Daniel Goleman
Daniel Goleman
Daniel Goleman
Biografía
Daniel Goleman es un psicólogo estadounidense
internacionalmente conocido por su obra sobre la
Inteligencia Emocional. Nació el 7 de marzo de 1946 en
Stockton, California, y es hijo de profesores
universitarios.
Así pues, debemos enseñarles a los niños a desarrollar estas competencias desde edades
tempranas, porque son beneficiosas para su futuro. Su obra fue el best-seller en el ranking The
New York Times durante un año y medio, con más de 5.000.000 de libros vendidos en el mundo.
Además, también fue un best-seller en Europa, Asia y Latinoamérica, y se tradujo a casi 30
idiomas.
Frase:
Como escribí en la inteligencia social: "La vitalidad surge del contacto humano, sobre todo de
amar a las conexiones. Esto hace que las personas que se preocupan por la mayoría sean un elixir
de clase, una fuente constante de renovación de la energía. El intercambio neuronal entre un
abuelo y un niño pequeño, entre amantes o una pareja satisfecha o entre buenos amigos, tiene
virtudes palpables... la lección práctica para todos nosotros es nutrir las relaciones sociales.
Su principal aporte fue LA INTELIGENCIA EMCIONAL.
Esta es una habilidad que utilizamos para reconocer nuestras emociones y sus consecuencias. Si
queremos desarrollar esta capacidad es el momento de mirar en nuestro interior. En muy
importante conocer el modo en el que nuestro estado de ánimo influye en nuestro
comportamiento, cuáles son nuestras virtudes y nuestros puntos débiles.
Podemos hacer la prueba con un suceso profundamente emocional que nos haya sucedido,
dediquemos un tiempo a examinarlo: ¿Qué sucedió? ¿Qué sentimos en ese momento? ¿Qué
sentía exactamente en mi cuerpo? (acaloramiento, palpitaciones, molestias en el estómago,
sudor…) ¿Cuánto duró el sentimiento? ¿Creo que afectaron las emociones a la forma de solucionar
la situación? ¿Tuvieron las emociones una función positiva o negativa? ¿Por qué creemos que
actuamos de esa forma? Este diálogo con nosotros mismo (es más eficaz si lo escribimos), puede
ayudarnos a reconocer nuestras propias emociones.
Si conocemos nuestras fortalezas, intentaremos usarlas para resolver una determinada situación,
si conocemos nuestras debilidades las ocultaremos para evitar que nuestro “talón de Aquiles” sea
el culpable de nuestro fracaso.
Todo esto nos encaminará a tener una mayor confianza en nosotros mismos y seguridad en
nuestras capacidades. Esta habilidad nos permite también expresar y mantener puntos de vista
propios al margen de la opinión general del grupo y tomar decisiones a pesar de la incertidumbre y
las presiones.
El autocontrol nos permite no dejarnos llevar por los sentimientos del momento. Es saber
reconocer qué es pasajero en una crisis y qué perdura. Es posible que nos enfademos con alguien
del trabajo o con un familiar, pero si nos dejásemos siempre llevar por el calor del momento
estaríamos continuamente actuando irresponsablemente y luego pidiendo perdón por ello.
¿Quién no ha estado alguna vez enfadado? Seguramente todos hemos sentido en algún momento
esta emoción, porque razones para estar enfadados siempre hay, aunque éstas raramente son
buenas.
Otra de las emociones poco agradables que nos acosa con asiduidad es la tristeza, aunque no
debemos olvidar que este estado de ánimo, al igual que cualquier otro, tiene sus facetas positivas,
siempre y cuando no se convierta en un estado que interfiera con su vida. Así, por ejemplo, ante
una pérdida irreparable, la tristeza nos aporta un refugio reflexivo que nos lleva a un período de
retiro y de duelo necesarios para asimilar nuestra pérdida, ayudándonos a restablecernos y seguir
adelante. Pero si esto se convierte en una obsesión, la preocupación por aquello que nos deprime
sólo servirá para que se agudice y prolongue más esta depresión.
Automotivación
Significa saber dirigir las emociones hacia un objetivo, lo cual nos permite mantener la motivación
y fijar nuestra atención en las metas en lugar de en los obstáculos. En esto es necesaria cierta dosis
de optimismo e iniciativa, de forma que seamos emprendedores y actuemos de forma positiva
ante los contratiempos.
Un aspecto esencial si queremos lograr nuestro objetivo es no fijar nuestra atención en los
problemas, sino en cómo superarlos. De nada nos sirve una mente inteligente si antes el primer
obstáculo nos derrumbamos porque las cosas no van como desearíamos que fuesen.
Si nos paramos a pensar en la ansiedad y la preocupación nos encontramos con una paradoja: la
misma excitación e interés para hacer bien un examen motiva a algunos estudiantes a prepararse
y estudiar para la ocasión, a la vez que puede sabotear a otros, ya que su nivel de excitación o
ansiedad estará interfiriendo con su pensamiento.
La empatía es la capacidad cognitiva de percibir lo que sienten los demás. La clave radica en captar
los mensajes tanto verbales como no verbales de nuestro interlocutor. Así, por un lado, tenemos
que la mente racional se transmite a través de las palabras, y por otro, que la mente emocional se
transmite a través del lenguaje corporal.
Las relaciones sociales se basan muchas veces en saber interpretar las señales que los demás
emiten de forma inconsciente y que a menudo son no verbales. El reconocer las emociones ajenas,
aquello que los demás sienten y que se puede expresar por la expresión de la cara, por un gesto,
por una mala contestación, nos puede ayudar a establecer lazos más reales y duraderos con las
personas de nuestro entorno. El reconocer las emociones ajenas es el primer paso para
entenderlas e identificarnos con ellas.
Habilidades sociales
Esta última área consiste en la capacidad de conocer los sentimientos de los demás y de poder
hacer algo para transformarlos.
Al relacionarnos con los demás estamos emitiendo señales emocionales que afectan a los que nos
rodean. Muchos nos damos cuenta de que las emociones son “contagiosas”, de forma que si
alguien nos contesta de manera airada nos sentiremos enfadados, y si alguien que está feliz se
sienta a nuestro lado y empieza a hablarnos y reír, acabaremos riendo con él.
Así, este arte de relacionarse con los demás es la capacidad de producir sentimientos en los
demás. Esta habilidad es la base en la que se sustenta la popularidad, el liderazgo y la eficiencia
interpersonal. Las personas con esta cualidad son más eficientes en todo lo que dice relación con
la interacción entre individuos. Todos conocemos personas que parecen tener un toque especial
en el trato con los demás. Son simpáticas, suelen caer bien a todos… pero además son capaces de
encontrar soluciones a conflictos sin que la agresividad, el enfado o el nerviosismo hagan acto de
presencia.