Estrategias de Intervención Socioeducativa Con Familias

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Estrategias de Intervención Socioeducativa con Familias

La finalidad es conseguir una visión global de la familia, para operativizar la asimilación de


conocimientos.
La familia es una estructura compleja tanto en su composición como en su
funcionamiento. Desde la edad antigua hasta nuestros días la familia ha sufrido
muchos cambios en todos los niveles; sin embargo, sigue considerándose la
célula básica de toda sociedad y en la cual se forman los individuos y aprenden
sus estrategias básicas de relación.
Es desde este punto de vista que se enfoca el presente curso de tal forma
que se pueda obtener una visión general de esta compleja estructura, su
funcionamiento y sus disfunciones. Es importante hacer hincapié en este último
punto: el curso se centrará en diagnosticar y evaluar los fallos y problemas de
la familia para poder paliarlos o eliminarlos, de tal forma que cada uno de los
miembros pueda mejorar sus relaciones. Las familias multiproblemáticas van a
ser el objeto de estudio y sobre el que se van a establecer los principios
teóricos; sin olvidar, por supuesto, a los sujetos que conforman el grupo y las
relaciones comunitarias que establecen. Sujetos con disfunciones y relaciones
patológicas.
patológicas.

En el trabajo diario del educador familiar, es fundamental conocer de forma


global y tener una visión amplia de las relaciones que los miembros que
conforman la familia establecen entre ellos; tener presente el funcionamiento
normalizador y las desviaciones que pueden aparecer; reconocer los patrones
de comportamiento establecidos, la etapa en la que se encuentra la familia, el
cambio que se está operando en un momento concreto; señalar los puntos
fuertes y los débiles; saber establecer un programa de intervención; introducir
elementos externos para mejorar las relaciones; evaluar el momento inicial de
la intervención y analizar el final del trabajo; operativizar los conocimientos,
conceptos y planes de trabajo. Todo ello implica sistematizar las diferentes
teorías y aplicarlas al trabajo diario con las familias.

El educador familiar es el catalizador de todos los recursos


de los que puede disponer la familia y el que puede crear una red de relaciones
alternativas que mejoren su funcionamiento.

El hecho de trabajar en contacto directo con la familiar, conocer las


relaciones sociales, las relaciones interpersonales e introducirse en el domicilio,
sitúa al educador familiar en una posición privilegiada de la que no dispone
ningún otro profesional que trabaje en este ámbito. La información que se
puede extraer desde esta posición, permite intervenir de una manera más
eficaz y directa. Por eso, es muy importante que el educador familiar sea capaz
de ganarse la confianza de la familia, que establezca vínculos profesionales
estables, que empatice con cada uno de los miembros de la familia, que sea
objetivo y no tome partido por ninguno de ellos en especial. Y, sobre todo, que
no permita que sus propias relaciones familiares interfieran en su trabajo.
CONTENIDO DEL PROGRAMA

El programa de intervención socioeducativa en el ámbito familiar se lleva a cabo medíante


la intervención directa en la familia a través de un profesional, el educador. El educador
orienta y apoya a la familia en su función socializadora, y en la potenciación de los niveles
de autonomía de cada individuo y del grupo familiar, como unidad dentro de la comunidad.
En líneas generales, la función del educador consiste en apoyar a los miembros de la
familia, especialmente a las figuras parentales, tratando de modificar la dinámica de sus
relaciones, hábitos disfuncionales, facilitando las relaciones externas y el acceso a los
recursos que la sociedad les ofrece. Esta intervención tiene carácter terapéutico en unos
casos y preventiva en otros, para evitar problemas posteriores y con la meta final de
conseguir que en el futuro se eliminen/extingan las factores de marginación. Las funciones
del educador familiar son amplias, diversas, complejas como se desprende de su relación
directa y continuada con aspectos frágiles de la vida cotidiana. Implican el constante flujo y
reflujo entre la observación de la dinámica familiar y la potenciación de los recursos
personales, reforzando sus logros y motivando al cambio, sin sustituir las funciones de la
familia si no motivando a la acción constructiva, apoyando emocionalmente y sirviendo de
modelo en el desarrollo de habilidades.A modo de síntesis, y con el fin de concretar la
amplia variedad de funciones del educador centramos su actividad en torno a cuatro
grandes áreas fundamentales:

1. relaciones de convivencia familiar y con el entorno.


2. educación para la salud.
3. organización del hogar y de la economía familiar.
4. ajuste al medio escolar. La intervención directa y continuada del educador en la familia,
precisa de apoyo y supervisión técnica constantes, fundamentalmente de carácter social y
psicológico.
Igualmente, es imprescindible la coordinación entre los equipos de apoyo técnico,
educadores y servicios sociales generales, por su proximidad al marco de intervención.

PROCESO DE LA INTERVENCIÓN

Evaluación En el abordaje de una familia desde la intervención socio-educativa se parte de


un estudio completo sobre la problemática familiar como elemento esencial que permite
determinar sus puntos fuertes y los frágiles, y que son por tanto, tributarios de intervención.
Esta evaluación ha de ser dinámica, holística, que analice la estructura, organización, clima
familiar tal y como se desarrolla en un determinado contexto social. Es preciso conocer las
características de cada figura parental, sus percepciones, valores, habilidades, puntos de
posible cambio, ya que la clave del trabajo con familias en su contexto reside en una
correcta identificación de sus necesidades y en el posterior apoyo, enfocado a su reducción
o eliminación. Antes de decidir la aplicación de este programa a una familia determinada,
además de la exhaustiva evaluación socio-ambiental del grupo familiar que se viene
realizando en. todos los casos y de la evaluación psicológica individual de aquellos
miembros del grupo que se considere conveniente, es necesario conocer: — el nivel de
conciencia que la familia tiene del problema. — el grado de motivación de la familia para
iniciar el programa. — las posibilidades de mejora de la familia tras la aplicación del mismo.
— existencia de relación afectiva entre los hijos y al menos uno de los padres. — grado de
aceptación que la familia tiene del niño o niños. — grado de capacidad que la familia tiene
para asumir las funciones, siendo imprescindible que puedan beneficiarse de la acción
educativa a partir de su capacidad psicofísica. 50 pues estos factores serán los que nos
indicarán si el programa va a resultar o no eficaz y, por tanto, si conviene implantarlo o no
en determinado grupo. Las familias que reúnen este perfil son el ámbito de intervención, es
decir aquellas cuyo grado de desestructuración y nivel de deterioro pueden subsanarse
mediante la intervención y apoyo socioeducativo y presentan un nivel mínimo de motivación
y adhesión al programa.

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