1.4 y 2.1 Justicia Indigena

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UNIVERSIDAD REGIONAL AUTÓNOMA DE LOS ANDES

“UNIANDES” - SEDE RIOBAMBA

FACULTAD DE JURISPRUDENCIA

CARRERA DE DERECHO

ENSAYO 1.4 Y 2.1 SILABO

CATEDRA: JUSTICIA INDIGENA.

ALUMNA: GENESIS ANABEL GUEVARA HERNANDEZ.

DOCENTE: DR. MESIAS MACHADO.

PERIODO ACADÉMICO: NOVIEMBRE 2021-MARZO 2022.

SEPTIMO “A”

RIOBAMBA-ECUADOR

2021
1.4. Coordinación entre la justicia indígena y la justicia ordinaria.

 Constitucion.

La jurisdicción ordinaria y la jurisdicción indígena, se diferencian porque al


momento de juzgar se aplican penas distintas, la primera de acuerdo con la ley, y la
segunda de conformidad con las normas y costumbres; sin embargo el fin es el
mismo, mantener el orden jurídico, la paz y la armonía en la sociedad.

A pesar de vivir dentro de un Estado constitucional de derechos y justicia, en el cual existe y se


reconoce la interculturalidad y la plurinacionalidad, se observa que en el cantón Cañar los
operadores de justicia desconocen las facultades otorgadas en la Constitución de la República del
Ecuador a las comunas, comunidades, pueblos y nacionalidades indígenas. Este actuar de los
operadores de justicia vulnera uno de los principios básicos del debido proceso, que es ser juzgados
por las autoridades competentes, distrayéndoles de su juez natural. Este desconocimiento hace que
no exista una tutela judicial efectiva para los justiciados, ya que se desconocen los precedentes que
han sido dados por la Corte Constitucional en sentencias, como es el caso particular del pueblo
Panzaleo de la provincia de Cotopaxi, conocido como La Cocha.

La Constitución, en el artículo 1, inciso primero dice: “El Ecuador es un Estado constitucional de


derechos y justicia, social, democrático, soberano, independiente,

Este reconocimiento de intercultural, plurinacional entre otros, refleja el alcance de derechos que las
comunas, comunidades y nacionalidades indígenas poseen dentro del territorio ecuatoriano,
quienes por centenares de años han vivido invisibilizados, siendo sometidos a degradantes tratos y
abusos de parte de autoridades jurisdiccionales, así como también de gobiernos centrales y
autónomos.

Por su parte, el capítulo cuarto de la Constitución da a conocer cuáles son los derechos de las
comunas, comunidades y nacionalidades indígenas. El Art. 57, numeral 10, determina: “Crear,
desarrollar, ampliar y practicar su derecho propio o consuetudinario, que no podrá vulnerar
derechos constitucionales, en particular de las mujeres, niñas, niños y adolescentes”3 .

La comunidad de San Pedro, por intermedio de algunos de sus miembros, en acciones de


administración de su justicia tradicional, lo que han realizado en el caso concreto sujeto a
investigación es llevar a uno de sus miembros para ser juzgado según sus tradiciones, reconocidas
estas por la Constitución, lo cual las autoridades ordinarias han denominado como un delito de
secuestro, cuando en realidad aplicaron los miembros de la comunidad su derecho propio y legítimo.

 Derecho Internacional.
En el primer capítulo se tratará sobre la justicia indígena en la Constitución y en los tratados
internacionales, en el contenido de cuyos textos se analizará sobre la autonomía jurisdiccional de
esta justicia y el reconocimiento de la justicia ordinaria a la justicia indígena.
El antecedente jurídico internacional que viabiliza las autonomías jurisdiccionales y legislativa de los
pueblos indígenas es el Convenio Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos, vigente desde
1966, pues en el artículo 27 indica: “(…) el derecho de las personas pertenecientes a minorías
étnicas, religiosas y lingüísticas a disfrutar de su propia cultura, a la preservación de las costumbres y
tradiciones legales” 8 . Por su parte, la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los
pueblos indígenas, firmada por 143 estados, en el artículo 4 sostiene: “Los pueblos indígenas, en
ejercicio de su derecho a la libre determinación, tienen derecho a la autonomía o al autogobierno en
las cuestiones relacionadas con sus asuntos internos y locales, así como a disponer de medios para
financiar sus funciones autónomas”9.

El artículo 5 de la Declaración invocada dice: “Los pueblos indígenas tienen derecho a conservar y
reforzar sus propias instituciones políticas, jurídicas, económicas, sociales y culturales, manteniendo
a la vez su derecho a participar plenamente, si lo desean, en la vida política, económica, social y
cultural del Estado”10.

Disposición que se ve fortalecida aún más con lo que menciona el artículo 34, que indica: “Los
pueblos indígenas tienen derecho a promover, desarrollar y mantener sus estructuras institucionales
y sus propias costumbres, espiritualidad, tradiciones, procedimientos, prácticas y, cuando existan,
costumbres o sistemas jurídicos, de conformidad con las normas internacionales de derechos
humanos”11.

Conforme lo establecido en estas disposiciones legales de carácter internacional , se fortalece el


reconocimiento de los pueblos indígenas a tener su propio ordenamiento jurídico. Al respecto se
debe indicar que si bien en la justicia indígena no existe una ley escrita como la tiene la legislación
ordinaria, esto no significa que no cuenta con su propio derecho y sus procedimientos de
juzgamiento dentro de sus comunidades, pues el sustento jurídico que les ampara está en sus
costumbres y tradiciones.

Además, el Convenio 169 de la OIT y la Declaración de las Naciones Unidas sobre Derechos de los
Pueblos Indígenas no limita la competencia de las autoridades de los pueblos indígenas a los
conflictos surgidos fuera de su territorio indígena. Pese a que los instrumentos internacionales
desarrollan el tema referido al territorio y tierras de los pueblos indígenas

El Convenio 169 de la OIT conceptualiza al “territorio, lo que cubre la totalidad del hábitat de las
regiones que los pueblos interesados ocupan o utilizan de alguna otra manera35 es decir, es el
espacio donde se asienta una colectividad indígena. La Corte Constitucional colombiana entiende,
además, a “aquellas que constituyen el ámbito tradicional de sus actividades económicas y
culturales”.

 Derechos Humanos.

Actualmente al revisar la normativa jurídica de nuestro país podemos evidenciar que en la


Constitución de la República del Ecuador no se especifica el alcance que tiene la Jurisdicción
Indígena, y al ser independiente la administración de justicia otorgada por nuestra Constitución a
estos grupos comunitarios hemos notado que los castigos infringidos por los líderes de las
comunidades indígenas violentan los Derechos Humanos de los procesados dando paso a la
tergiversación de las sanciones establecidas por los miembros de las comunidades lo que es
tema a tratar dentro de esta tesis, y se llega a evidenciar la no aplicación de los derechos y
principios constitucionales, razón por la cual la investigación evidencia la afectación de los
Derechos Humanos. Al momento de visualizar dicho problema, es necesario investigarlo para
poder cumplir con el principal objetivo de la Constitución, el cual es el respeto a los Derechos
Humanos, además de precautelar los principios constitucionales que son inviolables pero que
por diferentes circunstancias estos se han visto perjudicados en nuestro cantón, y que gracias a
la creación de las Fiscalías de asuntos indígenas se ha tratado de evitar la violaciones de tales
Derechos y la afectación del sistema de justicia. La presente investigación está enfocada al
planteamiento de una propuesta que se ve encaminado en la creación de un Acuerdo de
Compromiso en la Comunidad de Illagua Chico Parroquia de Quisapincha el Cantón Ambato en
lo referente al procedimiento de aplicación de Justicia Indígena, puesto que dentro nuestra
normativa no se ha especificado lo que se debe hacer o de qué manera se va a sancionar al
miembro que cometa una infracción dentro y fuera de la Comunidad, por lo que dentro de la
aplicación de Justicia Indígena en dicha comunidad ha vulnerado los Derechos Humanos
consagrados en la Constitución de la República del Ecuador, y con esta Acta de Compromiso se
pretende regular la aplicación de Justicia Indígena dentro de esta comunidad.

La plena vigencia de los derechos fundamentales constitucionales en los territorios


indígenas, como límite al principio de diversidad étnica y constitucional es acogido
en el plano del derecho internacional, particularmente en lo que tiene que ver con
los derechos humanos, como Código Universal de convivencia y diálogo entre las
culturas y naciones, presupuesto de la paz, de la Justicia, de la libertad, y de la
prosperidad de todos los pueblos, así lo señala el Art. 8 del Convenio 169 de la OIT
sobre pueblos indígenas y triviales en países independientes, el mismo que se
encuentra aprobado por el Ecuador.
Así tenemos que el Art. 8 en su numeral 1º dice «Al aplicar la legislación nacional a
los pueblos interesados deberán tomarse debidamente en consideración sus
costumbres o su derecho consuetudinario».
El numeral 2º señala «Dichos pueblos deberán tener el derecho de conservar sus
costumbres e instituciones propias, siempre que estas no sean incompatibles con los
derechos fundamentales definidos por el sistema jurídico nacional ni con los derechos
humanos internacionalmente reconocidos. Siempre que sea necesario, deberán
establecerse procedimientos para solucionar los conflictos que puedan surgir en la
aplicación de este principio».
2.1. Contexto histórico económico y político de la justicia indígena.

Al Ecuador se lo considera un país plurinacional por la diversidad de pueblos indígenas,


afroecuatorianos, mestizos, blancos y cholos que habitan en el; cada grupo con distintas culturas,
identidades, creencias, saberes, vestimentas, e idiomas. Al haber diversidad de colectivos, debe
necesariamente existir un ordenamiento jurídico que regule, proteja, defienda y al mismo tiempo
responda a las necesidades de cada grupo. Al hablar de Derecho Indígena, hablamos de
conocimientos, normas y principios que han sido conservados y trasmitidos de generación en
generación en forma oral, no se ha buscado del reconocimiento por parte del Estado para su
conservación, sino que ha sido suficiente la validación y la aplicación dada por nuestros pueblos, así
como no ha sido necesario escribirlos para que no desaparezcan, en su totalidad, el derecho
indígena se encuentra en la memoria de cada uno de los miembros de un pueblo y nacionalidad.
(Yumbay, 2007)

En Ecuador, la reforma constitucional de 1998 reconoce por primera vez a los pueblos
indígenas derechos colectivos1 y la jurisdicción indígena.2

El tema de la justicia indígena3 ha sido analizado en Ecuador a partir de dos enfoques


principales y complementarios: el primero -antropológico- trata de identificar las normas
comunitarias y mecanismos de solución de conflictos vigentes en las comunidades
indígenas del país, y de sistematizar el derecho indígena (García y Chávez, 2004; García,
2002; Vintimilla, 2005; Brandt y Franco 2006; Serrano, 2005; Tiban e Ilaquiche, 2004).
El segundo enfoque -jurídico- es relativo a los criterios de "compatibilidad" 4 y
mecanismos de coordinación entre la justicia indígena y la justicia ordinaria (García y
Chávez, 2004; García, 2002; Salgado, 2002; Trujillo, Grijalva y Endara, 2001). Esta
reflexión se hace imprescindible frente a la necesidad de adoptar una ley secundaria
para hacer efectivo el reconocimiento constitucional de la jurisdicción
indígena,5 apoyándose en datos tangibles sobre los sistemas jurídicos indígenas para
proponer criterios de coordinación.
Sin embargo, estos enfoques tienden a considerar el sistema de justicia indígena y el
sistema judicial estatal -para confrontarlos después en el esfuerzo de "compatibilidad" -
sin enfatizar las interacciones entre ambos, lo cual no permite fijarse en evoluciones
recientes, posteriores a la adopción de la Constitución, de la justicia indígena.

Creemos que a partir de la adopción del nuevo corpus constitucional en 1998 se han


generado en Ecuador nuevas dinámicas en la administración de justicia indígena, a las
que llamaremos "dinámicas post-constitucionales". Presentamos a continuación algunas
tendencias de la administración de justicia indígena en el periodo post-constitucional,
tratando de evidenciar el papel del reconocimiento constitucional en las dinámicas
descritas.

 Movimiento indígena del Ecuador a partir del siglo XX.

A finales del siglo XX los indígenas alcanzaron un grado de visibilidad que hasta entonces no
habían conocido. Con el levantamiento de Ecuador (1990), las marchas indígenas de los años
noventa en Bolivia, la rebelión zapatista en Chiapas (1994), las acciones desplegadas en rechazo a
las celebraciones del “descubrimiento” de América (1992), la presencia india se imponía en el
escenario político de “nuestra América” con una amplitud y visibilidad sin precedentes. Emergió,
por consecuencia, una atención mayor hacia estos protagonistas insospechados. Se habló entonces
de despertar, de emergencia, dejando la impresión de que rompían un silencio prolongado; esto se
contradecía, a primera vista, con la historia de las organizaciones y movilizaciones indígenas del
siglo XX.

Aquí nos referimos, en grandes líneas, a la naturaleza de ese “despertar” en el último tercio del
siglo XX y evocamos aspectos que nos parecen importantes en el discurso y la práctica de las
organizaciones y de sus líderes, especialmente las iniciativas y acciones comunes. Para ello nos
atenemos a la palabra indígena, es decir a los documentos emanados de sus organizaciones, en su
dimensión histórico-política.

El empuje de las organizaciones, desde los años setenta, se manifestó a través de sus
movilizaciones y de documentos que consignaban sus principales planteamientos. La
Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie) y la rebelión en la Selva
Lacandona fueron las que desencadenaron el mayor impacto político de fines de siglo.

El papel protagónico del movimiento indígena no surge repentinamente, se refuerza en los últimos
decenios del siglo XX. Tiene sus raíces inmediatas en los años sesenta y setenta. Vemos este
tramo cronológico como una etapa de transición de las organizaciones indígenas a una
reafirmación de mayor envergadura en el terreno político, en el sentido práctico y discursivo.
Envergadura que se acrecienta con las organizaciones regionales y a nivel internacional con el
Consejo Mundial de Pueblos Indígenas.

Históricamente, el movimiento indígena ecuatoriano se desarrolla en la última década del siglo XX,
en el marco general de un discurso dominante sobre la quiebra definitiva de los proyectos
socialistas, la declaratoria de muerte al marxismo, en torno a las consignas del “fin de las ideologías”
y el “fin de la historia”. Esto influye sustancialmente en el ámbito epistemológico y en el ambiente
intelectual, que relega a un nivel secundario y, en ocasiones, desecha de plano, el debate sobre
aspectos medulares como el capital, y los cambios en la propiedad, o aquel otro del Estado y la
confrontación entre proyectos hegemónicos que implican la construcción de fuerzas, consensos y
confrontaciones o, también, negar un horizonte de transformaciones socialistas

sólo hasta fines del siglo XX se puede hablar de un intento serio desde los círculos en el poder para
incorporar a los dirigentes del movimiento indígena a las formas institucionales. En 1996, el
entonces presidente Bucaram propone un Ministerio Indígena y coloca al ex vicepresidente de la
CONAIE, Pandam, en ese lugar; el movimiento indígena rechaza ese proceso de cooptación y expulsa
de la organización a Pandam. Más tarde el gobierno de Noboa, a mediados de 2001, lanza un nuevo
intento, como respuesta a las movilizaciones de este sector, y nombra a Luis Maldonado, ex
dirigente nacional de la CONAIE, como ministro de Bienestar Social, quien logra cierto consenso. A la
par, en los procesos electorales se consolida la presencia de dirigentes indígenas en el Congreso
Nacional y en los gobiernos locales. Sin embargo, el proyecto más grande de incorporación de estos
pueblos a las redes estatales se instaura en 1997, con el Programa Nacional para el Desarrollo de los
Pueblos Indios y Negros (PRODEPINE) que destina ingentes recursos del Banco Mundial y del
Presupuesto del Estado para atenciones puntuales a localidades y regiones indias.

A lo largo del todo el siglo XX, se desarrollaron fuertes conexiones entre organizaciones políticas de
izquierda y la lucha social de los indígenas. En los años 1920, como lo ha mostrado el prominente
historiador Marc Becker (2008), militantes socialistas y comunistas acompañaron demandas
laborales, juicios y conflictos en Cayambe, al norte de Quito, e incorporaron a varios dirigentes
indígenas en las estructuras organizativas sindicales. Andrés Guerrero (2010), otro destacado
historiador, también ha documentado la presencia de abogados socialistas en Otavalo en las
primeras décadas del siglo XX. Es bien conocido que una porción importante de estas redes de
relaciones y de vínculos culminaron en la formación de la primera organización indígena con
pretensiones de alcance nacional: la Federación Ecuatoriana de Indios (FEI) en 1944. Esta relación se
fortaleció durante la década de los años 1960 y 1970 en el contexto de la lucha por la reforma
agraria (Velasco, 1979). Esta no es, sin embargo, una tradición o tendencia exclusivamente
ecuatoriana; en otros países como Bolivia, Colombia y Venezuela se pueden identificar vínculos
históricos y/o recientes entre organizaciones indígenas y partidos o movimientos de la izquierda
(Van Cott, 2007). Estas observaciones históricas hacen comprensible que, a pesar del énfasis más
clasista que étnico del discurso de las izquierdas ecuatorianas, su participación en la construcción de
uno de los movimientos indígenas más fuertes del continente (Yashar, 2005), cuyo referente
organizativo más importante es la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE),
no pueda ser desconocida. La alianza social que llevó a la conformación del Movimiento de Unidad
Plurinacional Pachakutik – Nuevo País (PK) en 1996, incluía grupos de izquierda, sindicalistas del
sector público y un conjunto muy variado de pequeñas organizaciones ligadas a muy diversos
sectores sociales barriales, cristianos de izquierda y organizaciones campesinas. Habitualmente, el
movimiento Pachakutik se ha considerado el brazo político-electoral del movimiento indígena, y su
principal organización, la CONAIE. En el movimiento indígena, la CONAIE ha tenido una posición casi
hegemónica,dado quealrededor de 80% de las organizaciones indígenas de base están afiliadas a ella
(Van Cott, 2005). Esta fortaleza de la CONAIE ha beneficiado a Pachakutik en sus avances electorales.
En comparación, la gran mayoría de los partidos políticos ecuatorianos no tienen ese vínculo
estrecho con los movimientos sociales, lo que ha contribuido a la atracción que provocó Pachakutik
como aliado político-electoral. Así, PK se constituyó en un movimiento político-electoral abierto a las
alianzas estratégicas (interculturales) en diferentes niveles político-territoriales, más allá de la
identificación estrictamente étnico-cultural.

https://repositorio.uasb.edu.ec/bitstream/10644/6424/1/T2740-MDPE-Pe%C3%B1afiel-El
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https://repositorio.uta.edu.ec/handle/123456789/11590

https://derechoecuador.com/la-justicia-indiacutegena/

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Bibliografía Alfusi, B. R. (2009). UASB.EDU.EC. Recuperado el 02 de 04 de 2012, de


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%C3%ADgena-en-el-Ecuador.-Jessica-Freire-1yyz0df.pdf

http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-06362009000200005

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