Portugal Azulejos

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CASTELLÓN (ESPAÑA)

CERÁMICAS EN LA ARQUITECTURA
PORTUGUESA
(SIGLOS XVI - XX)

A. M. Portela, F. Queiroz

Historiadores de Arte - Portugal


[email protected]

RESUMEN
El objetivo de esta ponencia es presentar la evolución de la cerámica ar-
quitectónica portuguesa, en una visión de síntesis, con un enfoque particular en
los siglos XIX y XX, pues en estos períodos radican las causas para los usos que
actualmente se hacen de los revestimientos cerámicos en la arquitectura portu-
guesa.

Así, la ponencia se inicia con los antecedentes en la utilización de la cerámi-


ca en la arquitectura portuguesa, entre los siglos XVI-XVIII, a través de algunos
ejemplos paradigmáticos debidamente ilustrados.

Prosigue la ponencia con ejemplos del siglo XIX, en un periodo de transición


entre arte e industria, demostrando la diversidad y excelencia de la producción
portuguesa, así como el carácter identificador del fenómeno de la azulejaría de
fachada en la imagen urbana portuguesa.

Finaliza la ponencia con un apartado sobre las causas para la decadencia del
uso de los materiales cerámicos en la arquitectura portuguesa, en los primeros de-
cenios de del siglo XX, y la apropiación de los revestimientos cerámicos por parte
de las clases populares en su arquitectura vernácula. En paralelo, se demostrará
como la vía más erudita de los revestimientos cerámicos asentó en obras de au-
tor, muchas veces en edificios públicos y al servicio de la propaganda nacionalista
del régimen dictatorial. En este apartado se explicarán también cómo se procesó
la reconversión industrial que acarreó al encerramiento de muchas de las más
importantes unidades industriales portuguesas de productos cerámicos para la
arquitectura, prenunciando el panorama actual de los revestimientos cerámicos en
Portugal.

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1. INTRODUCCIÓN

En Portugal, la cerámica ornamental utilizada en la arquitectura está por lo


general – y casi automáticamente – asociada con los azulejos, aunque dependiendo
del período histórico, es posible extender considerablemente el enfoque más allá
de esta forma específica de arte cerámico. No obstante, los azulejos han dominado
el espectro de la decoración cerámica en la arquitectura portuguesa durante los
últimos cinco siglos. Esta predominancia se ha manifestado de forma más patente
durante los siglos que corresponden a la Era Moderna, dando origen a numerosos
ejemplos de alto valor artístico, algunos de los cuales son ampliamente conocidos,
incluso a nivel internacional. Aún así, queda mucho por hacer para conocer mejor
los azulejos portugueses y otros tipos de elementos cerámicos aplicados a la ar-
quitectura de dicho país, en particular con posterioridad al siglo XIX.

Aunque las cerámicas se han utilizado desde tiempos inmemoriales en la


arquitectura portuguesa, su uso para fines decorativos se consolida a partir de la
última época de le Edad Media.

Hacia comienzos del siglo XVI, algunos palacios, monasterios e iglesias por-
tuguesas ya estaban decorados con elementos cerámicos, en su mayoría azu-
lejos aplicados a las partes inferiores de las paredes. Se trata de los elementos
ornamentales conocidos como azulejos Hispano-Árabe o Mudéjar, elaborados con
las mismas técnicas utilizadas por los artesanos moriscos en el sur de la penín-
sula ibérica. De hecho, muchos de estos elementos fueron importados desde la
región de Sevilla. En consecuencia, para ser más precisos, hacia comienzos del
siglo XVI no se puede hablar realmente de azulejos portugueses: la tecnología y
diseños decorativos aún no eran típicamente portugueses. Incluso después, los
azulejos portugueses continuaron expuestos a numerosas influencias externas.
No obstante, dichas influencias fueron desapareciendo gradualmente, conduciendo
al surgimiento de algunos estilos distintivos de elementos cerámicos portugueses
aplicados a la arquitectura.

Figura 1 y 2. Dos ejemplos de excelencia en decoración cerámica aplicados a la arquitectura


portuguesa en la Era Moderna: Iglesia de Nuestra Señora de Saudação, Montemor-o-Novo (siglo
XVII); Capilla del Desterro, en el Monasterio de la Alcobaça (siglo XVIII).

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A mediados del siglo XVI, la influencia de Andalucía era considerablemente


menor: el revestimiento de paredes con azulejos canteados de estilo Hipano-Árabe
se volvió obsoleta. La técnica italiana mayólica y sus diseños renacentistas eran
considerados como una modernidad. Sin embargo, se estaban adoptando solucio-
nes que pueden considerarse como características de Portugal. Es el caso de los
enxaquetados (composiciones geométricas realizadas con azulejos planos y mono-
cromáticos de diferentes tamaños y colores) y, posteriormente de los atapetados
(azulejos con diseños similares a los utilizados en la tapicería, como los mostrados
en la figura 1).

A mediados del siglo XVII, la principal influencia para los azulejos portugueses
era de origen holandés. Dicha influencia puede verse, no sólo en los diseños 1x1
conocidos como figura avulsa (en los cuales cada azulejo individual tiene un motivo
diferente en el centro, aunque con un marco y tema similar entre sí), sino también
en grandes paneles figurativos pintados en color azul cobalto sobre un esmaltado
blanco. Los azulejos portugueses de la primera mitad del siglo XVIII están casi en
su totalidad pintados en azul – una característica que contaba con una importante
influencia de elementos cerámicos holandeses pero que actualmente se asimila
como típicamente portuguesa. Este arquetipo nos parece perfectamente razona-
ble, ya que el arte de las baldosas portuguesas muy frecuentemente sobrepasaba
a los excelentes azulejos holandeses del mismo período, no sólo en términos de las
pinturas realizadas sobre ellos, sino particularmente en términos de su expresivi-
dad (figura 2). Se debe considerar además el gran impacto de los azulejos barrocos
portugueses sobre la imagen arquitectónica general, utilizados en la elaboración
de grandes revestimientos, que habitualmente cubrían las paredes interiores de
iglesias y palacios, alcanzando la altura de los arcos y domos de los edificios, los
que a veces fueron completamente revestidos con azulejos. Además, los jardines
de los palacios y fincas estaban habitualmente decorados con este tipo de azulejos
esmaltados azules y blancos, en paredes, sillas y otras estructuras.

Durante la primera mitad del siglo XVIII, Portugal era el país europeo donde los
azulejos eran utilizados de manera más globalizada, proporcionando a la arquitectu-
ra una característica distintiva. Resulta sintomático que las mayores pinturas sobre
azulejos jamás realizadas en Holanda puedan verse precisamente en Portugal: en la
iglesia del convento de Madre de Deus (Lisboa, en la actualidad el Museo Portugués
de la Cerámica), la nave principal cuenta con 931 azulejos. A pesar de ello, existen
en Portugal numerosas pinturas sobre azulejos considerablemente más grandes que
datan del mismo período. Así, el caso portugués debe considerarse en cada enfoque
de estudio sobre la historia de los revestimientos cerámicos en la arquitectura.

Casi todas las referencias bibliográficas acerca de este tema revelan que los
azulejos barrocos portugueses representan la edad dorada de este tipo de arte en
Portugal. Sin embargo, no compartimos este punto de vista en su totalidad.

En la segunda mitad del siglo XVIII, los pintores portugueses de azulejos de


forma progresiva – pero no completamente – sustituyeron el color azul cobalto por

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otros distintos, añadiendo motivos expresivos rocaille (figura 3). Simultáneamente,


surgieron nuevos y más pragmáticos revestimientos de azulejos, principalmente
dentro de las casas construidas en Lisboa después del terremoto de 1755. Confi-
nados a las partes inferiores de las paredes de los vestíbulos, escaleras y algunos
salones, estos revestimientos que incorporaban diseños pombalino (figura 4) pre-
anunciaban lo que acabaría por ocurrir definitivamente en Portugal hacia finales del
siguiente siglo: la democratización de los azulejos en la construcción urbana, tanto
en interiores como en fachadas. En estos edificios, los revestimientos con azulejos
portugueses de la segunda mitad del siglo XIX también pueden considerarse como
representativos de la edad dorada de este tipo de arte en Portugal, impactando
directamente sobre la imagen urbana de las ciudades, haciéndolo arquetípico.

Figuras 3 y 4. Dos tipos de azulejos en el palacio del Conde de Oeiras (segunda mitad del siglo
XVIII): uno más decorativo, rocaille, basado en la tradición barroca, en una veranda; y otro más
pragmático, basado en diseños monocromáticos, para interiores no grandiosos, como el caso de
este corredor.

2. LA DEMOCRATIZACIÓN DE LOS AZULEJOS

Durante la segunda mitad del siglo XVIII, los azulejos portugueses fueron
perdiendo progresivamente su aura de lujo. Evidentemente, este proceso fue lento
en el tiempo y estos elementos, debido a su coste, continuaron siendo accesibles
únicamente por las clases sociales más altas.

Hacia 1834, cuando Portugal sufrió un drástico cambio de régimen – desde


una monarquía absolutista en decadencia a una monarquía parlamentaria – los
revestimientos de azulejos continuaban restringidos en cuanto a su uso a los mo-
nasterios, iglesias y algunas capillas con patronos más poderosos; la gran mayoría
de los palacios portugueses y también en algunas fincas menos opulentas princi-
palmente en las afueras de Lisboa. En todos estos edificios, los azulejos existían
únicamente en los interiores y en ciertas estructuras de jardines privados. Hacia
1834, también habían algunos nuevos edificios urbanos en las áreas centrales de
Lisboa con azulejos de estilo pombalino en sus salones, escaleras y habitaciones
principales, como ya se ha indicado anteriormente. Se suponía que este tipo de
aplicaciones más pragmáticas aumentaría en Lisboa y que incluso se extendería a

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otras ciudades portuguesas. No obstante, esto no se produjo de la forma en que


se pensó.

El cambio político de 1834 trajo drásticas consecuencias a la tradicional no-


bleza portuguesa y a los monasterios, los cuales fueron desapareciendo poco a
poco. En consecuencia, el mercado de azulejos experimentó forzosamente un im-
portante ajuste: la demanda por paneles figurativos cayó, ya que no habían mu-
chos palacios nuevos ni Iglesias que hubieran de ser revestidas con azulejos. En
relación a los azulejos de diseño pombalino, éstos habían sido diseñados princi-
palmente para pequeños paneles interiores y no resultaban demasiado adecuados
para el gusto romántico que estaba emergiendo y que estaba vinculado a una
nueva clase media-alta urbana, que ocupaba los vacíos políticos dejados por el an-
tiguo régimen. Inicialmente, este nuevo estrato social de comerciantes, empresa-
rios, políticos, médicos, profesores y otros grandes actores urbanos actualizaron la
imagen de sus viviendas urbanas. Estando estas viviendas construidas a escasos
metros unas con otras, con sólo un frente público y visible, resultaba caso imposi-
ble transformarlas en fincas. No obstante, era posible dotar de un nuevo aspecto a
las fachadas, no sólo con la modificación de detalles de mampostería, sino también
con soluciones decorativas más económicas, similares a las utilizadas en los inte-
riores. Dentro de estas viviendas urbanas renovadas, los papeles para tapizar con
pinturas de diseños neoclásicos y estucados en los cielos, estaban resolviendo el
problema de la decoración de renovación. En las habitaciones especiales, como los
salones de baile, estas viviendas urbanas reformadas – particularmente aquellas
vinculadas a los propietarios más ricos – también acogieron la utilización de mura-
les, parcialmente figurativos y evocativos – en menor escala – de algo que había
estado, hasta entonces, reservado sólo a los palacios de la nobleza. Sin embargo,
los murales con soluciones figurativas aplicados a las fachadas urbanas existentes
eran considerados como algo de mal gusto y por lo tanto, como una solución poco
apropiada. Por otra parte, incluso los murales no figurativos resultaban caros si
eran realizados por buenos artistas y podrían resultar problemáticos en términos
de mantenimiento. Además, los papeles para tapizar se degradaban fácilmente en
las fachadas. Así, los azulejos con diseños apropiados resultaron ser la solución
más lógica y eficaz para la renovación de las fachadas urbanas, y más aún tenien-
do Portugal tanto conocimiento en este tipo de producción, la cual para entonces
alcanzaba un punto de letargo. Los azulejos eran sencillos de limpiar y de man-
tener, y proporcionaban a estas apagadas y enmarañadas fachadas un nuevo y
esmaltado aspecto, más acorde con la nueva posición social de sus propietarios.

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Figura 5. Barcelos, varias fachadas urbanas contiguas, en el centro de la ciudad, con revestimiento
de azulejos desde c. 1860-1880: un ejemplo de similitud con el papel para tapizar.

La tendencia de revestir completamente con azulejos algunas de las fachadas


más prominentes en Portugal comenzó justo después de 1834. Hacia 1850, este
nuevo fenómeno artístico, vinculado con los cambios sociales y políticos antes
mencionados, se estaba haciendo más conocido, desde las elites urbanas de Lis-
boa y Oporto, a las de otras ciudades. Hacia finales del siglo XIX, este fenómeno
alcanzó su máxima expresión. Aún así, estaba confinado a áreas urbanas o a al-
gunas casas nuevas a lo largo de caminos principales, en las afueras de ciudades,
la mayoría pertenecientes a nuevos ricos y antiguos emigrantes retornados desde
Brasil.

Hacia 1880, las elites urbanas portuguesas ya comenzaban a rechazar los


revestimientos completos de fachadas con azulejos.

Por una parte, casi todos se trasladaron a propiedades en la periferia de las


ciudades, donde erigieron casas de campo y eclécticas fincas rodeadas por hermo-
sos jardines. En estas construcciones, habitualmente localizadas en áreas vacacio-
nales como Estoril (una playa cerca de Lisboa) o Granja (otra zona de playa cerca
de Oporto), los azulejos no eran realmente necesarios para adornar las apagadas
fachadas, ya las nuevas casas estaban construidas con detalles arquitectónicos
que hacían que los revestimientos de azulejos fuesen prescindibles. Además, los
jardines alrededor de ellas les dotaban de la misma atmósfera romántica propor-
cionaban los azulejos de revestimiento.

Por otra parte, las elites portuguesas sintieron la necesidad de desmarcarse


de los nuevos ricos, quienes utilizaban el revestimiento completo de fachadas con
azulejos de forma poco habitual y extravagante, en términos de colores y ele-
mentos complementarios, como figuras alegóricas, jarrones, piñas, globos – todo
elaborado con materiales cerámicos y colocados en las fachadas, intentando imi-
tar, a menor escala, los palacios renacentistas y barrocos más fastuosos. Además,
en términos de estatuas, jarrones y otros elementos de adornos de fachadas, la

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utilización de materiales cerámicos, para imitar un modelo anterior, permitió su


democratización. Dicha tendencia alcanzó las capas más ricas de las clases medias
urbanas hacia finales del siglo XIX (figura 6).

Figura 6. Ovar, detalle de una casa de clase media, con su fachada revestida de azulejos y
también con estatuas y balaustres cerámicos (c. 1900).

Algunos novelistas portugueses de los últimos 30 años del siglo XIX insistie-
ron en la asociación entre los nuevos ricos emigrantes retornados desde Brasil y
las nuevas casas portuguesas revestidas con azulejos, así como complementadas
con otros elementos cerámicos en todos sus frentes. Este estereotipo aún perdu-
ra en la actualidad, ya que todos los enfoques superficiales sobre la historia de la
cerámica arquitectónica portuguesa de la segunda mitad del siglo XIX eventual-
mente lo indica, como si se tratara de un hecho histórico demostrado, lo cual no
es el caso. El fenómeno de las fachadas revestidas de azulejos decorativos y, en
algunos casos, con elementos cerámicos de coronación, es complejo y su estudio
ha comenzado sólo hace unos pocos años (DOMINGUES, 2009).

En lo que se refiere al diseño, el revestimiento completo de fachadas ur-


banas portuguesas con azulejos exigía diseños apropiados, no necesariamente
aquellos utilizados en papeles para tapizar. Debemos tener en cuenta que los pri-
meros ejemplos de fachadas completamente revestidas con azulejos aparecieron
en edificios que sólo tenían una fachada de cara hacia el espacio público, a veces
sin ninguna decoración arquitectónica especial. En consecuencia, el transformar
estas monótonas fachadas en elementos más románticos era algo que había que
hacer para evitar la desaprobación de otros miembros de las elites urbanas. De lo
contrario, podría tener el efecto contrario, ya que este fenómeno se basaba funda-
mentalmente en procesos de imitación. Así, el período comprendido entre 1840 y
1860 estaba aún muy conectado con la antigua tradición de los diseños de azulejos
más pragmáticos, fuertemente influenciados por los azulejos de diseño pombalino
u holandés aún utilizados en la primera mitad del siglo XIX. No sólo los rápidos
cambios en estilo exigirían un período de adaptación de parte de los fabricantes
de azulejos, sino también el adoptarlos sin cautela podría resultar arriesgado en
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términos de aceptación social, excepto en los casos de revestimientos de azulejos


con fines publicitarios: en éstos, existía una mayor libertad para pintar los azulejos
y para incluir paneles figurativos, ya que el objetivo en este caso era el de crear
impacto. Por supuesto, en el caso de azulejos fabricados específicamente para las
fachadas de tiendas portuguesas era normal el tener este tipo de revestimientos
limitados a la planta baja. No obstante, hubo muchos casos en los que las plantas
superiores también fueron completamente revestidas con azulejos, normalmente
pintados con diferentes diseños, no demasiado extravagantes (figura 7).

Figura 7. Farmacia Paiva, en Leiria (c. 1860).

Se podría pensar que los azulejos pragmáticos de diseño pombalino serían


perfectamente adecuados para las primeras fachadas de los edificios urbanos por-
tugueses revestidos con azulejos. Algunos diseños anteriores utilizados en las fa-
chadas portuguesas fueron, de hecho, muy similares a los utilizados en interiores
desde el terremoto de 1755, en particular en Lisboa. No obstante, en Oporto, la
tradición de azulejos de diseño pombalino era más bien escasa. Este factor fue uno
de los más importantes en la formación de dos estilos más bien diferentes en el
revestimiento de fachadas: el estilo de Lisboa y el de Oporto.

En Lisboa, las primeras fachadas revestidas con azulejos tenían los contornos
de puertas y ventanas resaltados, así como también varias plantas bajas – co-
múnmente con funciones comerciales – con la utilización de diferentes azulejos
de diseño, a veces creando soluciones ilusionistas, como rusticatos de mármol. En
Lisboa, algunos anteriores fabricantes de azulejos acogieron esta nueva oportu-
nidad de mercado, lo que significó una cierta continuidad en términos de colores,
junto con diseños innovadores, geométricos y florales.

Por el contrario, en Oporto – ciudad mucho menos cosmopolita – las primeras


fachadas revestidas con azulejos eran más discretas. Los contornos de puertas y
ventanas no estaban resaltados; los diseños estaban casi en su totalidad pintados
en azul sobre una capa de esmalte blanco; prevaleciendo el mismo diseño en todas
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las plantas de la fachada. Estos diseños utilizados en Oporto entre 1840 y 1860
eran principalmente florales y neoclásicos y eran elaborados por las fábricas cerá-
micas locales que antiguamente no tenían azulejos como su principal rama de pro-
ducción. Por otra parte, en determinadas fábricas de cerámicas de Oporto y Vila
Nova de Gaia comenzó la producción de azulejos en relieve, los cuales, en muchos
casos, son únicos en el mundo (incluso en Lisboa y Brasil son bastante escasos).

Figura 8. Oporto, azulejos en relieve (1875).

Hacia mediados del siglo XIX, la continua demanda por grandes volúmenes de
azulejos de diseño, en Lisboa y Oporto, impulsó su producción hacia la adopción de
procedimientos más mecanizados. La pintura sobre estampilha se convirtió en una
práctica casi generalizada. Este hecho impulsó los precios a la baja y, en cosa de
algunas décadas, posibilitó el acceso de las clases medias urbanas a estos elemen-
tos, considerando que también habrían de revestir fachadas más pequeñas (figura
9). Este estrato social estaba, evidentemente, muy interesado en imitar a las clases
más altas. Sin embargo, hacia finales del siglo XIX, este continuo proceso de imi-
tación hizo que las clases superiores abandonaran completamente el revestimiento
completo de fachadas con azulejos, con la excepción de algunos nuevos ricos, par-
ticularmente en áreas urbanas en expansión lejanas de Lisboa y Oporto. Además
del hecho antes mencionado de las clases sociales más altas que se trasladaban a
vivir a zonas vacacionales en las afueras de las principales ciudades, después de
dejar sus anteriores edificios urbanos sólo para usos comerciales y para alquiler,
comenzaron a producirse crecientes prejuicios contra el uso de azulejos, dado su
carácter de producción masiva. Por otra parte, desde comienzos de la década de
1880, algunos críticos de arte portugueses presentaron en la prensa sus argumen-
tos contra el uso de los azulejos industriales. En este proceso, seguían las mismas
premisas del movimiento de Artesanía (Arts & Crafts), dando valor únicamente a
las artesanías manuales. Esto condujo a dos hechos importantes:

a) los primeros intentos verdaderos para explorar nuevos diseños, técnicas


y colores que podrían combinar lo mejor del tradicional arte portugués de
azulejos y las emergentes tendencias artísticas externas, como lo ocurrido
con la fábrica Bordalo Pinheiro en Caldas da Rainha;
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b) una gran diversidad de diseños disponibles hacia finales de la década de


1890 – desde los anteriores diseños utilizados a las adaptaciones de catálo-
gos de fábricas extranjeras (principalmente inglesas, españolas y francesas)
– así como un amplio conjunto de elementos cerámicos complementarios,
principalmente para la parte superior de fachadas, indicativas de la edad
dorada de la cerámica arquitectónica en Portugal. La Fábrica de Cerâmica
das Devesas constituye una excelente representación de esta tendencia.

Figura 9. Vila Nova de Gaia, uno de los últimos ejemplos de fachadas cubiertas con azulejos
(1930). Este ejemplo no constituye una norma y representa el final de la línea de este fenómeno
artístico, en una época donde únicamente las clases populares, especialmente aquellas que vivían
cerca de las fábricas de cerámicas (como este caso), preferían decorar las fachadas de sus modes-
tas casas con azulejos cuyos diseños ya se utilizaban hacía décadas, así como también con otros
elementos cerámicos.

3. AZULEJOS PORTUGUESES: ACEPTACIÓN, PREJUICIOS E IDEN-


TIDAD

El movimiento Art Nouveau trajo consigo incluso más posibilidades de elec-


ción, en términos de diseño de azulejos. Sin embargo, hacia comienzos del siglo
XX, los revestimientos completos con azulejos eran considerados por las elites
como elementos decorativos fuera de moda, incluso aunque incorporaran diseños
modernos. Además, los arquitectos portugueses propusieron el uso de azulejos
en fachadas únicamente como parte de un complejo programa decorativo, el cual
debía incluir otros materiales. En cada caso, los arquitectos preferían azulejos
específicamente diseñados para sus proyectos, los cuales estaban habitualmente
confinados a pequeñas partes de las fachadas (figura 10).

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Figura 10. Casa de estilo Art Nouveau tardío, en las afueras de Pombal (c. 1910-1920).

En la segunda década del siglo XX, sólo en algunos interiores – principalmen-


te en cocinas y baños – los azulejos continuaban utilizándose de manera gene-
ralizada para fines de revestimiento, tanto por las clases más altas y bajas de la
población urbana portuguesa, probablemente debido a razones prácticas (higiene
y tolerancia a la limpieza con agua). En las fachadas, aparte de pequeñas frisas y
azulejos especiales aislados, sólo los propietarios urbanos de clase media y algu-
nos nuevos ricos más tradicionales de regiones portuguesas más alejadas conti-
nuaron realizando sus revestimientos completamente con azulejos de diseño. No
obstante, la tendencia general era la de dejar de aplicar esta línea decorativa. En
consecuencia, los azulejos de diseño perdieron su calidad, siendo cada vez más los
producidos con aerógrafos o estampados mecánicos, de acuerdo con las técnicas
inglesas generalizadas en Portugal por la Fábrica de Louça de Sacavém, técnicas
que no resultan ser demasiado apropiadas para la elaboración de azulejos utiliza-
dos en exteriores. Como consecuencia de esta tendencia, a partir de la década de
1920, algunas fábricas de cerámica portuguesas – que hasta entonces elaboraban
una variedad polivalente de productos – se especializaron ya sea en materiales de
construcción (incorporando elementos decorativos limitados a algunos componen-
tes para techos de arcilla) o en azulejos especialmente diseñados para interiores.

Mientras, han surgido nuevas posibilidades para la utilización de azulejos figu-


rativos en Portugal, mediante paneles especiales elaborados por algunos artistas
famosos, comúnmente aplicados a los edificios públicos, al servicio de la propagan-
da nacionalista del régimen dictatorial, o incluso como un recordatorio de la mane-
ra en que la iglesia católica utilizaba los azulejos durante la primera mitad del siglo
XVIII: para la difusión de mensajes. En los edificios públicos portugueses, como
ayuntamientos, estaciones de ferrocarriles (figura 11) o tribunales de justicia, los
azulejos surgieron en las décadas de 1920, 1930 y 1940 como nunca ocurrió an-

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tes, aunque únicamente en paneles eruditos. Los azulejos de diseño no eran hasta
entonces ni siquiera una opción para fachadas importantes, dio origen a fuertes
perjuicios. Irónicamente, fue sólo a partir de este período que algunas fachadas de
las antiguas Iglesias portuguesas recibieron los primeros paneles figurativos, una
tendencia que perduraría, en muchas regiones, hasta la década de 1980, y que se
convirtió progresivamente en una tendencia más doméstica en cuanto a su estilo
(con algunas excepciones).

Figura 11. Estación de ferrocarril de Leiria, con paneles de azulejos que muestran información
turística (1935).

Este retorno de los azulejos como recurso utilizado en proyectos eruditos,


tanto interiores como en fachadas, aunque bastante limitado en cuanto al número
de edificios, ha sido sobrevalorado desde entonces por los historiadores de arte e
incluso por los mismos propietarios de fábricas. La fábrica de Viúva Lamego, por
ejemplo, a pesar de ser uno de los mejores productores de azulejos de diseño du-
rante los últimos 40 años del siglo XIX, desatiende completamente este hecho hoy
por hoy, con la excepción de un único artista de dicho período (Luis Ferreira), sólo
porque fue el autor de interesantes paneles de publicidad.

El mito, en gran medida dado a conocer por el investigador pionero sobre


azulejos J. M. Santos Simões (SIMÕES, 1965), sobre que las fachadas urbanas con
revestimiento de azulejos constituían una solución importada desde Brasil (como
consecuencia del retorno de antiguos emigrantes), acrecentó de manera importan-
te los prejuicios contra la cerámica arquitectónica portuguesa de la segunda mitad
del siglo XIX. Como consecuencia, los estudios académicos acerca de los azulejos
portugueses de este período son prácticamente inexistentes, y los efectos nega-
tivos sobre esta importante herencia urbana son notables. Además, es necesario
considerar los efectos negativos indirectos de este perjuicio contra los azulejos de
diseño del siglo XIX en la manera en que los arquitectos portugueses, propietarios

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y promotores utilizan – o no utilizan – los revestimientos cerámicos en la arquitec-


tura contemporánea.

4. CONCLUSIÓN

Durante algunos siglos, las baldosas cerámicas esmaltadas han sido utilizadas
como paneles decorativos o como acabados de murallas completas y fachadas en
numerosos países. Sin embargo, en Portugal, estos elementos se erigen como una
parte extremadamente relevante de la herencia cultural nacional: considerando su
calidad; sus numerosos, grandes e impresionantes ejemplos; y también el hecho
de que determinados tipos de aplicaciones y elementos cerámicos son casi exclu-
sivos de la arquitectura portuguesa. Esta exclusividad se aplica incluso más a la
segunda mitad del siglo XIX: un período de transición entre el arte y la industria,
cuando la diversidad y excelencia de la producción de cerámica portuguesa alcanzó
su máximo nivel de esplendor, aunque no superan la expresividad y habilidad de
los pintores barrocos portugueses de azulejos.

En general, los azulejos forman parte de la identidad de la arquitectura por-


tuguesa. En lo que se refiere a la cerámica arquitectónica de la segunda mitad del
siglo XIX, algunas soluciones de revestimiento y decorativas pueden considerarse
típicamente portuguesas, ya que en ningún otro lugar en el mundo pueden obser-
varse, excepto, y de manera mucho más escasa, en algunos pueblos y ciudades
de Brasil que conservan un núcleo histórico más conservado. No obstante, los
ejemplos de Brasil se encuentran fuertemente influenciados por los portugueses
(DOMINGUES, 2009), a pesar de que en la bibliografía existente se encuentran
muchos argumentos contrarios.

La progresiva apropiación de la cerámica arquitectónica por las clases popu-


lares, en un grado que no tiene parangón con ningún otro país de Europa, también
favoreció el surgimiento de numerosos prejuicios contra esta forma de arte y de
recurso arquitectónico. Estamos convencidos de que un mejor conocimiento de la
cerámica arquitectónica del siglo XIX en Portugal y la posterior promoción de los
resultados de investigación tendrán efectos muy positivos y perdurables, mejoran-
do la aceptación de los revestimientos cerámicos y las soluciones decorativas en la
arquitectura contemporánea portuguesa.

AGRADECIMIENTOS

Con el patrocinio del Instituto de Promoción Cerámica.

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BIBLIOGRAFÍA

[1] DOMINGUES, Ana Margarida Portela (2009) – A ornamentação cerâmica na arquitec-


tura do Romantismo em Portugal. Tese de Doutoramento em História da Arte apre-
sentada à Faculdade de Letras da Universidade do Porto.

[2] MECO, José (1993) – O azulejo em Portugal. Lisboa, Ed. Alfa.

[3] SIMÕES, João Miguel dos Santos (1965) - Azulejaria Portuguesa no Brasil. Lisboa,
Fundação Calouste Gulbenkian.

[4] http://www.nederlandstegelmuseum.nl/Museum/Geschiedenis_English.htm

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