La Naturaleza Del Hombre

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LA INHERENCIA DE LA NATURALEZA HUMANA EN LA FORMACIÓN DE


ESTADOS

Los estados contemporáneos subyacen de una serie de contratos o acuerdos sociales que

se han llevado a cabo en determinados momentos por una determinada situación o situaciones.

En 1791 durante la revolución francesa, la asamblea legislativa se reunía para discutir el futuro

del rey y del pueblo, dando origen a la primera constitución en la historia francesa. En 1991 en

Colombia, la asamblea constitucional constituyente, tras meses de debates y acuerdos, dieron

vida a la constitución política de 1991, constitución que sigue vigente, cuya promulgación fue el

4 de julio del mismo año. De esa manera el contractualismo ha esculpido los estados sociales, y

ha permitido la democracia.

Pero ¿cómo es posible llegar a los acuerdos o a los pactos sociales en un estado, en la que

sus integrantes tienen personalidades e intereses no siempre similares? Para llegar a un acuerdo,

se examinan los intereses, es decir, como se podrá tener más beneficio, si competiendo o

colaborando, o siendo egoísta o generoso. Al ser la raza de primates más débil y vulnerable,

tenemos que vivir en grupos, por ello nuestra única fortaleza es la colaboración y ese factor es el

que hace posible que se entablen pactos u acuerdos sociales. Pero solo se puede llegar a la

colaboración cuando hay una baja taza de tolerancia para la desigualdad, ese es el conflicto con

uno mismo y con los demás a la hora se interactuar.

La consolidación de un estado mediante la elección de colaborar o competir, está ligada a

la naturaleza del ser humano, porque lo que esté en el espíritu y conciencia humana, se reflejará

en lo que estos formen o decidan, es decir, el hombre crea a su imagen y semejanza, da de lo que

hay en su interior, éste, no puede dar de los que no tiene, por ello, si un presidente es un ser

injusto, formará un estado injusto. De esa manera, saber el origen o las razones del

comportamiento de los hombres en un estado, se convirtió en todo un interrogante metafísico que


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aun autores que estudiaron profundamente el tema, no pudieron ponerse de acuerdo para tener

una respuesta conjunta a las preguntas: ¿Cuál es la esencia del ser humano? ¿Cuál es la

naturaleza de ser humanos ser generoso o egoísta? ¿somos seres nobles en un mundo malvado? o

¿seres malvados en un mundo noble?

Rousseau decía que la naturaleza humana era compasiva pero que la sociedad es la que la

corrompía, que somos nobles y generosos pero la jerarquía provoca orgullo, vanidad y

desigualdad. Su filosofía inspiró las grandes revoluciones del siglo XIX y ayudó a transformar

las monarquías religiosas de occidente, en repúblicas democráticas. John Locke decía que la

gente nacía con una mente vacía, una “tábula rasa” y que el comportamiento nacía de analizar el

ambiente y reflexionar sobre estas percepciones. En otros términos, los hombres nacían sin

esencia, ellos decidían que querían ser, su naturaleza no intervenía en su personalidad. Kar Marx

decía que el ser humano no tenía una naturaleza como tal, que eran los mecanismos de

interacción a los que está sujeto, los que lo obligan a ser altruista o egoísta. Trasímaco creía que

la gente solo buscaba placer y riqueza para sí mismo pero que es la sociedad la que nos obliga a

contener nuestros impulsos, por ello, decía que justicia era el interés del más fuerte. Xun Zi creía

que la naturaleza del hombre era malvada, que los deseos por prestigio y satisfacción física eran

innatos e erradicarles del ser humano y que la compasión era contraria a la naturaleza humana,

que si no fuésemos seres tan despiadados no habría necesidad de ley, fuerza y estado. Thomas

Hobbes concluyó que el estado natural del ser humano era una guerra de todos contra todos, y

que antes de la civilización vivíamos en constante miedo y peligro, donde la vida era limitada

por los pocos recursos y el egoísmo del hombre. Y por último, según Hobbes, el ser humano

cedió su libertad para asesinar, a cambio de una autoridad que lo protegiera de ser asesinado y
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solo un autoritario absolutista podría mantener la paz, para Hobbes la naturaleza humana está

podrida y por ello también la sociedad.

Históricamente competir o luchar ha sido la estrategia dominante. Somos seres sociales y

la vida es un desafío de supervivencia, por lo tanto, mantener la conservación depende de la

conservación de los otros. Y a gran escala, la selección natural privilegia las especies con la

mejor estrategia para seguir existiendo. Aunque no conozcamos la estrategia perfecta o la que

nos garantizará plenitud, las emociones humanas como: la amistad, la gratitud, la simpatía y

algunas formas de hipocresía han ayudado a lidiar con los defectos de fabricación del hombre y

de esa manera poder convivir en buenos términos con los demás.

El hombre en el principio de los tiempos, vivía en un estado natural antes de pasar al

estado civil o social, donde se fue consolidando un estado de derecho. Para Rousseau, el hombre

en el estado natural, vivía en una paz social, donde eran libres y compartían todos los bienes de

la naturaleza, opinión contraria a Hobbes. Según la ingenua concepción de Rousseau, en el

estado natural no era necesario o no existía el derecho, porque describe una sociedad satisfecha,

por lo tanto, como no hay razones para competir, no hay conflictos que derecho pueda

solucionar. Pero para Hobbes, el hombre en el estado natural se comporta como un lobo con los

otros, en donde no existía la paz social, y por esa razón era necesario buscar una alternativa que

le pusiese fin a esas situaciones.

Aunque para Hobbes, la solución está en una monarquía absoluta donde uno manda y los

otros obedecen, es decir, una ley autoritaria que controle el impulso agresivo que surge de la

motivación egoísta de todos seres, lo que implica una sumisión que genera una desigualdad que

él ve como solución a los conflictos del estado pre-político, considero que tiene una concepción
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más realista que Rousseau, porque reconoce la esencia del hombre “un ser que le da prioridad a

la voluntad particular que a la voluntad general” y reconoce el valor intrínseco de la autoridad.

Un estado como el que se refiere Rousseau, es lo más romántico que he leído, porque el

ser humano no puede vivir sin autoridad, no puede vivir socialmente en libre albedrio por la

naturaleza que hace parte del él. Pero entonces, ¿Qué permitió que la humanidad egoísta lograra

vivir en un estado civil sin llegar a la destrucción de la misma? Antes creía que había sido la

política, pero fue el derecho, que eran los mismos acuerdos en salas de junta o en cuartos en los

que se podían reunir los participantes a debatir, donde nacieron tratados, constituciones,

convenios, contratos… que se llevaron a cabo en el pasado y se llevan a cabo en la actualidad.

En la novela escrita por Franz Kafka titulada “la metamorfosis” respalda la concepción

que comparto de Hobbes respecto a la naturaleza del hombre y su comportamiento con los

demás. La novela tiene como enfoque principal, la realidad extraña y enemiga del hombre.

Donde muestra el nivel de superioridad, desprecio y humillación que este puede llegar a tener.

Esa alegoría es un ejemplo de la realidad social, en la que, si no fuera por el respaldo de la ley y

de la autoridad que da el derecho y las formas de gobierno democráticas o constitucionalistas, el

hombre destrozaría todo a su alrededor más de lo que ya ha hecho.

A pesar de que considere que el hombre es malo e injusto por naturaleza y que es la

dominación y la lucha de estos, lo que lo hace ser opuesto a su naturaleza. Es el hombre

mediante su desarrollo y socialización que obtiene la potencia o facultad tanto de ser bueno

como malo. Y de esa manera ser autor y responsable en las decisiones y porvenires del estado.

Aunque tengamos actitudes justas e injustas nuestra necesidad de vivir en comunión seguirá

latente hasta el fin, porque mientras la realidad nos recuerde nuestra fragilidad y lo diminutos y
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vulnerables que somos, buscaremos como mantener la estabilidad del enfrentamiento entre

nuestras voluntades, interés y actitudes codiciosas. Y es esa la democracia, la organización social

que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la ciudadanía, pero reconociendo que tanto el

individuo como la sociedad es egoísta y que esos factores intervienen en la formación y

prosperidad de un estado.
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