Adela Cortina - La Éticadafelicidadyesrentable
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NOTAS DE LA SECCIÓN
MARTHA ORTIZ GÓMEZ NEGOCIOS
POR MARTHA ORTIZ GÓMEZ Y JORGE MARIO VELÁSQUEZ | PUBLICADO EL 30 DE ENERO DE 2019 Jamie Dimon: liderazgo con solidez y
libertad
La filósofa y catedrática española, Adela Cortina, es una de las voces más autorizadas
para hablar de ética con relación a valores como la justicia o la felicidad y en ámbitos
como la educación o la empresa. Durante 27 años ha sido directora de la Fundación
ÉTNOR, para la ética de los negocios y de las organizaciones. Cortina dialoga con Martha
Ortiz, directora de EL COLOMBIANO y Jorge Mario Velásquez, presidente de Grupo Argos,
en la tercera entrega de la serie Visionarios.
AC: “La ética se dirige fundamentalmente a unir dos valores humanos que son
imprescindibles para vivir: la justicia y la felicidad. A fin de cuentas, la justicia es el tipo de
relaciones que entablamos unos con otros. Por ello, hay que adaptarla a cada uno, porque
no es lo mismo el niño, el adolescente o el adulto.
Un niño puede entender muy bien que somos seres sociables. Para vivir solo pues hay que
ser Robinson Crusoe, pero en cuanto un pequeño está en un entorno razonable, vive
dentro de una familia, un vecindario o una comunidad política, ¿qué es lo que une a unos y
a otros?, el vínculo de la justicia.
Todos nos debemos cosas unos a otros y tenemos una relación recíproca, por lo que los
vínculos que mantenemos entre nosotros tienen que ser justos, porque si el vínculo es
injusto, evidentemente hay una parte que se siente dañada o lesionada, que quiere tomar
venganza.
Uno de los grandes fallos de nuestra época y de muchas otras es el individualismo, que es
el creer que hay seres aislados, que viven a su aire y que un buen día deciden juntarse y
formar una comunidad o una familia. Yo me reconozco como persona porque otros me
han reconocido como tal. Entender que somos seres relacionales, vinculados, que no
somos individuos aislados sino que siempre somos seres en familia, en comunidad,
incluso, en un universo global, es fundamental para entendernos a nosotros mismos (...).
La ética se ocupa de la justicia, en muy buena parte, que es el valor que une a los
ciudadanos, que une a las personas entre sí, y si las sociedades no lo son, después viene
una gran cantidad de desastres”.
JMV: Tendemos a pensar que la justicia es un concepto que proviene del Estado y que es
este el que la debe proveer, pero en la relación de dos individuos, ¿cómo se decide qué es
justo o injusto?
AC: “La justicia es un valor que todos están de acuerdo en cómo se define: es dar a cada
uno lo que le corresponde. El gran problema es decir qué es lo que le corresponde a cada
uno. Ha existido una gran cantidad de teorías —en toda la historia de la filosofía y según
los últimos tiempos—, pero para decidir qué es lo justo es preciso que lo hagan los
mismos afectados por las preguntas por la justicia.
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9/8/2019 Adela Cortina: La ética da felicidad y es rentable
¿Cómo se decide que la ley es justa? Pues en la ética que he venido trabajando en los
últimos tiempos, que se llama ética del diálogo, se trata de que los que están afectados
por las leyes y las normas puedan dialogar sobre si estas les parecen que les benefician,
que les repercuten positivamente o no, y la norma será justa si los afectados por ella
pueden darle su consentimiento después de un diálogo celebrado en las condiciones más
próximas posibles a la simetría”.
AC: “Exactamente, porque si les hablo para tratar de determinar si una norma es justa —
cualquiera, por ejemplo, pagar impuestos—y tengo mucha información y ustedes ninguna,
e intento manipularlos en el diálogo y llevarles a decir lo que quiero que digan, lo que
ocurre al final es que lo que vamos a decidir no es lo justo. Hay que tratar de tener la
misma información posible para el tema que vamos a tratar y poder dialogar en las
condiciones más próximas posibles a la simetría para que ustedes puedan intervenir y yo
también, para que podamos intercambiar argumentos, y para eso es necesaria una tarea
de parte de los intelectuales y de los medios de comunicación que deben informar a la
gente para que pueda dialogar con conocimiento de causa, porque si no, aunque las leyes
las están determinando en el Congreso, a la hora de discutir si una ley es justa, ¿cómo
pueden hacerlo los ciudadanos, si no tienen información, si no saben qué extraños hilos
se están moviendo en torno al asunto? Se necesita estar lo más cerca posible a una
discusión de simetría para poder determinar qué es lo justo, y en este caso, lo justo sería
lo que defienda los intereses que fueran comunes a todos”.
AC: “Está muy lejano, hasta cierto punto, porque Colombia, como muchos otros países, ha
firmado la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948, que cumple 70 años.
Estamos a años luz de proteger los derechos de la Declaración de 1948, pero es verdad
que todos los hemos declarado al decir: ‘todo ser humano tiene derecho a la vida’, ‘todo
ser humano tiene derecho a expresarse libremente, a asociarse, a reunirse, a desplazarse
por un territorio´, que son los derechos de primera generación. Todos tienen derecho a
participar en la vida política, y todos tienen derecho a la salud, la asistencia sanitaria, a la
educación, a la cultura (...) La Declaración de 1948 es lo justo, es una base común, pero
una cosa es la declaración y otro la realización.
AC: “Ese punto es clave, y eso es lo que hizo posible en algún momento el famoso estado
del bienestar, cuando se estableció en los años 70 del siglo pasado en los países nórdicos
y luego en otras naciones, que consistía nuclearmente en decir que efectivamente, las
comunidades políticas tienen que proteger los derechos de sus ciudadanos de primera y
segunda generación.
Colombia es un Estado social de derecho, España también. Esto quiere decir que está
obligado a proteger los derechos de primera y segunda generación de sus ciudadanos,
entonces, claro, hablamos mucho y luego hacemos lo que hacemos. Pero cuando en la
Constitución se dice Estado social de derecho, se refiere a un compromiso no solo del
poder político, sino también del poder social, por el que los ciudadanos vean protegidos
esos derechos.
Yo puedo hablar con ustedes y decir que me gusta más el chocolate y ustedes dicen que
les gusta más el café. Bueno, por eso no vamos a discutir. En la felicidad cada uno tiene
sus proyectos. Unos pueden ser más inteligentes, mejores, peores... nos aconsejamos
unos a otros. Pero la justicia es muy exigente porque cuando alguien dice que algo es
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injusto, no está diciendo solo que a él no le gusta, sino que no debería ser. Hay gente que
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no puede expresarse libremente, por ejemplo, en Venezuela; entonces no solo es que en
Venezuela deberían poder expresarse libremente, sino que tendrían que poder hacerlo
porque es una cuestión de justicia.
Los derechos de primera generación son de justicia, y cuando uno dice que esos derechos
no están respetados en algún país o en algún lugar, lo que tenemos que decir es que es
injusto. Y cuando uno dice que es injusto, está diciendo que hay una exigencia de que eso
cambie. (...) Yo escribí un libro en 1986 que se titula Ética mínima, y lo que quería decir es
que hay unos mínimos de justicia por debajo de los cuales no se puede caer sin caer en la
inhumanidad. En Perú a las migraciones se les llaman ‘poblaciones nuevas’ como un
enorme eufemismo, y dicen que a la gente le gusta vivir así, yo creo que no, pero cuando
uno ve esas invasiones, dice, ‘esto es injusto’. Pero ante la pregunta que me hacías de ¿y
si no hay dinero?, ahí es donde entra la obligación de la política, porque hacer política es
priorizar.
Si hay casos de corrupción, de cohecho, todo ese dinero que se va por ahí, y se va mucho,
pues no se va a la protección de derechos, sino que se va a los bolsillos particulares de la
gente que, además, a poco nos descuidemos están metidos en el negocio del narcotráfico
y tienen relaciones con los poderes públicos. Efectivamente, todo ese dinero es una
injusticia clamorosa, porque tendría que estar al servicio de los derechos de las gentes,
porque es dinero público. Y si todo ese dinero se invirtiera con cuidado, con celo, para que
hubiera una buena atención sanitaria y una buena educación, y para que las gentes
pudieran tener unas viviendas habitables, el mundo cambiaría radicalmente”.
MO: Los ciudadanos pueden pasar de la inconformidad a la exigencia sobre lo injusto pero
si no pasa nada puede llegar la desilusión y la apatía, ¿cómo no perder la esperanza?
AC: “Hay muchos resortes. Lo justo es una exigencia, porque debemos hacerlo. Por una
parte, todo el mundo recurre a lo mismo, que es la educación pero este es un recurso de
largo aliento. Al formar desde la escuela en la que, efectivamente, todos los seres
humanos tienen dignidad y no un simple precio, lo que quiere decir es que tienen que ver
respetados todos sus derechos de primera y segunda generación y que no pueden ser
despreciados; no puede ser que estén enfermos y no tengan una asistencia sanitaria.
Sobre eso hay que educar, comentándolo y degustándolo desde la infancia.
Si una sociedad no tiene una identidad ética de este tipo, la verdad es que no existiría
como tal, sino que hay un conjunto de gente que más o menos se relaciona, pero falta esa
identidad de los valores que es muy importante.
La fuerza de la sociedad civil (colegios, los institutos, los padres, las asociaciones de
vecinos) no se aprovecha lo suficiente, porque siempre pensamos en que los políticos lo
resuelvan todo. Conozco gran cantidad de asociaciones en Colombia; ustedes tienen una
creatividad impresionante. Un día le pregunté a un señor ¿cómo les está pasando esto con
una sociedad tan creativa como la que tienen’, Y me responde: ‘¡Ay doctora!, es que
tenemos muchas iniciativas pero pocas acabativas (Sic)’, y esa frase la puse en un
artículo. Si no, es imposible que la sociedad resulte justa (...) Como decían, la gente ya
está cansada y desesperada después de todas las ilusiones con el proceso de paz. Pero
no se pueden dejar desalentar porque tienen que trabajar para los hijos, y para las futuras
generaciones, que lo que no se haga ahora, lo van a heredar muy mal”.
AC: “¿Se puede transformar la sociedad desde la sociedad civil? Y entonces la pregunta
es: ¿qué compone la sociedad civil? El mundo empresarial y el económico. Así como el
Estado tiene la capacidad de coaccionar para que la gente cumpla las leyes (...) una
empresa que funciona bien, que no es corrupta, sino que establece relaciones con los
ciudadanos y con el Estado, y que es una empresa ciudadana, es una fuente de riqueza
enorme, tanto material como inmaterial.
Y por fortuna, el mundo empresarial ha ido asumiendo una serie de propuestas que
asumen la responsabilidad social corporativa (...) y si funcionara de acuerdo con todas
ellas, las poblaciones estarían mucho mejor porque tendrían mucha más riqueza material
y social; los derechos se verían cumplidos, las gentes podrían trabajar en un ambiente de
distensión y de tranquilidad. Por eso decía el premio Nobel de Economía Amartya Sen que
una buena empresa es un bien público”.
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9/8/2019 Adela Cortina: La ética da felicidad y es rentable
AC: “Me gusta distinguir entre el poder del político y el poder del empresario. Creo que son
dos papeles distintos que no hay que confundir, porque si no, en ocasiones viene el tema
de las puertas giratorias: la persona que primero estuvo en la empresa y luego se pasa a la
política y después de estar en esta última vuelve a la empresa. Estas cosas hay que
diferenciarlas.
Una cosa es el Estado del que forman parte los gobiernos, los legisladores, los jueces, un
ámbito que pertenece al marco estatal que es la maravilla del Estado democrático de
derecho. Pero hay tres poderes en una sociedad: el político, el económico y el ciudadano,
que tienen que trabajar conjuntamente y que cuando lo hacen, las cosas van muchísimo
mejor.
Hace poco llegó a Valencia un barco con inmigrantes de Italia. Lo que me gustó mucho de
aquel acto es que se juntaron los tres poderes: por una parte, la Generalitat nuestra, que
dijo ‘sí, vengan aquí’. Los empresarios se volcaron y fueron al muelle a llevar traductores,
ropa, mantas y se los llevaron a sus barcos para alojarlos. Y los ciudadanos de a pie,
entusiasmados, ofreciendo sus casas y su hospitalidad. Esto ya es una iniciativa, ahora
viene el momento de decir: ¿y cómo se les integra o se les inserta? ¡Que no venga la
explosión de solidaridad y todos contentos y se acabó!. Para mí fue el triunfo de la unión
de los tres, que creo que es fundamental, porque si no, las cosas no van adelante.
Si los políticos van por un lado a sus votos, a sus cohechos, y los empresarios van
únicamente a su máximo de rendimiento y de resultados, y la ciudadanía cada uno a lo
suyo, pues esto no tiene solución, porque claro, efectivamente, siempre hay injusticias;
pobres y vulnerables y nadie se acuerda de ellos. Creo que la sinergia de los tres poderes,
la conjunción de ellos es fundamental para que una sociedad vaya adelante.
Las empresas pueden hacer mucho, inclusive las empresas pequeñas, porque cada quien
tiene su área de influencia, y en el entorno en el que se está, si una empresa no es
corrupta, mejora la relación social, se vuelve una fuente de capital social para la gente,
pero si además es potente, entonces, puede incluso ayudar a que las leyes cambien para
mejorar.
AC: “Es rentable porque en el medio y en el largo plazo, las empresas que actúan
éticamente podrán incrementar también su cuenta de resultados.
Cuando una empresa funciona de una manera no ética, a lo mejor, en el corto plazo puede
ganar una cantidad de dinero considerable, pero cuando hablamos del medio y el largo
plazo, aquellas compañías que funcionan éticamente tienen en cuenta a todos sus grupos
de interés. Nosotros los llamamos los afectados, porque son tocados o perjudicados por
la actividad de la empresa, y en esta ética del diálogo se entiende que las normas son
justas cuando los afectados por ellas están dispuestos a darle su consentimiento (...) Nos
gusta esta palabra porque entendemos que todos los perjudicados por la norma o por la
actividad tendrían que ser consultados. Además entendemos que una empresa inteligente
es aquella que los tiene en cuenta porque intenta generar aliados y no adversarios.
Acuñé una expresión que ha tenido mucho éxito: la responsabilidad social es una
herramienta de gestión, un instrumento de prudencia y una exigencia de justicia. Es una
herramienta de gestión porque para organizar el futuro de la empresa, lo hago desde la
responsabilidad. Un instrumento de prudencia, porque es prudente generar aliados y no
adversarios y si yo consigo que cada vez más los grupos de interés o los afectados estén
de acuerdo conmigo, pues entonces sobreviviré, o tengo probabilidad de sobrevivir más a
mediano o a largo plazo; y además es una exigencia de justicia, porque si usted tiene una
actividad empresarial, debe tratar a sus afectados como seres que son dignos y que
merecen dignidad y no que tienen un simple precio; no se les puede instrumentalizar, no se
les puede maltratar. Claro que ellos necesitan unos servicios y las empresas, en ese
sentido, se los ofrecen, pero son personas que valen por sí mismas”.
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9/8/2019 Adela Cortina: La ética da felicidad y es rentable
ejemplo, este bolígrafo me sirve para escribir pero no vale por sí mismo, y el día que se me
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acabe lo cambiaré por otro o lo tiraré; otra cosa es que me lo hubiera regalado mi madre y
que ella se hubiera muerto y yo lo guardara con mucho cariño, entonces tendría un valor
de afecto para mí.
Aquello que es instrumental se puede intercambiar por un precio como las mercancías,
pero hay seres que no tienen precio sino dignidad, porque valen por sí mismos y por eso
no puedo decir: ‘esta persona ya no sirve para trabajar, entonces vamos a matarla´. Es que
esa persona vale por sí misma” (...) La igualdad en dignidad es la clave de la Declaración
de Derechos Humanos y es lo que hace que los seres humanos no puedan seguir
instrumentalizados, por eso se tienen que conjugar el poder económico, el político y el
ciudadano, para proteger la dignidad de la gente y sus derechos”.
MO: Hemos hablado del primer elemento: la justicia, pasemos al segundo, la felicidad...
AC: “Es el otro lado que habría que hablar con un niño, como lo decíamos al principio.
Todos los seres humanos queremos ser felices. Ahora es cuando viene el problema: ¿qué
quiere decir y en qué consiste? Nos lo llevamos preguntando desde que aparecieron los
primeros hombres sobre la tierra; y es todo menos fácil de contestar. Hay quienes han
entendido que la felicidad consiste en conseguir la mayor cantidad de placer posible.
Otros la han concebido desde la utilidad, lo más útil para la vida personal. Hay quienes han
considerado, como Aristóteles, que la felicidad consiste en lograr aquellas metas que uno
tiene razones para valorar. La felicidad consiste en proponerse metas que puedan ser
ilusionantes, que puedan generarme motivación; tratar de alcanzarlas y conseguirlas”.
AC: “Claro, a diferencia de la justicia que es exigente para todos, en el caso de la felicidad,
más que individual, es personal, porque para mis proyectos de felicidad yo puedo hablar
con otros. ¿Qué hago, estudio filosofía o medicina? y puedo hablar con mis amigos o con
mis padres a ver qué les parece y luego decido yo. Es una decisión personal, mía, pero
dialogada con otros, con todos aquellos que me merecen confianza porque me parecen
personas inteligentes, avezadas, que me quieren y me van a dar un buen consejo. Me
gusta decir que la felicidad es cuestión de la invitación y el consejo, mientras que la
justicia es cuestión de exigencia.
La felicidad es personal porque, al final, tengo que acabar decidiéndola yo. Una vez en
unas elecciones, alguien de un partido político dijo que iba a hacer felices a los españoles
y yo dije: ‘yo por ese alguien no voto, me niego a que un político me haga feliz’, además
esas manías de los políticos de hablar de otras cosas. No. Ustedes (los políticos) hablen
de lo que les toca; ponga las bases de justicia y ya, la felicidad me la negocio yo.
Ahí está el tema de la tolerancia y el respeto, porque si un proyecto de felicidad pasa por
destruir exigencias de justicia de otros, no es admisible. La felicidad es una elección
personal, y la tolerancia consiste en respetar los proyectos de otros, que no son los míos,
pero siempre que no dañen a nadie. Que no siempre es fácil eso de ver si dañan o no”.
AC: “Es un fenómeno muy complejo como todos sabemos, porque tiene muchos lados,
pero creo que las medidas que se acaban tomando, como las dos que has dicho tienen
que ir a la vez. La legislación por supuesto, y entonces hoy en día hay cantidad de
propuestas de leyes de transparencia, gobierno abierto, páginas que publican los sueldos
y bienes de quien entra en un partido político, de tal manera que todos los ciudadanos
puedan interactuar; estas leyes me encantan y me parece que además, hacen muchísima
falta.
Por supuesto, hace falta remachar hasta la saciedad la separación dentro de los tres
poderes: el poder político, el ejecutivo y el judicial, porque el momento en que nos
encontramos con que los jueces están totalmente conectados con los legisladores y, a su
vez, con el gobernante, entonces el juez hace lo que le dice el gobernante, el cual se ha
corrompido.
La gente comete actos de corrupción cuando piensa que es impune, cuando cree que
nadie le va a ver. Hay cantidad de experimentos que se han hecho muy interesantes, que
hablan de que la gente actúa mejor cuando los ven que cuando no los ven. Con lo cual,
cuando alguien entra en actos de corrupción en donde piensa que no lo van a ver, hace el
cálculo: ‘cuánto me costará la multa y cuánto he ganado yo, ¿me compensa o no?’, y
entonces con ese cálculo, decide actuar de manera corrupta. Lo fundamental es acabar
con la opacidad, y por eso las leyes de transparencia son fundamentales. Esto tiene que
venir acompañado de la educación, porque si no, las gentes van a estar intentando si los
ven o no, y cuándo hacer la trampa: una convicción vale más que mil leyes”.
MO: ¿La tecnología y las redes sociales nos están alejando o acercando a esas
soluciones? Aunque el problema nunca está en la herramienta,
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9/8/2019 Adela Cortina: La ética da felicidad y es rentable
Todos estos temas hay que estudiarlos muy bien. Tiene que existir gente experta que nos
explique muy bien en qué consisten y, sobre todo, hay que estar muy atentos a tener unos
principios éticos preparados para que no nos cojan desprevenidos, porque el ser humano
en esto de la ética siempre va retrasado, primero viene la técnica y después se pregunta,
¿ahora qué hacemos?. Pues hay que intentar prevenir”.
JMV: Un gran líder antioqueño, Juan Luis Mejía, ha escrito sobre la “cultura de los
avispados” y cómo esta no puede usarse para transgredir o afectar los derechos de otros.
¿Cómo afianzar el empresarismo como un principio sano de hacer negocios, de crear
habilidades sin tomar ventaja de los demás?
AC: “Un principio muy interesante es el de que siempre vale más la cooperación que la
competición. Además es más inteligente. Cuando alguien tiene como principio
fundamental el competir, caiga quien caiga, genera adversarios y no aliados. Entonces el
avispado que intenta siempre coger el primer lugar, desbancar a los demás, no dejarles
tocar nada, va generando enemigos, va generando personas que siempre están esperando
a ver cuándo está en una situación de debilidad a ver cuándo acaban con él. En cambio, el
que es inteligente, pero sabe cooperar con otros, sabe tomarlos en cuenta, invitarlos a
participar, trabajar también con ellos, vayamos todos juntos, pues ese genera unos aliados
que están dispuestos a apoyarle y entre todos juntos se va más lejos.
Si quieres llegar primero ve tu solo, si quieres llegar más lejos, ve con todos los demás. Me
parece que el que sabe cooperar, el que sabe ganarse voluntades de otros, llega
muchísimo más lejos, además si tiene una mala situación le van a ayudar. Si no, entonces
van a estar esperando a ver cómo le hunden porque ha generado una enemistad enorme.
MO: Usted acuñó la palabra “aporofobia” que la RAE incluyó en el diccionario. ¿Qué
significa tener un nivel de influencia tan alto?
AC: (Expresión de alegría) “Desde el día 20 de diciembre de 2017. Teniendo en cuenta que
la palabra tiene 22 años de vida, no me parece que sea para entusiasmarse, pero lo que sí
me gustó mucho es que el 27 de diciembre pasado, la Fundación del Español Urgente
(Fundéu) la designó como la palabra del año por su capacidad de transformación social.
Lea aquí la primera entrega de VISIONARIOS: Jamie Dimon: liderazgo con solidez y
libertad
CONTEXTO DE LA NOTICIA
MI PERCEPCIÓN
CUANDO LO SIMPLE ES PROFUNDO
Detrás de un portón, sin pretensiones ni aviso, en la ciudad española de Valencia, está la oficina
que alberga la sabiduría de la filósofa, Adela Cortina, experta en la ética del diálogo, quien nos
habla de dos componentes fundamentales en este concepto: justicia y felicidad. Cuando se
entra en contacto con la profesora y su mundo, se siente el afecto de su sonrisa, natural y
completa; se escucha la claridad de la académica que es capaz de transmitir en un lenguaje
sencillo los conceptos más profundos y se observa la coherencia de valores en una oficina
austera, que se llena del aire fresco del final de la primavera que entra por la ventana. En este
ambiente, sus palabras van entrando al alma, calando en una reflexión inevitable sobre la
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9/8/2019 Adela Cortina: La ética da felicidad y es rentable
responsabilidad ante sí mismo y el otro, que se queda con nosotros en el tren de regreso a
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Madrid y, sin duda, en nuestra vida. MO.
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