Interseccionalidad e Indígenas
Interseccionalidad e Indígenas
Interseccionalidad e Indígenas
Resumen: El objetivo de la investigación fue identificar los tipos y modalidades de violencia que más
se presentan en las mujeres indígenas en dos estados de México, e identificar cuáles eran las principales
identidades que vulneran a las mujeres a través de un análisis interseccional. La investigación es
cualitativa de tipo exploratorio descriptivo. Se usó la entrevista como herramienta de recolección de
datos. Los resultados muestran que el tipo de violencia que más se presenta es la violencia sexual,
principalmente por parte de su pareja, en el ámbito familiar. El análisis interseccional permitió identificar
que el tener baja escolaridad, no contar con redes de apoyo, casarse o unirse con su pareja en la
adolescencia y depender económicamente de la pareja vuelve más vulnerables a las mujeres de ser
víctimas de violencia.
Palabras clave: violencia; mujeres; indígenas; interseccionalidad
Introducción
Características sociodemográficas del contexto
El diagnóstico se realizó en la región Huasteca de dos estados de México, una de las
principales regiones indígenas del país, los estados fueron Hidalgo y San Luis Potosí. La población
total del Estado de Hidalgo en el año de 2017 fue de 2,947,206 personas, de las cuales el 51.7%
son mujeres y en el estado de San Luis Potosí la población fue de 2,801,839, de las cuales el 51.4%
corresponde a mujeres. En el año del 2015, el 14.2% de la población de Hidalgo reportó hablar
alguna lengua indígena y en San Luis Potosí el 10%. En el año 2016, en el estado de Hidalgo el
50.6% de sus pobladores vivían en pobreza y en el estado de San Luis el 45.5% (INSTITUTO NACIONAL
DE ESTADÍSTICA Y GEOGRAFÍA, 2018, p. 67).
La religión predominante en la zona es la católica, aunque desde hace algunos años la
presencia de la iglesia evangélica ha ido en aumento; la mayoría de las familias practican
alguna de las dos religiones y las mujeres mayoritariamente son las que acuden a eventos de la
iglesia. Las personas que viven en la región mencionan que existen altos índices de alcoholismo
entre los hombres, en ambos municipios hay muchas cantinas, principalmente en San Luis Potosí,
y en algunas comunidades hay más cantinas que tiendas de abarrotes. Respecto los empleos, la
mayor parte de la población migra hacia ciudades más grandes, y las personas que se quedan
en la región se dedican principalmente a la agricultura. La migración, el alcoholismo y la falta de
empleo generan un gran número de problemas sociales, entre ellos el fenómeno de la violencia,
en el cual se ahondará en la presente investigación.
erradicar la violencia contra las mujeres, así como los principios y modalidades para garantizar su
acceso a una vida libre de violencia que favorezca su desarrollo y bienestar conforme los principios
de igualdad y no discriminación en la federación, las entidades federativas, el Distrito Federal y
los municipios (COMISIÓN NACIONAL DE DERECHOS HUMANOS, 2018, p. 1).
A nivel estatal, el 31 de diciembre de 2007 fue publicada la Ley de Acceso de las Mujeres
a una Vida Libre de Violencia para el Estado de Hidalgo (GOBIERNO DEL ESTADO DE HIDALGO, 2007,
p. 1) y nueve años después, el 17 de septiembre de 2016, fue publicada la Ley de Acceso de las
Mujeres a una Vida Libre de Violencia del Estado de San Luis Potosí (GOBIERNO DEL ESTADO DE SAN
LUIS POTOSÍ, 2016).
De acuerdo con la ENDIREH, en el año 2016, en México el 66.1% de las mujeres de 15 años
o más sufrieron al menos un incidente de violencia emocional, económica, física, sexual o
discriminación a lo largo de su vida en al menos un ámbito (INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA Y
GEOGRAFÍA, 2017), los ámbitos que se marcan dentro de la Ley de Acceso de las Mujeres a una
Vida Libre de Violencia son: ámbito familiar, laboral y docente, comunitario e institucional (COMISIÓN
NACIONAL DE DERECHOS HUMANOS, 2018, p. 4-8). Además, se agregó la violencia feminicida, la
cual:
es la forma más extrema de violencia de género contra las mujeres, producto de la violación de
sus derechos humanos, en los ámbitos público y privado, conformado por el conjunto de
conductas misóginas que pueden conllevar impunidad social y del Estado y puede culminar en
homicidio y otras formas de muerte violenta de mujeres. (COMISIÓN NACIONAL DE DERECHOS
HUMANOS, 2018, p. 8)
Para Hill Collins (2000, p. 228), la interseccionalidad sirve para comprender la posición de
las mujeres estadounidenses negras sin privilegiar esas experiencias, es decir, la posición social
de la mujer negra nos obliga a ver y buscar otros espacios donde los sistemas de desigualdad se
intersectan. En la interseccionalidad, el conocimiento se construye sobre la experiencia vivencial,
1
La Alerta de Violencia de Género es un mecanismo del Estado Mexicano en el cual se contempla hacer acciones
de emergencia en los gobiernos para enfrentar y erradicar la violencia feminicida en un territorio determinado,
ejercida por individuos o por la propia comunidad. Su objetivo es garantizar la seguridad de las mujeres, el cese de la
violencia en su contra y eliminar las desigualdades producidas por una legislación que agravia sus derechos humanos.
porque se considera que todo conocimiento está cargado de valores y debe ser probado con
empatía y compasión, de allí que todo conocimiento requiere una responsabilidad personal
(COLLINS, 2000).
“El análisis interseccional busca abordar las formas en las que el racismo, el patriarcado, la
opresión de clase y otros sistemas de discriminación crean desigualdades que estructuran las
posiciones relativas de las mujeres. Considera los contextos históricos, sociales y políticos. Nos
permite hacer un análisis para comprender las maneras en que el género se cruza con otras
identidades, y cómo estos cruces contribuyen a experiencias de opresión y privilegio; nos ayuda
a entender la manera en que diferentes identidades de una misma persona influyen sobre el
acceso a derechos y oportunidades” (ASSOCIATION FOR WOMEN’S RIGHTS IN DEVELOPMENT, 2004).
Además de comprender, permite atender las formas en que el género se imbrica con otros ejes de
exclusión en diferentes contexto, niveles y ámbitos (CUBILLOS, 2015).
El análisis interseccional plantea que no debemos entender la combinación de identidades
como una suma que produce experiencias diferentes. Una investigación interseccional examina
las categorías a varios niveles de análisis e interroga las interacciones entre éstos, analizando
dentro de un contexto histórico, la interrelación entre categorías como género, clase, raza,
sexualidad, entre otras, da cuenta del posicionamiento estructural y la capacidad de responder
a los sistemas de exclusión (VIVEROS, 2016).
La interacción entre los sistemas de opresión se organiza a través de cuatro dominios, la
cual es una organización global del poder en una sociedad, a través de cuatro dominios
interrelacionados, los cuales son: estructural (estructuras sociales que organizan las relaciones y el
acceso al poder en una sociedad), disciplinario (organizaciones burocráticas que gestionan la
opresión del dominio estructural), hegemónico (legitima socialmente la opresión, articulando los
dominios anteriores disimuladamente en la intersubjetividad individual y colectiva mediante las
ideologías)e interpersonal (relaciones intersubjetivas que configuran la trayectoria vital de las
personas y grupos); los ámbitos más resistentes al cambio son el estructural y el hegemónico
(CUBILLOS, 2015; COLLINS, 2000).
El objetivo es descubrir diferencias y similitudes significativas entre grupos para poder
superar las discriminaciones y establecer las condiciones para que todas las personas puedan
disfrutar sus derechos humanos. El análisis interseccional manifiesta las múltiples experiencias de
sexismo que viven distintas mujeres, nos ayuda a entender el impacto de la convergencia de
identidades en situaciones de oportunidades y acceso a derechos, y a analizar cómo las políticas,
los programas, los servicios y las leyes inciden sobre un aspecto de nuestras vidas, pero están
vinculadas a las demás (ASSOCIATION FOR WOMEN´S RIGHTS IN DEVELOPMENT, 2004).
En las mujeres, el género, la clase y la raza manifiestan estructuras de dominación y
subordinación. El poder es un aspecto central en las relaciones intergenéricas y sexuales (Marina
ARIZA; Orlandina DE OLIVEIRA, 2005). Anzaldúa fue una de las primeras feministas latinoamericanas
que uso la “raza” como categoría y discutió sobre el racismo, analizando como desde el mestizaje
se entrelazan el género, la raza, la clase y la sexualidad como categorías de poder, donde se
privilegia la mezcla de razas (María Isabel ARRIAGA, 2013), culturalmente se nos enseña que el ser
blanco es mejor que el ser moreno (Gloria ANZALDÚA, 2001, p. 135), porque, como le menciona
Mara Viveros, se asocia la tonalidad de la piel con la clase, por ello la discriminación por razones
fenotípicas solo se puede entender si analiza de manera interseccional (Jenny PONTÓN, 2017).
Las teorías de la interseccionalidad se han movido entre dos aproximaciones a la
dominación, una analítica y otra fenomenológica. En la aproximación analítica toda dominación
por clase, sexo y raza es en sí misma interseccional, ya que el género no se puede disociar de la
raza y clase. En la segunda aproximación, la interseccionalidad radica en la experiencia propia
de la dominación (VIVEROS, 2016).
Las mujeres indígenas viven una triple explotación, una por ser indígenas, al no hablar
español y tener una tonalidad de piel más oscura, son despreciadas; dos, por ser mujeres, y no
tener las mismas oportunidades que los hombres y tres, por ser pobres (Sabine MASSON, 2011).
Como menciona Anzaldúa, la cultura mexicana es muy machista y las mujeres soportan la
humillación con dignidad, los hombres proclaman que su habilidad de servir es su mayor virtud
(ARRIAGA, 2013).
Metodología
El objetivo de la investigación fue conocer si las mujeres de comunidades indígenas de la
zona Huasteca de los estados de Hidalgo y San Luis Potosí, en México, han sido víctimas de
violencia, identificar el tipo de violencia que prevalece, el ámbito donde más se presenta, y
quiénes son sus principales agresores. A partir de la identificación de actos de violencia se realizó
un análisis interseccional por tipo de violencia. La metodología de la investigación es de tipo
cualitativo, se realizaron 15 entrevistas a mujeres. La investigación es de tipo descriptiva exploratoria.
Caracterización de la muestra
Se hicieron ocho entrevistas a mujeres en el estado de Hidalgo, del municipio de San Felipe
Orizatlán, pertenecientes a las comunidades de Ahuatitla, Huitzitzilingo y Las Piedras. En el estado
de San Luis Potosí se entrevistaron siete mujeres de los municipios de San Martín Chalchicuautla,
Axtla de Terrazas y Tamazunchale; en el municipio de Axtla de Terrazas una de las mujeres pertenecía
a la comunidad de Ahuacatitla, y en el municipio de Tamazunchale, las mujeres pertenecían a las
comunidades de Texamel, Tacial, Tamacol e Ixteamel.
Las mujeres entrevistadas accedieron participar voluntariamente en el estudio y firmaron un
consentimiento informado, en el cual autorizaban el uso de la información, cuando se les explicó
que sus datos iban a ser utilizados de manera confidencial y que podían abandonar el estudio en
el momento que así lo dispusieran. El muestreo se realizó utilizando la estrategia de muestreo
intencional y de bola de nieve; en un inicio se les hizo la invitación directa a algunas mujeres que
cumplían con el criterio de vivir en alguna comunidad perteneciente a la Huasteca de Hidalgo o
San Luis Potosí y que se adscribían como mujeres indígenas, y se les pidió contactar a las
investigadoras con otras mujeres que pudieran ser invitadas al estudio.
La edad de las mujeres oscilaba entre los 20 y 59 años, con un promedio de 33.6 años. Una
de las mujeres estudió hasta segundo grado de primaria, cuatro terminaron la primaria, tres la
secundaria, cuatro el bachillerato, cuatro una licenciatura o carrera técnica y una de ellas no
especificó. Tres de las mujeres tenían un trabajo asalariado, tres no especificaron y nueve de ellas
se dedicaban a las labores del hogar. Respecto su estado civil, una de ella no especificó, una es
soltera, seis casadas, tres se encuentran en unión libre y cuatro de ellas están separadas.
Resultados
A continuación, se reportan los resultados del estudio por tipo de violencia.
Violencia sexual
La violencia sexual fue la más mencionada por las mujeres. Cuatro mujeres narraron que
fueron víctimas de violencia por parte de sus parejas en dos de los casos, una mencionó que fue
víctima por parte de un desconocido y una de ellas no detalló el acto de violencia ni a su agresor.
Una de ellas fue víctima de acoso por parte de una persona de su comunidad cuando era menor
de edad, lo cual ella considero que tuvo un impacto en su desarrollo sexual.
Cuando era niña, por allí de los 12 o 13 años hubo un tipo que me acosaba. Yo creo que eso
me marcó… yo creo que por eso es que no inicie una vida sexual activa desde muy temprana
edad, porque, aunque no me haya tocado o lo que sea, que me siguiera, que me observara,
me marcó. A veces cuando me lo topó en la calle es algo que duele, no me tocó ni nada,
pero si lo hubiera hecho no me quiero imaginar (Entrevista 12).
Las otras mujeres que fueron víctimas de violencia sexual por parte de su pareja hacían
referencia a su pareja anterior o a la actual. Una de ellas ya había descubierto que su pareja era
infiel, y actualmente considera que él todavía le es infiel, con lo cual la pone en riesgo de contraer
algún tipo de infección de transmisión sexual. “Me considero en riesgo de contraer una infección
de transmisión sexual porque no estoy segura de que mi pareja tenga relaciones solo conmigo, y
no sé si con las otras que anda se cuide” (Entrevista 9).
Una de las señoras más grandes de edad narró que fue víctima de violación por parte de
su pareja en varias ocasiones, y a pesar de que ella trataba de impedirlo, él continúo haciéndolo
por varios años. La señora comentó que no quiso denunciar por miedo y desconocimiento, lo que
hizo fue platicar con un señor mayor de edad al cual le tenía confianza, quien le sugirió ponerse
firme con él y no dejarse, y gracias al apoyo de esta persona la señora se atrevió a ponerse más
firme y su esposo fue disminuyendo la violencia.
El papá de mis hijos, en ocasiones me quería violar, me quería agarrar a fuerza, y yo le decía
que no, porque eso es violación y a él no le importaba. Me agarraba a la fuerza, que hasta
mi hija, alcanzó a ver, mi hija tenía como nueve o diez años, mi hija todavía vio esa violencia
que viví, yo con mi esposo, ahorita ya no, la mayor parte del tiempo si viví violencia con él.
No denuncié, no sabía ni cómo, y como mi suegro es maestro, tenía miedo yo ir allá.
Entonces yo platicaba con un abuelito que es de San Felipe, el señor es compadre de mi
papá, yo iba mucho le platicaba todo lo que yo sentía, yo me desahogaba con él, y él me
decía: “Te tienes que poner (firme), tú puedes, ponte firme para que ya deje de hacerte eso”
y luego con las pláticas donde nos dicen que uno no se debe de dejar. Después de que me
fui poniendo (firme) con él, le fue bajando (Entrevista 13).
Una mujer narró haber sido víctima, pero no quiso platicar sobre el evento, es un tema muy
difícil de hablar para algunas mujeres, por lo que comentó “Antes (fui víctima)… ahorita ya no”
(Entrevista 10).
Algunas de las mujeres participantes relataron eventos de violencia sexual que presenciaron
o les platicaron otras mujeres de su comunidad. Estas narrativas también se consideran de suma
importancia, por lo cual se incluyeron dentro del análisis. Una de las mujeres comentó que los
eventos de violencia sexual son silenciados dentro de las familias o son eventos que se cuentan
únicamente entre personas cercanas, pero no se habla de ello. “Sí se escucha que sucede aquí,
pero después se queda como en secreto en la familia y solo queda el rumor, solo se dice en el
momento, pero después ya no” (Entrevista 5); “antes se veían muchos casos de esos” (Entrevista 9);
“en mi comunidad a la mujer se le ve como un objeto sexual. Me he dado cuenta porque mi
abuelito tuvo varias parejas” (Entrevista 12).
A veces yo siento que fuerzan a las mujeres para tener relaciones. Mi mamá me platicaba
mucho, que ella, por ejemplo, no se casó por amor, si no, porque mi papá la vio en una
ocasión y pues le gustó, y le dijo a mi abuelo “yo quiero a esa muchacha de esposa”, fueron
por ella y la pidieron, no sé qué más les dieron, pero mi mamá se tuvo que ir con él. Dijo mi
mamá “yo ni lo había visto, ni lo conocía”, me platica que antes, eso es lo que pasaba”
(Entrevista 14).
Uno de los puntos que es fundamental destacar, y que ha sido normalizado, es el hecho de
que niñas de 10 años y adolescentes se embaracen, en las comunidades indígenas lo ven como
un hecho donde la niña es la responsable del embarazo, siendo que se considera como un delito
ante la Constitución Mexicana, por lo cual se debería investigar y no obligar a la niña a casarse
con su pareja o su agresor, “salen embarazadas a muy temprana edad y entonces dejan de
estudiar” (Entrevista 7); “en mi comunidad se casan chicas, a partir de 10 años, porque salen
embarazadas. Antes era por intercambio de dinero o tierras, ahorita creo que ya no” (Entrevista 15).
Cuando una chica sale embarazada al principio se habla mal de ella, pero después se va
con su pareja, con el papá del bebé y ya se acaban los comentarios. Ya es común que
salgan chicas embarazadas, después de que se casan hay muy pocas separaciones. Ahorita
hay embarazos desde los 13 o 14 años, ya ni terminan la secundaria (Entrevista 5).
Hasta cierto punto las niñas, están un poco más despiertas, porque se ven casos de niñas de
14 o 15 años. Cuando se embarazan, la mayoría que he observado, se juntan, no sé si los
padres son los que influyen, los obligan a juntarse porque ya está el embarazo, la mayoría se
tiene que ir con el muchacho que la embarazó (Entrevista 14).
Los agresores principales fueron las parejas. Se identificó que las mujeres que han sufrido
más actos de violencia sexual eran adolescentes y jóvenes, cuya ocupación era ser ama de casa
y a pesar de haber sufrido violencia sexual por parte de su pareja, continuaban casadas. Las
mujeres que lograron identificar y narrar actos de violencia sexual hacia otras mujeres de su
comunidad eran las mujeres que tenían mayor escolaridad.
Para algunas mujeres fue difícil hablar abiertamente sobre este tema, no podían mencionar
la palabra sexualidad o relación sexual, algunas de ellas, al no poder mencionarlo, no reconocían
que algunas prácticas que les resultaba común o normal en la comunidad son actos de violencia
sexual, como el caso de los matrimonios forzados de niñas o adolescentes.
Una de las mujeres que trabajaba en servicios de salud relató a ver visto cómo las parejas
se enojaban con las mujeres cuando se hacían el Papanicolau y también por el uso de
anticonceptivos.
En mi comunidad los hombres son de una mente más cerrada, las mujeres si van con sus
esposos, y se hacen el Papanicolaou o algún otro procedimiento, el esposo entraba, porque
piensan que no es posible que las vean la enfermera o el doctor… inclusive los anticonceptivos
no están bien vistos, porque dicen que si se lo ponen va a andar de más (tener varias parejas)
(Entrevista 12).
El ser mujeres jóvenes, con poca escolaridad, ser amas de casa y depender de su pareja
las hacía vulnerables a que su pareja ejerciera violencia contra sus derechos sexuales y
reproductivos, presionándola a una de ellas para que se operara porque él no quería, y a la otra
para que no utilizará anticonceptivos, ni fuera al centro de salud de la comunidad, para tenerla
aislada y tener mayor control sobre ella.
Violencia económica
Tres de las mujeres comentaron que habían sido víctimas de violencia económica por parte
de su expareja, y padre de sus hijos, quienes no les querían dar dinero para la manutención de sus
hijos. A una de ellas, a pesar de no darle dinero, su expareja la amenaza con quitarle a su hija.
“Las que no tenemos marido, nos dedicamos al hogar y también debemos de salir a buscar
trabajo para solventar los gastos de nuestros hijos” (Entrevista 8).
Ya le metí demanda al papá de mis hijas, para sacarle dinero para mis hijas, yo podría
trabajar y sacarlas adelante sola, pero quiero que sepa que no se puede burlar de mí y de
mis hijas. Aparte él ya vive con otra señora, supe que se casó, tuvo hijos y se separó, y ahora
se juntó con una señora que tiene dos hijos. Los mantiene y ni son suyos, pues si los mantiene,
que pague también por sus hijas, pobrecito me da lástima porque no son sus hijos, pero que
sepa que de mi nadie se puede burlar (Entrevista 1).
El papá de mi hija me amenaza con quitarme a la niña, ya no me da dinero, me fui a la
presidencia municipal a hablar, y me van a ayudar para que no me la quite. Me dijeron que
si no me da dinero para el gasto me tengo que poner a trabajar (Entrevista 4).
Las mujeres víctimas de violencia económica son jóvenes, tienen entre 20 y 27 años, son
amas de casa y una de ellas además de ser ama de casa también trabaja, las tres están separadas,
una de ellas vive únicamente con sus hijos (la que trabaja) y las otras dos viven con sus papás y sus
hijos. El ser jóvenes, estar separadas, tener baja escolaridad y ser amas de casa son identidades
que vulneran a las mujeres, pues los hombres siguen demostrando que pueden seguir
oprimiéndolas en el aspecto económico, o castigándolas por no continuar la relación con ellos.
Violencia psicológica
Tres de las mujeres entrevistadas comentaron que habían sido víctima de violencia
psicológica por parte de sus parejas. A una de ellas, su pareja la amenazó con matarla si lo
dejaba. Dos de ellas continuaron con sus parejas a pesar de sufrir violencia psicológica por un
largo tiempo, una de ellas relacionaba los actos violentos de su esposo con el consumo de
alcohol: “antes mi marido tomaba mucho y cuando llegaba a la casa se peleaba mucho conmigo,
pero eso era de joven, ya ahora como tuvo un accidente se le quitó y dejó de tomar” (Entrevista 7);
“antes, cuando mi hijo el mayor estaba chiquito viví mucha violencia verbal y física con mi esposo.
Después de que me fui poniendo (firme) con él, ya le fue bajando2” (Entrevista 13).
Viví un tiempo con el papá de mi hija, pero eran puros problemas. Se enojaba si hablaba con
los hombres, con los vecinos, con su papá, no me dejaba ver a mi familia, ni acercarme a
los vecinos, decía que andaba con su papá y con todos sus primos, que eran cinco, decía
que yo me metía (tener relaciones sexuales) con todos. Después se puso peor, se enojaba si
salía a la calle, si iba a mi casa; nos fuimos a vivir un tiempo a casa de mis papás, un día me
papá se dio cuenta de que él me encerró en el cuarto y me gritó, no quería que yo saliera,
mi papá habló conmigo y me dijo que lo dejara, ya lo iba a dejar, pero él me dijo que iba a
cambiar y yo le creí, lloró, me suplicó y yo regresé con él. Seguimos, pero él se puso peor.
Yo le decía que me iba a ir de la casa para ya no regresar, pero él me decía que no me iba
a salir, que primero me mataba antes de que lo yo lo dejara; aproveche cuando él se fue a
Estados Unidos para regresarme con mis papás. La gente dice que yo lo dejé por un hombre,
y mi suegra anda corriendo el rumor de que me metí con otro hombre y le robé su dinero,
pero si yo le hubiera robado, no tendría la necesidad de trabajar, y mire tengo que ponerme
a trabajar por niña (Entrevista 4).
2
Expresión que significa disminuir.
Violencia física
Solo una mujer mencionó haber vivido violencia física, una mujer de 47 años, que, a pesar de
la violencia física, psicológica y sexual por parte de su esposo, no se separó de él, porque comentó
que no sabía leer y escribir, y esto le impidió tener un empleo e independizarse. “Cuando mi hijo el
mayor estaba chiquito… viví mucha violencia verbal y física con mi esposo” (Entrevista 13).
Violencia familiar
Dos de las mujeres comentaron haber sido víctimas de violencia cuando eran pequeñas
en el ámbito familiar por parte de sus padres, en cuestión de acceso a la educación. Una de ellas
no pudo continuar con una carrera universitaria por falta de apoyo económico de su padre.
Actualmente trabaja y se separó de su pareja. A pesar de no tener una carrera universitaria, el
haber estudiado el bachillerato le permitió poder conseguir un empleo y separarse.
La otra mujer que narró que su padre le negó la educación, solo pudo acudir los dos
primeros años de primaria, se casó joven, fue víctima de violencia psicológica, física y sexual por
parte de su pareja; el haberle negado el derecho a la educación no le permitió poder conseguir
un empleo digno que le permitiera poder separarse de su agresor; la falta de educación la puso
en una situación vulnerable y en condición de precariedad. “Mi papá no me quería dejar estudiar,
porque decía que me iba a casar y que mi marido me iba a mantener, pero no se imaginaba que
el papá de mis hijas me iba abandonar” (Entrevista 8); “mi papá no nos dejaba ir a la escuela,
porque decía para que íbamos a ir a la escuela, somos mujeres, y que nosotros para ir a lavar
pañales e ir a cargar un niño no necesitábamos la escuela y no fuimos a la escuela, no estudiamos”
(Entrevista 13).
Discusión y conclusiones
Los resultados muestran que el tipo de violencia que más se presenta en las mujeres
indígenas de la zona huasteca de los estados de Hidalgo y San Luis Potosí es la sexual, el principal
agresor fue su pareja, y el ámbito en el que más viven violencia es el familiar. Esto puede comprobar
la tesis fundamental de Segato (2013, p. 19), que nos dice que los crímenes sexuales no son obra
de desviados individuales, enfermos mentales o se presentan por anomalías sociales, sino que
son expresiones de una estructura simbólica que organiza los actos y fantasías, y les da
inteligibilidad; en la violación el agresor disciplina y castiga a la víctima. La violación siempre
apunta a un sujeto que experimenta una masculinidad fragilizada, principalmente en hombres
de la clase trabajadora, de minorías raciales, que se encuentran en el fondo de la escala social.
Para Segato (2003, p. 37), la violación es un problema de la masculinidad, puesto que a través de
ella el hombre intenta restaurar su estatus masculino dañado.
De acuerdo con el análisis interseccional, los sistemas de opresión que viven las mujeres
indígenas se muestran en los cuatro dominios mencionados por Hill Collins (2000). En el dominio
estructural la religión, la política y el derecho que organizan las relaciones sociales les dan poder
a los hombres de las comunidades en la toma de decisiones. En el dominio disciplinario, se refleja
el papel que juega la iglesia y las instituciones del Estado, quienes siguen perpetuando la opresión
hacia las mujeres. Aunque en los discursos no fueron mencionados la iglesia o las instituciones del
Estado, en el análisis del contexto se pudo observar como la iglesia ejerce un gran poder sobre la
gente. Las instituciones del Estado que hay en la región son atendidas principalmente por hombres,
quienes utilizan discursos machistas para culpabilizar a las mujeres por la violencia ejercida
hacia ellas. En el dominio hegemónico, se observa que los discursos y valores machistas continúan
en las personas de la comunidad, por ejemplo, cuando se criminaliza a las mujeres cuando se
separan de sus agresores o cuando se responsabiliza a las niñas o adolescentes de embarazarse.
En el dominio interpersonal, las mujeres en sus narrativas relataron como han internalizado estas
creencias o discursos culturales. Un relato que representa esto fue cuando una de las mujeres nos
comentó que le había puesto una demanda a su expareja por la manutención de sus hijas, pero
que sentía lástima por él, porque tenía que mantener a los hijos de su actual pareja también. La
culpa es un valor que se instaura desde las creencias religiosas y se refuerza con los discursos que
se reproducen culturalmente.
Se identificaron algunas características que vulneran a las mujeres indígenas y las vuelve
más propensas a ser víctimas de violencia, principalmente por parte de su pareja, las cuales son:
tener poca educación, no contar con redes de apoyo, depender económicamente de la pareja y
haberse casado o unido con su pareja siendo adolescente. Es importante señalar que el ser mujer
indígena en México no es algo homogéneo, si bien comparten características comunes, no viven
de la misma forma, tal como lo señala Hill Collins (2000) en las mujeres negras. Los resultados aquí
reportados son de la Región Huasteca del país, pero resultados similares se han reportado en otras
regiones indígenas del país (Jenni GAMLIN; Seth HOLMES, 2018; Soledad GONZÁLEZ, 2009; Georgina
RIVAS et al., 2009).
La violencia sexual fue la más mencionada por todas las mujeres, a pesar de ser la que
menos se nombra, es la que más ocurre. A partir de la violencia sexual, los hombres ejercen poder
y dominación sobre las mujeres, de acuerdo con lo que la cultura patriarcal marca como “normal”
o como un comportamiento esperado. En la violación, la pareja confirma tener el control sobre un
territorio, en este caso el cuerpo de la mujer, con el acto domina sexual y moralmente a la víctima
(SEGATO, 2013). Los hombres de las comunidades indígenas consideran que al casarse con una
mujer, ella pasa a ser de su propiedad y no puede ser tocada o vista por otros hombres, ni siquiera
por personal de salud.
Otro punto importante para trabajar es la normalización de la violencia sexual en la pareja.
En algunos discursos, las mujeres mencionan que la relación sexual es un acto obligado, no se
puede negar o cuestionar a la pareja cuando quiere tener relaciones sexuales y es un tema del
que no se habla con la pareja, así como también la normalización de los embarazos de niñas y
adolescentes, al responsabilizarlas a ellas y obligarlas a casarse con su agresor.
La relación de poder que ejerce el hombre sobre ellas las pone en una clara desventaja,
pues en las comunidades no es bien visto el uso de métodos anticonceptivos ni las revisiones
médicas, lo que las pone en riesgo de algún tipo de infección de transmisión sexual. Como
menciona Mabel GRIMBERG (2001), las relaciones de poder que generan las relaciones de género
y su expresión en la sexualidad fuerzan un deber ser como mujer y como varón, lo cual se refleja en
los comportamientos esperados y necesarios, lo cual fortalece el control de las relaciones sexuales
en manos del varón y limita la capacidad de negociación de las mujeres, sometiéndolas en
prácticas de coerción y violencia sexual. El rol tradicional que se nos enseña a las mujeres es el ser
pasivas y obedientes (ANZALDÚA, 2001).
Es necesario realizar investigaciones enfocadas a conocer su cosmovisión sobre la
sexualidad, los roles de género y las relaciones que establecen con sus parejas, para poder crear
intervenciones adecuadas a su propia cultura y con perspectiva de género, enfocadas en la
identificación de la violencia contra las mujeres, y que les permita a las mujeres tener herramientas
que las lleve a poder decidir sobre su propio cuerpo. Otro gran trabajo pendiente por hacer es lo
que llama Segato (2016) retejer el tejido comunitario, donde se restaure la politicidad de lo
doméstico, lo cual significaría plantear el espacio doméstico como un espacio político.
Con miras a lograr un verdadero cambio social, donde se tenga un nuevo tejido comunitario,
se considera fundamental realizar intervenciones con niños y niñas, donde se lleve a cuestionar los
mandatos de género socialmente impuestos, para así poder construir nuevas relaciones donde
las mujeres tengamos igualdad de oportunidades. Intervenciones que surjan de los propios saberes
de las personas de las comunidades, no impuestas.
Referencias
ANZALDÚA, Gloria. “La prieta”. Debate Feminista, v. 21, p. 129-141, 2001.
ARIZA, Marina; DE OLIVEIRA, Orlandina. “Género, clase y concepciones sobre sexualidad en México”.
Caderno CRH, v. 18, n. 43, p. 15-33, enero/abril 2005.
COLLINS, Patricia Hills. Black Feminist Though. Knowledge, Consciousness, and the Politics of
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COMISIÓN NACIONAL DE DERECHOS HUMANOS - MÉXICO. Ley General de Acceso de las Mujeres a
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Lydia Josefa R
Raesfeld
aesfeld ([email protected]) es Maestra en Etnología y Doctora en
Etnología. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel 1, Coordinadora del Doctorado
en Ciencias de la Educación, Coordinadora de la Cátedra UNESCO “Educación Intercultural para
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Mariana Juárez Moreno: Concepción, recolección de datos y análisis de datos, elaboración del manuscrito,
redacción, discusión de resultados.
Rosa Elena Durán González – Elaboración del manuscrito, redacción, discusión de resultados.
FINANCIACIÓN
No se aplica.
No se aplica.
No se aplica.
CONFLICTO DE INTERESES
No se aplica.
LICENCIA DE USO
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HISTORIAL
Recibido el 17/04/2019
Presentado nuevamente el 10/02/2020
Aprobado el 02/04/2020