Portugal Azulejos
Portugal Azulejos
Portugal Azulejos
CERÁMICAS EN LA ARQUITECTURA
PORTUGUESA
(SIGLOS XVI - XX)
A. M. Portela, F. Queiroz
RESUMEN
El objetivo de esta ponencia es presentar la evolución de la cerámica ar-
quitectónica portuguesa, en una visión de síntesis, con un enfoque particular en
los siglos XIX y XX, pues en estos períodos radican las causas para los usos que
actualmente se hacen de los revestimientos cerámicos en la arquitectura portu-
guesa.
Finaliza la ponencia con un apartado sobre las causas para la decadencia del
uso de los materiales cerámicos en la arquitectura portuguesa, en los primeros de-
cenios de del siglo XX, y la apropiación de los revestimientos cerámicos por parte
de las clases populares en su arquitectura vernácula. En paralelo, se demostrará
como la vía más erudita de los revestimientos cerámicos asentó en obras de au-
tor, muchas veces en edificios públicos y al servicio de la propaganda nacionalista
del régimen dictatorial. En este apartado se explicarán también cómo se procesó
la reconversión industrial que acarreó al encerramiento de muchas de las más
importantes unidades industriales portuguesas de productos cerámicos para la
arquitectura, prenunciando el panorama actual de los revestimientos cerámicos en
Portugal.
1
CASTELLÓN (ESPAÑA)
1. INTRODUCCIÓN
Hacia comienzos del siglo XVI, algunos palacios, monasterios e iglesias por-
tuguesas ya estaban decorados con elementos cerámicos, en su mayoría azu-
lejos aplicados a las partes inferiores de las paredes. Se trata de los elementos
ornamentales conocidos como azulejos Hispano-Árabe o Mudéjar, elaborados con
las mismas técnicas utilizadas por los artesanos moriscos en el sur de la penín-
sula ibérica. De hecho, muchos de estos elementos fueron importados desde la
región de Sevilla. En consecuencia, para ser más precisos, hacia comienzos del
siglo XVI no se puede hablar realmente de azulejos portugueses: la tecnología y
diseños decorativos aún no eran típicamente portugueses. Incluso después, los
azulejos portugueses continuaron expuestos a numerosas influencias externas.
No obstante, dichas influencias fueron desapareciendo gradualmente, conduciendo
al surgimiento de algunos estilos distintivos de elementos cerámicos portugueses
aplicados a la arquitectura.
2
CASTELLÓN (ESPAÑA)
A mediados del siglo XVII, la principal influencia para los azulejos portugueses
era de origen holandés. Dicha influencia puede verse, no sólo en los diseños 1x1
conocidos como figura avulsa (en los cuales cada azulejo individual tiene un motivo
diferente en el centro, aunque con un marco y tema similar entre sí), sino también
en grandes paneles figurativos pintados en color azul cobalto sobre un esmaltado
blanco. Los azulejos portugueses de la primera mitad del siglo XVIII están casi en
su totalidad pintados en azul – una característica que contaba con una importante
influencia de elementos cerámicos holandeses pero que actualmente se asimila
como típicamente portuguesa. Este arquetipo nos parece perfectamente razona-
ble, ya que el arte de las baldosas portuguesas muy frecuentemente sobrepasaba
a los excelentes azulejos holandeses del mismo período, no sólo en términos de las
pinturas realizadas sobre ellos, sino particularmente en términos de su expresivi-
dad (figura 2). Se debe considerar además el gran impacto de los azulejos barrocos
portugueses sobre la imagen arquitectónica general, utilizados en la elaboración
de grandes revestimientos, que habitualmente cubrían las paredes interiores de
iglesias y palacios, alcanzando la altura de los arcos y domos de los edificios, los
que a veces fueron completamente revestidos con azulejos. Además, los jardines
de los palacios y fincas estaban habitualmente decorados con este tipo de azulejos
esmaltados azules y blancos, en paredes, sillas y otras estructuras.
Durante la primera mitad del siglo XVIII, Portugal era el país europeo donde los
azulejos eran utilizados de manera más globalizada, proporcionando a la arquitectu-
ra una característica distintiva. Resulta sintomático que las mayores pinturas sobre
azulejos jamás realizadas en Holanda puedan verse precisamente en Portugal: en la
iglesia del convento de Madre de Deus (Lisboa, en la actualidad el Museo Portugués
de la Cerámica), la nave principal cuenta con 931 azulejos. A pesar de ello, existen
en Portugal numerosas pinturas sobre azulejos considerablemente más grandes que
datan del mismo período. Así, el caso portugués debe considerarse en cada enfoque
de estudio sobre la historia de los revestimientos cerámicos en la arquitectura.
Casi todas las referencias bibliográficas acerca de este tema revelan que los
azulejos barrocos portugueses representan la edad dorada de este tipo de arte en
Portugal. Sin embargo, no compartimos este punto de vista en su totalidad.
3
CASTELLÓN (ESPAÑA)
Figuras 3 y 4. Dos tipos de azulejos en el palacio del Conde de Oeiras (segunda mitad del siglo
XVIII): uno más decorativo, rocaille, basado en la tradición barroca, en una veranda; y otro más
pragmático, basado en diseños monocromáticos, para interiores no grandiosos, como el caso de
este corredor.
Durante la segunda mitad del siglo XVIII, los azulejos portugueses fueron
perdiendo progresivamente su aura de lujo. Evidentemente, este proceso fue lento
en el tiempo y estos elementos, debido a su coste, continuaron siendo accesibles
únicamente por las clases sociales más altas.
4
CASTELLÓN (ESPAÑA)
5
CASTELLÓN (ESPAÑA)
Figura 5. Barcelos, varias fachadas urbanas contiguas, en el centro de la ciudad, con revestimiento
de azulejos desde c. 1860-1880: un ejemplo de similitud con el papel para tapizar.
6
CASTELLÓN (ESPAÑA)
Figura 6. Ovar, detalle de una casa de clase media, con su fachada revestida de azulejos y
también con estatuas y balaustres cerámicos (c. 1900).
Algunos novelistas portugueses de los últimos 30 años del siglo XIX insistie-
ron en la asociación entre los nuevos ricos emigrantes retornados desde Brasil y
las nuevas casas portuguesas revestidas con azulejos, así como complementadas
con otros elementos cerámicos en todos sus frentes. Este estereotipo aún perdu-
ra en la actualidad, ya que todos los enfoques superficiales sobre la historia de la
cerámica arquitectónica portuguesa de la segunda mitad del siglo XIX eventual-
mente lo indica, como si se tratara de un hecho histórico demostrado, lo cual no
es el caso. El fenómeno de las fachadas revestidas de azulejos decorativos y, en
algunos casos, con elementos cerámicos de coronación, es complejo y su estudio
ha comenzado sólo hace unos pocos años (DOMINGUES, 2009).
En Lisboa, las primeras fachadas revestidas con azulejos tenían los contornos
de puertas y ventanas resaltados, así como también varias plantas bajas – co-
múnmente con funciones comerciales – con la utilización de diferentes azulejos
de diseño, a veces creando soluciones ilusionistas, como rusticatos de mármol. En
Lisboa, algunos anteriores fabricantes de azulejos acogieron esta nueva oportu-
nidad de mercado, lo que significó una cierta continuidad en términos de colores,
junto con diseños innovadores, geométricos y florales.
las plantas de la fachada. Estos diseños utilizados en Oporto entre 1840 y 1860
eran principalmente florales y neoclásicos y eran elaborados por las fábricas cerá-
micas locales que antiguamente no tenían azulejos como su principal rama de pro-
ducción. Por otra parte, en determinadas fábricas de cerámicas de Oporto y Vila
Nova de Gaia comenzó la producción de azulejos en relieve, los cuales, en muchos
casos, son únicos en el mundo (incluso en Lisboa y Brasil son bastante escasos).
Hacia mediados del siglo XIX, la continua demanda por grandes volúmenes de
azulejos de diseño, en Lisboa y Oporto, impulsó su producción hacia la adopción de
procedimientos más mecanizados. La pintura sobre estampilha se convirtió en una
práctica casi generalizada. Este hecho impulsó los precios a la baja y, en cosa de
algunas décadas, posibilitó el acceso de las clases medias urbanas a estos elemen-
tos, considerando que también habrían de revestir fachadas más pequeñas (figura
9). Este estrato social estaba, evidentemente, muy interesado en imitar a las clases
más altas. Sin embargo, hacia finales del siglo XIX, este continuo proceso de imi-
tación hizo que las clases superiores abandonaran completamente el revestimiento
completo de fachadas con azulejos, con la excepción de algunos nuevos ricos, par-
ticularmente en áreas urbanas en expansión lejanas de Lisboa y Oporto. Además
del hecho antes mencionado de las clases sociales más altas que se trasladaban a
vivir a zonas vacacionales en las afueras de las principales ciudades, después de
dejar sus anteriores edificios urbanos sólo para usos comerciales y para alquiler,
comenzaron a producirse crecientes prejuicios contra el uso de azulejos, dado su
carácter de producción masiva. Por otra parte, desde comienzos de la década de
1880, algunos críticos de arte portugueses presentaron en la prensa sus argumen-
tos contra el uso de los azulejos industriales. En este proceso, seguían las mismas
premisas del movimiento de Artesanía (Arts & Crafts), dando valor únicamente a
las artesanías manuales. Esto condujo a dos hechos importantes:
Figura 9. Vila Nova de Gaia, uno de los últimos ejemplos de fachadas cubiertas con azulejos
(1930). Este ejemplo no constituye una norma y representa el final de la línea de este fenómeno
artístico, en una época donde únicamente las clases populares, especialmente aquellas que vivían
cerca de las fábricas de cerámicas (como este caso), preferían decorar las fachadas de sus modes-
tas casas con azulejos cuyos diseños ya se utilizaban hacía décadas, así como también con otros
elementos cerámicos.
10
CASTELLÓN (ESPAÑA)
Figura 10. Casa de estilo Art Nouveau tardío, en las afueras de Pombal (c. 1910-1920).
11
CASTELLÓN (ESPAÑA)
tes, aunque únicamente en paneles eruditos. Los azulejos de diseño no eran hasta
entonces ni siquiera una opción para fachadas importantes, dio origen a fuertes
perjuicios. Irónicamente, fue sólo a partir de este período que algunas fachadas de
las antiguas Iglesias portuguesas recibieron los primeros paneles figurativos, una
tendencia que perduraría, en muchas regiones, hasta la década de 1980, y que se
convirtió progresivamente en una tendencia más doméstica en cuanto a su estilo
(con algunas excepciones).
Figura 11. Estación de ferrocarril de Leiria, con paneles de azulejos que muestran información
turística (1935).
12
CASTELLÓN (ESPAÑA)
4. CONCLUSIÓN
Durante algunos siglos, las baldosas cerámicas esmaltadas han sido utilizadas
como paneles decorativos o como acabados de murallas completas y fachadas en
numerosos países. Sin embargo, en Portugal, estos elementos se erigen como una
parte extremadamente relevante de la herencia cultural nacional: considerando su
calidad; sus numerosos, grandes e impresionantes ejemplos; y también el hecho
de que determinados tipos de aplicaciones y elementos cerámicos son casi exclu-
sivos de la arquitectura portuguesa. Esta exclusividad se aplica incluso más a la
segunda mitad del siglo XIX: un período de transición entre el arte y la industria,
cuando la diversidad y excelencia de la producción de cerámica portuguesa alcanzó
su máximo nivel de esplendor, aunque no superan la expresividad y habilidad de
los pintores barrocos portugueses de azulejos.
AGRADECIMIENTOS
13
CASTELLÓN (ESPAÑA)
BIBLIOGRAFÍA
[3] SIMÕES, João Miguel dos Santos (1965) - Azulejaria Portuguesa no Brasil. Lisboa,
Fundação Calouste Gulbenkian.
[4] http://www.nederlandstegelmuseum.nl/Museum/Geschiedenis_English.htm
14