Escalamiento. J. Tardif
Escalamiento. J. Tardif
Escalamiento. J. Tardif
Este artículo es una adaptación de la segunda parte de un texto que fue enviado a
Actes del coloquio de la AQPC 2004. El mismo es la continuación del artículo publicado
precedentemente en esta revista y presenta escalas descriptivas elaboradas para el
nivel preuniversitario (o pregrado), construidas a partir de un ejemplo relativo a una
competencia de la formación de enfermeras, ilustrando la naturaleza y las
características de los indicadores progresivos y terminales de desarrollo.
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8 casos”, “9 casos” y “en todos los casos”. Cada una de estas categorías permiten a
los profesores y profesoras distinguir los niveles de maestría de la respectiva
competencia, que fa de “competencia insuficiente” a “competencia superior” y
distinguiendo “competencia mínima” y “competencia media”.
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fácil a seguir y comprender”, “fácil a seguir y a comprender” y “difícil de seguir e
incomprensible”).
Cuadro 2.
Escala descriptiva para una parte de la competencia “Elaborar y presentar informes” en
el contexto de un proyecto de estudios.
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insuficiente
-el/a estudiante comunica la información de dominio
mas o menos claramente y con de la
imprecisión. La exposición es difícil a competencia
seguir e incomprensible.
A pesar que todas las escalas descriptivas consideradas hasta ahora sean de la misma
naturaleza, existen distinciones importantes entre la escala descriptiva para la
competencia “Escribir textos variados” y las dos otras escalas propias a las formaciones
ofrecidas de tipo de enseñanza preuniversitaria o de pregrado. Es posible formular la
hipótesis que esas distinciones provienen esencialmente, incluso exclusivamente, de la
definición preferida en cuanto al concepto de competencia y en cuanto a la articulación
subsecuente de los programas de formación en la lógica de esta concepción. Por
ejemplo, es difícil imaginar como el desarrollo de la competencia “Resolver problemas
simples relativos a la química orgánica” podría ser escalonada en un largo recorrido de
formación y, en consecuencia, por qué seria sabio determinar, en tal contexto, los
escalones que dan cuenta de una tal progresión.
Luego del análisis de las escalas descriptivas propias de la red preuniversitaria, se
puede concluir que, como en el caso de la escala descriptiva para el nivel primario, se
trabaja principalmente a partir de algunas categorías. La progresión en esas categorías
está determinada por el recurso a grados o a cantidades. El desarrollo de la
competencia está circunscrito recurriendo a criterios únicamente cuantitativos. Ese
recurso a criterios cuantitativos presenta varios riesgos de desviación cuando se trata
de evaluación de competencias, siendo los mismos mas elevados cuando una
competencia es definida de una manera estrecha, como “Resolver los problemas
simples relativos a la química orgánica”.
Puesto que las competencias son saberes-actuar complejos y que la movilización de los
recursos sobre las cuales se apoyan ejerce un rol capital al momento de su desarrollo,
cada evaluación rigurosa y sistemática de una competencia debe enfatizar primero y
ante todo el grado de dominio logrado en relación a un saber-actuar complejo así como
sobre los recursos posibles de ser movilizados. Las escalas descriptivas disponibles
hasta ahora no responden a esas exigencias evaluativas. En gran medida, las mismas
no consideran la complejidad inherente de las competencias. Parece, entonces,
primordial elaborar herramientas más susceptibles de colocar la complejidad en el
centro de la evaluación de competencias y documentar una trayectoria de desarrollo en
un largo recorrido de formación, tanto en relación a la competencia misma como a los
recursos que ella moviliza.
Los indicadores de desarrollo permiten tomar en consideración esta complejidad en un
contexto de formación y dar cuenta de ello en un contexto de evaluación.
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El cuadro 3 presenta el conjunto de indicadores de desarrollo retenidos por un equipo
de formadores trabajando en un programa de formación inicial en cuidados de
enfermería, en lo que respecta a la competencia “Construir con la clientela una relación
profesional en la perspectiva de un proyecto de cuidados”. Se trata de una de las nueve
competencias que componen el programa de cuatro años de formación en la Haute
Ecole Cantonale Vaudoise de la Santé. Hay que notar que esos indicadores de
desarrollo no son específicos a la evaluación y que, en su misma formulación, se
encuentran todas las decisiones y las acciones relativas a la formación. Esas
interrelaciones constantes entre la formación y la evaluación han sido sostenidas en
varios escritos sobre los programas por competencias y, es probable, se trata de
encajar la evaluación en las situaciones de aprendizaje (Tardif, 1998). Por su parte
Huba y Free (2000) mencionan que, en un medio pedagógico centrado sobre el
aprendizaje, la formación y la evaluación no corresponden a acciones distintas y
episódicas, sino dan lugar mas bien a actividades continuas, en estrecha relación,
apuntando esencialmente a guiar la progresión de los aprendizajes.
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Al término del segundo año de estudios
El/a estudiante estará en El/a estudiante estará en El/a estudiante estará en
condiciones de condiciones de condiciones de
establecer con la establecer con la determinar las
clientela una relación clientela una relación consecuencias del
profesional en un marco profesional diferenciada, medio de vida o del
de asimetría, teniendo teniendo en cuenta la medio ambiente sobre
en cuenta la edad y las las actitudes y las
vulnerabilidad resultante características acciones de la clientela.
de un problema de salud personales, sociales y
crónico. culturales.
Recursos a movilizar: Recursos a movilizar: Recursos a movilizar:
-Relación de apoyo en -Psicología del -Naturaleza y
un contexto de pérdida y Desarrollo perennidad del apoyo
duelo. -Características ofrecido por el medio
-relaciones educativas y personales influyentes familiar de la
terapéuticas en el en un contexto comunidad.
contexto de un problema relacional asimétrico. -Naturaleza y cronología
de salud crónica. -Antropología cultural del problema de salud.
-conciencia de sus -Tipo de socialización y -Modalidades racionales
valores y de sus de aculturación de la de la clientela según el
reacciones en relación al clientela. medio ambiente; el
sufrimiento y a la problema de la salud y
“disminución” física. la cultura (del enfermo).
-Apertura la diversidad
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enfermería -Relaciones profesionales de
-Relación educativa y diferenciadas según la enfermería.
preventiva en relación naturaleza de los -El gesto como apoyo y
con la red de apoyo problemas psiquiátricos como complemento a la
-Conciencia de esas relación de apoyo.
relaciones respecto del
sufrimiento psicológico y
desequilibrio emocional
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En la lectura del Cuadro 3 se observa que hay recursos precisos están ligados a cada
uno de los indicadores de desarrollo. Por ejemplo, en el caso del indicador “El/a
estudiante está en condiciones de determinar las consecuencias de la historia de vida y
de las acciones de la clientela”, se seleccionan los recursos siguientes: biografía como
marco de comprensión; impacto de los esquemas relacionales; problemática del abuso,
el abandono y la sobreprotección. La selección de estos recursos corresponde en
primer lugar a los equipos de formadores que se inspiran en las exigencias de la
profesión. Estos recursos son considerados al mismo tiempo para la formación como
para la evaluación. Cuando se trata de la evaluación, teniendo en cuenta que la misma
se refiere a una competencia, estos recursos son evaluados en una perspectiva de
movilización. Los mismos son obligatoriamente evaluados cuando se ponen en acción
un saber-actuar complejo. Cabe señalar que los recursos indicados en el Cuadro 3 no
solo tienen que ver con conocimientos, sino también con actitudes y conductas.
El escalamiento del desarrollo de las competencia en la etapa de formación, que va a
guiar todas las opciones a tomar en el momento de evaluación de aprendizajes, puede
ser realizado según parámetros diferentes. En los programas de este tipo, el equipo de
formadores echa mano a dos tipos de parámetros: las familias respectivas y la
complejidad de las situaciones. El Cuadro 4 retoma los indicadores progresivos que se
inscriben en la lógica de las familias de situaciones. Durante el primer año de formación,
se aplica la “fragilidad que resulta de un problema de salud física temporal”; en el
segundo año, “la vulnerabilidad que resulta de un problema de salud crónica”, y, en
tercer año, “la vulnerabilidad y el sufrimiento que resulta de problemas psicológicos y
psiquiátricos”. Respecto del último año de formación, allí se introduce la familia de
situaciones “contexto de fin de vida”. En todas las familias de situaciones, se trata que
los estudiantes puedan establecer con la clientela una relación profesional en un
contexto de asimetría. Dicho de otro modo, los formadores intervienen durante los
cuatro años haciendo variar las familias de situaciones, colocando siempre en el centro
de sus acciones de formación el establecimiento de esta relación profesional. En
consecuencia, la evaluación de la progresión de los aprendizajes estará centrada, por
una parte, sobre la evolución del dominio o maestría de esta relación profesional, y, por
la otra, sobre los recursos que son movilizados par esta competencia.
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El cuadro 5 presenta el escalamiento del desarrollo de la competencia “Construir con la
clientela una relación profesional en la perspectiva de un proyecto de cuidados” a partir
de un parámetro diferente a las familias de situaciones, como es aquel de la
complejidad de situaciones. Por ejemplo, en relación con los determinantes de actitudes
y de las acciones de la clientela, se introduce en primer año “la historia de vida y el
problema de salud” y se agrega en segundo año “el medio de vida y el medio
ambiente”. En tercer año, el programa tienen en cuenta “las personas significativas en
la vida de la clientela” de manera que las relaciones profesionales establecidas incluyen
el apoyo de otras personas así como la interdependencia y la responsabilidad de la
persona vinculada con tomar a cargo la salud. Relacionado ahora con la deontología, le
ética y los roles profesionales, se observa la progresión según la complejidad: en primer
año, se delimitan los roles y funciones de la profesión de enfermería y se asegura el
dominio del código de deontología profesional; en cuarto año, la ética profesional así
como la contribución a los equipos multidisciplinarios llega a ser central en la formación.
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de esta profesión así como en referencia a su código de deontología.
4 El/a estudiante está en condiciones de respetar el marco profesional del
trabajo de enfermería en relación con la ética profesional
4 El/a estudiante está en condiciones de contribuir de manera sinérgica (al
trabajo) de los equipos multidisciplinario al servicio de la clientela.
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y, por la otra, para que los formadores/as puedan evaluar de la misma manera
producciones complejas. Puesto que en las escalas descriptivas las rúbricas son
constantemente relacionadas con los recursos específicos, en lo que se refiere a los
indicadores progresivos y terminales de desarrollo, las mismas se refieren ala
movilización de recursos en la perspectiva de favorecer un juicio holístico en relación al
indicador de desarrollo.
CONCLUSION
El párrafo citado a inicio de este artículo insiste sobre el carácter “considerable” del
cambio así como sobre la necesidad, en una evaluación de aprendizajes bajo el
enfoque por competencias, de establecer la progresión de un individuo en lo que se
relaciona con su capacidad de movilizar diversos recursos” (Scallon, 2000, p.223). El
cambio es probablemente mucho más exigente que se lo había anticipado por parte de
los curriculistas de programas basados en el desarrollo de competencias. Scallon llama
la atención sobre el hecho que “los saber – hacer tradicionales, ligados en la mayoría
de los casos a consideraciones de tipo psico-métrico, no resultan convenientes y deben
reemplazarse” (2004, p.329). Dicho autor agrega que “los nuevos saber – hacer deben
planificarse enana perspectiva de investigación y desarrollo” (p.329). En la evaluación
de competencias, si se quiere juzgar tanto la progresión como la movilización de
recursos, los formadores/as deben alejarse de la lógica cuantitativa que ha teñido tanto
la evaluación de los aprendizajes en los programas definidos a partir de objetivos
generales y específicos, y acercarse a una lógica de evaluación más cualitativa. En tal
lógica, la coherencia sería puesta en cuestión si las herramientas desarrolladas no
privilegian sino los marcadores cuantitativos o los marcadores universales inspirados en
la escala de Likert.
Puesto que en el mundo de la investigación el hecho de infirmar una hipótesis que
estaba bien documentada, y había emergido luego de un largo periodo de reflexión,
constituía un avance importante en el estado del conocimiento, los/as profesionales de
la educación no vivencian el mismo paradigma. En una posición de investigador,
conviene tener una mirada crítica, quizá severa, sobre diversas proposiciones, diversas
producciones, diversos escenarios, con el objeto de contribuir al avance del saber e,
idealmente, al avance de las prácticas. Las ideas sostenidas en las dos partes
publicadas de este artículo, tanto en lo que se relaciona con los análisis y sugerencias,
no se habrían creado sin la audacia de los equipos que se dieron la tarea de elaborar
escalas descriptivas. El cuestionamiento de cuan juiciosas sean estas escalas
descriptivas abre la puerta nuevas proposiciones. Sin embargo, en una óptica de
investigación y desarrollo, los indicadores progresivos y terminales constituyen una
orientación que debe ser sometida a prueba, o desechada eventualmente, teniendo en
cuenta que los programas que buscan el desarrollo de competencias deben cumplir sus
promesas ante los jóvenes.
Referencias biblográficas:
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Leroux, J. L. y N. Bigras. L`évaluation des competentes: une réalité accessible dans nos
collègres. Saint Hjacinthe. Cegep de Saint Hjacinthe, 2003.
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