El Daño Psíquico Sistémico - DIODATI

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“El daño psíquico sistémico”

Lic. Marcela DIODATI – Dr. Adolfo MÉN-


DEZ

Colaborador: Dr. Martín SABADINI

1
Dedicatoria

A nuestro hijo Nahuel por su paciencia en soportar que en lo coti-


diano sus padres “traigan” el trabajo a casa.

A nuestro por siempre querido amigo-hermano Periodista Gui-


llermo MURIEL por sus aportes y apoyo durante tantos años.

Agradecimientos

Al Prof. Dr. Mariano CASTEX por su inestimable apoyo y gene-


rosidad aún en las diferencias.

Al Dr. Ricardo BURMAN estimado amigo y Abogado con el cual


hemos comenzado a pergeñar hace unos cuantos años lo teórico-práctico
que hoy hemos compartido en el presente libro.

Al Dr. Martín SABADINI como autor invitado y quien nos ha


abierto la posibilidad que nuestra propuesta sea difundida y discutida en
el ámbito Forense.

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Índice

Capítulo 1) Introducción al Pensamiento Sistémico y su


relación con el Derecho, en los Fueros Laboral y Civil
Capítulo 2) Daño Psíquico Sistémico
Capítulo 3) Daños en el nuevo Código
Capítulo 4) Casuística de Ejemplo de Daño Psíquico Sis-
témico
Capítulo 5) Algunas reflexiones acerca del vínculo em-
pleador-empleado en las Pymes

Anexo
Baremo de Daño Psíquico Sistémico

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Capítulo 1

Introducción al Pensamiento Sistémico y su relación con


el Derecho, en los Fueros Laboral y Civil

A riesgo de repetir conceptos que algunos lectores ya dominan e


incluso emplean en su metiere, nos pareció oportuno hacer un breve rac-
conto del desarrollo histórico del llamado Pensamiento o Perspectiva
Sistémica.

Casi todos ubicamos y coincidimos que es a mediados del siglo pa-


sado donde podemos ubicar los comienzos de la corriente a describir,
empero fue en la década de los 80 en la cual hubo un “estallido epistemo-
lógico” y se produjo una verdadera revolución en el pensamiento Cientí-
fico, que no dejó un solo ladrillo sano en la pared de ningún paradigma.

Algunos la llamaron también, como la época de la “caída de los pa-


radigmas”, dado que en ella se afectaron los cuerpos teórico-prácticos de
muchas ciencias –aún las consideradas duras- como la física, la química,
las matemáticas, etc. las cuales se vieron seriamente afectadas en sus in-
cólumes “verdades”.

Se revolucionó la neurobiología, la sociología, la antropología y


hasta la economía y la política, obviamente ante tamaño sacudón de las
prolijas bibliotecas, se cayeron muchos libros que hasta ese momento
eran incuestionables, en esta última caída no podían quedar ausentes dos
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jóvenes especialidades del arte de curar como lo son la psicología y la
psiquiatría que los autores representamos.

Fue por la confluencia de saberes que -representados por los hoy


llamados “íconos” del nuevo pensamiento- se fue construyendo y conso-
lidando el pensamiento que intentamos describir desde sus orígenes.

Conscientes de que el mencionar en primer lugar a alguien puede


originar vanas discusiones acerca de si efectivamente fue con fulano y no
zultano con quien se dio el comienzo, aclaramos que -desde nuestra vi-
sión- fue el Inglés Gregory Bateson uno de los gestores del movimiento;
justamente porque desde su visión de trabajo en Interdisciplina, inter-
sectó saberes o conocimientos que hasta antes de su intervención corrían
por cuerdas separadas.

Los conocimientos de Bateson a nivel de la Antropología, la Lin-


güística y la naciente Cibernética le permitieron rápidamente contactarse
y confluir con el Austríaco Paul Watzlawick, Psicólogo y Filósofo, crea-
dor de la hoy famosa e impuesta Teoría de la Comunicación Humana, a
su vez integrante y co-creador de la corriente llamada hasta la actualidad
Constructivismo Radical.

Fue precisamente Watzlawick quien dio un espaldarazo fantástico


con sus aportes desde el M.R.I. de Palo Alto a la naciente Terapia Fami-
liar desde la óptica Sistémica que aún hoy pervive como la llamada “co-
rriente de Palo Alto”.

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Nuevamente aclaramos al lector, en forma totalmente arbitraria re-
conocemos que fue para nosotros el Estadounidense Bradford Keeney,
Psicoterapeuta y audaz epistemólogo quien produjo un –si se nos permite
la expresión- un “rulo” y un verdadero ensamble de los conocimientos de
personajes de la talla de: Heinz von Foerster, Virginia Satir, Carl Wita-
ker, Salvador Minuchin y el duo latinoamericano de Francisco Varela y
Humberto Maturana Romesín.

Siguiendo a Keeney(1), la epistemología tuvo en los 80 dos alterna-


tivas a seguir la llamada clásica o lineal, que nosotros preferimos definir
como “causalística-lineal-aristotélico-tomista”.

Esta primera opción explicativa podríamos decir que toma de lo


que llamamos la realidad un segmento (en forma reduccionista) lo aísla y
una vez separado del contexto establece una relación lineal –de allí su
nombre- entre causa y efecto.

Dicha epistemología no solo tiene siglos de existencia en el conoci-


miento que el hombre ha acumulado de sí mismo y de la realidad que lo
rodea, sino que además tiene la peculiaridad de dejar por fuera a quien
utiliza este método, es decir se considera a sí misma –al decir de Matu-
rana- con un “acceso privilegiado a lo que llamamos realidad” por el cual
el Observador está excluido del objeto de estudio y por ende este último,
estudia, define y habla de su objeto de estudio “Objetivamente”.

La condición sine quanon para esta posición epistemológica es que


el conocimiento arribado o “descubierto” es necesariamente Universal,
es decir el paradigma a seguir es aplicable para toda situación en la cual
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se apliquen los criterios de validación que el mismo Investigador pro-
pone.

Por otro lado la epistemología heredera de la caída de los paradig-


mas es esencialmente circular, cibernética(Gl) (es decir el Observador
está incluido y determina en el objeto estudiado) y Multivérsica(Gl) (en
clara contraposición con lo Universal del otro método).

Esta última palabra resume el todo.

Hay tantas “versiones” del objeto descrito como descriptores. Los


criterios de validación Científica –siguiendo nuevamente a Maturana-
son convenciones o recurrencias del dominio de la praxis del vivir que
son aceptadas como válidas entre dos o más descriptores que aceptan en-
tre sí que no se tienen más que a sí mismo para realizar dicha convalida-
ción.

Esta última hipótesis epistemológica derribó y echó por tierra el só-


lido edificio hasta allí construido acerca de la Objetividad y por ende de
la verdad ontológicamente trascendental “última” y encerrada en lo pro-
fundo de las cosas.

El Derecho como parte del conocimiento humano fue lógicamente


siguiendo los distintos paradigmas que la humanidad –léase en este úl-
timo vocablo, el llamado mundo de tradición greco-judeo-cristiano- ha
ido sustentando para dar apoyo a su cuerpo teórico y práctico.

La suscripción al modelo causalistico y lineal del Derecho desde


sus orígenes hasta nuestros días no nos parece una casualidad.
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Muy por el contrario, el Derecho dice de sí mismo ser: dinámico,
cambiante y que por lo tanto se va adaptando a las necesidades de la po-
blación en la cual se halla inserto, como veremos más adelante esto
desde la posición lineal no puede ser así.

El Derecho necesita de forma vital la estabilidad conceptual para


poder operar y establecer el ideal llamado Justicia y obrar a través de sus
representantes Abogados y Jueces en consecuencia con dicho ideal.

A riesgo de adentrarnos en terrenos cuasi Filosóficos, nos parece


necesario hacer lo que en apariencia es una digresión respecto a la Justi-
cia, pero que nos permitirá posicionarnos en un lugar crítico de dicho
concepto que más adelante desarrollaremos con amplitud.

Cuando precedentemente decíamos que el Derecho necesita como


el agua suscribir al modelo lineal, lo decíamos porque precisamente si
hay algo que se halla detrás de la Verdad es la Objetividad.

Desde la corriente causalistica lineal -y ya que estamos en el ám-


bito del Derecho podríamos decir sin riesgo- Kelseniana positivista,
puestos a juzgar si un acto humano es justo o injusto, seguramente se uti-
lizarán los 3 pilares básicos y clásicos del derecho a saber: los usos y
costumbres como fuente material y formal, la legislación vigente y la ju-
risprudencia.

Detrás de estos 3 elementos básicos se halla “oculto”; que la des-


cripción de ese acto jurídico, como justo o injusto lo realiza alguien, es
decir es un humano (o varios) que designado/s y avalado/s con precisos

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criterios de validación, ese alguien tiene autoridad para ello y establece
con “Objetividad” dictamen.

Aquí es necesario volver al criterio Cibernético antes mencionado,


debemos volver a posicionarnos acerca del lugar del Observador o Des-
criptor(Gl) y si este se considera por fuera o dentro del objeto descrito.

Desde una visión Constructivista los seres humanos co-construi-


mos con nuestro interlocutor lo que llamamos la realidad en el lenguaje,
por lo tanto no hay nada afuera de cada descriptor que afirme o niegue si
lo que decimos que es la realidad, lo es en sí misma.

Es nuestro acuerdo en el lenguaje lo que definirá a que nos referi-


mos y por lo tanto solo nos tenemos como referencia para ello a nosotros
mismos.

En definitiva si tenemos un acuerdo y lo queremos sostener como


válido, haremos bellas explicaciones para convencer a quien nos cues-
tione que aquello a lo que nos referimos es no solo válido, sino que “ob-
jetivamente” lo es.

Profundizando este concepto constructivista, desde la visión Matu-


raniana según el marco de referencia o paradigma del descriptor, será el
producto de su descripción.

Si quien describe acepta su condicionamiento biológico, de ser un


sistema neuronal cerrado en el cual no hay adentro ni afuera, acepta con
ello que solo en congruencia operacional con el medio en el que biológi-

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camente actúa, esta congruencia le permite o no conservar –sin cuestio-
nar su organización -la cual condiciona su existir biológicamente ha-
blando- su estructura o modificarla.

Con esta aceptación se está dando a entender que si en la mencio-


nada congruencia operacional hablamos con un congénere, será con este
con quien nos haremos cargo en nuestro lenguaje y en nuestra emoción
que lo que definimos como realidad vivible, será “objetivamente” vivible
solo como una definición co-construida y sin ninguna trascendencia on-
tológica, ni ningún otro hecho ajeno a los descriptores que la condicione.

Este hacernos cargo de que es nuestro emocionar, el que nos hace


definir en el lenguaje con el otro absolutamente todo lo que llamamos lo
existente, comporta asumir para ello que el otro es un legítimo otro en la
convivencia y por lo tanto su emocionar y su lenguaje es tan válido como
el mío en cuanto a medio para definir lo que llamamos la realidad, la ob-
jetividad, lo que es lícito, ilícito y cuanto queramos definir con este mé-
todo.

En resumen, aceptar que el otro es un legítimo otro como descrip-


tor comporta aceptar el multiverso, es decir que hay tantos bellos (o no
bellos) discursos descriptivos como descriptores hay, solo que según
nuestro emocionar los criterios de validación serán aceptados o no, res-
ponsable o irresponsablemente.

Por el contrario si asumimos que por fuera de nuestra realidad bio-


lógica hay “un mundo” al cual –si se tiene un acceso privilegiado al
mismo- puedo acceder, lo puedo penetrar, buscar onticamente y descu-
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brir su verdad más profunda, utilizando el método causalistico y lineal,
con sus criterios de validación autoreferenciados, podré decir que hay
una verdad, una objetividad que nos sirve de referencia y como descrip-
tor la definiré como tal.

Este camino explicativo –al modo de decir nuevamente Maturania-


no(2)- es el que utiliza el descriptor como criterio de Objetividad para
obligar a su interlocutor a aceptar la misma.

Tenemos con ello, tal como le gustaba decir a Giambattista Vico (3),
descripciones de lo que llamamos realidad para que las cosas se acomo-
den en bellas proporciones, pero que son vistas desde un solo lugar po-
sible, es decir necesariamente son verdades Universales.

Por lo definido precedentemente, la utilización coherente del ca-


mino explicativo que el descriptor utiliza, en ese camino admite una sola
vía, no puede convivir en él un multiverso con un universo.

Para el primer método solo es necesario que quien describe o dis-


tingue registre un acuerdo emocional con el interlocutor, en la cual su vi-
sión o descripción es tan válida como la mía.

En el segundo método, hay un supuesto acceso a lo profundo de las


cosas que en forma privilegiada algunos individuos tienen y por ende
pueden describir porqué las cosas son como son.

Claro está que en este camino explicativo hay un pequeño proble-


ma cuando –lógicamente desde su emocionar básico- alguien cuestiona

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aquello que le están describiendo porque por alguna razón no lo percibe
tal como se lo describen.

Esto pone al descriptor ante dos alternativas: En la primera, trata de


convencer a su interlocutor que está equivocado porque él sí accede a “la
realidad” profunda (porque su privilegio de acceso es más valioso que el
de su interlocutor) y por lo tanto si no convence, no habrá acuerdo posi-
ble y cada uno seguirá con su Universo (única versión a la cual obvia-
mente remite el vocablo).

Existe una segunda posibilidad de que –volviendo a Maturana- uno


de los dos obligue al otro echando mano a la Objetividad y logre imponer
su criterio de validación citando a otros que describieron antes y por lo
tanto ya instituyeron “verdades”.

Si estas últimas están agrupadas en “saberes”, para fundamentar


sus dichos, traerá a la mano Instituciones, Academias, Facultades en las
cuales descriptores calificados ya han accedido a la realidad profunda de
las cosas y ya han establecido como son en realidad las mismas.

Si la obligación es convincente se diluirá el desacuerdo y los dos


convivirán bajo un mismo Universo hasta que el próximo emocionar di-
sonante vuelva a separarlos.

A nuestro modo de ver fue necesario hacer este recorrido, enten-


diendo que al lector le podría parecer una cuasi filosófica e innecesaria
digresión.

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Hecha esta última aclaración, intentaremos utilizar algunos concep-
tos básicos de nuestra visión o perspectiva para aplicarla al Derecho.

Basándonos en algunas definiciones que hemos vertido hasta aquí,


somos conscientes que a esta altura del libro, si el lector es Abogado,
tendrá que ejercitar sobre sí mismo aquello que hemos denominado, la
ruptura epistemológica.

Uno de los pilares del Derecho es el tener como sujeto del mismo
al individuo, es decir es la persona quien desde la esfera individual plan-
tada desde su propia entidad, reclama y percibe sus derechos.

Todo el andamiaje teórico-práctico del ejercicio del derecho ha gi-


rado siempre alrededor de la reparación de cualquier situación que com-
porte un daño a dicha integridad, sea esta patrimonial o extrapatrimonial.

Es por ello que no casualmente el método causalistico-lineal-positi-


vista encaja en esta visión del individuo y el derecho.

Es decir es el individuo quien existencialmente hablando y plan-


tado ante la realidad, por su sola existencia comporta derechos, no deter-
mina ni co-construye con nadie descripciones individuales, vg.: que es lo
justo o injusto, legal o ilegal.

En este camino explicativo a las Instituciones “ad hoc”, se les han


delegado la capacidad y potestad de definir -para obligar de forma obvia-
mente Universal-, acerca de aquellas descripciones o definiciones a cum-
plimentar.

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Dichas definiciones constituyen verdaderos corpus teóricos-prácti-
cos, llámese a los mismos: Códigos, Leyes, Constituciones, etc. que se
estudiaran en Facultades y una larga lista de Instituciones que corporizan
el saber Objetivo del Derecho.

Claro está que tal como lo vimos anteriormente cuando dos o más
individuos chocan en su visión de algún derecho afectado, ambos recu-
rren y están obligados a aceptar y delegar en alguien –que desde un ac-
ceso privilegiado a lo que llamamos realidad- interpretará y validará una
sola visión de la realidad como “correcta”, objetiva y justa.

Empero lo que ya era una certeza, se cae cuando el camino explica-


tivo que damos a lo que llamamos realidad, lo describimos desde la co-
construcción en el lenguaje.

Con esto último estamos aceptamos nuestra limitación biológica en


no acceder con ningún privilegio a ninguna realidad objetiva que se halle
a nivel externo de nosotros mismos.

Todo el esquema referencial descrito desde el otro camino explica-


tivo no nos es suficiente cuando tenemos que dar cuenta del Multiverso.

Aquí será necesario que el lector nuevamente nos tenga un poco


más de paciencia y acepte –emocionalmente claro está- que hagamos en
apariencia otra digresión que creemos que no es tal.

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Ya hemos destacado hasta el cansancio que –desde nuestra pers-
pectiva- los seres humanos no solo constituimos realidades en el lenguaje
sino que –nuevamente desde Maturana- en una mezcla exacta de emo-
ción y lenguaje (que el mencionado autor llama “lenguajeo (2)”) genera-
mos vínculos que cuanto más tiempo y recurrencia tienen de existencia,
más profundo y complejo se comporta.

Es popularmente aceptado que la familia es una célula o sistema


que forma parte de un todo que es el tejido o sistema social.

Es de suponer que en el ámbito de nuestra familia nuclear –donde


obviamente circula una intensa emoción de aceptación del otro como un
legítimo otro en la convivencia- es el lugar, donde justamente, cuanto
más recurrente y circular sea el lenguajeo, el mismo tendrá la peculiari-
dad de constituir “un mundo” (que contradictoriamente es co-construido
colectivamente, pero que paradójicamente es definido individualmente
como tal), es por ello que es popularmente aceptado decir: cada familia
constituye un mundo.

Es aquí donde el lector tendrá que incursionar en la ruptura episte-


mológica de la cual hablamos precedentemente.

En un principio, el mundo que constituye el sistema familiar, es co-


construido por los dos individuos fundantes, si dicha dupla tiene descen-
dencia constituirá un lenguaje o lenguajeo familiar, que se ira constru-
yendo en la misma en centenares de horas, días, meses y años con su
crías en una recurrencia de coordinaciones conductuales consensuales de
la praxis del vivir.
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Justamente por la operación de la recurrencia –repetición que las
valida en el tiempo- constituyen a su vez coordinaciones consensuales de
coordinaciones consensuales que forman “el mundo” en el cual conviven
en un delicado equilibrio de acuerdos y desacuerdos en el emocionar
(léase si se quiere en el amor).

Es de suponer que el sistema familiar así constituido sobre la base


de un emocionar positivo y congruente con el otro genera operacional-
mente una “dependencia” del otro para que lo que ese sistema llama su
realidad familiar este completo o definido como tal.

Es decir, la interacción amorosa y fáctica del día a día familiar se


conforma de tal manera en la cual una acción u omisión de uno de los
componentes del sistema afecta la “realidad” individual y colectiva del
mismo y condiciona per se la existencia del sistema.

En el siguiente genograma se grafica las interacciones comunica-


cionales y vivenciales típicas del sistema familiar sus componentes y sus
mutuas interinfluencias.

Con la lógica dificultad para atrapar en un dibujo algo tan dinámico


como los son los vínculos humanos, hemos intentado destacar la dife-
rente intensidad vincular en las líneas o flechas que va y viene hacia cada
individuo, algunas más gruesas que otras queriendo mostrar con ello que

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en algunos casos la intensidad vincular va y viene en la misma propor-
ción y otros solo va para un lado y lo que regresa es de intensidad mí-
nima.

¡¡¡En fin con ello se muestra que no siempre nos quieren como sen-
timos que queremos y viceversa!!!

Como se puede apreciar en el dibujo, si ya la descripción de lo que


dos individuos llaman “su realidad” resultaba compleja de entender –des-
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de la óptica lineal obviamente- cuando de dos individuos pasamos a 3 o
más componentes del sistema, hay más complejidad en la definición de
lo que se quiera definir.

Aquí hemos llegado a uno de los ejes de nuestra posición que da tí-
tulo a nuestro libro.

Para ello traeremos en principio a nuestras manos no solo la expe-


riencia que ambos tenemos en el ámbito Forense como Peritos, sino
nuestra experiencia Clínica acumulada en los últimos 35 años en el ejer-
cicio de nuestras profesiones de Psicóloga y Psiquiatra, tanto en el Hos-
pital J. T. Borda como en nuestra práctica privada, tratando parejas y fa-
milias disfuncionales desde la perspectiva sistémica.

En nuestro trabajo sobre todo a nivel Hospitalario, es una ventaja


operativa el trabajar con el recurso técnico que nos da el uso de la Cá-
mara Gesell.

Sabemos que los Abogados que trabajan en el fuero Civil y más


precisamente en Familia, conocen este recurso y seguramente lo han po-
dido vivenciar como observadores desde el lugar destinado para ello.

Para aquellos que no conocen este recurso técnico haremos una


breve descripción.

La Cámara Gesell clásica (que es la que usamos en el Hospital)


consiste en dos habitaciones contiguas que están separadas entre sí por
un vidrio de efecto de luz unidireccional.

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Es un vidrio que por diferencia de estímulo lumínico, en la habita-
ción más iluminada el vidrio responde a la luz comportándose como un
espejo y por lo tanto cerrando toda posibilidad de observación hacia la
otra habitación.

Por el contrario del otro lado en un cuarto que se oscurece adrede,


se puede observar lo que ocurre en el primero, obviamente con un equipo
de audio se puede oír lo que la familia o pareja asistida dicen o hacen.

Una característica que desde muchos años tienen nuestros equipos


asistenciales es la de trabajar siempre –en la parte visible para los consul-
tantes- en forma de Co-terapia.

En una propuesta consciente y técnicamente preparada para ello, la


pareja Co-terapéutica siempre proponemos que sea heterosexual, es decir
invariablemente en el Campo hay una mujer y un hombre que represen-
tan lo que nosotros llamamos “el subsistema Consultado”.

Del otro lado en la sala oscura o lugar de Observación se halla el


resto de los componentes del mencionado sub-sistema consultado, el cual
colabora y participa con sus Colegas cuando les parece pertinente.

En ambos espacios hay un teléfono o intercomunicador que permi-


te conectar a los dos sistemas, por lo general se utiliza para hacer alguna
observación o contribución quienes están en el lugar de Observación co-
mo co-terapeutas y en algunos casos para hacer alguna intervención con
algún integrante del sistema consultante.

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Obviamente la modernidad y los nuevos sistemas de video, han po-
sibilitado que en algunas Instituciones en vez de vidrio espejado, se uti-
lice un circuito cerrado de televisión.

En estas últimas se hace uso de una cámara video –que por lo gene-
ral está fija- lo cual en algunos casos a distancia (vía Skype, etc) les per-
mite a quienes están en el sitio de Observación cumplir con su misión
para con los consultantes o pareja co-terapéutica.

Un lector perspicaz habrá notado que hemos definido al sistema


con la palabra consultante y no hemos usado el popular término “pa-
ciente”.

Este vocablo es muy usado en Medicina y obviamente en Salud


Mental, para definir a quien se asiste.

En coherencia con nuestro posicionamiento constructivista-matura-


niano no es gratuito como se dice lo que se dice y mucho menos quien lo
dice.

En una coherencia epistemológica que no hace más que representar


la cultura en la cual están insertos, nuestros consultantes no se autodefi-
nen a sí mismo como tales.

Muy por el contrario llegan definidos desde ellos mismos como


pacientes, y si ellos no se definen como tales, las “Instituciones” ya se
ocuparán de ubicarlos en el lugar que les corresponde.

Solamente ubicados en ese lugar o rol (de paciente/s), es esperable


que el Médico Psiquiatra o el Psicólogo definido como el que sabe y el
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paciente en el lugar del que no sabe (nuevamente la Objetividad como ar-
gumento para obligar del que antes habláramos) ambos “jueguen” un si-
niestro juego en el que todo se halla predeterminado.

En nuestra experiencia, el promedio de quienes conocemos como


sufrientes o consultantes, expresa en su lenguaje y en sus acciones lo que
el promedio de su cultura les ha enseñado que deben hacer.

Cuando son citados para una Entrevista Familiar quienes asisten


como familiares del señalado como “paciente”, se posicionan y ven a sí
mismos invariablemente en el lugar de los “sanos” de la familia.

Sienten que vienen a la consulta solo porque son llamados y


cuando mucho concurren para aportar datos sobre su familiar enfermo.

Le recordamos al lector que el Borda es un Hospital con régimen


de Internación, cuando un asistido es Internado por lo general ocurre
luego de una grave crisis de “su” cuadro psicopatológico y por lo tanto
quien es internado es sin dudas “el paciente”.

Para la Medicina en general (y en la mayoría de sus Especialida-


des) también hubo un “anillo” que Científicamente hablando “encajó en
su dedo” durante muchos siglos y miles de años.

Las propuestas explicativas de las enfermedades humanas han te-


nido siempre una coherencia operacional en el estudio de las mismas.

La utilización del método causalistico y lineal ha desempeñado un


rol importantísimo como construcción argumental científica operativa en
diversos saberes o especialidades médicas, más no es nuestro objetivo en
21
este libro cuestionar esos “saberes” en especialidades ajenas a las nues-
tras.

Empero, donde sí nos interesa discutir los caminos explicativos y


su incidencia en las personas sufrientes es en el ámbito de la Salud Men-
tal.

Decíamos antes que nuestros consultantes sin duda reflejan el me-


dio cultural en el cual están insertos y si durante toda su vida han visto
que ha sido operativo ante una Consulta Médica el ubicarse como pa-
cientes, ¿porque extraña razón habrían de hacerlo en otro posiciona-
miento en una consulta psico-psiquiátrica?

Por otra parte los componentes de un sistema disfuncional invaria-


blemente cuando llegan a una Consulta que es abordada desde nuestra
óptica, hace uso y abuso de ese posicionamiento cultural descrito (el cual
paradójicamente le hace el juego a la disfuncionalidad y al malestar que
todo el sistema padece) como modalidad resistencial al cambio.

Nos parece importante explicar o señalar desde nuestra posición


por qué decimos que los consultantes vivencian una situación paradojal.

Es frecuente que en el rol Docente expliquemos a nuestros discípu-


los y alumnos que en las primeras entrevistas con los consultantes, en
este primer acercamiento a la problemática, se dirime una lucha episte-
mológica y de paradigmas.

La familia consultante, expresada en forma individual o colectiva –


permítasenos la metáfora- lucha denodadamente por mantener su lugar
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de sanos y por ubicar en el lugar de paciente al integrante que todos han
señalado como el “enfermo”.

Obviamente nuestro equipo tratante, no participa voluntariamente


en esa lucha con presupuestos explicativos que le hagan “entender”
nuestra visión de lo que les pasa, sino por el contrario se manifiesta des-
conocedor de lo que les pasa y porqué y para qué les pasa lo que ellos
dicen que les pasa.

Es decir, huimos como a la peste definir nosotros como sub-sis-


tema consultado quien o quienes son los pacientes o sufrientes y mucho
menos el motivo de consulta.

No gratuitamente utilizamos en las sesiones una y otra vez el voca-


blo consultante/s, cuando la familia deja de luchar, se empieza a ver sí
misma en un plano plural y por ende toma su producción como un todo y
producido por todos.

Solo cuando el sistema consultante hace propia esta óptica entra en


el plano emocional, deja voluntariamente el paradigma causalistico-li-
neal y co-acuerda con el sistema consultado que necesita ayuda técnica y
establecen ahí sí su motivo de consulta.

Dicha ayuda técnica es utilizada para desandar el camino que los


llevó a co-construir una praxis del vivir incompatible con la estructura
del sistema a tal punto que a veces llegan a la consulta con daños irrepa-
rables en la organización que los define como sistema.

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Cuando se produce ese quiebre emotivo, el sistema se apropia de la
consulta sale del lugar ineficaz del “paciente”, vocablo este último que
inevitablemente remite al que espera en posición asimétrica que otro que
sabe lo ayude.

Recién cuando los consultantes salen de esa posición pasan a ser


protagonistas responsables de lo que con sus acciones y emociones
provoca sobre los otros componentes del sistema, que se muestra en un
área como disfuncional.

Justamente si hay algo que muestra la Clínica de Familia o de Pa-


reja vista desde esta perspectiva es como la vieja frase que fuera tomada
de la Gestalt por nuestros primeros maestros tiene plena aplicación,
cuando se dice: “el todo es más que la suma de las partes”.

Dicha frase o expresión cobra total y profunda dimensión cuando


los consultantes se aceptan como parte de un todo.

Allí la ruptura epistemológica opera terapéuticamente per se. Ello


ocurre cuando cada integrante del sistema rompe el individualismo y
abandona el acceso privilegiado a lo que llamaba realidad.

Desde ese momento ya nada lo puede constituir y definir desde la


posición lineal, por lo tanto del “yo defino” necesariamente tiene que pa-
sar al “nosotros definimos”, que implica obviamente asumir responsa-
blemente que sus acciones u omisiones afectan a los demás integrantes
de su sistema familiar y obviamente a sí mismo.

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En ese momento crucial la familia deja de proyectar el saber en el
afuera de su sistema (Médicos, Psicólogos, Jueces y un largo etcétera) y
se apropia del saber que les dice que: todo lo que les pasa, lo bueno y lo
malo, asintomático o sintomático, es expresivo de la disfunción que los
lleva a pedir ayuda.

Con la utilización de técnicas que devienen de la teoría de la Co-


municación, de la Cibernética del 2do. y 3er orden, del Psicodrama se
comienza a trabajar con los obstáculos que la familia o pareja conoce que
los lleva a repetir una y otra vez los síntomas no deseados que los llevó a
la crisis y a la consulta.

Para nuestra visión la “admisión temporaria” del sistema consul-


tante para con el subsistema consultado, como parte de “su sistema” es
una condición fundamental.

Consideramos que solo es posible comenzar a trabajar terapéutica-


mente cuando se instala una empatía básica (comienzo del leguajeo) con
la pareja co-terapéutica visible y/o con todo el equipo que se halla detrás
en la cámara.

Únicamente cuando se instala ese clima afectivo decimos que los


consultantes dejan de “luchar” y defenderse y se produce la reparación
de los vínculos básicos dañados (de la pareja parental entre sí, de la rela-
ción parento-filial, etc.) cuando el otro o los otros que eran sutil o alevo-
samente negados comienza a ser visto como ese legítimo otro del que
habláramos precedentemente.

25
Pues bien, nos pareció importante dar esta fundamentación desde la
práctica de nuestro abordaje Clínico, para ahora sí adentrarnos plena-
mente en el ámbito donde se intersectan el saber acumulado del Derecho,
de la Psicología y la Psiquiatría Forense y por lo tanto invitamos al lector
al segundo capítulo.

Capítulo 2

Daño Psíquico Sistémico

En nuestra experiencia como Peritos ya sea de parte como de Ofi-


cio, hemos visto que en el 90 % de los expedientes en el Fuero Civil

26
cuando se reclaman daños y perjuicios la carátula identifica solamente a
un actor.

Luego retomaremos lo destacado en “negrita” y fundamentaremos


desde nuestra visión, qué importancia tiene ese eje puesto en el reclamo
individual.

Decíamos entonces que del 100 % de las causas tratadas, en nues-


tra experiencia en el 10 % restante la aparición del “y otro/s” obedece a
que el daño que merece un efecto resarcitorio se ha producido en más de
un individuo y nunca o casi nunca el otro/s refleja una igualación de pro-
tagonismo –visto el fenómeno- desde una óptica plural.

Tomemos para graficar la típica situación que se reclama luego de


un accidente de tránsito seguido de lesiones.

Supongamos que en un vehículo viajan los integrantes de una fami-


lia típica, los padres y sus dos hijos.

Sufren un choque, el mismo es frontal y por ende como consecuen-


cia de la colisión; los padres que viajaban en los asientos delanteros su-
fren lesiones orgánicas.

Los hijos llevaban el cinturón de seguridad y solamente vivencia-


ron el accidente, pero no tienen ninguna lesión orgánica evidente.

Transcurre la correspondiente asistencia médica, y un tiempo des-


pués el matrimonio concurre a consultar a su Abogado de confianza.

27
Es altamente probable que el Letrado focalice su interés en consta-
tar que documental médica poseen sus clientes para comenzar a pergeñar
una probable Litis.

Supongamos que las secuelas lesionales físicas son de cierta grave-


dad. El hombre consulta distintas Especialidades Médicas dado que pa-
deció un fuerte golpe en su tórax al golpear contra el volante, ello le pro-
dujo fracturas en un par de costillas por lo cual fue asistido por un Trau-
matólogo.

Por la acción inercial del choque, en su columna cervical se pro-


dujo un severo esguince, que meses después conforman sintomatología –
por proceso denervatorio de raíces nerviosas- en ambos brazos (pérdida
de fuerza, sensación de hormigueo, etc.) por ello el Traumatólogo lo de-
riva a un Neurólogo.

Este último confirma -electromiograma mediante- que efectiva-


mente los síntomas en los miembros superiores se deben a daño neuroló-
gico.

Durante meses el mismo hombre padece sintomatología vertigi-


nosa como mareos, sensación nauseosa.

El mismo Neurólogo participante, seguramente iniciará el trata-


miento pertinente, indicará medicación –paliativa- sintomática, sesiones
de Fisiokinesiología para que el daño no se agrave, etc..

Y así podríamos seguir incorporando Consultas Médicas que irán


acumulando documental valiosísima para el Letrado consultado.
28
Con la mujer, co-víctima ocurrirá otro tanto. Supongamos que por
la violencia del choque se rompió el parabrisas y parte de los vidrios asti-
llados impactaron en su rostro, como consecuencia padeció ulceración
corneal en ambos ojos.

Seguramente aquí tendremos las correspondientes constancias de


atención del Oftalmólogo y las consultas a un Cirujano Plástico para tra-
tar las eventuales secuelas cicatrizales que pudieran quedar en una zona
tan delicada para una mujer como lo es su rostro.

El lector en el caso de ser Abogado, seguramente estará pensando


lo siguiente: El accidente arrojó dos víctimas, las cuales seguramente se
han iniciado acciones Penales por lesiones graves, por ello está ya pen-
sando en la copia del mismo que va a adjuntar como parte del Inicio de
Demanda.

El paso siguiente en su razonamiento será la carátula del expe-


diente, un clásico: Fulano de Tal y otro s/Daños y perjuicios.

Un lector atento dirá “ah estamos dentro del 10 % que los autores
hacían referencia al principio del capítulo”, habla de dos actores, este no
es el caso del cual nos quieren hablar.

No, no es así.

De leer atentamente la Demanda, el Abogado patrocinante nada


nos diría de los hijos del matrimonio en cuestión!!! y aquí es importante
volver a reafirmar conceptos que ya se han vertido.

29
En el capítulo anterior explicábamos que los paradigmas nos per-
miten movernos en lo que llamamos la realidad con ciertos parámetros.
Muchos de ellos por más que no estén escritos en ninguna parte, forman
parte del “saber popular” y por ende están más firmes que si efectiva-
mente formaran parte de algún código o ley sancionada.

El común de la población hace uso de una racionalidad causalistica


y lineal.

Por ello sentado ante el escritorio de su Abogado seguramente al


matrimonio accidentado, ni por asomo se les ocurrirá que sus hijos ten-
drían que estar presentes en dicha entrevista.

El Abogado que hace uso cotidiano del mismo paradigma, que


también está inserto en la misma cultura ¿por qué razón pensaría dis-
tinto?

No hay ninguna razón lógica a la vista por la cual el Letrado ten-


dría que pesquisar que puede haber más de dos sufrientes como producto
del accidente de tránsito que lo ocupa.

Es más el Letrado del ejemplo, rápidamente tendría el siguiente


diálogo interno: “el matrimonio me dijo que venían viajando en el mismo
auto con sus dos hijos, ¿que hago? ¿los cito a los cuatro una vez más así
completo el relato de los hechos con más elementos?”

Seguramente se respondería: “no para que voy a perder tiempo!! si


ya los padres me relataron suficientemente, además me dijeron que los
hijos no tenían lesiones orgánicas, ni un rasguño, para que me voy a
30
meter a pedir algo incierto como lo del daño psíquico si el Juzgado no
me lo va a aceptar, no tengo documental de asistencia no tengo nada, me-
jor voy a lo seguro por el reclamo del matrimonio y nada más”.

Aseguramos al lector que el figurado diálogo interno del ignoto


Abogado que ejemplificamos, lo hemos oído de boca de más de un ex-
perto Civilista, de los cientos de ellos que conocemos.

A nuestro entender el Letrado del ejemplo se equivoca, no por ig-


norancia o falta de saber leguleyo, sino porque en pleno siglo XXI se si-
gue moviendo con referencias paradigmáticas que son del siglo pasado o
peor aún del anterior.

Dado que este libro es fundamentalmente experiencial, nos parece


oportuno compartir con el lector un texto que invariablemente “cortamos
y pegamos” en la mayoría de nuestros Informes Periciales y es el si-
guiente.

A pesar de que el constructo teórico práctico producido por el entre-


cruzamiento de saberes por un lado Legal y por otro Psico-psiquiátrico Fo-
rense; que se ha dado en llamar “Daño Psíquico” lleva más de 30 años de
desarrollo, el mismo aún sigue provocando situaciones dilemáticas, confusio-
nes y discusiones en el ámbito médico-legal.
Discusiones vanas especialmente en aquellos que desconocen los se-
rios e irrefutables estudios realizados por los autores citados al final y de los
cuales transcribimos lo siguiente:

31
“En primer lugar es necesario establecer una diferencia entre dos tér-
minos que la mayoría de las veces van asociados, generando no pocos errores
y en el mejor de los casos confusiones, son ellos el Daño Psíquico y Sufri-
miento Psíquico.
“El Daño Psíquico, lesión a las facultades mentales, en forma parcial
o global, de una persona (entendido en el sentido “lato”, es decir , que se in-
cluye la dimensión afectiva), se distingue del Sufrimiento Psíquico, porque
éste último remite a una dimensión de perturbación psicofísica, en un indi-
viduo que se ubica entre la enfermedad y el pleno goce de la salud, pero
esto, es importante destacar no implica conformación de patología alguna,
en el sujeto que lo padece” Comunicación a la Academia Nacional de
Ciencias de Buenos Aires, Agosto de 1989” Anales de la Academia Nacio-
nal de Ciencias de Buenos Aires, Tomo XXIII, 309/335, Dr. Mariano Cas-
tex.
“Así el llamado “duelo normal” encuadra en el contexto del “sufri-
miento”, mientras que, el denominado “duelo patológico”, en la medida que
éste implica una formación de índole reactiva, en el psiquísmo de quien lo
atraviesa, remite al “Daño Psíquico”.
El sufrimiento, en cuanto “lesión a los sentimientos de una persona”
o, mejor dicho aún expresión de tal lesión, definible también como “estado
no patológico del espíritu, de algún modo contingente y variable en cada caso
y que cada cual siente y experimenta a su modo, pero que impide y/o limita
la satisfacción o goce del estado de integra o plena salud (derecho extrapatri-
monial inherente a la personalidad)”, en cuanto contenido de un daño, integra
como especie, junto con otras figuras, el concepto genérico de agravio o

32
daño moral y la demostración de su existencia escapa al “horizonte pericial
Psico-forense” mientras no conlleve patología.

En cambio el Daño Psíquico, en cuanto a su esencia implica confor-


mación de patología, si no la había antes de producirse la lesión o incre-
mento y/o complicación ulterior de la preexistente, si había patología la-
tente, en actividad o compensada subyacente o incluso una personalidad
predispuesta para ello (debilitada), todo ello, previo al accidente, se integra
en el daño a la integridad corporal (Daño patrimonial indirecto y daño no
patrimonial directo “Zanonni Eduardo “El daño en la responsabilidad civil”,
Astrea, 2da. De. 1987, pags. 165/6).

En síntesis se puede hablar de “Daño Psíquico” en un individuo


“cuando éste presente un deterioro, una disfunción, un disturbio o trastorno o
desarrollo psico-génico o psico-orgánico que, afectando sus esferas afectiva
y/o intelectiva y/o volitiva, limita su capacidad de goce individual, familiar,
laboral, social y/o recreativa, siendo oportuno tener presente que cada ser hu-
mano tiene su peculiar campo de “tarea” y/o de ‘quehacer vital” o también
“capacidad de goce”, diferenciándose éste del de las demás personas, no sólo
en su extensión, sino también en cuanto a su comprehensión” (Castex M.N.
Ciruzzi M.S. Silva D.H. “El daño psíquico en la Medicina y Psicología Fo-
rense, Anales, cit. XXIV, pags. 526/550, 1991).

La cita de este párrafo no solo es un homenaje constante que reali-


zamos a nuestro Maestro el Dr. Castex Mariano, sino que también por

33
añadidura al Dr. Silva Daniel, co-autor de muchas de las primeras publi-
caciones al respecto, que hoy son ampliamente conocidas en la Dimen-
sión Psico-psiquiátrica Forense aplicada.

Créase o no para el lector, aún hoy 30 años después encontramos


Abogados que siguen confundiendo cuestiones básicas (que no casual-
mente se mencionan en el párrafo) como lo es el hecho de creer que con-
ceptualmente Daño Moral y Daño Psíquico son lo mismo.

Volviendo al ejemplo de las víctimas del accidente de tránsito que


dimos al principio del capítulo:

Es altamente probable que los hijos del matrimonio hayan sido


afectados por el accidente que vivenciaron como sistema en su totali-
dad. Véase que no estamos diciendo, que han sido afectados a nivel indi-
vidual, sino que destacamos a cada uno, como importante parte del todo
que ha sido afectado en su estructura.

En el ejemplo dijimos dos padres con sus hijos pero nada dijimos
de ellos. Démosle ahora una breve historicidad a esos dos hijos.

Sus padres promedian los 50 años, su familia es de clase media el


padre es Comerciante y la madre es Psicopedagoga. Los hijos son un va-
rón y una mujer, el primero de 18 años y la segunda de 13 años.

El joven se hallaba al momento del accidente en un momento de


transición entre el secundario ya concluido y el inicio de algún estudio
Universitario sin una clara definición por cual carrera seguir, en un pacto

34
razonable con su padre había acordado por un año ayudarlo en el comer-
cio haciendo un reparto con la camioneta del mismo.

Habiendo obtenido recientemente su licencia de conducir, lucía en


el parabrisas de su camioneta la P de principiante de cuya existencia ya
prácticamente se había olvidado.

El accidente y las consecuencias físicas y psicológicas de sus pa-


dres lo afectaron seriamente y mientras duró el tiempo de tratamientos
médicos de ambos; muy solícito acompaño a sus padres a las distintas
consultas.

Pasadas unas semanas y con la vuelta del padre al comercio surgió


la necesidad de que el joven retomara el reparto, allí comenzaron los pro-
blemas.

Las creencias y costumbres de la familia que vivenciara el acci-


dente que nos ocupa, no contemplaba que alguna vez fuera necesaria la
consulta de alguno de sus miembros con algún Psicólogo y mucho menos
con un Psiquiatra.

Tal como algunos grupos culturales hacen se definían a sí mismos:


“yo no creo en la Psicología”, “es una especialidad para la gente enferma
y los Psiquiatras sin dudas son para los locos”.

Al joven de nuestro ejemplo le costó unas cuantas semanas confe-


sar lo que íntimamente le ocurría, buscó una y mil excusas para no con-
currir al negocio de su padre.

35
Sentirse “mal físicamente” fue el recurso que tuvo a mano un par
de días, como es lógico pensar no podía en el sistema familiar decir que
emocionalmente le pasaba algo que le impedía ir a trabajar.

Llamaba la atención a sus padres que no usara la camioneta de re-


parto hasta que un día se quebró y “confesó” que sentía pánico de subirse
y manejar, que el accidente que vivenciara junto con ellos no lo puede
quitar de su cabeza.

Confiesa que tiene terror no solo de padecer un choque sino por el


contrario, ser él el que choca a otro vehículo y peor aún el que le propina
lesiones graves a los ocupantes del mismo.

Confesada esta vivencia, a los pocos días el joven sin que ninguna
causa aparente lo pudiese prever, estando preparado para ir hacia el ne-
gocio de su padre sufre una crisis que comienza con una sensación de no
poder respirar o que el aire que respira le es insuficiente.

No entendiendo que le pasa, comienza a registrar que su corazón


está en su boca, siente que se ahoga y la sensación de que se va a desma-
yar.

Sus padres llaman a la emergencia de su prepaga, un joven médico


concurre al domicilio familiar y rápidamente hace un diagnóstico y les
dice con cierta displicencia y pretendiendo ser tranquilizador: “su hijo
tiene un ataque de pánico”.

36
Lo medica con un ansiolítico sublingual, deja la prescripción de vi-
sitar a la brevedad a un Psiquiatra y a un Psicólogo para tratar el Tras-
torno que padece.

Ante tamaña evidencia luego de unas cuantas conversaciones fami-


liares, el joven solicita una consulta con un Psicólogo, el profesional con-
sultado rápidamente coincide con lo diagnosticado y le propone comen-
zar una Psicoterapia para tratar su agudo cuadro.

Como parte de la propuesta del tratamiento el Psicólogo opina y re-


comienda que debe consultar con un Psiquiatra dado que el Trastorno
que está sufriendo es pasible de medicar y con ello su evolución es más
favorable.

Efectivamente el joven a las pocas semanas consulta con un Psi-


quiatra que le prescribe un ansiolítico y comienza a citarlo una vez por
mes para control de evolución.

Seguramente el atento lector a esta altura del relato no tendrá dudas


en vincular causalmente el Ataque de Pánico y las conductas Fóbicas con
el accidente y el padecimiento psíquico.

Esto que hasta aquí se ha relatado como un “cuentito”, no lo es tal,


refleja de manera amplia nuestra cultura.

El joven del ejemplo en su proceso psíquico se dijo a sí mismo,


“pobre los viejos, a ellos sí que les pasó de todo, tuvieron que ir a varios
médicos, etc. etc., a mi hermana y a mí por suerte no nos pasó nada ni
un rasguño”.
37
Tuvieron que pasar varias semanas para que la emoción se encon-
trara con la razón y se produjera una crisis en su sistema de creencias.

El ataque de pánico fue un aumento de la apuesta que su psiquismo


le propinó ante el fracaso de la ideación fóbica.

Que quiere decir esto último.

En un principio el joven registro la angustia por lo vivenciado en el


accidente, ya no como espectador de lo que les pasó a sus padres, sino
por el contrario como protagonista pleno del mismo.

La angustia le hizo tomar recaudos y consideraciones que no se ha-


llaban en su praxis del vivir.

Su vivencia como adolescente le hacía pensar de sí mismo que


nada ni nadie lo podía afectar, ¿Cómo iba a tener miedo a manejar si ha-
bía pasado años esperando cumplir los 18 para poder sacar el registro?.

A las pocas semanas de tratamiento Psicoterapéutico el joven de


nuestro ejemplo pudo relacionar su emocionalidad con lo vivenciado en
el accidente (negada hasta entonces) e ir comprendiendo el para qué de
sus molestos síntomas.

Aleccionados los padres por “la enfermedad” de su hijo, llevaron


también a la consulta a la joven adolescente.

Luego de un par de consultas la Psicóloga consultada concluyó que


la joven no se hallaba afectada por cuadro Psicopatológico alguno que se
pudiese vincular con el accidente.

38
No obstante les recomendó a los padres que sería de buena práctica
realizar una nueva consulta dejando pasar 6 meses y confirmar entonces
lo pesquisado en la actualidad.

Los autores consideramos a esta altura del relato que si el lector es


Abogado, ya debe estar considerando sin dudas que estamos ante un re-
clamo Civil en el cual se perfilan 3 actores, en igualdad de condiciones
de reclamo y con distintos grados de afectación en su salud tanto fí-
sica como psíquica.

Para aseverar la conclusión del lector queremos ahondar con el


ejemplo Clínico que hemos dado, algunos conceptos que ya hemos ver-
tido en el capítulo anterior.

Si prestamos atención al dibujo 1), en el mismo se intenta graficar


un fenómeno dinámico como lo es la interacción comunicacional que
tiene cualquier familia vista como sistema.

Los seres humanos tenemos una estructura dinámica que se expresa


en el todo y en las partes de lo que denominamos identidad. Solo un ob-
servador incauto puede pensar que este último concepto es estático.

La existencia de cualquier ser viviente implica un fenómeno adap-


tativo constante que da cuenta en su producto, si el mismo se halla en un
nicho ecológico sustentable o no.

En la conformación del mencionado producto suceden variaciones


estructurales que no son percibidas ni por el individuo que las vivencia ni

39
por el observador o descriptor (Vg.: fenómenos bioquímicos de neurore-
gulación, regulación hormonal y un largo etcétera).

En algunos casos es tal la repercusión de los cambios estructurales


que estos no solo son percibidos por el entorno, sino que también incide
sobre el sistema viviente – para el caso el sujeto humano-, y esto se ex-
presa en lo cognitivo y conductual evidenciado en cambios a dicho nivel.

Esto lo comprobamos en nuestra vida cotidiana cuando decimos de


nosotros o de los demás “hoy no estoy como ayer”.

Tal como hemos dado a entender en los ejemplos clínicos del libro
es la recurrencia de cientos de horas, días y años de establecer en el len-
guaje mediante coordinaciones conductuales consensuales la que deter-
mina el “clima” el “mundo” en que se vive y quien lo vive.

De allí que cuando en un sistema determinado un integrante del


mismo comienza a sesgarse del patrón conductual, cognitivo y experien-
cial habitual hacia uno nuevo, en un principio el sistema percibe lo
nuevo como desequilibrio, se ponen en juego allí los mecanismos de au-
toregulación del mismo.

De continuar el sesgo, se aplica aquel axioma del pensamiento sis-


témico que reza: “si en un sistema determinado alguien cambia es impo-
sible que el sistema en su conjunto no registre el cambio y no cambie”.

40
Claro está que cuando hablamos de cambios y autoregulación o
tendencia a la homeostasis de los sistemas no estamos refriéndonos a pe-
queños cambios, sino a aquellos que devienen de situaciones traumáticas
profundas o graves.

Volvamos por unos instantes al ejemplo de la familia del accidente.

Da toda la impresión que se trata de una familia de clase media tí-


pica de Argentina, en la cual las ocupaciones de los fundadores de la fa-
milia (uno Comerciante y el otro Profesional Universitario) hacen supo-
ner cierta estabilidad de las preocupaciones básicas de cualquier adulto,
tienen ambos trabajo, una vivienda razonable, medios de movilidad pro-
pios, etc.. Es decir la preocupaciones materiales están básicamente re-
sueltas o en camino de ello.

En lo cotidiano de una familia de esta descripción, es de suponer


que el procesamiento de las vicisitudes del vivir y lo dura que es la reali-
dad es compensada con los mecanismos que provee el emocionar posi-
tivo que implica pertenecer voluntariamente a un sistema familiar.

Para que un hecho ocurrido en lo que llamamos realidad externa


afecte el devenir esperable de un sistema y sus integrantes es de suponer
que tiene que ser vivenciado y definido por los mismos como Traumá-
tico.

Un hecho de dicha naturaleza tiene determinadas condiciones: es


fortuito, inopinado, disruptivo y con la suficiente intensidad como para

41
afectar la cognición y la conducta del o los afectados evidenciado en el
sesgo o desvío de la conducta estándar que venía/n teniendo.

El accidente de tránsito que el sistema familiar del ejemplo viviera


ha sido de a suficiente intensidad y entidad como para desequilibrar se-
riamente el mismo.

El solo hecho de estar por unos segundos enfrentados a la finitud


que implica la posibilidad de la muerte, lleva a la persona a un procesa-
miento de lo que llamamos “la realidad” que seguramente antes del acci-
dente no se hallaba entre la praxis del vivir.

No es habitual que un joven de 18 años piense en la muerte, lo es-


perable es que a esa edad se esté procesando o proyectando situaciones
vitales.

Fieles a nuestro modo de interpretar lo descriptivo, son los dañados


en estos casos los que definen donde se produjo la afectación traumática.

Hecha esta necesaria aclaración, desde nuestra experiencia, la vi-


vencia cercana de la muerte es una de las circunstancias más graves con
la cual deben comenzar a lidiar los componentes de un sistema familiar
traumatizado y dañado.

En este orden arbitrario de gravedad, le siguen sin dudas las secue-


las físicas que en el ejemplo implicaron al matrimonio.

Allí es donde visiblemente se objetiva el axioma mencionado, lo


que deja de hacer un integrante de un sistema sin dudas afecta a los otros
componentes.
42
Por ello suponemos que será muy fácil para el lector que compa-
rando con su vida familiar, pueda suponer que implica para una familia
que de repente los roles determinados por años de convivencia, no se
puedan ejercer más del mismo modo y la complicación que ello com-
porta desde lo anímico y vivencial.

No poder ver por un tiempo, no poder movilizarse por sus propios


medios, tener miedo inexplicable, y así podríamos mencionar una larga
lista de síntomas de cada uno de los cuatro integrantes del sistema fami-
liar dañado, ponen en juego y afecta el normal desevolvimiento del sis-
tema porque afecta gravemente los mecanismos adaptativos estructura-
les.

El arte del equilibrio entre rigidez y plasticidad es lo que se supone


que mantiene en funcionalidad al sistema familiar, agotados los recursos
normales comienza a aparecer la patología, los síntomas expresivos de la
disfuncionalidad comienzan a tener cotidianeidad y se “normaliza” su
presencia.

Los sujetos dañados pueden pasar meses o años padeciendo y con-


viviendo con el daño, sin consultar y/o solicitar ayuda Profesional alguna

Empero abandonado el ejemplo familiar sistémico que hemos brin-


dado nos parece oportuno adentrarnos ahora en una discusión que se ha
venido dando en el ámbito Forense entre los Profesionales del campo Psí
que trabajamos en el mismo.

43
A pesar de que, como hemos sostenido precedentemente muchos
Letrados aún desconocen conceptual y prácticamente el Daño Psíquico,
los que sí lo conocen y lo dominan han incurrido en lógicos abusos que
la “moda” y el éxito de algunas presentaciones les impusieron.

Conforme la Jurisprudencia fue aceptando el constructo jurídico-


médico legal del Daño Psíquico muchos Abogados propiciaban y creían
que todos sus clientes víctimas no solo de accidentes de tránsito, sino pa-
decientes de las más diversas afectaciones que pudieran devenir en un re-
clamo Civil eran pasibles de ser tomadas desde esta perspectiva.

Lógicamente como sucede con todas las “modas”, no escaparon a


la afectación de la misma, numerosos Psicólogos y Psiquiatras que co-
menzaron a hallar tal daño en todos sus examinados.

En distintas Jornadas y Congresos de Medicina Legal y Psicología


Forense de los últimos 15 años se ha discutido entre numerosos Especia-
listas acerca de la irrupción del Daño Psíquico, sus alcances, dimensiones
y su precisa delimitación.

Hemos destacado hasta el cansancio que los seres humanos integra-


mos sistemas que nos incluyen y nos definen como partes importantes
del todo existencial del sistema en sí mismo.

No obstante la importancia del todo no invalida el valor del indivi-


duo en el sentido más profundo de dicho vocablo.

Afortunadamente lo que nos enriquece a los seres humanos es la


dialéctica de ser seres sociales y por ende iguales en ello y al mismo
44
tiempo, diversos, distintos y peculiares aún en núcleos o sistemas peque-
ños como puede ser una familia.

En el ejemplo de la familia del accidente, no tenemos ninguna duda


que la joven adolescente no sufrió daño psíquico, la misma vivenció el
accidente como sus parientes cercanos pero su integridad psicológica le
permitió “procesar” el mismo sin que sus mecanismos defensivos se vie-
ran superados y por lo tanto, el mencionado proceso cursó sin síntomas
sin secuelas y por ende sin desarrollo de psicopatología que comportara
un daño irreparable.

Fue la Clínica Psico-psiquiátrica con cientos de miles de sufrientes


de las más diversas causas incidentales o accidentales la que estableció
aquello que brillantemente resumiera y denominara el Dr. Risso cuando
dijo:

“No todo trastorno psíquico es Daño Psíquico”.

En el año 2003 en los Cuadernos de Medicina Forense, el mencio-


nado Médico Legista y ex Psiquiatra Forense, define criterios de inclu-
sión y exclusión para el establecimiento de daño, de allí que los primeros
se han popularizado en el ambiente Pericial como “los 5 criterios de
Risso”.

Pese a que los criterios son ampliamente conocidos, en este capí-


tulo y en esta oportunidad nos pareció oportuno reproducirlos de la men-
cionada publicación de forma textual cuando dice:

45
VII) CRITERIOS DE INCLUSION PARA EL DAÑO PSI-
QUICO Fórmula Diagnóstica de los 5 elementos.

-Síndrome Psiquiátrico Coherente.


Según este criterio, el Daño Psíquico no es otra cosa que una enfermedad
mental. Las enfermedades mentales no pueden ser diagnosticadas en base
a un solo síntoma o a algún síntoma aislado. Los síntomas deben poder
ser coherentemente agrupados en algún cuadro clínico, cualquiera sea la
nosografía que utilice el perito.

-Novedad.
Esta enfermedad psíquica debe ser novedosa en la biografía del paciente,
ya sea porque antes no estaba (inédita), o porque a causa del evento se
han acentuado significativamente los rasgos previos, de modo tal que
ahora pueden ser valorados como "enfermedad" o trastorno" nuevo.

-Nexo.
La enfermedad psíquica que se diagnostique debe tener una relación con
el trabajo o con el accidente invocados. Nexo que puede ser directo
CAUSAL (etiológico, cronológico, topográfico), o indirecto CONCAU-
SAL (acelerar, agravar o evidenciar lo previo).

- Secuela Incapacitante.
El trastorno detectado debe ocasionar algún grado de incapacidad, mi-
nusvalía o disminución respecto de las aptitudes mentales previas.

46
- Irreversibilidad -Consolidación.
La incapacidad que se determine deberá ser irreversible o, al menos, es-
tar jurídicamente consolidada (es decir, que hayan transcurrido dos
años desde su comienzo a causa del evento que origina el juicio, en el
fuero, civil, o un año en el fuero laboral).

47
Capítulo 3

La reparación integral en el ámbito del nuevo Código Civil y


Comercial

La reforma del código civil, trajo nuevas formas de reparación del


daño; no solo esto sino la ampliación de derechos y sujetos con actitud
para poder reclamar, en caso de un infortunio en la salud. -La Ley 26994,
promulgada por el Decreto 1797/2014, mejor conocida como Código Civil
y Comercial, incorpora al artículo 1741, enumerando a las personas que
tendrán la legitimación al reclamo por el daño sufrido.
Previo al análisis de esta reparación integral vincular, y su
legitimación o quienes pueden presentarse a reclamar el daño o perjuicio,
sigamos al Dr. Mariel F., Molina de Juan1, en una didáctica explicación
sobre la la legitimación, activa o pasiva, es un presupuesto de la pretensión
para la sentencia de fondo, que determina quiénes deben o pueden
demandar o ser demandados, es decir, precisa quiénes están autorizados
para obtener una decisión sobre las pretensiones formuladas en la
demanda.
Detenta legitimación activa un determinado sujeto procesal que
tiene derecho a ejercitar un determinado reclamo mientras que carece de
ella quien no es titular de la relación jurídica sustancial en que se sustenta

1 Daños a los derechos personalísimos y control de convencionalidad. Una mirada al


nuevo Código Civil y Comercial, Molina de Juan, Mariel F. Publicado en: LLGran Cuyo 2015 (abril)
, 237 • DFyP 2015 (mayo) , 145 Cita Online: AR/DOC/747/2015

48
la pretensión.
La legitimación exige que la lesión recaiga sobre un interés propio,
es decir, solamente podrá reclamar la reparación del daño injustamente
sufrido, la persona que padeció el perjuicio.
El daño personal puede ser directo o indirecto.
Damnificado directo es quien sufre como víctima un daño a un
interés propio y personal, es el sujeto titular del derecho o bien jurídico
inmediatamente lesionado por el acto ilícito (art. 1079 CC).
Es quien padece un daño directamente en las cosas de su dominio o
posesión o en su persona, derechos o facultades (art. 1068 CC).
Damnificado indirecto es aquel que padece un perjuicio propio que
deriva de una lesión a bienes patrimoniales o extrapatrimoniales de otro.
Se produce de manera refleja o de rebote (par ricochet).
Esta persona sufre las consecuencias del ilícito de manera indirecta
es decir, padece un daño a título personal por un hecho ilícito que tuvo por
sujeto pasivo a otro.
La doctrina exige una serie de presupuestos: a) acaecimiento de un
hecho ilícito que afecte directamente la esfera jurídica de una persona
(víctima inmediata), b) sufrimiento por otra persona (tercero) de un daño
propio como consecuencia del hecho ilícito que afecta a la víctima
inmediata; c) existencia de un vínculo legal o contractual entre
damnificado directo o indirecto; d) verificación de una relación de
causalidad adecuada entre el hecho ilícito y el daño sufrido por la persona
indirectamente afectada.
El artículo 1078 CC reconoce legitimación para reclamar por el

49
agravio moral al damnificado directo en tanto que el indirecto solo puede
hacerlo en caso de fallecimiento del damnificado directo, siempre y
cuando sea heredero forzoso.
Aunque en principio no parece censurable, sino por el contrario
prudente, esta solución rígida suele dejar tras de sí muchas injusticias. Por
eso la jurisprudencia ha ido flexibilizado esta limitación y ampliando la
legitimación de los damnificados indirectos.
El nuevo 1741 del Código Civil y Comercial amplía el elenco de
legitimados activos y con ello intenta superar la estrechez legal del 1078
CC.
La norma dice: "Indemnización de las consecuencias no
patrimoniales. Está legitimado para reclamar la indemnización de las
consecuencias no patrimoniales el damnificado directo. Si del hecho
resulta su muerte o sufre gran discapacidad también tienen legitimación a
título personal, según las circunstancias, los ascendientes, los
descendientes, el cónyuge y quienes convivían con aquél recibiendo trato
familiar ostensible".
Es decir que la reforma amplía la legitimación activa, de modo que
si se produce el fallecimiento o la víctima queda en una situación de gran
discapacidad —se entiende con nulas o muy escasas posibilidad de
autovalimiento- pueden reclamar por derecho propio," los ascendientes,
los descendientes, el cónyuge y quienes convivían con aquél recibiendo
trato familiar ostensible". También fija el carácter "resarcitorio" de la
indemnización del daño moral o extrapatrimonial y determina un
parámetro de cuantificación.

50
Supuestos de responsabilidad aplicables en materia laboral.
La existencia de un derecho de daños laborales es una cuestión que
hace, centralmente, a la articulación de la normativa que existe para
auxiliar a la víctima del daño injustamente sufrido.
Se entiende en su marco que el derecho común opera para permitir
a los dañados (el trabajador y su familia) arribar a la reparación plena que
constitucionalmente corresponde, por encima del mínimo presumido que
la tarifación asegura.
Sin embargo, es la misma confluencia de las fuentes la que en
ocasiones se aduce para escindir el razonamiento y así amparar -tal vez
inconscientemente- la desprotección.
En efecto, el reconocimiento cabal de la naturaleza contractual de la
responsabilidad del empleador y de la obligación de garantía ínsita, quita
trascendencia a la mera intervención de cosas, a la calificación sobre las
actividades o a la prueba de culpas.
Lo mismo sucede con la limitación que en este plano corresponde al
efecto relativo de los contratos, desde que en el de trabajo se protege al
trabajador pero también a su familia, que no puede quedar desamparada
en torno a la obligación que resguarda la integridad psicofísica de quien
provee los alimentos (Los sucesores serían, como dijeran Borda y de
Abelleyra (CNCiv., Sala A, 7/7/64, “Sosa de Novas, Selva M. c.
Ferrocarril General San Martín”, ED, 9-32) con respecto al contrato de
transporte ante la muerte del pasajero y con cita del art. 1195 del Código
Civil (sustituido por el art. 1024 del Código Civil y Comercial), “herederos

51
de ese contrato” tan particular que por la implícita protección que también
a ellos dispensa ejecutan ante el incumplimiento de la obligación si bien
reclamando los daños propios).
Similar cuestión se presenta en torno a la legitimación pasiva, pues
las normas que imponen la solidaridad no pueden dejar de operar
justamente cuando lo que se reclama es la reparación del más importante
de los daños, como es el padecido por un infortunio.
En función de todo ello es relevante el desarrollo de los supuestos
de la responsabilidad que contempla el Código Civil y Comercial (que no
enervan a los de pura raigambre laboral y cuyo tratamiento efectuamos en
otra obra (Véase Formaro, Juan J., Riesgos del trabajo, 3º ed., Hammurabi,
Buenos Aires, 2014)), pues no solo amparan al dependiente cuando se
insiste en la extracontractualidad de la responsabilidad por daños, sino
también a su familia si en el plano contractual se limitaran los efectos
(máxime cuando el concepto de damnificado no equivale estrictamente a
aquella, pudiendo haber más afectados).
Del mismo modo que permiten ampliar la legitimación pasiva hacia
aquellos que sin constituirse en empleador -y cuando no se aplicaran las
hipótesis de solidaridad legal de la especialidad (Véase Formaro, Juan J.,
Riesgos del trabajo, 3º ed., Hammurabi, Buenos Aires, 2014, p. 399 y ss.)-
son de todos modos dueños o guardianes de las cosas que dañan o
aprovechan las actividades que perjudican.
Así como indican los autores, imaginemos un caso práctico de la
realidad diaria del trabajo en nuestra función como abogados litigantes, así
un trabajador o una persona que reclama una reparación por un daño en su

52
salud, lo que el colega piensa, es un la reparación individual del
damnificado.
Debemos ampliar la visión al ámbito familiar, todos ellos sufren el
perjuicio. La pregunta es, ¿Cómo integro a la litis a todos los actores? El
dañado, su familia nuclear (esposa e hijos), aquí se abre la chance que nos
da el nuevo código, que nos habla de gran discapacidad, para el reclamo
en conjunto.
Como siempre, el trabajo para dilucidar el reclamo es
ínterdisciplinario, con la colaboración de nuestros peritos o expertos,
integrar los reclamos, y solicitar una indemnización en conjunto por las
consecuencias del daño.

La Protección de la familia.
Si la normativa local, no daría la protección debida a la familia,
tenemos que mirar los convenios de carácter supra legal, incorporados por
el art. 75 inciso 22, así el fundamento normativo, como los artículos 14
bis, tercer párrafo, Const. Nacional; 17, 27 y cctes. de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos; 10 y 23 del Pacto Internacional de
Derechos Económicos Sociales y Culturales y Pacto internacional de
Derechos Civiles y Políticos), respeto de la integridad física y moral (arts.
17 y 19, Const. Nacional; 5 y 21 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos), igualdad ante la ley (arts. 16, Const. Nacional; 1.1 y
24 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; 2 y 26 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos), en la doctrina
emanada del art. 1079 del Código Civil en cuanto sienta el principio

53
general de responsabilidad civil, y, esencialmente, en la vigencia del
adagio alterum non laedere, que, por su recepción constitucional, merece
especial respeto (art. 19, Const. Nacional). Son respuestas y herramientas
frente a la tutela que da la justicia (arts. 18, Constitución Nacional ; 15,
Constitución Provincial de Buenos Aires.; 8 y 25, Convención Americana
sobre Derechos Humanos) ante un daño físico a la familia o a uno de sus
miembros.

54
Capítulo 4

Casuística de Daño Sistémico

De la amplia casuística que nuestra experiencia de los últimos 25


años nos ha permitido acumular, nos hemos permitido tomar dos casos
que nos parecieron significativos y paradigmáticos para ilustrar al lector
acerca de la aplicación práctica de lo que hasta aquí hemos expuesto de
manera teórica.

Caso 1

Volviendo a la conceptualización efectuada en el primer capítulo,


cuando se comienza a valorar las estructuras analizadas (los Sistemas hu-
manos, familia, sociedad, etc.) desde la multicausalidad, cobra suma im-
portancia de la comprensión del todo; por sobre la de sus componentes y
con ello se puede entender que le ha ocurrido al sistema de los PEREZ-
GARCÍA a consecuencia del accidente de tránsito que vivenciaran.

Permítasenos que en apariencia transgredamos nuestra propia hipó-


tesis sistémica e “individualicemos” y pormenoricemos acerca de cada
uno de ellos. Aclarado ello, nos parece importante comenzar por la Sra.
Juana PÉREZ.

Tal como ocurre en todos los sistemas familiares, los mismos son
fundados por dos individuos que le dan origen al mismo, sino que ante la
llegada de los hijos, automáticamente pasan a conformar un subsistema

55
dentro del sistema familiar, que se ha dado en llamar subsistema paren-
tal.

Dentro de dicho subsistema, la Sra. PEREZ no se ajustó precisa-


mente al modelo tradicionalmente asimétrico de hombre-mujer que con-
forma nuestra cultura Judeo-cristiana.

El modelo tradicional (para el grupo etario en el cual se halla in-


serta la pareja) lo conformaba el hombre saliendo del sistema a buscar el
sustento del mismo y la mujer dedicada a cubrir y satisfacer las necesida-
des internas.

La Sra. PEREZ desde la fundación del sistema se ubicó y ubicó a


su partenaire en una situación de paridad de género. Posicionada en ese
lugar desarrolló una fecunda carrera docente en la cual desempeño los
distintos roles y jerarquías de la misma hasta llegar a uno de los máxi-
mos, ser Directora de Escuela.

Su vida se desarrolló plenamente inserta en otro sistema (esta vez


Social) en el cual cumplió y satisfizo expectativas y por supuesto corri-
gió y aprendió de sus errores.

La vida de los PEREZ-GARCÍA venía transcurriendo dentro del


inestable equilibrio que una familia de clase media –en un país como el
nuestro- debe tratar de mantener diariamente.

56
A través del paso del tiempo, cumpliendo esa labor de equilibrio
cada integrante del sistema cumplía y trataba de satisfacer las expectati-
vas puestas sobre él mismo por cada uno de los otros integrantes del
mismo.

Con el fatídico accidente de tránsito ocurrido el día 17/12/14 su


vida y la de su sistema, sufrió una hecatombe en la cual se instaló un ver-
dadero antes y después que abarcó y modificó por sus secuelas, todas las
áreas del plano individual y social como rápidamente se explicará.

Luego destacaremos en otro punto el valor per se de la pérdida de


una pierna.

Describiremos sucintamente que es lo que le ocurrió al sistema de


conjunto y en particular a la Sra. PEREZ luego del accidente.

Retomando la paridad de género del subsistema parental. La dupla


conformada por Juana y Damián ha sido no solo “pareja” en el sentido
más amplio de la palabra, sino que más profundo aún ha sido altamente
complementaria.

Con el paso del tiempo toda pareja que lleva décadas de conviven-
cia, cuanto más complementaria es la misma, más rápido se comienza a
desdibujar el yo para dar lugar a un sólido “nosotros” que implica que
dos individuos que se hallan consustanciados y unidos por una fuerte
trama afectiva, vayan constituyendo una manera de percibir lo que llama-
mos “la realidad” con una visión que le es particular y característica.

57
Cuando las parejas logran tamaña renuncia a sus egos (luego de
romper con serias ataduras al mismo que reflejan nuestros “valores cultu-
rales atávicos”), esa particular visión del mundo se traslada a su proge-
nie, los hijos son incorporados a esa visión y criados en valores en los
cuales la mirada del otro es una legítima mirada y con la cual se co-cons-
truye eso que llamamos realidad.

En la historia de Juana y Damián, la complementariedad tenía una


premisa de la cual partía todo lo que ella producía, la libertad de uno y
del otro.

El primer gran y tremendo golpe a esa visión del mundo que carac-
terizaba a la pareja lo dio no solo el accidente y sus consecuencias inme-
diatas sino la brusca ruptura a la libertad que vivenciara Juana.

Trate el lector de ponerse en la piel y cuerpo de una mujer que no


venía conduciendo un vehículo y por ende en algún lugar de su concien-
cia podía preconfigurar el padecer un accidente, no no fue así… ¡¡ Juana
venía caminando con su hija por una vereda y de repente sobrevino el ac-
cidente!!.

Pasó violentamente de una situación a otra. Ese paso violento con-


llevó no solo el padecer el dolor físico por la pérdida de su pierna iz-
quierda, sino el profundo dolor de verse obligada a permanecer Internada
durante casi 4 meses (Internación de Hospital R. Mejía y Hospital Espa-
ñol).

58
Dada la gravedad del cuadro –sobre todo en su último lugar de In-
ternación- fue asistida por diversas especialidades médicas, obviamente
en principio fue atendida por Traumatología y ante las numerosas lesio-
nes entre ellas: multifracturas de tibia y peroné con serio compromiso
vasculo-nervioso, debió procederse a amputación suprapatelar del miem-
bro inferior izquierdo.

Simultáneamente le es diagnosticada fracturas de las ramas ileo e


isquiopubianas bilateral, fractura de apófisis espinosas de L3, L4 y L5 y
del sacro y por último fractura de tobillo derecho.

Ante el surgimiento de una grave hemorragia digestiva fue asistida


simultáneamente por Gastroenterología e Infectología, esta última inter-
vención ante la presencia de infección sistémica de serio pronóstico.

Durante las primeras dos semanas de Internación, la Sra. PÉREZ


estuvo luchando por su vida. Ello implicó un tremendo gasto psíquico y
anímico que dio comienzo a la modificación existencial que a nivel de la
pareja se comenzó a vivenciar.

No es difícil imaginar el procesamiento psíquico de la nueva reali-


dad por parte de Juana en su cama de internación.

De la libertad de la bipedestación, el caminar, el decidir por sí


misma lo quería hacer, a pasar a depender en forma absoluta desde sus
necesidades más mínimas a las más complejas.

Como era de esperar se hizo imperiosa y necesaria una Intercon-


sulta con Psiquiatría.
59
Conforme fueron pasando los días, Juana sale del primer momento
en el cual no quería ver a nadie (incluso a sus seres queridos más cerca-
nos). No quería ver a nadie sencillamente porque psíquicamente no po-
día!!!, no se hallaba preparada para hacerlo,

Es bastante frecuente que las personas con grandes recursos psíqui-


cos y anímicos ante una catástrofe como la vivenciada por Juana, en los
primeros días traten de compensar la dura lectura que la realidad les
arroja a la cara, haciendo uso y abuso de la negación (en algunos casos
con verdaderos cuadros cuasi maníacos), resulta obvio que ese meca-
nismo defensivo solo puede resistir unas semanas, luego del mismo viene
el inevitable trastorno depresivo.

Es altamente probable que esta breve descripción haya sucedido en


Juana en las primeras semanas de Internación.

Al momento de la redacción del presente informe podemos aseve-


rar que Juana padeció y padece las consecuencias de dos trastornos que
se han desarrollado en concomitancia: un Trastorno por Estrés Psí-
quico post Traumático de grado severo y un Trastorno Depresivo de
grado moderado.

La contracara de lo descrito, si antes hablábamos de complementa-


riedad lo fue vivenciando Damián el esposo.

Damián, ubicado culturalmente como “jefe de familia”, padeció las


mismas consecuencias shockeantes a nivel psíquico que vivenciara su es-
posa.

60
De un día para otro vio modificarse no solo su cotidianeidad, sino
que tuvo que soportar estoicamente que los numerosos médicos que asis-
tían a Juana le hicieran un pormenorizado relato de los riesgos en los que
se hallaba inmersa la misma.

Entre esos riesgos, durante largos días y semanas de vigilia fue in-
formado sobre el riesgo de muerte que padecía su esposa.

Tuvo que jugar el doble papel de por un lado ser depositario de


toda la verdad médica y por el otro de sostener anímicamente a Juana.

Esta última situación conllevó una paradoja que nunca pudo resol-
ver. No le podía decir toda la verdad porque consideraba que no estaba
preparada para ello.

Tampoco le podía mentir o atemperar las cosas porque sabía de la


inteligencia y perspicacia de Juana como para detectar si se implemen-
taba con ella la famosa “mentira piadosa”.

El cambio abrupto que conllevó tan larga internación, implicó un


severo estrés psíquico que puso a prueba todos los mecanismos defensi-
vos de cada uno de los integrantes de la pareja y ésta última en sí como
entidad (ver el “nosotros” que antes se mencionara).

Durante la Internación la pareja seguramente no cobró consciencia


de lo que les esperaba a la vuelta al hogar.

La discapacidad motora que implica la falta de una pierna confi-


gura sin dudas un antes y un después en la vida de cualquier persona.

61
Debe saber el lector que todo aquello que está al servicio de un pa-
ciente en una sala de Internación ni por asomo puede ser posible de re-
producir en un hogar.

En ningún hogar normal hay una cama ortopédica, enfermero que


cumplimente las indicaciones médicas, mucama que procure el confort
mínimo del hábitat y un largo etcétera que está demás mencionar.

La mayor parte de lo mencionado precedentemente fue la dura


realidad que tuvo que asumir la pareja para poder afrontar el día a día,
que por otra parte va a ser el que los acompañe por el resto de sus días.

El dormitorio matrimonial de los PÉREZ-GARCÍA se hallaba en


un primer piso de una casa de dos plantas.

Demás está decir que tanto los primeros días de regreso al hogar
como en la actualidad (ha pasado más de un año y medio del accidente)
Juana ha tenido que improvisar un lugar donde dormir en el espacio que
era el living de la casa, en la cual aún permanece.

La casa no reúne condiciones para que por la escalera suba una


persona en las condiciones que se halla Juana. No es ni siquiera posible
-por las características físicas de la escalera- adosarle a la misma un
montacarga para discapacitados.

Esta nueva situación conllevó y conlleva hasta estos días, una pro-
funda modificación de la intimidad de la pareja, que por supuesto no solo
afecta la sexualidad de la misma, muy por el contrario el dormitorio de

62
una pareja consolidada y de años, comporta un espacio simbólico que no
puede ser menospreciado.

Ese espacio representa “la pareja”, esa representación desde lo sim-


bólico y desde lo concreto se modificó profunda y trágicamente y nada
hace avizorar que en el futuro más inmediato se pueda solucionar (la fa-
milia no está en condiciones económicas de poder vender y comprar una
casa “ad hoc” a la brevedad).

Al día de hoy Damián no solo padece las consecuencias de un


grave Trastorno por Estrés Psíquico post Traumático sino que peor
aún, en concomitancia con el mismo padeció y padece una Depresión
Reactiva que trata de enmascarar con actividades y con disimulo gestual
pero que no pasa desapercibida para ojos expertos.

Un capítulo aparte lo conforma la afectación psíquica y anímica


que tuvo lugar en el subsistema filial.

Mariana co-vivenció el accidente junto a su madre. Por lo tanto


todo lo descrito en la vivencia de la misma sin lugar a dudas se repitió en
ella.

El hecho de que su afectación física -ante la gravedad de lo pade-


cido por su madre- haya sido menor, no implica que se le reste importan-
cia a la severa fractura del tercio distal de su peroné su pierna izquierda.

La mencionada fractura fue tratada con la lógica inmovilización


con bota de yeso por 30 días, y el proceso rehabilitatorio conllevó 3 me-
ses de aplicación de sesiones de Fisiokinesiología.
63
Mariana ya había abandonado el hogar de origen, estaba viviendo
sola y consolidando su nueva situación vital.

El accidente produjo también en ella un antes y un después. Por


identificación de género, el vínculo con su madre siempre fue muy in-
tenso y el mismo siempre tuvo una fuerte impronta de –si se nos permite
la expresión corriente- “admiración” por su madre.

Admiración justificada en la fortaleza anímica de la misma, sus


convicciones morales y sin dudas la de mayor valor, su ubicación en el
modelo parental dentro de la pareja (ver el tema de la paridad ya des-
crito).

Todo ese mundo descrito que fuera vivenciado durante años y


años, luego del fatídico accidente de golpe se desmoronó se desmoronó y
tal como se especificara con el antes y después, ni siquiera se pudo re-
construir sobre sus ruinas.

Mariana tuvo que modificar su vida laboral (Técnica en Psicomo-


tricidad), social y obviamente de pareja.

Tuvo que volver con frecuencia diaria al hogar materno para ayu-
dar no solo a su madre en la readaptación forzada a una “nueva vida”,
sino también para, en muchos casos reemplazarla en actividades que es-
taban a cargo de Juana y que la misma ya no podía desempeñar más.

Valga un solo ejemplo. Ir al supermercado a hacer compras para la


semana, dejó de ser un paseo para la pareja, Damián -pese a su buena

64
predisposición para hacerlo-, no se acostumbraba a ser acompañante y
motor de una silla de ruedas.

Salir con una silla de ruedas en toda gran ciudad significa padecer
desde las dificultades típicas de transporte Vg.: la silla no cabe en cual-
quier taxi (obviamente implica un gasto cotidiano más para la economía
familiar).

En Buenos Aires no todas las veredas están acondicionadas para


dicha forma de transporte, no todas las esquinas poseen rampa, no todos
los supermercados o lugares de paso tienen baños adaptados para disca-
pacitados, y un largo etcétera.

Ante estas complejidades Mariana tuvo que adaptarse, dejar de


lado su propio sufrimiento y angustia para poder ayudar en primer lugar
a su madre y luego a su papá y sin lugar a dudas también a su hermano
Antonio.

Una frase recogida en las entrevistas familiares, grafica en qué es-


tado psíquico se hallaba Mariana durante meses:

“era como que yo no tenía derecho a estar mal, decir lo que a mí


me estaba pasando, yo también estuve ahí (en relación al accidente).
Hubo un momento en que mi madre no soportaba ver a nadie y entre
ellos estaba incluida yo…eso me destruyó y me lo tuve que bancar sola,
por suerte después mi mamá fue atendida (por Psiquiatría y Psicología) y
cambió”.

65
Mariana padece en la actualidad un claro Trastorno por Estrés
Psíquico post Traumático de grado moderado.

Por último Antonio vivenció la catástrofe de re-ubicación de roles


y acciones del sistema familiar en vivo en directo y todos los días desde
el accidente hasta la fecha.

Su difícil rol consistió nada menos que tratar de balancear y com-


pensar con sus acciones, el desequilibrio evidente entre sus padres.

Es sabido, -no solo en la Terapia Familiar- lo frustrante e inútil que


resulta para un hijo que interceda y desarrolle tal papel.

Sin dudas el daño producido al sistema familiar fue de tal intensi-


dad que no es exagerado decir que del edificio que pacientemente habían
co-construido los PÉREZ-GARCÍA no quedó ladrillo sobre ladrillo.

Esta tarea titánica obviamente no podía quedar en manos de un


solo integrante del sistema y menos aún por uno del subsistema filial.

Antonio -como era de esperar- padece también en este momento un


Trastorno por Estrés Psíquico post Traumático de grado moderado.

SINTESIS

Los integrantes de la familia PÉREZ-GARCÍA son todos y cada


uno de ellos padecientes de Daño Psíquico en este caso en primer lugar
Sistémico y como consecuencia del mismo, también portan y sufren
Daño Psíquico a nivel individual.

66
Durante toda la presentación se explicitó que desde la perspectiva
Sistémica Constructivista, el todo debe ser analizado como lo más impor-
tante y las partes en todo caso al estar interrelacionadas con ese todo, si
son desmembradas en partes no es con el fin causalistico que en repetidas
veces se señalara, sino que se lo realiza por cuestiones prácticas y de
época.

Esta última expresión –a nuestro modo de ver- tiene que ver con
que el Derecho no es un saber estático, no obstante en gran medida en lo
cotidiano y en su implementación, tiende a tener conceptos jurídicos que
uno vez que fueron establecidos no tengan tal dinámica en la cual la le-
gislación vaya cambiando conforme los cambios sociales y culturales así
lo indican.

El reclamo Civil si bien puede contemplar más de un actor, tiene


toda su argumentación basada en el daño patrimonial o extrapatrimonial
que se le haya producido a una persona desde la esfera estrictamente in-
dividual.

De establecerse el daño, el resarcimiento pecuniario es al indivi-


duo, con nombre y apellido es la persona en forma individual el sujeto de
Derecho.

En nuestra opinión ante determinadas situaciones –como la que nos


ocupa- dado que la afectación es al todo, es a ese todo que se le reparará
el daño producido con la pena impuesta a la contraria.

67
Lamentablemente –según es de nuestro conocimiento- no existe ni
legislación ni jurisprudencia que contemple tal forma de abordaje a la
hora de reparar daño infringido a un todo que solamente es divisible
cuando se menciona a sus componentes, pero que de ninguna manera su
nominación es por orden de importancia de los mismos.

El hecho de que la Sra. PÉREZ haya sido la –si se nos permite la


expresión- “principal protagonista” del evento dañoso no significa que el
Sr. GARCÍA no padezca igual o peor consecuencia que la primera.

Tal como aseveramos, esta sería una visión muy inocente y que
solo mira una parte, sin duda pone el énfasis en el individuo y no el todo,
es decir la integridad del Sistema familiar de los PÉREZ-GARCÍA que
se modificó de manera violenta, injusta e imprevista para siempre nunca
más va a volver a su estado anterior.

El daño producido –tal como le explicita el constructo teórico-prác-


tico Jurídico y Médico del Daño Psíquico- es irreversible e irreparable en
este caso para el sistema viviente que conformara alguna vez la familia
de los PÉREZ-GARCÍA.

Debido a esto último, se considera que sería justo y equitativo para


el caso, que V. S. otorgue un plus de incapacidad psíquica parcial y per-
manente al Sistema Familiar, brindando con ello oportuna Jurisprudencia
al peculiar caso y enfoque que nos convoca.

68
CONCLUCIONES MEDICO-PSIQUIATRICO Y PSICOLÓ-
GICO LEGALES

Hecha la aclaración precedente, conforme a los baremos actual-


mente utilizados en Informes Periciales del Fuero Civil los integrantes
del Sistema han sido afectados de la siguiente forma:

Sra. PÉREZ Juana

Por las secuelas lesionales que guardan nexo causal con el acci-
dente acaecido el día 17/12/14:

Amputación de miembro inferior izquierdo a nivel suprapate-


lar, la cual comporta una incapacidad parcial y permanente subtotal
del: 50 %

Fracturas de ramas ileo e isquipubianas (bilateral) y sacro, las


cuales comportan una incapacidad parcial y permanente subtotales
del: 20 % y 10 % respectivamente.

Fractura de tibia y peroné m.i.d., la cual comporta una incapaci-


dad parcial y permanente subtotal del: 15 %.

Trastorno depresivo mayor de tipo moderado, en concomitancia


con un Trastorno por estrés psíquico post traumático de tipo grave
los cuales comportan una incapacidad parcial y permanente subtotal
del: 30 %

Para ponderar las incapacidades descritas precedentemente se utilizó el


Baremo general para el Fuero Civil, Edit. GARCÍA-ALONSO, año 2.006, de

69
los Dres. ALTUBE – RINALDI (págs. 216, 224, 205, 272 y 278 respectiva-
mente).
Utilizando la fórmula de Balthazar a la actora le correspondería una in-
capacidad parcial y permanente con un Total del: 78,58 %

Srta. GARCÍA PÉREZ Mariana


Fractura de peroné de m.i.i. la cual comporta una incapacidad
parcial y permanente subtotal del: 4 %

Trastorno por estrés psíquico post traumático de tipo mode-


rado el cual comporta una incapacidad parcial y permanente del: 20
%

Para ponderar las incapacidades descritas precedentemente se utilizó el


Baremo general para el Fuero Civil, Edit. GARCÍA-ALONSO, año 2.006, de
los Dres. ALTUBE – RINALDI (págs. 204 y 278 respectivamente).
Utilizando la fórmula de Balthazar a la actora le correspondería una in-
capacidad parcial y permanente con un Total del: 23,20 %

Sr. GARCÍA Damián


Trastorno depresivo mayor de tipo moderado, en concomitancia
con un Trastorno por estrés psíquico post traumático de tipo mode-
rado los cuales comportan una incapacidad parcial y permanente total
del: 25 %

70
Para ponderar la incapacidad descrita precedentemente se utilizó el Ba-
remo general para el Fuero Civil, Edit. GARCÍA-ALONSO, año 2.006, de
los Dres. ALTUBE – RINALDI (pág. 278).

Sr. GARCÍA PÉREZ Antonio

Trastorno por estrés psíquico post traumático de tipo mode-


rado el cual comporta una incapacidad parcial y permanente total del:
20 %

Para ponderar la incapacidad descrita precedentemente se utilizó el Ba-


remo general para el Fuero Civil, Edit. GARCÍA-ALONSO, año 2.006, de
los Dres. ALTUBE – RINALDI (pág. 278).

Puntos de Pericia sugeridos para las dos Dimensiones partici-


pantes en la Sra. PÉREZ Juana y la Srta. GARCÍA PÉREZ Ma-
riana
En el eventual caso en el que deba actuar un Perito de Oficio, se
ruega al Magistrado actuante que tenga en consideración el siguiente pe-
dido.
En razón de economía procesal para caso como el que nos ocupa,
se suele sortear de la lista a Peritos Médicos, a Galenos que reúnan la Es-
pecialidad de Legista y Psiquiatra para que actúe como perito único del
caso.

71
En la situación de las actoras, sin dudas deberá ser sorteado un
Médico Especialista en Ortopedia y Traumatología para que evacúe las
preguntas pertinentes de su área y especialidad.
Para la Dimensión psicológica, quienes están habilitados –por ra-
zones de incumbencia Profesional- para la realización de un Psicodiag-
nóstico Psicoforense son sin dudas los Psicólogos de la Especialidad de-
nominada Psicología Forense.
En atención a ello se solicita que se sortee perito Psicólogo Fo-
rense para los puntos que en el siguiente apartado se sugieren.

Dimensión Traumatológica: Para que el perito informe en base al


examen físico de la Sra. PÉREZ de los antecedentes obrantes en su historia
clínica y los estudios que considere pertinentes:
1. Diagnóstico/s de la/s patología/s traumatológica/s o de otra
especialidad médica que sufriera. En caso de hallar patología secuelar
traumatológica deberá ilustrar a V. S. acerca de las mismas y si las mismas
guardan relación causal con el accidente ventilado en autos.
2. Explique brevemente que es una multifractura de tibia y pe-
roné con compromiso vasculo-nervioso, que la actora padeciera en su
miembro inferior izquierdo y sus consecuencias entre ellas la amputación
suprapatelar. Fundamentar Científicamente sus asertos (Bibliografía, ca-
suística, etc.).
3. Explique brevemente en que consiste la fractura de las ra-
mas ileo e isquiopubianas bilateral, fracturas de apófisis transversas de L3,
L4 y L5 y de sacro.

72
4. Explique brevemente en que consiste la fractura del tobillo
derecho que la actora padeciera en su tobillo izquierdo.
5. Tratamientos realizados para las patologías traumatológi-
cas que presentara.
6. Secuelas que presenta en la actualidad.
7. Incapacidad que presenta actualmente la actora, en los ba-
remos de uso habitual en el Fuero Civil entre los que no puede estar au-
sente el de los Dres. ALTUBE-RINALDI.
8. Explique brevemente y con el solo fin de ilustrar a V. S., si
durante su Internación la Sra. PÉREZ padeció las siguientes complicacio-
nes Clínicas: Hemorragia Digestiva, Tromboembolismo Pulmonar y Tras-
torno Psico-psiquiátrico.
9. Indique el perito si la actora deberá realizar en el futuro tra-
tamientos de rehabilitación por sus secuelas a nivel de su miembro inferior
izquierdo. En caso positivo, tipo del mismo, costo en un medio privado y
duración.

Dimensión Psicológica de la Sra. PÉREZ


1) El perito debe establecer mediante una completa batería de tests
un psicodiagnóstico que dé cuenta del perfil estructural de la ac-
tora en el cual no pueden estar ausentes los siguientes:
a. H.T.P.
b. Test del sí mismo prospectivo
c. Test de la familia kinética
d. Bender

73
e. Desiderativo
f. Rorschach
g. M.M.P.I. 2
h. Q-LES-Q Cuestionario sobre calidad de vida y satisfac-
ción o en su defecto escala de calidad de vida.

2) Realizando un completo examen clínico-semiológico debe des-


cartar o confirmar la presencia de los siguientes signos y/o sínto-
mas:
a. Malestar Psicológico intenso.
b. Recuerdos intrusos y recurrentes en relación al incidente
que desencadenan los hechos de autos.
c. Esfuerzos para evitar actividades, lugares o personas que
motivan recuerdos del trauma
d. Reducción acusada del interés o la participación en activi-
dades significativas.
e. Cambio de carácter, sensación de desapego o enajenación
frente a los demás
f. Sensación de futuro desolador
g. Humor depresivo
h. Dificultad en la Atención, Concentración y Memoria de
fijación.
i. Problemas en el Sueño

74
En el caso de presencia de algunos o todos los signos y/o
síntomas descritos el perito debe considerar si los mismos guar-
dan nexo causal con los hechos ventilados en autos

3) El perito debe descartar o confirmar si la actora a consecuencias


de los hechos de autos presenta signos y/o síntomas de Stress Psí-
quico Post Traumático. En caso positivo o negativo fundamente
sus asertos.
4) Reconstruyendo la historia vital de la actora se deberá determinar
si como consecuencia de los hechos de autos hubo o hay disfun-
ción y/o deterioro en las siguientes áreas:
a. Afectiva
b. Intelectiva
c. Volitiva
5) De hallar disfunción se debe pronunciar acerca de si la misma li-
mita su capacidad de goce a nivel:
a. Individual
b. Familiar
c. Laboral
d. Social
e. Recreativa
6) El perito debe descartar o confirmar si la actora a consecuencias
de los hechos de autos presenta disfuncionalidad que comporte
Daño Psíquico. En caso positivo o negativo fundamente sus aser-
tos.

75
7) De hallar el perito minusvalía o disfunción vinculada a los hechos
ventilados en autos, califique porcentaje de incapacidad psíquica
transitoria o permanente de la actora. Incapacidad que presenta ac-
tualmente la actora, en los baremos de uso habitual en el Fuero
Civil entre los que no puede estar ausente el de los Dres. ALTUBE-
RINALDI.
8) El perito de hallar cuadro psicopatológico deberá expedirse sobre
necesidad o no de tratamiento. En caso de estar indicado este úl-
timo, definirá características del mismo (especialista que lo debe
realizar, frecuencia, duración y costo estimado del mismo).
9) Por último, de indicar tratamiento el perito deberá aclarar taxati-
vamente si la finalidad del mismo es tendiente a liquidar el cua-
dro psicopatológico o estará dirigido a que el mismo no se
agrave.

76
Caso 2
Este caso tiene la peculiaridad de que no halla involucrados a los
autores como Consultores Técnicos de parte sino por el contrario llega a
sus manos como Perito de Médico de Oficio y Psicóloga Forense experta
en Psicodiagnóstico, ambas participaciones tendientes a pesquisar presen-
cia o ausencia de Daño Psíquico.
Por razones obvias se pondrán nombres de fantasía para los actores
y demandados (aunque este último es muy fácil deducir de quien se trata).
Un trabajador de una de las líneas de subte de Buenos Aires se ha-
llaba tratando de hacer funcionar una máquina soldadora y por mal estado
de conservación de la misma y el tablero precario al que se hallaba conec-
tada se electrocuta.
La Demanda es sustanciada en el año 2012 siendo la “titular” del
reclamo la madre del occiso la Sra. INIGUEZ Jorgelina.
Cuando se comienza la tarea pericial y se cita a la actora al recabarse
los datos historiobiográficos –tal como es de regla establecer- se puede
establecer que el hijo de la actora tenía no solo pareja sino que además le
había dado un nieto a la actora.
La demanda en toda su estructura tenía un formato clásico, en la
misma se hacía especial énfasis en que el Sr. MARTINO Damián hijo ma-
yor de un total de 3 hijos de la actora, era quien no solo por ser el mayor
sino porque sencillamente era el que mejor sueldo ganaba por mes, ayu-
daba en la manutención de su madre.
La Sra. INIGUEZ desde hacía muchos años se dedicaba al cuidado
de su madre una señora añosa, motivo por el cual –además de por su edad-

77
no podía salir a ganarse sustento alguno.
De allí que ante la desaparición de su hijo brusca y repentina su vida
afectiva se derrumbó y con ella la económica.
Hasta aquí parecía una demanda más en la cual desde el punto de
vista Médico Legal no se reclamaban daños orgánicos sino por el contrario
Psico-psiquiátricos focalizados en la actora.
Es tradición en el ámbito pericial que todos los peritos de Oficio –si
es que los mismos acompañan a una de las partes- recibamos unos minutos
a los Abogados litigantes, en algunos casos algunos de ellos aguardan que
finalice el Examen Pericial para saber con certeza que Exámenes Comple-
mentarios se le solicitarán a sus representados y se marchan del Consulto-
rio con las ordenes médicas para luego adunarlas al expediente.
En ese marco de cortesía ya mencionado, se le plantea al Letrado
que llama poderosamente la atención que en la presente Litis solo haya
una actora y no 3 co-actores.
Dado que la concepción del Daño Psíquico Sistémico es un cons-
tructo teórico-práctico que los autores vienen desarrollando en su expe-
riencia Pericial desde hace unos años, se le hace saber al Letrado de tal
conjunción de saber Psico-psiquiátrico – con el saber Legal, que se viene
sustentando en diversas causas en las cuales les ha tocado actuar como
Profesionales desde las Dimensiones Psiquiátrica y Psicológica.
Pasan los meses se presenta el Informe Pericial y al poco tiempo con
una conexidad lógica entre causas, bajo el mismo Juzgado y por una evi-
dente economía procesal un nuevo expediente se sustancia teniendo esta
vez sí dos co-actores.

78
Dado que al momento del fallecimiento del Sr. MARTINO su hijo
era menor de edad, el expediente fue caratulado con dos co-actores pero a
nombre de la viuda, la Sra. Noelia DOMINGORENA en derecho propio y
en representación de su hijo menor Sergio MARTINO.
La descripción del presente caso es acotada pero a nuestro entender
contundente en cuanto a representación del daño psíquico sistémico como
entidad psico-jurídica.
Los cuadros Psicopatológicos hallados en los 3 co-actores son elo-
cuentes, ciertos y ligados causalmente con la muerte del Sr. MARTINO.
Tanto la original actora del primer expediente como los co-actores
agregados a posteriori portan trastornos psicopatológicos a saber:
Un Trastorno por Estrés Postraumático en concomitancia con un
Trastorno Depresivo Mayor, ambos de tipo grave.
Para la Sra. INIGUEZ, un Trastorno por Estrés Postraumático en
concomitancia con Trastorno de Duelo complejo Persistente (antes lla-
mado Duelo Patológico) ambos de tipo grave.
Por último el niño porta un Trastorno por Déficit de atención con
Hiperactividad.

79
Capítulo 5

Algunas reflexiones acerca del vínculo Empleador-Em-


pleado en las Pymes

Caso 1
Informe Médico-Legal del Sr. GUTEMBERG Claudio

El día 09/06/14 se realiza entrevista Médico-Legal al Sr.


GUTEMBERG. Se trata de un hombre de 34 años de estado civil
casado, de profesión Gráfico.
El examinado comienza la Entrevista haciéndome saber
con lujos de detalles los pormenores que ha vivenciado hasta la
fecha en la relación laboral que hoy se halla en crisis.
Refiere que trabaja desde hace 18 años en una empresa
gráfica denominada Gráfica Rioplatense S.A. en la cual ingresa
como Operario siendo en ese entonces muy joven y por mérito
propio al mes de trabajar al pie de una máquina de offset es as-
cendido a Ayudante de Maquinista, luego afirma que al desempe-
ñarse muy bien en su rol y por su disposición al aprendizaje más
completo del Oficio fue trasladado internamente a otros roles.
Afirma que no solo trabajó en Encuadernación sino que
también fue formador de nuevos Operarios en esa especialidad,
dado que a medida que la Empresa iba creciendo en el número de
los mismos, allí permaneció un buen tiempo en dicho papel.

80
Conforme pasaba el tiempo sus Empleadores le proponen
volver a la Offset, no obstante en todos los puestos de trabajo y
dado el manejo y conocimiento de todo el movimiento de la Im-
prenta se podría decir que fue también empleado de multitareas
durante sus extensas jornadas laborales (hacer paquetes, cargar
fletes, descargar fletes de papel, etc.).
Si bien muchas de las tareas que el Examinado ha reali-
zado en estos últimos 18 años comportan un manejo de la capaci-
dad intelectual (las modernas máquinas de cualquier Imprenta
mediana o grande son computarizadas y requiere de un conoci-
miento técnico ad hoc de quien las opera) en paralelo con dicha
capacidad y al tratarse de una Empresa que fue creciendo con-
forme pasaba la vida del Sr. GUTEMBERG, adquiere un valor
muy importante en su relato todo lo relacionado con el trabajo es-
pecíficamente físico.
La mención de precedente de “multitareas” adquiere un
valor médico-legal de suma importancia para poder entender y
ocuparnos de la etiología de la patología columnaria que más ade-
lante se detallará.
El Sr. GUTEMBERG en numerosas oportunidades, cente-
nares de días y días manipuló con el consiguiente esfuerzo físico
(ver en detalle este aspecto, posteriormente en las Consideracio-
nes Médico Legales) diferentes objetos de su metier Vg.: resmas
de papel para impresión (con un promedio de peso de 25 kg cada

81
una), paquetes de productos ya impresos, estos últimos en carga y
descarga sobre camiones o camionetas.

Tal como se destacará más adelante cuando se describa la


semiología psico-psiquiátrica hallada durante el presente examen,
un capítulo aparte se lo lleva el aspecto afectivo y emocional so-
bre el cual, conforme fuera pasando el tiempo el vínculo Emplea-
dor – Empleado jugó un papel muy importante (ver al respecto
las Consideraciones Médico Legales).

Entrevista Psiquiátrica

El examinado tuvo una actitud colaboradora durante toda


la entrevista, no incurrió en contradicciones y/o confusiones res-
pecto a cuestiones importantes de los hechos que relatara.
Su Expresión Verbal denotó en muchos momentos del exa-
men el compromiso emocional con lo que se le interrogaba, más
de una vez se debió interrumpir la anamnesis para que se pudiera
recomponer. El tono de voz por momentos se tornó inaudible y
por momentos era poco firme.
Aún con los detalles señalados su expresión siempre fue
coherente y pertinente en relación a lo que se le interrogaba.
En cuanto al contenido expresivo el mismo fue siempre
coincidente con el nivel cultural y de instrucción que ha alcan-
zado (mediano-alto según el tópico abordado).

82
Respecto a la Atención por momentos durante algunas par-
tes de la entrevista (cuando se lo interroga acerca de detalles que
rodearon a los hechos de la relación conflictiva con sus emplea-
dores y sus consecuencias) el peritado exhibe un esfuerzo psí-
quico que se expresa con una leve hipoprosexia.
Se infiere fácilmente que dicha situación obedece al gran
compromiso emocional que desencadena el estímulo interroga-
tivo y la cadena asociativa que se actualiza con el mismo (gran
gasto de energía psíquica para que la función proxésica cumpla su
rol, siendo la misma por lo tanto pocas veces efectiva).
El examinado no presenta Alteraciones Sensoperceptivas a
lo largo de la entrevista y así mismo niega haber tenido alguna
vez esa vivencia.
Al momento actual se muestra Eumnésico para la memoria
evocativa y de fijación es decir, la actividad mnésica es encuadra-
ble dentro del promedio hallable para su condición y grupo etario.
El Pensamiento es de curso y contenido normal.
El Juicio se halla conservado en todas sus etapas por lo cual
se considera que su capacidad judicativa es la normal para un in-
dividuo de su condición cultural y social.
La Ideación es de tipo normal en todos aquellos tópicos
que no se conectan o interconectan con la situación laboral.
Cuando se estimula dicha área ideática sobrevienen mecanismos
que expresan una ideación de tipo obsesiva (sobre todo en rela-
ción al padecimiento columnario, teniendo como eje ideático, el

83
cambio en sus posibilidades como ser independiente y las reper-
cusiones en su vida laboral, social y recreativa).
Por momentos surge una clara ideación de ruina, que ex-
presa el alto impacto que la actual situación (su actual rol laboral
no tiene nada que ver con el que ocupaba antes del padecimiento
columnario) y sus consecuentes limitaciones orgánicas y psicoló-
gicas, desencadenó en el plano laboral y en el sistema familiar.
Claramente se expresa en su relato, que el padecimiento co-
lumnario modificó de manera inopinada su autovaloración como
trabajador, resulta obvio que para el momento vital que se halla
atravesando nada hacía le hacía pensar en una modificación tan
substancial.
En cuanto a su capital ideático, el mismo es coherente con
su nivel de instrucción, su asociación de ideas es según lo dicta la
lógica formal así mismo exhibe un regular manejo del pensa-
miento dialéctico.
En relación a la Asociación de Ideas, el ritmo de las mismas
en algunos momentos de la entrevista es normal y en otros se lo
halla francamente enlentecido. Esta última situación se pone de
manifiesto en circunstancias en las cuales el estímulo interroga-
tivo comporta un serio compromiso emocional con el material
ideático en juego.
En el plano de la Afectividad, a mi criterio, dicha área re-
sulta ser una de las más afectadas, el peritado se mostró con una
notable labilidad directamente asociada con las repercusiones que

84
tuvo el compromiso orgánico en paralelo con el deterioro del
vínculo empleadores-empleado y sus consecuencias en su vida
anímica y de relación.
Tal como ya se señalara en distintas oportunidades de la
anamnesis se detuvo el curso del interrogatorio para dar tiempo a
que el examinado se recompusiera y pudiera seguir respondiendo.
En cuanto al plano Volitivo, no se hallaron parámetros de
normalidad en esta área, dado que a partir de la disfunción colum-
naria que concluyera con la minusvalía psico-orgánica actual, el
examinado –sin conformar un síndrome depresivo pleno- ha visto
cambiar su humor de tal manera que predomina un tinte depre-
sivo en la mayoría de los días de su vida.
A lo largo del presente examen no se evidenciaron proble-
mas de descontrol de la Agresividad en el examinado.
En cuanto a los Instintos Básicos no se hallan signos de
normalidad en esta área. Es sabido que la mayor parte de las per-
sonas que padecen lumbociatalgia desarrollan un dolor referido
que en algunas oportunidades incide sobre la actividad sexual
propiamente dicha (el coito y los movimientos implicados en el
mismo) y una consecuente afectación de la libido.
En el caso que nos ocupa sin dudas la afectación psico-or-
gánica ha afectado su vida de relación en su pareja en forma glo-
bal.

85
SINTOMATOLOGIA HALLADA EN EL EXAMEN
PSIQUIATRICO

1) Malestar Psicológico intenso: ante estímulos internos o exter-


nos que simbolizan o recuerdan el accidente y sus consecuencias.
Refiere: “…Afirma: “….al poco tiempo de trabajar en la offset,
me cambiaron de puesto al área de encuadernación, allí comencé a traba-
jar revisando los trabajos para entregar a diferentes laboratorios médicos,
puesto que casi todo el trabajo que hacíamos eran prospectos de reme-
dios, el trabajo tenía y tiene algunas particularidades, impuestas por los
laboratorios.
Dado que no se pueden modificar bajo ninguna circunstancia,
porque los prospectos médicos tienen valor legal, por esto no pueden pre-
sentarse los siguientes factores: prospectos mezclados, ilegibles o man-
chados por la impresión, pero por sobre todas las cosas, prospectos en
blanco.
Todo tenía y tiene que ser 100% perfecto todo el tiempo y eso
paso, con el estrés que supone, que todo el tiempo le estén marcando a
uno el trabajo, como si uno fuera incompetente, pero paradójicamente
fuera el mejor destinado a hacerlo.
Desde que yo trabaje en la encuadernación, nunca me sanciona-
ron por un error de esta índole…”.
Continúa diciendo que como la empresa fue creciendo (en nú-
mero de Operarios), “….porque había que mantener el estándar y aumen-
tar la producción, al margen de otras tareas que debía desarrollar, como

86
hacer paquetes, cargar fletes, descargar fletes de papel, ayudar aquí y
allá, y con el tiempo, cuando se fue agrandando el personal, enseñar, ob-
servar y corregir, a todas la personas que pasaron por la encuadernación
y fueron muchas, con el tiempo, más de 10, todo esto sin descuidar mi
trabajo. Era el responsable del área, pero solo al momento de hacerme
cargo de resolver tareas y problemas, no de reconocimiento…” (se an-
gustia)…”.
En relación a dicho malestar, frases del tenor de la reproducida
fueron expresadas reiteradamente a lo largo de todo el examen, notán-
dose siempre una coherencia entre lo referenciado y el compromiso emo-
cional exhibido
2) Recuerdos intrusos y recurrentes en relación al incidente vin-
cular: Aclaración: al solo efecto de ilustrar a V.S. haré una breve explica-
ción de que se pretende graficar con el término intruso.
En el caso que nos ocupa y de forma típica, el examinado viven-
cia que su mente es invadida de forma inopinada e involuntaria por imá-
genes y/o sensaciones que reproducen en su psiquismo, los hechos más
traumáticos que le tocaron vivir en ocasión del accidente que desencade-
naron los presentes autos.
La expresión inopinada y/o involuntaria pretende graficar lo que
ocurre en el psiquismo del examinado, ante un estímulo de la realidad
(tanto interna como externa). El estímulo desencadena la evocación de
uno o más recuerdos que sin que participe la voluntad son traídos al pre-
sente. Por lo general dichos recuerdos son vivenciados descritos como un

87
“tortura” o “pesadilla” psicológica, ante los cuales los mecanismos de
defensa del aparato psíquico fallan.

El examinado refiere: “…yo por haber trabajado tanto tiempo do-


minaba muchos puestos y máquinas de impresión, corte, etc. a tal punto
que yo a medida que la empresa crecía iba formando a los empleados
nuevos, nunca tuve un reconocimiento por esa tarea…”.

3) Sensación de futuro desolador: graficando este ítem el peritado


afirma “…para mí esa imprenta era mi vida, yo estaba y estoy muy com-
prometido no solo con mi trabajo, sino que yo tenía la camiseta de la em-
presa, le cuento una anécdota que grafica la relación de confianza que
había con los dueños, el día que nació el nieto del dueño de la imprenta,
se accidento un empleado (se aplasto 2 dedos con el pisón de la guillo-
tina), como la familia estaba de parto y este accidente ocurrió cerca del
horario de salida, el personal administrativo se fue, el dueño de la im-
prenta fue a conocer a su nieto, su hijo estaba en el hospital, y no había
nadie que acompañara al accidentado a que lo atiendan. Yo lo acompañe,
estuvimos en la clínica, espere que lo atendieran, lo operaran y lo acom-
pañe a la casa. Al día siguiente, solo recibí un tibio gracias de parte de mi
empleador, por lo hecho el día anterior. Hoy sé que no me correspondía
hacerme cargo de ese evento, solo lo hice por el afecto por mi amigo ac-
cidentado…”.

88
4) Humor depresivo: El examinado ha visto modificarse su vida
bruscamente y no ha podido asimilar las consecuencias globales del inci-
dente vincular, entre ellos se destaca la modificación que se instaló en su
poder adquisitivo a partir del uso de su licencia y su actual situación y
como esto repercutió en su vida matrimonial.

5) Problemas en el Sueño: El examinado afirma que a partir del


problema columnario sufre con alta frecuencia dolores en su región lum-
bar que lo despiertan –con envaramiento postural- que luego de desper-
tarse le cuesta conciliar el sueño nuevamente por lo cual al día siguiente
se muestra sumamente malhumorado y hosco con los demás.

Consideraciones Médico-Legales

Es importante aclarar -si es que este Informe llega a sede de un


Juzgado Laboral- que ese caso el Sr. Juez deberá entender que el com-
promiso orgánico que deviniera del rol que a nivel laboral tuvo y tiene el
Sr. GUTEMBERG en los últimos 18 años, ha tenido y tiene una explica-
ción Científicamente avalada por los conocimientos de la moderna Orto-
pedia y Traumatología.
En el supuesto caso que este Informe llegue a ser parte de un Ex-
pediente, seguramente el siguiente párrafo deberá sonarle conocido al
Magistrado interviniente, no obstante ello me pareció oportuno hacer un
breve resumen de mi experiencia como Médico Legista acerca del tema
que nos ocupa.

89
Es sabido que los discos intervertebrales, están formados por un
anillo fibroso externo y un núcleo pulposo interno, separan a las vérte-
bras entre sí.
En algunas ocasiones se suceden dos circunstancias fácticas que
pueden estar o no juntas. Por un lado cambios degenerativos y por otro
microtraumatismos o traumatismos, -o ambos sinérgicamente- pueden
romper el anillo fibroso, casi siempre en la región lumbar, y la presión
generada a ese nivel por el peso transmitido por la columna impulsa la
salida del núcleo pulposo en dirección posterior o posterolateral.
En algunos casos la salida del disco penetra en el canal raquídeo
que aloja a la médula espinal y a las raíces que de ella emergen compri-
miéndolas directamente (Lumbociatalgia típica) o disminuyendo el diá-
metro del canal sin lesionar ninguna estructura en forma directa (Sín-
drome de canal estrecho) o solamente irritando los filetes nerviosos que
se encuentran por detrás del disco herniado (Lumbalgia crónica).
Cuando la disminución del diámetro es tal que se alteran una ó
más raíces nerviosas el paciente puede presentar dolor, desde leve hasta
intolerable, falta de fuerza en todos ó en parte de los músculos del miem-
bro inferior y alteraciones de la sensibilidad como hormigueos (pareste-
sias), disminución de la sensibilidad en ciertas zonas (hipoestesias) o di-
rectamente falta de la misma (anestesia).
Esta sintomatología, cuando se trata de compresión directa de las
raíces nerviosas por una hernia discal, es persistente y muchas veces re-
quiere solución quirúrgica con lo que suele mejorar el dolor pero no

90
siempre se logra una restitución completa de la sensibilidad y motricidad
lesionadas.
En el caso del Sr. GUTEMBERG la patología se ubica en un solo
espacio intervertebral, L3-L4, sin evidencia de alteraciones discales ni
signos de artrosis en el resto de la columna.
Esto permite relacionar la patología con una sobrecarga funcional
porque en los casos de artrosis primaria la patología toma toda la co-
lumna y las discopatías son múltiples, mientras que en los traumatismos
o la sobrecarga la alteración se ubica en una zona limitada de la columna
que se corresponde con el sector que mayor esfuerzo realizó en forma
crónica.
Dado que en este caso no hay una hernia de gran tamaño la sinto-
matología no es tan grave y hay pocas posibilidades de que requiera tra-
tamiento quirúrgico, pero de todas maneras se trata de una columna que
ya está debilitada y alterada por lo que sería conveniente que el actor no
realizara más esfuerzos levantando objetos pesados porque ello podría
aumentar el tamaño de la protrusión discal y llegar a requerir tratamien-
tos más intensivos, incluyendo una posible cirugía.

Resulta ya un clásico –demasiado conocido por los Jueces Labo-


rales, pero no por conocidos son ciertos- que los Consultores Técnicos
argumenten que la mayoría de los procesos herniarios a nivel de la co-
lumna sean siempre inculpables porque –según esta fallida argumenta-
ción- se deben a cuestiones de tipo constitucional del individuo que porta

91
la herniación y no a cuestiones incidentales como las son los microtrau-
matismos y/o traumatismos que sufriera el mismo.
Toda la argumentación montada acerca de procesos degenerati-
vos del denominado núcleo pulposo (en referencia al disco interverte-
bral) no solo es una argumentación discusivamente poco válida –es decir
sin mayor rigor Científico, con casuística mundial que así lo avale, etc.-
sino que sin dudas un elemento que es inherente a este tipo de argumen-
tación lo es el grupo etario.
Cuando se intenta sostener esta argumentación, vuelvo a repetir,
sin que se halle Científicamente demostrado que los procesos degenerati-
vos como la deshidratación del disco intervertebral conduzcan necesaria-
mente a una o más herniaciones, se hace mención a un grupo etario que
va entre los 30 y los 50 o más años.
A esta altura del desarrollo de las Especialidades Médicas, si esta
hipótesis fuera sustentable los Especialistas en Reumatología ya hubiesen
tenido abundante casuística acerca de la incidencia de tales supuestos fe-
nómenos degenerativos en los procesos herniarios, lamentablemente para
quienes argumentan desde este eje solo tienen un relato que a fuerza de
repetirse se intenta imponer como una verdad Científica, pero es solo eso
un relato y por lo tanto va por cuenta de quien lo sostiene.
Distinta es la experiencia de los Especialistas en Ortopedia y
Traumatología los cuales sí pueden avalar con abundante casuística la
etiología traumática para la mayoría de las herniaciones que portan indi-
viduos que justamente se hallan en el grupo etario antes mencionado (30

92
a 50), en los cuales los llamados microtraumatismos pueden ser los origi-
nantes –si se me permite la expresión- “silenciosos” de numerosos pade-
cimientos columnarios.
La expresión “silenciosos” no es casual. En muchos casos –y jus-
tamente el que nos ocupa es uno de ellos- la acción de numerosos micro-
traumas, diarios, mensuales y en algunos casos a través de años de pro-
ducción terminan en un proceso herniario sin que el sufriente pueda loca-
lizar un día de aparición del cuadro tan claro como sí ocurre cuando la
herniación es claramente consecuencia de un gran traumatismo.
Justamente lo silencioso es la incidencia, a veces cotidiana del
gran esfuerzo al que es sometida la columna en toda su extensión por ta-
reas que realiza el portador de esta patología.
En el caso que nos ocupa, el Sr. GUTEMBERG durante numero-
sos días, centenares de días y sin exagerar se podría decir que en años, ha
manipulado distintos objetos que excediendo los 20 kg ha tenido que le-
vantar, movilizar, acarrear y distintos tipos de acciones que han compor-
tado para su columna los mencionados microtraumatismos.
Tal como se fundamentara precedentemente, para el vulgo si no
hay un gran esfuerzo y un día en particular que se identifica como “el día
del accidente Laboral”, no hay accidente laboral, es decir no se tiene en
cuenta –por desconocimiento Científico obviamente- el mecanismo de
producción antes explicitado.
La patología columnaria desarrollada por el Sr. GUTEMBERG
no solo comportó las lógicas complicaciones para el buen desarrollo de

93
una jornada laboral, sino que trajeron aparejadas para el mismo, compli-
caciones que afectaron fundamentalmente 3 áreas a saber: la individual,
la familiar y la social-deportiva.
En la primera área, el examinado refiere que su dolencia colum-
naria comportó un verdadero antes y después, dado que se modificó su
vínculo de pareja (refiere como situación traumática que la incidencia del
dolor en su región dorso-lumbar ha afectado sobre su libido y la frecuen-
cia de las relaciones sexuales), que, esta situación se combina con su
brusco cambio en el área recreativa.

Las secuelas orgánicas modificaron de manera inusitada su vida a


este nivel, comportando un circuito vicioso de autoencierro que terminó
repercutiendo en un cambio de carácter (irritabilidad, labilidad afectiva,
baja autoestima, etc.) que afectó su vida matrimonial, recreativa y labo-
ral.
Un aspecto sumamente importante es la pérdida de chance de as-
censo laboral, no solo en lo atinente a la autoestima como trabajador sino
también en el aspecto económico.
A partir del accidente los dolores presentes en la mayoría de los
días, se incrementan con la bipedestación forzada (ante las máquinas que
él operaba tiene que estar horas parado frente a las mismas.
El Sr. GUTEMBERG vivencia dicha situación como un demérito
a su estima como trabajador, ve que su horizonte de progreso laboral se
cortó de por vida (al menos dentro de la empresa donde sigue traba-
jando).

94
Es de destacar que desde la Dimensión Psicológico-psiquiátrica,
la credibilidad del relato del examinado es absoluta, dado que durante la
entrevista se pudo objetivar la consonancia de la afección psíquica vincu-
lada al accidente y sus consecuencias, con el relato del examinado.
El examinado ha superado ampliamente las escalas de confiabili-
dad y validez de los Tests a los que ha sido sometido –que se adjunta-,
por ello se ha descartado plenamente: neurosis de renta, patomimia, men-
tira patológica y cualquier otra signo-sintomatología que hubiera permi-
tido pensar en base psicopatológica previa.
Es importante destacar un aspecto no siempre tenido en cuenta en
casos como el que nos ocupa.
El Derecho Laboral tiende a pensar en términos taxativos y traza
una línea de separación muy neta entre el rol del Empleador y el Em-
pleado.
Esta situación es así de taxativa y si se me permite la expresión –
despersonalizada- en los casos de las grandes Empresas o Industrias.
A nadie en su sano juicio se le ocurriría argumentar algo acerca
del psiquismo de un trabajador en su “relación” con su empleador si tra-
bajara por ejemplo en la Ford.
El número de empleados con distintas jerarquías y roles demar-
can de forma habitual y diaria y los vínculos son justamente “desperso-
nalizados” por la propia situación de masividad de empleados y el desco-
nocimiento absoluto de quien es en realidad el verdadero empleador, tal
como claramente se puede ejemplificar en el caso de la empresa mencio-
nada, dado que centenares de miles de trabajadores que han pasado por

95
ella solo han conocido a algún integrante de la familia Ford solo por fo-
tos de algún periódico o revista.
El caso peculiar de las vulgarmente conocidas como “Pymes”
tiene una particularidad sobre la cual vale la pena ahondar, porque ello
echará sin dudas luz para el caso que nos ocupa.
El Sr. GUTEMBERG ha ido acompañando con su vida como tra-
bajador el desarrollo de la pequeña imprenta que otrora fuera la de sus
empleadores.
Durante años, meses, centenares de días y horas, no solo laboró
comprometidamente en los distintos roles que le tocara actuar, sino que
también conforme pasaba el tiempo en una relación vincular co-cons-
truida con sus empleadores fue tejiendo una trama emocional y afectiva
que sin duda fue alimentada por ambas partes.
Esta trama emocional vincular, se halla sumamente estudiada y
descrita por la llamada Psicología Empresarial y es una situación suma-
mente común de desarrollo en las Pymes.
Obviamente como toda situación humana, tiene sus vertientes po-
sitivas y también las negativas y oscuras. Sobre todo estas últimas si no
son detectadas y tratadas a su debido momento, suelen “hacer síntoma” y
entorpecer sobre manera el vínculo empleador-empleado afectando sin
dudas el verdadero objeto que originalmente hiciera posible la relación,
la producción de mercancía en base al trabajo en el cual obviamente nada
tienen que hacer las emociones y los afectos humanos.
Todo esto es clarísimo, tal como se lo destacar precedentemente
en las grandes empresas.

96
En el caso que nos ocupa, la dualidad y la co-construcción entre
el Sr. GUTEMBERG y sus empleadores han ido generando una falsa
identidad del vínculo, que en la mayoría de los casos –si no obedece a
una mala intensión consciente- se asimila a un vínculo primario por el
que todos los seres humanos pasamos y nos marca vincularmente.
Me refiero en particular a la familia nuclear y todo lo que de ella
deviene en nuestra especie.
Es sumamente común que la falsa identidad de la que hablara se
exprese, (consciente o inconscientemente) en definir a la mini empresa
“como si fuera una familia”.
Durante años el Sr. GUTEMBERG se sintió parte de esa “fami-
lia”, paradójicamente era consciente de su rol de empleado, pero por otro
la cercanía y cotidianeidad del vínculo lo fue haciendo “testigo” y parti-
cipe de las distintas vicisitudes por las cuales la empresa y sus compo-
nentes fueron atravesando en los últimos 18 años.
Con satisfacción y no poco orgullo fue sintiendo que el creci-
miento de la pequeña imprenta para llegar a ser la que es hoy, mucho
tuvo que ver en ello su entrega como uno más de la “familia”.
Ahora bien, cuando más arriba se hace mención a una “falsa iden-
tidad”. Es obvio que se está categorizando desde una lectura externa (y
por ende desafectivizada, como la que puede tener un Psicólogo Empre-
sarial llamado a hacer diagnóstico) a un vínculo que sin dudas no tendría
que tener nada de “contaminación” vincular. Un empleado y su emplea-
dor no son y nunca deben ser ni serán ni “una familia” ni nada que
se le parezca.

97
Examinado y cotejado desde esta óptica, el relato de la vincula-
ción emocional y afectiva que el Sr. GUTEMBERG ha exhibido durante
el examen resulta no solo verosímil sino que muchos datos y detalles ex-
puestos en su discurso son –si se me permite nuevamente una grosera ex-
presión- “calcados” en trabadores de pequeñas o medianas empresas que
este examinador ha conocido en su experiencia médica.
Tal como suele ocurrir en la vida, las ficciones en algún momento
se caen por el peso de la realidad externa.
El padecimiento orgánico, vino de alguna manera a actuar como
un “despertador”.
A la hora de la verdad, el vínculo emocional-afectivo del que
se hablara abundantemente en párrafos anteriores, se cayó!!!, el em-
pleador en la metáfora mencionada –por lo general siempre es el primero
en despertarse, o en el peor de los casos nunca estuvo soñando-, se des-
pertó y operó en la única y verdadera realidad vincular.
Atrás quedaron los momentos felices de la “familia” y lo co-cons-
truido, la “camiseta” de la empresa que todos llevan por igual, y por pri-
mera vez, en esta metáfora ahora futbolística, los jugadores comienzan a
irse a cambiar a vestuarios diferentes, por un lado van los empleados y a
otro vestuario los empleadores.
A esta altura del relato, es importante traer a la Ford nuevamente
a la mano.

98
En relación con esta última metáfora, no es necesario aclarar que
en una gran empresa como la mencionada sería delirante que alguien sos-
tuviera estados confusos o de “relato”, hay hechos concretos y determi-
nantes que nos hablan de la realidad y las cosas son como son.
Los “vestuarios” están delimitados y no son para nada confusos
desde hace más de 100 años.
A nadie en su sano juicio se le ocurriría describir los vínculos la-
borales, diagnosticarlos y mucho menos argumentar sus hallazgos desde
la emotividad antes mencionada.

Volviendo al caso que nos ocupa, la ruptura brusca e inopinada


del vínculo emocional y afectivo ha producido en el Sr. GUTEMBERG
la vivencia de una situación traumática de la suficiente entidad y habili-
dad como para producir un Daño Psíquico.
Al momento actual dicho daño es expresado Clínicamente por un
completo y complejo Trastorno por Estrés y un Trastorno Adaptativo
consecuente al trauma psíquico que le ocasionara la ruptura del vínculo.
Este y otros aspectos pesquisados en la entrevista, son suma-
mente importantes para poder establecer el nexo causal del Daño Psí-
quico con el vínculo laboral que hoy se examina desde esta Dimensión.

Conclusiones
El Sr. GUTEMBERG presenta desde la Dimensión Traumatoló-
gica limitación orgánica evidenciada en: Lumbociatalgia de columna

99
lumbo-sacra que comporta una Incapacidad parcial y permanente Subto-
tal del: 10 % y con mecanismo de producción verosímil para una situa-
ción y circunstancias como las de la ocupación y oficio del Actor.
Además el peritado presenta desde la Dimensión Psico-psiquiátri-
ca, signos y síntomas de un Trastorno por Stress Post Traumático en con-
comitancia con un Trastorno Adaptativo, los cuales se encuadraría dentro
del denominado Daño Psíquico.
En mi opinión, es altamente probable que los cuadros hallados
guarden nexo causal con el incidente vincular que sufriera y que se es-
pera no lo conduzca a demandar judicialmente.
Ponderado el caso que nos ocupa con los Baremos vigentes la ex-
pectativa de Incapacidad psíquica parcial y permanente que no podría ser
inferior al 15 %.
Aplicando la fórmula de Balthazar el peritado presenta una Inca-
pacidad parcial y permanente en un Total del: 23,50 %.
Para ponderar la incapacidad descrita precedentemente se utilizó
el Baremo general para el Fuero Civil, de los Dres. ALTUBE – RINAL-
DI, Edit. GARCÍA-ALONSO, año 2.006, (100sico. 157 y 278 respec-
tiva-mente).
Puntos de Pericia sugeridos para las dos Dimensiones participan-
tes
En el eventual caso en el que se llegue a una litis deba actuar un
Perito de Oficio, se ruega al Magistrado actuante que tenga en considera-
ción el siguiente pedido.

100
En razón de economía procesal para caso como el que nos ocupa,
se suele sortear de la lista a Peritos a Médicos que reúnan la Especialidad
de Legista y Psiquiatra para que actúe como perito único del caso.
En la situación del Sr. GUTEMBERG sin dudas deberá ser sor-
teado un Médico Especialista en Ortopedia y Traumatología para que
evacúe las preguntas pertinentes de su área y especialidad.
Para la Dimensión psicológica, quienes están habilitados –por ra-
zones de incumbencia Profesional- para la realización de un Psicodiag-
nóstico Psico-forense son sin dudas los Psicólogos de la Especialidad de-
nominada Psicología Forense.
En atención a ello se solicita que se sortee perito de dicha espe-
cialidad para los puntos que en el siguiente apartado se sugieren.

Dimensión Traumatológica: Para que el perito informe en base


al examen físico del Sr. GUTEMBERG, de los antecedentes obrantes en
su historia clínica y los estudios que considere pertinentes:
1. Diagnóstico de la patología que sufrió el actor. En
caso de hallar patología columnaria, el perito se debe explayar
acerca de las probables etiologías de dicho padecimiento y corre-
lacionarlos con la situación vital del examinado. Fundamentar
Científicamente sus asertos (Bibliografía, casuística, etc.).
2. Explique brevemente que es una discopatía lumbar
y sus consecuencias para la posibilidad del paciente de realizar
esfuerzos. Fundamentar Científicamente sus asertos (Bibliografía,
casuística, etc.).

101
3. Tratamientos realizados para la patología que pre-
sentó.
4. Secuelas que presenta en la actualidad.
5. Incapacidad que presenta actualmente el actor,
tanto por el baremo de la ley de accidentes de trabajo como por
los baremos de uso habitual en el Fuero Civil.
6. Si es posible que en el futuro la patología se agrave
y requiera un tratamiento quirúrgico. En caso positivo costo de la
misma en un medio privado así como el costo y duración de la
rehabilitación postoperatoria necesaria.
7. Si es posible que los tratamientos médicos o qui-
rúrgicos permitan una “restitutio ad integrum” de la lesión o por
el contrario, siempre quedarán secuelas. Fundamentar Científica-
mente sus asertos (Bibliografía, casuística, etc.).
8. Relación de la hernia discal con el trabajo reali-
zado. Para evaluarlo tener en cuenta el resultado del examen Psi-
codiagnóstico, los periódicos y la fecha de la primera manifesta-
ción de la patología.
9. Informe si el actor podría haber realizado normal-
mente el trabajo descripto en el supuesto caso de haber tenido la
protrusión discal desde el ingreso al trabajo.
10. Si el actor deberá realizar en el futuro tratamientos
de rehabilitación por sus secuelas, en caso positivo, costo en un
medio privado y duración.

102
11. Si esta secuela puede dificultar la realización de
deportes, trabajar agachado o levantar objetos pesados, afectar su
sexualidad. Fundamentar Científicamente sus asertos (Bibliogra-
fía, casuística, etc.).
12. Si el actor se encuentra disminuido por sus secue-
las físicas en sus posibilidades de aprobar un examen Psicodiag-
nóstico tipo.
Dimensión Psicológica Sr. GUTEMBERG
1) El perito debe establecer mediante una completa batería de Tests
un Psicodiagnóstico que dé cuenta del perfil estructural del exa-
minado, en el cual no pueden estar ausentes los siguientes:
a. H.T.P.
b. Bender
c. Desiderativo
d. Rorschach
e. M.M.P.I. 2
f. Q-LES-Q Cuestionario sobre calidad de vida y satisfac-
ción o en su defecto escala de calidad de vida.

3) Realizando un completo examen clínico-semiológico debe des-


cartar o confirmar la presencia de los siguientes signos y/o sínto-
mas:
a. Malestar Psicológico intenso.
b. Recuerdos intrusos y recurrentes en relación al incidente
que desencadenan los hechos de autos.

103
c. Esfuerzos para evitar actividades, lugares o personas que
motivan recuerdos del trauma
d. Reducción acusada del interés o la participación en activi-
dades significativas.
e. Cambio de carácter, sensación de desapego o enajenación
frente a los demás
f. Sensación de futuro desolador
g. Humor depresivo
h. Dificultad en la Atención, Concentración y Memoria de
fijación.
i. Problemas en el Sueño
En el caso de presencia de algunos o todos los signos y/o sínto-
mas descritos el perito debe considerar si los mismos guardan nexo cau-
sal con los hechos ventilados en autos

4) El perito debe descartar o confirmar si la actora a consecuencias


de los hechos de autos presenta signos y/o síntomas de Stress Psí-
quico Post Traumático. En caso positivo o negativo fundamente
sus asertos.
5) Reconstruyendo la historia vital de la actora se deberá determinar
si como consecuencia de los hechos de autos hubo o hay disfun-
ción y/o deterioro en las siguientes áreas:
a. Afectiva
b. Intelectiva
c. Volitiva

104
6) De hallar disfunción se debe pronunciar acerca de si la misma li-
mita su capacidad de goce a nivel:
a. Individual
b. Familiar
c. Laboral
d. Social
e. Recreativa
7) El perito debe descartar o confirmar si la actora a consecuencias
de los hechos de autos presenta disfuncionalidad que comporte
Daño Psíquico. En caso positivo o negativo fundamente sus aser-
tos.
8) De hallar el perito minusvalía o disfunción vinculada a los hechos
ventilados en autos, califique porcentaje de incapacidad psíquica
transitoria o permanente de la actora.
9) El perito de hallar cuadro psicopatológico deberá expedirse sobre
necesidad o no de tratamiento. En caso de estar indicado este úl-
timo, definirá características del mismo (especialista que lo debe
realizar, frecuencia, duración y costo estimado del mismo).
10) Por último, de indicar tratamiento el perito deberá aclarar taxati-
vamente si la finalidad del mismo es tendiente a liquidar el cua-
dro psicopatológico o estará dirigido a que el mismo no se
agrave.
Dimensión Psicológica Sr/es. (nombre/s de los Emplea-
dores)

105
1) El perito debe establecer mediante una completa batería de Tests
un Psicodiagnóstico que dé cuenta del perfil estructural del Sr.
……………….del cual no pueden estar ausentes los siguientes:
a. H.T.P.
b. Bender
c. Desiderativo
d. Rorschach
e. M.M.P.I. 2
2) Reconstruyendo la historia vital de los mismos se deberá determi-
nar si como consecuencia de la relación laboral descrita hubo o
hay disfunción y/o deterioro en las siguientes áreas:
a. Afectiva
b. Intelectiva
c. Volitiva
d. Vincular
3) De hallar disfunción se debe pronunciar acerca de si la misma
puede tener incidencia a nivel:
a. Individual
b. Familiar
c. Laboral
d. Social
Sin más que informar acerca del tema que SERÁ JUSTICIA.

106
Caso 2

Con las lógicas modificaciones para garantizar anonimato tanto de


la Actora como de la Demandada se transcribe en lo esencial el modelo de
Demanda que se iniciara oportunamente y que concluyera con fallo favo-
rable para la actora.

“…Con fecha 01 de Septiembre de 1990 la actora comenzó a las


órdenes y bajo la dependencia de la demandada Laboratorio de Exáme-
nes Clínicos Centrales S.R.L., empresa dedicada al ramo Laboratorios de
Exámenes Complementarios de tipo medicinales, en el establecimiento
sito en la calle Camacuá 352 de ésta ciudad.

Desde su ingreso y a lo largo de la relación laboral la trabajadora


cumplió tareas como administrativa en el horario de Lunes a Sábados de
8,00 a 15,00,hs, aunque en la práctica dicho horario se extendía a 1 o 2
horas más, sin que nunca se le abonaran horas extras. Posteriormente y
debido a los conocimientos Técnicos adquiridos (Técnica en Laboratorio)
pasa a cumplimentar dichas funciones hasta la finalización del vínculo la-
boral.

La trabajadora jamás fue objeto de apercibimiento, sanción disci-


plinaria ni observación de índole alguna, cumpliendo siempre sus obliga-
ciones con idoneidad y eficiencia.

Era muy cortés, puntual, amable, eficiente, responsable y colabora-


dora, no recibiendo un trato acorde por parte de la patronal, circunstancia
que se veía reflejada en la desvalorización de la trabajadora por parte de

107
sus superiores manteniendo con respecto a la actora un trato desigual y
discriminatorio con relación a los demás dependientes.

La situación que se vio agravada cuando la actora comenzó a evi-


denciar un notable quebrantamiento en su estado de salud psicofísica.

Así, siendo la Srta. Carmela LEGUIZAMÓN de carácter débil,


de personalidad introvertida, sumisa y temerosa, abusándose la patronal
de esa caracterología y no obstante presentar la misma claros y evidentes
signos de enfermedad, era siempre sobre exigida en las tareas que se le
encomendaban, y más allá del deber de colaboración las mismas le
eran requeridas de malos modos en términos imperativos, despectivos y
hasta despreciativos hacia su persona.

La accionante fue acumulando un exceso de estrés, motivado en


que a medida que iba empeorando su salud orgánica, padeciendo frecuen-
tes indisposiciones en su lugar de trabajo, la demandada, descreyendo de
ello o haciendo caso omiso a dichas señales, le imponía

sistemáticamente una desmedida exigencia y un trato desconsiderado, no


solo impropio de cualquier relación laboral sino también de cualquier re-
lación humana.

De carácter débil, temerosa e insegura, la actora era incapaz de exi-


gir respeto hacia su persona y menos aún poner límites a dicho proceder.

108
El obrar de la patronal se implementaba por medio de una extrema
posición psicológica a la que se sometía a la actora, atribuyéndole que
exageraba o directamente fraguaba su estado de salud para eludir sus obli-
gaciones laborales.

Así de ese modo se fue erosionando la autoestima de la trabajadora


siendo invadida por un permanente sentimiento de culpa y frustración.

Siendo la accionante su único sostén, no tuvo más remedio que


aceptar las abusivas condiciones laborales que les imponía la demandada
y el destrato que se le dispensaba.

En tal sentido, las Srta. LEGUIZAMÓN no podía darse el lujo de


renunciar al empleo (como más de una vez le fue sugerido por la patronal)
pues dependía de los ingresos que obtenían laborando para la contraparte.

Con el correr del tiempo las cosas siguieron empeorando y si bien


la trabajadora procuraba “sobrellevar “ el mal trato de la patronal, incluso
en más de una ocasión llegando al extremo de ocultarse cuando padecía
una indisposición a fin de no ser objeto de reprimenda u objeto de burlas
por parte de sus superiores, esos intentos no resultaba remedio para su
psiquis y sus estados anímicos, ya que la propia interrelación jefe /subal-
terno hacía imposible evitar los efectos y consecuencias que se iban pro-
duciendo en su estado de salud psicofísica.

109
No debe extrañar entonces que en el transcurso de la relación laboral
la actora presentara una sintomatología psicofísica cuyo foco de agrava-
miento era su situación laboral, tales como fatiga mental, estrés, depre-
sión, temor a enfermarse, inhibición en la relación social, a lo que se le
sumaba dolores de cabeza, dificultades para dormir, y en particular des-
órdenes en su aparato digestivo.

La presión psicológica y física que se ejercía sobre la actora hizo su


primera eclosión a principios del año 2010 cuando tuvo dos intentos de
suicidio y tuvo que ser medicada y tratada ante riesgo de vida. Por enton-
ces y en dicha época, la actora estuvo bajo licencia médica.

No era para menos, la trabajadora venía sufriendo tremendas presio-


nes en su lugar de trabajo producto del maltrato descripto, hasta que su
psiquis dijo basta y se produjo también un desequilibrio de su salud
mental.

Desde la óptica Psíquica la actora presentaba una depresión que en


principio fue de grado grave en virtud de sus ideas suicidas y un notable
deterioro de la concentración, memoria y sentimientos crónicos de incom-
petencia e inferioridad.

En cuanto a su salud física, sus trastornos digestivos cada vez eran


más frecuentes e intensos.

110
Una vez dada de alta de aquella licencia médica, la actora retomó
tareas, empero su situación en la empresa el maltrato no había cambiado,
al contrario el mismo prosiguió en forma virulenta.

En la medida que la actora seguía sufriendo indisposiciones gastro-


intestinales, se retraía aún más, se atemorizaba de ser reprendida , todo
ello exacerbaba a sus superiores que lejos de cesar en sus atropellos cuanto
más afligida, angustiada e indispuesta veían a la trabajadora más se em-
peñaban en destratarla.

La actora continuó bajo control médico, luego de un tiempo y ya


principios de 2011, es decir a menos de un año de su alta médica, la Srta
LEGUIZAMÓN comenzó a padecer frecuentes dolores de cabeza, ma-
reos, náuseas, vómitos y vértigos padeció además desordenes del sueño
(insomnio), dificultad para dormirse o despertares a la madrugada, cam-
bios en la conducta alimentaria, y facilidad para enfermarse.

Con fecha 04 de Abril de 2011, la actora es atendida por los médicos


de la Obra Social del Personal de la Sanidad, donde se le prescribe reposo
por 15 días, aunque de poco le valió dicha licencia ya que por entonces
su estado de salud era compatible con Síndrome Psicopsiquiátrico, y con
la Enfermedad Celíaca, siendo tratada por esta enfermedad orgánica por
los médicos de la Obra Social y por los facultativos del Hospital Udaondo.

Es más, y como se probará en autos, la Srta. LEGUIZAMÓN ya no


logró recuperarse, quedando absolutamente incapacitada para trabajar.

111
Es oportuno destacar que conforme literatura médica, la enfermedad
Celíaca consiste en una intolerancia permanente a la gliadina y a otras pro-
teínas afines, que produce una atrofia severa de las vellosidades intestina-
les, ello explica las graves indisposiciones que sufría la actora en su lugar
de trabajo, indisposiciones que la patronal consideraba que se trataban
de meras simulaciones o exageraciones de la trabajadora, extremo que a
su vez y tal como un círculo vicioso erosionaba cada vez más la psiquis
de la trabajadora, y en esa misma medida se agravaba su cuadro orgánico.

Ya de por sí el enfermo celíaco al menos en los primeros años de su


enfermedad, lo más aconsejable es que cuente con apoyo psicoterapéutico
y hasta control psiquiátrico, ya que es muy común en estos pacientes pre-
senten cuadros psicosiquiátricos debido a la zozobra que les ocasiona sus
mutaciones orgánicas y a la readaptación que requieren para aceptar su
enfermedad, sumado ello a la angustia en muchos casos de no poder acce-
der económicamente a la alimentación adecuada.

La actora fue padeciendo los síntomas psicosiquiátricos descriptos


pasando por diferentes etapas evolutivas del síndrome que padecía, lo
cual derivara en la descompensación de su cuadro de base un Tras-
torno Esquizotípico de personalidad, que la llevó a un grado absoluto
de incapacidad

Es de destacar que la estructura de base de la Srta. LEGUIZAMON


es la de un Trastorno Esquizotípico de Personalidad, que al momento del

112
comienzo de la relación laboral se hallaba compensado y sin síntomas que
afectaran la vida de una joven de su edad y condición.

Tenía una vida social razonable, el sistema familiar en el cual se ha-


llaba inserta era continente y efectivo y fue precisamente el destrato del
empleador el que fue minando los pilares sobre los cuales se sustentaba
una vida (social, afectiva, cultural, etc.) en la cual no había mayores des-
equilibrios.

Si hay algo que desde los años 50 del siglo pasado la Medicina mo-
derna pudo fundamentar Científicamente es que algunas patologías médi-
cas de gran repercusión orgánica (asma, alergias, psoriasis, vitíligo, colitis
ulcerosa, enfermedad celíaca y una larga lista de enfermedades) tienen su
base en el psiquismo de quien la porta.

Por ende la Srta. LEGUIZAMÓN no escapa a esta dupla hoy muy


conocida como ENFERMEDAD PSICOSOMÁTICA. Si hay algo que
certeramente se sabe en cada una de ellas, es que ante un gran hecho trau-
mático o con miles y miles de pequeños (decir pequeño es solo una manera
de graficarlo) traumas psicológicos diarios se desencadena un complejo
mecanismo en el cual hay por lo general un órgano “blanco” de la enfer-
medad.

En el caso que nos ocupa lo es la Enfermedad Celíaca, la primera


fase de dicha patología se caracteriza por una progresiva pérdida de las
energías y marcada desproporción entre el trabajo realizado y el cansancio
experimentado, se pasa al grado de despersonalización al no expresar los
113
sentimientos de impotencia, indefensión y desesperanza y se termina en
el abandono de la realización personal, donde fluyen sentimientos de in-
competencia y autovaloración negativa, especialmente referida a la rela-
ción con supervisores y pares.

El cansancio o agotamiento emocional constituyen la primera fase,


caracterizada por una progresiva pérdida de las energías

Quien padeció un síndrome de stress psicofísico, como padecía la


actora, se encuentra emocionalmente exhausto. Al agotarse sus recursos
emocionales, la accionante sentía que no podía dar más de sí misma,
insumía demasiada energía para enfrentar un nuevo día. Se sentía ago-
tada, cansada y desmotivada, al deber enfrentar a diario el destrato y la
incomprensión de sus superiores.

Generalmente, como consecuencia de la sobrecarga emocional, se


produce una disminución del interés. Lo cual conduce a una conducta ex-
cesivamente distante e insensible, que incluye la pérdida de los ideales. El
riesgo es que el distanciamiento se transforme en deshumanización. Se ca-
racteriza por sentimientos negativos

Se comienza también con un progresivo abandono de aquellas ta-


reas que no son laborales, se van perdiendo los ideales y, fundamental-
mente, comienza un creciente apartamiento de actividades familiares, so-
ciales y recreativas, creando una especie de autorreclusión.

114
La Srta. LEGUIZAMÓN comenzó a tener dificultades para interre-
lacionarse, recluyéndose en su vivienda, máxime que sus indisposiciones
digestivas la cohibían aún más, sintiéndose avergonzada por los efectos
secundarios de su enfermedad orgánica

En efecto, su estado depresivo, la disminución del sentimiento de la


propia eficacia, es un eslabón hacia la depresión, la pérdida de soporte
social afectivo, y de otras oportunidades para desarrollarse personalmente,
provocó en la actora una aceleración del cuadro orgánico es decir de su
enfermedad celíaca.

Es así como ya se dijo, que por la Celiaquía la actora comienza a


ser atendida por los médicos de la Obra Social y por los profesionales del
Hospital Udaondo, pero a su vez simultáneamente y con muy buen criterio
es derivada a inter consulta psiquiátrica.

La Srta. LEGUIZAMÓN comenzó a ser atendida por el especialista


médico psiquiatra, Dr Adolfo Oscar Méndez, quien diagnosticó desde el
área de la salud mental un Síndrome de Stress psicofísico con foco en si-
tuación laboral.

A la actora se le prescribe reposo absoluto e inicia un tratamiento


psicofarmacológico, su salud mental literalmente se había quebrado.

La patronal, ante lo innegable del cuadro psicofísico que presentaba


la trabajadora se avino a la licencia médica prescripta por el especialista,
abonándole a la trabajadora los salarios correspondientes a la licencia.
115
Finalizada la licencia médica con goce de sueldo y pese a que la
actora carecía de medios propios de subsistencia, y padecía además de
enfermedad celíaca, con los mayores gastos que implica para quienes su-
fren de esa enfermedad, tanto es así que el Congreso de la Nación votó
Ley Nº 26.588 (Ley Celiaca) reglamentada por el Decreto 407/12, solo
contaba con la ayuda de su familia, aun así a pesar de las urgencias eco-
nómicas y la imperiosa necesidad de trabajar, la Srta. LEGUIZAMÓN no
fue dada de alta por el médico tratante, al contrario, la actora debió con-
tinuar con el tratamiento psicofarmacológico y estricto control psiquiá-
trico. Cabe recordar en tal sentido que la actora había tenido dos intentos
de suicidio.

Consideraciones Médico Legales del caso

Es importante para el lector aclarar que de los autores, el caso fue


tratado originalmente por el Dr. Méndez como Médico Psiquiatra y Psico-
terapeuta y cuando el caso la ameritó; como Médico Legista asesorando al
Letrado que llevó la acción Laboral y Civil adelante.

En razón de lo explicitado, es por ello que el autor hablará a partir


de aquí en singular.

Resulta evidente y sobrados elementos de la Clínica Psico-psiquiá-


tricas que presentara la paciente dieron cuenta de que el Empleador ejerció
desde su rol un verdadero Acoso Laboral.

116
Es conocido que para que se configure el Acoso en el ámbito laboral
este debe reunir ciertas condiciones.

Pese a que si el lector es Letrado y aún más si es Laboralista, me


pareció oportuno destacar lo reglado por la ley 1010 de 2006 en su artículo
7, que habiendo tipificado como acoso laboral por parte del empleador una
serie de conductas de este contra sus empleados.

Establece que para que se configure el acoso:

“…Se presumirá que hay acoso laboral si se acredita la ocurren-


cia repetida y pública de cualquiera de las siguientes conductas
1) Los actos de agresión física, independientemente de sus conse-
cuencias;
2) Las expresiones injuriosas o ultrajantes sobre la persona, con uti-
lización de palabras soeces o con alusión a la raza, el género, el
origen familiar o nacional, la preferencia política o el estatus so-
cial;
3) Los comentarios hostiles y humillantes de descalificación profe-
sional expresados en presencia de los compañeros de trabajo;
4) Las injustificadas amenazas de despido expresadas en presencia
de los compañeros de trabajo;
5) Las múltiples denuncias disciplinarias de cualquiera de los suje-
tos activos del acoso, cuya temeridad quede demostrada por el
resultado de los respectivos procesos disciplinarios;

117
6) La descalificación humillante y en presencia de los compañeros
de trabajo de las propuestas u opiniones de trabajo;
7) Las burlas sobre la apariencia física o la forma de vestir, formu-
ladas en público;
8) La alusión pública a hechos pertenecientes a la intimidad de la
persona;
9) La imposición de deberes ostensiblemente extraños a las obliga-
ciones laborales, las exigencias abiertamente desproporcionadas
sobre el cumplimiento de la labor encomendada y el brusco cam-
bio del lugar de trabajo o de la labor contratada sin ningún fun-
damento objetivo referente a la necesidad técnica de la empresa;
10) La exigencia de laborar e n horarios excesivos respecto a la jor-
nada laboral contratada o legalmente establecida, los cambios
sorpresivos del turno laboral y la exigencia permanente de labo-
rar en dominicales y días festivos sin ningún fundamento obje-
tivo en las necesidades de la empresa, o en forma discriminatoria
respecto a los demás trabajadores o empleados;
11) El trato notoriamente discriminatorio respecto a los demás em-
pleados en cuanto al otorgamiento de derechos y prerrogativas
laborales y la imposición de deberes laborales;
12) La negativa a suministrar materiales e información absoluta-
mente indispensables para el cumplimiento de la labor;
13) La negativa claramente injustificada a otorgar permisos, licen-
cias por enfermedad, licencias ordinarias y vacaciones cuando se

118
dan las condiciones legales, reglamentarias o convencionales
para pedirlos;
14) El envío de anónimos, llamadas telefónicas y mensajes virtuales
con contenido injurioso, ofensivo o intimidatorio o el someti-
miento a una situación de aislamiento social.

En los demás casos no enumerados en este artículo, la autoridad


competente valorará, según las circunstancias del caso y la gravedad de
las conductas denunciadas, la ocurrencia del acoso laboral descrito en el
artículo 2o.

Excepcionalmente un sólo acto hostil bastará para acreditar el acoso


laboral. La autoridad competente apreciará tal circunstancia, según la gra-
vedad de la conducta denunciada y su capacidad de ofender por sí sola la
dignidad humana, la vida e integridad física, la libertad sexual y demás
derechos fundamentales...”.

Es importante aclarar que el autor además de su condición de Mé-


dico Psiquiatra y Legista se ha formado durante años como Psicoterapeuta.

Desde este último rol con la Srta LEGUIZAMÓN se trabajó psico-


terapeuticamente en muchas sesiones lo que técnicamente se podría llamar
“el deslinde de la subjetividad”.

Sin trabajar desde el marco referencial Psicoanalítico, en todas las


corrientes del campo “psi” se trabaja en psicoterapia la importancia y la

119
marca que dejan en el denominado “psiquismo” o “aparato psíquico” las
figuras parentales.

En el caso que nos ocupa, el trabajo en sucesivas sesiones fue justa-


mente el de “objetivar” el vínculo Empleador-empleada y el –si se me per-
mite una expresión rápida y gráfica- “sacar del medio” todo aquello que
contaminara y subjetivara el mencionado vínculo.

Una vez que se trabajó y se produjo la “limpieza” de la mencionada


subjetividad, la paciente pudo comenzar a tomar una distancia óptima –
que desde el inicio de la relación laboral jamás había mostrado- con su
empleador y sin lugar a dudas este se dio cuenta del cambio.

Hasta antes de que se produjera este trabajo psicoterapéutico el autor


tenía elementos del discurso de la paciente que hacían pensar que los pun-
tos 3), 4), 6), 7), 8), 9, 10), 11) y 13) se cumplían ampliamente y en el
devenir de los días y meses aparecían se desdibujaban, se combinaban y
aparecían otros.

En particular durante el proceso psicoterapéutico se fue haciendo eje


en 3 de los mencionados ítems, el 10) el 11) y el 13).

En ítem 10) era frecuente que la Srta. LEGUIZAMON contara (y


muchas veces le sucedió de llegar tarde a su sesión por esta razón!!) que
por una cuestión técnica ella era consciente que determinados tipos de aná-
lisis de laboratorio no podían suspenderse una vez que se habían desenca-
denado.
120
Si su horario de finalización laboral era por ejemplo 15.00 era fre-
cuente que el dueño del Laboratorio se acercara a su escritorio 14.15 y le
dijera “Carmela mirá estos 3 estudios no pueden esperar hasta mañana”
invariablemente la empleada contestaba “pero Dr. ud. sabe que si pongo
en la centrifugadora ese estudio y el posterior proceso, pasarlo después a
los protocolos me va a llevar más de dos horas….”.

Es obvio que la contestación siempre era más o menos la misma, “no


te preocupes no va a volver a ocurrir”.

Durante años la proyección que la paciente hiciera sobre la figura de


autoridad (cae de maduro en clara alusión a la figura paterna, fallecida ya
hacía un tiempo) que ejercía y representaba el dueño del Laboratorio fue
“usufructuada” por este a su favor.

Jamás la Srta. LEGUIZAMÓN recibió un pago por horas extras en


reconocimiento a los centenares de veces que mes tras mes se repetía en
escenas parecidas a las relatadas.

El producto del trabajo psicoterapéutico en forma paulatina se fue


comenzando a evidenciar en lo conductual y la paciente comenzó a mani-
festarse de una forma distinta ante las mismas situaciones que antes para
el Empleador habían “funcionado”.

Este último obviamente siendo perspicaz (y por otra parte sabiendo


que su Empleada hacía Psicoterapia) tomó nota del cambio y comenzó a
hacer lo que técnicamente se denomina “escalada conductual”.
121
Fue probando de una y otra forma, lograr el mismo objetivo que ya
no se lograba con su conducta anterior, que su Empleada laborara por fuera
del horario establecido y que no manifestara nada en contrario.

Así ocurrió que la Srta. LEGUIZAMÓN comenzó a hacerle notar a


su Empleador que otras compañeras o compañeros ante situaciones simi-
lares (reclamo de salir a horario, pago de horas extras, etc.) recibían un
trato diferencial.

El colmo del cumplimiento con lo determinado en los ítems señala-


dos es el 13). Se podría decir que punto a punto la descripción de este ítem
se fue cumpliendo a lo largo de más de dos años en los cuales la paciente
se desequilibró en forma sistémica (nunca mejor aplicado el término).

El daño psicológico que le ocasionó el ver en su verdadera dimen-


sión a su Empleador (léase y destáquese nuevamente que esto fue producto
de un largo proceso psicoterapéutico) no fue gratuito no solo para su afec-
tividad, sino que como era de esperar comenzaron a evidenciarse y a hacer
síntomas graves las somatizaciones.

Dado que se han reproducido fielmente los ejes que el Letrado pa-
trocinante pusiera de manifiesto en el inicio de Demanda no es necesario
repetir o ahondar demasiado en los fundamentos de la acción.

Si me parece importante destacar lo que hoy –luego de unos cuantos


años de la Litis- me parecería importante destacar e incorporar como un
eje más a los planteados en su momento por el Abogado accionante.
122
Utilizando los conocimientos que el lector ya seguramente tiene in-
corporados y domina, es importante focalizar en los particulares aspectos
que en el vínculo Empleador-empleado muchas veces no son tenidos en
cuenta y por lo tanto “no se los encuentra” y no se puede objetivar su no-
cividad.

No es este el ámbito en el cual intentaremos dilucidar si hay acciones


humanas que son inconscientes o conscientes. La popularización y el uso
vulgar de estos términos han llevado a que a veces se susciten inútiles dis-
cusiones acerca de la posibilidad que judicialmente se le pueda achacar a
una persona una determinada acción.

Parecería que en el terreno farragoso del psicoanálisis silvestre


cuando a alguien se le señala una conducta que ha afectado a un tercero
surge como espontaneo explicar “no lo hice adrede fue inconsciente-
mente”.

De esta manera hay un lugar oscuro que todas las personas tenemos
donde podemos albergar algún tipo de “monstruo” que de vez en cuando
sale y asume conductas o actos de valor jurídico del cual el individuo o
actor no se puede hacer cargo porque lo que hizo no es consciente no es
imputable tal origen de la factico.

Alejado de esta discusión bizantina, proponemos pensar que los


vínculos humanos plantean una responsabilidad que se halla implícita en
los mismos, el otro siempre debe ser un legítimo otro en la convivencia o
en el devenir del vínculo y su historia.
123
Este constructo teórico práctico obviamente no es aplicable para to-
das aquellas acciones –vivenciadas entre humanos- que por ser circuns-
tanciales y ocasionales no logran establecer afectividad (condición nece-
saria para estar en el “lenguajeo” con el interlocutor vincular, tan explici-
tado en el primer capítulo de este libro).

Sin que por ello se estigmatice determinadas personalidades o es-


tructuras psíquicas hay ejemplos que la realidad cotidianamente nos da al
respecto y que habitualmente se hallan presentes en casos como el que nos
ocupa.

Es bastante frecuente hallar entre quienes tienen roles de conducción


de Empresas (ya sean dueños o empleados jerárquicos) o bien marcados
Rasgos Psicopáticos o en el peor de los casos personas que sometidos a un
profundo Psicodiagnóstico arrojan como diagnóstico que portan un Tras-
torno de la Personalidad Psicopática.

Justamente haciendo un brutal y pedagógico resumen de las carac-


terísticas de las personas que portan los signos y síntomas descritos, po-
dríamos aseverar que lo que los caracteriza es justamente el no tener cali-
ficado al otro no solo como un legítimo otro sino que, más grave aún (sin
dudas en el caso de la Psicopatía) el otro es simplemente un objeto, está
cosificado (por ende; privado de sus características humanas a nivel rela-
cional, no se tiene en cuenta la afectividad, la empatía o cualquier senti-
miento positivo hacia ese otro).

124
Puestos estos individuos en una relación asimétrica a nivel laboral
porque son los dueños de la Empresa o los Gerentes o a veces simplemente
un escalón más arriba pero cercano a un empleado como puede ser un En-
cargado, hacen uso y abuso no solo de la asimetría a nivel laboral sino
aquella que deviene de las categorías éticas y morales con las cuales se
mueven y producen a nivel vincular.

Las personas que portan estas estructuras son expertas en “captar” a


nivel vincular –permítaseme una expresión vulgar- “el lado flaco” del otro,
es decir perciben al otro como una presa fácil de enredar en situaciones
vinculares que no tienen un verdadero sustento emocional (positivo obvia-
mente) sino que tienen una “pátina” o disfraz que los hace ver como afec-
tivo, humano, familiar y por ende “creíbles”.

Quienes hacemos Docencia solemos decir que un buen ejemplo de


la Clínica explica mucho mejor y se comprende más rápido que la mejor
exposición de la teoría, siendo fiel a ello volvamos al caso de Carmela.

Recuerde el lector que ya se mencionó que yo conocía a la Srta. en


mi rol de Psicoterapeuta y por lo tanto podría definir taxativamente que
una de las problemáticas vinculares que la misma padecía era la de no
poder decir no al otro.

Por diversas situaciones vinculares que a las que ya se hiciera refe-


rencia, en su desarrollo psico-social-vincular amar al otro, apreciarlo, que-
rerlo significaba casi siempre o siempre satisfacer al interlocutor sea en el
aspecto que fuera.
125
Obviamente una posición como esa la ubicaba siempre en vínculos
que el 90 % de los casos era insatisfactorios, tanto para ella como para la
otra persona (si es que se trataba de una persona ubicada en el lenguajeo y
en el afecto básico vincular).

Captada esta situación por su Empleador, en algún momento del


vínculo se comenzó a probar hasta donde llegaba la imposibilidad de la
Empleada para poner un límite, claro está que siempre en situaciones in-
herentes a la producción, afortunadamente para esta última jamás pasaron
a planos que ofendiera su situación o condición femenina.

Tal como se relata en la Demanda con suma habilidad el Empleador


como ya se graficó, aparecía una hora antes del horario de finalización de
la jornada laboral para pedir no solo una producción materialmente impo-
sible en el tiempo, sino que nunca fue reconocida como un producto co-
mercial solicitado (léase horas extras), sino que era solicitado siempre o
casi siempre como un favor.

Destacar esto último parece una vulgaridad. De ninguna manera a


veces pequeños detalles nos hablan de lo importante, los pedidos de reali-
zar ese tipo de trabajos y a la hora que se pedían iban siempre pedidos con
un tono y forma del tipo: “dale Carmela si vos sos súper rápida, dale que
esto hay que entregarlo mañana a primera hora, dale que vos podes”.

Si el lector se imagina a la frase y completa la escena, rápidamente


se puede imaginar al Empleador, con una sonrisa amplia –y aparentemente

126
franca- surcando su cara, un guiño de ojo y hasta una “palmadita” cóm-
plice en la espalda de la Empleada.

Todo ello repetido centenares de veces y de días termina confor-


mando una situación vincular que se “naturaliza”, es decir “Carmela si te
quedaste tantas veces a terminar el trabajo, justo hoy me vas a decir que
no?”.

Esta situación repito, sacada del contexto estrictamente laboral pasa


a operar y solamente puede ser comprendido en toda su dimensión si se lo
observa y valora desde una perspectiva Psicológica Sistémica.

En esta díada conformada donde el vínculo humano es lo que prima,


Carmela se fue metiendo en honduras, concediendo y dejando que el otro
avance sobre sí misma de tal manera que cada día que pasaba que no decía
NO hasta aquí llega mi amor.

En relación a esta última frase, tan conocida vincularmente, si Car-


mela pudiera haber dicho: “No le digo que no, porque Ud. es mi Jefe no
mi Papá o mi hermano que me está pidiendo algo, si Ud. quiere que me
quede págueme las horas extras que me corresponden y yo veré si quiero
o no quedarme, veré si quiero ganar más o no, es solo en esos términos
que yo puedo valorar su pedido, veré si quiero incorporar más dinero en
mi salario mensual y si le quiero permitir también que Ud. gane más en el
producto que Ud. vende y yo produzco”

127
Claro está que si Carmela hubiera podido decir algo por el estilo
probablemente en su Terapia los ejes de la misma hubieran discurrido por
otros carriles y sus problemas vinculares serían de otra índole.

Hay una gran verdad que todos los Psicoterapeutas decimos (inde-
pendientemente de la corriente a la que suscribamos) “todo lo que no se
habla o se actúa o se somatiza”.

En el caso que nos ocupa, esta segunda instancia planteada comenzó


a operar en Carmela y una Enfermedad “orgánica” como la Celiaquía tiene
entre los factores etiológicos una gran incidencia en su desarrollo y apari-
ción el componente psíquico de quienes la padecen.

Volviendo a la perspectiva Jurídica del caso, en mi humilde enten-


der mi experiencia como Perito de Oficio y/o Consultor Técnico de Parte
me ha mostrado que no siempre esta perspectiva desde lo vincular es te-
nida en cuenta a la hora de litigar, debido a ello invito al lector a sumarse
con entusiasmo a la polémica propuesta al final del presente capítulo.

128
Espacio para la Polémica

Es de esperar que si el lector es Abogado Laboralista le debe haber


llamado su atención lo propuesto hacia el final de los Puntos de Pericia.
Se preguntará ¿puntos de pericia para el Demandado? ¿para qué?
¿me conviene meterme en ese terreno, hay Jurisprudencia al respecto?.
Las preguntas podrían continuar y todas ellas tener una lógica desde el
sentido común, es sabido que hay un chiste popular que reza: “a veces el
sentido común es el que menos sentido tiene”.
Somos conscientes que estamos proponiendo –desde la óptica del
Derecho- una ruptura epistemológica y una perspectiva poco común y
por ende va de suyo, polémica.
Para poder enmarcar nuestra propuesta nuevamente haremos una
vuelta a la teoría y práctica desde nuestra corriente, esta vez echando
mano al Construccionismo Social.
En el primer capítulo dábamos cuenta que desde nuestra perspec-
tiva los seres humanos como individuos parlantes no solo establecemos
lo que llamamos “la realidad” en el lenguaje, sino que al hacerla en un
vínculo en el cual se establecen recurrencias operacionales que delimitan
tal “realidad” en el sustrato del afecto (lenguajeo).
Este establecimiento de la realidad en forma vincular-afectiva com-
porta para los sujetos actuantes una responsabilidad o mejor dicho y
más apropiadamente una co-responsabilidad.
Esta co-responsabilidad es dinámica y por lo tanto cambiante en la
definición de los roles y el grado de la responsabilidad difícilmente se

129
halle siempre en el ideal del 50 % de cada uno, si definimos a la realidad
co-construida como el 100%-
Queremos graficar con ello que cuando puntuamos o señalamos
algo de la realidad y lo cotejamos con otro como co-constuctor, cuando
se trata de una descripción en la cual hay acuerdo, nunca o casi nunca
tiene sentido establecer como se llegó al acuerdo (que parte puso cada
uno en el producto, 50% cada uno, 60% y 40%, números que siempre
rondaran en el equilibrio), el problema se suscita en los desacuerdos.
Justamente en los desacuerdos es donde se juega y se prueba la
“realidad vincular” de los co-constuctores.
Cuanto más antigüedad tiene el vínculo más profundo es el mismo
y por lo general más tendiente a la complementaridad.
En los desacuerdos los co-constructores de una determinada “reali-
dad” tienen dos caminos o posturas epistémicas, o se hacen cargo res-
ponsablemente de que lo que llaman realidad lo co-construyen (en los
porcentajes antes señalados ideal y dinámicamente hablando) o uno de
los dos se separa de propuesto básico emocional de reconocer al otro
como legítimo otro y propone determinar y definir la realidad tal como él
y solo él determina que es la realidad.
Damos por supuesto que la relación laboral establecida en los roles
Empleador – Empleado se establece en la segunda descripción de la
realidad descrita.
Por definición –socialmente aceptada o no- la dupla mencionada es
asimétrica. El empleador decide qué se produce, cómo se lo produce, en

130
cuanto tiempo y a qué costo, etc. etc.. El empleado solo acepta todas las
condiciones a cambio de un salario.
Esta sencilla definición casi de Perogrullo, es la que es transgredida
en centenares de horas, días, a veces años por los hechos producidos en
la dupla vincular analizada.
Atendiendo a la asimetría vincular, es sabido que en el Derecho
Laboral se tiene en cuenta que el Empleador tiene mayor cantidad de re-
cursos (de todo tipo y especie) en relación a su Empleado y de allí que
para “equilibrar” la asimetría ante un litigio –permítasenos un rápido re-
sumen- es el Empleador el que debe demostrar que no es culpable ante
un reclamo de su Empleado.
Como parte de esa mayor cantidad de recursos, los Empleadores
por lo general hacen uso (y en algunos casos abuso) de la mayor cantidad
de recursos que le da su Cultura y por ende los conocimientos y/o mane-
jos que le puede brindar su conocimiento incluso en Ciencias como la
Psicología y la Psiquiatría (muchos cursos para CEOS tienen como eje el
instruir en estos aspectos a sus cursantes).

Para que se entienda esta pequeña introducción a la polémica desde


los casos que expusimos para ello, vayamos a la aplicación de la teoría y
práctica descrita tanto en el caso 1 como en el 2.
En el caso 1 el Empleador iba y volvía según su conveniencia
desde la asimetría a la simetría vincular.
Durante gran parte del vínculo predominó lo que se señaló como
una (ver destacado en “negritas” en la transcripción de la Demanda)

131
“falsa identidad del mismo”, estimulada por el Empleador la vivencia y
reproducción del ámbito familiar era lo que primaba.
Tal desajuste y falsedad llegó a tener el vínculo que en más de una
oportunidad el Empleado mencionó que con cierto orgullo llegó a co-
mentarle a amigos o parientes que su Patrón más que Patrón era un
amigo, como un hermano mayor en otras ocasiones.
Está absolutamente comprobado en Salud Mental el daño que pro-
duce psíquicamente la mentira o el engaño. Como parte de nuestra socie-
dad imperfecta, sabemos y culturalmente estamos “preparados” para so-
portar, tolerar e incluso convivir con el engaño y la mentira a nivel social
y los reclamos respecto al daño psíquico que tal situación social nunca o
casi nunca tiene un sujeto a quien se le puede reclamar tal daño.
En cambio en las relaciones que se extienden a través del tiempo y
que por ende generan responsabilidad vincular, los protagonistas de los
vínculos que conformamos nos tenemos que hacer cargo de lo que nues-
tras acciones u omisiones generan en el otro y ni que hablar si el pro-
ducto de las mismas es dañoso.
El Empleador del Sr. GUTEMBERG entraba y salía de la relación
simétrica (definida como falsa, mentirosa y por ende dañosa) sin hacerse
cargo de lo que ello implicaba en su co-partícipe.
Centenares de días, horas y años, el Empleado tuvo que procesar
psíquica y emocionalmente el daño que le producía esta entrada y salida
de su Empleador en un modo vincular en el cual a la hora de la verdad
(ante los desacuerdos) se terminaba zanjando desde la lógica asimétrica

132
de la cual no deberían haber salido nunca que establece la distancia obje-
tiva entre Empleador-Empleado.
Esta es la especie de Daño Psíquico, que lógicamente expresado en
cuadro Psicopatológico debe ser tenido en cuenta a la hora de reclamar o
litigar y que hasta el hartazgo hemos señalado, que rara vez es tenido en
cuenta para su natural y resarcimiento.

133
Bibliografía
(1) BRADFORD Keeney, “La estética del cambio” 1983, “el terapeuta
sistémico” 1990.
(2) MATURUNA ROMESÍN Humberto, “La Objetividad un argumento para
obligar”, “de la Biología a la Psicología”, “Emociones y Lenguaje en Educa-
ción y Política”
(3) VICO Giambattista

134
Glosario:
Multivérsico/a: Se utiliza en contraposición con la visión Univer-
sal que acostumbramos tener cuando definimos, describimos o distingui-
mos.

Cibernética: Popularizada por Norbert Wiener, se entiende como


tal a la Ciencia que estudia el control o comando que muestran los siste-
mas para mantener un dinámico equilibrio operacional que –en el caso de
los sistemas vivos y abiertos- les permiten conservar su estructura y or-
ganización mediante el feedback (positivo esencialmente).

Descriptor: Haciendo un pequeño honor a Ernest Von Glasersfeld,


llamamos así al sujeto que hace “una distinción”, que denota algo del
todo, lo describe y por lo general lo califica.

Sistema: Conjunto de elementos que se hallan interrelacionados


entre sí por una trama vivencial y afectiva. Si se trata de un sistema fami-
liar, es de suponer que los componentes del sistema se hallan diferencia-
dos entre sí por roles. Esto permite diferenciar regularmente dos sub-sis-
temas parte del todo, subsistema parental y subsistema filial.

Estructura: La configuración de los elementos o componentes del


sistema da la identidad de clase a la que pertenece la estructura (Vg.: en
el ejemplo anterior los subsistemas de una familia). La estructura puede
cambiar sin que por ello se pierda la identidad de clase (Vg.: familia), no
obstante los cambios deben respetar las condiciones que constituyen su
organización.
135
Organización: Se entiende por ello a las relaciones que existen en-
tre los componentes de un sistema que con sus interacciones determinan
la identidad de clase del sistema. Volvemos al ejemplo de la familia, lo
que le da identidad a la misma es que el subsistema parental se maneja en
asimetría con el subsistema filial.

Una familia puede sufrir cambios estructurales conforme sus com-


ponentes van evolucionando. Los cambios estructurales pueden producir
cambios de estado pero ellos no pueden amenazar la Organización.

Cuando los cambios de estado estructural no son congruentes con


la organización el sistema perece, pierde su identidad como tal(2).

136
ANEXO

Baremo de Daño Psíquico Sistémico

Trastorno por Estrés Postraumático Sistémico

Requisitos Incapacidad

Agudo Se evalúa solo luego de los 6 me-


ses del acontecimiento traumá-
tico.

Crónico muy leve. Solo aparecen 5 a 10 %


leves síntomas disfuncionales en
2 o más integrantes expresados en
el sistema familiar y/o laboral y/o
social. No requiere tratamiento fa-
miliar.
Crónico leve. Solo aparecen sín- 10 a 25 %
tomas disfuncionales en 2 o más
integrantes del sistema
Moderado. La sintomatología dis- 25 a 50 %
funcional aparece en todos los in-
tegrantes del sistema. Dos o más
integrantes se hallan en Trata-
miento Psicoterapéutico y/o Psi-
cofarmacológico
Grave. A los ítems anteriores se 50 a 100 %
agrega seria e inminente destruc-
ción del sistema (amenazas a su
Organización (2))

Nota al Perito: Salvo en el caso que sea de la Especialidad Psí corres-


pondiente (Psiquiatra o Psicólogo) y de la misma corriente de pensa-

137
miento, el dictamen del Daño Psíquico Sistémico hallado debe estar re-
frendado y/o Supervisado por Especialista en Terapia Familiar de orien-
tación Sistémica.

138

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