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Cosméticos
Sólidos
¡BIENVENIDA A ESTA NUEVA
AVENTURA!
¡Gracias por tu
confianza!
Me llamo Nuria Iribarren, soy la fundadora y directora de Kalimiel, y
deseo darte una calurosa bienvenida a este Curso Online de
Cosméticos Sólidos!
Me gustaría contarte, antes de que te zambullas en el magia de hacer
tus propios cosméticos, que soy Naturópata especializada en
aromaterapia y cosmética natural, y que seré tu guía a lo largo del curso.
Este curso, como todos los cursos e ebooks que encontrarás en mi web,
son el resultado de años de estudio, investigación y pruebas.
Buen viaje!
CAPÍTULO 1 | ÍNDICE
¡ORDEN ES PROGESO!
(o por lo menos eso dice la frase)
La importancia de la autogestión..............................................................................................................7
Es así, en resumidísimas cuentas, cómo llegamos a considerar a los cosméticos como algo con una única
finalidad embellecedora y algo más cercano a un laboratorio y de sustancias de blancura extrema, que a algo
inspirado en las bondades de la Naturaleza para cuidar nuestro cuerpo.
De hecho, un cosmético no puede declarar funcionalidad terapéutica alguna, ya que hoy en día, por
definición, el objetivo único de un cosmético es el de higienizar, perfumar, cambiar su apariencia, proteger o
mantener en buen estado la piel, el cabello y otras partes externas del cuerpo. Si proclamas que tu cosmético
es ideal para calmar los síntomas de la psoriasis, por poner un ejemplo, tu preparación automáticamente es
considerada un medicamento o droga. Pero les prometí empezar por el inicio, así que vayamos paso a paso…
FDA (Food and drug Administration) de EEUU: “artículos para ser aplicados en el cuerpo humano
para limpiar, embellecer, aumentar el atractivo físico o alterar la apariencia sin afectar la estructura
del cuerpo o sus funciones.”
Dentro de lo que se define como cosméticos entonces encontramos todo tipo de preparaciones: cremas
hidratantes, desodorantes, serums, shampoo, acondicionador, dentífricos, etc. Y como te comenté antes, la
diferencia entre un cosmético y una droga es esencialmente que las drogas se venden por sus propiedades
terapéuticas y su capacidad de modificar la funcionalidad de las células.
Por supuesto que nuestros cosméticos hechos en casa con los activos (más adelante te cuento bien qué son)
vegetales adecuados y bien elaborados tienen propiedades terapéuticas, pero sencillamente por ley no
podemos nombrarlas en las etiquetas. A medida que sigamos avanzando en el curso hablaremos más
extensamente de estas regulaciones y de los pasos que tendrás que dar para vender de forma legal tus
preparaciones cosméticas.
Certificaciones naturales & orgánicas
Lo primero que deseo puntualizar, y ojalá logre ser muy clara al respecto, es que no hay una ley o una
definición concreta de qué es Natural y qué no lo es.
Es realmente difícil marcar una línea divisoria clara entre ambos conceptos.
¿POR QUÉ? En algún punto todo es natural, ya que todo proviene de alguna forma de los regalos de la
Tierra. Hasta el petróleo es natural, del cual derivan tantos materiales dudosos también usados en cosmética.
Y a veces lo que a simple vista podría ser lo más natural del mundo, como por ejemplo un extracto de un
insecto tintóreo, nos parece totalmente rechazable y cuestionable.
Y, ¿qué pasa con los ingredientes que son naturales en su origen pero que fueron modificados, purificados o
sencillamente envasados en un laboratorio, como por ejemplo los tensioactivos derivados del coco que tanto
usaremos en el capítulo de shampoo? Dejan de ser naturales porque los manipuló un hombre? En qué punto
entre la recolección y el punto de venta al consumidor dejan de ser naturales?
Está clase de preguntas y cuestionamientos infinitos que tienen a su vez infinitas respuestas, llevaron a que
surjan empresas privadas en todo el mundo con la finalidad de ordenar está información y generar ciertos
estándares de calidad, medidos por los parámetros que cada empresa consideró correcto.
NaTrue:
Asociación Internacional sin ánimo de lucro fundada en 2007 por productores de cosméticos naturales y
ecológicos. Su sede se encuentra situada en Bruselas. La organización otorga 3 sellos y cada de ellos
certifica una cosa diferente:
- NaTrue 1 estrella: (COSMÉTICA NATURAL) define qué ingredientes están permitidos y cómo se pueden
procesar.
- NaTrue 2 estrellas: (COSMÉTICA NATURAL Y PARCIALMENTE ECOLÓGICA) al menos el 70% de los
ingredientes provienen de la producción orgánica controlada. En este caso, se requiere niveles más altos
de ingredientes naturales y menores niveles de ingredientes naturales derivados.
- NaTrue 3 estrellas: (COSMÉTICA ECOLÓGICA) al menos el 95% de los ingredientes deben provenir de la
producción ecológica controlada. Si lo comparamos con el segundo nivel, este requiere de niveles aún
más altos de ingredientes naturales y niveles más bajos de ingredientes naturales derivados.
Soil Association:
Es un organismo británico de certificación ecológica, es decir, certifica los cosméticos naturales en base a
la materia prima natural proveniente de cultivos controlados o recolección silvestre demostrando a su vez
una producción ambiental y sin testar en animales. Esta certificación asegura que los productos llevan
una inspección anual de Soil Association, un etiquetado claro, un máximo posible de ingredientes
orgánicos y uso restringido de aditivos no orgánicos.
CosmeBIO:
Se creó gracias a la asociación entre cuatro entidades europeas SOIL Association, BDIH, Cosmebio, Ecocert e
ICEA cuyo principal objetivo era desarrollar un nuevo estándar ecológico para productos cosméticos
conocida como COSMOS.
COSMOS se encuentra clasificada de la siguiente manera:
- Cosméticos COSMOS NATURAL: son aquellos cosméticos que cumplen con el estándar en todos los
aspectos pero no contienen los porcentajes mínimos de ingredientes ecológicos.
- Cosméticos COSMOS ORGANIC: son aquellos que contienen un mínimo porcentaje requerido de
ingredientes ecológicos.
Vegan Society:
Este sello certifica a los productos que no se han creado con ningún ingrediente derivado de los animales.
No contienen cera de abeja, colágeno, carmín, gelatina u otros muchos ingredientes que se utiliza de forma
habitual para la realización de cosméticos.
Ecocert:
Cruelty Free «People for the Ethical Treatment of Animals» es la organización más grande de derechos de los
animales del mundo y cuenta con más de 3 millones de miembros y seguidores. Este logo es concedido
únicamente a aquellos productos que han sido desarrollados sin experimentación animal. Con la compra de
productos certificado por PETA, ayudas a proteger a conejos, ratones, ratas, conejillos de Indias y otros
animales que están siendo utilizados para experimentos para que estos dejen de sufrir.
OIA:
Organización Internacional Agropecuaria S.A. (OIA) es una empresa certificadora argentina creada en 1991.
Opera como certificadora de productos vegetales, animales y procesados como de origen orgánico.
FAIRTRADE:
Es un sello de garantía de producto que certifica el cumplimiento de los estándares de comercio justo
establecidos por Fairtrade Labelling Organizations International (FLO).
Sólo en España, la venta online de cosmética natural genera unos €100.000.000 anuales y según sus
previsiones podría aumentar hasta 600 o 700 millones. A nivel mundial las cifras varían bastante, pero es
innegable el auge y el crecimiento agigantado de este sector. Francia, Alemania y Austria fueron los pioneros
en la elaboración y comercialización de los productos cosméticos orgánicos, pero el país más expansivo en
cuanto a masificación de esta moda fue EE. UU.
Hoy la tendencia llega a Sudamérica y poco a poco impregna el mercado de nuevos productos, más
amigables con el medio ambiente y con nuestro cuerpo.
Sin embargo, este auge trajo consigo un macabro giro en la estrategia de venta de las marcas no naturales o
también llamadas convencionales. Lo que surgió fue el “Greenwashing”. Este término es usado para describir
la práctica de ciertas compañías, al darle un giro a la presentación de sus productos para hacerlos ver como
respetuosos del medio ambiente y “naturales”, cuando en realidad no lo son. Por ejemplo, cuando te venden
un producto lleno de conservantes derivados del petróleo y perfumes artificiales como “Natural” o “Puro”, o
cuando usan ciertos colores (sobre todo el verde) o la imagen de bellas flores y plantas para que creamos
que es un producto natural, cuando quizás solo contiene una fracción de gota de ese ingrediente natural.
En la actualidad podemos decir que somos la primera sociedad en la historia de la humanidad que elige a
conciencia lo comercial y marketinero antes de lo saludable.
Nuestra falta de interés en nuestra salud y en la de nuestro planeta, demostrado por el avance y crecimiento
de tantas industrias que nos intoxican (entre ellas la industria cosmética), y la aparente complicidad de los
gobiernos y las entidades públicas que deberían dedicarse a protegernos, tienen una tremenda importancia
histórica y genética para nuestra especie. Hemos creado una “Generación Conejillo de Indias”, donde
permitimos que prueben en nosotros en beneficio de un experimento comercial donde el resultado es más
que evidente: aumento de ganancias comerciales en detrimento de nuestra salud pública.
¡No olvides que el que te está exponiendo los beneficios y seguridad de su producto es el mismo que recibirá
ganancias si lo compras (hablo tanto de empresas cosméticas como gobiernos)!
El incentivo por mentir suele ser proporcional al incentivo a vender, lo único que rompe esta regla es la ética,
que, lamentablemente, suele faltar en las grandes compañías y multinacionales. La realidad es que hoy en
día estamos rodeados de toxinas y sustancias muy dañinas para nuestra salud, lo que convierte una vida
100% limpia en una utopía. Lo que si posible es intentar exponer a nuestro cuerpo a la mínima cantidad de
sustancias tóxicas que podamos, y esto lo logramos eligiendo con consciencia los productos que
consumimos y/o creamos, y la vida que llevamos.
Recordá que los grandes cambios sociales suceden primero dentro de cada uno.
Exigí mejores productos y las grandes compañías no tendrán más opción que elevar su calidad
“Según el nuevo informe del Banco Mundial titulado What a Waste 2.0: A Global Snapshot of Solid Waste
Management to 2050, si no se adoptan medidas urgentes, para 2050 los desechos a nivel mundial crecerán
un 70 % con respecto a los niveles actuales”.
En el informe se prevé que en el curso de los próximos 30 años la generación de desechos a nivel mundial,
impulsada por la rápida urbanización y el crecimiento de las poblaciones, aumentará de 2010 millones de
toneladas registradas en 2016 a 3400 millones.Los plásticos son especialmente problemáticos. Si no se
recolectan y gestionan adecuadamente, contaminarán y afectarán los cursos de aguas y los ecosistemas durante
cientos, sino miles, de años. Según el informe, en 2016 se generaron en el mundo 242 millones de toneladas de
desechos de plástico, que representan el 12 % del total de desechos sólidos.
“La mala gestión de los desechos está perjudicando la salud humana y los entornos locales, agravando al mismo
tiempo los desafíos que plantea el cambio climático”, afirmó Laura Tuck, vicepresidenta de Desarrollo Sostenible
del Banco Mundial. “Desafortunadamente, los más pobres de la sociedad suelen ser los más perjudicados por la
mala gestión de los desechos. Pero las cosas no tienen por qué ser así. Los recursos que tenemos deben usarse y
reutilizarse continuamente, de manera que no terminen en los vertederos”.
*Extraído de https://www.bancomundial.org.
REDUCIR:
Reducir el consumo es clave. Aprender a reducir las compras, los desechos, los productos que no son
biodegradables o que tardan demasiado tiempo en deshacerse.
REUTILIZAR:
Darle a lo que aparentemente es basura una nueva utilidad y alargar su vida útil es clave también.
REPARAR:
Todos los objetos pueden tener una segunda vida, así reducimos el consumo y por lo tanto los desechos.
RECICLAR:
Finalmente llegamos al último paso consiste en separar los residuos que no pudimos evitar generar en los pasos
anteriores, para su posterior reciclado en plantas de reciclado especializados. Por ejemplo, los papeles y cartones,
ciertos plásticos y vidrios.
Imagina la cantidad de residuos que evitaremos al hacer y/o consumir cosmética que no genera prácticamente
basura ni en su proceso de elaboración ni luego de su vida útil. ¿No sería genial que nuestros cosméticos tuvieran
como único packaging un envoltorio de papel reciclado y reciclable? La elaboración y/o uso de cosméticos 100%
sólidos, o sea de consistencia dura, que permiten un packaging sencillo y que no genera prácticamente residuos
lo permite! Y con las herramientas que vas a aprender en este curso podrás crear esos hermosos y sustentables
productos y compartirlos con el mundo que te rodea!
Una breve historia de la cosmética
Es difícil (por no decir imposible) definir el momento exacto en el que nació la cosmética, pero probablemente
no sería errado suponer que surgió de la mano del nacimiento de la humanidad misma. Hay registros muy
antiguos de civilizaciones como la Mesopotámica, donde se puede comprobar científicamente gracias al
trabajo de arqueólogos y antropólogos, el uso habitual de ciertas hierbas para uso higiénico y embellecedor.
De hecho, fue dentro de esta maravillosa y enigmática civilización que vivió la primer química-perfumista de la
historia (aunque algunos registros históricos la omitan). Esta mujer llamada Tapputi es la primera persona en
el mundo de quien se tiene registro que haya utilizado mezclas de hierbas para realizar fragancias y medicinas
naturales. Poco más se sabe de ella, pero los rastros de su existencia son un invaluable tesoro para quienes
amamos las plantas y sus usos fitocosméticos.
Mucho del conocimiento antiguo se perdió en catástrofes como la quema de la Biblioteca de Alejandría y los
posteriores saqueos de los archivos romanos y griegos, pero se sabe que tanto los sumerios, asirios y babilonios
manejaban magistralmente los usos medicinales y cosméticos de las plantas (se sabe del uso del aceite de
ricino, anís, belladona, canela, cardamomo, mirra, entre otros).
Una de las más importantes civilizaciones de la antigüedad, la egipcia, fue famosa por su uso más que
abundante de plantas y sus derivados para mantener la salud y sobre todo la belleza de la piel y el cabello. De
hecho, se les daba a las plantas un carácter sagrado y de un nivel tal de purificación y cercanía con los Dioses
que se utilizaban para preparar, momificar y acompañar al Más Allá los Nobles muertos. Entre los más usados
para este fin encontramos el aceite de cedro y aceite de sésamo, asi como también el uso del aceite de oliva,
de ricino y moringa. Los egipcios también fueron grandes maestros perfumistas, utilizando sobre todo el
incienso y la mirra (también usadas para rituales religiosos).
Sobre la cara se aplicaban una mezcla de polvo de incienso, cera de abejas, aceite de oliva virgen,
resina de ciprés y leche; para teñirse el cabello usaban hojas de henna, y se maquillaban los ojos
con polvo de piedras preciosas como lapislázuli o malaquita.
Por supuesto que toda esa sabiduría (o al menos una parte) paso a la antigua Grecia y de ahí a Roma, donde se
adoró por sobre todas las cosas a la Rosa. En Oriente, tanto el cercano como el lejano, también existió y aún
existe una milenaria cultura cosmética y de belleza. Por ejemplo, podemos nombrar las milenarias propiedades
medicinales del barro del Mar Muerto en la zona de Israel, los infinitos usos que la cultura china le dio al arroz
tanto para higienizarse como para maquillarse, la obsesión de los indios por el Jazmín o la abundancia de
fragancias y productos purificantes y de higiene que utilizan los islámicos, en todos los países en donde se
asentaron (por nombrar un par de ejemplos).
Con el transcurrir de los siglos, y con la llegada de la Edad Media, las ciencias y sabidurías (entre ellas las
fitocosméticas) fueron recluidas a los monasterios. El cristianismo se encargó de desvalorizar el uso de
productos de higiene y embellecimiento, nombrándolos como pecaminosos.
Durante todos los siglos que duró esta Era de Oscuridad (como muchos la llaman) una historia llama mucho la
atención: la misteriosa historia de Trótula de Salerno. Esta mujer, médica, investigadora y escritora, vivió en un
tiempo de grandísima represión no solo a la mujer sino también al saber en general. La Iglesia manejaba toda la
información y era muy difícil salir de su círculo y mantenerse a flote. Esta mujer no solo logró estudiar medicina
en “The Schola Medica Salernitana” en Italia (la cual se cree que fue la primer Universidad de Europa y que
heroicamente incluía a las mujeres en sus aulas), sino que además la enseñó, y escribió varios libros muy
interesantes, sobre todo relacionados a la mujer y a la ginecología. Uno de sus tratados fue “De Ornatu
Mulierum”, un libro enteramente dedicado (y primero en su especie) a los cosméticos. En él enseña a las
mujeres como cuidar y embellecer su piel y como curar trastornos cutáneos con ciertos ajustes higiénicos y
tratamientos naturales. También enseñó sobre maquillaje, productos antiage, productos descongestivos,
depilación, cómo quitar manchas y arrugas, como limpiarse los dientes y evitar el mal aliento, entre otras
muchísimas cosas.
El uso masivo de los cosméticos puede ubicarse recién a finales de la II Guerra Mundial, luego de la revolución
industrial. En esta época se comienza a utilizar derivados del petróleo para abaratar costos y poder cumplir con
toda la creciente demanda. Se abren locales de belleza, los productos se almacenan en estanterías, deben
usarse conservantes más fuertes. Dejan de usarse derivados de plantas, muy caros y poco estables.
Actualidad...
Y poco a poco llegamos a la situación actual de la cosmética mundial (o al menos la de hace una década)
donde predomina ampliamente la industria de la cosmética vacía de activos vegetales, completamente
tomada por el marketing y la moda de turno, en la cual se prueban constantemente nuevas sustancias creadas
en el laboratorio (muchas sin un previo testado de seguridad previo). La vorágine del consumismo al que
estamos acostumbrados nos llevó a desconectarnos completamente del origen y el fin último de estos
preparados.
Sucedió entonces que resurgió la moda de lo natural y lo verde, un retorno a nuestras raíces (perdidas no hace
tanto tiempo), y la primera reacción de las grandes multinacionales de la industria cosmética fue el
“Greenwashing”. O sea, a través del marketing, hacerle creer al consumidor que está comprando productos
naturales o con activos vegetales, cuando en realidad no los son. Es el caso de las marcas que usan imágenes de
flores en sus etiquetas, y que se jactan de usar por ejemplo esencia de ciertas plantas, cuando en realidad
utilizan solo perfumes artificiales de ellas mismas. O, en el mejor de los casos, sí utilizan sustancias naturales,
pero en cantidades tan pequeñas que son casi insignificantes.
Como antes veíamos, el auge de la cosmética natural hoy en día es indiscutible. Las empresas de cosmética
natural crecen, el consumo de estos productos aumenta exponencialmente comparado con los de cosmética
convencional.
Mi más sincero deseo es que esta corriente no sea sencillamente una moda pasajera y que, con el
tiempo, retomemos la conexión perdida con la Naturaleza volviendo al uso de cosméticos vivos,
que resalten nuestra belleza natural y que cuiden amorosamente a este cuerpo que nos
acompañará en toda nuestra encarnación.