Sentencia C-820 de 2006
Sentencia C-820 de 2006
Sentencia C-820 de 2006
COSA JUZGADA-Importancia
INTERPRETACION DOCTRINAL-Concepto
HERMENEUTICA JURIDICA-Concepto
Magistrado Ponente:
Dr. MARCO GERARDO MONROY
CABRA
I. ANTECEDENTES
III. LA DEMANDA
IV. INTERVENCIONES
Competencia
Así las cosas, para resolver los problemas jurídicos planteados, en primer
lugar, la Corte recordará el contenido de la cosa juzgada constitucional
expresada en la sentencia C-037 de 1996. En segundo lugar, se referirá
brevemente al sentido de la norma acusada y al papel que en la Constitución
y en la teoría de la interpretación contemporánea corresponde a la Corte
Constitucional. Este examen permitirá entonces determinar si el monopolio
legislativo para interpretar con autoridad la ley oscura se ajusta o no a la
Carta.
(…)
3 Entre otras, sentencias C-492 de 2000, C-774 de 2001, C-783 de 2004 y C-355 de 2006
4 Pueden verse, entre otras, las sentencias C-311 de 2002, C-036 de 2003, C-955 de 2001, C-043 de
2004, C-569 de 2004 y C-228 de 2002
5 Ver las sentencias C-774 de 2001 y C-228 de 2002.
6 Auto 027 A de 1998, reiterado en las sentencia C-774 de 2001 y C-783 de 2004.
En todo caso, la jurisprudencia constitucional siempre ha sido
constante en vincular la cosa juzgada material al concepto de
precedente, específicamente con la obligación en cabeza del juez
constitucional de ser consistente con sus decisiones previas, deber que
no deriva no sólo de elementales consideraciones de seguridad jurídica
-pues las decisiones de los jueces deben ser razonablemente previsibles-
sino también del respeto al principio de igualdad, puesto que no es justo
que casos iguales sean resueltos de manera distinta por un mismo juez.
(…) Por ello la Corte debe ser muy consistente y cuidadosa en el
respeto de los criterios jurisprudenciales que han servido de base (ratio
decidendi) de sus precedentes decisiones7. Empero, la cosa juzgada
material no puede ser entendida como una petrificación de la
jurisprudencia sino como un mecanismo que busca asegurar el respeto
al precedente, pues lo contrario podría provocar inaceptables
injusticias8. Por lo tanto, cuando existan razones de peso que motiven
un cambio jurisprudencial –tales como un nuevo contexto fáctico o
normativo- la Corte Constitucional puede apartarse de los argumentos
esgrimidos en decisiones previas9, e incluso también puede llegar a la
misma decisión adoptada en el fallo anterior pero por razones
adicionales o heterogéneas.
9. Así las cosas, la Sala concluye que el contenido normativo que fue objeto
de decisión de la Corte Constitucional en sentencia C-037 de 1996 es
diferente al que ahora se somete a estudio de esta Corporación, pues en
aquella oportunidad la Corte centró su análisis en la interpretación con
autoridad de la Constitución, mientras que la norma ahora demandada regula
la interpretación con autoridad de la ley, lo cual, evidentemente, no sólo
expresa contenidos normativos distintos, sino que plantea problemas
jurídicos disímiles, por lo que ello releva a la Corte de hacer el contraste
histórico y, en consecuencia, resulta claro que no existe violación a la cosa
juzgada constitucional.
10. De otra parte, el demandante dijo que la norma acusada viola el artículo
243 de la Constitución porque reprodujo el texto original del artículo 48 de la
Ley 270 de 1996 sin tener en cuenta la modificación efectuada por la Corte
en sentencia C-037 de 1996.
Como bien lo expresó uno de los intervinientes, resulta evidente que ese
argumento tampoco debe prosperar, pues el artículo 25 del Código Civil es
bastante anterior a la modificación normativa del artículo 48 de la Ley
Estatutaria de la Administración de Justicia, por lo que, sencillamente, no se
trata de la reproducción de un acto jurídico declarado inexequible a que hace
referencia el artículo 243 de la Constitución ni de la repetición de un texto
normativo que fue modificado por la interpretación constitucional. Luego, el
cargo no prospera.
15 Sobre estas consideraciones hará referencia el aparte e) de esta providencia. En todo caso, ver las
sentencias T-123 de 1995 (M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz); T-260 de 1995 (MP. José Gregorio
Hernández); C-252 de 2001 (M.P. Carlos Gaviria Díaz); C-836 de 2001. (M.P. Rodrigo Escobar
Gil), SU-047 de 1999 (M.P. Alejandro Martínez Caballero) y T-698 de 2004 (M.P. Rodrigo
Uprimny Yepes), entre otras.
16 Sentencia T-292 de 2006. Magistrado Ponente: Manuel José Cepeda Espinosa.
El texto normativo acusado dispone que sólo al legislador corresponde la
interpretación con autoridad de la ley oscura. En otras palabras, al reconocer
la existencia de leyes oscuras, esa disposición señala, de un lado, a quién
corresponde adelantarla (“sólo” al legislador) y, de otro, de qué manera (de
manera general y con autoridad).
17 Al respecto, Champeau, Edmond & Uribe Antonio José. Tratado de Derecho Civil Colombiano.
Tomo I. Librairie de la Société du Recueil General des lois et des arrets. Paris. 1899 y Vélez
Fernando. Estudio sobre el Derecho Civil Colombiano. Imprenta París-América. Tomo I. París.
1926.
18 Al respecto puede consultarse Uribe Vargas, Diego. Las Constituciones de Colombia. Volumen
II. Ediciones Cultura Hispánica. Instituto de Cooperación Iberoamericana. Madrid. 1985. Página
743
advertía que los efectos de esa nueva ley no serían retroactivos, tal y como lo
señalaría posteriormente el artículo 14 del Código Civil.
16. De igual manera, las críticas a la exégesis se formularon por juristas tan
importantes como Kelsen27, Carlos Cossio, J. L. Austin y, posteriormente,
H.L.A. Hart28 y Ronald Dworkin29, quienes coincidieron en sostener que la
interpretación judicial requiere no sólo de un acto intelectual de
conocimiento, sino también de un acto de voluntad porque el juez es creador
del derecho. Incluso, se advierte que las diferencias que surgieron entre estos
juristas radican en establecer el margen de libertad con la que actúa el juez y
la forma cómo deben resolverse los asuntos de mayor complejidad jurídica,
pero no discuten sobre la existencia de la labor creativa del juez en la
interpretación de la ley y su carácter vinculante.
33 Valencia Zea, Arturo. Derecho Civil. Tomo I. Introducción y Personas. Editorial Temis. Bogotá.
Cuarta Edición. Página 115
otra ley, la cual, de hecho tiene un valor general: el hecho, pues, de dar
valor general a una ley aclaratoria, no decide en nada el problema del
valor de la interpretación dada por los jueces que son, justamente,
quienes tienen que resolver dicho problema…
34 Gómez Duque Luis Fernando. Filosofía del Derecho. Universidad Externado de Colombia. 1980.
página 327
35 Ídem. Página 326.
Efectivamente, la facultad legislativa para interpretar la ley es evidente en el
artículo 150 de la Constitución al disponer, como primera de las funciones
asignadas al Congreso de la República al hacer las leyes, la de “interpretar,
reformar y derogar las leyes”. Luego, es indiscutible que el legislador tiene a
su cargo la tarea interpretativa de la ley.
36 Recuérdese que el artículo 25 del Código Civil dispone que la interpretación con autoridad de la
ley oscura “sólo corresponde al legislador”
En fin, como lo advierten Gadamer 37 y Husserl38, la interpretación está
directamente ligada con la comprensión y el lenguaje, de tal forma que, al
referirnos a la hermenéutica jurídica, la entendemos como la actividad
dirigida a encontrar la solución al conflicto o al problema jurídico que se
somete a estudio del intérprete.
40 En relación con este tema, la Corte claramente explicó: “el control de constitucionalidad es un
juicio relacional de confrontación de las normas con la Constitución, lo cual hace inevitable que el
juez constitucional deba comprender y analizar el contenido y alcance de las disposiciones legales
bajo examen. En ese orden de ideas, el análisis requiere una debida interpretación tanto de la
Constitución como de las normas que con ella se confrontan”. En este mismo sentido, C-135 de
1994, C-496 de 1994, C-389 de 1996, C-4888 de 2000, C-128 de 2002, entre otras.
41 En cuanto a la interpretación legal en su dimensión práctica, recuérdese lo dicho por esta
Corporación en sentencia C-557 de 2001: “Si bien el control de constitucionalidad de las normas es
un control abstracto porque no surge de su aplicación en un proceso particular, ello no significa que
el juicio de exequibilidad deba efectuarse sin tener en cuenta el contexto dentro del cual la norma
fue creada (i.e. su nacimiento), y dentro del cual ha sido interpretada (i.e. ha vivido). En fin: en
buena medida, el sentido de toda norma jurídica depende del contexto dentro del cual es aplicada…
Además, observar el derecho viviente en las providencias judiciales es necesario para evaluar si el
sentido de una norma que el juez constitucional considera el más plausible, es realmente el que se
acoge o patrocina en las instancias judiciales. Por ello, atender el derecho vivo es una garantía de
que la norma sometida a su control realmente tiene el sentido, los alcances, los efectos o la función
que el juez constitucional le atribuye”. Al respecto, entre muchas otras, pueden consultarse las
sentencias C-1436 de 2000, C-426 de 2001, C-047 de 2001.
42 La Corte explicó claramente este supuesto en sentencia C-128 de 2002, así: “si la norma admite
varias interpretaciones y todas son constitucionales, la Corte no debe entrar a determinar con
autoridad el sentido legal, pues esa labor corresponde a los jueces ordinarios. Si la situación es la
contraria, esto es, que todas las interpretaciones posibles son inconstitucionales, la Corte debe
retirar del ordenamiento el precepto acusado. En tercer lugar, si la norma admite varias
interpretaciones, unas acordes con la Constitución y otras que no lo son, la Corte mantendrá la
disposición en el ordenamiento pero excluirá del mismo, a través de una sentencia condicionada,
los entendimientos de la misma que contraríen los principios y valores constitucionales. Sólo así, y
en desarrollo del principio de conservación del derecho, puede la Corte preservar la integridad y
supremacía de la Carta, sin desconocer la libertad de configuración del legislador”. Entre muchas
otras, pueden verse las sentencias C-1255 de 2001, C-426 de 2001, C-380 de 2000, C-836 de 2001.
43 En cuanto a las soluciones a la inconstitucionalidad por omisión que se ofrecen en el
constitucionalismo contemporáneo, la Corte dijo: “i) puede recurrir a una inconstitucionalidad
diferida, o constitucionalidad temporal, a fin de establecer un plazo prudencial para que el
los derechos fundamentales amenazados o vulnerados con la aplicación
concreta de la ley44, entre otras razones.
legislador corrija la inconstitucionalidad que ha sido constatada y, ii) puede ser la Corte quien llene
ella misma el vacío legal que produce la declaración de inexequibilidad de la disposición acusada,
por medio de una modalidad de sentencia integradora, que permita una respuesta constitucional al
vacío de regulación, mediante un nuevo precepto “que la sentencia integra al sistema jurídico,
proyectando directamente los mandatos constitucionales en el ordenamiento legal”. En este mismo
sentido, sentencias C-109 de 1995, C-427 de 2000, C-802 de 2002, C-662 de 2004 y C-141 de
2001, entre otras.
44 No debe olvidarse que, de un lado, el artículo 4º de la Constitución señala que, “en todo caso de
incompatibilidad entre la Constitución y la ley u otra norma jurídica, se aplicarán las disposiciones
constitucionales” y, de otro, los artículos 86 y 241 de la Carta encomiendan a los jueces y a la Corte
Constitucional la protección de los derechos fundamentales amenazados o vulnerados por cualquier
autoridad pública o algunos particulares.
45 Sentencia C-128 de 2002.
46 Sentencia C-496 de 1994. En este sentido, son múltiples las providencias que explican las
razones para proferir este tipo de decisiones, entre otras, pueden consultarse las sentencias C-1299
de 2005, C-923 de 2005, C-928 de 2005, C-128 de 2002, C-333 de 2001, C-477 de 2001 y C-505 de
2001.
de sentencias como una necesidad para el juez constitucional que no puede
adoptar una decisión de exequibilidad pura y simple porque desconocería su
función de salvaguardar la integridad de la Constitución, en tanto que estaría
admitiendo la permanencia en el ordenamiento jurídico de leyes que admiten
interpretaciones contrarias a la Carta. Pero, tampoco puede adoptar una
decisión de inexequibilidad porque afectaría el principio democrático que
exige la aplicación de los principios de conservación del derecho e in dubio
pro legislatoris, con lo cual también se afectaría la supremacía e integridad
de la Constitución.
29. Con base en lo expuesto, para la Sala es claro que, además del legislador,
la Corte Constitucional también interpreta la ley para fijar el sentido de una
ley oscura, de manera general y obligatoria. Sin embargo, ello no significa
que la Corte Constitucional asume la posición de órgano legislativo, pues
simplemente se limita a cumplir con su función jurídica de salvaguarda de la
integridad y supremacía de la Constitución (artículo 241 superior). En efecto,
a diferencia de la labor legislativa, cuyo origen es la conveniencia y libertad
de configuración política, la labor de esta Corporación surge del proceso
judicial y de la aplicación de normas jurídicas que resultan obligatorias y
vinculantes para todas las autoridades, inclusive, obviamente, para la propia
Corte. Entonces, mientras el fundamento de la decisión legislativa es la
conveniencia y la oportunidad política, el de la decisión judicial es el proceso
y la norma jurídica que impone su cumplimiento en forma preferente y
obligatoria.
47 Entre muchas otras, pueden verse las sentencias C-370 de 2002, C-662 de 2004, C-802 de 2002,
C-1175 de 2004, C-1090 de 2003, C-034 de 2005 y C-849 de 2005.
48 Sentencia C-109 de 1995.
En consecuencia, la expresión “sólo” contenida en el artículo 25 del Código
Civil resulta inconstitucional, en tanto que el monopolio de la interpretación
general de la ley que consagra únicamente a favor del Legislador, desconoce
la cosa juzgada constitucional y la facultad de la Corte Constitucional para
interpretar la ley con carácter obligatorio y vinculante (artículos 241 y 243 de
la Constitución). Por ese hecho, la expresión “sólo” será declarada
inexequible.
Conclusiones:
VII. DECISION
RESUELVE
Magistrado Ponente
Dr. MARCO GERARDO MONROY
CABRA
Sin lugar a dudas, una de las herramientas más preciadas de las cuales se vale
el derecho, como conjunto complejo de normas jurídicas, es el lenguaje. Estos
dos sistemas, derecho y lenguaje, guardan una estrecha similitud en cuanto a
su forma de realización, pues los dos deben ser interpretados para que el
objeto por ambos perseguido –la comunicación- ocurra de manera efectiva. En
tal sentido, los dos comparten el dilema de transmitir de manera adecuada su
sentido, su entero significado. Por tal razón, toda labor de lectura de signos
lingüísticos, sin importar si éstos se enmarcan en un contexto jurídico o no,
supone interpretación, en la medida en que el cotidiano acercamiento a
palabras y significantes supone una tarea intelectual que permita la
comprensión del significado que guardan.
Por tal razón, en tales hipótesis el Tribunal está llamado a emitir una sentencia
de exequibilidad condicionada, la cual expulsa del ordenamiento aquellas
normas jurídicas que se oponen a los principios recogidos en el texto
constitucional y señala, de manera específica, el significado que se ajusta a la
Constitución y, por tanto, el único que puede ser acogido por el ordenamiento.
Por encima del eventual valor interpretativo que puedan tener las sentencias
de exequibilidad condicionada sobre la ley, se debe tener presente que estas
decisiones son adoptadas con fundamento en el artículo 241.4 de la
Constitución, el cual confía a la Corte la función de “decidir sobre las
demandas de inconstitucionalidad que presenten los ciudadanos contra las
leyes, tanto por su contenido material como por vicios de procedimiento en su
formación”. En tal sentido, estas decisiones son el resultado de un proceso
judicial de control de constitucionalidad de la ley, y no de una labor de
interpretación de la ley, la cual, de acuerdo al artículo 150.1 superior,
corresponde al Legislador.
En estos términos dejo expuestas las razones por las cuales me aparto de la
decisión adoptada por la mayoría de los miembros de la Corporación.
Fecha ut supra,
Magistrado Ponente:
MARCO GERARDO MONROY CABRA.
Considero muy peligrosa esta práctica, pues por este camino llegaremos a lo
que voces autorizadas han denominado la “juridificación” de la vida política,
fenómeno que desdibuja el genuino sentido de la función jurisdiccional para el
caso de la asignada a la Corte Constitucional, la cual, por disposición de la
preceptiva superior, debe ser ejercida en los “estrictos y precisos términos”
que señala el artículo 241 de la Carta, sin que le sea dable a esta corporación,
frente a situaciones de insuficiencia del texto legal, ejercer la función
legislativa mediante la adopción de reglas jurídicas, pues incurre en un
extremo de absolutismo, atentando de esta forma contra el principio
democrático de la facultad de apreciación política del legislador.
47
Fecha ut supra