces guerreros, Kala Bhairava y Gora Bhairava. Kali le dio un rumal a cada
uno con la instrucción de estrangular a los clones de Rakta-bija para que la
sangre no se derramara por el suelo. Los Thugs eran descendientes de los
dos Bhairavas, que estrangulaban a sus victimas para demostrar su devo-
ción a la deidad de la familia.
Algunos viajeros se salvaban del ataque. Las mujeres, por ejemplo, solían
ser perdonadas en deferencia al genero de Kali. También los ermitaños y artesa-
nos. Los leprosos e incapacitados quedaban exentos ya que los Thugs temían con-
taminarse. Al no querer arriesgarse a represalias de los gobernantes coloniales, los
asesinos nunca molestaban a ningún europeo. La mayoría de victimas preferidas
eran hombres de las castas superiores, ya fueran brahmanes, baniyas (comercian-
tes), o rajputs (guerreros).
En 1826, el coronel Willian Sleeman, administrador civil de Jubbulpore
(Jabalpur) un distrito de la India central empezó a erradicar a los Thugs. Acudió a
los Thugs capturados para aumentar su información sobre la hermandad secreta,
que rompieron su código de silencio a cambio de ofertas de clemencia. Bandas
enteras fueron acorraladas y sometidas a duros castigos. Hacia 1840, alrededor de
3500 Thugs fueron enjuiciados y 500 fueron colgados. Hacia 1858, a excepción
de brotes aislados, el reinado de terror de los Thugs toco a su fin. (Algunos de los
Thugs reformados se volvieron expertos tejedores de alfombras, tan hábiles eran
que una de sus alfombras fue enviada a la reina Victoria para el Castillo de Wind-
sor.)
Aunque la historia de este extraño culto de ladrones ha capturado la imagi-
nación de las personas por todo el mundo, inspirando muchas novelas y películas,
investigaciones recientes de eruditos tales como Stewart N. Gordon han demos-
trado convincentemente que los Thugs no eran ni una orden religiosa ni ningún
tipo de grupo homogéneo y organizado. Los etiquetados como Thugs eran de he-
cho, grupos de soldados merodeadores, tanto hindúes como musulmanes, de di-
versas regiones que robaban y asesinaban no por una compulsión religiosa sino
por motivos económicos y políticos. Sus líderes les ordenaban extorsionar el dine-
ro necesario para comprar armas y pagar a mercenarios para que lucharan contra
los británicos. Muchos de estos soldados adoraban a Kali, no porque ‘les diera
poder por calmar su sed de sangre,’ sino simplemente porque era la patrona tradi-
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No diversión.
Quizás esto es lo que ha de ser
Tal es el juego de la existencia.
Llévame a casa, Madre
Cae la noche
Estoy cansado.
-Ramprasad Sen (siglo dieciocho)
Himno 8
Oh Madre,
Tu das a luz
Proteges
Matas
Absorbes todo
Eres la creadora
Eres la Protectora
Eres la destructora
Me inclino ante ti, Kali
Amada del Tiempo
Salvadora
Sabia
Tara
Srividya
Dadora de riqueza
Camino de Liberación
Hara y Hari te saludan
Y todos los dioses
Al igual que yo.
-Karpuradi Stotra (siglo diecisiete)
Himno 9
¡Hrim, destructora del tiempo!
¡Srim, personificación del terror!
¡Krim, dadora de bendiciones!
Madre del Tiempo
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Brillante como los fuegos de disolución
Leonada, Negra, Noche de oscuridad
Amada del creador
Liberadora de las ataduras del deseo
Portadora de la luna creciente
Destructora del miedo, del pecado, del orgullo, en la Edad de Kali
Virginal
Afectuosa
Delgada
Amante del vino
Gozosa
Reveladora del camino de los Kaulikas
Reina de Kashi
Disipadora del sufrimiento.
Te rindo reverencia.
-Adya Kali Stotra (siglo dieciséis)
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Agradecimiento
Este libro está basado en las conferencias y escritos de mi hermano el Dr. Devdutt
Pattanaik. Yo solo he recopilado. Que Kali, la madre oscura, mire esta empresa
con favor.
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Índice
Introducción…7
La forma…9
Las manifestaciones…15
Los cuentos…25
El culto…41
El origen…49
La metamorfosis…59
La sabiduría…67
Conclusión…71
Himnos…73
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