El Plan De Dios Revelado La Doctrina de la Conversión 245

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39. LA DOCTRINA DE LA CONVERSIÓN

Con la llegada del modernismo se han desechado ciertas palabras del vocabulario religioso de la gente.
Hubo un tiempo cuando era muy común escuchar la palabra "conversión" y cuando todo predicador o
evangelista instaba a la gente a que se "convirtiera", pero estamos en una época en que es muy raro oír el
vocablo "conversión", y cuando efectivamente pocos son los predicadores que todavía predican el
evangelio a los pecadores para que se "conviertan". Además del ataque del modernismo, tal vez no se
esté predicando la conversión porque ya no es común su práctica. Sabemos que el púlpito sí debe afectar
a la congregación, pero en demasiadas ocasiones es la congregación la que maneja y afecta al púlpito.
Esto no debe ser así. Y no se daría esto sino cuando los púlpitos estén llenos de hombres que reciban sus
órdenes de Dios antes que de los hombres.

Si fuéremos a tomar un pasaje para este estudio, seleccionaríamos Hechos 15:3:

"Ellos, pues, habiendo sido encaminados por la iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria,
contando la conversión de los gentiles; y causaban gran gozo a todos los hermanos."

Hay varias cosas que resaltan en el pasaje anterior. Note que ellos declararon la "conversión" de los
gentiles. Entonces, cuando las personas aceptan a Cristo, obedecen el evangelio o llegan a ser cristianos,
han sido convertidos, porque eso es lo que los gentiles habían hecho. Si una persona no es cristiana, si no
ha obedecido el evangelio, si no ha aceptado a Cristo como su Salvador y Señor, tal persona no es una
convertida a Cristo. Si lo ha hecho, es un convertido y no debe avergonzarse de ese hecho. También
observe en ese mismo pasaje que los que ya estaban en Cristo se gozaron al saber de la conversión de
otros - aun cuando ellos no los conocían personalmente y aunque eran gentiles. En esto, se parecieron a
los ángeles de Dios que se gozan cuando las almas se vuelven de su camino de pecado (Lucas 15:10).

La palabra griega traducida "conversión" significa "volverse". Bíblicamente, la "conversión" significa

"volverse" del pecado hacia Dios por medio del Señor Jesucristo. Uno no puede volverse a algo sin
volverse de algo. De la misma manera en la conversión, uno se vuelve del camino que ha estado viviendo,
de la dirección en que había estado yendo, del señor al que había estado sirviendo y del destino que lo
había estado aguardando hacia un nuevo Señor [Cristo], a un nuevo camino [la vida cristiana] y a un
nuevo destino [la aceptación de Dios]. "Conversión" es una palabra buena y debe ser usada. La
"conversión" es una gran e importante doctrina que debe ser predicada. La "conversión" es el privilegio
más grande de la vida y debe ser la experiencia de todo individuo maduro y, como ese es el deseo de Dios,
así debería ser.

Entonces, procedamos a considerar este tema.

I. La Absoluta Necesidad De La Conversión.

A. El Hombre Nunca Podría Entrar A Los Cielos De Dios En Su Condición Carnal No

Regenerada

Al hablar del cielo, Apocalipsis 21:27 dice:

"No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino
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solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero."

El pecado contamina, corrompe y abomina. En consecuencia, los que han vivido en pecado no se les
permitirá entrar al cielo a menos que cambien de pecadores a santos. Además, los pecadores no están
inscritos en el libro de la vida del Cordero, sino sólo aquellos que tendrán amplia y generosa entrada en el
cielo.

En Mateo 5:8 se hace esta promesa a los santos:

"Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios."

Si uno no es de corazón limpio y santo delante de Dios, jamás verá la gloria de Dios en el cielo, pues
Hebreos 12:14 dice:

"Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor."

Romanos capítulo 8 hace mención que los cristianos están "en el Espíritu", pero que los pecadores
están viviendo conforme "a la carne" o que son "carnales" ("carne" y "carnales" proceden de la misma
palabra griega). Ahora note lo que Dios dice en Romanos capítulo 8, de los que viven según la carne:

"Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne (no en las cosas de Dios);
pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es
muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne
son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los
que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (Romanos 8:5-8).

Note que Efesios 2:1 señala que el pecador está "muerto en sus delitos y pecados". Romanos 5:6 lo
presenta como un "débil". Romanos 5:10 lo considera un "enemigo" de Dios. Y Efesios 2:12 lo representa
como una persona que está "sin esperanza y sin Dios en el mundo".

B. Por Esta Causa La Biblia Exige La Conversión.

Cuando los apóstoles disputaban entre ellos en cuanto a quién sería el más grande en el reino de Dios,
hablaban como hombres carnales, y Jesús los amonestó por ese comportamiento. Tuvo que haberlos
impactado grandemente cuando en forma muy clara les dijo:

"...De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino
de los cielos” (Mateo 18:3).

¿Quién será "el mayor en el reino de los cielos"? Jesús les dijo que ni siquiera entrarían en el reino si
no se convertían de sus actitudes carnales y egoístas. Sí, la conversión es absolutamente necesaria.

Cuando Pedro les predicó a los judíos, dijo:

"Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados...” (Hechos
3:19).

Nótese muy bien que es mandamiento de Dios tener que convertirse. No se dejó al capricho y al
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antojo del hombre si quiere o no convertirse. Si alguien espera agradar a Dios, tener sus pecados
perdonados y ser salvo, la tal persona debe convertirse. Ningún versículo lo presentaría en forma más
clara. Los pecadores que se resisten al llamado del evangelio deben darse cuenta que no habrá perdón de
pecados a menos que ellos se conviertan a Cristo. Los evangelistas, pastores y obreros del Señor en
general deben fijar muy bien esta verdad para que nadie se escape de esto.

También Santiago 5:19-20 muestra que la conversión salva de la muerte a las almas que se hayan
extraviado hacia el pecado.

"Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace

volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte
un alma, y cubrirá multitud de pecados."

Habiendo visto que la conversión es absolutamente esencial, consideremos

II. Cómo Se Efectúa La Conversión.

A. El Punto De Vista De Los Pentecostales.

Todos los grupos pentecostales hablan mucho de la conversión, pero no presentan el punto de vista
bíblico sobre ese tema. Ellos están en lo correcto al enseñar que el hombre en su estado no regenerado
está fuera de Dios. Están bien al enseñar que la conversión es absolutamente necesaria. Están bien al
afirmar que la conversión conduce a un cambio revolucionario en el individuo. Pero están errados en su
enseñanza de cómo se lleva a cabo la conversión.

Todos los que acostumbran a llamar a la gente a acercarse al altar y tienen a los pecadores pasando al
frente "para que oren por ellos" y estos van repitiendo las palabras que oyen, que la gente pase al altar a
orar o que hacen que los pecadores "repitan" lo que ellos dicen, tienen ideas similares tocante a cómo
ocurre la conversión. Sin embargo, afirmo que la idea que ellos tienen sobre la conversión no es la que se
enseña en el libro de Dios.

Cuando yo era estudiante, ya para iniciarme como evangelista, había un tipo de reuniones
pentecostales en avance en esa ciudad sureña (una sección del país conocida por su religión de el
llamamiento al altar). Un estudiante en la escuela donde yo estaba era conocido por su habilidad para
discutir, aunque todavía no estaba lo suficientemente informado como para librar todas las batallas que
podía empezar. Él hizo saber que asistiría a la reunión esa noche con el propósito de abordar al
"evangelista" después de la reunión en cuanto a la obra del Espíritu Santo. Considerando que tal vez él no
podría sostener sus puntos de vista, me sentí obligado a ir con él por si necesitara ayuda, ya que yo tenía
un poco más de experiencia en el trabajo del Señor. Y sí necesitó ayuda esa noche y me alegré (él
también) de haberlo acompañado. Me gustaría contarle a usted de esa discusión y cómo resultó, pero eso
demoraría mucho y no es ese mi propósito al hacer mención de esto. El propósito es referir el sermón que
escuchamos. El "evangelista" predicó un sermón que fue una clara presentación de la conversión
acudiendo al altar. Dijo poder titular su sermón ya sea "El Perdón y la Pureza" o "La Salvación y la
Santificación". Señaló que el hombre está tanto perdido en el pecado como depravado en su naturaleza y
que sólo el Espíritu Santo puede hacer algo por él. Recalcó que los pecadores deben pasar al altar
convencidos de sus pecados y allí orar por perdón o salvación. De esta forma insisten a que los pecadores
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pasen y oren y oren hasta que sientan que sus cargas han sido disipadas de sus corazones. Cuando logran
sentir una dulce paz y alegría en sus corazones, entonces se les dice que "ya lo recibieron", que "han
logrado alcanzarlo". El evangelista prosiguió a decir que tal persona estaba perdonada de sus pecados,
que era salva, pero que todavía tenía un corazón malvado que necesitaba ser purificado. En otras
palabras, el evangelista dijo que tal individuo necesitaba que se realizara en él una segunda obra: la
santificación. Continuó diciendo que los que habían sido salvos en el altar debían esperar a que Dios los
llamara nuevamente en sus corazones, y que cuando él lo hiciera, debían regresar al altar por más oración,
y esta vez sería para orar por un corazón limpio, por la santificación, por el Espíritu Santo. Esto, dijo el
evangelista, destruiría la vieja naturaleza pecaminosa de Adán congénita o innata en el hombre, es decir, lo
que se trae de nacimiento.

Esto es sólo un ejemplo de la enseñanza pentecostal sobre la conversión. Sin embargo, sin ningún
temor afirmo que la Biblia no conoce nada tocante a algún llamado a pasar al altar, "continuar orando
hasta alcanzar", etc. Además, la Biblia enseña que la salvación y la santificación no son cosas que se
completan en tiempos por separado sino que las dos son resultado de la conversión. Cuando una persona
se convierte, son borrados sus pecados (Hechos 3:19) y cuando la persona está así en Cristo, es nueva
criatura como resultado de la conversión (2ª a los Corintios 5:17), las cosas viejas han pasado y todo ha
llegado a hacerse nuevo. El bautismo, cuando es precedido por las cosas necesarias enseñadas en la
Biblia, es para la remisión de los pecados (Hechos 22:16) y tan pronto como uno es bautizado, empieza a
caminar en la novedad de vida (Romanos 6:4). En otras palabras, la Biblia muestra que la conversión
tiene como resultado dos cosas con respecto al presente tema: (1) el perdón de pecados, (2) la
santificación del individuo.

Hace años, platiqué con un cristiano entrado en años que ha muerto ya. Yo estaba en su pueblo
llevando a cabo unas reuniones de evangelismo. Me contó de su experiencia religiosa en su infancia. Él
dijo que toda la gente de su pueblo era de la religión del "altar". En su infancia se le insistió a pasar al altar
durante unas reuniones especiales. Él acudió noche con noche por el resto de las reuniones (dos
semanas), pero nunca experimentó el cambio de corazón que supuso y que los demás afirmaban haber
recibido. Noche tras noche él oró pero en vano. Ellos le dijeron que había algo en su vida que no estaba
rindiendo, pero él dijo que él sabía mejor que ellos. Terminaron esas reuniones especiales y él fue lanzado
al mar de la ansiedad en cuanto a su condición ante Dios. Al terminar esa serie de reuniones, por su
sinceridad y su deseo de estar bien con Dios, saldría inadvertido en la oscuridad de la noche y de rodillas
oraría a Dios que lo salvara. Un tiempo después tendrían otras reuniones especiales. Él esperaba recibir
con beneplácito estas reuniones esperando a ver si esta vez sí "lograba experimentar" lo que anhelaba. La
primer noche de reunión pasó hasta el altar a orar. Hizo esto todas las noches de reunión y cuando
terminaron todas las reuniones, dijo que estaba llegando al mero borde de la incredulidad porque no podía
entender por qué Dios no escucharía sus oraciones y salvarlo. Hasta llegó a pensar que tal vez la religión
era pura invención del hombre.

No mucho tiempo después llegó a su pueblo un hombre llamado Simpson Ely para llevar a cabo unas
"reuniones extensas o largas". Decidió ir a escuchar predicar al señor Ely. Desde el mero principio los
mensajes del señor Ely tuvieron sentido al explicar la palabra de Dios a sus oyentes. Con el Nuevo
Testamento él mostró lo que tiene que ver en la salvación del pecador y cómo puede uno ser salvo de sus
pecados. Billy Smith leyó su Biblia y en ella encontró expuesto claramente el camino de salvación. En
humilde sumisión a Cristo en quien había creído, se rindió obediente al evangelio y durante toda su vida, a
partir de ese momento, nunca puso en tela de juicio la validez de su conversión. En sus últimos años de
vida al relatarme su historia, dijo que su "fracaso" o error de no "persistir orando hasta lograr tener la
supuesta experiencia" en su juventud fue debido a dos cosas: (1) en realidad no había nada que recibir en
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el altar conforme a la Biblia y (2) él no era de una naturaleza altamente emocional como el resto de su
familia, es decir, una característica necesaria para que se le hiciera creer a uno que a través del altar
había recibido algo de Dios.

Recuerdo haber escuchado otro caso que nos ayuda a exponer el punto de vista pentecostal tocante a
la conversión. Un hombre era de un carácter un tanto áspero y duro. Tomaba, era jugador y apostaba,
era peleador, era mujeriego. De hecho, casi no había nada malo que él no hiciera. Era todo menos un
hombre religioso. Cierto domingo por la tarde, iba solo por las vías del tren rumbo a reunirse con sus
amigos para pasar la tarde juntos jugando a las barajas y apostando en un viejo vagón del tren. Mientras
iba caminando solo, dijo que el Espíritu Santo, entre un claro cielo azul, le dio una palmada y le reprimió
bruscamente el deseo de tomar, el deseo de sólo andar buscando a las mujeres y todo deseo de jugar a las
cartas, de maldecir y de cometer todo tipo de pecado. Este hombre dijo que por años no había estado
asistiendo a las reuniones de la iglesia y que no se había formado ningún propósito de cambiar previo a la
experiencia antes narrada. Su testimonio sería bien aceptado en cualquier reunión de testimonios
pentecostal como una verdadera conversión procedente del cielo.

Posesiones repentinas en un individuo mientras ordeñaba una vaca, trabajando con un forraje de maíz
o apilando pastura se dice que son venidas del Espíritu Santo para convertirlos. Tal como lo que se acaba
de señalar es parte de la religión de tipo pentecostal por todas partes en nuestros días. Pero lo que ellos
consideran que es una conversión, como lo han encontrado Billy Smith y otros al estudiar la Biblia, de
ningún modo es el punto de vista bíblico tocante a la conversión.

B. El Punto De Vista Bíblico.

El libro de Los Hechos de los Apóstoles es el libro de las conversiones en la Biblia. Muestra cómo
predicaron los apóstoles y qué hizo el Espíritu Santo para llevar a Cristo a hombres y mujeres. Detrás de
la historia en ese libro se encuentra la gran comisión de Cristo que también se relaciona con la pregunta
tocante a la conversión, así como también otra enseñanza preparatoria de Cristo en cuanto a este tema.
Los hombres pueden decir sus experiencias y confiar en sus sentimientos humanos como prueba de la
salvación, pero nosotros confiemos en la palabra de Dios por su testimonio seguro e inmutable
concerniente a la salvación.

Vaya hasta Salmos 19:7 donde tenemos este testimonio sobre el hecho de que es la palabra de Dios la
que él usa para convertir a la gente:
"La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma..."

Un poco más adelante en el mismo libro, David declaró:

"Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti”
(Salmos 51:13).

El cristianismo es una religión de fe, pero ¿cómo llega esa fe?, porque no es asunto de emociones.

"Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17).

La palabra que es predicada y recibida en el corazón está mencionada como la palabra de salvación
(Hechos 13:26). Las palabras de Jesús son espíritu y son vida (Juan 6:63). La palabra de Dios es
poderosa (Hebreos 4:12) y es la espada del Espíritu (Efesios 6:17). Recibida y obedecida correctamente,
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puede salvar nuestras almas (Santiago 1:21-22). A Cornelio se le instruyó que hiciera lo siguiente:

"...Envía hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro; el te
hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa” (Hechos 11:13-14).

Cada vez que la gente minimiza la importancia de la palabra de Dios en el asunto de la conversión y la
salvación, usted puede estar seguro que ellos no están hablando como dicen las palabras (oráculos) de
Dios. Dios le ha dado su mensaje a la humanidad. Nos ha provisto de oídos y de ojos para que podamos
oír y ver y nos ha dado corazones para pensar y sentir respecto del mensaje. Desde luego que tenemos
que usar nuestros ojos, oídos y corazones o nunca nos convertiremos de nuestros malos caminos. Mateo
13:15 muestra esto:

"Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y
han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el
corazón entiendan, y se conviertan [como resultado de haber visto, oído y entendido], y yo los
sane."

Así que, la primer cosa de la gran comisión es predicar.

Aunque el corazón humano es perverso por el pecado, algunos todavía son suficientemente honestos
para admitirlo, están lo suficientemente cansados del pecado como para estar hambrientos y sedientos de
justicia y son lo suficientemente nobles para creer cuando se les presenta la verdad de Dios. Por eso,
Pablo fue enviado como predicador con los siguientes propósitos:

"Librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus
ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios;
para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los
santificados” (Hechos 26:17-18).

Cuando el evangelio llega con su descripción de la pecaminosidad y perdición del hombre, el corazón
es afectado por un sentimiento de culpabilidad ante Dios. Cuando el evangelio va mostrando que Dios
ama tanto al hombre que dio a su Hijo para que muriera en su lugar, lo embarga a uno la comprensión de
la bondad y la misericordia de Dios. Entonces, cuando este Amigo en el cielo llama a los pecadores que
se arrepientan y se vuelvan del camino de pecado, tiene que tomarse una decisión. ¿Continuará el hombre
viviendo el resto de su vida para la carne y sus deseos o se entregará a Dios? El diablo siempre está
presente para aumentar y magnificar las responsabilidades de la vida cristiana y para acentuar demasiado
la dificultad de pasarla sin los pecados en que ha estado viviendo. Si el pecador permite que estos
pensamientos lo gobiernen, no habrá conversión a Cristo aun cuando él sepa que tiene que hacerlo. En
cambio, si aprecia lo que Dios ha hecho y está haciendo por él; si él tiene en cuenta cómo ha estado
quebrando la voluntad de Dios en su vida, y mira hacia adelante y ve hacia dónde lo conducirá el pecado y
a dónde irá a parar por la eternidad, tendrá las verdades del evangelio trabajando en su corazón de tal
forma que cambiará su punto de vista o concepto, cambiará sus deseos y rendirá su voluntad a la de Dios.
Cuando se haya rendido totalmente a Cristo, lo haya confesado ante los hombres y se haya sumergido en
el agua a la semejanza de la muerte, la sepultura y la resurrección de Jesús tal como Cristo ordenó (Mateo
28:19; Marcos 16:16; Hechos 2:38; Romanos 6:3-5), tal persona estará verdaderamente convertida a
Cristo conforme a las Escrituras, y los santos y los ángeles podrán gozarse de su conversión de entre los
gentiles (Hechos 15:3).
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La perspectiva, el concepto y los deseos del hombre deben ser cambiados. Estos son cambiados por
la fe [muchos pasajes bíblicos lo dicen]. Su voluntad debe ser cambiada. Esta es cambiada a través del
arrepentimiento [muchos pasajes así lo señalan] y es sellado al confesar a Cristo (2ª a Timoteo 2:19).
Debe cambiar su estado de culpabilidad ante Dios. Esto es cambiado al ser bautizado (Hechos 2:38;
Hechos 22:16). En realidad la verdadera confesión comienza cuando uno está haciendo su conversión en
el bautismo.

Esta conversión o cambio es lo que lo pone a uno en Cristo (Gálatas 3:27), lo inicia en una nueva vida
(Romanos 6:4), lo hace nueva criatura (2ª a los Corintios 5:17) y lo lanza a una vida superior a buscar las
cosas de arriba donde está Cristo (Colosenses 3:1) y lo hace que uno confiese con el convertido Saulo de
Tarso:

"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que
ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí
mismo por mí” (Gálatas 2:20).

No todos los que leen estas líneas y estudian estos versículos se convertirán en una fecha inmediata.
No suponga que la bondad humana será suficiente para ayudarle a superar sus dificultades. Jesús dijo que
usted debe nacer de nuevo (Juan 3:6-7). Si por casualidad usted es alguien que no ha sido convertido de
acuerdo a las enseñanzas de la Biblia, ¿puede en este día ver la necesidad de ello? ¿Puede ver que hay
algo más sublime y mejor por lo cual vivir? ¿No encuentra en su corazón el deseo de ser cristiano?
Entonces, ¿por qué no se rinde a Cristo quien murió por usted y en quien usted puede creer sin titubeos en
cuanto a su justicia? Habiéndose vuelto de sus pecados, nombre a Cristo como un sello de sus intenciones
de andar en el camino del cielo en lugar de en el camino del mundo y bautícese para la remisión de sus
pecados. Cristo tomará posesión de usted en el Espíritu Santo, quien le ayudará a vivir la vida cristiana.
Si permanece fiel al Señor por el resto de su vida como prueba de su conversión, amor a Dios y sinceridad
de propósito de ser salvo, morirá en completa esperanza de que verá al Señor después de la tumba, donde
vivirá y reinará con él por la eternidad. Que Dios le ayude a tomar la decisión más importante de su vida.

PREGUNTAS

1. ¿Qué significa el término "conversión"?

2. ¿Por qué es necesaria la "conversión"?

3. Establezca la diferencia entre "cristianos" y "pecadores".

4. ¿Cómo se origina la conversión de acuerdo a las Escrituras?

5. ¿Cómo se cambian las perspectivas y los deseos del hombre?

6. ¿Cómo puede ser cambiada la voluntad del hombre?

7. ¿Cómo puede lograr el hombre que le sea quitada su culpa y transformarse en puro e inocente
ante Dios?

8. Aprender de memoria Gálatas 2:20.