Qué Es El Abuso Sexual

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¿QUÉ ES EL ABUSO SEXUAL?

Es toda acción de tipo sexual impuesta a un niño por un adulto o por una persona mayor que él. Algunas de sus formas
son: manipulación del menor con fines pornográficos, someterlo a que observe actitudes sexuales, hablar sobre
temas obscenos, mostrar o tocar genitales y penetración sexual (violación o incesto.). El abuso sexual no
necesariamente es una violación.

¿El abuso sexual es, generalmente, cometido por desconocidos?

El abuso sexual puede ser cometido por un desconocido, quien a través de la fuerza y/o terror, somete al niño al
acto abusivo, generalmente en la forma de una violación. Sin embargo, las estadísticas muestran que en la mayoría de
los casos el abusador suele ser una persona conocida por la familia, quien no sólo se ha ganado la confianza de los
padres o cuidadores, sino del propio niño.

¿El abuso sexual puede ser cometido por un familiar?

El abuso sexual puede ser cometido por un miembro de la familia (papá, mamá, abuelos, primos, etc.), con quien la
víctima siente un profundo compromiso afectivo y lealtad. El abusador suele manipular y chantajear a la víctima con
el propósito de que esta no revele el abuso, convenciéndola de que si habla desatará una crisis familiar.

¿Qué pasa cuando el abusador es una persona conocida?

Es muy importante tener presente que cuando el abusador es un adulto conocido, el abuso no es un episodio aislado
sino, un proceso que se desarrolla en el tiempo. En un principio el abusador manipula la confianza que el niño/a le
tiene y, a través de la seducción (regalos, premios, preferencias, etc.), lo incita a participar en actividades sexuales
que el abusador muestra al niño/a como juegos o comportamientos que ocurren normalmente entre un adulto y un
niño. De manera paralela, el abusador impone al niño la ley del silencio a través de amenazas y chantajes del tipo "si
tu le cuentas a tu mamá, ella se morirá de pena" o "si alguien sabe a mí me llevarán preso y tú te irás a un orfanato".
Así, garantiza que el niño/a guardará el secreto. Además, utiliza con el niño/a un discurso denigratorio con el fin de
descalificarlo/a y culpabilizarlo/a de lo que está ocurriendo.

En esta realidad, el niño/a queda atrapado en un sistema relacional muy confuso y contradictorio ("te quiero, pero
abuso de ti"), y va incorporando a su autoconcepto connotaciones negativas que el abusador le transmite. El niño/a
empieza a sufrir una fuerte estigmatización, se siente sucio, malo, culpable, impotente y con una tremenda falta de
control. Todo esto dificulta que el niño/a divulgue lo que le está sucediendo.

¿Puede un niño inventar un abuso?

No. Los niños, cuando describen un abuso manejan información que por su desarrollo no podrían conocer de otra
manera. En esos casos, el niño ha sido sometido la observación de contenido erótico o ha sido víctima de abuso. Por
otra parte, los niños pueden llegar a inventar algo para evitarse un problema (por ejemplo, miento porque me saqué
una mala nota), pero no mienten para ganarse un problema o castigo.

Si negamos el abuso no sólo causamos un sentimiento de desprotección en el niño/a, sino que facilitamos el actuar de
los abusadores. Pensar que los niños mienten, que el abuso es poco frecuente, que sólo lo sufren las niñas, que los
abusadores son locos o de apariencia peligrosa, o que no ocurre dentro de la familia, son mitos que sólo evitan que
nos enfrentemos a una realidad dolorosa y traumática que, a pesar de no ser fácil afrontar, es muy necesaria para la
protección de nuestros hijos.

¿Cómo puedo proteger a los niños del abuso?

La mejor manera es previniéndolos. Es fundamental mantener una relación cercana con ellos de modo que si algo les
ocurre, tengan la confianza para contarnos. Además es importante enseñarles a autoprotegerse a medida que van
creciendo.
A partir de los tres años podemos ayudarlos a conocer las partes de su cuerpo. Así como tenemos brazos o piernas,
también tenemos pene o vagina. No debemos centrar la conversación en los genitales, sino que enmarcarla en el
conocimiento global del cuerpo.

También podemos enseñarles que en el cuerpo hay zonas privadas, que no mostramos porque son especiales e íntimas,
y explicarles que nadie puede forzarlos para tocarles sus partes privadas aunque sea un tío, primo o hermano. Es
importante transmitirles que nadie puede obligarles a guardar un secreto y que siempre deben tener la confianza
para acudir a sus papás si les ocurre algo. Explicarles, pero no exigirles, que digan NO frente a caricias que no les
gustan o les hacen sentir raros o incómodos. Por diferencia de tamaño, fuerza y edad, para un niño es prácticamente
imposible enfrentar a un adulto y decir NO. Por eso no debemos exigirles, ya que si no lo logra se puede sentir muy
culpable.

Es importante que la autoprotección la enmarquemos en una visión positiva y más amplia que la sexualidad y no
focalizarla en cómo defendernos de un posible ataque sexual, pues corremos el riesgo de mostrar a nuestros hijo/as
una visión negativa y peligrosa del mundo que los rodea

¿Cómo sospechar que un niño/a está siendo abusado?

Debemos estar atentos a cambios en el comportamiento de los niño/as como agresividad, inhibición o sensibilidad
extrema, desconfianza, problemas en el dormir, baja en el rendimiento escolar, desinterés o rechazo inexplicable
frente a los estudios, inusual mal comportamiento en clases, miedo a los adultos, etc.

Otro indicador es la aparición de conductas sexuales que no guardan relación con la edad del niño o cuando éste
maneja información que no puede haber aprendido por sí solo. Hay que poner atención a los juegos, por ejemplo si
realizan actos sexuales entre muñecas, y a los dibujos que realizan en casa o en el jardín. También pueden surgir
conductas de masturbación compulsiva que interfieran con sus actividades.

Los niños abusados están expuestos a una realidad que no pueden integrar, lo que los lleva a reflejar en
comportamientos o comentarios las vivencias que les están ocurriendo.

Las manifestaciones físicas incluyen dolor o molestia vulvo-vaginal, hemorragia vaginal en niñas prepúberes,
laceración genital, hematomas en el área genital, agrandamiento del orificio vaginal, himen cicatrizado, descarga
vaginal, esfínter anal laxo o inflamado, hemorragia rectal, retención de heces o heces verdosas, molestia al orinar,
infecciones urinarias recurrentes, enfermedades de transmisión sexual y embarazo.

Las manifestaciones emocionales y conductuales comprenden la preocupación sexual explícita o frecuente en la


conversación o en el juego, sexualización de las relaciones, conciencia sexual prematura, actitud aprehensiva hacia
los hombres, masturbación, indicios de posesión de secretos, huida del hogar, intentos de suicidio, problemas
psiquiátricos infantiles y dificultades en el aprendizaje.

 Temor o terror  Placer (en algunos casos)


 Ansiedad o nerviosismo  Poder y sensación de ser igual que los adultos
 Confusión y traición  Deseable y especial
 Vergüenza y humillación  Degradado y utilizado
 Enojo e ira  Atrapado
 Sentido de maldad personal  Vulnerable
 Asco  Aislado
 Culpa  Sigiloso y enmudecido
 Autoculpa  Abrumado
 Impotencia e indefensión  Vigilante y alerta
 Depresión y desesperanza  Sin importancia
 Dolor y pérdida  Irreal
Las pautas de relaciones familiares abarcan algunos factores nombrados en el contexto social.
La manifestación de estos índices varía en frecuencia e intensidad, según el tiempo que se lleve presentando el
abuso y el número de veces que haya ocurrido, dado que por lo general, según Soria y Hernández (1994), el abuso
sexual infantil no es fruto de un único acto, sino que conlleva a repetidos abusos en el tiempo, pudiendo alcanzar
meses o años de la vida del niño. La coacción física no parece ser el elemento clave en el ASI, pero sí la psicológica.
Ésta se establece en función de tres ejes: autoridad, secreto e indefensión.

¿Cómo actuar si un niño/a revela el abuso?

Es muy importante guardar la calma y no sobre reaccionar o desesperarse, ya que la reacción del adulto es un factor
de gran importancia para la reparación del niño/a. Si está muy perturbado, deténgase un momento a organizar sus
ideas antes de hablar con el niño/a. Explíquele que usted está perturbado por lo sucedido y comprende que él
también lo esté. Siempre debe creer lo que el niño/a relata y nunca debe dudar de él. No lo presione a hablar, pero
dispóngase a escuchar cuidadosamente lo que quiera confiarle. Haga énfasis en que el abusador es el responsable y
no él. Felicítelo por haber confiado en usted y asegúrele protección.

Los hilos conductores de cualquier estrategia de intervención, deberían ser:


I) Creencias: Emplear todos los métodos posibles, en los diferentes niveles de intervención, para desmontar
creencias, cuestionar verdades, desarmar discursos. Adoptar una actitud de irreverencia ante los presupuestos que
se nos comunican a través de la palabra, actitudes, gestos.

II) Secreto, silencio: Romper el secreto, el aislamiento, y lo que éste mantiene: la impunidad. Una de las formas de
lograrlo, es hacer público este problema, pasarlo al ámbito público. De ahí la importancia de la intervención de la
Justicia (además del apoyo que significa para instrumentar la protección de los más débiles, y/o las terapias
coactivas.

III) Emociones: Es fundamental movilizar las emociones, desanestesiar, afinar el registro de las molestias,
restablecer la congruencia entre creencias -emociones-acciones. Esto sólo lo lograremos si podemos trabajar las
emociones también en nosotros mismos.

IV) Rol del operador: Redefinir el rol de la persona que realiza el acompañamiento y de “ayuda” también resulta
fundamental, ya que uno de los objetivos primordiales es que las “víctimas” salgan del papel de víctimas y recuperen
sus recursos, su “poder”. Para esto hay que creer en sus recursos y sus capacidades, esto muchas veces implica
apartarse del lugar de “experto”. El rol del operador no puede ser neutral, debe ser un rol activo y comprometido.
Esto quiere decir por ejemplo mostrar firmeza (ética) y al mismo tiempo plasticidad y flexibilidad para aceptar
diferencias y desarrollar empatías; tener sensibilidad (emociones) pero no dejarse invadir o actuar impulsivamente.
La concepción de “ayuda” pasa por construir junto a los implicados (co-construir) el camino, el proceso del cambio.

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