PROESC Edit
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F. Cuetos Vega
J. L. Ramos Sánchez
E. Ruano Hernández
1. INTRODUCCIÓN
En el lenguaje oral se han hecho muchos más estudios sobre comprensión que sobre
producción, razón por la que algunos autores, con buena dosis de ironía, han denominado
a la producción con el nombre de "la pariente pobre" de la Psicolingüística.
En el lenguaje escrito las cosas no son muy diferentes, ya que los trabajos realizados
sobre lectura superan ampliamente a los realizados sobre escritura. Basta con echar un
vistazo a los libros publicados en español en los últimos años sobre estas dos materias para
descubrir que existe un elevado número de títulos sobre lectura y comprensión lectora y un
escaso número dedicados a la escritura. Este desequilibrio también se aprecia en las
pruebas de evaluación, ya que se pueden encontrar bastantes materiales sobre lectura y
muy pocos sobre escritura.
Cuando se trata de escritura creativa, por ejemplo redactar un cuento, escribir una
carta o responder a una pregunta de un examen, lo primero que tenemos que hacer es
decidir qué vamos a escribir y con qué objetivo. Por ejemplo, si se trata de una carta a un
amigo que hace tiempo que no vemos debemos decidir qué le vamos a contar, tratando de
recordar todas las cosas que han pasado en su ausencia y que pudieran interesarle; si es
responder a una pregunta de examen tenemos que buscar en la memoria toda la
información que tenemos sobre ese tema. Una vez recuperada la información hay un
proceso de selección y organización de ese material en función de los objetivos que se
pretendan: de selección porque en el proceso de búsqueda surgen informaciones que
resultan irrelevantes para lo que se quiere transmitir, y de organización porque hay que dar
algún tipo de orden a esas informaciones, sea cronológico, espacial o de importancia, para
que el escrito no resulte caótico. Esta actividad de preparación mental de lo que vamos a
escribir recibe el nombre de planificación y es la más costosa y la que más tiempo requiere
de todas las actividades que intervienen en la escritura.
Pero, ¿qué ocurre con las palabras formadas por sonidos que se pueden representar
de dos formas diferentes? En estos casos la complejidad es mayor porque, además de
utilizar la vía fonológica para convertir los fonemas en grafemas, se debe tener en cuenta
que los sonidos tienen distintas posibilidades de ser representados. Por ejemplo, el
sonido /b/ se puede representar con las letras "b" y "v" o el sonido /k/ con las letras "k", "c"
(con a, o, u) y "qu" (con e, i). En el caso de que hubiésemos seleccionado la palabra "burro",
¿cómo sabríamos que se escribe con "b" y no con "v"? Algunas de las palabras formadas
por esos sonidos con doble representación grafémica siguen reglas ortográficas (p. ej., las
palabras que comienzan por la sílaba "bu" se escriben con "b"), pero hay otras cuya forma
ortográfica es totalmente arbitraria (p. ej., "zanahoria"), por lo que sólo si se conocen esas
palabras se puede saber cómo se escriben. Es necesario, por lo tanto, disponer de una
representación ortográfica de las palabras con ortografía arbitraria para poder escribirlas
bien. En este caso, el procedimiento a seguir es que el significado activa directamente la
representación escrita sin necesidad de descomponer la palabra en sus fonemas/grafemas.
Este procedimiento de escritura se denomina ruta directa o léxica.
3.2. ESTRUCTURA
La batería consta de seis pruebas destinadas a evaluar ocho aspectos diferentes de la
escritura. Las tareas son:
• Dictado de palabras. Formada por dos listas de 25 palabras cada una. La lista A
contiene palabras de ortografía arbitraria. La lista B palabras que siguen reglas
ortográficas. En concreto, se han seleccionado palabras que se rigen por las
siguientes reglas (Chacón, 1997): 1) "m" antes de "p" y "b"; 2)"r" después de "n",
“l”y "s"; 3) "h" en palabras que empiezan por "hue"; 4) "b" en palabras que
comienzan por "bus" y "bur"; 5) "y" al final de palabra cuando no lleva acento; 6)
"b" en verbos acabados en "bir"; 7) "v" en todos los infinitivos acabados en
"ervar"; 8) "b" en verbos acabados en "aba"; 9) "j" en palabras terminadas en "aje";
10) "11" en palabras terminadas en "illo"; 11) "v" en adjetivos terminados en "ava",
12) "b" en palabras terminadas en "bilidad".
• Dictado de frases. Un texto con 6 frases formado por 8 oraciones, dos de ellas
interrogativas y una exclamativa, en el que aparecen nombres propios y palabras
acentuadas.
• Escritura de una redacción. Se pide a los sujetos que escriban una redacción
sobre algún animal conocido. Si no se les ocurre ninguno se les puede sugerir
algunos como los osos, los leones, los lobos, etc.
Los aspectos que tratan de evaluar estas pruebas son:
• Dominio de las reglas de conversión fonema-grafema
• Conocimiento de la ortografía arbitraria
• Dominio de las reglas ortográficas
• Dominio de las reglas de acentuación
• Uso de las mayúsculas
• Uso de los signos de puntuación
• Capacidad de planificar un texto narrativo
• Capacidad de planificar un texto expositivo
El primer paso en el aprendizaje de la escritura es, sin duda, conocer las reglas
fonema-grafema, es decir, establecer la relación entre los sonidos del habla y los
signos escritos (ruta fonológica). El establecimiento de esta relación no siempre es
fácil debido a la arbitrariedad que existe entre los fonemas y los grafemas (p. ej., no
hay nada en el fonema /p/ que indique que se debe escribir con la letra “p”).
Especialmente resultan difíciles los grafemas dependientes del contexto, pues el
hecho de utilizar diferentes grafemas en función de las vocales que le siguen supone
un elemento adicional de confusión. Así, el sonido / o/ se escribe con la letra “c”
cuando va seguido de las vocales“e”,“i”y “u”pero con la letra “z”cuando va
seguido de “a” y “o”. Es por ello que muchos niños manifiestan dificultades en la
adquisición de este proceso, en especial los que tienen escasas habilidades
lingüísticas y en grado extremo los niños disléxicos. Para la evaluación de este
importante componente de la escritura utilizamos dos tareas: el dictado de sílabas,
para comprobar si conoce esas reglas, y el dictado de pseudopalabras, para
comprobar si sabe utilizarlas cuando las sílabas forman parte de unidades mayores.
Hemos comprobado que los alumnos de estas edades apenas cometen errores
en la escritura de sílabas. De hecho constituye una actividad sumamente fácil para la
mayoría teniendo en cuenta que la media aritmética obtenida por todos los niveles
en el dictado de sílabas es prácticamente de 24 puntos sobre un máximo de 25. Los
errores más frecuentes se dan en aquellas cuyas letras pueden representar a más de
un sonido como "ga", "güi", "go" y "gue", y se producen porque algunos alumnos
todavía no tienen bien adquirida la relación fonema-grafema.
Respecto del dictado de frases, vamos a comentar los tres aspectos que se
evalúan mediante esta prueba. Por un lado se aprecia un significativo aumento del
uso de acentos en las palabras a partir de 5º de Educación Primaria. El uso adecuado
de mayúsculas está bastante generalizado en todos los niveles; de hecho la
puntuación mediana mínima de los cursos de 3° y 4° de Educación Primaria es de 9
puntos (sobre 10). A partir de 5º de Educación Primaria la puntuación mediana es 10,
es decir, lo máximo que los alumnos pueden obtener. Es lógico entender el escaso
número de errores en el uso de letras mayúsculas después de punto y en nombres
propios si tenemos en cuenta que, desde los primeros momentos de la adquisición
de la escritura, los profesores suelen incidir mucho en este aspecto constituyendo una
de las principales reglas ortográficas durante el primer ciclo de Educación Primaria
que los alumnos automatizan con bastante facilidad. En cuanto al uso de los signos
de puntuación, se observan mayores dificultades en el uso de las exclamaciones que
en el resto de los signos evaluados (punto, coma, dos puntos e interrogaciones).
El proceso de composición (de un cuento y de una redacción) constituye la
tarea más compleja de cuantas se han presentado, puesto que incluye la puesta en
marcha de todos los procesos anteriormente evaluados, además de otros recursos
cognitivos de nivel superior. Si se compara la escritura de cuentos con la de
redacción, se comprueba que esta última supone mayor dificultad para los alumnos.
La explicación la encontramos en la facilidad con que los alumnos pueden recordar
cuentos clásicos o historias, mientras que la escritura de una redacción implica, al
menos, disponer de información relevante sobre dicho tema. Como es de esperar,
junto con los recursos cognitivos superiores que se ponen en juego en la
composición, como son la capacidad de disponer información, establecer el objetivo
de su escrito y la habilidad para organizar los datos, se debe tener en cuenta que en la
actividad de composición de un texto existe una gran implicación afectiva y
motivacional que condiciona el resultado final. Por tanto, cuando se evalúa la
composición escrita debemos ser prudentes en la interpretación de los resultados,
por cuanto que lo obtenido puede no ser fiel reflejo de lo que el alumno es capaz de
componer. En este sentido es conveniente que, cuando se proponga la composición
de un cuento o una redacción, se garantice que los alumnos encuentren significativo
el objetivo del trabajo que se les solicita, puesto que la composición va a requerir un
enorme esfuerzo mental que no todos los alumnos pueden estar dispuestos a
realizar.
Un último bloque de errores está constituido por cuatro aspectos que no están
recogidos directamente en las pruebas, pero que también se deben considerar si se
quiere tener una evaluación completa de la escritura. Nos referimos a la unión-
separación de palabras en las frases, a la selección de los alógrafos, a la organización
general del escrito y al dominio de los patrones perceptivo-motores. En cuanto al
primer aspecto, existen alumnos que no conocen bien las características distintivas
del lenguaje escrito frente al oral, por lo que suelen tener problemas en la separación
correcta de las palabras al no ser conscientes de las distintas unidades léxicas que
conforman las frases. Los errores de unión-separación adoptan una gran diversidad,
aunque el error más frecuente se da cuando en la frase están implicadas partículas
funcionales que suelen unirse a otras palabras de contenido o funcionales (p, ej., en la
frase "Caperucita fue ala casa de la abuelita" , en la que algunos estudiantes unen
indebidamente la preposición "a" al articulo "la"). Un segundo aspecto lo constituyen
los errores referidos a la selección de los alógrafos (mayúsculas-minúsculas y script-
cursiva). Se dan casos de alumnos que mezclan alógrafos (p. ej., "BlAnCanieVeS"); este
tipo de error es poco frecuente y se da cuando el alumno tiene dificultad para
recuperar de su memoria a largo plazo la forma correcta de la letra. Un tercer aspecto
a considerar es la forma de presentar el escrito o de organizarse en el espacio gráfico,
como márgenes desproporcionados, separación entre las palabras, líneas inclinadas,
etc. En último lugar, debemos evaluar el dominio de los procesos perceptivo-
motores, que son los de nivel más periférico, puesto que requieren la puesta en
marcha y la automatización de complejos movimientos coordinados. En este aspecto
los errores más frecuentes son letras mal dibujadas, escritura en espejo, letras
desproporcionadas (excesivamente grandes o pequeñas) o letras muy inclinadas.
6. NORMAS INTERPRETATIVAS
10. El profesor dicta palabras y frases con la regla, sin ayuda de carteles con
la siguiente secuencia:
1º Palabras del repertorio que ya han escrito antes
2º Palabras nuevas que se rigen por la misma regla
3º Frases con palabras del repertorio
4º Frases con palabras nuevas y pseudopalabras
11. Repasar la regla y las palabras en la siguiente sesión de aprendizaje
ortográfico.
12. Aprovechar algunas de las actividades habituales del aula (lecturas,
composiciones, etc.) para recordar la regla, identificar o buscar palabras que la
cumplen, subrayar palabras que se hayan trabajado ortográficamente, escribir
en los carteles expuestos palabras de ortografía arbitraria, etc.
Escritura de frases
Las palabras por sí solas no transmiten ningún mensaje sino que es la oración,
por simple que sea, la unidad lingüística mínima que nos permite comunicar una
información. Gran parte de los errores que los alumnos cometen en la escritura de
frases surgen porque escriben como hablan. Aquellos alumnos que hablan en argot o
que utilizan una gramática de frases simples tenderán a escribir de esta forma
partiendo con una gran desventaja ante la composición de un texto escrito, puesto
que para utilizar frases con mayor complejidad que las simples tendrían que emplear
tiempo y energías en aprender una serie de reglas sintácticas que otros niños ya
poseen. Cuando un alumno tiene dificultades para escribir oraciones con una
estructura gramaticalmente correcta, se puede partir de formar oralmente oraciones
simples (sujeto + verbo + complemento) y, una vez que escribe con dominio
oraciones simples, se le puede iniciar en la escritura de oraciones con distinta
complejidad sintáctica. En las primeras actividades de recuperación, el alumno debe
tomar conciencia de que las palabras funcionales (al, a, quien, el...) pueden cambiar el
significado del mensaje. Por este motivo es necesario entrenarle en completar frases
utilizando diversos tipos de palabras funcionales. Por ejemplo, ante el dibujo de un
coche persiguiendo a un camión, se le puede pedir que complete las siguientes
oraciones:
El___________persigue_______camión.
El que persigue al ________ es el _________.
Quien persigue __________camión es __________coche.
Es________coche________que persigue _________camión.
El siguiente paso en la recuperación consistiría en ir eliminando la ayuda hasta
que sea el propio alumno quien componga la oración. Más adelante se le puede pedir
que construya oraciones con diferentes estructuras sintácticas y con el mismo
significado a partir de dibujos que se le presentan.
Otra de las dificultades con la que se enfrentan los alumnos es la colocación
adecuada de los signos de puntuación. Una de las principales diferencias entre el
lenguaje oral y el escrito es que los elementos prosódicos del oral se representan
gráficamente mediante signos que arbitrariamente se han establecido, pero algunos
alumnos no han aprendido a representar dichos elementos prosódicos y, por
consiguiente, sus escritos carecen de una puntuación adecuada que hace difícil la
comprensión lectora. Para ayudar al alumno en el uso adecuado de los signos de
puntuación recomendamos su enseñanza de forma explícita. En un período inicial de
la enseñanza debemos explicar el significado y la importancia de cada uno de los
signos, comenzando por aquellos que resultan más fáciles de identificar, como es el
punto al final de las frases y las interrogaciones. Posteriormente se puede proponer el
uso de los signos de exclamación, las comas, los dos puntos, etc. En todos los casos se
recomienda el uso de signos que resulten visual y auditivamente exagerados para
que el alumno tome conciencia de su existencia. Por ejemplo, ante la frase “¡Bien,
vamos de excursión!", el profesor debe exagerar todo lo que pueda la expresión para
que no pase inadvertida por el alumno.
Los niños generalmente conocen todas las partes del cuento. Sin embargo,
cuando tienen que escribir uno suelen omitir alguno de los apartados, bien por
descuido o por la tendencia que tienen a sintetizar.
En la redacción conviene igualmente darle a los alumnos un guion que les sirva
de ayuda para confeccionar el escrito, especialmente cuando se trata de niños
pequeños o con problemas para redactar escritos. Más aún, es muy conveniente
dividir la tarea de la redacción en subtareas que se traten sucesivamente antes de
ponerse con la redacción. Éstas pueden ser algunas de las subtareas previas:
1. Generar ideas
Se trata de proporcionar preguntas acerca del tema del que se quiere escribir
para que los estudiantes busquen en libros, catálogos o en su propia memoria y
aporten todas las ideas que se les ocurran sobre el tema. En esta fase lo importante es
encontrar el mayor número de ideas posibles; para ello podemos recurrir a distintas
estrategias. Una estrategia consiste en asociar palabras o ideas que luego van a
introducir en el texto. La selección de las palabras o ideas vendrá determinada por la
significación que tienen para ellos y la posibilidad de enlazar esta idea o palabra con
otras conocidas por el alumno. Otra estrategia consiste en elaborar carteles o fichas
referidos a un tema que estarán presentes en el aula, de tal suerte que el proceso de
elaboración de los carteles facilite la obtención de información utilizando el mayor
número de canales posibles (periódicos y revistas, internet, enciclopedias, etc.). Otro
de los procedimientos a emplear podría ser el “torbellino de ideas”, estrategia que
facilita al escritor acceder a conocimientos propios y ajenos con objeto de activar y
enlazar sucesivamente unas ideas con otras.
2. Organizar ideas
Una vez que se tienen las ideas, se deben ordenar en función de algún criterio,
como puede ser el orden temporal, el orden espacial, la importancia de las ideas, la
relación causa-consecuencia, etc. En este subproceso, la labor del profesor es
fundamental porque debe ayudar al alumno a establecer los criterios de clasificación,
labor que resulta difícil puesto que exige percibir y establecer relaciones entre las
ideas a modo de estructura jerárquica entre las mismas. Para ayudar al alumno en
este subproceso podemos llevar a cabo algunas de estas actividades: 1) clasificar las
ideas siguiendo algún criterio de relación entre ellas; 2) comparar ideas según sus
semejanzas o diferencias; 3) escribir en fichas las ideas y reordenarlas una y otra vez
hasta encontrar relaciones estables; 4) elaborar una matriz de contenidos de doble
entrada con las ideas o palabras propuestas a modo de cuadro sinóptico en el que
aparecen los temas que se van a tratar y las fuentes donde se han localizado; 5)
elaborar un mapa conceptual, etc.
Consideraciones finales
Para conseguir una buena recuperación es fundamental el papel que deben
adoptar el profesor y el alumno, tanto en la evaluación como en la intervención. El
profesor debe ser el guía de todo el proceso de evaluación e intervención, y actuar
como investigador y mediador. Necesariamente tiene que conocer los procesos
implicados en la escritura y, una vez que los conoce, debe obtener datos sobre cuáles
son los que el alumno no domina. A partir de la identificación de los procesos, el
profesor debe prestar la ayuda necesaria para mediar entre lo que el alumno es capaz
de hacer autónomamente y lo que puede realizar con ayuda En esta dinámica de
trabajo, es fácil comprender que los programas de recuperación y la ayuda prestada
no tienen que ser iguales en todos los alumnos, puesto que no es lo mismo tener
dificultades en la escritura de pseudopalabras que en la composición de narraciones.
Es necesario que la ayuda sea utilizada por el alumno como un modelo a imitar para
conseguir los objetivos de su recuperación. Una vez que el alumno se acostumbra a
esta relación de ayuda y colaboración es importante que se revisen conjuntamente
las dificultades y se replanteen nuevos objetivos.
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