Escuela y Familia
Escuela y Familia
Escuela y Familia
School
and
family.
Two
basic
ingredients
for
good
practices
in
educational
guidance
through
parent-‐oriented
schools
Contacto:
Rufino
Cano
Gonzalez,
[email protected],
Facultad
de
Educación
y
Trabajo
Social
Departamento
de
Pedagogía.
Campus
Miguel
Delibes
Paseo
de
Belén
1
47011.
Valladolid
Universidad
de
Valladolid.
Rufino
Cano
González,
Mónica
Casado
González
Abstract
From
a
new
dimension
of
the
educational
fact,
good
practices
for
educational
guidance
must
have
their
beginning
where
the
future
citizen
is
born
and
receives
the
first
care,
counsels,
educational
messages
and
processes
of
interaction
and
shared
communication,
that
is
to
say,
in
the
parental
and
social
heart
of
the
family
within
a
climate
of
maximum
respect,
of
collaborative
participation,
responsible
and
properly
tolerance,
and
education
in
values
by
all
its
members.
In
the
event
that
occupies
us,
the
role
played,
both
the
school
and
the
family
and,
located
between
the
two,
the
child,
the
subject
of
education,
is
key
and
final
for
a
dynamic
development
of
a
complete
and
human
and
cultural
high-‐quality
education.
All
of
this
leads
us
to
reflect,
in
this
article,
on
the
current
concepts
of
family
and
school;
on
what
the
school
expects
from
parents
and
parents
from
the
school;
on
the
need
for
good
practices
in
order
to
improve
training
that
not
a
few
parents
demand;
on
guiding
practice
that
teachers
have
to
employ
from
a
perspective
beyond
the
timely
fact
of
the
routine
performance
of
the
tutorial
function.
Key
words
School;
Family;
Tutorial
Function;
School
of
family.
La
escuela
y
la
familia
¿Una
relación
imposible?
La
actual
sociedad,
y
la
educativa
en
particular,
lejos
de
dar
la
espalda
al
valor
del
conocimiento
organizado,
tiene
como
uno
de
sus
fines
la
formación
de
sus
jóvenes,
sin
excluir
a
los
mayores,
en
el
desarrollo
de
un
amplio
abanico
de
habilidades,
actitudes,
aptitudes
y
destrezas
adecuadas
para
la
formación
de
buenos
y
competentes
ciudadanos.
En
el
caso
que
nos
ocupa,
el
rol
que
juegan
la
escuela
y
la
familia
y,
situado
entre
ambas,
el
niño,
sujeto
de
educación,
es
clave
para
el
desarrollo
dinámico
y
compartido
de
una
educación
de
alta
calidad
humana
y
cultural.
Desde
esta
dimensión
del
hecho
educativo,
las
buenas
prácticas
de
orientación
han
de
tener
su
inicio
allí
donde
el
futuro
ciudadano
nace
y
recibe
los
primeros
mensajes
educativos
y
procesos
de
interacción
y
comunicación
compartida,
es
decir,
en
el
seno
de
la
familia
y
de
la
escuela,
dentro
de
un
clima
de
participación,
de
tolerancia
responsable
y
de
una
educación
en
valores.
¿Qué
papel,
pues,
juega
la
familia,
y
su
formación,
en
este
escenario
en
el
que
se
desarrollan
y
educan
sus
hijos?
¿Están
formados
los
padres
para
el
ejercicio
de
saber
educar
sin
dejar
de
ser
padres
y
de
ser
padres
sin
dejar
de
educar?
He
aquí
dos
grandes
peguntas
para
una
respuesta
que
no
se
ha
de
hacer
esperar
por
más
tiempo:
conocer
las
situaciones
emocionales
por
las
que
transitan
las
familias
a
lo
largo
del
proceso
educativo
y
saber
orientar
a
sus
hijos
potenciando
unas
buenas
relaciones
de
participación
efectiva
con
la
escuela
través
de
las
Escuelas
de
Padres
(Escuelas
de
Familia).
Todo
ello,
nos
ha
de
hacer
reflexionar
sobre
los
conceptos
actuales
de
familia
y
escuela,
sus
relaciones,
las
posibles
barreras
que
impiden
entrar
y
permanecer
dentro
de
una
dinámica
participativa
entre
ambas;
sobre
lo
que
la
escuela
espera
de
los
padres
y
los
padres
de
la
escuela;
sobre
la
necesidad
de
unas
buenas
prácticas
para
mejorar
la
formación
de
los
padres
a
través
de
las
Escuelas
de
Padres;
sobre
la
práctica
orientadora
que
han
de
ejercer
los
docentes.
ESCUELA FAMILIA
“Un
hacer
que
hay
que
hacer”
está
fuera
de
la
escuela
y,
en
ocasiones,
es
necesario
“saltar
el
muro”
que
nos
incomunica
con
el
exterior.
Pues,
bien;
uno
de
los
cauces
más
efectivos
de
participación
activa
y
conjunta
es
la
Escuela
de
Familia.
De
ella
vamos
a
hablar.
La
Escuela
de
Familia
Dado
que
durante
los
primeros
años
de
la
vida
de
los
niños,
la
familia
y,
más
concretamente,
los
padres,
ejercen
un
papel
insustituible
en
el
tipo
de
formación
que
proporcionan
a
sus
hijos,
se
hace
necesario,
por
parte
de
la
escuela,
apoyarles
en
esta
tarea
asesorándoles
en
sus
demandas
y
orientándoles
en
la
adquisición
de
una
formación
compartida
y
más
acorde
con
los
tiempos
del
momento,
sabiendo
que
los
hijos,
en
esta
edad
de
la
infancia
y
adolescencia,
aprenden
mucho
más
por
las
conductas,
actitudes
y
valores
que
observan
y
viven
en
el
seno
de
sus
familias,
que
por
las
órdenes
o
mandatos
que
reciben
y
ejecutan,
la
mayoría
de
las
veces,
por
simple
obediencia
y,
ocasionalmente,
por
temor
al
castigo.
Los
padres
quieren
educar
bien
a
sus
hijos
pero,
en
ocasiones,
no
saben
cómo
realizar
esta
difícil
función
porque
no
disponen
de
la
preparación
necesaria,
descargando
en
los
maestros
su
responsabilidad
y
eludiendo,
a
veces,
este
deber
sin
que
se
hayan
ocupado,
anticipadamente,
de
su
formación
como
padres
pensando
en
sus
hijos.
La
misión
de
maestros
y
tutores,
ha
de
consistir
en
ayudar
a
los
padres
a
ser
conscientes
de
la
trascendencia
de
su
tarea
educativa
impulsando
y
orientando
la
creación
y
desarrollo
de
Escuelas
de
Familia
y
su
participación
activa,
continuada
y
responsable
“…sin
quedarnos
en
la
mera
adquisición
de
unos
conocimientos
teóricos,
sino
alcanzando
un
conocimiento
más
profundo,
fruto
de
la
reflexión,
del
análisis
crítico
de
las
propias
actitudes
y
experiencia,
y
todo
ello
en
diálogo
con
otros
padres
y
madres,
para
avanzar
en
seguridad,
habilidades
y
confianza
en
uno
mismo”
(Jorge
Martínez,
2012:11).
Los
padres
tienen
necesidad
de
saber
más
y
mejor
para
educar
más
y
mejor
a
sus
hijos
a
través
de
la
adquisición
de
nuevos
y
renovados
conocimientos,
destrezas,
habilidades,
etc.,
para
saber
integrarse
en
las
actividades
de
la
escuela
sin
perder
de
vista,
en
ningún
momento,
que
los
maestros
ejercen
un
papel
complementario
y
de
colaboración
pedagógica
para
el
logro
de
determinados
objetivos
y
metas
educativo-‐formativas.
Consecuentemente,
los
Centros
deben
promover
situaciones
propicias
y
facilitar
espacios
de
participación
que
favorezcan
el
desarrollo
ordenado
y
armónico
de
cada
núcleo
familiar,
sabiendo
que
no
es
fácil
organizar
la
vida
de
las
personas,
y
menos
la
de
una
familia.
De
ahí
la
conveniencia
que
desde
las
Escuelas
de
Familia
se
enseñe
a
utilizar,
conscientemente,
los
tiempos
educativos
en
espacios
para
la
educación
y
la
convivencia.
Definición
de
Escuela
de
Familia
Las
Escuelas
de
Familia
son
espacios
de
formación
familiar
que
obedecen
a
un
proyecto
común,
cuyo
objetivo
viene
marcado
por
la
adquisición
y
desarrollo
de
una
serie
de
propuestas,
fundamentalmente
de
carácter
preventivo,
con
el
fin
de
resaltar
y
apoyar
el
papel
que
han
de
desempeñar
los
padres
en
el
desarrollo
educativo
de
sus
hijos
en
conexión
con
el
centro
escolar,
siendo
consideras,
en
palabras
de
Herrera
Salas,
F.,
Ortega
Ramírez,
R.,
y
Cuevas
Jiménez,
A.
(1992),
una
prolongación
de
la
familia.
Para
Fresnillo
Poza,
V.,
Fresnillo
Lobo,
R.
y.
Fresnillo
Poza,
M.L.(2000:9),
la
Escuela
de
Padres
“es
un
espacio
de
información,
formación
y
reflexión
dirigido
a
padres
y
madres...
Es
un
recurso
de
apoyo
a
las
familias
con
menores
para
que
puedan
desarrollar
adecuadamente
sus
funciones
educativas
y
socializadoras…”
Desde
ambas
perspectivas,
la
orientación
y
ayuda
a
los
padres
se
constituyen
en
una
buena
herramienta
facilitadora,
tanto
de
la
convivencia
entre
sus
miembros,
como
de
la
comunicación
y
el
desarrollo
integral
de
sus
hijos,
haciendo
de
su
educación
una
verdadera
tarea
compartida.
¿Por
qué
las
Escuelas
de
Familia?
La
aparición
de
las
Escuelas
de
Familia
comienza
su
andadura
en
1815
al
constituirse
la
primera
“Asociación
de
Madres
de
Familia”
fundada
por
un
grupo
de
madres
con
el
fin
de
establecer
un
mayor
entendimiento
y
ayuda
mutua.
No
obstante,
la
familia
y
la
escuela
aún
siguen
caminando
por
sendas
separadas
sin
que
se
hayan
puesto
de
acuerdo
en
buscar
puntos
de
encuentro
comunes
y
de
colaboración
efectiva.
En
este
sentido,
Ortega,
P.,
Mínguez,
R.
y
Hernández
(2009)
señalan
que
más
que
caminar
hacia
un
punto
de
encuentro,
se
va
en
una
dirección
en
la
que
cada
vez
se
alejan
más
las
posiciones
de
ambos
interlocutores
necesarios.
A
ello
ha
contribuido,
en
gran
medida,
la
ausencia
de
una
cultura
de
participación
escuela-‐familia,
la
falta
de
dignificación
de
la
profesión
de
maestro,
el
escaso
valor
que
se
le
ha
venido
atribuyendo
a
la
labor
insustituible
de
una
escuela
educadora,
además
de
la
influencia
que
ejercen
una
serie
de
patrones
negativos
que
nos
transmite
la
sociedad
actual.
He
aquí
algunas
de
las
notas
diferenciales
de
la
sociedad
en
que
vivimos
y
que
nos
hablan
de
la
necesidad
de
ampliar
y
mejorar
la
formación
que
tienen
muchos
padres:
- Confusión
sobre
los
valores
que
deben
predominar.
- Falta
de
tiempo
para
compartir
con
los
hijos.
- Influencia
creciente
de
los
medios
de
comunicación
que
interfieren,
en
ocasiones,
con
lo
que
los
padres
desean
transmitir
a
sus
hijos.
- Diferencias
generacionales
con
los
consiguientes
problemas
de
comunicación
entre
padres
e
hijos.
- Falta
de
dedicación
o
de
conocimientos
para
mejorar,
como
personas,
y
ofrecer
a
nuestros
hijos
un
mejor
modelo
de
conducta.
Sin
embargo,
no
podemos
negar
que
muchos
de
los
fracasos,
y
la
escuela
debe
asumir
su
parte
proporcional
de
responsabilidad,
tienen
su
origen
en
una
falta
de
inter
e
intra-‐
comunicación
entre
ésta
y
la
familia;
en
una
ausencia
de
cultura
de
acción
conjunta
y
en
un
vacío
de
experiencias
compartidas
y
de
culto
a
la
quietud
en
detrimento
de
la
imaginación.
Existen
no
pocos
estudios
que
demuestran
que
la
escuela
y
la
familia
son
contextos
diferentes
de
enseñanza
y
aprendizaje,
unidos
a
través
de
un
único
cordón
umbilical
por
el
que
ha
de
pasar
una
corriente
continua
de
mutuo
entendimiento
respetando
las
características
diferenciales
de
uno
y
otro,
pero
ambos
generando
buenas
prácticas
educativas
que,
a
su
vez,
fortalezcan
la
unión
entre
ambos
escenarios
(Hoffman,
1991
y
Wells,
1999).
Tabla
1.
Tomado
de
Hoffman
(1991)
y
Wells
(1999)
CARACTERÍSTICAS
DIFERENCIALES
ENTRE
LAS
LABORES
DE
LA
ESCUELA
Y
LA
FAMILIA
U
HOGAR
ESCUELA
FAMILIA
U
HOGAR
Los
niños
viven
formando
parte
de
un
Los
niños
viven
formando
parte
de
un
grupo
grupo
amplio
de
personas.
reducido
de
personas
Casi
todas
las
actividades
escolares
se
Casi
todas
las
actividades
familiares
se
realizan
con
otros
muchos
niños
como
él.
realizan
solamente
con
el
padre
y/o
la
madre;
algunas
con
los
abuelos.
El
trabajo
infantil
está
sometido
a
un
El
trabajo
infantil
está
marcado
por
la
horario
previa
planificación
de
tiempos
y
informalidad
y
la
libertad
espacios.
Pasan
a
primer
plano
otros
códigos
El
medio
fundamental
de
expresión
es
la
lingüísticos
relacionados
con
la
lecto-‐ lengua
oral
escritura.
El
aprendizaje
es
formal,
deliberado
y
Los
niños
aprenden
de
forma
natural
y
en
consciente
contextos
reales,
donde
las
actividades
tienen
una
utilidad
y
funcionalidad
inmediata.
Adquisición
y
desarrollo
permanente
de
Construcción,
adquisición
y
desarrollo
inicial
actitudes,
valores,
competencias
y
de
actitudes,
valores
y
relaciones
relaciones
escuela/familia
familia/escuela
No
obstante,
y
a
pesar
de
estas
notas
diferenciales,
rápidamente
salta
a
la
vista
una
cuestión
de
interés
relevante,
y
es
que
tanto
la
familia
como
la
escuela
pueden
y
deben
colaborar,
conjuntamente,
en
la
construcción
de
actitudes
y
valores
comunes
y
compartidos.
Para
ello,
hemos
de
tener
en
cuenta
que
los
padres
se
van
haciendo
buenos
padres
a
medida
que
van
aprendiendo
a
ser
padres.
Ninguno
nacemos
padres
ni
maestros;
ambos
nos
vamos
haciendo,
continuamente,
a
lo
largo
de
nuestra
trayectoria
vital.
Los
padres,
en
gran
número,
necesitan
formación.
Hoy
ya
no
pueden
educar
a
sus
hijos
exclusivamente
con
lo
que
les
va
dictando
el
sentido
común,
tal
como
lo
hacían
nuestros
antepasados
no
tan
lejanos.
Y
es
que
la
realidad,
como
decía
Thomas
Gordón
(1982),
a
poco
que
nos
veamos
reflejados
en
ella,
nos
pone
delante
de
nuestros
ojos
aquella
sentencia
afirmativa
que
él
recogió,
muy
acertadamente,
en
esta
conmovedora
frase:
“A
los
padres
se
les
culpa,
pero
no
se
les
educa”.
Las
Escuelas
de
Familia
son
uno
de
los
cauces
más
eficientes
para
la
vivencia
y
convivencia
grupal.
Los
padres
necesitan
estar
bien
formados
para
educar
correctamente
a
sus
hijos
y
poderles
transmitir,
amor,
paz,
seguridad,
equilibrio,
ternura,
aceptación,
etc.
Para
llevar
a
cabo
esta
tarea,
lo
primero
que
se
requiere
es
propiciar
la
participación
de
los
padres
y
maestros.
La
participación,
parafraseando
a
García
Sanz
y
otros
(2010),
es
un
saber
hacer
que
sólo
se
aprende
con
la
experiencia;
es
decir,
a
participar
se
aprende
participando.
Pero
para
promover
la
participación
familiar,
el
punto
de
mira
se
ha
de
fijar
en
aquello
que
les
une.
Esto
ya
es
un
gran
paso.
El
siguiente
consiste
en
diseñar
un
plan
sistemático
de
formación
general,
previamente
consensuado,
en
el
que
se
plasmen
un
conjunto
de
elementos
básicos
en
torno
a
los
cuales
va
a
discurrir,
inicialmente,
el
proceso
a
seguir
y
su
intencionalidad
educativa,
dejando
claro
que
no
se
trata
de
un
simple
pasatiempo
o
reunión
informal
de
padres.
Taller
de
orientación
familiar:
Un
ejemplo
Dispuestas
así
las
cosas,
y
seleccionados
los
temas
a
tratar
a
lo
largo
de
uno
o
más
cursos
académicos,
proponemos
una
práctica
de
orientación
familiar,
a
modo
de
ejemplo,
que
trabajaríamos
con
los
padres,
en
formato
taller,
después
de
una
sesión
teórica
sobre
el
autoconcepto.
Veamos,
a
continuación,
el
desarrollo
de
la
misma:
“Taller
de
buenas
prácticas
de
orientación
familiar:
“Tres
espejos
distintos
y
un
solo
rostro”.Su
finalidad
se
fundamenta
en
la
necesidad
de
tomar
conciencia,
maestros
y
familias,
que,
para
iniciar
cualquier
proceso
de
orientación
familiar,
lo
primero
que
debemos
propiciar
es
el
conocimiento
de
uno
mismo.
Comenzaremos
la
tarea
abordando
lo
que
para
nosotros
constituye
los
tres
pilares
básicos
iniciales:
el
autoconocimiento,
la
autoestima
y
el
autoconcepto.
Este
último
pilar
es
el
que
abordaremos,
específicamente,
en
el
taller
que
vamos
a
desarrollar
a
continuación.
Familia
Y Auto-‐concepto
Escuela
Auto-‐estima Auto-‐imagen
Figura
3.
Tres
espejos
de
la
educación
y
un
solo
rostro
Se
trata
de
tomar
conciencia
de
los
propios
deseos
y
motivaciones,
de
las
formas
de
reaccionar
ante
las
diferentes
situaciones
vividas
en
familia,
de
los
valores
que
se
practican
a
nivel
de
persona,
pareja
y
contexto
familiar,
de
los
sentimientos
compartidos
a
diario,
de
los
momentos
de
felicidad,
de
conflicto
y
de
preocupación.
Mediante
el
análisis
DAFO
(Debilidades,
Amenaza,
Fortalezas
y
Oportunidades)
podemos
logra
un
conocimiento
más
profundo
de
la
familia,
sus
miembros,
conductas,
relaciones,
etc.
Figura
4.
Elementos
de
un
análisis
DAFO
de
la
familia
¿Cómo
podemos
mejorar
nuestra
formación
como
padres
y
educadores?
¿Cómo
podemos
planificar
nuestras
actuaciones
en
familia?
¿Cuáles
son
nuestros
puntos
fuertes
y
débiles
como
padres?
¿Nos
ayuda
o
nos
perjudica
el
entorno?
Las
respuestas
a
estas
y
otras
cuestiones
constituyen
el
objetivo
del
análisis
DAFO.
Hemos
de
tener
presente
que
el
desarrollo
de
este
proceso,
fundamentado
en
la
maduración
del
autoconcepto
de
la
persona
(padres
e
hijos)
debe
enriquecerse,
al
mismo
tiempo,
con
las
aportaciones
de
quienes
forman
parte
de
nuestro
entorno
diario
y
participan
de
los
mismos
afanes
educativos.
De
ahí
el
título
que
proponemos
para
esta
sesión
especifica:
“Educar
para
el
desarrollo
del
autoconcepto”.
Iniciamos
el
taller
Es
importante
que
todos
los
padres
se
sientan
cómodos
y
motivados,
que
se
impliquen
sin
ningún
tipo
de
dificultad.
En
este
sentido,
reflexionaremos
unos
minutos
sobre
el
mensaje
que
nos
transmiten
estos
cuatro
pensamientos:
“Todo
lo
que
es
hecho,
todo
lo
humano
de
la
tierra,
es
hecho
con
las
manos”
“Con
el
puño
cerrado,
no
se
puede
intercambiar
un
apretón
de
manos”
“Las
manos
que
ayudan
son
más
nobles
que
los
labios
que
rezan”
“Hay
que
unirse
con
el
corazón,
no
para
estar
juntos,
sino
para
hacer
juntos”
• Objetivo
Concienciar
a
los
padres
sobre
la
influencia
que
ejercen
sus
actitudes
en
la
modulación
equilibrada
del
concepto
que
cada
hijo/a
va
adquiriendo
de
sí
mismo.
• Contenidos
- El
autoconcepto.
- Los
sentimientos.
- Las
acciones
y
sus
consecuencias.
- Estrategias
para
la
mejora
del
autoconcepto.
• Temporalización
Dos
sesiones
de
2
horas
en
días
alternos.
Primer
día.(A)
1.Dinámica
de
conocimiento,
reflexiones
y
conclusiones.
2.
Iniciar
la
teoría.
Segundo
día.(B)
1.Finalizar
la
parte
teórica.
2.
Desarrollo
de
la
dinámica
de
análisis
y
aprendizaje.
• Recursos
- Sala
grande
con
sillas
y
mesas
movibles.
- Imperdibles.
- Cartulinas
blancas
tamaño
tarjeta.
- Material
de
oficina.
- Cañón
de
video.
- Otros.
• Desarrollo
a)
Momento
de
conocimiento
A
cada
padre/madre
se
le
entrega
una
cartulina
en
blanco
y
un
imperdible.
En
ella
deben
escribir
los
datos
más
significativos
de
sus
vidas:
una
fecha
importante,
un
nombre,
un
acontecimiento,
un
lugar,
un
color,
una
situación,
un
sentimiento…Finalizada
esta
tarea,
cada
uno
se
coloca
la
cartulina
en
un
lugar
visible
de
su
ropa.
A
continuación,
se
forman
dos
círculos
concéntricos
utilizando
sillas,
de
manera
que
cada
miembro
que
compone
la
pareja
se
ha
de
colocar
frente
a
frente,
uno
en
el
círculo
grande,
el
otro
en
el
pequeño.
Cada
dos
minutos
el
coordinador
de
la
actividad
dará
una
señal
indicando
que
el
círculo
pequeño
debe
rotar
a
la
derecha.
Durante
este
tiempo,
la
pareja
coincidente
intercambia
lo
que
significan
los
aspectos
que
registraron
en
la
cartulina.
Se
continúa
la
rotación
hasta
que
todos
los
participantes
lleguen,
nuevamente,
a
su
pareja
de
partida.
Seguidamente,
los
padres
del
círculo
grande
hacen
dos
círculos
pequeños,
y
los
padres
del
círculo
pequeño,
otros
dos
círculos
siguiendo
la
misma
estructura
que
el
primer
grupo,
de
manera
que
todos
puedan
intercambiar
información
con
todos.
Terminado
el
ejercicio,
se
comparte,
en
gran
grupo,
las
experiencias
vividas,
respondiendo
a
estas
u
otras
preguntas
semejantes:
- ¿Cómo
se
sintieron
al
comentar
sus
sentimientos?
- ¿Cómo
se
sintieron
cuando
el
otro
relataba
sus
experiencias?
- ¿Cómo
se
sintieron
con
relación
a
los
demás
miembros
del
grupo?
b)
Momento
de
presentación
del
tema
En
la
primera
sesión
del
taller
se
plantea
una
cuestión,
en
este
caso
sería:
¿Qué
sé
yo
del
autoconcepto?
Se
les
deja
unos
minutos
para
que,
individualmente,
reflexionen
y
anoten
sus
respuestas.
Posteriormente,
se
concentran
en
grupos
de
4
personas
cada
uno
para
que
completen,
entre
ellos,
la
idea
sobre
la
propuesta
que
estamos
trabajando.
Acto
seguido,
se
escucha
a
los
diferentes
grupos
y
se
concluye
con
la
aclaración
de
ideas
y
su
contextualización.
En
la
segunda
sesión
se
puede
seguir
con
la
presentación
y
explicación
teórica
de
los
contenidos
a
tratar
en
el
taller,
hilvanándolos
con
el
trabajo
que,
posteriormente,
se
realizará.
Finalizada
esta
etapa,
daremos
comienzo
a
la
parte
práctica.
Para
ello,
se
formarán
grupos
de
4
personas
que
tengan
“algo”
en
común
(la
técnica
puede
ser
muy
variada),
y
se
nombrarán
los
observadores
que
han
de
pasar
por
los
grupos
recogiendo
anécdotas,
controlando
los
tiempos,
regulando
los
turnos
de
intervención,
etc.
A
cada
grupo
se
le
propone
un
tema-‐situación
(Muestra
del
tema
situación.
Ejemplo)
para
analizarlo
y
responder
a
las
preguntas
planteadas.
Deben
descubrir
una
actitud
suya
que
provoque
en
su
hijo/a
bajo
autoconcepto,
y
anotar
aquellas
acciones
concretas
que
le
ayudarían
a
superarse
y
adquirir
un
compromiso
de
mejorar
Posteriormente,
como
cierre
de
este
trabajo,
se
formularán
las
conclusiones
a
las
que
se
han
llegado.
Algunas
de
las
preguntas
que
se
podrían
plantear:
- ¿Qué
consecuencias
conllevan
estas
actitudes
suyas
en
la
imagen
que
el
niño
va
formándose
de
sí
mismo?
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