Zátonyi M. Una Estética - Capítulo 2 - Definición de Arte
Zátonyi M. Una Estética - Capítulo 2 - Definición de Arte
Zátonyi M. Una Estética - Capítulo 2 - Definición de Arte
En 1936, en una carta dirigida a Romain Rolland, dice: "Usted sabe que mi
trabajo científico se había fijado la meta de esclarecer fenómenos inusuales,
anormales, patológicos, de la vida anímica; esto es, reconducirlos a las fuerzas
psíquicas eficaces tras ellos y poner de manifiesto los mecanismos actuantes".
Para este tiempo, o sea, tres años antes de su muerte. Freud ya prácticamente
había completado su gigantesca obra, en cuyo centro se ubica la creación de
un código que permite, si no el total desciframiento del inconciente, acercarse
notablemente a ello.
La primera vez que me encontré con esta obra, en 1963, era en Paris. Sentía la
sensación fascinante de ver una famosa obra de arte y comprobar,
verificar en ella todo lo que previamente aprendí. Vi en ella la belleza del amor,
la unidad de dos personas: un hombre y una mujer, la armonía de dar y recibir,
la perfección de los máximos sentimientos.
Y un día, en 1984, fui al Museo de Bellas Artes, aquí, para sacar fotos
sobre la obra. Me propuse hacer la mayor cantidad posible, pues por ser
escultura, su infinita cantidad de vinculaciones espaciales pueden ir
componiendo la obra en la percepción del espectador. Reducir una escultura a
un plano, a una sola foto, distorsiona totalmente la obra. Con mayor asombro
todavía que en Tate Gallery, me di cuenta que pasé más allá de la sorpresa y
pude nombrar lo que aquella vez en Londres, sólo había intuido: el hombre
tiene una postura rígida, como quien no quiere porque no puede entregarse. La
articulación de su cuerpo se realiza en prácticamente 90°, dos veces, y sus
brazos no abrazan sino que uno se apoya sobre el mármol del basamento y la
otra mano descansa pasivamente sobre la cadera de ella. La cabeza no se
inclina hacia la cara de su pareja sino que está atraída por el brazo izquierdo
de ella. En uno de los bocetos escultóricos, también del Museo de Buenos
Aires, incluso él tiene en su mano izquierda un libro abierto, como quien no
renuncia a la posibilidad de poder seguir leyendo inmediatamente. Sus pies se
apoyan sin relajamiento, sin entrega a la situación. Su rostro, aunque con ojos
cerrados, expresa ausencia. Ella actúa en forma diametralmente diferente. Su
cuerpo terriblemente activo, de un movimiento casi espiral, apasionado, toma al
hombre, y con una conmovedora y dramática fuerza lo atrae hacia sí misma.
No tiene ningún ángulo de articulación que sea de 90°. Todo obtuso y agudo.
Como una palpitación que genera la contracción y la dilatación, no sólo de su
cuerpo sino también de sus pasiones, de sus sentimientos, incluso, de su
existencia total. Mientras él, mezquinamente, cuida que ella no pueda atraerlo
más allá de sus posibilidades defensivas, que no le saque nada, que no entre
en su espacio, ella se entrega sin reservas, toma apasionadamente, ofrece
todo generosamente, pero así mismo invade.
Simbología
El arte indefectiblemente, siempre es producto de un proceso
simbologizante, es decir, siempre es simbología.
Si miramos el cuadro de Delacroix: La libertad guía al pueblo, vemos una
escena de la revolución de 1830, donde el pueblo de París, lucha en las
barricadas, contra la monarquía. Obreros, intelectuales, jóvenes y mayores,
ricos y pobres, siguen a la figura femenina, vestida con túnica grecorromana y
con gorro frigio, agitando la bandera tricolor. Abajo los muertos y detrás el
paisaje de la ciudad. Este cuadro siempre se menciona como símbolo de la
lucha por la libertad, la bandera es el símbolo de la patria, la barricada es el
símbolo de la lucha, la túnica es el símbolo del ideal clásico de la civilidad, etc.,
etc. Todo se dice. Pero ¿cómo era el programa de esta revolución? Sin
pretender una descripción fehaciente, podemos comentar que era
antimonárquica y apoyada por la alta finanza. Pero como la alta finanza no va,
en general, a morir en las barricadas, mediante un mecanismo social-discursivo
manipulatorio, y apelando a los descontentos reales del pueblo, logra que
vayan el hombre de clases bajas o los idealistas que se identifican con las
justas reivindicaciones de las masas. Delacroix no es representante de las
verdaderas necesidades del pueblo sino más bien de la alta finanza. Pero
muestra al pueblo en su lucha. Por eso se debe preguntar: el gorro frigio
¿libertad de quién?; la bandera: ¿la patria de quién?; la barricada: ¿la lucha de
quién?; la toga: ¿la civilidad de quién? Y todo, ¿para qué y para quiénes?
Pero sucede una cosa: si una maestra le dice a sus alumnos, dibujen la
patria, los chicos, creo yo, en todas partes del mundo, van a dibujar la bandera
correspondiente. Si en lugar de eso, dice la palabra, libertad, hacen lo mismo
con el gorro frigio (aunque por las diferentes áreas culturales, este “símbolo",
ya será más diverso); si dice la palabra amor, aparece un corazón, y si paz,
una paloma, y así sucesivamente. Pero se podría hacer al revés. Mostrar una
bandera, un gorro frigio, un corazón, una paloma, y entonces los chicos van a
decir, patria, libertad, amor, paz.
en buen romance quiere decir, no existir, ya que implica ser invisible. No tener
interioridad, no ser nada. Y quien recibe semejante piropo, todavía está
agradecido. Esta voluntad del poder de que uno no tenga nada adentro
inaccesible a su control, ya que el "hombre honesto no tiene nada que
esconder", se reproduce cuando alguien repite esta u otra expresión de esta
índole, sin pensar, sin saber lo que está diciendo.
La totalidad intensiva
El arte es la totalidad intensiva. Según Lukács, frente a la totalidad
extensiva de las ciencias, o sea que describen extensivamente el mundo, el
arte, ya sea un soneto o una flor pintada, ya sea una novela de tetralogía o un
conjunto complejo de edificios, opera con suma intensidad. El zen enseña que
en un grano de arena está el mundo. Entiéndase que en un grano de arena
está todo por lo que la arena es arena, sus relaciones con el mundo, las leyes
que determinan esta condición, etc. Esta metáfora nos sirve para una analogía.
En una obra de arte está el mundo. El mundo interior del artista y el mundo
exterior. Su pasado y su presente. La posibilidad de verlo depende de nuestra
capacidad y predisposición. De nuestra capacidad de preguntar a la obra. Lo
difícil es hacer la pegunta, más fácil es responderla. Cada obra va a contestar
en la medida en que le podemos preguntar.
¿Cómo podemos reconocer esta confirmación, por ejemplo, en un
pictoqrama? El pictograma es un símbolo gráfico. Aquí la palabra símbolo no la
utilizo en el sentido arriba desarrollado sino en un sentido convencional, como
un signo que opera por contigüidad instituida, entre el símbolo y aquello a lo
que se refiere, logrando así una comunicación directa y contundente. Por
ejemplo, en lugar de prohibir el estacionamiento en tal o cual lugar mediante un
discurso, o simple presencia de una persona o un texto con este tenor, se
utiliza una imagen con un círculo rojo y con un diámetro también de ese color,
sobre una E (o su versión según el idioma del país). Por supuesto tiene
elementos indicativos y también icónicos. Por ser convencional, su Percepción
es inmediata. Parte de un código bien instituido e instalado, y por ello es eficaz.
El pictograma transmite así por imagen, una idea, un concepto, un discurso,
una indicación.
Tomemos el caso de LoCos (Lovers Communication System) del japonés
Yukio Ota. Este diseñador elaboró un “vocabulario" en base a 19 elementos
mínimos, de simples formas geométricas, y con la conjunción más variada de
estos significantes mínimos va a construir sus referentes a distintas
situaciones, lugares, relaciones, hechos, etc.