Identificar Tipos de Narradores 7 B

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Identificar Tipos de Narradores

1.

“ irritado Poseidón por semejante deslealtad , enfureció al animal, con lo que este llego a
convertirse en el verdadero terror del país”

Narrador ______________________________________

2.

“Hércules agitó su pesada maza y, dando un alarido, se fue en persecución de la fuera”

Narrador ______________________________________
3.
“Me llena de emoción y orgullo la distinción que se me hace al otorgarme el premio Nobel de la
Paz 1992”

Narrador ______________________________________

4.
“Cuando nací, los habitantes de nuestra aldea se compadecieron de mi madre y nadie felicito a
mi madre”

Narrador ______________________________________

5.
“Era de noche. Camila los estaba esperando a la salida del laberinto y se abrazó a Tomas con
pasión, con inmensa alegría”

Narrador ______________________________________
6.
Habitaba cerca del Olimpo un sátiro, y era el viejo rey de su selva. Los dioses le habían dicho:
“Goza, el bosque es tuyo; sé un feliz bribón, persigue ninfas y suena tu flauta”. El sátiro se
divertía.
Un día que el padre Apolo estaba tañendo la divina lira salió de sus dominios y fue osado a subir
el sacro monte y sorprender al dios crinado. Este le castigó tornándole sordo como una roca. En
balde en las espesuras de la selva llena de pájaros se derramaban los trinos y emergían los
arrullos. El sátiro no oía nada. Filomela llegaba a cantarle, sobre su cabeza enmarañada y
coronada de pámpanos, canciones que hacían detenerse los arroyos y enrojecerse las rocas
pálidas. Él permanecía impasible, o lanzaba sus carcajadas salvajes y saltaba lascivo y alegre
cuando percibía por el ramaje lleno de brechas alguna cadera blanca y rotunda que acariciaba el
sol son su luz rubia. Todos los animales le rodeaban como a un amo a quien se obedece.
Rubén Darío, El sátiro sordo

Narrador ______________________________________

7.

Había una vez una Rana que quería ser una Rana auténtica, y todos los días se esforzaba en ello.
Al principio se compró un espejo en el que se miraba largamente buscando su ansiada
autenticidad. Unas veces parecía encontrarla y otras no, según el humor de ese día o de esa
hora, hasta que se cansó de esto y guardó el espejo en un baúl.Por fin pensó que la única forma
de conocer su propio valor estaba en la opinión de la gente, y comenzó a peinarse y a vestirse y a
desvestirse (cuando no le quedaba otro recurso) para saber si los demás la aprobaban y
reconocían que era una Rana auténtica.

Un día observó que lo que más admiraban de ella era su cuerpo, especialmente sus piernas, de
manera que se dedicó a hacer sentadillas y a saltar para tener unas ancas cada vez mejores, y
sentía que todos la aplaudían. Y así seguía haciendo esfuerzos hasta que, dispuesta a cualquier
cosa para lograr que la consideraran una Rana auténtica, se dejaba arrancar las ancas, y los otros
se las comían, y ella todavía alcanzaba a oír con amargura cuando decían que qué buena Rana,
que parecía Pollo.

Augusto Monterroso, La oveja negra y demás fábulas

Narrador ______________________________________
8.

Al terminar la proyección de la película, salió a la calle y recorrió dos manzanas, deteniéndose en cada portal
para mirar las placas donde constaba el nombre y profesión de los inquilinos.
Subió a un cuarto piso, llamó. La enfermera le dijo que el horario de consulta había finalizado.
-Se trata de un caso urgente –replicó él, y entró sin que la enfermera pudiera impedirlo. El doctor estaba en el
pasillo.
-Le ruego que me atienda –dijo él-, acaba de sucederme algo tremendo.
El doctor sonrió y le hizo pasar al despacho.
-¿Qué le ha ocurrido?
Entonces él contó lo que sigue:
-Entré en el cine, y le aseguro que estaba muy tranquilo. Me senté en la butaca y conseguí relajarme. Nada
más empezar la película, sufrí el primer sobresalto. Posiblemente usted no me creerá, doctor. Sin embargo, sé
que me hallaba despierto y en poder de todas mis facultades mentales. Lo he visto con mis propios ojos, no ha
sido un producto engañoso de mis sentidos. En la pantalla apareció un hombre cuyo aspecto no me era
desconocido. Me llenó de espanto comprobar que aquel hombre era yo. Comprendo que le resultará
inconcebible, ¡pero así fue! Y, por Dios, no vaya usted a pensar que se trataba de un simple parecido. No, no.
Se lo juro. ¡Era yo! ¡Yo mismo! No tengo la menor duda.
Gonzalo Suárez, Un paciente impaciente

Narrador ______________________________________

9.

“Llegó el día de apartarme de la mejor vida que hallo haber pasado. Dios sabe lo que sentí al dejar
tantos amigos y apasionados, que eran sin número. Vendí lo poco que tenía, de secreto para el
camino, y con ayuda de unos embustes, hice hasta seiscientos reales”.
Historia de la vida del Buscón, Francisco de Quevedo. 

Narrador ______________________________________
10.

"Quisiera no haberle visto más que las manos, me hubiera bastado verlas cuando le di el cambio de
los cien pesos y los dedos apretaron los billetes, trataron de acomodarlos y, en seguida,
resolviéndose, hicieron una pelota achatada y la escondieron con pudor en un bolsillo del saco; me
hubieran bastado aquellos movimientos sobre la madera llena de tajos rellenados con grasa y mugre
para saber que no iba a curarse, que no conocía nada de donde sacar voluntad para curarse"

Onetti, Los adioses

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11.

“Ana ya estaba enferma cuando la sobrecogió la catástrofe. Su enfermedad era melancólica: sentía
tristezas que no se explicaba. La pérdida de su padre la asustó más que la afligió al principio. No
lloraba; pasaba el día temblando de frío en una somnolencia poblada de pensamientos
disparatados”. 
La Regenta, Leopoldo Alas Clarín.

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12.

“ Terminó de pasar el mercancías y apareció todo el grupo de bicicletas, al otro lado del paso a
nivel. Paulina, al verlos se puso a gritarles, agitando la mano: 
-¡Miguel!, ¡Alicia!, ¡Qué estamos aquí! 
-Hola, niños,-contestaban de la otra parte-. ¿Nos habéis esperado mucho rato? 
Ya las barras del paso a nivel se levantaban lentamente. Los ciclistas entraron en la vía, con las bicis
cogidas del manillar. 
-¡Y qué bien presumimos de moto!-dijo Miguel acercándose a Sebas y a su novia.                                  
Venían sudorosos. Las chicas traían pañuelos de colorines, como Paulina, con los picos colgando.
Ellos camisas blancas casi todos... 
Rafael Sánchez Ferlosio, El Jarama

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13.

―Él no contestó, entraron al bar. Él pidió un whisky con agua; ella pidió un whisky con agua. Él la
miró; ella tenía un gorro de terciopelo negro apretándole la pequeña cabeza; sus ojos se abrían,
oscuros, en una zona azul; ella se fijó en la corbata de él, roja, con las pintas blancas sucias, con el
nudo mal hecho.‖

Eduardo Mallea: Conversación

Narrador ______________________________________

14.

―Entre Antioquia y Sopetrán, en las orillas del río Cauca estaba yo fundando una hacienda. Me
acompañaba en calidad de mayordomo Simón Pérez, que era todo un hombre, pues ya tenía treinta
años, y veinte de ellos los había pasado en lucha tenaz y bravía con la naturaleza, sin sufrir jamás
grave derrota…Un sábado en la noche, después del pago de los peones, nos quedamos Simón y yo
conversando en el corredor…‖Que pase el aserrador, Jesús del Corral.‖

Narrador ______________________________________

15.

“Juan estaba dentro de la sala, cuando la profesora Salió, todos corrimos a la ventana para ver qué
había pasado y juan se puso a llorar “

Narrador ______________________________________

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