Antonio Morales
Antonio Morales
Antonio Morales
Biografía
Junto con su padre, Francisco Morales Fernández, desempeñó un papel preponderante
en la revolución del 20 de julio: él se ofreció para "ponerle el cascabel al gato"
en las juntas que precedieron a la gran fecha, cuando Camilo Torres avisó que todo
estaba listo y sólo faltaba la chispa para prender el incendio [... ] Fue Morales
quien descargó un puñetazo sobre el rostro de don José González Llorente, como
primer golpe de la magna lucha que nuestra Patria sostuvo con España hasta lograr
plenamente la independencia [...]. Don José Acevedo y Gómez, el Tribuno del Pueblo,
la figura central de la revolución, describe así la escena inicial de la misma, en
que los Morales fueron protagonistas: “Ayer 20 fueron a prestar un ramillete a don
José González Llorente, para el refresco de Villavicencio, a eso de las once y
media del día, en su tienda de la primera Calle Real, y dijo que no lo daba, y que
despreciaba a Villavicencio y a todos los americanos; al momento que pronunció
estas palabras le cayeron los Morales, padre e hijo; se juntó tanto pueblo, que si
no se refugia en casa de Marroquín, lo matan [...]”. Morales entró al Colegio del
Rosario en 1795, había estudiado jurisprudencia y letras, y era abogado de la Real
Audiencia.
Esta campaña se propaló luego en las del Magdalena y Mariquita, según dice la Hoja
de Servicios -muy incompleta- que se conserva en el Archivo Nacional. Sigue la
Campaña del Norte con el general Antonio Baraya, que terminó con la derrota de éste
y el completo triunfo de Nariño, el 9 de enero de 1813 en las calles de Santafé.
Dos días antes, en Usaquén, hubo un encuentro entre destacamentos comandados,
respectivamente, por Antonio Morales y Antonio Bailli. Morales fue batido, y esto
contribuyó fuertemente -lo mismo que el engaño que sufriera el comandante Atanasio
Girardot en Monserrate- al resultado final de la lucha. Menciona luego la Hoja de
Servicios las campañas de 1816, 1817, 1818 y 1819 en la Nueva Granada y Venezuela.
En marzo de 1825, Morales Galavís fue nombrado ministro plenipotenciario cerca del
gobierno de Guatemala, al mismo tiempo que Sucre para el Perú, Héres para Chile y
el doctor Agustín Gutiérrez para Francia y Holanda. Un año después partió a su
destino. Logró que se canjeara el tratado firmado en Bogotá con don Pedro Molina el
15 de marzo de 1825, dejando una constancia que nuestro gobierno había convenido
con el inglés para aclarar el sentido del artículo 13 y refiriendo a la voluntad de
su gobierno y Congreso la aceptación de unas modificaciones a los artículos 15 y
19, introducidas en la aprobación centroamericana. Inició así el general Morales
una discusión que aún dura en el Derecho Internacional sobre las enmiendas y
reservas a los tratados.
Llevó también el general Morales instrucciones y poderes para tratar sobre límites
y sobre combinación de escuadras para acabar con la española en nuestros mares. A
pesar de la buena acogida que tuvo nuestro plenipotenciario, no fue posible avanzar
estas negociaciones por el estado de descomposición y revuelta en que se hallaba la
Confederación. Logró solamente que ésta fijara su posición en materia de límites.
Las notas e informes del general Morales que se guardan en nuestro Archivo
Diplomático, ponen de relieve sus altas calidades en este campo. Calidades que el
gobierno quiso aprovechar nombrándolo ministro en el Perú. Salió de Guatemala en
noviembre de 1829 y llegó a Guayaquil en febrero de 1830.
Todavía en 1836 reclamaba al gobierno de Bogotá la cancelación de sus sueldos. El
Ecuador, separado de Colombia y sojuzgado por Flórez, era presa de agitaciones sin
término. En 1834 -según informes del comandante de Pasto, general J. M. Obando-
había estallado una revolución en Quito, y de Cuenca habían salido a auxiliarla los
excelentes generales granadinos Morales y González, amigos del caudillo demócrata
Vicente Rocafuerte. Pero éste se plegó luego a Flórez. En 1836 después de Miñarica,
era presidente Rocafuerte y ministro de Guerra Antonio Morales. Este le escribía
entonces al presidente de Nueva Granada, Santander, para exaltar las felices
circunstancias que se presentaban en las relaciones de los dos países, estando
unidos los dos mandatarios por el aprecio y la confianza.