DPCC 5to Completo
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DPCC
SEC.
Texto argumentativo
La democracia
Si bien la ateniense es la más famosa y es en la que vemos reflejadas las actuales, no fue,
ni mucho menos, la primera. Los sistemas de gobierno tribales eran asamblearios, y, a
pesar del aumento de la población, se siguieron usando en muchas organizaciones
políticas en época antigua. Entre los descendientes de los pueblos indoeuropeos tenemos
muchos ejemplos de democracias: desde las repúblicas del norte de la India entre los
siglos -VIII a -III hasta Irlanda. Las asambleas en las que toda la población (aquí habría que
matizar, y, según cada caso, habría que matizar mucho) podía participar eran muy
comunes.
El sistema democrático ateniense no tenía nada que ver con el nuestro. De hecho, si
hablamos de gobierno del pueblo, que es lo que todos entendemos por democracia, el
ateniense lo era, el nuestro no. Pero la cantidad de gente que participaba era muy inferior.
Actualmente contamos con partidos políticos a los que votamos. Estos partidos políticos
se alimentan, directamente, de fracturar, dividir y enfrentar a la sociedad, de crear
bandos, intentando que su bando sea mayor. Si lo consigue, obtendrá más votos. Los
niveles de tensión y fragmentación a la que los partidos políticos, todos, pueden llevar a la
sociedad pueden alcanzar cotas de irresponsabilidad asombrosas.
En Atenas no existían los partidos políticos, los cargos eran sorteados. Sí, sorteados. Era la
única forma, consideraban, de que no se votara siempre a los ricos, ya que al contar con
mayores riquezas partían con una ventaja obvia.
En nuestro discurso político, nosotros otorgamos la confianza a una persona para que
haga lo que quiera. Los atenienses hacían todo lo contrario: sorteaban un cargo y
desconfiaban. Se les sometía a controles; primero, el de su equipo, con el que trabajaba, y,
segundo, el de la asamblea. Ninguna ley, ni una sola, de las elaboradas por los cargos
elegidos por sorteo podía aprobarse sin pasar por la asamblea, en la que, recordemos, no
había representantes, estaban los ciudadanos.
La gran diferencia con Atenas es que en Roma las leyes se llevaban a los comicios
tribunados, asambleas en las que se dividía la población de la ciudad y a la que podían
asistir todos: mujeres, esclavos y extranjeros incluidos, y todos podían debatir y opinar. El
voto, eso sí, solo lo ejercían los hombres romanos mayores de edad.
Con el término democracia ha pasado lo mismo. Prácticamente todos los países actuales
se autodenominan democracia por alguna razón, ¡incluso China! Pero, ¿cuántas
democracias, en su sentido original, hay realmente en el mundo? Nosotros damos poder a
los políticos, no lo ostentamos. ¿Hay algún país donde el poder lo ejerza de verdad el
pueblo?
Algunos consideran que Suiza es una democracia directa. Sin embargo, si comparamos su
sistema con el de otros países europeos, veremos que no hay gran diferencia, salvo una
mayor tradición de convocar referéndum, obligatorio en casos puntuales. El poder, en
Suiza, sigue estando en los políticos.
Vivimos en democracias, sí, pero en unas en las que el demo pinta más bien poco.