Dioxido de Azufre
Dioxido de Azufre
Dioxido de Azufre
El dióxido de azufre es un gas incoloro y no inflamable, de olor fuerte e irritante. Su vida media en
la atmósfera es corta de unos 2 a 4 días, y casi la mitad de las emisiones vuelven a depositarse en
la superficie, mientras que el resto se transforma en iones sulfato (SO 42-)
Propiedades físicas.
En conjunto, más de la mitad de las emisiones se óxidos de azufre que llegan a la atmósfera se
producen por actividades humanas, sobre todo por la combustión de carbón, petróleo y por la
industria metalurgia, debido a que el azufre reacciona con el oxígeno en el proceso de combustión,
formando SO2. En los procesos metalúrgicos, se liberan grandes cantidades de este gas debido a
que se emplean frecuentemente los metales en forma de sulfuros.
Otra de las propiedades del SO2 es que en estado líquido es un buen disolvente y es utilizado
como tal. En la industria alimenticia también se aplica como conservante y antioxidante sobre todo
para zumos, frutos secos, mermeladas, vino, etc.
El CO es el anhídrido del ácido fórmico. Por esta razón, puede obtenerse también
mediante la deshidratación del ácido fórmico, por ejemplo, con el ácido sulfúrico.
Otra posible vía de obtención del monóxido de carbono en el laboratorio implica el calentamiento
de una mezcla constituida por cinc y carbonato de calcio pulverizada.
Su principal origen natural es la oxidación del CH4 y, puesto que todo el metano de la atmósfera se
produce por descomposición anaerobia de la materia orgánica, cabe afirmar que estos procesos
constituyen una fuente natural de CO.
Los océanos constituyen la segunda gran fuente de CO atmosférico. Ya que las aguas superficiales
están en contacto con la atmósfera, debería esperarse que contuviera en disolución CO absorbido
por ella. Sin embargo, la cantidad de CO realmente disuelto que se halla en los océanos es de 10 a
40 veces superior a la esperada en base a esta absorción. Se cree que las algas y otras fuentes
biológicas aportan cantidades sustanciales de CO a las aguas superficiales. Este CO se libera luego
a la atmósfera.
Los volcanes y los incendios también constituyen una fuente significativa de emisión de CO a la
atmósfera, aunque su aportación es puntual.