Efectos de La Urbanización en El Bosque
Efectos de La Urbanización en El Bosque
Efectos de La Urbanización en El Bosque
Historia de la urbanización:
Situación Actual.
Las proyecciones de la ONU sugieren que para el año 2025 las regiones menos
desarrolladas tendrán más de 4,000 millones de pobladores urbanos, en
comparación con 1,100 millones de las regiones más desarrolladas, como se
puede ver en el gráfico, las tasas de crecimiento de la población han estado
disminuyendo en las áreas rurales de las regiones más desarrolladas durante
algún tiempo, y la misma tendencia apenas inicia en las regiones menos
desarrolladas.
Las zonas urbanas dependen de los recursos naturales para obtener agua,
alimentos, materiales de construcción y energía, así como para eliminar residuos.
A su vez, la urbanización transforma los ámbitos locales, así como los
ecosistemas, tanto locales como en las zonas circundantes.
La rápida expansión de las zonas urbanas altera la cubierta del suelo y causa
pérdidas en el hábitat de las especies vegetales y animales.
Las “huellas urbanas” se extienden mucho mas allá del entorno inmediato de las
ciudades, particularmente en los países desarrollados. Los crecientes niveles de
ingreso y de consumo en zonas urbanas generan crecientes presiones sobre los
recursos naturales, desencadenando cambios en la cobertura y en los usos del
suelo dentro de las zonas de influencia de las ciudades, que a veces cubren
grandes superficies. Esto suele causar pérdidas mucho más grandes en el hábitat
y en los servicios prestados por los ecosistemas que la propia expansión urbana.
Por ejemplo, los bosques tropicales de Tabasco han sufrido una tala desmesurada
para proporcionar tierras de pastoreo, en respuesta a la creciente demanda de
carne vacuna del distrito federal de México, a 400 km de distancia. La creciente
demanda de frijol, de soya y carne en las zonas urbanas de china, sumada a la
demanda de Japón, los EEUU y Europa está acelerando la deforestación de las
zonas amazónicas del Brasil.
En ultima instancia las ciudades prevalecen sobre los usuarios rurales agrícolas
cuando se compite por los suministros de agua disponibles. (Satterthwaite 2005).
Las zonas urbanas pueden afectar los recursos hídricos y el ciclo hidrológico de
otras dos maneras: en primer lugar, debido a la expansión de la red vial, las áreas
de estacionamiento y otras superficies impermeables que contaminan la
escorrentía y reducen la absorción de agua lluvia y la reposición de los acuíferos;
y, en segundo lugar, mediante instalaciones hidroeléctricas en gran escala que
contribuyen a satisfacer las necesidades energéticas de las ciudades.
Cada una de estas etapas está íntimamente relacionada entre sí como parte del
proceso de cambio de hábitat. La naturaleza dinámica de la fragmentación se
hace visible de manera impactante cuando se dispone de una serie de vistas
‘instantáneas’ de patrones de paisaje en intervalos sucesivos.
Fig. 2. El proceso de fragmentación de hábitats tiene tres componentes: 1.Pérdida generalizada de hábitat; 2.
Disminución en el tamaño de hábitats; 3. Un mayor aislamiento de hábitats.
Los procesos ecosistémicos que son sensibles a efectos de aislamiento son los
que dependen de algún vector para la transmisión a través del paisaje. La
dispersión de semillas, la polinización de plantas, las relaciones depredador-presa
y la dispersión de parásitos y enfermedades, son ejemplos de procesos que
pueden verse muy perturbados debido al aislamiento si sus vectores animales no
pueden desplazarse fácilmente al paisaje.
Composición de hábitats
La fragmentación y pérdida de hábitats en paisajes desarrollados no es un
proceso al azar. El clareo, el cultivo y la utilización de tierra para pastos están
sesgados hacia áreas que tienen los suelos más fértiles y son más accesibles,
como llanuras y valles ribereños fértiles. A su vez, los parques nacionales, las
reservas naturales y otras parcelas de vegetación natural que se ha conservado,
con frecuencia están ubicados en áreas empinadas o pedregosas, suelos infértiles
o pantanos y llanuras anegadizas, porque dichas áreas son más difíciles de
desarrollar y menos valiosas para la utilización productiva (Leader Williams y cols.
1990; Pressey 1995). Estas tendencias en la utilización de la tierra significan que
algunas comunidades vegetales con frecuencia están ‘ausentes’ o poco
representadas en sistemas de reservas, mientras que otras están
proporcionalmente sobre representadas. Para las comunidades agotadas,
pequeños fragmentos en paisajes con desarrollo de infraestructura son
especialmente importantes porque a menudo son los únicos ejemplos remanentes
de la vegetación, y pueden ser depósitos de plantas y animales escasos
(McDowell y cols. 1991; Prober y Thiele 1993; Shafer 1995).
Fragmentos pequeños con una elevada proporción de perímetro respecto al área son más vulnerables a procesos
de perturbación en los bordes que los fragmentos más grandes. En fragmentos pequeños, la zona perturbada
puede ocupar la mayor parte del fragmento o todo él, dejando poco hábitat libre de influencias que nacen del efecto
de borde.
Por lo menos 33 especies de mamíferos nativos se sabe que viven en esta área,
de las cuales seis ya han desaparecido y varias más son raras. Varias especies
nativas se han adaptado parcialmente al ambiente modificado de tierras agrícolas,
pero la mayoría dependen ahora del mosaico de vegetación forestal remanente
para seguir subsistiendo en el área. Seis especies de mamíferos importados han
establecido poblaciones salvajes en el área, incluyendo nuevos depredadores y
competidores por especies nativas. Ninguna de las parcelas remanentes tienen el
tamaño suficiente como para sustentar poblaciones viables de mamíferos nativos
a largo plazo. La comunidad de la fauna nativa de mamíferos en este paisaje rural
depende de hasta qué punto los fragmentos de bosque pueden funcionar como un
sistema de integrado de hábitat natural (Bennet 1990).