Perna El Lenguaraz y La Comunicacion en La Frontera
Perna El Lenguaraz y La Comunicacion en La Frontera
Perna El Lenguaraz y La Comunicacion en La Frontera
Resumen
En 1872, los ranqueles firmaron un tratado de paz con los misioneros y
jefes militares de los puestos de frontera de la Pampa. Tal tratado sería el
último en regular las relaciones entre los ranqueles, indígenas de la etnia
mapuche, y los “cristianos” en la Pampa hasta 1879, cuando tropas argen-
tinas invadieron el territorio y tomaron posesión del mismo. Un análisis
de las cartas y otros documentos escritos de este período muestran que, en
este contexto de comunicación intercultural, personas bilingües, los len-
guaraces, desempeñaron un rol fundamental, aun cuando su participación
en el proceso comunicativo pocas veces es explícito. El lenguaraz tenía la
tarea de intermediar entre dos culturas valiéndose de sus conocimientos
culturales, idiomáticos y expresivos. La teoría de los entornos de Eugenio
Coseriu sirve para analizar en qué medida la participación de un traductor
o intérprete, mencionado explícitamente u omitido, afectó e influyó en los
textos orales y los documentos escritos.
Palabras clave: lenguaraz, mapuche, comunicación intercultural, traslación
Abstract
In 1872 the Ranqueles signed a peace treaty with missionaries and military
leaders on the frontier-post of the Pampa. This peace treaty will be the last
document to regulate the relationship between the Ranqueles, indigenous
peoples of Mapuche descent, and the “Christians” in the argentine Pampa
until in 1879 argentine troops invade the territory and take possession of
it. An analysis of letters and other written documents from this period
ISSN 0254-9239
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y cuenta con una base documental mucho más amplia que otros
momentos, no ha sido percibido por los estudiosos de la lingüística
histórica o del contacto lingüístico. Nos limitamos a este espacio
para ceñirnos a la base documental disponible, pero vale consignar
que la designación lenguaraz era usual en el Río de la Plata, Pata-
gonia y Araucanía chilena.
Nuestro propósito es analizar un elemento clave del contexto
de tales cartas a través de las informaciones que los textos mismos
nos ofrecen. En todo texto se manifiestan elementos que remiten
a la situación comunicativa que lo produjo; si bien no siempre
la información que da es explícita y directa, y para acceder a sus
circunstancias socio-culturales es necesario un trabajo de recons-
trucción de las mismas. Esto cobra especial relevancia a la hora de
interpretar textos históricos y situaciones comunicativas cuyas cir-
cunstancias se pierden para un lector actual.
1
Publicado en Coseriu 1955/56, recogido posteriormente en Teoría del lenguaje
y lingüística general. Cinco estudios 1967 y, también, incorporado como capítulo a
su Textlinguistik 1980. Véase, además, Perna 2014.
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Situación Inmediata
Mediata
Región Zona
Ámbito
Ambiente
Contexto Idiomático
Verbal inmediato
mediato
Extraverbal Físico
Empírico
Natural
Práctico
Histórico
Cultural
2
Poco podrá sacar en claro, por ejemplo, un receptor de otra región de expre-
siones fraseológicas como “no tener el cuero para negocios”, “irse al humo”, “gastar
pólvora en chimangos” o “estar entre San Juan y Mendoza”, comunes en autores
de la frontera como Lucio V. Mansilla y Eduardo Gutiérrez (Perna 2015), si no es
capaz de situar estas expresiones en sus entornos. Nos ocupamos más detenida-
mente de la “región” en Perna 2014.
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3
Documento Nro. 336b del Archivo Histórico “San Francisco Solano” de Río
Cuarto. Recogido en Tamagnini 2011. El número corresponde a su clasificación en
el archivo franciscano.
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4
Véase también Operé 2001: 159-166 y Salomón Tarquini 2006.
5
Véase sobre el origen del americanismo “baquiano” Rivarola 1985.
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6
Dado que las ediciones de Lucio V. Mansilla 1870, Una escursión á los indios
ranqueles, son numerosas, citamos de la segunda edición hecha en Leipzig (1877),
pero mencionamos solamente el número de capítulo para facilitar su consulta.
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7
Véase Operé 2001; Fernández C. 1998: 115s.
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8
Según información del padre Moisés Álvarez, en su Crónica del Colegio Apos-
tólico de Propaganda Fide de San Francisco Solano de Río Cuarto, en Massa 1967,
I: 267, los Franciscanos tuvieron parte directa o indirecta en la liberación de apro-
ximadamente 300 cautivos entre 1872 y 1878: 27 a través del pago de un rescate en
Leuvucó y Poitahue; 38 fugados de las tolderias y ayudados por los Franciscanos;
200 entregados por los caciques por compromisos derivados de los acuerdos, 25
liberados voluntariamente por los caciques.
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9
Fernando Operé afirma lo siguiente: “La mayoría de las fuentes consultadas
refrenda la existencia en los toldos de colonias de mujeres cautivas que compar-
tían la experiencia común y se comunicaban en español. Numerosos ex cautivos
dicen haber usado el español durante el cautiverio o que, incluso, lo aprendieron
en contacto con grupos de cautivas. (...) Se desprende de las experiencias vividas
por muchas cautivas que, entre ellas, existía cierta conciencia cultural y lingüística
distinta de la de sus captores” (2001: 126).
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Lidia Nacuzzi 2011 cifra el origen de los secretarios, lenguaraces y escribas en
esta frontera en las deserciones que se produjeron durante las exploraciones del Río
Negro y la fundación de enclaves en la costa norpatagónica en la segunda mitad y
fines del siglo xviii. La autora prefiere la palabra “desertores”, por ser un mínimo
denominador común de todas las situaciones, por sobre otras voces empleadas para
designar a estos tipos humanos fronterizos: “renegados”, “refugiados” o “agre-
gados”. También existían lenguaraces indígenas, pero la escritura se concentró casi
exclusivamente en estos grupos. A partir de mediados del siglo xix se presentan
también escribas secretarios indígenas, pero en este caso el aprendizaje de la escri-
tura tuvo lugar en Chile, entre franciscanos y jesuitas que llevaban a cabo una
política lingüística diversa del otro lado de la cordillera.
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En las últimas décadas ha cobrado impulso el estudio de distintas figuras típicas
en contextos de frontera consideradas bajo denominaciones más amplias como
“cultural brokers”, “passeurs culturels” y “Kulturvermittler”, en las que el aspecto
lingüístico ocupa un lugar de importancia pero se hace hincapié en la intermedia-
ción cultural (Häberlein & Keese 2010; Hagedorn 1988, 1995; Karttunen 1994;
Merrell 1999; Pym 2000; Szasz 1994). Para la idea de frontera como espacio de
encuentro intercultural puede consultarse White 1991 y Weber & Rausch 1994.
14
“En aquellos años era imposible para los indios arrastrar al cautiverio a criaturas
medianamente cultas, pues la civilización aún no se había desarrollado en las clases
pobres de la sociedad y menos entre los pobladores de la campaña, que eran siempre
la presa de las continuas invasiones” (Avendaño 2004: 162).
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Véase Bechis 2008, que caracteriza a las secretarías indígenas como “nodos
informativos”. En Perna 2013 trato el tema de las consecuencias culturales de la
incorporación de la escritura a una sociedad que no la tiene, particularizando en las
sociedades pampeanas.
16
Véase Mansilla 1877: §45: “Juan de Dios San Martín era el lenguaraz de mi
compadre [Baigorrita], su secretario, su amigo, sirviente y confidente. Varias veces
como representante suyo estuvo en el río Cuarto”.
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Véase Perna 2013. En Durán 2006 se puede leer el análisis del archivo del cacique
Namuncurá desenterrado en una duna tras la huída de las tribus Salineras y entre-
gado a Estanislao Zeballos, quien estaba encargado de colectar materiales para
investigaciones antropológicas. Una de las carpetas de esta colección resguardada
en la Biblioteca “Enrique Udaondo” en Luján contiene pruebas caligráficas de
firmas, un abecedario, cuentas aritméticas, diversos modelos de cartas y diez copias
de una misma carta que sirvieron de ejercicios de escritura. Lamentablemente no
se han emprendido hasta el momento estudios más detallados de esta breve pero
contundente prueba de la existencia de una “escuela de lenguaraces”, como la llama
Durán.
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sino más bien, la ayuda que los lenguaraces ofrecían para presentar
un contenido en la forma idiomática y textual correcta. Al margen,
los lenguaraces tenían también efectivamente la función de corregir
a otros intérpretes en un sentido estricto, como veremos más ade-
lante, y para tal fin los caciques contaban generalmente con más de
un lenguaraz a su servicio además de aquellos que podían cumplir
esta función ocasionalmente, como se testimonia en algunos relatos
de viajeros en la Pampa y Patagonia (por ejemplo, Cox 1999, Guin-
nard 1999).
En la tarea de poner por escrito un mensaje, no debe verse al
lenguaraz secretario como un simple traductor de un texto, o como
alguien que reproduce simplemente lo que el cacique le dicta. El
lenguaraz generalmente debía poner en forma el contenido de un
mensaje en una lengua, es decir, trasladarlo a un empleo idiomático
y textual adecuado en otra lengua. Esto significaba que la produc-
ción de un texto dependía tanto de los conocimientos idiomáticos
como de los conocimientos expresivos del lenguaraz, en especial
cuando el cacique que “dictaba”, tenía escasos conocimientos idio-
máticos o tal vez ninguno.
Las cartas están escritas en primera persona. El empleo de la
primera persona, sin embargo, puede considerarse como mera con-
vención del estilo epistolar: una única persona que escribe y firma
la carta. Pero existen también indicios, como en las siguientes cons-
trucciones citativas o reportativas, que permiten suponer que, al
menos la planeación textual, no siempre era un acto individual, sino
más bien una tarea colectiva. En los siguiente ejemplos, donde apa-
recen formulaciones en discurso indirecto, permanece incierto si se
trata de expresiones impersonales (“uno/alguien me dice” o “me
dice(n)”) o pasivas (“se me dice”). En el tercer caso, se menciona
con precisión una instancia plural definida, algunos jefes:
De la cautiva que me pide me dise que se á muerto dentro una peste
y se murieron tres hijos mas de Colia. (D 219)
Mi padre con respecto á la cautiba Fortunata Gallo qe. me dise haga
lo posible mandarsela dire aVd, qe. no he podido hablar nada con
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Relmí por qe. me disen qe. Vd, le habia escrito una carta proponien-
dole Comprarsela (D 412)
pues no solo me dan mal rracionamiento sino tambien me han dicho
que decir algunos Jefes que me ban a Inbadir (D 893)
5. Traductores
Para no tener que diferenciar permanentemente si se trata de una
comunicación oral o una escrita, nos valemos aquí de un concepto
de traducción en un sentido amplio, i. e. como traslación —concepto
suficientemente abstracto como para abarcar tanto la comunicación
oral como la escrita—,18 y distinguiremos entre las mismas solo
cuando resulte necesario.
Los lenguaraces cumplen la función de traductores en el sentido
amplio de traslación, una función que históricamente ejercieron
18
Neubert (1996) brinda la siguiente definición: La traducción y la interpretación
son actividades comunicativas que, por un lado, presuponen multilingüismo y, por
el otro, ayudan a superar la falta de multilingüismo. Comprendidos bajo el con-
cepto englobante de traslación se puede definir ambos procedimientos lingüísticos
como comunicación mediada de manera bilingüe. Con ello se pone de relieve el
doble aspecto de la traducción y la interpretación: el bilingüismo del traductor y
la función interventora o mediadora de la traslación para terceros (913). El con-
cepto de “Translation” como noción abarcadora de la traducción y la interpretación
fue desarrollado por la Escuela de Leipzig. El primero es Otto Kade en un ensayo
de 1968, “Azar y regularidades en la traducción”. Existe una publicación reciente
(Wotjak 2013), que resume en una completa antología lo más destacado de esta
escuela y presenta por primera vez la mayoría de sus textos principales en español.
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El reconocimiento de elementos idiosincráticos en una lengua no implica
necesariamente que la otra lengua se caracterice por su “pobreza semántica” y con-
secuentemente sea de menor valor, como interpretan este pasaje Catelli y Gargatagli
(1998: 393-395). Sobre el concepto de “equivalencia“, central en la teoría de la tra-
ducción desde la antigüedad, puede verse Stolze (2001: 93-110).
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I) L II) L
P1 P2 P1 P2
II)El esquema
L I corresponde a III)
una comunicación
L1 oral L2
y II a una
escrita, en la que la línea de corte simboliza la distancia espacio-
temporal entre emisor y receptor. Las líneas tienen dos puntas, pues
las relaciones entre participantes y lenguaraces son recíprocas. En el
P1 de la escritura, damos porP2supuesta
caso P1 una respuesta que complete P2
el intercambio, caso contrario, la líneas no tendrían dos puntas. En I)
ambos participantes están en presencia, pueden verse y oírse mutua-
mente, pero no se pueden entender más que parcialmente, y solo lo
pueden hacer a través de un lenguaraz. En II) la comunicación entre
III)
emisor y L1 L2
receptor es directa solo en apariencia, ya que solo puede
tener lugar a través de un escribiente como intermediario que escriba
o lea la carta. Es decir, aunque emisor y destinatario de la carta figuren
enP1el texto epistolar, uno de ellos
P2no escribió o leyó la carta de forma
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III) L1 L2
P1 P2
7. Palabras finales
En algunas fuentes de la llamada literatura de frontera y otros relatos
de viaje y memorias, no escasea la reflexión sobre problemas que
son también asunto de discusión permanente entre teóricos de la
traducción y la interpretación. En estos autores, sin embargo, son
problemas concretos, propios de su praxis cotidiana y de la cons-
ciencia de su oficio. Este es un punto central para interpretar los
actos comunicativos en los que tomaban parte. El análisis de los
entornos de un acto comunicativo que tuvo lugar en el pasado no
ofrece respuestas ciertas a todas las preguntas; algunas cuestiones
deben quedar abiertas. En nuestro caso no es posible dar una res-
puesta cabal al alcance y los límites del conocimiento idiomático y
el expresivo de caciques y lenguaraces; seguramente había un alto
grado de variación en cada caso. Lo mismo vale para el nivel de con-
fianza entre los caciques mandantes y sus lenguaraces comisionados.
En todo caso, debemos esforzarnos por no tomar por general lo que
puede ser singular. Nuestro intento de fijar un modelo abarcativo
del acto comunicativo en que intervinieron lenguaraces y escribas
intenta ser fiel a esta premisa. La reconstrucción de estos entornos
posibilita al menos un conocimiento más realista y ofrece mayores
certezas en la interpretación de documentos históricos, al tiempo
que deja abierto el tema para una consideración más amplia del lugar
histórico que cupo a estos agentes de la comunicación interétnica.
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