Gema G. Tacón - La Reina de Las Sombras 02 - Vencida
Gema G. Tacón - La Reina de Las Sombras 02 - Vencida
Gema G. Tacón - La Reina de Las Sombras 02 - Vencida
que salí por primera vez de Güell mi mundo cambió, descubrí que tenía familia y que merecía la
pena pelear por encontrar respuestas. A cada paso que di me fui encontrando más a mí misma y poco a
poco se me fueron revelando secretos oscuros
sobre mi linaje mágico. Perder a algunos de los que creí mis aliados en el camino no fue fácil, pero a
cambio llegaron nuevas personas a mi vida que continuaron completando mi existencia. De lo único que
estoy segura ahora mismo, es de que la Reina de las Sombras no podrá conmigo, o al menos sé que
moriré luchando para que
© G.G. Tacón
© Casther
ISBN: 978-84-944796-4-9
Imprime: Publidisa
Printed in Spain
Primera edición: Febrero, 2016
www.multiversoeditorial.com
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita del titular del Copyright o la mención
del mismo, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento.
A mi marido y a mi hija.
Os quiero
Prefacio
Su voz sonó como si se sintiera la persona más poderosa del mundo y yo fuera una
simple cucarachilla a la que podía pisar cuando quisiera, pero estaba decidida a luchar con todas mis
fuerzas. En esta ocasión no se saldría de rositas como la última vez que nos vimos, en esta vez la que
vencería sería yo y estaba decidida a destruirla por muy madre mía que fuese.
En ese momento alzó sus manos, gritó algo en un idioma que no entendí y un rayo
de dimensiones colosales aterrizó en la punta de sus dedos, no fue el típico rayo que había visto con
anterioridad salir de las yemas de mis propias falanges, este en concreto tenía el grosor de un árbol
centenario y la negrura más penetrante lo llenó por completo de oscuridad, los ojos de mi madre eran aún
más tenebrosos de lo que recordaba, los surcos en su cara estaban más acentuados y de su pelo
sobresalían mechones grises que no podían ser resultado del paso del tiempo porque no hacía tanto de
nuestro anterior encuentro. Me pregunté entonces si realmente sería capaz de hacerlo, si acabaría
conmigo y todo terminaría de una vez por todas.
Al otro lado de la azotea del castillo en la que nos encontrábamos estaba Sam mirándome inamovible,
con los ojos vacíos como si no me conociera absolutamente de
nada, simplemente estaba allí, en pie, con sus enormes alas negras quemadas extendidas y su torso al
descubierto, vestido tan solo con unos vaqueros grises, rotos y desvencijados. Lo miré, no supe si por
última vez, necesitaba que sus ojos y los míos se encontraran. Cuando al fin conseguí llamar su atención y
se dio cuenta de que yo existía, una pequeña ráfaga de humanidad cruzó por su mirada, pero solo fue por
unos escasos segundos y volvió a su pose de soldado robot.
marionetas, querida mía —me dijo sonriente al comprobar el dolor que me ocasionaba
verlo en ese estado.
—¡Te odio! ¡Y detesto la parte de mí que se asemeja a ti! —le escupí intentando
parecer más fuerte de lo que realmente me sentía. En ese instante mi madre miró al rayo y le habló en voz
baja, no sabía que se les pudiera hablar, pero en cuestión de
segundos este apuntó directamente hacía mi pecho faltando solo unos escasos milímetros para colisionar
conmigo y que todo por lo que había luchado terminase.
Capítulo 1
El chivato
—En serio, ¿de quién fue la brillante idea de quedarnos a ayudar a reconstruir el
instituto?
no es capaz de reproducir es a ti siendo más feo de lo que ya eres —le dijo Katy a la vez que lo
observaba moviendo la cabeza de un lado a otro frunciendo el ceño y supongo que imaginándolo con cara
de troll o algo peor.
—¡Qué simpática eres, Katy! ¡De verdad que hay días en los que me pregunto cómo he podido vivir estos
trescientos años sin escuchar tus estupideces! —le respondió Gordon.
Katy se abalanzó sobre él con la intención de arrancarle la cabeza, pero justo antes de acabar la frase,
Gordon ya estaba debidamente colocado escondido detrás de
Eric, quién se vio envuelto en una nueva pelea de críos. Era reconfortante volver a la normalidad sin
seres oscuros persiguiéndonos e intentando matarnos, ya habían pasado algunos meses desde que mi
madre se llevó a Sam y hasta el momento no habíamos tenido ninguna noticia de su paradero, echaba de
menos su sonrisa, sus miedos y su forma de protegerme.
—¡Helen baja de las nubes! ¡Haz el favor de explicarle a Eric por qué un gnomo
más o un gnomo menos no nos va a afectar en absoluto! —me gritó Katy que continuaba
intentado zafarse de Eric y darle un puñetazo a Gordon. La cara de Katy cada vez estaba más roja, creo
que Eric no hubiera aguantado mucho más a no ser porque Liliam intervino.
—Katy, necesito que me ayudes a colocar la biblioteca antes de que llegue el consejero —le rogó.
—¡Salvado por la campana, enano! —le dijo Katy al gnomo mientras se alejaba con Liliam al interior del
instituto a la vez que le levantaba un dedo y le sacaba la lengua.
—Eric, ¿para cuándo estaba prevista la visita del consejero? —le pregunté
ignorando al gnomo.
—Pues la verdad es que eso de que en vez de contar los días como las personas
normales, lo hagan por los cambios de la luna me tiene un poco liado, creo que era esta noche, aun así no
me hagas demasiado caso —me respondió dubitativo.
Eric intentaba mantener su humor y su serenidad habitual, pero me consta que tras
la muerte de su hermano no había vuelto a ser el mismo por mucho que quisiera disimularlo.
Cuando toda la locura de aquel día terminó, Eric comenzó a preguntar si alguien
había visto a Peter, yo asentí con la cabeza y le dije que estaba en las mazmorras, pero antes de que
pudiera advertirle salió corriendo sin que fuese capaz de detenerlo, al llegar lo encontré sentado en el
suelo junto a Peter que continuaba tirado en el suelo, atravesado por una espada. Nunca olvidaré cómo
Eric lloró hasta que se quedó sin lágrimas, en cierto modo aún me siento culpable por lo que pasó, me
repito una y otra vez que en ese momento fue él o yo, y sé que Liliam no tuvo más remedio que hacer lo
que hizo, pero pese a saber racionalmente que era lo único que pudimos hacer, el no haberle contado la
verdad a Eric me perseguía día tras día, no me gustaba esconderle nada a mis amigos, ya lo había hecho
con anterioridad y nunca había salido bien, me
prometí que algún día le desvelaría lo ocurrido aunque eso significase perderlo para siempre. La versión
oficial fue que murió intentando salvarme de un Tunche y quedó como todo un héroe, no vi motivos por
los que ensuciar su memoria y defraudar a sus
seres queridos, pero a veces me pregunto si esa es la verdadera razón de mi engaño…
La vida en el instituto Güell había vuelto a la normalidad a excepción de que muchos padres habían
sacado a sus hijas del centro al perderse el anonimato del colegio, en su lugar muchas otras personas que
desconocían que este sitio existiese habían matriculado a sus hijas en el nuevo curso que estaba a punto
de comenzar. Para mí nunca volvería a ser lo mismo sin Joanh. Ahora Katy y yo vivíamos en su pequeña
casita apartada del resto de los alumnos. Katy era realmente una maniática del orden y la limpieza, en
cierto modo me recordaba a ella. No había vuelto al cuarto secreto, ni tampoco le revelé a nadie que por
fin tenía el libro de familia en mi poder, para ser
sincera conmigo misma, no sabía si quería descubrir a fondo mis raíces después del último encuentro
madre e hija, así que simplemente lo dejé en tareas pendientes.
Tampoco había escudriñado la casa del todo, me sentía como una intrusa viviendo allí, pero si alguien
tenía que ocuparla, no permitiría que nadie que no fuera yo lo hiciera, no estaba segura si por puro
egoísmo o por miedo a que descubrieran algo que Joanh
Al igual que las alumnas, varios de los profesores huyeron despavoridos tras el ataque y fueron
sustituidos por otros, la misteriosa nueva dirección decidió que se impartiría la asignatura de defensa
personal y que se tomarían más en serio las clases prácticas reales, lo que tras mi encuentro con los tres
matones en el callejón vi bastante acertado. Lo único que me preocupaba era que el futuro director sería
un consejero al que nadie conocía y que había sido mandado por los altos cargos sobrenaturales para
controlarnos. Después de acabar con Morgana, el grupo que todo lo domina en nuestro
mundo, pero de los que no tengo ni idea de quiénes son, fueron indulgentes con nosotros y decidieron no
tomar medidas disciplinarias por dejar escapar a la Reina de las Sombras. —Desde que Sam
desapareció decidí llamar a esa señora con ese nombre, (lo de mamá pensé que le venía un poco grande)
—, poniéndonos como norma
que deberíamos estar localizados y que cualquier cosa que ocurriera les sería notificada a ellos primero
antes de actuar. Creo que no estaban muy seguros de que siguiéramos la regla al pie de la letra y por eso
nos mandaban a un espía para que nos tuviera a raya. Solo pensar en alguien usurpando el lugar de Joanh
me revolvía el estómago.
Las chicas iban llegando para comenzar las clases y la jerarquía adolescente, de
la que yo ya no formaba parte, se marcó rápidamente, con la diferencia de que en esta ocasión al haber
más diversidad de sobrenaturales, las brujas estaban un poquito sitiadas y su estatus había bajado algo,
pero creo que ellas siempre se sentirían superiores a las demás.
Me dirigí a la casa de Joanh para una ducha y un cambio de ropa a alguna más formal para recibir al
chivato, que fue el nombre que mejor le vino en ese momento. Al girar la esquina de regreso a la casa vi
a una chica vestida de negro sentada en un rincón del patio trasero, con la cabeza escondida entre los
brazos. Lloraba desconsolada, no debía de tener más de catorce años, era la primera vez que la veía, así
que supuse que sería una de las nuevas incorporaciones. La escena hizo que rememorara esos momentos
en los que yo misma solía esconderme en el torreón para
que nadie pudiera lastimarme y no tuve otra opción más que acercarme a consolarla.
Pero en vez de obtener respuesta alguna, se levantó y salió corriendo para desaparecer al fondo del patio,
no esperé esa reacción, realmente le daba más miedo
que a mí empezar en un sitio nuevo, pero el colegio no era grande y supe que tendría otra oportunidad
para que hablásemos.
Katy estaba en la casa maldiciendo a diestro y siniestro, dando vueltas por el salón, gesticulando y
gritándole al aire.
—¡Liliam! ¡Eso me pasa! ¡Se cree que por tener gafas, ser más fea que un escupitajo de murciélago
aplastado en la carretera y llevar esa horrible ropa de empollona sabe más de libros que yo y se permite
el honor incluso de mandarme! ¡Pues va lista! Esta noche pienso volver allí y cambiarlo todo de nuevo.
¡Eah! —me gritó como si la culpable de todo fuera yo, en un tono en el que más bien pareció que el
mundo se estuviera terminando, en vez de una chiquillada por la ubicación de Shakespeare.
Desde que habíamos regresado del poblado, Liliam y Katy tenían broncas de este
tipo día sí y día también, parecía una guerra entre lobas por la supremacía para comprobar quién era mi
muy mejor amiga. Realmente estaba empezando a ser algo cansino, así que la dejé discutiendo sola y me
fui a mi nuevo dormitorio, el mismo que había pertenecido a Joanh durante tantos años y que estoy segura
que aún mantiene su aroma e incluso su esencia, eso me produjo una mezcla de nostalgia y pena a la vez,
pero era el único sitio en el que me sentía tranquila y podía relajarme y pensar en Sam sin que nadie me
molestase, ni intentara consolarme. Me cansé de ser la pobre chica a la que su madre le había robado el
novio incluso antes siquiera de llegar a serlo.
Intenté cientos de veces desaparecer y aparecer junto a Sam, pero desde que tuve
el inesperado encuentro con mi padre no había vuelto a lograrlo, lo hablé con Gordon y él me comentó
que no podía ser casualidad que se detuviera justo después, pero también me dijo que si alguien me
hechizó para que no pudiera regresar debería de tener cuidado porque era muy pero que muy poderoso.
Además de eso, algo le pasó a
mis dones, no conseguía tener visiones, las que tuve hasta ahora nunca fueron provocadas, de hecho antes
odiaba tenerlas, me cansaban y me consumían, pero en estos instantes necesitaba obtener alguna, de hecho
ansiaba recuperarlas, deseaba
respuestas, las mismas que sabía de sobra que no encontraría mirando al techo, pero de todas formas me
tumbé en la cama y analicé lo ocurrido durante estos últimos meses.
La historia de que mi querida madre perdida fuese la reina de las sombras llegó a
oídos de todos los seres sobrenaturales que existían, así que cuando alguien pasaba por mi lado tenían
distintas reacciones, o me miraban y se alejaban, o me buscaban para pedirme un autógrafo u otros
simplemente intentaban esquivarme, era algo a lo que por desgracia me empecé a acostumbrar.
Recuerdo que los primeros días después del ataque de Morgana y su séquito fueron los peores para mí,
estuve buscando a Sam como loca por todas partes, Katy y
Liliam se empeñaron en acompañarme, me costó la misma vida convencer a Eric y a Gordon para que se
quedasen en el colegio junto al clan lobuno ayudando a reconstruirlo todo con el fin de que el instituto
estuviera arreglado a tiempo y poder abrir de nuevo las puertas para el próximo curso.
Me centré en documentarme sobre dónde se encontraban los sitios en los que habitaban los seres oscuros,
Katy estuvo contenta con la sola idea de tener que conducir durante días y Liliam se encargó de la fase
técnica y realizó un minucioso mapa con todos los lugares a los que no deberíamos ir si teníamos dos
dedos de frente, pero a los que yo estaba totalmente empecinada en visitar con ellas o sola.
Nunca olvidaré nuestro último y fallido intento por encontrar respuestas, cansadas
de ir de un sitio a otro, paramos por casualidad en el poblado de los trastolillu, eran pequeños
hombrecitos y mujeres que no se parecían en nada a las historias a las que estaba acostumbrada a
escuchar de niña.
advertencias de Liliam.
—No me gusta este lugar, ¿podríamos conducir un poco más y llegar hasta algún
poblado donde haya agua corriente? —aconsejó Liliam que siempre se mostró más prudente que Katy.
—Si me hubieras hecho caso alguna vez y sacases la cabeza de los libros estoy segura de que no te
acojonaría estar en medio de un pantano, señorita empollona —
pese a que llevaban ya bastante tiempo juntas sus batallas no cesaron y yo me veía metida en medio de
sus disputas cada dos por tres.
—la tranquilicé.
—Sí, te dejo que te quedes en el interior, pero como se te ocurra babearme la tapicería puedes morir
joven —la amenazó la loba, quien obtuvo como respuesta una
los pelos del vehículo. Intenté darle conversación para tranquilizarla, no me gustaba verlas de mal humor
y sinceramente estaba cansada de hacer de niñera.
—Katy, en parte Liliam tiene algo de razón, es noche sin luna, no tenemos ni puñetera idea de dónde
estamos y encima hemos acabado a los pies de un pantano, la
verdad es que muy acogedor no es, para que nos vamos a engañar —le dije intentando
—¡Calla! —me susurró. Agudicé el oído pero tan solo escuché el sonido del pantano, moscas, mosquitos,
ranas y… Katy se levantó de un brinco, cogió la daga de
su cinturón y se alejó unos metros de mí pidiéndome con la mano que no me moviera de donde estaba. La
oí apartarse y a los pocos segundos regresó corriendo y me gritó.
—¡¡¡Métete en el cocheeee!!!
Obedecí sin rechistar, si algo la había asustado lo suficiente como para correr yo
no pensé esperar para comprobar de qué se trataba, corrí dentro del vehículo y al instante llegó ella
aceleradísima, cerró los pestillos y encendió el motor rápidamente.
Liliam se despertó sobresaltada por el ruido que hicimos, cuando levantó la cabeza y miró por la
ventanilla un montón de seres del tamaño de un niño de cinco años, negros como el hollín, con dientes
afilados y amarillentos, le sacaron una asquerosa lengua verde y le golpearon los cristales.
Katy encendió las luces y pudimos ver cómo el verde suelo ahora estaba cubierto
por cientos de negras cabecitas peludas, vestidas con tan solo una corteza roja a modo de capa y un
sombrero blanco, todos ellos parecían iguales, bueno unos más sucios que otros, y llevaban un bastón de
madera que usaron para golpear el flamante coche de Katy. Miré a mi amiga y me eché las manos a la
cabeza, supe que eso fue lo peor que
—¡Eso sí que no os lo consiento, pequeños enanos de mierda! —gritó abriendo la puerta del coche y
lanzando lejos a unos cuantos de ellos del portazo. Se transformó en licántropa a medida que fue saliendo
del vehículo, se adelantó unos metros y gruñó como nunca jamás la escuché hacerlo, todos los enanos
negros se petrificaron ante su rugido, se quedaron mirándola perplejos, hasta Liliam y yo nos congelamos
al escucharla. Cuando estuve a punto de salir en su ayuda dio otro paso más y volvió a
aullar, esta vez con más fuerza y más intensidad que la vez anterior. Definitivamente Katy sabía cómo
asustar cuando se lo proponía, los pequeños seres pusieron pies en polvorosa chocándose los unos contra
los otros y se cayeron al suelo repetidas veces al intentar huir de la bestia, desapareciendo de nuestra
vista en cuestión de segundos.
Katy dio una vuelta de reconocimiento para comprobar que a su amor motorizado no le
había sucedido nada, entró en el coche, cerró la puerta con sumo cuidado, arrancó y regresó al camino.
Ni Liliam ni yo nos atrevimos a decir absolutamente ni una palabra en todo el trayecto, las tres nos
mantuvimos en el mayor de los mutismos hasta que Katy rompió el silencio.
lo mismo, no dejamos de morirnos de risa hasta que llegamos a una pensión no muy lejos del pantano, la
que por cierto nos costó más cara porque Katy se negó rotundamente a dormir en el mismo cuarto que
nosotras.
Cada vez que lo pienso vuelvo a sonreír al recordar la cara de terror que pusieron
los pequeños enanos, los cuales estoy totalmente segura de que nunca más se volverán a acercar a otro
vehículo y mucho menos a una loba pija.
—¡¿Piensas quedarte a vivir en la cama o vas a venir a recibir al capullo que nos
han mandado para espiarnos?! —me dijo Katy a la vez que abrió la puerta de sopetón y casi creándome
medio infarto del susto.
—Katy, te he dicho mil veces que cuando esté en mi habitación con la puerta cerrada hagas el favor al
menos de llamar, o me veré obligada a llamar a tus amigos
los enanos negros a que te hagan una visita —le dije riendo e incorporándome. Ella se dio la vuelta y
pasó de mí olímpicamente.
Miré el reloj, realmente sí que era tarde, se me fue el santo al cielo, algo que últimamente me ocurría
demasiado a menudo. No me vestí de gala ni muchísimo menos,
al contrario, me puse la ropa más guerrera que encontré en el armario, bueno en el mío y en el de mi
nueva compañera de cuarto, que estuve segura de que no se daría cuenta
ni de que le cogía algo. Tenía un fondo de armario similar al de una princesa, aun no sé de dónde sacaba
el dinero para comprarse tantas cosas. Llevé puestos unos pantalones ajustados negros, unas botas
militares que compramos en uno de nuestros intentos por adentrarnos en el lado oscuro del país y una
camiseta gris con el dibujo de un cuervo y unas plumas, me até el pelo en una cola alta, me puse unas
pulseras de cuero que compré a unos duendes artesanos muy simpáticos, nada que ver con los trastolillus.
A uno de ellos le llamaban el Rana porque tenía la extraña manía de cazar moscas a la
vez que hablaba, era un poco asqueroso de ver, pero hacía las mejores cosas de cuero que vi jamás. Me
miré al espejo y cuando realmente me convencí de que mi aspecto podía intimidar un poquito me dirigí al
instituto, seguida de una loba con muy poca paciencia y aún ofendida por mi comentario anterior.
—¿Esa camiseta no es mía, pequeña ladronzuela? —me preguntó en el momento en el que entrabamos por
el pasillo que daba al gran salón, me giré para intentar ponerle cara de pena pero por el porrazo que me
di supuse que me acababa de chocar
¿Estás bien? —me preguntó Eric a la vez que me ofreció la mano para que pudiera levantarme. «
¿Cuándo se había puesto tan en forma?» Pensé.
Estuve tan ocupada en mi cruzada por encontrar a Sam, que no tuve tiempo de prestarle mucha atención al
resto de mis amigos. Lo cierto es que desde lo de Peter lo evitaba bastante. Al verlo con esos
maravillosos ojos verdes, esos hoyuelos a ambos
lados de la cara y esa encantadora sonrisa me pregunté por qué siempre andaba solo,
nunca se le acercó ninguna chica, tan solo hablaba con Katy y conmigo y, como ya dije, yo no es que le
prestara demasiada atención. Al darme cuenta me sentí como una completa arpía, matamos a su hermano
y ni siquiera era capaz de mirarlo a la cara; al contrario, Liliam siempre intentó sacarle temas de
conversación que él eludía educadamente, poniendo excusas para regresar a su soledad. Nunca supe
cómo Liliam
—¿Katy, me permites que te haga un comentario? —le dijo Gordon a Katy. Algo
—Esos pantalones, señora mía, le hacen el mismo culo que a una morsa —le indicó señalándole las
caderas y se quedó tan pancho. Katy por el contrario nos esquivó a Eric y a mí, se agachó, lo cogió por el
cuello y comenzó a darle con el
nudillo en la cabeza como si le estuviera sacando brillo a una de sus carísimas botas.
su lugar le hubiera hecho lo mismo o algo peor. Eric y yo nos miramos, levantamos los hombros a la vez
y comenzamos a reírnos. Justo entonces todos los ventanales del pasillo se hicieron añicos, nos cubrimos
el rostro como acto reflejo y al segundo siguiente, por el gran boquete de la pared, entraron unos seres de
al menos tres metros de alto, de color entre verde y azul, con la piel como la de un sapo y unos músculos
colosales. Pude distinguir cuatro figuras, llevaban unos enormes mazos y comenzaron a golpear a diestro
y siniestro destrozando todo lo que chocaba contra su arma. Este ataque nos cogió desprevenidos.
Eric desenvainó su adorado sable élfico, nunca me cansaba de admirarlo, tenía unas preciosas runas en
su empuñadura, no comprendí cómo era capaz de mantenerlo siempre tan brillante, estaba totalmente
segura de que si le cayera un pelo en el filo, este sería capaz de cortarlo por la mitad. Eric usó la cabeza
de Gordon como trampolín, espachurrándolo contra el suelo debido al peso, lo que dejó a mi amigo el
gnomo tirado con cara de tonto y volviéndose a rascar donde Katy le había zurrado.
Katy, por otro lado, cambió a su forma menos atractiva en solo unos segundos y comenzó a golpear a uno
de los seres viscosos con todas sus fuerzas. Yo comencé a tirarles bolas de fuego, cada vez que una de
mis esferas les dio soltaron un horrible alarido, pero al instante continuaban como si nada hubiese
pasado. Pude ver cómo una de las bolas casi destrozó el brazo de uno de ellos y trascurridos escasos
instantes, comprobé cómo su piel se fue regenerando a una increíble velocidad. Gracias a Dios
todos los demás estaban reunidos en el salón de actos que se encontraba en el otro extremo del castillo
esperando la llegada del chivato y al menos en esta ocasión no habría pérdidas colaterales, como ya
sucedió la última vez.
Tanto Katy, Eric y yo misma estábamos exhaustos mientras esos bichos de cruce entre sapo y gigante
luchaban como recién salidos de un spa, pero oliendo a caca de Gordon, eso sí.
—¡Helen, es un buen momento para que se te ocurra alguna estupidez de las tuyas!
Yo no supe qué más hacer, me arrepentí de no haberme estudiado el libro de familia, pero lo último que
deseé después de lo de Sam fue seguir los pasos de mi queridísima madre, hice una de mis notas
mentales, si salía de esta tenía que ponerme en serio a entrenar mis dones.
—¡Eric! —el grito de Katy me sacó de mi pequeña paranoia mental y volví a mirar la escena justo
cuando uno de los gigantes golpeó al elfo, lo desarmó y lo tiró contra la pared de un lado de lo que quedó
en pie de pasillo, inconsciente y sangrando.
—¡Noooo! —grité.
Entonces un calor me llenó por completo, noté cómo la sangre de mis venas hervía
bajo mi piel, recuerdo que tuve que abrir las manos, porque incluso el leve roce de mis dedos los unos
contra los otros me produjo un dolor casi inaguantable, comencé a imaginar una enorme bola de fuego
que acabase con aquella locura. La esfera estaba casi formada por completo, pero cuando me dispuse a
lanzarla algo que provino de detrás de mí salió disparado rozándome la oreja y se le clavó en medio de
los ojos al primer gigante, luego al otro, al otro y así, en un abrir y cerrar de ojos, estaban todos muertos
en el suelo. Me giré rápidamente para ver quién nos había ayudado a terminar con ellos. La persona en
cuestión se encontraba al principio del pasillo con un arco en la mano levantado aún, todas las luces se
apagaron a causa de los destrozos, tan solo pude vislumbrar su silueta, dos gigantescas alas que le
sobresalían de la espalda, era alto y delgado, con el pelo largo. «¿Era Sam? ¿Podía ser cierto que
hubiera escapado y estuviera aquí de nuevo a mi lado?» pensé. Debido a la sorpresa olvidé que tenía una
enorme esfera de fuego en las manos y al darme la vuelta salió disparada en dirección a la pared que
separaba el pasillo del patio por donde habían entrado esas extrañas y apestosas criaturas, destrozando
los pocos ladrillos que quedaban aún en pie, aumentando más el tamaño del boquete y levantando una
horrible humareda de polvo y
escombros, creé un mini incendio bastante cerca de donde nos encontrábamos.
—En serio, si quieres matarme hay formas más sutiles de hacerlo. ¡Sacadme de aquí ya! —la voz de Katy
sonó a lo lejos pero no pude verla.
Gordon continuó tirado en el suelo en la misma postura en la que Eric lo dejó con
sus pequeños ojillos abiertos como platos, volví a mirar atrás y vi cómo Sam se fue acercando a nosotros
lentamente. Mi alegría, mis sentimientos, mi desesperación de los últimos meses, todo lo que sentí al
tenerlo lejos salió a flote a cada paso que esa figura dio. Salí corriendo, no pude esperar ni un segundo
más, aún no se veía casi nada a causa del polvo, me dirigí hacia él y salté en sus brazos llorando como
una niña chica, lo abracé y lo besé como si no existiese un mañana. Él me devolvió un ardiente beso, pero
algo no fue igual que en nuestro anterior encuentro, era más fiero, más apasionado, más todo. Pensé que
este cambio se debió al tiempo que habíamos estado
separados y supuse que me echó de menos tanto como yo a él. Cuando por fin nos quedamos casi sin
respiración alcé la cabeza y lo miré, vi unos preciosos ojos azules
que me observaron divertidos, casi ocultos por un largo flequillo, me alejé unos metros para observarlo
mejor. Delante de mí había un joven alto, rubio, con unas preciosas alas grises que aún me retenía
agarrada por la cintura, le di una bofetada y lo enfrenté.
—¿Perdona? Eres tú la que has venido corriendo a mí como una fan loca a besarme, pensé que estabas
agradecida por haberos salvado de los trolls, pequeña mocosa.
—¡¿Ey, aquí, alguien me recuerda?! —la voz de Katy volvió a sonar a lo lejos, me
di la vuelta y fui a encontrar a mi amiga, con las mejillas rojas como tomates de huerta recién cogidos,
mientras que dejé a este guapísimo sinvergüenza con la palabra en la boca.
—Sí, lo que más me duele es el orgullo, por lo demás solo un par de rasguños y
—¡Os voy a matar, juro que os mataré si seguís de charla! —Katy cada vez sonó
más enfadada, así que decidí no hacerla esperar más. El polvo se estabilizó y ya casi pude ver
perfectamente, pero ni rastro de mi loba gruñona.
voz hasta uno de los cadáveres de los trolls y allí estaba, el cuerpo le cayó justo encima y la estaba
aplastando. La asquerosa cara del troll se derrumbó encima de ella y tenía su maloliente boca pegada a
su mejilla, la que por cierto, estaba totalmente llena de babas verdes viscosas. Intenté mover el cuerpo,
pero no conseguí arrastrarlo ni un milímetro. Eric y Gordon vinieron en mi ayuda y entre los tres
logramos levantar el cuerpo lo suficiente como para que Katy se liberara. Cuando se puso en pie,
comprobé que su aspecto era aún peor del que me imaginé en un principio. Tenía rotos los pantalones, la
camiseta hecha jirones, parecía que el pelo se lo había preparado para vestirse de zombi en Halloween y
lo peor de todo fue su hedor: una mofeta
hubiese olido mejor. Si me ocurriera a mí en vez de a ella, juro que me hubiera llevado un mes en la
bañera metida sin salir.
—Voy a cambiarme, si alguno de vosotros se atreve siquiera tan solo a sonreír, haré que se trague la
lengua y se la sacaré por el culo.
Me tuve que morder el labio, y por supuesto no miré a Gordon bajo ningún concepto, o estaba segura de
que ambos estaríamos ahora mismo muertos. Eric se puso
a mi lado cojeando y puso la misma mirada de no haber roto un plato que teníamos puesta los otros dos
en la cara. Cuando Katy se cruzó con el desconocido ser alado que nos acababa de salvar y al que besé
como nunca antes a nadie en toda mi vida había
—La próxima vez que te dé por hacer de Robín Hood haz el favor de comprobar
si hay alguien ya luchando. ¿Entendido? —Y continuó con su pomposo paseo por el pasillo esquivando
escombros hasta la puerta de salida del instituto, dejó un tufillo bastante asqueroso detrás de ella que
nunca podré olvidar. Fue justo entonces cuando Eric, Gordon y yo comenzamos a desternillarnos y a
llorar de la risa casi tirados en el suelo. El resto de profesores y de alumnas acudieron hasta donde nos
encontrábamos y cuando vieron los cadáveres y que la pared de medio edificio había sido destruida hubo
distintas reacciones: algunos comenzaron a gritar, otros directamente salieron corriendo y otros tan solo
se echaron las manos a la cabeza.
—Creo que nos va a tocar limpiar esto, Helen —me dijo Eric al oído todavía sonriendo.
—Yo prefiero quitar diez trolls muertos antes que estar en el pellejo de la señora
zorrillo en estos instantes —concluyó Gordon a carcajadas, mucho me temí que esto le traería cola a Katy
y a nosotros…
Cuando miré de nuevo a ver qué estaba haciendo el «señor guapito», este ya había
desaparecido, no pudo ser obra de mi imaginación, porque las flechas estaban aún en la frente de los
trolls clavadas, o sea que supe que descubriría de quién puñetas se trataba tarde o temprano, de eso
estaba segura.
Desalojaron la parte de nuevo en ruinas del castillo, mandaron a las alumnas que
no tenían medio ataque de nervios a sus dormitorios y a las otras a enfermería a darles algún
tranquilizante, y cómo no, nos nombraron voluntarios forzosos para arreglar
aquel desastre. Agradecí profundamente que los amigos de Katy aún no se hubieran marchado a su
poblado, porque aquello nos llevó horas. «Lo más complicado sería deshacernos de los gigantescos
cuerpos», me dije entonces para mí misma.
—No comprendo qué hacen aquí estos bichos, se la estaban jugando mucho al irse
tan lejos de su cueva, es media noche pero podría haberles sorprendido el sol, convertirse en piedra
donde quiera que estuvieran y ser totalmente vulnerables —
argumentó una de las nuevas profesoras. Ella era alta, con la ropa un poco pasada de moda, el pelo de
color rojo y despeinado, usaba unas gafas demasiado grandes para su minúscula cara, me caía bien
aquella mujer. Se llamaba Alice Kyteler, todos decían que tenía un gran poder, pero a simple vista nadie
lo hubiera imaginado.
Entre un montón de fornidos hombres lobo movieron los cadáveres y los sacaron
al patio trasero para no asustar aún más a las estudiantes y quitarlos del paso. Me pregunté quién los
habría mandado y para qué, desde que vencimos a Morgana todo estuvo relativamente tranquilo por aquí.
—Gordon, ¿qué opinas? —le pregunté a mi amigo gnomo que estaba a un lado de
la mano del gigante. Tenía el puño cerrado, pero pude distinguir los bordes de un dibujo en su interior.
—Helen, ten cuidado, he oído hablar de seres que después de muertos siguen teniendo movimientos
involuntarios en sus extremidades —me advirtió Liliam que mantuvo las distancias entre ella y los trolls
en todo momento.
dibujo de un pentagrama como los que había en el instituto, en la casa de mi tía, en la roca del pueblo de
los elfos, en la casa del panteón y en las dos bibliotecas.
en llamas, dimos un salto hacia atrás asustados por los enormes chispazos y el horrible olor que
desprendieron.
—¡Sal, fuera de aquí, ve a algún sitio donde tu fuego no queme y donde tus huesos no estorben ni
perturben a nadie más! —la voz vino de la señorita Alice que estaba en la entrada del patio con las
manos alzadas, los pelos como si fuera Goku en súper guerrero y cara de muy pocos amigos. Cuando
terminó de decir estas palabras los cuerpos desaparecieron ante nuestras narices, dejaron tan solo el olor
a carne quemada y unas pequeñas nubes de humo. Me quedé totalmente impresionada, no sabía que nadie
fuera capaz de hacer algo así, tenía que hablar con esa mujer más a menudo y por supuesto dejar de
pensar que estaba loca…
volvió a entrar en el edificio. Dejándonos a todos los allí presentes con la boca abierta y cara de
estúpidos. Gordon me miró, se encogió de hombros y me hizo un gesto de no
Con todo el jaleo de los trolls se me pasó por completo la venida del «señor chivato», se suponía que
llegó anoche, si los cálculos de Eric con las lunas fueron los correctos. Me alegré de que aún no
estuviera allí, no quise ni imaginar qué novedades remitiría al consejo si hubiera visto este tremendo
estropicio.
En ese momento sonó por la megafonía del instituto la voz de una de las profesoras, que dijo:
«Esta noche tiene que estar todo el personal del centro a las veintiuna horas en el
No se puede hablar muy fuerte del diablo porque aparece, eso lo sabía.
—Ya te han respondido por mí —me dijo Gordon mientras se marchó del patio.
Cuando entré en la casa casi vomité, parecía que no hubiéramos tirado la basura
en meses, recuerdo que el olor era insoportable. Katy estaría de una mala leche impresionante, si es que
este hedor provenía aún de ella. Por debajo de la puerta del baño salía una enorme nube de vapor que
llenó por completo el pasillo, acerqué la oreja y la llamé.
—Nos han comunicado que hay que estar esta noche en el salón de actos para recibir a su Majestad el
capullo, me acuesto un rato hasta que llegue la hora, si te hace falta algo, me avisas.
Como respuesta tan solo escuché algunos gruñidos y ciertas maldiciones que prefiero no repetir. Me fui a
la sala de estar donde encontré el cuarto secreto. No estaba muy segura de qué quería descubrir
exactamente allí, pero algo en mi interior me dijo que tenía que volver a revisar el libro con más
tranquilidad. Tiré de la preciosa estatuilla del pentagrama y la puerta se abrió sin hacer el más mínimo
ruido.
Allí estaba mi preciado tesoro olvidado. No veía absolutamente nada, quise encender
las velas que había junto al libro en el atril, pero estaban gastadas y no me atreví a hacer fuego con los
dedos en aquel cuarto tan pequeño y quemar todo lo que había dentro. Recordé que en mi dormitorio
había un candelabro encima de la cómoda, no sé
por qué puñetas nadie en otro tiempo vio la utilidad de poner una simple bombilla en el techo. Salí
corriendo en busca de la lámpara, Katy ya había salido del cuarto de baño, la verdad es que ya no olía
tan mal como al principio, pero seguía apestando un poquito. Me la crucé en el pasillo envuelta en una
toalla, me miró, entró en su cuarto y cerró la puerta, dando un sonoro portazo, definitivamente estaba de
un humor de perros. Regresé corriendo al cuartito secreto, una vez dentro, encendí las velas con un
simple chasquido de dedos, aquello cada vez se me daba mejor. Cuando coloqué el candelabro junto a
las velas gastadas del atril y alargué las manos para coger el libro, la imagen de este osciló volviéndose
traslúcido. Lo volví a intentar una y otra vez pero no hubo manera de conseguirlo, estaba allí, lo podía
ver, pero no comprendí por qué no podía cogerlo, era como un libro fantasma. Tras intentarlo unos
cientos de veces, me senté en el suelo derrotada sin podérmelo creer. De pronto descubrí a mi lado un
papel amarillento arrugado y pisoteado, era la primera vez que reparaba en él. Totalmente derrotada, con
las rodillas encogidas y la cabeza apoyada en las manos, lo cogí sin ganas, lo desplegué e intenté leerlo a
la tenue luz de las velas que me alumbraban desde arriba de mi cabeza.
«Si estás aquí es porque al fin conoces tus raíces, deseo que no estés muy enfadada conmigo por haberte
mentido durante todo este tiempo, pero nunca encontré el momento más indicado para revelarte la verdad.
Cada día que llorabas por tu libro, por ser diferente, y por sentirte sola, una pequeña espina se me
clavaba en el corazón.
Si tienes esta nota en tus manos será señal de que yo ya no estaré a tu lado, tengo tantas cosas que contarte
que solo espero que me diera tiempo a hacerlo, mi pequeña. Pero por si acaso te diré las más
importantes:
No confíes en nadie, muchas personas llevan años buscándote para utilizar tus
dones, no los dejes, Sarah Helen, busca la fuerza que posees para combatirlos, por mucho que te duela.
El libro te mostrará todo nuestro linaje, a veces leerás cosas que no serán muy agradables, pero es lo que
tiene este libro, nunca miente.
Tenía los ojos colmados de lágrimas, realmente en ese instante no supe bien si la
odiaba por no contarme todo esto cuando tuvo oportunidad o si la quería aún más que
antes por estar siempre en las sombras protegiéndome, incluso hasta después de muerta. Intenté tocar otra
vez el gran tomo antiguo que reposaba sobre el viejo atril, pero mi mano lo atravesó como las veces
anteriores. Salí de mi pequeño escondite, lo cerré y me fui a mi dormitorio para arreglarme e ir al salón
de celebraciones del centro.
—Monstruito, ¿estás lista ya o te hace falta ayuda? —La voz de Katy me despertó,
me quedé dormida en la cama mientras analizaba todo lo que había leído. Me levanté
de un salto y le abrí la puerta con los ojos hinchados de llorar, la nariz roja como un tomate, y casi
prefiero no pensar en el estado de mi pelo. Cuando me miró, abrió los ojos de par en par y me dijo:
—¡No me creo que en este cuarto de hora te hayas ido de fiesta sin mí!
Me eché sobre ella, la abracé y lloré a moco tendido no recuerdo durante cuánto
tiempo, al primer inesperado contacto ella se puso tensa, pero luego me devolvió el abrazo y esperó
pacientemente a que se me pasara un poco acompañándome hasta la cama.
No pude soportar más la carga y le conté todo lo que me había ocurrido con el libro y con Joanh. ¡Por
Dios si hasta mi nombre era falso! Me acababa de enterar de
que me llamaba Sarah Hellen, y no Helen, me acababa de dar cuenta de hasta qué punto era una
desconocida incluso para mí misma y eso me dolió más de lo que pude soportar.
—Bueno, pequeño bicho raro, la vida es difícil, los nombres son meramente superficiales, y hoy tenemos
una excusa para arreglarnos y para demostrar que somos
superiores al chivato, así que ya te quiero ver corriendo para vestirte o te patearé el trasero hasta que me
duelan las Mustang —me apremió a su sutil manera amenazante que siempre me hacía sonreír.
Me volví de nuevo hacia ella, abrí los brazos y, cuando estuve a punto de volver a
abrazarla, esta me cintó, me sonrió y me señaló con la cabeza que me esperaría afuera.
Saqué toda la ropa que abarrotaba mi armario, la puse encima de la cama y descarté la mayoría de ellas.
De pronto vi un mono negro de cuero ceñido con una cremallera delantera, no recordaba poseer nada así
entre mi vestimenta. Lo cogí, lo olí y al apretarlo contra mi pecho noté cómo algo en su interior se
arrugaba; pegado a la etiqueta había un papel, lo saqué y lo leí.
«¡Estoy segura de que te encantará este modelito, además podrás moverte con facilidad cuando lo lleves
puesto, era mío de cuando tenía tu edad, me lo hicieron unos duendes amigos míos. Atte. Joanh».
La pena volvió a inundarme por completo, mi tía estuvo en todo, realmente me acababa de enamorar de
ese mono, nunca jamás hubiera pensado en comprarlo si no fuera porque ella me lo había dejado en
herencia, así que me dije «¿¡por qué no!?», me até el pelo en un moño alto, me pinté los ojos con sombras
lilas y grises y fui a darle el encuentro a mi nueva mejor amiga.
—Ya era hora de que te vistieras como lo que eres, enana —me dijo.
Las puertas del salón de actos ya estaban cerradas cuando llegamos, de su interior
salía el típico murmullo de la gente hablando, abrimos las puertas y entramos. Al fondo pude ver a
Gordon y a Eric en pie en el escenario, que nos miraron fijamente ante nuestra triunfal entrada. Liliam
estaba en primera fila sentada junto a otras estudiantes de último curso. En el instante en que bajamos el
primer escalón la profesora Alice Kyteler apareció también en escena.
directamente. El señor Ahharu —Anunció a la vez que todas las alumnas aplaudieron a la espera de que
al caballero le diera por aparecer. Nosotras continuamos bajando las escaleras centrales y mientras, al
fondo, un ser alado descendió de Dios sabe dónde para colocarse junto a Alice. La imagen fue como la
de un ángel caído del cielo, tenía unas enormes alas grises, el pelo rubio, y unos preciosos ojos verdes
que me aguantaron fijamente la mirada como si solo estuviéramos nosotros dos en la sala, se colocó
frente al micrófono y comenzó a hablar. Mi mundo entero se paralizó, se parecía a Sam pero era
diferente, no sabría explicarlo con claridad, este ser me hipnotizaba como lo hacía Sam, pero este nuevo
ángel conseguía que un enorme calor
—Me satisface conoceros a todos. Soy Ahharu, espero que contéis conmigo para
cualquier problema que tengáis, estaré totalmente disponible para vosotras a partir del anochecer —y
diciendo esto se marchó volando a la parte superior del teatro, dejando a un montón de colegialas con las
hormonas totalmente revolucionadas aplaudiéndole y muriendo por sus huesos. Era un estúpido
prepotente que sabía perfectamente la atracción que causaba en las mujeres y no se cortaba en
aprovecharse de ello. Me di
media vuelta dejando allí a Katy con todos los formalismos de después y salí del edificio indignada. Al
girar la primera esquina del patio me choqué con alguien en medio de la penumbra de la noche.
—Creo que no hemos empezado con buen pie, Sarah Hellen.
Me quedé atónita ante sus palabras, o sea que yo acababa de descubrir cómo me
—No te pasaría eso si no fueras engañando por ahí a las mujeres, señor guapito —
le amonesté.
—Es un orgullo para mí que pienses que soy atractivo, pero no fue mi intención engañarte la otra noche,
te recuerdo que fuiste tú la que me besó —me dijo con esa mirada de niño juguetón y travieso. Me armé
de valor y le pregunté aun sabiendo que
—No tengo por qué responder a esa pregunta, pero aun así, lo haré. Soy un ángel
—Los demonios no somos todos iguales, tal y como las brujas tampoco lo son.
—Lo sé, eso es lo que más me atrae de ti, pequeña, no acabo de saber con exactitud qué eres o qué no
eres, lo único que veo en ti es una fuerza sobrenatural y unos poderes colosales, el hecho de no poder
explicar tu origen me está volviendo loco desde nuestro último encuentro.
—Pues ponte a la cola para el premio de quién es el primero en averiguar qué soy
—y dicho esto le di la espalda y continué mi camino hasta la casa de la tía Joanh con el corazón a mil, la
cara roja como un tomate y un mosqueo monumental, no sabiendo muy
La banshee
—Hola —dijo una voz femenina que estaba sentada en el butacón de tía Joanh,
haciéndome dar un salto de tres mil pares de narices debido al susto. Encendí la luz y allí estaba la chica
que había visto llorar hacía unos días sentada en el suelo del patio, mirándome sonriente repantingada en
el viejo sofá. Era la típica adolescente macarra, tenía una abundante media melena negra con mechones
azules y blancos, un piercing en la nariz y otro en la ceja, vestía una falda de tablas negra con cuadros
grises, una camisa blanca mal abrochada que terminaba en un nudo en su cintura y unas botas militares
que volverían loca a Katy si las viera.
—Lo siento, no era mi intención, pero o venía a verte o ella acabaría por volverme loca —me respondió.
que no la había abierto, ¿sería de ella de quién temía el libro? Yo hubiera apostado por el chulito con
alas que acababa de dejar en medio del patio con la cara partida.
—No tengo muy claro quién es, lo único que sé es que desde que llegué no deja de
molestarme, me despierta por las noches, me destapa, y me esconde las cosas. Me gusta parecer gótica
pero no parecer un cadáver, no sé si me entiendes. ¡Que tengo más ojeras que tu amigo el enano!
Miré su aura, era extraña, la rodeaba el mismo color negro que a la Reina de las
Sombras, pero era una fina capa, justo pegado a ella le seguían el rojo, el azul, el amarillo, el rosa y al
finalizar de nuevo otra fina capa de negro, habitualmente las personas que había visto tenían un color o a
lo sumo dos, pero esta chica parecía un arcoíris extraño.
—Si te refieres a Gordon no es un enano, es un gnomo, y las ojeras son un poco por la mala leche y otro
poco por la edad —dije esbozando una sonrisa—. No acabo
de comprender qué tengo que ver con tus brotes de insomnio —le pregunté.
—Ella quiere que te advierta, que no ha terminado, que te sigue buscando y que está intentado encontrar
la manera de que pases a las sombras. Me pidió que te dijera que tienes que ir en busca de la Dama Gris,
dice que ella tendrá las respuestas que necesitas para poder vencer a tu madre —me contó mientras se
miraba el desgastado
esmalte de uñas negro de manera despreocupada, sin saber, supongo, el efecto que sus palabras iban a
tener en mí.
—¿Quién te ha dicho eso? ¿Dónde está, dónde puedo encontrarla? —le pregunté
alterada, a la vez que me levanté del sofá y la agarré por la camisa. En ese instante Katy entró por la
puerta y vio la rocambolesca escena de cómo yo cogía por el cuello a una alumna, y, para variar, se puso
en modo defensiva «On» y echándome a un lado la
levantó del sofá con una mano, mientras le gruñó, me miró y me gritó.
—¿Qué puñetas está pasando? —Sin soltar a la chica, que continuó en el aire intentando zafarse de su
nueva agresora, pataleando y dando puñetazos a la nada, ya que el brazo de Katy era considerablemente
más largo que el de ella, a la que por cierto, se le estaba empezando a poner la cara del mismo gris que
el de su falda.
—Si lo sé, no vengo, casi prefiero tener ojeras porque el fantasma de las narices
no me deje dormir, a que me coma una loba con mal gusto —exclamó mientras tosía. A
Katy eso de que la llamara hortera le había llegado al alma, y en ese momento supe que este era el
principio de una bonita enemistad.
—Creo que no hemos empezado bien, siéntate por favor —le pedí intentando
arreglar aquel caos. Ella hizo lo que le dije y se volvió a acomodar en el sofá, mirando con cara de mala
leche a la que había estado a punto de estrangularla. Katy hizo lo mismo y se sentó en el asiento más
cercano a nuestra extraña visitante sin quitarle la vista de encima y sin decir palabra.
—Bien, mejor así, empecemos de nuevo ¿Cómo te llamas? —le pregunté.
—Aibhill O´Brien, pero todos me dicen Ibhi. Solo vine porque necesito dormir y
—No la veo bien, se ve que lleva poco tiempo en el otro mundo y aún no es capaz
de controlar del todo sus habilidades, pero lo hace lo suficientemente bien como para darme una lata
increíble. Solo me dice que es importante que te avise y que te diga que vayas a buscar a la Dama Gris
esa —dijo mientras se levantaba del sofá—. Así que misión cumplida, esta de aquí se larga antes de que
le dé a la chica lobo por seguir con su clase de pilates con mi cabeza.
—¡Espera, por favor! No te comprendo, ¿desde qué otro mundo te están hablando?
—le rogué.
—Del de los muertos, Helen, del de los muertos —y diciendo esto salió de la casa
amiga.
—Ni idea, Katy, es la segunda vez que la veo, la primera vez estaba llorando sola
y asustada en el patio y la otra es ahora mismo cuando he entrado en el salón, ya estaba aquí
esperándome.
—¿Piensas que el libro se ha protegido por culpa de ella? —La verdad es que no
me había dado tiempo a analizarlo detenidamente, pero algo en mi interior me decía que no era peligrosa.
—No lo creo, Katy, pero sí pienso que sabe más de lo que dice. Vayamos a hablar
—Perfecto, una visita al salido del cole, me hace un motón de ilusión. ¡Vamos antes de que me
arrepienta! —concluyó Katy con un suspiro dramático.
Encontramos a Gordon en la cafetería sentado tranquilamente tomando cerveza, con los ojillos casi
cerrados, y los cachetes y la nariz rojísimos, hablando con una camarera enana, muy graciosa y
agradable, a la cual no entendía por qué le gustaba Gordon y tonteaba con él cada vez que tenía
oportunidad. Me temí que no era el mejor momento para tener una charla seria con Gordon. Aun así,
decidí intentarlo, necesitaba respuestas. Eric estaba en la barra tomando algo también, pero él siempre
llevaba su
vaso metálico y no se podía distinguir si estaba de fiesta como nuestro amigo el gnomo o si tan solo
tomaba café, nunca había visto a Eric perder la compostura. Cuando entramos en la sala, nos miró y se
acercó a nosotras preocupado.
—Necesitamos hablar con Gordon de algo importante. ¿Lo coges tú y metes a ese
borrachuzo debajo del grifo o lo hago yo? —le respondió Katy sonriendo, estaba segura de que tenía unas
ganas locas de ser ella la voluntaria para remojar al gnomo.
—¡Qué alegría verte! Le estaba contando a mi amiga lo buena que es Katy dando
masajes —dijo tirándole un besito a la loba, a la que Eric tuvo que aguantar para que no lo devorara.
Estaba más ebrio de lo que pensé en un principio.
—Eric, creo que por una vez estoy de acuerdo con Katy, intenta espabilarlo, por fa
Eric se levantó, cogió al gnomo por el cuello de la camisa, lo levantó unos palmos
del suelo, salió del bar con nosotras siguiéndolos de cerca, y dejando a la pobre enana con carita de pena
por la obligada marcha de su amado.
En el patio trasero había unos estanques que en otra época habrían servido de abrevadero para bestias.
Justo cuando Gordon estaba pataleando encima de la fuente Eric lo soltó cayendo este en medio del agua
verdosa, saliendo rápidamente y soltando sapos y culebras por la boca. Katy estaba llorando de la risa, a
mí, sin embargo, ver a aquel hombre tan mayor chorreando, con hojas secas saliéndole de las orejas, me
dio
un poco de penita, pero cuando empezó a escupir peces fue superior a mis fuerzas y terminé en el suelo
espalda con espalda contra Katy, con un dolor de barriga horrible a causa de la escena. A cada paso que
Gordon daba le salía agua de las botas y hacía que nos riéramos más todavía, no podía articular palabra,
hacía muchísimo tiempo que no
me reía de verdad, realmente los amaba, eran mi familia y sin ellos estaba perdida.
Eric lo agarró de nuevo impidiendo que se fuera, intenté dejar de reír porque el gnomo estaba cada vez
más enfadado y más colorado, si fuera una olla exprés ya hubiera estallado.
—Ayúdanos, anda, abuelete, si lo hicimos por tu bien, la chica del bar es demasiado joven e inexperta
para un caballero como tú. Gordon se suavizó, puso cara
—Una chica muy rara me ha contado que un espíritu la está molestando para que
me dijera que tengo que ir a ver a la Dama Gris para que me cuente todo lo que necesito para derrotar a
mi madre —dije casi sin respirar.
—¡Soooo, para, para!¡ Qué el agua no hace milagros y mis neuronas están de fiesta todavía! ¿Quién ve
fantasmas?
—Una mocosa mal educada que se llama no sé qué O’Brien —respondió Katy.
preocupado.
—¿Quién es esa O´Brien? —quiso saber Eric que se había mantenido al margen todo este tiempo, pero
que no pudo quitar la sonrisa de su cara debido a la fechoría que acababa de hacer.
—¡Contigo ya hablaré yo más tarde, traidor! Los O’Brien son una especie de Banshees —explicó
Gordon.
—Tenía entendido que las Banshees lo único que eran capaces de hacer es gritar
la muerte de alguien de manera muy desagradable minutos antes de que esta suceda —
agregó Katy. Hice otra nota de recordatorio; realmente tenía que estudiar más, me sonó a chino todo de lo
que estuvieron hablando.
desobedecieron al consejo y se mezclaron con una de las familias a las que estaban atadas para
anunciarles su muerte y una de ellas evitó el fallecimiento de un hombre del que estaba enamorada. Como
castigo, ella y toda su estirpe dejaron de ser espíritus libres de la naturaleza y se hicieron corpóreas,
condenadas a no estar vinculadas ni al mundo de los fantasmas ni al nuestro, arrebatándoles el poder de
la premonición, pero por lo visto aún tienen el don de hablar con los espíritus —nos explicó Gordon.
—Correcto, y este año tenemos a una chica de ese linaje para intentar centrarla y explicarle por qué lo
que hicieron sus antepasados está mal y dejen de odiarnos —dijo alguien que salió de las sombras
asustándonos a todos.
—Esta era una conversación privada a la que no estabas invitado por muy director
que seas —le reproché a Ahharu cuando lo tuve cerca. Las caras de mis compañeros no
tuvieron desperdicio, creo que pensaron que me acababa de volver loca o algo así.
—No es que hayáis sido muy silenciosos con el baño del señor bibliotecario a estas horas de la noche,
simplemente vine a ver que no ocurría nada y oí vuestra conversación por casualidad, princesa —me dijo
a la vez que me guiñaba un ojo. Cada
vez odiaba más a ese tipo, pero al parecer mi amiga no pensaba lo mismo.
oficialmente, soy Katy, encargada de la seguridad del centro. Decidí bañar a nuestro amigo Gordon para
evitar un altercado mayor —le dijo Katy con su mejor sonrisa de
—Sí, creo que nos tendremos que ausentar unas semanas por asuntos personales.
Se ha muerto mi amigo el duende de Isla Esmeralda y me temo que no tengo fuerzas para ir a su funeral
solo, por eso me van a acompañar mis amigos, señor director. —
Gordon cuando quería era el mejor inventando excusas, si no hubiera sabido la verdad seguro que me lo
habría tragado.
—¡Oh, lo siento! Entonces dejaré pasar por alto su estado de embriaguez en un centro de menores por
esta vez. ¿Cómo tenéis pensado ir hasta allí? —nos preguntó prestándome mayor atención a mí, lo que me
ponía nerviosísima, no estaba
acostumbrada a mentir y estuve segura de que me lo notaría. Katy ya me conocía lo suficiente como para
saberlo, así que me salvó el culo respondiendo en mi lugar.
—Le íbamos a pedir prestado el avión privado del centro para no levantar sospechas entre los humanos
al viajar con ellos y tenerlos tan cerca —le respondió, poniendo en esta ocasión carita de cachorro
abandonado.
—Lo veo lógico, de acuerdo, mañana por la noche tendréis todo listo. Mande mis
condolencias a la familia. —Se dio media vuelta y nos dejó allí a todos contentos por haber conseguido
que se tragara nuestro improvisado plan.
—Bueno, preparadlo todo para mañana, en cuanto oscurezca nos vamos. —Se detuvo, me agarró del
brazo y me dijo casi al oído—: Helen, la Dama Gris es un espíritu, nos sería de gran ayuda si la chica
Banshee nos acompañase. —Asentí con la cabeza y me volví con Katy a la casa, tenía la sensación de
que alguien me estaba vigilando, pero no logré ver a nadie, decidí estar atenta a partir de entonces.
la cabeza con la palma de la mano, de verdad que este tipo me sacaba de mis casillas.
—Pues eso lo haces tú solita, yo me voy a descansar un rato, no me gustan los aviones. Suerte cuando le
digas a tu amiga la fea que no viene con nosotros —cuando
—¿Vas a dejar a ese ser encantador sin protección alguna y con total libertad de
movimientos por el centro? Si Liliam pulula por su alrededor estoy segura de que ninguna otra arpía se le
acercará. Liliam despide gente con su encanto y él se verá obligado a hacer lo que ha venido ha venido a
hacer realmente, su trabajo —puntualizó Katy, despidiéndose con la mano en la sien como si fuera un
soldado y yo su sargento.
Liliam estaba en su dormitorio, desde el patio pude ver la luz encendida en su ventana, estaba segura de
que estaría leyendo o estudiando o haciendo algo de intelectuales. Subí y llamé varias veces, pero nadie
contestó. Pensé que estaría durmiendo, pero lo que tenía que decirle no podía esperar hasta mañana,
necesitaba a mi Pepito Grillo particular. Ella siempre había sido mi conciencia, mi razón y mi serenidad,
precisaba con urgencia de su temblé y de la forma en que tenía de encontrar soluciones a los problemas.
Además me sentí culpable por no haberle contado nada aún del libro, después de que ella me apoyó
tantos años cuando lo daba por perdido.
Giré el pomo con delicadeza, la conocía lo suficiente como para saber que si estaba dormida era mejor
no despertarla de un sobresalto o me llevaría un almohadazo en la
cabeza. Abrí lentamente la puerta, escuché una especie de gemidos que venían del interior de la
habitación, miré en su interior y casi me muero de un patatús. Liliam estaba de espaldas a mí, abrazada a
un hombre que la tenía agarrada por la cintura y le besaba el cuello. Fue el momento más incómodo de
toda mi vida, no tenía ni idea de
que estuviera con alguien, de hecho, ¡no tenía ni la más remota idea de que le gustase nadie! El chaval me
escuchó respirar, levantó los ojos y nuestras miradas se cruzaron.
Era él, reconocería esos ojos en cualquier parte, era Ahharu, que no se cortó en absoluto y continuó con
lo que estaba haciendo. Di un paso atrás, cerré cuidadosamente
¿Cómo, cuándo, dónde, por qué? No entendía absolutamente nada, en qué momento
nos habíamos distanciado tanto como para tener secretos la una con la otra, no era nadie para reprocharle
nada, yo misma estaba haciendo lo mismo con ella, pero yo era yo, yo estaba como una cabra, ella era la
centrada, éramos como el yin y el yang. Hasta que aparecieron los demás era a la única persona que
consideré mi familia. No debí,
de tía Joanh leyendo un libro plácidamente. Yo estaba demasiado enfadada como para
disimular.
dormitorio —Creo que si Katy hubiera abierto más la boca se le había desencajado la
mandíbula. Me tumbé en el otro sofá, puse los pies por encima del respaldo y coloqué la cabeza casi
rozando el suelo y los brazos en el pecho, la postura de murciélago me servía para pensar. Al cabo de al
menos unos cinco minutos Katy habló, empecé a pensar que había entrado en shock.
—Sí, estaban los dos muy juntitos, de hecho ella ni se percató de que entré en la
habitación.
—Los gemidos no eran mucho de dolor, la verdad. Me voy a la cama. Buenas noches. —Me levanté y me
fui a mi dormitorio, dejando a Katy en la misma pose sin
Esa noche soñé, hacía mucho tiempo que no soñaba, últimamente simplemente me
acostaba y me despertaba como si la noche hubiera durado tan solo unos segundos, y
durara el tiempo de abrir y cerrar los ojos. Me dormí pensando en la imagen de mi amiga con Ahharu, no
me lo podía acabar de creer. Sinceramente entendí perfectamente que Katy no lo procesara, no tenía
ningún sentido, ese ser podía estar con cualquier chica del centro que desease. Yo quería con locura a mi
amiga Liliam, pero eso no quitaba que no reconociera que no era demasiado atractiva, ella siempre decía
que su mayor belleza residía en su intelecto.
Soñé que estaba justo delante de la puerta del dormitorio de Liliam, que abrí la puerta como hacía tan
solo unos instantes, pero en esta ocasión del cuello de Liliam corrían dos pequeños hilos de sangre.
Ahharu me miró, sonrió y siguió bebiendo de ella como si fuera una lata de refresco, corrí a intentar
ayudarla, pero cuando intenté tocarla mi brazo atravesó sus cuerpos, miré por la ventana aterrorizada y
me vi a mí misma corriendo por el patio en dirección a mi casa. La cara de Liliam estaba empezando a
perder todo tono de vida, sus mejillas habitualmente sonrojadas y regordetas estaban pálidas. Liliam
tenía los ojos en blanco, un gesto de dolor inundaba por completo su semblante, gemía porque creo que
era la única cosa que podía articular. Me volví para ver la cara de Ahharu, tenía los ojos inyectados en
sangre, las pupilas negras como el betún, del interior de su boca salían unos enormes colmillos que
estaban clavados en la blanca piel del cuello de mi pequeña e indefensa amiga. No podía seguir mirando
esto, tenía que despertarme, no podía ser real, debí de haberlo sospechado.
—¡Helen, Helen! ¡Despierta, por favor, despierta! —los zarandeos de Katy me sacaron de esa horrible
pesadilla. Salí de la cama de un salto y fui corriendo a la habitación de Liliam con Katy pisándome los
talones, nunca en mi vida había corrido a tanta velocidad, casi no noté el suelo bajo mis pies descalzos,
solo pensé en llegar, salvarla y patearle el culo a ese impostor de pacotilla con cara de angelito. Abrí la
puerta de un empujón sin usar el pomo, no pude detenerme, iba demasiado rápido y la
derribé. Mi amiga estaba sentada en la cama, con la cara aun más pálida de lo que recordaba en mi
visión, dando un grito ensordecedor y arrojándome la lámpara de la
—¡¡¿¿Se puede saber qué estás haciendo??!! ¡¡Deja de ver películas de ninjas o me vas a volver loca!! —
me gritó. Katy llegó a los pocos segundos casi sin poder respirar y medio transformada en licántropo. Me
acerqué a mi amiga, le cogí la cara y se la giré para descubrir las dos marcas de los dientes de Ahharu.
—¡¿Qué es qué?! —continuó gritándome. Me levanté tomé el espejo que tenía encima de la repisa y se lo
acerqué. Ella se miró el cuello extrañada, y se vio los dos minúsculos puntitos rojos que tenía en un lado
del cuello.
—¡Helen, como hayas tirado mi puerta abajo y, lo que es peor aún, como me hayas
despertado solo porque me han picado los mosquitos vas a estar en serios problemas,
—¡No son mosquitos, te vi anoche, estuve aquí, él estaba contigo y luego en mi visión te estaba drenando
como a un acuario! —Le grité aun más fuerte de lo que lo había hecho ella. Katy seguía la conversación
como si estuviera viendo un partido de tenis.
—intentó calmarme, pero yo sabía que lo que había visto era cierto, cuando cogiera al angelito de las
narices se le iban a quitar las ganas de hacer de insecto nunca más.
—Helen, vayámonos, tenemos que preparar el viaje, ¿recuerdas? —me dijo Katy.
—Oh, nada, vine para decírtelo, nos iremos unos días porque se ha muerto un amigo de Gordon en Isla
Rubí —le mentí.
—¿Querrás decir Isla Esmeralda? —me corrigió.
—Sí, eso, sabes que nunca fui buena con la geografía. Te quedarás al mando de todo hasta que volvamos,
ten mucho cuidado —le advertí.
—Sí, Helen, te prometo que cuando vengan a arreglar la puerta que has destrozado
pediré que instalen mosquitera si te quedas más tranquila —me dijo sonriente y recuperando un poco el
color en sus mejillas.
—¿Qué coño ha sido todo esto? —me interrogó Katy cuando bajábamos las
—Sé lo que he visto, no estoy loca, y no fue una pesadilla, era real, las marcas son reales. No me fio de
ese Ahharu, es un demonio vampírico, ¿nadie se ha preguntado cómo se sigue alimentando? Porque a
partir de ahora yo tengo una leve idea.
—Helen, has corrido más rápido que yo, he tenido que transformarme para poder
acercarme un poco a ti. ¿Cómo lo has hecho? —su cara fue una mezcla entre alucine y
preocupación.
—Ni idea, tan solo tenía prisa. Vamos a buscar a Ibhi y a decirle que se viene con
lado del muro que protegía el instituto de supuestas agresiones y de mirones y el que había quedado más
que claro que valía para muy poco. Allí estaba escuchando música
—¿Bueno y ahora qué queréis? —nos preguntó sin abrir los ojos.
—Tienes que hacer las maletas, nos vamos de excursión unos días y has sido elegida para venir —le
soltó Katy. Entonces abrió los ojos de par en par y nos miró, se puso en pie de un brinco, se sacudió el
culo de su desgastada falda gris y nos dijo:
—«Helen, peligros inminentes te aguardan. No creas todo lo que ves, sigue a tu corazón. La batalla está a
punto de comenzar, prepárate y que no logren separarte de tus amigos».
La chica movió la cabeza a ambos lados deshaciéndose de lo que fuera que la había poseído.
—¡Odio, detesto, aborrezco que hagan eso sin mi permiso! Desde luego quien quiera que sea te quiere
mucho, porque no veas si es pesada. Voy a recoger mis cosas.
—En el aeródromo que hay fuera del instituto a las nueve de la noche —le contesté aún un poco
trastornada, porque era la primera vez que escuchaba hablar a un ente y la verdad es que acojonaba tela.
El día transcurrió con normalidad. Katy quiso saber por qué le había mentido a Liliam sobre nuestras
verdaderas intenciones y lo cierto era que ni yo misma lo sabía, algo me avisó en mi interior de que no lo
hiciera y si algo había aprendido a era a dejarme guiar por mi instinto. Conseguí hacer un brebaje
protector y engañar a mi amiga para que se lo tomase. No supe si funcionaría para que ese bicho raro no
volviera a intentar bebérsela, pero al menos su sangre le sabría a rayos por unos días, que era el tiempo
que necesitaba para estar de regreso y desenmascararlo.
luego apareció Gordon con una maleta casi más grande que él, sinceramente no es que se cambiara mucho
de ropa, no me esperaba que fuera a viajar con tantísimo equipaje.
Empecé a impacientarme, era la hora de irnos e Ibhi no llegaba, me daba miedo dejarla atrás, y más
después de lo que acababa de descubrir acerca del señor director y sus gustos culinarios. Me di por
vencida, Gordon nos dijo que se acercaba una tormenta y que teníamos que salir ya, así que nos
montamos en el avión y cerraron las puertas. Me acomodé en una silla junto a la ventana, desde mi última
experiencia con las alturas no lo había vuelto a intentar y hacerlo montada en algo que no controlaba no
me hizo sentir más tranquila exactamente. Despegamos en cuestión de segundos, recosté el sillón y me
puse a mirar el techo pensando en esa pequeña médium que habíamos dejado atrás, cuando de pronto la
cara de Ibhi apareció frente a mí sonriente, colocada al revés, dándome un susto de muerte.
—Fácil, soy medio Banshee, ¿recuerdas? Mitad humana, mitad espíritu y ninguno
de los dos. O sea, que se me da bien eso de atravesar cosas —contestó como si acabase de decir que
podía hacer barquitos de papel. Se sentó ocupando dos asientos, se puso los cascos y cerró los ojos. Me
estaba empezando a caer bien esta chavala.
vaticinó Gordon, nos metimos en medio de una tormenta. Katy no separó la espalda del sillón ni un solo
segundo y desde que subió se agarró a los reposabrazos como si alguien fuera a intentar quitárselos. Eric
tuvo la mandíbula tensa todo el tiempo, lo vi demasiado incómodo. Al contrario, Gordon roncaba como
un oso e Ibhi estuvo entretenida con su música mientras jugueteaba con el cable de los auriculares
pasando del mundo. A los pocos segundos un hombre salió de la cabina del piloto con un uniforme del
ejército puesto y unas gafas que le cubrían la cara.
—¡Levantaos, tenemos que abandonar el avión! —nos ordenó, a la vez que nos tiró a cada uno un
paracaídas y nos mandó que nos lo pusiéramos.
—¿Qué sucede? ¿Por qué nos tenemos que ir? —gritó Gordon. El hombre se quitó
el casco y para mi gran sorpresa nuestro piloto no se era otro que Ahharu. Estaba casi segura de que nos
estaba llevando a una trampa, no me fiaba de él, pero al contrario de mí, el resto de mis acompañantes no
sabían volar y dependíamos de él.
—Son arpías, están atacando el avión. Al principio pensé que era debido a la tormenta, pero su olor es
inconfundible, o saltamos o derribaran este artefacto —
concluyó.
—¡Rápido, haced lo que dice! Hace rato que estoy detectando un olor nauseabundo que no acababa de
reconocer —explicó Katy. Gordon corrió como nunca
lo había visto antes y se intentó poner el cacharro ese lleno de cuerdas sin mucho éxito.
Eric lo ayudó y se colocó el suyo también. Katy no tenía ni idea de cómo ponérselo,
pero era demasiado orgullosa como para pedir ayuda. Ahharu se le acercó, la cogió por la cintura y le
metió el lio de cuerdas entre las piernas con sumo cuidado. Los colores de la cara de Katy fueron
pasando del rosita al rojo carmín, cuando llegó la hora de abrocharle los cinturones a la altura del pecho,
él tuvo sumo cuidado con rozarla lo justo para alterarla aún más que si la hubiera manoseado, este bicho
asqueroso tenía la habilidad de volver locas a las mujeres con un solo roce. Cuando terminó con ella,
Katy ya estaba suspirando por sus huesos, miró a Ibhi, que ya lo llevaba perfectamente puesto y
abrochado, y de nuevo se paró en mí.
—¡Ni se te ocurra, señor guaperas, no necesito de esos para volar! —le grité mientras él abrió la puerta
y, acto seguido, unas gigantescas alas negras entraron en la cabina de pasajeros tirando a Ahharu al suelo.
Detrás de esas malolientes alas entraron unas patas de buitre gigantescas con garras afiladas y llenas de
restos de carne, el cuerpo era el de una mujer con el torso al descubierto, y un pico por nariz y boca que
emitía unos graznidos ensordecedores bastante molestos, pero solo eran eso, molestos.
Sin embargo, en Ibhi no causaban el mismo efecto que en los demás, ella tenía tapados sus oídos con las
manos y estaba tirada en el suelo sin poder moverse, el cacharro cada vez se bamboleaba más. Me costó
mantener el equilibrio, la arpía entró por completo
en el avión, podía medir más de dos metros, casi le chocaba la cabeza con el techo del avión, y comenzó
a dar picotazos a todo lo que se le ponía por delante. Ahharu la enfrentó recibiendo un brutal golpe en el
brazo dejándoselo ensangrentado en una herida bastante fea.
—¡Eric, intentaré sacarla de aquí, cuando esté fuera coge a Ibhi y a los demás y
que abandonen el avión antes de que nos estrellemos! —le grité a mi elfo preferido, pero por lo visto
Katy ya tenía su propio plan, se transformó delante de la criatura que abrió sus horribles ojos negros de
par en par al verle la cara de mala leche a la loba, la cual salió corriendo hacia ella y la arrojó al abismo
tras un empujón. Katy se volvió sonriente y satisfecha consigo misma, pero en ese instante una de las
patas de la arpía la agarraron y desapareció de mi vista.
—¡¡Noooo!! —grité mientras me lanzaba como una bala detrás de ellas, dejando
tras de mí a un atónito Ahharu, el cual por su expresión deduje que no tenía ni idea de mi pequeña
habilidad para volar.
Estaba todo demasiado oscuro, no lograba ver nada, si ese bicho se llevaba a Katy a su guarida estaba
muerta, tenía que pensar con claridad, pero qué. En ese momento
El aura, eso era, me concentré y a lo lejos pude distinguir una figura alada rodeada por un color rojo
oscuro, pero lo suficientemente brillante como para guiarme, y debajo de ella colgaba otra figura que no
paraba de moverse de color azul turquesa muchísimo más brillante y llamativo. Volé a toda velocidad
hacía donde se encontraban, cuando la tuve a una distancia prudencial le lancé una bola de fuego y le di
en una de sus repugnantes alas, creándole un pequeño incendio que al iluminar la noche me reveló a otro
grupo de arpías que se estaban acercando a nosotras peligrosamente. Ante el dolor que le había
ocasionado, la arpía soltó a su víctima, que cayó precipitándose a la nada. Corrí todo lo que pude para
alcanzarla, cuando estaba a escasos milímetros de conseguirlo, algo me agarró del pie y me lanzó de
nuevo hacia
arriba, tan solo pude escuchar cómo el cuerpo de Katy chocaba bruscamente contra el
mar, y la siguiente vez que miré hacia abajo dejé de ver su aura.
Un grupo de arpías me tenían rodeada, comencé a tirarles bolas de fuego por doquier, pero con el ruido,
los gritos y la luz vinieron más de ellas. En esta ocasión no fue como con los trolls, estos bichos no tenían
el poder de regenerarse, cuando les daba, les dolía y las dañaba, pero continuaban aguantando el dolor e
intentando embestirme con más fuerza si se puede. Me estaba empezando a debilitar, hacía demasiado
tiempo que no entrenaba, nunca había disparado tantas bolas de fuego juntas y menos durante tanto tiempo
seguido. Recordé el encuentro con mi madre y me aproveché de la tormenta que nos rodeaba. Invoqué un
gran rayo que descendió, como
ya sabía que ocurriría, hasta las yemas de mis dedos. Las arpías se asustaron ante mi nuevo ataque, las
había cogido desprevenidas, esta era mi única oportunidad, era ahora o nunca y no me podía permitir el
lujo de perder, tenía que encontrar a Katy. El rayo se bifurcó en muchos rayos chiquititos que acertaron en
el pecho a más de diez de ellas haciéndolas caer al mar con unos gritos aterradores. Estaba muy cansada,
volar, tirar bolas de fuego y lanzar rayos estaba acabando con la poca energía que me quedaba, cada vez
volaba más bajo. Miré al frente y vi a las cuatro arpías que aún quedaban en pie dirigirse rápidamente
hacia mí. Intenté un último esfuerzo, imaginé una enorme bola roja que las engullera de una vez por todas,
pero en su lugar solo fui capaz de crear una pequeña bolita incandescente. Cuando ya lo di todo por
vencido oí el silbido de unas flechas que provenían desde mi espalda que dieron certeramente en medio
de los ojos
a los cuatro seres que me hostigaban, haciéndolas caer al mar junto con el resto de sus
compañeras. La vista empezó a nublárseme, las fuerzas me habían abandonado y, al igual que mis
agresoras, caí al abismo del frío y oscuro mar.
Capítulo 3
Isla Esmeralda
La oscuridad llenaba todo a mi alrededor, tenía un frío horrible, no lograba ver nada. A lo lejos pude
vislumbrar una figura iluminada por un aura amarilla brillante, era como si una persona luciérnaga se
acercara rápidamente hasta donde me encontraba tumbada tiritando y sin poder moverme. Había perdido
a Sam y a Katy, maté a Peter y a esa pobre inocente chica en las mazmorras, lastimaba a todos los que
quería, mi tía Joanh murió intentando protegerme, la echaba muchísimo de menos. Empecé a
plantearme que lo mejor sería si dejaba de luchar y me rendía de una vez por todas.
Metí la cabeza entre las rodillas e ignoré al ser que se me acercaba, ya me daba todo igual, no me
importaba lo que tuviera pensado hacerme, ya no quería seguir luchando.
—Helen, no ha llegado tu hora. Tienes muchas cosas que hacer aún, tu destino está
La voz de una mujer me habló de manera afectuosa y me rozó la mejilla con la mano, me inundó con su
amor y calidez, levanté la vista y vi la figura de Joanh mirándome preocupada. Me levanté como pude, la
abracé y lloré como una niña chica,
lloré como tantas otras veces había llorado en sus brazos cuando ni siquiera sabía que teníamos la misma
sangre.
—Ya, pequeña, ya. Siento mucho no estar contigo, pero estoy bien, no te
preocupes por mí. Tienes que volver al mundo de los vivos, Helen, muchas personas
—Joanh, no puedo más, todo esto me viene grande. Yo tan solo quise ser normal,
nunca me propuse salvar a nadie, pero si siempre tenías que venir tú a solucionarme la vida cada vez que
la cagaba —le insté. Ella me sonrió, agarró una lágrima que caía por mi mejilla, me miró y agregó:
—Eres la hija que nunca tuve, te he protegido desde siempre. Cuando convertías a
la gente en animales de chica, me costaba mucho borrarles a todos la memoria, y cuando tirabas bolas de
fuego y quemabas medio instituto también era complicado de
ocultar. Pero tú eres así, eres diferente, eres especial, mi niña. Por favor, no te rindas, lucha, cierra los
ojos, regresa y patea un par de traseros por mí. ¿Lo harás? —me besó
—¡Helen, por Dios, respira! —abrí los ojos y vomité medio mar que tenía en los
pulmones, estaba temblando de frio. Alguien me acurrucó y me tapó con una sudadera
empapada también, pero el contacto con el calor del otro cuerpo me ayudó a espabilarme un poco. Me
tenía cogida por la espalda y sus enormes alas grises nos rodeaban a ambos, estábamos al lado de la
orilla de una playa, cuando miré al agua pude ver algunos cuerpos de las arpías flotando inertes.
Entonces reaccioné.
—¡Katy! ¿Dónde está Katy? Vamos a buscarla, corre —le dije a Ahharu
girándome y encontrando sus ojos. Tenía el pelo mojado, algunas gotas de agua goteaban aún de su
flequillo, el frio hizo que le saliera vapor al respirar, me miró apesadumbrado.
—Helen, es demasiado tarde, es imposible que haya sobrevivido a una caída así,
—¡No! Estás equivocado, ella puede, sé que puede, no puedo perderla a ella también, ¿entiendes? ¡¡No
puedo!! —le grité y le golpeé repetidas veces con mis puños en el pecho sin parar de llorar, él me agarró
las manos, las apretó contra su pecho y me besó. No fue igual de duro que la vez anterior, en esta ocasión
fue dulce y cariñoso. Yo, sin entender muy bien por qué, le devolví el beso a la criatura que se había
estado alimentando de una de mis mejores amigas a escondidas, sintiéndome todavía peor de
lo que ya lo hacía. Cuando pasó un rato nuestros labios se separaron e intenté esquivar su mirada, no
quise volver a mirarlo porque estaba segura de que me agarraría a él de nuevo y ya nunca lo soltaría.
Durante el trayecto ninguno de los dos dijo absolutamente nada, tan solo se oyó el
latir de su corazón mezclado con el mío. Katy no podía haber muerto, sé que buscaría la forma de dar
conmigo de nuevo, siempre lo hacía, tenía que hacerlo.
Eric vino corriendo hasta mí, me abrazó, me levantó del suelo unos centímetros y
me dio un sonoro beso en la mejilla. ¿Qué le pasaba al mundo masculino que me rodeaba? ¿Me habían
visto cara de persona besable o qué? Iba a acabar volviéndome
loca, de eso sí estaba totalmente segura. Ibhi estaba sentada en una roca junto a Gordon, la chica parecía
bastante asustada.
—Bueno, mi lobita es mucha lobita para que unas pajarracas acaben con ella, estoy seguro de que está
bien. El camino de Dark-Hedges que lleva a la mansión Grace Hill está cerca —concluyó Gordon, pero
su voz no decía lo mismo que sus palabras y
la expresión de su cara mucho menos, se le veía realmente preocupado. Eric no dijo nada, se puso al lado
de Ibhi, la ayudó a incorporarse y le tendió su hombro para que caminara. Gordon iba el primero de
todos con paso decidido, estaba segura de que necesitaba soledad y no quise molestarlo. Ahharu se
quedó a mi lado en silencio.
—No te enfades conmigo, sabía perfectamente que lo del amigo muerto era una trola de Gordon, y te
recuerdo que me mandaron especialmente a vigilaros. Tan solo hago mi trabajo, Helen, y entre ellos está
el mantenerte a salvo.
—¿Y a Liliam? ¿Te encargaron también que te la bebieras en plan refresco? —le
—Hace muchos años que no me bebo a nadie sin su consentimiento, Helen —se sinceró acelerando el
paso.
Llegamos a la entrada de un camino con hayedos en sus lindes, estos estaban plantados de tal manera que
formaban un túnel interminable con sus ramas más altas, las que se entremezclaban las unas con las otras
dejando todo el camino casi totalmente a oscuras. Las sombras de la luna que reflectaban las ramas en el
suelo dejaban dibujos extraños a su paso.
sobre él. Entre ellas se dice que la Dama Gris se aparece a los que se atreven a cruzarlo de noche —nos
explicó Gordon.
—Helen, este lugar me pone los pelos de punta, hay demasiada muerte, miedo y desolación en él. No sé
qué podemos encontrarnos si nos adentramos, te recuerdo que
yo veo espíritus y que todos no son igual de agradables —me razonó. Sinceramente, si yo estuviera en su
lugar también tendría mis dudas, parecía la entrada a otra dimensión, se asemejaba a la entrada al
mismísimo infierno.
—Te puedes quedar aquí si quieres, no puedo obligarte a entrar —le sugerí.
fantasmas aquí y es a lo que hemos venido, ¿no? —me respondió guiñándome un ojo y
haciéndose la valiente.
Gordon, Eric con Ibhi y yo al final. Todavía no había recuperado del todo mis fuerzas, pero preferí ser yo
la que estuviera expuesta.
—En serio, esto da muchísimo miedo —dijo Ibhi, la cual se aprovechó y se agarró
aun con más fuerza al brazo de Eric, que sonrió orgulloso por tener la oportunidad de ser un galán. Me
alegró verlo de nuevo ser él.
A cada paso que dimos las sombras nos fueron cubriendo un poco más. Una sensación de frío me llenó
por completo los pulmones. Ibhi tenía razón, había algo en aquel camino que olía a muerte y
desesperación. Los arbustos atravesaban casi de linde a linde, los hayedos de Isla Esmeralda eran casi
iguales a los que había en el bosque de los elfos, con la notoria diferencia de que estos se abrazaban en
sus copas los unos a los otros y los del bosque de Titania intentaban tocar las estrellas. La sensación que
tuve al entrar en el bosque de Otzarreta fue la de un sitio mágico y de fantasía, sin embargo, cuando entré
aquí, mis sentimientos fueron los de tristeza. Oímos un chasquido de unas ramas a nuestra derecha y nos
pusimos en guardia.
—¿Has visto algo? —le preguntó Ahharu a Eric. Este negó con la cabeza, pero juré que pude ver las
orejillas del duende aun más en punta de lo que ya eran habitualmente. Gordon se escondió detrás de mí,
seguimos andando, acelerando el paso. Estaba deseando terminar aquel interminable pasillo tenebroso,
me recordó a la película de Sleepy Hollow, solo le faltó que un jinete sin cabeza surgiera de la nada
envainando su espada.
—Gordon, te estás sugestionando, no hay absolutamente nada, sigamos —le dijo Ahharu. No me gustó
que este ser, por muy adictivo que fuera, le diera órdenes a mis amigos.
—Gordon, ponte a mi lado, no te preocupes —le dije sonriente. A los cinco minutos volví a escuchar
otro ruido, pero esta vez venía del otro lado del camino.
Una figura saltó de entre los arbustos y se agarró a Gordon con fuerza mientras este gritó como un loco.
—¡¡Quitádmelo, quitádmelo!! — chilló una y otra vez con los ojos cerrados, intentado defenderse dando
manotazos al aire. Por fin abrió los ojos cuando escuchó nuestras carcajadas.
Sin lugar a dudas, tan solo se le podía ocurrir a Katy salir de manera tan extraña y teatral, tenía aguantado
a Gordon por la espalda y le estaba haciendo la puñeta para que no se pudiera dar la vuelta y descubrirla,
pero al pequeño gnomo estaba a punto de darle un infarto, así que la paré entre risas como pude.
—Por favor suéltalo, seguro que él también se alegra de verte —le rogué.
—¡Serás mala persona! —la amonestó Gordon cuando la vio y acto seguido se cruzó de brazos enfadado,
tal y como solía hacer cuando no estaba enojado de verdad, visiblemente mucho más tranquilo al
descubrir quién era su agresora. Corrí al lado de mi licántropa favorita y le di un gigantesco abrazo.
—Creo que tienes que ir a mirarte urgentemente ese complejo de osito amoroso tan desagradable que
tienes, Helen —me dijo mientras me separaba de ella. Ahharu estaba alucinando, sabía que él no hubiera
apostado ni una de sus plumas por volver a verla con vida, las cuales, al contrario que Sam, siempre
llevaba a la vista de todos. Él no sabía aún de lo que éramos capaces de hacer y eso me alivió, siempre
era mejor que nos infravaloraran por lo que pudiera suceder, aunque algo en mi interior me decía que no
me fiara al cien por cien de él.
—Nuestra Katy es mucha Katy, señor director —respondió Eric antes que ella dándole un pequeño y
cariñoso puñetazo en el hombro a Katy.
—¿Dónde está ese fantasma que ha hecho que fastidie mi peinado y que tenga
En ese instante algo le sucedió a Ibhi, se puso tensa, ya Eric no la tenía sujeta. La Banshee había dado
unos pasos hacia atrás cuando se cayó al suelo y, antes de que pudiera acercarme a ayudarla, se
incorporó sin mover ningún músculo de su cuerpo, como si de una marioneta guiada por invisibles hilos
se tratase. Se puso de nuevo en pie y se elevó unos centímetros de las piedras del camino con los brazos
extendidos y la cabeza agachada, levantó la vista dejándonos ver que sus ojos ya no eran del bonito color
del que eran habitualmente, tenía una nube blanca en su interior que los cubría y los privaba de tono
alguno, su cara había dejado de tener cualquier atisbo de personalidad y sus pelos comenzaron a flotar en
el aire como si estuviera en una pequeña burbuja a la que le hubieran eliminado la gravedad. El resto nos
miramos ante aquella escena sin saber muy bien qué hacer o qué decir hasta que Gordon nos gritó.
Gordon rápidamente se cubrió las orejas con ambas manos y se tiró al suelo en posición fetal. Ninguno
comprendimos muy bien lo que estaba sucediendo. Katy y Eric
imitaron al gnomo, yo no pude hacer más que simplemente quedarme quieta a esperar
lo que quisiera que fuera a ocurrir, así que permanecí en pie inmóvil hasta que Ahharu me agarró y me
tapó él mismo con su cuerpo y con sus manos. Entonces el grito más
ensordecedor que había escuchado en mi vida resonó dentro de mi cabeza, el llanto más aterrador me
inundó el alma por completo. La pena, la muerte y la rabia venían de la mano de ese grito desolador.
Entre las plumas que me rodeaban había un hueco lo
suficientemente grande como para permitirme ver la figura de Ibhi llorando lágrimas de sangre, con la
boca abierta de manera inhumana, emitiendo aquel espantoso sonido. De pronto, tal y como empezó,
terminó y el silencio más sepulcral embargó todo aquel escalofriante lugar.
Me levanté y fui corriendo hasta el cuerpo de Ibhi que yacía en el suelo, la zarandeé e intenté que se
despertase.
—¡Ibhi, Ibhi, despierta pequeña! —le dije, mientras ella recobraba poco a poco el
conocimiento.
—¡Helen, corre, ven! —Me giré y vi a Katy al lado de Ahharu en cuclillas observándolo. Eric se quedó
junto a Ibhi mientras que Gordon y yo fuimos a ver qué le pasaba a mi extraño nuevo ángel de la guarda.
Ahharu estaba sentado en la misma posición en la que lo dejé. Me puse a su lado, y vi que de los oídos le
salían dos hilos de líquido negro. Intenté levantarlo, pero cada vez que se ponía en pie se caía de
nuevo. Fue la primera vez que lo vi realmente indefenso y desconcertado, y era por mi culpa, pensé que
tendría una seria charla con Liliam cuando regresara al instituto, alguien no me había dicho toda la
verdad y estaba empezando a dudar que el mentiroso fuera él.
—El equilibrio reside en la parte interior del oído y ahora mismo nuestro amigo
—Ese no es nuestro mayor problema, Ahharu tiene la misma fisiología que Sam,
se curará en unos segundos. Lo que realmente me alarma es que Ibhi haya cantado la muerte de uno de
nosotros —dijo Gordon pensativo.
Ahharu poniéndose en pie como buenamente pudo. Me situé a su lado, lo agarré y lo ayudé a caminar. Él
me miró extrañado.
—¿Por qué me ayudas, Helen? —me preguntó, esbozando una sonrisa e intentando
disimular su dolor.
—Porque Helen se vuelve loca por las alitas, por eso —dijo Katy dejándome totalmente abochornada
para variar, pero me alegré de volver a tener la oportunidad de detestarla.
Eric ayudó a Ibhi a incorporarse, la chica no pareció acordarse de nada de lo sucedido, así que preferí no
sacar el tema por el momento, creía que ya estaba bastante asustada como para hostigarla aún más.
Sinceramente, yo también deseaba salir de aquel lugar, desde que entramos supe que algo o alguien nos
vigilaba y mientras que permaneciéramos allí seríamos un blanco fácil para cualquiera. Mantuve mi boca
cerrada el resto del camino.
—¡Ya veo la salida! —exclamó Eric que aún sostenía a Ibhi. Me adelanté al resto
para ver que estuviera todo despejado, con Ahharu pegado a mis talones. Cuando las
ramas de los árboles dejaron de cubrirnos la cabeza unas horribles garras aparecieron de la nada y
tomaron al ángel por los hombros. Casi no tuve tiempo de reaccionar, pero por instinto le lancé una bola
de fuego a las alas haciendo que la arpía soltara a su presa, que cayó no muy lejos de mí. Al mirar hacia
donde se marchaba, pude ver a los lejos cómo otro grupo de ellas venía a por nosotros. Había una casa
cerca, pero no lo suficiente, estaba segura de que Gordon e Ibhi no conseguirían llegar a tiempo.
—¡No os mováis de donde estáis! —les grité, pero era demasiado tarde, Katy ya estaba a mi lado en su
forma lobuna espeluznante y Eric tenía esa mirada de angustia en la que se preguntaba qué hacer, si venir
a ayudarnos o si quedarse con el resto. Lo miré directamente a los ojos e intenté desvanecer sus dudas
intentado que comprendiera que debía quedarse donde estaba. Katy me ayudó a incorporar a Ahharu, la
arpía le había
clavado las uñas demasiado hondo, dejando en su lugar unas manchas negras que atravesaban su camisa.
Me miró, se observó la sangre de los hombros, suspiró y nos dijo:
—No aceptan un no por respuesta, la próxima vez que la vea la invitaré al cine —
—A ver señor ligón, ¿algún consejo para acabar con estos bichos? —preguntó Katy.
—Atacarlas de una en una, cuando están en grupo son más fuertes. Necesitamos separarlas, pero mucho
me temo que son demasiadas y el amanecer está a punto de llegar, lo cual es bueno para nosotros porque
ellas se irán, pero bastante jodido para mí, si me permitís recordaros que soy medio vampiro y el moreno
no me sienta muy bien —nos recordó.
Katy se giró levantó su hocico y olisqueó el aire.
—¡¡¡Eric, trae al abuelo de Heidi y a la niña gritona hasta aquí, rápido!!! —gritó
Katy. Fue tan convincente a la hora de dar la orden que Eric obedeció en el acto, cargó en un hombro a
Gordon y en el otro a Ibhi y corrió hasta nosotros. Yo no comprendí absolutamente nada, pero ella de
repente cambió su morfología y nos sonrió satisfecha.
—¡Tres, dos, uno, ahora! —En el momento en el que terminó de contar, un grupo
de caballos negros con crines amarillas y los ojos color del fuego se materializaron a nuestro lado. Katy
cogió a Gordon por la cabeza y lo subió a la grupa del espléndido corcel en el que se había subido de un
salto, dejándolo tumbado en la grupa como el
que lleva un saco de patatas, mientras este gruñía y protestaba hasta que pudo sentarse.
Las arpías estaban a punto de llegar, esperé que Katy realmente supiera lo que estaba haciendo y no se le
hubiera ido la olla de repente. Eric la imitó, agarró a Ibhi con muchísima más delicadeza de lo que Katy
lo hizo con su acompañante y la incorporó
también encima de otro caballo situándola entre él y la cabeza del potro. Ibhi estaba aún un poco aturdida
y creo que demasiado avergonzada por la situación, Eric la tenía fuertemente agarrada por la cintura, se
puso como un tomate y no se movió un solo milímetro. Había un tercer caballo que me miró y me dijo:
Era la primera vez en mi vida que escuchaba a un caballo hablar. Aunque me costó
salir de mi asombro, salté y agarré las crines del caballo, Ahharu se subió detrás de mí y me agarró con
fuerza. Unos horribles gritos empezaron a sonar más cercanos de lo que me hubiera gustado.
Los caballos empezaron a galopar a una velocidad vertiginosa, fue como si sus patas no tocasen el suelo,
pero aun así las arpías nos seguían de cerca, graznando a más no poder. Una de ellas se acercó
demasiado al caballo de Eric y me vi obligada a dispararle otra bola de fuego, pero antes de que ni
siquiera pudiera conjurarla una flecha silbó en mi oreja y le atravesó el corazón haciéndola caer al verde
prado en el que nos encontrábamos. Miré por el rabillo del ojo a mi espalda y Ahharu se había bajado
del caballo sin que me diera cuenta y estaba en pie, rodeado por más de una docena de esas asquerosas
criaturas, lanzando flechas más rápido de lo que mi vista podía seguir. No creí que aguantase mucho
tiempo, bajé hasta la oreja del caballo y le pedí que volviéramos en su busca, pero él me ignoró o no me
escuchó, eso de hablarle a los caballos solo lo había visto en las películas. Atravesamos una valla y nos
detuvimos en seco, tanto que casi salto por encima de la cabeza del enorme jamelgo disparada.
—No es a él a quién buscan, no lo matarán, este lugar está protegido, aquí no pueden entrar —dijo el
caballo sin ninguna señal de cansancio después de la galopada que se acababa de dar.
El ataque de las arpías contra Ahharu era cada vez más brutal, por muchas flechas
que les lanzase y por incontables de ellas que derribase, venían más. Los hombros le seguían sangrando y
hubo un momento en el que las piernas le flaquearon y cayó de rodillas, estaba perdiendo demasiada
sangre, no supe qué hacer, aunque corriese no llegaría a tiempo. Entonces una voz sonó en mi cabeza:
No perdí tiempo en pensar quién me estaba hablando, total, acababa de discutir con un caballo, ya me
esperé cualquier cosa, la verdad…
Al instante el ángel ya en el suelo, de rodillas, se vio envuelto en una bola azul que lo rodeó para su
sorpresa y para el desagrado de las arpías, que aparte de ser feas de narices, no tenían muchas luces, ya
que continuaban dándose golpetazos una y otra vez contra la esfera protectora. Le rogué a la bola que
viniera dentro del perímetro
donde estábamos nosotros y así lo hizo, pero justo antes de llegar, Ahharu cayó inconsciente en el suelo
flotante que lo sujetaba.
Katy se retiró unos metros de la circunferencia azul, creo que con la última toma
de contacto que tuvo con ella fue suficiente, chasqueé los dedos y esta vez, a diferencia de las anteriores,
la bola simplemente desapareció, sin llenarnos a todos de mocos, cosa que supe de sobra que mi amiga
lobuna agradeció inmensamente. Ahharu permaneció tumbado en el suelo con la respiración débil.
¿Podían morir los ángeles vampíricos desangrados? Este tipo no había sido santo de mi devoción, pero
las cosas que había hecho por salvarnos esta noche le dieron bastantes puntos.
Del interior de la mansión que teníamos a nuestra espalda salieron un grupo de personas, en particular un
hombre y una mujer se acercron a nosotros, eran realmente agraciados. Ella era joven, tenía una larga
melena castaña adornada por una diadema
celeste que hacía juego con su vestido y con sus ojos, mirarla era como admirar a una diosa, su tez era
blanca como la nieve y el rosa de sus labios resaltaba de manera juvenil en su rostro, la delataban las
pequeñitas orejas puntiagudas. El hombre que la acompañaba no era menos atractivo que ella, tenía el
pelo corto del mismo tono marrón que ella, unos perfectos hoyuelos a ambos lados de la cara, el mismo
matiz de ojos que ella y una nariz respingona completaban una cara perfecta que ni el mismísimo Miguel
Ángel pudiera haber igualado. Ambos transmitían paz y tranquilidad con su sola presencia, la mujer
levantó la mano y dos fornidos hombres corrieron a recoger a nuestro amigo y a llevarlo al interior de la
casa. Antes de que pudiera gesticular palabra otro personaje apareció en escena, era un vejete licántropo
transformado, que usaba bastón. Cuando llegó a la altura de la peculiar pareja ambos se apartaron para
dejarle paso e inclinaron la cabeza cuando lo tuvieron enfrente.
—No te preocupes, Helen, lo cuidaremos bien, mi gente lo llevará a un sitio donde no le pueda dar la luz,
en un rato podréis visitarlo. Mientras, os ruego que os acomodéis, mucho me temo que el viaje no ha sido
fácil para ninguno y según puedo ver en la joven Banshee, creo que ahora mismo tenéis problemas
mayores que unas simples magulladuras en un inmortal —dijo el hombre lobo pillándonos a todos por
sorpresa. Simplemente asentí y obedecimos todos, preferí no meter la pata con mis preguntas, estaba
segura de que Gordon sabía de quiénes se trataba y ya me encargaría de interrogarle más tarde. Me volví
para agradecerle a los caballos que nos ayudaran a escapar, pero habían desaparecido, no me di cuenta
de cuándo se habían marchado.
La casa tenía una puerta de entrada blanca con escalones, poseía cuatro ventanales
a cada lado de esta y justo encima otra ventana más grande de medio arco, el techo
estaba compuesto por pequeñas tejitas marrones. Todo lo que rodeaba a la casa era verde, había grandes
setos por todas partes, pero nada tan espectacular como el caminito de los hayedos que nos habían
conducido hasta aquí. Por dentro la casa se veía muy acogedora, la sala principal era un salón con una
chimenea central y el suelo de madera, al fondo se veían unas escaleras que supuse que llevaban a las
habitaciones, olía a hogar allí dentro.
—Dana, llévalas a sus aposentos, por favor, yo me quedaré aquí con el señor Gordon y el caballero Eric
poniéndome un poco al día de las novedades de nuestros hermanos vecinos —le dijo el licántropo a la
joven mujer que nos había recibido. Esta nos indicó que la acompañáramos a subir las escaleras. Si soy
sincera pensé que este extraño hombre no tenía de mucho de lo que ponerse al día porque era como si
supiera al dedillo la vida y obra de cada uno de nosotros, incluso mejor que nosotros mismos.
«Si él sabía tanto de todo, a lo mejor conocía el paradero de Sam, tenía que hablar
pero nada que ver con nuestra anterior escapada al motel de carretera, todo olía a flores, estaba
perfectamente limpio y ordenado, incluso daba pena sentarte y deshacer las mullidas camas.
podéis bajar a desayunar —nos dijo Dana sonriente con una voz cantarina y melódica.
sacar absolutamente todo lo que colgaba de las perchas, como si fuera una loca en las rebajas. Ibhi se
tumbó en la cama del centro y yo me quedé un rato en pie contemplando a mi amiga lobuna hacer la cafre
con el guardarropa, sin poder dejar de pensar en ese hombre que tenía justo debajo de mis pies y que
parecía tener las respuestas a todos nuestros problemas.
—Son monísimos, me pido quedarnos a vivir aquí lejos de la petarda de tu amiguita Liliam —me dijo
Katy mientras se ponía una ropa tras otra y se miraba en el espejo del baño.
—Katy, hay algo que no me cuadra. ¿Cómo sabías que los caballos esos invisibles
venían a ayudarnos? — le pregunté a Katy, que se giró divertida, me miró mientras se tocaba la nariz y
me dijo.
—¡Elemental, mi querida Helen! Los olí, no podía verlos pero estaba segura de que se estaban acercando
a nosotros, reconocí que eran caballos por el tufo y ¿desde cuándo los caballos son malos? Además, me
caen bien —me respondió sonriente mientras siguió probándose ropa dejándome con cara de estúpida.
—¿O sea que no tenías ni idea de si esos bichos iban a pasar por nuestro lado a
hacer pipí en un arbusto o a rescatarnos? —exclamé.
—Ibhi, haz el favor de recordarme la próxima vez que me dé por escucharla que
directamente me entregue y acabaremos antes, por favor. —Pero Ibhi ya estaba en los
brazos de Morpheo y por su integridad sicológica decidí que lo mejor había sido que
no la hubiera escuchado o estuve segura de que empezaría a cuestionarse el haber venido con esta
pandilla de frikis. Preferí ignorar a Katy que continuó canturreando alegremente en el baño e imité a mi
nueva amiga Banshee metiéndome en la cama y dormí tranquila por una vez como no lo había hecho en
demasiado tiempo.
Recuerdo que esa noche soñé con Sam, supe desde el principio que era un simple
sueño porque no podía ser verdad tanta felicidad junta, o al menos, no en mi día a día.
Fue como si nunca se hubiera ido. Estaba reconstruyendo el castillo Güell junto al resto, se reía y
bromeaba con dejar que Katy le diera un mordisco a Gordon solo para descubrir qué pasaba al mezclar
un gnomo con un lobo. Pero como todo en mi vida no
tuvo un final feliz… Sam vino hacia mí, me agarró por la cintura y me elevó en los aires, y justo cuando
toqué el suelo con mis pies, Ahharu apareció de repente y me tiró fuertemente de la mano hasta él. Sus
ojos estaban inyectados en sangre. Sam extendió sus negras alas en señal de defensa ante aquel otro ser
que le estaba arrebatando a su amada. Ahharu hizo lo mismo y me echó a un lado para enfrentarlo
también. Mi mundo
se acababa de volver loco, se enzarzaron en una espantosa pelea, pero cada golpe que Sam le daba a
Ahharu, en vez de sentir este el dolor, lo notaba él mismo en su cuerpo, y al contrario, era como si
estuvieran unidos por algo. Intenté detenerlos a ambos, pero no me dejaron mediar, parecía que solo
estuvieran ellos dos en el mundo y esa estúpida pelea de hormonas masculinas, de la que estaba
totalmente convencida no tendría un buen final. Sam introdujo su puño en el pecho de Ahharu, poniendo
este los ojos en blanco y ambos cayeron al suelo, inconscientes. Me acerqué corriendo hasta donde se
encontraban tumbados y descubrí que Sam tenía agarrado con fuerza el corazón aún latente de mi nuevo
ángel de la guarda, que yacía en el suelo, inerte, a mi derecha.
Intenté reanimar a Sam, pero de su blanca camiseta comenzó a brotar un reguero de sangre en donde
debería de estar su corazón. Sam me miró y antes de morir
—¡Helen, Helen, despierta por el amor de Dios, despierta! —escuché a lo lejos mientras la pena y la
culpa me mataban, pero ya no quería despertar. Sueño o no, vaticinio o no, aquella escena me había
superado, tranquilamente podría llegar a suceder en un tiempo futuro y la única responsable volvería a
ser yo. Comencé a verlo todo negro, solo quería descansar, tan solo descansar.
—¿Ibhi, qué pasa? ¿Por qué gritas? —Era Katy la que le estaba hablando bastante
alterada a nuestra nueva amiga. No me gustaba cuando Katy usaba ese tono, a veces podía resultar
inaguantable. Las pude ver a las dos sobre mi cuerpo, me gritaron y me zarandearon, pero «¿dónde estaba
yo?», me pregunte. Intenté mirarme las manos y al igual que aquella vez en el bosque de los elfos, no las
vi, no tuve ni idea de lo que estaba sucediendo. Katy se puso a gritar como loca y a los pocos segundos la
mujer guapita entró en el dormitorio, marchándose rápido. Al momento también las acompañó
el lobo viejo que conocí la noche anterior, este me tomó las pulsaciones, abrió mis ojos, escuchó mi
corazón, se levantó y se dirigió al pasillo donde le esperaba Gordon.
Eric acababa de llegar cuando él salía, Katy e Ibhi estaban llorando a moco tendido, hasta que Katy se
abalanzó sobre mí y me dio un enorme puñetazo en el pecho. Cuando
ayuntamiento cualquiera, lleno de papeles por todos lados, bastante desordenado, con un penetrante olor
a humedad.
—No está, su mente se ha ido de su cuerpo, creo que ha decidido dejar de luchar;
si no vuelve en menos de veinticuatro horas su estado será permanente y su cuerpo rechazará a su alma,
quedando atrapada en el mundo de los espíritus para siempre —le respondió.
No entendí muy bien lo que dijo, yo no lo hice a propósito, realmente no sabría hacerlo de nuevo si me lo
proponía, la verdad, pero si soy totalmente sincera conmigo misma, no me sentí mal, era libre, nadie
podría volver a pasarlo mal por mi culpa. Sam no moriría y Ahharu tampoco, ¿y si esta era la solución a
todos nuestros problemas? ¿Y
si había sido tan sumamente egoísta que no me paré a reconocer que la verdadera responsable de todo
aquel embrollo era yo? Sentí cómo alguien me observaba a lo lejos, me giré rápido y pude distinguir la
silueta de una mujer con el cabello largo y moreno, con un traje gris apagado que tenía una enorme
mancha negra en el costado.
Cuando ella se dio cuenta de que la había descubierto, me miró a los ojos y di un salto
hacia atrás, tenía los ojos blancos, sin vida, sin expresión alguna, estuve segura de que podía verme. Me
dio miedo volver a mirarla directamente a los ojos, pero tenía que descubrir qué estaba pasando y
aquella mujer era la única capaz de verme, así que me llené de valor, respiré hondo y volví a enfrentarla
con la mirada, pero mucho me temo que tardé más de lo debido, porque cuando levanté la vista ya no
estaba. Salí corriendo por el pasillo, y la vi desaparecer por la puerta principal de la enorme mansión
georgiana en dirección al exterior, me sacaba bastante distancia, estaba casi al lado del cercado que
protegía la casa de otros seres sobrenaturales que no eran bien recibidos y pude ver cómo se dirigió al
pasadizo de los hayedos. No perdía nada con seguirla, era incorpórea y a no ser que alguna bruja
estuviera por allí con un hechizo para mandar mi alma directamente al otro mundo, no pensé que fuera
peligroso perseguirla. Antes de salir de la casa pude oír cómo Katy seguía dando puñetazos y
destrozando todo el cuidado mobiliario. Eric pasó a través de mi translúcido cuerpo hasta el jardín,
dándole un puñetazo a una de las paredes de la mansión, tenía los ojos vidriosos y la sangre comenzó a
gotearle por los dedos debido al gigantesco golpe que acababa de dar. Fue entonces cuando me di cuenta
de que no podía rendirme, ellos no se merecían que simplemente dejara de luchar y tomara la vía fácil,
estaban en este embrollo por mi persistente búsqueda de la verdad, así que con ánimo y fuerzas
retomadas me acerqué a Eric, le besé en la mejilla para intentar transmitirle un poco de paz y a
continuación salí volando al interior del oscuro pasadizo que formaban los hayedos del camino Dark-
Hedges.
Capítulo 4
Lady Grey
Dentro de aquel túnel solo pude distinguir sombras, pese a que el sol estaba a punto de salir, el silencio
era sepulcral. Intenté agudizar mis sentidos, sin conseguir resultado alguno, el tiempo, el mundo se detuvo
en el instante en el que entré allí de nuevo. A lo lejos, sentada a los pies de uno de los hayedos que
bordeaban el camino, se encontraba la mujer misteriosa a la que perseguía, tomé aire y me dirigí hacía
ella lentamente para no asustarla y tener que volver a comenzar la maratón. Cuando tan solo nos
separaban escasos metros, la dama misteriosa levantó la cabeza y me miró, cerré
los ojos de miedo sin darme cuenta y cuando los volví a abrir había desaparecido.
Algo me agarró por el hombro y me instó a que me girase. Si tuviera que medir el grado de acojone que
sentí creo que rebasaría con creces cualquier cifra conocida por la humanidad. Me di la vuelta despacio
hasta encontrarme cara a cara con una chiquilla morena, de tez blanca que me sonrió.
—¿Quién eres? —me preguntó con curiosidad abriendo aun más sus enormes ojos
negros. Las manchas de su vestido no estaban y lo más importante sus ojos eran los de una persona
normal, para mi alivio.
—Soy Helen, creo que he venido aquí buscándote —le respondí lo más
cortésmente que pude, devolviéndole la sonrisa. Ella frunció el ceño, me observó detenidamente y
agregó.
—Nunca viene nadie a verme de la manera en la que lo has hecho tú, me resulta
bastante curioso que alguien que posee el poder de separar el alma de su cuerpo necesite ayuda de un
simple fantasma condenado a vagar por este sendero durante el resto de la eternidad.
—¿Separar mi alma? No entiendo lo que dices, no hice nada, tan solo tuve un mal
sueño y cuando desperté mi cuerpo estaba en un lado y mi consciencia en otro —le expliqué.
—Helen, no fue un sueño cualquiera, fue una premonición —El mundo se me echó
encima en el momento en el que oí sus palabras y ella lo notó—. No te estoy diciendo que se vaya a
cumplir al pie de la letra, es diferente, te está avisando de alguna pieza de un puzle que tienes a medias y
no te deja acabar de atar cabos, pequeña, pero para eso te he mandado a mi tataranieta, ella te guiará,
entre las dos seréis capaces de encontrar el camino. No obstante debo advertirte de un gran peligro que
corréis en estos lares…
No había terminado de decir la frase cuando una luz me cegó y algo me jaló fuertemente alejándome a una
velocidad vertiginosa de ella. Pude distinguir su rostro lleno de preocupación y sus brazos extendidos
intentando agarrarme sin éxito. La oscuridad volvió a llenar mi mundo por completo, tan solo sentí un
dolor punzante en el pecho, una bocanada de aire hinchó mis pulmones demasiado rápido como para que
pudiera asimilarlo del todo. Tenía en la boca un dulce sabor metálico que no había probado nunca, a lo
lejos escuché fuertes golpes y gritos que no logré descifrar, el corazón me iba a mil por hora, me
incorporé de la cama de un salto tirando al suelo a la persona que estaba agazapada sobre mí, cuando
algo derribó la puerta del dormitorio en el que me habían alojado solo segundos antes. Era Katy en la
forma más fea de licántropo que la había visto jamás, se abalanzó sobre el bulto que estaba tendido bajo
la cama, lo levantó con una mano y lo estampó contra la pared. Salí de mi ensimismamiento justo a
tiempo de impedir que ella le arrancase la cabeza a Ahharu, la empujé en dirección contraria a él,
lanzándola varios metros fuera de la habitación hacia el pasillo, me agaché e intenté ayudar a mi pequeño
protector a incorporarse. No tenía muy buen aspecto, estaba despeinado, y unos enormes surcos negros
rodeaban sus ojos, tenía los colmillos fuera de la boca, lo coloqué en la cama, pero justo cuando me puse
frente al espejo vi mi reflejo: tenía la boca manchada de sangre, y mis ojos lilas brillaban como nunca lo
habían hecho, estaba pálida como un cadáver. Pasé mi lengua
por encima de mis labios para limpiar la sangre que los cubría y me pinché con mis propios colmillos.
Me olvidé por completo de Ahharu y de Katy y me acerqué aún más
al espejo, realmente me habían crecido de manera excesiva los caninos superiores e inferiores.
—Helen, tranquila, soy yo, no te voy a hacer daño —me dijo Gordon a la vez que
se acercó a mí como si yo llevase puesto un chaleco lleno de explosivos y temiese que estallasen en
cualquier momento.
—Tu alma salió de tu cuerpo Helen, ya llevabas casi un día así, si hubieran pasado más horas nunca
hubieras podido regresar y te habrías quedado en el mundo de
los muertos para siempre —me explicó. Justo en ese momento entró Katy algo magullada gritándome.
—¡Sí, pedazo de desagradecida! Y ese trozo de bulto con alas decidió alimentarse
de la mitad de los cuidadores que lo estaban vigilando y se encerró en el cuarto contigo a hacer Dios
sabe qué. ¡Amiga te vas a tener que hacer mirar esa obsesión tuya por las plumas, en serio!
Ibhi entró corriendo seguida de Eric, y se tiró encima de mí dándome un fuerte abrazo, recordándome lo
que me dolía el pecho, no pude evitar hacer una mueca de dolor que hizo que se apartara rápidamente.
—¿Estás bien?¿Estás herida? ¡No me vuelvas a dejar sola con esta pandilla de majaras, por favor!
¡Prométemelo! —me ordenó.
muerte de alguien, señorita gafe! —se defendió Katy, haciéndome sonreír y enseñar mis nuevos incisivos,
dejando atónito a Gordon y a todos los demás.
—¿Qué te ha hecho esta cosa? ¿Lo mato ahora o espero a que se despierte? —
preguntó Katy mientras sacó sus garras y agarró por el cuello a Ahharu, que aún se encontraba tumbado
inconsciente en la cama.
—¡Deja al muchacho, si ella hubiera estado una hora más en el mundo de los espíritus no estaría aquí
ahora! —ordenó el viejo hombre lobo entrando en el habitáculo, haciendo que este se empezara a quedar
un poco pequeño para tanta gente
junta.
me llevó con él, seguida de cerca del resto de mis alocados amigos.
—Dana, cuida del vampiro y procura que no nos deje sin humanos —mandó
Faoladh a la bellísima dama que nos acompañó a nuestros aposentos la noche anterior.
Nos condujo al despacho donde le vi con Gordon cuando era un espíritu, esperó
tras la puerta y en cuanto la hube atravesado la cerró de golpe, casi dejando a Katy más chata de lo que
ya era.
—Siéntate, por favor —me pidió gentilmente mientras él se colocaba en otra silla
cerca de mí. No comprendí por qué no dejó entrar a los demás, pero si soy realmente sincera conmigo
misma lo preferí, tenía demasiadas preguntas que hacerle y no hubiera sido igual de franca si ellos nos
acompañaban.
—Hacía mucho tiempo que no nos veíamos, pequeña Helen, has crecido bastante
—me sonrió.
—Creo que se está equivocando, nunca he estado en Isla Esmeralda —le corregí.
—¿Ves la librería que tienes a tu derecha? —me señaló— ¿Puedes distinguir la zona negruzca de la
madera que hay abajo del todo? —Efectivamente aquella estantería había pasado por tiempos mejores,
asentí con la cabeza impaciente por ver a dónde nos llevaba esa conversación.
—Lo hiciste tú con dos años, tus padres estuvieron aquí un tiempo cuando eras un
bebé, vinieron en mi ayuda, querían descubrir qué es lo que te pasaba, llamabas demasiado la atención y
sabes que eso en nuestro mundo no es bueno. Ya con dos años
eras capaz de crear magníficas bolas de fuego y de empapar a las gallinas del corral.
Una vez te encontramos subida en el árbol más alto de la finca, a decir verdad, nunca supe cómo
conseguiste llegar hasta allí —Creo que si me hubieran hecho una fotografía en ese momento, hubiera
ganado algún premio de estos de las caras más estúpidas de
YouTube, seguro. Faoladh acababa de tirar por tierra todas las cosas que tenía en mente para preguntarle
y así que simplemente le seguí escuchando perpleja.
—Siempre has sido especial, tus padres querían saber cómo había ocurrido, cómo
una hija de dos brujos, poderosos, pero simples brujos, poseía tales dones y por eso estuviste un tiempo
con nosotros, Dama fue tu cuidadora durante ese tiempo. Tu madre empezó a impacientarse, no le gustó
nunca estar rodeada de gente que no fueran otros brujos, creo que los consideraba inferiores a ella y tu
padre tenía una venda gigantesca debido a lo que la amaba, respetaba y admiraba. Un día simplemente
desaparecisteis
de nuestras vidas y nunca más volví a saber de ti. Escuché hablar sobre la Reina de las Sombras, del
ataque de los elfos y de la huída de Morgana, en un principio no até cabos, pero luego se oyeron rumores
acerca de una chica con dones sobrenaturales superiores a los de cualquier otra persona y fue entonces
cuando tuve la certeza de que se trataba de ti —Eran demasiados datos para asimilarlos a la vez, la
cabeza me iba a explotar, acababa de conocer a este hombre y aún no estaba segura de si podía confiar en
él lo suficiente como para creerle, mi instinto y mi corazón me dijeron que decía la verdad.
—La oscuridad tiene muchos aliados Helen —me dijo como si estuviera leyendo
mis pensamientos—. Tu vida no ha debido de ser un camino de rosas, si te quedas aquí con nosotros te
prometo que te enseñaremos a controlar tus habilidades para poder enfrentarte a esa Reina de las
Sombras que tanto ansía tu poder —Él no era tan sabio como pensé en un principio, no sabía que la mujer
de la que estaba hablando no era otra que la misma mujer que vino hace años a pedirle ayuda para poder
salvarme.
¿Cómo había cambiado tanto su corazón, qué le pasó a mi madre para enloquecer como
lo hizo, sería yo la causa de su trastorno? Mientras todas esas preguntas rondaban silenciosamente por mi
cabeza, Faoladh siguió expectante, observándome a la espera de cualquier reacción por mi parte, tenía
que pensar, debía meditar mi siguiente movimiento y no iba a ser a él al que se lo contara primero, por
mucho que mi corazón dijese lo contrario.
—¿Qué me ha pasado, por qué estaba Ahharu conmigo en el dormitorio y por qué
a mis colmillos les ha dado por hormonarse? —le pregunté cambiando de tema, notando a la vez que le
preguntaba que mis caninos habían vuelto a su tamaño habitual gracias a Dios.
—Los espíritus pueden ser bastante convincentes si se les deja. Lady Grey es nuestro fantasma, todos los
sitios que tienen tantísimo tiempo como este tienen algún espíritu que los ronda, ella en especial lleva
aquí casi el mismo tiempo que esta casa
—me explicó—. Son muchas las leyendas que circulan sobre Lady Grey, hay quienes
dicen que fue una criada que desapareció en circunstancias extrañas, otros cuentan que es un espíritu que
se alejó demasiado de un cementerio escondido que no anda lejos de estas tierras y otros simplemente
prefieren no nombrarla, solo se la ve bajo las sombras de los hayedos del camino y eso es solo si ella
quiere dejarse ver. Es un fantasma muy fuerte y poderoso, pero como todos los entes tiene una debilidad:
odia la soledad, está condenada a vagar sola por estos lugares durante el resto de la eternidad y supongo
que tu desvinculación del mundo de los vivos le dio la excusa perfecta para distraerte e intentar retenerte
junto a ella para siempre, además le has traído a un familiar directo, la joven Banshee desciende de uno
de sus linajes, creo que fue ella la que la obligó en el camino a dar el grito de advertencia ante tu futura
muerte —En ese instante sí que no supe qué pensar o qué creer, me pareció que aquella mujer tenía
nobles intenciones para conmigo, pero si me hubiera quedado algunos instantes más escuchándola habría
muerto, la cabeza me comenzó de nuevo a dar vueltas, empecé a
sentirme mal y acabé finalmente vomitándole a este amable señor en su preciosa y seguramente carísima
alfombra. Katy irrumpió de golpe en la estancia ayudándome a incorporarme y dirigiéndose a Faoladh.
—¡Creo que morir, revivir, que te muerda un vampiro, beber sangre y que te
crezcan los dientes es suficiente por un día, muy señor mío, así que con su permiso o sin él, lo cual me la
trae floja, me la llevo a descansar! —Me agarró de la cintura y salimos de nuevo en dirección al
dormitorio.
—¡Si ese ángel, vampiro o lo que quiera que sea te ha hecho algo va a perder pluma tras pluma! — dijo
dando un puñetazo en la pared.
—No sé muy bien qué ha pasado Katy, estuve con una fantasma que se esconde en
el camino, ella me dijo muchas cosas, solo recuerdo que cuando desperté estaba comiéndome a Ahharu
—las náuseas volvieron a mi estómago, me sostuve la barriga y
me puse la mano en la boca, intentado no volver a echar la primera papilla. Justo en ese instante entraron
Ibhi y Eric en el cuarto. Ibhi se puso al lado mío en la cama agarrándome la mano, mientras Eric
permaneció de pie inmóvil mirándome
preocupado.
—Chicos, estoy bien, de verdad, solo ha sido un susto —sonreí mientras fingía encontrarme
perfectamente.
oscuro. Creo que deberíamos volver al instituto, tengo un mal presentimiento —me explicó Ibhi.
—Yo he visto cosas raras, tienen algunas habitaciones cerradas con llave y tienen
a humanos trabajando para ellos, están bajo alguna especie de hechizo, son como robots, obedecen todo
lo que digan Dana, su hermano o el señor Faoladh. No es que Ahharu sea santo de mi devoción pero no
me gusta que lo tengan encerrado y bajo vigilancia —argumentó Eric.
—Yo tampoco estoy tranquila aquí, pero no sé cómo vamos a regresar sin ayuda,
os recuerdo que nuestro avión está buceando y la tecnología brilla por su ausencia, no hay ni una puñetera
rayita de cobertura en los móviles y ya lo del internet lo dejamos aparte, claro —continuó Katy.
Ciertamente tenían razón, había algo que no acababa de cuadrarme en aquel lugar,
todo era demasiado acogedor, todas las señales nos decían que podíamos estar tranquilos y que era el
lugar más seguro del mundo, pero mi instinto me decía que
siempre que ocurre algo así, resulta ser todo lo contrario, continuaba sin saber qué pensar. Gordon entró
en la habitación dando un gran portazo tras de sí echando humo
—No me libro de ti ni queriendo, haz las maletas, enano, que nos vamos —ordenó
Katy a Gordon dejándolo perdido.
—¿Cómo que nos vamos? De eso nada, Faoladh me está enseñando muchísimas
cosas sobre sus mitos y leyendas, aquí estamos bien —concluyó Gordon haciendo un pequeño mohín de
bebé.
—Gordon, no seas cabezota, tenemos que regresar, el espíritu al que vinimos a buscar casi acaba con
Helen, no hay nada más que podamos hacer en este lugar —le
argumentó Eric.
—Odio cuando tienes razón, vale, avisaré que preparen a Ahharu para el viaje.
No podemos marcharnos sin el director del colegio o esta vez el consejo sí que nos tendrá atrapados por
los huevos —dijo Gordon mientras salía de la habitación, nada contento con el resultado. Eric se
despidió con un gesto de cabeza y lo siguió dejándonos a las tres féminas solas.
—¿Crees que intentarán retenernos contra nuestra voluntad? —me preguntó Ibhi leyendo mis
pensamientos.
—Ibhi, no está bien que te metas en las mentes de los demás sin permiso —la amonesté intentando
parecer más enfadada de lo que estaba para cambiar de tema y no
—¡Ey para el carro! ¿Esta también puede leer los pensamientos de los demás? —
preguntó Katy asombrada mirando fijamente a Ibhi, que empezaba a parecer más pequeña e indefensa que
nunca.
—Sí, puedo, desde que grité en el túnel oigo las reflexiones de las personas que
están a mi alrededor, pero con todo este caos no he tenido tiempo de contároslo —se
disculpó avergonzada.
—Perfecto —agregó Katy más para sí misma que para nosotras—, vamos a hacerle una visita a esa tal
Danita, quiero saber qué sabe. ¿Helen estás bien para ir a hacerle una visita a tu niñera? —me preguntó.
aclaró.
Miré por la ventana y la vi sentada en un columpio que colgaba de la rama de un
árbol, salimos en su busca, pero al pasar frente al dormitorio de Faoladh escuché gritos que no me
gustaron, me paré y puse el oído pegado a la puerta mientras Ibhi y Katy vigilaban que nadie apareciese y
nos pillase infraganti.
estén solas, no son seres inteligentes, tan solo obedecen órdenes! ¡La chica debe quedarse aquí con
nosotros, es su destino, vosotros iros si queréis, pero ella se queda!
—amenazó Faoladh.
—Nos vamos todos, no eres suficientemente poderoso como para retenerla bajo su
voluntad y lo sabes y el resto de nosotros luchará hasta la muerte si lo intentas, nos ganas en número y lo
sé, pero no en fuerza, no lo olvides viejo lobo, así que te lo repetiré por última vez o te lo tendrá que
explicar mi amigo elfo: ¿me puedes decir cómo salimos de esta maldita isla?
dirección a las ventanas del pasillo. Dana estaba luchando contra una enorme criatura de acaso tres
metros de alto seguido por una nube negra de algo que graznaba. A mi espalda estaba Faoladh que
anduvo más rápido de lo que imaginé que podía hacerlo hacía las escaleras, sacó un silbato de su
bolsillo y lo sopló con fuerza, pero no emitió ningún sonido, o al menos no para mis oídos. Katy y Eric
estaban parados con las orejas tapadas como si pudieran oír algo terriblemente fuerte, cuando Faoladh se
hubo alejado y el supuesto sonido también, ambos dieron un gigantesco suspiro.
—Es con lo que controla a los humanos, un silbato mágico, es buen momento para
—No podemos dejarlos solos, ese bicho seguramente ha venido a buscarnos, yo los voy a ayudar —dije
a la vez que salía de la casa.
Capítulo 5
Los Sidhes
El sol ya había casi desaparecido. Dana, junto con un puñado de humanos, estaba luchando con ese ser
que había podido atravesar sus fronteras de seguridad y al parecer romperlas, porque el gran nubarrón
borroso que vi desde la ventana eran ahora unos cientos de arpías que estaban a pocos metros de ellos.
Faoladh iba delante de mí con su bastón extendido al cielo lanzándole rayos a esa cosa, pero antes de que
pudiera siquiera acercarme a ellos el gigante dio un manotazo y lanzó por los aires a los humanos que
estaban ayudando a Dana a dispararle sin hacerle estos daño alguno, cuando tocaron el suelo tan solo se
escucharon algunos golpes secos y otros tantos crujidos. La visión de esas personas en el suelo en
posturas inverosímiles fue bastante dantesca y me detuvo en seco. Rogué al cielo que nos ayudara o esta
vez estaríamos perdidos y en cuestión de segundos una tormenta se posicionó sobre nuestras cabezas
dejando un cielo negro, empezaron a aparecer relámpagos de todas partes, los mismos
que chocaban contra los cuerpos de las arpías voladoras derribándolas a cada descarga que les daban.
Dana se distrajo ante la inminente borrasca y el gigante la cogió por sorpresa agarrándola en la mano,
que podía ser del mismo o incluso mayor
tamaño que la pequeña sidhe. De detrás de mí salió su hermano, Dagda corría a la misma velocidad que
los rayos aniquilaban a las mujeres voladoras, tenía un arco en la mano y a la vez que prácticamente
volaba sobre el suelo lanzaba flechas al gigante, que se le clavaban en la piel como si fueran pequeños
mosquitos molestos.
—¡Helen, vayámonos! ¡No podemos luchar contra esto! —me gritó Katy
agarrándome del brazo, la miré esperando que me comprendiera, me solté de su enganche y corrí tras
Dagda.
—¡Oh, mierda! Me debes una muy grande señorita, no sé aún el qué, pero tranquila
que se me ocurrirá algo —Katy silbó y cuando el sonido de su pitido hubo desaparecido los mismos
caballos negros con las crines color fuego que nos habían salvado el día anterior surgieron de la nada.
Mi amiga se subió en uno de ellos y galopó directa hacía el gigante, adelantando tanto a Dagda como a
Faoladh. Di gracias al cielo por ponerla en mi camino y a la vez rogué que no le sucediera nada malo. La
imité y monté sobre el lomo de mi amigo equino hablador, que me miró y me dijo:
gran rayo de fuego que chocó certeramente contra la extremidad del gigante haciéndole que soltara a
Dana justo cuando Dagda llegó para sostenerla antes de que colisionará contra el suelo. Ambos rodaron
por la hierba demasiado cerca aún del ser como para
estar a salvo. Creé un campo protector que los cubrió y apartó casi hasta la puerta principal de la
mansión, dejando sola a mi amiga lobuna con una simple espada en primera línea de batalla. El gigante,
enfadado por la pérdida de su presa, se fijó en ella y comenzó a acercársele, dando unos gritos
ensordecedores.
—¡Por favor, vuela a su lado, no puedo seguir creando campos de fuerza para todos! —le supliqué al
caballo.
—Lo que usted mande, mi reina —y a la vez que concluían sus palabras dos grandes alas amarillas
salieron de sus costados, levantó el vuelo y me colocó entre el gigante y Katy. Estaba demasiado
preocupada como para ver anormal que un caballo volase o me llamase reina, pero a decir verdad,
después de discutir con él ya me podía esperar cualquier cosa. Mi amiga, por cierto, no sé muy bien qué
intentaba hacer con una espadita contra este tío tan grande, cuando volviéramos tenía que llevarla a un
psicólogo de manera urgente, se estaba empezando a trastornar.
Le lancé una bola de fuego para distraer su atención de Katy y que la enfocara en
mí, pero ni se inmutó. Volví a concentrarme, imaginé una gigantesca bola de fuego, noté su calor, sus
llamas, el olor a chamuscado de las mangas de mi camiseta al contacto con los destellos de fuego que
emanaba, le pedí en silencio que fuera lo suficientemente grande como para que sintiera dolor, salté del
caballo por miedo a quemarlo accidentalmente, este me miró y se quedó volando a una distancia
prudencial comprendiendo mis intenciones, pero sin perderme de vista. Al final me iba a caer bien el
cascarrabias este de cuatro patas. Cerré los ojos y visualicé la esfera como nunca antes lo había hecho,
cuando abrí los ojos una pompa del tamaño de un globo aerostático se mantenía en el aire apoyado
solamente en las yemas de mis dedos, el resto me sacaba varios palmos de altura. Estuve alucinando por
unos segundos, porque para variar mi felicidad no fue completa, la bola era de color lila y al gigante por
lo visto le gustaban los colores y venía directo hacía mí como si de un balón de fútbol se tratase, con cara
de toro salvaje en vez de niño juguetón. A cada paso que daba el suelo temblaba bajo mis pies, la esfera
comenzó a pesarme y a arderme en las manos, lo vi
cada vez más cerca a través de ella, abrí las piernas un poco más para agarrarme mejor al suelo y no caer
tras el disparo y le lancé la bola atinándole justo en el centro del pecho, tumbándolo en el tierra. Cuando
cayó, un terremoto monumental sacudió todo el lugar. Katy cayó del caballo debido a la gran sacudida, y
corrió a mi lado dándome manotazos.
—¡Loca, estás ardiendo! —me gritó a la vez que seguía palmeando mi cuerpo ennegrecido por las
llamas. Pero lo cierto fue que no me preocupó demasiado mi estado, el gigante continuaba tumbado sobre
la hierba inmóvil. Faoladh se acercó a mí.
—Sabía que eras poderosa niña, pero jamás hubiera imaginado que serías capaz
de derrotar tú sola a Balar. Si esta bestia nos atacase estaríamos todos muertos, tiene un ojo escondido en
su nuca, su sola mirada es letal. Es el rey de los gigantes y hacía muchísimo tiempo que no daba señales
de vida, ha debido de ser llamado por alguien,
no tiene suficiente inteligencia como para hacer nada por sí mismo. ¡Felicidades! —me dijo bastante
agradecido tendiéndome la mano.
—¡Nooooo!! —un grito interrumpió el discurso de gratitud del viejo hombre lobo.
Balar se había vuelto a levantar de manera demasiado silenciosa para tratarse de un ser de su
envergadura y para cuando quisimos darnos cuenta lo teníamos encima. El grito
provino de Dana, que intentó interponerse entre el gigante y nosotros para salvarnos.
Balar tenía el pecho destrozado, con una terrible herida negra de la que emanaba sangre a borbotones,
pero el gigante continuó en pie, miró a Dana y la quitó de su camino de un puntapié. Esta cayó tras volar
algunos metros, Faoladh se quedó petrificado, Katy tan solo tenía una espada y yo no poseía las fuerzas
necesarias como para volver a ponerme a la defensiva y reanudar mi ataque. Los rayos estaban haciendo
estragos entre las arpías y eso también me quitaba fuerzas, estábamos perdidos, no era capaz de
reaccionar con suficiente antelación. Intenté, como último recurso, meternos en una esfera protectora a los
tres, pero Faoladh ya había salido corriendo en ayuda de Dana y no llegaría a mí alcance. Por primera
vez en mucho tiempo me sentí como una
niña pequeña sin saber qué hacer. Katy me gritaba, pero su voz me sonó lejana pese a estar cerca de mí.
El gigante, al ver que nos dividíamos, también se detuvo contemplando la posibilidad de con quién
terminar antes. Comenzó a llover, no fue una lluvia torrencial, era el típico aguacero disimulado que te
empapaba sin apenas notarlo, me senté en la fría y húmeda hierba esperando que pasara lo que tuviera
que suceder y miré al cielo por última vez. Una nube negra vino hacía nosotros a gran velocidad, de ella
salían rayos y se oyó un gritó que provino de su interior, cuando estuvo al lado del gigante la nube se
evaporó y de ella salió un hombre con unas gigantescas alas negras que nos dio la espalda. Me puse en
pie de nuevo, no podía ser otra equivocación. ¿Era Sam? El hombre giró la cabeza, nos miró y entonces
fue cuando mi corazón se paró. Su rostro era más pálido de lo que lo recordaba, su cuerpo era más
grande y musculoso que la vez anterior que tuve la oportunidad de verlo sin camiseta, incluso podría
haber jurado que sus alas eran más esplendidas y grandes que cuando las vi por primera vez en aquel
callejón. Una sombra recorrió el cielo y se situó a su lado, Ahharu estaba junto a Sam volando e
intentando ayudarlo a derrotar a
solía usar que despedía gente. Cómo había echado de menos el sonido de su voz, cómo
—¡Hola, hermano, qué de tiempo! —le respondió de manera mucho más jovial
Ahharu, dejándome con la boca por los suelos tanto a mí como a mi queridísima amiga
El gigante se abalanzó sobre ellos, se estaban mirando fijamente a los ojos el uno
al otro, ignorando por completo a Balar. Mis peores pesadillas se habían multiplicado por mil El sueño
que tuve empezó a cobrar sentido, la unión que vi entre ellos en mi visión no significaba que
compartieran los mismos órganos, sino que compartían la misma sangre. Lady Grey no me mintió cuando
me dijo que analizara mis sueños y que
en ellos había algo de verdad, solo esperé que aquello no terminase de igual manera.
Balar adelantó su puño directo a mis dos ángeles, los que sin siquiera mirarlo extendieron el brazo y
abrieron la mano a la vez creando una especie de barrera invisible que detuvo el golpe.
—¿Qué haces aquí? Suponía que estabas demasiado ocupado ahora que formas
parte del alto consejo —le preguntó Sam. Esto me estaba empezando a superar, pero a
mí y a Balar, ya que su cara se empezó a poner roja, si fuese una olla hace tiempo que hubiera estado
echando humo.
solucionar tus cagadas. De nada, por cierto —le respondió Ahharu de forma sarcástica.
Ambos continuaron con el brazo levantado creando esa barrera que mantenía a raya al
—¡Lárgate de aquí no, necesito tu ayuda Ahharu, no tienes ni idea de en qué te estás metiendo! —Le
escupió Sam.
—Por una vez y sin que sirva de precedente no voy a hacerte ni puñetero caso, hermano, eso de ser el
mayor hace bastantes siglos que dejó de funcionarte, no sé en qué estás metido en esta ocasión, pero
sintiéndolo mucho tampoco quiero saberlo, ya
tuve bastante con la última vez que intenté ayudarte. No hace falta que te recuerde que desde entonces el
sol es algo que no acabo de llevar demasiado bien. ¿Recuerdas? —
le recriminó Ahharu. Sam en ese momento bajó la mano y la barrera cayó. Balar
aprovechó y les lanzó un segundo golpe que estuvo a punto de darles si no fuera por la velocidad a la que
eran capaces de moverse. Sam estaba más enfadado de lo nunca lo
había visto, retomó su atención en el gigante y comenzó a darle miles de puñetazos a la vez en el pecho ya
magullado por mi bola de fuego, sus brazos se movían tan deprisa
que visto desde donde yo me encontraba dio la sensación de que tuviera más de dos extremidades.
Ahharu los miró de manera aburrida, lo único que le faltó fue bostezar, el gigante retrocedió a cada
arremetida que Sam le asestó. Sam se retiró unos centímetros de él para descansar y en ese momento
Ahharu aprovechó el respiro de su
hermano para asestarle el golpe final. Alzó ambas manos, lanzó un grito al cielo y un rayo de color rojo
intenso cayó directo sobre la cabeza de Balar. Tanto el gigante como todos los demás, incluido Sam, nos
quedamos petrificados ante tal escena. No fue un rayo normal, era un rayo mágico creado por Ahharu.
Los que yo invoqué y habían terminado con las arpías eran simples rayos provenientes del cielo, que no
comprendo muy bien aún por qué me obedecían, y los míos salían de las nubes, pero esto no fue
así, esto era distinto a todo lo que jamás vi. El relámpago colisionó contra el cráneo del hombre
dejándole los ojos completamente en blanco, lo dejó inmóvil y a los cinco segundos cayó al suelo
haciendo temblar todos los cimientos de la casa y las raíces de los árboles cercanos. El más absoluto
silencio se hizo a nuestro alrededor. Sam se dio media vuelta, me lanzó una mirada penetrante sin
sentimiento, sin corazón, sin nada de lo que yo esperé que sería nuestro tan anhelado reencuentro;
suspiro, se giró de nuevo y la misma nube que lo trajo oculto lo volvió a envolver, y tal y como vino se
fue, dejándome allí de rodillas sobre la fría hierba, totalmente derrotada y desolada sin saber qué hacer a
continuación.
a la tierra de nuevo. Dagda se encontraba cerca de la cabeza del gigante gritando. Katy y yo corrimos a
socorrerle, pero Ahharu se interpuso en nuestro camino.
—¡Deteneos, tiene el ojo abierto y al igual que las serpientes cuando las matas siguen moviendo la cola,
este ser puede continuar cobrándose vidas después de muerto! —nos advirtió. Cogió la espada a Katy e
intentó dirigirse hacia donde estaban Faoladh y Dagda, pero antes de que diera dos pasos lo agarré del
brazo y le rogué.
—Ten cuidado, por favor —No sé por qué le pedí precaución, pero eso hice. Me
sonrió, me tocó la mano, me acercó hasta él y me besó. No fue un beso como el primero que tuvimos, esta
vez fue un beso cariñoso a la vez que ardiente, nuestras almas se unieron por unos instantes. El frio de su
boca fue reconfortante tras el calor que sentía debido a la esfera de fuego, sus manos de hielo templaban
el calor que profesaba en ese momento. Se retiró unos milímetros se acercó a mi oído y me dijo.
Mientras que se alejaba me pregunté cómo no pude darme cuenta antes, cómo no
noté el parecido. Sam me mintió en demasiadas cosas y no quise verlo, él me contó que era el último de
su especie, que no tenía a nadie y que hacía mucho tiempo que dejó de servirle a la Reina de las
Sombras. «¿En cuántas cosas más me habría mentido?» Me
pregunté mientas mi cabeza continuó haciéndose mil preguntas sin respuestas en unos segundos.
batalla y echarme un cable? ¡Que eres como Candy Candy y sus amoríos! —exclamó Katy jalándome de
la mano. Me ruboricé bastante al recordar dónde nos
encontrábamos y me sentí como una completa estúpida y egoísta niña mal criada, sacudí la cabeza y corrí
hasta donde estaban los demás. Ahharu había apuñalado el ojo de la nuca ahora cerrado de Balar, junto a
él estaba el cuerpo del viejo lobo tumbado en el suelo y sobre este, cubriéndolo casi al completo, se
encontraba Dagda, ese guapísimo ser ahora sin vida, tumbado sobre su mentor, maestro y amigo. Antes de
que pudiera detenerla, Dana llegó hasta nosotros bastante malherida, con los ojos llenos de lágrimas, se
sentó junto a su hermano y lo abrazó mientras lanzó al cielo un grito desolador. Me sentí impotente por
todo lo ocurrido.
Pese a que las nubes habían desaparecido la lluvia no cesó de caer y allí estábamos Katy, Ahharu y yo en
pie mirándolos impotentes sin poder hacer nada para
ayudarla o consolarla. Di una ojeada a mi alrededor pero la escena no mejoró, cientos de cuerpos de
mujeres con alas medio achicharradas yacían esparcidas por donde mirara, mezcladas con los cuerpos de
los sirvientes humanos de la casa, que intentaron luchar contra el gigante. De no haber sido por los rayos
estoy segura de que no quedaría ninguno de nosotros ahora mismo. Gordon apareció de la nada, le puso
una mano en el hombro a la mujer y la ayudó a levantarse.
—Vamos dentro, Dana, ya no podemos hacer nada más —le dijo Gordon. Dana
—Eric, ayúdame a agrupar los cuerpo para… —Le intentó pedir Ahharu a Eric, que se unió a nosotros y
permaneció en silencio hasta que interrumpió a Ahharu en su petición.
—Sé lo que tenemos que hacer, enterré a mi pueblo entero hace unos meses —y
sin decir ni media palabra más ambos chicos comenzaron a apilar cadáveres lejos del
cuerpo de Balar.
—Helen, ve con Dana, yo ayudaré a preparar la ceremonia. Además necesitas quitarte lo que te queda de
ropa o morirás tú también de un resfriado o algo similar, por muchos poderes que tengas sigues siendo
una debilucha —me ordenó Katy de manera
tan cariñosa que no me pude negar. Lo cierto es que mi aspecto dejaba mucho que desear en esos
momentos y por mucho que quisiera colaborar con ellos era verdad que
mi fuerza física no se salía de lo normal. La obedecí y entré en la casa esperando no encontrarme con
Dana.
El lugar estaba totalmente en silencio, todos los que allí vivían, a excepción de Dana, habían muerto, no
quise pensar cómo se sentiría esa mujer ahora mismo, subí las escaleras y me crucé con Gordon por el
pasillo.
—Mal, Helen, está muy mal, le he dado un brebaje para dormir y relajarla, después de lo que ha pasado
esta noche es preferible que descanse y que no piense, mañana Dios dirá.
Me fui al dormitorio a darme una ducha, pero cuando entré algo me agarró por detrás y me tapó la boca.
Intenté resistirme, pero al cogerme desprevenida y con las fuerzas a bajo cero solo pude patalear y
revolverme como una niña indefensa, conseguí abrir la boca lo suficiente como para morderle la mano a
mi agresor y que me soltara el agarre lo justo para girarme y al menos enfrentarlo de frente.
—Veo que puedes defenderte sola sin mi ayuda —me dijo Sam mientras sacudía la
mano mordida. No sé si sentí alivio al verlo o si hubiese preferido encontrarme algún bicho nuevo con el
que poder pelear, me eché hacia atrás y me senté en la cama agarrándome las rodillas con ambos brazos.
Ahora lo podía ver de cerca aunque continuábamos a oscuras, la tímida luz de la luna dibujó su silueta y
enmarcó sus alas negras en el cuadro de la puerta, mi corazón se volvió loco por unos instantes, pero mi
cabeza ganó la batalla esta vez.
vivito y coleando, para protegernos? —Se sentó a mi lado y nuestros cuerpos se rozaron. Él, al contrario
que Ahharu, emanaba calor por todas partes, su simple contacto erizó todos los vellos de mi piel. Me
agarró la mano, me miró a los ojos e intentó besarme como hacía solo un momento lo había hecho su
hermano, pero en esta
—Ya veo que has elegido al malo —me soltó de manera cruel.
—¿Algo de lo que me dijiste o me hiciste creer que sentías fue real? —le desafié.
—No todo es blanco o negro, Helen, es complicado —me dijo mientras agachó la
cabeza y se levantó.
dificultándomela más por gusto, Sam —me levanté haciéndome la fuerte, me dirigí a la puerta del baño,
me giré, lo miré por última vez y le dije:
—Me alegra saber que estás bien, pero no quiero explicaciones, no quiero más mentiras y no creo que
pueda volver a confiar más en ti, sigue lo que quiera que estés haciendo con tu vida, que yo seguiré con la
mía. —Y con lágrimas en los ojos cerré la puerta tras de mí, esperando no haber cometido el mayor error
de mi vida.
Desperté bastante entrada la tarde, no recuerdo nada de lo que soñé aquella noche,
tan solo sé que me dormí llorando, miré a las otras camas que también estaban ocupadas. Ibhi y Katy aún
dormían, no me enteré de cuándo entraron en el dormitorio, debí de estar más agotada de lo que pensé en
un principio. Decidí dar media vuelta y continuar acostada hasta que alguien más se levantase, no estaba
preparada aún para afrontar lo que venía a continuación y sin notar la diferencia entre sueños y realidad
me volví a quedar dormida, pensando a la vez en Ahharu y en Sam.
me preguntó Katy con su humor habitual. Miré de nuevo por la ventana, el sol ya casi había desaparecido,
Ibhi también se estaba haciendo la remolona bajo las sábanas y se tapó la cabeza al escuchar la
desagradable voz de Katy.
—¡Venga ya, panda de vagas! ¿Os recuerdo que tenemos un funeral al que asistir?
—nos recriminó. Tenía razón, por mucho que quisiéramos que la noche anterior desapareciese,
quedarnos acostadas no cambiaría lo que pasó. Ibhi y yo nos sentamos
en la cama a la vez tras el ataque sicológico recibido, Katy sabía cómo hacerte sentir la peor persona del
mundo con tan solo dos palabras.
noche. Mi estómago gruñó en señal de protesta, hacía más de un día que no ingería comida alguna, pero
no era el momento de pararme a comer, bajamos las escaleras y
esperamos en el salón principal al resto del grupo. Dana bajó las escaleras vestida por completo de
negro con el pelo recogido en una coleta alta, llevaba puestos unos pantalones y una camisa de seda
azabache que destacaban aún más la palidez de su rostro y los surcos bajo sus ojos. Salió la primera en
dirección a la pira de cuerpos,
seguida de Gordon, Eric, Ibhi, Katy y yo. Fuera junto a los cuerpos, estaba Ahharu vestido también de
negro. Para mi sorpresa había escondido sus alas en señal de respeto, supuse, parecía un chico totalmente
normal sin su plumaje habitual. También vestía ropa de seda holgada, tenía agarrado el pantalón por un
lazo rojo que se disimulaba bajo la camisa de mangas cortas, abotonada lo suficiente como para no
resultar indecoroso para la ocasión, pero la misma que haría temblar a cualquier mujer en otras
circunstancias. Mirándolo bien, era casi más atractivo que Sam, o sería que yo empecé a mirarlos de
maneras distintas desde la noche anterior.
Nunca había estado en un entierro sobrenatural, ni de ninguna clase a decir verdad, cuando la chica se
ahogó en el lago en el instituto, los profesores lo hicieron en el más completo anonimato sin dejar que
ningún alumno estuviese presente en el acto, así que aquello fue totalmente nuevo para mí.
Los cuerpos de Faoladh y de Dagda estaban colocados aparte de los de los humanos, primero Dana se
puso frente a estos últimos, su cara reflejaba el dolor que sentía, si yo estuviera en su lugar no sé si me
hubiera mantenido así de firme. Gordon se colocó en el extremo contrario a Dana, Ahharu a unos cinco
metros de él, Eric a otros cinco metros de Dana y Katy entre medio de ellos dos. Ibhi y yo nos
mantuvimos al margen, en silencio, observando lo que ocurría. Ella tampoco había presenciado nunca
ningún acto de esta índole y estaba tan abrumada como yo.
los demás. La tierra comenzó a moverse bajo nuestros pies, no supe qué estaba pasando, el agarre de Ibhi
fue aumentando hasta el punto en que llegó incluso a lastimarme la mano que me sostenía. Siguieron
recitando la misma cantinela cada vez
más rápido, la tierra que estaba bajo los cuerpos de los humanos se fue quebrando y moviendo a cada
silaba que dijeron hasta cubrirlos por completo.
—Gracias por vuestro apoyo amigos, quedad en paz —concluyó Dana. Y la tierra
que estaba movida y erosionada se alisó delante de nuestras narices. Dana se colocó en el centro del
pentagrama que habían formado, se inclinó y enterró los dedos en el suelo cogiendo un poquito de arena,
se la acercó a la cara, la besó y la colocó con cuidado de nuevo, aplanándola con suaves golpecitos.
Mientras se fue incorporando unos débiles brotes de hierba surgieron de la nada igualando el terreno con
el del resto de la finca y desapareciendo rastro alguno de lo que allí sucedió. Fue hermoso a la vez de
triste, no sabría muy bien cómo explicar la mezcla de sentimientos que aquello me ocasionó, el caso es
que no pude aguantar que las lágrimas cayeran lentamente por mis mejillas, en un último adiós silencioso
a esas personas que no conocía pero que estaba
Dana se dirigió hasta donde se encontraban los cuerpos de Faoladh y de su hermano, estaban
debidamente colocados el uno junto al otro, sin rozarse, con los ojos cerrados cubiertos por una moneda
de plata en cada uno de ellos. Dagda llevaba en la mano su arco y el viejo lobo su preciado bastón, bajo
ellos había trazado un pentagrama en el suelo, mis amigos se pusieron en las mismas coordenadas que la
vez
anterior, uno en cada punta del dibujo, pero esta vez fue Dana la que comenzó a hablar, levantó las manos
y dijo algo en un idioma que no entendí, levantó las manos y a medida que las iba subiendo el pentagrama
trazado en el suelo se fue elevando también, como si de un puzle en tres dimensiones se tratase, dejando a
los dos hombres encerrados dentro de una cárcel de líneas de color azul, que brillaban en la oscuridad.
—Lo que polvo fue, polvo será —Alargó su mano y tocó una de las líneas que componían el pentagrama.
Al contacto con sus dedos esta comenzó a arder, y, como si
fuera un simple juego de dominó, el fuego se propagó por todas las demás líneas hasta que fue imposible
ver en su interior. Permanecimos allí hasta que las llamas se hubieron apagado por completo, donde antes
estaban los cuerpos ahora tan solo quedaron cenizas. En cuanto el fuego se extinguió, las rayas del
pentagrama volvieron a brillar, entonces Dana se adelantó al resto unos pasos y dijo:
ceremonia solo importaban los caídos y darle una despedida digna. Deseé no formar parte jamás de ese
pentagrama, porque no sé si sería capaz de finalizarlo.
—Vámonos, Helen, todo ha terminado aquí —me dijo Katy adelantándonos a Ibhi
y a mí que no nos habíamos movido ni un solo milímetro en todo el tiempo que duraron los entierros. A
veces me pareció que incluso mi nueva y joven amiga Banshee contuvo
Capítulo 6
El regreso
Todos estábamos alrededor de la gran mesa del salón central de la casa, quedaba
poco para Navidad, habían pasado demasiadas cosas en muy poco tiempo y echaba de
menos mi hogar, me había olvidado por completo de mi libro y de su inesperado cambio físico. Durante
toda esta locura mi mente se centró solo en la búsqueda de Sam, dejando a un lado todo lo demás, me
pregunté si las muertes de la otra noche no fueron obra del destino debido a un simple capricho mío.
—Creo que lo mejor será que volvierais a vuestra casa —Dana entró
—Dana, sentimos mucho todo lo ocurrido. ¿Qué harás ahora? —le preguntó Eric,
—No lo sé, todo lo que me unía a esta tierra ha desaparecido, no me queda nada
—Vente con nosotros —le ofreció Katy cogiéndonos por sorpresa— Tenemos
mucho que hacer en el Castillo desde el último ataque, las estudiantes nunca han visto una Sidhe y no nos
vendrían mal dos manos más —agregó.
—Es buena idea, Faoladh me dijo antes de… —no supe cómo continuar sin
parecer una insensible así que simplemente carraspeé y continué hablando— Me contó
que Balar no era conocido por su inteligencia precisamente y estaba seguro de que había alguien más
detrás de él. No creo que estés segura aquí y nosotros necesitamos tu ayuda. Dana me miró, de hecho nos
observó a todos durante un instante que pareció eterno.
—De acuerdo, os acompañaré, siempre os irá bien que contéis con aliados que no
tengan nada que perder, además cuando sepa quién está tras todo esto pienso matarlo
con mis propias manos y aquí no lo conseguiré —Sus palabras fueron frías y directas, se levantó y antes
de irse nos dijo:
—Odio volar —gruñó Gordon una vez que Dana se hubo marchado. Katy se
levantó, se puso detrás de él y comenzó a pellizcarle las mejillas como si fuera un niño pequeño. Todos
nos quedamos atónitos, Gordon intentó quitársela de encima dándole manotazos pero los cortos brazos
del gnomo no consiguieron ni por asomo acercársele
a la loba.
—¡¡Abuelo, has vuelto, creí que te habíamos perdido a ti también, ya protestas, tus
arrugas te lo agradecerán!! —Todos nos echamos a reír, creo que después de lo ocurrido necesitábamos
un toque de normalidad, y qué había más normal que estos dos
peleándose…
—¡Eres la loba más cansina que he visto en mis doscientos años de vida! —le gritó Gordon.
—Creí que eran trescientos, Gordon, vamos a tener que hacerte la prueba del carbono catorce, viejo
embustero —se volvió a burlar Katy, dándose la vuelta no lo suficientemente rápido, pues Gordon ya
estaba en pie encima del sillón con cara de niño gamberro, alargó la mano, le dio un sonoro tortazo en el
culo a la loba y salió corriendo escaleras arriba como alma que lleva el diablo, con ella gritándole y
pisándole los talones. Al momento escuchamos un portazo y a Katy chillar que le iba a arrancar la
cabeza. Ibhi estaba llorando de la risa, creo que era la primera vez que veía una de sus escenas de
matrimonio mal avenido.
—Creo que saldrá de esta —dijo Ahharu sonriendo, me miró a los ojos y agaché
la cabeza. Desde que nos besamos no habíamos vuelto a hablar, no sabía qué era lo que teníamos o lo que
sentía por él, pero estaba claro que algo sentía o no hubiera mandado a Sam al garete.
avión antes de que salgan los demás, Eric, quédate y cuida del resto, por favor —nos dijo Ahharu. Mi
corazón se aceleró, no solo iba a tener que hablar con él sino que encima estaríamos solos. «Perfecto, a
ver cómo salgo de esta», pensé.
Cuando salimos de la casa y nos alejamos algunos metros, él puso el brazo delante
—Ahharu, yo…
—Psss, silencio —me dijo tapándome la boca— ¿Lo oyes? —me preguntó.
—¿El qué, no oigo nada? —Intenté agudizar mi oído pero no escuché sonido alguno.
—Exacto, nada, a estas horas de la noche hay miles de ruidos que nuestros sentidos deberían ser capaces
de captar. Además, ¿dónde están los cuerpos de las arpías? Algo anda mal, Helen, volvamos, ¿puedes
volar? —me preguntó.
—No pienso dejarte solo otra vez—le respondí, y de todas formas era demasiado
tarde, una nube negra similar a la que había escondido a Sam se acercó hasta nosotros y se colocó sobre
nuestras cabezas. De ella salió una risa familiar, que creí que nunca jamás volvería a escuchar, me puse
en posición de defensa a la espera de lo que ya conocía. La bruma se disipó dejándonos ver la figura de
una mujer que bajó hasta donde nos encontrábamos.
—El sentimiento no es mutuo, creí que no tendría que ver tu cara de nuevo —le
escupí.
—Eres igual de desagradable que tu padre, pero al igual que él acabarás besando
a los rayos más letales que pude imaginar. Cuando la esfera se fue formando en mis manos, ella volvió a
hablar.
—Vengo en son de paz, mocosa, si no ya estarías muerta, tenlo por seguro. Tu madre quiere saber si vas a
dejar de hacer la tonta de una vez y te vas a unir a ella, sinceramente no entiendo por qué quiere a una
debilucha como tú en sus filas
teniéndome a mí, pero bueno, será cosa de la sangre.
—¿Mi madre es la que está detrás de toda esta masacre sin sentido? —le pregunté
a gritos.
respondió entre risas. No pude contenerme durante más tiempo y le lancé la gran bola de fuego directa al
corazón sin obtener resultado, porque cuando estaba a punto de chocar contra ella, Morgana se hizo humo
y desapareció, dejando tras de sí solo el horrible eco de su voz que dijo.
—Volveré.
Estaba realmente encolerizada, no tenía muy claro a cuál de las dos detestaba más,
si a ella o a mi madre. Empecé a encenderme, noté un calor horrible dentro de mí, el pecho me ardió, las
manos me iban a explotar, comencé a levitar, noté cómo el suelo
empezó a alejarse de mis pies, necesitaba soltar adrenalina, estaba muy enfadada, hasta que algo frío me
rozó la piel y me hizo regresar a la realidad. Ahharu estaba volando frente a mí, su mirada preocupada,
sus ojos de niño, sus enormes alas, todo en él me atrajo.
—Helen —fue lo único que le dejé decirme. Le agarré con todas mis fuerzas y le
arranqué los botones de la camisa de seda, dejando su pecho al descubierto. Otro calor distinto fue
llenándome por dentro, le besé, esta vez fui yo quien lo hizo, su fría boca era lo que necesité en ese
instante, le acaricié como si no hubiera un mañana, le agarré para que el mundo se detuviera. Él hizo lo
mismo conmigo, su fuerza, sus ganas de mí, sus manos en mi cuerpo, sus caricias, necesitaba más. Mi
razón me dijo que me detuviera, pero mi corazón me dijo que siguiera, descendimos hasta el suelo, le
agarré la cabeza e introduje mis dedos en su pelo, olía tan bien, era tan perfecto. De pronto un diminuto
pinchazo en los labios me hizo pegar un pequeño respingo, pasé mi lengua por sus dientes con curiosidad,
pero estos eran de tamaño normal. Rocé con mis labios su cuello y le mordí, el sabor metálico y dulce de
su sangre me encantó, no eran sus dientes los que habían crecido, fueron los míos los que querían
devorarlo. Era una noche sin luna y la oscuridad nos proporcionó la suficiente intimidad como para que
no me avergonzara por lo que estaba sucediendo.
Ahharu.
—¿Qué dices? ¿No la matamos? —me preguntó Katy olvidando lo que acababa de
ver.
—Al parecer no es tan fácil matar a la muerte —le respondí entrando de nuevo en
la casa.
—¿Está todo bien? —me preguntó Eric al verme entrar tan sofocada.
—Sí, todo perfecto, ¿estáis listo para marcharnos? —No quise preocuparlos de nuevo, la pequeña lucha
entre Katy y Gordon parecía que los había relajado y no creí que Morgana nos fuese a atacar, o al menos
no por ahora. Katy venía pegada a mí y al escucharme supo lo que estaba intentando, así que me siguió la
mentira a su manera.
El avión estaba a unos doscientos metros en una nave apartada de la casa, esperé
no volver a encontrarnos con esos bichos voladores. Ibhi se sentó junto a Eric, pude ver cómo se tenían
cogida la mano. Mirándolos bien, hacían buena pareja, extraña, pero quién de nosotros no lo era. Dana se
sentó sola al final del todo, pese a ser de noche llevaba unas enormes gafas de sol que le cubrían casi
toda la cara. Katy se sentó a mi lado y Gordon se puso al lado de la puerta con cara de pocos amigos. El
vuelo
transcurrió sin sorpresas, alguna que otra perturbación debido al viento, que hacían a Gordon saltar de su
asiento y hacernos reír a los demás. Aterrizamos en un claro cercano al instituto, deseaba volver a la
normalidad y comprobar si mi libro seguía en plan fantasmagórico. Estaba a punto de amanecer cuando
llegamos, así que Eric e Ibhi acompañaron a Ahharu a su dormitorio, yo intenté escabullirme sin tener que
mirarlo demasiado. Me pareció buena idea que Dana se quedara con Katy y conmigo en casa
de Joanh en el cuarto de invitados, a mí no me gustaría estar sola en un sitio nuevo sin conocer a nadie.
Cuando se lo propuse aceptó sin mostrar ningún tipo de sentimiento, simplemente creo que estaba
demasiado derrotada y deshecha como para discutir nada,
pienso que si le hubiera dicho de quedarse en el torreón también hubiese asentido, yo tampoco estaba
muy puesta en Sidhes y no sabía qué tipo de magia podían tener, también la quise cerca hasta descubrirlo.
dijo Katy nada más cruzar el umbral de la puerta, ignorando a Dana y dejándonos con
ese típico silencio molesto de cuando dos personas no se conocen lo suficiente como
—¿Mi dormitorio? —me preguntó Dana con una maleta en la mano. Después de vivir toda su vida en
Grace Hill lo único que se llevó consigo fue ese minúsculo equipaje, me dio mucha pena comprobar lo
poco que necesita una persona tras una pérdida como la que había sufrido ella. La acompañé a la
habitación, era un poco más pequeña y sencilla que la de Katy, pero tenía un baño en su interior y un gran
ventanal desde donde se veía el patio trasero del colegio, la dejé sola para que se acomodara y corrí a mi
cuarto secreto.
Todos los libros de la estantería que ocultaba la habitación estaban tirados por el
suelo, los cajones estaban abiertos y encima del sofá, los cojines estaban rasgados y acuchillados. Casi
me dio un infarto cuando vi todo aquel desastre.
—Ni idea, pero alguien buscaba algo, solo espero que mi libro siga dentro —Cogí
el candelabro volcado del suelo y abrí la puerta escondida que continuaba cerrada, el interior no mostró
mejor aspecto que el exterior, todos los tarros estaban rotos y había cristales por todas partes, acerqué la
luz encima del atril donde se suponía que debería de estar mi mayor tesoro, pero no logré verlo.
—Mierda —dije, cuando de pronto la voz de Dana nos sobresaltó a las dos.
—Parece que lo que sea que nos atacó en Isla Esmeralda ha decidido trasladarse y
hacerte una visita aquí también —estaba apoyada en la entrada del pequeño habitáculo, no podía confiar
en ella aún, pero me cogió desprevenida. Por un momento olvidé que
—Si no tienes ninguna verdad que decirme que sea más bonita que el silencio mejor no digas nada,
Helen, puedo saber si alguien me está mintiendo y solo con esas dos palabras ya apesta a mentira.
Podemos hacer esto de dos maneras. Una: yo me hago la tonta y os sigo el juego. O dos: me dejáis que os
ayude contándome siempre la verdad. Elige.
—Aquí estaba el libro de mi familia, hay muchas personas buscándolo. La última vez que intenté cogerlo
se volvió incorpóreo y traslúcido, nos fuimos y acabamos de volver, es todo lo que te puedo decir —le
argumenté.
—Eso está mejor, dame el candelabro —me pidió, lo cogió y lo colocó encima del atril, puso sus dos
manos a los lados donde debería de estar el tomo y dijo.
—Sin miedo ni pena vengo a verte, no necesito nada de ti, más tú sí de mí, muéstrate —Y concluidas
estas palabras comenzó a hacerse visible mi desvencijado y
él lo sabe, se ha sentido a salvo y ha decidido aparecer. Te sugiero que no lo saques de aquí, este lugar
tiene hecho un conjuro que le da el poder suficiente de ocultarse o mostrarse si nota que alguna persona
tiene malas intenciones y lo quiere coger, en el momento en el que salga de este cuarto, se romperá el
escudo protector y será vulnerable. Me voy a dormir —Se giró y se fue dejándonos a Katy y a mí con más
preguntas que respuestas, le estaba muy agradecida por ayudarnos, si ella no me lo hubiese dicho estaría
totalmente perdida.
—La señora guapita no acaba de convencerme, ¿cuántas cosas puede hacer? —se
preguntó Katy. Yo me encogí de hombros, abrí el libro mediante el ya conocido ritual de la sangre y
busqué la página que estaba dedicada a mí. Algo cambió, se habían agregado frases nuevas, así que las
leí en voz alta.
—Eso te pasa por tontear con un vampiro, o con un ángel vampiro, o con lo que
quiera que sea el buenorro con el que te estabas dando el lote hace un rato —me regañó Katy con toda la
razón del mundo.
—No creo que fuera por eso, más bien pienso que sucedió cuando me trajo del mundo de los espíritus. Al
menos no me he trasformado, me gusta demasiado el sol como para no volver a verlo —bromeé, para
quitarle hierro al asunto. Salimos de allí, cerré de nuevo la puerta secreta y comenzamos a colocar las
cosas en su lugar.
—Oye, que raro que la fea no haya aparecido aún en plan babosa, ¿no?
—Katy, por favor, no la llames así, pero ahora que lo dices sí que es cierto, creo que voy a ir a buscarla,
¿te quedas vigilando a Dana o te vienes?
—¿Sobarla un rato en la cama o tener pesadillas con la cara moco? Difícil elección, amiga mía —me
dijo mientras salía riéndose de la habitación en dirección a su cuarto, dejándome clara su postura. No sé
qué iba a hacer para que esas dos se llevaran bien.
El instituto comenzó a despertarse, miré hacia arriba del todo buscando las ventanas del dormitorio de
Ahharu. Se instaló en la más próxima al torreón, todas las cortinas estaban echadas, si no tendríamos
director a la brasa. Cuando reuniera fuerzas le iba a preguntar cómo acabó pasando de ángel a vampiro y
por qué su hermano me
dijo que no existía y ya de a paso me podría explicar qué fue lo que hizo para pasarme los dones
vampíricos, los que, por cierto, no tenía ni idea de cuáles eran. De repente me acordé de la vez que los
encontré a él y a Liliam en su dormitorio, pero eso no me lo iba a explicar él precisamente.
Por la hora que era supuse que Liliam estaría en la cafetería, su regla siempre fue
«desayuna bien y no tendrás hambre el resto del día», lo que nunca le funcionó muy bien porque a media
mañana siempre la pillaba zampándose algún dulce a escondidas
pese al atracón del desayuno. Me entristeció recordar esa época en la que sin saberlo fui feliz y no tenía
preocupaciones, o al menos no como las de ahora. Efectivamente, Liliam estaba sentada con una chica
rubia en la mesa del fondo con comida para tres
delante de ella, estaba tan metida en la conversación que no se dio cuenta de mi presencia hasta que
estuve de pie a su lado.
—Helen, ¿cuándo has vuelto? —su saludo fue más frío del que me esperaba, a lo
mejor era cierto eso de que la distancia hace el olvido, pero nunca pensé que mi mejor y única amiga
durante todo lo que llevaba de vida me diera de lado alguna vez. Miré a su acompañante para saludarla y
casi me caigo de espaldas.
—Hola, Helen, qué de tiempo, perdona que te diga pero estás muy desmejorada.
—Titania, yo también me alegro de volver a verte ¿Se puede saber qué haces aquí? —le pregunté casi
con los ojos fuera de mis órbitas.
—Pues no sé si recuerdas que soy reina de un pueblo que está como vacío, pero
sin el «como», y ha llegado a mis oídos que hay un nuevo director en el centro y que no es ni más ni
menos que uno de los miembros del alto consejo, así que he venido a ayudarle, ya que no hay ninguna otra
persona por aquí que tenga mi sabiduría ni mis
conocimientos —me contestó sonriente mientras se comía una galleta como si no me acabase de llamar
tonta en toda mi puñetera cara. A veces me encantaría ser Katy y poder mandar a la gente a la mierda sin
que lo vieran extraño y no quedarme callada y sonreír acordándome de sus castas en silencio.
—Helen, estoy desayunando, ¿no puedes esperar? —Me pregunto qué había
pasado estos días que habíamos estado fuera y cuándo se volvió la reina de las estúpidas. Asentí con la
cabeza, pillé algo para desayunar y me volví a la casa con Katy, al menos allí podría hablar con alguien.
—¿Qué te dijo qué? —dijo Katy mientras le conté mi encuentro con Liliam y con
Titania mientras se partía de risa a mi costa y se tragaba la comida de que llevé para las dos.
—Yo que tú le hubiera dado un puñetazo a la reina de las hojas y le hubiera tirado
el café en la cabeza a la fea —agregó casi llorando de las carcajadas, empecé a pensar que no fue tan
buena idea desahogarme con ella, pero bueno, al final me contagió su buen humor y acabamos las dos
imaginándolas con trozos de comida por todas partes.
Pasamos el resto del día haciendo las vagas, yo aproveché para leer un poco más el grimorio de la
familia y Dana no dio señales de vida hasta que anocheció. Cuando me
estaba duchando para irme a la cama escuché por la megafonía del campus.
la sala de estudios. —al garete mis planes de pasar una noche tranquila, pero bueno, el día me cundió
bastante, pues descubrí cosas de mis antepasadas que desconocía, como
por ejemplo que mi tía Joanh era capaz de hablar con los animales o que tenía el don de la telequinesis.
Cuánta falta me hubiera hecho en esos momentos algo parecido a una madre para que me aconsejara y me
escuchara…
—Helen, tu amado nos llama —me avisó Katy, golpeando la puerta del baño.
Las tres fuimos a la sala donde se nos habían convocado, ya iba siendo hora de que el resto supiera de la
existencia de Dana y de darle algo para hacer durante el día a parte de estar simplemente tumbada de luto
en la cama. Cuando entramos vi a Ahharu
muy entretenido hablando con Titania y con Liliam, Titania estaba casi textualmente encima de él y entre
las dos lo tenían arrinconado contra la pared, pero no vi que estuviera sufriendo mucho. En la habitación
también estaban Eric, Ibhi y Gordon, pero
nada de otros profesores. Me senté en la mesa al lado de Ibhi y de Katy la que no dudó un segundo en
hablar.
para su blanca piel creo que significó que mucho, se sentó y automáticamente las dos sanguijuelas
femeninas que lo acechaban se colocaron a su lado.
—Los he ido mandando a la cama a medida que han ido viniendo —respondió Ahharu.
—¡Sí, yo lo he visto, les ha hecho algo mental y no se han acordado qué hacían aquí, es fantástico! —nos
explicó Titania. Si alguna vez soy capaz de hacer eso del control mental juro que la iba a convencer de
que se comiera un moco delante de todos.
—Ahharu, no usamos los poderes con los nuestros, es lo que separa la línea entre
—No seas tan cascarrabias, viejo gnomo, él es el director y puede hacer lo que le
no me confundí y derroté a la hermana equivocada. Titania hizo un gesto con la mano y señaló a Katy y a
Gordon —Vosotros dos en particular sois los más simples de gobernar —concluyó. Katy se levantó de su
silla, dio un golpe en la mesa y le gritó.
—¡¡¡Katyyyy !!!—la paré porque estuve segura de cómo iba a terminar aquello y
no es que no tuviera ganas de que mi amiga le diera una lección, pero no lo vi oportuno, al menos por
ahora.
—La señorita Dana se va a hacer cargo de las clases de costumbres celtas y de explicarles a las chicas
qué seres pueden encontrar por esas tierras —dijo Ahharu cambiando de tema— y la Reina Titania se
hará cargo de las clases de magia botánica, el resto seguiréis en los mismos puestos que ocupabais antes
de que yo llegara. Ibhi, yo me encargaré de instruirte como Banshee, he conocido a muchas y estoy
preparado para ello. Solo quería deciros eso, os podéis ir, gracias por venir —concluyó. Me levanté de
mi asiento deseando desaparecer de la sala y dejar de ver el brutal tonteo que se traían Titania y Liliam
con él, pero justo cuando iba a salir me llamó.
—Helen, quédate un momento, tenemos asuntos que tratar —asentí con la cabeza y me volví a sentar
esperando que el resto se marchase. Cuando por fin estuvimos a solas se sentó a mi lado, me miró a los
ojos, me cogió la mano y me dijo.
—Creo que tenemos algunas cosas que aclarar, ¿no te parece? Empieza tú, ¿qué quieres saber?
—Caímos los dos a la vez del cielo, por decirlo de alguna manera, yo formé parte
de su ejército durante algún tiempo. Ten en cuenta que allí arriba no hay mucho con lo que divertirse y
que no habíamos visto a una mujer en nuestra vida, así que creo que desmadramos un poco más de la
cuenta. Sam se enamoró de una dama casada, la misma
que no le correspondió, ella amaba a su esposo y por muchas alas que Sam tuviera y
mucho encanto que poseyera no le sirvió de nada ante un corazón ocupado, la raptó e
intentó que le diera un hijo, consiguió dejarla embarazada pero todos los bebés nacieron muertos. ¿Has
estado en la cripta de la familia? —Asentí de nuevo sin ser capaz de articular palabra— Bueno, pues él
mismo mandó hacer las esculturas de la puerta para no olvidar jamás su error. El marido de la mujer se
volvió loco e hizo un pacto con los vampiros, lo convirtieron en uno de ellos para así poder encontrarla y
hacerle frente a su captor, quiso las habilidades vampíricas para tener alguna posibilidad frente a Sam.
Por aquel entonces yo vanagloriaba a mi hermano, por muchas locuras que este hiciese. El hombre
convertido en vampiro nos encontró y nos
pilló por sorpresa, intenté ayudar a Sam, pero en medio de la pelea, cuando la mujer descubrió a su
marido convertido en un monstruo por ella, le arrebató a Sam el cuchillo y se lo clavó ella misma en el
pecho poniendo fin a su vida. Sam se derrumbó al darse cuenta del fallo y cayó de rodillas delante del
vampiro esperando que le arrancara la cabeza o algo parecido, pero era mi hermano, lo único que yo
tenía en este mundo, así que me interpuse entre ellos dos y fue a mí a quién mordió. Un ángel caído ya
lleva sangre negra en las venas y cuando se mezcló el veneno de sus dientes con mi ya condenada estirpe
creó lo que estás viendo delante de ti. Sam se echó la culpa de lo que me pasó y desapareció de mi vida.
Al tiempo me enteré de que se había aliado a
una mujer que estaba empezando a formar un ejército de sombras para gobernarnos a
todos, tanto sobrenaturales como a humanos, y que él, en penitencia por sus actos, le había prometido
lealtad eterna.
Nunca me imaginé que Sam fuese capaz de tal aberración, pero si soy sincera no
lo conocía lo suficiente como para poder apostar nada por él. El sonido de unas risas que provenían del
pasillo nos interrumpió. De todas formas no sé si hubiera sido capaz
de seguir oyendo esas cosas sobre Sam, así que digamos que me salvó la campana, nos levantamos y
fuimos a ver qué ocurría.
Capítulo 7
La traición
Al salir de la sala de reuniones vimos a Titania apoyada contra la pared llorando de la risa, moviendo un
dedo de un lado a otro. Ahharu y yo nos miramos y nos encogimos de hombros, ella solo señalaba a las
escaleras y reía. Cuando llegamos hasta allí casi me da un patatús, Katy tenía cogido a Gordon en brazos
como si acunara a un bebé y le estaba haciendo carantoñas, el gnomo ronroneaba como un gatito en celo y
restregaba la cara por el pecho de la loba, quien estaba entretenidísima jugueteando con los enormes y
peludos lóbulos de las orejas de Gordon. No sé si aquella escena me dio asco, miedo o ganas de ir a
vomitar, me quedé helada, no supe cómo reaccionar hasta que Katy se abalanzó sobre el pequeño
hombrecillo y le dio un beso con lengua
de los que no se ven ni en las películas de adultos. No pude mirarlos, no comprendí qué estaba
sucediendo, me giré y vi a Ahharu correr hasta Titania y agarrarle las manos por encima de la cabeza. En
ese instante Gordon salió disparado contra la pared del pasillo, Katy se levantó, escupió en el suelo y
salió corriendo en dirección a Ahharu y a Titania. Mi amiga estaba roja y me temí que a punto de
explotar, ya se había transformado en licántropa, mientras le gritaba amenazas a medida que se le
acercaba.
—¡¡¡Vas a perder las alas y ese estúpido y estropajoso pelo rubio que tienes, bicho insignificante, reina
de las moscas, cabeza de sapo, niñata malcriada!!! —
Realmente iba a asesinarla y entonces sí que estaríamos en serios problemas. Por mucho que me gustase
ver a Titania en dificultades, no pude permitir que mi amiga se jugara el pellejo por ella. La agarré por la
espalda como pude y la paré el tiempo suficiente para que el hada se escapara volando, aquello me iba a
costar caro. Katy intentó zafarse de mi agarre moviéndose y gruñéndome. Ahharu vino en mi ayuda, se le
acercó y colocó ambas manos sobre los hombros de Katy. Al contacto con él, la loba
se tranquilizó y su nivel de cólera bajo bastante. Ahharu la miró fijamente a los ojos y le dijo:
—¡¿Se puede saber qué estás haciendo?! —le gritó a Ahharu a la vez que se apartó de nosotros —Creo
que estáis un poco raritos últimamente, id a un hotel —nos
dijo mientras se fue a las escaleras en las que Gordon continuaba tirado en el suelo.—
¡¿Y tú qué miras, cabezón?! —Le dijo al pobre Gordon, que seguía en estado de shock.
—Ahora mismo no tengo muy claro si detesto a esa hada o si la quiero con locura
—Gordon, como Katy se entere de lo que acaba de pasar estaremos en serios problemas —le advertí.
—Lo sé, pero ni se os ocurra borrarme a mí la memoria, hacía siglos que no estaba tan a gustito —y
diciendo esto se marchó escaleras abajo con una sonrisa de oreja a oreja canturreando. Me sentí muy mal
por mi amiga lobuna, aunque ella no recordara jamás lo ocurrido alguien tendría que poner en su sitio a
esa mocosa.
—Señor Ahharu —Escuché la voz de una mujer y me volví al instante, era la profesora Alice. Desde su
última hazaña con los gigantes había aprendido a no volver a menospreciar a esa mujer.
—Acepto que usted esté aquí, puedo incluso acceder a que haga como que es el
que manda en el instituto, pero no olvide que tan solo es una simple marioneta del consejo. Tras la falta
de Joanh el centro está bajo mi responsabilidad y no consentiré abusos a mis alumnas, ni a ninguna otra
persona que resida aquí proveniente de usted y mucho menos voy a tolerar ninguna falta procedente de
esa hada acabada. Que sea la
última vez que tengo que avisarle o aténgase a las consecuencias —A mí ni siquiera me prestó atención.
—Disculpe, Alice, no se volverá a repetir, creí oportuno utilizar mis poderes para
no llegar a males mayores. Buenas noches —le dijo, se dirigió hacia mí, me agarró del brazo y me jaló
escaleras abajo.
—¿Qué acaba de suceder? —le pregunté a la vez que él me tapó la boca con la mano y me apoyó en la
pared de la esquina del pasillo. Acto seguido levantó la cabeza y miró que nadie anduviera cerca.
—No de mucho, creí que era una simple profesora —le susurré.
—A estas alturas ya deberías saber que nada es lo que parece ser, Helen, mantén
las distancias con ella, tiene más poder del que imaginas, tanto dentro como fuera de aquí —me advirtió.
El olor de su pelo mezclado con otro aroma dulce me mareó, casi
no pude resistir las ganas de volver a morderlo. Nuestras miradas se chocaron, nuestra respiración se
mezcló, nuestros labios estaban a tan solo unos milímetros unos de otros, me tenía agarrada por la cintura
y sus piernas estaban entremezcladas con las mías. Todo estaba a oscuras, cuando estuve a punto de
volver a perderme en su boca,
unos fuegos artificiales surgieron de la nada y comenzaron a explotar en nuestras cabezas haciendo que
diera un brinco enrome y ridículo a más no poder,
interrumpiendo ese precioso momento que acabábamos de tener. Titania salió de las sombras riéndose a
carcajadas, mi cara no tuvo precio, quería arrancarle el corazón.
—Ya nos vemos mañana, tengo algunas cosas que hablar con Titania —Y
desapareció en la negrura del pasillo recién reconstruido, el mismo que aún olía a pintura, dejándome
con un palmo de narices. Me volví a la casa de Joanh y me metí en el cuarto secreto a investigar un poco.
la casa entera, así que nada más entrar cerré a puerta, chasqueé los dedos y prendí las llamas del
candelabro. Una pequeña brisa apagó las tres velas, lo que me sacó todavía más de mis casillas, si eso
era posible después del numerito de los fuegos artificiales de Titania. Volví a encender las mechas, en el
instante en el que mis ojos se acostumbraron a la luz, la cara de una mujer se apareció justo delante de mí
haciéndome pegar un grito monumental. Cerré los ojos de manera automática y al abrirlos y aproximar la
luz al lugar donde vi el rostro, este ya no estaba, cogí el libro sin pensarlo y salí corriendo de aquel
lugar. Cuando entré en mi cuarto la misma silueta me estaba esperando sentada encima de la cama,
encendí la luz y pude reconocerla esta vez a la perfección. Creé una bola de fuego rápidamente en mi
mente y se la lancé, pero como ya ocurrió la vez anterior, esta dividió su cuerpo en dos partes y la
esquivó, la esfera colisionó contra la pared prendiendo fuego a las cortinas del fondo. Katy y Dana
aparecieron detrás de mí sobresaltadas por el ruido. Dana creó una pequeña nube y comenzó a llover
dentro de la habitación, empapándonos a todos menos al asaltante, fue como si no estuviera allí
realmente.
—¡Katy, coge el libro y corre de nuevo al cuarto, yaaaa! —le ordené a mi amiga,
lanzándole el tomo, pero justo cuando iba a agarrarlo se detuvo en el aire como por obra de magia.
comenzó a volar en dirección a Morgana, no iba a consentir que llegara a manos de mi madre, si la magia
no servía para luchar contra ella, la técnica de Katy no fallaría.
contra la cintura del pantalón y mi cuerpo y le hice un placaje al más puro estilo licántropo a la bruja, que
desapareció y se esfumó en cuando nos tocamos, dejándome
habitación estaba hecha un desastre, si tía Joanh levantase la cabeza se moriría otra vez del disgusto.
—Algo apareció en mi cuarto secreto, me asusté y salí corriendo. Ahora sé que era una trampa —
respondí cabizbaja.
—¿Esa fue la mujer que hizo que mataran a Faoladh y a Dagda? —me preguntó sonriente. Yo asentí
confusa al ver su reacción.
—Perfecto, ya sé a quién tengo que matar —dijo saliendo del dormitorio. Dana a
—Helen, yo de verdad que no sé quién de todos está más loco, si los malos o los
buenos, por mi madre. ¿Cómo cojones se te ha ocurrido tirarte en plancha encima de Morgana? —me dijo
Katy.
—Tengo una de las amigas más locas que existen, aprendo rápido —le respondí
riendo, aún nerviosa por lo ocurrido.
también.
—Éramos pocos y parió la gallina… Os dejo solos antes de que vomite —dijo Katy saliendo del
dormitorio, pude escuchar como Katy le gritó a Dana por mitad del
pasillo.
—¡¡Danaaaa, cierra el grifo o vas a limpiar tú solita toda la casa!! —Al instante la nube desapareció, no
lo suficientemente rápido como para dejar seco a Ahharu. El problema era que mojado me resultaba aun
más atractivo.
mi madre lleva algún tiempo tras él, casi consigue quitármelo esta vez —Lo miré de nuevo, tenía todas
las plumas caladas, casi preferí no pensar en el aspecto que yo debía de tener.
—Tienes que quitarte esa ropa o te pondrás mala —me aconsejó, pero no se movió ni un milímetro. Abrí
los cajones, intenté encontrar algo seco que ponerme y me metí en el baño para cambiarme. Para cuando
salí la habitación estaba como si nada hubiese sucedido, las cortinas parecían nuevas, el suelo, las
paredes y la colcha de la cama no revelaban ni rastro de la inundación. Ahharu me miró, sonrió, se
encogió de
hombros y me dijo:
—Digamos que le debo un favor a Dana, me he tomado la libertad de pedirle también que tapie
temporalmente las ventanas de la casa, no pienso dejarte sola. Si no te importa dormir conmigo claro…
Creo que mis mejillas se pusieron rojas como nunca antes se habían puesto, en la
vida había dormido con nadie que no fuese de mi mismo sexo, aquello me estaba empezando a superar,
pero pese a mis miedos le respondí que no tenía inconveniente.
Todas las luces de la casa estaban encendidas ya que ninguna ventana dejó pasar la luz al interior o
tendríamos ángel vampírico a la brasa. Lo llevé a mi cuarto secreto y volví a colocar el libro en su lugar,
le expliqué cómo lo había encontrado, y juntos leímos algunas historias de mis antepasados. Por lo visto
tuve una tatarabuela que era capaz de hacer que la gente se riese sin parar. Nos imaginamos a Gordon
bajo ese maleficio y fuimos nosotros los que nos reímos a carcajadas imaginando al gnomo sufriendo ante
tal atrocidad. Otra familiar lejana podía cambiar el tiempo a su antojo y llamar a los rayos al igual que
yo, otra podía hacer crecer las flores y dominar la naturaleza y otra podía hablar con los animales.
Cuando llegamos a la parte de mi madre suspiré y pasé la página.
—Estás cansada, ¿por qué no nos vamos a la cama, Helen? —me propuso,
dejándome sin aliento de nuevo. Había estado intentando que el tiempo pasara y mantenernos lo
suficientemente entretenidos como para saltarnos ese punto, pero mi agotamiento fue bastante visible para
él, creo que incluso más que para mí misma, así que acepté sin rechistar.
—No uso pijama, si es lo que me preguntas, pero si te incomoda con que me prestes unos pantalones de
chándal voy bien, gracias. —Le di un pantalón de algodón
gris ancho y me fui al cuarto de baño a buscar qué ponerme, no quise que pensara que quería nada
extraño, pero tampoco quise que recordara nuestra primera noche como una fiesta de pijamas infantil, así
que me decidí por un conjunto de pantalones cortos rojos y una camiseta de tirantas con unos pequeños
corazoncitos, era lo menos ridículo que tenía en mi armario. Cuando entré de nuevo en el cuarto, Ahharu
ya estaba tumbado sobre la cama, llevaba las alas guardadas o no hubiéramos cabido los dos. Me metí
entre las sabanas y me puse boca arriba, él se giró, me miró y me dijo:
estaba helado, él pasó su mano por debajo de mi espalda y me apretujó más contra su
cuerpo, tan solo las finas sabanas nos separaban, alargó el brazo que le quedó libre, cogió mi mano y la
besó.
—No permitiré que nadie te haga daño, Helen, puedes confiar en mí —me
prometió.
—Antes hablé con Titania y de muy buenas maneras le dije que su ayuda no era necesaria aquí, que sería
más útil si regresaba al bosque a reconstruir su poblado.
—Digamos que le he prestado algunos robustos soldados de los que están a las órdenes del consejo para
que la ayuden y no ha protestado mucho. De todas formas soy consciente de que tengo una enemiga más
en el mundo mágico, pero ella no iba a ser
nadie a que me ceda su sangre aun pudiendo hacerlo. Si no tomo sangre no me moriré,
al igual que la luz no me matará, pero me debilita lo suficiente como para no ser de mucha ayuda.
cambio de respuestas y yo acepté. Quería saber qué tenía pensado hacer el consejo con respecto a
Morgana y a la Reina de las Sombras si las atrapábamos, no vi nada malo en su escrutinio, antes de venir
hasta aquí estuve indagando y sé que es tu amiga, no creo que quisiera la información para nada malo.
—Ni yo, pero Liliam ha cambiado mucho desde que regresamos de Isla
Esmeralda, ya no es mi amiga o al menos no como lo era antes, no sé qué le ha pasado, mañana hablaré
con ella.
—¿Tiene la bella durmiente alguna otra duda más o se va a dormir usted de una
vez por todas? Prometo no desangrarte cuando no te des cuenta ni nada de eso —dijo
idea —pero no lo dejé terminar, me puse a horcajadas sobre él y coloqué mi cuello junto a su boca, dos
pequeñas punzadas me hicieron dar un pequeño respingo, fue como cuando te pinchas con una aguja el
dedo, fue como cuando cortas un rosal y sus espinas te traspasan el dedo. Entonces mi piel se puso de
gallina, mis sentidos se agudizaron y un diminuto gemido salió de mis labios. Él me agarró, me tumbó de
nuevo en la cama
boca arriba y se puso sobre mí, sin dejar caer su peso por completo. Noté cómo los brazos le temblaron,
lo agarré y lo traje aún más contra mi pecho, esta vez no había sábanas que nos separasen, en esta ocasión
nuestros cuerpos estuvieron pegados el uno contra el otro. Levantó un poco la espalda, me miró y
jugueteó con mi pelo mientras lo hacía.
—Eres realmente bella, pequeña Helen. —Volví a traer su cabeza cerca de mí y reanudamos nuestro
beso. Pese al frio que Ahharu emanaba, mi cuerpo sintió calor, su olor y los latidos de su corazón
formaban una preciosa melodía en mi cabeza, me separé de su boca y le mordí, noté cómo mis dientes
crecieron, y cómo esta vez el que gemía era él. Succioné su dulce sangre y de repente me encontré en otro
sitio, en otro lugar, en otra época, ya no estaba en mi cuarto y ya no era mi cuerpo sino el de él. La visión
fue pasando ante mis ojos como una diapositiva, vi a Sam con la mujer que representaba la imagen de la
estatua de la cripta, sentí cómo su hermano sabía que lo que Sam estaba haciendo no estaba bien y sentí
su amor incondicional por él, vi la batalla con el marido de la mujer, y vi cómo Ahharu fue transformado
en lo que es hoy en día, pude comprobar por mí misma cómo Sam salió corriendo como un cobarde y lo
dejó solo y abandonado a su suerte y lo peor de todo es que sentí el miedo y la soledad
que Ahharu sintió, noté cómo las lágrimas corrieron por mis mejillas sin poder controlarlas, estuve
presente cuando el pequeño y asustadizo ángel recién transformado se presentó ante el gran consejo
ofreciéndoles su ayuda incondicional. Entre todos ellos distinguí un rostro que me resultó demasiado
familiar, mi padre estaba entre ellos sentado, estuve presente junto con Ahharu en cada misión que le
mandaban y para finalizar lo observé en una habitación en penumbra sentado junto a mi padre. Lo último
que escuché fue:
«Cuídala con tu propia vida si fuera preciso, mi hija es el ser más importante que
ha existido jamás».
Cuando abrí los ojos Ahharu había encendido la luz de la mesita de noche y estaba
sentado, me tenía en su regazo como si yo fuera una niña pequeña de cristal y temiese que me fuera a
romper, la cabeza me dio vueltas, era demasiada información de nuevo.
Detestaba tener estas visiones, pero por otro lado hacía mucho que no me venían y en parte las extrañaba
porque ya formaban parte de lo que soy.
—Helen, lo siento, sabía que no debía hacerlo, ¿te he lastimado? —me preguntó.
Su cara de preocupación me conmovió, me abracé a él y lloré por todo lo que había visto hasta que me
quedé dormida sin querer en sus brazos.
Al despertar, estaba metida en la cama, Ahharu permanecía a mi lado, me tenía agarrada por la espalda,
noté su respiración en mi oreja, retiré su brazo de mi cintura y me incorporé con sumo cuidado para no
despertarlo, entré en el baño para vestirme y
cuál fue mi asombro cuando descubrí de que llevaba una camiseta distinta a la de la noche anterior.
—Esto tiene una explicación —me dijo avergonzado— Anoche tuviste muchas
pesadillas y estabas empapada en sudor, te prometo que tan solo te cambié la camiseta para que no te
pusieras mala, no vi nada, bueno intenté no ver nada, no soy tan de piedra como creí en un principio. No
podemos volver a repetirlo, si te pierdo, yo…
—Si me pierdes mi padre te matará, ¿no es cierto? —Sus ojos se abrieron de par
en par y se quedó sin palabras, así que continué— Anoche cuando bebí de ti tuve una
visión de tu vida, se te olvidó decirme la parte en la que mi padre estaba detrás de que estuvieras aquí,
de verdad que no sé cuándo aprenderé a dejar de confiar en las personas. Sam está aliado con mi madre y
tú con mi padre. ¿Es que los tíos con alas
pretendéis volverme loca o qué?
Se acercó a mí con esa cara de niño malo que lo caracterizaba, me miró, me levantó el mentón y me besó
con dulzura y con afecto, se separó de mí la distancia justa para mirarme a los ojos de nuevo.
—Si has visto mi vida, sabrás que no te he mentido en nada de lo que te he dicho y
que al contrario que mi hermano, no quiero ningún mal para ti. —Sus ojos eran sinceros, pero yo ya no
sabía a quién creer, estaba hecha un lío. Justo cuando iba a responderle alguien llamó a la puerta.
—Será mejor que nos vayamos, quiero hablar con Liliam —le dije a la vez que lo
de oreja a oreja. Después de escucharlo en voz alta no sonó como lo que realmente quise decir en un
principio, pero creo que el subconsciente me traicionó.
Ibhi se encontraban a pocos metros de ella hablando plácidamente en una mesa con unos libros delante,
me supuse que de adorno; Gordon estaba en su mesa de estudios
trascribiendo textos, que era lo que más le gustaba a parte de las mujeres, pero aún mantenía esa sonrisa
picarona de la noche anterior; Ahharu se fue a su dormitorio a darse una ducha y a cambiarse de ropa,
preferí que la gente no lo viera conmigo llevando lo mismo del día anterior. Me senté junto a mi amiga y
le pregunté.
—¿A mí? ¿Te importa algo? —me respondió en un tono que nunca antes había usado conmigo y que se me
clavó en el alma.
—Liliam, no te entiendo, no sé qué te he hecho para que te comportes de esta manera —le supliqué.
—¡No, por Dios, la todopoderosa Helen no sabe qué me ha hecho; la admirada, querida y huerfanita
Helen no comprende cómo alguien puede portarse mal con ella.
Entérate de que el mundo no gira en torno a ti, el resto tenemos nuestras propias vidas!,
¿sabías? —sus palabras fueron puñales en mi pecho, los ojos se me colmaron de lágrimas. Me levanté, di
media vuelta, salí de allí dando un portazo y me quedé con la espalda apoyada en la pared de al lado,
tragándome las ganas de darle un puñetazo. Al poco tiempo unos gritos provenientes del interior de la
biblioteca captaron mi atención y al momento el ruido de unos cristales rotos me hizo volver a entrar.
Ibhi estaba flotando con la melena en el aire como la vez anterior, sus ojos ya se
habían puesto en blanco, todos los allí presentes, a excepción de Liliam, supimos lo que iba a suceder a
continuación. Gordon y Eric ya estaban en el suelo con los oídos tapados. Liliam se había puesto en pie,
tenía agarrado con una mano un amuleto que llevaba al cuello que no le había visto nunca puesto, estaba
con el otro brazo paralelo al suelo y la palma de la mano extendida en dirección a la Banshee diciendo
unas palabras que no entendí en voz baja. Corrí hasta ella para evitar que le hiciera daño a Ibhi o que la
Banshee la lastimase a ella sin querer, pero no llegué a tiempo, de la mano de Liliam salieron un par de
serpientes negras que comenzaron a enroscársele a
Ibhi por las piernas y fueron subiendo hasta su garganta, apretándosela hasta que esta perdió la
conciencia y cayó al suelo. Me apresuré a su lado para ayudarla, pero las serpientes se me abalanzaban y
me lanzaban mordiscos cada vez que intentaba quitarlas. La respiración de Ibhi era más lenta por
momentos y en ese instante solo se me ocurrió hacer una cosa, gritar.
—¡¡¡Ahharuuuu!!!
En un santiamén las serpientes desaparecieron del cuerpo de mi amiga, Eric se puso a mi lado e intentó
reanimarla haciéndole la respiración artificial y dándole golpes en el pecho. Me giré y vi cómo Ahharu
tenía agarrada a Liliam por ambas manos y cómo a continuación le arrancó el medallón del cuello.
—¡Eric, para! —le gritó Gordon a Eric, que continuaba insuflándole aire a Ibhi en
los pulmones y seguía dándole golpes en el pecho, sin conseguir reacción alguna por parte de la Banshee.
—¡Nooo, sé que puedo, no puede morir, no debe acabar así, no puedo perderla a
ella también! —chilló Eric una y otra vez mientras las lágrimas le caían por las mejillas. Yo me senté en
el suelo a su lado y esperé a que se diera por vencido. Cuando paró la agarró, se la llevó junto a su pecho
y la acunó llorando desconsolado. El cuerpo de Ibhi estaba flácido e inerte, no supe qué hacer más que
acompañar su llanto con el mío. Alice entró en la biblioteca, Ahharu la miró y ella corrió junto al cuerpo
de Ibhi, se la quitó de los brazos a Eric y le puso las manos en el pecho. Una luz cegadora
salió de las extremidades de la profesora y se introdujo en Ibhi, justo entonces la muchacha se incorporó
y comenzó a toser, tenía unas horribles marcas negras en el cuello provocadas por las serpientes que le
había lanzado Liliam. Eric la agarró de nuevo, le cogió la cara y la besó cientos de veces como hacen las
abuelas a los nietos en cada despedida, sin dejar de llorar. Alice se levantó del suelo, se dirigió a Ahharu
y le dijo:
asintió con la cabeza y condujo a Liliam fuera del salón, mientras esta gritaba una y otra vez.
—¡Estáis todos muertos, ella vendrá y me llevará! ¿Me oyes, Helen? ¡Estás muerta!
Capítulo 8
El reencuentro
Ibhi se pasó unos días en la enfermería bajo los incansables cuidados de Eric, que no se movió de su
lado ni un solo segundo. Las marcas en su cuello no se borraron, por muchos ungüentos que le pusieron,
su salud no acababa de mejorar del todo tampoco,
pero al menos estaba viva. Me pregunté mil veces qué le sucedió a Liliam para pasarse al lado oscuro de
un día para otro. A veces me echaba la culpa a mí misma, por ser siempre el centro de atención y
relegarla a un segundo plano. Katy tampoco llevó demasiado bien la traición de mi ex amiga, en el fondo
pienso que ella también se sentía culpable por lo ocurrido; por muchas peleas que tuvieran y aunque Katy
se metiera con ella, yo mejor que nadie sabía el gran corazón que podía llegar a tener mi amiga lobuna y
la pérdida, en cierto modo, de uno de nosotros por estos motivos la tenía aun de peor humor que el
habitual. Encerraron a Liliam en una habitación bajo estricta vigilancia, le quitaron su libro de familia y
ese extraño amuleto del que habían salido las dos letales serpientes. Hacía dos días que no veía a Ahharu
por ningún lado, fui a buscarlo a su dormitorio una vez y la profesora Alice me cogió en medio del
pasillo y me hizo regresar a las zonas comunes, alegando que el director estaba demasiado ocupado
rellenando los papeles del traslado de Liliam como para también
Un día no pude más y fui a hurtadillas hasta el cuarto donde estaba Liliam, necesitaba hablar con ella,
pensé que pese a lo que había dicho y hecho no estaba todo perdido y que solo yo lograría hacerla entrar
de nuevo en razón. Salí de la casa en plena noche, cerré la puerta de la casa con sumo cuidado y cuando
me giré, la mirada penetrante de Katy me detuvo en seco.
—¿Qué pretendes, kamikaze? —me instó.
—Nada, he decidido dar un paseo nocturno para aclararme las ideas —intenté mentirle.
—¿Venga ya, en serio? Vas a ver a la domadora de reptiles, ¿verdad? —Odiaba que me conociera tan
bien.
—Vale, sí. Entiéndelo, mañana se la llevan y no me puedo quedar así, necesito saber qué ha pasado —le
rogué.
—Vale, vamos, no pienso dejarte ir sola. —Supe que esta era su última palabra y que por mucha coba
que intentara darle lo único que haríamos sería perder el tiempo, así que acepte de mala gana. Cuando
llegamos a la puerta de la habitación de Liliam, había uno de los soldados del consejo custodiándola.
Katy y yo nos miramos, ella me
—Me debes con esta como unas mil, he perdido la cuenta. —Me empujó tras ella
—Disculpa, necesito su ayuda. Estaba haciendo una ronda por los pasillos, me he
tropezado y me he torcido el tobillo, no creo que sea capaz de volver a mi casa yo sola. ¿Por favor,
podrías acompañarme? —le suplicó poniéndose en modo ligona. El guarda la tomó de la cintura, le miró
el pie «dolorido» y le respondió que no se preocupase, que tenía el teléfono para emergencias y que
avisaría a alguien para que la ayudase. Mi amiga suspiró, se puso derecha de nuevo y le dio un señor
puñetazo que lo dejó inconsciente tirado en el suelo. Yo la miré con los ojos como platos.
hombros como si noquear a la gente fuera la segunda opción más válida del mundo. No
pude más que sonreír y entrar al cuarto dejándola a ella de centinela en la puerta, no sin antes advertirme
que si en cinco minutos no daba señales de vida entraría y le arrancaría la cabeza a Liliam.
—Sabía que vendrías, eres demasiado tú como para no hacerlo —me dijo sin siquiera girarse.
—Liliam, ¿qué ha pasado? ¿Por qué intentaste matar a Ibhi? ¿De dónde sacaste ese
colgante?
aquí. No tengo nada que decirte Helen, por si no te has dado cuenta hace tiempo que no somos amigas.
—¿Pero por qué? No lo comprendo, Liliam, si tan solo tú… —Me interrumpió dándose la vuelta, las
luces estaban apagadas, pero por la ventana entraba la luz suficiente como para verle el rostro. De su
cuello salían una especie de escamas que le cubrían todo el cuerpo, a excepción de algunos trozos de la
cara; tenía las uñas largas y negras como las de los lagartos y la siguiente vez que habló pude comprobar
que su
¿pero cómo?, se acercó aun más a mí haciéndome retroceder involuntariamente, su aspecto me dejó de
piedra.
—¿No te gusta lo que ves, Helen? ¡Pues ahora soy más fuerte que tú y que cualquiera de los que estáis
bajo estos techos, os pensáis que me tenéis retenida, insensatos, solo estoy esperando el momento
oportuno! —Alargó la mano y me agarró
por el brazo provocándome un dolor horrible. Cada segundo que mantenía el contacto
con mi piel, esta se volvía negra como las marcas del cuello de Ibhi. Me miró a los ojos y sacó una
lengua viperina que casi llegó hasta mi cara, me recordó a cuando Morgana me lamió en el pantano, solo
que esta vez fue mucho peor, porque en esta ocasión era la persona con la que había convivido la mayor
parte de mi corta vida.
Ahharu entró en la habitación seguido de Katy, nos separó de un empujón y le gritó a Katy que me sacase
de allí. Mi amiga no dudó ni un segundo, me cogió en volandas y
cerró la puerta tras de nosotras, yo aún estaba en estado de shock, no podía asimilar lo que acababa de
ver.
—¿Helen, qué ha pasado?¿Qué te ha hecho? —me preguntó una y otra vez. Yo estaba en plena crisis, no
podía creerlo, lo único que pude advertir fue el inmenso dolor de mi brazo. Katy me lo sostuvo, se echó
las manos a la cabeza y me llevó corriendo a enfermería. Allí estaban Ibhi y Eric hablando
tranquilamente hasta que llegamos nosotras.
—¡Rápido, llama a la Alice esa de las narices! —ordenó Katy a Eric. Este miró a
Ibhi temiendo dejarla sola, pero cuando echó un vistazo a mi brazo salió corriendo de allí como alma que
lleva el diablo. Me tumbé en una camilla, sentí un enorme dolor, era como si algo me estuviese quemando
por dentro, comencé a sentir frio en todo el
cuerpo menos en la parte del agarre de Liliam, que me latía como si tuviera un corazón propio en su
interior. A los pocos minutos regresó Eric acompañado de Alice y Gordon. Ambos inspeccionaron mi
dolorida extremidad, se miraron el uno al otro y volvieron a salir de la enfermería.
—Mira dónde estamos por culpa de hacerte caso, no me pienso mover de aquí, así
que ya me puedes poner todas las caras de pena que conozcas que no te servirán para
nada —me regañó temblorosa. Realmente es de las veces que más preocupada la vi jamás, creo que perdí
el conocimiento porque lo próximo que recuerdo fueron extraños sueños que no logré descifrar. Noté
cómo alguien me besó en la frente y abrí los ojos.
encontraba y la otra en el suelo. Miré hacia abajo y vi mi brazo vendado, me seguía doliendo y
continuaba sintiendo una punzada en su interior, pero creo que me debieron de administrar bastantes
tranquilizantes porque no era ni la mitad del daño que noté la vez anterior.
—Bella y loca durmiente, tienes que dejar de hacer locuras para llamar mi atención —me dijo Ahharu
sonriente. Tenía unos enormes surcos negros bajo los ojos.
En la cama de al lado ya no estaban Ibhi ni Eric, solo estábamos los dos en la sala de curas. Miré de
nuevo a mi alrededor y descubrí que no estábamos en la enfermería, sino en mi dormitorio.
—Es mejor que estés fuera del instituto, además me gusta este cuarto.
—Helen, Liliam ha hecho un pacto con las sombras. Llevar demasiado tiempo ese
amuleto, aparte de concederle mucho más poder del que una bruja normal imaginaría,
también le ha afectado a su ser y a su alma, ya no hay nada en ella de la Liliam que un día conociste, lo
siento. Si te lo hubiera dicho seguramente no estarías en este estado ahora mismo —se lamentó,
tumbándose por completo en la cama. Se colocó de lado y
—Si me lo hubieras dicho estaría incluso peor porque también hubiera intentado
ayudarla, Ahharu. Esto no es por tu culpa, pero no te preocupes, me curo con facilidad
—le sonreí.
—Rocky, aguanta el genio, que no tengo el chichi para farolillos. Déjame sola con
mi amiga, tengo que hablar con ella un momento —Ahharu asintió con la cabeza y salió sin siquiera
mirarme.
—El alitas está realmente jodido, ¿eh? Parece que esta vez no te has equivocado
al elegir, señorita desastre. A mí es que eso de las plumas como que no me va, prefiero las pieles —me
dijo intentando quitarle hierro al asunto— ¿Helen, te ha contado ya Ahharu lo que ocurre?
—Me estoy muriendo, ¿no? —le pregunté. Ella asintió con la cabeza y se tragó unas lágrimas que estaban
a punto de salírsele de los ojos —Voy a matar a esa víbora, te prometo que encontraré la forma de
curarte.
—Por mí como si se va al infierno. La profesora Alice y otros del consejo que vinieron a buscarla la
están interrogando, pero no hay manera de que suelte prenda y estos estúpidos no me dejan intentarlo a
mí, que si no ya habría cantado como un jilguero. Si antes era fea ahora ya se lleva la palma. Como en
unas horas no consigan nada, la trasladarán y te dejarán a tu suerte, los muy miserables.
—Ya podrías ser un poco menos explícita, ¿no te parece? —le regaño Dana
poco el dolor y parar un poco el avance de esa cosa, pero me temo que no puedo hacer mucho más, tan
solo hay una forma en que sí se puede intentar hacer algo, el problema es que según me he estado
informado creo que no te hará ninguna gracia.
Entonces Ahharu, que supuse que se había estado enterando de nuestra conversación, hizo acto de
presencia, se sentó a mi lado, me cogió la mano y me dijo:
—No voy a consentir que nadie muera por mi culpa, por muy mala que sea ahora,
—Pues nada, plan B, llama a tu hermanito del alma y que haga algo por una vez —
le dijo Katy a Ahharu, que abrió los ojos de par en par y la miró atónito.
—A ver, él tiene contacto directo con los malos, ¿no? Pues es de suponer que también sabrá cómo
arreglar esto —explicó Katy. La verdad es que su idea no era tan
descabellada, pero me temí que tras nuestra última conversación yo no estaba en la lista de sus personas
preferidas por las que jugarse la vida.
Otro estallido y otro más llenaron la habitación, pequeños destellos entraban por
—Mierda, Helen, ¿te contrataron para pintar al gatito de Sherk o qué? Vamos, te
ayudaré a levantarte, pero te juro que como te pase algo te remato yo misma. —Le sonreí y cuando estuve
en pie le di un fuerte abrazo y le planté uno de esos besos que tanto le gustaban en la mejilla. Para mi
asombro esta vez no se quejó, supe entonces que la gravedad de mi enfermedad era aun mayor de lo que
en un principio pensé.
En la puerta principal del castillo se había formado una gran batalla, Ahharu estaba controlando rayos y
golpeando a un montón de arpías que habían aparecido de
la nada, la profesora Alice estaba luchando contra un gigante, Dana llevaba un arco en la mano y lanzaba
flechas a diestro y siniestro, acertando cada una de ellas en el corazón de las damas voladoras. Me armé
de valor y corrí, vigilada de cerca por Katy, hasta ellos para ayudarlos. Eric estaba a la derecha del todo
junto a Ibhi, ambos peleaban contra otro gigante, no se trataba de Balar, pero eso no los hacía menos
peligrosos. Algunos soldados del consejo se encontraban tirados en el suelo y otros disparaban rayos de
color verde a una silueta oscura que estaba en pie en las escaleras de la entrada, los fusilazos le daban y
rebotaban en su cuerpo cogiendo otra dirección y colisionando con todo lo que pillaban en su camino, no
supe a quién acudir ni a cuál de ellos ayudar primero.
—Helen, ni se te ocurra meterte —me amenazó Katy. Recordé la falta que me haría en esos momentos
tener a unos de los Pukas junto a mí, me quedé en pie observando el caos que se había formado y algo me
empujó por atrás.
—Más que nunca, amigo mío —le respondí subiendo a su lomo y dejándolo a él
decidir dónde dirigirnos primero. Se colocó junto a Ibhi, quien me miró asustada, le sonreí y fijé mi
atención en el gigante, rememoré mi anterior encuentro con estos seres.
Ahharu le disparó una flecha certera en el ojo de la frente, cerré los ojos, me concentré
y una bola de fuego se creó en mi mano buena, con la otra estaba agarrada a las crines del caballo
intentado no caerme de boca. Le recé a la esfera para que cumpliera su función y se la lancé con todas
mis fuerzas. Tal y como imaginé en mi mente, la bola se estrelló en el blanco haciendo tambalear al
gigante. Eric aprovechó, le saltó encima y le clavó la espada en el ojo tumbándolo encima de unos
árboles. El puka me miró y yo asentí, la conexión que tenía con aquel animal era tan fuerte que no
necesitaba palabras para comunicarme con él. Alice tenía controlado a su gigante y casi había acabado
con él por completo. Ahharu continuaba concentrado en eliminar las pocas arpías que le quedaban y no se
dio cuenta de que yo también formaba parte de la batalla. Katy lo ayudaba terminando con las que caían
vivas al pavimento, así que mi caballo y yo decidimos ir a ayudar a los soldados del congreso, cuando
estuve lo suficientemente cerca de ellos, bajé de un salto de la grupa y le ordené al puka que aguardara
hasta nueva orden. Corrí junto a ellos, estaban exhaustos, ahora que tenía al ser al lado casi no pude
respirar cuando descubrí que era Liliam. Sonreía mientras avanzaba lentamente hacía nosotros, a medida
que se iba acercando le pude ver mejor las facciones de su cara, tenía más escamas que la vez anterior
que la vi, sus manos casi estaban convertidas en garras por completo y su pelo empezaba a desaparecer,
me dieron ganas de vomitar ante semejante imagen.
—¡Al fin llegaste, me estaba empezando a cansar de este juego! —levantó las manos y una docena de
serpientes reptaron hasta los soldados estrangulándolos y dejándolos tumbados en cuestión de segundos.
—¡¡Liliam no quiero pelear contra ti, no quiero hacerte daño, por favor, para!! —
le rogué.
—No puedes hacerme más daño del que ya me has hecho, pequeña insignificante,
realmente no sé qué tienes de especial para nadie, yo siempre fui más lista que tú, tú lo único que sabías
hacer era soñar y llorar, en cambio yo llevo toda mi vida aceptando ordenes de los demás e intentando
hacer las cosas bien. ¡Pues eso se acabó, amiga! —
me gritó y me lanzó un par de esas asquerosas serpientes. Invoqué dos rayos que acertaron en el cuello de
los reptiles cortándoles las cabezas de un solo golpe.
—Liliam, si aún queda algo de ti dentro de esa cosa, escúchame por favor. Me arrepiento de las veces
que no te tuve en cuenta, siento cuando intentabas ayudarme y yo no te hacía caso, lamento profundamente
todas las veces que me hablaste sobre lo
mal que te trataba tu familia y yo te decía que al menos tenías una, me duele en el alma haberme dado
cuenta tan tarde de lo mal que lo estabas pasando, por favor, Liliam si sigues en alguna parte, perdóname
—le imploré. Liliam se detuvo por un instante, por
un breve periodo de tiempo vi en sus ojos a la chica con la que había jugado, llorado y reído durante toda
mi vida, pero al segundo la oscuridad regresó a su mirada, volvió a sacar esa asquerosa lengua cortada,
miró al cielo y gritó.
—¡¡¡Morgana, he hecho lo que querías, aquí está la elegida para que hagas con ella lo que quieras, ven
por tu presa!!!
Me puse en guardia, una nube negra apareció de la nada y fue bajando hasta nosotras, no tenía fuerzas
suficientes como para enfrentarme a Morgana y tanto Liliam como yo lo sabíamos. Miré a mi alrededor,
Eric seguía luchando con su gigante, al igual que el resto lo hacía con sus contrincantes. Cuando giré de
nuevo la cabeza hasta donde se encontraba Liliam esta había aprovechado mi momento de distracción y
me había lanzado al menos seis serpientes, no me daba tiempo de invocar ni rayos ni esferas, estaba
perdida de nuevo, no podía morir a manos de mi mejor amiga y que Morgana encima lo presenciara
victoriosa. Salté y me elevé por encima de su cabeza,
al fin me decidí a plantarle cara a Liliam, era ella o yo. Imaginé una bola de fuego lo bastante grande
como para que al menos la aturdiera, una gran bola roja y negra se formó en mi mano, se la lancé y ella
aguardó inamovible, pensó que sería como las que le lanzaron los soldados hacía tan solo unos minutos,
pero no tuvo en cuenta que yo sí que era especial, yo, por suerte o por desgracia, era diferente a los
demás. Cuando la esfera la rozó su carne comenzó a quemarse a medida que la bola la fue atravesando
para acabar formando una hoguera de carne, pelo y escamas quemadas. Tuve que volver la cabeza, no
esperé que le hiciera tanto daño, mi intención fue detenerla, no matarla, pero ya era demasiado tarde para
dar marcha atrás. La nube estaba casi a mi lado, sin fuerzas volví a crear otra esfera, pero cuando estuvo
casi completa se desvaneció, mi poder estaba casi agotado. La espumosa niebla se disipó y unas enormes
alas negras surgieron ante mí. Sam me miraba con aires de superioridad, se abalanzó sobre mí, me agarró
con fuerzas y me adentró en su humo sobrenatural. Lo último que escuché fue la voz de Ahharu gritando
mi nombre.
Desperté en el interior de una cueva que olía a humedad, estaba tumbada en una
cama desvencijada, al lado había una mesita de noche con una vela encendida sobre ella. El brazo me
dolía a rabiar. Al fondo se escuchaba agua caer como de una cascada o un riachuelo cercano, del techo
salían cientos de estalactitas. A mis ojos les costó acostumbrarse a la tenue luz de la vela.
—Ya era hora de que despertaras, princesa. —Di un salto cuando escuché su voz
—Ha hecho bien su trabajo, sé que es bueno, pero tenía algo más de fe en ti, Helen, te conozco lo
suficiente como para saber que no eres tonta —me dijo a la vez
que se aproximaba hasta mí. Yo me agarré las piernas con los brazos haciendo una mueca de dolor al
doblar mi extremidad malherida.
—No sé, pregúntale a mi madre. ¿O es que solo te quiere cuando está aburrida en
—Sigues igual de terca que una mula, ese veneno te está consumiendo por dentro,
necesitas mi ayuda la quieras o no —me aconsejó. Miré un poco más lo que tenía a mí
alrededor y de pronto todo me resultó familiar, estábamos en el escondite donde retuvo a la mujer que se
suicidó.
—¿Por qué me has traído aquí?¿Me vas a retener igual que a ella? —le pregunté
esta vez con voz temblorosa. Él se asombró al darse cuenta de cuánta información poseía.
—Has hecho los deberes, según veo. Sí, este fue mi error más grande y por el que
sigo pagando después de los siglos. Si le diste a Ahharu el beneplácito de la duda, ¿por qué a mí no,
Helen? —En cierto modo era verdad, pero hasta ahora Ahharu no me había engañado como lo hizo él. Se
acercó todavía más a mí y se sentó a los pies de la cama, su mirada era la del chico noble que vi al
principio, reservado y enigmático, no se parecía en nada a su hermano— Helen, no intento que tengamos
de nuevo lo que una
vez tuvimos, pero sí quiero ayudarte y sé que sabes que no miento, déjame al menos intentarlo —
concluyó. Se levantó y cogió de una mesa que había un poco más al fondo
un tarro con un líquido negro viscoso, se colocó de nuevo en la cama, en esta ocasión sus muslos rozaron
los míos haciendo que se me pusiera la piel de gallina. Tomó mi brazo y no se lo impedí, retiró con
delicadeza las sucias vendas que lo recubrían, dejando a la vista una horrible herida negruzca que me
pareció más grande que la última vez que me la vi, empapó unas gasas con el brebaje y me lo puso con
muchísimo cuidado por toda la superficie dañada. Escocía una barbaridad, aguanté el dolor como una
campeona, sacó gasas nuevas y volvió a ponerme el vendaje.
—Helen, te va a doler bastante durante unos días, creo que hemos llegado a tiempo, pero no lo sé con
seguridad, hasta mañana no sabremos si dará resultado.
—La sangre de Liliam mezclada con la mía, es lo único que puede curar tal lesión.
La sangre de ella te lo produjo y la mía es sobrenatural, la mezcla de las dos logrará eliminar los restos
del veneno formando una especie de antídoto. Helen, ¿puedo hacerte una pregunta?
—Me acabas de salvar la vida usando la sangre de mi mejor amiga, que ha muerto
gracias a mi madre, que es tu dueña, así que supongo que sí —le contesté.
corazón, pero no pude mentirle, pese a todo lo que había pasado entre nosotros no vi justo engañarlo.
—No estoy segura, Sam. Cuando estoy con él mi mundo es más sencillo, dulce, bonito y lo más
importante es que me siento segura a su lado. —Agachó la cabeza en
señal de derrota— Pero no puedo evitar que mi corazón salte cada vez que te veo, contigo nada tiene
sentido, tú eres el ángel malo y él el ángel bueno, estoy hecha un lío, a veces creo que mi cabeza me va a
explotar de tanto darle vueltas a mis sentimientos por vosotros dos. —Agarró mi cabeza y me besó. Fue
tal y como lo recordaba, un beso
dulce, tierno, romántico e inolvidable. Me retiré rápidamente, pero me temo que ya fue demasiado tarde,
le dejé ver en mi interior y lo peor de todo es que le di esperanzas.
De repente un dolor agudo me llenó el brazo, noté cómo algo subía por mis venas y se instaló en mi
corazón, comencé a dar botes sobre mí misma, algo me estaba mordiendo
—¡Me duele Sam, noto como si me estuvieran arrancando el corazón por dentro,
me duele muchooo!
—No te duermas, te llevaré con tu madre, ella sabrá qué hacer, aguanta por favor
—me suplicó.
—Con mi madre no, quiero volver al castillo, quiero regresar a Güell —dije mientras perdí el
conocimiento.
Capítulo 9
Secretos
—¿Por qué la has traído aquí? Este es el último lugar en el que debe estar, ni tu hermano ni tú habéis
sabido protegerla, no sé por qué confié en vosotros.
—¡Tuve que tomar una decisión y sabes de sobra que ella es la única que puede
—¿Preferías que muriera? Porque yo no soy capaz de abandonarla a su suerte como hiciste tú que tanto
dices quererla.
Las voces retumbaban en mi cabeza, aún me dolía el pecho y el brazo, decidí que
lo más inteligente sería continuar haciéndome la dormida y esperar el momento oportuno para escapar.
—Así que la hija pródiga ha regresado y mira qué gracioso, por Navidad. —La voz de una mujer que ya
me era familiar sonó cerca de mí, alguien me acarició el pelo, me abrió la boca y me introdujo un líquido
extraño y amargo. Intenté aguantarlo sin tragarlo, pero no pude hacerlo sin delatarme así que me lo bebí.
—Me has dado más quebraderos de cabeza que nadie en toda mi vida, pero bueno,
supongo que es lo que tienen los hijos. Sam, llama a Morgana y dile que venga aquí inmediatamente —le
ordenó mi madre a Sam. Al rato escuché que la puerta se volvió a
abrir y a cerrar.
—¿Se puede saber que has hecho esta vez? Te dije bastante claro que la quería con vida, muerta no me
sirve de nada, estúpida. —y a continuación el sonido de lo que supuse era un guantazo sonó a mi lado.
—Señora, yo no he tenido nada que ver, ha sido esa niña del instituto a la que le
dimos el medallón de la serpiente, por lo visto su hija se basta ella solita para hacer amigos —respondió
Morgana. Me entraron ganas de levantarme y pegarle yo otros dos
guantazos más.
—¿Dónde está el antídoto? Se está muriendo y como le pase algo juro que después te ocurrirá a ti lo
mismo— la amenazó mi madre y escuché cómo la puerta volvió a cerrarse.
—Cualquier día acabaré contigo, pero juro que antes terminaré con tu grandísima
y poderosa madre, solo necesito un poco más de tiempo —me aseguró Morgana. Los
efectos del brebaje que me administraron comenzaron a hacerme efecto y caí dormida
***
De repente sentí una tristeza enorme dentro de mí, le di un puñetazo al espejo y este cayó al suelo
haciéndose añicos.
—Así no conseguirás nada, piensa dónde han podido llevarla, es tu hermano, por
amor de Dios, alguna idea debes tener, ¿no? —era la voz de Katy, me miré las mano y
no eran las mías, se trataban de las manos de Ahharu. Estaba dentro de él, pero por mucho que lo intenté
no logré que lo supiera.
—Ya he ido a la cueva donde pensé que estarían, pero llegué tarde, ya se habían
marchado. Sospecho que Sam sabría que iría allí a buscarla en primer lugar, he intentado contactar con
Arthur, pero no da señales de vida, no creo que mi hermano sea tan estúpido como para llevársela a ella,
a no ser que…
—A no ser que pensara que no tenía otra opción. La he visto mirarla y sé que está
igual de enamorado de ella como lo estuvo de la primera mujer que conoció aquí en la tierra, al menos
me queda el consuelo de que no consentirá que nadie le haga nada malo —respondió abatido Ahharu.
—¡No es suficiente, quiero a mi bicho raro de vuelta y lo quiero ya! —le gritó Katy a Ahharu. Sentí
mucha pena por ellos, quería tranquilizarlos, gritarles que todo estaba bien, pero no sabía cómo hacerlo.
En ese momento entró Ibhi en el cuarto, miró
a Ahharu y se puso a chillar como loca, se abalanzó sobre él y se puso a darle abrazos y besos. Eric entró
tras ella y se quedó sin palabras ante tal espectáculo. Ahharu intentó apartarla.
los ojos.
—¡Claro que puedo, qué tonterías estás diciendo! ¿Te has dado un golpe en la cabeza, o qué? —me
volvió a preguntar Ibhi un poco más preocupada por mi reacción.
—Ibhi, ¿qué dices, con quién estás hablando? —la interrogó Dana.
—Ibhi, escúchame, no sé el tiempo que podré mantener la conexión, me han drogado y no tengo ni idea de
cuánto estaré dormida. Diles a todos que estoy bien, que me tienen retenida en el castillo de la Reina de
las Sombras, no van a hacerme daño, o al menos no por ahora. Morgana planea derrocar a la reina, dile a
Ahharu que mire en su interior y me encontrará —comencé a verla borrosa, algo me estaba llevando de
allí. Me senté de un salto, estaba aturdida.
—¿Cómo sigues? —Sam se encontraba sentado a mi lado.
—Helen, es muy peligroso, yo no puedo ayudarte. Tu madre es mi dueña y por mucho que luche contra
ello, nunca podré combatirla lo suficiente como para desobedecerla, puedo hacer cosas a escondidas,
pero no quebrantar una orden, no puedo ayudarte. —Agachó la cabeza y se la sujetó con las manos en
señal de derrota.
—Te entiendo, tan solo te pido que me digas cómo salir de aquí, el resto lo haré
—Es un castillo enorme, le llaman el antiguo castillo Butrón, tiene más de treinta y cinco mil metros
cuadrados de bosque que lo rodea. Helen, el bosque está plagado de
arpías y de otros seres a los que ni yo mismo quisiera enfrentarme —me advirtió.
—De acuerdo, ¿por dónde salgo? —volví a preguntarle testaruda, pues supe que
—¡Estás despierta, pequeña! —la voz de Morgana a mi espalda me sobresaltó, tan solo mirarla hacía que
mi sangre hirviera, no descansaría hasta que no le hiciera tanto daño como ella le hizo a Liliam. Se
acercó a mí y me agarró la cara con esos asquerosos dedos larguiruchos que terminaban en lo que se
suponía que debía de llamar uñas, pero que a mí más bien me parecían garras, hizo que la mirase a los
ojos y yo le escupí directamente en la frente, me asestó un guantazo que hizo que tuviera la cara
amoratada unos días, pero no me importó en absoluto Al contrario, Sam se levantó y le agarró la otra
mano justo cuando iba a darme otra bofetada.
—Te han ordenado que no le hagas nada, Morgana —le recordó. Ella lo miró y se
burló de él a carcajadas.
—Siempre serás el mismo patético angelito defensor que fuiste hace siglos. —Me
agarró la boca y me obligó a volver a tomarme otra dosis del brebaje que había preparado, dejándome
K.O. por segunda vez, pero sin saber que en esta ocasión tenía
***
Adoraba escuchar esa voz, le echaba de menos muchísimo, al final resultó que Katy era realmente la
única amiga fiel y leal que tenía.
—¡¡Helen!! ¿Estás muerta? —me preguntó Ibhi preocupada.
—No, no estoy muerta, Morgana me da un líquido cada vez que despierto sin saber que me está ayudando
a escapar. Dile a Katy que sea un poquito menos borde con Ahharu, por favor —le pedí.
—Katy, dice Helen que si podrías ser un poquito más agradable —le rogó Ibhi a
mi loba preferida poniendo cara de cordero degollado. Katy se puso frente a ella, la cogió por los
hombros y la zarandeó bruscamente. No cambiaría jamás.
—A ver mosquita muerta, no estoy para ñoñerías, pregúntale de una vez por todas dónde puñetas está
para que pueda ir a patear algunos culos —le ordenó a la Banshee.
—Estoy en el castillo de Butrón, pero tienen como centinelas a un centenar de arpías en sus
inmediaciones y a no sé que otros seres sobrenaturales. Voy a intentar escapar la próxima vez que
despierte, pero creo que voy a necesitar vuestra ayuda —
—Ese sitio es casi inquebrantable, pero tengo algunos planos de un amigo gnomo
—¿Y a qué estás esperando, enano cabezón? ¡Ya era hora de que sirvieras para algo, correee! —le exigió
Katy a Gordon, que meneó la cabeza de un lado a otro y salió disparado del cuarto antes de que Katy lo
lanzase por la ventana.
—Helen, ¿estás bien? —Esta vez era la voz de Ahharu la que escuché en mi interior.
confesé.
—Intercambiamos nuestra sangre y te traje del más allá, siempre que estés en trance o pierdas la
consciencia podrás hablarme y yo estaré esperándote. —Debía de
ser mediodía y él continuaba en su dormitorio con las cortinas cerradas a cal y canto para evitar que la
luz entrase, me pregunté cuántos días llevaría sin pegar ojo esperando que regresara, su piel estaba más
pálida de lo habitual y sus preciosos ojos estaban rodeados por marcas negras de cansancio, ¿podían los
ángeles vampíricos cansarse? Mientras mi cabeza iba haciendo conjeturas raras, algo me despertó
mojándome la cara.
estaba maniatada. El brazo que tenía envenenado seguía molestándome y una venda ocultaba su aspecto
real. Una luz me alumbró directamente a los ojos, había alguien más conmigo, pero no conseguí descubrir
quién. Me quitó la gasa del brazo, me lo miró y me lo limpió con cuidado.
—Con fallos no me sirve de nada, la quiero completa, si en dos días no logras sanarla del todo, mátala.
—En ese instante me quedó bien claro que la que habló fue mi querida y cariñosa madre, no pensé en
darle el placer de escucharme suplicarle, así que me mantuve inmóvil y volví a cerrar los ojos. Mientras
dejé de ver la luz pude oír al hombre decirle:
—Margaret por favor, es nuestra hija, ¿no crees que ya le has hecho bastante daño?
***
El agua caliente me cayó sobre la cabeza durante un buen rato hasta que me di cuenta de que no era yo la
que se estaba dando una ducha, hubiese matado en ese momento por una. Era Ahharu el que estaba en el
baño con la cabeza dejada caer sobre los azulejos de la pared mientras dejaba que el agua corriera por su
cuerpo. Me sentí una intrusa en un instante tan íntimo como aquel, pero no era yo la que decidía cuándo
podría hablar con mis amigos. Al cabo de unos minutos salió del baño, se puso frente al espejo y limpió
el vaho del espejo. Cuando levantó la mirada para ver su reflejo saltó hacía atrás al descubrir mi rostro
en él en vez del suyo propio.
—¡Querida, vamos a tener que poner una alarma o algo en esto de las
dijo sonriendo.
—No te preocupes, pero no era esta mi idea de nuestra primera ducha juntos, si te
—Pues Gordon está enfrascado en sus libros buscando alguna grieta para poder entrar al castillo, Eric
está ejecutando un plan de ataque en el bosque intentando
encontrar los puntos donde él pondría vigilancia, Dana está registrando medio instituto para localizar
todo el armamento que podamos llevarnos, Ibhi creo que está ayudando
a Eric y Katy está sentada en mi cama esperando a que salga de la ducha. Es un poco
incómodo tenerla de guardaespaldas, pero sé que lo hace porque te quiere —me explicó.
—Es única. Ahharu, tengo que decirte una cosa, pero tienes que prometerme que
no se lo contarás a los demás. —Él se puso serio y asintió con la cabeza— Me quedan
dos días, si en ese tiempo no he logrado escapar mi madre piensa terminar conmigo.
—Helen, dijiste antes que Morgana está tramando un plan para derrocar a tu madre, ¿no es cierto? —me
preguntó.
—Así es, esa víbora no es capaz ni de respetar a los de su calaña —le respondí.
—Bueno pues abre una grieta entre ellas, intenta un acercamiento con tu madre, procura mantenerte con
vida el tiempo necesario para que podamos ir a salvarte —me
rogó.
—No sé si seré tan buena actriz como para engañar a la Reina de las Sombras, pero haré lo que pueda.
Ahharu, gracias por todo.
***
Abrí los ojos y me giré sobre mi costado intentado levantarme, me dolía el cuerpo
entero por culpa de no cambiar de posición en días, tenía las ligaduras de las manos sueltas y un hambre
atroz. Sam estaba sentado junto a mí con una bandeja de comida como la vez que me ayudó en la cripta.
Habían pasado muchas cosas desde aquello y
mis sentimientos hacía él habían cambiado, pero aun así, le seguí estando agradecida por permanecer a
mi lado.
—Debes comer algo, pequeña, si no, no tendrás fuerzas para curarte —me
aconsejó. Me senté y di buena cuenta de todo lo que trajo, pero mi hambre continuó, mi organismo no me
pidió comida precisamente, necesitaba sangre.
—No hagas ninguna locura, Helen, no eres rival para ella. Yo no lo soy tampoco,
—Quiero intentar hacer las paces con ella ofreciéndole algo a cambio, ¿podrías avisarla? —él se levantó
y me dejó allí a solas, no sin antes tomar la precaución de cerrar la puerta con llave. Algo en el suelo
captó mi atención: un ratón se estaba paseando tranquilamente bajo mis pies. Los colmillos sobresalieron
de mis labios y a una velocidad anormal hasta para mí logré cazarlo con el movimiento de una mano, el
pequeño roedor me miró a los ojos, se movió e hizo pequeños ruiditos, me arañó con
sus uñitas y me cortó en la mano, unas gotas de mi sangre cayeron sobre él, sin saber qué o por qué lo
hice, me llevé el animalito a la boca y le succioné de un bocado toda la sangre que contenían sus
minúsculas venas. Cuando me di cuenta de lo que acababa
de suceder lo tiré horrorizada en la esquina más lejana a donde yo estaba sentada, me limpié como pude
la sangre de la boca con la manga de la camisa y me puse a llorar
Me arranqué el vendaje del brazo de un tirón y me sorprendí al descubrir que la herida había cicatrizado
por completo, no quedaba ni rastro de la carne negruzca que ocultaba hacía unas horas y por la que mi
madre estaba tan preocupada; rápidamente la volví a tapar, intenté serenarme y esperé ansiosa su llegada.
Al cabo de unos minutos la puerta se abrió, le di la espalda premeditadamente e hice un pequeño mohín,
me giré y me lancé en los brazos de la señora que se suponía me había dado la vida.
—Veo que vas entrando en razón —me dijo a la vez que me quitaba de encima como la que se quita a un
cachorro abandonado en medio de la calle.
—Sí madre, este tiempo me ha servido para pensar en todo lo ocurrido y estoy segura de que lo único que
haces y has hecho siempre es por mi bien —le rogué intentado parecer compungida.
eliminarte —dije pareciendo convincente y controlando los latidos de mi corazón. Ella se echó a reír, era
demasiado prepotente como para pensar que nadie intentara tal osadía.
—Morgana es un títere más en mis planes, es totalmente prescindible y ella lo sabe, no necesito tal
información. Sin embargo, sí hay algo que deseo de ti —agregó—
Quiero mi libro, la buena de Joanh me lo arrebató y decidió que te pertenecía, pero no es así, un grimorio
no pasa de generación hasta que la anterior no está muerta y como puedes comprobar, estoy bastante
vivita.
—No sé donde está —le mentí. Ella levantó su mano en dirección a mí y me elevó
por los aires chocándome contra la pared cercana a donde había caído el cuerpo del pequeño ratoncillo.
—Al igual que sé que las acusaciones que has hecho contra mi fiel Morgana son
ciertas, también soy consciente de que el libro está en tu poder y no pararé hasta encontrarlo. —Cerró su
puño y algo invisible comenzó a apretar mi garganta, me faltó el aire por demasiado tiempo y por mucho
que me resistí terminé perdiendo el conocimiento.
***
libertad formidable, miré hacia abajo y vi al resto de mis compañeros montados en los Pukas, galopando
a una velocidad sobrehumana, pero yo ya sabía lo que esos caballos
eran capaces de hacer. Al fondo entreví unos enormes torreones enmarcados por árboles, cuando
llegamos a una zona lo suficientemente boscosa como para ocultar nuestra ubicación descendí y me
encontré con ellos de nuevo.
—Helen, me alegra verte otra vez —me dijo Ibhi para sorpresa del propio
Ahharu.
—No lo sé, es una especie de sala de curas improvisada, pero antiguamente debió
de servir para algo similar porque tienen material quirúrgico y una camilla —le respondí.
—Gordon, dime algún lugar que sea como una enfermería —pidió Ibhi al gnomo.
—No lo sé, en los planos actuales no aparece nada que sea de esas características
—dijo mientras miraba una y otra vez todos los papeles que llevaba consigo.
—Gordon, revísalo bien o la próxima vez que te subas detrás de mí en el caballo puedes sufrir un
accidente —amenazó Katy.
Continuaron adentrándose en el frondoso bosque, mientras Gordon se hacía los sesos agua por intentar
descubrir mi paradero. De pronto los caballos se pusieron nerviosos y retrocedieron el paso.
—¿Qué les pasa? —preguntó Eric a Katy. Esta se detuvo y olisqueó el aire.
—Huele a muerte, el aroma de las arpías anda cerca y me temo que tras su último
—Pues vayamos a pie —dijo Ibhi saltando del potro en el que estaba montada junto a Eric.
—Yo me encargaré de las arpías, seguid vosotros —se ofreció Ahharu. Katy
asintió.
—Suerte, pajarito, intenta no acabar desplumado, quiero volver a ver esa cara de
niño tonto cuando regrese. —Y prosiguió andando decidida, seguida de cerca por los
demás.
—Ahharu, ten cuidado, si usas rayos sabrán que venís —le advertí.
—No te preocupes, sé lo que me hago. Oye, por cierto, te estás empezando a parecer a mi voz de la
conciencia —me dijo mientras volvió a reanudar el vuelo adelantando al grupo que iba por tierra.
Capítulo 10
El Herensugue
A los pocos metros divisamos en la copa de los árboles una fila de manchas negras debidamente
colocadas, formando una hilera frente al castillo. Ahharu se escondió en un abeto cercano, sacó su arco y
se puso a dispararles a cada una de las arpías en el corazón, usando el factor sorpresa como aliado. No
les dio tiempo a reaccionar, todo fue demasiado rápido como para que pudieran organizarse y más
teniendo en cuenta que creo que el cerebro que tenían era de su parte pájaro y no de la humana. Ahharu
bajó a darles el encuentro al resto victorioso por su logro, pillando a Katy desprevenida, demasiado
concentrada en lo que tenía delante. Ahharu se situó a la espalda de la loba y le tocó el hombro como el
que llama a un timbre haciendo que esta diera un salto tremendo y que casi se subiera encima del pobre
Gordon.
—¿Tú no estás bien de la cabeza, verdad? En serio, Helen tiene que empezar a escoger mejor sus ligues
—le atacó haciéndonos sonrojar a los dos.
—Vía libre, jefa —le respondió él. Katy se llenó de orgullo al escuchar la palabra
Una cola surgió de la nada, dando un fuerte latigazo a ras de suelo, derribando árboles y arbustos a su
paso, lanzando a Gordon a unos tres metros de distancia de donde se encontraban. Eric y Ahharu cogieron
sus arcos a la vez que Katy sostuvo con fuerza su afilada espada y todos se pusieron en posición
defensiva, mientras Ibhi fue a buscar dónde había caído Gordon.
—Ni idea, pero no me gustaría quedarme para comprobarlo. ¡Corred! —ordenó Ahharu. Corrieron tras
Ibhi, Gordon cayó junto con el resto de la maleza arrancada por el golpe, estaba inconsciente y con una
herida bastante fea en la frente. Ibhi se la presionó con un trozo de tela que se arrancó de su propia
camiseta.
—Quédate aquí oculta junto a él, intenta contactar con los Pukas y regresad a Güell —le mandó Katy a
una muy asustada banshee. Eric puso esa cara de no estar de
acuerdo y por una vez Katy lo notó también— No me fio de que ese enano despierte y
te intente meter mano. Eric, será mejor que te asegures de que llegan a su destino sin altercados. Ahharu,
sigamos nosotros. —Eric la miró y le dio las gracias en silencio agachando la cabeza en señal de respeto,
ella colocó dos dedos en su sien e hizo un saludo al estilo militar, para a continuación salir corriendo por
el frondoso bosque, seguida de cerca por mi nuevo ángel de la guarda.
—¿Sabes que no eres tan dura como intentas aparentar, verdad? —le dijo Ahharu
a Katy.
—Puede ser o no puede ser, eso nunca lo sabrás, pollito. Por cierto, dile a Helen
que hemos perdido al topógrafo del grupo, que se suba a algún sitio alto para que puedas ir volando en
plan peli romántica a rescatarla, siempre será más fácil que hacerlo por tierra. Yo te cubriré la
retaguardia desde el suelo. —Al finalizar esa frase otra vez la cola los atacó, pero en esta ocasión vino
desde el frente haciéndolos saltar.
Katy era de las personas más ágiles que nunca conocí, pero aun así le costó elevarse lo suficiente para
esquivarla sin antes coger impulso alguno. Cuando aterrizó le asestó un golpe con la espada a la
escamosa extremidad, rompiéndose la hoja en dos partes y dejando atónita a mi amiga y a mí. Ahharu la
agarró por detrás y la levantó para quitarla del punto de mira del bicho que los estuviera atacando para
posarla sobre la rama de un árbol cercano. Los dos estaban en las alturas espalda contra espalda mirando
a su alrededor esperando el siguiente ataque de la cosa. Tras la copa del árbol próximo distinguieron un
enorme ojo con las pupilas en forma de rombo que los miraba fijamente.
de semejante iris. El bicho parpadeó de lado a lado, era la primera vez que vi un animal de tal
envergadura. Miraron entre otro hueco que formaban las hojas y descubrieron otro ojo que los vigilaba,
un poco más a la derecha hallaron otro, y un poco más al lado otro y luego otro y otro más allá Estaban
rodeados por un montón de criaturas y no se habían dado cuenta.
—¿Y ahora qué, tampoco me muevo? —le preguntó de manera irónica Katy a
Ahharu. Siempre admiré su capacidad de quitar importancia a las cosas soltando alguna broma o
sarcasmo, pero en esta ocasión se superó con creces a sí misma, dudo
mucho que nunca hubiese estado en una situación de riesgo similar a esta.
por la cintura, ambos salieron volando de allí en dirección a las estrellas. Cuando hubieron recorrido
unos diez metros una cabeza gigante se interpuso en su camino, a primera vista era una mezcla entre una
serpiente y un dragón. ¿Pero cuántos había? Me horroricé al descubrirlo…
—¡Ahharu, no estoy loca, a la de tres me sueltas! Uno, dos y treeees —gritó desenganchándose del agarre
del ángel para ir a caer justo encima de la cabeza del bicho que los estaba atacando, para clavarle su
espada en uno de esos gigantescos ojos. La especie de dragón se revolvió cuando la afilada hoja penetró
en su pupila, soltando un chorro negro de sangre que tintó las hojas de alrededor, lo que hizo que Katy
cayera al suelo. Pero al igual que los gatos, mi loba sabía bien cómo caer. Otra cabeza más surgió de
entre las sombras, poniéndoselo un poco más complicado a mis
amigos. Ahharu voló rápidamente en su ayuda cuando una tercera cabeza se dirigió hacia él dando
mordiscos al aire, intentando tragárselo como si fuera un pequeño mosquito insignificante.
—¡Ahharu, a la mierda el factor sorpresa, lanza rayos, por tu madre! —le gritó Katy desde el suelo.
Ahharu levantó ambos brazos a la vez que intentó esquivar las cabezas que iban saliendo de todas partes
y comenzaban a acorralarlo. Katy hacía lo mismo desde abajo, luchando con la espada que aún le
quedaba entera. Me sentí impotente ante tal espectáculo, desde mi situación no podía ayudarlos en nada,
esto no podía continuar así, no iba a consentir que mis amigos perdieran la vida por un estúpido capricho
por parte de mis padres.
***
Conseguí despertarme tirada en el frío suelo de piedra de la sala en la que me encontraba, que hizo las
funciones improvisadas de enfermería. Estaba junto al cuerpo inerte del ratoncito que me sirvió de cena,
otro pequeñín estaba cerca de él olisqueándole, moviendo su naricita puntiaguda y sus bigotes de un lado
a otro esperando, supongo, a que se moviera. Me entraron ganas de vomitar ante tal imagen creada por
mí, pero no tenía tiempo que perder, mi cuerpo no tenía fuerzas suficientes casi para levantarme, así que
o engullía una vaca u otro ratón. Así que soportando las náuseas tomé prestada la vida de este segundo
animalito, me puse en pie, esta vez con menos remordimientos que la última vez, noté cómo el lila de mis
ojos comenzó a brillar y cómo mis dientes permanecieron del tamaño vampírico. En ese instante la puerta
se abrió, aguardé a que alguno de mis captores apareciera, dispuesta a terminar con todo aquel que
cruzara el desvencijado umbral, pero nadie salió. Me dirigí hasta la puerta y asomé la cabeza con
cuidado, todo estaba oscuro, pero gracias a mi recién adquirida visión nocturna podía ver de maravilla
en la oscuridad. Noté el calor de un cuerpo agazapado al final del pasillo, en un instante estuve frente a
esa persona agarrándola por el cuello y levantándola unos metros sin dificultad alguna. La figura
comenzó a agitarse y a revolverse bajo mi agarre.
—¿Dónde está el torreón más alto? —le grité al desgraciado que se cruzó en mi
—Te refieres a la torre del homenaje, es la única que se eleva por encima de todo
el castillo, tienes que subir unas escaleras que pasan por el exterior. Helen, ten cuidado, tu madre te
matará si lo creé necesario —me advirtió aquel apesadumbrado
—Gracias, Arthur, al menos ya puedes morirte sabiendo que hiciste una única cosa
buena por tu hija —le dije a la vez que le di la espalda, aguanté una lágrima y corrí en la dirección que él
me indicó. Efectivamente, al cruzar la puerta del final había unas escaleras pegadas a los gruesos muros
del torreón que parecía interminables y algo más peligrosas de lo que hubiera imaginado en un principio,
estaban tapadas por una
especie de cárcel metálica que no me dejo salir volando nada más topármelas. Corrí
por ellas intentando no mirar hacia las aberturas que había entre sus escalones, cuando de pronto noté un
dolor punzante en el hombro, me llevé la mano instintivamente al origen del dolor y esta se me empapó en
sangre, me di la vuelta con cuidado de no caerme y frente a mí encontré a mi querida amiga Morgana.
—¿Dónde se supone que vas, insecto? —me escupió. Tenía los ojos más negros del mundo, supongo que
eran el fiel reflejo de su alma.
—Creo que te maté no hace mucho, ¿no, Morgana? —la encaré intentando a la vez
visualizar una bola de fuego negra. Había leído en el grimorio familiar que era la bola más fuerte que
existía y que solo se materializaría si la persona que la invocaba tenía oscuridad en su corazón. Yo no
estaba demasiado orgullosa de mis últimos actos, así
que recé para que sirvieran. Morgana llevaba consigo un látigo negro, que fue con el que asestó el golpe
que me hizo la herida en el hombro, y volvió a golpearme con él de nuevo, haciéndome un corte debajo
de la mejilla. Desistí de mi idea de crear cosas nuevas y recurrí a lo antiguo como defensa. Imaginé dos
bolas de fuego rojas, una para cada mano para al menos acertarle con alguna, y efectivamente logró
esquivar una de
ellas, pero la otra le dio de lleno, haciéndola retroceder unos pasos y prendiéndole parte de su
indumentaria.
—Primero terminaré contigo y luego con tu madre, al fin y al cabo no distáis tanto
la una de la otra —se mofó como si el daño hubiese sido una nimiedad ante su grandeza y poniéndome de
muy mala leche. Recordé los inviernos en el instituto cuando Liliam y yo éramos niñas y jugábamos con
la nieve. Ella siempre fue muy torpe para todas las
cosas que requirieran esfuerzo físico y al final terminaba enterrada bajo un centenar de bolas de nieve
mientras que yo me reía de ella. Esta mujer que tenía delante era la responsable de que esos momentos ya
solo fueran parte del recuerdo, esta persona era la culpable de que mi amiga se hubiera quebrantado de
tal manera a causa de ese estúpido medallón de serpiente, esta arpía fue la que se encargó de trastornar la
cabeza de Peter para que se uniera a ella. Las mismas bolas con las que jugaba de niña se materializaron
en mis manos una tras otra, pero en lugar de estar compuestas de fría nieve eran de fuego y energía. La
cara de asombro de Morgana no tuvo precio, la detestaba, la odiaba por todo el mal que nos había hecho,
deseaba su muerte más que
nada en este mundo, incluso poniendo en una balanza el grado de rencor que pude sentir hacía mi madre
ella lo superó con creces. Fue bajando los escalones y a cada paso que di le lancé una bola como si su
cuerpo se tratase de una diana, con cada bola que le lancé recordé los momentos felices rodeada de la
gente que nunca más volvería a ver por su culpa. Una y luego otra y luego otra, fueron chocando contra
ella haciéndola gritar y retroceder, no le di ninguna opción a reaccionar, ya estaba cansada
de que las personas a las que quería sufrieran por su yugo y me juré que sería la última vez que dañaba a
nadie más pudiendo yo impedirlo. Su cuerpo estaba casi ardiendo por completo, y aun así se resistió a
dejar de luchar, me lanzó su látigo algunas veces, haciéndome cortes en distintas partes del cuerpo, pero
estaba demasiado concentrada
sangre y todo terminaría conmigo. Cuando me quedé sin fuerzas para seguir lanzándole esferas de fuego
me detuve a pocos metros de ella y le asesté un puñetazo en la boca que la hizo escupir un charco de
sangre negra, no paré de golpearla hasta que la vi tumbada en el suelo sin moverse. Me di media vuelta y
continué mi camino, me hizo perder demasiado tiempo. Ahharu y Katy necesitaban mi ayuda. Al segundo
paso que di
algo me atravesó la pierna, haciéndome caer de bruces contra la fría y dura piedra de los escalones. Me
di la vuelta lo más rápido que pude y allí volvía a estar, en pie, hecha jirones, con el pelo, la piel y la
ropa completamente chamuscados, pero en pie.
Se dirigió hacia mí con un puñal en la mano, me cayó encima e intentó clavármelo en el corazón, ambas
forcejeamos en esos instantes, la magia que poseyera cada una era totalmente irrelevante, solo éramos
dos personas en medio de una pelea y ganaría o la más fuerte o la más astuta, así que pensé qué haría
Katy si estuviera en mi lugar y le propiné una señora patada a la víbora que tenía encima en todas sus
partes nobles haciéndola ceder su agarre sobre el puñal lo suficiente como para arrebatárselo y
clavárselo yo a ella, usando toda la fuerza de la que disponía en esos instantes. Ambas rodamos escaleras
abajo y caímos en el pequeño rellano del principio del todo. Tenía todo el cuerpo dolorido y lleno de
heridas, me levanté rápidamente cubierta por completo tanto de mi sangre como de la suya, le di un
puntapié esperando que volviera a levantarse, un hilo de sangre negra le recorrió desde los labios hasta
el suelo, tenía los ojos abiertos y el puñal clavado en el pecho. Lo recuperé y subí las escaleras de
nuevo, cojeando y bastante maltrecha, con la esperanza de que las sorpresas hubieran finalizado.
batalla, necesitaba tiempo para recuperarme, pero de lo que menos disponía entonces
era de tiempo. Olvidé los mareos y subí agarrándome a los salientes de las piedras que formaban el
torreón, llegué arriba casi sin aliento, todo estaba en silencio, me acerqué al borde como pude y miré al
abismo intentado descubrir en el bosque alguna señal de la lucha que estaban manteniendo mis
compañeros con la extraña bestia de las gigantescas cabezas, pero no pude ver nada, mi visión nocturna
se fue junto con las esferas que le lancé a Morgana. Alguien entró también en el torreón, me di la vuelta y
vi a Sam mirar mis heridas con preocupación.
—Helen, no puedo dejarte escapar, lo siento mucho. Además no estás en condiciones de ir a ninguna
parte, casi no te tienes en pie, por favor, ven conmigo, no quiero lastimarte —me rogó. Dejé de apoyarme
en la balaustrada que me separaba del
—¡Sam, si me quieres, ven a buscarme! —intenté recrear una bola de fuego sin mucho éxito. «¿Cómo
podría luchar con mi mentor? ¿Cómo conseguiría salir airosa en
esta ocasión?» Pensé mientras él caminaba hasta mí lentamente con mirada compasiva.
«¿Cómo iba a ser capaz de enfrentarme siquiera a la primera persona que me robó el
corazón y de la que seguramente si miraba bien en mi interior seguía locamente enamorada?» Formulé
esas preguntas y mil más en mi cabeza en los pocos segundos en
los que tardó en estar junto a mí. Caí de rodillas en el suelo, abatida por mi fracaso, rindiéndome a mi
suerte y lamentándome por no poder saber qué destino habían corrido mis amigos, mi familia, mi gente,
los únicos que sin ser de mi misma sangre se jugaron la vida en innumerables ocasiones por mantenerme
a salvo. Sam se agachó frente a mí, me agarró el mentón, me levantó la cara y me miró a los ojos.
Las lágrimas empaparon mis ojos, él estaba en lo cierto, no tenía fuerzas para volar, no era capaz de
crear bolas de fuego y mucho menos de controlar los rayos, mis ojos volvían a ser del lila apagado del
que eran cuando no tenía fuerzas a las que agarrarme, el pobre ratoncillo me cedió su vida para nada, en
ese instante un hilo de esperanza me pasó por la cabeza al recordar al pequeño roedor y lo que su poca
sangre causó en mi organismo.
—¿Dime Helen? —Su mirada de niño perdido casi hizo que no continuara con mi
plan.
Capítulo 11
El rescate
Su abrazo fue verdadero, con sentimiento y eterno, aún recuerdo el olor que desprendía. Adoraba ese
aroma a manzanas rebujado con un toque de canela que desprendía su piel, su pelo rozó mi nariz y su
cuello secó mis lágrimas. Cuando noté que iba a soltarme lo agarré con más fuerza y clavé mis incisivos
en su garganta, su sangre era distinta a la de su hermano, la de él tenía un toque afrutado y amargo a la
vez. Cada gota de sangre pasó por mi garganta como si de agua se tratase y a medida
que poco a poco entraba en mi organismo sentí cómo mis heridas sanaron y cómo mis
ojos brillaron de nuevo con mucha más intensidad que la vez anterior. Creo que nunca pensó que fuera a
hacerle tal abominación, pero era él o yo, eran mis amigos o él y por una vez en mi vida, mi cabeza ganó
a mi corazón. Sabía que si lo desangraba, incluso un sobrenatural podía llegar a morir, pero no podía
parar, era como el elixir de los elfos, pero más embriagador y adictivo. Necesitaba más de aquella
sangre negra que ahora compartíamos, solo esperé que no nos uniese de por vida al igual que me ocurrió
con Ahharu, porque sabía de sobra que terminaría volviéndome loca. Sam intentó zafarse de mi mordisco
sin lograrlo, bebí lo suficiente como para ser más poderosa, pero también para debilitarlo a él. En esos
momentos me pareció más frágil que nunca, alargó el cuello, aproximó su boca a mi oído y me susurró.
intentando ni siquiera mirarlo. Cuando por fin levanté la vista, lo encontré tumbado boca abajo, con las
alas encogidas casi ocultas en su espalda. En ese instante no me parecieron tan grandes ni poderosas
como en otras ocasiones. Me acerqué a su lado y
le tomé las pulsaciones para comprobar que no lo había matado, no pude irme sin estar segura de que
seguía con vida, cuando estuve a su lado levantó el brazo y cogió con fuerza mi muñeca.
de las Sombras, lo odié por ello y me liberé con facilidad de su débil agarre.
nariz de un bicho enorme casi me arranca la cabeza. Era la misma criatura que vi peleando con mis
amigos, recuerdo que me pareció un ser colosal, continuó trepando
por los anchos muros de piedra del torreón. Pude contar hasta siete gigantescas cabezas, todas
debidamente equipadas con sus enormes dientes afilados en fila de a dos, como si de un tiburón se
tratase; los ojos eran negros, lo que más destacaba de ellos era su iris en forma de triángulo; estaba
cubierto por duras escamas similares a las de los cocodrilos; los cuellos largos facilitaban el movimiento
de tantas cabezas para un mismo cuerpo, a cada paso que dio fue arrancando trozos de piedra al clavar
sus garras para trepar. Los cachos que iban cayendo al abismo golpeaban fuertemente
contra el suelo haciéndose añicos, temí por la suerte que hubieran corrido Katy y Ahharu contra esta
criatura más que por la mía propia. Estuve segura de que Liliam fliparía si hubiese podido ver a este
animal aunque tan solo fuera en fotos. Retrocedí más y más hasta chocarme con el lado contrario del
borde del torreón a medida que esto iba ocupando terreno, esperé que la estabilidad de la fortaleza no se
viera afectada al soportar tanto peso porque aquel bicho tendría que pesar más o menos como casi la
mitad del mismo torreón que lo sostenía. Por último, una cola terminada en flecha que se movía
rápidamente de un lado a otro concluyó la figura de este ser.
Sam no mintió cuando me dijo que afuera había cosas a las que ni él mismo querría enfrentarse.
Velozmente intenté descubrir algún punto débil en mi adversario, pero es difícil encontrar algo cuando no
sabes lo que buscas. Estaba llena de poder gracias a la sangre de Sam, sin embargo por muy fuerte que
fuese, ese ser era cinco veces más grande que yo, solo deseé que las cabezas que lo formaban no tuvieran
cada una de ellas un cerebro propio, porque de ser así hubiera estado completamente perdida. Volar no
fue una opción, sabía que si lo intentaba me agarraría con facilidad, así que hice lo único que se me
ocurrió hacer: ¡Luchar!
Imaginé una gigantesca esfera de fuego para lanzarle a una de sus cabezas y así ir
quitándome alguna de encima. Cuando estuve a punto de lanzarla, escuche una voz.
—¡¡Soooo!! —le voz de Katy surgió de la nada— ¡Menos mal que apareces! —me
dijo sonriente, me dejó totalmente paralizada. La imagen era como las amazonas de las películas que
cabalgaban dragones, solo que en vez de estar encima de un dragón estaba en lo alto de un bicho muy feo
y gigantesco con un montón de ojos. Corrí hasta ella con la precaución de no acercarme demasiado a la
bestia.
—¿A qué mola? Tampoco es tan mala, es como yo, una incomprendida —me dijo
—Katy, creo que esta es la mayor locura que has hecho en tu vida. Baja de esa
—¡Voy, voy, eres una desagradecida, señorita Sara Helen! —me gruñó mientras intentaba bajarse de
aquello. Pero de pronto algo cambió, el poco blanco que se veía en todos los ojos que tenía la criatura se
fundió con el negro de sus pupilas, se puso tensa y comenzó a escupir fuego por una de sus cabezas, se
levantó aguantándose solo por sus patas traseras. Katy intentó asirse de nuevo, pero el animal la cogió
por sorpresa y no tuvo tiempo de reaccionar, mi amiga cayó al vacío delante de mis narices. Salté con la
intención de lanzarme tras ella, pero mis pies no me respondieron, fue como si estuvieran pegados a la
piedra del suelo, tan solo me quedó gritar.
—¡¡Katyyyyyy!!
Estaría bien, pensé, sabía que saldría de esta sana y salva como siempre, diciendo alguna tontería, pero
al momento escuché un golpe seco. Quise correr a mirar, pero continué sin poder moverme. Miré hacía
detrás y vi a mi madre con ambas manos alzadas, invocando un cántico en voz baja. Sam en medio del
revuelo se debió de incorporar y ponerse a su lado en plan soldado guardaespaldas. Ella se fue
acercando a mí, mientras yo intentaba librarme de su agarre. Pensé en Katy, en Ahharu, necesitaba
ayudarlos, ansiaba saber qué le había pasado a Katy, no podía permitir que ella terminase con todo lo que
realmente me importaba en la vida. La miré a los ojos y grité, chillé con todas mis fuerzas, con todo mi
coraje, con todo mi rencor, recordé todos los cumpleaños de regalos anónimos, todas las Navidades que
pasé con la única
compañía de Joanh y de Liliam. El corazón se me encogió cuando descubrí que las personas que habían
significado algo en mi vida estaban muertas por culpa de esta mujer que tenía delante, mis ojos se
encendieron aún más de lo que ya estaban y mi grito pareció interminable. De repente no me hizo falta
coger oxígeno, tan solo soltarlo, soltar toda esa ira contenida de años, liberarme del yugo familiar al que
me habían expuesto, tanto a mí como a todos los que me rodeaban, durante tantos años. Di un paso al
frente y luego otro más, dejando la cara de la Reina de las Sombras más pálida de lo que ya era y
haciéndola retroceder, lo que dejó en primera línea de batalla a su fiel soldado. Levanté las manos e
invoqué a los rayos y a la tormenta, si este tenía que ser mi final preferí que al menos el agua se llevase
mi sangre y ocultara la negrura que ella contenía. Los relámpagos fueron los primeros en aparecer,
seguidos de unos ensordecedores truenos que asustarían al más valiente. Continué mirándola fijamente,
no pude reprimir mi mirada de odio ni un solo instante. Tal y como vi que hizo Ahharu en Isla Esmeralda
contra Balar, llamé al rayo más devastador para que cayera directamente sobre ella y así ocurrió, pero
cuando este iba a fulminarla, Sam se lanzó
sobre su dueña y la quitó del punto de mira, recibiendo el impacto por ella. Mi corazón se hizo añicos
cuando lo vi chamuscado en el suelo, sus enormes alas negras sufrieron el toque del rayo
achicharrándose. Sam permaneció tumbado en el suelo, mientras mi
dijo:
Su voz sonó como si se sintiera la persona más poderosa del mundo y yo fuera una
simple cucarachilla a la que podía pisar cuando quisiera, pero estaba decidida a luchar con todas mis
fuerzas. En esta ocasión no se saldría de rositas como la última vez que nos vimos, en esta ocasión la que
vencería sería yo y estaba decidida a destruirla por muy madre mía que fuese.
En ese momento alzó sus manos, gritó algo en un idioma que no entendí y un rayo
de dimensiones colosales aterrizó en la punta de sus dedos. No fue el típico rayo que había visto con
anterioridad salir de las yemas de mis propias falanges, este en concreto tenía el grosor de un árbol
centenario y la negrura más penetrante lo llenó por completo de oscuridad. Los ojos de mi madre eran
más tenebrosos de lo que recordaba, los surcos en su cara estaban más acentuados y de su pelo
sobresalían mechones grises que no podían ser resultado del paso del tiempo porque no hacía tanto de
nuestro anterior encuentro. Me pregunté entonces si realmente sería capaz de hacerlo, si acabaría
conmigo y todo terminaría de una vez por todas.
—Hubiera sido bonito que comprendieras que todo lo que he hecho ha sido por ti,
por un bien mayor, pero, querida mía, ya me he cansado de esperarte, o estás conmigo o contra mí. Te
mandé a Sam para que intentase ahondar en tu corazón y te convenciese de que lo mejor para ti era unirte
a nosotros, pero el muy imbécil terminó enamorándose de ti y mira cómo ha acabado por ello. —Miró a
Sam que se había puesto en pie como pudo y permaneció impasible, estaba aparte de nosotras y tenía la
mirada perdida en el firmamento como si él ya no formase parte de este mundo.
—¡¡¿Qué le has hecho?!! ¿Cómo consigues que haga todo lo que dices anulando su
—Es fácil —me contestó— cuando me lo llevé de tu lado le quité lo único que podía entretenerlo y
desviarlo de su misión para conmigo —respondió todavía apuntándome con el rayo.
—¡¡¿Qué, qué puede ser tan poderoso como para cambiar así a una persona?!!
—Su corazón, estúpida, tengo su corazón. Si hubieras leído el grimorio de la familia en vez de perder el
tiempo ayudando a todo el mundo como si fueras una salvadora, sabrías cómo salir de esta y ya
conocerías todas mis habilidades. Cuando desaparezcas la protección que Joanh lanzó sobre el libro
también se irá y por fin será mío de nuevo.
Fue entonces cuando descubrí que toda la masacre para llegar hasta mí, toda la destrucción, todas las
mentiras y todas las muertes sin sentido del último año habían sido por lo mismo por lo que yo comencé
mi aventura: por el libro, por ese manuscrito que se escribía solo y que contenía todos los secretos que
mi madre estaba dispuesta a que siguieran así a toda costa, ocultos, fuera cual fuese el precio a pagar. Y
si terminaba conmigo habría ganado, si me rendía y por fin lo obtenía nadie sería capaz de encontrar su
puntos débiles y yo no pude permitir que todo terminase de esa manera.
Poco a poco la ira que estuve sintiendo se canalizó hacía el exterior, el coraje y la rabia recorrieron todo
mi cuerpo y un gran orbe negro se fue formando en mis manos
sin siquiera darme cuenta. La cólera me trajo el recuerdo de todo lo malo que mi madre hizo a mis seres
queridos. Visualicé al pequeño hermano de Eric cuando se le murió en los brazos, en el bosque de los
elfos; rememoré a la insensata e inmadura de Vanellope convertida en nigromante gracias a las promesas
vanas de poder que esta señora le hizo; palpé el dolor que Dana sintió cuando murieron Dagda y Faoladh.
Una lágrima de sangre negra cayó por mi mejilla cuando la imagen de Liliam convertida en medio
serpiente pasó por mi cabeza de nuevo, clavándoseme en el corazón. Y por último otra lágrima rodó
hasta que golpeó mi mano cuando miré a Sam en pie, viviendo sin corazón y siendo una marioneta por un
simple antojo de mi madre. Miré mis manos y vi esa bola negra que se materializó, se fue haciendo
visible y tangible en mis manos, sin requerir casi esfuerzo mío alguno, el rayo llegó incluso a rozarla y
comenzaron a saltar miles de chispas a mi alrededor sin que ninguna me lastimase. Cada cosa atroz que
recordé que la grandísima Reina de las Sombras había hecho agrandó más y más el tamaño de la esfera.
Margaret me miró atónita y finalmente disparó el rayo con el que me apuntaba para que este concluyese
su función, pero cuando se introdujo en la circunferencia negra se deshizo poco a poco y fue absorbido
por completo, lo que le
otorgó más poder a la bola del que ya tenía. Mis manos no pudieron soportar más el
peso y se la lancé sin dilación, esta la engulló y la lanzó con una brutalidad atroz sacándola fuera del
torreón.
—¡El pecho, Helen, me duele el pecho! —se quejó. Le puse la mano donde debería de estar su corazón y
comencé a oír algo dentro de él, acerqué mi cabeza y puse mi oreja sobre él, unos latidos fuertes y
constantes sonaron como tambores.
—¡¿Qué ha pasado, Helen?! ¿¡Qué hacemos aquí!? —Su cara fue como si se
cabeza e hizo una mueca de dolor—. No puedo recordar nada más, no sé qué ha pasado
—¿Puedes volar? —Le pregunté. Entonces fue cuando se dio cuenta del daño en sus alas, se levantó e
intentó moverlas con cuidado.
—Sígueme, tenemos que encontrar a Katy y a Ahharu antes de que ese monstruo regrese y antes de que mi
madre vuelva, porque, créeme, va a estar de muy mal humor.
—Lo cogí de la mano y saltamos al vacío en busca de nuestros amigos, mientras que mi corazón palpitó
por miedo a todo lo que estaba aún por venir.
—¿Ves algo? Ha debido de caer por aquí —le pregunté a Sam. Pero en su estado
no me sirvió de mucho, continuaba bloqueado y herido, intentó disimularlo pero yo sabía que no estaba
bien. Usé mi visón para intentar dar con ella, pero había demasiados matorrales y arbustos a nuestro
alrededor.
—¡Aquí! —escuché la voz de Ahharu que vino tras unos árboles a unos metros de
nosotros y corrí en su ayuda. Cuando llegué hasta donde estaba me quedé petrificada.
Ahharu tenía heridas y sangre por todo el cuerpo, el estado de sus alas no tuvo nada que envidiarle a las
de su hermano, que se mantuvo en un segundo plano pegado a mí y no levantó la vista después de
reconocer a Ahharu. Para Sam todo debió ser demasiado extraño en esos momentos. Ahharu llevaba en
brazos a Katy. De la boca y de la nariz le salían distintos hilos rojos de sangre, una de sus piernas estaba
doblada de manera imposible, supuse que también se le habría roto en la caída. Me acerqué más a ellos y
la besé en la frente sin importarme lo sucia o manchada que estuviera, el pecho aún se le levantaba
lentamente bajo su camisa rota, al menos, seguía con vida, pero no estuve segura de durante cuánto
tiempo. Había que salir de allí ya.
—Tenemos que irnos —les dije a ambos, ninguno de los dos levantó la cabeza para mirarse, ni entre
ellos, ni a mí y eso en esos instante me sacó de mis casillas.
—Vamos a dejar una cosa clara. Me da igual si no os habláis, me importa una mierda vuestras rencillas
de adolescentes centenarios, lo único que me importa ahora mismo es mi amiga y como le suceda algo
por culpa de vuestra obstinación a trabajar
en equipo os juro que yo misma me encargaré de mataros. ¿Ha quedado claro? —Les
grité.
—Muy bien dicho, hermana —la débil voz de Katy hizo que mi corazón diese un
vuelco de alegría, le acaricié la mejilla, le quité el flequillo de la frente y le devolví la sonrisa.
—¿Desde cuándo montas monstruos? —le pregunté para intentar que olvidará el dolor que sentía.
—Desde que no soy Spiderman, my friend —una horrible tos le impidió seguir hablando y a continuación
un reguero de sangre le salió de la boca. Me preocupó ver
—No sé lo que has hecho pero esos truenos que están sonando no se han creado de
forma natural, así que o has enfadado mucho a alguien o se está acabando el mundo —
y procurad no pelearos o ya sabéis lo que podría pasar —les amenacé como una madre
riñe a dos críos chicos y salí corriendo de allí hasta el linde del bosque.
la nada, su don para la invisibilidad nos vendría muy bien ahora mismo. Por mucho que yo
desapareciese, el resto de mis amigos hubieran continuado estando vendidos ante Margaret.
—Dime, mi señora.
—Katy está gravemente herida y sin tu ayuda estoy segura de que morirá —intenté
utilizar un poco de psicología, no sabía si los caballos tenían conciencia, pero si así
era pensaba usar todos los ardides que estuvieran en mi mano para salvarla. El caballo se giró y mantuvo
una conversación silenciosa con el resto de ellos, mis oídos solo escucharon un montón de relinchos,
bufidos y patadas, hasta que el señor Puka mayor
regresó a mi lado.
regresar a los pastos de Irlanda —me dijo. Sus palabras me dejaron boquiabierta.
—Yo nunca os he obligado a nada —protesté, pero no tenía tiempo de volver a discutir con él, así que
simplemente asentí y le prometí que los liberaría sin tener ni idea de cómo hacerlo.
Cuando llegué con todos los equinos de nuevo, Sam estaba con la mirada perdida
Cuando salimos del cobijo de las copas de los frondosos árboles miré arriba de la
torre y pude distinguir dos figuras. En el fondo de mi corazón deseé que no le sucediese nada malo a
Arthur, al fin y al cabo él no me hizo nada directamente, pero no comprendí por qué mandó a Ahharu a
ayudarme si luego colaboró con Margaret para
retenerme.
Los rayos cada vez se nos fueron acercando más, uno casi colisionó contra el caballo de Sam, que era el
que estaba, de los tres jinetes, en peor estado físico y anímico, creo. Él siempre fue para Eric y Gordon
el jefe protector, no quise imaginar todo lo que estuvo pasando por su cabeza durante el trayecto. Un
segundo disparo cogió esta vez desprevenido a Ahharu, dándole al potro en una de sus patas traseras y
derribándolos a ambos. Nos detuvimos a ayudarles, pero el caballo no fue capaz de levantarse, Puka se
le acercó, le lamió la cara y le relinchó en el oído. El animal caído cerró sus ojos y simplemente
desapareció, el resto de la manada se disipó cuando comenzamos nuestra huida, así que solo quedó un
caballo para dos angelitos gruñones.
—Monta delante, yo no estoy en condiciones de llevarnos a los dos. —A Ahharu se le iluminó la mirada
ante el ofrecimiento de su hermano y aceptó gustoso su invitación a la tregua, se subió en el caballo que
ocupaba Sam y continuamos cabalgando. Creí ver una lágrima salir de los ojos de Puka y me di cuenta de
que había sacrificado a uno de los suyos por el bien común, no sé si yo alguna vez tendría el valor de
hacer algo semejante.
costó mantenerme encima del caballo, mi vista no era capaz de identificar los objetos que fuimos
adelantando a nuestro paso, esta vez los animales decidieron no sacar las alas y seguir por tierra firme
para ser un blanco más difícil de acertar. Si ya me costó que Katy y yo no nos cayéramos, si hubiéramos
continuado volando no sé qué hubiera
sucedido. A cada paso que nos alejamos del castillo oscuro el cielo nos volvió a dejar ver sus estrellas y
la tormenta se fue apaciguando, me reconfortó comprobar que Margaret no era todopoderosa y que no era
capaz de manipular el clima desde cualquier sitio. Llegamos a las inmediaciones del instituto más rápido
que si hubiéramos ido en coche, nos detuvimos en la entrada y Ahharu fue corriendo en busca de ayuda. A
los pocos segundos Alice, Eric, Ibhi y Gordon regresaron con él.
—¿Qué ha ocurrido, Helen? —me preguntó una vez que mi loba estuvo colocada
—Se cayó de unos dieciséis metros de altura, estaba montando un animal muy raro
con siete cabezas y cola puntiaguda —le expliqué. La cara de asombro del resto fue para enmarcarla, yo
también me pregunté cómo pudo ser capaz de convencer al bicho
para que la subiera hasta la torre del homenaje, pero si alguien era capaz de conseguir tal cosa, esa era
Katy.
—Tengo que examinarla bien, Helen y todos vosotros aquí lo único que hacéis es
estorbar, el alba se acerca, os aconsejo que vayáis a descansar. Y usted, señor Ahharu, si quiere
recuperarse de esas quemaduras en sus alas o bien se come a alguien, cosa que no le permitiré, o bien se
va a sus aposentos —ordenó Alice. Todos fuimos saliendo a regañadientes de allí, pero comprendí que si
no iba a ser ayuda, al menos no debí de estorbar. Sam venía detrás de mí como un corderito degollado,
pero cuando fue a cruzar el umbral de la puerta la señorita Alice lo llamó.
Sam asintió con la cabeza e hizo un gesto de despedida con la mano, realmente me
—¿Ha salvado alguna vez a una mortal de la muerte, señorita Helen? —me
preguntó.
—Y como tal, vulnerable y mortal, por mucha fuerza que tenga. Sanar heridas a un
inmortal es tan solo acelerar su propio proceso de cura anteponiendo su salud, pero salvar a una persona
común, por muy loba que sea, es cambiar su suerte por la tuya.
Cuando sepa algo la avisaré, lo prometo —concluyó cerrándome la puerta en las narices.
Capítulo 12
La Transformación
Entré en la casa seguida de Ibhi, no quiso dejarme sola y pese a que me negué repetidas veces, en el
fondo se lo agradecí, no quería estar sola en la casa, estuve segura de que no pegaría ojo en todo el día y
tenerla a mi lado me ayudaría a mantener mi cabeza ocupada.
Me di una ducha y tiré la ropa que llevaba puesta a la basura, cogí uno de los pijamas de Katy, no porque
no tuviese, la realidad era que necesitaba sentirla cerca de mí. Ibhi me aguardó en el salón con una taza
de chocolate caliente en las manos y me obligó a bebérmela como si fuese mi madre. Me contó cómo los
Pukas los ayudaron a
llegar hasta aquí y cómo Alice la ayudó de nuevo a curarse a sí misma. Por lo visto las Banshees, al estar
ligadas a la muerte, son capaces de sanarse a sí mismas. Esta pobre chica había descubierto hacía muy
poco lo que era en realidad, por mi culpa no tuvo
tiempo de aprender mucho sobre sus orígenes y aun así allí estaba, intentando animarme. En la vida tuve
muy mala suerte con mi familia genética, pero el destino hizo que supliera mis carencias con amigos de
verdad y siempre estaré agradecida por ello. Decidí entonces contarle la verdad sobre el grimorio,
además no pensaba perder más el tiempo evitando lo inevitable. Si Margaret necesitaba tanto el libro es
que en él se encontraba la forma de vencerla.
—Ibhi, las brujas tienen todas un libro de familia que heredan de sus padres, todo
esto ha ocurrido porque mi madre busca el suyo cueste lo que cueste, ya que Liliam no está… —el
recuerdo de mi amiga fanática de los libros y de los enigmas me ensombreció la mirada.
—Tú no tienes la culpa de lo que le ha pasado a Liliam, cada uno de nosotros somos libres de decidir y
ella decidió, Helen —me dijo y me dio un gran abrazo de osito, como diría Katy. La verdad es que el
contacto con otra persona me reconfortó y me dio fuerzas para enfrentarme a la lectura. Cogí el antiguo
tomo de la habitación secreta bajo la sorprendida mirada de Ibhi y me senté junto a ella en el sofá. Las
veces anteriores que lo tuve en mis manos no empecé a leer desde la primera página, lo cierto es que
siempre me pasó igual con los libros, o leía en medio o leía el final, era una manía mía que sacaba de
quicio a mi querida Liliam, ella siempre me decía que si yo me comía los bocadillos por el centro, y yo
le respondía con un guiño para alterarla
más. La echaría de menos de por vida y, aunque el mundo me dijese que no tuve nada que ver, en el fondo
de mi corazón sé que toda la culpa de la decisión que tomó fue y será siempre mía. Abrí el manuscrito
por la primera hoja, se trataba de un pentagrama en el que estaban dibujadas las distintas familias, como
ya los había visto con anterioridad en distintas partes en las que estuve y ya a estas alturas sabía que tenía
bastante poder si era bien usado. El centro del dibujo estaba pintado en negro, era como si alguien lo
hubiese tachado para que nadie descubriera lo que había en su interior. La segunda página consistía en un
árbol genealógico bien esquematizado, a la cabeza había tres nombres de los que se ramificaban todos
los demás: Circe, Medea y
Erictho.
—Estos nombres me suenan, Helen, los estudié en el instituto mortal en el que estuve antes de venir aquí,
eran las primeras brujas que existieron y las más temidas —
me explicó Ibhi.
—Pues empiezo bien, mi madre está loca y quiere controlar a la humanidad y mis
tata tatarabuelas eran el mal personificado. ¡La más normal voy a ser yo al final! —me burlé. Continué
leyendo, esta hoja tenía algo peculiar, al final estaba como doblada, la desplegué y aparecieron más
nombres de mujeres unidas por un montón de rayitas entre sí. Al final del todo estaban los nombres de
Joanh y de Margaret y bajo ellas dos el mío, que concluía la interminable lista. De pronto me acordé de
Dana, aún no la había visto merodear por la casa.
—Se fue justo antes de que regresaras, dijo que necesita hacer una cosa para estar
acorde con el universo o algo así, sinceramente no la entendí —. Dana era una mujer
difícil y comprendí perfectamente que se hubiera marchado, si yo perdiera todo, como le ocurrió a ella,
también necesitaría espacio y tiempo, solo deseé volver a verla alguna otra vez en mejores
circunstancias.
Aporrearon la puerta y me levanté de un brinco, dejando caer por accidente al suelo el libro; cuando me
agaché a recogerlo encima le di una señora patada y lo lancé contra la pared. Siempre fui un poco patosa,
la verdad, y si este tomo ahora me pertenecía tenía que ir acostumbrándose a sufrir mis despistes. Ibhi se
levantó y fue a abrir mientras yo levanté el libro en mis manos. De su interior cayó una pequeña cadena
con un pentagrama de plata colgado, al cogerla comenzó a brillar y a calentarse en mi mano, la tiré
encima del sofá cuando Ibhi entro de nuevo en la habitación.
—Estoy cansada, creo que necesito dormir un poco —le mentí. Tras de ella aparecieron Gordon y Eric
con unas bandejas llenas de comida.
—Primero comes, luego duermes —me ordenó Gordon que fue a sentarse justo
—¡¡Noooo!! —le grité, mis tres amigos me miraron sorprendidos— Katy es muy
tiquismiquis con los restos de comida en el sofá, id yendo a la cocina, ahora mismo voy Le hice una señal
a Ibhi como que iba a guardar el libro en el cuarto y ella me siguió la corriente.
—Cierto, no querrás que la loba cuando se despierte lo primero que haga sea morderte, ¿verdad,
Gordon? —le preguntó Ibhi. Gordon se encogió de hombros y nos
obedeció, miró a Eric, se encogieron ambos de hombros y salieron de la sala. Suspiré y fui a intentar
coger la medalla sin abrasarme la mano de nuevo. Esta vez no brilló ni ardió, era preciosa y si estaba
escondida en el libro estaba segura de que era importante. Me la puse, la escondí dentro de mi camiseta
de dormir, coloqué el tomo a salvo y fui con los demás.
—¿Sabéis algo de Katy? —pregunté mientras engullía un plato de patatas fritas con salchichas.
—Venimos de allí, Alice aún está con ella, no nos deja entrar, dice que prefiere estar sola para poder
concentrarse. Realmente esa mujer me da miedo desde que hizo
—Yo la he estado investigando. Viene de una familia de brujas, ella es la más fuerte de todo su linaje y
por lo visto trabaja para el consejo de manera oculta, o sea que no creo que tengamos nada que temer,
pienso que no nos deja entrar porque la están ayudando de alguna manera y no quiere descubrir su
tapadera, pero mientras cure a Katy, me da igual que sea del partido independentista de las mariposas —
agregó Gordon dejándonos a todos sin habla. Era la primera vez que lo escuché hablar con cariño de
Katy, ellos dos siempre estaban como el perro y el gato y de hecho estaba totalmente segura de que si mi
amiga recordara el oscuro pasaje que ambos vivieron por culpa de Titania al primero que mataría sería a
él, pero también estaba convencida de que en el fondo se tenían aprecio, tal y como acabó de
demostrarnos Gordon.
—Si de aquí a la noche no ha dado señales de vida pienso entrar, diga esa tal Alice lo que diga —
protesté. Continuaron preguntándome qué me había pasado los días
que estuve capturada y les conté todo lo que pasó o casi todo, la parte de los ratones
preferí omitirla. Los tres me escucharon atentos e incluso sacaron sus propias conclusiones acerca de los
verdaderos motivos de mi madre por mantenerme con vida
para luego intentar matarme. Lo cierto es que ninguno lo sabíamos a ciencia cierta, pero yo estaba
convencida de que cuando creé la esfera negra vio algo en mí que la hizo cambiar de opinión sobre lo de
mantenerme a salvo a toda costa. No pude evitar
dar un par de bostezos, Ibhi se dio cuenta y echó de manera educada a Eric y a Gordon, los largó al más
puro estilo licántropo.
—Helen, creo que te tienes que acostar porque estos dos querrán irse —dijo sonriéndoles con esa cara
de niña mala que la caracterizaba.
—Es la primera vez que me echan de un sitio con tanto descaro —se mofó Eric haciéndola ruborizar, ella
le dio un empujón y los acompañó hasta la salida.
—He visto tu cama y es el doble de grande que la mía, si roncas te daré un codazo, no te preocupes. —
Me sonrió y nos fuimos al dormitorio a intentar descansar
Me costó trabajo conciliar el sueño, pero una vez que lo conseguí mi cabeza se llenó de imágenes sueltas
con todo lo vivido durante los últimos días mezcladas con la preocupación y el desasosiego que sentía
por Katy. Antes de dormirme se me pasó la
idea por la cabeza de llamar a su familia para que vinieran, pero eso querría decir que me había rendido
y parecería que estaba organizando un entierro y eso no estaba dentro de mis planes, sabía perfectamente
qué hacer si Alice fallaba y lo pensaba llevar a cabo.
cabeza, pero no podía ser real, yo estaba en un prado en el que no había estado nunca.
Era precioso, había una playa en su interior, estaba separada del resto de la costa por una pequeña
montañita, tenía la arena blanca y en su interior se formaba como un pequeño lago de agua salada con
unas olitas que rompían justo a mis pies.
—¿Dónde estamos? —le pregunté desconcertada, pero gozando de la fría agua que
cubría mis tobillos. Me miré y en vez del pijama con el que me acosté llevaba un traje blanco con un
escote bordado precioso, que no me hubiera puesto en la vida, pero que me quedaba fenomenal.
—Estamos en Llanes, era uno de mis sitios preferidos cuando podía ir bajo el sol.
Ahora me conformo con verlo en sueños, este capricho de la naturaleza me enamoró desde la primera vez
que lo vi y quería que tuviéramos un recuerdo juntos que no fuese de sangre y destrucción, aunque no sea
real —me confesó, y se puso detrás de mí, me
agarró por la cintura dejando el peso de su cuerpo caer sobre el mío, cruzó sus manos delante de mi
estómago y apoyó su cabeza en mi hombro mientras la brisa veraniega nos acariciaba la cara, no quise
que aquello terminase, era la primera vez en muchos meses en que mi alma estaba totalmente en paz.
—Helen, sé que todo es muy difícil y que tu vida ya es bastante complicada como
para que ahora aparezca yo de la nada y te la desarme aún más, pero necesito decírtelo, no sé si tendré
otra oportunidad igual —aun estando en un sueño pude escuchar cómo
—Helen, yo… —le tapé la boca con mis dedos y lo besé, me dio igual que no estuviésemos allí
realmente, al contrario, eso me dio el valor que necesité para tomar las riendas en esta ocasión. Caímos
de rodillas en la arena, me tumbó y siguió besándome de la manera más dulce que jamás imaginé que
nadie lo haría, acarició mi
pelo y me besó los párpados, la nariz, las mejillas y cuando pasó sus labios por mi boca me sopló y bajó
hasta mi cuello, conseguía que se me erizaran todos los bellos del cuerpo con tan solo una caricia.
Agarró mis manos contra el suelo y arqueó la espalda para no dejar caer todo su peso sobre mí, yo lo
traje de vuelta con mis piernas y lo apreté con más fuerza, levantó la cabeza, me miró a los ojos y me dijo
en un suave susurro:
—Te quiero.
—¡Helen, Helen, despierta! Estás teniendo una pesadilla —la voz de Ibhi me trajo
de vuelta a la habitación de Joanh. En esos instantes no supe si matarla o darle las gracias, porque
sinceramente, después de lo que me acababa de confesar no hubiera sabido cómo reaccionar. Tras
asegurarle cuarenta veces a mi compañera de cama que
estaba bien, nos volvimos a dormir, pero Ahharu no regresó, ni él ni nada, si soñé algo más no lo recordé,
lo preferí, así al menos nada ensuciaría esa bonita última imagen en mi memoria.
Me desperté como si hubiera dormido por días, miré a mi lado y estaba sola en la
cama. Escuché a Ibhi canturrear por la casa alegremente, dejó la puerta abierta seguramente por si volvía
a tener algún mal sueño, según ella, y poder despertarme rápidamente. Estaba en la edad de la inocencia,
la misma que yo no hacía tanto que había tenido pero que los giros de la vida me arrebataron.
—Hola, señora marmota —me dijo sonriente a la vez que asomó su cabecita por la puerta. Llevaba
puesto un chándal mío que le quedaba significativamente bastante mejor que a mí. Me senté en la cama y
la observé más detenidamente. Katy era la fuerte de las tres, pero ella era el aire fresco y la alegría que
me faltaba. Aún recuerdo el día que la vi por primera vez asustada y llorando en el patio totalmente sola
y desvalida, me alegré al darme cuenta de que todo no resultó ser tan malo, donde hay sombras siempre
hay una luz, el problema es que al contrario también funciona la ecuación.
despertado! —Salté de la cama, me puse lo primero que pillé del armario, sin ni siquiera mirarme al
espejo, agarré a Ibhi de la mano y la arrastré hasta la enfermería.
La puerta estaba abierta, al entrar vi a mi amiga momificada casi por completo y de nuevo el corazón se
me rompió. Mi vida estaba llena de altibajos emocionales que acabarían por terminar conmigo. Me puse
a su lado, le sostuve la mano y ella giró lentamente la cabeza y me miró a los ojos, intentó hablar pero
una mueca de dolor se lo impidió.
—No hables o la señorita Alice me volverá a echar de aquí —le aconsejé. Tosió
débilmente y manchó la almohada de sangre al hacerlo, intenté que mis ojos no reflejasen la
preocupación que sentí al verla. Me hizo señales con el dedo para que acercase el oído hasta su boca y
así lo hice.
—¿Te has peinado con el tenedor en plan la sirenita? —me susurró. De pronto me
—En serio, ¿ni cuando estás mala puedes mentirme? ¿Aunque sea solo un poquito?
—Ella negó con la cabeza y volvió a cerrar los ojos, entonces Alice entró en el cuarto y me indicó que
saliera con ella al pasillo y que dejase a Ibhi vigilando a Katy.
—Helen, he intentado curar sus heridas superficiales, pero la caída debió de ser
brutal desde tanta altura, tiene contusiones internas que no sanarán con la misma facilidad, ahora mismo
tan solo nos queda esperar que no surjan problemas ocultos.
Mi mundo se desmoronó en cuestión de segundos, si le ocurría algo a Katy no sabría qué hacer o cómo
contárselo a su familia. Deseché esa idea de mi cabeza, asentí tragándome las lágrimas y volví dentro.
Katy seguía dormida, la miré en esa cama totalmente indefensa, sin poder pegarle a Gordon o sin tan
siquiera articular palabra y fue cuando me derrumbé y comenzaron a brotar las lágrimas en mis ojos sin
que
pudiese evitarlo. Ibhi me agarró por los hombros, me besó en la frente y me sacó de allí. Nos fuimos al
patio trasero en el que yo intenté consolarla la primera vez que nos vimos y nos sentamos en el frío suelo,
no pude dejar de llorar durante algunos minutos, mi desesperación y la tensión acumulada de los últimos
días salieron a la luz. Sentí un pequeño calor en el pecho, algo comenzó a quemarme y agarré
instintivamente la medalla que encontré dentro del libro. En el momento en el que la rocé mi cuerpo se
trasportó a otro lugar, todo me dio vueltas, me puse en pie rápidamente para comprobar dónde estaba, vi
una playa frente a mí y a mi espalda un espeso bosque con altas montañas al final. Una mujer estaba
sentada encima de una piedra mirando al mar, llevaba una preciosa melena negra suelta que se le movía
con el viento y un precioso gorro hecho de paja le daba sombra a su rostro ocultándole la cara. Me
acerqué hasta ella, se giró, me miró y me sonrió.
—Hola, Helen, llevo esperándote mucho tiempo, estaba segura de que serías tú la
—No tengas miedo, mi niña, en otro tiempo fui muy conocida por mis maldades y
por mi codicia, pero desde que me desterraron a esta isla he tenido mucho tiempo para pensar en todo.
Estoy condenada a ver cómo mi familia se hunde una y otra vez y es corrompida por la avaricia. Durante
muchos años mantuve la esperanza de que el círculo se rompiera, pero no fue así hasta que naciste tú, mi
pequeña, y volviste a traer la ilusión a mi vida. Solo si hago algo lo suficientemente honorable y bueno
conseguiré la paz eterna y la maldición de nuestro linaje terminará. —Su voz era embriagadora, sus
gestos, su mirada, me recordó mucho a tía Joanh. Mi corazón me dijo que decía la verdad y que a lo
mejor ella era la pieza y las respuestas que le faltaban a mi rompecabezas.
La casa estaba a oscuras, había pasado más tiempo en aquella isla del que creí en
un principio. Ibhi y los demás estarían locos buscándome, salí corriendo en dirección
al instituto para tranquilizarlos y me los topé en la puerta principal. Ibhi me vio y se lanzó a mis brazos
llorando, Eric estaba en pie con el semblante serio y Gordon se encontraba en las escaleras sentado con
lágrimas en sus ojos.
consolarlos, pero algo me dijo que no era por mí por quien se lamentaban. Solté a Ibhi y salí disparada a
la enfermería, Alice estaba apoyada en la pared del pasillo que daba a la habitación, me vio llegar y me
detuvo.
no ha llegado a tiempo para salvarla. Tiene encharcados los pulmones y destrozados el resto de los
órganos, no pasará de esta noche.
se va a morir, no puede morirse, no me puede dejar sola —lloré. Ella intentó tranquilizarme y yo la
esquivé y fui rápidamente a la habitación de Ahharu, abrí la puerta sin llamar y lo encontré con la mirada
perdida sentado a los pies de la cama, me acerqué y me puse de rodillas frente a él.
—¡Ahharu ayúdala por favor, ayúdala! —le supliqué. Él puso las manos en mis hombros, me levantó la
barbilla e hizo que lo mirase a los ojos.
—Helen, ¿estás segura de esto? No sabemos qué va a pasar o si puede funcionar
—Hay que intentarlo, no puedo perderla a ella también no, por favor. —Me levantó del suelo y me dijo
que esperase en la puerta del dormitorio, que él iría por ayuda, y así lo hice, no me moví del lado de
Katy ni un solo segundo. Durante la siguiente hora su estado no mejoró, de vez en cuando le salían hilos
de sangre de la boca y cada vez estaba más pálida, temí que Ahharu no llegase a tiempo.
Escuché voces en el pasillo y me asomé a ver qué sucedía, Gordon estaba enseñándole un frasquito a la
señorita Alice, que lo miró extrañada. Por el otro lado del pasillo venían Eric e Ibhi más anormalmente
despacio, no tenía ni idea de qué estaba sucediendo. Gordon destapó el tarro y de su interior salió un
humo naranja, el gnomo lo sopló y se lo lanzó a la profesora en toda la cara, esta tosió y agitó las manos
intentando quitárselo de encima sin conseguirlo, porque una pequeña nube se formó y le cubrió toda la
cabeza. En ese momento Eric pasó por delante de mí, corriendo, se puso detrás de Alice justo cuando
esta perdió el conocimiento e iba a caer al suelo y darse un golpetazo, pero como siempre mi elfo
preferido estuvo allí a tiempo de sostenerla,
la jaló y la dejó tumbada a un lado del pasillo. De detrás de Gordon salió Ahharu, seguido de Sam.
—Bien hecho, amigo —felicitó Ahharu a Gordon, quien levantó la cabeza con aires de grandeza pero se
mantuvo en su línea habitual.
se quitó la camisa y Sam hizo lo mismo, tuve en menos de diez metros cuadrados a los dos únicos
hombres por lo que había sentido algo en mi vida casi desnudos y ni siquiera me fijé en ellos.
—Sam, tenemos que hacerlo los dos a la vez —le advirtió Ahharu a su hermano.
Yo no supe qué iban a hacer exactamente, pero mi corazón latía a un ritmo que creo que una persona
normal no hubiese soportado.
bastante preocupado. Yo asentí con la cabeza incapaz de articular palabra, no quise decirlo en voz alta
para que no me oyesen titubear. Ahharu cogió un bisturí de una mesa con herramientas de curas que había
al lado, lo alzó y cortó las venas de una de las muñecas de Sam bajo mi aterrada mirada, la sangre negra
del ángel comenzó a salir de la herida. A continuación Ahharu se cortó a él mismo y juntó su muñeca con
la de Sam, las situaron encima de la boca de mi amiga e introdujeron una considerable cantidad la mezcla
de los líquidos en su organismo. Para cuando las retiraron Sam se comenzó a
poner pálido y a tambalearse. Ahharu lo ayudó a sentarse en una silla y prosiguió con lo que fuera que
estuviera haciendo, se agachó y mordió el cuello de Katy durante más tiempo del que creí recordar que
era conveniente, empecé a preocuparme y le alerté.
mi amiga, entonces la intenté jalar de él, pero Sam ya se había levantado y estaba a mi lado
aguantándome, lo miré suplicante.
—¡Sam, la va a matar, haz algo, por favor! —pero no obtuve ninguna respuesta, volví a mirar a mi amiga
postrada en esa cama sin poder defenderse mientras Ahharu
incorporó, sacó una pequeña daga que llevaba escondida en el cinturón y se la clavó en el corazón a
Katy. Di un grito ensordecedor y al momento escuché golpes en la puerta y gritos desde el exterior
preguntando qué sucedía. Ahharu agarró a Katy del brazo que tenía más cerca y me miró.
—¡Helen, ahora, sostenla fuerte, deprisa! —me ordenó. Yo obedecí como si fuese
un robot sin saber muy bien por qué y sujeté con fuerza el brazo de mi loba sin dejar de mirarla ni de
llorar. Al momento de tocarla, Katy abrió los ojos, diminutas venas negras le recorrían el globo ocular
ensuciando sus preciosos ojos, abrió la boca y nos dejó ver unos blancos y enormes colmillos afilados y
puntiagudos, tomó una gran bocanada de aire e intentó levantarse. Sam se puso a mi lado y me ayudó a
agarrarla, ella arqueó la espalda, levantó el trasero, dobló sus rodillas y tomó impulso y saltó de la
camilla levantándonos a los tres y tirándonos contra la pared. Fue como si se hubiese transformado en
licántropa pero de manera distinta a la que yo estaba acostumbrada a ver, sus orejas estaban en punta
como otras veces, pero su nariz continuó del mismo tamaño que siempre, sus dientes eran más grandes y
sus manos no
se convirtieron en garras como solían hacer, tan solo sus uñas crecieron y no le asomó ese desagradable
bello que acostumbraba a salirle siempre que cambiaba. Estaba más
aterradora y más bella a la vez que nunca, salió de la habitación y lanzó la puerta o lo que quedó de ella
contra la pared del pasillo. Con el primero que se topó fue con Gordon y se lanzó directamente a su
yugular, cuando le mordió el gnomo puso sus ojos en blanco y se desvaneció, antes de que pudiera
evitarlo. Eric intentó ayudarlo y tiró con fuerza de la loba hacía él, ella soltó a su presa y se centró en el
elfo, al que le asestó un durísimo puñetazo y lo tiró de espaldas. Katy aprovechó que Eric estaba tumbado
en el suelo y le mordió también. Ibhi, aterrada y asustada, se transformó, sin darse cuenta, en Banshee:
sus pelos flotaron en el aire, su cuerpo se elevó unos metros, se le pusieron los ojos en blanco y comenzó
a gritar haciendo que Ahharu, Sam y yo nos tuviéramos que tirar al suelo y taparnos los oídos antes de
que reventaran nuestros tímpanos, pues en esta ocasión el grito de mi amiga fue desgarrador, recuerdo
que su mirada inexpresiva lo dijo todo y nada a la vez. Una lágrima de sangre le acarició su blanca piel y
cuando esta tocó el suelo, el grito se detuvo y la Banshee cayó al suelo.
Me levanté y pensé rápidamente qué podía hacer para retirar a Katy del cuerpo de Eric sin lastimarla y
solo se me ocurrió meterla en una bola protectora de las que tanto le gustaban. La loba pataleo y luchó
dentro de la esfera hasta que cayó rendida y se desmayó. Ahharu fue corriendo y le tomó el pulso a Eric,
me miró y negó con la cabeza. Sam me abrazó y me besó en la cabeza intentando consolarme, yo miré el
cuerpo de Eric una y otra vez esperando que se levantase, pero eso nunca ocurrió.
Capítulo 13
La Despedida
Ahharu se encargó de meter a una muy alterada y totalmente fuera de sí Katy en las mazmorras del
castillo Güell, sin dejarla sola ni un momento. El entierro fue la noche siguiente y me pasé todo el día
absorbida por los preparativos del funeral. Me costó hacerme a la idea de que había muerto y de que
nunca más lo volvería a ver. Katy continuó transformada en medio animal medio humana mientras su
organismo luchaba
Cuando Alice despertó se encontró con una escena peculiar: la chica lobuna que
se suponía que estaba moribunda estaba metida dentro de una burbuja azul flotante con un cadáver a su
lado. Ibhi se encerró en su dormitorio y no salió en todo el día, intenté ir a buscarla en varias ocasiones
pero no quiso verme, creo que en parte me culpaba de lo ocurrido. Sam se mantuvo a mi lado y me ayudó
a explicar al consejo lo sucedido
bajo la atenta y reprochadora mirada de Alice. Se sorprendieron bastante cuando escucharon el doble
juego de Arthur y sus intenciones para conmigo, creo que ya nos
vieron lo suficientemente derrotados como para impartir ningún castigo por drogar a la profesora, así que
simplemente lo dejaron pasar por esta vez, o al menos eso dijeron.
desconsolada, Eric se colocó justo delante de ella, extendió su mano y le acarició la mejilla, le sonrió y
le dijo:
lado tanto como yo a ellos. No estés triste, siempre dejaré un hilo abierto entre tu mundo y el mío, recurre
a mí cuando me necesites. —A medida que hablaba su cuerpo
y su voz fueron desapareciendo poco a poco y se fue formando la misma nube que los
trajo. Cuando no quedó ni rastro de ellos el pentagrama se iluminó y una llama atravesó todas sus líneas
para dejarlo marcado en el suelo para el resto de la eternidad.
Nos marchamos del patio y Gordon le dio a Ibhi un tranquilizante que al menos la
dejó dormir esa noche. Ahharu regresó a su puesto de centinela lobuno y Sam, Gordon
—Gordon, tengo que pedirte que me ayudes con los Pukas, dicen que les he lanzado un maleficio y no
tengo ni idea de lo que hablan.
—Creo recordar que fue Katy la que los localizó cuando estuvimos en Isla Esmeralda, ¿no? —me
preguntó y asentí con la cabeza. Él se rascó la barbilla y se puso a pensar.
—Los Pukas son animales salvajes, nadie puede controlarlos —aseguró Sam.
—Ni yo misma sé cómo estoy, Sam, son demasiadas cosas para asimilar. Katy es
una bestia salvaje, hemos perdido a Eric, no sé si Ibhi se recuperará de este golpe y tú…
confirmarlo.
—Sí, Sam, tú estás aquí de nuevo y esto es una locura. —Me senté en un escalón y
me agarré las rodillas con los brazos como solía hacer de niña cuando estaba asustada, él se puso a mi
lado y se sentó mirando al horizonte, estaba más guapo y recuperado, la luna se le reflejaba en sus ojos y
no pude hacer otra cosa más que contemplarlo embobada.
Los días pasaron con normalidad, intenté ir a ver a Katy, pero Ahharu siempre estaba en la puerta de
entrada a las mazmorras y no me dejó ni acercarme, me decía que cuando estuviera mejor me avisaría sin
falta, pero eso nunca pasó. Ibhi se metió en su mundo, la veía deambular por los pasillos de vez en
cuando, pero no me dejó aproximarme a ella, cada vez que nos encontrábamos me miraba, agachaba la
cabeza y
seguía su camino. Se me rompía el corazón verla así y no poder hacer nada para remediarlo. Pasé las
horas muertas leyendo el grimorio y tomando notas absolutamente de todos los hechizos, magias y
poderes que poseyeron todas las componentes del gigantesco árbol genealógico del principio.
Una tarde Ahharu vino a visitarme, se sentó a mi lado en el sofá, me miró y me dijo:
y aprender a dominar sus nuevos poderes, y manteniéndola aquí encerrada lo único que lograré será
volverla loca e inaccesible. Sam se ha prestado voluntario para hacer de conejillo de indias durante estos
días y la ha dejado alimentarse de él. El problema es que recuerda lo que hizo y no sé si conseguirá
superarlo. —Creo que lo dijo más para convencerse él mismo que para informarme a mí.
—¿Puedo verla? —le pregunté casi rogándole, no podía perderla del todo a ella
también.
—No quiere verte, me ha pedido que recoja sus cosas, nos vamos en un rato mientras dure la noche, la
luz le afecta como mí —me confesó apesadumbrado. Le ayudé a colocar el voluminoso equipaje de Katy
en su preciado coche, me quedé intencionadamente con su blusa preferida, recuerdo que aún mantenía su
aroma, me negué a que se fuera por completo, sabía que algún día regresaría. Cuando Ahharu se
fue me volví a quedar sola en aquella silenciosa casa, estuve sentada en el sofá sin hacer absolutamente
nada, simplemente me permanecí allí esperando que ocurriera algo bueno o malo, ya a esas alturas me
dio igual. Escuché voces que venían del aparcamiento y sin pensarlo corrí.
—¡No puedes irte sin decirme adiós! —le grité a Katy que estaba vuelta de espaldas a mí, metiendo
cosas en el maletero. Cuando se giró pude ver que su forma no había cambiado, seguía medio
transformada, la miré más detenidamente y me fijé en sus ojos, ellos sí volvieron a ser los que eran.
y no soy capaz de regresar a mi poblado y consentir que mi gente me vea en este estado. Ahharu me
ayudará a conocerme a mí misma de nuevo, Helen. Intentaré subsanar todo lo malo que he hecho pateando
algunos traseros —suavizó su tono cuando vio las lágrimas en mis ojos. Yo le salté encima y la abracé
con fuerza. Ahharu estaba a nuestro lado, Katy se metió en el coche y lo esperó.
—Helen, Sam se quedará aquí para protegeros y ayudarte si tienes algún problema
—Donde podamos patear culos, según tu amiga. —Se acercó a mí, me dio un beso
en la mejilla en señal de despedida, se sentó en el asiento del copiloto y se marcharon de mi vida dos de
las personas más importantes para mí. En ese instante el medallón se volvió a calentar, lo agarré y
respondí a su llamada. Sinceramente, en esos momentos quería estar en cualquier parte menos allí, así
que una isla paradisíaca junto a una bruja milenaria no me pareció un plan tan descabellado.
Biografía
su debut en el mundo literario. Ahora le llega el turno a “Vencida”, continuación de la exitosa saga creada
por Gema.
Agradecimientos:
En primer lugar agradecer a la editorial Multiverso y a su editor que soporten cada día mis locuras.
Gracias.
A la ilustradora de este libro que ha conseguido un resultado inmejorable en un tiempo record, Sara
Cantarero eres la mejor. Gracias.
A mi marido Jose Alonso por cubrirme en el trabajo y echar más horas incluso que
las mesas para que pudiera terminar de escribir las aventuras de La Reina de las Sombras. Gracias por tu
apoyo incondicional, por tu paciencia y por ir leyendo este libro por fascículos.
A mi madre por quedarse con mi mayor tesoro para que no saltara detrás de la silla mientras que
escribía. Gracias mamá.
Gracias a mis lectores cero que me aconsejaban y me reñían cada vez que intentaba cargarme a alguno de
sus favoritos, preguntándome cuándo iba a seguir escribiendo. Gracias a Francisco Vela, Sandra Doval,
Maiko Pink, y Mari Tere Alonso.
Gracias a la Academia Protón Mar por luchar cada día para mantener la lectura viva entre los jóvenes y
ayudarme a difundir esta saga.
Gracias a mi gente de la Buhardilla por aguantar mis nervios y por seguir viniendo
a verme.
Y gracias a todos los lectores de esta saga que seguís confiando y esperando que
www.multiversoeditorial.com
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Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Biografía
Agradecimientos: