Guía de Consejos

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1. Cada agente de pastoral debe reconocer su capacidad; sus limitaciones y sus posibilidades.

El agente no puede reaccionar con un "ese grupo no es para mí", cuando no hay otro disponible para realizar la tarea
evangelizadora con unas personas determinadas. Pero, mientras se puedan combinar las cosas, conviene dedicarse a
quiénes mejor nos acomodamos. Con base en nuestro carisma y en nuestra experiencia y formación; atender al grupo
al que nos han dispuesto.

2. Cuando las cosas vayan mal, perseveremos.

Perseverar es mantenerse firme hasta el final. El catequista necesita perseverar en el esfuerzo para no tirar la toalla
cuando tenemos muchos trabajos y necesidades en el hogar o el trabajo.

3. Necesitamos conocer bien a quiénes educamos en la fe desde el primer día.

No podemos conocer completamente a unas personas en un día. Pero el principio catequético de que el catequista
debe descubrir las raíces culturales de sus destinatarios nos exige hacer un esfuerzo. Conocer donde viven, con
quienes conviven, sus gustos y aficiones, nos harán empatizar con ellos, e incluso conocerles nos permitirá orientales
de una mejor manera.

4. El primer día de catequesis, que sea una experiencia atrayente.

Es muy importante que el primer día quede un buen sabor de boca. Predispone al trabajo y al interés. Que esta primera
sesión con el grupo sea ágil, dinámica y sobre todo que predisponga al trabajo durante el ciclo.

5. Es muy útil preguntar a los destinatarios sus expectativas ante el curso, durante la primera sesión.

Así los interlocutores se sienten tomados en cuenta y se motivan. Las preguntas que conviene hacer son:

 ¿Cuál es el fruto que desearías obtener en este curso?


 ¿Qué temas desearía que se trataran?
 ¿Tiene alguna sugerencia de lo que quiere que haya y que no haya en este curso?
 ¿Qué o quién te motiva a venir?
 ¿Qué esperas logar al asistir a la catequesis?

6. Partir de la experiencia humana; debemos elegir ejemplos y casos que toquen muy de cerca la vida de los
interlocutores.

Cuando les hablan a las personas de lo que toca a su vida, ponen más interés y les aclara mejor las implicaciones y
alcance del mensaje que reciben. Porque la catequesis debe adaptarse siempre al interlocutor.

7. Utilicemos los hechos, las narraciones y las experiencias en conjunto con las explicaciones teóricas.

Tenemos que combinar las explicaciones teóricas con las vivencias, porque en cada sesión se debe de lograr el objetivo
marcado. Además, en la educación de la fe, ayuda más enseñar a caminar que mostrar la meta. Por eso, es más
fructuoso y fácil realizar la catequesis con ideas (muy fundamentales y muy claras) y con muchas vivencias que
refuerzan la comprensión e impacto del mensaje evangélico.

8. Tengamos muy claro los objetivos de la sesión.

Es importante es que se logren los objetivos. Por eso, nuestra prioridad no debe ser realizar dinámicas espectaculares,
explicar mucho la materia doctrinal, lograr una disciplina impecable o terminar todo el programa de la materia. Debemos
repetirnos constantemente, mientras preparamos la sesión y mientras se desarrolla, estas preguntas: "¿Vamos por
buen camino hacia cumplir el objetivo de la sesión? ¿Esto ayuda a lograr que se entienda el tema? ¿Este punto nos
desvía de nuestro tema?".
9. Seleccionemos las dinámicas y técnicas según la cultura y capacidad de los interlocutores.

Hay el riesgo de aplicar técnicas que tuvieron éxito en un grupo y que soñamos tenga éxito también en el que está ante
nosotros. Pero debemos ser prudentes: o por diferente edad, o por diversas situaciones, o porque no vienen a reforzar
directamente los objetivos de la sesión, podemos caer en la tentación de preferir el espectáculo entretenido sobre la
educación de la fe.

10. Si ha sucedido un hecho relevante, arranquemos nuestra sesión comentándolo.

Es obvio que, si ha fallecido una persona conocida por todos los interlocutores, debemos iniciar la sesión recordando la
impresión vivida. La catequesis no es algo que este separado de la vida, sino que es la respuesta de Dios a nuestras
historias. Puede llegarse el caso de cambiar, incluso, los objetivos de la sesión por un caso muy notorio. Y es mejor que
los interlocutores expresen primero sus impresiones antes de que el catequista intervenga enriqueciendo la situación.
Así es más motivante y constructivo el avance de la sesión.

11. Uso de materiales audio-visuales, que sean llamativos y atrayentes.

Si se tiene mucho material escrito sobre una lamia, una presentación en power point, es fácil caer en una sesión leída en
vez de testimoniada; es fácil cansar en vez de atraer la atención. Pero no queremos decir que no llevemos nada
preparado por escrito. Lo que más ayuda es llevar escrito:

- Los objetivos.
- La dinámica o técnica a utilizar (si no se tiene experiencia aplicándola).
- El esquema detallado de la iluminación sobre el tema.
- Las citas bíblicas bien redactadas y correctamente citadas.
- Los hechos o narraciones bien elegidos y con las frases centrales redactadas.

12. Siempre que haya una cita bíblica, conviene que sea leída por alguno de los interlocutores en voz alta.

Así se habitúan a manejar la Biblia, además de que es más participativo; porque la catequesis participativa es más
eficaz.

13. En caso de contar con pizarrón, hay que escribir y dibujar de lado en él.

Cuando escribimos o dibujamos en un pizarrón, todos deben poder leer y ver cómo diseñamos. Basta con apartarnos
un poco y dejar que la mano corra sin ocultar lo que escribimos con nuestra cabeza o con nuestro cuerpo. Así todos
prestan más atención.

14. El catequista o evangelizador debe responder todas las preguntas.

Es obvio que no es fácil. Pero he aquí algunas sugerencias:

- quien sea ágil, que responda cuanto preguntes sobre la marcha.


- quien no sea tan ágil, deje un tiempo al final para preguntas.
- se puede pedir a los interlocutores que escriban todas las preguntas que se les ocurran, se van recibiendo,
guardando y se responden todas en la siguiente sesión.
- si una pregunta se desconoce la respuesta, conviene decirlo públicamente. Se avisa que se consultará. Y se da
la respuesta en la siguiente sesión. Así los interlocutores comprueban la seriedad de su catequista, que cuanto
responde es porque está seguro de la respuesta.
- con jóvenes y adultos (raramente con niños) puede ser muy útil rebotar la pregunta al grupo, para que alguien
dé su opinión. Este recurso facilita la participación del grupo, descubre las posiciones de algunos destinatarios
y puede aportar soluciones interesantísimas e imprevistas. Si nadie aporta respuesta, la da el catequista.
Porque la catequesis participativa es más eficaz.
15. Es necesario orar comunitariamente, ya sea en la capilla o en el lugar de la sesión.

Es un elemento de contacto directo con Dios que debe vivirse periódicamente. Porque la catequesis debe
fundamentar sólidamente la fe.

16. Dos agentes atienden mejor un grupo.

Así pueden preparar mejor la sesión, suplirse cuando sea necesario, enriquecer la marcha de la sesión y disponer de
más recursos para la disciplina con destinatarios pequeños. También es útil como medio para entrenar nuevos
catequistas.

17. Debe promoverse siempre la participación de los interlocutores.

Se hace más atractiva la sesión y se asimila mejor. Podemos promoverla con dinámicas, técnicas, etc. Porque, en la
educación de la fe, ayuda más enseñar a caminar que mostrar la meta.

18. Debe revisarse el propósito concreto establecido en la sesión anterior.

No se revisa con carácter de examen o para calificarlo, sino como un medio de remarcarlo y descubrir riquezas en las
experiencias vividas por los interlocutores.

19. Conviene evaluar el aprovechamiento de cada sesión al final.

Puede hacerse con algunas preguntas rápidas, resumiendo las ideas más importantes o entregando un cuestionario
bien seleccionado que permita revisar los elementos más destacados de la sesión. No se considera como un examen,
sino como un repaso o repaso para clarificar y asimilar.

20. Uso de buenos materiales didácticos aligeran el esfuerzo y dan mucho resultado.

El uso de audiovisuales, de franelógrafos, dibujos educativos, videocasetes, audio casetes, etc., permite atraer más la
atención de los interlocutores, involucrarlos en el tema de la sesión, impactarlos emotivamente, reforzar la
memorización de los datos vistos en la sesión, etc.

21. No caigamos en el monólogo, potenciemos entonces el… uso de materiales didácticos, creativos, variados,
novedosos, prácticos, y dinámicos.

Los destinatarios se distraen más. No tenemos la garantía de que nos han comprendido. Reducimos las posibilidades
de relacionar la doctrina con la vida de quienes nos oyen.

22. Cuando decaiga la atención, narremos un caso o hagamos una pregunta; uso de las inflexiones (cambios en el
tono de voz).

Es fácil detectar cuándo decae la atención: los oyentes miran para otros puntos y no a quien habla, cabecean por el
sueño, tienen los ojos muy fijos en un punto infinito del horizonte... En cuanto detectemos alguno de estos elementos,
narremos alguno de los casos que teníamos previsto presentar. O hagamos alguna pregunta a uno de los oyentes sobre
las repercusiones prácticas de la explicación.

23. No es necesario agotar el tema.

Un catequista debe lograr la comprensión del mensaje cristiano y su aceptación en el corazón de cada interlocutor. Es
obvio que debe procurarse llenar todo el programa del curso. Pero, en cada sesión, los interlocutores no tienen por
qué conocer todo el contenido o todo el alcance del tema. Sería imposible. Lo importante es lograr la asimilación del
tema en cuestión y su aceptación en el corazón. Por lo tanto, no nos preocupemos si no alcanzamos a explicar todos
los puntos previstos en una sesión. Así lograremos superar la tentación de dedicar demasiado tiempo y energía a la
dimensión intelectual de la catequesis. Porque la catequesis debe equilibrar la presentación de todas las tareas
fundamentales de la vida cristiana.

24. Utilizar las Sagradas Escrituras y el Magisterio de la Iglesia fortalece la fe del interlocutor.
Utilizar como fuente directa los textos de la Biblia, de los Santos Padres o del Magisterio eclesial, ya que son estas, las
fuentes de la fe. Enriquecer nuestra iluminación con textos que sean acorde al tema que revisamos en ese momento.

25. Mucho cuidado con las narraciones piadosas

No está mal aprovechar narraciones didácticas que favorecen la asimilación de ciertos valores. Pero debemos cuidar
de no llenar la mente de los interlocutores con leyendas o episodios apócrifos (es decir, inventados) que debilitan los
fundamentos de la fe y crearán dudas profundas en el futuro, aunque sean narraciones muy conocidas. Porque la
catequesis debe fundamentar sólidamente la fe.

26. Los materiales de trabajo para una sesión se entregan al momento de utilizarse.

Si entregamos unas hojas o dibujos desde el inicio, que utilizaremos en un momento intermedio de la sesión, muchos
se distraerán curioseándolos. Es mejor entregarlos en el momento justo de utilizarlos.

27. Resumamos un punto antes de pasar al siguiente.

Los interlocutores necesitan ayuda para ubicarse en cuál punto del contenido están trabajando. No conviene decir:
"Pasamos al segundo punto de la sesión", porque puede provocar una reacción de cansancio en los asistentes,
("¿Cuántos puntos habrá que aguantar?, pensará alguno). Es mejor decir: "Ya hemos aclarado que... Ahora necesitamos
precisar...". Así todos los asistentes a la sesión saben en dónde se encuentran y centran su atención en el apartado
exacto del tema en que deben trabajar. Porque la buena catequesis educa la fe concentrándose en lo básico.

28. Pasemos por alto las intervenciones incorrectas.

Tener una intervención equivocada desmotiva. El catequista no debe darles importancia, si no ha habido mala
voluntad. Y, mucho menos, hacer ver que es errónea. Puede decir: "Podemos mejorar la propuesta. ¿Quién tiene otra
opinión?" o "¿Todos están de acuerdo con esta propuesta? o ¿Lo echamos a la hoguera por hereje o tiene razón?"
(En tono de broma). Y, desde luego, nunca volver a hacer referencia a esa intervención equivocada.

29. Constante actualización.

No aceptar un material agradable para el catequista pero que no logre los objetivos de la catequesis. Porque el
resultado no es la propia satisfacción, sino la educación de los niños. Por lo tanto, el material debe actualizarse. Aunque
nos guste más usar un material antiguo con el que nos identificamos... pero que ya es obsoleto para la mentalidad de
los interlocutores y la catequesis debe adaptarse siempre al destinatario.

30. Orar.

La oración es un don que recibimos gratuitamente; es diálogo con Él en el Espíritu Santo, que ora en nosotros y nos
permite dirigirnos a Dios llamándolo Padre, Papá, Abba. Nos dice Papa Francisco: Dime cómo rezas y te diré cómo
vives, dime cómo vives y te diré cómo rezas, porque mostrándome cómo rezas, aprenderé a descubrir el Dios que vives
y, mostrándome cómo vives, aprenderé a creer en el Dios al que rezas.
31. Un pequeño regalo estimula y motiva.

A todos nos gusta ser estimulados por nuestro esfuerzo y trabajo realizado. Por eso, regalar una estampa, un dulce, un
gracias, recibir un diploma, etc., son pequeños premios muy motivantes.

32. Cuida la modulación de la voz (uso de las inflexiones).

La modulación de la voz es un factor fuerte de comunicación. Por ella se interpreta el estado de ánimo de quien habla,
así como su intención. Nuestro tono amistoso, tranquilo, interesado, expresa nuestro interés y cariño por quienes nos
escuchan. Pero si es gritón, amenazante, mecánico, monótono ¿Cuál sería nuestra reacción? Imaginemos la de los
interlocutores.
33. Explicitar el paso de un punto a otro.

Las personas tienen dificultad en saber exactamente por qué hablamos de algo. El catequista ve claramente la relación
entre un punto y otro, porque sigue un proceso mental propio. Pero el interlocutor sigue el suyo y necesita conocer el
del guía para captarlo. Por eso, el facilitador lo debe expresar hábil y sencillamente en qué punto está de su exposición.
Puede hacerlo crudamente: "Pasamos al punto tercero". Pero también puede hacerlo con agilidad y claridad: "Dado
que hemos definido este punto ¿qué les parece, nos queda claro?".

34. Hacer que los destinatarios hagan una síntesis del tema con sus propias palabras.

Conviene rescatar al final ¿con que te quedas? Una pregunta muy simple, peor que ayudara a la persona a interiorizar
y externar lo que ha aprendido en la sesión.

35. Salpicar la sesión de buen humor:

Las relaciones interpersonales son básicas para la buena marcha de una actividad grupal. Toda sesión de catequesis es
una actividad de grupo, en donde las relaciones humanas favorecen la eficacia o distraen. El buen humor se logra con
alusiones simpáticas. La espontaneidad es el mejor recurso. Si algo le parece simpático al catequista en una sesión, que
lo diga espontáneamente.

36. Ser claro en las indicaciones.

Sobre todo cuando se trate de dar normas para un trabajo en grupo o para elaborar una tarea. Conviene dar las
indicaciones necesarias brevemente y procurando que sean pocas: las esenciales. Si el trabajo se va a realizar durante
el tiempo de la sesión, el catequista debe marcar un límite muy preciso de tiempo.

37. Ir al núcleo:

Los facilitadores explicamos muchas cosas: las definiciones, las subdivisiones del tema, las aplicaciones, los
fundamentos, la bibliografía, las citas, fechas, nombres... Es necesario. Pero lo más importantes es el núcleo de la sesión
en cuestión. En caso de tener que dar muchas informaciones, es obvio que unas serán esenciales y otras serán
periféricas. Y es obvio que deben quedar bien asimiladas las primeras en la mente de los interlocutores, mientras que
podemos prescindir de las periféricas. Si debemos motivar, no importa que la sesión tome un cauce diverso del que
hayamos previsto: si la sesión resulta motivante, hemos llegado al núcleo.

El catequista encontrar la clave del éxito en tener bien claro el objetivo de su actividad. Por eso, el catequista debe
tener bien resumido y escrito el contenido de la sesión. En una conferencia de un gran estudioso, alguien le preguntó:
"En resumen ¿podría decirnos, en dos minutos, cuál es la información que usted desea presentarnos?". El sabio tuvo
que responder: "Es imposible. Tengo siete páginas escritas a doble espacio y todo es importante...". Por el contrario,
existía un catedrático que repetía frecuentemente: "Si los alumnos aprenden hoy con claridad al menos este concepto,
me sentir‚ satisfecho del trabajo". La gran tentación de los educadores es explicar muchas cosas. Olvidan que los
árboles grandes crecen despacio.

38. Presencia constante:

Ser un agente a cargo de un grupo, que acompaña la vida que crece se asume discípulo de Jesús y se esfuerza por tener
sus mismos sentimientos: compasión, amor por el otro, entrega sin límites, gestos sanantes. No debemos descuidar el
acompañamiento a cada uno de nuestros interlocutores, no solo somos el maestro que viene a llenar de conocimientos
o el que ya sabe porque ya vivió el retiro; somos acompañantes de personas como nosotros en el camino de la fe. Solo
así seremos testigos de esperanza y de la entrañable misericordia del Padre por cada uno de nosotros.

J. Salvador Hernández
http://es.catholic.net/op/articulos/1392/

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