Situación Política, Económica, Social y Cultural de 1830

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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación


U. E. Colegio San Agustín- El Paraíso
Área de Formación: Geografía, Historia y Ciudadanía
Año: 2do
Profesor: Delvis Jiménez

Situación política, económica, social y cultural de 1830.


Situación económica.
Venezuela era un país arruinado cuando se separó de la República de Colombia que
había edificado el Libertador. No había pasado ni una década de la guerra emancipadora
cuando la economía del país presentaba serios problemas y la población estaba diezmada,
particularmente la del sector en edad de incorporarse al trabajo productivo
En 1830, cuando Venezuela inició su vida republicana, el país estaba agotado a
consecuencia de la guerra: la agricultura y la ganadería estaban devastadas, la población
había disminuido a causa de las muertes, tanto entre los criollos pertenecientes a la clase
social propietaria de la tierra, como entre las clases populares que aportaban la mano de
obra para trabajarla.
La tarea era difícil porque era necesario reconstruir la producción agrícola y el comercio.
La reactivación económica se efectuó con mecanismos semejantes a los de la
colonial: una producción agropecuaria en latifundios con fines de exportación y una
producción de subsistencia en conucos o minifundios. En ambos casos se utilizaban las
técnicas atrasadas que tradicionalmente existieron.
Se prestó mayor atención al cultivo de café porque su crecimiento y producción era más
veloz que la del cacao y, además, tenía buen mercado internacional en aquel tiempo. El café
desplazó al cacao del primer lugar que había tenido en la Colonia como producto de
exportación.
La producción en grandes latifundios se destinó al comercio de exportación que
permitía obtener divisas, es decir, monedas extranjeras con la que se podía pagar la
mercancía que se importaba y las deudas de la nación.
¿La dependencia económica continuó? Sí, porque Venezuela solamente había
alcanzado su independencia política de la Corona española. Desde entonces, el comercio
se comenzó a efectuar con Inglaterra, Francia, Alemania y otros países europeos;
progresivamente aumentó con Estados Unidos; países que ya en el siglo XIX se habían
convertido en grandes potencias económicas gracias al impulso que el maquinismo le dio a la
industria y al crecimiento del mercado internacional, principalmente en sus áreas
coloniales y semicoloniales. De ese modo, Venezuela y las otras repúblicas
latinoamericanas pasaron a depender en lo económico de las grandes potencias del
capitalismo mundial.
Situación social.
La población de Venezuela había sido diezmada por la guerra. Al terminar ésta, el país
tenía menos de 800 mil habitantes. A partir de ese año hubo un crecimiento lento durante
toda la etapa agropecuaria de nuestra historia republicana. A consecuencia de la
escasez de trabajadores, el Congreso propició una política de inmigración extranjera.
El más exitoso proyecto de inmigración fue la Colonia Tovar (1843) en las tierras aragüeñas
de don Martín Tovar, donde se asentaron familias alemanas dedicadas a la agricultura.
La población era predominantemente rural. La ciudad más poblada era Caracas y sólo
tenía 50 mil habitantes. Había un marcado aislamiento entre ciudades y campos
productivos debido a la falta de caminos.
A todas estas, ¿hubo cambios en la composición de clases en la naciente República?,
a partir de 1830, la sociedad venezolana tuvo una estructura de clases semejante a la
que hubo durante la Colonia. Es decir, una clase pudiente compuesta por
terratenientes que controlaban la producción agropecuaria y algunos dedicados al
negocio de la importación y exportación y a prestar dinero; y una clase popular
mayoritaria compuesta por esclavizados y campesinos “libres”.
A la clase de terratenientes se incorporó un nuevo grupo de hombres con poder, pues
la Guerra de Independencia permitió el ascenso político, económico y social de jefes
militares que, en muchos casos, eran de origen humilde y con bajo nivel de instrucción,
como fue el caso de José Antonio Páez.
El grupo de jefes militares no solamente pasó a ejercer altos cargos en el gobierno, sino
que también se enriqueció al recibir propiedades por efecto de la Ley de Reparto de
Haberes Militares, prevista para cuando triunfara la independencia. La citada ley
establecía la cantidad de tierras que correspondía a cada quien, según el grado militar
alcanzado durante la guerra, como recompensa por sus sacrificios a la patria: mayor
extensión para los altos jefes (la cual decrecía de acuerdo con el rango militar) y pequeñas
parcelas para los soldados.
También surgieron nuevos terratenientes por la compra a precios bajísimos de los
latifundios de los criollos partidarios de la monarquía que habían abandonado el país a raíz
de la guerra de emancipación.
Los campesinos que se habían incorporado a las tropas patriotas, a partir de 1816,
se sintieron engañados porque muchos no recibieron tierras para trabajar como se
les había ofrecido, y otros que habían recibido pequeñas parcelas tuvieron que
venderlas por cantidades irrisorias a los ricos hacendados para calmar temporalmente la
situación de miseria en la que vivían. De tal manera que los excombatientes tuvieron
que regresar a los latifundios de sus antiguos amos, a continuar siendo sus esclavos y
otros a entregar su fuerza de trabajo mediante diversas formas de explotación.
También es cierto que con la emancipación se aminoraron los privilegios que
había tenido la nobleza de sangre (criollos mantuanos) y que hubo mayor movilidad
de los individuos de una clase a otra de acuerdo con su nivel de riqueza: una persona
de origen humilde que se enriquecía, ascendía en la escala social; igualmente, quien se
empobrecía, descendía.
¿Y qué ocurrió con los esclavizados? La esclavitud no desapareció en la Venezuela
republicana agraria, aunque sí había sido modificada, pues la Ley de Manumisión
dictada por el Congreso de Cúcuta en 1821, concedía la libertad a los hijos de esclavizadas
al cumplir 18 años de edad.
La citada ley fue modificada por el Congreso de 1830: aumentó la edad para otorgar la
manumisión a 21 años. El artículo 2 de esa ley establecía lo siguiente:
“Art. 2: Los dueños de esclavas tendrán la obligación precisa de educar, vestir y
alimentar a los hijos que éstas tengan o hayan tenido desde la promulgación de la Ley de
21 de julio de 1821; pero en recompensa, los que hayan nacido antes de la promulgación
de esta Ley indemnizarán a los amos de sus madres los gastos (invertidos) en su crianza; y
los que naciesen desde la promulgación de esta Ley en adelante, hasta los veintiuno”.
La Ley de Manumisión de 1830 estuvo vigente más de veinte años. Según el historiador
Federico Brito Figueroa: “la Ley de Manumisión fue un subterfugio jurídico para mantener
la esclavitud como institución legal y favorecer a los grandes propietarios, debido al
fenómeno que se había manifestado desde los últimos años del período colonial y que
la guerra contribuyó a acelerar la crisis de la agricultura esclavista. En la sociedad que
emerge de esta guerra, el fenómeno continuó desarrollándose y los amos de la propiedad
territorial agraria sienten la necesidad de desprenderse de uno de los factores de esa
propiedad que se había transformado en un bien económico desvalorizado y
escasamente rentable.”
Cuando se promulgó la Ley de Abolición de la Esclavitud (1854), ésta no perjudicó a
los amos de esclavos. Estableció el pago de una indemnización, y además los libró de la
obligación de mantener esclavos que por su avanzada edad eran poco rendidores y
los hijos de sus esclavizadas hasta la edad de su manumisión.
Situación cultural.
En la Venezuela Agraria, los campesinos pobres y los esclavizados y sus descendientes,
quienes constituían la mayoría de la población venezolana, vivían sumidos en el analfabetismo
sin tener posibilidades de recibir instrucción formal. A todos ellos se les debe la
conservación y enriquecimiento de la cultura popular del pueblo venezolano,
transmitida de generación en generación por medio de la tradición oral. Esta transmisión
cultural permitió conservar los aportes culturales de nuestros hermanos indígenas, los
africanos y los españoles a la conformación de la cultura multiétnica y pluricultural de la
sociedad venezolana. Las vías de expresión de la mayoría de los venezolanos iletrados la
encontraron en los cantos, los bailes tradicionales, la artesanía, las comidas y en los mitos y
las creencias.
El control que tenían las clases pudientes sobre las instituciones, su dominación
sociopolítica sobre la población, y su capacidad económica convirtieron la cultura de la
élite de la sociedad en la cultura dominante en la Venezuela Agraria. Esta cultura
elitesca era transmitida en academias, colegios, seminarios, universidades y
conventos, es decir, a través de la educación formal. Se expresaba en libros, periódicos,
conciertos, exposiciones y obras monumentales, siguiendo los patrones y modelos
culturales europeos.
Situación política.
Durante los primeros tiempos de la República hubo jefes militares que consideraban que
únicamente ellos tenían derecho a gobernar porque eran los que habían conducido la
Guerra de Independencia. Por su parte, los civiles económicamente fuertes no
ocultaban su interés por controlar las funciones públicas. Un ejemplo de las pugnas entre
civiles y militares fue la llamada Revolución de las Reformas (1835), cuando caudillos
militares antipaecistas como Mariño y Carujo derrocaron al primer presidente civil que tuvo
Venezuela: el doctor José María Vargas.
Sin embargo, los primeros militares que goberna- ron el país (Páez y Soublette) se
aliaron con la élite intelectual con poder económico y sus gobiernos tuvieron una orientación
civilista.
También hubo conflictos entre gente del campo y de la ciudad. La élite de las principales
ciudades tendía a apoyar el sistema de gobierno centralista, y los grandes propietarios
del campo preferían el sistema federal. Estos últimos consideraban que la autonomía
regional podía beneficiarlos. Por ello, los terratenientes aspiraban obtener poder en sus
provincias para defender sus intereses.
En una sociedad eminentemente rural como aquella y con los conflictos sociales y
políticos antes citados, la gente se sentía más vinculada con su provincia o su localidad
que con la nación. Apenas estaba en formación el sentimiento de patria grande.
¿Con qué apelativo se le conoce a los que dirigieron alzamientos y guerras? A
aquellos que se convertían en jefes de una montonera para alcanzar poder político
local, regional o nacional se les conoce con el nombre de caudillos. El caudillo (civil
o militar) era un jefe que mostraba valentía, oratoria y poder de convencimiento para
atraer y arrastrar a aquellos que tenían esperanzas de acabar con las injusticias.
Por tanto, el caudillismo fue un fenómeno sociohistórico originado por las
desigualdades económicas, sociales y políticas derivadas del predominio que tuvo
un pequeño grupo sobre el resto de la sociedad, y también debido al aislamiento en
que se encontraba el interior del país por falta de vías de comunicación y al descuido de
los gobiernos nacionales. Esto último profundizó el malestar de los caudillos y de los
campesinos que mantuvieron el país en constantes guerras durante todo el siglo XIXy las
primeras décadas del siglo XX
Muchos caudillos militares de Venezuela habían participado en la guerra
emancipadora: Páez, Mariño, Monagas y muchos otros. También hubo caudillos civiles
como Antonio Leocadio Guzmán y, posteriormente, los nuevos caudillos federales como
Crisóstomo Falcón y Antonio Guzmán Blanco.
El caudillismo y las guerras que generó, se justificaban por las dos tendencias
que ya existían respecto al tipo de gobierno: centralista y federalista. En el siglo XIX
hubo muchas guerras civiles, siendo la Guerra Federal la más prolongada y la que afecto
espacio más extensos.
Aunque muchas de esas guerras se identificaron con la denominación de “revolución”,
ninguna de ellas fue realmente eso, pues no se ajustaron al concepto científico, que
significa la transformación de estructuras económicas, sociales y políticas, sino que se
limitaron simplemente a la sustitución de un caudillo por otro en el poder

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