Notas de Etica Cristiana
Notas de Etica Cristiana
Notas de Etica Cristiana
Lección Uno
Ética en la Escritura
Lección Uno
Ética en la Escritura
I. INTRODUCCIÓN
Yo creo que todos los cristianos estarán de acuerdo en que la ética está en crisis
actualmente, no sólo en el mundo, entre los no-creyentes, sino también en la iglesia. Los
no-creyentes toman mil direcciones tratando de encontrar la diferencia entre el bien y el
mal. Incluso los cristianos bienintencionados están por todos lados cuando se trata de una
vida ética y moral. Yo me he encontrado con algunos cristianos que parecen tener muy
pocas convicciones morales, y me he encontrado con otros cristianos que parecen tener
respuestas simples para cada pregunta ética. Supongo que conforme pasan los años, estoy
cada vez más convencido de que una de nuestras más grandes necesidades hoy en día, es
encontrar una manera de entender cómo las Escrituras aplican a nuestras vidas, cómo
debemos pensar, actuar y sentir; una manera de tomar decisiones bíblicas.
Esta serie sobre “Cómo Tomar Decisiones Bíblicas” es la primera de nuestro
curso sobre la ética cristiana. En esta serie, nos enfocaremos en el proceso que la Biblia
nos enseña a seguir cuando tomamos decisiones sobre toda clase de cosas en nuestras
vidas. Hemos llamado a esta primera lección “Ética en la Escritura.”
Presentaremos esta serie, primero estableciendo una definición bíblica de ética
cristiana; después, examinando el criterio tripartito bíblico de las buenas obras, y
finalmente sugiriendo los contornos básicos de un proceso tripartito bíblico, para tomar
decisiones éticas. Comencemos definiendo el concepto de ética cristiana.
DEFINICIÓN
Definiremos la ética
En términos generales, la ética es “el estudio del bien y el mal moral, el estudio
de lo que es bueno y lo que es malo.”
1--Dios y Bendiciones
Aquellas cosas que reciben la bendición de Dios son buenas y correctas, mientras
que aquellas cosas que no reciben su bendición, son malas y están equivocadas.
A---primero, la NATURALEZA de Dios es la NORMA de moralidad;
A. NATURALEZA DIVINA
1—Primero, afirmamos que Dios es la norma definitiva del bien y el mal, de lo
correcto e incorrecto. Al decir esto, negamos que la moralidad definitiva sea una
norma fuera de Dios, a la que incluso Él debiera cumplir si fuera considerado
“bueno.”
Considere estas ideas a la luz de las enseñanzas de Juan en 1 de Juan capítulo 1
versículos 5 al 7:
2—La segunda cosa que queremos decir al enfocarnos en Dios y Su bendición, es que
las acciones de Dios manifiestan la norma de moralidad.
B. ACCIONES DIVINAS
Una de las principales maneras en que Dios muestra su aprobación por lo que es
correcto y bueno, es dando bendiciones. De la misma manera, Él muestra Su
aborrecimiento por lo que es incorrecto y malo restringiendo las bendiciones y
derramando maldiciones. Este principio lo vemos en acción innumerables veces a lo
largo de la Biblia.
Por ejemplo, al explicar las condiciones de su pacto con Israel en Levítico
capítulo 26 versículo 3, Dios ofreció derramar enormes bendiciones sobre ellos con la
condición de que:
Pero al principio del versículo 14 del mismo capítulo, los amenazó con terribles
maldiciones si ellos no obedecían su palabra. Escuche la manera en que presentó estas
maldiciones en Levítico capítulo 26 versículo14 al 16:
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Las maldiciones en este capítulo corren a lo largo de muchos, muchos versículos, cada
una más terrible que la anterior. Pero el punto es que Dios amenaza con estas
maldiciones a aquéllos que se niegan a obedecer sus mandamientos y desprecian su
relación del pacto. EN NINGUNA PARTE DE ESTE PASAJE DIOS PROCLAMA
QUE DESOBEDECERLO ES PERVERSO, MALO O INCORRECTO. No
obstante, ésta es la única conclusión a la que podemos llegar, basándonos en su
amenaza de los aterradores juicios para aquéllos que se vuelven contra Él.
Conforme analizamos las Escrituras sobre la manera en que Dios ha revelado las
normas de lo que es bueno y malo, encontramos tantas veces que la Biblia advierte lo
bueno y lo malo, mostrando las reacciones de Dios en lugar de etiquetar las cosas
explícitamente como buenas o malas. Cuando ponemos atención en las bendiciones y
maldiciones de Dios, encontramos que el aspecto ético de muchos textos se vuelve más
claro.
Además de enfocarnos en Dios y sus bendiciones, nuestra definición de ética
cristiana, resalta la extensión del tema de ética. Cuando usamos el término, “ética” no es
sólo una rama de la teología; es un aspecto esencial de toda la teología y toda la vida
cristiana.
Cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en
su corazón. (Mateo 5:28)
En ambos casos, Jesús condenó como pecadoras las emociones y actitudes del corazón,
independientemente de que éstas motivaran a la persona a actuar. De hecho, él enseñó
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que estas actitudes violaban los mismos mandamientos que prohíben las acciones
pecaminosas.
También considere la manera en la que describe el corazón humano en Marcos
capítulo 7 versículos 21 al 23:
Las actitudes malas no sólo son moralmente incorrectas en sí mismas, también son la raíz
de acciones malas.
Siguiendo las Escrituras, también hablaremos de personas moralmente buenas y
malas. Y la conducta mala fluye de un corazón malo, un corazón malo fluye de una
naturaleza mala. Por esta razón, si debemos agradar a Dios, no es suficiente que nuestras
acciones y actitudes sean moralmente buenas. También debemos ser esencialmente
personas buenas; debemos tener una buena naturaleza.
Las Escrituras se dirigen a este aspecto de nuestro ser en Romanos capítulo 8
versículos 5 al 9 donde Pablo escribió:
Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los
que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu… los designios de la carne
son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni
tampoco pueden… Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el
Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. (Romanos 8:5 – 9)
Abreviando, todos los no-creyentes que “viven según la carne”; tienen una naturaleza
mala y por consiguiente sus acciones y actitudes también son malas. Pablo identificó la
naturaleza caída, como la fuente de una mente que es hostil ante Dios y que no puede ni
se somete a la ley de Dios.
A diferencia de los no-creyentes, los creyentes tenemos la presencia del Espíritu
Santo. Y cuando él escribió de aquéllos que viven de acuerdo con el Espíritu, se refirió a
los creyentes con una naturaleza nueva porque tienen la presencia del Espíritu Santo. Esto
significa que los creyentes tienen un antídoto contra la naturaleza caída, y poseen la
habilidad de someterse a las normas de ética de Dios.
Así que, cuando hablamos de ética cristiana como: “Teología, viéndola como un
medio para determinar qué personas humanas, hechos y actitudes reciben la bendición de
Dios, y cuáles no”, queremos decir por lo menos tres cosas.
1---Primero, Dios mismo es la norma de ética. Solamente Él es la regla por la que el bien
y el mal son medidos.
2---- Segundo, toda la teología, incluso toda la vida, tiene dimensiones éticas.
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3---- Tercero, las normas morales de Dios nos mantienen en responsabilidad de nuestras
acciones, pensamientos e inclinaciones de nuestro corazón, y en nuestra misma
naturaleza.
Ahora que hemos definido lo que queremos decir cuando hablamos de ética
cristiana, debemos volver nuestra atención al criterio tripartito bíblico de lo que es
éticamente bueno.
Las obras hechas por hombres no regenerados… puedan ser cosas que
Dios ordena, y de utilidad tanto para ellos como para otros, sin embargo,
porque proceden de un corazón no purificado por la fe y no son hechas en
la manera correcta de acuerdo con la Palabra, ni para un fin correcto, (la
gloria de Dios); por lo tanto son pecaminosas, y no pueden agradar a Dios
ni hacer a un hombre digno de recibir la gracia de parte de Dios.
Desde afuera, vemos aquí que la Confesión de Westminster admite debidamente que hay
un sentido en el que los no-creyentes hacen las cosas que Dios manda. Más aun,
reconoce también que las acciones de los no-creyentes pueden producir resultados
buenos y beneficiosos para ellos y para otros. EN OTRAS PALABRAS, EN UN
SENTIDO LOS NO-CREYENTES PUEDEN HACER COSAS QUE PARECEN
ESTAR DENTRO DE NUESTRA DEFINICIÓN DE UNA VIDA ÉTICA,
ACCIONES COMO PARA TRAER LA BENDICIÓN DE DIOS.
En este tema, las Escrituras están de acuerdo. Por ejemplo, en Mateo capítulo 7
versículos 9 al 11, El Señor habló estas palabras:
¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una
piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros,
siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más
vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?
(Mateo 7:9-11)
Es muy común para las personas en general hacer algunas cosas que son
superficialmente buenas, como amar y mantener a sus hijos. De hecho, sería muy
difícil encontrar a una persona que nunca haya hecho algo alguna vez que
superficialmente se pareciera a las obras que Dios aprueba, o a quién nunca una vez
mantuvo una actitud semejante a aquéllas que inspiran las bendiciones de Dios. Así
que, hay un sentido superficial en que incluso los no-creyentes pueden hacer cosas
que Dios ordena y beneficiarse de ellas.
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2--- debe ser conforme a la norma correcta, conforme a la manera prescrita en las
Escrituras.
3---Y en tercer lugar, debe ser con la meta correcta en mente, que es glorificar a
Dios. En pocas palabras, a menos que una obra sea hecha con el propósito correcto, en
conformidad con la norma correcta y para una meta correcta, esta no es una obra que
Dios recompensará con bendiciones. En primer lugar, echemos un vistazo más de cerca al
propósito correcto.
Propósito Correcto
A menos que una obra se haga con el propósito correcto, no es una obra que Dios
recompensará con bendiciones. Primero, debe proceder de un corazón que ha sido
purificado a través de la fe. Segundo, las acciones deben fluir del amor cristiano.
Fe
En las palabras de la Confesión de Fe de Westminster, las obras que “proceden de
un corazón no purificado por la fe… [son] pecado, y no pueden agradar a Dios”. Este
criterio del propósito correcto está estrechamente asociado con la forma en que nuestra
definición de ética cristiana se enfoca en “personas” buenas con naturalezas buenas.
Como ya hemos dicho, sólo los creyentes que han sido llenos del Espíritu Santo pueden
hacer obras que Dios recompensa con bendiciones. Una razón para esto es que sólo los
creyentes tienen corazones que han sido “purificados por la fe”. Aquí la Confesión está
hablando de Dios-dador, de fe salvadora que permanece y crece dentro de los creyentes.
Es el medio de purificación a través del cual los creyentes reciben nuevas y buenas
naturalezas. Y motiva a los creyentes propiamente para hacer buenas obras.
Como Santiago escribió en el capítulo 2 versículos 14 al 20:
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¿De qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá
la fe salvarle?... la fe, si no tiene obras, es muerta… ¿Mas quieres saber…
que la fe sin obras es muerta? (Santiago 2:14-20)
Él tipo de fe que purifica el corazón, “el tipo de fe que salva”, es el tipo de fe que motiva
las buenas obras. Ésta es la fe que pertenece a los creyentes, y sólo a los creyentes.
Escuche la manera en que el autor de Hebreos marca este punto en Hebreos
capítulo 11 versículo 6:
A menos que nuestros esfuerzos por buscar las bendiciones de Dios estén basados en la
fe, no podemos agradar a Dios, y por consiguiente no pueden ser recompensados por Él.
En otras palabras, sin la fe como uno de nuestros propósitos, nosotros no podemos hacer
buenas obras.
La afirmación de Pablo de esta doctrina es quizás la más clara y más precisa en
todas las Escrituras. En Romanos capítulo 14 versículo 23, él escribió:
Las acciones deben fluir de la fe salvadora si se quiere agradar a Dios con ellas como
buenas obras.
Además de la necesidad de la fe salvadora, las Escrituras enfatizan también el
tema del propósito apropiado al enfocarse tanto en el amor Cristiano.
Amor
Considere que en 1 de Corintios, capítulo 13, Pablo enseñó que nuestras obras son
inútiles si estas no son motivadas por el amor. En los versículos 1 al 3 él escribió:
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con
toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es
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Rechazar la ley de Dios es rechazarlo a Él, que se ofrece a nosotros en una relación de
pacto. Y desobedecer su ley es pecar. Aquí Jesús nos enseña que la propia Ley, y el resto
del Antiguo Testamento también requieren, sobre todas las cosas, que amemos al Señor y
a nuestro prójimo.
El amor es un aspecto que encontramos en cada ley que Dios nos manda
obedecer, así que si no actuamos con amor, ninguna obra que hagamos puede estar dentro
de su norma. Y lo que hace aún más difícil de cumplir la norma de Dios es que nuestro
amor debe ser para Dios y nuestro prójimo. Los no-creyentes no aman a Dios. Ellos se
oponen a Él. Y como resultado, nunca pueden ser motivados por el amor de Dios. En
otras palabras, ellos nunca pueden tener el propósito correcto. Y debido a esto, nunca
pueden hacer algo que Dios considere, en un último sentido, ser bueno.
Además de señalar que las buenas obras deben fluir de los propósitos correctos, la
Confesión de Fe de Westminster también establece que las buenas obras deben satisfacer
a la norma correcta.
Norma Correcta
Escuche de nuevo las palabras del capítulo 16 párrafo 7:
Las obras hechas por hombres no regenerados… puedan ser cosas que
Dios ordena, y de utilidad tanto para ellos como para otros, sin embargo,
porque… no son hechas en la manera correcta de acuerdo con la
Palabra… por lo tanto son pecaminosas.
Aquí la Confesión pone énfasis en que, para que las obras sean buenas, deben hacerse
según la norma de la Palabra de Dios, es decir, la revelación de Dios.
Para presentar nuestro análisis de la norma correcta, mencionaremos tres temas:
primero, los mandamientos de las Escrituras, segundo, todas las Escrituras, y tercero,
revelación general, la creación en sí. En primer lugar todos los mandamientos de las
Escrituras están diseñados para guiarnos.
Mandamientos
Escuche cómo Juan resumió esta idea en 1 de Juan capítulo 3 versículo 4:
Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es
infracción de la ley. (1 Juan 3:4)
Note lo que Juan no dijo: él no enseñó simplemente que todos los que cometemos
desobediencia cometemos pecado, como si la desobediencia fuera solamente uno de
muchos tipos de pecado.
En cambio él dijo que todos los que pecan son culpables de desobediencia, manifestando
que todo pecado trae consigo desobediencia. Todo pecado viola la Ley de Dios.
Aquí las palabras de Juan son categóricas y consignan la importancia de la norma
apropiada en los términos más fuertes posibles. Pero hoy debemos aceptar que incluso
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muchos cristianos piensan que es posible que algunas violaciones de la ley de Dios no
son pecado. Ciertos mandamientos de Dios pueden ser ignorados. Bien, Santiago se
enfocó en este tema en el capítulo 2 versículos 9 y 10 de su carta.
Claramente algunas violaciones de la ley son pecado, como mostrar favoritismo, tal como
Santiago lo mencionó. Pero Santiago entonces siguió diciendo que violar cualquier
mandato de la Ley significaba violar todos los mandatos de la ley. Porque la ley es un
todo unificado que refleja el carácter de Dios y su naturaleza, transgredir cualquier parte
de ella es, en algunos sentidos, transgredir toda la ley, y es pecar contra Dios mismo. Por
consiguiente, si cualquier violación de la ley es pecado, todas las violaciones de la ley
son pecado.
Ahora, nosotros analizaremos más profundamente este tema en lecciones futuras,
pero en principio debemos hacer aquí una firme distinción entre la ley de Dios y su
aplicación. Desde una perspectiva bíblica, cada ley está enlazada firmemente en los
seguidores de Cristo. Pero el proceso de aplicación es complejo – tan complejo que la
obediencia en una situación puede parecer muy diferente de la obediencia en otra
situación.
Ahora, nosotros debemos hacer énfasis en que no estamos defendiendo el
relativismo. No es verdad que la Biblia significa cosas diferentes para diferentes
personas, y que todos estos significados son igualmente válidos. Al contrario, la Biblia
significa lo que Dios dice que significa, lo que sus autores originales quisieron que
significara. La palabra de Dios es nuestra norma obligatoria y no podemos alejarnos de
ella. Por consiguiente, tenemos argumentos para decir que todas las buenas obras deben
concordar con la norma de ley bíblica.
En segundo lugar, la norma apropiada requiere sumisión a la Biblia entera. La
Confesión de Fe de Westminster no dice solamente que la ley de Dios es un criterio de
todas las buenas obras, si no que la Palabra de Dios es en su totalidad es un criterio de
buenas obras.
Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo
para Jehová tu Dios… Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra,
el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por
tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó. (Éxodo 20:9 – 11)
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En este punto, los mismos Diez Mandamientos establecen su autoridad moral en las
implicaciones morales de la creación.
Jesús hizo algo similar cuando defendió la tan-llamada ruptura del Sabbat por los
discípulos, basándose en la conducta de David. Escuche la forma en la que respondió a
los Fariseos en Mateo capítulo 12 versículos 3 al 4:
¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y los que con él estaban
tuvieron hambre; cómo entró en la casa de Dios, y comió los panes de la
proposición, que no les era lícito comer ni a él ni a los que con él estaban,
sino solamente a los sacerdotes? (Mateo 12:3 – 4)
Jesús aprobó las acciones de David y extrajo una aplicación moral de ellas. Incluso hizo
esto a pesar de que este hecho no era parte del código legal. Así que vemos que en la
Biblia, no sólo es la ley tratada como la norma para las buenas obras, también están las
otras porciones. Pero esto no debe parecernos extraño.
Después de todo, anteriormente en esta lección, leímos en 2 de Timoteo capítulo 3
versículos 16 y 17:
Pablo no limitó los aspectos morales de las Escrituras a las partes que contienen
mandamientos y códigos legales. Más bien, insistió en que todas las Escrituras eran útiles
para la instrucción ética, que todas las Escrituras ponen demandas morales en nosotros.
Por consiguiente, si nuestras acciones han de ser moralmente buenas, deben de satisfacer
las normas de todas las Escrituras.
Pero también hemos dicho que la Palabra de Dios es aun más amplia que las
Escrituras. En un sentido muy importante, la revelación de Dios en la propia creación es
parte de su Palabra, así que la revelación de Dios dada a través de la creación, que es
normalmente llamada revelación general, también es parte de la norma para las buenas
obras.
Revelación General
Uno de los lugares más claros en el que nosotros encontramos esta idea en las
Escrituras, es en Romanos capítulo 1 versículo 20. Allí Pablo escribió:
Pablo va entonces más allá para sostener que, a pesar de lo que los hombres sepan sobre
las normas morales de Dios por medio de la revelación general, ellos prefieren pecar.
Pero el punto es este: Las acciones de los hombres están condenadas porque
violan las normas reveladas por la revelación general de Dios. O para explicarlo en los
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términos que hemos estado usando, la revelación general es parte de la Palabra de Dios, y
parte del criterio al que las buenas obras deben ajustarse. Así que, para recapitular lo que
hemos dicho, las Escrituras enseñan que las buenas obras deben ajustarse a la Palabra de
Dios como se revela en la ley, a lo largo de las Escrituras, y en la creación.
Además de necesitar la motivación correcta y ajustarse a la norma de la Palabra
de Dios, todas las buenas obras deben tener el fin o meta correctos.
Meta Correcta
Ahora, las buenas obras pueden tener un sinnúmero de metas inmediatas. Por
ejemplo, cuando los padres ganan el dinero para pagar por la comida, casa y vestido, su
meta inmediata es apoyar a ellos y sus familias. Ésta es una meta buena y admirable. Pero
en nuestro estudio de ética, estamos más interesados en la meta final de las obras que las
personas hacen.
Si nuestras obras son para agradar a Dios, las metas inmediatas, como cuidar a
nuestras familias, obedecer a nuestros padres, guardar el Sabbat y cosas así, deben de ser
parte de un cuadro más grande. Debemos hacer estas cosas porque, en esencia, nosotros
queremos glorificar a Dios viviendo en el modo en el que le agrada.
Las Escrituras nos enseñan en muy diferentes formas que la gloria de Dios es una
meta central, fundamental en nuestras vidas. Esto es, con ejemplos específicos y en
principios generales.
Uno de esos ejemplos aparece en las instrucciones de Pablo sobre comer carne
vendida en el mercado. Pablo dijo que comer y abstenerse podrían ser ambas cosas
buenas, siempre y cuando la gloria de Dios fuera respetada.
Él escribió estas palabras en 1 de Corintios capítulo 10 versículo 31:
Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de
Dios. (1 Corintios 10:31)
Pablo entendió que algunas metas inmediatas podrían hacer que fuera bueno comer,
mientras que otras metas inmediatas podrían hacer que abstenerse de comer fuera bueno.
Su punto era que debe de haber otro principio que anule estas metas inmediatas, esto es:
preocuparse por la gloria de Dios, y que, a menos que esta última meta esté a la vista, ni
comer ni abstenerse podrían ser considerados buenos.
Pedro dijo algo similar cuando instruyó a sus lectores acerca del uso de dones
espirituales. Escuche sus palabras en 1 de Pedro capítulo 4 versículo 11:
El punto inmediato de Pedro era que deben hacerse todos los dones y ministerios en la
iglesia para la meta final de la gloria de Dios. Pero el principio que Pedro estaba
aplicando era que todo en la vida cristiana debe hacerse de tal manera que honre a Dios y
le dé gloria.
Otras declaraciones en las Escrituras hacen este principio general más explícito.
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Un lugar en el que vemos esto bastante claro es en Romanos capítulo 11 versículo 36,
donde Pablo escribió estas palabras sobre Dios:
Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por
los siglos. (Romanos 11:36)
Aquí Pablo expresó gran alegría al hecho de que todo es “por Él y para Él”, esto quiere
decir, entre otras cosas, que todo debe ser hecho para la obra de Dios y se tendrá Su
gloria y honra como meta final. Así que Pablo dio énfasis a este punto exclamando, “A él
sea la gloria por los siglos”.
De hecho, este versículo sugiere que se glorifique a Dios finalmente en todo lo
que existe, ya sea creándolo, sosteniéndolo, obedeciéndolo, autorizándolo, o recibiéndolo
como servicio en su honor. No es extraño entonces, que Él apruebe las obras en las que se
piensa en darle la gloria, y condena las obras que desatienden o se oponen a Su gloria.
Dios premia y aprueba sólo esas obras que tienen Su gloria como su meta final.
Ahora que hemos establecido una definición bíblica de ética cristiana y hemos
examinado el criterio tripartito escrito para las buenas obras, debemos aplicar estas ideas
poniendo el proceso triple por el cual los cristianos deben tomar decisiones éticas.
A lo largo de estas lecciones examinaremos los pasos prácticos que debemos de
seguir al tomar decisiones éticas constantemente.
A estas alturas, sin embargo, podemos trazar los contornos básicos del análisis
que explicaremos con mayor profundidad en lecciones más adelante.
Tendencias
Hay muchas maneras diferentes en que los creyentes intentan tomar decisiones
éticas en la vida, pero tienden a caer en tres categorías principales. Algunos dan énfasis a
nuestra conciencia cristiana y la guía del Espíritu Santo, insistiendo que las acciones son
buenas si estas están de acuerdo con sus indicadores interiores. Otros dan énfasis a las
Escrituras, insistiendo que las acciones son buenas si obedecen los decretos de las
Escrituras, pero son malas si no lo hacen. Aun otros dan énfasis al resultado de las
acciones e insisten en que las acciones son buenas si producen consecuencias buenas,
pero son malas si producen consecuencias malas.
Como hemos visto, la Biblia define las buenas obras como aquéllas que se hacen
con el propósito correcto, por la norma correcta y para la meta correcta. Y de hecho, estos
tres criterios para las buenas obras corresponden a los énfasis que nosotros acabamos de
mencionar.
Aquéllos que dan énfasis a la conciencia y a la guía del Espíritu Santo están
principalmente interesados en el propósito correcto. Podríamos decir que ellos consideran
primero el hecho de que las buenas obras sólo pueden ser hechas por personas buenas. Al
tomar juicios éticos, tienden a hacer preguntas como: ¿Cuál es mi actitud? ¿Tengo yo la
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Perspectivas
A lo largo de estas lecciones hablaremos de juicios éticos o decisiones de esta
manera:
Esta definición entrelaza muchas cosas que ya hemos dicho. Mencionamos “la Palabra de
Dios” porque la revelación divina es la norma por la que nosotros debemos medir todos
los juicios. El término “situación” nos recuerda el problema, la meta y las consecuencias
de las soluciones que debemos considerar. Y mencionamos a una “persona” para
enfatizar la importancia de la naturaleza de una persona, propósito y conciencia al
determinar cursos correctos de acción. Así que, en efecto, nosotros estamos sugiriendo
que sólo pueden tomarse decisiones morales cuando las tres direcciones conjuntas se
toman adecuadamente en cualquier problema dado.
A menudo les parece ilógico a muchos creyentes que pongamos relativamente
igual énfasis en estos tres factores. Después de todo, en la mayoría de los círculos
conservadores de cristianos, consideramos las Escrituras como nuestra única regla
infalible de fe y práctica. En este sentido, nosotros valoramos la enseñanza de las
Escrituras sobre cualquier otra consideración que pudiéramos hacer. Es más, ayuda a ver
que si somos bíblicos en nuestro acercamiento a la ética y si seguimos las Escrituras
como nuestra única regla infalible, entonces veremos que la misma Biblia nos enseña, no
sólo a considerar la Palabra de Dios, si no también la situación y a la persona cuando
vemos todo el proceso del análisis de ética.
La ética debe de analizarse por lo menos de tres maneras distintas o desde tres
diferentes perspectivas. La ética debe de analizarse desde la perspectiva de la Palabra de
Dios, desde la perspectiva de la situación y desde la perspectiva de la persona. Y
bíblicamente, las visiones de todas estas perspectivas son valiosas. Por consiguiente el
mejor acercamiento es hacer ética desde las tres perspectivas y permitir que las
características de cada perspectiva informen e influyan en las características de las otras.
Hablaremos de tres perspectivas o acercamientos hacia cada juicio ético: la
perspectiva situacional, también es llamada en esta serie de lecciones la perspectiva
circunstancial, la perspectiva normativa y la perspectiva existencial. Volveremos a estas
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perspectivas muchas veces en estas lecciones, pero a estas alturas debemos mirar la idea
básica de cada perspectiva. Cuando nuestras preguntas éticas se enfocan en los problemas
mismos, en las consecuencias de las acciones o en las metas, nosotros estamos haciendo
ética desde la perspectiva circunstancial.
Circunstancial
Este acercamiento puede llamarse “teleológico” porque se enfoca en el fin o el
resultado de las acciones. Acercarse a la ética desde la perspectiva circunstancial
involucra notar las relaciones de medios afines en la economía de Dios, haciéndose
preguntas como: ¿Cuáles son los mejores métodos para lograr los propósitos de Dios?
También incluye apelaciones a una conducta moral basada en el ejemplo anterior de
Dios, Jesús y otros personajes moralmente buenos en las Escrituras.
Las Escrituras mismas frecuentemente adoptan esta perspectiva y nos animan a
que hagamos lo mismo cuando nos instruyen en temas éticos apelando a la soberanía de
Dios, mando providencial de Su creación. Esto es particularmente evidente cuando se
refiriere a los eventos de redención o al tomar a Dios, Jesús y otros, como modelos para
nuestra conducta. Por ejemplo, en Romanos capítulo 6 versículos 2 al 4, Pablo defendió
que nuestra muerte al pecado y nuestro morir con Cristo tuvo lugar para que un fin
específico pudiera lograrse, a saber, que pudiéramos vivir moralmente apartados del
pecado:
Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? ¿O no
sabéis que… hemos sido bautizados en su muerte [de Cristo]?... a fin de
que como Cristo resucitó de los muertos… así también nosotros andemos
en vida nueva. (Romanos 6:2 – 4)
Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia.
¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os
avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Mas ahora que habéis sido
libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la
santificación, y como fin, la vida eterna. (Romanos 6:20 – 22)
Pablo animó a sus lectores a que vivieran vidas santas, morales, y abstenerse de los
pecados que ellos cometieron una vez. Pablo sostuvo que viviendo vidas santas, ellos
obtendrían vida eterna. Aquí, él también argumentó en base a las consecuencias, pero esta
vez, se enfocó en el premio que se daría en respuesta a una vida santa.
Pedro también presentó argumentos circunstanciales para la conducta moral.
Escuche la manera en que razonó en 1 de Pedro capítulo 2 versículo 21:
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Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus
pisadas. (1 Pedro 2:21)
Aquí Pedro animó a los creyentes a que estuvieran dispuestos a sufrir por causa de la
rectitud, y no lo hizo citando las Escrituras o hablando de la guía interior del Espíritu
Santo, sino apelando a los hechos de la historia de la redención, y específicamente al
ejemplo del sufrimiento de Jesús en la cruz.
Normativa
Quizás la perspectiva más intuitiva para los cristianos es lo que llamamos la
perspectiva “normativa”. “Normativa” se refiere al hecho de que la Palabra de Dios es la
“norma” o “estándar” para la ética. Estamos haciendo ética desde la perspectiva
normativa cuando consultamos la Biblia para que nos diga qué hacer.
Por ejemplo, al restaurar la adoración correcta a Israel, el Rey Josías instruyó a su
pueblo para que guardaran la Pascua. En 2 de Reyes capítulo 23 versículo 21, él les
ordenó:
De nuevo, la Palabra de Dios era la base para la conducta. Dios ordenó que las personas
se comporten y crean de cierta manera, y solo con Su autoridad mandó a todas las
personas a cumplir esta norma moral.
Después de ver las perspectivas circunstancial y normativa, ahora echemos un
vistazo a la ética desde la perspectiva de la persona, lo que llamaremos la perspectiva
“existencial”.
Existencial
Cuando nos acercamos a la ética haciendo preguntas que son específicas a las
personas involucradas, estamos haciendo ética desde una perspectiva existencial. Al decir
“existencial”, no pretendemos asociar esta perspectiva con la filosofía particular de los
“existencialistas”. Más bien, queremos decir que esta perspectiva ve la ética a través de la
lente de la experiencia de la persona individual. La perspectiva existencial se enfoca en la
confrontación e interacción de uno mismo con Dios. Cuando nos acercamos a la ética
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Su punto era que como personas redimidas, nuestros corazones están conectados con el
carácter de Dios, y si el amor de Dios mora dentro de nosotros, podemos intuir lo que es
correcto y lo que está equivocado. Dios se mueve dentro de Su pueblo para darles la
convicción interior de lo correcto y lo incorrecto. Y cuando reconocemos este aspecto al
aplicar la ética, estamos usando la perspectiva existencial.
Encontramos el mismo tipo de pensamiento en los escritos de Pablo. Por ejemplo,
en Gálatas, capítulo 5, Pablo asoció la “carne” con nuestra naturaleza pecaminosa, y listó
muchos hechos inmorales que la carne nos motiva a cometer. Él también explicó que el
Espíritu Santo trabaja en nosotros para producir cosas moralmente buenas, como amor,
alegría y paz. En este contexto, explicó que los creyentes pueden realizar acciones buenas
obedeciendo la guía interior del Espíritu Santo. Escuche su enseñanza en Gálatas capítulo
5 versículo 16 de acuerdo al a Nueva Versión Internacional :
Una manera legítima para los creyentes de hacer juicios éticos es considerar el llamado
interior del Espíritu. Y cuando hacemos esto, estamos viendo lo correcto e incorrecto
desde la perspectiva existencial.
En Romanos capítulo 14 versículos 5, 14 y 23, Pablo puso tanto énfasis en la
perspectiva existencial que insistió en que violar nuestras conciencias era pecado, aun
cuando nuestras conciencias no son perfectas.
Pablo estaba hablando sobre comida sacrificada a los ídolos, y explicando que era bueno
para los cristianos comer esta comida, siempre y cuando en sus mentes ellos no pensaran
en ello como un acto de culto pagano. Pero si sus conciencias no les permitían comer de
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Interdependencia
Las tres perspectivas diferentes desde las que podemos analizar a la ética, no son
partes separadas. Más bien, cada perspectiva es el todo de la ética, vista de un ángulo u
otro.
Debo admitir que al principio esto puede ser un poco confuso. Después de todo,
parecería que algunos de los ejemplos que ya hemos dado en esta lección sólo emplean
una perspectiva en cierto momento. Pero en realidad, todos nuestros ejemplos involucran
las tres perspectivas. Nosotros simplemente hemos escogido ejemplos donde se despliega
una perspectiva en la forma más prominente para resaltar las diferencias entre las tres. La
verdad del tema es que ninguna perspectiva debe funcionar en la vida aislada de las otras.
En primer lugar, considere lo que está implicado en la perspectiva circunstancial.
La situación trae consigo todos los hechos pertinentes de las preguntas éticas que estamos
considerando, incluso las personas involucradas en el tema y en la Palabra de Dios, que
es la norma por la que el tema deberá ser evaluado. Si no fuera por las personas, no
habría nadie para hacer preguntas éticas, y si no fuera por la revelación de Dios, nada se
sabría sobre los hechos en primer lugar. En otras palabras, incluso cuando evaluamos
preguntas éticas desde la perspectiva circunstancial, nuestras investigaciones siempre
deben incluir consideraciones personales y normativas. Es seguro decir que a menos que
nosotros veamos la situación a la luz de la Palabra de Dios, y a menos que reconozcamos
cómo la situación nos afecta como personas, no hemos entendido la situación
debidamente.
Esto es cierto también cuando hablamos de la perspectiva normativa. Si no
podemos aplicar las palabras de las Escrituras a nuestras situaciones y a nosotros mismos,
realmente no hemos entendido las Escrituras. Considere al hombre que dice, “yo sé que
quiere decir ‘no robarás’. Pero no sé cómo aplicarlo a mí o a los fondos que desfalqué de
mi patrón”. Esta persona ciertamente no tiene un concepto adecuado de las palabras ‘no
robaras’. Él dice entender los requisitos normativos, pero su fracaso para ser capaz de
comprender un contexto circunstancial al que éstos aplican, demuestra que en realidad, él
apenas tiene una pequeña idea de lo que la Biblia nos pide.
Y por supuesto, lo mismo puede decirse sobre la perspectiva existencial. No
podemos entender debidamente al ser en sí, a menos que lo veamos en el contexto de su
situación y lo interpretemos debidamente por la Palabra de Dios. Nuestras conciencias
deben estar guiadas por las Escrituras si queremos intuir correctamente. Y también
debemos saber los hechos de una situación antes de que nuestra conciencia pueda señalar
nuestras responsabilidades debidamente.
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IV. CONCLUSIÓN
En esta lección hemos presentado el tema de la ética cristiana definiéndola como
el todo de la teología, visto desde sus aspectos éticos. También hemos explicado el
criterio tripartito de la Biblia para las buenas obras. Finalmente, hemos sugerido un
modelo bíblico para tomar decisiones éticas que tomen en cuenta los beneficios de dar
énfasis y equilibrar las perspectivas normativa, circunstancial y existencial.
Tomar decisiones bíblicas en el mundo moderno es sumamente desafiante.
Constantemente nos sentimos arrastrados por una variedad de influencias, muchas de las
cuales no reconocen la autoridad de Dios y no quieren Su bondad. Pero como cristianos
debemos afirmar la bondad de Dios y debemos seguirlo en nuestras decisiones éticas. Y
una manera muy útil de hacer esto es el uso de las perspectivas normativa, circunstancial
y existencial en la ética.
Cuando incorporamos estas perspectivas en nuestro pensamiento, nos preparamos
para evaluar situaciones éticas complejas y tomar sabias, decisiones bíblicas.