Introduccion Al Estudio de Administracion Militar
Introduccion Al Estudio de Administracion Militar
Introduccion Al Estudio de Administracion Militar
práctico
Escuela Militar de
Estudios Jurídicos 6
Julio-diciembre2015
SUMARIO
MINISTERIO DE DEFENSA
Cuaderno
práctico
Escuela Militar de
Estudios Jurídicos 6
Julio-diciembre2015
SUMARIO
MINISTERIO DE DEFENSA
DIRECTOR
Francisco Luis Pascual Sarría, coronel auditor
CONSEJO DE REDACCIÓN
Manuel Hernández-Tejero García, general auditor
Jerónimo Domínguez Bascoy, coronel auditor
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REDACCIÓN
Escuela Militar de Estudios Jurídicos
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Sumario
Era una joya; nuestro país había asumido el compromiso de crear y liderar
uno de los cuatro BPC (Building Partnership Capacity) destinados a entrenar a
un Ejército iraquí, potente, pero todavía en fase se reconstrucción después de la
remodelación de que fue objeto tras la pasada guerra y con una preocupante falta
de moral y de «voluntad de vencer». En particular, el BPC de Besmayah, tenía el
reto, marcado en el OPLAN 00071 de CMOPS, consistente en la generación, o
regeneración, de tres unidades tipo Brigada, además de eventuales UOE (Unida-
des de Operaciones Especiales) iraquíes.
Así pues, el formidable campo de entrenamiento citado, el más idóneo de todo
Irak, relativamente protegido de eventuales acciones del DAESH1, no permitía sino
albergar esperanzas, más que positivas, para la Unidad llamada a poner en mar-
cha semejante cometido: un contingente más de 260 hombres y mujeres, formado
primordialmente en torno al Tercio Alejandro Farnesio, 4º de la Legión (incluido
su coronel jefe como jefe de todo el Contingente), con la adición de una potente
Unidad de Ingenieros con 70 efectivos, venida de tierras salmantinas, en calidad
de «Apoyo al despliegue», cuya incesante actividad se convertiría en determinante,
y dos pequeñas Unidades de Operaciones Especiales (desplegadas en la ciudad de
Bagdad y en Tají). A todo lo cual hay que sumar enlaces y puestos concretos ocu-
pados por españoles en los dos Cuarteles Generales (Kuwait y Bagdad).
Pero lo que nosotros vimos, tras una noche desapacible plagada de sentimien-
tos contradictorios, y ya en el frío amanecer de aquel nueve de febrero, era cualquier
cosa menos esperanzadora. Un terreno inhóspito, totalmente desértico, con solo
una edificación habitable: una sobrecogedora casa azul construida, sin duda, en
pleno acceso de algún tipo de delirio, otro grupo de casas en estado de semi-ruina,
un autobús que parecía sacado de algún film norteamericano de los años 50, y…
nada más. Por supuesto nadie vino a recibirnos, y (aún) no teníamos intérpretes.
Para entonces también sabíamos, sin género de dudas, que la total ausencia
de Acuerdos HNS con Irak no tenía viso alguno de solucionarse.
De hecho, ya desde Almería, había mantenido una comunicación constan-
te con el asesor jurídico del mando del Componente Terrestre de la Coalición
(CJFLCC), coronel JAG Craig E. Merutka, y sabía que el último borrador, sobre
«mínimos», y tan solo en materia de cesión de terrenos e instalaciones, que Es-
tados Unidos había sometido a la consideración del primer ministro iraquí, no
había prosperado.
La consecuencia es que, por no tener, no teníamos reconocido ni el derecho
a estar dónde estábamos, al menos por escrito. Pero desde un punto de vista más
práctico, no sabíamos ni por dónde empezar: ni teníamos acuerdos a fin de que
se nos proporcionasen los recursos más básicos, ni tampoco un régimen claro con
conocido en todos los círculos militares y políticos como DAESH, que viene a ser un acrónimo de
Al-Dawla Al-Islamiya Al-Iraq Al–Sham. Este vocablo, íntimamente relacionado con una expresión
peyorativa que podría traducirse como «El que siembra la discordia», es el que utilizaremos también
aquí. El rechazo a tal término por parte de los yihadistas es tal, que han amenazado con cortar la
lengua a todo aquel que lo pronuncie.
Ramón S. Candil Muñoz 7
2 Lo único que palió nuestra perplejidad fue la visita, a los pocos días de nuestra llegada, del
general de Brigada Ghika (UK), segundo jefe del CJFLCC, quien compartió, con naturalidad, todas
nuestras iniciales carencias (eran los tiempos en que había que consumir la comida, limitada a racio-
nes de combate norteamericanas, a la luz de linternas frontales, o de que no quedase otro remedio
que dormir en el suelo). Con una extraordinaria educación e inteligencia, nada habituales, y con un
no disimulado asombro por nuestros rápidos progresos, volvió dos veces más y siempre nos apoyó y
estuvo a nuestro lado, creándose un lazo de aprecio recíproco con todos los componentes de la Uni-
dad, muy difícil de olvidar.
3 La postura española fue trasladada al CSNU tan solo cinco días más tarde, por vía de nuestra
representación diplomática en Naciones Unidas que, en su Nota 236, hacía constar textualmente lo
siguiente: España manifiesta su satisfacción por la adopción el pasado viernes 15 de agosto por el Conse-
jo de Seguridad de Naciones Unidas de la Resolución 2170 (2014), en la que se aborda el enorme riesgo
que suponen para la región y para la Comunidad Internacional las organizaciones terroristas, Estado
Islámico de Irak y el Levante (EIIL) y el Frente Al Nusra, afiliado a Al Qaeda, que operan en Irak y
Siria. De hecho nuestro país, dada la magnitud del peligro potencial que representaba la expansión del
DAESH, ha querido que nuestra aportación fuese una de las más importantes. La comparecencia del
ministro de Defensa en el Congreso y la aprobación parlamentaria de la Operación se saldaron con
un apoyo prácticamente unánime (22 de octubre de 2014).
«Inherent resolve» 2015 (Irak): el despliegue de una operación militar sin
8 cobertura HNS. Lecciones aprendidas
La paz formal que siguió a la Segunda Guerra Mundial, y sobre todo las
circunstancias impuestas por la guerra Fría, hicieron que las Fuerzas aliadas se
mantuviesen más tiempo del previsto en el territorio de los países derrotados.
En ese momento ya nadie defendía una «soberanía territorial» a ultranza que,
conquistada en el Renacimiento, e impulsada por la revolución francesa con-
forme al diseño averroísta del moderno estado absoluto: rex imperator in regno
suo est (fruto de la reinterpretación de ideas aristotélicas llevada a cabo por au-
tores como Dante o Marsilo de Padua), jamás hubiera permitido a las unidades
militares en un país extranjero invocar el privilegio de extraterritorialidad que
comporta la «ley de bandera». Es entonces cuando se inicia la firma de nume-
rosos Acuerdos de Cooperación Militar y de Ayuda para la Mutua Defensa,
destinados a arropar la presencia de las Fuerzas de Estados Unidos en más de
70 países del globo terráqueo. Y esto es lo que hizo nacer una red de acuerdos
o instrumentos jurídicos destinados a regular el Estatuto de tales Fuerzas ins-
taladas en un país que no es el suyo, y que han venido a denominarse Status Of
Force Agreements o SOFA.
La creciente importancia de los SOFA. se ha visto más enfatizada, si cabe,
por la evolución de la doctrina militar que ha convertido en indispensable la
creación de Unidades de Acción Rápida, flexibles y proyectables a zonas de
conflicto. Y la situación es siempre la misma: Fuerzas militares estacionadas
en un país extranjero y necesitadas de un SOFA que, acordado con el país an-
fitrión, regule todas las materias legales que ello comporta, desde la entrada
por la frontera de tales Fuerzas hasta su grado de inmunidad penal ante las
autoridades judiciales locales, pasando por un sinfín de cuestiones fiscales, mer-
cantiles, laborales, etc.
Con lo ya dicho, se desprende la existencia de dos tipos de SOFA totalmente
diferentes: en primer lugar, el acordado con países aliados, cuya única finalidad
es proceder a un reparto de cargas en el terreno logístico, al tiempo que establecer
unas pautas de equilibrio en todos los temas que puedan suponer una merma de
la soberanía del país anfitrión (el ejemplo paradigmático no es otro que el llama-
do SOFA OTAN de 1951).
Otra cosa muy distinta son los SOFA que se acuerdan con países objeto de
una Operación de Gestión de Crisis. Aquí la finalidad cambia: de lo que se trata
Ramón S. Candil Muñoz 9
4 Por ejemplo, muchas de las previsiones del SOFA acordado en Dayton, pueden verse repro-
ducidas, en idénticos términos en el SOFA aplicable a las tropas de OTAN en la operación de ISAF
(International Security Assistance Force), vigente hoy, veinte años después de Dayton.
5 Para los más interesados véase: Candil Muñoz, R. S. (2012), El papel de la Alianza Atlántica en
la reconstrucción de la antigua Yugoslavia. Un análisis de las claves políticas, jurídicas y militares del
proceso de paz en los Balcanes, (2008), Dykinson, volumen nº 3 de la Colección del Instituto Univer-
sitario de Estudios Europeos de la Universidad CEU- San Pablo, Madrid.
«Inherent resolve» 2015 (Irak): el despliegue de una operación militar sin
10 cobertura HNS. Lecciones aprendidas
2.2.A. Concepto.
El apoyo puramente logístico que puede prestar una nación a una Fuer-
za extrajera instalada en su territorio, es una materia propia de los SOFA, si
bien por sus especiales características y complejidad ha ido adquiriendo cierta
autonomía.
El MC 334 (MC o Military Committee no es otra cosa que el órgano ejecu-
tivo del CAN, o Consejo de la Alianza), en su revisión de 1999, nos brinda una
definición que estimo que no necesita ser traducida:
HNS is a civil and military assistance rendered in peace, emergencies, crisis,
and conflict by a host nation to allied forces and organizations which are located on,
operating through the host nation’s territory6.
Tal autonomía llega hasta el punto de que con el tiempo ha sido dotado de
unos instrumentos normativos (siempre acuerdos políticos) específicos e incon-
fundibles7.
¿Qué ocurre cuando se trata de convenir esta materia con un país no estric-
tamente aliado? Recordemos que en estos casos, la finalidad del SOFA, y por
LSM (Logistic Staff Meeting), perteneciente a la SNLC (Senior NATO Logisticians Conference),
decidió crear, en su reunión de 29 de enero de 1992, un grupo de trabajo que estudiase y definiese
los Principios y la Política que debía regular el Apoyo de la Nación Anfitriona o HNS (Host Na-
tion Support). Este Grupo (HNSWG o Host Nation Support Working Group), presentó finalmente
sus conclusiones que serían aprobadas el 7 de marzo de 1994, por vía del MC 334, y bajo el nom-
bre de «NATO Principles and Policies for Host Nation Support», «documento vivo» que requeriría
periódicas actualizaciones.
7 Los instrumentos normativos que permiten poner en práctica un apoyo HNS, con independen-
cia del marco en que se esté activando, pueden ser, principalmente, cuatro, los dos primeros de uso
polivalente, y los dos siguientes específicos de HNS:
a. Los MOU. (Memorándums of Understanding) o Memorándums de Entendimiento, que, des-
pués del SOFA, constituyen la piedra angular sobre la que, por definir el marco general, debe-
rán girar todos los acuerdos de desarrollo sectoriales.
b. Los Acuerdos Técnicos, o Technical Arrangement (TA), en el que se identifican las necesidades
específicas que va a requerir la presencia de la Fuerza militar en el lugar de que se trate
c. Los Planes de Apoyo Conjuntos o Joint Host Nation Support Plans (JHNSP), que contiene las
normas y procedimientos a seguir en el desarrollo de los TA.
d. Los Joint Implementation Plans o Agreements (JIP o JIA) que constituyen la herramienta de
trabajo más conocida ya que su mayor detalle, desarrollando los TA y los JHNSP, garantiza la
total viabilidad del apoyo logístico.
En la práctica, a estos cuatro instrumentos, podríamos añadir los contratos privados locales que
la Fuerza visitante utiliza para hacerse con determinados bienes y servicios de poca entidad.
Ramón S. Candil Muñoz 11
tanto del tratamiento del HNS, no es otra que minimizar la injerencia de las leyes
locales en la operación. Pues bien, aquí de lo que se trata es de que el apoyo HNS
sea el menor posible, considerándose lo ideal que el Estado que envía la Fuerza
militar prescinda por completo del apoyo HNS (Host Nation Support).
La razón se nos antoja meridianamente clara y siempre gira en torno a
la escasa fiabilidad que ofrece el país objeto de la operación militar. En el caso
de Irak por ejemplo, la Fuerza multinacional no puede hacer depender el éxito
de su misión del apoyo que le preste un país sometido a posiciones políticas
potencialmente mutantes y con dependencias de países que ni son aliados ni
comparten la necesidad de una Coalición en tierras iraquíes (Irán). Se trata
entonces de que la Fuerza militar se lleve consigo todos aquellos recursos que
pueda necesitar.
No obstante reducir la materia HNS a mínimos, tales como apoyos esporá-
dicos y excepcionales, y desde luego suprimirla por completo en el territorio del
país no aliado, es cuando menos un ejercicio de pura ingenuidad. Y ello porque
hay aspectos que la Fuerza jamás podrá llevarse consigo, y son:
1. Los aeropuertos y puertos que la Fuerza va a tener forzosamente que
utilizar para entrar en la zona, y ello incluye todos los servicios que será
preciso activar en los aeródromos y en los muelles.
2. Las Unidades militares tendrán que contar con la anuencia de las
autoridades locales para realizar modificaciones en la infraestruc-
tura del país anfitrión, en beneficio de las misiones asignadas a la
Fuerza militar y será igualmente imperativo acordar que ocurrirá
con tales modificaciones cuando la intervención militar se dé por
concluida.
3. Los recursos más elementales: el agua potable y la energía eléctrica. Sería
un disparate planificar una operación de estas características, que puede
durar años, con buques-aljibes, plantas potabilizadoras, y, aunque po-
sible, tener que contar siempre con grupos electrógenos repartidos por
doquier.
4. Por último, una obviedad esencial: el suelo. El suelo no es nuestro; las
Unidades habrán de desplegarse, y muy raro será (por no decir imposi-
ble) que el suelo, de titularidad pública o privada, pertenezca a los países
que conforman la Fuerza militar. Exactamente igual va a ocurrir con
las instalaciones que habrán de servir para dirigir la operación y como
centro de vida del personal. Habrá que acordar lo necesario para que las
mismas sean cedidas a Unidades militares, en calidad de apoyo logístico,
cuya ausencia resultaría sencillamente impensable.
tos, es preciso negociar y firmar los anexos que contemplen los pormenores de las
cuestiones más delicadas del SOFA.
Con tales anexos sí tendremos un cuerpo normativo, quizás no muy estruc-
turado ciertamente, pero que en la práctica, y a la larga, se ha mostrado tan
indispensable como eficaz para que la Fuerza militar no haya tenido problemas
insalvables a la hora de abordar las diferentes misiones impuestas.
Efectivamente, muchas de las prerrogativas, aun estando concedidas, suelen
constituir meros enunciados programáticos apenas aplicables sin la remisión a estos
anexos; estamos pensando en lo concerniente a materias tales como el complejo, a
la par que razonable, proceso que en cooperación con la nación anfitriona, cubre
nuestra responsabilidad patrimonial (Claims Annex); en el necesario acceso a terrenos
e instalaciones públicas y/o privadas para fines militares (Facilities Annex); en todo
lo que comporta la inmunidad judicial en la esfera penal (Legal Annex); en el anexo
referente al régimen de compras y contratos (Purchasing and Contracting Annex); en
lo relativo a contratos laborales concertados con personal local, y su régimen de la
Seguridad Social (Labour Annex); en el caso de Irak, quizás en algo relativo al cruce
de fronteras con Siria si las mismas no estuvieran controladas por el DAESH, y desde
luego a las conectadas con Turquía y Kuwait (Customs and Border Crossing Annex);
en los problemas de movimientos y control aéreos (Air Annex); en el uso de los puer-
tos (Ports Annex); en la retirada de las minas e IED, preferiblemente por Fuerzas lo-
cales (Mines Annex); en el apoyo sanitario a prestar por hospitales locales a personal
militar, en casos excepcionales (Medical Annex), etc.
Anexos todos ellos, que, en definitiva, tendrían por finalidad otorgar a lo
estipulado una razonable viabilidad práctica. Y la experiencia ha demostrado que
donde más importancia cobra el haber alcanzado acuerdos sumamente pormeno-
rizados, es en todo aquello que constituye el HNS.
9 No en vano todas las referencias que hagamos en cursiva a la hora de analizar el estado actual del
tratamiento de algunas de las prerrogativas que «no tenemos», lo serán con referencia a los tres docu-
mentos señalados.
10 «… grants the temporary operational control of the Site without rental compensation».
11 «… shall furnish, without charge, electricity, potable water, and sewage treatment».
12 «… shall have the right, during the existence of the MoU, to make alterations and additions, inclu-
ding, but not limited to grade, condition, installing drainage facilities, place gravel or hard stand, attach
fixtures, erect improvements and structures or signs, and remove all obstructions which may constitute a
hindrance, in or upon the Site».
«Inherent resolve» 2015 (Irak): el despliegue de una operación militar sin
14 cobertura HNS. Lecciones aprendidas
13 Asumir un Acuerdo Internacional no normativo de CJFLCC, por estar bajo su control opera-
tivo u OPCON, es lo mismo que ya ocurrió cuando asumimos similares Acuerdos de SACEUR en la
antigua Yugoslavia, Kosovo y Afganistán, con base al mismo OPCON, y sin tramitación alguna por
vía de DIGENPOL.
Ramón S. Candil Muñoz 15
los 7.300 norteamericanos y a los que hay que aunar a los procedentes de más
de doce países), está llevando a que gran parte de la población, y a muchas fac-
ciones políticas con presencia en el Parlamento, demuestren una clara posición
anti-americana, y por extensión anti-coalición. En estas condiciones de rechazo,
totalmente confirmadas por nuestra inteligencia, facilitar el despliegue de tropas
terrestres, con la publicidad que conllevaría la firma de acuerdos de apoyo logísti-
co a la intervención, debe ser lo último que desea el Gobierno iraquí14.
Por último esta Irán. Su intervención por vía del envío de milicias de vo-
luntarios chiitas, y del entrenamiento de la Hizbulá libanesa, igualmente chiita,
en el propio suelo iraquí, resultó ser determinante para lograr la recuperación
de Tikrit. Pero Irán ha condicionado mantener su apoyo en la lucha contra el
DAESH a que Irak prescinda, de forma absoluta, del apoyo de la Coalición, in-
cluyendo los bombardeos que, sin solución de continuidad, se deciden en la Strike
Cell en Bagdag (por cierto, con la intervención crucial del LEGAD norteameri-
cano, a efectos de evitar daños colaterales y salvaguardar bienes culturales prote-
gidos por la LOAC)15.
Pero si tales bombardeos pueden ser asumidos, en su día, por la propia
Aviación iraquí, la presencia de la Coalición podría ser innecesaria, siempre que
Irán mantenga su apoyo en el combate. Así las cosas, la firma de acuerdos que
respalden la actual intervención, parecerían un contrasentido y un error político
porque, si bien supondría una mejora (innecesaria) de sus relaciones con EEUU,
podría irritar al improvisado aliado iraní16. He aquí otra razón para explicar la
inactividad de las autoridades iraquíes en el tema que nos ocupa.
14 Por ejemplo, las acciones CIMIC no están previstas en la operación, pero lo llamativo es que,
aunque en algún momento se decidiese afrontarlas para otorgar mayor transparencia y legitimidad a
Inherent Resolve (en ese sentido hay una SOP norteamericana: Civilian Casualty Mitigation and Res-
ponse Procedures, que prevé ayuda médica a civiles locales damnificados por acciones del DAESH),
lo más probable es que se tornasen del todo inviables, desde el momento en que, a nivel mediático,
nadie parece tener interés en reconocer públicamente el actual despliegue de tropas de la Coalición
dentro de Irak.
15 No es menos cierto que Estados Unidos ha hecho lo propio, vinculando su apoyo aéreo a la
no intervención de tropas iraníes, sabedora de que su presencia en Irak puede ser peligrosa para la
relativa hegemonía de Arabia Saudí en el Golfo. En definitiva, lo que está reapareciendo es el peligro
fundamentalista de la mano de Irán y que Sadam Hussein conjuró en la guerra de los ’80.
16 «En esta controversia de intereses nosotros somos meros espectadores, y quizás… tan solo ma-
rionetas» son palabras, tan lúcidas como valientes, pronunciadas por el coronel jefe del Contingente,
D. Julio Salom Herrera, en una conferencia de actualización política y militar, dirigida a todos los
miembros del BPC de Besmayah, el 30 de mayo de 2015.
«Inherent resolve» 2015 (Irak): el despliegue de una operación militar sin
16 cobertura HNS. Lecciones aprendidas
17 El Canje de Notas tuvo lugar entre la Embajada del Reino de España en Bagdad (referencia
española 2014/61) que presentó las suyas el 1 de diciembre de 2014, y el Ministerio de Asuntos Exte-
riores de la República de Irak (10040/62/-/11) que las firmó el 3 de diciembre del mismo año.
Ramón S. Candil Muñoz 17
mientras tanto no hay nada que nosotros podamos invocar desde un plano estric-
tamente legal18.
Los SOFA suelen adoptar fórmulas bastante elásticas para asegurar esta
cuestión porque, como bien se comprende, la necesidad de un lugar para vivir y
trabajar es algo que no admite discusiones: El Gobierno (…) proporcionará a la
OTAN «a título gratuito» las instalaciones que necesite para preparar y ejecutar la
Operación.
Aunque hay que decir que este sistema presentaba en la antigua Yugoslavia,
bastantes fisuras y propiciaba muchos desacuerdos por causa del citado «a título
gratuito». Hasta el punto de que, finalmente, tuvo que ser rectificado por vía del
«Facilities Annex» correspondiente, reconociendo que, por lo que se refería a las
edificaciones o terrenos Private Owned (de titularidad privada), «IFOR contrata-
rá directamente con el tenedor real de la instalación o terrenos privados». Contrato
que, como bien se entiende, solo puede versar sobre una cosa: el abono de una
renta o canon.
En Irak, a falta de cualquier previsión sobre esta materia (recordemos que
el Land Use MoU propuesto por Estados Unidos nunca dejó de ser un mero bo-
rrador) sobra toda discusión no solo sobre sobre el carácter gratuito antes citado,
sino sobre el derecho en sí mismo a ocupar terrenos o instalaciones. Nuevamente,
todo depende del azar, o de la predisposición de la autoridad iraquí correspon-
diente.
Es por ello que la primera medida que adoptamos al llegar a Besmayah fue
la de concertar una reunión con el general responsable del Besmayah Range Com-
plex, acompañados del teniente coronel jefe del Batallón norteamericano. Y la
misma, hábilmente manejada por el coronel jefe de nuestro Contingente, no pudo
arrojar mejores resultados; el citado general comprendió perfectamente la situa-
ción, y sin necesidad de concertar acuerdo alguno, se comprometió a permitirnos
libertad absoluta en «nuestro» perímetro (control táctico e instalación de check-
points incluidos), obviamente sin abonar cantidad alguna, así como a asumir
18 Tampoco hay que olvidar las restricciones que pueden surgir, y de hecho surgen, del otro lado
de la frontera, y en las que subyace, no tanto de la ausencia de una franquicia aduanera aplicable al
material afecto a la Operación, como de la existencia de una aduana común para el territorio de la
Unión Europea, que, como es obvio, no puede ser franqueada por mercancías diferentes al material
propio de la operación militar. Se trata de todas aquellas mercancías ajenas al material oficial que se
envía por paquetería, o que acompañan al militar en su regreso definitivo al país de procedencia, y
respecto a las cuales debían de entrar en juego las leyes aduaneras vigentes, unificadas a raíz del el
Acta Única Europea en 1996. Aun así, en la práctica, países, como por ejemplo Francia, hasta hace
poco solían soslayar la legislación comunitaria y aplicar solamente sus leyes nacionales, aprovechando
que el cruce de fronteras intracomunitarias se reducía a un avión militar que aterrizaba directamente
en suelo francés. Pero algo semejante pasa con respecto a España cuando se trata de un avión militar
(supuesto más usual) y que, como es natural, porta los correspondientes NATO Travel Order, por
razón del sobrevuelo de países pertenecientes a la Alianza.
«Inherent resolve» 2015 (Irak): el despliegue de una operación militar sin
20 cobertura HNS. Lecciones aprendidas
las obras que tendríamos que llevar a cabo dentro del mismo, que comprendían
la demolición de algún edificio. Además nos facilitó la persona adecuada que
(por razones de seguridad) habría de servir de intermediario para todos nuestros
contratos de recursos locales. A partir de ahí, no solo ha respetado su palabra,
sino que ha afrontado una labor de cooperación y apoyo mutuo del todo satis-
factorias, y que ha acabado por fraguar una auténtica relación de camaradería y
amistad entre los oficiales iraquíes y los españoles. Pero, qué duda cabe, que todo
podría haber sido muy diferente…
Por lo que se refiere a las posibles compensaciones con motivo del repliegue
y del cese en el uso de la instalación, dentro de tres años, o dentro de seis meses
(tal es la indefinición actual acerca de la duración de la misión), a día de hoy es
todo un misterio que nadie se ha atrevido a poner sobre la mesa.
Por lo que se refiere a los contratos que las Unidades militares pueden con-
certar en ZO, al amparo de un marco legal creado a tal fin, vamos a soslayar los
que tienen por objeto complementar el HNS (servicios públicos indispensables
como agua y energía eléctrica), y los que, ligados al ámbito CIMIC (a día de hoy
inexistente en Irak) podrían ser gestionados para facilitar obras de reconstruc-
ción nacional, con fondos de la UE o del Banco Mundial.
Vamos a centrarnos en los que puedan revestir dos modalidades por lo de-
más muy básicas, pero que aquí, las necesidades de crear una Base los han hecho
muy frecuentes: los contratos directos con proveedores de bienes y servicios, y los
de carácter laboral con personal local, o LCH (Local Civilian Hired).
Empezando por los primeros, lo que tendríamos que tener es una previsión
tal como: La OTAN podrá contratar directamente con proveedores de bienes y ser-
vicios sin tener que pagar impuestos ni derechos al no estar los mismos sujetos al
pago de impuestos sobre la compraventa ni a otros gravámenes…
Además en algún sitio debería constar lo que se denomina una Tax Exemp-
tion For Supplies or Service, destinada a eximir al proveedor de aquellos impues-
tos equivalentes al IVA europeo, justificando su impago por parte del adquirente
(nosotros). Aunque tal exención suele ser exigible solo en la adquisición de bienes
o servicios por un valor superior a una determinadas cantidad (el equivalente en
moneda local a 120 € es lo habitual).
Pero como ya sabemos, nada de eso está acordado, y la alternativa es bien
fácil: aplicar la legislación española. El Texto Refundido de la Ley de Contratos
del Sector Público (aprobado por R. D. Legislativo 3/2011, de 14 de noviembre),
en la redacción que le fuera otorgada con fecha de 15 de julio de 2014, establece
en su Disposición Adicional Primera, cómo ha de llevarse a cabo la «Contrata-
ción en el extranjero». Aunque su regulación es parca, constituye una útil herra-
mienta para afrontar legalmente estos contratos, y entre sus particularidades está
la de prescindir de la fiscalización previa a cargo del interventor en ZO y la de
Ramón S. Candil Muñoz 21
19 Por ejemplo, se ha consignado que el contratista y los trabajadores podrán ser requeridos para
rellenar un test destinado a evaluar su propia capacidad de discreción en materias oficiales, así como para
firmar un documento de lealtad a las Fuerzas militares de la Coalición, extremos estos a los que quedarán
obligados en cualquier momento durante la vigencia del presente contrato, por estrictas razones de seguri-
dad. Igualmente se ha establecido que tal «documento de lealtad» deberá contener una manifestación
aproximada a lo siguiente: «Me comprometo solemnemente a desempeñar con toda lealtad, con discreción
y en conciencia, las funciones laborales que me sean confiadas como trabajador de la Fuerza militar que me
ha contratado y también me comprometo solemnemente a no solicitar ni aceptar instrucciones con respecto
a mis cometidos laborales que provengan de autoridades que no sean las del BPC I de Besmayah».
Ramón S. Candil Muñoz 23
20 De 14 de abril de 2003, las notas fueron del entonces embajador de España en Kuwait Álvaro
Alabart, proponiendo el texto del Estatuto, y del vice-primer ministro y ministro de Defensa, Jeque
Jaber Al-Mubarak Al-Harnad Al-Sabah, aceptando los términos propuestos (BOD nº 115, de 18 de
junio de 2003).
21 Primero fue la delegación holandesa que, en la Conferencia Legal de la Coalición que tuvo
lugar los días 21 y 22 de enero de 2015 (Tampa, Florida), anunció su renuncia a incorporarse a la
Operación (un BPC en la vanguardia al nordeste del país) si no se les reconocía el derecho a la libertad
de movimiento con armas por todo el teatro, cuya ausencia consideraban inaceptable. Finalmente
desistieron.
También el Reino Unido se expresó en parecidos términos, pero, lejos de apartarse han manteni-
do muchos puestos en los Cuarteles multinacionales (tanto en el CJTF como en el Componente Te-
rrestre, los segundos jefes son generales británicos), y recientemente están intentando colocar perso-
nal suyo en los BPC y Advise & Assist sites, para involucrarse en actividades counter-ied. También se
han conocido reuniones entre el ministro de Interior iraquí Mohammed Al Ghabban, y el embajador
británico, Frank Baker, en la que se ha abordado un posible adiestramiento de unidades iraquíes, que
suponemos que, si bien lo es al margen de la Coalición, sería coordinado con ella.
«Inherent resolve» 2015 (Irak): el despliegue de una operación militar sin
24 cobertura HNS. Lecciones aprendidas
6. BALANCE
22 La exención alcanzaría a los Landing Fees (canon de uso de las instalaciones del aeropuerto);
Aircraft Operating Fees (uso de las instalaciones de control de tráfico aéreo, cuando el aeropuerto es
explotado por una compañía privada), y Passenger Fees (procesos de seguridad de los pasajeros). No
obstante habría que abonar los Handing Fees o costes por el aterrizaje del avión, apoyo de ordenación
en tierra, agua, electricidad y escaleras.
Ramón S. Candil Muñoz 25
23 En calidad de anécdota, pero llena de hondo significado, hay que señalar como cincuenta in-
tegrantes del BPC, con fecha de 1 de abril del presente año, fuimos distinguidos por la División Ae-
rotransportada 82nd del Ejército de los Estados Unidos, previa aprobación del comandante en jefe
del Ejército de Tierra norteamericano, con la concesión del distintivo SSI-FWTS (Shoulder Sleeve
Insignia-Former Wartime Service): Más conocido como «Parche de combate», este distintivo tiene
por base el reconocimiento de la «participación activa o en apoyo a operaciones terrestres de combate
en el exterior, contra fuerzas hostiles, durante las cuales, se estuvo expuesto a la amenaza de la acción
enemiga o al fuego directo o indirecto». Es un honor que solo con determinados requisitos se concede
al personal norteamericano, y muy raramente a personal ajeno a las Fuerzas Armadas de EEUU.
«Inherent resolve» 2015 (Irak): el despliegue de una operación militar sin
26 cobertura HNS. Lecciones aprendidas
25 Esta figura ya fue ensayada en el mando subregional de la OTAN en Madrid. En un primer
momento se trató de un suboficial licenciado en Derecho (Andrés Muñoz Mosquera) que posterior,
e inesperadamente, sería elegido para ocupar un puesto de muy alto nivel en la estructura legal del
SHAPE, en Bruselas. Adicionalmente, el «paralegal» puede ser también útil a la hora de negociar a
acuerdos tales como MOU o TA con entidades iraquíes.
«Inherent resolve» 2015 (Irak): el despliegue de una operación militar sin
28 cobertura HNS. Lecciones aprendidas
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA:
LIBROS.
AAVV. (s.f.) Law and Military Operations in the Balkans, 1995-1998, Les-
sons Learned for Judge Advocates, bajo el cuidado de David E. Graham, Center
for Law and Military Operations (CLAMO) Judge Advocates General’s School,
Charlottesville (Virginia).
Casajus Aguado, S. (2001), «El Régimen de la contratación», en AAVV,
Lecciones de Derecho Militar Operativo, Ministerio de Defensa (Centro de Publi-
caciones de la Secretaría General Técnica), Madrid.
Corrales Elizondo, A. (2001) «Algunos problemas actuales sobre la res-
ponsabilidad patrimonial del Estado en el ámbito militar, penal y administrati-
vo. Consideración especial de la originada en operaciones internacionales de las
Fuerzas Armadas», en AAVV, Lecciones de Derecho Militar Operativo, Ministerio
de Defensa (Centro de Publicaciones de la Secretaría General Técnica), Madrid.
Naert, F. (2007), ESDP in Practise: Increasingly Varied and Ambitious EU
Security and Defence Operations, en AAVV M. Trybus & N. White (eds.): Euro-
pean Security Law, (PART II), Oxford University Press, Oxford.
I.- INTRODUCCIÓN
1 De Estrada, Juan Antonio. Población General de España, sus reinos y provincias, ciudades,
villas y pueblos, islas adyacentes y presidios de África. Tomo II. 1768. Madrid. Imprenta de D. An-
drés Ramírez. La edición consultada se corresponde al Servicio de Publicaciones del Excmo. Ayto.
de Melilla (Fundación Municipal Sociocultural y Biblioteca Nacional. Melilla 1995. Introducción y
Edición Vicente Moga Romero.
2. Misiones del ejército de tierra: operaciones de apoyo a autoridades civiles en
34 la comandancia general de melilla
2 Arqués, Enrique. Las Adelantadas de España. Las plazas españolas del litoral africano del me-
todo frente al Portugal de Juan II cuyos intereses atlánticos interferían con los
españoles. Los monarcas decidieron anexarlas a Castilla obteniendo una bula
papal, la segunda Inter-Coetera, fechada el 4 de mayo de 1493, llamada de parti-
ción, porque dividía el océano en dos partes, mediante una línea de polo a polo
(un meridiano, aunque con algún sesgo), que se trazaría a 100 leguas al oeste
las islas Azores y Cabo Verde. Las tierras al occidente de dicha línea serían para
Castilla y las del oriente portuguesas.
Comoquiera que los portugueses no aceptaran la división papal empezó
una negociación diplomática entre Castilla y Portugal. El acuerdo se plasmó en el
Tratado de Tordesillas, firmado el 7 de julio de 1494 (Tratado africano) que divi-
dió la costa atlántica a Portugal a cambio del control del comercio mediterráneo.
Igualmente España necesitaba asegurarse el control de las rutas comerciales que
desde el interior de África traían a la península metales preciosos.
En el Tratado Africano, portugueses y castellanos, dividen el reino de
Fez para futuras conquistas y regulan los derechos de pesca y navega-
ción por la costa atlántica africana, asegurándose los castellanos los
territorios de Melilla y Cazaza y la pesca hasta el cabo Borjador. El
pacto para Castilla tendrá un valor extraordinario ya que ese trata-
do delimitaba la zona de futura conquista y expansión del cristianismo
hispano frente al Islam en el norte de África, objetivo prioritario de la
monarquía española.
«… e de voluntad e mandamiento de los dichos señores rrey e rreyna de Cas-
tilla e de Araçón e çétera e del dicho señor rrey de Portuçal …puedan aver e
çanar las villas de Melilla e Caçaça de los moros e las puedan tener e tençan
paja si para sus rreynos seçund de yuso será contenido».
Como manifiesta el Dr. Remiro Brotons, el Gobierno español ha sostenido
que los peñones de Vélez de la Gomera y de Alhucemas, forman parte de España
desde su misma4 constitución como Estado, antes de la existencia de Marruecos
como entidad política y las islas Chafarinas, fueron ocupadas en 1847, cuando se
encontraban abandonadas y despobladas, siendo el ejercicio de la soberanía so-
bre esos territorios permanente y efectivo y lo que es más importante reconocido
por los diversos Tratados firmados por España y Marruecos.
1.- Tratado de Paz y Comercio firmado en Marrakech el 28 de mayo de 1767.
En el artículo 15 del mismo se establece que «Todo cristiano o renegado que se
refugie en los presidios o a bordo de los navíos o embarcaciones de S.M.C., queda
libre; así como todo mahometano o renegado que en los puertos de España se refugie
en las embarcaciones de guerra de S.M.I.»
Aparecen ya las primeras menciones a los Presidios, denominación origi-
naria que se dio a las posesiones del norte de África, incluidos los dos citados
peñones.
Respecto de la regulación interna de las islas y peñones hay que decir que
sobre ellos ha predominado el régimen castrense.
La «Ley de 18 de mayo de 1863» por la que se declararon puertos francos los
de Ceuta, Melilla y Chafarinas, quedando libres de derechos y arbitrios de todas
clases. De esta forma, se ponía a disposición de los territorios un instrumento
legal básico para aprovechar su situación geográfica privilegiada.
Dicha situación se mantuvo hasta la promulgación de la «Ley Provincial de
1882», en que los dos peñones y las islas Chafarinas, junto con Melilla, pasaron a
integrarse en la provincia de Málaga.
A partir de 1912 y con la instauración del Protectorado, por los avatares
militares de la época pasaron a depender del alto comisario en Marruecos, autori-
dad que si bien solía recaer en un militar en activo dependía administrativamente
del ministro de Estado.
Dicho alto comisario actuó con una cierta indefinición administrativa hasta
1927, en que producida la pacificación por «Ley de 31 de octubre de 1927» se
creó una circunscripción única en la que el alto comisario tenía las funciones de
gobernador civil de los territorios.
La «Ley de 17 de mayo de 1952», por la que se regulaba el régimen jurídico
de las corporaciones locales, preveía la constitución en los destacamentos de cor-
poraciones locales.
Esta situación venía determinada por el hecho de la existencia de población
civil en dichos destacamentos. Así en el censo de 1960:
VÉLEZ DE LA GOMERA
Población de derecho: 39 habitantes.
Población de hecho: 152 habitantes.
ALHUCEMAS
Población de derecho: 20 habitantes.
Población de hecho: 139 habitantes.
ISLAS CHAFARINAS
Población de derecho: 90 habitantes.
Población de hecho: 239 habitantes.
2. Misiones del ejército de tierra: operaciones de apoyo a autoridades civiles en
40 la comandancia general de melilla
La diferencia entre una y otras cifras como manifiesta Dionisio García Fló-
rez 5, se debe a que en la población de hecho se incluía la guarnición militar.
Si bien esta situación se produce a partir de la pacificación y la fundación
a primeros de los años treinta de la ciudad de Villa Sanjurjo (Alhucemas) que
despobló el peñón de Alhucemas y Torres de Alcalá que hoy mantiene pese a la
independencia dicha denominación que despobló el cercano peñón de Vélez.
Anteriormente a dicha situación según autores, la población de los peñones
estuvo entre las trescientas y las quinientas personas y la de las islas Chafarinas
llegó a las tres mil quinientas. Población que conociendo las condiciones de vida
existente es a todas luces desproporcionada.
La «Ley de 22 de diciembre de 1955 sobre régimen económico y financiero
de Ceuta y Melilla» proclama en su base primera la «soberanía y nacionalidad
plena e inalienable de estos territorios y sus dependencias». Según su base tercera
serán a efectos aduaneros puertos francos.
El «Decreto de 21 de marzo de 1958» en el que se ampliaban las disposi-
ciones relativas a la limitación de adquisición de propiedades por extranjeros en
Vélez de la Gomera, Alhucemas y Chafarinas.
El «Decreto nº 487, de 25 de febrero de 1965» divide el litoral español en
provincias y distritos marítimos, incluyendo en el litoral de las islas y peñones
en la región sur mediterránea: «el litoral de los territorios de soberanía corres-
pondientes a… islas Chafarinas, peñones de Vélez de la Gomera y Alhucemas».
Este Decreto venía a sustituir al Decreto de 22 de marzo de 1946 dictado por el
Ministerio de Marina y al Dahir de 25 de abril de 1946, dictado por la Adminis-
tración Pública del Protectorado, en el que se hacía la división del litoral de dicho
Protectorado en intervenciones y distritos militares de Marina.
El Decreto de 1965 fue sufriendo diversas modificaciones, por «Decreto
de 14 de diciembre de 1973» y por Real Decreto de 3 de mayo de 1977 o 4 de
noviembre de 1988, pero que no han afectado al litoral de las islas y peñones.
En particular en el Decreto de 1973 se recoge como integrantes de la provincia
marítima de Melilla, el litoral de Melilla, así como el de los peñones de Vélez de
la Gomera, Alhucemas y Chafarinas. Dicho Decreto debe ser puesto en conso-
nancia con la «Ley 10/1977 de 4 de enero de Reglamentación española sobre su
mar territorial».
La «Constitución Española de 1978» en su artículo 69 señala que el Se-
nado es la cámara de representación territorial. En su número 3 hace refe-
rencia a la representación de las provincias insulares y en el número 4 a las
poblaciones de Ceuta y Melilla. Así pues no se hace mención alguna a las islas
y peñones de soberanía, toda vez que en las mismas no existe censo de pobla-
ción y más aun actualmente no hay población permanente en las mismas ni
civiles ni militares.
5 García Flórez, Dionisio. Ceuta y Melilla: Cuestión de Estado. Ciudad Autónoma de Melilla.
(es decir las islas de Mar y Tierra en el archipiélago de Alhucemas y las islas del
Congreso y rey Francisco en el archipiélago de Chafarinas.
A mayor abundamiento el territorio comprensivo de las islas y peñones de
soberanía dependientes de la Comandancia General de Melilla se encuentran ins-
critos en el «Registro de la Propiedad de Melilla» como propiedad del Estado,
obtenida por derecho de conquista afectos al Ramo Ejército, en el caso de las tres
islas comprensivas del archipiélago de las Chafarinas y la isla de Alhucemas, la
isla de Tierra y la isla de Mar. Por otro lado consta que el peñón de Vélez de la
Gomera está inscrito de igual manera en el «Registro de la Propiedad de Ceuta».
6 Lacleta Fernández, José Manuel. Las aguas españolas en la costa africana. Semana de Estudios
que preconiza la jurisprudencia del T.s. puede y debe ser considerado como tal (Po-
licía Judicial).
En dicho auto se reconocía igualmente el carácter de agente de autoridad
en su ámbito, y otorgando por tal hecho el uso de una embarcación rápida que
desde la Comandancia General de Melilla se interesó, al amparo del artículo 374
del Código Penal.
Este hecho no es asilado en el ámbito de esta Audiencia ya que la misma
catalogación se ha dado al personal militar destacado en islas y peñones por parte
del Juzgado de Instrucción nº 4 de Vélez Málaga, quien cedió a la Comandancia
General de Melilla el uso de una embarcación semirrígida, por mediación de la
Unidad combinada de vigilancia aduanera de Málaga, en virtud de lo dispuesto
en el artículo 374. 1.3ª, mediante auto de fecha 22 de marzo de 2011, dictado en
Diligencias Previas nº 488/2011.
El Juzgado de Instrucción nº 2 de Melilla igualmente en Diligencias Previas
nº 565/2011 cedió el uso a dichos fines de la embarcación semirrígida marca AS-
TEC, matrícula española nombre «La Hiena».
Más recientemente el Juzgado de Instrucción nº 1 de Almuñécar (Grana-
da) igualmente otorgaba el uso de la embarcación MUIDEN considerando a las
fuerzas militares como «Policía Judicial encargada de la represión del tráfico ilegal
de drogas».
BIBLIOGRAFÍA
2 «ROE are directives issued by competent military authority to delineate the circumstances and
limitations under which its own naval, ground and air forces will initiate and/or continue combat
engagement with other forces encountered». Lorenz, F.M., (2000), Standing Rules of Engagement:
Rules to Live By, Marine Corps Gazette, Volume 80, Issue 2, 1996.
3 EJÉRCITO DE TIERRA (1999), Glosario de Términos Militares (DO2-005). Dirección de
terly, nº 8 .
5 Por «Asesor Jurídico» (ASEJU) o «Legal Advisor» (LEGAD).
6 Martineau, F. (2004), «The Rules of Engagement in Ten Questions», Doctrine, nº 4.
Miguel Alía Plana 55
y los mecanismos de implementación en casos concretos. Son los siguientes, que ge-
neralmente se redactan en inglés en ámbitos conjunto-combinados:
1. Plan de Operaciones.
2. Orden Preparatoria.
3. Orden de Operaciones.
4. Orden Complementaria o Fragmentaria.
8 Joint Staff (1999), document CJCSM 3122.03A, Joint Operation Planning and Execution Sys-
6.- ANEXOS.
Anexo I:
Anexo II:
Ejemplos de mandatos.
Las siguientes ROE han sido autorizadas para uso del personal militar armado
de la misión:
ROE 1 — Nivel de Fuerza.
ROE No. 1.1: Se autoriza el uso de la fuerza, hasta e incluyendo fuerza mor-
tal, para auto defensa o en defensa de personal de la misión contra acciones hostiles
o intento de acción hostil.
ROE No. 1.2: Se autoriza el uso de fuerza, hasta e incluyendo fuerza mortal,
para defender personal internacional contra un acto hostil o intento de acción hostil.
62 3. Reglas de enfrentamiento (i): documentos y procedimientos operativos
ROE No. 1.3: Se autoriza el uso de fuerza, hasta e incluyendo fuerza mortal
para resistir un atentado de secuestro o detención a su persona u otra personal mi-
sión.
ROE No. 1.4: Se autoriza el uso de fuerza, hasta e incluyendo fuerza mortal
para resistir un atentado de secuestro o detención a personal internacional.
ROE No. 1.5: Se autoriza el uso de fuerza, hasta e incluyendo fuerza mortal,
para proteger las instalaciones, áreas o bienes de la misión, designados, contra actos
hostiles.
ROE No. 1.6: Se autoriza el uso de fuerza, hasta e incluyendo fuerza mortal,
para proteger instalaciones, equipos, áreas o bienes claves, designados, contra actos
hostiles.
ROE No. 1.7: Se autoriza el uso de la fuerza, hasta e incluyendo fuerza mor-
tal, para defender a un civil necesitado de protección contra actos o intentos hostiles,
cuando las autoridades locales competentes no se encuentren en posición para rendir
asistencia inmediata.
ROE No. 1.8: Se autoriza el uso de fuerza, hasta e incluyendo fuerza mor-
tal, para prevenir el escape de cualquier persona detenida o arrestada, pendiente de
traslado a las autoridades civiles apropiadas. En caso de una necesidad de actuar
en auto-defensa, se autoriza el uso de la fuerza, hasta e incluyendo fuerza mortal.
ROE No. 1.9: Se autoriza el uso de la fuerza, hasta e incluyendo fuerza mor-
tal, contra cualquier persona o grupo que limite o intente limitar la libertad de mo-
vimiento de los miembros de la misión.
ROE 2 — Uso del Sistema de Armas.
ROE No. 2.1: Se autoriza el uso de explosivos para destruir armas, municio-
nes, minas, y artefactos sin explotar, en el curso del ejercicio de desarme.
ROE No. 2.2: Se prohíbe apuntar con el arma indiscriminadamente en direc-
ción a cualquier persona.
ROE No. 2.3: Se prohíbe descargar las armas en circunstancias que no sean de
entrenamiento organizado o como se autoriza en estas ROE.
ROE No. 2.4: Se autoriza descargar un arma en señal de advertencia.
ROE No. 2.5: Se autoriza el uso de equipos y agentes antidisturbios.
ROE No. 2.6: Se autoriza el uso de láser para inspección, medición de distan-
cia y blancos.
ROE 3 — Autorización para Cargar Armas.
ROE No. 3.1: Se autoriza llevar armas personales cargadas.
ROE No. 3.2: Se puede llevar, en vehículos de la ONU, pero escondido de la
vista del público, armas de mano de apoyo, tales como ametralladoras, morteros
ligeros y armas de mano anti-carros.
Miguel Alía Plana 63
persona que cree o amenace crear malestar social, con probables consecuencias para
la vida o propiedad.
Anexo III:
1. GENERALIDADES.
1. Negociación Verbal y/o Prueba Visual. Se debe hacer todo esfuerzo para
advertir a un probable o verdadero agresor antes que el personal militar de la misión
responda con fuerza. El objetivo es detener toda actividad hostil.
2. Fuerza Desarmada. Si el paso anterior no tuvo éxito, entonces, donde sea
posible, se utilizará el mínimo de fuerza desarmada.
3. Armas Cargadas. Debe intentarse hacer uso del efecto visible y audible de
cargar y/o montar las armas, para convencer a cualquier agresor que si no detiene la
actividad agresiva, la situación puede terminar en la utilización de la fuerza mortal.
4. Fuerza Armada. Si todos los pasos anteriores, incluyendo el uso de la fuer-
za desarmada, resultaran ineficaces, y no hay más recurso disponible, se puede uti-
lizar la fuerza autorizada por las ROE. Una advertencia final se debe hacer de la
siguiente manera:
• Verbalmente (en idioma local, que es el idioma común en el AOR) «DE-
TÉNGASE O DISPARO» o visualmente mediante una señal o por ilumi-
nación (ejemplo: luces de bengala manuales, o con reflectores).
• Esta advertencia se repite en el lenguaje regional o dialecto, según el
caso.
• La advertencia verbal o visual debe repetirse cuantas veces sea necesario
para asegurarse que se entendió y acató la advertencia (por lo menos
tres veces).
3.1. Sin Previo Aviso. La única circunstancia que permite abrir fuego, sin se-
guir la secuencia de advertencia, es el ataque, tan inesperado que un momento de
duda produciría la muerte o lesiones graves al personal de la misión o a aquellos que
se encuentran bajo su protección, tal y como se especifica en las ROE.
3.2. Durante el Fuego. El arma de fuego debe usarse bajo control y no indiscri-
minadamente. Si fuese posible, deberá realizarse un solo tiro, apuntando a una parte
no vital del cuerpo para no matar. El fuego automático debe utilizarse únicamente
como última opción. Debe tratar de evitarse el daño colateral.
3.3. Después de Disparar. Después de disparar cualquier arma, se deben to-
mar las siguientes acciones:
1. Ayuda Médica. Toda persona herida debe recibir los primeros auxilios a la
mayor brevedad, cuando puedan suministrarse sin poner en peligro otras vidas.
2. Registro y documentación. Los detalles del incidente deben registrarse y
documentarse en el oportuno parte, con expresión de los siguientes extremos:
• Fecha, hora, y lugar donde se hizo fuego.
• Unidad y personal involucrado.
• Sucesos que precedieron al fuego.
• Motivo.
66 3. Reglas de enfrentamiento (i): documentos y procedimientos operativos
• Objetivo.
• Armas disparadas y el número de disparos efectuados.
• Resultado aparente del fuego.
• Un esquema del escenario del incidente e imágenes fotográficas de cual-
quier daño ocurrido en el lugar.
3. Informes. Después de dar cuenta inmediata del incidente de fuego, la infor-
mación anterior y la situación actual debe remitirse a través de la cadena de mando,
al comandante de la misión y a la oficina central de las Naciones Unidas a la mayor
brevedad.
4. REGISTRO Y DETENCIÓN.
3. Puede hacerse uso de la fuerza, según las ROE, para prevenir que un de-
tenido escape, sin que la fuerza aplicada sea jamás mortal, salvo en caso
de legítima defensa durante la evasión.
4.4. Tratamiento de los Detenidos. Los detenidos no serán sujetos a privacio-
nes, torturas, humillaciones, maltrato o abusos. Debe proporcionárseles alimenta-
ción, refugio y atenciones médicas. Se les aplicarán los mismos derechos que se les
reconoce por la ley española. La persona detenida debe ser informada de modo que
pueda comprender, de los hechos delictivos de los que se le acusa y de las razones que
han dado lugar a su detención, así como de los derechos que le asisten, especialmente
de los siguientes:
1. Derecho a guardar silencio y a no declarar si no lo desea, a no contestar
alguna o algunas de las preguntas que le planteen, y a manifestar que
solo declarará ante el juez competente.
2. Derecho a no declarar contra sí mismo y a no confesarse culpable.
3. Derecho a designar libremente abogado y a pedir que asista a actos de
declaración y que intervenga en cualquier reconocimiento de identidad
de que sea objeto. Si el detenido o preso no designara abogado, se le de-
signará uno de oficio de acuerdo con lo establecido en el SOFA.
4. Derecho a que se informe al familiar o persona que desee, sobre el hecho
de la detención y el lugar de custodia en que se halle en cada momento.
5. Derecho a que las circunstancias anteriores se comuniquen a las autori-
dades nacionales del detenido.
6. Derecho a ser asistido por un intérprete de forma gratuita si el detenido
no comprende o no habla el castellano.
7. Derecho a ser reconocido por el médico forense competente o su susti-
tuto legal.
8. Si se trata de un menor de edad o incapacitado, se informará de los he-
chos a las autoridades nacionales del país anfitrión; si fuera posible, a
quienes ejerzan la patria potestad, la tutela o la guarda de hecho del me-
nor y, si no se las encontrase, se informará inmediatamente al Ministerio
Fiscal español y a la autoridades del país anfitrión, de acuerdo con lo
establecido en el SOFA.
Anexo 5:
upon discovery and reported up the chain of command. Supplemental ROE mea-
sures that may be required due to changes in the operational situation or otherwise
may be submitted in a ROE Request Message (ROEREQ). This includes requests
for ROE requested but previously denied, new or additional ROE. The procedures to
request, authorize and implement ROE are set out in Reference A.
6. DISSEMINATION. The GFOR ROE will be appropriately classified to
allow dissemination to all Troop Contributing Nations (TCN). The full ROE and
use of force guidance contain sensitive material, publication of which could harm
GFOR operations.
7. SOLDIER´S CARDS. Soldiers may carry a Soldier’s Card issued by the
COMLCC or national authorities. Troop Contributing Nations (TCN) may issue
translations of the Soldier’s Card.
8 TRAINING. GFOR personnel must be trained on these subjects
9. ESCALATION OF FORCE.
a. Civilian Casualties. Civilian casualties remain a critical problem in this
conflict. IJC established escalation of force procedures to ensure GFOR troops use
the minimum force necessary to accomplish the mission without unnecessarily ris-
king the lives of our force or the local populace.
b. Considerations and Self-Defence. Commanders must carefully consider
both the tactical and strategic implications of our actions. To be clear, commanders
retain the right of self-defence of themselves and their troops. Nothing in this order
or its supporting documents should be construed as abandoning that right, particu-
larly where military necessity demands a certain course of action and that course of
action is proportional to the threat encountered.
d. Tactics. Tactical commanders must consider when small unit fire and ma-
noeuvre, or withdrawal, will better accomplish the strategic and operational goals
for GFOR, while achieving the tactical goals of engaging the enemy and protecting
the force. As such, commanders will scrutinize and limit the use of force like close
air support against residential compounds and other locations likely to produce ci-
vilian casualties in accordance with the aforementioned tactical directive. Similarly,
GFOR personnel performing force protection roles will know, practice, and apply
escalation of force procedures in their daily duties. Adherence to these rules will be a
critical step towards developing the trust and confidence of the local people.
e. Incidents and Investigations. Should an escalation of force incident occur,
the commander will immediately assess the event. The COMESPDIV will deter-
mine that the incident resulted in the damage or loss of civilian property or severe
injuries or death of civilians, before initiating an investigation.
f. Reporting Requirements. Any escalation of force incident requiring an in-
vestigation will be back-briefed in detail to the first General Officer in the Chain of
Command.
10. OTHER CONSIDERATIONS. The missions outlined below will only be
undertaken pursuant to authorised implemented ROE:
72 3. Reglas de enfrentamiento (i): documentos y procedimientos operativos
(1) The safety of GFOR or Persons with Designated Special Status (PDSS)
is threatened.
(2) Property belonging to GFOR or Property with Designated Special Status
(PRDSS) is threatened.
(3) The passage of GFOR, Persons with Designated Special Status (PDSS),
or Property with Designated Special Status (PRDSS) is blocked and in his judg-
ment, the use of armed force or warning shots is not at that time necessary.
f. Targeting. See Annex «Targeting and Joint Fires2».
g. Civilian Law Enforcement. Civilian law enforcement is not a GFOR
function. However, GFOR may provide support to the local governments.
h. Prevention of Serious Crimes. If authorised by implemented ROE, appro-
priate measures, up to and including the use of deadly force, may be used to prevent
serious crimes in the following circumstances:
(1) GFOR forces may use minimum force to protect Persons with Designated
Special Status (PDSS).
(2) GFOR may use minimum force against an individual who commits, or
is about to commit, an act which endangers life, or is likely to cause serious bodily
harm, in circumstances where there is no other way to prevent the act.
(3) The on-scene commander may detain persons who commit or are about to
commit an act that endangers life or is likely to cause serious bodily harm.
(4) All suspected serious crimes must be reported through the chain of com-
mand.
i. Hostage Taking Situations. Hostage taking situations will be resolved
within the rules of self-defence and implemented ROE.
4. EL CONCEPTO DE MÍNIMA GRAVEDAD EN
EL DELITO DE ABUSO DE AUTORIDAD DEL
ARTÍCULO 106 DEL C.P.M.
El artículo 106 del Código Penal Militar (en adelante CPM) castiga al su-
perior que tratare a un inferior de manera degradante o inhumana con una pena
de tres meses y un día a cinco años de prisión. Viene este delito encuadrado en el
capítulo II, bajo la rúbrica «Abuso de autoridad», dentro, a su vez, del Título V
del Libro II del CPM, donde se regulan los «Delitos contra la disciplina»1. El con-
delito de abuso de autoridad en los artículos 45 y siguientes. En lo que atañe al presente estudio basta
4. El concepto de mínima gravedad en el delito de abuso de autoridad del
76 artículo 106 del c.P.M.
reseñar que el artículo 47 castiga al superior que tratare a un subordinado de manera degradante,
inhumana o humillante, o realizare actos de agresión o abuso sexuales, será castigado con la pena de
seis meses a cinco años de prisión, pudiendo imponerse, además, la pena de pérdida de empleo, sin
perjuicio de las que correspondan por los resultados lesivos producidos o las agresiones y otros aten-
tados contra la libertad o indemnidad sexuales efectivamente cometidos, conforme al Código Penal.
El artículo 48, por su parte, prevé que el superior que, respecto de un subordinado, realizare actos
de acoso tanto sexual y por razón de sexo como profesional, le amenazare, coaccionare, injuriare o
calumniare, atentare de modo grave contra su intimidad, dignidad personal o en el trabajo, o realizare
actos que supongan discriminación grave por razón de nacimiento, origen racial o étnico, sexo, orien-
tación sexual, religión, convicciones, opinión, discapacidad o cualquier otra condición o circunstancia
personal o social, será castigado con la pena de seis meses a cuatro años de prisión, pudiendo impo-
nerse, además, la pena de pérdida de empleo.
2 Entre la escasa bibliografía al respecto, destaca: López Lorca, B. (2012), «El concepto de trato
degradante a un inferior en el delito de abuso de autoridad del art. 106 del Código Penal Militar»,
Revista General de Derecho Penal, núm. 17 y Álvarez Roldán, L.B. (2001), «El abuso de autoridad
delito militar», Revista española de derecho militar, núm. 77, (Ejemplar dedicado a: In memoriam
José Francisco de Querol y Lombardero), pp. 193-230.
José Luis Martín Delpón 77
3 La consideración del artículo 106 como una de las protecciones penales del derecho reconocido
para las Fuerzas Armadas, aprobadas por Ley 85/1978, de 28 de diciembre, donde se disponía que «la
dignidad y los derechos inviolables de la persona son valores que tiene obligación de respetar y derecho
a exigir», añadiendo que ningún miembro de los Ejércitos «podrá hacer objeto a los demás, ni sufrir
él mismo maltrato de palabra u obra, ni cualquier otra vejación o limitación indebida de sus derechos».
6 En este sentido, Sentencias de 7 de abril y 12 de diciembre de 2003, 18 de noviembre de 2008
Sin perjuicio de que haré referencia exclusiva al artículo 106 del CPM, no
está de más recordar que el Código Penal común sanciona el delito de trato de-
gradante en su artículo 173.1. La analogía entre ambos preceptos es evidente,
como lo es las posiciones de la Sala 2ª al respecto. Así, la Sentencia de dicha Sala
de 18 de febrero de 2008 dispuso, trato degradante, es aquel que menoscaba la
dignidad de la persona con naturaleza vejatoria y determina un padecimiento fí-
sico o psíquico, siendo delictivo si era capaz de alcanzar cotas de cierta gravedad7.
La doctrina jurisprudencial de la Sala 2ª considera que deben concurrir los
siguientes cuatro requisitos para considerar que el trato degradante alcance cotas
delictivas. El primero es que debe haberse perpetrado un acto de claro e inequí-
voco contenido vejatorio para el sujeto pasivo. El segundo, que dicho acto con-
lleve un padecimiento físico o psíquico en dicho sujeto, sin que sea necesario que
se traduzca en efectiva lesión. En tercer lugar, que el comportamiento desplegado
sea efectivamente degradante o humillante e incida en el concepto de dignidad de
la persona afectada por el delito. En cuarto y último lugar, que concurra la nota
de cierta gravedad, exigida expresamente por el tipo, con independencia de que
esa gravedad derive de una acción aislada o de la reiteración de acciones simila-
res8.
El artículo 106 del CPM fija como elemento normativo del tipo del injusto
el trato inhumano o degradante. Dicho concepto ha sido previsto en la batería de
Tratados Internacionales que, en el ámbito de protección de los derechos huma-
nos tanto en el espectro internacional como regional, se han suscrito e incorpora-
do a nuestro ordenamiento. Por eso ante un concepto tan difícil de precisar y con-
cretar, como es el analizado, hay que acudir, a través de la cláusula hermenéutica
del artículo 10.2 de la Constitución española, a estos Tratados para poder ceñir el
concepto de trato inhumano o degradante.
estos criterios jurisprudenciales para la fijación de límite mínimo de gravedad del trato degradante.
4. El concepto de mínima gravedad en el delito de abuso de autoridad del
80 artículo 106 del c.P.M.
9 Nótese como el Convenio caracteriza el concepto de trato degradante como el que «deliberada-
situdes de cada caso concreto, ha sido constante en la jurisprudencia de la Sala 5ª. Desde Sentencias
de 23 de marzo de 1993, 12 de abril de 1994, 20 de diciembre de 1999, 2 de octubre de 2001, 20 de
abril y 20 de septiembre de 2002, 5 de mayo de 2004, 5 de noviembre de 2005, 5 de diciembre de 2007,
hasta las más recientes de 3, 10 y 18 de noviembre de 2008, 21 de octubre de 2009 y 22 de junio y 23
de septiembre de 2011, la línea interpretativa por la cual hay que estar al caso concreto para fijar el
límite de gravedad ha sido constante.
11 Así lo dispone el artículo 15 del Convenio expresamente y el propio TEDH se ha hecho eco
de esta característica en Sentencias, entre otras, de 7 de julio de 1989 (caso Soering contra el Reino
Unido), 6 de abril de 2000 (caso Labita contra Italia), 29 de abril de 2002 (caso Pretty contra el Reino
José Luis Martín Delpón 81
Unido), 8 de noviembre de 2005 (caso Alver contra Estonia) y 3 de mayo de 2007 (caso de 97 miem-
bros de la Congregación de Testigos de Jehová de Gldani y 4 más contra la República de Georgia).
12 Sin perjuicio de las ya citadas, STEDH de 9 de junio de 1998 (caso Tekin contra Turquía),
10 de febrero de 2004 (caso Gennadi Naoumenko contra Ucrania) y 26 de septiembre de 2006 (caso
Wainwright contra el Reino Unido).
13 Es curioso resaltar como el TEDH, por un lado, considera que los actos tienen que tener como
objetivo humillar y degradar a la persona a la que van dirigidos, pero, por otro lado, en alguna de sus
resoluciones ha considerado que la ausencia de la intención de humillar y degradar a la persona afec-
tada no excluye de forma concluyente la estimación de una vulneración del artículo 3 del Convenio.
Entre otras, STEDH de 16 de diciembre de 1997 (caso Raninen contra Finlandia).
14 La Sentencia de 5 de diciembre de 2007 por la que se confirma la absolución en instancia y
desestimación en casación considera que los hechos no pueden constituir por sí solos prueba de-
terminante de la concurrencia de los requisitos del delito al no haber quedado determinado que el
comportamiento del mando haya sido causante de la afectación psicológica padecida por la víctima
denunciante. Afirma la sentencia que el abuso de autoridad «requiere un umbral de gravedad, que no
concurre, determinante del efecto humillante, denigrante o envilecedor que la norma penal castiga, sin
perjuicio de la responsabilidad disciplinaria que pudiera deducirse del hecho de haber proferido los insul-
tos referenciados».
15 Destaca en este sentido SSTC de 29 de enero de 1982, 11 de abril de 1985, 27 de junio y 19
fundamental de la dignidad humana han de ser valorados para la configuración del tipo delictivo del
artículo 106 en su modalidad de trato degradante. La pregunta que se deriva de ello es a quién le co-
rresponde valorar la humillación puesto que, vía artículo 741 de la LECRIM, podría parecer que solo
el Tribunal Militar competente, en fase de juicio oral, sería el encargado de hacerlo.
16 Véase Sentencias de 30 de octubre de 1990, 14 de septiembre de 1992, 23 de marzo de 1993, 12
tos que acarreen sufrimientos de una especial intensidad o sensación de envilecimiento distinto y superior
al que suele llevar aparejada la simple imposición de una condena». Evidentemente, la utilización de tér-
minos como «especial intensidad» o «sensación de envilecimiento» nos ponen en la línea de la dificultad
que plantea fijar, caso por caso, el listón de gravedad de los hechos enjuiciados.
José Luis Martín Delpón 83
19 El Auto de la Sala 5ª, de 4 de diciembre de 2012, reconoció que la apreciación del mínimo
de septiembre de 2011 o 18 de noviembre de ese mismo año reconocen que la jurisprudencia de la Sala
Quinta ha considerado de manera reiterada, en doctrina que podemos calificar como consolidada,
«que los actos de connotación sexual llevados a cabo por superiores jerárquicos con sus subordinados
pueden constituir una modalidad de trato degradante en la forma en que este se define en el art. 106 del
CPM». Obsérvese como no se aplica en el artículo 106 del CPM ninguna regla concursal que permi-
tiera castigar por su lado los delitos contra la libertad o indemnidad sexual. El Proyecto de CPM, en
cambio, sí que lo prevé.
21 La casuística es amplia. Entre otros casos, la Sentencia de 28 de mayo de 2013 donde aborda
la gravedad de expresiones como «tienes un culo muy bonito», «esa ni con dos cervezas la chupa», «qué
piel tan suave tienes», «¿quieres que te coma la palmera?», «si necesitas mi dedo para quitarte la última
gotita?» o «¿Tú que llevas braga o tanga?». La Sentencia de 18 de noviembre de 2011 donde hacía re-
4. El concepto de mínima gravedad en el delito de abuso de autoridad del
84 artículo 106 del c.P.M.
ferencia a tocamientos en los pechos. La Sentencia de 21 de octubre de 2009 donde el acusado había
proferido a la víctima expresiones como, entre otras, «… que bien hueles me estás dejando el despacho
perfumado...», «…te vas a Canarias a no parar de follar, porque las canarias tenéis fama de ser muy
calientes» o con acciones como dirigir la mano hacia un muslo de la víctima llegando a tocárselo por
encima de la rodilla. La Sentencia de 18 de noviembre de 2008 donde el autor había dicho expresiones
en varias ocasiones que «era muy guapa», «que estaba muy buena», «que se fuera con él a la habitación
para pasar la noche con él» y en una ocasión mediante una palmada agarró momentáneamente el
glúteo de la víctima. O en la Sentencia de 23 de septiembre de 2011, los hechos se centraban en que el
acusado le había pedido a la víctima que se sentara sobre sus rodillas, a lo que ella se negó en un pri-
mer momento, pero una vez que accedió a su solicitud después de que este insistiera dos veces más de
forma un tanto más exigente o imperativa, el acusado puso una de sus manos sobre uno de los muslos
de ella y de forma repentina, la deslizó sobre la pierna hasta llegar a tocarle sus genitales.
22 Desde la Sentencia de 20 de diciembre de 1999, la doctrina de la Sala ha sido constante a la
hora de afirmar la naturaleza del artículo 106 del CPM como un delito de mera actividad, donde no
hay un resultado separado en el espacio y en el tiempo y donde la consumación deviene desde el mo-
mento en que los actos de contenido sexual atentatorio son llevados a cabo.
23 De hecho, la Sentencia de 18 de noviembre de 2011 afirma que los hechos enjuiciados alcanza-
ron la gravedad objetiva y subjetiva que está en la base del artículo 106 del CPM, «con virtualidad bas-
tante para producir en la víctima sentimientos de inferioridad susceptibles de humillarla, avergonzarla,
rebajarla y envilecerla, y que la doctrina y la jurisprudencia sitúan en el núcleo del trato degradante». Si
bien, la misma Sentencia a la hora de concluir que los hechos probados constituyen trato degradante
se inclina por vincular el mínimo de gravedad no tanto desde la perspectiva objetiva, sino más bien
desde la subjetiva. Dispone, en este sentido, que la conducta del condenado reunía unos caracte-
res de marcada gravedad, de un nivel más que suficiente para considerar que produjo con ella a su
víctima «un efectivo trato degradante, que aquella hubo de vivenciar como intrínsecamente humillante,
vergonzoso, deshonroso, infamante, envilecedor, vejatorio y desagradable, y que indudablemente supuso
un atentado contra su integridad moral o dignidad, al ser humillada, avergonzada, rebajada y envilecida,
comportando, en definitiva, una clara conculcación de los derechos fundamentales contemplados en los
artículos 10.1 y 15 de la Constitución». La Sentencia de 28 de mayo de 2013, en cambio, no habla de
gravedad objetiva y subjetiva, sino que considera que hay dos requisitos. Uno, que los hechos alcancen
el mínimo de gravedad exigidos, en atención a las circunstancias y los hechos probados. Dos, que estos
actos sean susceptibles de causar humillación en la víctima.
José Luis Martín Delpón 85
El concepto de trato degradante puede ser abarcado por todas aquellas san-
ciones o correctivos, al margen del principio de legalidad del régimen disciplina-
rio militar, y que son impuestos con el ánimo de humillar o envilecer al supuesta-
recuerda que el repetido comportamiento vejatorio del carácter sexual, en ningún momento deseado
o tolerado por los destinatarios del mismo, se sitúa en un contexto determinado no solo por la rela-
ción jerárquica que existía entre el mismo y las víctimas, sino, más concretamente, por la situación y
postura en que, al recibir los tocamientos, se hallaban estas, en formación, sin poder moverse. Esto re-
presenta un innegable «plus» de prevalimiento en el desarrollo de una actividad castrense fuertemente
disciplinada, como son las formaciones para revistas, «elemento que, aun siendo inherente al delito de
abuso de autoridad -mediante el que se protege, entre otros bienes jurídicos, la disciplina como valor con-
sustancial a la organización militar-, debe destacarse en el caso de autos para apreciar en él la intensidad
o gravedad precisas para alcanzar las consecuencias penales a que ha llegado el Tribunal sentenciador».
25 Entre otras, las ya mencionadas Sentencias de 12 de diciembre de 2003, 3 de mayo de 2006,
cia de instancia en la que el acusado había sido condenado a una pena de 4 meses de prisión por la
comisión de un delito del artículo 106. En el relato de hechos se hace constancia de que un suboficial
decidió imponer un castigo a uno de sus subordinados consistente en «colocarle a modo de bandolera,
cruzado sobre su pecho y por encima del cuello y debajo de la axila del lado contrario, dos cadenas en-
trelazadas, cada una de ellas con un peso de 3,1 kgs». El castigo en sí consistía en que el subordinado
«debía portar las cadenas durante la comida, así como en los tiempos de salir del lugar de trabajo a la
tienda donde se realizaba el dicho almuerzo y vuelta».
José Luis Martín Delpón 87
28 Así, por ejemplo, la Sentencia de 26 de abril de 2012 de la Sala 5ª en que se desestima el recurso
de casación sobre el Sobreseimiento definitivo. Los hechos de instancia se centran en los siguientes in-
sultos: «lo peor, una basura y un mierda», siendo repetidos en unidad actos instantes más tarde. La Sala
invoca su jurisprudencia (Sentencias de 25 de noviembre de 1998, de 28 de marzo y 12 de diciembre de
2003, 1 de diciembre de 2006, 18 de noviembre de 2008 y 22 de junio y 23 de septiembre de 2011) para
rebajar la trascendencia de los insultos al ámbito disciplinario.
29 En la Sentencia de 15 de abril de 2011 los hechos enjuiciados se centran en una serie de men-
sajes de móvil en las que el sujeto activo, que había mantenido una relación personal con la víctima,
profería expresiones como «puta sudaca», «panchita hija de puta», «cochina sudaca vuelve con los pan-
chitos», «puta emigrante sudaca de mierda», entre otras.
30 Véase Pozuelo Soler, C.E. (2007), «Delitos de abuso de autoridad e insulto a superior a la luz de
31 La sentencia de 11 de junio de 2007 recuerda que cuando se agrede, con cualquier tipo de
ofensas la dignidad o se produce la humillación por la conducta que lo origina, en el marco del delito
de abuso de autoridad, artículo 106 de CPM, respecto a quien está subordinado jerárquicamente, el
prevalimiento es requisito inserto en la norma para la determinación de la concurrencia de los elemen-
tos del delito. No cabe, por tanto, entender que concurra una agravante de prevalimiento al amparo
del artículo 22.2 del CP.
32 En este sentido, Sentencia de 15 de abril de 2011.
José Luis Martín Delpón 89
que son «comportamientos cotidianos, socialmente adecuados, que por regla general no son típicos». En-
tre otras STS de la Sala 2ª de 30 de julio y 7 de febrero de 2014, y de la Sala 5ª de 17 de enero de 2006,
27 de mayo de 2010, 30 de abril de 2012, 19 de noviembre de 2012, entre otras.
4. El concepto de mínima gravedad en el delito de abuso de autoridad del
90 artículo 106 del c.P.M.
36 Así, la Sentencia de 19 de noviembre de 2012, en la que, a pesar de ser condenado por el Tri-
bunal de Instancia a la pena mínima de 3 meses y un día y 300 euros en concepto de responsabilidad
civil, estima el recurso de casación y dispone un pronunciamiento absolutorio y deduce testimonio a
efectos de responsabilidad disciplinaria.
37 La Sentencia indicada recoge como hechos probados como un capitán de CIA profirió a una de
sus oficiales, jefe de sección, expresiones, mediante gritos, como «inútil», «inepta», «tonta», «que no te
enteras de nada», «no tienes ni idea», «haz lo que te salga del coño» o «te voy a follar», como amenaza
de ser sancionada disciplinariamente. Las expresiones se llevaron a cabo unas veces en privado y otras
sin importar que hubiese personas de menor graduación o subordinados que pudiesen percibirlas. Se
deja constancia que el trato dispensado por el acusado a los tenientes nuevos que se incorporaron a la
misma Compañía fue de gran exigencia pero más persistente en el caso de la víctima.
José Luis Martín Delpón 91
38 La Sentencia de 19 de noviembre de 2012 considera, por ejemplo, que el mínimo de gravedad
no resulta acreditado, entre otras cosas, porque muchas de esas expresiones eran vertidas en enfren-
tamientos públicos en los que la víctima discutía abiertamente las órdenes del capitán o porque el
hecho de que la víctima estuviera sometida a mayor presión que el resto de sus compañeros de empleo
no quedo lo suficientemente probada. La Sentencia de 20 de julio de 2012 por la que se confirma la
absolución en la instancia consideró que la no concesión de una baja médica, solicitada mediante fax,
no constituye acción delictiva alguna.
39 La Sentencia de 19 de noviembre de 2012 reconoce que una resolución de la Junta de Evalua-
ción Específica de carácter permanente acordó por unanimidad declarar no idónea a la agraviada
para contraer un nuevo compromiso con las Fuerzas Armadas, donde se corroboraba que tenía es-
casos conocimientos técnicos y tácticos, poco interés por mejorarlos o falta de lealtad a superiores y
subordinados. Además un informe psicológico dispuso que la víctima no se sentía aceptada por los
demás, tenía temor a la desaprobación social, perfeccionismo, egocentrismo, inseguridad, sugestio-
nabilidad y marcada tendencia a malinterpretar las intenciones de los otros, inhibiendo la hostilidad
hacia los demás, con búsqueda narcisista de su aprobación; y sentido combativo de los propios de-
rechos por encima de la realidad. Ello lleva a la Sala de Instancia, siendo ratificado por la Sala 5ª,
a afirmar que algunas de las frases empleadas por el acusado eran de uso frecuente y común en el
4. El concepto de mínima gravedad en el delito de abuso de autoridad del
92 artículo 106 del c.P.M.
entorno en que se producían, lo que también disminuyen su efecto injurioso y menospreciativo y que,
otras, tenían un contenido soez o grosero, «pero que entendemos que tienen cierta desvinculación de la
acción general, delictiva calificada, sin perjuicio de su encuadre en responsabilidad de tipo disciplinario».
40 Así se viene admitiendo por la Sala 5ª, desde la Sentencia de 20 de abril de 2002.
41 La Sentencia de 13 de marzo de 2012 es un buen ejemplo. Los hechos versan sobre una serie
de tocamientos por parte de un suboficial a uno de sus subordinados con ocasión de unas clases de
defensa personal para Policía Militar. Con ocasión de estas prácticas, el acusado agarraba con firmeza
por detrás a la víctima y aprovechaba esta situación para «rozarle y tocarle los pechos con los brazos
o las manos, a la vez que se pegaba con sus genitales al trasero de la soldado, llegando ella a notar, en al
menos una ocasión, el miembro viril erecto del acusado a través de la ropa». Cuando practicaba el aga-
rre por delante, el acusado hacía «que las bocas de ambos quedasen casi pegadas, por lo que la soldado
bajaba la cabeza para intentar evitar el contacto ante la cercanía de la boca del acusado». Y en relación
con la técnica de la relajación, el acusado aprovechaba para acariciar el brazo y le pasaba la mano
por encima del pecho, a la vez que manifestaba que esas zonas tenía que relajarlas bien para realizar
José Luis Martín Delpón 93
el ejercicio, «sentándose en una ocasión encima de ella, en el gimnasio, sin personas presentes, diciéndole
que su cuerpo se dividía en dos partes, la derecha y la izquierda, a la vez que, con su dedo le pasaba la
mano, de arriba hacia abajo, desde el cuello hasta el ombligo, incluido el canal entre los pechos, parándose
a la altura de ambos pechos y tocándoselos con las manos diciéndole que tenía que relajar bien esas zonas
para hacer bien el ejercicio».
42 Por ejemplo, la Sentencia de la Sala 5ª de 18 de noviembre de 2011 consideró que un único
episodio en el que el sujeto activo le tocó los pechos a su subordinada, ignorando las protestas de ella
y sin su consentimiento consuma por sí mismo el delito de abuso de autoridad.
43 La Sentencia de 22 de junio de 2011 analiza hechos por los que un suboficial de la Guardia
Civil se refería a la única subordinada con expresiones «gallina» o «la galli», incluso en su presencia,
«friki» o «bruja» o profiriendo respecto de ella frases como «sería para que la guardia Margarita se
cambiase la compresa», «hoy sales de servicio con la gallina, no te quejarás, ya sabes lo que tienes que
hacer» y comentar, cuando la citada guardia se encontraba de baja por enfermedad «será porque tiene
la regla». Incluso cuando el superior se refería a la guardia solía hacer un gesto consistente en pasarse
los dedos de una mano por los labios, y posteriormente simulaba sujetar a una persona por el cabello
y propinar palmadas en los glúteos. Como consecuencia de este comportamiento, a la víctima se le
diagnosticó una pérdida temporal de la aptitud psicofísica para el servicio, por un trastorno adapta-
tivo mixto ansioso-depresivo, que evolucionó a un trastorno de ansiedad generalizada, con tendencia
a recidivar, con etiología predisposicional, considerándose estabilizada, que no incapacitada de forma
4. El concepto de mínima gravedad en el delito de abuso de autoridad del
94 artículo 106 del c.P.M.
permanente para todo trabajo, a pesar de que en Sentencia queda constancia que «no existe relación
entre dicha patología y un hecho o circunstancia concreto».
44 Véase Casajús Aguado, S. (2007), «Pluralidad de víctimas en el delito de abuso de autoridad
o 10 de noviembre de 2008.
46 Así se considera, por ejemplo, en la Sentencia 22 de junio de 2001.
47 Como se señala en la sentencia de 29 de marzo de 2006 de la Sala de Conflictos de Jurisdicción.
José Luis Martín Delpón 95
estos casos señala el precepto que «se atenderá a la naturaleza del hecho y del
precepto infringido para aplicar o no la continuidad delictiva»48.
En conclusión, para aplicar la continuidad delictiva en este delito, sobre
todo en casos de ofensa sexuales, habrá que estar en cada supuesto a las caracte-
rísticas y circunstancias de las respectivas acciones antijurídicas para establecer
en cada caso en qué medida ha de aplicarse la citada doctrina sobre los bienes
jurídicos eminentemente personales de los sujetos pasivos y su incidencia en el
reconocimiento o no de la fórmula del art. 74 CP en orden al reconocimiento del
delito continuado49.
48 Aunque esta excepción ha de interpretarse como tal restrictivamente. Véase Sentencia de la
to al considerar que la ley penal no podría limitarse a defender la dignidad humana frente a supuestos
«de superiores cuya aberrante personalidad les llevase a un íntimo disfrute del trato humillante en sí mis-
mo, lo que es generalmente excepcional en la vida social y, en particular, en la vida especialmente discipli-
nada de los miembros de las Fuerzas Armadas, sino que hace referencia a todo supuesto en que, incluso
por razones pedagógicas o profesionales, un superior atenta contra aquella dignidad constitucionalmente
protegida». De modo que no es ni exigible ni necesaria la prueba de una intencionalidad humilladora:
el puro hecho de haber dado un trato humillante para el inferior es suficiente a consumar el delito,
salvo que otras circunstancias excluyesen a su autor de la responsabilidad penal.
4. El concepto de mínima gravedad en el delito de abuso de autoridad del
96 artículo 106 del c.P.M.
en práctica, no por el móvil o propósito con que estos últimos elementos sean
realizados51.
Además, el delito del artículo 106 es un delito pluriofensivo que atenta con-
tra no solo la disciplina sino también contra la integridad física y moral del sujeto
pasivo. Por tanto, el solo hecho de haber dado un trato degradante o humillante
al inferior, con conocimiento y voluntad libre de ejecutarlo, es suficiente para
consumar el delito. No se exige, por ello, una específica intención humilladora.
Los concretos móviles de la acción son intrascendentes. La humillación que com-
porta el trato degradante es independiente de la motivación concreta que pueda
tener quien la lleva a cabo. Así, para la apreciación del delito basta el dolo gené-
rico, es decir, querer y saber que se realiza una vejación injusta, una humillación
evidente, en suma, un trato vejatorio52.
El trato degradante está encuadrado entre los contrarios a la disciplina, en
el capítulo correspondiente a los abusos de autoridad, por lo que el bien jurídico
protegido será doble. Por un lado, la disciplina, que obliga tanto al inferior res-
pecto al superior, como de este a aquel. Por otro, la dignidad de la persona y su
integridad moral. Por eso, la humillación que comporta el trato degradante ha de
ser considerada objetivamente, como lógica derivación de un comportamiento
susceptible de vejar y humillar en las circunstancias en que se produce, y con
independencia de las connotaciones puramente subjetivas de una determinada
persona y de la motivación concreta que pueda tener quien lo lleva a cabo. Esta es
la razón por la cual el dolo específico no debe ser exigido en este delito. Esta es la
razón por la que el dolo neutro se debe deducir inequívocamente de determinadas
circunstancias objetivas que concurran en el hecho que se enjuicia.
intencionalidad o propósito específico en la actuación del sujeto activo, a modo de elemento subjetivo
del injusto, que la figura penal aplicada no requiere, siendo suficiente que concurra el dolo genérico
de saber lo que se hace y actuar conforme a dicho conocimiento. No hay, por tanto, ningún elemento
subjetivo de injusto. En el mismo sentido, Sentencias 12 de diciembre de 2003, 3 de mayo de 2006 y de
14 de noviembre de 2007, sin perjuicio de las ya citadas.
José Luis Martín Delpón 97
que puedan acreditar que los hechos se han producido y que puedan valorar el
grado de envilecimiento o humillación sufrido por la víctima. El TC ha reiterado
que solo cabe constatar la vulneración del derecho a la presunción de inocencia
cuando no haya pruebas de cargo válidas, es decir, cuando los órganos judiciales
hayan valorado una actividad probatoria lesiva de otros derechos fundamentales
o carente de garantías, o cuando no se motive el resultado de dicha valoración o,
finalmente, cuando por ilógico o insuficiente no sea razonable el iter discursivo
que conduce de la prueba al hecho probado53.
Por otra parte, esta garantía podrá ser violada cuando la valoración reali-
zada por el Tribunal de Instancia se aparta de las reglas de la lógica, resultando
irrazonable, arbitraria o absurda, pero al mismo tiempo este órgano de instancia
es el que ha tenido la inmediación suficiente en la declaración de la víctima y su
criterio resulta esencial para percibir la credibilidad de lo manifestado y su tras-
cendencia. No puede sin más argumentar la prevalencia de la declaración de la
víctima, pero al mismo tiempo no debe restarse toda virtualidad a dicha prueba54.
Cuando no hay prueba de cargo testifical suficiente que permita valorar si
el listón de gravedad ha sido sobrepasado, solo queda acogerse a la declaración
de la víctima55. Son supuestos en los que se enfrentan dos versiones, en teoría,
contrapuestas, la del agresor y la de la víctima. Ello lleva a analizar el valor de la
declaración de la víctima como prueba válida para desvirtuar la presunción de
inocencia56.
La doctrina jurisprudencial ha establecido ciertas notas o parámetros que,
sin ser requisitos o exigencias para la validez del testimonio, coadyuvan para la
perjuicio de que el suceso que motivó el procedimiento penal se desarrolle en la intimidad de la víctima
y del inculpado».
56 Así, Sentencias de 2 de octubre de 2001, 20 de septiembre de 2002 y 28 de marzo, 7 de abril y
57 Lo cierto es que el análisis del testimonio de la víctima exige, genéricamente, valorarla global-
mente en relación con otros datos objetivos que existieran en la causa. La Sentencia de 7 de mayo de
1998, esta vez de la Sala 2ª, reconoce que es necesario disponer de la inmediación que proporciona
el juicio oral, que permite captar el tono y las inflexiones de voz, las actitudes externas, los gestos,
vacilaciones o silencios que se produzcan durante el interrogatorio a que se somete al testigo, y en el
que intervienen todas las partes personadas, añadiendo que «estas mismas observaciones hay que efec-
tuarlas también respecto a las manifestaciones del acusado, para establecer tras un balance comparativo,
una conclusión definitiva sobre la culpabilidad o inocencia».
58 No debe perderse de vista que salvo supuestos de valoraciones probatorias inmotivadas y arbi-
trarias, o que, hallándose motivadas, resultan ilógicas o contrarias a las normas de la experiencia, la
Sala 5ª, a través de la casación penal, debe respetar la libre valoración probatoria que en exclusiva le
compete al Tribunal de Instancia bajo el insustituible principio de inmediación.
59 La Sala 2ª en su Sentencia de 7 de noviembre de 1997 (con cita de las precedentes de 17 de
de las previas relaciones que hayan tenido el acusado y la víctima, de las que
pueden deducirse indicativos de móviles de odio o sentimientos de venganza o
enemistado resentimiento, «que enturbien la sinceridad de la declaración haciendo
dudosa su credibilidad y creando un estado de incertidumbre y fundada sospecha
incompatible con la formación de una convicción inculpatoria sobre bases firmes»60.
De todos modos, no debe olvidarse una idea nuclear y palmaria y es que todo
denunciante tiene interés en la condena del denunciado y no por ello se elimina
de manera categórica el valor de sus afirmaciones. De ahí, que estos elementos no
sean requisitos exigibles sino meras orientaciones o valoraciones interpretativas a
las que el Tribunal de Instancia puede acogerse para calibrar la importancia de la
declaración de víctima en los casos de un escaso acervo probatorio.
La segunda de las circunstancias subjetivas en las que puede sustentarse la
falta de credibilidad es la concurrencia en el testigo de determinadas característi-
cas físicas o psico-orgánicas en relación con su grado de desarrollo y madurez, así
como la eventual presencia de ciertos trastornos mentales o patologías como el
alcoholismo o la drogadicción. La presencia y acreditación pericial de los mismos
puede servir al Tribunal de Instancia para valorar la neutralidad, dentro de la
relativa objetividad de la declaración de la víctima, del testimonio vertido.
Estos elementos enlazan con el siguiente parámetro, la credibilidad objetiva,
es decir el grado de verosimilitud que el tribunal otorga al testimonio de la vícti-
ma. Esta verosimilitud, debe estar basada en la lógica de la declaración, lo que se
denomina la coherencia interna, y en el suplementario apoyo de datos objetivos,
que deben quedar acreditados en la causa, de carácter periférico, es decir la co-
herencia externa61.
Ello implicaría que, por un lado, la declaración de la víctima ha de ser co-
herente en sí misma, es decir, no ha de contrariar las reglas de la lógica o de la
experiencia, lo que exige valorar si la versión incluye o no aspectos insólitos o
extravagantes, o si es objetivamente inverosímil por su propio contenido. Por otro
lado, dicha declaración debe, además, estar dotada de coherencia externa, es de-
cir, rodeada de corroboraciones periféricas de carácter objetivo con constancia en
el proceso. Los datos objetivos de corroboración pueden ser muy diversos, pero
sobre todo destacan las manifestaciones de otras personas sobre hechos o datos
que sin ser propiamente el hecho delictivo atañen a algún aspecto fáctico cuya
comprobación contribuya a la verosimilitud del testimonio de la víctima62.
El último de los parámetros de valoración es la persistencia en la incrimina-
ción, lo que conforme a las referidas pautas jurisprudenciales supone lo siguiente.
Primero, que haya habido ausencia de modificaciones esenciales en las sucesivas
declaraciones prestadas por la víctima. Se trata de una persistencia material en la
incriminación, valorable no en un aspecto meramente formal de repetición de una
63 En este sentido, Sentencia de la Sala 5ª de 21 junio 2004 y la de la Sala 2ª de 18 de junio de 1998.
64 A pesar de ello, la Sala 2ª también se ha hecho eco de la valoración del entorno social en el
que se desarrollan las relaciones personales del agredido y el agresor. Entre otras, Sentencia de 24 de
febrero de 2003 o de 12 de diciembre de 2005. La propia Sala 5ª las ha invocado en algunas ocasiones,
por ejemplo, en la Sentencia de 23 de septiembre de 2011 o la de 4 de diciembre de 2012.
65 Pocas Sentencias han hecho mención expresamente este proceso criminológico. Entre ellas, las
CONCLUSIONES.
I. El artículo 106 del CPM sanciona, dentro de los delitos de abuso de
autoridad, el trato inhumano o degradante dispensado por el supe-
rior hacia el subordinado.
II. La simpleza del tipo penal hace que no se recoja qué nivel debe tener
dicho trato inhumano o degradante para que tenga consideración
penal y no meramente disciplinaria.
III. Un criterio de interpretación histórica no permite determinar qué
listón mínimo de gravedad debe ser requerido toda vez que este pre-
cepto fue novedoso en el ordenamiento penal militar con la promul-
gación del CP vigente.
IV. Un criterio de interpretación sistemático nos lleva a la batería de tra-
tados internacionales en materia de protección de derechos humanos
y libertades fundamentales. En todos, la consideración del trato in-
humano o degradante queda reservado a supuestos muy graves de
afectación intensa como el delito de torturas.
V. La jurisprudencia de la Sala 5ª ha ratificado sentencias de instancia
en la que los hechos no han alcanzado la gravedad exigida por los
tratados internacionales por lo que el criterio de interpretación sis-
temático no vale para poder resolver el objeto del presente estudio.
VI. La Sala 5ª ha introducido una serie de criterios valorativos que le
han permitido diferenciar según los casos que supuestos de hecho
superan o no la barrera de gravedad inherente al concepto jurídico
de trato inhumano o degradante. No hay cánones de interpretación
fijos o determinados sino que la Sala acude al caso concreto, si bien
lo hace con base a ciertos pilares jurisprudenciales inamovibles como
es el hecho de que este delito es de mera actividad y requiere un dolo
genérico por lo que no se precisa la existencia de un resultado lesivo
separado en el tiempo y vincula causalmente a los hechos y, por otro
lado, no exige ningún elemento subjetivo del injusto, ninguna inten-
ción de causar el trato inhumano o degradante.
VII. El peligro de acudir al caso concreto por parte de los Tribunales Mi-
litares Territoriales y del Tribunal Militar Central así como la Sala 5ª
puede conllevar el hecho de que hechos parecidos o similares puedan
ser estimados como delito o como falta disciplinaria, de tal modo que
66 En esta línea, la Sentencia de 1 de junio de 2010 ya consagra una línea jurisprudencial por la
cual las alegaciones de tardanza en denunciar no pueden restar credibilidad a las afirmaciones de la
víctima al afirmar que «en esta clase de delitos no es infrecuente ni anómalo una cierta demora en la
denuncia de los hechos, entre otras razones por la sensación de vergüenza y vulnerabilidad que generan,
y el temor a los efectos de una victimización secundaria que se originan por el conocimiento público de
lo sucedido». Por ello, debe tenerse en cuenta «las circunstancias y la lógica desorientación y dudas que
una agresión de esta naturaleza genera».
4. El concepto de mínima gravedad en el delito de abuso de autoridad del
102 artículo 106 del c.P.M.
1 Ley
54/1978, de 4 de diciembre, de Partidos Políticos.
2 Sobre
la inserción en la Administración de personas afines al bando nacional tras la finaliza-
ción de la Guerra Civil, véase Nieto, A. (1976) «De la República a la Democracia: la Administración
española del franquismo», Revista Española de Derecho Administrativo nº 11, octubre-diciembre, pp.
567-583.
3 Todas las citas se encuentran en Díez-Picazo, L. M. (2003), Sistema de derechos fundamentales,
1996, p. 517.
Juan José Herbón Costas 105
ministración no es más que un mito, una fictio iuris «cuya única consistencia sea
ideológica»5, que «estas personas físicas [los servidores públicos] que son en rea-
lidad las que pueden poner en marcha y mantener con vida los distintos órganos,
en cuanto estos, como el Estado y los demás entes, no son más que un artificio,
siempre suelen tener, en la cumbre de la jerarquía, a unos órganos, y a unas perso-
nas, encargados de marcar directrices, dar órdenes, y decir la última palabra, que
no son de carácter administrativo, sino político»6. Por lo que resulta evidente que,
si bien la Administración debe ser objetiva en su actuación, la misma cumple los
fines marcados por el ejecutivo de turno, que es un poder eminentemente político.
febrero de 2012, F. D. 2º: «preservar no solo la necesaria objetividad e imparcialidad de dicho perso-
nal que puede quedar comprometida con el desempeño de actividades relacionadas con la función».
10 Brey Blanco, J. L. (2004), «Los jueces y la política. ¿Imparcialidad/neutralidad versus compro-
que enmascara en realidad una clara posición ideológica que ha sido denunciada
por la teoría, de origen marxista, del «uso alternativo del Derecho»: considerar
la política como una actividad esencialmente nociva que contaminaría al juez, y
que pretende alejar al mismo del compromiso con los valores que deben imperar
en un Estado social y democrático de Derecho11.
Utilizando métodos hegelianos, rechaza el autor el modelo del juez apolíti-
co, entendido este como juez ideal abstraído de las opiniones e ideologías que en
la sociedad existen, al resultar irreal por conferir al juez, que es un ser humano,
cualidades semidivinas (tesis). También rechaza el modelo del juez político o poli-
tizado, tanto en su versión propia de los sistemas jurídicos autoritarios (en los que
el magistrado dedica sus esfuerzos a proteger los intereses del grupo dirigente),
como en el sentido del juez que adopta sus decisiones no conforme a la Ley, sino
a sus convicciones, sean estas o no coincidentes con la del poder establecido12, al
no tener cabida en un sistema democrático por exigencias de la Justicia (antítesis).
¿Cuál sería la síntesis? El modelo de juez continental, en el cual el juez no es neu-
tral —porque tiene que encarnar en sus resoluciones los valores de lo «justo»—,
pero sí imparcial —pues resuelve conforme a Derecho y no a sus convicciones
personales—13. Por ello solo se puede hablar de neutralidad judicial de manera
indirecta, como imparcialidad en sentido objetivo.
La imparcialidad presenta dos facetas: la objetiva se refiere a la indepen-
dencia del poder judicial como poder del Estado, y surte efecto garantizando el
necesario equilibrio entre los poderes del mismo; la subjetiva se remite al ejercicio
concreto por cada juez o magistrado de su función al decidir cada caso. Por tan-
to, la Justicia como institución (si se puede hablar de tal) es neutral en tanto en
cuanto se presenta como tercero que interviene en una disputa para zanjarla, al
ser un ente independiente de ambos contendientes —aquí encuadraría la vincu-
lación de la neutralidad con la independencia—, pero el juez que decide el caso
concreto es imparcial y no neutral, pues al resolver está contaminado por valores
presentes en la sociedad que, respetando el Derecho vigente, se manifiestan en
sus sentencias. La neutralidad sería una consecuencia del paso de un sistema de
justicia autocompositiva (en el que cada ciudadano se tomaría la justicia por su
mano) a uno heterocompositivo, en el que la neutralidad estaría garantizada por
la misma existencia del Estado que se dota de un poder judicial neutro que está
compuesto por jueces y magistrados imparciales e independientes que resuelven
los conflictos entre los particulares14.
El acercamiento desde la perspectiva judicial no parece aclarar el problema,
dada la diferente posición que frente al resto de funcionarios públicos ostentan
11 Ibídem,
p. 38.
12 Existe
un tercer sentido de la expresión juez político, que es el aceptado por el Ordenamiento
jurídico estadounidense, el del juez creador del Derecho, en el que las resoluciones jurisdiccionales
son fuentes del Derecho y gozan de un gran margen de independencia respecto de las instituciones
políticas, como señalan Guarnieri, C. y Pederzoli, P. (1999), Los Jueces y la política, Taurus, Madrid,
1999, pp. 66 y ss.
13 Brey Blanco, J. L., «Los jueces y la política…, cit., pp. 43-49.
14 Ibídem pp. 51-54.
Juan José Herbón Costas 107
15 En el ámbito jurisprudencial véase, por ejemplo, la STS V de 25 de enero de 2011, F. D. 4º: «Lo
venimos diciendo así sobre todo para mantener la disciplina consustancial a las Fuerzas Armadas y a
los institutos armados de naturaleza militar, y asimismo para proteger al deber de neutralidad política
de los militares (SS. 23 de marzo de 2005 y 17 de julio de 2006), pero siempre que no reduzcan a los
miembros de las Fuerzas Armadas al puro y simple silencio, como dijimos en Sentencia de 19 de abril
de 1993».
16 Melero de la Torre, M. C. (2006), «Neutralidad política y neutralización de la cultura. ¿Un
Estado laico requiere una sociedad secularizada?», Europa, siglo XXI: Secularización y estados laicos,
pp. 46-48.
5. El mandato constitucional de objetividad en la actuación administrativa y el
108 estatuto del militar
significado con las dos concepciones que han sido defendidas doctrinalmente
en torno al papel que juega la Administración en un régimen democrático17:
la concepción weberiana de la dominación legal-racional, mayoritariamen-
te seguida por la doctrina (superada actualmente la posición institucional),
que caracteriza a la Administración como un ente instrumental al servicio del
poder político legítimamente constituido, en el que los funcionarios quedan
obligados a prestar obediencia absoluta a sus jefes, teniendo que obrar a veces
en contra de sus propias convicciones, e insertos en un aparato administrativo
que carece de fines propios, reduciéndose su función a cumplir las tareas que
le son encomendadas por el gobierno. De este carácter instrumental de la
Administración deriva, directamente, la neutralidad política de los empleados
públicos, que deben prestar sus servicios con independencia del color político
del gobierno de turno, y que lleva aparejada, como contraprestación, la ina-
movilidad en el empleo.
La «“neutralidad política” [debe ser] entendida como servicio a todos los
ciudadanos, incluidos los que puedan ser rivales políticos»18, y vincula a los fun-
cionarios públicos que «vienen obligados, en el ejercicio de sus funciones, a emi-
tir sus dictámenes, juicios y resoluciones con total objetividad, al margen de sus
opiniones personales y, especialmente, con independencia de su propia ideología
política»19.
Llegados a este punto, parece que los términos cuestionados presentan una
clara sinonimia: la objetividad de la administración impone el deber de neutrali-
dad del funcionario, que se ve obligado a desarrollar sus funciones con absoluta
imparcialidad.
Las conclusiones del autor que quizá haya realizado el estudio más exhaus-
tivo de la neutralidad en el ámbito de la función pública, Vassilios Kondylis20,
confirman esta conclusión. Propone este autor una doble acepción de neutrali-
dad, siendo la primera de ellas, puramente etimológica, clarificadora: el origen
del término se encuentra en el vocablo latino neutralis, pudiendo definirse como
«no tomar partido», siendo el término «neutro» sinónimo de «imparcial» y de
«objetivo», e integraría en su contenido dos facetas: la positiva, identificada como
el desarrollo de un comportamiento imparcial y objetivo, y la negativa, que supo-
ne una no intervención o abstención. Neutralidad equivaldría a resolución impar-
cial, objetiva, sin contaminación ideológica.
Por lo tanto, y a modo de conclusión, objetividad, imparcialidad y neutra-
lidad son términos sinónimos, plenamente intercambiables en el sentido que la
jurisprudencia española, ordinaria y constitucional, acostumbra.
17 Álvarez
Álvarez, Julián, «Neutralidad política y carrera administrativa..., cit., pp. 72-73.
18 García-Cano Lizcano, F. (2004), «Pluralismo moral y neutralidad política», Filosofía práctica
y persona humana, 2004, p. 552.
19 Álvarez Álvarez, J., «Neutralidad política y carrera administrativa..., cit., pp. 71-72.
20 Kondylis, V. (1994), Le principe de neutralité dans la fonction publique, Librairie Générale de
Pero la segunda acepción propuesta por Kondylis resulta mucho más útil,
pues es jurídica y política y, desde una perspectiva de Derecho Público interno,
que es la que aquí interesa, relaciona la neutralidad con la acción del Estado, con
los poderes moderadores del Estado fuera de los conflictos políticos, sociales o
religiosos acaecidos en su interior, con el fin de garantizar el orden público y con-
tribuir al desarrollo social, noción vinculada directamente con el sistema político
liberal o con los poderes que el rey ostentaba en la monarquía constitucional
según la concepción de B. Constant.
La neutralidad despliega sus efectos sobre el régimen jurídico de la función
pública, abriendo, a su vez, un triple campo de reflexión. En primer lugar, la
neutralidad en la gestión de la función pública implica la protección de esta fren-
te a presiones externas, del tipo que fueren, pero principalmente políticas: es la
neutralidad-protección, que en su vertiente negativa supone la no intervención de
criterios políticos en el Estatuto jurídico de la función pública, y en el positivo,
la no injerencia de criterios políticos o de cualquier otra naturaleza, pero en todo
caso no profesionales, en la gestión del personal. Garrido Falla coincide con este
planteamiento, al subrayar que «la neutralidad política de la Administración de-
termina en esta una forma típica de actuar, en cuanto institución, a la que en otra
ocasión he llamado “la eficacia indiferente” [...] en el siguiente sentido: que se
debe ser eficaz [el funcionario] tanto si se perjudica como si se favorece la política
del Gobierno que está en el poder»21.
El segundo sentido de la neutralidad, según Kondylis, surte sus efectos en
su relación con el funcionario público individualmente considerado, que también es
ciudadano, y lleva a la imposición de limitaciones o restricciones en el disfrute de
algunos de sus derechos políticos o sindicales derivados de su condición profesio-
nal (afiliación a partidos y sindicatos, derecho de huelga, libertad de expresión,
de manifestación...), que lo convierten en un «ciudadano de segunda clase»22:
estamos en presencia de la neutralidad-abstención/restricción, o como sostuviera
Epstein, la «esterilización política» del funcionario, o el aspecto negativo de la
neutralidad23.
21 Garrido Falla, F. (1980), Comentarios a la Constitución, Civitas, Madrid, pp. 1029-1030, y pone
como ejemplo la llegada al Gobierno británico del Partido Laborista en 1945, encontrándose una
administración copada por una administrative class salida de las universidades más conservadoras del
país, que salió robustecida de dicha prueba al aplicar sin obstáculo alguno una política desconocida
hasta entonces en el Reino Unido. Pero también exige, al mismo tiempo, garantizar la neutralidad
administrativa del Gobierno, la no intervención de este en la carrera funcionarial.
22 Expresión que fue por primera vez empleada por el juez Douglas en 1947 en la Sentencia del
Tribunal Supremo estadounidense «Union Public Workers of America (C.I.O.) et al. v. Mitchell et
al.», de 10 de febrero de 1947, para definir la situación del civil servant ante el ejercicio de los derechos
políticos.
23 Epstein, L. D. (1950), «Political sterilisation of Civil Servants. The United States and Great
24 Chevalier, J. (1986), «La gauche et la haute administration sous la cinquieme republique», en
Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, pp. 149-152. En primer lugar, como un criterio de ges-
tión de la función pública (configurándose como un sistema de protección frente a las injerencias de la
política en el funcionariado); en segundo lugar, como una parte integrante del estatuto jurídico de los
empleados públicos (y aquí funciona como causa de limitación del ejercicio de alguno de los derechos
fundamentales, principalmente políticos, que estos tienen reconocidos); y, finalmente, como criterio
de actuación de los agentes públicos (materializándose aquí en la imparcialidad que debe presidir la
actuación de estos).
26 Ibídem, p. 151.
Juan José Herbón Costas 111
2.1 INTRODUCCIÓN.
27 Parada Vázquez, R. (2007), Derecho Administrativo II. Organización y empleo público, 19ª edi-
ministración Pública nº 100-102, vol II, enero-diciembre, p. 1645, atribuye el origen de la expresión
«burocracia» al fisiócrata francés Vincent de Gournay, quien a mediados del siglo XVIII se habría
referido con ella «al poder del cuerpo de funcionarios y empleados de la Administración estatal en la
monarquía absoluta».
29 Artículo 16 CE: «1. Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y
las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento
del orden público protegido por la ley. 2. Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología,
religión o creencias. 3. Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en
cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de
cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones».
30 Artículo 9 CEDH: «1. Toda persona tiene derecho a la libertad de conciencia, de pensamiento
y de religión, este derecho implica la libertad de cambiar de religión o de convicciones, así como la
libertad de manifestar su religión o sus convicciones individual o colectivamente, en público o en
privado, por medio del culto, la enseñanza, las prácticas y la observancia de ritos. 2. La libertad
de manifestar su religión o sus convicciones no puede ser objeto de más restricciones que las que,
previstas por la ley, constituyan medidas necesarias, en una sociedad democrática, para la seguridad
pública, la protección del orden, de la salud o de la moral públicas, o la protección de los derechos o
las libertades de los demás».
31 Martinéz de Pisón, J. (2004), «La libertad de conciencia en la Constitución española» Revista
de Derecho de la Universidad de la Rioja, nº 2, pp. 59-63, p. 61 : «El defecto en la terminología, pues,
no es una mera cuestión nominalista, sino es un asunto de más calado y que afecta a la especificación
de los derechos fundamentales recogidos en la Constitución».
5. El mandato constitucional de objetividad en la actuación administrativa y el
112 estatuto del militar
Sea como fuere, este derecho fundamental guarda una indudable relación
con el valor superior del Ordenamiento del pluralismo político, consagrado por
el artículo 1.1 CE32, crucial para el mantenimiento de un régimen democrático,
especialmente en el caso de España cuya historia ha sido calificada como una
historia de intolerancia33.
La libertad ideológica y religiosa albergan en su seno dos vertientes o as-
pectos. Uno positivo, consistente en la libre elección y manifestación de las ideas
o creencias que libremente se deseen asumir como propias. Y otro negativo, que
protege al titular frente a presiones para declarar sobre las ideas o creencias que
libremente se profesen. Estas dos facetas conllevan como corolario que el Estado
debe mantener una actitud neutral en materia ideológica, neutralidad que llevada
a la esfera religiosa se materializa en el mandato constitucional de aconfesionali-
dad del Estado (art. 16.3 CE).
36 Nolte, Georg (2003), European Military Law Systems, cit., pp. 5-6.
37 Cotino Hueso, L. (2002), El modelo constitucional de Fuerzas Armadas, Centro de Estudios
Políticos y Constitucionales, Madrid, p. 378.
38 Con este texto: «1. El militar está sujeto al deber de neutralidad política. No podrá fundar
ni afiliarse a partidos políticos y mantendrá una estricta neutralidad pública en relación con la
actuación de los partidos políticos. 2. El militar no podrá ejercer el derecho de sindicación y, en
consecuencia, no podrá fundar ni afiliarse a sindicatos ni realizar actividades sindicales. Tampoco
permitirá su ejercicio en el ámbito de las Fuerzas Armadas, salvo las que para el personal civil se
contemplan en la Ley Orgánica 11/1985, de 2 de agosto, de Libertad Sindical y demás legislación
aplicable. En todo caso mantendrá su neutralidad en relación con la actuación de los sindicatos.
Los miembros de las Fuerzas Armadas no podrán recurrir a los medios propios de la acción sindi-
5. El mandato constitucional de objetividad en la actuación administrativa y el
114 estatuto del militar
cal, entendida como negociación colectiva, adopción de medidas de conflicto colectivo y ejercicio
del derecho de huelga. Tampoco podrán realizar acciones sustitutivas o similares a este derecho,
ni aquellas otras concertadas con el fin de alterar el normal funcionamiento de las unidades de
las Fuerzas Armadas».
39 Como falta leve en el artículo 7.32 («Prestar colaboración a organizaciones políticas o sin-
dicales, sin haber solicitado previamente el pase a la situación legalmente establecida. Los militares
de reemplazo deberán cumplir su obligación de respetar el principio de neutralidad»), y como falta
grave en el artículo 8.34 («Sin haber solicitado previamente el pase a la situación legalmente estable-
cida, estar afiliado a alguna organización política o sindical, asistir de uniforme o haciendo uso de la
condición militar a cualquier reunión pública o manifestación si tienen carácter político o sindical,
ejercer cargos de carácter político o sindical o aceptar candidaturas para ellos con las excepciones
establecidas por las leyes»)
40 Bien como faltas leves en los artículos 7.29 («Emitir o tolerar expresiones contrarias,
tir expresiones o realizar actos levemente irrespetuosos contra la Constitución, la Corona y demás
órganos, instituciones o poderes del Estado; la Bandera, Escudo o Himno nacionales; las comuni-
dades autónomas, ciudades con Estatuto de Autonomía o administraciones locales y sus símbolos;
las personas y autoridades que las representan, así como las de otras naciones u organizaciones in-
ternacionales; las Fuerzas Armadas y los cuerpos que las componen y otros institutos o cuerpos de
naturaleza militar, así como sus autoridades y mandos militares […] »
Juan José Herbón Costas 115
graves (las previstas en el art. 7.32, 33 y 34)42 o en casos extremos como falta muy
grave (art. 8. 13)43.
Este complejo elenco de faltas disciplinarias, que afectan incluso a las mani-
festaciones realizadas fuera del servicio, colocan al militar en una posición frente
al mandato de objetividad constitucionalmente exigido en toda la función públi-
ca ciertamente singular, pues mientras al resto de funcionarios civiles se les exige
mantener la imparcialidad en el ejercicio de sus funciones respecto, exclusivamen-
te a los procesos electorales [art. 95.2 h) Ley 7/2007, de 12 de abril, del Estatuto
Básico del Empleado Público]44, al militar se le exige , en cambio, estricta neu-
tralidad dentro y fuera del servicio, lo que impide no solo la afiliación política o
sindical, sino la mera colaboración con estas organizaciones45 o la expresión de
ideas u opiniones en estas materias.
42 Con el siguiente texto: «32. Efectuar con publicidad manifestaciones o expresar opiniones
que supongan infracción del deber de neutralidad política o sindical. Fundar un partido político o
sindicato, así como constituir una asociación que, por su objeto, fines, procedimientos o cualquier
otra circunstancia conculque los deberes de neutralidad política o sindical. Afiliarse a este tipo de
organizaciones o promover sus actividades, publicitarlas, así como inducir o invitar a otros militares
a que lo hagan. Ejercer cargos de carácter político o sindical, o aceptar candidaturas para ellos, sin
haber solicitado previamente el pase a la situación legalmente establecida. Todo ello sin perjuicio de
lo dispuesto en las normas específicamente aplicables a los reservistas. 33. Promover o participar en
acciones de negociación colectiva o en huelgas, así como en otras acciones concertadas que tengan
por finalidad alterar el normal funcionamiento de las Fuerzas Armadas o sus unidades, publicitarlas,
o inducir o invitar a otros militares a que las lleven a cabo. 34. Organizar o participar activamente en
reuniones o manifestaciones de carácter político o sindical, así como organizar, participar o asistir,
vistiendo de uniforme o haciendo uso de su condición militar, a manifestaciones o reuniones de carác-
ter político, sindical o reivindicativo que se celebren en lugares públicos».
43 Cuyo texto es el siguiente: «Infringir reiteradamente los deberes de neutralidad política o sin-
dical, o las limitaciones en el ejercicio de las libertades de expresión o información, de los derechos de
reunión y manifestación y del derecho de asociación política o profesional».
44 «La violación de la imparcialidad, utilizando las facultades atribuidas para influir en procesos
LOREG): «Se prohíbe a todo miembro en activo de las Fuerzas Armadas o de los Cuerpos y Fuerzas
de Seguridad del Estado, de las Policías de las comunidades autónomas o municipales, a los Jueces,
Magistrados y Fiscales en activo y a los miembros de las Juntas Electorales, difundir propaganda
electoral o llevar a cabo otras actividades de campaña electoral».
5. El mandato constitucional de objetividad en la actuación administrativa y el
116 estatuto del militar
46 Artículo 33.3 LODDFAS: «Las asociaciones profesionales deberán respetar el principio de
para la consecución de fines lícitos, de acuerdo con lo previsto en la Ley Orgánica 1/2002, de 22 de
marzo, reguladora del Derecho de Asociación. 2. El ejercicio de este derecho cuando tenga como fin la
defensa de sus intereses profesionales y los derechos establecidos en esta Ley Orgánica, se ajustará a lo
dispuesto en el título III, capítulo I. 3. Las asociaciones de miembros de las Fuerzas Armadas no po-
drán llevar a cabo actividades políticas ni sindicales, ni vincularse con partidos políticos o sindicatos».
48 F. J. 5º: «Siendo los sindicatos formaciones con relevancia social, integrantes de la estructura
pluralista de la sociedad democrática, no puede abrigarse duda alguna que la afiliación a un sindicato
es una opción ideológica protegida por el art. 16 de la C.E., que garantiza al ciudadano el derecho a
negarse a declarar sobre ella. La revelación de la afiliación sindical es, por tanto, un derecho personal
y exclusivo del trabajador, que están obligados a respetar tanto el empresario, como los propios ór-
ganos sindicales. Es cierto que el empresario puede negar su reconocimiento al delegado sindical que
resulte haber sido ilegítimamente elegido, pero para verificar el cumplimiento de los requisitos legales,
no le es lícito exigir una conducta al delegado que es contraria a un derecho constitucional. Deberá
en todo caso verificar ese cumplimiento por procedimientos respetuosos con el derecho de libertad
ideológica de sus trabajadores, que no conllevan el conocimiento de su afiliación sindical, como son
los que establecen aquellos ordenamientos en los que la acción sindical en la empresa depende de la
concurrencia de un porcentaje mínimo de implantación, en los que se mantiene en secreto la afiliación
de aquellos trabajadores que así lo desean».
Juan José Herbón Costas 117
prevé este control, el artículo 81 CE (que exige la ley orgánica para la limitación y
desarrollo del contenido de los derechos fundamentales), sino que el artículo 7.2
de la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Ca-
rácter Personal,49 califica los datos que revelen la ideología o la afiliación sindical
como «especialmente protegidos» (siguiendo la citada jurisprudencia inaugurada
por la STC 292/1993), precisándose el consentimiento previo y por escrito de
cada uno de los afectados para poder acceder a los mismos. Todo ello hace, desde
una perspectiva constitucional, difícilmente viable el establecimiento de un siste-
ma de control de los datos de afiliación que las asociaciones aportan para intentar
acceder a la representatividad en el Consejo de Personal, e inviable en la práctica
controlar el fraude que dichas declaraciones puedan contener.
49 «Solo con el consentimiento expreso y por escrito del afectado podrán ser objeto de tratamien-
to los datos de carácter personal que revelen la ideología, afiliación sindical, religión y creencias. Se
exceptúan los ficheros mantenidos por los partidos políticos, sindicatos, iglesias, confesiones o comu-
nidades religiosas y asociaciones, fundaciones y otras entidades sin ánimo de lucro, cuya finalidad sea
política, filosófica, religiosa o sindical, en cuanto a los datos relativos a sus asociados o miembros, sin
perjuicio de que la cesión de dichos datos precisará siempre el previo consentimiento del afectado».
50 STC 177/1996, de 11 de noviembre, F. J, 10º.
5. El mandato constitucional de objetividad en la actuación administrativa y el
118 estatuto del militar
51 Cuyo texto es el siguiente: «1. Se reconocen y protegen los derechos: a) A expresar y difundir
libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio
de reproducción. b) A la producción y creación literaria, artística, científica y técnica. c) A la libertad
de cátedra. d) A comunicar y recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión.
La ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas
libertades. 2. El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura
previa. 3. La ley regulará la organización y el control parlamentario de los medios de comunicación
social dependientes del Estado o cualquier otro ente público y garantizará el acceso a dichos medios
de los grupos sociales y políticos significativos, respetando el pluralismo de la sociedad y de las diver-
sas lenguas de España. 4. Estas libertades tienen su límite en el respeto de los derechos reconocidos en
este Título, en los preceptos de las leyes que lo desarrollen y, especialmente, en el derecho al honor, la
intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia. 5. Solo podrá acordar-
se el secuestro de publicaciones, grabaciones y otros medios de información en virtud de resolución
judicial».
52 Con el siguiente texto: «1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho
comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o de comunicar informaciones o ideas sin que
pueda haber injerencia de autoridades públicas y sin consideración de fronteras. El presente artículo
no impide que los estados sometan a las empresas de radiodifusión, de cinematografía o de televi-
sión a un régimen de autorización previa. 2. El ejercicio de estas libertades que entrañan deberes y
responsabilidades , podrá ser sometido a ciertas formalidades, condiciones, restricciones o sanciones,
previstas por la ley, que constituyan medidas necesarias, en una sociedad democrática, para la segu-
ridad nacional, la integridad territorial o la seguridad pública, la defensa del orden y la prevención
del delito, la protección de la salud o de la moral, la protección de la reputación o de los derechos
ajenos, para impedir la divulgación de informaciones confidenciales o para garantizar la autoridad y
la imparcialidad del poder judicial».
53 Díez-Picazo, L. M. (2003), Sistema de derechos fundamentales, cit., p. 282.
54 La STC 104/1986, de 17 de julio, F. J. 5º, consagra la jurisprudencia de origen estadounidense
sobre la preferencia de este derecho cuando se difunden noticias y opiniones relativas a personajes
públicos: «El derecho al honor no es solo un límite a las libertades del art. 20.1 a) y d), aquí en juego,
citado como tal de modo expreso en el párrafo 4 del mismo artículo de la Constitución, sino que
según el 18.1 de la Constitución es en sí mismo un derecho fundamental. Por consiguiente, cuando
del ejercicio de la libertad de opinión [artículo 20.1 a)] y/o del de la libertad de comunicar informa-
ción por cualquier medio de difusión [art. 20.1 d)] resulte afectado el derecho al honor de alguien,
nos encontraremos ante un conflicto de derechos, ambos de rango fundamental, lo que significa que
no necesariamente y en todo caso tal afectación del derecho al honor haya de prevalecer respecto al
ejercicio que se haya hecho de aquellas libertades, ni tampoco siempre hayan de ser estas consideradas
como prevalentes, sino que se impone una necesaria y casuística ponderación entre uno y otras. Es
Juan José Herbón Costas 119
paz social, pues «quien puede expresar públicamente su disenso con los demás o
con su Gobierno podrá corregir el error ajeno o convencer con sus razones de la
necesidad de un cambio político sin necesidad de acudir al uso de la fuerza para
imponerse sobre los demás»55.
Se está en presencia, por tanto, de un derecho instrumental que va a guardar
íntima relación con otros derechos fundamentales a los que va a servir de correa
de transmisión, especialmente para la faceta positiva de la libertad ideológica.
Ello hace que sea un derecho especialmente conflictivo, pues va a ser el caballo
de batalla que los órganos jurisdiccionales van a tener que cabalgar al conocer
la legalidad de las sanciones impuestas por las transgresiones de la neutralidad
exigida a los servidores públicos, que van a manifestarse en la mayoría de las oca-
siones a través del ejercicio de este derecho.
cierto que el derecho al honor es considerado en el art. 20.4 (reproduciendo casi literalmente el inciso
final del art. 5.2 de la Ley Fundamental alemana) como límite expreso de las libertades del 20.1 de
la Constitución, y no a la inversa, lo que podría interpretarse como argumento en favor de aquel.
Pero también lo es que las libertades del art. 20, como ha dicho este Tribunal, no solo son derechos
fundamentales de cada ciudadano, sino que significan «el reconocimiento y la garantía de una Insti-
tución política fundamental, que es la opinión pública libre, indisolublemente ligada con el pluralismo
político que es un valor fundamental y un requisito del funcionamiento del Estado democrático»
(Sentencia del Tribunal Constitucional 12/1982, de 31 de marzo). Esta dimensión de garantía de una
Institución pública fundamental, la opinión pública libre, no se da en el derecho al honor; o, dicho
con otras palabras, el hecho de que el art. 20 de la Constitución «garantiza el mantenimiento de una
comunicación pública libre sin la cual quedarían vaciados de contenido real otros derechos que la
Constitución consagra, reducidas a formas hueras las instituciones representativas y absolutamente
falseado el principio de legitimidad democrática» (Sentencia del Tribunal Constitucional 6/1981, de
16 de marzo), otorga a las libertades del art. 20 una valoración que trasciende a la que es común y
propia de todos los derechos fundamentales».
55 Villaverde Menéndez, I. (2002), «Introducción histórica a las libertades de información y expre-
sión», La libertad de información y de expresión. Actas de las VII Jornadas de la Asociación de Letrados
del Tribunal Constitucional, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, p. 24.
56 Afirmada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos para los militares desde su Sentencia
confirmó la sanción por falta grave que se impuso a un guardia civil que convocó una rueda de prensa
en su domicilio y compareció a la misma portando uniforme.
59 Recurso de amparo interpuesto por un oficial del Cuerpo Jurídico Militar contra la sanción
que le fue impuesta al presentar un recurso contra la designación del entonces asesor jurídico general
de la Defensa como director general, para evitar así su pase a la situación de reserva y el consiguiente
cese en el destino.
60 Cuyo texto es el siguiente: «Son faltas leves, cuando no constituyan infracción más grave o de-
lito: 1. Emitir expresiones o realizar actos levemente irrespetuosos contra la Constitución, la Corona
y demás órganos, instituciones o poderes del Estado; la Bandera, Escudo o Himno nacionales; las
comunidades autónomas, ciudades con Estatuto de Autonomía o administraciones locales y sus sím-
bolos; las personas y autoridades que las representan, así como las de otras naciones u organizaciones
internacionales; las Fuerzas Armadas y los cuerpos que las componen y otros institutos o cuerpos
de naturaleza militar, así como sus autoridades y mandos militares […] 4. Expresar públicamente
opiniones que, relacionadas estrictamente con el servicio en las Fuerzas Armadas, no se ajusten a los
límites derivados de la disciplina, realizadas cualesquiera de ellas de palabra, por escrito o por medios
telemáticos».
61 Con el siguiente texto: «Son faltas graves, cuando no constituyan falta muy grave o delito: «1.
Emitir manifiesta y públicamente expresiones contrarias, realizar actos irrespetuosos o adoptar acti-
tud de menosprecio hacia la Constitución, la Corona y demás órganos, instituciones o poderes del Es-
tado; la Bandera, Escudo e Himno nacionales; las comunidades autónomas, ciudades con Estatuto de
Autonomía o administraciones locales y sus símbolos; las personas y autoridades que las representan,
Juan José Herbón Costas 121
faltas muy graves (art. 8.1 y 13)62, que vienen a corresponderse con las previstas
en la LORDFAS 1998 actualmente vigente, con muy ligeras variaciones en su
redacción.
Destaca como novedad la introducción por el artículo 7.1 LORDFAS 2014
de la exigencia de respeto del «deber de fidelidad a la Constitución», fórmula
muy usual en otros regímenes disciplinarios de la función pública63, y que ya se
había incorporado en 2007 al régimen disciplinario de la Guardia Civil64, pero
ciertamente sorprendente, pues en España no existe tal deber, como ha declarado
el Tribunal Constitucional, entre otras, en la famosa STC 48/2003, de 12 de mar-
zo65 (que conoció el recurso de amparo presentado por la ilegalización de Herri
Batasuna), al no ser el modelo constitucional español uno de los calificados como
de democracia militante, como sí lo es, paradigmáticamente, el modelo delineado
para Alemania66 por la Ley Fundamental de Bonn de 194967. Los funcionarios
así como las de otras naciones u organizaciones internacionales; las Fuerzas Armadas, sus cuerpos y
escalas, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, así como sus autoridades y mandos […] 5. Hacer peti-
ciones, reclamaciones, quejas o manifestaciones contrarias a la disciplina o basadas en aseveraciones
falsas, así como formularlas con carácter colectivo o a través de los medios de comunicación social».
62 Que dice así: «Son faltas muy graves, cuando no constituyan delito: 1. El incumplimiento del
Cuerpo Nacional de Policía: «Son faltas muy graves: a) El incumplimiento del deber de fidelidad a la
Constitución en el ejercicio de las funciones»; artículo 6 a) del Real Decreto 33/1986, de 10 de enero,
de Régimen Disciplinario de los funcionarios civiles de la administración del Estado: «Son faltas
muy graves: a) El incumplimiento del deber de fidelidad a la Constitución en el ejercicio de la función
pública», aunque debe reseñarse que la Ley 7/2007 que aprueba el Estatuto Básico del Empleado
Público, al tipificar las conductas muy graves en su artículo 95.2, modifica esta redacción hablando,
en vez de fidelidad, de respeto: «a) El incumplimiento del deber de respeto a la Constitución y a los
respectivos Estatutos de Autonomía de las comunidades autónomas y ciudades de Ceuta y Melilla, en
el ejercicio de la función pública».
64 Artículo 7.1 de la Ley Orgánica 12/2007, de 22 de octubre, de Régimen Disciplinario del Cuer-
po de la Guardia Civil: «Son faltas muy graves, siempre que no constituyan delito: 1. El incumpli-
miento del deber de fidelidad a la Constitución en el ejercicio de sus funciones y la realización de
actos irrespetuosos o la emisión pública de expresiones o manifestaciones contrarias al ordenamiento
constitucional o al Rey y a las demás instituciones por ella reconocidas».
65 F. J. 10º: «Hay que admitir, con el recurrente, que la coincidencia entre el art. 9.2 y la ley penal
no es absoluta; también hay que dejar sentado que en ningún momento se hace referencia a programas
o ideologías sino a actividades de colaboración o apoyo al terrorismo o la violencia. En consecuencia,
no se abre ningún resquicio a la que se ha llamado “democracia militante” y no hay, por consiguiente,
vulneración alguna de las libertades ideológicas, de participación, de expresión o de información».
66 Que ha recibido varias condenas del Tribunal Europeo de Derecho Humanos por expulsar de
su función pública a funcionarios que militaban en los Partidos Comunista o Nacional Socialista,
por directa aplicación de ese principio. Vide STEDH de 26 de septiembre de 1995, caso Vogt contra
Alemania.
67 Sobre el caso alemán, y sus diferencias con el régimen constitucional de 1978, la obra de refe-
rencia es Embid Irujo, A. (1987), La fidelidad de los funcionarios a la Constitución (Un estudio de los
Derechos alemán y español), INAP, Madrid.
5. El mandato constitucional de objetividad en la actuación administrativa y el
122 estatuto del militar
españoles deben respetar lo dispuesto por la Carta Magna, pero no están obliga-
dos, como no lo está el resto de la ciudadanía, en sentir como propios los valores
encarnados por la misma.
Pascua Mateo considera que el régimen de crítica que la LORDFAS 1998
permite al militar (que establece diversas infracciones que restringen el ejercicio
de esta libertad, calificadas como faltas leves68, graves69 y causa extraordinaria de
expediente gubernativo70) es demasiado estricto. Pues si bien las prescripciones
disciplinarias encuentran apoyo en el respeto a los principios de neutralidad po-
lítica y de unidad, la perspectiva marcada por el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos y el Tribunal Constitucional sobre la interpretación restrictiva que de-
ben recibir los límites a los derechos fundamentales permitiría que un militar
realizara expresiones contrarias, pero no irrespetuosas, contra la Constitución o
la instituciones del Estado, o sus miembros, sin que fuera reprimido disciplinaria-
mente, pues una cosa es la falta de respeto, y otra la mera discrepancia71.
La jurisprudencia del Tribunal Supremo es prolija en la consideración de la
neutralidad política como causa de limitación de la libertad de expresión del mi-
litar. Ejemplos de la misma lo son, por solo citar dos ejemplos, la STS V de 11 de
octubre de 1990, en la que consideró la Sala de lo Militar adecuada la sanción dis-
ciplinaria de un coronel que declaró a la prensa, en época preelectoral, discutien-
68 Artículo 7: «Son faltas leves: […] 29. Emitir o tolerar expresiones contrarias, realizar actos
trarias a la disciplina o basadas en aseveraciones falsas; realizarlas a través de los medios de comuni-
cación social o formularlas con carácter colectivo […] 32. Emitir o tolerar manifiesta y públicamente
expresiones contrarias, realizar actos irrespetuosos o adoptar actitud de menosprecio contra la Cons-
titución, la Corona y demás órganos, instituciones o poderes o las personas y autoridades que las en-
carnan, la Bandera, Escudo e Himno nacionales y de las demás instituciones representativas, así como
contra los representantes de otras naciones, las Fuerzas Armadas y los Cuerpos que las componen y
otros institutos o cuerpos de naturaleza militar; así como sus mandos y autoridades militares cuando
no constituyan infracción más grave o delito».
70 Artículo 17: «Mediante expediente gubernativo podrán imponerse sanciones disciplinarias ex-
traordinarias a los militares profesionales. Procederá la incoación de expediente gubernativo por las
causas siguientes: […] 4. Manifestar, mediante expresiones o actos con trascendencia pública, una
actitud gravemente contraria a la Constitución o a su majestad el Rey».
71 Pascua Mateo, F. (2006), Fuerzas Armadas y derechos políticos, Congreso de los Diputados,
Madrid, pp. 255-256, considera que esta regulación implica «extender indebidamente la interdicción
de expresiones contrarias, pero no irrespetuosas, a las instituciones del Estado y sus miembros. Inclu-
so en el caso de las manifestaciones contrarias a la Constitución, que puede considerarse el supuesto
límite debido a la misión, puramente instrumental y bajo la dependencia del Gobierno, sí, pero que
ahí está en el artículo 8 CE, que se encomienda a las Fuerzas Armadas de defender el ordenamiento
constitucional, ha de defenderse la libertad de un militar de sostener posiciones no coincidentes con su
texto, si, y solo si, están expuestas con la corrección imprescindible, en los ámbitos y tiempos adecua-
dos […] y sin pretender arrogarse la representación del conjunto o una parte de las Fuerzas Armadas»
Juan José Herbón Costas 123
72 «La conducta del recurrente, declaraciones a una revista de prensa de difusión general, sobre
su propia opción en materia concreta de servicio militar en época de campaña preelectoral, cuan-
do sobre esa materia había opiniones encontradas en los distintos partidos políticos, implica, como
acertadamente se razona en los fundamentos jurídicos quinto y séptimo de la sentencia de instancia,
infracción del deber de neutralidad política, en cuanto supone, directa o indirectamente, apoyo para
alguna de las posturas de algún partido, siendo indiferente el que sea una u otra la formación política
beneficiada o perjudicada» (F. D. 4º)
73 «Es claro que las limitaciones disciplinarias que sancionan la participación como militar en
actos de naturaleza esencialmente política y sindical, como sucedió en el caso actual, se encuadran
en dicha limitación orientada a mantener la neutralidad política de los militares y no vulneran los
derechos constitucionales invocados» (F. D. 4º).
5. El mandato constitucional de objetividad en la actuación administrativa y el
124 estatuto del militar
74 Las declaraciones extractadas en el programa televisivo, un telediario, fueron las siguientes:
«“No sé, podemos llegar a un 95’98% de Guardias Civiles que están dejando de sancionar las infrac-
ciones menos leves, hemos reducido los números que estamos manejando en número de sanciones a
un 82%”. “No es normal que tengamos motos de tres millones de pesetas, de las antiguas pesetas,
paradas en los garajes porque no hay dinero para moverlas ¿para qué se compraron? Todoterrenos de
diez millones de pesetas que no se pueden mover porque no hay dinero. Eso no es normal”».
Juan José Herbón Costas 125
75 Pascua Mateo, F. (2006), Fuerzas Armadas y derechos políticos, cit., p. 426.
76 Alzaga,O. (1978), La Constitución española de 1978 (comentario sistemático), Del Foro, Ma-
drid, pp. 486-487.
77 Garrido Falla, F., Comentarios a la Constitución, cit., pp. 1071-1074.
5. El mandato constitucional de objetividad en la actuación administrativa y el
126 estatuto del militar
78 Entrena Cuesta, R. (1986), «Artículo 6», en Cazorla Prieto, L. Mª. (dir.), Comentarios a la Ley
Este tratamiento resulta mucho más riguroso que el que se dispensa a los
funcionarios de la Administración civil, a los que no solo se les permiten estas
actividades, sino que se les incentiva a ello sin «perder su status funcionarial e
incluso mejorándolo a través de esa nueva actividad»81.
La doctrina parece coincidir en que la razón de dicha inelegibilidad se en-
cuentra en «la idea pilar de todo Ejército moderno, conforme a la cual el mismo
tiene el deber de estar al servicio del Estado incondicionalmente, por encima de
todas las parcialidades y deseos de poder. El apoliticismo del elemento armado es
dogma indiscutible para la ideología militar, y difícilmente se podría compatibili-
zar con la presencia de la lucha partidaria en el Hemiciclo»82, o utilizando las pa-
labras de Duguit en tiempos de la III República francesa: «el legislador ha obrado
con mucha sabiduría al declarar inelegibles a los militares de toda graduación y
empleo; es indispensable, en interés del ejército y del país, que se mantengan com-
pletamente extraños a la política»83.
CONCLUSIONES
87 F. J. 3º: «Con base en una interpretación literal y sistemática del art. 103.3 de la Constitución
tal que es, responde en su actuación a los impulsos políticos que determinan las
directrices legislativas y ejecutivas.
II. La objetividad de la actuación administrativa se constituye como un
mandato constitucional dirigido a la Administración, como persona jurídica, que
implica dos consecuencias directas en el Estatuto del personal militar profesional:
la exigencia de una estricta neutralidad político-sindical a los uniformados, que
va a restringir el ejercicio de determinados derechos fundamentales, incluso fuera
del servicio (asociación, reunión y manifestación, libertad de expresión, sufragio
pasivo), y la exigencia de una actuación imparcial en el desempeño de sus fun-
ciones.
III. A pesar del olvido que el legislador orgánico cometió al redactar la
LODDFAS, la directa aplicación del artículo 16.1 CE permite reconocer al mili-
tar su derecho a la libertad ideológica, que si bien resulta plenamente protegido
en su faceta negativa, va a quedar muy limitado en cuanto a su manifestación
externa como libertad positiva, condicionando seriamente el ejercicio de otros
derechos fundamentales a través de los cuales esta libertad ideológica va a plas-
marse como es, señaladamente, la libertad de expresión o de información.
IV. El conjunto de limitaciones establecidas al ejercicio de los derechos fun-
damentales por los militares para garantizar su objetividad e imparcialidad, per-
miten sostener que los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Guardia Civil
son el colectivo funcionarial más neutralizado políticamente, anulando práctica-
mente toda posibilidad de participación política en situación de servicio activo
(en tanto en cuanto resulta prácticamente ilusorio conseguir integrar una can-
didatura sin estar afiliado a un partido), y causándoles perjuicios comparativa-
mente más gravosos en caso de que decidieran pasar a la situación administrativa
correspondiente para intentar el salto a la vida política.
BIBLIOGRAFÍA
1 Sin embargo, y de acuerdo con la Orden ECO/845/2003, de 21 de marzo («Boletín Oficial del
Estado» n. º 86, de 10 de abril de 2003), por la que se autorizó el correspondiente contrato de cesión de
su participación en los permisos de investigación de hidrocarburos, la titularidad actual del permiso
corresponde a las sociedades Repsol Investigaciones Petrolíferas, S.A., Woodside Energy Iberia, S.A.,
y RWE Dea AG, en unos porcentajes del 50%, 30% y 20%, respectivamente, actuando la primera de
ellas como operador.
Isidro Fernández García 135
tran relacionadas en el documento publicado en enero de 2013 bajo el título Argumentario General,
prospecciones petrolíferas en Canarias, accesible virtualmente en http://www.gobiernodecanarias.org/
opencms8/export/sites/presidencia/prospecciones/ficheros/doc/ArgumentarioPetroleo2013.pdf
3 En uno de los informes de este órgano asesor de 17 de mayo de 2005 se advertía que «la convali-
dación para suplir las deficiencias apreciadas por el Tribunal Supremo no puede introducir modifica-
ciones relevantes en el contenido de los programas más allá de la subsanación de los defectos que hu-
bieran dado lugar a la anulación, pues en caso contrario las novedades introducidas supondrían una
modificación ajena a la causa convalidatoria que alteraría los presupuestos por las que se concedió y,
por ende, sería tanto como otorgar una nueva autorización, pero en este caso omitiendo los trámites
procedimentales establecidos al efecto en el capítulo segundo del título segundo de la Ley 34/1998, de
7 de octubre del Sector de Hidrocarburos, como por ejemplo, la omisión de la posibilidad de ofertas
en competencia». Sin embargo, en el último de los dictámenes previos al Real Decreto 547/2012, de
16 de marzo, la asesoría jurídica de la Administración del Estado, y con cita de su informe de 16 de
marzo de 2004, ya se muestra partidaria de la convalidación ya que los vicios formales de que adolecía
el acto de otorgamiento de los permisos no eran determinantes de su nulidad absoluta sino de su mera
anulabilidad. (Informe de la Abogacía del Estado, Asesoría Jurídica de Industria y Energía de fecha,
Área de Industria y Energía de fecha 23 de junio de 2008). Documentos accesibles en el enlace http://
www.canariasdicenoarepsol.com/expediente_repsol.html
6. Las zonas de exclusión a la navegación y las prospecciones petrolífe-
136 ras frente a las costas canarias: los problemas jurídicos suscitados
4 Aclara así la Sala 3ª del Tribunal Supremo que «[e]s cierto que el nuevo Real Decreto 547/2012
contiene una disposición final primera a tenor de la cual queda “convalidado expresamente el Real
Decreto 1462 /2001, de 21 de diciembre, en todo aquello que no resulte modificado por el presente
Real Decreto”. Pero, insistimos, esta expresión no puede referirse -en estrictos términos técnico-jurídi-
cos a la parte del Real Decreto 1462/2001 cuya validez no fue puesta en cuestión por la Sala. Más que
de “convalidación”, propiamente hablando, se trataría de una especie de ratificación o corroboración
ulterior de algo que nunca perdió su validez». (FJ 5º).
5 Se trata, concretamente, de las SSTS dictadas con fecha 25 de junio de 2014 en relación a los
procesos planteados por el Gobierno de Canarias (recurso nº 327/2012); el Cabildo Insular de Fuerte-
ventura (recurso nº 353/2012); la Asociación WWF-ADENA (recurso nº 364/2012) y el partido político
Izquierda Unida (recurso nº 365/2012, finalizado declarando su inadmisión); así como los pronuncia-
mientos efectuados con fecha 30 de junio de 2014 en los recursos contencioso-administrativos inter-
puestos respectivamente por la Federación Ben Magec-Ecologistas en Acción (recurso nº 332/2012),
el Cabildo de Lanzarote (recurso nº 363/2012) y la Fundación César Manrique (recurso nº 368/2012).
6 Véase la noticia «Repsol inicia los sondeos de petróleo en aguas de Canarias», publicada en
Energética y Minas el sondeo Sandia-1X figura con una distancia mínima a la costa de 55’5 km.; el
sondeo Chirimoya-1X, a una distancia mínima de 50’0 km., y el conocido como Zanahoria-1, a 55’0
km.
9 Así lo ha establecido en el art. 3 de la Ley 10/1977, de 4 de enero, sobre mar territorial,
determinando concretamente el criterio de las doce millas náuticas a contar desde las líneas de
base. Sobre los que debemos considerar espacio territorial español en un sentido estricto del
ejercicio de los derechos de soberanía estatal, resultan interesantes las apreciaciones de Marín
Castán al respecto, quien señala que «debe tenerse en cuenta al respecto que el sistema de atri-
bución de competencias a los Estados ribereños sobre las aguas marítimas situadas frente a sus
costas, establecido por la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982, se
basa en la atribución de soberanía a los Estados sobre dichas aguas, más o menos limitada en
función de los espacios que distingue y de su distancia. Así, de forma resumida, podemos decir
que la soberanía reconocida al Estado ribereño sobre las aguas interiores es plena; sobre el mar
territorial casi plena y sobre la zona contigua, la zona económica exclusiva y la plataforma
continental es limitada para el ejercicio de los derechos que la propia Convención reconoce en
cada una de ellas.
Por ello, la expresión “espacio marítimo sujeto a soberanía española” es un tanto ambigua, pues
en un sentido estricto cabría entender que se refiere solo a las aguas interiores y al mar territorial,
mientras que en un sentido amplio cabría entender que también se refiere a la zona contigua, la zona
económica exclusiva y la plataforma territorial. […] La razón es que los derechos de soberanía que
reconoce la Convención sobre la zona económica exclusiva y la plataforma continental lo son exclu-
sivamente a los efectos de exploración y explotación, conservación y administración de sus recursos».
Marín Castán, F. (2009), Marco jurídico de la seguridad marítima, en Impacto de los riesgos emer-
gentes en la seguridad marítima, Cuadernos de Estrategia, núm. 140, Instituto Español de Estudios
Estratégicos, p. 220.
6. Las zonas de exclusión a la navegación y las prospecciones petrolífe-
138 ras frente a las costas canarias: los problemas jurídicos suscitados
Pero los sondeos exceden asimismo los límites del espacio sobre el que el Es-
tado ribereño puede ejercer las medidas de fiscalización previstas en el art. 33 de
la Convención de Derecho del Mar, esto es la zona contigua, franja esta que «no
podrá extenderse más allá de 24 millas marinas contadas desde las líneas de base
a partir de las cuales se mide la anchura del mar territorial». (art. 33.2).
Pues bien, más allá del límite exterior de estos espacios, esto es, las 24 mi-
llas náuticas a partir de líneas de base desde las que se mide la anchura del mar
territorial, nos encontramos con dos áreas adyacentes, en ocasiones superpuestas
en la mayor parte de su extensión, a saber la zona económica exclusiva y la pla-
taforma continental.
La primera se trata de un área de nueva creación10 situada más allá del mar
territorial y adyacente a este y que no se extenderá más allá de 200 millas marinas
contadas desde las líneas de base a partir de las cuales se mide la anchura del mar
territorial, caracterizándose porque trata de conciliar los derechos del estado ri-
bereño con los derechos de otros Estados (arts. 55 y 57 de la Convención de 1982).
En este sentido, corresponden al ribereño derechos de soberanía para los
fines de exploración y explotación, conservación y administración de los recur-
sos naturales, tanto vivos como no vivos, de las aguas suprayacentes al lecho y
del lecho y el subsuelo del mar, y con respecto a otras actividades con miras a
la exploración y explotación económicas de la zona, tal como la producción de
energía derivada del agua, de las corrientes y de los vientos; así como derechos
de jurisdicción, con arreglo a las disposiciones de la Convención, con respecto a:
i) El establecimiento y la utilización de islas artificiales, instalaciones y es-
tructuras.
ii) La investigación científica marina.
iii) La protección y preservación del medio marino (art. 56.1).
Pero, como venimos diciendo, los derechos del ribereño, que se extienden
incluso a la construcción de islas artificiales, instalaciones y estructuras así como
a la regulación de tales aspectos11, deben hacerse compatibles con los derechos
10 El deseo ampliacionista por parte de los Estados ribereños, abandonando la división clásica de
los espacios marítimos surgió primero con el interés de los ribereños por consolidar su jurisdicción
sobre los recursos vivos adyacentes a sus costas. Sin embargo, «[e]n relación a los recursos naturales
no renovables del lecho y del subsuelo marinos, este proceso se retrasó hasta mediados del actual
siglo, ya que el desarrollo tecnológico en orden a su exploración y explotación fue insuficiente hasta la
fecha indicada. A partir de ese momento se inicia una carrera entre los distintos países para extender
su jurisdicción o soberanía sobre este tipo de recursos. En esta perspectiva económica y tecnológica,
el principio de libertad de los mares comenzó a ser impugnado por los Estados en vías de desarrollo
o con capacidad extractora deficiente, por considerar que la libertad tan solo protegía los intereses de
los Estados más desarrollados, para los cuales la libertad equivalía a la posibilidad de explotar indis-
criminadamente y en cualquier sector de los mares sus recursos renovables y no renovables». González
Campos, J.D., Sánchez Rodríguez, L.I., y Andrés Sáenz de Santa María, P. (1998), Curso de Derecho
Internacional Público, Civitas, Madrid, p. 620.
11 Resulta ilustrativo en este punto el art. 60 de la Convención de Jamaica que dispone lo siguiente:
«1. En la zona económica exclusiva, el Estado ribereño tendrá el derecho exclusivo de construir,
así como el de autorizar y reglamentar la construcción, operación y utilización de:
a) Islas artificiales.
Isidro Fernández García 139
de los demás Estados, que gozan, ya sean ribereños o sin litoral, con sujeción a
las disposiciones pertinentes de la Convención, de las libertades de navegación y
sobrevuelo y de tendido de cables y tuberías submarinos, así como de otros usos
del mar internacionalmente legítimos relacionados con dichas libertades, tales
como los vinculados a la operación de buques, aeronaves y cables y tuberías sub-
marinos, y que sean compatibles con las demás disposiciones de la Convención
(art. 58.1).
Pues bien, España ha desarrollado tales disposiciones del derecho inter-
nacional por medio de la Ley 15/1978, sobre zona económica exclusiva, confir-
mando la extensión de dicho espacio desde el límite exterior del mar territorial
español hasta una distancia de doscientas millas náuticas, contadas a partir de
las líneas de base desde las que se mide la anchura de aquel, donde la norma
afirma los derechos soberanos del Estado español a los efectos de la exploración
y explotación de los recursos naturales del lecho y del subsuelo marinos y de las
aguas suprayacentes.
b) Instalaciones y estructuras para los fines previstos en el artículo 56 y para otras finalidades
económicas.
c) Instalaciones y estructuras que puedan interferir el ejercicio de los derechos del Estado ribereño
en la zona.
2. El Estado ribereño tendrá jurisdicción exclusiva sobre dichas islas artificiales, instalaciones y
estructuras, incluida la jurisdicción en materia de leyes y reglamentos aduaneros, fiscales, sanitarios,
de seguridad y de inmigración.
3. La construcción de dichas islas artificiales, instalaciones o estructuras deberá ser debidamente
notificada, y deberán mantenerse medios permanentes para advertir su presencia. Las instalaciones o
estructuras abandonadas o en desuso serán retiradas para garantizar la seguridad de la navegación,
teniendo en cuenta las normas internacionales generalmente aceptadas que haya establecido a este
respecto la organización internacional competente. A los efectos de la remoción, se tendrán también
en cuenta la pesca, la protección del medio marino y los derechos y obligaciones de otros Estados. Se
dará aviso apropiado de la profundidad, posición y dimensiones de las instalaciones y estructuras que
no se hayan retirado completamente.
4. Cuando sea necesario, el Estado ribereño podrá establecer, alrededor de dichas islas artificiales,
instalaciones y estructuras, zonas de seguridad razonables en las cuales podrá tomar medidas apro-
piadas para garantizar tanto la seguridad de la navegación como de las islas artificiales, instalaciones
y estructuras.
5. El Estado ribereño determinará la anchura de las zonas de seguridad, teniendo en cuenta las
normas internacionales aplicables. Dichas zonas guardarán una relación razonable con la naturaleza
y funciones de las islas artificiales, instalaciones o estructuras, y no se extenderán a una distancia
mayor de 500 metros alrededor de estas, medida a partir de cada punto de su borde exterior, salvo
excepción autorizada por normas internacionales generalmente aceptadas o salvo recomendación de
la organización internacional competente. La extensión de las zonas de seguridad será debidamente
notificada.
6. Todos los buques deberán respetar dichas zonas de seguridad y observarán las normas interna-
cionales generalmente aceptadas con respecto a la navegación en la vecindad de las islas artificiales,
instalaciones, estructuras y zonas de seguridad. […]».
Este precepto debe ser complementado con el art. 73, que habilita al Estado ribereño, en el ejer-
cicio de sus derechos de soberanía para la exploración, explotación, conservación y administración
de los recursos vivos de la zona económica exclusiva, a tomar las medidas que sean necesarias para
garantizar el cumplimiento de las leyes y reglamentos dictados de conformidad con esta Convención,
incluidas la visita, la inspección, el apresamiento y la iniciación de procedimientos judiciales.
6. Las zonas de exclusión a la navegación y las prospecciones petrolífe-
140 ras frente a las costas canarias: los problemas jurídicos suscitados
Y para el caso de los archipiélagos, como sucede en el caso de las islas Cana-
rias, dispone, de acuerdo con la propia Convención de 1982, que el límite exterior
de la zona económica se medirá a partir de las líneas de base rectas que unan
los puntos extremos de las islas e islotes que respectivamente los componen, de
manera que el perímetro resultante siga la configuración general de cada archipié-
lago (art. 1 de la Ley 15/1978).
Obviamente pues, los espacios marítimos donde se autorizaron los contro-
vertidos sondeos petrolíferos a los que aquí nos referimos aparecen incursos en la
zona económico exclusiva española; pero antes de entrar a plantearnos el derecho
del Estado español a explotar o autorizar la explotación de los recursos ener-
géticos (más en concreto, petrolíferos) en dicha área, debemos exponer siquiera
sucintamente el régimen jurídico de otro espacio marítimo que se solapa en gran
parte con la zona, es decir, la plataforma continental.
Así, la plataforma continental de un Estado ribereño comprende el lecho y
el subsuelo de las áreas submarinas que se extienden más allá de su mar territo-
rial y a todo lo largo de la prolongación natural de su territorio hasta el borde
exterior del margen continental, o bien hasta una distancia de 200 millas marinas
contadas desde las líneas de base a partir de las cuales se mide la anchura del mar
territorial, en los casos en que el borde exterior del margen continental no llegue
a esa distancia.
Sin embargo, convenimos aquí con la doctrina y la práctica estatal en
que «el criterio operativo va a ser en el futuro “el borde exterior del margen
continental”»12, acogiéndose así la práctica estatal a la posibilidad ofrecida por
los apartados 4, 5 y 6 del art. 76 de la Convención de que el borde exterior del
margen continental pueda quedar establecido en las 350 millas náuticas contadas
desde las líneas de base o en 100 millas náuticas desde la isobata de 2.500 metros.
Esta posibilidad, que parece satisfacer a Estados con plataformas muy ex-
tensas hace que estas naciones «[vean] ampliada su soberanía sobre este espacio
más allá de las 200 millas que comprend[e] su zona económica exclusiva».13
A estas pretensiones, y pese a la escasa regulación de esta área en nuestro
derecho interno14, parece no haber sido ajeno el Estado español, quien precisa-
mente respecto a las aguas del archipiélago canario ha ampliado su plataforma
12 González Campos, J.D., Sánchez Rodríguez, L.I., y Andrés Sáenz de Santa María, P. (1998),
clusiva, sobre la plataforma continental no existe una norma o regulación específica en nuestro orde-
namiento jurídico, remitiéndose la Ley 14/2014, de Navegación Marítima, en su disposición adicional
7ª, respecto a los derechos soberanos sobre la plataforma continental española y las ampliaciones de
esta más allá del límite de las doscientas millas náuticas simplemente a lo dispuesto en la Convención
de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar, firmada en Montego Bay el 10 de diciembre de 1982,
en los restantes tratados internacionales en los que España sea parte y en las normas de Derecho
interno que puedan dictarse de conformidad con tales acuerdos internacionales. Sorprende asimismo
que el art. 8 de la LPEMM omita cualquier referencia a la plataforma continental, al no incluirla en
absoluto como espacio donde España ejerza soberanía, derechos soberanos o jurisdicción.
Isidro Fernández García 141
continental más allá de las 200 millas iniciales, y ello mediante su comunicación
por Nota Verbal a la Comisión de Límites de la Plataforma Continental de las
Naciones Unidas, de acuerdo con el art. 76.8 de la propia Convención de Jamaica.
Así, el Consejo de Ministros, con fecha 5 de diciembre de 2014 aprobó el
acuerdo por el que se toma conocimiento de la presentación de la citada Nota
Verbal, y lo pretende justificar en que «[t]ras los correspondientes estudios geo-
gráficos y geológicos, España ha llegado a la conclusión de que puede fijar los
límites exteriores de la plataforma continental al oeste de las islas Canarias más
allá de las 200 millas marinas contadas desde las líneas de base de la costa».15
Debe precisarse que la comunicación a la Comisión de Límites estuvo pre-
cedida ciertamente de un informe técnico fundamentado en un sólido trabajo
científico para la presentación tanto de la información preliminar a la Comisión
en mayo de 2009 como de la comunicación definitiva de 2014.16
15 Vid. la referencia del Consejo de Ministros de 5 de diciembre de 2014, en la que se da cuen-
ta de que esta fijación del límite exterior de la plataforma continental, que supone una ampliación
de 296.500 Km2. Accesible en http://www.lamoncloa.gob.es/consejodeministros/referencias/Pagi-
nas/2014/refc20141205.aspx#Canarias
Para una representación gráfica de la ampliación de la plataforma continental española al oeste
de las islas Canarias, véase la noticia «España amplía sus dominios marítimos», publicada en El País,
el 29 de diciembre de 2014, accesible de igual forma en http://politica.elpais.com/politica/2014/12/28/
actualidad/1419791095_360167.html
16 La documentación que fundamentaba la información preliminar de España presentada el 11
de mayo de 2009 puede encontrarse en el enlace web de la propia Comisión de Límites: http://www.
un.org/depts/los/clcs_new/commission_preliminary.htm
La propuesta española se fundamenta en un documentado trabajo científico conocido como
campaña DRAGO 0511, y en el que, según el propio informe elaborado en 2011, y accesible en la
página del Instituto Español de Oceanografía (http://www.repositorio.ieo.es/e-ieo/handle/10508/451)
participaron «un total de 19 científicos y técnicos, 4 investigadores del Instituto Español de Oceano-
grafía (IEO) y 4 investigadores del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) del Ministerio
de Ciencia e Innovación, 2 investigadores de TRAGSA (para la Secretaría General del Mar) del Mi-
nisterio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, y 6 hidrógrafos del Instituto Hidrográfico de la
Marina (IHM) del Ministerio de Defensa, así como 5 estudiantes (2 de grado y 3 de posgrado) de la
Facultad de Ciencias del Mar y Ambientales de la Universidad de Cádiz, y de la Facultad de Ciencias
Geológicas (Titulación de Ingeniería Geológica) de la Universidad Complutense», siendo el «objetivo
de esta campaña […] la adquisición de los datos científicos necesarios para preparar la propuesta de
ampliación de la Plataforma Continental española más allá de las 200 millas marinas del área situada
al oeste de las islas Canarias, conforme al artículo 76 de CONVEMAR». En la campaña participaron
el B/O Hespérides (de la Armada Española), el B/O Miguel Oliver (de la Secretaría General del Mar)
y el B/O Sarmiento de Gamboa. La información sobre la comunicación oficial de España de 17 de
diciembre de 2014 a la Comisión de Límites puede verse en el enlace oficial de este organismo: http://
www.un.org/Depts/los/clcs_new/submissions_files/submission_esp_77_2014.htm
Sin embargo, según el profesor Arroyo, «nuestra configuración geológica no permite que la pla-
taforma continental se extienda más allá de las doscientas millas, que marcan el límite exterior de la
zona económica exclusiva, y, por tanto, la plataforma queda subsumida en la zona. Tomando como lí-
mite el de la línea isobárica de los doscientos metros de profundidad, la plataforma continental oscila,
en los litorales del norte y sur, entre las cuatro y las quince millas de extensión; en las costas del levante
y golfo gaditano entre treinta y cincuenta millas; en el archipiélago balear llega hasta las quince millas,
y en el insular canario se reduce entre las cinco y diez millas». Arroyo Martínez, I. (2002), Compendio
de Derecho Marítimo, Tecnos, Madrid, p. 70.
6. Las zonas de exclusión a la navegación y las prospecciones petrolífe-
142 ras frente a las costas canarias: los problemas jurídicos suscitados
Pues bien, en esta zona el Estado ribereño ejerce derechos de soberanía a los
efectos de su exploración y de la explotación de sus recursos naturales, que son
los recursos minerales y otros recursos no vivos del lecho del mar y su subsue-
lo, así como los organismos vivos pertenecientes a especies sedentarias, es decir,
aquellos que en el período de explotación están inmóviles en el lecho del mar o en
su subsuelo o solo pueden moverse en constante contacto físico con el lecho o el
subsuelo (art. 77 de la Convención).
No obstante, los derechos del Estado ribereño sobre la plataforma con-
tinental no afectan a la condición jurídica de las aguas suprayacentes ni a
la del espacio aéreo situado sobre tales aguas y el ejercicio de los derechos
del Estado ribereño sobre la plataforma continental no deberá afectar a la
navegación ni a otros derechos y libertades de los demás Estados, previstos
en esta Convención, ni tener como resultado una injerencia injustificada en
ellos (art. 78).
Sin embargo, estas previsiones propias del régimen de alta mar (libertad de
navegación, sobrevuelo y tendido de cables y tuberías submarinos) encuentran
lógicas restricciones en las atribuciones del ribereño para autorizar, construir y
reglamentar la construcción de islas artificiales, instalaciones y estructuras, así
como el establecimiento de zonas de seguridad en torno a las mismas (art. 80 en
relación con el art. 60 de la Convención de 1982).
3.2 LA LEGITIMIDAD DE LAS MEDIDAS DE EXCLUSIÓN DE LA
NAVEGACIÓN Y PESCA ADOPTADAS POR EL MINISTERIO DE FO-
MENTO A LA LUZ DEL CONVENIO DE JAMAICA.
El problema que se plantea en relación al establecimiento de zonas de exclu-
sión a la navegación y pesca como la decretada en torno al punto de los sondeos
petrolíferos frente a las costas de Canarias iniciados en noviembre de 2014 estriba
en la naturaleza de la medida y, por ende, en la distancia de la zona de exclusión
adoptada.
Así, como acabamos de comprobar, aunque resulta legítimo el estableci-
miento por la Administración española de zonas de seguridad en torno a islas
artificiales, instalaciones y estructuras, en las cuales podrá tomar medidas apro-
piadas para garantizar tanto la seguridad de la navegación como de las islas ar-
tificiales, instalaciones y estructuras, en el presente y controvertido supuesto, y
estemos al régimen de la zona económica exclusiva o al de la plataforma con-
tinental, hay varios datos que hacen que nos cuestionemos el ajuste al derecho
internacional de las medidas adoptadas, a saber:
1. La zona de exclusión a la navegación y pesca fue adoptada por el Mi-
nisterio de Fomento invocando la legislación interna, concretamente, de
acuerdo con las funciones atribuidas a las Capitanías Marítimas por el
art. 266 de la Ley de Puertos del Estado y de la Marina Mercante.
2. Las medidas de prohibición de tránsito se adoptaron en el radio de una
milla en torno al punto donde estaba previsto el comienzo de los trabajos
de prospección, y no en la distancia razonable que se deduce del texto
del art. 60 de la Convención que, salvo excepción autorizada por nor-
Isidro Fernández García 143
17 Además, para notificar la zona de exclusión por parte del Ministerio de Fomento, se utili-
de Hidrocarburos considera en su art. 2.1 que «[a] los efectos del artículo 132.2 de la Constitución
tendrán la consideración de bienes de dominio público estatal, los yacimientos de hidrocarburos y
almacenamientos subterráneos existentes en el territorio del Estado y en el subsuelo del mar territorial
y de los fondos marinos que estén bajo la soberanía del Reino de España conforme a la legislación
vigente y a los convenios y tratados internacionales de los que sea parte». A continuación, el art.
32 dispone que las actividades de exploración, investigación y explotación de hidrocarburos que se
realicen en el subsuelo del mar territorial y en los demás fondos marinos que estén bajo la soberanía
nacional se regirán por esta ley, por la legislación vigente de costas, mar territorial, zona económica
exclusiva y plataforma continental, y por los acuerdos y convenciones internacionales de los que el
Reino de España sea parte.
20 Esta es la posición oficial del Gobierno que, en contestación a pregunta escrita en el Congreso
de los Diputados formulada por dos diputados del Grupo Mixto en relación a la escolta del buque
«Rowan Renaissance» con bandera de las islas Marshall, con el que Repsol procedió a ejecutar las
6. Las zonas de exclusión a la navegación y las prospecciones petrolífe-
144 ras frente a las costas canarias: los problemas jurídicos suscitados
de conformidad con el ya citado art. 266.4 b) del Real Decreto Legislativo 2/2011,
de 5 de septiembre, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley de Puertos
del Estado y de la Marina Mercante (LPEMM), concretamente designando en
las áreas en las que España ejerce soberanía, derechos soberanos o jurisdicción,
y en uso de las atribuciones correspondientes a las Capitanías Marítimas, «zonas
prohibidas a la navegación por motivos de seguridad y protección marítima, segu-
ridad de la navegación, prevención y lucha contra la contaminación marina u otras
causas debidamente justificadas».21
prospecciones en aguas próximas a Canarias así como al incidente ocurrido en fecha 15 de noviem-
bre de 2014, respondió que el citado buque «fue autorizado por el Gobierno a realizar trabajos de
prospección petrolífera en aguas internacionales en las que España ostenta derechos soberanos sobre la
plataforma continental.
Para garantizar la seguridad en la navegación y permitir las labores de prospección, el Ministerio de
Fomento estableció una zona de exclusión de una milla de diámetro alrededor de la situación en la que
debían comenzar los trabajos.
La Armada, en cumplimiento de las competencias que le atribuye el derecho marítimo inter-
nacional y la legislación vigente, desplegó un dispositivo de vigilancia y control marítimo para
la aplicación de esta medida, del que formó parte el buque de Acción Marítima “Relámpago”».
BOCG, serie D, nº 608, X Legislatura, Congreso de los Diputados, de 11 de febrero de 2015, p. 433.
La cursiva es mía.
21 El departamento ministerial competente resulta en este caso del Ministerio de Fomento
al que la propia LPEMM le atribuye, entre otras cuestiones, «[l]a ordenación y el control del
tráfico marítimo en las aguas situadas en zonas en las que España ejerce soberanía, derechos
soberanos o jurisdicción, sin perjuicio de las competencias que se atribuyan a otras autorida-
des, y específicamente las que corresponden al Ministerio de Defensa para la salvaguarda de la
soberanía nacional». [art. 263 g)]. Concretamente, el art. 7.1 a) del Real Decreto 452/2012, de
5 de marzo, por el que se desarrolla la estructura orgánica básica del Ministerio de Fomento y
se modifica el Real Decreto 1887/2011, de 30 de diciembre, por el que se establece la estructura
orgánica básica de los departamentos ministeriales, atribuye dicha competencia a la Dirección
general de la Marina Mercante. En particular, las funciones de las Capitanías Marítimas apa-
recen reguladas en el art. 266 LPEMM y en el Real Decreto 638/2007, de 18 de mayo, por el
que se regulan las Capitanías Marítimas y los Distritos Marítimos. Por otra parte, el art. 297
del mismo texto legal, y en orden a la garantía efectiva de la seguridad de la navegación y de
la prevención de la contaminación del medio marino, habilita a la Administración Marítima
para visitar, inspeccionar, condicionar el fondeo, apresar, iniciar procedimientos judiciales y,
en general, adoptar las medidas que se estimen necesarias respecto de los buques que vulne-
ren o puedan vulnerar dichos bienes jurídicos. Dichas prevenciones tienen, por otra parte,
su adecuada correspondencia en el art. 20.1 de la Ley 14/2014, de 24 de julio, de Navegación
Marítima, al disponer que «[l]a Administración Marítima podrá condicionar, restringir o pro-
hibir, por razones de seguridad y protección marítima, la navegación en ciertos lugares de los
espacios marítimos españoles, en particular en los casos de ejercicios y operaciones navales de
las Fuerzas Armadas o siempre que el paso de los buques extranjeros por el mar territorial no
sea inocente». Precisamente, para un cabal entendimiento del ámbito de aplicación de estas
medidas previstas en el derecho interno español, basta la lectura del art. 4.1 de la Ley 14/2014,
situado bajo la rúbrica del Título I de la misma norma (De la ordenación administrativa de
la navegación), y que dispone que «[l]as normas de policía de la navegación contenidas en el
presente título serán de aplicación a todos los buques que se encuentren en espacios marítimos
en los que España ejerce soberanía, derechos soberanos o jurisdicción». Dispone asimismo el
art. 301 LPEMM (Prevención de actividades ilícitas y tráficos prohibidos) que «[a] los efectos
de prevenir la realización de actividades ilícitas o el ejercicio de cualquier tráfico prohibido, el
Gobierno podrá impedir, restringir o condicionar la navegación de determinadas categorías de
buques civiles en las aguas interiores, el mar territorial o la zona contigua».
Isidro Fernández García 145
22 Para una detallada exposición cronológica de lo sucedido, véase la respuesta del Gobierno
a la pregunta escrita formulada por un diputado del Grupo Mixto en BOCG, serie D, nº 609, X
Legislatura, Congreso de los Diputados, de 12 de febrero de 2015, pp. 348 y 349. Los hechos moti-
varon asimismo varias denuncias penales acumuladas ante la Sala 2ª del Tribunal Supremo contra el
presidente del Gobierno de España, el ministro de Defensa, la ministra de Fomento, el ministro de
Industria, Energía y Turismo y la ministra de Medio Ambiente, «por un presunto delito de lesiones
de los arts. 147 y 148 del Código Penal en base a unos hechos ocurridos el pasado 15 de noviembre en
aguas territoriales españolas y al este de las islas de Fuerteventura y Lanzarote, cuando una embar-
cación de la organización Greenpeace fue abordada por otra de la Armada Española resultando con
heridas la activista de dicho colectivo Dª XXX –fractura abierta del peroné- de la que fue atendida
en el hospital de Las Palmas de Gran Canaria, hechos por los que la denuncia se dirige asimismo
contra D. XXX, director de la Marina Mercante, contra el capitán [sic] del buque Relámpago, del
que procedía la embarcación protagonista del abordaje y los tripulantes de la misma». (ATS de 20 de
enero de 2015, causa especial, rec. nº 20878/2014, hecho 1º). Las denuncias son rechazadas a limine ya
que «las imputaciones carecen de consistencia: la imputación se hace de forma indefinida y genérica,
al margen de las más básicas líneas que enmarcan las responsabilidades de naturaleza penal. No se
achaca una específica participación en los hechos a los denunciados. Las denuncias se apoyan en los
cargos institucionales ocupados, que son señalados casi caprichosamente (cualquier departamento
que tuviese alguna mínima relación con la decisión política que desencadenó la protesta y ulterior-
mente el incidente). Ese extravagante criterio convertiría en responsable penal (lo que está muy lejos
de confundirse con la responsabilidad política) a cualquier cargo público de los hechos vinculados de
una u otra forma con el órgano a cuyo frente se encuentra, abstracción hecha de criterios no ya de
6. Las zonas de exclusión a la navegación y las prospecciones petrolífe-
146 ras frente a las costas canarias: los problemas jurídicos suscitados
culpabilidad, sino de presencia de una acción u omisión concreta. Para iniciar un procedimiento penal
se exige mucho más». (FJ único del referido ATS de 20 de enero de 2015).
23 Vid. nota 21.
Isidro Fernández García 147
ante la comisión de otra infracción grave o muy grave de los arts. 307 y 308 de la
LPEMM.24
La iniciación o el desarrollo del pertinente expediente administrativo san-
cionador puede venir acompañada de medidas cautelares como la inmediata re-
tención del buque como medida cautelar para asegurar la eficacia de la resolución
que pudiera recaer, el buen fin del procedimiento, evitar el mantenimiento de los
efectos de la infracción y las exigencias de los intereses generales, siempre que
se trate de infracciones graves o muy graves a que se refiere esta ley. Para ello
podrá solicitar de la autoridad gubernativa correspondiente la colaboración de
las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, cuando fuera necesario (art. 320 LPEMM),
cosa que, junto al inicio de procedimiento por falta muy grave así se ha acordado
«hasta que los expedientados designen domicilio en España a efectos de notifica-
ciones y constituyan aval o garantía suficiente por valor de 50.000 euros».25
24 Basta comprobar cómo en la STSJ núm. 561/2005 del País Vasco, (Sala de lo Contencioso-Ad-
22 de junio, bajo la rúbrica del Título XXIV, Delitos contra la Comunidad Internacional. Sin ánimo
de exhaustividad, la definición de piratería según el derecho internacional aparece en el art. 101 de
la Convención de Derecho del Mar de 1982, a lo que debemos añadir, ante la insuficiencia de sus
disposiciones frente al fenómeno terrorista, la Convención para la represión de actos ilícitos contra la
6. Las zonas de exclusión a la navegación y las prospecciones petrolífe-
148 ras frente a las costas canarias: los problemas jurídicos suscitados
seguridad de la navegación marítima, también denominada como Convención SUA, que fue firmada
en Roma el 10 de marzo de 1988, y enmendada por varios protocolos firmados en Londres el 14 de
octubre de 2005.
27 STS, Sala 2ª 313/2014, de 2 de abril, recurso nº 11088/2013, FJ 4º. De forma más reciente, vid.
asimismo la Sentencia de la Audiencia Nacional (Sala de lo Penal, sección 3ª), de 2 de febrero de 2015,
sumario nº 3/2013.
28 Aunque admitimos con el Tribunal Supremo (STS, Sala 2ª 313/2014, de 2 de abril) que la pira-
tería se trata de un delito contra la Comunidad Internacional mediante el que se protege la seguridad
del tráfico marítimo y aéreo en tanto que bien jurídico supraindividual, no basta a mi juicio cualquier
quebranto de la seguridad de la navegación o del tráfico marítimo en los espacios sometidos a juris-
dicción española ya que entonces quedarían completamente vacíos de contenido los distintos ilícitos
administrativos contemplados actualmente en la LPEMM. Precisamente Fernández Rodera propone
unos elementos de corrección en el tipo penal. Así, considera que se debe incluir como elemento sub-
jetivo del tipo «el ánimo de lucro propio o ajeno u otro propósito personal», así como que se limiten
los espacios marítimos en los que se puede cometer el delito de piratería a los siguientes: «alta mar,
espacio no sometido a la jurisdicción de ningún estado, zona económica exclusiva, zona contigua u
otro espacio marítimo respecto del que así se determine en convenio, acuerdo o instrumento jurídico
internacional». Fernández Rodera, J. A. (2010), en Consideraciones a propósito del Proyecto de Ley de
2009 de modificación del Código Penal (conclusiones del Seminario Interuniversitario sobre la Refor-
ma del Código Penal, celebrado en la Universidad Carlos III de Madrid), Tirant lo Blanch, Valencia,
pp. 435 a 438. Citado por Marín Castán, F., La piratería como crimen internacional, en La respuesta
del Derecho Internacional a los problemas actuales de la seguridad global, Cuadernos de Estrategia,
núm. 160, Instituto Español de Estudios Estratégicos, p. 132.
Isidro Fernández García 149
corolario se produjo precisamente la reforma del Código Penal español para in-
troducir estas figuras típicas dentro de la rúbrica relativa a los delitos contra la
Comunidad Internacional.29
29 Vid. en este sentido, Resolución 1814 (2008) relativa a la situación en Somalia, adoptada el 15
de mayo de 2008; Resolución 1816 (2008) relativa a la situación en Somalia, adoptada el 2 de junio de
2008 y la Resolución 1838 (2008) relativa a la situación en Somalia, adoptada el 7 de octubre de 2008.
Con estos títulos jurídicos, el Consejo de la Unión Europea aprueba la Acción Común 2008/851/
PESC del Consejo de 10 de noviembre de 2008 relativa a la Operación Militar de la Unión Europea
destinada a contribuir a la disuasión, prevención y la represión de los actos de piratería y del robo a
mano armada frente a las costas de Somalia.
30 Dicha comprobación pues tiene un valor cualificado al haber sido efectuada por agentes de la
autoridad en el ejercicio de sus funciones. En este sentido, la disposición adicional primera, apartado
4 del Real Decreto 194/2010, de 26 de febrero, por el que se aprueban las Normas sobre seguridad en
las Fuerzas Armadas dispone expresamente que «[l]os miembros de las dotaciones de los buques de
la Armada tendrán el carácter de agentes de la autoridad en el ejercicio de funciones de vigilancia y
seguridad marítima atribuidas legalmente o por convenios internacionales suscritos por España, que
se llevarán a cabo sin perjuicio de las que están atribuidas a los miembros de las Fuerzas y Cuerpos
de Seguridad del Estado y a los integrantes de los organismos públicos con funciones de vigilancia
marítima en el ejercicio de sus competencias». Además, aun tratándose de la observación de hechos
por parte de agentes de la autoridad de una Administración que no es competente funcionalmente
en las labores de inspección o sanción, reviste particular interés la STS, Sala 3ª (sección 6ª), de 14 de
noviembre de 1991, que, en referencia al valor de las diferentes actas levantadas por personal de la
Sección de Inspección Pesquera de Guipúzcoa, dependiente del Departamento de Agricultura y Pesca
del Gobierno Vasco, y que fueron remitidas al órgano competente de la Administración del Estado a
través de la Comandancia Militar de Marina de San Sebastián, declara que «no parece que puedan ser
considerados los agentes o funcionarios de las administraciones autonómicas, como simples particu-
lares y sus actas poniendo de relieve infracciones apreciadas darles un valor equivalente al de simples
denuncias de particulares, en razón, como al parecer así sucede, de apreciarse los hechos objeto del
acta, fuera de la zona de competencia atribuida legalmente, pues el deber de colaboración que pesa
sobre las diferentes administraciones públicas y la naturaleza oficial del Servicio de Inspección Pes-
quera del Gobierno Vasco si bien no le otorgan, desde luego, el carácter de autoridad fuera del ámbito
de su competencia, no permiten tampoco, concluir que se trata de un mero particular cuando por la
necesaria proximidad de aguas interiores en el límite con las aguas exteriores denuncia una actividad
pesquera ilegal, pues se entiende que ahí debe de jugar una cierta cualificación del testimonio de dicho
servicio, que debe apreciarse con libertad, pero razonadamente por la autoridad competente, siendo
al efecto ilustrativa la sentencia del Tribunal Constitucional de 4-11-1982 (RTC 1982\64), cuando
indica, que “una adecuada colaboración entre la Administración del Estado y la de la comunidad
autónoma que ayude a buscar soluciones equitativas es necesaria para el buen funcionamiento de un
6. Las zonas de exclusión a la navegación y las prospecciones petrolífe-
150 ras frente a las costas canarias: los problemas jurídicos suscitados
Estado de las autonomías, incluso al margen de la distribución constitucional y estatutaria de las com-
petencias respectivas”. Por ello, este deber de colaboración obliga a los funcionarios del Servicio de
Inspección Pesquera, de la comunidad autónoma recurrente a la presentación de las correspondientes
denuncias y que su posición, si bien no es la de un agente de la autoridad cuando la misma versa
sobre actuaciones pesqueras propias de las aguas exteriores, no puede tampoco reducirse su papel al
de un mero particular». Recurso nº 3192/1989, FJ 3º. En el mismo sentido, STSJ del País Vasco (Sala
de lo Contencioso-Administrativo, sección 3ª), de 10 de febrero de 2000, recurso nº 3683/1996. Vid.
asimismo sobre el valor probatorio de los hechos constatados por funcionarios a los que se reconoce
la condición de autoridad, y que se formalicen en documento público, el art. 137.3 de la Ley 30/1992,
de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Ad-
ministrativo Común.
31 Estas disposiciones aparecen debidamente desarrolladas actualmente en el Real Decreto
872/2014, de 10 de octubre, por el que se establece la organización básica de las Fuerzas Armadas;
más en concreto, en su art. 17, que contempla al Mando de Vigilancia y Seguridad Marítima como «el
órgano de la estructura operativa de las Fuerzas Armadas responsable del planeamiento, conducción
y seguimiento de las operaciones de vigilancia y seguridad de los espacios marítimos de soberanía,
responsabilidad e interés nacional. Su comandante mantendrá una doble dependencia: operativa del
jefe de Estado Mayor de la Defensa y orgánica del jefe de Estado Mayor de la Armada». Como dice
al respecto Franco García «[l]a vigilancia de los espacios marítimos realizada por la Armada tiene
carácter integral y está orientada a la detección, tanto de riesgos y amenazas contra la seguridad
nacional (amenaza convencional), como de aquellos que ponen en peligro la seguridad marítima».
Franco García, M.A. (2013), El Ministerio de Defensa y sus competencias sobre asuntos marítimos,
Tesis Doctoral, Universidade da Coruña, p. 123. Accesible en http://ruc.udc.es/handle/2183/11501
enlace visitado por última vez el 26 de febrero de 2015, a las 14:12 horas.
Añade este autor que «[a]tendiendo al nivel de interacción cívico-militar, las actividades de vigi-
lancia y seguridad pueden dividirse en dos tipos: aquellas que tienen un carácter marcadamente naval
y aquellas otras de contribución a la acción del Estado en la mar. Dentro de las operaciones navales
se encuadrarían la vigilancia de los espacios marítimos; la introducción de información en el sistema
de gestión del conocimiento del entorno marítimo para llegar a detectar actividades que afecten a la
seguridad marítima; salvaguarda de la libertad de navegación y del comercio marítimo; cooperación
y guía del tráfico marítimo mercante; cumplimiento de la legislación internacional en los supuestos en
que por esta se prevé la intervención de un buque de guerra y actividades contra el terrorismo inter-
nacional, la proliferación y las armas de destrucción masiva.
En apoyo de otras administraciones que tienen atribuidas competencias en materias marítimas, la
Armada realiza los siguientes cometidos: protección de los recursos naturales en los espacios maríti-
mos de jurisdicción y de interés nacional; vigilancia de pesca; lucha contra las siguientes actividades:
inmigración ilegal; tráfico ilícito de estupefacientes; contrabando; contaminación marina y protección
del medio ambiente marino; vigilancia y protección del patrimonio subacuático de interés para el
Patrimonio Histórico Nacional; salvamento y rescate». Ibídem., pp. 124 y 125. En parecidos térmi-
nos, vid. Gea Fernández, M. (2007), El régimen jurídico de la seguridad marítima, Revista Española
de Derecho Militar, nº 90, julio-diciembre 2007, Ministerio de Defensa, p. 227. Afirma esta autora
que «[e]l tiempo y la experiencia han demostrado que la mar, espacio de interés nacional y soporte
Isidro Fernández García 151
CONCLUSIONES
I. Tras un proceloso y controvertido camino legal fueron autorizadas
por la Administración general del Estado diversas prospecciones pe-
trolíferas a la sociedad Repsol Investigaciones Petrolíferas, S.A., y
ello mediante diversos permisos de investigación de hidrocarburos
en las zonas del subsuelo marino, lo que además de una fuerte polé-
mica, genera diversas cuestiones jurídicas íntimamente imbricadas, a
saber: el régimen jurídico de las aguas próximas a Canarias en las que
el Gobierno español ha autorizado los trabajos; el carácter y título
jurídico de las zonas de exclusión o seguridad en torno a los puntos
de perforación, a lo que ha de añadirse el incidente acaecido el 15 de
noviembre de 2014 a causa del supuesto incumplimiento por parte de
un buque de la organización ecologista Greenpeace de las medidas de
exclusión a la navegación y la pesca.
II. A lo largo del trabajo hemos concluido que las zonas de sondeo y
prospección están ubicadas en la zona económica exclusiva, en la que
España ejerce sus derechos de jurisdicción, y que, a su vez, se solapa
con el área de la plataforma continental española.
III. En cuanto al establecimiento de las zonas de exclusión a la navega-
ción y pesca decretadas por el Gobierno en virtud de lo dispuesto en
la legislación marítima española, consideramos que su establecimien-
to resulta acorde asimismo con las disposiciones de la Convención de
Derecho del Mar de 1982. En este sentido, y pese a que no se tratan
de medidas adoptadas en virtud de las disposiciones de los arts. 60 y
80 de dicho texto internacional, que habilitan al establecimiento de
zonas de seguridad en torno a las islas artificiales, instalaciones y es-
tructuras cuya construcción reglamente o autorice la Administración
tección del libre ejercicio de los derechos y libertades así como de garantía de la seguridad ciudadana
hasta el límite del mar territorial español [art. 11.2 b) de la Ley Orgánica 2/1986, de 13 de marzo, de
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad].
6. Las zonas de exclusión a la navegación y las prospecciones petrolífe-
152 ras frente a las costas canarias: los problemas jurídicos suscitados
BIBLIOGRAFÍA
2.-
INGRESO DE NUEVOS TENIENTES AUDITORES (PROMO-
CIÓN 2014-2015).
Tras superar los períodos de formación militar básica y específica, así como
el de formación militar técnica realizada en la EMEJ entre el 7 de enero y el 4 de
julio de 2015, el pasado día 14 de julio, en la Academia General del Aire, recibie-
ron el Real Despacho de teniente auditor la nueva promoción del Cuerpo Jurídico
Militar, integrada por los nuevos oficiales:
D. José Antonio Segura Gutiérrez
Dª Leticia Adelaida Jiménez Jiménez
D. Antonio Pau Echave-Sustaeta
D. Daniel García Cramazou
Los nuevos oficiales auditores, tras el solemne acto presidido por S.M el
Rey, pasaron a ocupar sus nuevos destinos.
Redacción.