Efectos de La Urbanización en El Bosque

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EFECTOS DE LA URBANIZACIÓN EN EL BOSQUE

Historia de la urbanización:

El término urbanización se refiere a un crecimiento en la proporción de población


urbana con respecto a la rural. Históricamente, es posible que las bases de la
urbanización se hayan sementado hace mucho tiempo, entre el 7000 y el 5000
a.C., en lo que se domina la Revolución Agrícola. De manera gradual, los
cazadores nómadas fueron asentándose cada vez más y fueron domesticando sus
animales.

El resultado de esta transición fue la creación de un excedente de alimentos que


liberó a las personas del duro trabajo de labrar la tierra. Pronto se generó división
y especialización de trabajo en este grupo recién surgido de población no agrícola.
A partir de estos primitivos desarrollos sociales, la comunidad creó estructuras
sociales complejas e interrelacionadas que hoy podemos reconocer como
ciudades. Las primeras ciudades surgieron a lo largo de los ríos Tigris y Éufrates
entre 4000 y 3000 a.C., en lo que hoy es Irak. Los factores ambientales
desempeñaron un papel primordial en el desarrollo de estas primeras ciudades.
Para el cultivo se necesitaban cerca de terrenos llanos con suelos ricos. Existía la
necesidad de un fácil acceso al solar y debía haber agua disponible. Los lechos de
inundación del Tigris y del Éufrates, así como los de los ríos Nilo e Indo eran
ideales para estos propósitos. Esta primera urbanización dio origen a la
destrucción de bosques en el Medio Oriente para proveer de madera y
combustible a las ciudades; posiblemente éste fue el primer impacto ambiental, y
sin duda uno de los más desastrosos de la historia. La inestabilidad resultante del
suelo, la desertificación consiguiente, y finalmente la pérdida de tierras productivas
fueron las consecuencias trágicas que todavía sufre esta región.

Sin embargo, fue en el sigo XVIII cuando la urbanización se aceleró de verdad. La


urbanización limitada que se había tenido lugar antes de ese momento se debió
casi por completo a la migración ( de personas que ya no eran necesarias para la
agricultura) desde las áreas rurales a los pueblos. El incentivo para el crecimiento
urbano en los últimos 200 años ha sido el desarrollo tecnológico, que ha
estimulado la industrialización y aumentado la demanda de la mano de obra en las
ciudades.

Definición de una zona urbana.

Es difícil comparar estadísticas de tendencias y tasas de urbanización en diversos


países. Con mayor frecuencia, se toma una población de 20,000 como el tamaño
mínimo para que un área se designe como urbana.

Situación Actual.

El acelerado crecimiento urbano de la segunda mitad del sigo XX ha sido un


fenómeno global. Este incremento ha sido más notorio en las regiones menos
desarrolladas del planeta y se ha producido hasta una tasa de 4% o más durante
el periodo posterior a la segunda guerra mundial. En las regiones más
desarrolladas, y durante el mismo periodo, la urbanización alcanzó un promedio
de 2%, que es más o menos la mitad de la tasa de crecimiento de la población el
as regiones subdesarrolladas. Aunque la tasa de crecimiento de la población en
las regiones desarrolladas está disminuyendo, la proporción urbana ha crecido del
55 al 70% de la población total. Gran parte de este aumento se debe a la
disminución que ha existido de la población rural que se va de las áreas rurales a
las urbanas, más que a la llegada de nuevos inmigrantes a las ciudades.
Fig. 1.Población urbana y rural en las regiones más y menos desarrolladas; Fuente: ONU 1990-1991

El crecimiento extremadamente rápido de la población urbana en las regiones


menos desarrolladas en comparación con las más desarrolladas este
comportamiento se aprecia claramente en la siguiente figura 1. En 1950 las
regiones más desarrolladas tenían alrededor de 60& más población urbana que
las menos desarrolladas, pero para 1990 la población urbana en las regiones
menos desarrolladas era casi el doble que en las regiones más desarrolladas
(1,500 millones contra 875 millones).

Las proyecciones de la ONU sugieren que para el año 2025 las regiones menos
desarrolladas tendrán más de 4,000 millones de pobladores urbanos, en
comparación con 1,100 millones de las regiones más desarrolladas, como se
puede ver en el gráfico, las tasas de crecimiento de la población han estado
disminuyendo en las áreas rurales de las regiones más desarrolladas durante
algún tiempo, y la misma tendencia apenas inicia en las regiones menos
desarrolladas.

Las zonas urbanas dependen de los recursos naturales para obtener agua,
alimentos, materiales de construcción y energía, así como para eliminar residuos.
A su vez, la urbanización transforma los ámbitos locales, así como los
ecosistemas, tanto locales como en las zonas circundantes.

Las mega ciudades atraen la atención debido a su magnitud y a su poder


económico. Sin embargo, las ciudades pequeñas y de tamaño intermedio donde
vive actualmente más de la mitad de la población urbana mundial y que, según se
espera, seguirán teniendo un papel predominante, tropiezan con desafíos y
presiones similares.

Hay dos cuestiones en particular que ilustran la interacción entre urbanización y


recursos naturales, y sus repercusiones en relación con los cambios mundiales del
medio ambiente. La primera cuestión concerniente a los cambios en el uso del
suelo urbano y otros usos alternativos de la tierra.

Cambios de la cobertura del suelo.

La rápida expansión de las zonas urbanas altera la cubierta del suelo y causa
pérdidas en el hábitat de las especies vegetales y animales.

Los problemas del medio ambiente ocasionados por la conversión de ecosistemas


naturales y agrícolas a usos urbanos tienen importantes repercusiones para el
funcionamiento de los ecosistemas a escala mundial. Y el grado de gravedad de
esas repercusiones para el funcionamiento de los ecosistemas a escala mundial.
Y el grado de la gravedad de esas repercusiones depende de dónde y cómo se
ampliarán asentamientos urbanos; y dependen aun más de las pautas de
consumo que adopte la población urbana.

Las “huellas urbanas” se extienden mucho mas allá del entorno inmediato de las
ciudades, particularmente en los países desarrollados. Los crecientes niveles de
ingreso y de consumo en zonas urbanas generan crecientes presiones sobre los
recursos naturales, desencadenando cambios en la cobertura y en los usos del
suelo dentro de las zonas de influencia de las ciudades, que a veces cubren
grandes superficies. Esto suele causar pérdidas mucho más grandes en el hábitat
y en los servicios prestados por los ecosistemas que la propia expansión urbana.
Por ejemplo, los bosques tropicales de Tabasco han sufrido una tala desmesurada
para proporcionar tierras de pastoreo, en respuesta a la creciente demanda de
carne vacuna del distrito federal de México, a 400 km de distancia. La creciente
demanda de frijol, de soya y carne en las zonas urbanas de china, sumada a la
demanda de Japón, los EEUU y Europa está acelerando la deforestación de las
zonas amazónicas del Brasil.

El concepto de “Huella urbana”, que se ha utilizado para describir esta expansión


perimetral del consumo urbano, es hoy muy familiar. Pero muchos interpretan que
el problemas la propia concentración urbana, en lugar de las pautas de consumo
de un gran número de residentes urbanos en situación económica más o menos
holgada. Evidentemente, la “Huella urbana” de los centros urbanos de los países
pobres no es igual a la de las ciudades de los países desarrollados.

El concepto de transición medioambiental pone de manifiesto las diferencias entre


las ciudades de países más pobres, los problemas del medio ambiente son locales
y afectan sobre todo a la salud, entre ellos el abastecimiento inadecuado de agua
y el deficiente saneamiento, la maña calidad del aire (dentro y fuera de las
viviendas) y los limitados o inexistentes medios de eliminación de residuos. A
medida que aumenta el ingreso medio, esos ´problemas inmediatos no son tan
acuciantes, pero los cambios en las actividades productivas y en las pautas de
consumo incrementan los efectos sobre las zonas rurales circundantes. En las
ciudades más ricas, suelen amortiguarse los efectos locales y regionales gracias a
estrictas regulaciones del medio ambiente, a inversiones en la depuración de
residuos y a la lucha contra la contaminación, asi como a la transición de la base
económica, de la industria a los servicios, Pero la riqueza amplía los efectos
acumulativos sobre el medio ambiente mundial, especialmente sobre el cambio
climático.

La cuestión del agua es particularmente pertinente en este debate. La gran


dependencia de las ciudades respecto de una abastecimiento garantizado impone
grandes demandas a las existencias mundiales de agua dulce. En algunas
regiones, entre ellas la zona sudoccidental de los EEUU, el Oriente Medio, El
África meridional, partes de Asia central y el Sahel, las ciudades ya están
compitiendo con las demandas mucho mayores de la agricultura que pesan sobre
los escasos recursos de agua. En casos extremos por ejemplo, el sistema
Cutzmala que abastece al distrito federal de México, se inundan los terrenos que
ocupan comunidades enteras, o se reubica, para instalar la infraestructura de
abastecimiento de agua. Este fenómeno tendrá una escala monumental si China
lleva a término la desviación de agua Sur-Norte.

En ultima instancia las ciudades prevalecen sobre los usuarios rurales agrícolas
cuando se compite por los suministros de agua disponibles. (Satterthwaite 2005).

Las zonas urbanas pueden afectar los recursos hídricos y el ciclo hidrológico de
otras dos maneras: en primer lugar, debido a la expansión de la red vial, las áreas
de estacionamiento y otras superficies impermeables que contaminan la
escorrentía y reducen la absorción de agua lluvia y la reposición de los acuíferos;
y, en segundo lugar, mediante instalaciones hidroeléctricas en gran escala que
contribuyen a satisfacer las necesidades energéticas de las ciudades.

La urbanización y la fragmentación del hábitat.

La urbanización, áreas de cultivo, carreteras, cercas y otras actividades humanas


se han extendido hacia las áreas rurales, ocasionando la fragmentación del
hábitat.

La pérdida y fragmentación de hábitats se reconoce en todo el mundo como un


problema clave con el que se enfrenta la conservación de la diversidad biológica
(IUCN 1980). A medida que aumenta la población mundial, va quedando cada vez
menos superficie de la tierra que no se vea afectada por interferencias humanas.
Las actividades humanas han modificado el medio ambiente hasta el punto de que
los patrones más comunes en paisajes son mosaicos de asentamientos humanos,
terrenos agrícolas y fragmentos dispersos de ecosistemas naturales. (IUCN 2004).
La mayor parte de las reservas para la conservación, incluso las grandes, se están
concentrando cada vez más rodeadas de ambientes intensamente modificados y a
largo plazo parecen destinadas a funcionar como ecosistemas naturales aislados.
Los cambios en la situación de las poblaciones y comunidades de vida silvestre
como consecuencia de la destrucción y fragmentación de sus hábitats han sido el
estímulo primordial para que los gesteros de tierras asuman prácticas para
mantener o restaurar la conectividad de hábitats en paisajes con desarrollos de
infraestructura.

Fragmentación y cambios en los patrones del paisaje.

La fragmentación de hábitats es un proceso dinámico que genera cambios


notables en el patrón del hábitat en un paisaje dado en el curso del tiempo. El
término ‘Fragmentación’ se suele utilizar para describir cambios que se producen
cuando grandes segmentos de vegetación se eliminan por completo, con lo cual
quedan numerosos segmentos más pequeños separados unos de otros. El
proceso de fragmentación tiene tres componentes reconocibles:

 La pérdida general de hábitat en el paisaje. (pérdida de hábitat)


 Disminución en el tamaño de los segmentos de hábitat que subsisten
después de la subdivisión y clareo. (Reducción del hábitat)
 Mayor aislamiento de hábitats a medida que nuevas utilizaciones de la
tierra ocupan el ambiente intermedio. (Aislamiento del hábitat).

Cada una de estas etapas está íntimamente relacionada entre sí como parte del
proceso de cambio de hábitat. La naturaleza dinámica de la fragmentación se
hace visible de manera impactante cuando se dispone de una serie de vistas
‘instantáneas’ de patrones de paisaje en intervalos sucesivos.
Fig. 2. El proceso de fragmentación de hábitats tiene tres componentes: 1.Pérdida generalizada de hábitat; 2.
Disminución en el tamaño de hábitats; 3. Un mayor aislamiento de hábitats.

Los cambios en patrones de paisaje que se generan con la fragmentación se


pueden identificar y describir fácilmente midiendo atributos, como el área total del
hábitat remanente, la distribución tamaño-frecuencia de los fragmentos, las formas
de los fragmentos, la distancia media entre los fragmentos y el nivel de contraste
entre hábitats y utilizaciones de tierras adyacentes.

Estos cambios en los patrones espaciales y distribución de hábitats también van


generando más cambios en cadena a medida que los procesos ecológicos se
modifican en respuesta a la geometría cambiante del hábitat. Estos cambios
ecológicos pueden tener efectos de largo alcance en la flora y fauna, en los
recursos de suelos e hídricos y en la ecología humana (Forman y Gordon 1986;
Saunders y Cols. 1987, 1991; Forman 1995) Las consecuencias de los cambios
en el patrón del paisaje sobre los procesos ecosistémicos es un campo fértil de
investigaciones que tiene importancia directa para el manejo de la conservación
(Lovejoy y cols; Hobbs 1993).

Cantidad total de hábitat

La fragmentación del hábitat no siempre resulta obvia, en algunas situaciones, la


pérdida, disminución y aislamiento de hábitats pueden ser significativos en cuanto
a extensión pero poco visibles. En el caso de especies dependientes de bosques
antiguos, la tala permanente de madera conduce a que vaya quedando una
cantidad cada vez menor de bosque antiguo intacto. Sin embargo, como suele
darse una regeneración forestal subsiguiente, el deterioro en áreas con
características de “Antigüedad” como grandes árboles viejos, grandes troncos y
basura húmeda densa, quizá no los perciba fácilmente el ojo no adiestrado dentro
de la extensión ininterrumpida de bosque. Asimismo, la fragmentación y
sustitución de praderas nativas con céspedes de yerbas exóticas para pasto quizá
no cambie mucho el aspecto de las llanuras herbáceas, pero tiene efectos
ecológicos importantes.

En un caso típico de fragmentación, en el paisaje predomina inicialmente la


vegetación natural con perturbaciones debidas al uso humano de tierras que crean
pequeños claros o intrusiones en los bordes. A medida que avanza la
perturbación, aumenta la cantidad y tamaño de los claros, la vegetación natural se
va subdividiendo y aislando y disminuye el área total del hábitat natural. Se llega a
un punto crítico cuando el terreno perturbado y no la vegetación natural pasa a ser
la característica predominante en el paisaje y los fragmentos están cada vez más
aislados, A medida que va disminuyendo el área total de vegetación natural, se
produce un cambio en el equilibrio de los procesos ecológicos que moldean la
estructura y función de comunidades bióticas en fragmentos. Los procesos que se
generan con las diversas utilizaciones del terreno circundante se vuelven cada vez
más importantes que los procesos internos como influencia determinante en la
situación de la flora y fauna (Saunders y cols; Haila y cols 1993).

El ciclo hidrológico es un ejemplo de un proceso ecosistémico en el que influye


mucho la cantidad total de hábitat natural en el paisaje. Los patrones de
precipitaciones, las tasas de infiltración de suelos, deslizamientos e inundaciones,
son todos sensibles a la cantidad y naturaleza de la cubierta vegetal regional. En
el suroeste de Australia, por ejemplo, un efecto importante de clarear terrenos
para la agricultura ha sido el incremento documentado en los niveles de mantos
acuíferos como resultado de una disminución en la evaporación-transpiración de
árboles y arbustos (Hobbs 1993). El manto acuífero alto deja sal en la superficie
de los suelos y se estima que unas 62,500 hectáreas de tierra se pierden cada
año para la producción agrícola (Hobbs 1993). Las reservas naturales y los
fragmentos de áreas boscosas son también vulnerables a esta degradación.

Parches de bosque y aislamiento de hábitats.

El aislamiento de parches de bosque es también una consecuencia fundamental


de la fragmentación. Los terrenos agrícolas que se establecen aíslan los parches
de bosques; de igual manera las calles, casas y carreteras separan los bosques
urbanos; los bosques primitivos quedan rodeados de bosques de regeneración;
los remanentes de breñales desaparecen entre praderas; y las reservas naturales
se encuentran rodeadas de zonas de actividad humana intensiva.

El aislamiento se puede medir con una serie de indicacores, como la distancia


hasta el fragmento mayor de hábitat más próximo, la cantidad de hábitat
adecuando dentro de un radio definido, o la presencia de hábitats de enlace en el
espacio intermedio (Foreman y Godron 1986; Askins y cols. 1987; Foreman 1995).
Es indispensable que también se entienda el aislamiento en un sentido funcional,
relacionándolo con las especies concretas o procesos ecosistémicos que se
consideran. Un fragmento que esté realmente aislado para un pequeño roedor de
zona boscosa puede estar a fácil alcance de aves migratorias o de murciélagos de
bosque.

Los procesos ecosistémicos que son sensibles a efectos de aislamiento son los
que dependen de algún vector para la transmisión a través del paisaje. La
dispersión de semillas, la polinización de plantas, las relaciones depredador-presa
y la dispersión de parásitos y enfermedades, son ejemplos de procesos que
pueden verse muy perturbados debido al aislamiento si sus vectores animales no
pueden desplazarse fácilmente al paisaje.

Composición de hábitats
La fragmentación y pérdida de hábitats en paisajes desarrollados no es un
proceso al azar. El clareo, el cultivo y la utilización de tierra para pastos están
sesgados hacia áreas que tienen los suelos más fértiles y son más accesibles,
como llanuras y valles ribereños fértiles. A su vez, los parques nacionales, las
reservas naturales y otras parcelas de vegetación natural que se ha conservado,
con frecuencia están ubicados en áreas empinadas o pedregosas, suelos infértiles
o pantanos y llanuras anegadizas, porque dichas áreas son más difíciles de
desarrollar y menos valiosas para la utilización productiva (Leader Williams y cols.
1990; Pressey 1995). Estas tendencias en la utilización de la tierra significan que
algunas comunidades vegetales con frecuencia están ‘ausentes’ o poco
representadas en sistemas de reservas, mientras que otras están
proporcionalmente sobre representadas. Para las comunidades agotadas,
pequeños fragmentos en paisajes con desarrollo de infraestructura son
especialmente importantes porque a menudo son los únicos ejemplos remanentes
de la vegetación, y pueden ser depósitos de plantas y animales escasos
(McDowell y cols. 1991; Prober y Thiele 1993; Shafer 1995).

Cambios en las formas de hábitats.

Los espacios naturales, como lagos y humedales, afloramientos rocosos, claros


con árboles caídos y breñales suelen tener una forma curva o irregular. En
contraste, fragmentos, parcelas regeneradas, plantaciones de árboles y reservas
naturales que tienen su origen en la utilización humana de la tierra, en general
tienen bordes rectos y de forma con frecuencia rectilínea (Forman y Godron 1986).

El aspecto de la forma de los fragmentos que tiene un impacto mayor en procesos


ecológicos y ambientales es la proporción de longitud del perímetro en relación
con el área, y por tanto la exposición al ‘efecto borde’ (Forman y Gordon 1986;
Yahner 1988; Angelstam 1992; Murcia1995). Un incremento en la proporción
perímetro-área significa que una mayor proporción del ambiente natural está cerca
del lindero y, por tanto, está expuesta a cambios ecológicos que se producen ahí.
En paisajes con desarrollo intensivo, los hábitats lineales y pequeños fragmentos
con elevadas proporciones en los bordes con frecuencia constituyen la mayor
parte de los hábitats naturales remanentes.

Fragmentos pequeños con una elevada proporción de perímetro respecto al área son más vulnerables a procesos
de perturbación en los bordes que los fragmentos más grandes. En fragmentos pequeños, la zona perturbada
puede ocupar la mayor parte del fragmento o todo él, dejando poco hábitat libre de influencias que nacen del efecto
de borde.

“FRAGMENTACIÓN DE BOSQUES EN EL SUROESTE DE VICTORIA,


AUSTRALIA

Un estudio de la utilización de la tierra, la fragmentación de bosques y cambios


históricos en la fauna mamífera de un área de estudio de 20,000 hectáreas en el
suroeste de Victoria Australia, ofrece un ejemplo del proceso de pérdida de y
fragmentación de hábitat. Antes del establecimiento de los europeos, a comienzos
de la década de los años 40, el área era densa en bosques que el pueblo aborigen
utilizaba con poca frecuencia y de manera estacionaria. La densa vegetación
forestal y los suelos no fértiles, no se vieron favorecidos con una subsiguiente
colonización pastoril, y la eliminación de bosques fue inicialmente lenta. La mayor
parte de la pérdida de bosque se ha producido durante el sigo XX, sobre todo
después de 1940.
El proceso de fragmentación del bosque ha tenido tres componentes: Una pérdida
general de bosque, una fragmentación progresiva de plataformas boscosas
supervivientes en fragmentos más pequeños, y un aumento del aislamiento
espacial de gragmentos con el paso del tiempo. En 1942, cerca del 51% del área
seguía siendo boscosa; para 1971 la cobertura forestal se había reducido al 12%;
y para 1980 era aproximadamente de un 9% del área estudiada. La vegetación
forestal ha sido reemplazada por terrenos agrícolas que se utilizan principalmente
para el cultivo de productos lácteos y producción de carne vacuna. En 1942 la
mayor parte de la cobertura boscosa estaba interconectada, pero para 1980 la
cobertura boscosa abarcaba muchos fragmentos pequeños y aislados, de los que
92% eran de menos de 20 hectáreas y ninguno de más de 100 hectáreas (Bennet
1990). Franjas de remanentes de bosques a lo largo de carreteras, caminos y
cursos de agua conectan muchos fragmentos y contrarrestan el efecto aislante de
terrenos agrícolas intermedios (Bennet 1988; 1990).

Los cambios asociados con la pérdida y fragmentación de hábitat no sólo tienen


relación con el patrón espacial de la vegetación. La estructura y composición de la
vegetación se ven también afectadas por utilizaciones de la tierra relacionadas con
la eliminación de bosques. Casi toda la vegetación forestal remanente es de
propiedad privada y gran parte de la misma se ha visto muy modificada por
régimenes alterados de incendios, la extensa tala de árboles para leña, el
pastoreo de ganado doméstico y la invasión de malezas. Las parcelas de bosques
que se ven sometidas al pastoreo constante de ganado doméstico van perdiendo
progresivamente sus sub-capas nativas de matorrales y maleza, dejando el estrato
de árboles como el principal elemento natural remantene. En 1983, la mayor parte
del área de estudio sufrió una grave quema debido a un incendio incontrolable que
consumió a su paso casi topda la vegetación forestal, y también produjo nueve
víctimas humanas, la muerte de 19,000 cabezas de ganado y la pérdida de 157
casas.

Por lo menos 33 especies de mamíferos nativos se sabe que viven en esta área,
de las cuales seis ya han desaparecido y varias más son raras. Varias especies
nativas se han adaptado parcialmente al ambiente modificado de tierras agrícolas,
pero la mayoría dependen ahora del mosaico de vegetación forestal remanente
para seguir subsistiendo en el área. Seis especies de mamíferos importados han
establecido poblaciones salvajes en el área, incluyendo nuevos depredadores y
competidores por especies nativas. Ninguna de las parcelas remanentes tienen el
tamaño suficiente como para sustentar poblaciones viables de mamíferos nativos
a largo plazo. La comunidad de la fauna nativa de mamíferos en este paisaje rural
depende de hasta qué punto los fragmentos de bosque pueden funcionar como un
sistema de integrado de hábitat natural (Bennet 1990).

En particular, el mantenimiento de procesos naturales dinámicos en parcelas en


paisajes fragmentados depende en forma crítica de que haya tramos de tamaño
suficiente para sustentar un mosaico de hábitats que corresponden a estadios
diferentes. La presencia de un mosaico natural de clases de vegetación inducidas
con incendios, por ejemplo, depende de que un fragmento sea lo suficientemente
grande como para que un solo incendio reduzca toda su vegetación al mismo
estadio. El mantenimiento de régimes naturales de perturbación es
particularmente importante para la viabilidad a largo plazo de parques nacionales y
reservas de conservación (Pickett y Thomson 1978; Baker 1992)”.
Cambio en la cobertura boscosa en Naringai, suroeste de Victoria, Australia,
que ilustra el proceso de pérdida y fragmentación de hábitat en un ambiente
rural. El área de estudio tiene un tamaño aproximado de 20,000 hectáreas.
Distribución según frecuencia de tamaño de parcelas remanentes de
vegetación natural en la Peninsula Fleurieu, sur de Australia.

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