Tratamiento Del Sitio Del Suceso

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TRATAMIENTO DEL SITIO DEL SUCESO

Se entiende como lugar de los hechos “El sitio donde se ha cometido un hecho que puede ser delito”.
Toda investigación criminal tiene su punto de partida casi siempre en el lugar de los hechos, y muchos
criminalistas ya han expresado: “que cuando no se recogen y estudian los indicios en el escenario del
crimen, toda investigación resulta más difícil”. Por tal motivo, es imperativo proteger adecuadamente en
primer término “el lugar de los hechos”, a fin de que el personal del Ministerio Público, Peritos y Agentes
de la Policía, lo encuentren en forma primitiva como lo dejó, el o los autores. Y se debe recordar que el
delincuente en su paso por el escenario del crimen, deja indicios de su presencia y de la comisión de su
conducta. Y también él se lleva en la mayoría de los casos, algunos vestigios del lugar o de la víctima,
existiendo un intercambio de ellos, entre: El autor, la víctima y el lugar de los hechos.

Para obtener resultados fructíferos desde el inicio de las investigaciones, conviene considerar y aplicar la
máxima jurídica del Dr. Hanns Gross: “Si la inspección ha de ser útil, es imprescindible que todos los
objetos importantes o no que figuren en el lugar del crimen, permanezcan intactos, sin que por ninguna
causa se les cambie de posición”.

A medida de evaluación inicial, en el caso se plantean varias interrogantes, por ejemplo: ¿El hecho que
se investiga puede tratarse de una muerte natural?, o ¿probablemente de una muerte violenta con
características de homicidio o suicidio?, o en su caso ¿una muerte imprudencial o accidental? Son
interesantes estas interrogantes, las cuales se podrán contestar en un principio con sentido común, pero
a través de la experiencia se hará científicamente y se podrá comprobar si efectivamente los indicios son
“testigos mudos que no mienten”, como lo expresara Edmond Locard. Recordando también que estos
testigos mudos son el objetivo material de la Criminalística. En las investigaciones criminalísticas,
aplicando correctamente las metodologías y técnicas tanto en el lugar de los hechos como en el
laboratorio, se podrá dar solución satisfactoria a cualquier problema planteado, sin olvidarse como base
fundamental de la experiencia y del sentido común, lo que se desarrollará y aplicará con apoyo de los
métodos.

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De la escena de los hechos a la escena del crimen
Si el forense determina que la causa de muerte es natural, se procede a realizar una inspección técnica al
cadáver en forma sistemática y secuencial, como requisito certificado de defunción, ya que no se trató
de muerte violenta; luego el cuerpo se entregará a los deudos. Pero si existen pruebas de un posible
asesinato, comienza el trabajo asociativo entre el investigador policial y el médico forense. La escena de
los hechos es ahora una escena de los hechos y nuevos procedimientos entran a ayudar en la
clarificación de lo ocurrido. El trabajo se suele dividir en dos etapas: por una parte, las observaciones
realizadas con rigurosidad científica por parte del equipo forense, y por otra, las pesquisas de los
investigadores policíacos mediante su acción detectivesca. Ambas forman parte del mismo proceso
encaminado a descubrir la verdad de los hechos investigados.

La Escena de los hechos, lugar donde los investigadores hallan el cuerpo de la víctima, se convierte en
escena de los hechos si existen indicios de que la causa de la muerte fue un asesinato. Esta pequeña
diferencia es sustancial porque implica la apertura de una investigación policíaca de carácter penal; es
decir, se debe buscar a un responsable para aplicarle la sanción respectiva de acuerdo con la gravedad de
sus actos. Convertir una escena de los hechos en una escena de los hechos es labor que corresponde a la
autoridad policial o judicial pertinente, basados, en muchos casos, exclusivamente en la información
suministrada por el personal forense.

El médico legista hace uso de la metodología científica, apoyado con los estudios realizados por
antropólogos, médicos forenses, anatomistas, bioquímicos, entre otros. Por su parte, el investigador
policial basta su trabajo en la observación detallada de los hechos, las preguntas a los testigos y su
capacidad para recrear los sucesos; muchas veces sus conclusiones son más fáciles de entender por
parte de las autoridades judiciales que los informes forenses escritos en lenguaje técnico. Pero tanto, el
trabajo forense como el policíaco garantizan la objetividad.

Si existen heridas con armas de fuego, armas blancas, marcas de estrangulamiento, o golpes propinados
con objetos contundentes que parecieran ser la causa de la muerte, se debe abrir una investigación
criminal y el lugar se convierte entonces en una escena del crimen. Cuando la causa de la muerte parece
ser por accidente o acaecida de forma natural, no se puede abrir una investigación, pero de todos modos
ha de realizarse el trabajo de campo como si se tratara de un crimen, porque son muchos los casos en
que se descubren señales de homicidio durante la necropsia e incluso, semanas o meses después de
producirse los hechos. El investigador debe aprovechar al máximo la primera (y casi siempre única)
oportunidad que tiene para recolectar las pistas en el lugar de los hechos, es preferible que realice un
trabajo minucioso así más adelante resulte ser innecesario, a dejar escapar pruebas si en el futuro se
abre una investigación criminal.

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Principios fundamentales para el buen desarrollo de la
investigación
1. Llegar con rapidez al lugar de los hechos y tener siempre en mente que entre más tiempo
transcurre el indicio se desvanece y el delincuente puede huir.
2. Proteger, sin escatimar esfuerzo, el lugar de los hechos; no mover ni tocar nada hasta que el
personal abocado a la investigación haya fijado el escenario.
3. En caso de lesiones y si la víctima está todavía con vida, se le presentará atención médica
inmediata, dibujando la silueta en el lugar de la posición final del cuerpo.
4. El personal abocado a la investigación, debe cumplir eficazmente con la función de su
especialidad, trabajando en equipo, porque las funciones de unos complementan a las de otros.
5. Los primeros funcionarios que deben entrar al lugar de los hechos, son el agente del Ministerio
Público, el perito fotógrafo y el criminalista, quien instruirá al anterior de las fotografías que
deben tomarse. Subsecuentemente lo hará el médico legista.
6. Las tareas de otros peritos que intervengan, deben hacerse con orden y colaboración mutua,
orientando científicamente todos ellos al personal del Ministerio Público y a la Policía judicial,
quienes siempre estarán presentes para dar fe de la inspección del lugar de los hechos.
7. Se debe evitar la presencia inútil de curiosos y personas ajenas a la investigación, a fin de
obtener mejores resultados y rapidez en la investigación.
8. El personal abocado debe cumplir cabal y científicamente con la inspección ministerial del lugar
de los hechos, a efecto de continuar con la investigación y persecución del hecho presuntamente
delictuoso.

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Llegada al lugar de los hechos
La primera persona en llegar al lugar de los hechos suele ser el agente de policía; él será el
encargado de realizar el primer reconocimiento del lugar.

Encuentre o no pruebas evidentes de un asesinato, debe solicitar la presencia de un


especialista forense para efectos de la inspección técnica al cadáver. Así mismo, indagará
sobre la identidad del fallecido y hará el primer reconocimiento de testigos. El material
recopilado por el agente ahorrará tiempo a los detectives y a los especialistas forenses,
quienes probablemente realizan varios levantamientos de cuerpo durante su turno. Atendiendo
a lo anterior, es indispensable que los agentes de policía cuenten con la capacitación y los
conocimientos generales sobre la criminalística a fin de preservar adecuadamente la escena o
el lugar de los hechos.

En esos primeros momentos debe:


1. Anotar la hora en la que recibió la llamada
2. A qué hora llegó a la escena del crimen
3. Anotar el domicilio exacto
4. Determinar el estado de la víctima
5. Aislar y proteger la escena del crimen
6. Describir la escena
7. Cumplir su deber policial
8. Redactar una breve descripción sobre el estado del tiempo
9. Tomar todos los datos de los testigos
10. Fijar la escena por medio de un plano
11. Embalaje
12. Acta

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Reglas para proteger y preservar el lugar de los hechos
Para tal efecto se deben aplicar las siguientes reglas cuyas bases fundamentales fueron dadas por
eminentes criminalistas como: Hanns Gross, Edmond Locard, Carlos Roumagnac, etc., y son
complementadas y actualizadas por el autor de acuerdo a las necesidades y prácticas contemporáneas.

1. Si el hecho hubiera ocurrido en un lugar abierto, como: casa de campo, rancho, granja, tierra de
siembra, carretera, etc., se debe establecer un radio de protección de por lo menos 50 m
tomando como centro el lugar mismo de los hechos.
2. Si el hecho ocurrió en un lugar cerrado, como: departamento, vivienda, cuarto, bodega, almacén,
oficina, casa habitación, etc.: todas las entradas, salidas y ventanas deben ser vigiladas, para
evitar la fuga del autor si se encuentra todavía adentro, y además impedir el paso a curiosos y
personas extrañas.
3. Los primeros funcionarios o agentes de la policía, que tomen conocimiento de los hechos,
deberán abstenerse de tocar o mover algún objeto, cuidando de la conservación del escenario.
4. Si el funcionario o agente de la policía que llegara primero al lugar de los hechos, tuviera
necesidad de mover o tocar algo, deberá comunicarlo detalladamente al Ministerio Público y
Criminalista, indicando correctamente la posición original que conservaban los objetos, para no
desvirtuar las interpretaciones criminalísticas que de ellos se hagan.
5. Queda prohibido absolutamente tocar o alterar la posición de los cadáveres, así como manipular
las armas y objetos relacionados con el hecho, ya sea que estén en posesión, que rodeen o estén
distantes de la víctima.
6. El personal abocado a la investigación debe elegir los lugares que va a pisar y tocar, a fin de que
no borren o alteren las que existan.
7. Toda huella, marca o indicio, que tuviera peligro de destruirse o modificarse, deberá ser
protegido adecuadamente y a la brevedad posible deberá ser levantado con las técnicas propias
para tal fin, una vez que se fije el lugar de los hechos.
8. Al concluir la inspección ministerial del lugar, quedará a consideración del agente del Ministerio
Público si se sellan las puertas y ventanas para su “preservación”, ya que en lo futuro podrían
surgir otras diligencias aclaratorias.

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Protección de la Escena
La principal función del agente policial es acordonar el lugar para evitar la destrucción de las pruebas. No
se espera de él que investigue las causas del crimen o construya hipótesis sobre el posible agresor,
sencillamente que la escena de los hechos se mantenga intacta. En las escenas abiertas y mixtas se usa el
acordonamiento, que consiste en marcar el lugar mediante cintas y otros elementos que sirvan de
obstáculo y separen la zona donde se encuentran los indicios. En escenas cerradas se utiliza el custodio,
un agente policial cuya labor consiste en restringir el acceso a toda persona no autorizada para ingresar
en la escena.

Se puede decir entonces que la protección de la escena en general es asunto del agente policial, y la de
los indicios de forma particular será función de los investigadores cuando lleguen a la escena de los
hechos, ya que ellos conocen cada indicio según su naturaleza para su manejo adecuado sin estropearlo.

El agente no debe mover el cadáver, ni cambiar objetos de su sitio; si por alguna razón el mobiliario es
alterado debe informarlo a los especialistas forenses. También es su labor evitar que otros policías, que
no forman parte del grupo investigador asignado al caso, husmeen en la escena del crimen, ya que
pueden alterar la escena; por ejemplo, han existido casos en que una huella incriminadora no se ha
podido usar como prueba porque ha sido emborronada por los dedos de un policía curioso. Acciones tan
sencillas como fumar y esparcir colillas de cigarrillo pueden echar a perder el esfuerzo de los peritos; se
sabe de casos en que las colillas dejadas por el asesino no han podido ser usadas como prueba por estar
contaminadas con colillas depositadas mientras se hacía el levantamiento del cuerpo. Una técnica
efectiva consiste en proteger los accesos, como puertas y ventanas, colocando una cinta de
acordonamiento a manera de obstáculo; esto es muy útil cuando el lugar presenta varias entradas y el
agente no puede vigilarlas todas de manera simultánea. No existe una medida preestablecida del área
que se debe acordonar, pero lo mejor es proteger una zona lo más grande posible, de modo que si en la
periferia no hay indicios útiles se puede reducir el perímetro. Al tener que aumentar el área acordonada
porque se dejaron indicios por fuera, es posible que estos hayan sido contaminados o destruidos.

Una adecuada protección de la escena garantiza la preservación de los indicios y facilita la labor de los
peritos y de los criminalistas, quienes podrán aventurar hipótesis que les ayude a encontrar nuevo
material probatorio.

Los testigos
Los testimonios de primera mano, es decir, de las personas que estuvieron presentes o muy cerca de la
escena del crimen son de vital importancia. Cuando hay testigos presenciales la investigación se facilita,
aunque se deben cotejar los testimonios. Más difícil es cuando hay un solo testigo, el investigador no
puede basar sus conclusiones exclusivamente en su relato, sino que debe buscar pruebas físicas que
avalen su testimonio; si aparece una prueba que lo contradiga todo el caso debe ser revisado de nuevo.
Pocas veces se condena a una persona por un testimonio que carezca de pruebas adicionales, puesto
que las declaraciones de los testigos no otorgan la confianza suficiente debido a problemas inherentes
en la percepción humana, que impiden a una persona recordar un hecho como si se tratara de una
imagen fotográfica, de modo que los pensamientos subjetivos pueden alterar la forma en que cada
persona cree que sucedieron los hechos.

Mientras los forenses encuentran los indicios que respalden o rechacen el relato del testigo el
investigador debe adelantar otro trabajo: determinar la cercanía del testigo con la víctima, su relación
con el acusado y si existen motivos para que mienta.

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Pero muchas veces se carece de testigos presenciales, y en su lugar aparecen testimonios
circunstanciales; son aquellos dados por personas que no estuvieron presentes cuando ocurrió la muerte
de la víctima, pero que presenciaron situaciones previas o posteriores a los hechos. Es importante la
pericia del investigador para hallar pistas en estos relatos, son muchos los casos en que es posible
establecer que el testigo, sin saberlo, se encontró con el asesino minutos antes de producirse los hechos.

Los curiosos
Los curiosos son personas ajenas a los hechos y que no aportan nada, en cambio pueden destruir
pruebas en la escena del crimen. Hay que evitar que permanezcan en el lugar, ya que, así se queden
quietos en un rincón, su sola presencia puede entorpecer la investigación. Debe quedar claro que las
personas que de una u otra manera tienen que ver con la escena de los hechos, han de tener justificada
su presencia, porque puede suceder que en el juicio sean llamadas a declarar todas las personas que allí
estuvieron, y los mirones y los curiosos realmente no tienen nadad interesante que declarar, ya que no
vieron nada y su testimonio no aporta ningún dato valioso; en cambio, con sus testimonios confusos
pueden echar a perder el esfuerzo del equipo forense y de las autoridades judiciales. Por eso ¡nada de
mirones en la escena de los hechos!

Escena en exteriores
En una habitación es relativamente fácil acordonar el lugar y evitar el ingreso de personas no
involucradas directamente en la investigación, pero cuando se encuentra un cuerpo en plena calle, la
situación cambia. Una víctima frente a la puerta de un almacén constituye una situación incómoda y es
posible que los vecinos exijan el levantamiento inmediato del cadáver. El agente policial no debe dejarse
intimidar y ha de hacer valer su autoridad para desalojar a los curiosos y evitar que la escena sea
alterada hasta que lleguen los forenses. Lo que sí puede hacer es tratar de mitigar la situación para que
no genere escándalo entre los residentes de la zona, especialmente cuando las circunstancias de la
muerte han sido violentas y dejan al cadáver desfigurado o restos orgánicos esparcidos, cubriendo estos
con una manta desechable y estéril para evitar la contaminación, la cual además debe ser impermeable
para evitar que la lluvia destruya todas la pruebas antes que lleguen los médicos forenses.

Es importante desviar el tránsito, el cual solo se deberá restablecer cuando se realicen todas las
diligencias pertinentes a la inspección técnica del cadáver implementando el método científico en forma
sistemática.

En este tipo de escenas es importante delimitar el perímetro mediante un cordón de protección amplio,
de ser posible, superior a los veinte metros. Aun así, no siempre es posible determinar con precisión la
ubicación de la cinta de acordonamiento, todo dependerá de la observación de las evidencias físicas para
establecer la distancia adecuada.

Si el asesinato se produjo en un terreno abierto como un parque o una zona rural, es posible extender el
perímetro hasta unos cincuenta metros. En el caso de asesinatos dentro de un vehículo, el perímetro
adecuado es de unos diez metros, de existir indicios en lugares cercanos (por ejemplo, la moto usada por
los asesinos) se manejará como una segunda escena con su propio perímetro. En este tipo de escenas el
agente policial debe intentar preservar incluso los indicios individuales por ejemplo, cubrir las manchas
de sangre para evitar que el sol o la lluvia las alteren no es lo adecuado, porque la evidencia biológica es
muy frágil y al cubrirla existirá contaminación, es preferible tomar una muestra en hisopo y documentar
el procedimiento.

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No apresurarse
Cuando el agente policial informa sobre la situación a los especialistas forenses y detectives en
criminalística comienza la verdadera investigación. Lo primero que debe evitarse es el apresuramiento;
eso de salir hacia el lugar de los hechos de forma inmediata, rayando con el afán, no es lo más
aconsejable; la experiencia ha enseñado que el primer paso del detective es tomarse unos cuantos
minutos para confirmar algunos datos fundamentales. Lo primero es anotar el nombre del agente
policial que hizo la llamada, lo segundo, preguntarle a qué hora llegó a la escena de los hechos, y lo
tercero registrar la hora de la llamada. Son datos muy sencillos, pero de gran importancia, como se verá
más adelante. Al llegar al lugar debe anotar nuevamente la hora así como el nombre de los detectives y
médicos forenses que participaron en el levantamiento del cuerpo; en caso de que asista una persona
que no estaba contemplada, por ejemplo, por cambio de turno, este hecho también ha de quedar
consignado. Al público le parece que este papeleo no sirve para nada, pero se equivoca.

Mantener la legalidad
El registro meticuloso por parte de las personas que participan en la recolección de las pruebas debe ser
fidedigno y no dar lugar a dudas, de lo contrario, el abogado defensor puede desvirtuar las pruebas
recolectadas arguyendo ilegalidad. Se debe recordar que todas las pruebas deben recolectarse como
dice la ley, y en las legislaciones de todos los países es obligatorio que figure la identidad de las personas
encargadas de este trabajo. De manera que si en la escena aparece un médico forense que se supone
estaba de permiso y no debería estar allí, se podría anular todo el trabajo, ya que el acusado podría
argumentar que esa falla de procedimiento podría tener motivaciones mal intencionadas, como fabricar
pruebas en su contra. Como el sistema legal considera inocente a toda persona, el menor indicio de que
las pruebas pudiesen ser alteradas las anula de inmediato. En conclusión, hay que ceñirse a un manual
de procedimientos o a un protocolo establecido para el desarrollo de la actividad.

Hoja de anotaciones
Información básica que debe consignar el investigador:
● Fecha
● Autoridad contactada
● Hora exacta en que se recibió la llamada
● Medio utilizado para la comunicación (teléfono fijo, teléfono móvil, radio, mensaje de correo
electrónico)
● Número de registro de la central de comunicaciones de la noticia
● Nombre del denunciante
● Nombre del primer agente o de los agentes policiales que llegaron al lugar de los hechos
● Hora exacta de la llegada del equipo forense
● Dirección del lugar de los hechos
● Nombre de la víctima
● Breve resumen del estado del tiempo
● Descripción detallada del lugar de los hechos, si es abierto, cerrado
● Datos de las personas entrevistadas
● Forma de protección de la escena
● Número y tipo de indicios localizados
● Actividades realizadas desde su llegada al lugar hasta el momento de su partida

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Evitar las coartadas
La precisión en lo concerniente al tiempo es de gran importancia en toda investigación. Las anotaciones
de la hora de llegada de los detectives, confrontadas con las declaraciones de los testigos ayudan a
dilucidar el tiempo transcurrido desde la muerte de la víctima, y son de gran ayuda para evitar que el
acusado se escude bajo coartadas; por lo general, el juicio se lleva a cabo semanas o meses después, y si
el detective no registra la hora exacta, puede dar pie a que el acusado ofrezca una explicación a manera
de excusa para demostrar que no estaba en el lugar de los hechos a la hora en que estos sucedieron,
pero esta coartada se hace difícil de sostener si los investigadores llevan un registro minucioso del
tiempo.

Primer vistazo
Cuando el especialista forense llega a la escena de los hechos, lo primero que debe hacer es verificar que
no se trate de una escena de rescate; es decir, que los cuerpos paramédicos no se encuentren prestando
sus servicios. Por encima de todo está la vida humana, de modo que si se encuentran personas
moribundas, los paramédicos deben tener toda la libertad para hacer su trabajo, así se pierdan las
pruebas. En estas situaciones se pueden dar dos casos: inspección del lugar después que terminen el
trabajo los paramédicos (dejando constancias en el acta de inspección de la contaminación por primeros
auxilios); y realizar la inspección hospitalaria en condiciones artificiales de la recolección de evidencias
físicas y el cadáver, solicitando al encargado el inventario de pertenencias y prendas de vestir, anexando
copia de la Epicrisis (Expediente Clínico).

En muchos casos le corresponde al forense determinar si la víctima efectivamente está muerta, porque
comúnmente el agente de policía no está capacitado para hacerlo; por ejemplo, en situaciones de asfixia,
envenenamiento, intoxicación con drogas o sedantes puede darse el caso que la víctima aún conserve un
hilo de vida, entonces, nuevamente se impone la regla de oro y como primera medida se la debe llevar a
un centro hospitalario.

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Equipo criminalístico indispensable de trabajo
En ocasiones, los indicios requieren ser examinados científicamente en el lugar de los hechos, o cuando
menos es necesario hacer algunos estudios preliminares sin alterar su composición original o primitiva.
También será necesario efectuar su colección, embalaje y etiquetado para ser suministrados al
laboratorio de Criminalística, en tal virtud, se recomienda el siguiente equipo de investigación para el
lugar de los hechos.

1. Plancha, tintero con rodillo para la toma de huellas dactilares a personas con o sin vida, así como
fichas decadactilares, monodactilares y de control.
2. Reactivos para huellas dactilares latentes, como: negro de humo, carbonato de plomo, sangre de
drago, ninhidrina en spray, aluminio, etc., que se aplican para su revelado.
3. Brochas de pelo muy fino para esparcir polvos y revelar huellas dactilares latentes sobre
superficies lisas o pulidas.
4. Lupas y lentes o aparatos de aumento, para observar in situ los indicios y sus particularidades,
aumentando su diámetro.
5. Cámara fotográfica “finger print” para tomar fotografías a las huellas dactilares ya reveladas en
el lugar u objeto que las contenga. Y para otros indicios diminutos incluyendo escrituras.
6. Cámara fotográfica de 35 mm sistema réflex, para tomar fotografías de diversos ángulos,
medianos acercamientos y grandes acercamientos del lugar de los hechos y sus evidencias.
7. Tijeras, durex, linterna, lámpara de luz ultravioleta y pinzas, para la localización y levantamiento
de pequeños indicios.
8. Brújula para la orientación del lugar, cinta métrica para mediciones, libreta de apuntes, lápiz,
bolsas de papel y polietileno, sobres y pequeñas cajas de cartón, probetas y tubos de ensayo
esterilizados, goteros esterilizados, etc., todo ello para el embalaje y transporte de indicios
líquidos o sólidos.
9. Guantes de hule o polietileno, para evitar contaminaciones. En el levantamiento, etiquetado y
embalaje de los indicios. Etiquetas engomadas para señalar datos referentes al origen de los
indicios.
10. Crayones, gises y plumones, para señalar huellas, rastros, vestigios, marcas y señales, así como
para dibujar siluetas de indicios o cuerpos humanos.
11. Maletín para guardar y trasladar todo el equipo de trabajo, así como pequeños estuches como
reactivos para pruebas hematológicas de orientación. Cinta durex, etc.

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