Gheggi y Seldes 2011

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Evidencias bioarqueológicas de conflicto ca. 1000-


1432 AD en la Quebrada de Humahuaca y el Valle
Calchaquí
María Soledad Gheggi y Verónica Seldes
Recibido 18 de octubre 2010. Aceptado 22 junio 2011

RESUMEN

El objetivo de este trabajo es presentar las evidencias bioarqueológicas sobre violencia interpersonal en po-
blaciones que habitaron la Quebrada de Humahuaca y el Valle Calchaquí ca. 1000-1432 AD. Interesa discutir
el tipo de lesiones sufridas tomando en consideración las perspectivas que presentan las sociedades de los Andes
meridionales, atravesadas tanto por situaciones de violencia efectiva, como por una sensación de inseguridad
latente y por violencia ritual (tinkus). Se relevaron fracturas premortem y perimortem, cabezas-trofeo y marcas
de corte en una muestra de 423 cráneos provenientes de distintos sitios de las regiones bajo estudio. Se compa-
raron frecuencias de trauma por sexo y edad dentro y entre ambas regiones geográficas y se realizaron pruebas
estadísticas no paramétricas para su evaluación. Se observó que un 13,95% de la muestra presenta lesiones
traumáticas y que quienes resultaron más afectados fueron los individuos de Humahuaca de ambos sexos. En
el Valle Calchaquí la situación es diferente, ya que los individuos masculinos fueron más afectados que los
femeninos. No se hallaron lesiones en subadultos y se observó que la frecuencia de las fracturas aumenta con
la edad. Estos datos son interpretados para cada contexto cultural a la luz de la evidencia arqueológica general
para ambas regiones.
Palabras clave: Bioarqueología; Trauma; Conflicto; Noroeste argentino.

ABSTRACT

BIOARCHAEOLOGICAL EVIDENCE OF CONFLICT IN QUEBRADA DE HUMAHUACA AND CALCHAQUÍ


VALLEY, CA. AD 1000-1432. This paper examines bioarchaeological evidence in order to study conflict among
populations from Quebrada de Humahuaca and Valle Calchaquí ca. AD 1000-1432. Interpersonal violence
is discussed in relation to current approaches that posit Andean societies as undergoing situations of actual
violence, state insecurity, and ritual violence (tinkus). Premortem and perimortem fractures, trophy skulls, and cut
marks were recorded among 423 crania from several archaeological sites from the regions under study. Trauma
frequencies were compared by age and sex groups within and between geographical regions. When comparing
trauma frequencies, non-parametrical statistical tests were used. It was observed that 13.95% of the sample
showed traumatic lesions, with male and female individuals from Humahuaca the most affected. In contrast,
male individuals from the Calchaquí Valley were more affected than women. Subadults were not affected, and
frequency in traumatic lesions increased with age. These data are discussed within their cultural contexts and
current archaeological evidence for both regions.
Keywords: Bioarchaeology; Trauma; Conflict; Northwestern Argentina.

María Soledad Gheggi. Instituto de Arqueología (IDA). Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
25 de Mayo 217, 3er piso. Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). E-mail: [email protected]

Verónica Seldes. Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. CONICET. 3 de Febrero 1378,
CABA. E-mail: [email protected]

Intersecciones en Antropología 13: 103-115. 2012. ISSN 1666-2105


Copyright © Facultad de Ciencias Sociales - UNCPBA - Argentina
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INTRODUCCIÓN Considerando que el análisis de los patrones de


traumas en restos óseos humanos constituye una lí-
Distintos investigadores coinciden en afirmar que nea de investigación directa para estudiar las mani-
hacia ca. 1000-1400 AD, durante el período conoci- festaciones del conflicto, el objetivo de este trabajo es
do como Intermedio Tardío o Desarrollos Regionales presentar las evidencias bioarqueológicas disponibles
para el noroeste argentino, se habría generado una para estudiar la presencia de conflicto en poblaciones
disminución en la disponibilidad de recursos debido que habitaron la Quebrada de Humahuaca y el Valle
a reiteradas sequías (Fritz et al. 2004; Shimada et Calchaquí ca. 1000-1432 AD (Figura 1), evaluando las
al. 1991; Thompson et al. 1985). Esto habría dado situaciones de violencia interpersonal, el tipo de lesio-
lugar a cambios en la forma de vida de los pueblos nes sufridas y las repercusiones que pudieron existir
surandinos, lo cual incluye la competencia por el a nivel social.
acceso y control de los recursos estratégicos entre
grupos (Nielsen 2002). Como consecuen-
cia, se habrían generado relocalizaciones
de poblaciones, intensificación en la ex-
plotación agropastoril, incremento de la
circulación de bienes, formación de conglo-
merados residenciales, entre otros (Nielsen
2001; Schiappacasse et al. 1989). Incluso,
se ha propuesto que estos eventos climáti-
cos habrían llevado al colapso de Tiwanaku
(Binford et al. 1997; Kolata 2000; Orloff y
Kolata 1993), con la caída de las redes
de intercambio establecidas y la disputa
por su continuación y/o su reformulación
(Schiappacasse et al. 1989).
Este mismo proceso habría dado lugar a
la generación de conflictos endémicos en la
región (Nielsen 2003, 2007; Schiappacasse
et al. 1989), lo que llevó a definir esta época
como de “guerra”, entendida en tanto “hos-
tilidad armada entre colectividades” (Nielsen
y Boschi 2007).
Los conflictos pudieron haberse desarro-
llado en la práctica de diversas maneras:
enfrentamientos continuos o excepcionales,
batallas formales, asaltos sorpresivos, sa-
queos a comunidades o emboscadas. Más
allá de cómo se haya delineado en la prác-
tica, se generó un estado de inseguridad en
el cual los grupos se sintieron amenazados
(Nielsen y Boschi 2007).
Entre la cultura material que sustenta
la idea de un momento de conflicto e in-
seguridad se encuentra el surgimiento de
asentamientos en altura (pukaras1), arte ru-
pestre con escenas de enfrentamientos, ar-
mas y parafernalia de guerra, entre otros. Si
bien estas evidencias han sido consideradas
como indicadores de conflicto, recientemen-
te se ha comenzado a discutir acerca de la
presencia real de éste, respecto de lo cual
se han encontrado matices regionales y lo-
cales (Arkush 2009; Arkush y Stanish 2005;
Nielsen 2001, 2007; Ruiz y Albeck 1997;
Tarragó 2000). Figura 1. Mapa con la ubicación de los sitios mencionados en el texto.
Evidencias bioarqueológicas
de conflicto ca. 1000-1432 AD en la Quebrada de Humahuaca y el Valle Calchaquí | 105

LA QUEBRADA DE HUMAHUACA CA. 1000 AD especialmente preparados para ser utilizados como
trofeos de guerra (Nielsen y Boschi 2007).
A partir del 900/1000 AD comenzaron a darse una
serie de cambios en lo sociopolítico que implicaron un
proceso de concentración poblacional, un aumento de
LA SITUACIÓN EN EL VALLE CALCHAQUÍ
la densidad edilicia en algunos sitios en la quebrada
troncal y las primeras evidencias de conflicto, que se Para la región del Valle Calchaquí, el escenario
pueden constatar en la presencia de cabezas-trofeo, en político y social imperante hacia el 1000 AD es he-
Keta-Kara (Pelissero 1995) y Puerta de Juella (Nielsen terogéneo y complejo. Tarragó (2000) plantea que,
2001), por ejemplo. entre las sociedades que vivieron a lo largo del río
Hacia el 1250 AD, este proceso se profundiza; las Calchaquí y Santa María, existieron al menos once
sociedades conformaron formaciones políticas de una núcleos poblados que combinaban un pukara con
escala sin precedentes para el área, capaces de movi- un poblado bajo, lo cual podría indicar núcleos que
lizar y coordinar gran cantidad de fuerza de trabajo. controlaban la población y las áreas productivas cir-
Las marcadas diferencias en el tamaño de los sitios y cundantes. Un ejemplo para el alto Valle Calchaquí
la presencia, en algunos de ellos, de espacios públicos sería La Paya, cabecera de un territorio que incluía
sugieren la existencia de jerarquías de asentamiento el dominio de varios sitios, entre ellos el poblado de
(Nielsen 2001). Las Pailas (Tarragó 2000). Para el sector central del
valle (desde Molinos hasta Angastaco), recientemente
A su vez, las porciones altas y medias de las que- se ha registrado la presencia de ocho pukaras asocia-
bradas tributarias fueron abandonadas como áreas de dos a extensas áreas de cultivo (Williams y Villegas
residencia permanente, y la población se concentró 2011). Para el sector sur del Valle Calchaquí y Valle
en la quebrada troncal en conglomerados ubicados de Santa María, la situación parece diferenciarse por
generalmente en lugares de gran visibilidad y difícil la existencia de poblados ubicados en el fondo de
acceso, lo que les otorgaría propiedades defensivas valle, especialmente en conoides con presencia de
(Nielsen 2001, 2003). estructuras en lo alto, poblados conglomerados en
La concentración poblacional habría resultado en la ladera y base de estos conoides y áreas especiali-
un giro hacia una estrategia de explotación económica zadas segregadas (por ejemplo, Tolombón, Quilmes,
intensiva. �������������������������������������������
La producción agrícola, núcleo de la econo- Las Mojarras, Rincón Chico, entre otros). Un patrón
mía de esta época, se localiza en espacios alejados de diferente surge sobre la margen derecha del río Santa
los sitios de residencia permanente, con desarrollo de María, donde se encontraron asentamientos conglo-
una importante infraestructura hidráulica. Es en este merados sobre mesetas elevadas y planas (Loma Rica
período cuando se activan lugares especializados en de Shiquimil y de Jujuil, por ejemplo) (Tarragó 2000;
la producción agrícola como El Alfarcito, Cosmate y Williams 2002-2005).
Coctaca (Nielsen 1995, 2003). Las investigaciones arqueológicas realizadas desde
Al mismo tiempo, se produce una intensificación comienzos del siglo XX en estos asentamientos indica-
de la explotación pastoril, lo que se evidencia en el rían un proceso tendiente al incremento poblacional,
desplazamiento estacional de los rebaños de llamas intensificación de la producción agrícola, surgimien-
hacia pisos ecológicos con mejores pasturas, a la vez to de desigualdades sociales y especialización en el
que se registra una disminución de la importancia re- desarrollo de estilos locales, así como evidencias de
lativa de la caza (Mercolli 2005; Nielsen 2003). intercambios pautados entre regiones (Tarragó 2000).
Recientes investigaciones en el sector norte del valle
En este momento, hay evidencias del aumento del
postulan que la vida en los asentamientos conglome-
tráfico interregional; el arribo de recursos alóctonos,
rados del Período Tardío o de Desarrollos Regionales
tanto suntuarios como de subsistencia (principalmente,
se desarrolló en el marco de relaciones sociales flui-
los provenientes de regiones más distantes), que ha-
das, no segregadas sino integradas, lo que otorgaba a
brían circulado por la acción de grupos caravaneros
estos asentamientos un cercano sentido de integración
puneño-altiplánicos2, aunque también es probable que
comunal (Acuto 2007).
se hayan obtenido mediante la “organización de parti-
das logísticas” desde la quebrada (Nielsen 2003). No obstante, esto no indicaría la ausencia de
conflictos o lucha de facciones dentro de un mismo
En cuanto al registro arqueológico, la situación
asentamiento, sino que probablemente el poder que
de conflicto se haría manifiesta por la presencia de
surgiera de estas asociaciones habría sido transitorio
sistemas de asentamiento con estructuras defensivas,
y no institucionalizado (Acuto 2007), aspecto que
incremento de puntas de proyectil en un momento de
ha sido apoyado por la etnohistoria (Lorandi 2003;
retroceso de la fauna a sectores alejados de la pobla-
Schaposchnik 1996). En esta dirección, existen investi-
ción (Mercolli 2005), escenas de conflicto en el arte
gaciones que dan sustento a la idea de que los grupos
rupestre (Nielsen et al. 2001) y la aparición de cráneos
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que más interactúan entre sí se vinculan tanto a través (XV Expedición de la FFyL, UBA) y de 1921 (XVII
de relaciones pacíficas como violentas. En este último Expedición de la FFyL, UBA). Por su parte, los restos
caso, la violencia también sirve para cohesionar al de Juella fueron recuperados por Casanova en 1939,
grupo en su interior contra “otros”, lo cual refuer- y el material de Volcán procede de las recolecciones
za los lazos y la reproducción social (Murphy 1957; realizadas por Gatto en 1940. Dados los criterios de
Roscoe 2007). recolección de la época en la cual se formaron estas
colecciones, solamente se cuenta con los cráneos y,
Si bien el registro arqueológico apunta hacia la
en la mayoría de los casos, no se conocen datos cro-
existencia de procesos similares en el área circumpu-
nológicos precisos respecto de ellos. Sin embargo, los
neña, es interesante destacar las variaciones locales
restos óseos considerados en este estudio proceden de
en la expresión del conflicto, “Así, por ejemplo, las
sitios arqueológicos con fechados radiocarbónicos que
hondas, las murallas con vanos y las chullpas pare-
ubican su ocupación desde el 1000 AD en adelante.
cen haber formado parte de la ‘tecnología bélica’ en
En la Tabla 2 se presenta una serie de fechados obte-
Lipez, pero están ausentes en Humahuaca, donde en
nidos por diversos investigadores para los sitios bajo
la misma época se emplearon el arco y la flecha, los
estudio, entre los que se consideran sólo aquellos con
cráneos-trofeo, los discos y las trompetas de hueso”
datación sobre material orgánico.
(Nielsen y Boschi 2007: 38).
Los materiales del Valle Calchaquí (Tabla 3) proce-
Esto implica que probablemente existieron diversos
den del Museo Etnográfico “Juan B. Ambrosetti” (FFyL,
modos de entender la “guerra” y de involucrarse en
UBA) y del Museo de La Plata. El material de La Poma
situaciones de conflicto con otros pueblos. Algunos in-
forma parte de la colección Zavaleta del Museo Etno-
vestigadores han cuestionado la presencia de conflicto,
gráfico, y algunos elementos fueron recuperados du-
o postulado que su existencia no habría tenido mayores
rante la II y III expedición de la FFyL, UBA (1906 y
implicancias para el cambio social o desarrollo coti-
1907, respectivamente). Los restos de este mismo sitio
diano de las comunidades (Nielsen 2007). Esta idea se
alojados en el Museo de La Plata fueron recuperados
fundamenta en que la “amenaza de guerra” generaría
por Gerling en 1896. Las muestras de Payogasta y
las mismas respuestas por parte de una población que
Fuerte Alto fueron recuperadas durante la II expedi-
la existencia de conflicto abierto (Le Blanc 1999: 8).
ción de la FFyL (1906). En esta misma expedición y
Considerando esta afirmación, nos interesa revisar las
en la III se recuperó material de La Paya, material
evidencias bioarqueológicas de conflicto para reflexio-
que se encuentra alojado en
nar en torno a la presencia de violencia entre las co- PROCEDENCIA N
el Museo Etnográfico. El mate-
munidades de la Quebrada de Humahuaca y del Valle Los Amarillos 59
rial restante (Valle Calchaquí, Campo Morado 38
Calchaquí, así como las implicancias que tuvo el con-
Molinos-Cachi, Andalhuala y Angosto Chico 16
flicto en el desarrollo de la vida cotidiana de ellas.
Fuerte Quemado) se encuentra La Huerta 28
en el Museo de La Plata y for- Juella 12
ma parte de una publicación Volcán 8
MATERIALES de Ten Kate (1896), aunque TOTAL 161
desconocemos si él mismo lo Tabla 1. Muestra
Los restos óseos humanos (cráneos) que confor- de la Quebrada de
recuperó.
man la muestra de este trabajo provienen de diferen- Humahuaca.
tes colecciones de
museos del país. Los FECHADO CAL. 2 SIGMAS
SITIO LABORATORIO MATERIAL REFERENCIA
AP (AD)5
materiales de la Que-
Juella AA-16237 Carbón 655±49 1288-1424 * Nielsen (1997)
brada de Humahuaca
Aa-7733 Carbón 635±140 1182-1636 * Nielsen (1997)
(Tabla 1) se encuen-
Beta 80119 Carbón 450±60 1324-1634 ** Garay de Fumagalli (1998)
tran depositados en Beta 80121 Carbón 560±60 1294-1440 ** Garay de Fumagalli (1998)
el Museo Etnográfico Beta 80122 Carbón 530±70 1285-1480 ** Garay de Fumagalli (1998)
“Juan B. Ambrosetti” Volcán Beta 85493 Carbón 670±60 1252-1411 ** Garay de Fumagalli (1998)
(Facultad de Filoso- LATYR 808 Carbón 440±60 1332-1635 ** Garay de Fumagalli (1998)
fía y Letras −FFyL−, LATYR 972 Carbón 430±50 1410-1632 ** Garay de Fumagalli (1998)
LATYR 801 Carbón 860±70 1031-1270 ** Garay de Fumagalli (1998)
Universidad de Bue-
nos Aires −UBA−); Los LP 669 Carbón 780±70 1059-1382 * Nielsen (1997)
Amarillos AA 16239 Maní 620±49 1284-1417 * Nielsen (1997)
los restos, salvo los
AA 12135 Calabaza 590±55 1289-1436 * Nielsen (1997)
provenientes de Jue-
La LATYR LP 165 Hueso 1150±80 688-1020 ** Raffino y Alvis (1993)
lla y Volcán, fue- Huerta LATYR LP 700 Hueso 660±40 1274-1397 ** Raffino y Alvis (1993)
ron excavados por LATYR LP 389 Carbón 740±110 1041-1412 ** Raffino y Alvis (1993)
Debenedetti en las LATYR LP 335 Carbón 680±90 1174-1429 Palma (1998)
campañas de 1919 Tabla 2. Fechados de Quebrada de Humahuaca.
Evidencias bioarqueológicas
de conflicto ca. 1000-1432 AD en la Quebrada de Humahuaca y el Valle Calchaquí | 107

En cuanto a la cronología PROCEDENCIA N y el patrón de lesiones en el resto del esqueleto (Lovell


de los sitios bajo estudio, se Andalhuala 23 1997; Milner 2005). Sin embargo, existe consenso en
presenta una tabla con la in- Fuerte Quemado 1 referencia a que es menos probable que el trauma
formación disponible a par- Tolombón 11 craneal sea causado por accidentes (Judd 2006: 331;
tir de investigaciones previas Valle Calchaquí 66 Lovell 1997: 166; Webb 1995).
(Tabla 4). La Poma 156
Molinos-Cachi 2 En este sentido, en una segunda etapa se registraron
Payogasta 1 las fracturas craneales, considerando para cada lesión
La Paya 1 hallada: sus mediciones (largo y ancho de la lesión
METODOLOGÍA Fuerte Alto 1 utilizando un calibre recto, así como su ubicación
TOTAL 262 en relación con las suturas o puntos osteométricos
El primer paso metodoló-
Tabla 3. Muestra del más cercanos, sensu Walker 1989), hueso en el que
gico involucró la determina- Valle Calchaquí.
se ubica, tipo de fractura (lineal o por aplastamiento)
ción sexual y la estimación
y su forma (oval, circular, puntual, estrellada, lineal,
etaria de cada cráneo, considerando las siguientes
otro) (Campillo 2001: 161 y ss.; Galloway 1999; Lovell
variables4:
1997).
1) Determinación sexual: se observaron rasgos morfológi-
cos (glabela, cresta nucal, arco superciliar, apófisis mas- Se distinguió entre lesiones premortem y
toide, eminencia mentoniana5), lo que permitió asignar perimortem cuando fue posible. Se utilizó la presen­
cada caso a una de las siguientes categorías: masculino, cia de regeneración ósea como criterio para distinguir
femenino, probablemente masculino, probablemente fe-
a las primeras (Aufderheide y Rodríguez Martín 1998;
menino e indeterminado (Buikstra y Ubelaker 1994).
Ortner y Putschar 1981; Sauer 1998), mientras que se
2) Estimación de la edad: sobre la base de la fusión de
considera como fractura perimortem a aquella que no
la sincondrosis esfeno-occipital, la erupción dental y
la reabsorción completa de piezas dentales, se asignó posee regeneración, presenta trazos fracturarios radia­
cada caso a los siguientes grandes grupos: subadulto les o lineales que se desprenden de ella, fragmentos
(-18), adulto joven (18-34), adulto maduro (35-49), senil de hueso adheridos, biselado interno, bordes filosos
(+50) y adulto indeterminado (+18) (Buikstra y Ubelaker y definidos y/o cambios tafonómicos en los bordes
1994). (decoloración pareja en los márgenes, por ejemplo)
(Facchini et al. 2007; Sauer 1998; Wakeley 1997;
Asimismo, se registró la presencia de lesiones trau-
Wheatley 2008).
máticas en cada individuo. Se considera que el trauma
óseo refiere a una herida infringida sobre un tejido Con el objetivo de establecer la presencia de
viviente por una fuerza o mecanismo extrínseco al patrones en la ubicación de las lesiones, se dividió
cuerpo. Dentro de las lesiones traumáticas que pueden el cráneo en cinco regiones: anterior (macizo facial),
afectar a un organismo se encuentran las fracturas y posterior (occipital, parte de los parietales que se
las dislocaciones. Las primeras hacen referencia a una observa en norma posterior), superior (intersección
ruptura completa o incompleta en la continuidad de un de las suturas coronal y sagital), lateral derecha
hueso (Lovell 1997: 139, 141). Dado que las fracturas e izquierda (temporales, cigomáticos y parietales)
craneales pueden deberse tanto a eventos accidentales (Buikstra y Ubelaker 1994; Ortner y Putschar 1981;
como a situaciones de violencia interpersonal, su inter- Tung y Knudson 2008).
pretación depende de diversos factores, tales como el
Las lesiones ubicadas en la parte anterior y en am-
tipo de lesión, la forma, el lugar específico del trauma
bos laterales del cráneo
FECHADO CAL. 2 SIGMAS podrían sugerir ataques
SITIO LABORATORIO MATERIAL REFERENCIA
AP (AD)5 cara a cara, mientras que
GX-29252 Carbón 720±60 1221-1400 * Williams (2003) en el caso de un ataque
GX-29251 Carbón 500±60 1327-1612 * Williams (2003) efectuado con uno de los
Beta 168672 Carbón 440±50 1410-1520 * Williams (2003)
Tolombón oponentes huyendo (por
GX-29663 Carbón 350±60 1441-1793 * Williams (2003)
ejemplo, en el caso de
Beta 171425 Carbón 460±60 1400-1515 * Williams (2003)
Beta 171426 Carbón 440±60 1405-1525 * Williams (2003) asaltos o emboscadas) se
QL-4706 Madera 785±35 1231-1299 * D’Altroy et al. (2000)
esperaría encontrar ma-
QL-4707 Madera 767±25 1266-1299 * D’Altroy et al. (2000) yor cantidad de lesiones
QL-4708 Madera 550±30 1402-1445 * D’Altroy et al. (2000) en la parte posterior del
Payogasta QL-4714 Madera 486±30 1425-1482 * D’Altroy et al. (2000) cráneo. Sin embargo, la
QL-4709 Madera 453±20 1441-1489 * D’Altroy et al. (2000) presencia de lesiones no
QL-4704 Madera 413±22 1452-1632 * D’Altroy et al. (2000)
letales en la parte anterior
QL-4705 Estiércol 360±80 1435-1954 * D’Altroy et al. (2000)
del cráneo podría impli-
AC-0273 Carbón 830±95 1016-1384 ** Baldini (1980)
La Paya car el involucramiento en
AC-0270 Carbón 620±100 1208-1465 ** Baldini (1980)
Tabla 4. Fechados del Valle Calchaquí.
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enfrentamientos cara a cara de carácter ritual o de AFECTADOS NO AFECTADOS TOTAL


resolución de conflictos por medios violentos, pero N N N
sin intención de muerte (Tung 2007). Valle Calchaquí 28 234 262
Qda. Humahuaca 31 130 161
También se registró la presencia de marcas de corte TOTAL 59 364 423
vinculadas con procedimientos antropogénicos ten- Tabla 6. Frecuencia de traumas entre regiones.
dientes a preparar una cabeza humana como trofeo.
Éstas pueden incluir marcas aisladas o agrupadas (que
deben ser diferenciadas de marcas vasculares) que no
muestran signos de regeneración ósea u orificios en
diversas partes del cráneo (Aufderheide y Rodríguez
Martín 1998: 37; Ortner y Putschar 1981: 92). Para
este trabajo se considera un cráneo-trofeo como una
categoría que incluye a aquellos cráneos que presentan
dos orificios, uno en el hueso occipital, que genera un
agrandamiento del forámen magnum, y otro general-
mente ubicado en el sector medio de la sutura sagital,
ya sea sobre ésta o hacia sus laterales (en este caso,
puede involucrar a uno o a ambos parietales). Se regis-
tró la presencia de este tipo de tratamiento postmortem
como una categoría independiente; es decir, no se
incluyeron ni en marcas de corte ni en fracturas. Figura 2. Fractura premortem por aplastamiento de forma
circular que involucra ambas tablas del occipital. Se observa
Por último, la comparación de frecuencias entre regeneración en el contorno y en la unión de los fragmentos.
grupos de sexo y edad, sitios y regiones fue sometida Procedencia: Los Amarillos.
a pruebas estadísticas de χ2, para las cuales se tomó
Al comparar los valores obtenidos entre individuos
un valor de a de 0,05.
de diferente sexo surge un resultado interesante (Tabla
7), ya que casi el doble de hombres respecto de las
mujeres se vio afectado por alguna lesión. Aplicando
RESULTADOS el test de χ2, la diferencia entre hombres y mujeres
resulta estadísticamente significativa para la muestra
Composición y estructura de la muestra
en conjunto (χ2: 8,27, 1 gl, p= 0,004).
Se presenta en primera instancia la composición y
estructura de la muestra (Tabla 5). Se observa que la
mayoría de los individuos corresponden a la categoría
de adulto de edad indeterminada. En cuanto al sexo, se
encuentran representados tanto masculinos como feme-
ninos, con escasa diferencia numérica entre ambos.

SEXO Y EDAD MASCULINO FEMENINO INDETER. TOTAL


Subadulto 0 5 25 30
Adulto joven 19 22 5 46
Adulto maduro 19 4 1 24
Adulto indeter. 137 140 40 317
Senil 0 6 0 6
TOTAL 175 177 71 423
Tabla 5. Estructura de la muestra (n= 423).

Lesiones traumáticas

En la Tabla 6 se presentan las frecuencias de indivi-


duos afectados y no afectados por lesiones traumáticas
tanto premortem (Figura 2) como perimortem (Figura
3) en regiones geográficas. Se obtuvo un resultado ge-
neral de 13,95% de individuos de ambos sexos afec-
tados. Es interesante destacar que la comparación de
las frecuencias arrojó que éstas son estadísticamente Figura 3. Fractura perimortem de forma circular en parietal
derecho. Se observan fragmentos adheridos y biselado
significativas (χ2: 6,10, 1 gl, p= 0,013). interno. Procedencia: Volcán.
Evidencias bioarqueológicas
de conflicto ca. 1000-1432 AD en la Quebrada de Humahuaca y el Valle Calchaquí | 109

MASC. FEM. INDET. TOTAL


etarios con mayor o menor exposición
SITIO % % % %
AF/OB8 AF/OB AF/OB AF/OB al conflicto. En este sentido, es po-
Calchaqui 4/23 17,39 1/23 4,35 1/20 5 6/66 9,09 sible que un individuo adulto posea
La Poma 12/51 23,53 8/88 9,09 0/17 0 20/156 12,82 más lesiones que un subadulto, por
Volcán 1/3 33,33 0/5 0 0/0 0 1/8 12,5 el simple hecho de haber vivido más
Juella 0/5 0 0/5 0 0/2 0 0/12 0 tiempo y por haber estado expuesto
Andalhuala 1/13 7,69 1/9 11,11 0/1 0 2/23 8,70 a más situaciones de conflicto (Tung
Fuerte Quemado 0/1 0 0/0 0 0/0 0 0/1 0 2007). En la muestra (Tabla 9) no se
Tolombón 0/6 0 0/2 0 0/3 0 0/11 0
registraron subadultos con traumas,
Payogasta 0/0 0 0/1 0 0/0 0 0/1 0
pero sí adultos, por lo que interesa
evaluar si las diferencias en estas fre-
La Paya 0/0 0 0/0 0 0/1 0 0/1 0
cuencias se deben al azar. La aplica-
Molinos-Cachi 0/0 0 0/2 0 0/0 0 0/2 0
ción del test de χ2 (Tabla 9), utilizado
Fuerte Alto 0/0 0 0/1 0 0/0 0 0/1 0
para comparar todas las categorías,
Angosto Chico 3/8 37,5 1/6 16,67 1/2 50 5/16 31,25
permite plantear que las diferencias
Los Amarillos 5/26 19,23 3/23 13,04 1/10 10 9/59 15,25
de acuerdo con la edad son signifi-
Campo Morado 4/21 19,05 0/5 0 3/12 25 7/38 18,42
cativas, (χ2: 13,41, 4 gl, p= 0,009),
La Huerta 6/18 33,33 3/7 42,86 0/3 0 9/28 32,14
siendo la categoría adulto maduro la
TOTAL 36/175 20,57 17/177 9,60 6/71 8,45 59/423 13,95
que mayor frecuencia presenta. Más
Tabla 7. Presencia de traumas por sexo. aún, estas diferencias se mantienen
Ahora bien, ¿qué sucede si comparamos la frecuen- significativas al retirar la categoría
cia de individuos con lesiones traumáticas de acuerdo adulto indeterminado, que es la que más individuos
con el sexo entre ambas regiones geográficas? Para tiene, pero la menos precisa en cuanto a la edad (χ2:
el Valle Calchaquí, las diferencias en las frecuencias 13,24, 3 gl, p= 0,004).
resultan estadísticamente significativas (χ2:5,15, 1 gl,
Para responder a la pregunta de si existe algún pa-
p= 0,023). Esto implicaría que los hombres se vieron
trón en la ubicación de las lesiones que sugiera un tipo
más afectados por lesiones traumáticas que las mu-
de enfrentamiento determinado (ataque cara a cara, a la
jeres; otro escenario se plantea para la Quebrada de
Humahuaca, donde las frecuencias son mayores en MASC.
%
FEM.
% TOTAL %
AF/OB AF/OB
hombres (23,46%) que en mujeres (13,73%), aunque
Valles 17/94 18,08 10/126 7,94 27/220 12,27
esta diferencia no resulta estadísticamente significativa
Quebrada 19/81 23,46 7/51 13,73 26/132 19,70
(χ2: 1,87, 1 gl, p= 0,17). Total 36/175 20,57 17/177 9,60 53/352 15,06
Otra dimensión que resulta importante investigar es Tabla 8. Frecuencia de traumas por sexo en ambas
regiones.
la frecuencia por edad, ya que puede haber subgrupos

SUB. AD. AD. AD.


SENIL TOTAL
SITIO % JOV. % MAD. % INDET. % % %
AF/OB9 AF/OB AF./OB.
AF/OB AF/OB AF/OB
Andalhuala 0/0 0 1/7 14,29 0/4 0 1/12 8,33 0/0 0 2/23 8,70
Calchaquí 0/8 0 1/4 2,5 0/2 0 5/52 9,62 0/0 0 6/66 9,09
La Poma 0/14 0 0/4 0 0/0 0 20/135 14,81 0/3 0 20/156 12,82
Volcán 0/0 0 0/2 0 0/0 0 1/6 16,66 0/0 0 1/8 12,5
Juella 0/2 0 0/1 0 0/0 0 0/8 0 0/1 0 0/12 0
Fuerte Quemado 0/0 0 0/1 0/0 0/0 0/0 0/0 0 0/0 0 0/1 0
Tolombón 0/0 0 0/0 0/0 0/0 0/0 0/11 0 0/0 0 0/11 0
Payogasta 0/0 0 0/0 0/0 0/0 0/0 0/0 0 0/1 0 0/1 0
La Paya 0/0 0 0/0 0/0 0/0 0/0 0/1 0 0/0 0 0/1 0
Molinos-Cachi 0/0 0 0/0 0/0 0/0 0/0 0/1 0 0/1 0 0/2 0
Fuerte Alto 0/0 0 0/0 0/0 0/0 0/0 0/1 0 0/0 0 0/1 0
Angosto Chico 0/1 0 0/2 0 2/2 100 3/11 27,27 0/0 0 5/16 31.25
Los Amarillos 0/2 0 0/4 0 2/5 40 7/48 14,58 0/0 0 9/59 15,25
Campo Morado 0/3 0 2/14 14,29 2/4 50 3/17 17,65 0/0 0 7/38 18,42
La Huerta 0/0 0 3/7 42,86 2/7 28.57 4/14 28,57 0/0 0 9/28 32,14
Total 0/30 0 7/46 15,22 8/24 33,33 44/317 13,88 0/6 0 59/423 13,95
Tabla 9. Individuos afectados y no afectados por categoría etaria.
110 | M. S. Gheggi y V. Seldes - Intersecciones en Antropología 13 (2012) 103-115

distancia, violencia ritual, etc.), se elaboró Región Región Región Región Región
Total
una tabla con la localización de traumas Anterior Posterior Superior Lateral Der. Lateral Izq.
Femeninos 4 2 3 2 3 14
en el cráneo (Tabla 10). Masculinos 7 0 1 4 10 22
Indeter. 0 1 0 3 0 4
De la Tabla 10 se desprende que la TOTAL 11 3 4 9 13 40
mayoría de las lesiones se ubican en el Tabla 11. Localización de las lesiones en el cráneo de acuerdo con el sexo
sector anterior y en el sector lateral iz- para el Valle Calchaquí.
quierdo. En tercer lugar se ubican las le-
siones del sector lateral derecho. Al sepa- Región Región
Región Región Región
lateral lateral Total
rar la ubicación de las lesiones por región anterior posterior superior
derecha izquierda
geográfica, se observan los resultados que Femeninos 1 3 0 2 2 8
figuran en las Tablas 11 y 12. Masculinos 12 1 0 4 6 23
Indeter. 2 1 2 0 0 5
Asimismo, se hallaron 16 cráneos (Ta- Total 15 5 2 6 8 36
bla 13) con fracturas postmortem, que su- Tabla 12. Localización de las lesiones en el cráneo de acuerdo al sexo
para la Quebrada de Humahuaca.
gieren que estos fueron preparados como
cabezas-trofeo (Figura 4). Si bien
Región Región Región Región representan un bajo porcentaje
Región
Lateral Lateral Total
Anterior Posterior Superior
Derecha Izquierda (3,78%), es interesante notar que
Sitio: Volcán
sólo fueron hallados en la mues-
Masculinos 1 0 0 0 0 1 tra de la Quebrada de Humahua-
Femeninos 0 0 0 0 0 0 ca, aunque la evaluación de estas
Indeterminado 0 0 0 0 0 0 diferencias a partir del test de χ2
Total 1 0 0 0 0 1 señala que no resultan estadística-
Sitio: Calchaquí mente significativas (χ2: 24,86, 1 gl,
Masculinos 1 0 0 0 4 5 p= 6,14).
Femeninos 0 1 0 0 1 2
Indeterminado 0 1 0 3 0 4 Otro tipo de alteraciones post-
Total 1 2 0 3 5 11 mortem observadas son las que
Sitio: Andalhuala corresponden a marcas de corte
Masculinos 1 0 0 0 0 1 asociadas a la práctica de scalping
Femeninos 1 0 0 0 0 1 (remoción de la capa capilar) (Figu-
Indeterminado 0 0 0 0 0 0
ra 5). Se hallaron cuatro casos, que
Total 2 0 0 0 0 2
representan un 0,94% de la muestra
Sitio: La Poma
(Tabla 14).
Masculinos 5 0 1 4 6 16
Femeninos 3 1 3 2 2 11
Indeterminado 0 0 0 0 0 0
Total 8 1 4 6 8 27
Sitio: Angosto Chico DISCUSIÓN
Masculinos 3 0 0 1 0 4
Femeninos 0 0 0 1 0 1 Los resultados obtenidos en este
Indeterminados 0 0 2 0 0 2 trabajo en relación con la presencia
Total: 3 0 2 2 0 7 de traumas en los individuos de la
Sitio: Los Amarillos Quebrada de Humahuaca y del Va-
Masculinos 1 0 0 2 2 5 lle Calchaquí (13,95%) indican que
Femeninos 1 1 0 0 1 3 en ambos casos han sido afectados
Indeterminados 1 0 0 0 0 1
por eventos de violencia interperso-
Total: 3 1 0 2 3 9
nal. Sin embargo, la comparación
Sitio: Campo Morado
entre regiones permite concluir que,
Masculinos 3 0 0 1 3 7
en la Quebrada de Humahuaca, los
Femeninos 0 0 0 0 0 0
Indeterminados 1 1 0 0 0 2 individuos se vieron afectados por
Total: 4 1 0 1 3 9 una mayor frecuencia de lesiones
Sitio: La Huerta traumáticas que los del Valle Cal-
Masculinos 4 1 0 0 1 6 chaquí, registrando diferencias es-
Femeninos 0 2 0 1 1 4 tadísticamente significativas.
Indeterminados 0 0 0 0 0 0
Total: 4 3 0 1 2 10 Al comparar la frecuencia de
TOTAL 26 8 6 15 21 76
lesiones traumáticas entre sexos,
considerando las dos regiones geo-
Tabla 10. Localización de traumas en el cráneo.
Evidencias bioarqueológicas
de conflicto ca. 1000-1432 AD en la Quebrada de Humahuaca y el Valle Calchaquí | 111

SITIO violencia interpersonal.


MASCULINO FEMENINO INDETERMINADO TOTAL
ARQUEOLÓGICO
Angosto Chico 0 0 1 1 No obstante, al analizar cada re-
Los Amarillos 2 0 2 4 gión en particular, se observa que los
Campo Morado 2 1 0 3 hombres en el Valle Calchaquí sufrie-
La Huerta 4 2 2 8 ron más lesiones traumáticas que las
TOTAL 8 3 5 16 mujeres de la misma región, mientras
Tabla 13. Cabezas trofeo. que en la Quebrada de Humahuaca
no sucede lo mismo. Dado que tan-
to hombres como mujeres se vieron involucrados en
situaciones de violencia física en Humahuaca, esto
podría indicar una forma particular de desarrollo del
conflicto en el cual ambos sexos se vieron involu-
crados. La mayoritaria presencia de lesiones en la
región anterior del cráneo indicaría ataques cara a
cara, mientras que la baja cantidad de lesiones en la
parte posterior del cráneo (Tabla 12) sugieren que los
asaltos o emboscadas no fueron una forma común de
agresión entre esta población.
Otro de los tópicos que permite plantear el estudio
de las lesiones en cráneo es la presencia de cabezas-
trofeo. La manipulación del cuerpo, la acción de con-
vertir una cabeza en trofeo, el entierro de esqueletos
sin cráneo o la aparición de entierros de cabezas sin
su respectivo cuerpo aparecen ya en tiempos arcaicos,
como en el caso de las momias de Chinchorro en Chi-
le (Standen 1991; Standen y Arriaza 1999) o el entierro
de partes del cuerpo en las cuevas de Huachichocana
o Inca Cueva en nuestro país (Aschero 2000).
Específicamente, se ha planteado que las cabezas
Figura 4. Cráneo trofeo. Se observa orificio en el sector medio
trofeo pudieron haber sido utilizadas en rituales de gue-
de la sutura sagital. Procedencia: La Huerta.
rra en tanto parte de las distintas herramientas utilizadas
por un grupo para amedrentar a otro (Chacon y Dye
2007; Cordy-Collins 2001; Nielsen y Boschi 2007; Tung
2007; Vignati 1930), ya que “la posesión de trofeos per-
mitiría a los guerreros controlar el poder de los enemi-
gos y serviría como protección contra fuerzas asociadas
que pudieran continuar amenazándolos” (Nielsen 2007:
22). Asimismo, esta práctica ha sido interpretada como
parte del culto a los ancestros, en el que la presencia
de cabezas-trofeo podría estar refiriendo no solamente
a situaciones de conflicto sino que en determinadas
ocasiones podrían ser resignificadas para tomar nuevos
atributos en otro tipo de prácticas, ritos de fertilidad de
la tierra, por ejemplo (Nielsen 2007).
Cabe agregar que la presencia de cabezas trofeo
de mujeres sería acorde con un escenario en el cual
ambos grupos habrían estado expuestos a situaciones
de conflicto. Esto contradiría la idea de Vignati (1930)

Figura 5. Cráneo con marcas de corte. Las flechas señalan SITIO


las incisiones. Procedencia: Los Amarillos. MASCULINO FEMENINO INDET. TOTAL
ARQUEOLÓGICO
La Huerta 0 1 0 1
gráficas, se observa que los hombres se vieron más
Los Amarillos 2 0 0 2
afectados, siendo estas diferencias estadísticamente La Poma 1 0 0 1
significativas, lo cual indicaría la mayor participación Total 3 1 0 4
de hombres que de mujeres en estas situaciones de Tabla 14. Marcas de corte en cráneos.
112 | M. S. Gheggi y V. Seldes - Intersecciones en Antropología 13 (2012) 103-115

de que las cabezas-trofeo corresponden únicamente a organizados entre facciones y las batallas rituales no
individuos de sexo masculino, tal como postula tam- deberían considerarse mutuamente excluyentes, sino
bién Palma (1997-1998) a partir de los análisis de que podrían estar coactuando en un mismo momento
Bordach. En este sentido, en otros grupos andinos se y lugar (Arkush y Stanish 2005); por otro lado, se ha
han registrado cabezas-trofeo de mujeres y de niños, sugerido que las fuentes de los conflictos reales y ritua-
lo cual ha sido incorporado al debate acerca de la les podrían ser las mismas, y que aquello que puede
naturaleza “ritual” (Tinku) o no de los conflictos haber comenzado como violencia ritual pudo poste-
(Arkush y Stanish 2005). riormente alcanzar niveles altos de violencia (Keeley
1997). Fuera cual fuese la naturaleza de la relación
Es interesante destacar que en la muestra aquí ana-
entre ambos tipos de conflictos, y sin pretender dilu-
lizada, los cráneos modificados postmortem fueron
cidar qué propuesta sería la más acertada, lo cierto es
registrados en la Quebrada de Humahuaca, estando
que ambas prácticas podrían haber sido generadoras,
ausentes en la muestra analizada para el Valle Cal-
en el registro osteológico, de lesiones como las que
chaquí, aunque no encontramos sustento estadístico
se observan en este trabajo. Sería interesante discu-
para explicar esta diferencia. Por otra parte, se obser-
tir en mayor profundidad la presencia de lesiones
va que las marcas de corte relacionadas con scalping
perimortem vs. lesiones premortem, aspecto que se
se registran en cráneos que no fueron convertidos en
retomará en un trabajo posterior.
cabezas-trofeo y, a su vez, en estas últimas no se ob-
servan marcas de remoción de la capa capilar. Esto Los datos para el Valle Calchaquí, a diferencia de
podría sugerir que se trata de prácticas que apuntaban lo registrado en Quebrada de Humahuaca, indican
a objetivos diferentes, algo que deberá trabajarse en que los hombres participaron mayormente en eventos
mayor profundidad que el alcance de este trabajo. violentos que lo que lo hicieron las mujeres. El patrón
de ubicación de las lesiones, con un alto número en
Como se mencionara anteriormente, es posible que,
las regiones lateral izquierda y anterior del cráneo,
a medida que aumenta la edad de un individuo, sea
sugiere que la fuente mayoritaria de dichas lesiones
mayor el riesgo de experimentar un trauma, dado que
son los ataques cara a cara.
se incrementan las posibilidades de participar en situa-
ciones de conflicto (Lessa y Mendonça de Souza 2007; Por otra parte, sería importante profundizar la in-
Tung 2007). En este sentido, la presencia de lesiones vestigación a efectos de evaluar si los individuos cuyas
en cierto subgrupo etario en detrimento de otro puede cabezas fueron transformadas en trofeos en Humahua-
brindar información acerca de prácticas de violencia ca eran de procedencia local o foránea, tal como ha
dirigida o realizada por algún grupo en particular. En la sido estudiado a partir de análisis de isótopos estables
muestra analizada, los subadultos no presentan traumas, para los cráneos recuperados en Conchopata (Tung y
mientras que los adultos presentan más lesiones confor- Knudson 2008) y diversos sitios de la región Nasca
me aumenta la edad, todo lo cual apoya la afirmación (Knudson et al. 2009). Asimismo, futuros trabajos que
anteriormente vertida (en esta oportunidad se exceptúan podrían aportar a los resultados vertidos aquí se rela-
los individuos seniles, porque la muestra para este grupo cionan con el estudio de las formas de las lesiones en
de edad es muy pequeña). referencia a las armas utilizadas en el período tardío
del Noroeste argentino.
Finalmente, quisiéramos destacar que en este traba-
CONCLUSIONES jo se recupera información de colecciones osteológicas
de museo que, si bien adolecen de serias falencias,
Uno de los resultados que se desprende de este
tienen el potencial de responder las preguntas correc-
trabajo es que los individuos del Valle Calchaquí y
tamente formuladas, tal es el caso de la presencia de
de la Quebrada de Humahuaca ca. 1000-1432 AD
lesiones traumáticas. En este sentido, el análisis reali-
se vieron afectados por episodios reales de violencia,
zado sugiere que las poblaciones del período Tardío
aunque con matices regionales. En primer lugar, la
en las regiones analizadas se vieron sometidas a si-
frecuencia de lesiones es mayor en la Quebrada de
tuaciones de violencia real, posiblemente proveniente
Humahuaca, lo que indica que las poblaciones de los
de diversas fuentes, que no incluyen solamente en-
conglomerados del período tardío de esta región estu-
frentamientos armados entre comunidades, pero que
vieron sometidas a mayor nivel de conflicto social que
tuvieron un impacto directo en su estilo de vida.
sus vecinos del Valle Calchaquí. Para Humahuaca, la
presencia de lesiones tanto en hombres como en muje-
res y el patrón de ellas sugieren que el conflicto pudo
provenir de diversas situaciones, como violencia ritual, Agradecimientos
doméstica, resolución violenta de conflictos o partidas
Agradecemos a Héctor Pucciarelli, Cristina
armadas. En este sentido, se ha propuesto, por un lado,
Pucciarelli, Andrés Di Bastiano y Mariano Del Papa,
que la guerra “real” en el sentido de enfrentamientos
del Museo de La Plata, por el constante apoyo a
Evidencias bioarqueológicas
de conflicto ca. 1000-1432 AD en la Quebrada de Humahuaca y el Valle Calchaquí | 113

nuestra investigación. A Myriam Tarragó, Claudia Cordy-Collins, A.


Aranda y colaboradas del Museo Etnográfico por 2001 Decapitation in Cupisnique and Early Moche
su cordial asistencia en nuestra labor. A Gustavo Societies. En Ritual Sacrifice in Ancient Peru, editado
Barrientos y Hugo Yacobaccio, por su asesoramiento por E. P. Benson y A. Gwynn Cook, pp. 22-34.
con las pruebas estadísticas. A Pedro Salminci por la University of Texas Press, Austin.
realización del mapa que acompaña el texto. A Andrea
Daltroy, T., A. M. Lorandi, V. I. Williams, M. Calderari, C.
del Río por la corrección del resumen en inglés. A los
Hastorf, E. de Marrais y M. Hangstrum
evaluadores anónimos, cuyas sugerencias aumentaron
2000 Inka rule in the Northern Calchaquí Valley,
en gran medida el aporte de este trabajo.
Argentina. Journal of Field Archaeology 27 (1): 1-27.

Facchini, F., E. Rastelli y M. Belcastro


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NOTAS
Thompson, L. G., E. Mosley-Thompson, J. F. Bolzan y B.
1.- Los pukaras en la Quebrada de Humahuaca o en los
R. Koci
Valles Calchaquíes no constituyen fortalezas en el sentido es-
1985 A 1500-Year Record of Tropical Precipitation in Ice
tricto de la palabra. Sin embargo, se mantiene la terminología
Cores from the Quelcaya Ice Cap, Peru. Science 229:
debido a que se trata de asentamientos de habitación perma-
971-973.
nente ubicados en lugares estratégicos (Nielsen 2007).
Tung, T.
2.- No habría, hasta el momento, evidencia de control vertical
2007 Trauma and Violence in the Waru Empire of the
directo por parte de poblaciones quebradeñas mediante la
Peruvian Andes: Warfare, Raids, and Ritual Fights.
instalación de colonias en la puna o en los valles.
American Journal of Physical Anthropology 133: 941-
956. 3.- Las calibraciones señaladas con un asterisco (*) han sido
realizadas con el programa de Stuiver y Reimer (1993) según
Tung, T. y K. Knudson
lo informado por los autores correspondientes. En caso de no
2008 Social Identities and Geographical Origins of
contar con datos de calibración hemos optado por calibrar-
Wari Trophy Heads from Conchopata, Perú. Current
los con el programa Oxcal 4.1, correspondiendo a los datos
Anthropology 49 (5): 915-925.
marcados con doble asterisco (**).
Vignati, M.
4.- En aquellos casos cuya determinación sexual, estimación
1930 Los cráneos trofeo de las sepulturas indígenas de la
etaria o lesiones resultaron ambiguas, ambas autoras obser-
Quebrada de Humahuaca (Provincia de Jujuy). Archivos
varon el material.
del Museo Etnográfico, 1. Facultad de Filosofía y Letras.
Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires. 5.- No todos los cráneos se encuentran asociados a sus res-
pectivas mandíbulas, por lo que este rasgo sólo pudo ser
Wakeley, J.
registrado en los casos con mandíbulas asociadas.
1997 Identification and analysis of violent and non-
violent head injuries in osteo-archaeological material. 6.- Para todas las tablas de ahora en adelante: Masc. (mas-
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