Escrito en El Viento

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NUEVOS CONTEXTOS, NUEVAS PERSPECTIVAS

Escrito en el viento. Lecturas sobre Sara Gallardo. Paula Bertúa y


Lucía De Leone (compiladoras). Buenos Aires, Editorial
Facultad de Filosofía y Letras UBA: 2013, 192 pp.

Por Guillermina Feudal


Universidad Nacional de General Sarmiento-
Instituto del Desarrollo Humano

En Escrito en el viento. Lecturas sobre Sara Gallardo, Paula


Bertúa y Lucía De Leone reúnen, en el marco de renovados
contextos de lectura y desde diferentes enfoques, catorce
artículos que abordan de manera integral la obra de la escri-
tora argentina. La iniciativa de este libro surge en la Jornada
Homenaje a Sara Gallardo (1931-1988) realizada durante
diciembre de 2008 en el Museo Roca de la ciudad de
Buenos Aires, para cuya celebración las investigadoras del
Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género convoca-
ron la presentación de trabajos críticos, la palabra de otras
narradoras y el relato de familiares y amigos de Gallardo.
De la voluntad de ordenar esas intervenciones surge esta
exhaustiva compilación, a la que se suman los aportes de
otros especialistas invitados.
La obra completa de Sara Gallardo ha sido poco transi-
tada por la crítica académica. Rara avis, apenas es citada en
los programas de estudio. En el circuito comercial es posi-
ble encontrar reediciones parciales de su obra como el volu-
men de Eisejuaz publicado en 2000 o la narrativa breve

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completa a cargo de Leopoldo Brizuela en 2004. Sin


embargo, era necesario releerla a la luz de nuevas
condiciones bibliográficas que cuestionaran las interpreta-
ciones fundadas en la supuesta conformidad de una “escri-
tora de la oligarquía”, para explorar detenidamente sus
experimentaciones constructivas e incluir la producción
periodística. De este modo, se busca saldar una deuda
pendiente: revisar la integridad de la producción de Gallar-
do a la luz de análisis que dejen en evidencia el singular per-
fil crítico de sus textos.
De acuerdo con Bertúa y De Leone, autoras también del
prólogo y de diversos artículos, la obra de Gallardo se
caracteriza por diferentes apuestas estéticas sin antecedentes
claramente identificables en la literatura argentina: novelas,
cuentos, relatos infantiles y un variado conjunto de
producciones periodísticas –faceta desconocida para la
mayor parte del público lector– trazan un recorrido variado
que como en una espiral retoma y renueva tópicos
nacionales, aprovechando y recreando formas lingüísticas
regionales que asumen diversas posiciones enunciativas. En
este sentido, las compiladoras eligen parangonar la
versatilidad de la obra de Gallardo con la imagen de los
papeles en el viento, que se dejan llevar en un orden
caprichoso y contrario a las repeticiones.
El objetivo de este “gran coloquio” fue visibilizar y
difundir el trabajo de Gallardo desde el ámbito universitario
acompañándolo desde una perspectiva plural. Una revalori-
zación editorial que tiende a propagar, felizmente, todas las
intervenciones de la escritora y periodista; y que viene a
salvar la escasez de trabajos sistemáticos sobre la obra
completa de la autora en los estudios literarios argentinos.
Escrito en el viento se divide en tres partes: la crítica

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literaria, la mirada de colegas escritoras de ficción y los
recuerdos de sus hijos, Paula Pico Estrada y Sebastián
Álvarez Murena, y de su amiga y compañera de redacción,
Felisa Pinto. Este criterio de organización no impide saltar
de un texto a otro, por lo que el lector puede percibir una
cierta continuidad –de amable discusión, incluso– entre las
voces que están en juego. Tal vez esta dinámica lúcida lo
tiente de participar, con su punto de vista, en la interpre-
tación de una obra que se revela mucho más aguda y sofisti-
cada de lo que, a primera vista, podía parecer.

Poética, política y periodismo


En el primer apartado, “Ronda de lecturas”, se recorren
los escritos de Gallardo desde la crítica académica. Tanto
Nora Domínguez como José Amícola ensayan respuestas
frente a la exclusión del proyecto literario de Gallardo de los
Estudios de Género durante los ochenta, la desconside-
ración de sus pares masculinos, sobre todo de los referentes
del boom latinoamericano, y la ausencia de su nombre en
algunos Diccionarios de Literatura Latinoamericana. En
este sentido, los artículos de Domínguez y Amícola buscan
recuperar el silenciado gesto político en dos puntas del
proyecto gallardiano. Domínguez se aboca a hermanar el
modo elusivo mediante el que Gallardo y Silvina Ocampo
inscriben en sus textos sucesos históricos signados por los
enfrentamientos de clase a partir del relato “Una nueva
ciencia”, incluido en El país del humo (1977). Amícola, en
cambio, se propone releer atentamente Enero (1958),
primera novela de la autora, con el fin de precisar el sentido
político de algunos principios constructivos equivocada-
mente tildados de “caducos” tales como el eclipse de la voz
narrativa y el tono menor, que permiten la connivencia del

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lector con personajes invisibilizados socialmente. Alejandra


Laera, en un texto que dialoga con el de Amícola, sostiene
que Sara Gallardo no construye un estilo, sino que, por el
contrario, parece desprenderse de todo lo que puede
convertirse en una carga. A contrapelo de la imagen
contenedora de una casa, Laera observa que Gallardo
encontraría la verdadera hospitalidad en la ficción, en donde
tienen lugar todos los cuerpos y todas las voces. Desde la
perspectiva de género, Laura Arnés analiza fragmentos de
“Las 33 mujeres del Emperador Piedra Azul”, en El país del
humo (1977), y de La rosa en el viento (1979) y afirma que
pueden ser leídos como “escrituras de desborde”, donde las
voces y los saberes de las mujeres se erigen como crítica
frente a las normas opresivas de la lengua. Paula Bertúa se
concentra en “Un solitario”, relato de El país del humo, para
desentrañar allí una reformulación poética de la herencia de
Héctor Álvarez Murena, marido e interlocutor intelectual de
Gallardo. Las relaciones entre comunidad, lenguaje y
literatura son el objeto de exploración de este cuento, en el
que Bertúa lee el modo en que la aparición de elementos
mínimos, casi imperceptibles, se traducen en promesas de
potencia poética para espíritus sensibles como el de
Frin/Murena. Lucía De Leone cierra este apartado
analizando un sugerente corpus de columnas escritas por
Gallardo para la revista Confirmado, publicación reconocida
durante los sesenta por la renovación de los parámetros
periodísticos y como plataforma de difusión de proyectos
culturales de vanguardia. La atención en las marcas de un
registro deliberadamente impostado, el tono frívolo y la
variedad temática que caracterizan esta faceta profesional de
Gallardo no le impiden a De Leone pensar los vínculos
entre periodismo y escritura ficcional a partir de lo que

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llama la autoría escindida, una figura que le permite detectar
cruces y aprovechamientos sin desatender la especificidad y
los potenciales de cada una de esas prácticas.

Ética y estética

Las estrategias narrativas y la idiosincrasia del lenguaje


literario de Gallardo son examinadas por otras narradoras y
poetas en “Palabras cruzadas”. El efecto estético es el
punto de partida para interrogarse por los mecanismos e
influjos que ejerce sobre las expectativas miméticas y los
sistemas dominantes de interpretación.
A ello apunta en primera instancia María Rosa Lojo
(2013), quien sostiene que “la narrativa de Gallardo gira,
fascinada, en torno al eje de la otredad, de la anomalía con
respecto a una organización social fundada en patrones
racionalistas y utilitarios, en los que la pasión, la belleza y la
búsqueda espiritual son penadas, en el mejor de los casos
con la incomprensión, y en el peor de ellos con la
mutilación y la aniquilación de la alteridad inquietante” (p.
118). Para Lojo, esa otredad se expresa en las figuras de
mujeres y aborígenes que circulan por los relatos de Gallar-
do, seres pasionales que asedian como los artistas los
fenómenos resistentes a la comprensión.
Por otro lado, Gloria Pampillo, tomando como eje
diferentes teorías de la ficción, ratifica el paulatino
alejamiento de Gallardo de las vertientes realistas y focaliza
en el inusual significado que adquieren en su narrativa los
animales, en tanto ponen en jaque la celebrada solemnidad
humana. A partir del relato para niños ¡Adelante, la isla!
(1982), Carolina Esses encuentra otros marcos de referencia
que desencadenan las metamorfosis de los personajes: el

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universo del pintor renacentista Giuseppe Arcimboldo y el


mundo de la música, registros que le permiten a Sara
Gallardo poner el acento en los efectos visuales y sonoros
del lenguaje, frente a otros facilitadores didácticos que
tienden a dominar la narrativa infantil. Mariana Docampo,
retomando la trama del imaginario patrio abierto por Lojo,
exalta la experiencia de habitar realidades alternativas a
través del contacto con los matices de la lengua criolla que
se despliega en Eisejuaz, y el funcionamiento de las descrip-
ciones como núcleos narrativos que hacen avanzar la trama.
Esta sección cierra con el trabajo de María Sonia Cristoff,
quien sostiene que el oído privilegiado de Gallardo logra, en
una alianza eficaz con el lenguaje hacia la última etapa de su
producción, un poder de síntesis equivalente a una paradó-
jica locuacidad tejida de elipsis y sinécdoques perfectas.

Sensibilidad de artífice

Además de una literatura que resiste lecturas de variada


raigambre, Sara Gallardo dejó un legado amoroso que
Escrito en el viento recoge en la voz de sus seres queridos y
cede a sus lectores. “Juego de voces”, el último apartado, es
una ventana abierta a la intimidad del hogar, los pasillos de
la redacción y la madurez espiritual de la última etapa de la
vida de Sara Gallardo. Con el paso del tiempo, Paula Pico
Estrada (2013) pudo conciliar en una sola imagen el perfil
doméstico y profesional de su madre: “Ahora veo el suelo
común a ambos: pluma o estropajo en mano, mi madre era
siempre una artista” (p. 167). También rescata sus otros
sentidos de artífice: el del humor, la autoironía y, sobre
todo, el de lo bello. Sebastián Álvarez Murena la recuerda en
las lecturas e intereses de sus años romanos, cuando Sara

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Gallardo había decidido vivir en el mundo clásico antes de
regresar a la Argentina. Al perfil inagotable de la madre y
escritora se suma el de su amiga de la juventud y compañera
en Confirmado, Felisa Pinto, quien no olvida que “Sarita” era
una mujer muy bella, que podía escribir crónicas urbanas
con el mismo empeño y seriedad que ponía en sus novelas.
En este sentido, probablemente Gallardo no hubiera
suscripto la idea de que la “frivolidad en serio” fuera un
oxímoron. Como sostiene Pinto, ellas dominaban la ironía
como cualidad reveladora y crítica frente a los lugares
comunes del consumismo o la seriedad masculina, propie-
dad hegemónica de los espacios destinados a la política y a
la economía del semanario.
Desde los textos ligados a la tradición campera hasta la
escritura de cuño experimental, del periodismo a la
vocación de madre y amiga, Escrito en el viento. Lecturas sobre
Sara Gallardo ofrece una semblanza original y crítica de la
narradora argentina. Incluso los aportes de sus familiares y
amigos pueden entrar ahora en consideración para revisar
los primeros balbuceos rupturistas que nacen y se
desarrollan en una obra imperecedera. Gracias a los aportes
de todas las miradas reunidas en este libro, la obra completa
de Sara Gallardo vuelve a romper el silencio.

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