David Trumbull
David Trumbull
David Trumbull
RESUMEN
El objetivo de este artículo es caracterizar la figura del Pastor Protestante David
Trumbull en la configuración del Frente anticlerical chileno de fines del siglo XIX.
Se analizan los planteamientos fundamentales de Trumbull, respecto a la
vinculación Política-Religión en temáticas críticas de época, como lo fueron la
búsqueda de la Libertad de Culto y la participación de lo protestante en la
construcción del Chile republicano. Es considerada la interrelación entre
Masonería y Protestantismo a través de la figura de Trumbull, como un articulador
de perspectivas doctrinalmente contradictorias, pero instrumentalmente posibles
de ser ensambladas por causa de un objetivo común, la implementación del
ideario liberal.
Palabras-claves: David Trumbull, Frente anticlerical, Chile republicano,
Protestantismo Chileno, Masonería Chilena.
ABSTRACT
The aim of this paper is to characterize the figure of the Protestant Pastor David
Trumbull in shaping the Chilean anticlerical Front late nineteenth century. It
discusses the fundamental approaches Trumbull, on linking Religion in Politics-
time thematic reviews as they were searching for Religious Freedom and the
Protestant participation in the construction of Chile Republican. It is considered the
relationship between Freemasonry and Protestantism through the figure of
Trumbull, as an articulator of doctrinally conflicting perspectives, but instrumentally
possible to be assembled because of a common goal, the implementation of liberal
ideology.
Keywords: David Trumbull, Anticlerical Front, Chile Republican, Chilean
Protestantism, Chilean Freemasonry.
Introducción
Durante el siglo XIX latinoamericano, el liberalismo se constituyó la corriente
ideológica que llevó a cabo un programa intelectual y político que no tenía por
objetivo únicamente representar los valores republicanos que emergieron
fuertemente desde -y posterior a- la revolución francesa y los procesos de
independencias hispanoamericanas, sino que implicó la ruptura con todo lo que
simbolizaba el "antiguo régimen" colonial, sus instituciones políticas y sociales.
Esto incluía, por cierto, el rol que la Iglesia Católica romana ocupaba en las bases
sociales de las nacientes Repúblicas del Continente. Como señala Leslie Bethell,
la nueva concepción de poder central proponía un Estado secular moderno que
estaba formado por individuos libres, iguales ante la ley y sin restricciones en
cuanto a la busca de su propio interés ilustrado. Eran, ante todo, ciudadanos cuya
principal lealtad iba dirigida a la nación y no a la Iglesia o a otros restos
corporativos de la sociedad colonial (Bethell 1990:10).
El caso chileno no fue una excepción, por el contrario, los conflictos o tensiones
entre liberales y clericales fueron diseñando el escenario político y cultural del
Chile contemporáneo. Jaksic y Serrano indican que
(...) El ideario liberal tuvo éxito y fue compartido por la gran mayoría de los
sectores políticos dadas las características del país: pequeño y homogéneo, sin
grandes diferencias regionales, y en el que el Estado centralizador borbónico
había propiciado la modesta prosperidad de una de las colonias más remotas del
imperio (2010:7).
A medida que el proyecto liberal comenzaba a efectuarse en la conformación del
Estado chileno, de manera pacífica e institucional en comparación al resto de otras
naciones de la misma región, se forjaban ciertos patrones que caracterizarían
particularmente la implementación y composición del liberalismo nacional.
Nuevamente, Jaksic y Serrano nos otorgan una perspectiva sintetizadora del
carácter del liberalismo en Chile y su relación con las tensiones religiosas de la
época, las que se daban por...
(...) El consenso entre fuerzas políticas dispares y antagónicas en torno a la forma
republicana de gobierno, en donde lo que estaba en pugna era la mayor o menor
libertad de los individuos y la sociedad para definir los contenidos, fines y formas
de la representación; (...) – En Chile – todas las transformaciones de carácter
liberal fueron logradas mediante reformas antes que revoluciones (2010:7).
Si bien el liberalismo y su propuesta de República habían encajado sin mayores
inconvenientes a partir de 1830 en el establecimiento del Estado republicano como
modo definitivo de organización política, serán justamente los elementos que se
suman a la construcción, vinculantes a las libertades cívicas de orden moral-
religiosa las que entrarán en entredicho y conflictividades posteriores. De acuerdo
al contexto epocal, la Iglesia Católica fortaleció su posición de sujeción al Sumo
Pontífice y a la soberanía de Roma por sobre el Estado nacional
(Ultramontanismo). Según el historiador Ricardo Krebs:
(...) En el curso de los decenios siguientes (a 1830) la Iglesia definió cada vez con
mayor claridad su posición reclamando para sí una amplia autonomía. Siguió
insistiendo en la necesidad de mantener la religión como religión oficial y siguió
recordando al Estado los deberes que tenía frente a una población casi
exclusivamente católica, pero empezó a negar al Estado todo derecho a interferir
en los asuntos internos de la Iglesia (Krebs 1981:46).
Samuel Valenzuela esclarecerá que durante el siglo diecinueve, el principal debate
político, fue el relacionado con el papel de la Iglesia Católica en el Estado,
instituciones sociales, y los desencuentros multifacéticos ocasionados por dicho
conflicto que dieron origen no sólo a partidos y organizaciones sociales, sino
también a subculturas definidas principalmente por su cercanía o su rechazo a
aquella Iglesia y a sus opciones políticas (Valenzuela 1995:7).
El vínculo entre Liberalismo, Protestantismo y Masonería: La conformación de un
frente anticlerical
A medida que se diferenciaron y ampliaron las posturas entre anticlericales y
clericales, se desarrollaron debates doctrinarios y cívicos culturales que
fomentaron la convergencia y discrepancia entre múltiples grupos de interés social
que confluyeron en el período. Tres corrientes se agruparon en lo que podríamos
denominar un "frente anticlerical". Por una parte y quizás de forma nuclear el
Liberalismo ya señalado; pero además dos agrupaciones que por sus perfiles,
intentarían remplazar a la Iglesia Católica en sus acciones ordenadoras y
modeladoras de la mentalidad o cosmovisión nacional: hablamos de la Masonería
y el Protestantismo.
La Masonería tiene sus orígenes en Chile a fines del siglo XVIII. Un primer
antecedente de la presencia de francmasones en el país data de 1756. Del Solar
plantea que se trata de una acusación ante el Tribunal de la Inquisición de Lima
del 13 de enero de 1756, contra el gobernador del presidio de Valdivia, el teniente
coronel Ambrosio Sáez de Bustamante, quien fue acusado por el delito de
francmasón (Del Solar 2010:4). Posteriormente en la etapa de la independencia
existían ciertos testimonios de la influencia masona en personajes de relevancia,
por ejemplo el caso de José Miguel Carrera en la logia Saint John nº1 de Nueva
York, iniciado por el protestante y presbiteriano Cónsul norteamericano Joel
Robert Poinsett (Pinto 1965; Puntman 1935). Situación parecida, es la
predominancia que tuvo en el país y en Sudamérica la "Logia Lautaro" que a pesar
de no haber sido oficialmente francmasona, utilizó similar modalidad y operatividad
en términos de crear redes de poder que conflagraran a favor de la causa
independentista. En líneas concretas, se estipula que la Masonería se
institucionalizará en Chile a partir de 1850, cuando un grupo de franceses
residentes en Valparaíso, solicitaron al Gran Oriente de Francia carta constitutiva
para regularizar sus trabajos. En una situación análoga – de acuerdo a Del Solar-
un grupo de masones norteamericanos y europeos dieron vida a la logia
"Bethesda", bajo los auspicios de la Gran Logia de Massachusetts (14 de
diciembre de 1854) (Del Solar 2004).
Comerciantes, librepensadores, extranjeros, militares y otros personeros fueron
asociándose a las logias masónicas con el objetivo de pertenecer al nuevo "status"
liberal que esencialmente buscaba crear una elite y desde ahí una masa social
acorde a sus postulados, que a la vez fuese capaz de obtener plazas de poder e
influencia social y política que garantizara, en definitiva, un nuevo panorama
nacional; el del progreso, el liberal, el de la libre conciencia, el del Gran
Arquitecto... (G.A.D.U.). Cristián Gazmuri, en su obra El "48" chileno. Igualitarios,
reformistas, radicales, masones y bomberos, aclara la manera en que la
masonería se gestó como mecanismo liberal impulsora de la naciente clase media
republicana al proyecto que ostentaba cimentar en las próximas generaciones de
chilenos,
(...) Fue la naciente clase media alta chilena, en especial de provincias, la que se
integró mayoritariamente a la masonería. (...) Esta tendencia se hizo más marcada
después de sus primeros años, en que estuvo integrada por el universo social
mayoritariamente extranjero. Valparaíso, Copiapó, otras ciudades del Norte Chico
y después Concepción, fueron sus semilleros. (...) De allí a que la Masonería
pasara a ser un instrumento de ascenso profesional y social había sólo un paso
(Gazmuri 1999:169-171).
La red masónica creció al nivel de impactar profundamente la vida cívica nacional,
tanto así, que en su gran mayoría los Presidentes del siglo XX chileno
pertenecieron a las logias masónicas. Ahora bien, durante el siglo XIX, la Iglesia
católica las miró con resquemor, ofreciendo críticas muy severas que condenaban
el ateísmo y cesarismo estatal que estas ofrecían, peor aun cuando sus
enseñanzas llegaban a la conciencia de los niños y jóvenes que más tarde
asistirían a sus escuelas.
El Protestantismo tiene sus orígenes en Chile entre los primeros migrantes
ingleses, norteamericanos y la posterior colonia luterana alemana que se
establecería para cultivar las tierras del extremo sur chileno. En relación a lo
anterior, Jaksic y Serrano corroboran que en estricto rigor constitucional, de
acuerdo al art. 5, estaba prohibido el ejercicio público de cualquier culto que no
fuera el católico romano. Pero en la práctica, desde la década de 1820, con la
llegada de inmigrantes ingleses y norteamericanos a Valparaíso y más tarde
alemanes a Valdivia y Llanquihue, las autoridades habían tenido una política
pragmática autorizando a los protestantes sus lugares de culto como recinto
privado (Jaksic y Serrano 2000:456).
A pesar de la minoritaria presencia numérica durante el XIX chileno, el mensaje de
las "buenas nuevas" protestante se hacía ver y apuntaba a evangelizar
genuinamente el territorio sudamericano, haciendo nacer un "nuevo hombre", tal y
como lo indica Juan Rodrigo Ortiz, "El protestantismo tenía la tarea de colaborar
en la formación del hombre nuevo' que requería la sociedad chilena en
formación...un hombre impregnado de las cualidades éticas y morales de las
sociedades protestantes que habían alcanzado la modernidad" (Ortiz 2009:32-35).
A modo de síntesis, Maximiliano Salinas plantea cómo durante el siglo XIX, poco a
poco el Protestantismo fue incidiendo con mayor fuerza en la vida pública
nacional;
Desde la Independencia Nacional, una serie de hechos fue preparando el camino
para la implantación del protestantismo en Chile: en 1819, por decisión expresa de
Bernardo O'Higgins, entonces Director Supremo de la Nación, se autorizó la
instalación en Valparaíso de un Cementerio para disidentes religiosos; el 17 de
julio de 1821, llegó a Chile contratado por el gobierno de don Bernardo O'Higgins,
Diego Thompson, agente de la Sociedad Bíblica Británica, con el propósito de
instaurar en Chile el sistema "lancasteriano" de educación; en diciembre de 1845,
llega a Chile David Trumbull, el más famoso luchador por la libertad de culto; en
1865, bajo la presidencia de don José Joaquín Pérez, se introduce una "Ley
interpretativa" de la Constitución de 1833 que autoriza a los no católicos a celebrar
sus cultos en recintos privados y a fundar escuelas privadas; en 1883, bajo la
presidencia de don Domingo Santa María se aprobó la ley de "inhumación de
cadáveres", que seculariza los cementerios estatales y municipales; y finalmente
en 1884, el Parlamento aprobó la Ley del matrimonio laico o civil (Salinas
1987:247-248).
Por contrapartida, muchos de los defensores del catolicismo manifestaron
abiertamente sus reticencias para con el protestantismo en Chile. Uno de ellos,
Joaquín Larraín Gandarillas, se pronunció fuertemente en la sesión de debates del
Hemiciclo chileno en junio de 1865, en torno a la libertad de cultos,
(...) Los reclamos que algunos hacen en amparo de los intereses relijiosos de los
estranjeros son del todo infundados, que no tienen otro objeto que favorecer la
propaganda protestante en Chile, i aun que no haríamos grande mal a los
disidentes si mandáramos cerrar sus capillas (Larraín 1865:14).
En el transcurso de los años las discusiones continuaron sobre el tapete. El
Estandarte Católico de abril de 1877, publicaba un artículo de Alejandro
Echeverría en el que se mostraban dos mundos opuestos, el católico y el
protestante...
De aquí í que en el campo de la opinión se haya dividido en el mundo civilizado
dos escuelas, que luchan cuerpo a cuerpo en el terreno eje las doctrinas como en
el de los hechos. La vieja escuela protestante, bautizada a la moderna con el
nombre de radical, que ha producido en Sí el seno todas las libertades y derechos
para el mal y la escuela católica que tiende a mantener flotante el principio de que
solo el bien y la verdad gozan de legítimos derechos... (Echeverría 1877:2).1
Sin detrimento de lo anterior, los evangélicos continuaron sumando adeptos y de
ser un culto de migrantes pasó a integrarse desde los puertos a los villorrios
costeños y populares del país (Hoover 1948; Fontaine Talavera e Beyer 1991).
Ahora bien, la premisa "libertad de conciencia para la modernización" sería el
motor que ponía en marcha al liberalismo de manera práctica y concreta en los
proyectos y doctrinas que divulgaban la masonería y el protestantismo, como un
programa expreso de las potencias liberales del siglo XIX. Guerra indica que en
Chile
(...) La llegada del protestantismo a Latinoamérica en el siglo XIX se vincula
directamente con el proyecto modernizador emprendido por las élites del
continente, especialmente aquellas más cercanas al liberalismo. Países como
Gran Bretaña y Estados Unidos, con los cuales las Repúblicas recién
independizadas del dominio español buscaron rápidamente establecer relaciones
comerciales, fueron vistos como paradigmas de la modernidad y se tenía claro que
en la formación de tales naciones el protestantismo jugaba un papel crucial
(Guerra 2006:51).
A los liberales latinoamericanos y chilenos les favorecía, por tanto, la entrada del
protestantismo no porque necesariamente les interesaban sus convicciones
religiosas sino porque veían en él un valioso colaborador ideológico (Padilla
1993:9).
En base a lo anterior se potenciaban alianzas estratégicas y acuerdos en los
cuales se aunaban esfuerzos por parte de la "triada" liberal-protestante-masónica
que decantaría definitivamente en la creación de un "frente anticlerical", el cual
resultó ser bastante efectivo y real en su influencia sobre el proceso de
implementación del liberalismo en Chile desde mediados de siglo XIX,
específicamente en los inconvenientes que significaban las practicas culturales de
raigambre católica oficialista en la emergencia e ideario de un Estado que se
pensaba netamente Republicano y liberal. En cuanto a la alianza liberal –
protestante Karl Appl, indica que
_________________. s/t. Valparaíso. La Piedra, 29 ago. 1871, año II, n. 19: 17.
[ Links ]
_________________. s/t. Valparaíso. La Piedra, 11 mai. 1872, año III, n. 26: 138-
9. [ Links ]
_________________. s/t. Valparaíso. La Piedra, 31 out. 1873, año IV, n. 43: 403.
[ Links ]