Salarrue y Cuentos de Barro (Ensayo)
Salarrue y Cuentos de Barro (Ensayo)
Salarrue y Cuentos de Barro (Ensayo)
Profesor Abril Trigo
Español 760
8 de diciembre de 1999
La alfarería de la cultura nacional:
Salarrué y sus Cuentos de barro
figura de la narrativa salvadoreña, al menos como uno de sus más
destacados escritores. El interés en su obra se ha centrado en sus
narraciones de temática vernácula, como las colecciones de relatos
breves Cuentos de cipotes (1945/61), Trasmallo (1954) y Cuentos de
barro (1934). Sin embargo, Salarrué seudónimo por el que es mejor
volúmenes como Remontando el Uluán (1932) y OYarkandal (1929).
El propósito de este ensayo es revisar el papel o el lugar
que se ha asignado a Salarrué dentro de las letras salvadoreñas
contra uno de sus "libros más leídos y gozados por generaciones de
salvadoreños": sus Cuentos de barro (Salarrué, Narrativa xiv).
considerada por los estudiosos como el libro más conocido o más
(664), Roque Dalton no duda en calificar dicho texto como "la obra
fundamental" del escritor a la vez de señalarla como la más
libro 32 Escritores Salvadoreños, es categórico al afirmar que "el
éxito de este libro opacó toda su producción anterior y posterior:
la más fecunda" (80).
1. Salarrué, el intérprete, el historiador, el antimoderno.
salvadoreño Hugo Lindo dice:
lingüísticas del "indio" salvadoreño que, en realidad,
no es indio, sino mestizo. Los nombres de flores y de
pájaros están escritos con sujeción a la fonética pueril
primitivismo, una deliciosa infantilidad. (664)
Más aun, este empleo del lenguaje del otro, del campesino, es
Salarrué se pone a ser él mismo cada uno de sus personajes, a ser
el propio actor de su cotidianeidad tragicómica, a ser intérprete
del ambiente salvadoreño (664). La percepción del autorintérprete
estará también presente en Roque Dalton, quien prologa y edita una
antología del cuento salarrueriano en Cuba en 1968, cuando afirma
que
Salarrué: ha interpretado con ternura la mejor calidad
humana y con gracia de depuradísimo talento a nuestro
pueblo humilde. Lo ha puesto a hablar frente a nuestros
ojos y nos ha hecho reconocernos a nosotros mismos en
él. (Salarrué, Cuentos XIV)
En un país como El Salvador, atravesado por la injusticia de
hablar de la vida cotidiana de sus personajes es ya, de entrada,
un atrevimiento, un acto de osadía, una verdadera valentía. Lara
personajes rurales, indígenas o campesinos, mientras el gobierno
del dictador Maximiliano Hernández Martínez extermina a toda una
población indígena en el occidente del país (9). Salarrué recrea
literariamente a los aniquilados en 1932. La zona geográfica donde
se da el levantamiento campesino es la misma donde el autor nació
y vivió los primeros años de su infancia. Lara Martínez inscribe
en la historia salvadoreña la poetización del habla campesina:
salarrueriana recrea en todo su esplendor, asciende al
rango de igualdad con el habla citadina. [...]
No obstante, ese proyecto de revalorizar la cultura popular y, por
ese medio, forjar una embrionaria identidad nacional, se
convierte en un esfuerzo tanto más grandioso cuanto que,
a partir de 1932, el Estado se encarga de arrasar todo
elemento cultural cuyo contenido patente se vincule a lo
indígena. (9)
unitariamente a Salarrué en lo que respecta a su obra regionalista
en la que entran los Cuentos de barro y su narrativa fantástica.
Ambas vertientes, dice, en tanto escritura literaria son una forma
de escritura de la historia (11). Salarrué en sus escritos cuenta
minuciosa." (12)
claramente a Salarrué como voz de protesta en el contexto de los
Salarrué como intérprete de la realidad del campesino salvadoreño.
Se puede entender esa conexión, hecha por la crítica, entre
Arturo Ambrogi, Agua de coco (1926) de Francisco Herrera Velado o
contemporáneos de Salarrué.
escritores por la peculiar elaboración del lenguaje que, si bien
no es netamente campesino, sí incorpora como elemento constitutivo
el habla de los habitantes de las zonas rurales y, además, emplea
un lenguaje más sencillo, sin términos rebuscados (Carías Guerra
ilustración:
nagua se le amelcochaba y se le hacía calzones. El pelo
le hacía alacranes negros en la cara. La Juana iba bien
contenta, chapudita y apagándole los ojos al viento. Los
árboles venían corriendo. En medio del llano la cogió un
tumbo del norte. (Narrativa 245)
crítica examinada hasta ahora confiere al autor de los Cuentos de
extendida en la crítica y cuyo corolario es, para Dalton y Lara
identidad salvadoreña. Roque Dalton lo expresa así:
lo que nos parece el aporte cimero de Salarrué a partir de Cuentos
sido definitivamente moldeada, por lo menos para lo que
mayoría. (Salarrué, Cuentos VIIIIX)
salvadoreñidad está en el campesino de los cuentos de Salarrué.
Sin perder de vista esta inquietud, que se ha colado a medio
camino, se seguirá avanzando con la revisión de la crítica.
recibido la canonización por parte de intelectuales de su tiempo y
de épocas posteriores, los textos escolares lo colocan como el más
valoración no escapa de las publicaciones en periódicos (Galeas 2)
ni de la información sobre el autor que se puede obtener en sitios
electrónicos a través de internet ("Fundación La casa de Salarrué"
1; "Salarrué" 1). Carlos Cañas Dinarte, en su Diccionario escolar
"uno de los fundadores de la corriente narrativa contemporánea a
nivel latinoamericano y, por ende, uno de los más altos exponentes
de la cultura salvadoreña." (213)
En definitiva, Salarrué ocupa una posición firme dentro de la
cultura salvadoreña.
presentado en tres volúmenes, aparece una lectura crítica novedosa
son importantes, más que por su carácter de retratos de la vida
política determinada. Esta es la tesis que propone Ricardo Roque
Baldovinos en la Introducción a la Narrativa completa I. Para el
estudioso, las dos vertientes narrativas de Salarrué responden a
un mismo motivo de fondo: el rechazo al proceso de modernización
de la sociedad salvadoreña (xviii). Salarrué, en este sentido, es
antiilustrado, no cree en el progreso basado en la racionalidad,
ya sea capitalista ya sea comunista:
sociedad de comunicación carismática, que prescinde del
producto social y del sentido. [...]
Es importante recalcar que para Salarrué esta entidad no
sociedad campesina, o más concretamente, en la sociedad
indígena. (xix)
tradiciones culturales, las de la India y de China de las que se
americanas precolombinas (xxi).
Se puede agregar, de acuerdo con esta posición crítica, que
'otra' a la que se vive en las ciudades y se presenta como modelo
Baldovinos agrega que "Salarrué idealiza sobremanera la sociedad
campesina y, de hecho la distorsiona al situarla al margen de la
realidad histórica del campesino salvadoreño.
2. Una clave de lectura: su mirada al pasado.
Salarrué no es indio ni habla como los indios. Es blanco y es
casi europeo descendiente del pedagogo vasco Alejandro de Arrué y
Jiménez, en segunda generación (Roque Baldovinos iii). Pero vive
su infancia en una zona rural del país, Sonsonate, tierra de los
Izalco. Y de allí absorbe el habla de los campesinos. Pero él no
capital del país y muy diferente de sus zonas rurales, retoma el
dedicatoria de los Cuentos de barro (Narrativa, 239).
quería decir con sus cuentos. Parece mirar hacia atrás, hacia lo
que ya ha perdido. Parece querer recrear algo ido. Comparte una
nostalgia por el terruño de su infancia.
campesinos, en su mayoría analfabetas en aquel entonces e incluso
en estos tiempos de fin de milenio. Escribió para su cuñada, una
intelectual de ascendencia francesa (Roque Baldovinos vi), y, por
extensión para los otros como él, los habitantes del nocampo; los
que podían leer, escribir, pintar; los educados. Y escribió para
devolver lo "perdido", los recuerdos de una infancia vivida en el
campo tristemente superados por la vida citadina.
de puerta rústica para entrar a un corral, el escritor compara la
Ilobasco, pueblo donde se producen objetos muy coloridos de barro.
decirlo así, productos de alta cultura:
Pobrecitos mis cuentos de barro... Nada son entre los miles de
cuentos bellos que brotan día a día; por no estar hechos
en torno, van deformes, toscos, viciados; porque, ¿qué
saben los nervios de línea pura, de curva armónica?
[...] Pero del barro del alma están hechos; y donde se
interiores han llenado de melancolía. (241)
Salarrué lleva muy dentro las memorias de su vida en el campo
vuelta al campo un sueño imposible como la vuelta a la infancia?
La mirada del escritor sobre esa realidad otra, distinta a la
campesinos descendientes de los Izalco, indígenas como dice Lara
Cuentos de barro, a diferencia del de sus obras fantásticas, está
identidad nacional salvadoreña" ("Fundación La casa de Salarrué")?
acercarse al problema planteado: en la obra de tema vernáculo de
Salarrué hay idealización de la forma de vida de los campesinos,
no basada en la razón instrumental, sino en una comunidad de vida
argumento del lenguaje, que antes se empleó, se puede disolver la
identidad. El lenguaje poético salarrueriano no es el mismo de los
campesinos, es una elaboración artística de ese lenguaje o una
elaboración literaria que se tiñe con expresiones y giros de esa
habla particular. Los Cuentos de barro no son relaciones contadas
mismo como alfarero, como el que modela con sus manos la materia
propia del campo, el barro. No ofrece el barro crudo no tendría
importancia, cosas indefinibles, según el Vocabulario de modismos
esa materia prima y cocidos al sol.
donde se revela la salvadoreñidad, "el alma nacional" en palabras
que remite a un pasado inmemorial, lo cual según Benedict Anderson
es una de las características de la nación moderna (7, 11).
sentimientos de culpa ocasionados por su destrucción, sino también
quiera contaminarlo (32). La comunidad representada en los Cuentos
de barro puede ser leída como ese lugar edénico al que alude
salvadoreñidad: ese grupo humano, sobreviviente de los exterminios
modernizadores desde tiempos de la Colonia, que vive y muere con
calendarios, aislado de la perversión de la ciudad.
En el cuento "Serrín de cedro" hay un campesino que emigra a
la capital "onde decían quera alegre con ganas y galán de vivir",
pero va a parar a la cárcel a causa de un pleito callejero y allí
muere soñando con volver a su montaña, donde trabajaba aserrando
cedro: "Se jue apagando como candil reseco. La melarchía lo postró
muy pronto." (293294) Esa "melarchía" de Macario, el campesino de
"Serrín de cedro", ilustra perfectamente la actitud que, desde el
palabras de Bartra:
innundado con el que ya solo podemos tener una relación
seres que lo pueblan. (4445)
proyecto moderno de construir la nación salvadoreña: son dos caras
de la misma moneda que, según el tipo de discurso acota Bartra,
las mil caras de la lucha de clases." (193)
inescapables: José Pashaca, buscando el tesoro la botija que sus
ancestros pudieran haber dejado enterrado en los campos, trabaja
tanto tanto que acumula su propio tesoro y, cuando sus fuerzas no
dan para más, lo entierra: "¡Vaya: pa que no se diga que ya nuai
botijas en las aradas!..." (242244) Pashaca le entregó no solo su
vida al Creador, sino el fruto de su trabajo al patrón y un tesoro
a algún futuro labrador.
fuerzas gubernamentales los veían como seres amenazantes y cuasi
evocaciones nostálgicas de un pasado que no volverá, pero también
apuntado por García Canclini (178) al construir, en sus relatos, a
narraciones han pasado a formar parte del "capital cultural" que
Canclini:
complejo de las sociedades contemporáneas. (182)
trayectoria de las apropiaciones de Salarrué su figura y su obra
patrimonio nacional o, mejor, del "capital cultural".
Obras citadas
Verso, 1991.
Bartra, Roger. La jaula de la melancolía: Identidad y metamorfosis
del mexicano. México: Grijalbo, 1987.
salvadoreños. San Salvador, El Salvador: Dirección de Publicaciones
e Impresos, 1998.
Carías Guerra, Irma Elena et al. "Historia social de la literatura
Simeón Cañas", 1994.
"Fundación La casa de Salarrué". Página electrónica. 28 de octubre
de 1999 <http://www.ejje.com/salarrue/index.htm>
<http://www.tendencias.net/buho/06/doc2.html>
entrar y salir de la modernidad. México: Grijalbo, 1990.
sociedad mestiza salvadoreña. San Salvador, El Salvador: Dirección
de Publicaciones e Impresos, 1991.
660666.
Francisco Gavidia a David Escobar Galindo. El Salvador: Martínez
Orantes, 1993.
Salvador, El Salvador: Dirección de Publicaciones e Impresos, 1999.
235347.
. Prólogo. Cuentos. Por Roque Dalton. La Habana: Casa de las
Américas, 1968. VIIXIV.
completa I. Por Ricardo Roque Baldovinos. ixxxiv.
<http:www.geocities.com/Athens/1113/index.html#menu>