T-137-12 Presuncion de Afectacion Del Minimo Vital
T-137-12 Presuncion de Afectacion Del Minimo Vital
T-137-12 Presuncion de Afectacion Del Minimo Vital
2
que se produzca el dictamen de invalidez, y por lo menos, por 360 días
adicionales.
Magistrado Ponente:
HUMBERTO ANTONIO SIERRA
PORTO
SENTENCIA
3
3.247.258) y el Juzgado 24 Civil Municipal de Bogotá en única instancia
(expediente T- 3.242.540).
I. ANTECEDENTES
Hechos
Expediente T- 3.192.708
Solicitud de Tutela
4
Con fundamento en los hechos narrados, el ciudadano Jairo Holguín
Rincón solicitó la protección de sus derechos fundamentales al mínimo
vital, a la seguridad social y al trabajo, presuntamente vulnerados por
parte de la Sociedad Administradora de Fondos de Pensiones y Cesantías
PORVENIR S.A. y SEGUROS DE VIDA ALFA S.A. al negarle el pago
de las incapacidades laborales causadas con posterioridad al 6 de
diciembre de 2010. En consecuencia, en aras de evitar un perjuicio
irremediable, pide que PORVENIR S.A., por intermedio de su seguro
previsional SEGUROS DE VIDA ALFA. S.A., asuma el pago de las
incapacidades que se han producido desde el 6 de diciembre de 2010
hasta la fecha y las que se continúen produciendo hasta tanto exista un
dictamen en firme de la pérdida de la capacidad laboral.
Respuesta de las entidades demandadas
Por su parte CAFESALUD EPS, entidad que fue vinculada por órdenes
del Juzgado Primero Penal Municipal, manifestó no presentarse
vulneración alguna por parte de la misma, por cuanto las Entidades
Promotoras de Salud se encuentran obligadas por ley a reconocer el
5
subsidio hasta 180 días consecutivos por una misma enfermedad, tiempo
que fue debidamente cancelado, según se puede constatar en el
expediente (Cuaderno 1, Folio 14). Transcurrido dicho periodo, la
obligación radica en cabeza del Fondo de Pensiones y Cesantías
respectivo.
Impugnación
6
Sentencia de segunda instancia
El Juzgado Tercero Penal del Circuito de Cartago (Valle), revocó la
sentencia proferida en primera instancia pues consideró que el pago de
las incapacidades laborales generadas con posterioridad a los 180 días le
corresponde asumirlas a la Empresa Promotora de Salud CAFESALUD
S.A. y no al Fondo de Pensiones y Cesantías PORVENIR S.A., en cuanto
no se configura la excepción del inciso 4 del artículo 23 del Decreto 2463
de 2001.
Expediente T-3.247.258
7
El 24 de enero de 2011, el señor Emidio José Orozco Pérez interpuso
derecho de petición ante la entidad accionada, solicitando le fueran
canceladas las incapacidades generadas en el periodo comprendido entre
el mes de octubre de 2010 hasta enero de 2011, en tanto el dictamen de
pérdida de capacidad laboral no se encuentra en firme.
Solicitud de Tutela
Con fundamento en los hechos narrados, el ciudadano Emidio José
Orozco Pérez solicitó la protección de sus derechos fundamentales a la
vida, igualdad, petición, debido proceso y mínimo vital, presuntamente
vulnerados por el Fondo de Pensiones y Cesantías PROTECCIÓN S.A.
al negarle el pago de las incapacidades causadas desde octubre de 2010
hasta la fecha. Por consiguiente, insta a la entidad demandada al
reconocimiento de los pagos de las incapacidades emitidas por el
neurocirujano tratante, las cuales requiere para satisfacer sus necesidades
básicas de vida.
8
de fondo, en aplicación de la normatividad establecida sobre el asunto de
la referencia.
Expediente T- 3.242.540
9
embargo, le reiteran que en concordancia con el artículo 21 del Decreto
1804 de 1999, no tiene derecho a dicha prestación.
Solicitud de Tutela
10
de segunda generación, y que para el caso concreto deben ser resueltos
por la justicia ordinaria.
11
En lo referente a la normatividad aplicable al caso, el juez determina que
la actora no cumple con los requisitos del Decreto 1804 de 1999. y que
por consiguiente a la EPS le asiste la razón al negar el pago de las
incapacidades.
1. Competencia
Es competente esta Sala de la Corte Constitucional para revisar la
decisión proferida dentro de la acción de tutela de la referencia de
conformidad con lo dispuesto en los artículos 86 y 241, numeral 9o., de
la Constitución Política y en concordancia con los artículos 31 a 36 del
Decreto 2591 de 1991.
2. Problema jurídico
12
A fin de resolver el asunto, la Sala se pronunciará sobre los siguientes
tópicos: i) La seguridad social como derecho constitucional fundamental
y su protección por medio de la acción de tutela; ii) la procedencia de la
acción de tutela; iii) el requisito de inmediatez de la acción de tutela; iv)
el análisis normativo y justificación de las incapacidades laborales por
enfermedad común que superan 180 días; y v) el análisis de los casos
concretos.
1 (i) artículo 22 de la Declaración Universal de Derechos Humanos: “Artículo 22. Toda persona,
como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obtener, mediante el esfuerzo
nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada
Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad
y al libre desarrollo de su personalidad”; (ii) artículo 9 del Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales: “Artículo 9 Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el
derecho de toda persona a la seguridad social, incluso al seguro social”; (iii) artículo 16 de la
Declaración Americana de los Derechos de la Persona: “Artículo XVI. Toda persona tiene derecho a la
seguridad social que le proteja contra las consecuencias de la desocupación, de la vejez y de la
incapacidad que, proveniente de cualquier otra causa ajena a su voluntad, la imposibilite física o
mentalmente para obtener los medios de subsistencia”; (iv) artículo 9 del Protocolo Adicional a la
Convención Americana sobre Derechos Humanos en Materia de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales: “Artículo 9. Derecho a la Seguridad Social. 1. Toda persona tiene derecho a la seguridad
social que la proteja contra las consecuencias de la vejez y de la incapacidad que la imposibilite física
o mentalmente para obtener los medios para llevar una vida digna y decorosa. En caso de muerte del
beneficiario, las prestaciones de seguridad social serán aplicadas a sus dependientes”; y (v) el
artículo 11, numeral 1, literal “e” de la Convención sobre Eliminación de todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer: Artículo 11 || 1. Los Estados Partes adoptarán todas las medidas
apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en la esfera del empleo a fin de asegurar,
en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres, los mismos derechos, en particular: e) El
derecho a la seguridad social, en particular en casos de jubilación, desempleo, enfermedad, invalidez,
vejez u otra incapacidad para trabajar, así como el derecho a vacaciones pagadas.
13
ajena a su voluntad, la imposibilite física o mentalmente para
obtener los medios de subsistencia”.
De manera similar, el artículo 9 del Protocolo Adicional a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos en Materia de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales prescribe:
“Artículo 9. Derecho a la Seguridad Social. 1. Toda persona tiene
derecho a la seguridad social que la proteja contra las
consecuencias de la vejez y de la incapacidad que la imposibilite
física o mentalmente para obtener los medios para llevar una vida
digna y decorosa. En caso de muerte del beneficiario, las
prestaciones de seguridad social serán aplicadas a sus
dependientes”.
De la lectura de las normas transcritas se deduce que el derecho a la
seguridad social protege a las personas que están en imposibilidad física
o mental para obtener los medios de subsistencia que le permitan llevar
una vida digna a causa de la vejez, del desempleo o de una enfermedad o
incapacidad laboral.
Como se puede apreciar, el derecho a la seguridad social demanda el
diseño de una estructura básica que, en primer lugar, establezca las
instituciones encargadas de la prestación del servicio y precise, además,
los procedimientos bajo los cuales éste debe discurrir. En segundo
término, debe definir el sistema a tener en cuenta para asegurar la
provisión de fondos que garanticen su buen funcionamiento. En este
punto cobra especial importancia la labor del Estado, el cual, por medio
de asignaciones de sus recursos fiscales, tiene la obligación
constitucional de brindar las condiciones necesarias para asegurar el goce
del derecho irrenunciable a la seguridad social2.
De acuerdo a la clasificación ampliamente difundida en la doctrina que se
ha ocupado de los derechos fundamentales, la cual toma como base el
proceso histórico de surgimiento de estas garantías como parámetro de
consulta para establecer la naturaleza de tales derechos, la seguridad
social es un derecho que se inscribe en la categoría de los derechos de
segunda generación –igualmente conocidos como derechos sociales o de
contenido económico, social y cultural-.
En el ordenamiento jurídico colombiano y, durante un amplio lapso, la
doctrina constitucional – incluida la jurisprudencia de la Corte
14
Constitucional -, acogió la distinción teórica entre derechos civiles y
políticos, de una parte, y derechos sociales, económicos y culturales, de
otra. Los primeros generadores de obligaciones negativas o de abstención
y por ello reconocidos en su calidad de derechos fundamentales y
susceptibles de protección directa por vía de tutela. Los segundos,
desprovistos de carácter fundamental por ser fuente de prestaciones u
obligaciones positivas, frente a los cuales, por ésta misma razón, la
acción de tutela resultaba, en principio, improcedente.
Sin embargo, desde muy temprano, el Tribunal Constitucional
colombiano admitió que los derechos sociales, económicos y culturales,
llamados también de segunda generación, podían ser amparados por vía
de tutela cuando se lograba demostrar un nexo inescindible entre estos
derechos de orden prestacional y un derecho fundamental, lo que se
denominó “tesis de la conexidad”3.
Otra corriente doctrinal ha mostrado, entretanto, que los derechos civiles
y políticos así como los derechos sociales, económicos y culturales son
derechos fundamentales que implican obligaciones de carácter negativo
como de índole positiva. El Estado ha de abstenerse de realizar acciones
orientadas a desconocer estos derechos (deberes negativos del Estado) y
con el fin de lograr la plena realización en la práctica de todos estos
derechos – políticos, civiles, sociales, económicos y culturales – es
preciso, también, que el Estado adopte un conjunto de medidas y
despliegue actividades que implican exigencias de orden prestacional
(deberes positivos del Estado).
Según esta óptica, la implementación práctica de todos los derechos
constitucionales fundamentales siempre dependerá de una mayor o
menor erogación presupuestaria, de forma tal que despojar a los derechos
sociales – como el derecho a la salud, a la educación, a la vivienda, al
acceso al agua potable entre otros - de su carácter de derechos
fundamentales por ésta razón, resultaría no sólo confuso sino
contradictorio.
Es por ello que en pronunciamientos más recientes esta Corte ha señalado
que todos los derechos constitucionales son fundamentales 4 pues se
conectan de manera directa con los valores que las y los Constituyentes
quisieron elevar democráticamente a la categoría de bienes especialmente
protegidos por la Constitución. Estos valores consignados en normas
jurídicas con efectos vinculantes marcan las fronteras materiales más allá
3 Posición planteada desde la sentencia T-406 de 1992.
4 Ver las sentencias T-016-07 sobre el derecho a la salud, T-585-08 sobre el derecho a la vivienda y T-
580-07 sobre el derecho a la seguridad social.
15
de las cuales no puede ir la acción estatal sin incurrir en una actuación
arbitraria (obligaciones estatales de orden negativo o de abstención).
Significan, de modo simultáneo, admitir que en el Estado social y
democrático de derecho no todas las personas gozan de las mismas
oportunidades ni disponen de los medios – económicos y educativos -
indispensables que les permitan elegir con libertad aquello que tienen
razones para valorar. De ahí el matiz activo del papel del Estado en la
consecución de un mayor grado de libertad, en especial, a favor de
aquellas personas ubicadas en un situación de desventaja social,
económica y educativa. Por ello, también la necesidad de compensar los
profundos desequilibrios en relación con las condiciones de partida
mediante una acción estatal eficaz (obligaciones estatales de carácter
positivo o de acción).
Ahora bien, una cosa es la fundamentalidad de los derechos y otra – muy
distinta – la posibilidad de hacerlos efectivos a través de la acción de
tutela.
Existen facetas prestacionales de los derechos fundamentales – sean éstos
civiles, políticos, económicos, sociales o culturales -, como el derecho al
pago de incapacidades laborales, cuya implementación política,
legislativa, económica y técnica es más exigente que la de otras y
depende de fuertes erogaciones económicas en un contexto de escasez de
recursos. Esto supone que algunas veces sea necesario adoptar políticas
legislativas y/o reglamentarias para determinar específicamente las
prestaciones exigibles y las condiciones para acceder a las mismas, las
instituciones obligadas a brindarlas y su forma de financiación, teniendo
en cuenta que se debe atender, de modo prioritario, a quienes más lo
necesitan. Sobra decir que, en esta tarea, el legislador y la administración
deben respetar los mandatos constitucionales y los tratados
internacionales sobre derechos humanos ratificados por Colombia que
hacen parte del bloque de constitucionalidad, para lo cual deben tener en
cuenta las interpretaciones que los órganos autorizados han hecho sobre
el alcance de los derechos que reconocen estas normas5.
La necesidad del desarrollo político, reglamentario y técnico no
determina que estos derechos pierdan su carácter fundamental, pero sí
tiene repercusiones en la posibilidad de protegerlos mediante la acción
de tutela pues la indeterminación de algunas de sus facetas prestacionales
dificulta establecer con exactitud, en un caso concreto, quien es el sujeto
obligado, quien es el titular y cual es el contenido prestacional
constitucionalmente determinado.
5 Al respecto ver las Sentencias C-616 de 2001, C-130 de 2002, C-791 de 2002 y SU-623 de 2001.
16
En este sentido, la Corte ha señalado que sólo una vez adoptadas las
medidas de orden legislativo y reglamentario, si se cumplen los
requisitos previstos en estos escenarios, las personas pueden acudir a la
acción de tutela para lograr la efectiva protección de estos derechos
fundamentales cuando quiera que este se encuentre amenazado de
vulneración o haya sido conculcado6, previo análisis de los requisitos de
procedibilidad de este mecanismo constitucional.
La anterior regla tiene una excepción, pues también ha indicado la Corte
que ante la renuencia de las instancias políticas y administrativas
competentes en adoptar e implementar medidas orientadas a realizar
estos derechos fundamentales en la práctica, los jueces pueden hacer
efectivo su ejercicio por vía de tutela cuando la omisión de las
autoridades públicas termina por desconocer por entero la conexión
existente entre la falta de protección de los derechos fundamentales y la
posibilidad de llevar una vida digna y de calidad, especialmente de
sujetos de especial protección o, en general, de personas colocadas en
situación evidente de indefensión7.
De esta forma queda claro que el derecho a la seguridad social – dentro
del cual se inscribe el derecho al pago de incapacidades laborales -, es un
derecho fundamental y que, cuando se presenten alguno de los dos
eventos descritos, la acción de tutela puede ser usada para protegerlo,
siempre y cuando se verifiquen, además, los requisitos de procedibilidad
de este mecanismo procesal.
17
Sin embargo, la jurisprudencia constante de esta Corporación10, con base
en el artículo 86 de la Constitución, también ha indicado dos excepciones
a la regla general de la improcedencia:
18
Si se alega como perjuicio irremediable la afectación del mínimo vital, la
Corte ha indicado que si bien es posible presumir su afectación, en general
quien alega una vulneración de este derecho como consecuencia de la
falta de reconocimiento de una prestación económica generada del
derecho a la seguridad social, debe acompañar su afirmación de alguna
prueba, al menos sumaria. Esta Corporación ha reconocido que la
informalidad de la acción de tutela no exonera al actor de probar, aunque
sea de manera sumaria, los hechos en los que basa sus pretensiones13.
13 En sentencia SU-995 de 1999 la Corte señaló que “(...) en esta clase de procesos preferentes y
sumarios, el régimen probatorio está orientado por las facultades excepcionales que confiere el Decreto
2591 de 1991 al juez de amparo, especialmente en los artículos 18, 20, 21 y 22. Además, en la
aplicación de las reglas de la sana crítica, debe partir el fallador del principio de la buena fe,
constitucionalizado en el artículo 83 de la Carta de 1991.” En el mismo sentido, ver las sentencias T-
174-08, T-286-08, T-284-07, T-307-07 y T-1088 de 2000, entre otras.
19
ejercicio de la misma como mecanismo subsidiario y expedito de defensa
judicial.
20
partir del momento en que ocurrió la violación o amenaza de los
derechos fundamentales, puesto que es un instrumento jurídico que ha
sido diseñado para conjurar de manera imperiosa las perturbaciones sobre
los derechos fundamentales, y no para perpetuar indefinidamente
actuaciones que pueden ser resueltas válidamente mediante otros medios
de defensa judiciales establecidos en el ordenamiento.
Adicionalmente, se precisó que el requisito de inmediatez demanda que
el recurso de amparo sea presentado en un lapso cercano a la ocurrencia
de los hechos generadores de la perturbación, con el propósito de evitar
que el paso del tiempo desvirtúe la amenaza o la violación que se cierne
sobre los derechos fundamentales o comprometa incluso la necesidad de
su inminente protección.
21
especialmente si no existe “una justa causa predicable para el
no ejercicio oportuno del mecanismo constitucional”18, que
desvirtué el descuido o la indolencia en acudir a la protección
de los derechos fundamentales”. (Negrillas fuera del texto)
22
establecido, cuando menos, cuatro de ellos: (i) si existe un
motivo válido para la inactividad de los accionantes; (ii) si la
inactividad justificada vulnera el núcleo esencial de los
derechos de terceros afectados con la decisión; (iii) si existe un
nexo causal entre el ejercicio tardío de la acción y la
vulneración de los derechos fundamentales del interesado; 21 (iv)
si el fundamento de la acción de tutela surgió después de
acaecida la actuación violatoria de los derechos fundamentales,
de cualquier forma en un plazo no muy alejado de la fecha de
interposición.22”
23
su familia. No sólo se atenta contra el derecho al trabajo en cuanto
se hacen indignas las condiciones del mismo sino que también se
puede afectar directamente la salud y en casos extremos poner en
peligro la vida, si la persona se siente obligada a interrumpir su
licencia por enfermedad y a reiniciar sus labores para suministrar
el necesario sustento a los suyos.23
De igual manera, el artículo 227 del Código Sustantivo del Trabajo, prevé
que el trabajador tiene derecho a que el empleador le pague, hasta por 180
días, un auxilio monetario por enfermedad no profesional, siempre que no
se trate de un caso en que la EPS esté obligada a pagarlas: “En caso de
incapacidad comprobada para desempeñar sus labores, ocasionada por
enfermedad no profesional, el trabajador tiene derecho a que el
empleador le pague un auxilio monetario hasta por ciento ochenta (180)
días, así: las dos terceras (2/3) partes del salario durante los primeros
noventa (90) días y la mitad del salario por el tiempo restante.”
24
Por otro lado, el artículo 23 del Decreto 2463 de 2001, contempla que en
caso que la incapacidad se mantenga es posible prorrogar el trámite de
calificación de la pérdida de capacidad laboral hasta por 360 días
adicionales a los primeros 180 de incapacidad temporal, siempre que
exista un concepto de rehabilitación favorable, y se reconozca en favor del
trabajador un auxilio equivalente a la incapacidad de la que era
beneficiario.
25
cuando la calificación de la pérdida de capacidad laboral sea inferior al
50%, el empleador deberá reincorporar al trabajador a su empleo, o a uno
con funciones acordes con su situación de incapacidad.
Ahora bien, en el caso en el que el trabajador no recupere su capacidad
laboral, y por esa causa, el médico tratante le siga extendiendo
incapacidades, no obstante haber sido evaluado por la Junta de
Calificación de Invalidez y se dictamine una incapacidad permanente
parcial, por pérdida de capacidad laboral, inferior al 50%, la Corte ha
interpretado, conforme con la Constitución el precitado artículo 23 del
Decreto 2463 de 2001, que le corresponde al fondo de pensiones el pago
de las incapacidades superiores a los primeros 180 días y hasta que se
expida el dictamen de pérdida de capacidad laboral, que le permita
consolidar el derecho al reconocimiento de la pensión de invalidez.
26
En conclusión, en caso que al trabajador, por causa de su estado de salud,
le sean expedidas por su médico tratante, incapacidades y éstas no superen
los 180 días, en primer lugar le corresponde a la Empresa Promotora de
Salud el pago de las mismas; sin embargo, en el evento que se sobrepasen
los 180 días, el responsable de su pago es el fondo de pensiones, ya sea
hasta que se produzca un dictamen sobre su pérdida de capacidad laboral
o se restablezca su salud. Si el dictamen indica que el trabajador presenta
una pérdida de capacidad laboral superior al 50%, se causará en su favor
la pensión de invalidez, siempre y cuando se cumpla con los demás
requisitos legales.
Expediente T- 3.192.708
27
ALFA S.A. calificó al peticionario con una pérdida de la capacidad
laboral de 26.11%, enfermedad de origen común, con fecha de
estructuración de la invalidez 6 de diciembre de 2010. A partir de
entonces, le han negado el pago de las incapacidades generadas. Alega el
accionante que manifestó su inconformidad con el dictamen, razón por la
cual se dio trámite ante la Junta Regional de Calificación de Risaralda,
entidad que se encuentra pendiente de realizar dictamen.
28
Los elementos descritos permiten configurar la existencia de un perjuicio
irremediable, por lo tanto, no obstante se cuente con otros medios
judiciales para obtener la defensa de los derechos pretendidos, se
encuentra procedente la acción de tutela en aras de evitar su
consumación, así la cuestión debatida sea de naturaleza laboral y se vean
involucradas cuestiones de carácter económico.
29
laborales No. 792581 de 7 de febrero de 2011; No 813678 de marzo 2 de
2011; No 819364 de 8 de marzo de 2011; No. 501010000090491 de 22
de marzo de 2011; y No. 849300 de 7 de abril de 2011, y todas aquellas
que se causen en adelante, hasta tanto exista calificación de invalidez en
firme, sea por parte de la Junta Regional de Calificación de Invalidez de
Risaralda o la Junta Nacional de Calificación de Invalidez, y el médico
tratante lo determine.
Expediente T-3.247.258
30
perjuicio irremediable, por lo tanto, no obstante se cuenten con otros
medios judiciales para obtener la defensa de los derechos pretendidos, se
encuentra procedente la acción de tutela en aras de evitar su
consumación, así la cuestión debatida sea de carácter prestacional y de
competencia de la justicia ordinaria.
31
Nacional de Calificación, entidad que hasta el momento no se ha
pronunciado.
Expediente T- 3.242.540
32
accionante solicita el reconocimiento de dineros por vía de tutela,
situación solo aplicable a casos excepcionales. Aunado a lo anterior, la
autoridad jurisdiccional considera que la solicitud impetrada no supera el
requisito de inmediatez. Por último, respecto a la normatividad aplicable
al caso, el juez determina que la actora no cumple con los requisitos del
Decreto 1804 de 1999 y que por consiguiente a la EPS le asiste la razón
al negar el pago de las incapacidades.
33
mantener una vida digna. Con base en lo anterior, se encuentra que no
existe una amenaza cierta y concreta al derecho fundamental al mínimo
vital de la accionante.
Establecido que la acción de tutela es improcedente en el caso concreto,
no será necesario adentrarse en el fondo del asunto. Lo dicho hasta ahora,
sin perjuicio de la posibilidad de ventilar la controversia en el seno de la
justicia laboral, donde la señora Ana Ledy Oliveros Valdés podrá tramitar
las solicitudes de reconocimiento de incapacidades laborales.
VI. DECISION
RESUELVE
34
Segundo.- REVOCAR el fallo proferido por el Juzgado 15 Penal
Municipal de Barranquilla (Atlántico) en instancia única (expediente T-
3.247.258), y en su lugar ORDENAR al Fondo de Pensiones y Cesantías
PROTECCIÓN S.A. el pago de las incapacidades laborales que se causen
en adelante, hasta tanto exista calificación de invalidez en firme por parte
de la Junta Nacional de Calificación de Invalidez, y el médico tratante lo
determine.
35