Artículo 120 CPE

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Artículo 120

I. Toda persona tiene derecho a ser oída por una autoridad jurisdiccional
competente, independiente e imparcial, y no podrá ser juzgada por
comisiones especiales ni sometida a otras autoridades jurisdiccionales que
las establecidas con anterioridad al hecho de la causa.

II. Toda persona sometida a proceso debe ser juzgada en su idioma;


excepcionalmente, de manera obligatoria, deberá ser asistida por
traductora, traductor o intérprete.

Presentación
El Artículo 120 se encuentra en el apartado dedicado a las garantías
jurisdiccionales. Hace referencia al derecho de toda persona a ser oída por
autoridad jurisdiccional competente, independiente e imparcial, lo que
implica que no podrá ser juzgada por comisiones especiales u otras
autoridades jurisdiccionales. Además establece que el proceso sea llevado a
cabo en el idioma de la persona juzgada, siendo posible la traducción en
casos excepcionales.

Descripción
El Artículo 120 se encuentra en el Capítulo Primero (Garantías
Jurisdiccionales) que corresponde al Título IV (Garantías Jurisdiccionales y
Acciones de Defensa) de la Primera Parte de la Constitución Política del
Estado (Bases fundamentales del Estado, Derechos, Deberes y Garantías).

El artículo está compuesto por dos parágrafos: el primero determina el


derecho que tiene toda persona de ser oída por una autoridad jurisdiccional
competente, independiente e imparcial, también establece la prohibición de
juzgamiento por comisiones especiales o autoridades jurisdiccionales
diferentes; el segundo estipula que toda persona que sea sometida a proceso
debe ser juzgada en su propia idioma, en caso excepcional podrá ser asistida
por un traductor.

De acuerdo a lo establecido por el Artículo 411 se puede afirmar que el


Artículo 120 es rígido, sólo puede ser reformado a través de una Asamblea
Constituyente originaria plenipotenciaria, activada por voluntad popular. La
vigencia de la reforma necesitará la aprobación por dos tercios de la
Asamblea Constituyente y el posterior referendo constitucional aprobatorio.

A partir de la revisión de los archivos de la Asamblea Constituyente se


puede observar que el Artículo 120 se consolida en el Proyecto de Texto
Constitucional aprobado en Grande, en Detalle y en Revisión en Oruro.
Difiere del Proyecto de Texto Constitucional aprobado en Grande toda
persona sometida a proceso tendrá derecho a ser asistida por un traductor o
intérprete, en caso de ser necesario. Cabe destacar que se encuentran
antecedentes al derecho a ser oído en el proceso tanto en el Informe por
Mayoría de la Comisión 3 (Derechos, Deberes y Garantías) como en la
propuesta del Pacto de Unidad.

Desde 1831 se determina que ningún boliviano podrá ser juzgado en sino
por el tribunal designado con anterioridad por la ley, disposición que se
mantiene hasta 1843. A partir de 1851 se determina que nadie puede ser
condenado sin ser citado, oído, juzgado por las leyes. Desde el texto
constitucional de 1861 dispone que nadie puede ser detenido, arrestado, preso ni
condenado, sino en los casos establecidos por ley, ni puede ser juzgado por comisiones
especiales sometido a otros jueces que los designados con anterioridad al hecho de la
causa. A dicha disposición el texto constitucional de 1868 agrega que
tampoco pueden ser juzgados por otros jueces que los naturales de su propio fuero
y establecidos con anterioridad por la ley. Desde 1871 se dispone que nadie puede
ser juzgado por comisiones especiales o sometido a otros jueces que los designados
con anterioridad al hecho de la causa. Sólo los sujetos que gozan de fuero militar
podrán ser juzgados por consejos de guerra. Disposiciones que se mantienen
en los textos constitucionales 1878 y 1880. El texto constitucional de 1967
determina que nadie puede ser condenado a pena alguna sin haber sido oído y
juzgado previamente en proceso legal; ni la sufrirá si no ha sido impuesta por
sentencia ejecutoriada y por autoridad competente. Asimismo la condena debe
fundarse en una ley anterior al proceso y sólo se aplicaran las leyes
posteriores cuando sean más favorables al encausado. Adicionalmente se
determina la prohibición de ser juzgado por comisiones especiales o
sometido a otros jueces que los designados con anterioridad al hecho de la
causa. Disposiciones que se mantienes en los textos constitucionales de 1994
y 2004.
Derecho de toda persona a ser
oída por una autoridad
jurisdiccional competente,
independiente e imparcial -
Categoría-

El parágrafo I del Artículo 120 determina el derecho de toda persona a ser


oída por una autoridad jurisdiccional competente, independiente e imparcial. Es el
derecho a ser escuchado, ya sea la víctima o el imputado, por la autoridad
jurisdiccional que conoce el caso para hacer valer su derecho al debido
proceso y ser protegida oportuna y efectivamente por los jueces y tribunales en el
ejercicio de sus derechos e intereses legítimos (Artículo 115, parágrafo I).

La Convención Americana[1] señala al respecto que toda persona tiene derecho


a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o
tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la
ley (Artículo 8, numeral 1). De igual manera lo determina el Artículo 14,
numeral 1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos[2] y el
Artículo 10 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos[3].

El imputado goza del derecho a ser oído según lo que establece el parágrafo
I del Artículo 120 (Artículo 119, parágrafo II). De igual manera la víctima
(Artículo 121, parágrafo II) tiene el derecho de ser escuchada antes de que el
juez o autoridad determine su sentencia, de manera que acepta o niega la
pretensión pues ninguna persona puede ser condenada sin haber sido oída y
juzgada previamente en un debido proceso (Artículo 117, parágrafo I).

De acuerdo con el Artículo 120 toda persona tiene el derecho ser oída por
una autoridad jurisdiccional competente, independiente e imparcial.

El Tribunal Constitucional en Sentencia Constitucional N°491/2003-R del 15


de abril de 2003 determina que:

Juez competente aquel que de acuerdo


a las normas jurídicas previamente
establecidas, conforme criterios de
territorio, materia y cuantía, es el
llamado para conocer y resolver una
controversia judicial; Juez
independiente aquel que, como se
tiene referido, resuelve la controversia
exenta de toda injerencia o intromisión
de otras autoridades o poderes del
Estado; y Juez imparcial aquel que
decida la controversia judicial
sometida a su conocimiento exento de
todo interés o relación personal con el
problema, manteniendo una posición
objetiva al momento de adoptar su
decisión y emitir la resolución (SC-
N°491/2003-R de 15 de abril de 2003).

En este sentido la autoridad jurisdiccional debe ser: competente,


independiente e imparcial.

Competente. Es el juez previamente establecido para conocer la causa


conforme criterios de territorio, materia y cuantía.

Es el juez cuya facultad para aplicar el


derecho en un caso concreto, ya sea en
atención al territorio o a la materia,
está determinada por la ley. Es decir
que únicamente la ley emanada del
Órgano Legislativo puede determinar
la competencia, de donde se
desprende que ni ninguna otra clase
de norma secundaria puede modificar
la competencia fijada por la ley. Sin
embargo la determinación legal de la
competencia tampoco es suficiente
para satisfacer la garantía del juez
natural, esta sólo se satisface cuando la
determinación legal de la competencia
es previa al hecho que motiva el juicio,
de esta forma se pretende evitar que el
legislador ya sea por razones políticas
o ya sea por razones circunstanciales
de cualquier índole, pretenda
intencionalmente que una
determinada causa pase a manos de
un juez más o menos favorable a los
intereses de una de las partes o
responda a presiones de algún sector
de la sociedad (Imaña, 2010: 6).

De esta manera la competencia que tiene la autoridad jurisdiccional hace


relación a la medida de jurisdicción asignada a una instancia del Órgano
Judicial a través de la ley. Ésta debe ser establecida con anterioridad al hecho
que motiva al juicio en razón a evitar la parcialidad del juez con una de las
partes, como con presiones políticas que provoquen situaciones de
arbitrariedad.

[…] dichos jueces deben estar


designados con anterioridad al hecho
de la causa, garantía indispensable
para asegurar una imparcial y recta
administración de justicia, pues si se
permitiese la organización de
tribunales ad hoc, con finalidades ex
profesas, ocurriría que se nombraría
jueces con fines preconcebidos para
lograr determinados objetivos,
desnaturalizándose así la verdadera
justicia para ingresar en el deleznable
terreno de la arbitrariedad (Trigo,
1952: 408).

Es así que los actos de las autoridades que usurpen funciones que no les
competen serán nulos de pleno derecho (Artículo 122). En este sentido nadie
sufrirá sanción penal que no haya sido impuesta por una autoridad
competente (Artículo 117, parágrafo I), asimismo para efectuar la
aprehensión de un sujeto se debe emitir la orden por escrita de la autoridad
competente (Artículo 23, parágrafo III) salvo en casos de delitos flagrantes,
donde la persona podrá ser aprehendida por cualquier otra, aun sin
mandamiento. El único objeto de la aprehensión será su conducción ante autoridad
judicial competente (Artículo 23, parágrafo IV).

Independiente. Dícese de la autoridad judicial que no permite intromisión o


injerencia en sus decisiones de otras autoridades u órganos del Estado.

De acuerdo con los Principios básicos relativos a la independencia de la


judicatura, aprobados por la Asamblea General de las Naciones Unidas en
1985 se tiene que: los jueces resolverán los asuntos que conozcan […] sin
restricción alguna y sin influencias, alicientes, presiones, amenazas o intromisiones
indebidas, sean directas o indirectas, de cualesquiera sectores o por cualquier motivo.
Todas las instituciones gubernamentales y de otra índole respetarán y acatarán la
independencia de la judicatura (Principios 1 y 2).

La independencia de los jueces es conocida como la independencia judicial,


reconocida en el Artículo 178, parágrafo II, la cual se entiende como:

La condición inherente a los agentes


del Poder Judicial, que consiste en
poder dictar sus resoluciones como
sus convicciones, sin obedecer a
instrucciones de ninguna otra
autoridad y ateniéndose tan sólo a lo
que establece la ley (Couture, 1988:
331).

El principio de independencia se encuentra en la misma formulación de la


separación de poderes de Montesquieu, así como en demás exposiciones
sobre la separación de poderes. Entonces este principio se relaciona
directamente con la labor de impartir justicia por parte del Órgano J udicial
y del Tribunal Constitucional Plurinacional.

Conforme a lo establecido en el Informe de la Comisión 6 (Justicia) de la


Asamblea Constituyente, la independencia supone que la justicia no será
sometida a otro órgano de poder. Los tribunales y jueces, son independientes en la
administración de justicia, y solo se somete a esta Constitución Política del Estado y
la Ley
Asimismo en virtud al parágrafo II del Artículo 178 se señala como garantías
de la independencia judicial al desempeño de los jueces de acuerdo a la carrera
judicial; y a la autonomía presupuestaria de los órganos judiciales. Si bien no son
las únicas garantías de la independencia judicial, cabe destacar que ambas
hacen referencia a condiciones administrativo financieras de la
independencia judicial[4].

Imparcial. El juez imparcial es aquel que toma la decisión judicial exento de


todo interés o relación personal con el problema y mantiene la objetividad a
momento de emitir la resolución.

Juez imparcial es aquel que no


responde a sus intereses particulares,
al de una de las partes en especial, a los
intereses de ninguna autoridad, ni de
ningún sector de la sociedad. Ser juez
imparcial significa no haber sido
establecido para el juzgamiento de
una o varias personas en particular.
Juez imparcial es aquel cuya
predeterminación legal es anterior al
hecho de la causa (Imaña, 2010: 6).

El principio de imparcialidad reconocido también en el Artículo 178,


parágrafo I se refiere a la distancia que toma tanto el juez como los tribunales
de la identidad de las partes en un proceso. No se refiere a imparcialidad en
la materia, pues el órgano judicial al igual que el Tribunal Constitucional
Plurinacional deben defender la Constitución y los derechos
constitucionales, tanto lo que es co-sustancial al pueblo boliviano, titular del
cual emana la potestad de impartir justicia.

En consecuencia la imparcialidad supone que las autoridades (jueves y


tribunales) tanto del Órgano Judicial como del Tribunal Constitucional,
deben cumplir con la Constitución y las leyes, deben buscar la objetividad
sin prejuicios, sin discriminación ni trato diferenciado alguno. Se trata de
una imparcialidad ante las partes y no respecto de la materia.
[1]Convención Americana sobre Derechos Humanos suscrita, tras la
Conferencia Especializada Interamericana de Derechos Humanos, el 22 de
noviembre de 1969 en la ciudad de San José en Costa Rica y entró en vigencia
el 18 de julio de 1978.
[2]Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, adoptado y abierto a
la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General en su resolución
2200 A (XXI), del 16 de diciembre de 1966. Entrada en vigor: 23 de marzo de
1976, de conformidad con el artículo 49.
[3]Declaración Universal de los Derechos Humanos adoptada por la
Asamblea General de las Naciones Unidas en su Resolución 217 A (III), del
10 de diciembre de 1948 en París.
[4]Para mayor análisis de las características de la independencia judicial
consulte el desarrollo del Artículo 178.

Concordancias

Artículo 23, parágrafo III. Para efectuar la aprehensión de un sujeto se debe


emitir la orden por escrita de la autoridad competente. / Artículo 23,
parágrafo IV. En delitos flagrantes se podrá aprehender al sujeto aun sin
mandamiento con el único objeto de conducirlo ante autoridad judicial
competente. / Artículo 115, parágrafo I. Derecho de toda persona de ser
protegida oportuna y efectivamente por los jueces y tribunales en el ejercicio
de sus derechos e intereses legítimos. / Artículo 117, parágrafo I. Ninguna
persona puede ser condenada sin haber sido oída y juzgada previamente en
un debido proceso. / Artículo 119, parágrafo II. Derecho a la defensa. /
Artículo 121, parágrafo II. Derecho de la víctima a ser oída. / Artículo 122.
Los actos de las autoridades que usurpen funciones que no les competen
serán nulos de pleno derecho. / Artículo 178, parágrafo I. Principios de
independencia e imparcialidad judicial. / Artículo 178, parágrafo II.
Independencia judicial.

Tribunales legítimos -Subcategoría-


El parágrafo I del Artículo 120 determina que toda persona tiene el derecho
a que no pueda ser juzgada por comisiones especiales ni sometida a otras
autoridades jurisdiccionales que las establecidas con anterioridad al hecho de la
causa. Consiguientemente se determina la legitimad de los tribunales en
tanto sean éstos establecidos con anterioridad al hecho de la causa, ni sean
comisiones especiales.

La garantía en cuestión, además de


exigir del juez los atributos descritos
contempla además dos prohibiciones
concretas: 1) La prohibición de ser
juzgado por comisiones especiales, es
decir la prohibición de establecer
órganos accidentales o
circunstanciales u organismos
especiales para juzgar determinados
hechos o a determinadas personas, sin
la generalidad y permanencia propias
de los tribunales judiciales; y, 2) La de
sustraer al justiciable de los jueces
cuya competencia haya sido
establecida con anterioridad al hecho
de la causa (Imaña, 2010: 6).

De esta manera los jueces llamados a conocer las causas son aquellos
llamados también competentes o como Félix Trigo (1952) determina jueces
propios, también llamados naturales, que son los creados e investidos por
las leyes con la respectiva jurisdicción y competencia. Por su parte las
comisiones especiales, en cambio, pueden ser designadas por el poder
ejecutivo o legislativo, para determinados fines, ante los cuales se antepone
esencialmente intereses individuales de algunos.

De acuerdo con Balaguer (2011) El juez competente es el juez cierto y, por


ello, imparcial, no establecido ad hoc, para el caso concreto, lo que hace
posible la manipulación de un litigio. En este sentido los jueces llamados a
conocer las diversas causas deben impartir la justicia bajo los principios de
imparcialidad e independencia (Artículo 178, parágrafo II) esencialmente
para cumplir la obligación judicial.

Consiguientemente la prohibición que establece el Artículo 120 está


dispuesta para evitar en todo lo posible la manipulación política y la
parcialidad en el juicio. En la imparcialidad radica la legitimidad de la
autoridad judicial y su validez “como método pacífico de resolución de
conflictos e idóneo para evitar la justicia por mano propia, la venganza
particular y el abuso del poder estatal” (Imaña, 2010: 6).

Concordancias

Artículo 178, parágrafo I. Principios de independencia e imparcialidad


judicial.

Derecho de toda persona a ser


juzgada en su idioma -Categoría-
En virtud al parágrafo II del Artículo 120 se determina que: toda persona
sometida a proceso debe ser juzgada en su idioma; excepcionalmente, de manera
obligatoria, deberá ser asistida por traductora, traductor o intérprete.
Consiguientemente la obligación es la de juzgar a las partes en su idioma y
sólo en casos excepcionales asistir con traductores e intérpretes, es decir, la
regla es juzgar en el idioma de las partes y excepcionalmente juzgar a través
de traductores o intérpretes.

De acuerdo con el Artículo 1, Bolivia se funda en la pluralidad y en el


pluralismo, dentro del cual se encuentra el pluralismo lingüístico. La nueva
condición de estatalidad, reestructura al Estado, resignifica los idiomas con
el pluralismo lingüístico, en tanto supone algo más que el mero
reconocimiento constitucional de varios idiomas, más aún, hace referencia a
la impregnación de las lenguas e idiomas existentes en el territorio, posibilita
el reconocimiento, la interacción y la comunicación entre las diversas
culturas.

Reconocer el pluralismo lingüístico es


reconocer la vida misma de culturas
diferentes a la nuestra, pues cada una
conlleva sus propios marcos de
entendimiento de la realidad y de
abstracción del entorno. El cúmulo de
sentidos, sentimientos, temores y
abstracciones materiales o
inmateriales develan nuevos
misterios, saberes y escenarios de
realidad que se hacen posibles a partir
de enunciados y palabras. En este
sentido, promover un pluralismo
lingüístico significa reconocer la
condición de seres humanos a otros y
aceptar sus criterios para hacer
cultura, ciencia, historia y para
desarrollar vida (Brieger, 2013).

En este entendido el Artículo 5 establece los distintos idiomas oficiales del


Estado: el castellano y todos los idiomas de las naciones y pueblos indígena
originario campesinos, que son el aymara, araona, baure, bésiro, canichana,
cavineño, cayubaba, chácobo, chimán, ese ejja, guaraní, guarasu’we, guarayu,
itonama, leco, machajuyai-kallawaya, machineri, maropa, mojeño-trinitario,
mojeño-ignaciano, moré, mosetén, movima, pacawara, puquina, quechua, sirionó,
tacana, tapiete, toromona, uru-chipaya, weenhayek, yaminawa, yuki, yuracaré y
zamuco.

Se reconoce de esta manera 37 idiomas, el único de éstos que no es propio de


comunidades indígenas es el castellano y es el primero en ser nombrado
como idioma oficial, posteriormente se ha ordenado las demás 36 lenguas en
orden alfabético. El artículo demuestra la preferencia que otorga la
Constitución hacia el idioma castellano, no sólo porque es el primero en ser
nombrado, también porque en el parágrafo II se establece que todos los
gobiernos deberán utilizar dos idiomas oficiales, de los cuales uno debe ser
el castellano. La preferencia hacia este idioma se debe a que es necesario
tener un idioma articulador, para uso oficial público, esto para normalizar y
estandarizar distintos, datos, órdenes, informaciones, entre otros[1].

En este sentido todas las personas deberán ser juzgadas en su idioma, de no


conocer la autoridad judicial el idioma correspondiente lo deberá hacer en
castellano en tanto es el idioma que estandariza de manera mayoritaria las
decisiones judiciales. A momento de juzgar en un idioma distinto al nativo
del sujeto se debe brindar la asistencia técnica de un intérprete o traductor.
De acuerdo con Couture el traductor o intérprete es “el perito en idiomas
que traduce documentos o declaraciones testimoniales expresados en lengua
extranjera a la oficial del juicio” (Couture, 1988: 345).

En su Comentario General sobre el Artículo 14 del Pacto Internacional de


Derechos Civiles y Políticos, el Comité de Derechos Humanos ha expresado
que:

El requisito de un juicio con las


debidas garantías tampoco obliga a los
Estados Partes a proporcionar
servicios de interpretación a una
persona cuya lengua materna no sea el
idioma oficial del Tribunal si esa
persona puede expresarse
adecuadamente en el idioma oficial y
comprender ese idioma. Sólo es
obligatorio proporcionar servicios de
interpretación si al acusado o a los
testigos de descargo les resulta difícil
comprender el idioma del Tribunal o
expresarse en ese idioma (Comité de
Derechos Humanos, caso Cadoret y
otros c. Francia. 1991: párrafo 5.6).

Si bien el Comité de Derechos Humanos interpreta usualmente a lo más


favorable para el sujeto, en esta situación la normativa boliviana es más
favorable en tanto es obligación del Estado juzgar en el idioma de las
personas implicadas, excepcionalmente, de manera obligatoria, deberá ser asistida
por traductora, traductor o intérprete.

[1]Para mayor desarrollo sobre los idiomas oficiales en la Constitución


consulte el análisis Artículo 5.

Concordancias
Artículo 1. Bolivia se funda en la pluralidad y el pluralismo lingüístico. /
Artículo 5. Idiomas oficiales del Estado.

Tratamiento en el
Constitucionalismo Boliviano
Tratamiento en los archivos,
actas y resoluciones del
constituyente
Alcance de la reserva legal
El Artículo 120 no presenta reserva legal sin embargo la normativa que
regule el debido proceso debe contemplar que toda persona tiene derecho a
ser oída por una autoridad jurisdiccional:
- Competente
- Independiente
- Imparcial
- Establecida con anterioridad al hecho de la causa.

Así también debe prever la prohibición de juzgar a un sujeto por comisiones


especiales ni sometida a otras autoridades jurisdiccionales que las
establecidas con anterioridad al hecho de la causa.

El idioma en el que se juzgue al sujeto tiene que ser el suyo y


excepcionalmente, de manera obligatoria, deberá ser asistida por traductora,
traductor o intérprete.

Bibliografía
Webgrafía
Documentos legales
Archivos, actas y resoluciones

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