El Libro de Kali

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El Libro de Kali
Seema Mohanty

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U na de las deidades más poco convencionales y aun así inmensamente po-
pulares del panteón hindú es la diosa Kali, que esencialmente representa
los aspectos oscuros y contrarios del cosmos. Su forma desnuda y asocia-
da con la violencia, la sangre y el gore desafían el mismo concepto de divinidad.
A pesar de todo, durante siglos, ha representado toda una gama de imágenes con-
flictivas, desde la de una ogresa sedienta de sangre a la de una diosa benigna. Así
que hoy, mientras es venerada como Chamunda, que rayo lo macabro y grotesco,
es también adorada en santuarios domésticos en una de sus formas más apacibles,
Dakshina-Kali.
Es esta evolución de Kali, desde sus orígenes como una diosa tántrica has-
ta su metamorfosis en una divinidad de las principales corrientes religiosas, lo que
Seema Mohanty captura brillantemente en este libro. Recurriendo a una variedad
de fuentes, cuentos del Ramayana, el Mahabharata, los Puranas, los Tántras y
Agamas, el folclore y las películas, ha logrado retratar con detalles fascinantes la
miríada de manifestaciones de la enigmática deidad que es Kali.
Seema Mohanty es una escritora independiente con sede en Bombay. Ha
escrito este libro basándose en las conferencias y escritos de su hermano, el Dr.
Devdutt Pattanaik, el conocido mitólogo.

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‘¡Hrim, destructora del tiempo!
¡Srim, personificación del terror!
¡Krim, dadora de bendiciones!
 Madre del Tiempo…
 Destructora del miedo, del pecado, del orgullo…
 Disipadora del sufrimiento.’

Adya Kali Stotra


(Siglo dieciséis)

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 El Libro de Kali
Seema Mohanty

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 Introducció n

S u lengua extendida la diferencia de las otras diosas del panteón hindú. Su


desnudez, su pelo suelto, su asociación con la sangre y el gore y su sexuali-
dad desatada desafían las ideas convencionales de divinidad. Tanto que para
el ojo desinformado Kali se parece menos a una manifestación divina y más a una
ogresa sedienta de sangre, un patrón de los Thugs y hechiceros.
En la búsqueda para entender a Kali es esencial apreciar el concepto hindú
de lo divino. Los hindúes visualizan a lo divino de varias formas, humana, animal,
vegetal y mineral. Cada forma, con su respectiva narrativa y rituales, sirve de en-
trada a la comprensión de la divinidad inmanifiesta. Los adoradores de Shiva y
Vishnu, las dos manifestaciones masculinas más populares de lo divino creen que
la forma masculina de lo divino representa la realidad espiritual, mientras que la
forma femenina simboliza la realidad material. Los adoradores de la diosa, sin
embargo, asocian tanto la realidad material como la espiritual con la forma feme-
nina. Para ellos, Kali es la Diosa o Devi (la divinidad femenina, la manifestación
suprema de lo divino) y diosa (una de las varias encarnaciones de la Devi). Como
‘Diosa,’ Kali personifica la realidad espiritual y material, la totalidad de la natura-
leza, ya que crea, mantiene y destruye el mundo. Como ‘diosa,’ solo representa
ese aspecto de la realidad material que es salvaje e indomable, y complementa a
Gauri, la radiante y afable diosa que representa la manifestación de la naturaleza
domesticada y doblegada.
El culto de la Diosa en la India es tan antiguo como la misma civilización,
y tiene sus raíces en la creencia de que la tierra es un ser viviente que alimenta
todos los objetos animados. La teoría más ampliamente aceptada afirma que
cuando los nómadas arios ganaderos fueron asimilados por los asentamientos de
las comunidades agrícolas del subcontinente indio hace casi 4000 años, las deida-
des védicas masculinas dominantes y contempladoras del cielo se mezclaron con
las divinidades femeninas dravídicas locales dominantes y terrestres (algunos
pueden decir tántricas pre-arias). De esta fusión surgieron las diosas de la India
que pueblan no solo el panteón hindú sino también la mitología jainita y budista.
Es difícil trazar la historia del culto a Kali en la India. Incluso antes de que
el nombre Kali apareciera por primera vez documentado en los escritos, había
referencias a una diosa (y diablesa) que aluden a Kali. Por ejemplo, en el Rig
Samhita está Nirriti, una diosa oscura asociada con la muerte, que era temida y a
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Las historias donde Kali se manifiesta como la defensora final establecen
claramente la supremacía de la Devi, especialmente de Kali, sobre otros dioses,
incluyendo a Vishnu y Shiva. Las narrativas de este tipo se volvieron más fre-
cuentes desde el siglo tercer al treceavo cuando la devoción al dios personal se
volvió la forma dominante de expresión religiosa. Los adoradores de diferentes
deidades intentaban proyectar su dios como mayor que otras formas. Los adorado-
res de Vishnu hicieron de este y sus encarnaciones las manifestaciones más pode-
rosas de lo divino, mientras que los adoradores de Shiva preferían a Shiva o a su
hijo, Skanda, en el rol de defensor supremo del cosmos. En las escrituras de los
adoradores de la diosa, Durga, en sus manifestaciones, incluyendo a Kali, emergía
como la liberadora final en el campo de batalla.
Tradicionalmente, la responsabilidad de mantener el orden residia en
Vishnu que descendía sobre la tierra como Rama o Krishna para restablecer la
estabilidad social. En la siguiente historia, contada en uno de los menos conocidos
Upa-Puranas de Bengala, se dice que Krishna no es otro que Kali, mientras que
Shiva yaciendo a los pies de Kali se convierte en Radha. La narrativa vincula la
tez oscura de la diosa (Kali) de una narrativa con la tez oscura del dios (Krishna)
de otra y revierte la relación sexual con sus contrapartes de tez clara (Shi-
va/Radha). Esta narrativa apunta claramente a armonizar la relación entre los ri-
tuales Tántricos realizados por Kali y los ritos observados por Krishna en la tradi-
ción Vaishnava, que compitieron por el dominio social en el siglo diecisiete en
Bengala.

Los dioses imploraron a Kali que librara al mundo de los reyes demonia-
cos. Ella acepta encarnarse como Krishna. Shiva reza a Kali y esta le da
permiso para encarnarse sobre la tierra como Radha. Shiva ha estado siem-
pre a los pies de Kali, pero cuando él se convierte en Radha, se sienta en-
cima de Krishna/Kali mientras hacen el amor. Así que lo que ocurre es que
él que está en la parte de abajo disfruta la relación sexual estando arriba,
pero solo después de adquirir el cuerpo de una mujer. Mientras que ella
que está en lo alto disfruta de la relación sexual estando abajo, pero solo
después de adquirir el cuerpo de un hombre.

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La sed de sangre de la diosa
En el Bhagavata Purana, la tierra adopta la forma de una vaca y se queja a Vishnu,
su guardián celestial, de que los reyes que debían cuidarla saquean sus recursos.
Vishnu promete destruir a todos los que aflijan a la vaca-tierra. Se aparece de va-
rias formas, incluyendo a Parashurama, Rama y Krishna, y mata a los reyes injus-
tos. Cuando estos caen su sangre alimenta a la tierra hambrienta, La diosa-tierra,
como bebedora de sangre, adopta la forma de un león, el vehículo de Kali. La his-
toria de Rakta-bija del Devi Bhagavatam , vuelta a contar antes, también vincula a
Kali con el apetito por la sangre.
La mayoría de las narrativas clásicas sugieren la idea de que la tierra da
vida solo cuando la Devi es alimentada con la muerte, por lo tanto, con sangre. En
las narrativas populares la idea es expresada más explícitamente, como en la mito-
logía del norte Tamil Nadu, donde la Draupadi del Mahabharata es adorada como
la diosa Vira-Panchali, una forma de Maha-Kali. La tradición local nos informa de
la furia de Draupadi al ser públicamente desnudada por los Kauravas mientras sus
cinco maridos, los Pandavas, miraban impotentemente como se transformaba en la
terrorífica diosa, Vira-Panchali. Con la ayuda de Krishna, el benefactor de los
Pandavas no solo se asegura la derrota de los Kauravas, sino que también se lava
el pelo con su sangre. La siguiente historia es parte del folclore del Mahabharata
vuelto a contar en los festivales de Vira-Panchali en partes de Tamil Nadu y
Andhra Pradesh.

Los Pandavas perdieron apostando su reino con sus primos, los Kauravas,
al juego de dados. En un intento por recuperar el reino los Pandavas se
apostaron a sí mismos, pero perdieron. Finalmente, desesperados por recu-
perar su reino y su libertad, los Pandavas se apostaron su esposa común,
Draupadi. También la perdieron. Los Kauravas arrastraron a Draupadi por
el pelo hasta la corte y empezaron a desnudarla en público para proclamar
su absoluto poder sobre los Pandavas. Los gritos de Draupadi pidiendo
ayuda fueron ignorados. Indefensa, clamó a Krishna, que protegió su honor
remplazando cada vestido que le quitaban los Kauravas con uno nuevo. Al
darse cuenta de que Dios estaba del lado de Draupadi, los Kauravas deci-
dieron devolver a los Pandavas su reino, pero solo después de un periodo
de trece años durante los cuales ellos y su esposa en común tendrían que
vivir exiliados en la selva. Los Pandavas aceptaron esta oferta. Sin embar-
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go, antes de que se dirigieran a la selva, Draupadi hizo un juramento: se
dejaría el pelo suelto hasta que tuviera la sangre de los Kauravas para la-
varlo, los huesos para peinarlo y las entrañas de los Kauravas para atárselo.
Durante los años de exilio, los Pandavas se preguntaban porque ninguno de
ellos podía satisfacer a Draupadi sexualmente. Krishna les informó que ella
no era una mujer ordinaria; era la misma Devi, la encarnación de la Natura-
leza. Al desnudarla, los Kauravas le habían hecho perder su forma materna
domestica y reclamar su forma salvaje y sedienta de sangre. Para conven-
cerlos Krishna les sugirió que observaran a Draupadi por la noche. Efecti-
vamente, a media noche, la hora en la que se supone que todos duermen,
Draupadi se arrastró silenciosamente hacia el bosque donde se transformo
en una diosa oscura, desnuda y de aspecto feroz, con colmillos y ojos in-
yectados en sangre. Corrió desnuda, cazando búfalos salvajes y elefantes,
desollándolos vivos y bebiendo su sangre. Cuando sintió que sus maridos
habían descubierto su secreto, entro en ira. Corrió tras ellos, determinada a
comérselos. Tuvo éxito, pero cuando los agarró sus afiladas uñas desgarra-
ron su piel y los hizo sangrar. Cuando la sangre de los cinco Pandavas toco
el suelo, se transformaron en cinco niños. Los gritos de los niños desviaron
la atención de Draupadi. Olvidó su sed de sangre y complació sus instintos
maternales. Trece años después, cuando los Kauravas se negaron a devol-
ver el reino Pandava como prometieron, estalló una gran guerra en las lla-
nuras de Kurukshetra donde fueron derrotados y asesinados. Los Pandavas
pudieron proporcionar a Draupadi la sangre, huesos y entrañas que ella ne-
cesitaba para atar su pelo y convertirse en la adorable reina una vez más.

El folclore del Mahabharata de los tamiles tiene otra historia donde me-
diante la ofrenda de sangre a Kali los Pandavas se aseguraban la victoria en la
batalla.

Krishna le dijo a los Pandavas que solo el sacrificio humano perfecto com-
placería a Kali lo suficiente como para asegurarles la victoria en la batalla.
Había tres hombres en el campamento Pandava que eran adecuados como
víctimas: Krishna, Arjuna y Aravan el hijo de Arjuna. Los Pandavas eran
reacios a sacrificar a Krishna, su mentor o a Arjuna, su arquero jefe. Ara-
van acordó ser sacrificado, pero solo si experimentaba el placer conyugal
durante al menos una noche. Ninguna mujer estaba dispuesta a casarse con
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un hombre condenado a morir al cabo de un día. Así que Krishna tomo la
forma de una mujer, la hechicera Mohini, quien se casó con Aravan, pa-
sando una noche con él y lamentándose como una viuda al amanecer cuan-
do fue sacrificado a Kali.

A medida que Kali era asimilada por la religión dominante, se volvía más
‘justa.’ No aceptaba el sacrificio de inocentes como nos informa en la siguiente
historia el Bhagavata Purana.

Al líder de una banda de ladrones le dijeron que tendría un hijo si sacrifi-


caba a Kali a un joven Brahmin que no tuviera defectos en su cuerpo. Los
ladrones recorrieron el campo y encontraron a dicho joven. Su nombre era
Bharata, un devoto de Vishnu-Narayana, que estaba tan absorto en su de-
voción que nunca hablaba y hacia sus deberes en silencio. Los ladrones le
encontraron cuando estaba cuidando los campos de su padre. Lo raptaron,
le dieron un baño y una buena comida. Luego lo cubrieron con cúrcuma y
bermellón, lo llevaron ante la imagen de Kali. Cuando el sacerdote estaba
preparado para sacrificar a Bharata, sucedió algo asombroso. El cuerpo de
Bharata empezó a resplandecer con un brillo espiritual. Este resplandor era
demasiado para que Kali lo soportara. Ella surgió de su ídolo y empezó a
devorar a los ladrones que intentaron ofrecerle este muchacho. Después de
apagar su sed con la sangre de los ladrones bendijo a Bharata y despareció.

El sacrificio preferido era la ofrenda del hijo propio. En muchas imágenes talladas
en los templos de Kali, uno ve a los devotos ofreciendo sus propias cabezas a la
diosa como señal de máxima devoción. Según el folclore, el poeta Kalidasa, cuyo
nombre significa ‘sirviente de Kali,’ adquirió su talento después de ofrecer su ca-
beza a la diosa Kali.

Kalidasa era un simplón cuya esposa no podía tolerarlo. Determinado a ga-


narse su afecto, invoco a Kali ofreciéndole su propia cabeza (o lengua)
como sacrificio. La diosa estaba muy complacida por volver a Kalidasa a
la vida. Luego se lo tragó entero y lo vomitó. Al entrar en el cuerpo de la
diosa, Kalidasa quedó limpio de toda estupidez. Emergió como un poeta
talentoso. Apenas renació de la boca de Kali empezó a componer un himno
de alabanza a la diosa. Pero en vez de describir a la diosa, que ahora era su
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madre, de los pies hacia arriba, empezó a describirla de la cada hacia abajo.
Este acto de irreverencia enojo a Kali que declaró que Kalidasa muriera a
manos de una mujer.

Amansando a la diosa
Cuando Kali consume sangre, queda enloquecida por su sed. Se vuelve salvaje y
mata aleatoriamente. Cuando ocurre esto, los dioses recurren a Shiva y le piden
que la amanse. Porque, solo en su forma mansa puede ser madre. Según una tradi-
ción de un Templo tamil, así es como responde Shiva:

Después de derrotar a los demonios y beberse su sangre, Kali no puede


contener su furia. Continúa matando y destruyendo a todo en su camino.
La estabilidad de los tres mundos está en peligro. Así que los dioses junto
con Brahma y Vishnu piden a Shiva que la pare. Shiva bloquea la marcha
de Kali y la desafía a una competición de baile. ‘Si me puedes superarme
bailando, también puedes cortar la cabeza’ dijo. Kali aceptó el desafío y
volvió a redirigir su furia de la guerra a la danza. Los dioses vieron como
Shiva y Kali danzaban. La tierra temblaba cuando pisoteaban con sus pies.
El sol y la luna se escondieron detrás de las colinas cuando la pareja divina
movía sus manos. El baile continuo durante eones. Ambos danzantes esta-
ban igualados. Kali podía hacer cualquier cosa que hiciera Shiva. Shiva
podía hacer cualquier cosa que hiciera Kali. Ninguno podía dominar al
otro, Entonces, de repente, Shiva levanto su pierna izquierda hasta que su
rodilla izquierda estaba detrás de su oreja izquierda y su pie izquierdo que-
daba sobre su cabeza. Kali estaba a punto de levantar su pierna cuando se
contuvo por su modestia femenina. ¿Como podía adoptar semejante postu-
ra sin exponer sus partes intimas a todo el mundo? Ella sonrió tímidamente
y acepto la derrota. Los dioses saludaron a Shiva como Nataraja, el señor
de la danza. La postura que adoptó se hizo famosa como Urdhva-Nataraja,
la postura con la pierna elevada, que amansó a la Parvati salvaje.

Este cuento intenta resolver claramente el conflicto entre el rol tradicional


de la mujer como ser subordinado al hombre y el rol simbólico de la mujer como
la manifestación de lo divino. Conforme Kali fue progresivamente aceptada como
una deidad de la religión principal, su independencia empezó a amenazar la esta-
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bilidad social que dependía en gran medida de la dominación masculina. Las na-
rrativas fueron tejidas, lo que estableció que no importaba lo poderosa que fuera la
Devi, todavía permanecía subordinada a la forma masculina de lo divino. En el
siguiente cuento, por ejemplo, Kali se avergüenza de la sumisión. La narrativa, la
cual no tiene fundamento escritural, explica la imagen más popular de Kali donde
saca su lengua.

Después de matar al demonio Daruka, Kali se bebe su sangre. La sangre la


volvió loca por su sed. Ando por el mundo matando aleatoriamente. Los
dioses le suplicaron a Shiva que la detuviera. Así que adoptó la forma de
un hombre apuesto y se tumbó en el camino de Kali. Tan pronto como Kali
lo piso, se mordió la lengua avergonzada. Estaba avergonzada por saber
que su sed de sangre le había impedido ver y reconocer a su propio marido.

En las narrativas tántricas, por otro lado, Kali ni saca la lengua avergonza-
da, ni por bochorno, ni pisa a Shiva accidentalmente. Saca la lengua para beber
sangre. Y se sienta sobre él para satisfacer sus deseos eróticos excitados por su
hermosa forma. Kali, en estas narrativas, no es ni defensiva ni apologética a cerca
de su hambre o anhelos sexuales.

Después de matar al demonio Daruka, Kali bebe su sangre. La sangre la


volvía loca por la sed que le daba. Ando por el mundo matando aleatoria-
mente. Los dioses suplicaron a Shiva que la detuviera. Así que adopto la
forma de un hombre apuesto y se tumbo en el camino de Kali. Tan pronto
como Kali lo piso, fue vencida por el deseo. Se sentó sobre Shiva y empe-
zó a hacer el amor con él. Su energía violenta se transformó en energía eró-
tica. Su ardor, que era destructivo, se volvió creativo. Ya no era una asesi-
na; era una amante.

La idea de Kali copulando al aire libre, sentada encima de su marido, no


apelaba a la imaginación popular, la cual estaba dominada por valores patriarca-
les. Una forma más aceptable de la narrativa era volverla a contar en el Linga Pu-
rana.

Después de matar al demonio Daruka, Kali se bebió su sangre. La sangre la


volvió loca por la sed que le daba. Ando por el mundo matando aleatoria-
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Skanda, que al séptimo día de su vida cogió el mando de los ejércitos ce-
lestiales, lanzo un ataque contra Taraka y lo mató en la batalla.

En el Purana, la Devi se ‘casa’ con Shiva y se asegura que se vuelva mun-


dano. Pero en el Tántra, esta idea es expresada más explícitamente. Shiva es vi-
sualizado tan absorto en la meditación que no siente nada del mundo exterior; es
como un cadáver. Nadie se acerca a él por temor a su ira, no sea que lo molesten.
Kali no solo se dirige hacia Shiva, también se sienta sobre él y le fuerza a copular
con ella. De esta manera agita la mente de Shiva y le fuerza a reconocer el mundo
material externo. Esto ha llevado a la siguiente declaración en el Todala Tantra :
‘Sadashiva no tiene energía (sin vida) a menos que Maha-Kali se manifieste.
También es como un cadáver (shava) sin unión con Shakti. Claramente, sin Shak-
ti, el Dios primordial no tiene vida y no puede actuar.’
En la metafísica hindú, el Dios es el principio espiritual y la Devi es el
principio material. Él es espíritu, Ella es substancia. Él es causa, Ella es la mani-
festación. Él es lo divino dentro, Ella es lo divino fuera. Él da su forma, Ella su
significado. Uno no puede existir sin el otro. Si Shiva es Kala o tiempo, Kali es la
fuerza que lo hace girar generando el futuro y devorando el pasado. Esta idea ins-
piró el poema de Svami Vivekananda, ‘Kali, la Madre,’ que evoca la Noche de
Kali como un tiempo de oscuridad que borra las estrellas, mientras que en todas
partes ‘mil, mil sombras de Muerte tiznan y ennegrecen’ esparciendo plagas y
sufrimiento con una loca y jubilosa danza. En la terrible visión del poeta, el terror
es el nombre de la diosa, la muerte es su aliento y la destrucción sigue cada paso,
porque ella es el poder implacable detrás del Tiempo que todo lo consume.

Fuente ambivalente de poder


Puesto que Kali existe al margen de la sociedad en las tierras salvajes, no acepta
ninguna norma social tales como la jerarquía social. En la siguiente narrativa po-
pular de la costera Andhra Pradesh, Kali otorga una bendición a un hombre que
demuestra su merito no por su casta sino por su valor.

El héroe de casta inferior Kattavarayan estaba enamorado de Ariyamalai de


casta superior. Él busco el permiso de su madre, la misma Devi, para se-
cuestrarla. Para probar su determinación la Devi tomo la forma de Kali en
un bosque oscuro y denso. Kattavarayan visitó este bosque sin miedo en su
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corazón. Mató a todos los pájaros y bestias salvajes que intentaron asustar-
le. Incluso mató a los demonios que guardaban el recinto sagrado de Kali,
esta arrojó numerosas armas al héroe determinado, pero este logró esquivar
cada una de ellas. Finalmente, se lo tragó, pero se vio forzada a escupirlo
cuando no pudo soportar sus patadas dentro de su barriga. Convencida de
su amor por Ariyamalai y su determinación a casarse con ella, Kali le dio
permiso para hacer lo que quisiera. Para ayudarle en su aventura, le dio un
tambor mágico, una espada mágica, diversos hechizos y cantos poderosos,
y el conocimiento para cambiar su forma a voluntad. Pero también le ad-
virtió, ‘Recuerda, el precio por quebrantar las normas de la jerarquía de
castas es el empalamiento.’

Sin embargo, la narrativa no rechaza totalmente la jerarquía de castas. Hay


una clara tensión entre la Kali de las tierras salvajes y la Kali adorada por los
miembros de la sociedad.
La indiferencia de Kali hacia las costumbres sociales condujo a la creencia
de que a ella no le importaban los estándares de moral y ética de aquellos que la
invocaban siempre que satisficieran su sed de sangre. Esta creencia hizo de Kali la
patrona de los anarquistas, ladrones y hechiceros. En el Bhagavata Purana , por
ejemplo, hay una narrativa donde una banda de ladrones intenta sacrificarle un
 joven Brahmin a Kali para que su líder consiguiera tener un hijo. En el Adbhuta
 Ramayana, el hechicero Mahi-Ravana intenta sacrificar a Rama a fin de ganarse
la bendición de Kali. En ambas historias, sin embargo, el sacrificio nunca tiene
lugar. En la primera, la refulgencia espiritual del joven Brahmin abrasa la imagen
de Kali, que aparece enfurecida y mata a los ladrones. En la otra, Rama engaña a
Mahi-Ravana para que colocara su cabeza sobre el altar sacrificial y termina sien-
do decapitado por Hanuman. Ambas historias tienen un final feliz donde los ‘chi-
cos malos’ son destruidos y Kali bendice a los ‘chicos buenos.’ Esto indica clara-
mente un intento por acercar a Kali a un marco social aceptable. Se convierte en la
defensora de la rectitud, la destructora de villanos y demonios que en su forma no
parecían diferentes de sus antiguos compañeros, fantasmas y duendes.
A medida que la adoración de Kali se hacia más popular, hubo un esfuerzo
consciente por restringir los rituales a las normas culturales. La practica tántrica
de alejarse de las normas culturales fue rechazada por la sociedad dominante,
mientras que la aproximación védica de adaptar todos los rituales a pie juntillas a
la línea social fue la dominante. En el siguiente cuento popular de Karnataka, Kali
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es totalmente amansada. Como madre, encuentra las travesuras de Tenali Raman
entrañables.

El padre de Tenali Raman era un sacerdote empobrecido pero devoto de


Kali. Un día, estaba demasiado enfermo para ir al templo, así que le dijo a
su hijo que fuera en su lugar. Raman no sabia como adorar a la imagen an-
te él. Puesto que su padre le había dicho siempre que Kali era su madre,
decidió tratar a la imagen como a su propia madre, quien había fallecido
hacia mucho tiempo. Le pregunto qué porque no jugaba con él o le daba de
comer o un baño como habría hecho su madre. Kali quedo tan conmovida
por este inocente despliegue de devoción que se apareció ante él como
Dasha-Mukha-Kali, Kali con diez cabezas. Tan pronto como Tenali Raman
vio a la Kali de diez cabezas, estalló en carcajadas. ‘¿Por qué te ríes?’ le
preguntó Kali, que solía ser saludada cuando aparecía ante los devotos.
‘Tus diez cabezas me hacen preguntarme como te suenas la nariz cuando
estas resfriada,’ replicó el chico. La idea también hizo reír a Kali. Abruma-
da por su afecto maternal, le ofreció a Tenali Raman un regalo: elegir entre
beber la dulce leche de la riqueza o la agria cuajada de la inteligencia.
‘¿Cómo puedo elegir sin haberlas probado?’ le pregunto Tenali Raman.
Kali dejo que Tenali Raman tomara un sorbo de las dos bebidas. Pero antes
de que se diera cuenta, Tenali Raman terminó de beberse ambas bebidas.
‘Estaban sabrosas,’ dijo Tenali Raman con una sonrisa en su cara. Kali mi-
ro al chico que se había burlado de ella con su inocencia. En vez de enojar-
se, sonrió y bendijo a Tenali Raman, que más tarde se convertiría en el
muy querido bufón de la corte de Krishnadevaraya, el gobernante de Vija-
yanagar.

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escuela tántrica de pensamiento, al ser contracultural, prefiere la medianoche y el
cuarto menguante del ciclo lunar para proceder con sus rituales. Típicamente, Kali
es adorada en amavasya  o la medianoche de la luna nueva. Las noches de luna
nueva que caen en martes son especialmente auspiciosas.
La puja de amavasya más importante y elaborada cae en el mes lunar co-
rrespondiente a octubre o noviembre en el calendario occidental. Esta noche de
Kali, más popularmente conocida como Divali, cuando la mayoría de hindúes
encienden lamparas mientras otros realizan sacrificios de sangre, corresponde con
Samhain, un festival de los druidas celtas, un tiempo en donde según la tradición
Wicca el velo entre el mundo material y el espiritual es más fino. La elección de
esta noche para adorar a Kali es apropiada, puesto que Kali es, entre otras muchas
cosas, la diosa de la muerte.

Sacrificio de sangre
Como forma de la Devi que devora la vida a fin de dar vida, Kali tiene un insacia-
ble apetito por la sangre. En Nepal, los devotos que visitan el templo de Dakshina-
Kali regularmente hacen sacrificios de cabras, cerdos, corderos, búfalos e incluso
pollos, palomas y patos a fin de obtener el favor de la diosa. Se les corta la cabeza
o son degollados, y se permite que la sangre fluya hacia la deidad. Cuando fluye
una generosa cantidad de sangre, los hombres arrastran a los animales muertos por
el suelo del templo al aire libre sin techo hasta un matadero cercano. El sumidero
de azulejos blanco lavable y el suelo del santuario quedan desbordados con la
sangre de los sacrificios. En Kalighat en Bengala, se sacrifican cabras a Kali todos
los martes y durante el festival de Divali.
Hace doscientos años, los sacrificios humanos eran comunes en ambos
santuarios hasta que se aprobaron leyes para poner fin a la práctica, pero la creen-
cia de que se puede obtener el favor de Kali a través del sacrificio de sangre sigue
siendo popular incluso en la actualidad. Ocasionalmente, uno oye algo sobre sa-
crificios humanos que son realizados de manera clandestina por personas que con-
tratan los servicios de criminales para que secuestren a sus víctimas. Lo más fre-
cuente es que la gente realice sacrificios simbólicos utilizando vegetales y efigies
de arcilla en lugar de animales o humanos reales.
La bestia sacrificial siempre es macho, nunca hembra. Las cabezas que
constituyen la guirnalda de Kali siempre son de hombres. Esto es así porque es a

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través de la forma femenina que se crea la vida y matar una sería equivalente a
bloquear el ciclo de la vida, algo inaceptable en el culto de la Devi.
Los Upanishads declaran que el universo se compone de los que comen y
de lo que es comido. La Devi como la Gauri o Tripura Sundari o Mangala o Bi-
mala dadora de vida es ‘eso que se come.’ Así pues, la Devi encarna la totalidad
de la existencia.

Limones, chiles y neem


Aquellos que evitan el sacrificio de sangre ofrecen a Kali limones ácidos, chiles
picantes y neem amargo. Tradicionalmente, la comida dulce es considerada auspi-
ciosa y es ofrecida a las deidades. Kali, en su estilo adverso, rechaza todas las
cosas convencionalmente consideradas como auspiciosas y busca lo no auspicio-
so, incluso en la comida. Los limones, chiles y neem son un recordatorio del rol
vital que juegan en nuestras vidas aquellos aspectos del cosmos que generalmente
son vistos con miedo, desdén o suspicacia.

Alcohol y drogas alucinógenas


En las escrituras védicas, el consumo de alcohol, de drogas alucinógenas tales
como el Cannabis Indica  y cierta variedad de hongos es condenado ya que ame-
nazan la estabilidad social. Sirven como componentes integrales del culto a Kali
en particular y de los ritos tántricos en general. Conducen la mente al subcons-
ciente donde yacen todos los deseos y emociones escondidos y reprimidos. Uno
enfrenta visiones sin las restricciones de los grilletes de la biología e ideología.
Todo lo que la sociedad considera inapropiado y no auspicioso es explorado y
experimentado. De esta manera se realiza lo divino cuando la verdad en su totali-
dad es aceptada sin prejuicios.

Cadáveres
Los cadáveres son considerados no auspiciosos y contaminantes, por lo tanto, son
importantes en el culto de Kali. El uso ritual de cadáveres está reservado solo para
sadhakas tántrico muy evolucionados que han logrado altos niveles de consciencia
y son por lo tanto capaces de participar en el ritual sin sentir una excitación mor-
bosa. El ritual normalmente tiene lugar una medianoche de luna nueva que caiga
en martes. Se elige un cadáver reciente, preferiblemente uno que haya muerto en
una batalla o uno que pertenezca a la casta de los guerreros, sacerdotes o comer-
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ciantes. En épocas anteriores, los aspirantes a menudo esperaban río abajo para
recoger los cuerpos que eran echados al río. Para proteger los cuerpos de los seres
queridos, los familiares por lo tanto preferían cremar los cuerpos. El cadáver es
colocado cara abajo y se utiliza su espalda como altar para invocar a Kali. A ve-
ces, la ingesta de carne de cadáveres es practicada por los Aghoras, ascetas de los
crematorios, que han roto todos los lazos con la sociedad y sus convencionalis-
mos. Al tratar el cadáver como un objeto sagrado, el practicante tántrico se ve
forzado a reexaminar sus estándares de lo que es auspicioso y lo que no.

Ritos sexuales
Según el  Brihad Nila Tantra , el acto sexual es un componente esencial del ritual
destinado a invocar a Kali y obtener poderes de ella. Así es como una escritura
describe un aspecto del ritual, mientras aclara repetidamente que el ritual es pode-
roso y que la información debe ser mantenida en secreto:

Ten una joven y hermosa muchacha adornada con diversas joyas. Después
de peinar su cabello, dale tambula para masticar y dibuja dos Hrims sobre
sus pechos, Aim sobre o cerca de su boca y dibuja dos Klims a ambos lados
de sus genitales. Atráela hacia ti por su pelo, acaríciale los pechos y luego
únete. Oh la de pura sonrisa. Recita el mantra 1000 veces, Oh la de dulce
cara. Querida, uno se realiza practicando el rito durante una semana.
Mahesani, recita el mantra no de la manera descrita en los libros, sino co-
mo está escrito en su yoni. Esto traerá mantra siddhi, no hay duda de ello.
Así pues, Devi, la cosa secreta que otorga todos los deseos te ha sido decla-
rada. Uno no debe revelarlo, uno nunca debe revelarlo, Mahesani. Oh Na-
ganandini, a riesgo de tu vida, nunca lo reveles. Es el dador de todos los
siddhis. No puedo hablar de la magnificencia de este mantra. Si tuviera
diez millones de bocas y diez millones de lenguas, aún no podría hablar de
ello, Oh Paramesvari.

El acto sexual generalmente se realiza de forma ilícita fuera del matrimo-


nio con los miembros de castas inferiores, y si se realiza dentro de la casta, enton-
ces con miembros de la propia familia. Por lo tanto, todas las reglas y tabús son
violados en la búsqueda para obtener la bendición de Kali.

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de los centros urbanos, las ciudades de los valles Indo-Sarasvati acomodaron va-
rios sistemas de creencias desde la patriarcal de los Vedas hasta la matriarcal del
Tántra. Señalan a la ciudad de Kalibangan donde los arqueólogos han descubierto
lo que parece ser una serie de siete altares de fuego védicos, mientras que años de
excavación en el mismo sitio han aportado dos estatuillas de diosas. Por el contra-
rio, las ciudades contemporáneas de Mohenjodaro y Harappa fueron centros de un
próspero culto a la diosa, certificado por la recuperación de entre las ruinas de
miles de estatuillas de diosas.
Los sitios arqueológicos de los valles de Zhob y Kulli, en las colinas de
Baluchistán, han revelado culturas campesinas que precedieron a la civilización
del valle del Indo. Estas aldeas aisladas produjeron estatuillas femeninas de arcilla
cocida. La mayoría de interpretes creen que estos ídolos tienen un propósito ritual
y eran con toda probabilidad diosas de la fertilidad. Que las características de es-
tas figurillas bordeen lo grotesco ha llevado a muchos a concluir que estas diosas
estaban destinadas a inspirar horror y pueden haber servido más tarde como proto-
tipo de imágenes de diosas temibles como Kali.
El  Matsya Purana  sugiere que Kali se originó como una diosa indígena
tribal en una de las regiones montañosas inaccesibles de la India, El monte Kalan-
 jara al norte de la India central, y al este de la llanura aluvial del valle del Indo.
Pero debido a la fecha de la composición del Purana, esta evidencia relativa al
lugar de origen de Kali no puede ser tomada como una particularmente fiable.
La evidencia documental más antigua de la adoración de diosas indómitas
e independientes fuera del redil védico procede de la literatura Tamil Sangam fe-
chada en el siglo tercero a.C. a el tercero d.C. Ahí se menciona a Korravai, una
diosa de la guerra y la victoria similar a Kali, a quien le eran sacrificado búfalos y
a cuyos guerreros del bosque, los Marvars, se les exhortaba a realizar suicidio
ritual.

Raíces tántricas
No está claro si las practicas tántricas fueron un rechazo reaccionario de los valo-
res védicos, o si los tabús védicos evolucionaron solo para mantenerse alejados de
la contaminación tántrica. Pero durante el tiempo que la religión tántrica y védica
coexistieron en suelo indio, se influenciaron mutuamente. Los primeros himnos
védicos, datan del 2000 a.C., están teñidos con elementos tántricos, y en el cora-
zón de las escrituras tántricas, fechadas no antes del 600 d.C., yace la sublime
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filosofía metafísica de los Upanishads, que constituyen la culminación del pen-
samiento védico. Sea como sea, hay claros rasgos distintivos entre los dos afluen-
tes del pensamiento hindú. Los Tántras no ven el mundo como maya o una ilu-
sión, como asegura la metafísica védica, sino como la fuente del poder, Shakti. En
el esquema tántrico de las cosas, no es la casta o el genero lo que determina la
accesibilidad a la sabiduría espiritual como en el mundo védico, sino los méritos
de uno a ojos del gurú. Las formas femeninas encarnan el encantamiento y la ten-
tación en la mitología védica, pero en las narrativas tántricas toman la forma de
poderosas deidades intencionales que están al tanto de los misterios de la vida y
que necesitan ser apaciguadas o forzadas para que revelen sus secretos. Esta es la
matriz cultural de la que emergió Kali, un mundo de fertilidad, magia, sacrificio,
la deificación de las fuerzas naturales, el control de mente y cuerpo, y elevadas
especulaciones sobre la naturaleza de la realidad.
Los cultos de Kali o sus manifestaciones son evidentes en los antiguos
textos tántricos. Sus adoradores fueron populares entre los ascetas de los cremato-
rios tales como los Aghoras y los alquimistas-hechiceros errantes de la tradición
Nav Nath, que invocaban a Kali y practicaban yoga a fin de adquirir los ocho
siddhis o poderes ocultos que les permitiría cambiar de forma o tamaño, desafiar
las leyes del espacio y el tiempo, y realizar hazañas milagrosas.
En el  Jayadhratayamala, Kali es identificada con estados de consciencia.
El Nigama-kalpataru y el Picchila Tantra declaran que de todos los mantras el de
Kali es el más grandioso. El Yogini Tantra , el Kamakhya Tantra   y el  Niruttara
Tantra, todos proclaman que Kali es la más grande de todas las formas de la Devi.
En el Nirvana Tantra , se dice que los dioses Brahma, Vishnu y Shiva surgieron de
ella como burbujas del mar, surgiendo y desapareciendo interminablemente, de-
 jando su fuente sin cambios. El Kamada Tantra  declara inequívocamente que Kali
es sin atributos, ni masculinos ni femeninos, pura, y la realidad suprema impere-
cedera conocida en los Upanishads como el Brahman del cual se manifiesta el
universo y al cual regresa.
Los rituales para invocar a Kali, como se documenta en el Kulachudamani
Tantra, Karpuradistotra y  Niruttara Tantra, involucran carne, sangre, cenizas
funerarias, calaveras, alcohol, alucinógenos, cadáveres y sexo, todo lo que era
considerado no auspicioso y contaminante para el orden brahmánico. Estos ritua-
les eran un secreto bien guardado, restringido a aquellos iniciados del orden tán-
trico. Para el resto, Kali parecía una diosa distante que estaba muy alejada de los
valores sociales convencionales y dispuesta a otorgar poder a cualquiera, incluso a
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aquellos con estándares cuestionables de moral y ética, que satisficieran su ansia
de sangre. Este miedo y suspicacia hacia Kali expresado en la literatura popular y
en los textos seculares del periodo medieval, que han sido menos que comprensi-
vos con la diosa, a menudo describen un espeluznante y horrífico retrato de Kali,
exigiendo y demandando sacrificios humanos. Por ejemplo, en la obra de Bhava-
bhuti ‘ Matali
 Matali Madhava,’ escrita en el siglo octavo, la heroína es abducida por
alguien que pretende sacrificarla en el altar de Chamunda a fin de obtener poderes
ocultos.

Surgimiento del teísmo


Después del auge y caída del budismo en la India, el hinduismo sufrió un cambio
radical. El viejo orden védico se colapsó y la nueva forma de espiritualidad vino a
dominar la tierra, una que involucraba la adoración de un dios personal. Tres dei-
dades competían por la supremacía del nuevo orden: Shiva, Vishnu y Mahadevi.
Sus seguidores eran conocidos como Shaivas, Vaishnavas y Shaktas respectiva-
mente. Sus narrativas y rituales fueron registrados en crónicas conocidas como los
Puranas. Uno de esos Puranas, el  Markandeya, contiene el texto fundacional de
todos los cultos hindúes de la Devi subsecuentes. Este libro dentro de un libro es
conocido como el  Devimahatmya, el Sri Durga Saptashati , o el Chandi Patha ,
que describe el triunfo de la Devi como Durga sobre demonios tales como Mahis-
ha, Madhu y Kaitabha y Shumbha y Nishumbha.
Los siete capítulos del  Devimahatmya  describen a Kali brotando de la
frente fruncida de la diosa Durga a fin de matar a los demonios Chanda y Munda,
y a los generales Shumbha y Nishumbha. Aquí, la horrenda forma de Kali tiene la
piel negra, tan colgante y demacrada que apenas oculta sus angulosos huesos. Bri-
llantes colmillos blancos sobresalen de su boca abierta y manchada de sangre,
enmarcando su lengua colgante y roja. Unos ojos hundidos y enrojecidos miran
desde una cara negra. Esta vestida con la piel de un tigre y lleva un Khatvanga, un
cráneo coronando un báculo tradicional asociado con los chamanes y magos triba-
les, uno que sugiere el origen de Kali de entre el feroz pueblo aborigen. En la ba-
talla subsiguiente, se colca mucha atención sobre su boca abierta y dientes rechi-
nantes, con los que devora las hordas de demonios. En un punto, Munda le arroja
miles de discos, pero entran en su boca ‘como muchos orbes solares desapare-
ciendo en la densidad de una nube.’ El capítulo octavo del Devimahatmya descri-
be un retrato incluso más horrible. Habiendo asesinado a Chanda y Munda, Kali
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es ahora llamada Chamunda, y se enfrenta con un adversario infinitamente más
poderoso, el demonio Rakta-bija. Cuando una gota de su sangre caía a tierra, bro-
taba un demonio idéntico. Cuando el terror absoluto se apoderó de los dioses,
Durga simplemente se rio y le dio instrucciones a Kali para que se bebiera las go-
tas de sangre. Mientras Durga ataca a Rakta-bija para que su sangre corra copio-
samente, Kali la lamía ávidamente. Los demonios que nacen del flujo perecen
entre sus dientes rechinantes hasta que Rakta-bija cae drenado y sin vida al suelo.
Puranas posteriores tales como el Shiva,  Linga, Vamana,  Matsya,  Bhaga-
vat  y
  y el  Devi Bhagavata  contienen narrativas a través de las cuales la posición de
Kali dentro del doblez ortodoxo en relación con otras deidades, tanto masculinas
como femeninas, está claramente establecida. En la mayoría de los lugares, es
vista como una forma indómita de Uma-Parvati, la consorte de Shiva y madre de
Ganesha y Kartikeya, que necesita ser amansada por el bien de la estabilidad cós-
mica.
Interesantemente, en Bengala donde los movimientos devocionales de la
fuente principal inspirados por Chaintaya a menudo se cruzan con las creencias y
costumbres tántricas populares, Kali viene a ser identificada con otro dios oscuro,
el pastor Krishna, quizás por un espíritu de sincretismo. Esta tendencia alcanza su
punto máximo en el Tantraraja Tantra , donde se dice que teniendo ya hechizado
el mundo de los hombres, la Devi toma una forma masculina como Krishna y pro-
cede a hechizar el de las mujeres. El Kalivilasa Tantra, una obra bengalí, declara
que Krishna nació como hijo de la dorada Gauri y se volvió negro cuando se exci-
to por pasión. En el Todala Tantra , cada una de las diez Maha-Vidyas, formas de
la Devi suprema, tienen su propia contraparte masculina y aquí se dice que Krish-
na es el esposo de Kali.
A pesar de esto, Kali continuó siendo tratada con ambivalencia por las
tradiciones Brahmánicas ortodoxas, debido a su asociación con los crematorios,
las castas y tribus de intocables, y su afición por la carne, la sangre y el alcohol.

Dentro de lo convencional
La adoración de Kali en la religión convencional tenía poco que ver con su men-
ción en los textos tántricos o las escrituras puránicas, y más con su identificación
con el culto a las diosas de pueblo tales como Bhagavati de Kerala, Yellamma de
Karnataka, Kalu Bai de Maharashtra, Tara de Bengala, Bhadra-Kali de Andhra,
Kalika Mata de Gujarat y Rajastan, y Mari Amman de Tamil Nadu. Es la feroz
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guardiana de las fronteras, el lado oscuro de gama-devi que amenaza con enfer-
medades y desastres a menos que se la apacigüe con sacrificios de sangre, la auto
mutilación, el colgarse de ganchos, caminar sobre el fuego y la ofrenda de galas
nupciales.
Cuando Kali se mueve de los ritos esotéricos tántricos a los santuarios de
los hogares, la idea de la diosa que no tiene en cuenta la ética y la moralidad con-
vencional se hizo desagradable. Hubo un esfuerzo consciente para hacerla cultu-
ralmente más sensible y éticamente más responsable. Así, en la siguiente narra-
ción del Adbhuta Ramayana, las tornas cambian, con las bendiciones de Kali, para
el hechicero que intenta sacrificar a Rama.

Rama alza un ejercito de monos y lanza un ataque sobre la isla-reino de


Lanka para rescatar a su esposa Sita que había sido abducida por el rey
demonio Ravana. Temiendo que Rama tuviera éxito en su misión, Ravana
buscó la ayuda de su hijo Mahi-Ravana, un hechicero. Mahi-Ravana abdu-
ció a Rama y lo llevo a su reino subterráneo con la intención de sacrificarlo
a la diosa Kali. El lugarteniente mono de Rama, Hanuman, siguió a Mahi-
Ravana hasta el templo de Kali, donde se enteró que la diosa no deseaba la
sangre de Rama. Con su ayuda, Hanuman ideó un plan para burlarse de
Mahi-Ravana. Cuando llego la hora del sacrificio, Rama se negó a colocar
su cabeza en el altar, como le había aconsejado Hanuman. ‘Soy un prínci-
pe. Nunca he inclinado mi cabeza. Muéstrame cómo hacerlo,’ dijo Rama.
Mahi-Ravana se vio obligado a demostrárselo. Bajando su cabeza sobre el
altar. Apenas si el cuello de Mahi-Ravana había tocado el altar cuando Ha-
numan apresuradamente se adelantó y corto la cabeza del hechicero. Kali
se bebió la sangre del hechicero y bendijo a Rama y Hanuman. Desde ese
día, Hanuman se convirtió en el guardián de los templos de Kali.

En el siglo diecisiete, la caracterización de Kali experimentó un cambio


radical en Bengala. En lugar de ser visualizada como una bruja esquelética sedien-
ta de sangre, llegó a ser vista como una belleza voluptuosa. Se impulsaron altos
significados espirituales donde su imagen fuese perturbadora. Esta pérdida de fie-
reza tuvo sus raíces en un movimiento devocional popularizado por el tántrico
Krishnanda Agamavagisha, que en su Tantrasara describe por primera vez entre
otras cosas, lo que ahora es la forma estándar de Dakshina-Kali.

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Los devotos empezaron a visualizar a Kali como una ‘madre cariñosa,’
gracias a las canciones del místico Ramprasad Sen (1718-75) que tuvo visiones de
Ella. La leyenda dice que Ramprasad había conseguido un trabajo como contable
con un asesor. Sin embargo, escribía el nombre de Tara, el nombre por el que se
dirigía a Kali, en todos los libros de contabilidad. El empleador se percató de esto
y reconoció a un santo en formación. Ramprasad solía vadear el rio Ganga y can-
tar canciones en honor de la madre divina. Los barcos que bajaban por el Ganga
se paraban para escuchar sus canciones, las personas que iban a morir a orillas del
río le pedían a Ramprasad que cantara para ellos. Pronto se convirtió en el favori-
to del rey. Sus canciones tuvieron un profundo impacto en la cultura local. El san-
to del siglo diecinueve, Ramakrishna, gurú de Svami Vivekananda, a menudo
citaba las canciones durante sus discursos.

¡Oh Madre! Tienes la gran disolución en tus manos;


Shiva yace a tus pies, absorto de dicha.
Te ríes en alto, sembrando el terror
 Arroyos de sangre fluyen de tus extremidades.
Oh Tara, hacedora del bien, el bien de todos, dadora de seguridad,
Oh Madre, concédeme seguridad.
¡Oh Madre Kali! Tómame en tus brazos
¡Oh Madre Kali! Tómame en tus brazos
¡Oh Madre! Ven ahora como Tara con cara sonriente y vestida de blanco;
Como el amanecer desciende en la densa oscuridad de la noche.
¡Oh Madre! ¡Terrorífica Kali! Te he adorado en soledad durante mucho
tiempo.
 Mi adoración ha finalizado; ahora, ¡Oh Madre!, baja tu espada.

Fue a través de las imágenes y canciones de este movimiento devocional


bengalí y la influencia que tuvo en los intelectuales bengalíes que interactuaron
con occidente, tales como Svami Vivekananda y Shri Aurobindo, que Kali se hizo
conocida por todo el mundo. Sir John Woodroffe (1865-1936) también hizo una
gran contribución para entender a Kali, que, a pesar de servir como Juez del Tri-
bunal Supremo en Calcuta durante la ocupación del Imperio Británico, encontró
tiempo para traducir textos tántricos poco conocidos y comentarlos sin la tipica
condescendencia europea bajo el seudónimo de Arthur Avalon.

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 La metamorfosis

L a forma poco convencional de Kali la ha convertido en la figura central de


muchos discursos políticos estratégicos. El más popular de estos fue la pro-
paganda de la Compañía Británica de las Indias Orientales en el siglo die-
cinueve que la hizo la patrona de unos asaltantes de caminos conocidos como los
Thugs. Casi al mismo tiempo, los intelectuales bengalíes cansados de pedir dis-
culpas y defender las prácticas hindúes incluyendo los macabros ritos asociados
con el Tántra y vinculados a Kali, transformaron a la diosa en Bharat Mata, un
poderos símbolo de la patria oprimida que buscaba la liberación del yugo extran-
 jero. En el siglo veinte, el rechazo de Kali a los valores patriarcales la convirtió en
un poderoso símbolo dentro del movimiento feminista. También atrapó la aten-
ción de los escritores de la Nueva Era que buscaban deshacerse del legado judeo-
cristiano-islámico de occidente, y reclamaban el culto a la Devi. La ambivalencia
de Kali ha inspirado la mente creativa y llevado a su incorporación en muchas
obras de ficción, aunque no siempre bajo una luz favorecedora.

La Devi de los Thugs


Entre las ciudades de Allahabad y Benarés, donde la cordillera de Vindhya toca la
orilla sur del sagrado Ganga, en la ciudad conocida como Vindhyachal está el
complejo del templo dedicado a la diosa Vindyavanisi, una forma de Durga. No
lejos de este santuario está el templo de Kalikhoh, que se cree que es el santuario
central de los Thugs que se hicieron infames gracias a los escritos de muchos ofi-
ciales de la Compañía Británica de las Indias Orientales.
Los oficiales escribieron que los Thugs tenían unas respetables vidas so-
ciales, normalmente como artesanos. Pero durante algunas semanas al año se de-
dicaban al sacrificio que era su acto de culto. Operaban lejos del hogar para evitar
ser reconocidos, bandas de entre diez y cincuenta Thugs atraían a las victimas
hacia su muerte a través del engaño. Se unían a los comerciantes y peregrinos, y
los acompañaban hasta que surgía la ocasión de asesinarlos. Cuando llegaba el
momento, el asesino se acercaba a la victima por detrás y la estrangulaba con un
rumal  o pañuelo, al mismo tiempo que susurraba a Kali para que observara. La
siguiente historia fue contada para explicar esta bizarra práctica:

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Cuando Kali se enfrentó al demonio Rakta-bija que podía reproducir clo-
nes de sí mismo de cada gota de su sangre, ella creo de su sudor dos fero-
ces guerreros, Kala Bhairava y Gora Bhairava. Kali le dio un rumal a cada
uno con la instrucción de estrangular a los clones de Rakta-bija para que la
sangre no se derramara por el suelo. Los Thugs eran descendientes de los
dos Bhairavas, que estrangulaban a sus victimas para demostrar su devo-
ción a la deidad de la familia.

Algunos viajeros se salvaban del ataque. Las mujeres, por ejemplo, solían
ser perdonadas en deferencia al genero de Kali. También los ermitaños y artesa-
nos. Los leprosos e incapacitados quedaban exentos ya que los Thugs temían con-
taminarse. Al no querer arriesgarse a represalias de los gobernantes coloniales, los
asesinos nunca molestaban a ningún europeo. La mayoría de victimas preferidas
eran hombres de las castas superiores, ya fueran brahmanes, baniyas (comercian-
tes), o rajputs (guerreros).
En 1826, el coronel Willian Sleeman, administrador civil de Jubbulpore
(Jabalpur) un distrito de la India central empezó a erradicar a los Thugs. Acudió a
los Thugs capturados para aumentar su información sobre la hermandad secreta,
que rompieron su código de silencio a cambio de ofertas de clemencia. Bandas
enteras fueron acorraladas y sometidas a duros castigos. Hacia 1840, alrededor de
3500 Thugs fueron enjuiciados y 500 fueron colgados. Hacia 1858, a excepción
de brotes aislados, el reinado de terror de los Thugs toco a su fin. (Algunos de los
Thugs reformados se volvieron expertos tejedores de alfombras, tan hábiles eran
que una de sus alfombras fue enviada a la reina Victoria para el Castillo de Wind-
sor.)
Aunque la historia de este extraño culto de ladrones ha capturado la imagi-
nación de las personas por todo el mundo, inspirando muchas novelas y películas,
investigaciones recientes de eruditos tales como Stewart N. Gordon han demos-
trado convincentemente que los Thugs no eran ni una orden religiosa ni ningún
tipo de grupo homogéneo y organizado. Los etiquetados como Thugs eran de he-
cho, grupos de soldados merodeadores, tanto hindúes como musulmanes, de di-
versas regiones que robaban y asesinaban no por una compulsión religiosa sino
por motivos económicos y políticos. Sus líderes les ordenaban extorsionar el dine-
ro necesario para comprar armas y pagar a mercenarios para que lucharan contra
los británicos. Muchos de estos soldados adoraban a Kali, no porque ‘les diera
poder por calmar su sed de sangre,’ sino simplemente porque era la patrona tradi-
60
 No diversión.
Quizás esto es lo que ha de ser
Tal es el juego de la existencia.
 Llévame a casa, Madre
Cae la noche
Estoy cansado.
-Ramprasad Sen (siglo dieciocho)

Himno 8
Oh Madre,
Tu das a luz
Proteges
 Matas
 Absorbes todo
Eres la creadora
Eres la Protectora
Eres la destructora
 Me inclino ante ti, Kali
 Amada del Tiempo
Salvadora
Sabia
Tara
Srividya
 Dadora de riqueza
Camino de Liberación
 Hara y Hari te saludan
Y todos los dioses
 Al igual que yo.
-Karpuradi Stotra (siglo diecisiete)

Himno 9
¡Hrim, destructora del tiempo!
¡Srim, personificación del terror!
¡Krim, dadora de bendiciones!
 Madre del Tiempo
77
 Brillante como los fuegos de disolución
 Leonada, Negra, Noche de oscuridad
 Amada del creador
 Liberadora de las ataduras del deseo
Portadora de la luna creciente
 Destructora del miedo, del pecado, del orgullo, en la Edad de Kali
Virginal
 Afectuosa
 Delgada
 Amante del vino
Gozosa
 Reveladora del camino de los Kaulikas
 Reina de Kashi
 Disipadora del sufrimiento.
Te rindo reverencia.
-Adya Kali Stotra (siglo dieciséis)

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Agradecimiento
Este libro está basado en las conferencias y escritos de mi hermano el Dr. Devdutt
Pattanaik. Yo solo he recopilado. Que Kali, la madre oscura, mire esta empresa
con favor.

79
Índice
Introducción…7
La forma…9
Las manifestaciones…15
Los cuentos…25
El culto…41
El origen…49
La metamorfosis…59
La sabiduría…67
Conclusión…71
Himnos…73

80

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