Primer Corte Lecturas DDHH
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30 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
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Que son: su formulación en una ley orgánica; que aparezcan acompañados por la existen-
cia de un sistema de tribunales que aseguren independencia e imparcialidad, así como la repa-
ración de tales derechos en caso de que sean conculcados; que exista un mecanismo complemen-
tario de tribunales de justicia; un sistema de control del ejercicio de poderes extraordinarios; una
colectividad de ciudadanos consciente de sus derechos civiles y políticos y resuelta en su apo-
yo a las instituciones/disposiciones cuyo fin sea la salvaguarda de esos derechos; un sistema de
elecciones periódicas, por sufragio universal, mediante el cual la voluntad del pueblo tenga la
posibilidad de frenar la base de autoridad del gobierno. Seminario de las Naciones Unidas sobre
la realización de los derechos sociales y políticos en el plano nacional. Kingston, 1967, p. 59.
2
Al analizar la génesis de estos derechos es conveniente tener en cuenta la historia de los pue-
blos, que permite entender la relación que existe entre sus culturas y la percepción que éstas
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 31
tienen de los derechos humanos. Pero la trayectoria hacia la cultura de los derechos humanos
no es la misma en las sociedades que han tenido una experiencia colonizadora, en las que para
indagar las acusas remotas y recientes de la concepción que en la actualidad tienen de los dere-
chos humanos es necesario tener en cuenta el desarrollo histórico de los pueblos, pues con fre-
cuencia accedieron a esa cultura por asimilación, por incorporación o por asimilación de ese
legado.
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3
Con un interés primordialmente didáctico se trata de presentar en estas páginas un mode-
lo y una metodología de análisis aplicable a la indagación de la génesis de los derechos huma-
nos en otros ámbitos. Este sesgo queda subrayado al intercalar como apoyo una serie de textos
procedentes de las fuentes iushistóricas españolas. Asimismo, se ha incluido una bibliografía co-
mentada para enumerar las obras de que este trabajo es subsidiario responde al mismo criterio.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 33
pués de haber sido reconocidos como derechos objetivos, siendo, asimismo, esa
sociedad política la que ha de consagrarlos y garantizarlos.
Pero el concepto derechos humanos es una abstracción intelectual de un
contenido cultural muy concreto, cuya aplicación está condicionada al contexto
histórico que la ha producido, en parte debido a que constituye una de las ca-
tegorías jurídico-políticas más confusas y ambiguas con las que se enfrenta la
ciencia del derecho, dada su relativa proximidad respecto a otras categorías
similares, y a la dificultad de aislarlo de otros conceptos afines. La propia rea-
lidad documental ofrece, indistintamente, denominaciones que deben ser uti-
lizadas con la precisión que exige el deslinde de conceptos próximos, aunque
diversos, como derechos naturales (de carácter filosófico-religioso y vincula-
dos al iusnaturalismo), derechos fundamentales (generalmente de índole cons-
titucional), derechos del hombre o derechos del ciudadano (de naturaleza
política), derechos y libertades fundamentales o, simplemente, derechos (con
un carácter cuasi estamental).
Reviste un especial interés para el presente análisis aclarar, por una parte,
la diferencia entre derechos y libertades (que es la misma que se puede hacer
entre los actuales derechos civiles y políticos y lo que consideramos derechos
sociales) y, por la otra, la que cabe entre derechos individuales y derechos co-
lectivos (entre los que se cuentan los derechos estamentales y los de grupo).
Finalmente, habría que establecer una nítida diferencia entre los derechos
humanos y las Declaraciones de derechos, reservando para éstas la función de
plasmación formal de aquéllos y, con frecuencia, la de materialización de una
conciencia que quiere contradecir la realidad tratando de salvar el desnivel
entre la realidad y lo que la conciencia de la sociedad dicta. Como diferencia entre
derechos y libertades hay que mencionar que las libertades aparecen vincula-
das a ordenamientos consuetudinarios o forales, suelen ser de naturaleza esta-
mental y están conectadas a los privilegios (a los que, ya sean de persona o de
entidad, siempre debe asignarse un matiz jurídico de situación diferente o ley
privada y dotada de estabilidad duradera). Según esto, la libertad de que goza-
ban los hombres en la Edad Media no era una cualidad reconocida a todos como
inherente a su condición de hombre, sino, más bien, una gradación de liberta-
des particulares concedidas por título especial a ciertos individuos que integra-
ban determinados grupos sociales. En cambio, los derechos aparecen más
vinculados al ius commune, tienen naturaleza individual y están enraizados con
la naturaleza humana.
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4
La idea de Estado en sentido moderno cobró forma en el periodo comprendido entre los
siglos XIII y XVIII, según puso de relieve en su día J. A. Maravall, Estado moderno y menta-
lidad social I y II. Madrid, 1972.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 35
5
Técnicamente la acepción derecho privilegiado expresa la idea de derecho de aplicación
preferente.
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En este contexto, las asambleas del reino, Cortes, Curia, Corts, etcétera,
fueron los cauces, más o menos activos, en que se manifestaron las formas de
consentimiento para la atención del derecho del país. Intervenían en los nego-
cios fundamentales de todo tipo y ejercieron una función de fiscalización del
poder real, tanto en su vertiente económica como legislativa. También las li-
gas y hermandades que se formaron por parte del reino (más efímeras y débi-
les en Castilla que en Aragón) constituyeron un exponente de la capacidad de
participación de los súbditos en el gobierno junto con el rey.
En línea con lo anterior, el poder del rey en la monarquía medieval no fue
absoluto, sino que estuvo sujeto, para el cumplimiento de los fines de la mo-
narquía, a limitaciones impuestas por el deber de ejercer el poder con rectitud
en bien de la comunidad, por las normas morales y religiosas y, sobre todo, por
el derecho y la costumbre del país, que protegían los intereses generales del
reino y los estatutos jurídicos de los súbditos, derivados de su estatus o con-
dición social, así como de sus privilegios personales y locales. La convicción
de que eran deberes del monarca regir el reino conforme a Derecho y respetar
el ordenamiento jurídico de los súbditos fue evolucionando hasta concretarse
en la interpretación de que el poder del rey se fundamentaba en el compromi-
so que aceptaba, al ser investido con la potestad real, de cumplir las leyes y
costumbres del reino mientras que el pueblo, por su parte, se comprometía a
guardar al monarca fidelidad y acatamiento al entenderse que el poder real
encontraba su fundamento en dicho compromiso o pacto entre el rey y el pue-
blo. Así, en la Baja Edad Media se extendió la idea de que el poder del prínci-
pe encontraba su fundamento en un compromiso entre el monarca y el pueblo,
siendo el respeto al derecho de los súbditos la condición misma de la sujeción
de los súbditos.
De acuerdo con esta idea de monarquía pactista, la sujeción de los súbditos
al poder real supeditaba al monarca al acatamiento de las leyes del reino y daba
la posibilidad al pueblo de resistirse a los mandatos de un rey que los incum-
pliera. Asimismo, las decisiones del rey contrarias a tal ordenamiento consti-
tuían una violación del mismo en tanto que la función que justificaba su poder
real en última instancia era la conservación y respeto a ese derecho. De igual
manera, los derechos individuales de los súbditos llegaban a vincular al prín-
cipe, cuya actuación se veía limitada de hecho a ellos, tanto en la esfera legis-
lativa, como en la judicial o en la gubernativa. En virtud de lo anterior, los
súbditos gozaban de un patrimonio jurídico en España y en Europa, al no es-
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 37
Y para que no cayera en el olvido lo mandaron poner los reyes por escrito en
sus privilegios, para que los otros que reinasen después de ellos y estuviesen
en su lugar quedasen obligados a guardar aquello y a llevarlo adelante, confir-
mándolo por sus privilegios.6
La sociedad medieval hispánica fue una abstracción histórica formada por múl-
tiples realidades diferentes entre sí y caracterizada por la heterogeneidad po-
lítica de sus reinos, según la cual a tenor de la reconquista se diferenciaron tres
grandes ámbitos geopolíticos que alojaron tres comunidades distintas consti-
tuidas a partir de la invasión musulmana. En el noroeste y el centro peninsu-
lar se ubicó el reino Astur-leonés, luego reino de León y Castilla y, finalmen-
te, reino de Castilla que, tras el surgimiento de Portugal, se configuraría como
ente dominante. En el nordeste se formó Aragón, primero y transitoriamente
con Navarra y después con Cataluña, dando base a la formación en el siglo XII,
de la Corona de Aragón, formada por la anexión a los territorios anteriores de
los reinos de Valencia, Mallorca, ciertas tierras del sur de Francia y, posterior-
mente, Cerdeña, Sicilia y Nápoles. Al sur quedó Andalucía, ocupada por los
musulmanes, que a lo largo de la Edad Media fue reduciéndose progresivamen-
te por la incorporación al ámbito cristiano, en el siglo XIII, de Sevilla, Jaén y
Córdoba. En estas zonas se dio una diversa y contrapuesta constitución polí-
tica y social, en tanto que Castilla asumió una estructura geocrática y domina-
dora, y Aragón se configuró como estructura federal.
6
Fuero de Nájera, 1332.
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7
Utilizamos el término Estado con todas las reservas, objeciones y matices que cabe adop-
tar para su empleo antes de la Edad Moderna.
8
Dejando al margen otros poderes como el señorial y el de la Iglesia, que en la Edad Media
discurren paralelos al poder real.
9
Con carácter general, todos los reinos contaban en su ordenamiento jurídico con unas le-
yes consideradas fundamentales que el rey no podía quebrantar. Entre éstas se consideraba in-
cluido el respeto a la propiedad privada, las leyes de sucesión al trono, la individualidad del reino,
las facultades privativas del rey a las que nunca podía renunciar ni ceder, el respeto a la religión,
no imponer nuevos tributos sin autorización de las Cortes, etcétera.
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10
En las Cortes de Briviesca de 1371 se estableció que cuando el rey (o sus oficiales) dicta-
ran una norma lesiva a los derechos del individuo o del reino en general, dicha norma se acata-
ba pero no se cumplía, siendo dejada en suspenso. Aunque la interpretación de este principio
fuera diferente en los distintos reinos, en todos fue aplicado como una cláusula de garantía
genérica de los derechos de los súbditos y como una limitación del poder legislativo del monarca.
11
La pesquisa era un procedimiento extraordinario utilizado en Castilla en la Edad Media,
consistente en la designación de oficio de uno o varios pesquisidores con el encargo de investi-
gar la conducta de un determinado funcionario. Cuando un oficial real abusaba de su cargo, el
perjudicado se podía quejar al rey para que ordenara una pesquisa sobre el funcionario causante
del perjuicio. En la segunda mitad del siglo XIII, incluso sin necesidad de solicitud previa, el rey
enviaba a sus territorios jueces reales para que se informaran mediante pesquisas, o simples inda-
gaciones sobre la manera en que los oficiales desempeñaban sus cargos respectivos. Este proce-
dimiento coexistió con los de la residencia y la visita. En las Cortes de Toro de 1371 se prescri-
bió que el rey designara hombres buenos para que fiscalizaran la actuación de los Adelantados, los
Merinos y los Alcaldes. Estaban obligados a dar cuenta anualmente al rey del resultado de sus
averiguaciones y tenían la facultad de sancionar a los oficiales que encontraran culpables.
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12
En las provincias vascongadas (también en Navarra) se exigía que para que una disposi-
ción real tuviera vigencia en estos territorios debía recibir el pase foral o visto bueno por parte
de la respectiva Diputación. Este mecanismo, al igual que la cláusula obedézcase, pero no se
cumpla, tenía efectos suspensivos, ya que los vizcaínos tenían por fuero que cualquiera carta o
provisión real que se mandase dar contra las leyes fundamentales del reino, directa o indirecta-
mente, sería obedecida y no cumplida.
13
El significado de este texto es la confirmación, en 1284, de Pedro III de las costumbres que
desde antiguo eran usadas en Barcelona. Al núcleo originario se añaden nuevas concesiones
relativas a la libertad económica y fiscal que se reconoce a los habitantes de la ciudad de Bar-
celona, para que pudieran desempeñar una actividad mercantil libre de las trabas feudales.
Aunque originariamente estas costumbres que se reconocieron a los prohombres de Barcelona,
su vigencia no se limitó a la ciudad condal, sino que se extendió a otras localidades.
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14
En virtud de este privilegio, en 1332 las tierras que poseía la Cofradía de Arriaga (agru-
pación de hidalgos del Señorío de Álava) pasaron a ser tierras realengas de la Corona de Castilla,
en las que se aplicaría el derecho y la organización judicial castellana (el Fuero Real) a cambio
de que se les respetasen sus derechos y de una serie de exenciones de impuestos.
15
Texto elaborado en 1373 a instancia de Fernán Pérez de Ayala (señor de la tierra de Ayala),
en el que se recoge el derecho consuetudinario de los habitantes de la comarca alavesa de Ayala.
16
Así lo reflejan los cánones de los Concilios toledanos y San Isidoro de Sevilla (en sus
Etimologías), completó e incorporó a su constitución el principio jurídico-moral contenido en
el viejo proverbio de Horacio: “rey serás si obras rectamente. Si no obras rectamente no lo se-
rás”.
17
Véase A. García-Gallo, “El Fuero de León. Su historia, textos y redacciones”, en Anua-
rio de Historia del Derecho Español —en adelante AHDE—, núm. 39, 1969, pp. 5-172; L.
Vázquez de Parga, “El Fuero de León”, en AHDE, núm. 15, 1944, pp. 464-498.
18
Colección de Fueros municipales y cartas pueblas de los reinos de Castilla, León, Coro-
na de Aragón y Navarra, coordinada y anotada por T. Muñoz y Romero. Madrid, 1947, pp. 334
y ss.
19
Ibid., pp. 360 y ss.
44 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
20
Aunque en realidad los acuerdos de León son anteriores y contienen una batería más com-
pleta de derechos civiles y políticos, no alcanzaron continuidad y permanencia en el ordenamien-
to jurídico castellano, mientras que los derechos conferidos por la Carta Magna inglesa fueron
confirmados por normas posteriores, adquiriendo una consistencia institucional.
21
Partidas III, 22; IV, 22; IV, 28, y VII, 31, 1.
22
Partidas I, 6, 51.
23
Partidas II, 31, 2; V, 10.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 45
hombres no sean apresados sin ser demandados y oídos según sus fueros. Y el
de las Cortes de Valladolid de 1322, que reconocía y proclamaba el respeto a
la vida, a la libertad y a la propiedad de los hombres, reconociendo que éstos
sólo podían ser juzgados según derecho y por jueces competentes.
La limitación del poder real que imponía el pactismo se manifestó especial-
mente en la Corona de Aragón (y también en el reino de Navarra) donde, le-
jos de constituir un trasfondo o manifestaciones puntuales, fue una de las ba-
ses de la constitución política de estos reinos, ya desde el legendario fuero de
Sobrarbe. La concepción contractual de la monarquía estuvo allí más presen-
te y el poder de los reyes estuvo limitado no sólo por las normas morales im-
puestas por la Iglesia, sino también por el derecho y la costumbre del país que
protegían los intereses generales del pueblo. De ello resultó que desde sus
orígenes la monarquía aragonesa fuera más limitada que la castellana, pues el
poder de cada rey se fundamentó en la circunstancia de que al ser investido de
la potestad real se comprometía a cumplir las leyes del reino, y, como contra-
partida, el pueblo se obligaba a guardarle fidelidad. Se trataba de un pacto rex-
regnum (representado éste por la aristocracia) cada uno con independencia de
fueros. En Aragón el derecho implicaba el reconocimiento de los derechos de los
nobles, pero esta morfología permitió que las libertades se extendieran de la al-
ta nobleza a la baja nobleza (muy numerosa en dicho reino) y de ahí al pueblo
llano.
Una vez terminada la reconquista, las instituciones políticas se consolidaron
sobre los principios originarios de la libertad.24 Esta idea está plasmada en los
fueros de Jaca (1064) y Zaragoza (1115):
24
Aún en tiempos de Fernando “El Católico” el peso de las libertades aragonesas era tan claro
que Navarra fue anexionada a Castilla y no a Aragón, para evitar que los nuevos súbditos se
beneficiasen de aquella situación. No obstante, algunos derechos personales tuvieron dificul-
tad en Aragón, dado el más marcado feudalismo. Concretamente, el de libertad de movimien-
tos estuvo sometido a fuertes restricciones, debido al proceso de adscripción a la tierra (servi-
dumbre real) que los colonos experimentaron durante el siglo XII y que se tradujo en un control
mucho más completo sobre la movilidad campesina. El campesino no podía abandonar el pre-
dio sin permiso del señor titular del dominio eminente. Esta situación duró hasta la Sentencia
Arbitral de Guadalupe de 1486, que modificó el estatuto de libertad personal de los campesi-
nos al abolir los seis “malos usos” principales: intestia, exorquía, cugucia, arsina, ferma de espoli
y remensa. También se eliminaron el derecho a maltratar y otros diversos abusos.
46 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Me place de buen grado y no sólo por propia voluntad, sino también por amor,
que Zaragoza sea bien poblada y os doy y confirmo los buenos fueros que me
habéis pedido. Además os ordeno que si algún hombre os hiciere algún entuerto
en cualquier lugar de mis posesiones, vosotros mismos le toméis prendas y lo
castiguéis en Zaragoza y donde mejor podáis, hasta que os reintegréis en vues-
tro derecho, y que no esperéis en ello ninguna otra justicia. Y más aún, os man-
do que juréis todos estos fueros mediante los veinte mejores hombres que voso-
tros mismos eligierais entre vosotros, y que los mismos veinte de entre vosotros
que primero hubierais jurado, los hagáis jurar a todos los demás.25
Tudela (año 1119), Calatayud (1120), así como en los propios Usatges de
Barcelona (1086), texto considerado por algunos autores como el primer tex-
to europeo que establece limitaciones y combate la arbitrariedad de los gober-
nantes, al mismo tiempo que da garantías de los derechos.
También las Cortes en la Corona de Aragón (al igual que en Navarra) fue-
ron más efectivas y eficaces que en Castilla. Cada uno de los reinos que la com-
ponían tenía su propia asamblea de Cortes, que representaba al reino, y su
ámbito de acción se proyectó en lo fundamental a tres puntos: la concesión al
rey del subsidio económico extraordinario o servicio, al reparo de los agravios
cometidos por el monarca y sus funcionarios y a la intervención en la activi-
dad legislativa. Limitándonos al caso de Cataluña, la idea del pactismo jurídico
alcanzó la máxima expresión, siendo las Cortes de Barcelona, en representa-
ción del regnum (junto con el rey, cuya actuación quedaba fuertemente limi-
tada en este aspecto) el órgano encargado de la producción legislativa. Desde
1283 se dio allí el nombre de Constitucions a cualquier disposición resultante
de las propuestas del monarca aprobadas por las Cortes; Capitols de Cort a las
peticiones de los estamentos sancionadas por el monarca (que iban precedidas
de la fórmula protocolaria plau al senyor rey), y Actes de Cort a las disposicio-
nes del monarca dadas fuera de las Cortes. En general, se denominaba Procés
de Cort al conjunto de resoluciones aprobadas en las Cortes.
25
Privilegio tortum per tortum o privilegio de los veinte (puesto que eran los que tenían que
jurar y hacer jurar este privilegio) otorgado por Alfonso I “El Batallador” en 1119 a los pobla-
dores de Zaragoza. Por él se reconocía a los infanzones zaragozanos el derecho a un régimen
de defensa privada.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 47
26
Por ello, este texto es llamado la Carta Magna de Aragón.
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las causas en presencia y por orden de éste y que promulgaba las sentencias que
dicta la Curia, siendo entonces más un justicia del rey que un justicia del rei-
no. Fue a partir de las Cortes de Egea de 1265 cuando el Justicia Mayor se con-
virtió en un juez intermedio entre la jurisdicción real y los nobles, en un juez
de greuges (del recurso de agravios, que se planteaba ante las Cortes, pero que
éstas poco a poco fueron delegando en el Justicia; a partir del fuero de 1265
puede encontrarse cuándo se interponía contra actos del rey o de sus oficiales
un antecedente del recurso de amparo) y en una institución de extraordinaria
importancia en el régimen político de Aragón y en su sistema de garantía de los
derechos individuales. Pero el gran impulso del Justicia Mayor se produjo a
principios del siglo XV, en las Cortes de Maella de 1404, cuando se le recono-
cerá la jurisdicción para proceder en causas particulares de todo el reino, aun-
que sus sentencias podían ser apeladas ante el rey. En el reinado de Alfonso V
el Justicia quedó reconocido como una instancia superior de todos los jueces
ordinarios del reino y ante la que debían inhibirse incluso el vicecanciller y el
gobernador general. No obstante, existieron algunos mecanismos para contro-
lar la actuación del Justicia, como la responsabilidad que se le exigía por los
contrafueros que pudiera cometer, que podían acarrearle graves sanciones si el
hecho era de índole criminal, o satisfacción pecuniaria si el exceso era de ín-
dole civil, más la pérdida del oficio.
Las funciones atribuidas al Justicia Mayor dan contenido a los llamados
cinco “procesos” forales aragoneses, que son: 1) el proceso de firmas de de-
recho (consistente en la facultad del Justicia de tomar prendas en calidad de
fianzas, pero sin llevar implícita la decisión sobre el fondo del asunto. Supo-
nía, por su finalidad, un sistema de garantías jurisdiccionales de los derechos
individuales); 2) el proceso de manifestación (acción encaminada a garantizar
la integridad de los sujetos y de los bienes inmuebles involucrados en un pro-
ceso. Al producirse en el ámbito penal, equivalía a un verdadero hábeas cor-
pus); 3) el proceso de aprehensión (custodia de bienes inmuebles encamina-
da a mantener un orden determinado, en tanto se resolvía el tema principal);
4) el proceso de inventario (acto por el cual el Justicia se ocupaba de los bie-
nes muebles involucrados en un proceso), y 5) el proceso de emparamiento
(embargo de aquellos bienes que pudieran resultar afectados con alguna res-
ponsabilidad, y que el eventual deudor pudiera tratar de separar dolosamente
de su patrimonio para mantenerlos alejados del ámbito del acreedor). Todos
ellos estuvieron dirigidos a configurar sentencias interlocutorias (únicamente
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 49
27
Más que la exposición de un repertorio exhaustivo, se pretende mostrar una guía meto-
dológica aplicable a otros contextos.
28
Partidas, IV, 22.
50 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
29
Fuero de Cuenca, cap. 22. También Fuero de León, caps. 14 y 21.
30
Fuero de León, 1020.
31
Fuero de Logroño de 1095. La misma idea queda reproducida en Fuero de Laguardia de
1164, cap. 25, 5.
32
Decretos de la Curia de León de 1188.
33
Fueros de Madrid. La igualdad jurídica de los vecinos es un principio al que se tiende en
todos los estatutos locales y que triunfa sobre todo en los fueros municipales extensos, llegan-
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 51
Y donde quiera que puedan dentro del término, encontrar tierras yermas no
cultivadas, cultívenlas; y dondequiera que encuentren hierbas para pastar,
pástenlas; del mismo modo siéguenlas para hacer heno o para que pasten cua-
lesquiera animales; y donde encuentren aguas para regar tierras y viñas o para
mover molino o para huerto, donde las encuentren, cójanlas. Y donde encuen-
tren leña de monte para quemar o construir casa u otras necesidades, cójanla
sin inconveniente.
Y estos pobladores de Logroño tengan absoluta licencia para comprar he-
redades dondequiera que quisieren. Nadie les pida mortura, ni sayonía, ni ve-
reda; antes bien posean la tierra salva, libre e ingenua, y si tuvieren que ven-
derla, véndanla donde quisieren.34
35
Decretos de la Curia de León de 1188.
36
Los Decretos de la Curia de León de 1188. Ya el VI Concilio de Toledo del año 638 pro-
porcionó un primer texto referido a las garantías procesales: “XI. Que no se condene a ningu-
no sin acusador legal. Es justo que la vida de los inocentes no sea manchada por la malicia de
los acusadores y, por lo tanto, nadie que esté acusado por otro será entregado al suplicio hasta
que el acusador se presente y se examinen las normas de las leyes y de los cánones, y si se prue-
ba que es persona incapaz para acusar, no se admita la acusación, a no ser que se trate de cri-
men de lesa majestad”. En el VIII Concilio de Toledo del año 653 quedaría ya establecido que
nadie podía ser detenido, torturado, condenado a muerte o infamado si su culpabilidad no ha-
bía quedado claramente probada.
37
La intervención en el gobierno del reino se reserva sólo a los naturales, aunque de hecho
no tengan intervención en la vida pública más que los pertenecientes al estatus nobiliario, y de
ellos (salvo en Aragón), únicamente los pertenecientes a la alta nobleza y al alto clero, de ma-
nera que la mayor parte de la población quedaba al margen, salvo la intervención de los veci-
nos en el régimen municipal.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 53
No serán, por otra parte, estos derechos estamentales los únicos encua-
drables en una tipología “prehistórica” de los llamados derechos humanos.
Habría que alinear en el mismo plano a los llamados derechos y privilegios
concedidos a los francos, así como los privilegios reconocidos a entidades
jurídicas no individuales, tales como ciudades, gremios, universidades, perso-
nas, etcétera, que pudieron constituir reductos de privilegios en un momento
histórico determinado, en contradicción con los principios del Estado moder-
no. En todos los casos se trata de concesiones hechas a consecuencia de peti-
ciones y están, a menudo, ligadas al interés de los nobles y de los mercaderes,
pero, a veces, desde este planteamiento inicial acaban siendo favorables al
conjunto del pueblo.
38
Son fundamentalmente la sobrecarta y el pase foral.
39
Cortes de San Cucufate de 1419. En Cortes de Cataluña, XIII.
54 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
6. CONCLUSIÓN
7. GLOSARIO DE TÉRMINOS
8. BIBLIOGRAFÍA COMENTADA
1. INTRODUCCIÓN
Si bien los derechos humanos, como categoría jurídica, son producto del pen-
samiento moderno, hay que tener presente que los fundamentos de éste, en gran
parte, arrancan de la cultura clásica greco-latina y del universo religioso judeo-
cristiano. Esto no autoriza a proponer los versos áureos de Pitágoras o las
Tablas mosaicas como antecedentes de declaraciones de derechos naturales,1
pero sí a concebir la historia como un torrente vital animado por sucesiones
encadenadas de causas-efectos. Teóricamente no haría falta remontarse, por
1
Cf. Michel Villey, Le Droit et les droits de l´homme. París, 1989, p. 131. También John
Donelly, Universal human rights in theory and practice. Londres, 1989, pp. 49-65.
[61]
62 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
2
Sobre el carácter y naturaleza histórica de los derechos humanos sin que, por ello, quede
afectada su fundamentación ética en cuanto nivel de exigencias consideradas en cada momen-
to como imprescindibles para la vida humana, vid. Gregorio Peces-Barba, “Sobre el puesto de
la Historia en el concepto de los derechos fundamentales”, en Anuario de Derechos Humanos,
núm. 4, 1986-1987, pp. 219-158.
3
Para ésta y otras observaciones sobre la historia de los derechos humanos vid. Simone
Goyard-Fabre, “Los derechos del hombre: orígenes y prospectiva”, en Problemas actuales de
los derechos fundamentales, ed. de José María Sauca. Madrid, 1994, p. 24.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 63
2. HUMANISMO E ILUSTRACIÓN
4
Norberto Bobbio, El tiempo de los derechos. Madrid, 1991, pp. 14 y ss. También Adela
Mora Cañada, “Acerca de la evolución histórica de los derechos humanos”, en Problemas ac-
tuales..., op. cit., p. 53.
64 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
5
Vid. John Bernal, Science in History. Londres, 1954 (trad. al español Historia social de la
ciencia. Barcelona, 1967); Georges Gusdorf, Les origines des sciences humaines. París, 1967.
6
Vid. Ernst Cassirer, Filosofía de la Ilustración. México, FCE, 1950, p. 53. También W.
Dilthey, “El sistema natural de las Ciencias del Espíritu en el siglo XVII”, en Hombre y mundo
en los siglos XVI y XVII. México, 1947, pp. 101 y ss.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 65
ciales. Fueron los juristas burgueses los que proporcionaron al monarca el de-
recho común como armazón jurídico en el que descansa el Estado, y quienes,
actuando como consejeros e ideólogos del monarca, le dotaron de argumentos
con los que basar su independencia respecto a la preeminencia del Emperador,
a la vez que afianzar su poder frente a la díscola nobleza: “rex in regno suo est
imperator”.7
2o. En su lucha por ocupar las más altas instituciones del Estado, intentará
legitimar sus pretensiones bajo la forma de “derechos”. Así, reivindicará facul-
tades legislativas en las Asambleas o Cortes mediante el argumento de que lo
que atañe a todos debe ser aprobado por todos —“quod omnes tangit ab
omnibus aprobetur”, “nihil novum sine nobis”—, o de que la representación
del reino frente al rey la componen exclusivamente los tres estamentos. No hay
que olvidar que esta ideología pseudodemocrática aducida por los tres estamen-
tos para arrogarse la representación de todo el reino frente al rey sirvió de en-
cubrimiento ideológico para justificar los intereses de una mínima parte de la
población del reino (los tres estamentos) frente a la inmensa mayoría de cam-
pesinos, agricultores y artesanos cuyos intereses no sólo no estaban represen-
tados por el tercer estamento, sino que eran opuestos.8
3o. La burguesía centroeuropea, tras la reforma protestante y las luchas de
religión que quebraron el monopolio ideológico de la Iglesia católica (prohi-
bición del préstamo usurario y de determinadas prácticas económicas) aprove-
chó las posibilidades de acceso al poder político que ofrecía la secularización
del Estado. Sería ocioso insistir aquí en la estrecha relación entre ética protes-
tante y capitalismo. Baste recordar la tesis de Max Weber en su Protestantische
Ethic, según la cual en algunas sectas protestantes el deber cristiano de alcan-
zar éxito profesional y la consideración de éste como prueba de predestinación
y de gozar de la gracia de Dios contribuyó (que no originó) a estimular el es-
píritu capitalista. Como el uso de la riqueza con fines de ostentación y lujo
7
Vid. la excelente exposición del tema en Paul Koschaker, Europa y el derecho romano.
Madrid, 1955, pp. 143-190 y 263-265.
8
Vid. sobre este discurso ideológico en la historia española J. M. Pérez-Prendes, “Felipe II,
hombre de Estado”, en Anuario Jurídico Escurialense, 1985-1986, pp. 11 y ss. Javier Alvarado
Planas, De la ideología trifuncional a la separación de poderes. Madrid, 1993. También A.
Montoro Ballesteros, “Raíces medievales de la protección de los derechos humanos”, en Anuario
de Derechos Humanos, núm. 6, 1990, pp. 85-147.
66 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
9
Max Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Barcelona, 1969. A. Fanfani,
Catolicismo y protestantismo en la génesis del capitalismo. Madrid, 1953. La tesis ha tenido su
controversia; P. Besnard, Protestantisme et capitalisme. La controverse post-weberiana. París,
1970. Muy sugestiva la lectura de Bartolomé Clavero, Usura, del uso económico de la religión
en la historia. Madrid, 1984.
10
Sebastián Frank, Chronica. Zeubuch und Geschichtesbibel. Estrasburgo, 1585, p. 471.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 67
3. EL IUSNATURALISMO RACIONALISTA
Los derechos naturales del hombre podían ser accesibles a través de la razón.
La plena confianza en la razón humana para alcanzar cualquier conocimiento
era consecuencia de los espectaculares avances de la ciencia en el siglo XVII.
Los descubrimientos de Kepler, Galileo, Copérnico, Pascal, Newton, etcéte-
ra, parecían demostrar que todo fenómeno natural se producía de acuerdo a una
ley o razón previas. Por tanto, el hombre, el científico y el filósofo podían, a
través de la razón, descubrir tales leyes de la naturaleza. Es más, pensaban que
a través de la razón también podrían descubrirse leyes químicamente puras, un
derecho natural no contaminado por el derecho histórico o impuesto por el
Estado. La ingenuidad de creer que todo conocimiento social era susceptible
de reducirse a leyes físicas o matemáticas llevó a varios pensadores a exposi-
ciones sistemáticas de tales principios; así Leibnitz, Newton, etcétera. Spinoza
escribiría una “Ethica ordine geometrico demonstrata”.
La reacción humanista contra la escolástica medieval, basada en la rígida y
formalista lógica aristotélica, había supuesto la revalorización de la filosofía
de Platón y, concretamente, de su doctrina de las ideas: los derechos naturales
son conceptos abstractos, ideales y permanentes que se reflejan en el derecho
positivo. Especialmente sensible a esta recepción del platonismo fue el iusnatu-
ralismo racionalista protestante (por ejemplo Grocio, Pufenddorf o Wolff). En
este sentido dirá G. Peces-Barba:
ese carácter ideal y ahistórico? Parece que no, y la influencia que este hecho ha
tenido en la historia de los derechos fundamentales no ha sido secundaria.11
3.2. Iusnaturalismo
11
Gregorio Peces-Barba, Tránsito a la modernidad y derechos fundamentales. Madrid, 1992,
p. 69.
12
Para M. Villey los derechos humanos, más que una consecuencia de la secularización del
pensamiento son, en buena medida, producto de la teología cristiana, pero no de la oficial, sino
de sus desviaciones, op. cit., p. 131. Sobre la contribución del protestantismo al mundo moderno
vid. E. Troeltsch, El protestantismo y el mundo moderno. México, 1951. Joseph Lortz, Histo-
ria de la reforma. Madrid, 1963. 2 vols. Ruggiero Romano y Alberto Tenenti, Los fundamen-
tos del mundo moderno. Madrid, 1983, pp. 226 y ss.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 69
13
Vid. G. Burdeau, Traité de Science Politique. París, Librairie Générale de Droit et
Jurisprudence, t. IV, 1969, p. 51.
70 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
3.4. Individualismo
14
Al considerar el poder como derecho privado del gobernante, Grocio dio un paso atrás
respecto a Bodino y Suárez, especialmente respecto a este último “el contraste le es, en conjunto,
desfavorable... porque posponiendo el carácter institucional del Estado, llega al punto de ani-
quilar” la naturaleza jurídico-pública de su función (P. Merêa, Suárez, Grocio, Hobbes. Coimbra,
1941, p. 38. Vid. sobre el particular R. Labrousse, “Il problema de la originalità di Grozio”, en
Rivista Internazional di Filosofia del Diritto, Serie II. Roma, 1952, pp. 1-20.
15
Vid. al respecto Giuseppe Salvioli, El derecho civil y el proletariado, ed. de B. Clavero.
Sevilla, 1979, p. 52. También Michael E. Tigar y Madelaine R. Levy, El derecho y el ascenso
del capitalismo. México, 1978, pp. 215-236.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 71
Dado que el derecho natural está privado de coactividad mientras no sea res-
paldado por el Estado y que no hay más derecho que el emanado de la volun-
tad del legislador, autores como Thomasio, Hobbes o Kant se plantean la
positivación de los derechos naturales. Pero entiéndase bien, siguen siendo
derechos preexistentes, cuya validez deviene de su racionalidad, que sólo pre-
tenden alcanzar el reconocimiento del Estado. No se llega a la consecuencia
última de la idea, esto es, a la afirmación de que no existen otros fundamen-
tos del derecho natural más que el de su positivación.
El desarrollo de la idea es consecuencia de la secularización del derecho: la
validez de los derechos naturales no depende (únicamente) de su sintonía con
la ley de Dios o la razón, sino de su reconocimiento por parte del Estado. Ahora
bien, ¿qué derechos han de ser positivados? El problema que plantea la pregun-
ta versa sobre la distinción o separación entre derecho y moral.16 Como no todas
las normas morales o religiosas pueden alcanzar la juridicidad (hay que respetar
la tolerancia religiosa y el libre examen) y hay que distinguir lo iustum de lo
honestum.
Máximos exponentes de este proceso son las primeras declaraciones de
derechos: Bill of Rigths de Virginia (12 de junio de 1776), la Declaration of
Independence norteamericana (4 de julio de 1776) y la Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano (aprobada por la Asamblea Nacional
el 26 de agosto de 1789) y luego recogida en la Constitución francesa del 3 de
septiembre de 1791.
16
Excelente desarrollo del problema en G. Peces-Barba, op. cit., pp. 199-214.
72 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
17
Además de otros autores cuyo pensamiento se ha dado en denominar tardoescolástico o
segunda escolástica. Sobre ello vid. Hans Thieme, “La significación de la escolástica tardía
española para la historia del derecho natural y del derecho privado”, en Anuario de la Asocia-
ción Francisco de Vitoria, 17 (1969-1970). E. Reibstein, Hohannes Althusius als Fartsetzer der
Schule von Salamanca. Karlsruhe, 1955. P. Walter, Recht und Gerechtigkeit in der spanischen
Spätscholatik. Colonia, 1953. J. Soder, Francisco Suárez und das Völkerrechts. Francfort del
Meno, 1973. En los Quaderni Fiorentini el monográfico “La seconda scolastica nella formazione
del diritto provato moderno”, Incontro di Studio. Florencia, 16-19 octubre, 1972; Atti a cura di
Paolo Grossi, Milán, 1973.
18
De las diferentes obras contenidas en el Corpus Hispanorum de Pace, además de las cita-
das en la nota siguiente, cabe reseñar la selección de documentos de autores de la Escuela de
Salamanca contenidos en el vol. 27, Carta Magna de los Indios. Madrid, 1988. Alfonso Ma.
Mora, La conquista española juzgada jurídica y sociologicamente. Buenos Aires, 1944. Lewis
Hanke, La lucha española por la justicia en la conquista de América. Madrid, Aguilar, 1959.
Silvio Zavala, Por la senda hispana de la libertad. México, FCE, 1991. José Manuel Pérez-
Prendes, La monarquía indiana y el Estado de Derecho. Valencia, Asociación Francisco López
de Gómara, 1989. Mauricio Beuchot, Los fundamentos de los derechos humanos en Bartolo-
mé de las Casas. Barcelona, Anthropos, 1994. Quintín Aldea Vaquero, El indio peruano y la de-
fensa de sus derechos. Madrid/Lima, CSIC/Universidad Católica del Perú, 1993. Luciano
Pereña, La idea de justicia en la conquista de América. Madrid, Mapfre, 1992.
19
Especialmente de Luciano Pereña, Derechos y deberes entre indios y españoles en el Nuevo
Mundo. Salamanca, Cátedra V Centenario, 1992. Es una sistematización de derechos, con tra-
ducción al inglés, sobre la base de las obras de Vitoria, De Iustitia, ed. de Beltrán de Heredia.
Madrid, 1934, y las Relecciones, en ed. bilingüe latín-castellano, contenidas en el Corpus
Hispanorum de Pace, vols. 5 y 6 (en adelante CHP). Madrid, 1967 y 1981, respectivamente. La
obra De Regia Potestate de Bartolomé de Las Casas ha sido sistematizada por el citado Pereña
en un apéndice a dicha edición, CHP, vol. 8. Madrid, 1984, pp. 325-335. Otra sistematización,
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 73
—Por derecho natural todos los hombres nacen igualmente libres (De ius-
titia I, 77, CHP 8, 50 a 52).
—En uso de esa libertad los hombres se constituyen en comunidades y libre-
mente eligen a sus propios gobernantes (CHP 5, 59 y CHP 8, 50 a 52 y 141).
—El poder de los gobernantes se dirige exclusivamente al interés del pue-
blo sin perjudicar en nada a su libertad (CHP 8, 49).
—Todo hombre tiene derecho a la vida y a la integridad física y psíquica (De
iustitia I, 109-110, 125-127).
—Todo hombre, sin distinción de raza, religión o cultura, tiene derecho a
la propiedad (CHP 8, 20 a 22).
—Nadie puede ser condenado sin haber sido oído y siempre por la autori-
dad pública y de acuerdo a la ley (De iustitia I, 284).
—Todo hombre tiene derecho a la fama, al honor y a su dignidad personal
(De iustitia 110).
—Nadie puede ser coaccionado a abrazar otra religión ni ser castigado por
no hacerlo (CHP 5, 118-129).
—Los pueblos indios son repúblicas soberanas y no están propiamente su-
bordinadas a España ni forman parte de ella (CHP 5, 113-140).
—Por derecho de gentes todos los hombres, indios o españoles, tienen igual
derecho a la comunicación o al intercambio de bienes y servicios sin más
limitación que el derecho natural (CHP 5, 77-78).
—Todo hombre tiene derecho a la libertad de movimientos y domiciliación
en tierra extranjera con tal de que respete a los naturales del país (CHP
5, 77).
más estrictamente jurídica, de las aportaciones del padre Vitoria a la Doctrina española de los
derechos humanos, la realiza José Manuel Pérez-Prendes, “La doctrina española de los derechos
humanos. Primer borrador”, en Mar Océana, núm. 1. Madrid, 1994, pp. 19-37.
20
Se han tomado de la sistematización efectuada por Pereña. Se citan con indicación de la
obra y la página. A. Pagden ha advertido sobre el exceso metodológico de sacar de contexto
histórico el pensamiento de Vitoria y la Escuela de Salamanca; eran teólogos tomistas forma-
dos en rígidas estructuras mentales y no modernos filósofos del derecho. Eso no disminuye el
mérito de ser verdaderos adelantados o precursores de su época; vid. La caída del hombre na-
tural. Madrid, 1988, p. 17.
74 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
a) Derechos personales:
—Los indios son “personas libres y vasallos” de la corona igual que los
españoles (LN 7).
—Por “causa de guerra ni otra alguna (ni guerra justa o para evangelizarles),
aunque sea so titulo de rrevelion ni por rescate ni de otra manera, no se
pueda hazer esclavo yndios alguno, y queremos que sean tratados como
vasallos nuestros de la corona de Castilla, pues lo son” (RLI 6, 3, 1 del
año 1526; LN 20).
—Se prohíbe “dar palo ni azote” ni insultar al indio (LB 24).
—“Que los yndios e yndias tengan entera libertad para se casar con quien
quisieren asi con yndios como con naturales destas partes” (RLI 6, 9, 18).
—“Que los indios tengan libertad de testar en sus disposiciones” (RLI 6,
1, 32).
—Que ninguna autoridad eclesiástica o secular “se atreva a abrir ni detener
pliegos y despachos ni impida a ningún género de personas la recíproca
y secreta correspondencia” (RLI 3, 16, 622).
—Respeto al derecho de propiedad de los indios (RLI 4, 12, 6-17 y 18).
—Libertad de comercio y contratación; “que los indios puedan libremente
comerciar sus frutos y mantenimientos” (RLI 6, 1, 12).
21
Para las Leyes de Burgos (en adelante LB) y Leyes Nuevas (en adelante LN) sigo la edi-
ción de Francisco Morales Padrón, Teoría y leyes de la Conquista. Madrid, 1979. La Recopi-
lación de Leyes de Indias (en adelante RLI) de 1680, por el facsímil ed. por Ediciones de Cul-
tura Hispánica. Madrid, 1973, 4 vols.
22
Carlos I pretendía con ello que sus vasallos americanos pudieran denunciar con libertad
y sin temor a represalias los excesos de las autoridades.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 75
b) Derechos laborales:
—“Todos los obreros trabajarán ocho horas al día, cuatro por la mañana y
cuatro por la tarde [...] que los sábados por la tarde se alce de obra una
hora antes para que se paguen los jornales” (RLI 6, 6, 2).
—“Que los indios no puedan ser condenados a servicio personal de par-
ticulares” (RLI 6, 12, 5).
—“Que los indios no puedan ser cargados contra su voluntad” (RLI 6, 12, 6).
—“Ninguna mujer preñada despues que pasare de cuatro meses, no la en-
vien a las minas ni hacer montones y se sirvan dellas en las cosas de por
casa que son de poco trabajo, asi como hacer pan y guisar” hasta que el
niño tenga tres años para que “la criatura no reciba perjuicio” (LB 18).
—Que ningún indio libre sea llevado a las pesquerías de perlas “contra su
voluntad, so pena de muerte” y si hay riesgo para la vida “cesse la pesqueria
de las dichas perlas, porque estimamos en mucho mas la conservaçion de
sus vidas, que el ynteresse que nos puede venir de las perlas” (LN 24).
—Exención tributaria de las indias y los menores. Exención de los hombres
mientras estuvieran enfermos. En todo caso tributarán menos que antes
de venir los españoles (RLI 6, 16, 17 y 6, 5, 21).
—En los pleitos entre o con indios no “se hagan proçessos ordinarios ni aya
alargas, como suele acontesçer por la malicia de algunos abogados y pro-
curadores, sino que sumariamente sean determinados” (LN 19= RLI 2,
15, 83).
—Que dichos pleitos de indios se realicen “guardando sus usos y costum-
bres no siendo claramente injustos” (LN 19= RLI 2, 1, 4).
—Derecho a recurrir los actos administrativos; “que las personas agravia-
das de cualesquier autos o determinaciones que proveyeran o ordenasen
los Virreyes o Presidentes, por vía de gobierno, puedan apelar a nuestras
Audiencias” (RLI 2, 15, 35) y lo mismo para el resto de autoridades in-
dianas (RLI 2, 15, 68).
—Separación de funciones; se prohíbe a las Audiencias interferir en asun-
tos de gobierno (RLI 3, 3, 34) y a las autoridades gubernativas entrome-
terse en asuntos judiciales (RLI 5, 9, 1).
76 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Hay que destacar que la mayor parte de los iusnaturalistas racionalistas perte-
necieron al protestantismo, aunque también es cierto que estaban vinculados
no a las Iglesias mayoritarias luteranas o calvinistas, sino a las diversas sectas
que habían ido más allá del discurso intolerante y formalista inicial. “Lo que
hay de moderno en la Reforma —dirá Norberto Bobbio— no es la reforma
considerada en sí misma, sino todos los movimientos menores de libres pen-
sadores, de humanistas cristianos, de racionalistas, de defensores de una reli-
gión natural, que se originan en las grandes corrientes de la Reforma”.25
23
Aun así, el trabajo de Woodrow Borah, El Juzgado General de Indios en la Nueva Espa-
ña (México, FCE, 1985), pone de manifiesto la enorme actividad litigiosa de los indios contra
los españoles.
24
Desde la Universidad de Salamanca se difundirán las ideas de Vitoria y sus discípulos,
como Luis de Molina o Pedro Simôes, en la Universidad de Evora; los jesuitas Francisco de
Toledo, Francisco Suárez y Juan de Salas, en el Colegio de Roma (después Universidad
Gregoriana); Juan Maldonado en La Sorbona de París; Gregorio de Valencia, en Alemania
(Dilinga e Ingolstadt); Leonardo Lessio, en la Universidad de Lovaina, etcétera. Vid. José
Barrientos, “Cauces de influencia en Europa”, en Francisco de Vitoria y la Escuela de Sala-
manca. La ética en la Conquista de América, CHP 25. Madrid, CSIC, 1984, pp. 457-495.
25
Norberto Bobbio, Il Diritto Naturale del secolo XVIII, G. Giappichelli. Turín, 1947, p. 4.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 77
[...] no sólo incluía en su doctrina una condena de la resistencia, sino que ca-
recía de toda inclinación al liberalismo, el constitucionalismo o los principios
representativos. Donde tuvo el campo libre se convirtió en una teocracia, una
especie de oligarquía mantenida por una alianza del clero y la nobleza de se-
gundo orden, de la que estaba excluida la masa del pueblo y que, en general,
fue antiliberal, opresora y reaccionaria.26
26
George Sabine, Historia de la teoría política. Madrid, 1983, p. 271 (trad. del original A
History of Political Theory. Nueva York, 1937).
27
G. Sabine, op. cit., p. 273.
28
Vid. E. Doumergue, “Los orígenes históricos de la Declaración de Derechos del Hombre
y del Ciudadano”, en Anuario de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la Univer-
sidad Complutense, núm. 2, 1983, pp. 147-201 (trad. de la Revue du Droit Public et de Science
Politique en Frances et à l´étranger, t. XXI. París, 1944, pp. 673-733), sobre las corrientes
calvinistas francesa (Theodore de Bèze, Hotman, Duplessis-Mornay y especialmente Jurieu),
el calvinismo inglés (Buchanan) y americano (Roger Williams). Sobre una posible influencia
de los sermones de Jurieu —“los hombres son naturalmente libres e independientes los unos de
los otros”— y la Declaración de Derechos francesa de 1789, vid. p. 167.
78 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
29
Al ser llamados los burgueses por primera vez a la Curia Regia, estas Cortes de 1188 pueden
ser consideradas las primeras de Europa. También este texto ha sido objeto de mitificación,
incluso en el siglo pasado; Wentwort Webster, “Influencia de los fueros pirenaicos en la Cons-
titución inglesa”, en Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, tt. VII (1883), pp. 357-360,
y VIII (1931), pp. 548-551 (traducido de Les Loisirs dún étranger au Pays Basque, Chalons,
1901). Seguido por E. Dopsch, “Motive der Freiheitsgarantien für Person und Eigentum im
Mittelalter”, en Archiv für Kulturgeschichte, t. XXVI, 1935, pp. 11-18. Compara la Magna Carta
Inglesa y Leonesa Román Riaza, “Los orígenes españoles de las Declaraciones de derechos”,
en Anales de la Universidad de Madrid, Sección de Letras, 1936, pp. 1-17. También Rafael
Altamira, “La Magna Carta y las libertades medievales en España”, en Revista de Ciencias
Jurídicas y Sociales, núm. 2, 1918, pp. 151-163.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 79
30
Bibliografía básica al respecto: Gilman Ostrander, The Rights of Man in America 1606-
1861. Columbia, Universidad de Missouri, 1969. Bernard Baylyn, The Ideological Origins of
the American Revolution. Cambridge-Massachusetts, Universidad de Harvard, 1969. B. F.
Wright, American Interpretations of Natural Law. Cambridge-Massachusetts, Universidad de
Harvard, 1931. Giulio Bruni Roccia, La Dottrina del Diritto Naturale in America. Milán,
Giuffrè, 1950.
31
Génesis 17. Vid. J. A. Ortega y Medina, La evangelización puritana en Norteamérica.
México, FCE, 1976.
80 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
mayor presión fiscal exigida por la metrópoli a las colonias para paliar los gas-
tos de sus guerras, la reivindicación de cierto grado de autonomía administra-
tiva por parte de las colonias, el reconocimiento de derechos que las leyes
inglesas concedían a todos sus súbditos aunque no estuvieran representados en
el Parlamento, etcétera. Lo cierto es que la revolución tuvo unos caracteres
peculiares; no fue el fruto de una elaboración ideológica teórica y sistematizada
en obras de políticos y filósofos revolucionarios. Se discute todavía la efecti-
va influencia del iusnaturalismo europeo en los hombres que llevaron a la prác-
tica los textos constitucionales norteamericanos. Conocemos que uno de los
pocos filósofos americanos cuyas obras influyeron en ese sentido, J. Wise
(1625-1725), era seguidor de las ideas de Puffendorf. También resulta paten-
te la influencia de Locke en la Declaración de Independencia redactada fun-
damentalmente por Jefferson (1743-1826); existencia de una libertad natural
originaria, unos derechos innatos —inherent rights—, derecho a la propiedad,
a la felicidad y a la seguridad, separación de poderes, función del Estado en la
garantía de esos derechos, derecho a la rebelión en caso de abuso del poder,
etcétera.
Las primeras declaraciones de derechos en Norteamérica fueron precedidas
de una serie de textos legales en los que se evidencia la tradición reivindicato-
ria de principios jurídicos de las colonias americanas frente a la metrópoli. Las
más importantes fueron las siguientes:
Cuerpo de Libertades de la Bahía de Massachusetts (1641): contiene dis-
posiciones limitativas del poder del gobernador y de los magistrados represen-
tantes de los intereses metropolitanos frente a la colonia. Por supuesto que las
reivindicaciones se plantean sin objetar la autoridad de Inglaterra, es más, su
contenido iusnaturalista prolonga los principios de la Carta Magna y del
Common Law, aunque insuflados de puritanismo. Se recoge de manera inequí-
voca la reivindicación de positivizar los derechos naturales: “proclamamos que
deben ser considerados como leyes y no podrán imponerse penas que los in-
flijan o incumplan”.
Acta de tolerancia de Maryland (1669-1670): se positiviza el principio de
tolerancia religiosa. No obstante, hay que tener en cuenta que ello afecta sólo
a las sectas cristianas y no a otras confesiones religiosas.
Normas fundamentales de Carolina (1669-1670): de su texto se colige la
recepción de las filosofías de Locke. Se concibe a la colonia como una comu-
nidad que ya ha establecido un pacto por cuya virtud se han de respetar unos
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 81
32
Vid. R. Asis Roig, “El modelo americano de derechos fundamentales”, en Anuario de
Derechos Humanos, núm. 6. Madrid, Universidad Complutense, 1990, p. 52.
82 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
33
Vid. J. Godechot, La Grande Nation. París, 1957, 2 vols., sobre la expansión de la Revo-
lución francesa a Europa entre 1789 y 1799.
34
Para Taylor fue una revolución más política y jurídica que social, dado que los recursos
económicos estaban muy repartidos entre la aristocracia y la burguesía; vid. “Non-capitalist
Wealth and the Origins of the French Revolution”, en American Historical Review, 62 (1967),
pp. 469-496. William Doyle opina que predominaron los elementos intelectuales e ideológicos
sobre los económicos, The Oxford History of the French Revolution. Oxford, 1989. Para Simon
Schana no había una incapacidad estructural del Antiguo Régimen para asumir las reformas
84 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
políticas, por lo que la negativa de la nobleza y del monarca demuestra que más que revolución
hubo un suicidio del sistema político, Citizens: A Chronicle of the French Revolution. Londres,
1989.
35
Nobleza e Iglesia poseían 25% de las tierras cultivables. Ante la insolvencia de la noble-
za, endeudada con financieros privados e imposibilitada para disponer de sus tierras, varios
Decretos desde 1789 a 1880 ofrecieron a los colonos arrendatarios el rescate o redención de la
propiedad del suelo. Ante la incapacidad de hacerlo, los terrenos fueron adquiridos en subasta
pública por la burguesía, que ya poseía 30%; M. E. Tigar y M. R. Levy, El derecho y el ascen-
so del capitalismo, op. cit., pp. 226-227.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 85
dado que no existen otros derechos que los reconocidos por la ley.36 El iusna-
turalismo de la Declaración está, por tanto, más cerca de Locke o de Wolff que
de Rousseau. Ello se refleja en su mismo enunciado, que distingue entre dere-
chos del hombre (en el estado de naturaleza) y derechos del ciudadano (derechos
reconocidos tras el contrato social).37
La Declaración de Derechos y Deberes del Hombre y del Ciudadano, apro-
bada el 26 de agosto de 1789 por la Asamblea Nacional, proclamaba, entre otros
derechos o principios, los siguientes:
36
En este sentido, vid. Jean Rivero, Les libertés publique. I: Les Droits de l´homme. París,
1974, p. 52.
37
Suelen situarse en la Ecole du droit de la nature et de gens, iniciada por Grocio y seguida
por Pufendorf, los antecedentes del iusnaturalismo revolucionario francés. Goyard-Fabre opi-
na que los redactores franceses no se fijaron en Grocio, para quien el concepto droit posee un
valor más ético que jurídico (op. cit., p. 29). Pero Locke tampoco es la fuente de la declaración
francesa de derechos y deberes, pues para este autor la libertad y la igualdad no son los mismos
conceptos que en los constitucionalistas franceses. Ciertamente, para Locke los hombres son,
por derecho natural, igualmente capaces de ser libres, pero cada uno ejerce esa capacidad de
manera distinta, lo que viene a justificar la desigualdad social y jurídica. Su liberalismo no es
igualitario, sino aristocrático, puesto que, en definitiva, supone que sólo los ilustrados son más
libres. Para Goyard-Fabre la fuente filosófica del texto francés es Wolff (1679-1754) a través
de Diderot, Grimm, Voltaire y demás enciclopedistas. A la obsesión de Wolff por reducir el
iusnaturalismo a categorías conceptuales sencillas, sistemáticas y populares debemos la enor-
me difusión e interés por la filosofía en la segunda mitad del siglo XVIII. Vid. M. Thomann,
“Influence du philosophe-juriste allemand Christian Wolff sur l´Enciclopédie et le pensée
politique et juridique du XVIII siècle français”, en Archives de Philosophie du Droit, IX. Pa-
rís, 1964, pp. 153-174.
86 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
38
Vid. Jean Morange, Droits de l´homme et libertés publiques. París, Presse U. de France,
1989, pp. 29-30.
39
J. Godechot, op. cit., p. 36.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 87
40
Vid. Jacques Robert, Libertés publique et droits de l´homme. París, 1988, p. 35. También
G. del Vecchio, La Déclaration des Droits de l´Homme et du Citoyen dans la Revolution
française, ed. Nagard-Rome, 1979, p. 14.
41
Sobre el tema, vid. en Annales historiques de la Révolution française, 231 (1978), el
trabajo de J. Godechot, “L´expansion de la Déclaration des droits de l´homme de 1789 dans
le monde”, pp. 201-213. En la misma revista, 262 (1985), de J-P. Allinne, “La Déclaration des
Droits de l´homme et les aspirations libérales en Europe: le témoignage de la presse”, pp.
426-446.
42
Jellinek publicó en 1895 su Die Erklärung der menchen und Bürgerrechte, que fue tradu-
cida al inglés en 1901, al francés en 1902 y al español en 1908 por Adolfo Posada, La Decla-
ración de Derechos del Hombre y del Ciudadano. Madrid, Victoriano Suárez, 1908. E. Boutmy,
director de l´Ecole Libre des Sciences Politiques, replicó con “La Déclaration des Droits de
l´Homme et du Citoyen et M. Jellinek”, en Annales de Science Politique, julio, 1902, pp. 415-
443. La dúplica de Jellinek fue inmediata (trad. por Posada, op. cit., pp. 201-228). E. Doumergue,
profesor de la Facultad de Teología Protestante de Montauban, se unió a la polémica para pro-
bar las influencias protestantes de dichas declaraciones de derechos; “Les origines historiques
de la Déclaration des Droits de l´Homme et du Citoyen”, en Revue du Droit Public et de la
Science Politique en France et à l´Etranger, t. XXI. París, 1904, pp. 673-733. En el Anuario
88 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
43
Vid., al respecto, Goyard-Fabre, op. cit., y Bartolomé Clavero, Institución histórica del
derecho. Madrid, 1992, pp. 74-98.
44
Sobre el desarrollo del poder judicial (y del derecho administrativo) receloso de las iner-
cias feudales de las cámaras legislativas francesas vid. Eduardo García de Enterría, Revolución
francesa y administración contemporánea. Madrid, 1972.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 91
45
Francisco Tomás y Valiente, Códigos y Constituciones. 1808-1978. Madrid, 1989, p. 154.
46
Esta distinción reaccionaria entre liberalismo y democracia ya fue desarrollada por Ben-
jamín Constant en un discurso pronunciado en el Ateneo Real de París en 1818, “De la liberté
des anciens comparée à celle des modernes”, en Collection complète des ouvrages, vol. IV, parte
7. París, Béchet Libraire, 1820, p. 253. Vid. sobre la cuestión, Norberto Bobbio, Liberalismo e
democracia. Milán, 1985.
FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS
DE LOS DERECHOS HUMANOS*
[93]
94 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
parte de la reflexión filosófico-jurídica está hecha por juristas sin apenas for-
mación filosófica (Ihering es el mejor ejemplo) y filósofos y juristas se dan la
espalda porque los segundos desprecian, o pretenden despreciar, a los prime-
ros, a pesar de lo cual, las grandes líneas de pensamiento se aprecian a través,
incluso, de sus aplicaciones más erradas.
3. Tampoco es conveniente aislar las cuestiones filosófico-jurídicas de los
grandes debates y los movimientos sociales y políticos de cada época, pues
unos y otros están profundamente conectados. Ninguna cuestión realmente
importante (es decir, situada por encima de esa obsesión clasificatoria que
afecta a buena parte de nuestra academia) surge al margen de la realidad social;
incluso, las elaboraciones más fútiles y autorreferentes del conceptualismo del
XIX pueden ser explicadas en función de un contexto social.
4. Las explicaciones de tipo “técnico-jurídico” no se oponen a las “ideológi-
cas”. La ciencia y la técnica, recordemos a Habermas, tienen mucho de ideo-
logía.1 Por lo general, un modelo que se pretende exclusivamente jurídico, no
filosófico o ideológico, posee, además de su función explicativa y sistemática,
otra de tipo legitimador, dada en un plano más allá de lo técnico. En ciencias
humanas la objetividad es poco más que un deseo, lo que no significa que no
exista diferencia alguna entre las ideologías que los distintos modelos encierran.
EL IUSNATURALISMO CLÁSICO
1
Vid. J. Habermas, Ciencia y técnica como “ideología”. Trad. de M. Jiménez y M. Garri-
do. Madrid, Tecnos, 1984.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 95
comienzan a tratarse las cuestiones que nos ocuparán de un modo más o me-
nos cercano al actual, como después veremos.
A la vista de este planteamiento, es fácil imaginar que no existió, durante la
Edad Media, una estructura de pensamiento favorable a la aparición de las
categorías que denominamos derechos, dado que el derecho subjetivo, que es
ante todo pretensión, entraña un planteamiento individualista de la sociedad y
el orden jurídico.2 De hecho, los textos que encontramos en ese largo periodo,
en el ámbito de las relaciones entre el rey y los estamentos, jamás declaran o
conceden derechos, sino privilegios, y ésta es una figura que repugna a la esen-
cia universalista del derecho contemporáneo, que es el que ha dado lugar a las
declaraciones de derechos humanos.
Ni siquiera es habitual (ya en el ámbito de la reflexión teórica, la que aquí
nos interesa) hablar de derecho natural, sino más bien de ley natural. El mo-
tivo no es casual: el término ley trasluce de una forma más clara la figura del
legislador que el de derecho. La reflexión filosófica de la Edad Media posee
una referencia inexorable del orden del universo, y en particular del de la natu-
raleza, al Dios creador que es propio del cristianismo. Precisamente las especu-
laciones sobre la omnipotencia de dicho creador, su relación con sus criaturas
y consigo mismo, son determinantes para configurar el panorama filosófico de
los siglos posteriores.
Lo importante del pensamiento medieval no está en el objeto de su discurso,
que es teológico, sino en la poderosa metafísica que acuñó a partir del pensa-
miento griego, y que, en el ámbito que nos ocupa, más allá de sus planteamien-
tos concretos (forzosamente limitados al horizonte del discurso sobre Dios), fue
capaz de plantear cuestiones que la modernidad no haría sino retomar con plan-
teamientos laicos: el sentido de los imperativos; sus posibles contenidos mí-
nimos; su relación con la naturaleza racional y la voluntad de quien los emite;
los límites de esta última, y la posibilidad de que el receptor pueda negarse a
obedecerlas sin quebrar el orden que los engloba, tanto a él como al emisor, son
cuestiones que, lejos de constreñirse al pensamiento medieval, continúan sien-
do actuales en la filosofía jurídica y política contemporánea.
Los problemas no son, en absoluto, los mismos entonces y ahora, porque
cambian con cada época en función de la forma en que son percibidos y nom-
brados; los términos, incluso los similares, designan conceptos distintos; mas
2
Vid. M. Villey, “La genèse du droit subjectif chez Guillaume d’Occam”, en Archives de
Philosophie du Droit, 5, 9, 1964.
96 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
3
San Agustín, Escritos antimaniqueos, 2. Contra Fausto. Introd., notas e índices de P. de
Luis. XXII, 27, en Obras completas de san Agustín. Madrid, BAC, 1993, p. 540.
4
La más conocida de las exposiciones de tal polémica puede encontrarse en Welzel, In-
troducción a la filosofía del derecho. Trad. de F. González Vicén. Madrid, Aguilar, 1979, pp.
49-54.
5
San Agustín, La ciudad de Dios, IV, 4, en Obras completas de san Agustín. 5a. ed. Trad.
de S. Santamaría del Río y M. Fuertes. Introd. y notas de V. Capanaga. Madrid, BAC, 2000, XVI,
p. 228.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 97
Como puede verse, los mandatos que componen la ley natural son mínimos
en su número, aunque de ellos puede deducirse un gran número de reglas, tanto
morales como jurídicas (si bien esta distinción no aparece en el aquinatense,
al menos en su sentido moderno). Reglas que serán tanto más problemáticas
en su evidencia cuanto mayor sea su grado de concreción.
La relación entre la razón, que es esencial a la ley (a toda ley), y la volun-
tad del gobernante están en una relación de subordinación de la segunda a la
primera:
La razón puede, ciertamente, ser movida por la voluntad, como queda dicho;
pues, por lo mismo que la voluntad apetece el fin, la razón impera acerca de
los medios que a él conducen. Sin embargo, para que la voluntad, al apetecer
esos medios, tenga fuerza de ley, es necesario que ella misma sea regulada por
la razón. Y así ha de entenderse el que la voluntad del príncipe se constituya
en ley. De otro modo, no sería ley, sino iniquidad.11
11
Ibid., libro VI, 1-2 c. 90 a, 2, p. 37.
12
Ibid., libro VI, 1-2 c. 90 a, 3, p. 39.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 99
13
“Sic intentio animae dicitur universalis, quia est signum praedicabile de pluribus; dicitur
autem singularis, quia est una res et non plures res. Veruntamen sciendum quod universale
duplex est: Quoddam est universale naturaliter, quos scilicet naturaliter est signum praedicabile
de pluribus”. G. de Ockham, Summa logicae, p. I, c. 14 (primer tomo de la Opera philosophica,
I, p. 49).
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 101
Pero esto no es exactamente así. Para Ockham sólo es posible una determi-
nación necesaria (una atadura, diríamos coloquialmente) de la voluntad de
Dios: la que le imponen el principio de no contradicción y su bondad esen-
cial. Dios puede hacer todo lo que, al ser hecho, no incluye contradicción. 14
Este “minimum idealista en el derecho natural voluntarista”, como lo denomina
Welzel,15 es de gran interés, pues prefigura muchas de las especulaciones so-
bre la naturaleza y límites de los mandatos del gobernante que tuvieron lugar
en siglos posteriores. No en vano el nominalismo ockhamista está considera-
do como la base gnoseológica más lejana del positivismo jurídico.
La quiebra que la doctrina ockhamista comporta suele resumirse afirman-
do que la ordinatio ad unum, categoría esencialmente medieval, es sustituida
por el principium individuationis, claramente moderno. El mundo de estruc-
turas y jerarquías del ser (en lo físico y en lo social) es sustituido progresiva-
mente por un mundo de individualidades, de entes concretos. Las viejas con-
ceptualizaciones de la metafísica escolástica quedan privadas de sentido,
puesto que los entes de razón no son reales; carecen, por utilizar la terminolo-
gía escolástica, de fundamento in re.16
De forma aparentemente paradójica, esta radicalización religiosa a la que
inicialmente me referí tuvo un efecto contrario en el pensamiento occidental:
la laicización del discurso. Cortados los puentes entre el mundo natural y el
sobrenatural, y abandonado este último a la impredecibilidad angustiosa que
posteriormente caracterizaría a muchas doctrinas protestantes (el célebre Deus
absconditus, cuya decisión sobre nuestra salvación o condenación sólo cabe
conjeturar, sin que nuestras obras puedan influir sobre ella), el discurso filo-
sófico se fue volviendo autónomo con respecto al religioso. Ayudaron, indu-
dablemente, a ello las pugnas constantes entre el poder civil y el religioso, que
culminarían a finales del siglo XV con la Reforma (el mismo Ockham fue un
activo protagonista del enfrentamiento entre Juan XXII y Luis de Baviera).
14
“Posse pro posse facere omne illud quod non includit contradictionem fieri, sive Deus
ordinaverit se hoc facturum sive non, quia Deus multa potest facere quae non vult facere [...]
et illa dicitur Deus posse de potentia absoluta”. Quodl. VI, 1 (Opera theologica, IX, p. 586).
15
H. Welzel, op. cit., p. 83.
16
“[...] aliae autem partes aliarum propositionum stant por ipsis conceptibus mentis, ideo
scientia illarum potest dici ratonalis vel logicalis... omnes termini illarum propositionum sunt tan-
tum conceptus et non sunt ipsae substantiae extra [...] Termini autem aliarum propositionum sup-
ponunt simpliciter, scilicet pro ipsis conceptibus”. G. Ockham, ibid., II, sent. I, 2, 4, pp. 136-137.
102 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
EL IUSNATURALISMO RACIONALISTA
17
F. Olgiati, El concepto de juridicidad en santo Tomás de Aquino. Trad. de Diorki. Revi-
sión de la trad.: J. A. Sardina. Pamplona, EUNSA, 1977, pp. 250-252.
18
Ibid., p. 252.
104 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
más que el trasunto del derecho natural (y del orden cósmico que éste refleja
a su vez): como una posibilidad de que la razón humana, entendida de modo
autónomo (como algo que tiene su último origen en Dios, pero que se entien-
de sin él) ordene el mundo partiendo de una igualdad entre todos los miembros
del grupo social. Ése es el sentido de la célebre “eliminación hipotética de
Dios”, característica del iusnaturalismo racionalista y laico de Grocio, y que
tiene un precedente en el escolástico español Vázquez, o de la fundamentación
racional de la ética y del derecho natural que aborda Wolf.19
El mundo, lo vimos al hablar del nominalismo, se había convertido en un
ámbito de individualidades. Individualidades de las que ha de arrancar el co-
nocimiento de la realidad, que importan por sí mismas y no, como antes, en
función del orden que las trasciende y engloba, pues ese orden social es con-
siderado, a su vez, una creación artificial de la razón y la voluntad humanas.
En este nuevo orden de ideas, lo que hace iguales a los seres humanos no es su
común filiación divina, ni su naturaleza racional, con ser ambas evidentes para
los pensadores de esta época, sino un plus sobre ambas: la evidencia de que
todos tienen, por su común naturaleza, los mismos derechos. Derechos que, por
ser dimanantes de dicha naturaleza, serán llamados naturales.
Apenas hace falta aclarar que la mutación sufrida por el discurso es radical:
los derechos naturales, lejos de ser simples conceptualizaciones que nos per-
mitan entender o justificar el orden de las cosas, como en la época escolásti-
ca, son, además, auténticos instrumentos para cambiarlo. Un derecho puede
explicarse o justificarse, pero, por encima de todo, puede y debe ser exigido por
quien dice ostentarlo, y no frente a cualquiera, sino frente a aquél que siempre
suele negarlo o menoscabarlo: el poder.
La construcción conjetural, pero eficaz, que permite materializar esta idea
y hacerla operativa es la idea del pacto. El mero appetitus societatis (que, por
lo demás, no todos los autores de esta época admiten) no es ya suficiente para
constituir la sociedad política por el transcurso del tiempo. En sus diferentes
formulaciones, el pacto social actúa, no a modo de una explicación de hechos
que supuestamente sucedieron (el improbable acuerdo de los hombres para
generar una sociedad política), sino más bien como una hipótesis, cuya corres-
19
Sobre Grocio, y en particular sobre la ausencia de una solución de continuidad entre su
doctrina y la de la segunda escolástica, vid. A. Passerin d’Entreves, Derecho natural. Trad. de
M. Hurtado. Madrid, Aguilar, 1972, pp. 59-79.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 105
pondencia con los hechos es irrelevante porque no pretende hacer historia, sino
incitarnos a ajustar nuestra conducta a las consecuencias que comporta: actuar,
en fin, como si el poder político fuese resultado de un acuerdo de voluntades,
y no el depositario de una autoridad conferida directamente por Dios. Así se
desprende del Leviatán de Hobbes:
Esto es algo más que consentimiento o concordia; es una unidad real de todo
ello en una y la misma persona, instituida por pacto de cada hombre con los
demás, en forma tal como si cada uno dijera a todos: autorizo y transfiero a este
hombre o asamblea de hombres mi derecho de gobernarme a mí mismo, con
la condición de que vosotros transferiréis a él vuestro derecho y autorizaréis
todos sus actos de la misma manera. Hecho esto, la multitud así única en una
persona se denomina Estado, en latín Civitas [...] Y en ello consiste la esencia
del Estado, que podemos definir así: una persona de cuyos actos una gran mul-
titud, por pactos mutuos realizados entre sí, ha sido instituida por cada uno
como autor, al objeto de que pueda utilizar la fortaleza y medios de todos como
lo juzgue oportuno para asegurar la paz y la defensa común. El titular de esta
persona se denomina soberano, y se dice que tiene poder soberano; cada uno
de los que lo rodean es súbdito suyo.20
20
Thomas Hobbes, Del ciudadano y Leviatán. Est. prelim. y antol. de E. Tierno. Trad. de E.
Tierno y M. Sánchez Sarto. Madrid, Tecnos, 1987, p. 146.
21
V. Llinarès, Pacto y Estado. Madrid, Publicaciones de la Institución Aquinas, 1963.
106 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
compadecido con los derechos de los demás. De ahí la necesidad de que se haga
depositario de los derechos al Estado, que los protege mediante la ley civil.
¿Cuál es el límite de esa cesión de derechos? Evidentemente, su protección
eficaz:
22
Th. Hobbes, op. cit., p. 168.
23
Baruch Spinoza, Tratado teológico-político. Tratado político. Trad. y est. prelim. de E.
Tierno. Madrid, Tecnos, 1985, cap. XVI, p. 62.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 107
24
Ibid., cap. XVII, p. 72.
25
John Locke, Ensayo sobre el gobierno civil. Trad. de A. Lázaro. Introd. de L. Rodríguez.
Madrid, Aguilar, 1976, p. 104.
108 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
26
“[...] habiendo dado al poder legislativo facultad para subsistir indefinidamente, el pue-
blo ha renunciado al poder político a favor del cuerpo legislativo y no puede volver a recobrar-
lo. Pero si puso límites a la duración del poder legislativo, y colocó este poder sólo temporal-
mente en una persona o en una asamblea, o si quienes ejercen tal poder lo pierden por las faltas
que cometen, o porque se cumple el plazo señalado, el poder legislativo revierte a la sociedad,
y el pueblo tiene el derecho de actuar como soberano, de conservar para sí mismo el poder le-
gislativo, darle otra forma, o de colocarlo, conservando la antigua, en otras manos, según lo
juzgue más conveniente” (ibid., p. 185).
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 109
Es errónea por ello la opinión, hoy muy extendida, de que la idea de la huma-
nidad propia del derecho natural moderno, así como la noción de los derechos
y de las libertades del hombre, constituyen sólo una secularización de la idea
cristiana del hombre [...] la idea de la libertad ética había experimentado jus-
tamente en el ámbito “cristiano”, por la justificación de la persecución y cas-
tigo de los herejes, una grave limitación [...] Los portavoces “racionalistas” de
la humanidad hicieron más por el reconocimiento de la tolerancia y de la dig-
nidad humana que sus adversarios teológicos ortodoxos. 27
El individuo que no se enfrenta ya al mero poder físico, sino a la idea pura del
Estado de Derecho, no necesita ninguna protección, pues, desde ahora, la verda-
dera protección se halla en el Estado y se verifica por él, de suerte que una pro-
tección frente a él sería un contrasentido. No por esto renuncia Rousseau al prin-
cipio de los derechos inalienables, pero nunca los hace valer frente al Estado, sino
que más bien los encarna y los ancla firmemente en él [...] No es el individuo, si-
no la totalidad, la volonté générale, la que tiene determinados derechos funda-
mentales, que no pueden cancelarse ni ser transmitidos a otros, porque en ese caso
se destruye a sí misma como sujeto de voluntad y liquida su propio ser.28
27
Immanuel Kant, “En torno al tópico: ‘tal vez eso sea correcto en teoría, pero no sirve para
la práctica’”, en Teoría y práctica. Est. prelim. de R. Rodríguez. Trad. de J. M. Palacios, M. F.
Pérez y R. Rodríguez. Madrid, Tecnos, 1986, pp. 36-37.
28
Ernst Cassirer, Filosofía de la Ilustración. Trad. de E. Ímaz. México, FCE, pp. 292-294.
110 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
31
Johann Gottlieb Fichte, Fundamento del derecho natural según los principios de la doctri-
na de la ciencia. Trad. de J. L. Villacañas, M. Ramos y F. Oncina. Est. int. de J. L. Villacañas.
Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1994, 3a. sec., cap. 3o., p. 192. El subrayado es mío.
32
Ibid., 3a. sec., cap. 3o., p. 222. Los subrayados son míos.
112 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Cuando Hegel critica a Kant que su formalismo acaba por justificarlo todo, no
repara en el impulso total a la generalidad de la ley que, precisamente, se hace
posible desde la ruptura antes apuntada [se refieren los autores a la que intro-
dujo el escotismo]. Este impulso deviene completamente necesario en el Es-
tado contemporáneo. La razón kantiana que era voluntad legisladora, hoy se
ha objetivado como ordenamiento, en el que el sujeto no es causal sino refe-
rencia de una imputación. La referencia es totalmente lingüística; en nuestro
mundo ya no tenemos como referente a Dios, ni al sujeto, sino exclusivamen-
te los sentidos que proporciona el propio sistema autorreferente.34
EL POSITIVISMO Y SU CRISIS
33
Vid. al respecto, Gregorio Robles, Introducción a la teoría del derecho. Madrid, Debate,
1988, pp. 50 y ss.
34
E. Díaz-Otero y E. Olivas, Metafísica e historicidad en los derechos subjetivos. Madrid,
Dykinson, 1977, p. 101.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 113
35
Alf Ross, Teoría de las fuentes del derecho. Trad., notas y est. prelim. de J. L. Muñoz de
Baena, A. de Prada y P. López. Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1999,
p. 88. Vid. también G. Robles, Introducción a la teoría del derecho. Madrid, Debate, 1988, pp.
84 y ss.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 115
36
E. Díaz-Otero y E. Olivas, op. cit., p. 84.
116 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
La autolimitación es, según la doctrina del derecho natural (teoría que para
muchos es la dominante en este punto), inseparable del carácter de la sobera-
nía. Si hay, pues, limitaciones para el Estado, estas limitaciones serán siempre
reales o morales, pero jamás de naturaleza jurídica [...] Es, pues, esencial al Es-
tado el poseer un orden jurídico, con lo cual se niega, por tanto, la doctrina del
poder absoluto e ilimitado del Estado. No se encuentra éste sobre el derecho,
de manera que pueda librarse del derecho mismo. Lo que depende de su po-
der no es el saber si el orden jurídico debe existir, sólo el cómo ha de organi-
zarse.38
37
G. Jellinek, System der subjektiven öffentlichen Rechte, Wissenschaftliche Buchgesellschaft
(sobre la 2a. edición de 1905), Darmstadt, 1963, Parte general, II, II, pp. 8-9.
38
G. Jellinek, Teoría general del Estado. Ed. a cargo de F. Monereo. Trad. y pról. de la 2a.
ed. alemana de 1900 de Fernando de los Ríos. Granada, Comares, 2000, pp. 467-469.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 117
39
Vid., especialmente, Norberto Bobbio, Lecciones de historia de la filosofía: de Hobbes a
Gramsci. Trad. de J. C. Bayón. Est. prelim. de A. Ruiz Miguel. Madrid, Debate, 1991: “[...]
mientras todos los críticos del contractualismo —desde Hume hasta Bentham— basan general-
mente su refutación en la constatación aparentemente —pero sólo aparentemente— obvia de que
nunca ha existido un contrato semejante, Hegel sostiene sus tesis con el argumento de que,
planteado en un sistema conceptual en el que el derecho privado es un derecho de rango infe-
rior respecto al derecho público, es contradictorio establecer el segundo sobre el primero, o sea,
como se diría hoy, buscar el principio de legitimación del poder superior partiendo de los po-
deres inferiores...” (pp. 218 y ss.).
40
G. Jellinek, op. cit., pp. XLVI y XLVII.
118 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
41
Ibid., p. XLVIII. En este sentido, también, E. Díaz y E. Olivas: “A partir de la tecnificación
política y de la crisis fundamentadora kantiana, [...] los residuos de la aparente subjetividad
quedaron definidos por la categoría de los derechos subjetivos determinados a partir de su propia
subsunción en la ciencia del orden jurídico sistemático” (op. cit., p. 135).
42
Id. Sobre Gerber, y en el mismo sentido, vid. el excelente (y pésimamente traducido) tex-
to de W. Wilhelm, La metodología jurídica en el siglo XIX. Trad. de R. Bethmann. Madrid,
EDERSA, 1980, pp. 138 y ss.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 119
43
E. Díaz-Otero y E. Olivas, op. cit., p. 122.
44
Vid. H. Kelsen, Teoría pura del derecho. 2a. ed. Trad. de R. Vernengo. México, UNAM,
1979, pp. 199 y 200.
120 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Lo que nos lleva de nuevo a la cuestión del papel de los derechos humanos
(procede ya hablar de derechos fundamentales), incluso dentro de esta concep-
ción positivista del derecho. Ciertamente, los derechos fundamentales son
contenidos de justicia y la justicia no se vincula, desde este punto de vista, de
manera esencial al derecho, pero sí a un ordenamiento jurídico democrático
(aunque Kelsen se libra mucho de convertir esto en verdad intersubjetivamente
discutible). Puesto que la democracia proporciona el marco mínimo para la
defensa de cualquier ideal de justicia. Pero, abandonando las estrecheces de
45
G. Zagrebelsky, El derecho dúctil. Ley, derechos, justicia. Trad. de M. Gascón. Madrid,
Trotta, 1999, p. 108.
46
H. Kelsen, “¿Qué es justicia?”, en ¿Qué es justicia? Trad. de A. Calsamiglia. Barcelona,
Ariel, 1982, p. 63.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 121
esta visión, ¿puede decirse lo contrario, esto es, que si no se defiende una de-
terminada concepción de la justicia (en concreto, la que representan los dere-
chos humanos) no existe la democracia? Es este el paso decisivo para abando-
nar una visión formal-normativa en aras de una visión material de los derechos
humanos. Si lo damos, quiebra la concepción meramente procedimental de la
democracia.
Ésa es la situación que se plantea a partir de la Segunda Guerra Mundial,
cuando las constituciones rígidas (cuyo modelo son las nacidas en la década
de los años 10) reconocen derechos económico-sociales y culturales, los cua-
les, al contrario que los de la “generación” precedente, no se comprenden en
términos de pura abstención, de laissez faîre, y requieren una actuación del
Estado en orden a su realización.
El resultado es el Estado social (cuya crisis se inició en los años setentas del
siglo pasado y a la que aún asistimos), nacido en oposición al modelo kantiano
de Estado centrado en el derecho privado y en los derechos de libertad (pero
también al modelo de Jellinek o Gerber, igualmente liberal, centrado en el
derecho público y en los derechos públicos subjetivos). Su evolución ha sido
problemática y parte de la crisis que sufre se debe al cuestionamiento teórico
de su modelo o, más bien, del modelo que no ha llegado a tener.
No me corresponde referirme a este tema, que será tratado en un capítulo
próximo. Pero es importante resaltar que la inflación burocrática y legislativa
que ha generado el Welfare State se debe, en gran parte, como dice Ferrajoli,
a “la falta de elaboración de un sistema de garantías de los derechos sociales
equiparable, por su capacidad de regulación y de control, al sistema de las
garantías tradicionalmente predispuestas para la propiedad y la libertad”. Di-
cha carencia supone “no sólo un factor de ineficacia de los derechos, sino el
terreno más fecundo para la corrupción y el arbitrio”.47
Frente a esa carencia, el Estado no puede ya retroceder hacia un modelo
liberal de fundamentación de los derechos (ya iusprivatista, ya iuspublicista)
filosóficamente superado; pero tampoco dejar de reconocer que la asunción de
nuevos derechos, la exigencia de actuación estatal que comportan, ha genera-
do una incapacidad para protegerlos sin un crecimiento desmesurado de la
administración, cada vez más independiente de todo control efectivo. Diríase
47
L. Ferrajoli, Derechos y garantías. La ley del más débil. Introd. de P. A. Ibáñez. Trad. de
P. A. Ibáñez y A. Greppi. Madrid, Trotta, 1999, p. 16.
122 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
que el Estado, construido sobre el viejo esquema liberal y formal de unos de-
rechos civiles y políticos para cuyo aseguramiento bastaba con mantener es-
tructuras jurídicas elementales (policía, ejército, administración de justicia) se
ve impotente para cumplir con la nueva concepción social y material de los
derechos económico-sociales que le impone la constitución sin quebrar su
misma condición de Estado de Derecho.
La antinomia formal-material, en cualquier caso, ha de bascular definitiva-
mente hacia el segundo de los términos; hay acuerdo general en que ese largo
proceso de abstracción de lo jurídico con respecto a sus posibles contenidos
materiales, que obligaba a definir el sistema jurídico en términos formales,
“neutrales”, y al cual me he referido a lo largo de este capítulo, ha concluido
con la crisis del positivismo jurídico.
La doctrina de los derechos públicos subjetivos pretendió, como hemos
visto, sentar el fundamento de los derechos humanos (fundamentales) en el
propio sistema jurídico; pero el modelo de Estado que los respaldaba, el Esta-
do legislativo de Derecho, no era el más adecuado. Como sintetiza Zagrebelsky,
“aún no era un paso decisivo porque, al no tener los derechos una consisten-
cia jurídica propia, no había ninguna garantía frente a la posibilidad de que la
propia ley previera y consintiera su negación”.48
En las constituciones de tipo rígido, por el contrario, se disipa el prejuicio
(al que alude este mismo autor) de asignar a las normas de mayor densidad de
contenido, los principios, un papel meramente secundario, como si aquellas
cuya densidad es menor, las reglas, fuesen las auténticas normas, y el papel de
los principios fuese meramente supletorio (en ausencia de ley u oscuridad
de la misma).49
Los principios juegan, además, un papel llamado a atenuar, si no a borrar,
la vieja contraposición entre iusnaturalismo y positivismo: por una parte, cons-
tituyen una suerte de nuevo derecho natural, inspirador de los desarrollos legis-
lativos; por otra, son a la vez la manifestación más elevada del derecho posi-
tivo, el auténtico contenido material de la constitución de un Estado, más allá
de la distribución de poderes y los mecanismos formales que regulan la alter-
nancia de las mayorías. “El estilo, el modo de argumentar ‘en derecho consti-
tucional’ se asemeja, en efecto, al estilo, al modo de argumentar ‘en derecho
48
G. Zagrebelsky, op. cit., p. 48.
49
Ibid., p. 117.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 123
natural’, como sabe cualquiera que esté familiarizado con las grandes decisio-
nes de los tribunales constitucionales”.50
Este modelo, que muchos denominan Estado democrático de Derecho (fren-
te al Estado legislativo de Derecho y al Estado constitucional de Derecho),
pone fin a la concepción meramente procedimental de la democracia al vincular
ésta, de forma esencial, a los derechos fundamentales: “ya que el principio
formal de la democracia política, relativo al quién decide y al cómo se decide
—en otras palabras, el principio de la soberanía popular y la regla de la mayo-
ría— se subordina a los principios sustanciales expresados por los derechos
fundamentales y relativos a lo que no es lícito decidir y a lo que no es lícito no
decidir”.51 El primer ámbito se refiere a los derechos civiles y políticos; el
segundo, a los económicos, sociales y culturales.
Frente a la autolimitación o autovinculación del Estado, que era el mecanis-
mo generador y explicativo de los derechos fundamentales en el marco del
positivismo (como el pacto social lo era de los derechos humanos en el del ius-
naturalismo racionalista), los derechos fundamentales
53
Ibid., pp. 66-67. Las cursivas son mías.
54
Idem.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 125
Karel Vasak1
I. INTRODUCCIÓN
El mundo actual reconoce como un progreso histórico que el ser humano, sólo
por el hecho de serlo, tiene derechos frente al Estado y es el titular de derechos
1
K. Vasak, Le Droit International des Droits de l´Homme. Recueil des Cours de l´Académie
de Droit International de La Haya, 1974- IV, p. 344.
[159]
160 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Los derechos que nos han legado los movimientos revolucionarios de los
siglos XVII y XVIII son los derechos innatos, que tiene el individuo por pro-
pia naturaleza; por ello, en las diferentes declaraciones se repite “que son
inalienables”, que el ser humano nace con el derecho moral a la libertad, la
doctrina jurídica de esta época, que busca un fundamento sólido contra el
absolutismo, basándose en el derecho natural y que para alcanzar el carácter
de fundamentales deben superar el concepto moral, defensor, como apuntamos
2
B. Clavero, Happy Constitution. Madrid, 1997, p. 19.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 161
[...] aparece así la idea de una lengua nueva, no sólo por la aparición y expan-
sión de nuevas palabras, sino también porque el cambio se ha producido en el
interior de estas mismas. Se hablará enseguida “de la lengua del derecho”, que
no alude al viejo depósito del derecho civil... ni, menos aún, al derecho públi-
co de la monarquía; alude a una nueva realidad, la que ofrece el “derecho natu-
ral”... derivado de la naturaleza humana tal como lo entendió la Ilustración...”3
3
E. García de Enterría, La lengua de los derechos. La formación del derecho público euro-
peo tras la Revolución francesa. Madrid, 1994, p. 32.
4
J. Lalinde Abadía, “La perspectiva histórica de los Derechos Humanos”, en Estudios de-
dicados a la memoria del profesor L. M. Díez de Salazar Fernández, vol. I. Bilbao, 1992, p. 845.
162 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Se pretendía, nada más y nada menos, que rectificar la historia entera de la hu-
manidad, fundar un orden político y social completamente nuevo, capaz de es-
tablecer una nueva etapa de la trágica evolución humana y de asegurar para el
futuro una felicidad segura e inmarchitable. El orden antiguo, que había saltado
como una costra seca tan fácilmente, ofrecía la imagen de un sistema petrifi-
cado e inmóvil, de tiempo suspendido. Con su ruptura se habían liberado ener-
gías humanas intactas y frescas, con las cuales el futuro se presentó pronto
como una posibilidad libremente moldeable por el hombre. Una embriaguez
de omnipotencia, de la infinitud de posibilidades que la libertad abría, de es-
peranza sin límites, se extendió por doquier. 5
8
M. A. García Herrera, “Vigencia de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciu-
dadano: democracia e igualdad”, en Derechos humanos y Revolución francesa. Bilbao, 1991,
p. 10.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 165
de los indios. Una estructura política que se exportó a América Latina cuando
su independencia de España.
Presente el Estado absoluto en el siglo XVIII aún en Francia (en Inglaterra
había un régimen constitucional desde 1689), será en el siglo XIX cuando
Francia y otros países europeos, asuman un liberalismo historicista y cuan-
do el liberalismo inglés bascule hacia una racionalización, aunque ya en el siglo
XVIII se van introduciendo unas nuevas ideas que anuncian el Estado liberal
de Derecho, Estado que en la centuria siguiente recibirá duros embates del
absolutismo en algunos países. No cabe duda de que el paso del Estado abso-
luto al Estado liberal será progresivo y lento y la idea de la libertad, cambian-
te, de una concepción natural y abstracta a una visión de la libertad como evo-
lución (existe porque se ejercita), y que ambos planteamientos están presentes
en el liberalismo; Estado liberal en el que el poder personal del monarca es
sustituido, en primer lugar, por el valor de la ley y su consideración como la
máxima expresión de la razón para suprimir los privilegios y tender a la igual-
dad de los súbditos y frente a la unidad del poder en el monarca la separación
de poderes, así como la introducción de una limitación gubernamental con el
derecho y un planteamiento de los límites que quedan reflejados en los dife-
rentes textos constitucionales escritos. Es en este periodo histórico cuando la
lucha por los derechos del hombre comienza a ser un hecho, hasta ser el fac-
tor fundamental que coadyuva a limitar el poder político y a sustituir la razón
de Estado por el predominio de la ley, que se formularán la filosofía de los
derechos del hombre, dentro del liberalismo democrático y vinculados al Es-
tado de Derecho.
Las constituciones, que adquieren sentido a finales del siglo XVIII, cuando
en Europa se va afianzando la filosofía del liberalismo clásico, asumiendo una
significación política, son las “leyes fundamentales”, textos legislativos que
recogen los principios esenciales del funcionamiento del Estado, tales como las
funciones de seguridad y de justicia. Claro significado político, que no puede
empañar otras importantes facetas como la formal, en cuanto a la regulación
de todas las normas jurídicas legislativas y de normas sustanciales. Por ello,
todavía en el presente siglo, el concepto de constitución era abstracto y hacía
referencia a las cuestiones más básicas que existían en la sociedad política,
cuerpo político u organización, pero las revoluciones generarán poderes no
existentes, el poder legislativo y el constituyente, y un reconocimiento de la
persona como hombre considerado en su estado de derechos individuales como
166 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
9
E. García de Enterría, La Constitución como norma y el Tribunal Constitucional. Madrid,
1982, pp. 44-45.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 167
10
En Las paradojas de los derechos fundamentales como límites al poder. Madrid, 2000,
p. 22.
11
A. Stella, Estudios sobre derechos humanos. Valparaíso, 1991, p. 142.
12
G. Jellinek, Die Erklärung des Menschen-und Bürgerrechte. 1895, 1904. Recogida por
García de Enterría, op. cit., p. 54.
168 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Los derechos que a lo largo de los siglos XVII y XVIII serán conocidos en Ingla-
terra, Francia y los Estados Unidos como derechos naturales, los mismos derechos
que durante el siglo XIX serán denominados por la doctrina y jurisprudencia ale-
mana y francesa como derechos públicos subjetivos y los mismos derechos que
después de la Segunda Guerra Mundial y del proceso constitucional que expe-
rimenta la Europa continental occidental con posterioridad a ésta serán conoci-
dos como derechos humanos y también como derechos fundamentales.16
13
G. Peces-Barba Martínez, Los derechos fundamentales. Madrid, 1976, p. 66.
14
M. García Pelayo, Derecho constitucional comparado. 5a. ed. Madrid, 1958, pp. 144 y ss.
15
F. Tomás y Valiente, “Aspectos jurídico-políticos de la Ilustración en España”, en Obras
completas, t. IV. Madrid, p. 3264.
16
G. Peces-Barba Martínez, Historia de los derechos fundamentales, t. II, siglo XVIII, vol.
III. Introducción. Madrid, 2001, p. 7.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 169
17
J. Santamaría Ibeas, “Los textos ingleses”, en Historia de los derechos fundamentales, t.
2, vol. III. Madrid, 2001, pp. 3-41.
18
Término que conviene aclarar que se refiere al derecho jurisprudencial contrapuestos a
otros derechos de tradición romano-germánica y que se ha identificado con el derecho común
inglés o con el derecho consuetudinario.
170 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
claves de nuestro tema, aunque en esto también difiere el sistema inglés, que
no se concentra, frente al francés y al americano, en un siglo, el siglo XVIII,
sino que, manteniendo su carácter evolutivo, comienza el proceso en 1215
(Carta Magna), continúa en 1628 (Petición de Derechos) y en 1689 (con la
Declaración de Derechos), lo que le hace seguir un desarrollo dilatado en el
tiempo y un historicismo, si se quiere, más evolucionado, convirtiéndose en
símbolo del modelo historicista, según el historiador italiano Mauricio
Fioravanti,19 opuesto a los modelos individualista y estatalista.
Modelo historicista que reúne las características ya recogidas en el trabajo
en la búsqueda de las libertades, como son:
Con estos caracteres, en los que coinciden los autores que han estudiado el
tema, aunque con matices, como los autores que consideran que sí existió un
proceso revolucionario, vamos a analizar los textos ingleses.
Sólo unas palabras sobre la Carta Magna o Bill of Rights de 1215, donde aún
no se puede hablar de derechos, sino de declaración de libertades y privilegios,
como su propio nombre lo indica “Magna Charta Libertatum”, reconocida por
el rey Juan sin Tierra, en la pradera de Runnymede, a un colectivo de 25 baro-
nes para conseguir su obediencia, cuyo protagonista es el arzobispo de Canter-
bury; es un documento que limita el poder del rey, reconocido por su sucesor
Enrique III, realizado para corregir agravios, como nos dice Páramo20 y los
19
M. Fioravanti, Los derechos fundamentales. Apuntes de historia de las constituciones.
Madrid, 1996, recogido por J. R. Páramo Argüelles y J. Ansuátegui Roig, “Los derechos en la
Revolución inglesa”, en Peces-Barba y otros, Historia de los derechos fundamentales..., p. 754.
20
J. R. Páramo Argüelles, Los derechos en la Revolución..., p. 758.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 171
autores que han estudiado el texto, como Fioravanti, García Pelayo, etcétera,
y de reconocimiento de libertades dentro del marco medieval. Así, Lalinde
considera que “la Carta Magna inglesa no podía ser una declaración de dere-
chos humanos, puesto que ha sido impuesta, fundamentalmente, por los baro-
nes y, por ende, ha sido una declaración de libertades estamentales”.21 Es un
texto amplio, con 63 cláusulas, “que nos hemos otorgado ante Dios”, de indu-
dable influencia en los posteriores planteamientos del derecho inglés, e hito
importante, como símbolo de la evolución de los derechos ingleses y en el
constitucionalismo inglés, donde, “también hemos otorgado a todos los hom-
bres libres de nuestro reino [...] todas las libertades que a continuación se ex-
presan”. Se otorga: “Que todo hombre libre sólo podía ser detenido y conde-
nado, según la ley del país y tras juicio ordinario” o “los impuestos no podrían
ser establecidos sólo por decisión real, sino tras su aprobación por la nobleza”.
No es un texto moderno, pero contiene logros, como la regulación del régimen
de sucesiones, del derecho de propiedad, de determinadas garantías proce-
sales y otras libertades de índole económica, un conjunto de derechos sub-
jetivos de contenido heterogéneo, propio del panorama de los derechos medie-
vales, que consagra la desigualdad ante la ley: “Los condes y los barones sólo
serán castigados por sus iguales y en proporción a la gravedad del delito”.
21
J. Lalinde Abadía, “La perspectiva histórica...”, p. 851.
22
Sobre la Revolución inglesa: S. R. Gardiner, History of the Great Civil War, 1642-9. Lon-
dres, 1886-1891. 3 vols.; E. Hyde, The History of the Rebellion and Civil Wars in England.
172 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Son muchas las opiniones sobre los acontecimientos ingleses del siglo XVII
que recoge Lawrence Stone,23 que plantea cuál sería el término acertado para
definir el modelo inglés, si como una “Gran Rebelión” (Clarendon), como “una
lucha interna a consecuencia de una quiebra política temporal” (Wedgwood),
o como “un conflicto de instituciones e ideologías religiosas” (Gardiner); to-
das estas cuestiones que, sin duda, se vislumbran en la serie de hechos acae-
cidos en el enfrentamiento del Parlamento inglés con los Estuardos.
Pero conviene avanzar un poco más y detenerse en otra serie de juicios his-
tóricos que profundizan en los acontecimientos y sus consecuencias y analizan
las causas profundas, en las que imperan —dicen los autores— el encuentro
entre la libertad y la tiranía real. Opinión más cercana a nuestro tema, que las
planteadas de orden político, y son muchos los historiadores que piensan
(Engels, Tawney, Hill, Macaulay, etcétera) que fue una revolución que buscaba
la modernización o, quizá, la vuelta a una sociedad más natural y descentrali-
zada, como con claridad se refleja en 1640, cuyos protagonistas, reformadores
y no, miraban hacia atrás, hacia un pasado quizá idealizado, centrado en el
medievo y opuesto al absolutismo monárquico, al derecho divino de los reyes,
que desean una autoridad compartida.
Partiendo de estas premisas políticas y sociales que marcaron el inicio de la
revolución, se necesitan fundamentos que la sustenten, y en el caso inglés és-
tos son, en primer lugar, el puritanismo, ideología mayoritaria en la Cámara de
los Comunes y fundamento del movimiento, como representantes del senti-
miento de estar en el camino recto, en la verdad, en la lucha por un motivo
religioso, y, en segundo lugar, el derecho: los juristas, especialmente los de la
Cámara de los Comunes, que estudiaron el pasado, mitificaron la Carta Mag-
na, para afianzar el concepto de una Constitución equilibrada y la idea del país
como dechado de virtudes, frente a la Corte, cúmulo de todos los errores.
Podríamos continuar analizando las situaciones inmediatas, los desenca-
denantes, las tensiones sociales, las intransigencias del gobierno o las reaccio-
nes económicas y otras muchas circunstancias que rodearon los acontecimientos
Oxford, 1888; C. Hill, The English Revolution, 1640. Londres, 1940; T. B. Macaulay, The
History of England from the Accesion of James II. Londres, 1849; G. M. Revelyan, England
Under the Stuarts. Londres, 1925.
23
En su artículo sobre “La Revolución inglesa”, en J. H. Elliot y otros: Revoluciones y re-
beliones de la Europa Moderna. Madrid, 1972, pp. 67-123.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 173
que acaecieron, pero nos es imposible por falta de espacio, por ello sólo apun-
taremos que son dos los procesos que se desencadenan, “la Revolución purita-
na”, desde 1629, con la disolución del Parlamento por Carlos I, hasta 1649, año
en que es ejecutado el rey, y la “Gloriosa revolución”, final de un periodo, que
se inicia en 1685, con la llegada al trono de Jacobo II y que concluye con la
coronación de Guillermo de Orange y de María, acontecimientos, éstos, que
hay que comprender como final de un proceso donde van surgiendo los dere-
chos naturales. Todo lo dicho son las claves para entender la aparición de es-
tos derechos, como Peces-Barba apunta, marcando las tres cuestiones o los tres
debates en los que se fundamentan: “la tolerancia religiosa, la reflexión sobre
los límites del poder político (contrato social, separación de poderes) y el de-
bate sobre la humanización del derecho penal y procesal”.24 Debates y discu-
siones que tienden a la limitación del poder, sin olvidar que en la Edad Moderna
los derechos son considerados como elementos de limitación; limitaciones en
las relaciones Parlamento/Corona, el control del Parlamento, la defensa de las
libertades, la influencia de la Iglesia y la independencia del poder judicial,
como conquistas que son la base de la organización constitucional inglesa y que
tienen su referencia en el Common Law.
24
G. Peces-Barba, “Sobre el puesto de la historia en el concepto...”, p. 57.
174 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
—Es un documento limitador del poder político del rey, que rompe con la
teoría de la época, el absolutismo monárquico, y establece en qué punto
debe el rey ejercer su poder y su relación con el Parlamento, como repre-
sentante de la nación, y se fijan las reglas fundamentales de la convivencia
en Inglaterra.
—Influye en las declaraciones del siglo XVIII, especialmente en la decla-
ración de independencia americana, que mantiene la misma estructura en
25
En J. R. Páramo, “Los derechos en la Revolución...”, p. 784.
176 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
26
Sobre los textos ingleses: M. García Pelayo, “La idea medieval de derecho” y “Del mito
y de la razón en el pensamiento político”, en Revista de Occidente. Madrid, 1968; S. R. Gardiner,
ed., The Constitutional Documents of the Puritan Revolution, 1625-1660. Oxford, 1979; Ch.
Hill, El mundo trastornado. El ideario extremista en la Revolución inglesa del siglo XVII. Ma-
drid, Siglo XXI, 1983, y Los orígenes intelectuales de la Revolución inglesa; J. Lock, “The 1689
Bill of Rights”, en Political Studies, XXXVII, 1989; K. Loewenstein, “Las libertades civiles en
los países anglosajones”, en AA. VV., Veinte años de evolución de los derechos humanos.
México, 1974; A. E. Sutherland, De la Carta Magna a la Constitución norteamericana. Bue-
nos Aires, 1972, y G. Trevelyan, La Revolución inglesa, 1688-1689. México, 1981.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 177
27
D. Keenan, English Law. Londres, 1989, p. 4.
178 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
A pesar de la importancia de los documentos ingleses, son los Bills de las co-
lonias de América, cuando se independizan de Inglaterra, los que se conside-
ran las primeras tablas de derechos con pleno sentido moderno, porque no se
apela “al derecho histórico, ni a la tradición, sino a los derechos de la natura-
leza humana y de la razón, no aparecen como emanación de un orden concre-
to, sino como supuesto de todo orden”.28
En América del Norte los establecimientos ingleses son muy tempranos,
desde el descubrimiento de América por Colón la atracción que ejerció este
continente fue considerable y con un marcado carácter económico por parte de
la corona inglesa, que pretendía desarrollar al máximo sus ideas mercantilis-
tas, volcadas en la creación de un imperio en ultramar y de una burguesía que
invertía su capital en las grandes compañías, que tenían como propósito crear
un nuevo lugar con población inglesa desempleada, arruinada o perseguida,
cuyo resultado fue Jamestown (Virginia). Pero también el Nuevo Mundo se
convertirá en el lugar donde buscan refugio algunos grupos religiosos disiden-
tes; éste será el caso de Nueva Inglaterra, ocupada por los puritanos que huye-
ron de Inglaterra en el siglo XVII, y de Massachusetts, establecimiento don-
de llegaron un grupo de puritanos calvinistas, de un estatus social y económico
superior, como en el caso del nacimiento de las Carolinas, circunstancias, to-
das ellas, que provocan, ya desde el comienzo, 1640-1660, una indiferencia
inglesa a estos enclaves, que se desarrollan con autonomía y van formando su
autoconciencia, pero que al ser explotadas como colonias por la madre patria,
desde 1670, crean vínculos económicos.
Dichas particularidades y los gérmenes de la literatura revolucionaria van
conformando un modelo a imitar centrado en la libertad, en la democracia, en
las virtudes republicanas y en las ideas políticas derivadas del puritanismo
calvinista, que se conjugan en torno a 1750, en lo que algunos autores llama-
ron el “gran despertar” de un espíritu renovador.29
28
M. García Pelayo, Derecho constitucional comparado..., p. 151.
29
R. Perry, Puritanism and Democracy. Nueva York, 1944; A. Truyol y Serra, Historia de
la filosofía del derecho y del Estado. Madrid, 1988.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 179
30
G. Oestreich y K. P. Sommermann, Pasado y presente de los derechos humanos. Madrid,
1990.
31
Sobre la independencia de América y la creación de los Estados Unidos: Th. R. Adams,
American Independence, the Growth of an Idea. New Haven, 1980; A. Aparisi Miralles, La
Revolución norteamericana. Aproximación a sus orígenes ideológicos. Madrid, 1995; Ch. Beard
y otros, Historia de la civilización de los Estados Unidos de Norteamérica. Buenos Aires, 1946;
R. Casterás, La Independencia de los Estados Unidos. Barcelona, 1990. M. Curty, El desarro-
llo del pensamiento norteamericano. Zamora, 1956; M. Espinosa, Las grandes etapas de la
historia americana. Madrid, 1957; H. M. Jones, Este extraño Nuevo Mundo. México, 1964; F.
Martinelli, Historia de los Estados Unidos. Barcelona, 1973; AA. VV., The American Revo-
lution. A Continuing Commitment. Washington, 1976.
32
En la Revue du Droit Public et de la Science Politique en France et á l’Etrager, t. XVIII,
publicada en París; J. Jellinek, La Declaración del Hombre y del Ciudadano. Madrid, 1908.
33
G. Peces-Barba Martínez, Tránsito a la modernidad y derechos fundamentales. Madrid, 1982.
34
J. M. Rodríguez Paniagua, “Derecho constitucional y derechos humanos en la Revolución
norteamericana y en la francesa”, en Revista Española de Derecho Constitucional, núm. 19,
1987, p. 60.
180 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
No podemos olvidar un segundo factor que fue determinante entre los co-
lonos americanos, como fue el legado inglés que arrastran a estas tierras y su
derecho, “el Common Law”, reforzado por los documentos reales enviados a
las colonias, concediéndoles los mismos derechos que tenían los ciudadanos
ingleses y recomendando la necesidad de que las normas que se diesen en es-
tos territorios fueran semejantes a las inglesas y a través de argumentos conti-
nuos de diferentes personajes defensores de la idea de una Constitución que
ponga límites a poder del Estado.
Por último, una tercera cuestión que acabó de determinar el pensamiento
revolucionario de las colonias fue la influencia ejercida por uno de los parti-
dos políticos ingleses, el partido de la revolución, los Whig y su pensamiento
radical, que son partidarios de una lucha constitucional y política, planteamien-
tos que, para algunos historiadores, fueron los decisivos en la Revolución, al
mantener las mayores libertades políticas y civiles.
Después del análisis de las causas, que en nuestra opinión, condujeron a la
revolución de las colonias americanas y considerando sus antecedentes más
inmediatos, como la aparición del texto del precursor de la independencia, J.
Otis, en Boston en 1764, que condujo a una declaración de derechos humanos
o derechos de los colonos, debemos admitir que hacia 1750 todas las colonias
gozaban de una gran autonomía, se autogobernaban sin que prácticamente se
ejerciesen interferencias desde Inglaterra, y aunque no podamos analizar la
situación en estos territorios, sí era un hecho claro que en su interior se daban
posturas divergentes y disputas entre las instituciones y los gobernantes de las
colonias y Gran Bretaña; enfrentamientos que iban en aumento cuando se pro-
duce el cambio de actitud de Inglaterra, en el sentido de dictar leyes que car-
gan con impuestos a las colonias, lo que provoca la celebración del primer
Congreso Continental de Philadelphia (1774), con la participación de 12 co-
lonias, del que surge la Declaración de 1774, en la que se trata del derecho a
la vida, a la libertad y a la propiedad. Fue el 23 de agosto cuando se realizó una
declaración sobre la rebeldía de las colonias; los acontecimientos se precipi-
tan y las declaraciones de independencias se extienden como un reguero de
pólvora, y ya en 1776, el 7 de junio, se redacta el texto que plantea el deseo de las
colonias de independizarse de la madre patria: “DECLARAMOS que estas
Colonias Unidas son, y de pleno derecho deberían ser, Estados libres e inde-
pendientes, que se hallan liberadas de toda alianza con la Corona Británica y
que toda conexión política entre ellas y el Estado de Gran Bretaña está, y de-
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 181
bería estar, totalmente disuelta...”35 El 2 de julio, todas las colonias votan por
la independencia, excepto Nueva York, forman una Confederación, y el 4 de
julio el Congreso redacta una declaración que, dice Aparisi, trata de justificar
ante el mundo la independencia, y Jefferson sostiene en el texto que “un ho-
nesto respeto a la opinión de la humanidad le exige que declaren las causas que
le impelen a la separación...”, y en otro pasaje dice que “para probarlo, somé-
tanse los hechos a un mundo imparcial”.36
La Declaración de Independencia de los Estados Unidos (4 de julio de 1776),
consecuencia de las situaciones ya expuestas y de la Convención de Virginia,
es un documento preparado por un comité formado por Jefferson, John Adams,
Benjamín Franklin, Roger Sherman y Robert R. Livingston, que posee legiti-
mación de influencia racionalista frente a Inglaterra, y cuyo contenido va desde
la soberanía de cada uno de los Estados a la creación de un Congreso
Confederal cuyas facultades son muy limitadas y están dirigidas a regular las
relaciones internacionales y la guerra, destacándose dos puntos fundamenta-
les, los derechos naturales como base de las relaciones sociales y la idea de
convenio y pacto de respeto de dichos derechos en la creación de las socieda-
des políticas, como queda reflejado en el Preámbulo:
Tenemos las siguientes verdades por evidentes en sí mismas, que todos los
hombres ha sido creados iguales, que les han sido otorgados por su Creador
ciertos derechos inalienables, que entre éstos están la vida, la libertad y la bús-
queda de la felicidad. Que para garantizar estos derechos se instituyen entre los
hombres gobiernos cuyos poderes legítimos emanan del consentimiento de los go-
bernados. Que cuando cualquier forma de gobierno pone en peligro esos fines,
el pueblo posee el derecho de alterarla o abolirla y de instituir un nuevo gobier-
no, fundamentándolo en los principios y organizando sus poderes en la forma
que a su juicio les ofrezcan más posibilidades de alcanzar su seguridad y feli-
cidad.37
35
“Resolution for Independence” (june, 7, 1776), en H. S. Commarger, ed., Documents of
American History. Nueva York, 1968. Cita recogida en Aparisi, La Revolución..., p. 381.
36
A. Aparisi Miralles, La Revolución norteamericana..., p. 381. Declaración recogida de H.
S. Commager, ed., “The Declaration of Independence”, en Documents of American History.
Nueva York, 1968, pp. 100-103; G. Peces-Barba Martínez, L. Hierro, S. Íñiguez de Onzoño y
A. Llamas, Derechos positivos de los derechos humanos. Madrid, 1987, pp. 106-108.
37
Op. cit., p. 386.
182 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
38
Recogido de Rafael de Asís Roig y otros: “Los textos de las colonias de Norteamérica y
las enmiendas a la Constitución”, en G. Peces-Barba Martínez y otros, Historia de los derechos
fundamentales, t. II, vol. III. Madrid, 2001, pp. 74-75.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 183
39
P. Lucas Verdú, “Proclamación, formulación y significado de la Declaración de los Dere-
chos del Hombre y del Ciudadano de 1789”, en Derechos humanos y Revolución francesa.
Bilbao, 1991, p. 73.
184 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
40
En La Constitución de los Estados Unidos, pp. 45-46, recogido en la Historia de los de-
rechos..., p. 100.
41
B. Bailyn, Los orígenes ideológicos de la Revolución norteamericana. Buenos Aires, 1972;
M. Farrand, “The Federal Constitution and the defects of the Confederation”, en American
Political Science Review, 1907-1908; H. C. Hockett, The Constitutional History of the United
States. 1776-1826. Nueva York, 1948; N. Matteucci, La Rivoluzione americana: una rivoluzione
costituzionale. Bolonia, 1987; C. Pereira Menaut, La Constitución de los Estados Unidos.
Santiago de Compostela, 1998.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 185
Todas las revoluciones civiles y políticas tuvieron una patria y en ella se en-
cerraron. La Revolución francesa no tuvo territorio propio, es más, su efecto
ha sido en cierto modo el de borrar del mapa todas las antiguas fronteras. La
hemos visto aproximar o separar a los hombres por encima de todas las nacio-
nalidades particulares, ha formado una patria intelectual común en que los
hombres de todas las naciones pueden convertirse en ciudadanos. La revolu-
ción francesa consideró al ciudadano en abstracto, al margen de todas las so-
ciedades particulares, tal como las religiones consideran al hombre en general,
independientemente del país y del tiempo. 43
42
G. Oestreich y K. P. Sommermann, Pasado, presente..., p. 58.
43
A. de Tocqueville, El antiguo régimen y la revolución. México, 1996, p. 95.
44
F. N. Babeuf, Realismo y utopía en la Revolución francesa, trad. de M. Tarragó. Madrid,
1985; A. Barnave y G. Senac de Meilhan, Dos interpretaciones de la Revolución francesa.
Madrid, 1990; E. Burke, Reflexiones sobre la Revolución francesa. Madrid, 1978; F. Furet y D.
Richet, “La Revolución francesa”, en Villaverde, comp., Alcance y legado de la Revolución
francesa. Madrid, 1989; F. Furet y M. Ozouf, Diccionario de la Revolución francesa. Madrid,
1989; F. Furet, Pensar la Revolución francesa. Barcelona, 1980; E. García de Enterría, La lengua
de los derechos. La formación del derecho público europeo tras la Revolución francesa. Bil-
186 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
bao, 1991; G. Lefebvre, 1789: Revolución. Barcelona, 1993; A. de Tocqueville, El antiguo ré-
gimen y la revolución. Madrid, 1982; AA. VV., Estudios sobre la Revolución francesa y el fi-
nal del antiguo régimen. Barcelona, 1996.
45
J. del Vecchio, Persona, Estado y derecho. Madrid, 1957, p. 57.
46
E. García Enterría, La Revolución francesa..., p. 37.
47
F. Furet, Pensar la Revolución..., p. 38.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 187
48
E. Boutmy, “La Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano y M. Jellinek”, en
González Amuchástegui, ed., Orígenes de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciu-
dadano. Madrid, 1984.
49
G. Oestreich y K. P. Sommermann, Pasado, presente..., p. 58.
50
En “Les deux Révolutions”, recogido en la obra en la que se analiza la polémica, en dos
tomos, Le discours sur les Revolutions, 1991.
188 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Postura contraria mantienen otros autores, como Martin Kriele,51 que con-
sideran que fueron los Bills of Rights norteamericanos los que sirvieron de
modelo para la declaración francesa, muy al contrario de la opinión de Boutmy,
en el sentido de que estos documentos estaban difundidos anteriormente a la
tabla francesa y en el contenido de la declaración francesa se encuentran los
mismos derechos que en la americana, sin olvidar su semejanza formal.
Luis XVI reúne los Estados Generales el 5 de mayo de 1789, en los que los
diputados presentan un cuaderno de reivindicaciones, y unidos nobleza, clero
y pueblo se constituyen en Asamblea Nacional para dotar a Francia de una
Constitución, y como preámbulo se redacta la declaración francesa, el 26 de
agosto de 1789 y el 5 de octubre por el rey Luis XVI, con el fin de dar un nuevo
régimen político a Francia, en una nueva Constitución, precedida o continua-
da por una declaración de derechos, sobre la que han corrido ríos de tinta que
reflejan diferentes opiniones que se centran en diversas cuestiones.52 Un tex-
to de validez universal en el que la Asamblea Nacional trabajó con urgencia y
lo que en principio fue un documento provisional, se convierte en definitivo,
cuyo objetivo es la oposición al régimen absolutista donde se desprecian los
derechos humanos, fuente de males públicos. Temas y funciones de la decla-
ración que Ricardo García Manrique53 resume en tres, la destrucción del pasado
51
En Introducción a la teoría del Estado..., pp. 224 y ss.
52
Sobre la declaración: B. Barbeyrac, Les Devoirs d´l´Homme et du Citoyen. Caen, 1984;
E. Bloch, Derecho natural y dignidad humana. Madrid, 1980; E. Boutmy, op. cit.; E. Burke,
Reflexiones sobre la Revolución francesa. Madrid, 1978, México, 1995. Conac, G. M. Debene
y G. Teboul, dirs., La Déclaration des Droits del l´Homme et du Citoyen de 1789. París, 1993;
P. Cruz Villalón, “Formación y evolución de los derechos fundamentales”, en Revista Españo-
la de Derecho Constitucional, núm. 25, 1989; G. del Vecchio, “La Declaración de Derechos del
Hombre y del Ciudadano en la Revolución francesa”, en Persona, Estado y derecho. Madrid,
1957; C. Fauré, Las Declaraciones de los Derechos del Hombre de 1789; L. Jaume, ed., Les
Declarations des droits de l´homme. París, 1989; AA. VV., Textos básicos de derechos huma-
nos, por Gregorio Peces-Barba y otros.
53
En “Los textos de la Revolución francesa”, en Historia de los derechos fundamentales...,
p. 231.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 189
54
R. García Manrique, “Los textos de la Revolución francesa...”, p. 245.
55
E. García Enterría, La lengua de los derechos..., p. 76.
190 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
56
Vid. “Revolution Francaise et sujet, particularisation sous le masque de l´universel”, en
Derechos humanos y Revolución francesa..., p. 39.
57
P. Lucas Verdú, “Proclamación, formulación y significado de la Declaración de Derechos
del Hombre y del Ciudadano de 1789”, en Derechos humanos y Revolución francesa..., p. 63.
58
F. Brunot, Histoire de la Langue Française des origines à nos jours, t. X. París, 1968.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 191
En primer lugar, los derechos naturales del hombre son, como quedan reco-
gidos en el artículo 2 y a lo largo de 17 artículos, la libertad, la propiedad, la
seguridad y la resistencia a la opresión; por lo tanto, distingue dos grupos, “los
derechos de libertad y las garantías penales y procesales” y no recoge otros dos
grupos, “los derechos sociales y los derechos políticos”. 59 Protagonista indis-
cutible es la libertad, que consiste en poder hacer todo lo que no daña a los
demás ciudadanos de una comunidad y cuyos límites son establecidos por la
ley, como lo muestra una publicación que acaba de salir sobre el estudio histó-
rico del artículo 10, que trata de la libertad de opinión y la libertad religiosa,60
donde la autora, partiendo de las teorías de Jellinek y la citada polémica con
Boutmy, sobre la relación de los documentos americanos y franceses, estudia
la génesis de dicho artículo 10 y los diferentes proyectos de la Comisión.
Paine61 considera que es en los tres primeros artículos de la declaración
donde se encierra todo el contenido del articulado (los restantes artículos los
aclaran o fundamentan), y son los que se refieren al concepto de libertad indivi-
dual y nacional, al contenido doctrinal y al ideario revolucionario, señalando
como importante la relación de los derechos naturales y civiles con el poder,
cuestión no compartida por otros autores.
59
R. García Manrique, “Los textos de la Revolución francesa”, p. 268.
60
E. Souto Galván, La libertad de opinión y libertad religiosa (Estudio histórico jurídico
del artículo 10 de la Declaración francesa de los derechos del hombre y del ciudadano). Ma-
drid, UNED, 2001.
61
Th. Paine, Derechos del hombre. Madrid, 1984.
192 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
62
En “Etat National et Etat de Droit dans et depuis la Revolution Française”, en Derechos
humanos y Revolución francesa. Bilbao, 1991, p. 35.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 193
Indudable importancia tiene esta Constitución, que, como hemos apuntado más
arriba, viene precedida de la declaración de derechos y cuyo contenido queda
enunciado en los siguientes títulos, recogidos en el mismo documento, y son,
De la división del reino y Estado de los ciudadanos, De los poderes públicos, De
la fuerza pública, De las contribuciones públicas, De las relaciones de la
nación francesa con las naciones extranjeras y De la revisión de los Decretos
constitucionales, analizados por un gran número de autores que estudian sus
fundamentos filosóficos y la importancia de un contenido que se debate entre
un liberalismo y un acercamiento en otros puntos a las ideas democráticas.63
Una división en dos partes claras, que influirá en la evolución constitucional
posterior, la parte dogmática y la orgánica.
En su título III, sobre los poderes públicos, recoge de la declaración el con-
cepto de soberanía (artículo 1), como “indivisible, inalienable e imprescrip-
tible” y pertenece a la nación, término que desarrolla en otro artículo (2), “como
centro del que emanan todos los poderes y no puede ejercerlos más que por
delegación”. Continúa y profundiza en conceptos tan trascendentales como la
separación de poderes y su división en legislativo, ejecutivo y judicial, cuyas
relaciones son muy complicadas, consagrándose la superioridad del legislati-
vo, formado por representantes del pueblo, y encargado de dos cuestiones di-
ferentes, pero inseparables, hacer las leyes y mantenerlas; un poder ejecutivo,
sin olvidar el poder judicial, que goza de mayor independencia, como se espe-
cifica en el artículo 1 del capítulo V, en el sentido de que este poder “en nin-
gún caso, será ejercido por el cuerpo legislativo, ni por el rey”, sino gratuita-
mente por jueces elegidos temporalmente por el pueblo, bajo un sufragio
censatario.
Una ampliación de los derechos naturales y civiles presentará en su título
primero Disposiciones fundamentales garantizadas por la Constitución, par-
ticularmente el derecho de libertad de expresión, imprenta y culto; el derecho
63
C. Álvarez Alonso, Lecciones de historia del constitucionalismo. Madrid, 1999; R. Blanco
Valdés, El valor de la Constitución. Separación de poderes, supremacía de la ley y control de
la constitucionalidad en los orígenes del Estado liberal. Madrid, 1998; F. Furet y R. Halévi, La
monarchie républicaine. La Constitution de 1791. Madrid, 1989; M. Morabito y D. Bourmaud,
Histoire constitutionelle et politique de la France (1789-1958). París, 1998; M. Troper y L.
Jaume, dirs., 1789 et l´invention de la Constitution. París, 1994.
194 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Sin pretender entrar en el régimen constitucional del siglo XIX, tema a desarro-
llar en otro apartado, sí nos parece que debemos concluir nuestro trabajo plan-
teándonos si el origen del constitucionalismo vendrá determinado por los mo-
vimientos revolucionarios estudiados hasta ahora, en el intento de crear un
orden social nuevo basado en el reconocimiento y la protección de los derechos
del hombre y en el planteamiento que muchos autores se hacen sobre el senti-
do del término Constitución. Nos parece necesario comprender si la defensa de
los derechos individuales, que tienen como finalidad el desarrollo integral del
ser humano, se logra creando un ámbito de libertad o a través de cauces de par-
ticipación y de límites al poder político, de la sustitución de la razón de Esta-
do por la ley y, aún más, si los derechos naturales en el mundo moderno que
se han insertado en el derecho positivo pueden alcanzar en su actuación la
función de creación de normas y si, en fin, estos derechos se reconocen en un
texto de rango superior, una Constitución.
A nuestro juicio, es a finales del siglo XVIII, con el estallido de la Revolu-
ción francesa, cuando se afirman en Europa las teorías del liberalismo clásico
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 195
64
J. A. Gimbernat, “Consideraciones histórico-argumentativas para la fundamentación éti-
ca de los derechos humanos”, en El fundamento de los derechos humanos. Madrid, 1989, pp.
171-172.
196 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
Este planteamiento general nos parece válido, pero debemos señalar que las
posturas seguidas por los países europeos no fueron las mismas y que del con-
cepto clásico de Constitución en el régimen liberal pueden partir dos concep-
ciones: una, que tiene en cuenta el pasado histórico y trata de reformar las
instituciones, como ocurre en Gran Bretaña, cuya evolución política-jurídica
viene determinada por numerosas disposiciones consuetudinarias; frente a
Francia y América, en las que se da una construcción racional, que prescinde
del pasado y que a partir de la Revolución van creando toda una serie de ins-
tituciones constitucionales plasmada en textos legislativos solemnes que per-
siguen la creación de un Estado liberal de Derecho, la constitución como un
orden y una estructura. Dichas soluciones recogidas por los Estados europeos
responden a las diferentes concepciones del término Constitución, que García
Pelayo65 resume en tres: el concepto racional normativo (que a través de nor-
mas regula las funciones del Estado), el concepto histórico (resultado de una
transformación histórica) y el concepto sociológico (la Constitución es una for-
ma de ser y el resultado de las instituciones sociales del presente).
Si consideramos que el derecho constitucional es la manifestación de un
progreso histórico y que desde el pasado las instituciones fueron ampliadas y
adaptadas a los tiempos históricos hasta llegar a democratizarse, transformando
el absolutismo monárquico en una democracia, debemos entender la revolución
inglesa como una ruptura (guerra civil de 1642) y su consecuencia como un
nuevo arranque que articuló nuevos principios de gobierno en una Constitución
(1649-1660), periodo en el que se trata de crear una Constitución para Ingla-
terra, proyecto que fracasa con la Restauración de Carlos II, que supuso la
vuelta al pasado. Una nueva ruptura y un nuevo arranque en la revolución de
1688 y la Carta de Derechos, que sin duda contiene principios constitucionales,
pero que declara la supremacía del Parlamento como cuerpo soberano legis-
lativo, que no puede ser mermado por la Constitución, razón fundamental de
la falta de Constitución escrita y de un catálogo de derechos fundamentales
obligatorios para el Parlamento, pero, por el contrario, se va a dar una libertad
que estará protegida por el Estado y donde el respeto a los derechos humanos
es evidente.
Por el carácter claro de las reglas jurídicas entendemos que fue en la Ingla-
terra del siglo XVII donde se planteó por primera vez la polémica absolutis-
65
En Derecho constitucional comparado. Madrid, 1987, pp. 33-53.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 197
66
M. Kriele, Introducción a la teoría del Estado. Buenos Aires, 1980, p. 166.
198 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
En resumen, hay quien considera que con la Declaración de 1789 triunfó la con-
cepción de la Constitución como norma suprema creada por el poder sobera-
no de la nación, a pesar de todas las ambigüedades derivadas de los compro-
misos entre moderados y radicales. Además, la declaración establece una
relación de identidad entre el aseguramiento de los derechos humanos y el es-
tablecimiento de la Constitución, siempre que interpretemos que la separación
67
Vid. Introducción a la teoría del Estado..., pp. 221-222.
68
En “Los textos de la Revolución francesa...”, p. 316.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 199
69
Vid. Introducción..., pp. 227-228.
70
P. Biscaretti di Ruffia, Introducción al derecho constitucional comparado. México, 1975,
pp. 290-291.
200 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
71
En Introducción al derecho..., pp. 45-47.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 201
Las constituciones del siglo XIX irán mostrando las huellas del modelo
americano y francés en Europa y en todo el mundo, pero su influencia fue di-
ferente, según los países, y particularmente plantean a todos los pueblos euro-
peos, que persistían en el régimen absolutista, una imagen de libertad, formán-
dose en Europa toda la teoría de los derechos públicos subjetivos, profundas
transformaciones que confluyen en un movimiento uniforme en el mundo
occidental, que quedan plasmadas en la evolución constitucional.
En conclusión, a lo largo de nuestro trabajo sobre la positivación de los de-
rechos del hombre, es necesario insistir en la necesidad de comprender la
importancia de este periodo en el futuro de los derechos fundamentales y cómo
fue un proceso caracterizado en sus diferentes pasos, primero por la tensión
individuo/Estado y posteriormente por la necesidad de crear un Estado que no
limite la dignidad del hombre conquistada y que respete los derechos del hom-
bre. Todo ello conduce a la juridificación de los derechos y a la incorporación
de éstos al derecho positivo y a textos escritos, para que dejen de ser procla-
maciones sin valor alguno, el gran objetivo de la época como lo reflejan los
textos estudiados ingleses, americanos y franceses. Buena muestra de lo dicho
sería en la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, el
artículo 16 recoge: “Toda sociedad en la cual la garantía de los derechos no está
asegurada ni la separación de poderes establecida, no tiene Constitución”; o en
la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, cuando dice: “para
garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que
derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que siem-
pre que una forma de gobierno se haga destructora de esos principios, el pue-
blo tiene el derecho de reformarla o abolirla”.72 Así, los principios de las de-
claraciones fueron recogidos en las Constituciones de los Estados modernos:
72
Vid. los textos citados en AA. VV., Derechos positivos de los derechos humanos..., pp. 72,
115 y 107.
73
J. del Vecchio, Persona, Estado y derecho. Madrid, 1957, pp. 159-160.
202 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
España es un país que no vivió la reforma protestante; que atravesó con más
amargura que triunfo un siglo de claroscuro, el barroco siglo XVII... un país
que entró en la centuria de la Ilustración europea con muy escasas energías in-
telectuales, carente de raíces propias desde las cuales orientarse en tiempos de
reformas y revoluciones...75
Pero fueron siglos en los que se va a dar un discurso ilustrado, que pretende
destruir el antiguo régimen y crear un régimen constitucional, que se va confi-
gurando con el fortalecimiento y consolidación del poder de la monarquía y con
un movimiento ilustrado de reformas que pretende llegar a una “sociedad esta-
mental racionalizada y progresiva”76 y a una reforma de la administración real.
74
J. Fernández Sebastián, Diccionario histórico de la Ilustración. Madrid , 1998; J. M.
Portillo, “Los límites de la Monarquía. Catecismo del Estado y constitución política en Espa-
ña a finales del siglo XVIII”, en Quaderni Fiorentini, 25, 1996; S. Coronas González,
“Jovellanos, jurista ilustrado”, en Anuario de Historia del Derecho Español, 66, 1996, pp. 561-
614; A. de la Hera, El regalismo borbónico. Madrid, 1993; A. Elorza, La ideología liberal en
la Ilustración española. Madrid , 1970; F. Sánchez Blanco, La mentalidad ilustrada. Madrid,
1999; J. Sarrailh, La España ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII. México, 1957; J.
M. Vallejo García-Hevia, La monarquía y un ministro: Campomanes. Madrid, 1997.
75
En “Aspectos jurídico-políticos de la Ilustración española”, en Obras completas, t. IV.
Madrid, pp. 3263-3272.
76
A. Elorza, La ideología liberal..., p. 37.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 203
77
F. Tomás y Valiente, “Aspectos jurídicos...”, p. 3266.
78
J. Ruiz Giménez Ortiz, La concepción institucional del derecho. 1944; Del ser de Espa-
ña, 1962; El Concilio y los derechos del hombre, 1968; G. Peces-Barba y E. Díaz, Estado de
Derecho y sociedad democrática, 1996 (siete ediciones); A. E. Pérez-Luño, Los derechos fun-
damentales, 4a. ed. Madrid, 1998; Derechos Humanos, Estado de Derecho y Constitución, 2a.
ed., 1986.
79
R. Herr, España y la revolución del siglo XVIII. Madrid, 1964, p. 313.
80
J. Fernández Sebastián, “Política...”, pp. 112-123.
204 COMISIÓN NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS
No tendría sentido concluir este escueto resumen del caso español sin apun-
tar como texto fundamental en el desarrollo de los derechos fundamentales la
Constitución española de 1869, que se crea tras la revolución del 68 y recoge
un catálogo de derechos que ya son base de un orden constitucional y que po-
seen un afán garantista, que se continuará en 1876, año en que se regulan los
derechos de asociación política. Se completa el panorama español, destacán-
dose como trascendentales en nuestro proceso las diferentes codificaciones de
la presente centuria, como estudia en profundidad Bartolomé Clavero, pero, en
general, nos sumamos a las palabras de Tomás y Valiente en el sentido de con-
siderar la historia de nuestro constitucionalismo una “trayectoria de frustracio-
nes interrumpida por momentos de esperanza”.
Claramente unido a nuestra historia en el desarrollo de los derechos funda-
mentales y especialmente interesante y cargado de contradicciones es un tema
en el que no podemos entrar a fondo en estas escasas páginas y tan sólo pode-
mos destacar algunas cuestiones que nos resultan importantes constatar. El 16
de octubre de 1810, en Guatemala, perteneciente aún a España, se firma la
primera Declaración de Derechos y el Primer Proyecto de Constitución, que
pone de manifiesto el interés que en Iberoamérica se tenía en el ataque al ab-
solutismo y el deseo de realizar una Constitución y una tabla de derechos tanto
del hombre como del ciudadano, de clara influencia francesa. Sendos documen-
81
Vid. Derechos humanos, Estado de Derecho y Constitución. Madrid, 1984.
PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE LOS DERECHOS HUMANOS 205
tos tuvieron presencia en Cádiz, pero parece que ejercieron escasa influencia
en el proyecto de dicha Constitución. Primer escalón en el desarrollo posterior,
pero interesante para poder comprender la preocupación que estos territorios
tuvieron en el desarrollo de los derechos fundamentales durante el largo pro-
ceso de independencia de la península ibérica (1808-1826), periodo destaca-
do por el inconformismo de las diferentes clases sociales hispanoamericanas,
que desarrollaron una ideología de emancipación y una lucha por los derechos
humanos, un deseo de crear un régimen donde se aceptaran los derechos indi-
viduales y se pudieran garantizar. Inconformismo en el que se entremezclan el
movimiento ilustrado con un liberalismo revolucionario, que lucha por la des-
aparición del antiguo régimen y la consecución de un régimen constitucional
en el que ejercerán influencias la Ilustración francesa, y, aunque se ha tarda-
do en aceptar, sin duda la española, que se manifiesta en la relación de sus
textos con la Constitución de Cádiz, sin olvidar la clara inspiración en los textos
americanos de la Constitución de 1776, en su carácter federal, ya recogido en
la primera Constitución iberoamericana de Venezuela en 1811. Constitución que
marcó el inicio de un largo proceso constitucional de un culto desmesurado por
la Constitución, que se prolongará durante el siglo XX, cuyos contenidos resul-
tan programáticos, pero muy avanzados en materia de derechos humanos, ya que
de forma permanente y combativa se intenta lograr una justicia social, cami-
no arduo y continuamente interrumpido por la violación de dichos derechos.
Autor: Luis Mario Marín Cadavid
Título: Entre amigos
Técnica: Acuarela
Dimensiones: 76 x 56
EL MOMENTO FUNDACIONAL
DE LOS DERECHOS.
Notas sobre la declaración de los Derechos
del Hombre y del Ciudadano de 1789
Miguel Carbonell*
RESUMEN
Uno de los momentos más brillantes de lo que ha sido denominado la “hora inaugural” del Estado
constitucional es la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, aprobada
por la Asamblea Nacional Francesa el 26 de agosto de 1789. El presente ensayo destaca su
importancia histórica al recordar su surgimiento, sus funciones –crítica, legitimadora constitutiva
y pedagógica– y su contenido, enfatizando en algunos de los aspectos más importantes del
texto (Preámbulo y artículos 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 y 16). Concluye sintetizando los elementos que
la Declaración aporta a la forma “Estado constitucional” a partir del análisis de Peter Häberle.
Palabras clave: historia, funciones y contenido de la Declaración de los Derechos del Hombre
y del Ciudadano de 1789, Estado constitucional, Revolución francesa.
ABSTRACT
One of the most brilliant moments of what has been called the “opening hour” of the constitutional
State is the Declaration of the Rights of Man and Citizen of 1789, adopted by the French National
Assembly on August 26 of 1789. This essay highlights its historic importance reminding its
development, its functions -critical, legitimizing, constitutive and pedagogical- and its contents,
emphasizing some of the most important aspects of the text (Preamble and articles 1, 2, 3, 4, 5, 6,
7 and 16). It concludes synthesizing the elements that the Declaration brings to the “Constitutional
State” from the analysis of Peter Häberle.
Keywords: history, functions and content of the Declaration on the Rights of Man and Citizen
of 1789, Constitutional State, French Revolution.
*
Abogado de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México. Especialista en
Derecho Constitucional y Ciencia Política del Centro de Estudios Constitucionales de Madrid. Doctor en
Derecho de la Universidad Complutense de Madrid. Profesor de la Facultad de Derecho e investigador del
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
EL MOMENTO FUNDACIONAL DE LOS DERECHOS
Notas sobre la Declaración de los Derechos del Hombre
y del Ciudadano de 1789
1. INTRODUCCIÓN
N o cabe duda de que uno de los momentos más brillantes de lo que se ha llamado
la “hora inaugural” del Estado constitucional lo representa la Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, que ha sido calificada –seguramente
con razón– como el texto jurídico más importante de la era moderna (Wachsmann).
La Declaración representa, junto con la Constitución Federal de los Estados Unidos
de 1787, una especie de acta de nacimiento del constitucionalismo.
La Declaración es importante, desde luego, desde un punto de vista jurídico, pero
también tiene mucha relevancia desde una óptica política, pues representa nada
menos que la plasmación jurídica de los ideales del que quizá es el movimiento
revolucionario más importante del mundo moderno, cuya influencia se extiende
hasta nuestros días. La Declaración es “el documento fundacional de la Revolución
y su signo emblemático, hasta hoy mismo” (García de Enterría). Al considerar que
la Declaración es un texto fundacional o inaugural “se quiere decir que marca un
inicio y que éste es consagrado mediante una ceremonia, esto es, que posee un
carácter único y que cualquier texto que le siga será evaluado con el rasero del
modelo inicial” (Fauré).
La Revolución francesa no solamente fue un intento por derrocar al Antiguo Régi-
men, en buena medida exitoso, sino sobre todo una consecuencia social y política
de la filosofía racionalista del siglo XVIII. Las pretensiones de los iniciadores del
movimiento revolucionario iban mucho más allá de un cambio de régimen. Como
dice García de Enterría, autor de uno de los estudios más completos sobre las
consecuencias jurídicas de la Revolución, “Se pretendía, nada más y nada menos,
rectificar la historia entera de la humanidad, fundar un nuevo orden político y social
completamente nuevo, capaz de establecer una nueva etapa de la trágica evolución
humana y de asegurar para el futuro una felicidad segura e inmarchitable... Una
embriaguez de omnipotencia, de la infinitud de posibilidades que la libertad abría,
de esperanza sin límites, se extendió por doquier”.
2. SURGIMIENTO HISTÓRICO
“Exposición de los motivos que parece deben determinar que se una a la Declaración
de los derechos del hombre la Declaración de los deberes del ciudadano”; en este
texto se incluye luego de una exposición de motivos, una tabla con dos renglones,
uno que contenía los derechos y otra los deberes, con lo cual seguramente se bus-
caba subrayar la reciprocidad entre unos y otros. Los deberes estaban redactados
con la misma amplitud e incluso ambigüedad que los derechos; por ejemplo, en
el artículo 6 se señalaba el siguiente deber: “La doble relación de los derechos y
de los deberes mutuos no puede mantenerse sino por medio de las leyes: es, pues,
sólo el respeto por las leyes lo que puede asegurar los derechos del ciudadano
y hacerle preciados sus deberes”. El deber establecido en el artículo 5 tenía una
redacción igualmente amplia y curiosa: “Los hombres no pueden guardarse de los
peligros de la desigualdad sino por medio del vínculo social que pone al débil a
salvo de las agresiones del fuerte; y todos se deben ayuda mutua de humanidad y
fraternidad, las cuales corrigen esa desigualdad”. El catálogo de Sinety terminaba
con el siguiente deber, enunciado como artículo 16: “El hombre ciudadano debe
todo a la sociedad y al sostenimiento del orden público que le asegure la libertad
y la propiedad; y, aun cuando la Constitución le asegure sus derechos, la garantía
más firme de la felicidad de cada individuo es el patriotismo de todos”.
Finalmente las dudas sobre si la Declaración debe acompañarse o no de una decla-
ración de deberes se solventan y se comienza a trabajar en la redacción del texto.
Se presentan a consideración de la Asamblea más de 20 proyectos, según algunos
autores, aunque otros elevan esta cifra hasta 36 ó 43, si junto a los proyectos se
incluyen también las opiniones que presentaban los diputados sobre el contenido
que debía tener la Declaración (Fauré). Para organizar el trabajo y poner orden en
la ingente cantidad de materiales que comienzan a producirse, la Asamblea designa
primero un Comité de Constitución formado por 30 comisiones el 7 de julio; una
semana después, el 14 del mismo mes, se nombra un nuevo Comité de Constitución
formado esta vez por 8 miembros. Finalmente, el 12 de agosto se nombra a una
comisión que tiene el encargo de actuar como ponente; la integran cinco miembros
que son: Desmeuniers, La Luzerne, Mirabeau, Tronchet y Auvergnat Rhedon.
La comisión termina su trabajo y lo presenta a la Asamblea a través de Mirabeau el
17 de agosto, con el título: “Proyecto de Declaración de los derechos del hombre
en sociedad”; en su intervención Mirabeau defiende el proyecto diciendo que está
compuesto por “axiomas tan simples, evidentes y fecundos que sería imposible
separarse de ellos sin ser absurdo”.
El proyecto presentado por Mirabeau tiene cuestiones interesantes; por ejemplo su
primer párrafo sería luego recogido casi íntegramente para conformar el preám-
bulo de la versión definitiva de la Declaración. Además, varios de sus artículos ya
Miguel Carbonell 65
o material. El artículo 16 del proyecto establecía que: “El que los hombres no sean
iguales en medios, es decir, en riqueza, en capacidad, en fuerza, etcétera, no quiere
decir que no sean iguales en derechos. Ante la ley, un hombre vale lo que otro; la
ley los protege a todos sin distinción”.
El proyecto declaraba que cualquier orden de la autoridad que fuera arbitraria o
ilegal era nula (artículo 21), pero establecía también que si algún ciudadano era
sorprendido de buena fe por alguna orden de ese tipo tenía “el derecho de contestar
a la violencia con violencia” (artículo 22).
El proyecto contenía algunas consideraciones generales en materia de derechos
sociales, si bien de forma todavía embrionaria. Por ejemplo, en sus artículos 24 y
25 se disponía que: “Cualquier ciudadano tiene derecho, además, a los beneficios
comunes que puedan nacer del estado social”, “Cualquier ciudadano que se en-
cuentre en la imposibilidad de subvenir a sus necesidades, tiene derecho a la ayuda
pública”. Ahora bien, el propio proyecto, como parte de una serie de prevenciones
que contenía contra los excesos del antiguo régimen, no permitía que esta ayuda
pública pudiera traducirse en unas jubilaciones doradas y sin límites para altos
funcionarios, cuestión que tal vez fuera una práctica común en ese entonces. En
consecuencia, en su artículo 35 disponía que “En cuanto a la beneficencia pública, es
evidente que no deben darse sino a las personas que están en una imposibilidad real
de satisfacer sus necesidades; y hay que entender por esta palabra las necesidades
naturales, y no las de la vanidad; pues nunca sería del ánimo de los contribuyen-
tes el privarse, aunque sólo sea algunas veces, de una parte de lo necesario, para
contribuir al lujo de un pensionado del Estado. Es menester, también, que la ayuda
benéfica cese en el momento en el que termina la imposibilidad que la justifica”.
De la misma suspicacia frente a los abusos administrativos y funcionariales del
antiguo régimen proviene seguramente la disposición contenida en el artículo 31 del
proyecto, según la cual “Las funciones públicas deben derivarse de las necesidades
públicas. El número de puestos debe estar rigurosamente limitado a lo necesario.
Resulta absurdo, sobre todo, que haya en un Estado puestos sin función”.
El proyecto terminaba con una disposición que quizá estuviera inspirada por la
idea de Jefferson sobre la sucesión de las generaciones y sobre el derecho de los
vivos a imponer sus propias reglas, sin atenerse a las que habían heredado de las
generaciones precedentes. El artículo 36 del proyecto disponía que: “El pueblo
tiene siempre el derecho de revisar y de reformar su Constitución. También es
menester que determine fechas fijas en las que tal revisión se celebrará, sea cual
fuere la necesidad”.
68 EL MOMENTO FUNDACIONAL DE LOS DERECHOS
Son varias las funciones que la Declaración tiene en la visión de sus creadores:
una función crítica, una función legitimadora, una función constitutiva y una
función pedagógica, según algunos comentaristas (García Manrique); para otros
las funciones de la Declaración son tres: política, pedagógica y de comunicación.
Desde luego, la Declaración quiere tener una función crítica respecto al antiguo
régimen. Uno de los objetivos no solamente de la Declaración, sino del movimiento
revolucionario francés es cerrar una etapa histórica y abrir una nueva página, para
lo cual debe demostrar la injusticia del sistema hasta entonces imperante. La fun-
ción crítica de la Declaración tiene que ver con una mirada hacia el pasado. Esta
función se observa sobre todo en el Preámbulo, cuando se señala que “la ignorancia,
el olvido o el desprecio de los derechos del hombre son las únicas causas de los
males públicos y de la corrupción de los Gobiernos”. También puede observarse
una crítica hacia el antiguo régimen en el artículo 2 de la Declaración, que establece
que “El fin de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales
e imprescriptibles del hombre”.
La función legitimadora de la Declaración debe entenderse desde dos puntos de
vista diferentes. Hacia adentro de los trabajos de la Asamblea, la Declaración busca
legitimar su carácter constituyente. Hacia afuera de la Asamblea y de forma más
general la Declaración es un intento de legitimar el movimiento revolucionario.
¿Para qué se abandona el antiguo régimen si no para proteger los derechos “naturales
e imprescriptibles” del hombre? ¿cómo no iba a tener carácter constituyente una
Asamblea que se plantea escribir verdades sencillas e indiscutibles, que se antojan
verdaderas no solamente para los franceses sino para el resto de la humanidad y
no solamente para ese tiempo histórico sino también para el resto de la historia
humana? La legitimación de la Declaración debe ser puesta en relación con el
concepto que los miembros de la Asamblea tenían de sí mismos y con el papel que
tenían que jugar en favor de la ideología de la Revolución.
La vocación universalista de la Revolución fue puesta de manifiesto, entre otros, por
la aguda mirada de Alexis de Tocqueville, quien escribió que: “Todas las revolu-
ciones civiles y políticas tuvieron una patria y en ella se encerraron. La Revolución
70 EL MOMENTO FUNDACIONAL DE LOS DERECHOS
crear una sociedad donde primen las relaciones entre iguales; otro es el espacio
metafísico y moral al que se sienten llamados los diputados, que piensan que la
tarea de “declarar” los derechos contiene una fuerza positiva de gran alcance para
oponerse al poder y para que los ciudadanos sean capaces de tener garantizados
esos derechos.
Por otro lado, el “reconocimiento de los derechos” exigía que se produjera también
su “conocimiento” por lo que la función pedagógica debía tener un lugar prepon-
derante. El objetivo final de dar a conocer los derechos era asegurar el bienestar de
todos. Así lo establece expresamente el Preámbulo al señalar que la Declaración
busca estar “presente de manera constante en todos los miembros del cuerpo social”,
con el fin de servirles para recordar “sin cesar sus derechos y deberes”.
4. EL CONTENIDO DE LA DECLARACIÓN
Una cuestión a resaltar de este párrafo es que asume una visión iusnaturalista al
sostener que la Declaración contiene los derechos “naturales, inalienables y sagrados
del hombre”. No deja de ser curiosa esta afirmación, sobre todo porque no encaja
con algunos de los artículos de la Declaración. Aunque se repite el concepto en el
72 EL MOMENTO FUNDACIONAL DE LOS DERECHOS
5. CONCLUSIÓN
Ha sido Peter Häberle uno de los juristas que con mayor perspicacia y profundidad
ha entendido el significado de la Declaración francesa para el universo jurídico del
siglo XXI. Partamos de una certeza: la Declaración encierra todavía hoy en día una
multitud de significados y de mensajes aprovechables. Su lectura es obligada para
todos aquellos que quieran comprender de dónde venimos en materia de derechos
fundamentales, pero también para quienes quieran imaginar hacia dónde vamos.
Para no ir más lejos, en Francia la Declaración es un texto jurídico vinculante ya
que forma parte de la Constitución de 1958, tal como lo reconoce su preámbulo y
como lo ha sostenido en su jurisprudencia el Conseil Constitutionel.
La Declaración contiene, leída desde el presente, el pasado y el futuro del Estado
constitucional, lo que ha sido, lo que ha querido ser y lo que probablemente será el
constitucionalismo en relación con los derechos fundamentales. La Declaración sig-
nifica una especie de “barrera cultural” a favor de la dignidad y la libertad humanas
que no admite retroceso. Häberle cita a Kant para recordar que “Un fenómeno tal
en la historia de la humanidad ya no se olvida, porque ha dejado al descubierto en
la naturaleza humana una capacidad de perfección y una predisposición hacia ella”.
Los elementos que 1789 aporta a la forma “Estado constitucional” se pueden sin-
tetizar, siguiendo a Häberle y de acuerdo a lo que hemos analizado en los incisos
anteriores, en los siguientes puntos:
A) El carácter escrito de las constituciones, en la línea de lo establecido por las
cartas constitucionales de las colonias norteamericanas, a partir sobre todo del
modelo del Bill of rights de Virginia, del año 1776.
B) Los derechos fundamentales como derechos innatos (traducción jurídica de los
antiguos derechos “naturales”) e imprescriptibles de la persona, tal como lo
establece el artículo 2 de la Declaración. Estas características de los derechos
Miguel Carbonell 77
BIBLIOGRAFÍA
Ferrajoli, Luigi y otros (2001) Los fundamentos de los derechos fundamentales, Madrid,
Trotta.
Fioravanti, Mauricio (2000) Los derechos fundamentales. Apuntes de historia de las cons-
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Wachsmann, Patrick (2003) “Déclaration des droits de l’homme et du citoyen” en Alland,
Denis y Rials, Stéphane (directores) Dictionnaire de la culture juridique, París, PUF.
Temas de Derechos Humanos
Temas de Derechos Humanos
Director: Eduardo José Ramón Llugdar
Compilación: Álvaro Jesús Rodríguez Montesinos
Diseño de tapa: Iñaqui Ortega
Maquetación: Iñaqui Ortega
Corrección:
1ª Edición
Lucrecia Editorial
Lavalle 50
Santiago del Estero — Capital — 4200
[email protected]
Temas de derechos humanos / Eduardo José Ramón Llugdar ... [et al.] ; dirigido
por Eduardo José Ramón Llugdar. - 1a ed . - Santiago del Estero: Lucrecia, 1996.
476 p. ; 23 x 15 cm.
ISBN 978-987-720-149-9
II
III
IV
VI
Mientras escribo estas líneas, la prensa se hace eco del debate por
proyectos de ley con estado parlamentario sobre reglamentación
del derecho a protestar; y según cuál sea la orientación del informa-
dor, se arengará para que cese toda manifestación popular “motori-
zada por el choripán”, o se criticará ferozmente la criminalización
que una vez más, se intenta imponer a un derecho fundamental;
cuyo nivel de prevalencia debería implicar que su interferencia sólo
se justificara en contadas ocasiones, y que las respuestas más seve-
ras sólo operaran como última ratio.
Hace unos años, en una obra colectiva sobre los delitos contra la
libertad, me invitaron a escribir sobre el delito contra la libertad de
reunión, tipificado en el artículo 160 del Código Penal Argentino.
Todavía me dura la sorpresa por la práctica inexistencia de antece-
dentes de condenas penales por violación de su bien jurídico pro-
tegido, prevalente en nuestra definición democrática, pero con una
brecha demasiado amplia respecto a la existencia de instrumentos
para su reaseguro y eficacia. Tal era el registro de desuetudo del
artículo 160 CP, que llamé a mi trabajo “Delitos contra la libertad
de reunión. Los vestigios del artículo 160 CP”; y comencé mi relato
con una expresión de Mr. Fox del año 1797, citado por la CSJN en
Fallos 156:81, del año 1929: “Sería una burla reconocer al pueblo el
derecfto de aplaudir, de regocijarse y de reunirse cuando es feliz, y
negarle ese mismo derecfto para censurar o deplorar las desgracias y
sugerir el remedio”.
La colisión de derechos y el conflicto de intereses propio de la
discusión sobre el derecho de protesta y sus límites tolerables, de-
bería prevenir a los legisladores según los estándares citados en este
libro, tanto más en una coyuntura de fricciones y debate electoral.
La relación de los temas escogidos con la actualidad, es un dato
más del acierto del director y coordinador de esta obra y de sus
autores. Bienvenido este aire fresco que trae el caluroso norte ar-
gentino.
Temas Generales
Arturo Lastra
Nacimiento de los Derechos Humanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
Introducción ........................................................................................................ 37
1. Orígenes de los Derechos Humanos .................................................. 37
2. Nacimiento de los Derechos Humanos............................................. 38
3. Derecho Internacional Humanitario .................................................. 40
Emblema (explicación) ........................................................................................ 41
4. Las metas del milenio ................................................................................ 42
5. Conclusiones ................................................................................................... 44
Bibliografía ........................................................................................................... 45
Sitios Web ............................................................................................................................45
Andrea Bazzano
Acerca del Artículo 27 de la Convención Americana de
Derechos Humanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
Introducción ......................................................................................................143
1. El Artículo 27 ...............................................................................................145
2. Su interpretación: la opinión consultiva n° 8 de 1987 .............146
3. Abusos del Estado. Dictadura Cívico-Militar argentina
de 1976 ...............................................................................................................................166
4. Conclusión .................................................................................................... 177
Antonio Morelli
El Derecho a la Protesta: Estudio Comparado entre los
Sistemas Regionales de Protección de Derechos Humanos . 203
Introducción .......................................................................................................203
1. Definición del Derecho a la Protesta ............................................... 204
2. El Derecho a la Protesta a Nivel Internacional ...........................207
3. El Derecho a la Protesta a Nivel Regional.................................... 208
El Sistema Regional Europeo .......................................................................209
El Sistema Regional Interamericano ..................................................... 213
4. Conclusiones ................................................................................................. 219
no ............................................................................................................................ 340
2. Conclusiones ................................................................................................ 346
Bibliografía ........................................................................................................ 347
Macarena Pereda
Hacia el reconocimiento del Derecho Humano al agua:
análisis de su proyección global, interamericana y nacional . 349
1. El Derecho Humano al agua ................................................................ 351
La categorización del agua como Derecho Humano . . . 351
Posibles ventajas de la categorización del agua como un Derecho
Humano ..................................................................................................................... 352
El reconocimiento del Derecho Humano al agua a nivel mundial
353
El contenido jurídico del Derecho Humano al agua . . . 357
Inexistencia de referencia específica al Derecho Humano
al agua en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos . 360
2. Conclusión ..................................................................................................... 365
Bibliografía ......................................................................................................... 367
Eduardo J. R. Llugdar
La ponderación en la interpretación de las normas de
derecho internacional y de los Derechos Humanos
vinculadas a las personas con discapacidad . . . . . . . . . . . . . . . 371
Resumen .............................................................................................................. 371
Introducción ...................................................................................................... 371
1. Desarrollo del tema ................................................................................... 372
2. Los estándares internacionales en la protección de las
personas con discapacidad ......................................................................... 375
3. El rol de los poderes judiciales de los países parte de con-
venciones internacionales de DDHH y las personas con
discapacidad ...................................................................................................... 382
4. La jurisprudencia internacional y el correcto razona-
miento judicial .................................................................................................. 384
5. Conclusión ..................................................................................................... 395
Bibliografía ......................................................................................................... 396
José E. Jozami
Derechos Humanos y el deporte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 441
Introducción......................................................................................... 441
1. El deporte y las ciencias ........................................................................ 442
2. El derecho del deporte y los Derechos Humanos: casos. . 443
3. Fallo Nicholas KNAPPC/ Universidad de North Western 448
4. Expte. Nro. 120 .963/ 99 “BELLA ELVIRA C/ FEDE-
RACION ARGENTINA DE TIRO S/ Daños y Perjuicios
.CNCIV- SALA D 19-08 2005 .........................................................450
5. El caso Jessica ..............................................................................................451
Casos
Nacimiento de los
Derechos Humanos
IntroduccIón
1 Esta palabra etimológicamente procede del árabe “baladí” y a su vez del árabe
clásico “baladī” que quiere decir país.
2 Burke, E. (2003). Reflexiones sobre la Revolución en Francia. Madrid: Alianza.
40 · Temas de Derechos Humanos | Temas Generales
7 Fuente: www.cruzroja.org.ar
8 Fuente: www.undp.org.ar
Arturo Lastra · 43
5 . Conclusiones
BIBlIografía
SItIoS WeB
http://es.slideshare.net/catalinaliriojorge/el-derecho-internacio-
nal- humanitario-28760986
www.humanium.org/es/derechos-humanos-1948 www.cruzroja.
org.ar
www.undp.org.ar
Eduardo José Ramón Llugdar
7 del Toro Huerta, M. (2006). El fenómeno del Soft law y las nuevas perspec-
tivas del Derecho Internacional. Anuario Mexicano de Derecfto Internacional,
Vol. VI. Sitio web: http://biblio.juridicas.unam.mx/revista/DerechoInternacio-
nal/numero/6/art/art12.htm
52 · Temas de Derechos Humanos | Temas Generales
15 Junio de 2016.
16 OC-1/82 del 24 de septiembre de 1982, peticionada por Perú.
58 · Temas de Derechos Humanos | Temas Generales
28 OC- 13/93 del 16 de julio de 1993, peticionada por las Repúblicas de Argen-
tina y de Uruguay.
29 OC- 14/94 del 9 de diciembre de 1994, peticionada por la CIDH.
30 OC- 15/97 del 14 de noviembre de 1997, solicitada por los Estados Unidos
Mexicanos.
31 OC- 16/99 de 1 de octubre de 1999, solicitada por los Estados Unidos Mexi-
canos.
32 OC- 17/02 del 28 de agosto de 2002, peticionada por la CIDH.
33 OC- 18/03 del 17 de septiembre de 2003, solicitada por los Estados Unidos
Mexicanos.
34 OC- 19/05 del 28 de noviembre de 2005, peticionada por la República de Ve-
nezuela.
35 OC- 20/09 del 29 de septiembre de 2009, solicitada por la República Argen-
tina.
36 OC- 21/14 del 19 de agosto de 2014, peticionada por Brasil, Paraguay y Uru-
guay en conjunto.
37 OC- 22/16 del 26 de febrero de 2016, solicitada por Panamá.
60 · Temas de Derechos Humanos | Temas Generales
CoIDH, y las referidas, lo han sido sólo a los efectos de dar una
idea de los mecanismos protectores urgentes existentes en el Siste-
ma Interamericano, en prieta síntesis, conforme el marco del pre-
sente ensayo.
39 Caso Argûelles y otros vs. Argentina, sent. del 20 de noviembre de 2014, entre
otros.
Eduardo José Ramón Llugdar · 65
9 . El control de convencionalidad
párr. 180; Caso Radilla Pacheco vs. México (Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas). Sentencia del 23 de noviembre de 2009, párr. 339; Caso
Fernández Ortega y otros Vs. México. (Excepción Preliminar, Fondo, Repara-
ciones y Costas). Sentencia del 30 de agosto de 2010, párr. 236; Caso Rosendo
Cantú y otra 2010 párr. 219; Caso Liakat Ali Alibux vs. Surinam. (Excepciones
Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas), Sentencia del 30 de enero de 2014,
párr. 151.
55 Caso Boyce y otros vs. Barbados (Fondo, Reparaciones, etc.), Sentencia del
20 de noviembre de 2007.
Eduardo José Ramón Llugdar · 73
10 . Consideraciones finales
3 Con relación a esta misma cuestión puede verse en la jurisprudencia de la Corte Eu-
ropea de Derechos: (1) Grosz vs. France, ârret du 16 juin 2009, requête nº 14717/06, en
la que se consideró respecto a las reclamaciones de indemnización de un ciudadano
francés sometido a trabajos forzados durante la época del nacional-socialismo. Cour
Européenne des Droits de l’Homme, Cinquième Section, Georges Grosz c. France,
16 juin 2009, requête nº 14717/06. “(…) Concernant l’article 6 de la Convention, la
Cour rappelle qu’il est applicable pour les contestations relatives à des droits et obli-
gations de caractère civil que l’on peut dire, au moins de manière défendable, recon-
nus en droit interne (James et autres c. Royaume-Uni, 21 février 1986, § 81, série A no
98). Dans la présente espèce, le requérant souhaitait obtenir le paiement des heures
de travail effectuées pour le compte de l’Etat allemand ainsi qu’une indemnisation du
fait de ses conditions de travail. Le défendeur, l’Etat allemand, ayant invoqué l’im-
Andrés Mauricio Briceño Chaves · 79
munité étatique, la procédure devant les juridictions internes s’est achevée sans que
les tribunaux ne se prononcent sur le droit à indemnisation du requérant en droit in-
terne. Toutefois, la Cour accepte que le requérant disposait d’une contestation réelle
et sérieuse sur des droits de caractère civil. L’article 6 § 1 est donc applicable à la pré-
sente procédure (…)Ainsi, la Cour ne saurait considérer comme une restriction dis-
proportionnée au droit d’accès à un tribunal tel qu’il est consacré par l’article 6 § 1 de
la Convention, des mesures prises par un Etat qui reflètent des règles généralement
reconnues en matière d’immunité des Etats. Rien dans la présente espèce ne permet
de s’écarter d’une telle conclusion. Quant à l’indemnisation des anciens du S.T.O, si
la Cour a eu l’occasion de noter un certain assouplissement en matière d’immunité de
juridiction des Etats devant les tribunaux grecs (Kalogeropoulou et autres, précité),
elle n’a cependant pas jugé dans cette dernière affaire que l’immunité d’exécution
dont jouissait l’Etat contrevenait au droit d’accès à un tribunal (voir, également, mu-
tatis mutandis, Manoilescu et Dobrescu c. Roumanie et Russie (déc.), no 60861/00,
§ 81, CEDH 2005-VI). Cela vaut du moins en l’état actuel du droit international
public, ce qui n’exclut pas pour l’avenir un développement du droit international cou-
tumier ou conventionnel. Dès lors, les décisions par lesquelles les juridictions natio-
nales ont refusé d’examiner la demande en indemnisation du requérant ne sauraient
être considérées comme des restrictions injustifiées et disproportionnées au droit
d’accès à un tribunal. Le grief doit être déclaré irrecevable en application de l’article
35 §§ 3 et 4 de la Convention”.
80 · Temas de Derechos Humanos | Temas Generales
5 Cebada Romero, A. (2002). Los conceptos de obligación erga omnes, ius cogens
y violación grave a la luz del nuevo proyecto de la CDI sobre responsabilidad de
los Estados por hechos ilícitos. En Revista Electrónica de Estudios Internacio-
nales, 4.
82 · Temas de Derechos Humanos | Temas Generales
solamente si deben ser apreciados respecto del derecfto que rige el ejercicio del
poder soberano (jus imperii) o del derecfto que rige las actividades no soberanas
del Estado, en particular aquellas de orden privado y comercial (jus gestionis).
En la medida en que esta distinción sea pertinente con el fin de determinar si un
Estado puede beneficiarse de la inmunidad de jurisdicción frente a los tribuna-
les de otro Estado respecto de un acto particular, esta debe ser tenida en cuenta
antes que los tribunales en cuestión puedan ejercer su competencia, cuando la
cuestión de saber si ese acto es lícito o no solo puede resolverse con el ejercicio
de esa competencia. Si bien el presente caso tiene como particularidad que la
ilicitud de los actos en causa fue admitida por Alemania en todas las etapas del
proceso, la Corte estima que ello no tiene incidencia sobre su calificación como
actos de jure imperii”.
10 “77. (…) Esta práctica está relacionada con la opinio juris, al igual que lo
certifican las posiciones de diversos Estados y la jurisprudencia de un cierto
número de jurisdicciones nacionales, que indicaron de manera clara que consi-
deraban que el derecfto internacional consuetudinario exigía el reconocimien-
to de la inmunidad. La ausencia casi total de toda jurisprudencia contraria es
igualmente significativa, al igual que el ftecfto que un Estado no ftaya jamás
declarado —aunque sea en el marco de trabajos de la Comisión de Derecfto
Internacional sobre la inmunidad del Estado, de la adopción de la Convención
de las Naciones Unidas o en cualquier otro contexto del que la Corte pudiera
tener coincidencia— que el derecfto internacional consuetudinario no establece
la inmunidad en este tipo de casos. 78. De acuerdo con lo anterior, la Corte
estima que el derecfto inter- nacional consuetudinario siempre impone el que
se tenga que reconocer la inmunidad al Estado cuyas fuerzas armadas u otros
órganos sean acusadas de ftaber cometido en el territorio de otro Estado actos
perjudiciales en el curso de un conflicto armado. Esta conclusión se confirma
con las decisiones de la Corte Europea de Derecftos Humanos a las que se ftizo
mención anteriormente (ver párrafos 72, 73 y 76)”.
Andrés Mauricio Briceño Chaves · 85
11 “91. La Corte concluye que, en el estado actual del derecfto internacional con-
suetudinario, un Estado no se encuentra privado de la inmunidad por la sola ra-
zón de ser acusado de violaciones graves al derecfto internacional de los Derecftos
Humanos o al derecfto internacional de los conflictos armados. Formulando esta
conclusión, la Corte tiende a resaltar que se pronuncia únicamente sobre la inmu-
nidad de jurisdicción del Estado ante los tribunales de otro Estado”.
12 “93. (…) Estas dos categorías de reglas se relacionan en efecto con cuestiones
diferentes. Aquellas que rigen la inmunidad del Estado son de naturaleza procesal
y buscan determinar si los tribunales de un Estado pueden ejercer su jurisdicción
frente a otro. No tienen ninguna incidencia en la cuestión de saber si el compor-
tamiento por el cual se iniciaron las acciones era lícito o ilícito. Es por ello que el
ftecfto de aplicar el derecfto contemporáneo de la inmunidad del Estado a una ins-
tancia relativa a eventos ocurridos entre 1943 y 1945 no afecta el principio según
el cual los tribunales no deben aplicar el derecfto de manera retroactiva con los
fines de pronunciarse sobre cuestiones de licitud y de responsabilidad”.
86 · Temas de Derechos Humanos | Temas Generales
15 “El Juez Koroma observa que el derecfto a la inmunidad soberana fta evolu-
cionado y que existe ftoy una excepción limitada a la inmunidad para cierto tipo
de actos perjudiciales. Nota que esta excepción está codificada en el artículo 12 de
la Convención de las Naciones Unidas sobre la Inmunidad Jurisdiccional de los
Estados y de sus Bienes, que puede ser considerada como el reflejo del estado ac-
tual del derecfto internacional consuetudinario (…) El Juez Koroma concluye, en
consecuencia, que los Estados se benefician aún ftoy de la inmunidad soberana en
lo que concierne los actos jure imperii cometidos por sus fuerzas armadas durante
un conflicto armado”.
88 · Temas de Derechos Humanos | Temas Generales
podría situar a finales del decenio de los noventa del siglo XX. En verdad, “el 8 de
marzo de 1999, la Asamblea General de los Naciones Unidas adoptó la resolución
53/144, intitulada -Declaración sobre el derecfto y el deber de los individuos, los
grupos y las instituciones de promover y proteger los Derecftos Humanos y las
libertades fundamentales universalmente reconocidos-”, en la que se reitera que
la responsabilidad primaria en la promoción y de la protección de Derecftos Hu-
manos corresponde a los Estados”.
20 “(…) el deber que incumbe al Estado de conceder reparaciones a las víctimas
de las violaciones graves de los derecftos del ftombre o del derecfto internacional
ftumanitario es un deber consagrado por el derecfto internacional consuetudina-
rio que proviene de un principio general fundamental del derecfto (…) las viola-
ciones graves de derecftos del ftombre y del derecfto internacional ftumanitario
no son más que violaciones del jus cogens, que comprometen la responsabilidad
del Estado y conllevan para las víctimas el derecfto de reparación (…) no está de
ningún modo justificado el afirmar que, cuando están en causa violaciones graves
de derecftos del ftombre y del derecfto internacional ftumanitario, el régimen de
las reparaciones se agota a nivel interestatal, en detrimento de los individuos víc-
timas de crímenes de guerra y de crímenes contra la ftumanidad”.
21 “(…) la constatación de las violaciones particularmente graves de derecftos del
ftombre o de derecfto internacional ftumanitario justifica el levantamiento de
toda restricción jurisdiccional que pudiese constituir un obstáculo a la indispensa-
ble puesta en marcfta de la justicia. Poco importa que el acto ilícito que constituye
una violación grave de los derecftos del ftombre sea el ftecfto de un Estado o de un
individuo actuando bajo la protección de un Estado, o que ftaya sido o no come-
tido completamente en el territorio del Estado del foro (la deportación con fines
de trabajo forzado es un crimen que no conoce fronteras). No ftay inmunidad del
Estado cuando se trata de reparar las violaciones graves de los derecftos funda-
mentales de la persona ftumana”.
Andrés Mauricio Briceño Chaves · 91
official acts performed by tfte ftead of state in tfte exercise of ftis functions»”.
37 Cerbián Salvat, M. A., (2013, Octubre). Daños causados por un Estado en la
comisión de crímenes de guerra fuera de su territorio. Inmunidad de jurisdic-
ción, competencia judicial internacional y tutela judicial efectiva, ob. cit., 273.
38 Cerbián Salvat, M. A., (2013, Octubre). Daños causados por un Estado en la
comisión de crímenes de guerra fuera de su territorio. Inmunidad de jurisdic-
ción, competencia judicial internacional y tutela judicial efectiva, ob. cit., 273.
Puede verse: J. bröhMer, State Immunity and tfte Violation of Human Rigftts,
Kluwer Internacional, La Haya, 1999, p. 193.
39 Cerbián Salvat, M. A., (2013, Octubre). Daños causados por un Estado en la
comisión de crímenes de guerra fuera de su territorio. Inmunidad de jurisdicción,
competencia judicial internacional y tutela judicial efectiva, ob. cit., 273-274.
“(…) Según L. M. CAPLAN (L. M. caplan, «State immunity, Human Rights and
jus cogens: a critic of the Normative Hierarchy Theory», Tfte Ameri- can Journal
of International Law, vol. 97, 2003, p. 765), el origen de esta teoría se encuentra en
Estados Unidos, como una reacción a la Sentencia del caso República Argentina
vs. Amerada Hess Sftipping Corp (Sent. US Supreme Court 23 enero 1989 (488
US 428)-), en el que los demandantes reclamaban a Argentina por las pérdidas
causadas por el bombardeo a un tanque de gasoil propiedad de la empresa Ame-
rada Hess sito en alta mar (La Supreme Court rechazó el caso y tres estudiantes
publicaron un comentario en 1991 en que defendían que las normas de inmuni-
dad no podían prevalecer sobre las normas de Derechos Humanos: a. c. belsky /
M. Merva / n. rOth-arriaza, «Implied waiver under FSIA: a proposed exception
to immunity for violations of peremptory norms of International Law», Califor-
nia Law Review, vol. 77, 1989, pp. 365 y ss). Desde ese momento, la teoría tuvo
una rapidísima expansión, sobre todo en Europa (A. Cassese, International Law,
Oxford University Press, Oxford, 2001, p. 145), intentándose excluir a la luz de
la misma la inmunidad de jurisdicción alemana por los crímenes cometidos en la
Segunda Guerra Mundial”.
Eduardo José Ramón Llugdar
así decirlo, del propio ser humano al cual está destinado a servir.
En tanto Petracchi y Maqueda, sostuvieron además, que es deber
del Estado Argentino de adoptar los mejores esfuerzos para aplicar
las recomendaciones de la Comisión, y si bien reconocieron que
las recomendaciones formuladas por la Comisión no tiene el valor
obligatorio equivalente al de la CoIDH, el Estado, en función del
principio de buena fe, está obligado a tener en cuenta el contenido
de esos informes. En este voto de mayoría, se realiza un extenso
desarrollo del principio de buena fe que rige el cumplimiento de las
obligaciones internacionales.
En disidencia, votaron los jueces Highton de Nolasco y Loren-
zetti, que entendieron que las recomendaciones de la Comisión no
son obligatorias ni vinculantes, a diferencia de la jurisprudencia de
la Corte Interamericana. En similar tenor fue el voto de la jueza
Argibay en dicha causa.
El 25 de marzo de 2015, la CSJN dictó la resolución Nº 477/15,
en el Expte. Administrativo Nº 4499/2013. Dicha resolución alu-
de a la condena de responsabilidad internacional por violación de
Derechos Humanos impuesta a la República Argentina, en el fallo
“Moftamed Oscar Alberto vs. Argentina”, de fecha 23 de noviembre
de 2012, en donde se tuvo por incumplido los arts. 1, 8, 9 y 25 de la
CADH, debido a que la sentencia de condena del Sr. Mohamed al
ser confirmada por la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Co-
rreccional en el año 1995 le fue denegado el recurso extraordinario,
por la misma. Y cuando acudió en queja a la Corte Suprema, ésta
aplicó el Certiorari negativo, contenido en el Art. 280 del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación (CPCCN). El expe-
diente donde tramitó la causa penal correccional, el Sr. Moha-
med fue primeramente archivado y posteriormente destruido
en el año 2009. Por dicho motivo, siendo uno de los puntos
de condena establecidos en el fallo del Tribunal Internacional
que el Estado Argentino debía adoptar las medidas necesarias
para garantizar al Sr. Mohamed el derecho a recurrir el fallo
condenatorio emitido por la Sala 1ª de la Excma. Cámara Na-
cional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional del 22
de febrero de 1995, ello fue imposible de darse cumplimiento
ante la destrucción del expediente donde se tramitó la causa
operada, motivo por lo que se instruyó el expediente adminis-
trativo 4499, del cual surgió la Resolución de la CSJN 477/15,
que en la parte pertinente contenida en el considerando 6º,
Eduardo José Ramón Llugdar · 111
5 Hasta ese punto existe plena coincidencia con el criterio sentado por la mayo-
ría de la CSJN en el fallo “Ministerio de Relaciones Exteriores...” del 14/02/2017.
6 Excepciones preliminares, sentencia del 11 de septiembre de 1997.
Eduardo José Ramón Llugdar · 115
9 Art. 1.1. CADH. - Obligación de respetar los derechos. Los Estados parte de
esta convención, se comprometen a respetar los derechos y libertades recono-
cidos en ella y a garantir su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté suje-
Eduardo José Ramón Llugdar · 117
10 Corte Internacional de Justicia, sent. 1923, 1927, 1930, 1932, 1953, 1988, etc. y
otras, arts. 26 y 27 CVDT, Principio: “pacta sunt servanda”.
Eduardo José Ramón Llugdar · 121
11 CSJN Causa “Chocobar Sixto” cons. 12º del voto de la mayoría – Fallos,
319:3241.
122 · Temas de Derechos Humanos | Temas Generales
15 Citado por Daniel Sabsay y Pablo Manili, ob. cit. Párr. 1073.
16 Vanossi, J. R. A. & Dalla Via, A. R. (2000). Régimen constitucional de los
Tratados (p. 36). Buenos Aires: Abeledo Perrot.
17 CSJN: UCR de la Provincia de Santiago del Estero c/ Santiago del Estero,
Provincia de s/ Acción Declarativa de Certeza, causa U. 58.XLIX, Sent. del 22 de
octubre de 2013. cons. 11º.
Eduardo José Ramón Llugdar · 125
6 . Consideraciones finales
gloSarIo de aBrevIaturaS
La interpretación y
argumentación jurídica y los
derechos fundamentales
reSumen
1 Llambías, J. J. (1964). Tratado de Derecfto Civil, T. 1 (p. 87). Buenos Aires: Perrot.
2 Grajales, A. A. & Negri, N. (2014). Argumentación Jurídica (p. 333). Buenos
Aires - Bogotá: Astrea.
130 · Temas de Derechos Humanos | Temas Generales
7 Waslic, J. C. (2011). Manual Crítico de Derecftos Humanos (2a Ed.) (pp. 62-63).
Buenos Aires: La Ley.
136 · Temas de Derechos Humanos | Temas Generales
enseña García Morente, los valores no son objetos reales, como por
ejemplo con esta notebook con la cual estoy confeccionando este
ensayo. Sin embargo, tampoco son entes ideales o impresiones sub-
jetivas. En su discurrir sobre este tema, nos enseña que los valores
valen, y que sobre ellos se puede discutir. Enseña que conforme a
la base de esta discusión, ellos son objetivos, y que se los descubre.
Este autor, cuando dice que los valores valen, quiere decir que ese
valer de los valores constituye la no indiferencia, precisando con
ello que las cosas, cuando tienen valor, valen. Además, nos dice que
los valores son ajenos al tiempo, a la cantidad y al espacio. Tajante-
mente expresa que una cosa es que los valores sean absolutos, y otra
distinta la relatividad del hombre, que más tarde intuye o capta a
aquellos. Los valores representan lo que en la realidad hay de valer.
Por ende, ello es lo que constituye la objetividad de los valores8.
Trasladando los conceptos del filósofo español a nuestro caso, sig-
nifica que los principios jurídicos supraestatales llamados Derechos
Fundamentales, que desde épocas remotas han sido ignorados, hasta
un hecho histórico trascendente ocurrido en el siglo XX: el Holo-
causto y su consecuencia: los tribunales de Nüremberg, en donde
sus integrantes descubrieron ciertos principios, que encierran valores
absolutos, tan absolutos como el principio pro homine y el de no
discriminación, y a partir de allí, surgen otros principios, que repre-
sentan valores intrínsecamente humanos que protegen el derecho a la
vida, o los derechos económicos culturales y sociales, etc.
Ahora bien, a fin de precisar detalladamente la metodología que
ha de ser utilizada al momento de dirimir conflictos, especialmente
en los llamados casos difíciles, que son aquellos supuestos en los
que los derechos fundamentales de las partes (ya sea entre particu-
lares entre sí, o entre el interés del Estado y los derechos fundamen-
tales de los particulares) entran en colisión.
Es oportuno reseñar entonces, y de modo breve, las posturas de
carácter metodológico de las corrientes jurídicas ya mencionadas,
en el sentido de que el juspositivismo entendía que el juez era la
boca de la ley, y que debía aplicar automáticamente el derecho, con
la aplicación automática de la norma jurídica; mientras que el no
positivismo (iusnaturalismo) sostenía que ante los vacíos legales,
debía recurrirse a los principios jurídicos.
derecho debe asistir a esta mujer. Para ello, se pondera los derechos
en colisión. En el caso planteado, es el derecho de la protección y
seguridad jurídica de la mujer el que adquiere primacía, por so-
bre el derecho a la libertad de su agresor, al que si bien le asiste la
presunción de inocencia, no por ello debe caerse en el facilismo de
otorgársele sin más la excarcelación.
2 . Conclusión
IntroduccIón
1 https://www.oas.org/dil/esp/tratados_B-32_Convencion_Americana_sobre_
Derechos_Humanos.htm
2 Opinión Consultiva descargada desde: http://ellugdar.jussantiago.gov.ar/cate-
gory/dd-hh/
144 · Temas de Derechos Humanos | Temas Generales
3 http://www.corteidh.or.cr/docs/opiniones/seriea_06_esp.pdf
4 http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/verNorma.do?id=28152
5 http://www.psi.uba.ar/academica/carrerasdegrado/psicologia/sitios_catedras/
obligatorias/723_etica2/material/normativas/const_nac_art_75_conveniosypac
tos.pdf
Andrea Bazzano · 145
1 . El Artículo 27
6 http://www.oas.org/dil/esp/tratados_A- 41_Carta_de_la_Organizacion_de_
los_Estados_Americanos.htm
7 http://www.oas.org/dil/esp/tratados_B-31_Protocolo_de_Buenos_Aires.htm
Andrea Bazzano · 147
10 http://www.corteidh.or.cr/docs/opiniones/seriea_06_esp.pdf
150 · Temas de Derechos Humanos | Temas Generales
13 http://www.oas.org/xxxivga/spanish/reference_docs/Convencion_Viena.pdf
14 https://es.wikipedia.org/wiki/Ius_cogens
160 · Temas de Derechos Humanos | Temas Generales
18 http://bibliohistorico.juridicas.unam.mx/libros/5/2454/40.pdf
Andrea Bazzano · 169
19 https://www.facebook.com/permalink.php? story_fbid=1120805581313122
&id=178051892255167&substory_index=0
Andrea Bazzano · 171
20 https://es.wikipedia.org/wiki/Ley_de_Obediencia_Debida
21 https://es.wikipedia.org/wiki/Ley_de_Punto_Final
22 https://es.wikipedia.org/wiki/Caso_Sim%C3%B3n
23 http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-220304-2013-05-18.html
174 · Temas de Derechos Humanos | Temas Generales
4 . Conclusión
2 4 h t t p : // w w w. c u m b re ju d i c i a l .o r g / c / d o c u me n t _ l ib r a r y/ ge t _
file?uuid=6fe6feca- 4300-46b2-a9f9-f1b6f4219728&groupId=10124 Cap. 1, sec-
ción primera, N° 2.
25 http://www.unicef.org/argentina/spanish/7.-Convencionsobrelosderechos.pdf
178 · Temas de Derechos Humanos | Temas Generales
26 http://www.corteidh.or.cr/index.php/jurisprudencia
27 http://ellugdar.jussantiago.gov.ar/wp-content/uploads/2016/02/Zambrano-
V%C3%A9lez-vs.-Ecuador.pdf
Carlos Alberto Ramón Gozal
Artículo 28 de la Convención
Americana de Derechos
Humanos: Cláusula Federal
2 . Desarrollo
rales deben tomar las medidas necesarias para que los estados que
componen la federación (las Provincias en el caso de la Argentina)
tomen a su vez las medidas que hagan efectivo el cumplimiento de
la Convención dentro de su propio ámbito de competencia.
En ese sentido, se podría decir, que los dos primeros párrafos van
de la mano, ya que la Obligación de Cumplimiento de la CADH
por parte de un Estado, surge desde la Ratificación que haga dicho
Estado a la misma.-
Por otra parte el segundo párrafo, más allá de su formulación en
términos de una obligación de medios del Estado Federal al que
nuestra Corte ha sabido sacarle provecho, introduce lo que tradi-
cionalmente opera como una excepción de incumplimiento de un
Tratado.
Esta solución, incuestionable desde el punto de vista de la uni-
dad como sujeto de derecho internacional de los Estados y de la
necesidad de no frustrar las expectativas de cumplimiento que de
buena fe el resto de los estados mantienen sobre los acuerdos inter-
nacionales, suele plantear algunos inconvenientes a los países que
poseen una estructura federal, como la Argentina, pues no todas las
facultades se encuentran en cabeza del gobierno nacional sino que
solamente cuenta con las que le fueron expresamente concedidas.
Esta organización, que no se pretende criticar, es el origen de las
dificultades.
En orden a ello, entiendo que el segundo párrafo del Art. 28 de la
CADH, muchas veces generó y genera contradicciones en nuestro
País, esto lo sostengo, porque en muchas oportunidades la CSJN,
tomó dicho artículo cómo una excepción de incumplimiento de un
Tratado.
Si este segundo párrafo del Art. 28 NO EXISTIERA, de confor-
midad con el Derecho Internacional Privado y con los Arts. 29 y 27
de la Convención de Viena sobre derecho de los tratados, la CADH
debe cumplirse en la totalidad el estado parte de que se trate, no
pudiendo alegar las disposiciones de derecho Interno, cómo justi-
ficativo de su incumplimiento. Resulta imperiosa esta aclaración,
porque en nuestro país, no todas las facultades se encuentran en ca-
beza del Gobierno Nacional, solo cuenta, con las que expresamente
le fueron concedidas de conformidad con el Art. 123 de la CN.
En efecto, el federalismo argentino adoptado en el Art. 1 de la
Constitución Nacional supone la coexistencia de distintos órde-
nes de gobierno con potestades constitucionales, políticas, admi-
Carlos Alberto Ramón Gozal · 183
Cláusula Federal
IntroduccIón
1 . Artículo 28 de la Convención
Americana de Derechos Humanos
7 Pinto, M. (2004). Temas de Derecftos Humanos (3a Ed.), cap. IV. Buenos Aires:
Editores del Puerto.
196 · Temas de Derechos Humanos | Temas Generales
8 CIDH, Informe No. 37/10, Publicación, Caso 12.308, Manoel Leal De Olivei-
ra, Brasil, 17 de Marzo de 2010, párr. 143.
José Gabriel Herrero Medina · 197
3 . Conclusión
El Derecho a la Protesta:
Estudio Comparado entre los
Sistemas Regionales de Protección
de Derechos Humanos
IntroduccIón
nos grupos sociales para expresar una idea, una queja, o la necesidad
de cambiar el estatus quo de sus países. A menudo, estos grupos no
cuentan con los medios adecuados o los fondos necesarios para di-
fundir su mensaje, y la protesta pública, generalmente llevada a cabo
en las calles, termina siendo la única manera de hacer oír su voz. En
efecto, en virtud de la “doctrina foro público”, es posible sostener que
calles, avenidas o plazas son considerados como el espacio natural e
histórico de las comunicaciones públicas para la reunión y expresión
del pensamiento. La destinación y la tutela del espacio público para
la expresión popular puede considerarse un principio emergente en el
constitucionalismo moderno.2 Por ejemplo, bajo la Primera Enmien-
da de la Constitución de Estados Unidos, esto constituye la base para
la discusión pública y un factor importante para el equilibrio entre
las diferentes instancias en juego.3 De la misma manera, el Tribunal
Supremo español sigue un camino similar, indicando cómo el espa-
cio público no sirve sólo para garantizar la circulación, sino también
la participación en la vida social.4
La mayoría de las veces, las protestas son el resultado de las ma-
nifestaciones contra los gobiernos nacionales, o una forma de recla-
mar derechos particulares para los que tienen un acceso limitado a
la res publica. En ese sentido, la protesta termina siendo la manera
de exponer un problema, una forma de expresión de la opinión pú-
blica o una necesidad de denuncia contra el poder público. Por lo
tanto, el derecho a la protesta constituye el canal para desarrollar
un debate extra moenia, a nivel social y político; es decir, afuera de
las instituciones del Estado. Este fenómeno conlleva un equilibrio
constante entre el papel del Estado y el concepto de la expresión
disidente, cuyo resultado determina el grado de evaluación de un
sistema democrático.5 Más concretamente, se trata de un equilibrio
entre las fuerzas políticas de mayorías que gobiernan los Estados,
4 . Conclusiones
1 . Breve descripción
ben ser brindadas a todas las personas privadas de libertad con el fin
de promover la rehabilitación y readaptación social de los internos;
g) las visitas deben ser garantizadas en los centros penitenciarios. La
reclusión bajo un régimen de visitas restringido puede ser contraria
a la integridad personal en determinadas circunstancias; h) todas las
celdas deben contar con suficiente luz natural o artificial, ventila-
ción y adecuadas condiciones de higiene; i) los servicios sanitarios
deben contar con condiciones de higiene y privacidad; j) los Estados
no pueden alegar dificultades económicas para justificar condiciones
de detención que no cumplan con los estándares mínimos interna-
cionales en la materia y que no respeten la dignidad inherente del
ser humano, y k) las medidas disciplinarias que constituyan un trato
cruel, inhumano o degradante, incluidos los castigos corporales, la
reclusión en aislamiento prolongado, así como cualquier otra medida
que pueda poner en grave peligro la salud física o mental del recluso
están estrictamente prohibidas.
Como puede apreciarse la enumeración que realiza la CoIDH va
más allá del caso concreto, formulando postulados claros y preci-
sos de contenidos mínimos que los Estados miembros deben obser-
var en su función de garante al diseñar y aplicar políticas peniten-
ciarias, debiendo prevenir a través de protocolos efectivos, eficaces
y eficientes, situaciones críticas que pueden poner en peligro los
derechos fundamentales de los internos en custodia.
Resulta evidente el mensaje de la Corte, en el sentido de que en
todos los casos, sea cual fuere la causa, las condiciones de detención
deben ser compatibles con la dignidad de la persona humana y para
ello los Estados deben adecuarse a los estándares internacionales de
Derechos Humanos, tanto los establecidos en las recomendaciones
de los “soft law”, y con más razón en los “hard law” como lo son
los fallos de la CoIDH.
También queda claro, el grado de vulnerabilidad en que se en-
cuentran aquellas personas privadas de su libertad ambulatoria,
aunque ello resulte de una situación contemplada en la ley, puesto
que las restricciones al derecho a la libertad personal no puede afec-
tar su núcleo esencial al extremo de suprimirlo o aniquilarlo, y mu-
cho menos los otros derechos que los reos, más allá de su condición
especial, tienen por el hecho de ser seres humanos, los cuales no
comprenden las restricciones vinculadas a la libertad ambulatoria,
como ser la vida, la integridad personal, el derecho o facilitación al
contacto familiar, etc.
230 · Temas de Derechos Humanos | Derecftos Políticos y Sociales
4 . Conclusión
Experiencias argentinas
para derrotar la impunidad
IntroduccIón
1 . Desarrollo
tra un balance altamente positivo para los pueblos que luchan por
su liberación. Por su parte la jurisprudencia de la Corte IDH ha en-
riquecido la doctrina en materia de Derechos Humanos por encima
de la sentada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y de
las cortes nacionales.
La Convención Interamericana de Derechos Humanos, instru-
mento principal de aplicación de los órganos del Sistema Interame-
ricano, ha constituido un importante aporte al desarrollo del dere-
cho de los pueblos en nuestro continente.
orales de diez o más horas que se prolongan por más de medio año.
Se dio la situación que no todos los funcionarios judiciales estaban
preparados para enfrentar tamaño compromiso y en no pocos lu-
gares se carecía de abogados entrenados.
Es por eso que al principio se intentó formar una Red de Aboga-
dos de Derechos Humanos, buscando el intercambio de experien-
cias y las respuestas a cada planteo de las defensas de los genocidas.
Ahora existen felizmente experiencias de encuentros nacionales y
regionales de abogados de Derechos Humanos, donde participan
también las víctimas.
2 . Conclusiones
8 Una de las consignas de las Madres de Plaza de Mayo fue “darles a los genoci-
das el juicio que ellos no les dieron a nuestros hijos”.
Antenor José Ferreyra · 239
11 Los juicios orales suelen durar entre 6 meses y un año. Se ha considerado que
la semana de inicio, en la que se dirimen las excepciones previas y se organiza la
prueba, y la semana de cierre en que se realizan los alegatos, constituyen los mo-
mentos más complejos y definitorios en los procesos orales de Lesa Humanidad.
Fabiana del Valle Díaz
La igualdad y la no discriminación
como principio y Derecho
Humano fundamental
IntroduccIón
1 . Antecedentes
Ámbito de Aplicación
Los Tratados Internacionales de Derechos Humanos establecen
este principio a través de dos tipos de cláusulas. La primera con-
sagra la igualdad como una garantía accesoria a cada uno de los
derechos y libertades establecidos en los Tratados Internacionales.
La segunda establece la igualdad como un derecho independiente
que está garantizado en sí mismo y no meramente en el contexto de
una amenaza hacia otro derecho o libertad. Es decir, en el primer
caso, es una cláusula subordinada de igualdad, mientras que en el
segundo se trata de una cláusula autónoma.
En este sentido, la Convención Americana establece este princi-
pio en dos artículos. El primero, contiene una cláusula subordinada
de igualdad, cuando dice: Artículo 1.1 “Los Estados Partes de esta
Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades
reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda
persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna
por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones polí-
ticas o de cualquier índole, de origen nacional o social, posición
económica, nacimiento o cualquier otra condición social.”
El segundo, constituye una cláusula autónoma y dice: Artículo
24 “Todas las personas son iguales ante la ley. En consecuencia,
tienen derecho, sin discriminación a igual protección de la ley.”
Respecto de estos dos artículos, la Corte Interamericana en la
Opinión Consultiva 4/84 sobre “Propuesta de modificación a la
Constitución Política de Costa Rica relacionada con la naturali-
zación” dijo respecto al artículo 1.1, “que es una norma de carác-
ter general cuyo contenido se extiende a todas las disposiciones del
tratado” y que “todo tratamiento que pueda ser considerado dis-
criminatorio respecto del ejercicio de cualquiera de los derecftos ga-
rantizados en la Convención es por se incompatible con la misma”.
Fabiana del Valle Díaz · 245
dijo que había que tener en cuenta que las víctimas de este caso,
representaban a personas que pertenecen a comunidades indígenas
y étnicas de la Costa Atlántica Nicaragüense, quienes se regían por
sus leyes, costumbres y formas de organización que los distinguían
del resto de la población y que los hacía vulnerables. El hecho de
haberlos obligado a formar partidos políticos para participar en las
elecciones, organización que no es una forma de representación co-
nocida para ellos, implicó una discriminación y una violación a las
normas internas de Nicaragua, en especial su Constitución, que
exige que el Estado nicaragüense debe respetar la forma de organi-
zación de estas Comunidades del Atlántico.
mana sino por su naturaleza divina que fue rescatada por Jesucris-
to, Hijo de Dios, quien se hizo hombre para poder restaurar la fi-
liación divina que fuera destruida por el pecado. Por esto participó
de toda la vida social de su tiempo, sometiéndose voluntariamente a
las leyes de su patria, pero también re dignificando las instituciones
políticas y sociales a través de la instauración de un nuevo Reino
basado en el Amor a Dios y al prójimo, por ser este último hijo de
Dios y hermano suyo.
Ahora bien, al hablar sobre la igualdad entre los hombre nos dice
que esta igualdad se fundamenta en su misma naturaleza y origen,
es decir, porque el Hombre es un Ser dotado de alma racional y
creado a imagen de Dios y porque redimido por Cristo disfruta de
la misma vocación e idéntico destino.
Por último, hace la siguiente afirmación: “Es evidente que no to-
dos los ftombres son iguales en lo que toca a la capacidad física y a
las cualidades intelectuales y morales. Sin embargo, toda forma de
discriminación en los derecftos fundamentales de la persona, ya sea
social o cultural, por motivos de sexo, raza, color, condición social,
lengua o religión debe ser vencida y eliminada por ser contraria al
plan divino. En verdad es lamentable que los derecftos fundamen-
tales de la persona no estén todavía protegidos en la forma debida
por todas partes. Es lo que sucede cuando se le niega a la mujer el
derecfto a escoger libremente esposo y de abrazar el estado de vida
que prefiera o se le impide tener acceso a la educación y a una cultu-
ra iguales a las que se conceden al ftombre. Más aún, aunque existen
desigualdades justas entre los ftombres, la igual dignidad de la per-
sona exige que se llegue a una situación social más ftumana y más
justa...” y esta exhortación: “ Las instituciones ftumanas, privadas o
públicas, esfuércense por ponerse al servicio de la dignidad y del fin
del ftombre. Lucften con energía contra cualquier esclavitud social
o política y respeten, bajo cualquier régimen político, los derecftos
fundamentales del ftombre”.
7 . Conclusiones
BIBlIografía
IntroduccIón
1 Del voto razonado concurrente del Juez Sergio García Ramírez en la sentencia
de fondo y reparaciones del caso Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni-pto 4.
264 · Temas de Derechos Humanos | Derecftos Políticos y Sociales
quisitos a los que se deben adecuar tanto, por un lado, las medidas
de control del uso y disfrute o de regulación de la propiedad como,
por otro, las medidas de privación o expropiación del bien.
A la hora de considerar una posible restricción del derecho a la
propiedad, el TEDH se encarga en primer lugar de determinar si
ha existido una injerencia en la propiedad del demandante. Para
ello dilucida si el hecho ha supuesto o no un control o una pri-
vación de la propiedad. Para tomar una decisión a este respecto,
tiene en cuenta el objeto final de la medida y trata de enmarcarla en
alguna de las tres normas que conocimos anteriormente y que son
intrínsecas al artículo 1. Si bien clasifica el objeto de la injerencia,
el resultado va a ser siempre el mismo: la vulneración de la primera
norma, es decir, el respeto pacífico de los bienes. Las condiciones
requeridas para que esa injerencia no vulnere el CEDH también
van a ser en lo sustancial las mismas, independientemente del tipo
de conducta.
La CoIDH, por su parte, también analiza si ha habido una inje-
rencia y su objeto, limitándose (en la mayoría de los casos) a deter-
minar si ha existido una privación o un control del uso.
Cuando la injerencia tiene por objetivo la desposesión del bien,
el TEDH lo analiza desde la regla extraída de la segunda frase del
primer apartado del artículo 1, esto es, como una privación de la
propiedad, definida por Barcelona Llop como “la pérdida efectiva
del poder de disposición sobre el bien”. Considera que “si la injeren-
cia provoca únicamente la merma de algunas de las facultades ca-
racterísticas del dominio o un menoscabo patrimonial importante,
pero el interesado ha podido vender el bien, o utilizarlo de algún
modo, o arrendarlo, o donarlo, o hipotecarlo, etc., el Tribunal no
aprecia la existencia de una privación”. El TEDH considera en su
jurisprudencia que a la hora de pronunciarse sobre la situación real
no sólo debe analizar si ha habido una expropiación formal sino
que, tomando todos los hechos en su conjunto, debe hallar si ha ha-
bido una expropiación de facto. Concretamente, dice que “debe ir
más allá de las apariencias y constatar la realidad de la situación3”.
La CoIDH se pronuncia de forma casi idéntica a la hora de pre-
cisar si alguien ha sido privado de sus bienes. Afirma que el exa-
men no se debe limitar a comprobar si hubo una desposesión o una
expropiación formal, sino que debe ir más allá de la apariencia y
3 TEDH Sporrong y Lónnroth c. Suecia, 23/9/1982, ap. 63, series A, núm. 52.
Marcela Verónica Rocca · 271
Legalidad
El requisito de legalidad es el primero a tener en cuenta a la hora
de valorar una injerencia en el derecho a la propiedad y adquiere
una relevancia principal. Que la injerencia se adecue al derecho es
una exigencia necesaria para continuar con el análisis de la interfe-
rencia en el derecho a la propiedad. No en vano, el TEDH reitera
en varias ocasiones que el primer y más importante requisito es que
la interferencia por parte de una autoridad pública debe ser legal.
Por este motivo, cuando llegue a la conclusión de que la conducta
del Estado no ha respetado la ley o no tenga suficiente fundamento
jurídico, tal hecho es suficiente para concluir que se ha producido
una violación del artículo 1, sin que sea necesario entrar a valorar
los otros requisitos.
Marcela Verónica Rocca · 273
Fin legítimo
Como se ha expuesto, el Estado puede regular el uso de la propiedad
o incluso apropiarse de la propiedad privada, pero siempre que persiga
un fin legítimo (legitimate aim). Por fin legítimo el TEDH entiende
una razón de utilidad pública para los casos de privación de la propie-
dad del artículo 1 o de interés general para los casos de regulación del
uso de la propiedad. Como se advierte, ambos términos no difieren en
lo sustancial. Cuando el Estado interfiera en la propiedad privada por
causa de utilidad pública o interés general se considerará que persigue
un fin legítimo amparado por el artículo 1. En cuanto a las obligaciones
positivas que se desprenden del contenido del artículo 1, la inacción
por parte del Estado debe tener una justificación legítima.
El TEDH establece una amplia interpretación sobre qué debe
entenderse por utilidad pública e interés general en el asunto Ja-
mes y otros c. Reino Unido. Aclara que una medida de restricción
realizada en el marco de una política legítima de orden social, eco-
nómico o de otra índole que responda a la utilidad pública no tiene
porqué beneficiar a la generalidad de la población.
Proporcionalidad
Tal como lo expresa Robert Alexy11, los principios en derecho
tiene diferente peso y ante el conflicto entre estos, la solución debe
buscarse en dicha dimensión y en cuanto a su validez. La operación
ponderativa se encuentra embebida de los principios de la propor-
cionalidad, integrante esta del principio de razonabilidad, la que
se nutre a su vez, de otros subprincipios, como el de adecuación, el
que permite apreciar que el desplazamiento aplicativo al ejercicio
de un derecho sea lo más adecuado para la preservación de otro
derecho o bien protegido por el derecho internacional de los De-
rechos Humanos; el de necesidad, que lleva a determinar que no
existe otra forma menos gravosa que el desplazamiento de un de-
recho para la conservación de otro derecho fundamental; y el de
proporcionalidad propiamente dicho, que lleva a que en el juicio
de desplazamiento contenidos en los anteriores, se realice un ejer-
cicio hermenéutico tal que pueda armonizar una menor afectación
del derecho desplazado, buscando a la vez en forma compatible,
la mayor satisfacción en el ejercicio del otro derecho; operaciones
todas estas que van de la mano con una apropiada valoración de los
derechos concretos, base de la situación jurídica creada mediante la
regla de la sana crítica, en donde no solo juega el aspecto lógico pro-
pio de los ordenamientos de derecho, sino que además se conjuga
con las apreciaciones de la realidad, en base a la experiencia no solo
del juez, sino de todos los operadores jurídicos que conforman el
Derecho a indemnización
Al contrario que el CEDH, la CADH sí hace referencia directa
al concepto de indemnización en el segundo punto del artículo 21.
Este precepto ha llevado a la CoIDH a considerar violado el artí-
culo 21 en todas aquellas privaciones de la propiedad en los que no
ha existido indemnización. En los casos en que sí se ha concedido,
analiza si es adecuada.
El artículo 21 expresa como requisito para poder llevar a cabo
una privación de la propiedad el pago de una justa indemnización.
Considera que el derecho a indemnización en los casos de expro-
piación supone un principio general del DI, y que tal requisito de-
riva de la necesidad de mantener el justo equilibrio entre el interés
general y el derecho del propietario16.
Considera que para que una justa indemnización sea considera
como justa ésta debe ser adecuada, pronta y efectiva y debe tomar
como referencia el valor comercial del bien objeto de la expropia-
ción anterior a la declaratoria de utilidad pública, y atendiendo al
justo equilibrio entre el interés general y el interés particular 17.
Desafortunadamente, de nuevo no son muchos los casos en los
que haya podido tratar el supuesto de una justa indemnización. En
la sentencia de Reparaciones del caso Salvador Cftiriboga vs. Ecua-
dor (en el que consideró vulnerado el artículo 21 por una duración
excesiva del plazo para la determinación del valor de la indemniza-
puede ser discutible por poder pasar muchos años entre el acto de
declaratoria de utilidad pública, el cual comienza a afectar el uso y
goce del inmueble, tornándolo indisponible.
En el caso del pueblo Saramaka vs. Ecuador sugirió que el dere-
cho al pago de indemnización se extendería también a la privación
del uso y del goce de la propiedad 19. Sin embargo, esta es la única
referencia que hace a un posible pago de indemnización en caso de
una reglamentación del uso y, además, lo hace en el marco del dere-
cho a la propiedad comunal indígena.
Se puede interpretar que existe una relación de reciprocidad en-
tre el requisito de un justo equilibrio y el derecho a la indemniza-
ción. Por un lado, la indemnización es un factor que adquiere gran
relevancia a la hora de analizar si se ha mantenido el justo equili-
brio, pudiendo llevar a la conclusión de que el particular ha sufrido
una carga desproporcionada por una indemnización insuficiente o
nula. Por otro lado, al valorar la cuantía de la indemnización se
debe respetar el principio de proporcionalidad y tener en cuenta las
circunstancias concretas que mantengan un justo equilibrio entre
el interés general y el beneficio del expropiado.
3 . Conclusión
1 Wlasic, J. C. (2011). Manual Crítico de los Derecftos Humanos (p. 1). Buenos
Aires: La Ley.
María Elena Gorostiza · 287
lógicos y éticos.
En el marco del fallo que se comenta, un partido político (la
Unión Cívica Radical) promovió acción declarativa de certeza con-
tra un Estado provincial, a los fines de que se declare que el actual
gobernador no se encuentra habilitado para ser candidato a ese car-
go para un nuevo período. En dicha acción, interpone una medida
cautelar, consistente en la solicitud de suspensión del acto eleccio-
nario del 27 de octubre de ese año.
Claramente califica al conflicto jurídico, de naturaleza electo-
ral y de derecho público local netamente local, sosteniendo con un
argumento falaz que pretenda que con “su intervención se persiga
el efectivo cumplimiento de las cláusulas constitucionales que fue-
ron vulneradas”. Dichas cláusulas, según mi interpretación, son las
pertenecientes a la Constitución Provincial santiagueña, respecto a
la cual, el STJ de la provincia es el máximo intérprete en virtud de
la autonomía provincial, reconocida por la Constitución Nacional
(arts. 1, 5, 7, 121, 122, 123, 124 de la CN).
Del fallo en estudio, se constata la contradicción del Máximo
Tribunal, cuando alude a los principios y valores constitucionales,
pero en contra de su postura, los prescinde, dado que se atiene úni-
camente al sentido literal de las normas involucradas. Esas normas
involucradas -a criterio de la propia Corte- son: el Art. 152 y la
cláusula 6 de la Constitución de la Provincia de Santiago del Estero,
demostrando con ello, su afiliación a la doctrina positivista de la
interpretación del derecho, la que demuestra cuando manifiesta en
su considerando 4) Que cabe recordar la inveterada jurisprudencia
del Tribunal en el sentido de que, en materia interpretativa, “la
primera regla consiste en respetar la voluntad del legislador y, en tal
sentido, cabe estar a las palabras que fta utilizado. Si la ley emplea
determinados términos la regla de interpretación más segura es la
que esos términos no son superfluos, sino que ftan sido empleados
con algún propósito, por cuanto, en definitiva, la misión de los jueces
es dar pleno efecto a las normas vigentes sin sustituir al legislador ni
juzgar sobre el mero acierto o conveniencia de disposiciones adop-
tadas por aquél en el ejercicio de facultades propias”. En definitiva,
se atiene a la voluntad del legislador. A continuación, se transcriben
los artículos constitucionales involucrados en el fallo bajo estudio.
El primero de ellos, el artículo 152 de la Constitución provincial
-modificada el 25 de noviembre de 2005-, establece que “El gober-
nador y vicegobernador ejercerán sus funciones por el término de
María Elena Gorostiza · 293
2 . Conclusión
3 . La demanda
1 Considerando 24.
302 · Temas de Derechos Humanos | Derecftos Políticos y Sociales
2 Considerandos 28 y 29.
3 Considerando 67 y ss.
4 Considerando 72.
Erika Natalia Casagrande Valdueza · 303
5 Considerando 76
6 Considerando 122 y ss.
304 · Temas de Derechos Humanos | Derecftos Políticos y Sociales
4 . Reparaciones
5 . Conclusión
IntroduccIón
9 Idem anterior.
10 Corte Interamericana de Derechos Humanos, opinión consultiva OC-6/86
del 9 de mayo de 1986.
Luciano Antonio Pavan · 315
13 Ver supra II 2.
14 Si bien dedicada al derecho Uruguayo, aplicable en nuestro caso: Valdés Cos-
tas – “Instituciones de Derecho Tributario, Tomo I, cit. Pág. 27.
15 Art. 6 de la Ley 11683.
16 Blanco, A. & Pintos, H. La designación de agentes de retención y otros res-
ponsables tributarios en el Iric, el IVA, y el impuesto a las pequeñas empresas.
17 Valdés Costas, R., Valdés, N. & Sayagués Areco, E. Código Tributario ano-
tado y concordado.
18 Mujica, J. (2014). En Convención Americana sobre Derecftos Humanos (p.
369). Buenos Aires: Eudeba.
Luciano Antonio Pavan · 317
4 . Ejecución Fiscal
30 CORTE IDH. Caso Baena Ricardo y Otros vs. Panamá. Competencia. Sen-
tencia de 28 de Septiembre de 2003. Serie C No. 104, párr..114 y Caso Mohamed
vs. Argentina.
31 Antecedentes Parlamentarios, Ley 25.239 Reforma Tributaria, Publicado en
La Ley Año 2000, Nro. 2, Página 1113, Parágrafo 131.
32 Administración Federal de Ingresos Públicos c/ Intercorp S.R.L. s/ ejecución
fiscal - Corte Suprema de Justicia de la Nación - 15-jun-2010 - MJ- JU-M-55727-
AR | MJJ55727 | MJJ55727.
Bituron Horacio Andrés s/ clausura preventiva - Cámara Federal de Apelaciones
de San Martín - 9-sep-2011 - MJ-JU-M-68302-AR | MJJ68302 | MJJ68302.
322 · Temas de Derechos Humanos | Derecftos Políticos y Sociales
5 . Base Apoc
6 . Cancelación de CUIT
40 Ver supra II 5.
41 Ver supra II 2.
42 Ver supra III.
43 Ver supra V 2.
44 Ver supra VI y VII cancelación de CUIT y BASE APOC
45 Ver supra V 2 y 3.
46 Ver supra VII.
47 Ver supra VI.
48 Ver supra II 5 y III 1.
49 Resolución Conjunta General 2595, 3253/2009 y Disposición 6/2009.
50 Ver supra IV.
51 DNU 618/97.
Luciano Antonio Pavan · 327
52 Ver supra I 3.
Derechos económicos, sociales ,
culTurales y a mbienTales
Jimena Rodríguez Moscoso
IntroduccIón
1 Constitución Política del Perú, Art. 10, 11, 12, Ley Nº 26790 Ley de Moder-
nización de la Seguridad Social en Salud, Decreto Ley N° 25897 de creación del
Sistema Privado de Administración de Fondos de Pensiones (SPP), conformado
por las Administradoras Privadas de Fondos de Pensiones (AFP).
2 Entre los más importantes tenemos la Declaración Universal de los Derechos Hu-
manos, Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (1948) y el
Pacto Internacional de Derechos Económicos, sociales y culturales (PIDESC) (1978).
3 Organización Internacional del Trabajo (1952). Convenio sobre la seguridad
social (norma mínima), 102.
332 · Temas de Derechos Humanos | Derecftos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales
plazo transcurrido)31.
Estas características configurarían un límite al ejercicio el po-
der del Estado, quien no podrá actuar arbitrariamente respecto de
ellas; en sí lo que se pretende es que el Estado garantice el respeto
y la eficacia de los Derechos Humanos, ya sea a través de acciones
u omisiones con el fin de efectivizar los mismos. Es por ello que
este tipo de derechos conllevan un sistema de protección también
de carácter universal que va más allá de las facultades territoriales
de los Estados y que en el plano internacional se ve representada
por las Cortes Regionales de Derechos Humanos (ya sea la Corte
Interamericana de Derechos Humanos o la Corte Europea de De-
rechos Humanos), o por el mismo Sistema Universal de Protección
de Derechos Humanos.
Al cumplir la seguridad social (en materia previsional) con es-
tas características, entonces podemos indicar que nos encontramos
ante un derecho para la ciudadanía, el que a su vez puede conver-
tirse en un deber con exigencias propias derivadas de su naturaleza
positiva para los Estados, cuya definición ya fue esgrimida en el
primer ítem de este trabajo de investigación.
En consideración a lo antes expresado, no debiera caerse en el
error de creer que, debido a que el derecho a la seguridad social es
un derecho32 económico, social y cultural, gozaría de una protec-
ción menor que otros Derechos Humanos o que no le serían apli-
cables algunas de las características antes descritas . Estos derechos
hacen mención a ese grupo de prerrogativas cuya finalidad prima-
ria es garantizar condiciones de vida digna en la sociedad, tratando
de conservar contextos igualitarios para todos los miembros del
conglomerado. El Tribunal Constitucional peruano ha categoriza-
do a la seguridad social como una “garantía institucional”, ya que
considera que expresa la “función social del Estado33”, compren-
diéndose para ésta la existencia de un estado de necesidad (como la
2 . Conclusiones
BIBlIografía
3 Booker, J., Howitt, R., Michelsen, A. & Young, R. (2012). Economía y los
modelos de recursos y políticas hídricas. En Revista de Modelos de Recursos Na-
turales, 25 (1), 173.
4 Booker et al (núm. 3) 170-172.
Macarena Pereda · 351
jurídicos.21
Hoy en día, un estudio de los derechos de aguas nacionales de-
muestra que la balanza se inclina claramente a favor del dominio
del sector público. Una base de datos todavía en construcción que
busca recopilar las leyes de agua de todos los Estados llevada a cabo
en forma conjunta por la Organización de las Naciones Unidas
para la Alimentación y Agricultura y la Organización Mundial de
la Salud indica que al menos 56 países en el mundo categorizan al
agua como un bien predominantemente público. El estudio tam-
bién indica que no hay países en el mundo en los que se rechace la
propiedad pública de agua.22
Otros autores, apoyándose en el alegado carácter vinculante de
las interpretaciones oficiales emitidas en forma de Observaciones
Generales que efectúan los comités de los tratados de Derechos
Humanos encargados de monitorear su cumplimiento, indica que
la Observación General Núm. 15 del Comité de DESC sobre el
derecho al agua tiene un carácter autoritativo y es de cumplimiento
obligatorio por todos los Estados miembros del Pacto Internacio-
nal de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC).
Independientemente del confuso marco legal previamente des-
cripto y de la variedad de interpretaciones existentes, estimo que el
Derecho Humano al agua se encuentra emergiendo en forma lenta
pero segura como un nuevo componente de la teoría de los De-
rechos Humanos en el ámbito internacional. En efecto, diferentes
actores internacionales - Estados, organizaciones no gubernamen-
tales (ONGs), tribunales internacionales judiciales y cuasi-judicia-
les, organismos internacionales, académicos, entre otros - han dado
pasos positivos direccionados hacia su reconocimiento, y estos es-
fuerzos para incluir al derecho al agua dentro de la agenda de De-
rechos Humanos para el siglo XXI han inspirado la categorización
del mismo como un derecho emergente23, postura a la que la autora
del presente trabajo se adscribe.
agua.26
El entendimiento antes mencionado se encuentra alineado con la
noción de “contenido básico” o “estándar mínimo” propio de los
derechos económicos, sociales y culturales que ha sido aprobada
por el Comité de DESC y desarrollada en la Observación general
Nº 3 emitida por este órgano27 y cuyo objetivo es delinear el están-
dar mínimo de cumplimiento para garantizar que se satisfagan las
necesidades físicas básicas de los seres humanos.28
Por otra parte, el cumplimiento del derecho debe ser evaluado
de acuerdo con el principio de realización progresiva conforme a
lo establecido en el artículo 2, párrafo 1, del PIDESC. Este artícu-
lo, al reconocer implícitamente que la realización inmediata de los
derechos socioeconómicos es imposible debido a la gran cantidad
de recursos económicos que su cumplimiento demanda, establece
el principio según el cual los Estados deben buscar la plena realiza-
ción de los derechos establecidos en el PIDESC de manera progre-
siva, utilizando el máximo de los recursos disponibles.
La Observación General Nº 15 también hace hincapié en la ma-
nera en que el Derecho Humano al agua ha de realizarse, la cual
debe ser sostenible, es decir, garantizando que el mismo pueda ser
disfrutado tanto por generaciones presentes como futuras.29
Asimismo, respetando un principio básico de los Derechos Huma-
nos, el documento analizando manda que la igualdad en el goce y el
ejercicio de este derecho sean garantizadas, descartando cualquier tipo
de trato discriminatorio y arbitrario en el camino a su realización.30
El derecho al agua entraña tanto libertades como derechos. Las
libertades son el derecho a mantener el acceso a un suministro de
agua necesario para ejercer el derecho al agua y el derecho a no ser
objeto de injerencias, como por ejemplo, a no sufrir cortes arbitra-
rios del suministro o a la no contaminación de los recursos hídri-
cos. En cambio, los derechos comprenden el derecho a un sistema
de abastecimiento y gestión del agua que ofrezca a la población
tional “Pani Haq Samiti & Ors. v Brihan Mumbai Municipal Corporation &
Ors.,”Diciembre de 2014 http://www.ielrc.org/content/e1407.pdf (último acceso
el 21 septiembre de 2016).
46 El amparo fue concedido por el juez Osvaldo Otheguy y confirmado por la
Cámara en lo Contencioso y Administrativo de la Ciudad de Buenos Aires.
47 Ver “Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia c/ GCBA s/ amparo” -
CAMARA DE APELACIONES EN LO CONTENCIOSO ADMINISTRA-
TIVO Y TRIBUTARIO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES - SALA I
- 18/07/2007
48 Menores Comunidad Paynemil s/acción de amparo, Cámara de Apelaciones
en lo Civil de Neuquén, Sala II.
49 Ver https://www.escr-net.org/es/caselaw/2006/menores-comunidad-payne-
mil-saccion-amparo (último acceso 21 de septiembre de 2016).
364 · Temas de Derechos Humanos | Derecftos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales
50 Ver Exp. 06546-2006-PA Tribunal Constitucional del Perú (2007) and Exp.
06534-2006-PA/TC Tribunal Constitucional del Perú (2007).
Macarena Pereda · 365
2 . Conclusión
BIBlIografía
La ponderación en la
interpretación de las normas de
derecho internacional y de los
Derechos Humanos vinculadas a
las personas con discapacidad
reSumen
IntroduccIón
7 Textoeninglésdisponibleenhttp://www2.ohchr.org/SPdocs/CRPD/5thsession/
CRPD-C-TUN-CO- 1_en.doc.
8 Información General del Tratado A-65.
378 · Temas de Derechos Humanos | Derecftos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales
9 Sistema que considera que las causas que originan la diversidad funcional no
son ni religiosas ni científicas, sino que hay que buscarlas en las concepciones
sociales donde las personas con discapacidad interactúan, reconociéndoles a es-
tas, capacidad para contribuir a la comunidad en igual medida que el resto del
componente social sin diversidad funcional, pero siempre desde la valoración y el
respeto de su condición de personas diferentes, por lo que, se considera un mode-
lo que potencia la dignidad, la libertad y la igualdad, buscando la inclusión social
basada en los principios de vida independiente y de no discriminación, siendo
el verdadero problema la opresión social y discriminatoria a la que las personas
han sido sometidas. En tanto, el modelo médico-rehabilitador considera que las
causas que originan la diversidad funcional son mas bien científicas, y quienes las
padecen no son consideradas inútiles o innecesarias, siempre y cuando exista la
posibilidad de rehabilitación, por lo que, si no se consigue su normalización, se
debe buscar su aislamiento en centros especializados y con una absoluta protec-
ción legal que les desconoce toda capacidad civil en la toma de decisiones, incluso
en aquellas que hacen a sus derechos personalísimos, siendo partidaria de prácti-
cas eugenésicas llegado el caso. Abordaje en profundidad ver: Palacios Agustina,
y Romañach, Javier, (2006). El modelo de la diversidad, 44-53, (Ediciones Diver-
sitas- AIES, Madrid, España).
10 Comprende la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Pacto In-
ternacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; el Pacto Internacio-
nal de Derechos Civiles y Políticos y sus dos Protocolos Facultativos. Ver: http://
www.un.org/es/rights/overview/charter-hr.shtml
11 S.T.J. Santiago del Estero- Argentina, sentencia Res. Serie “C” Nº 51, de fecha
18/10/2013, del Voto del Dr. Eduardo J. R. Llugdar en autos: “Partido Movimien-
to Viable s/ Acción Meramente Declarativa- Salto de Instancia. Ver en http://
Eduardo J. R. Llugdar · 379
www.jussantiago.gov.ar/jusnueva/Novedades/Expte_18016.pdf
12 Lowenstein, K. (1964). Teoría de la Constitución, (pp. 216 y ss.). Barcelona:
Ariel.
380 · Temas de Derechos Humanos | Derecftos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales
4 . La jurisprudencia internacional y
el correcto razonamiento judicial
23 Fiss, O. M. (1976). Groups and the Equal Protection Clause. En Pftilosopfty &
Public Affairs (pp. 107-113, 122-124).
24 OEA/ Ser. L/XXIV. 3.1 CEDDIS/doc.12 (I-E/11) Rev. 1 28 abril 2011. Anexo
2. Original: español. Ver en: http://scm.oas.org/pdfs/2011/CP26742SM.pdf
388 · Temas de Derechos Humanos | Derecftos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales
27 Sebastián Claus Furlán y Flia vs. Argentina. Caso 12.593. CoIDH. Reporte
111/10, Serie “C” Nº 246, Párrafos 300-308, 31 ago. 2012.
Eduardo J. R. Llugdar · 393
5 . Conclusión
BIBlIografía
IntroduccIón
1 . Derechos Humanos
Debido proceso
Las garantías judiciales son de observancia obligatoria en todo
proceso en el que la libertad personal de un individuo está en juego.
Los principios y actos del debido proceso legal constituyen un con-
junto irreductible y estricto que puede ampliarse a la luz de nuevos
avances en el Derecho de los Derechos Humanos. Las reglas del
debido proceso y las garantías judiciales deben aplicarse no sólo a
los procesos judiciales, sino a cualesquiera otros procesos que siga
el Estado, o bien, que estén bajo la supervisión del mismo.
A nivel internacional, es importante destacar que los Estados Par-
tes en la Convención sobre los Derechos del Niño han asumido la
obligación de adoptar una serie de medidas que resguarden el debido
proceso legal y la protección judicial, bajo parámetros parecidos a los
establecidos en la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
406 · Temas de Derechos Humanos | Derecftos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales
Principio de Inocencia
Es aplicable a esta materia el artículo 8.2.g) de la Convención
Americana, que establece “Toda persona inculpada de delito tie-
ne derecfto a que se presuma su inocencia mientras no se establezca
legalmente su culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene
derecfto, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas g.
derecfto a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a declararse
culpable...”.
La norma anterior debe leerse en relación con el artículo 40.2
Convención sobre los Derechos del Niño, la cual dicta que “Con
este fin, y habida cuenta de las disposiciones pertinentes de los ins-
trumentos internacionales, los Estados Partes garantizarán, en par-
ticular: b) Que a todo niño del que se alegue que ha infringido las
leyes penales o a quien se acuse de haber infringido esas leyes se le
garantice, por lo menos, lo siguiente:
i) Que se lo presumirá inocente mientras no se pruebe su culpa-
bilidad conforme a la ley.
Finalmente la corte concluye la opinión fijando criterios gene-
rales respectos numerosos puntos que deben ser tenidos en cuenta
por todos los estados parte:
Que los Estados Partes en la Convención Americana tienen el
deber, conforme a los artículos 19 y 17, en relación con el artículo
de la misma, de tomar todas las medidas positivas que aseguren la
protección a los niños contra malos tratos, sea en su relación con
Rita Viviana Chávez Ibáñez · 407
6 . Conclusión
IntroduccIón
1 Conforme lo dicho por el Sumo Pontífice en el Encuentro del Papa con los An-
cianos. Discurso del Santo Padre Francisco en La Plaza de San Pedro. Domingo
28 de Septiembre dDe 2014. Fuente:https://w2.vatican.va/content/francesco/es/
speeches/2014/september/documents/papa -francesco_20140928_incontro-an-
ziani.html
410 · Temas de Derechos Humanos | Derecftos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales
6 . Conclusión
BIBlIografía
legISlacIón
JurISprudencIa
1 . Origen
Contexto
Hemos decidido trabajar en este tema tan complejo por varios
motivos.
Por un lado, en la región Noroeste Argentino (NOA) se obser-
van particularidades que merecen ser objeto de estudio a la luz del
fin de este trabajo.
El estudio de las políticas actuales permite comprobar que una
de las causas de su aislamiento (probablemente la más importante)
sea que, primero los españoles, durante la época de la Conquista
y Colonización, y luego, los primeros gobiernos de la incipiente
Nación, aplicaron políticas adecuadas, a los intereses del puerto de
422 · Temas de Derechos Humanos | Derecftos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales
2 . Objetivos
3 . Metodología
BIBlIografía
Derechos Humanos
y el deporte
IntroduccIón
Siempre desde niño he sido afecto a los deportes, los seguía por
la radio, y ello me empujo a la ilusión de ser un narrador deporti-
vo. Soñaba con gritar un gol o un doble de baloncesto y llenar mi
corazón de pasión.
La vida me fue llevando de a poco a ello. Primero en mi ciudad
en una radio, luego en una ciudad más grande donde concluía mis
estudios universitarios de Derecho. Y finalmente llegar a la elite
del periodismo deportivo en la televisión al programa más exitoso,
ganador de numerosos premios. Allí me deleitaba ejerciendo el pe-
riodismo deportivo narrando futbol baloncesto vóleibol, en algún
momento algún partido de rugby, más comentarios y opinión en
programas especializados. Fui amando al deporte cada vez más.
Claro que de mi carrera de abogado no me olvidaba, ni la deje de
lado jamás, cursos de postgrados, y abriendo camino a una nueva
rama del derecho que en el viejo continente ya por los 90 era recon-
tra conocida. El Derecho del Deporte o como muchos lo llaman
Derecho deportivo, aunque yo prefiero de la primera forma llamar-
lo, comenzaba a tener su existencia, su presencia con mayor ahínco
en la doctrina argentina, en su jurisprudencia y en el comentario de
los letrados. Con el paso de los años se formaron abogados especia-
lizados y los principales estudios de abogados contaban con algún
especialista cuando de pronto no faltaron algunos que se dedicaran
exclusivamente.
Hoy vamos por mas, vamos por la búsqueda de un tribunal es-
pecializado que atienda los conflictos, que son muchos, y que por
ello requieren de la especialización también de los que a la hora de
juzgar se preparen con idoneidad.
442 · Temas de Derechos Humanos | Derecftos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales
5 . El caso Jessica
Fue otro de los temas contemporáneos que podemos citar por es-
tos tiempos. Jessica, una persona trans que fue negada en la Ciudad
de Chubut a jugar hockey femenino. Nunca le informaron porque,
cuál era la causa de su impedimento.
Entiendo y me remonto a los años 70, algunos recordaran el fa-
moso caso de la tenista Rene Richards, quien cambio su sexo a tra-
vés de una cirugía. Después que Richard Raskind en su infancia fue
y su adolescencia fuera capitán del equipo de tenis y de futbol de
los colegios donde paso, su constante idea de cambiar de sexo, tuvo
un frustrado intento en los 60 con cerca de 25 años pero 10 años
más tarde lo logro y cambio su identidad . Así nació Rene Richards
una afamada tenista, oftalmóloga, que cuando intento jugar en el
circuito profesional de tenis, la asociación americana le negó el per-
miso porque entendía que había una ventaja a su favor por la fuerza
física que poseía en desventaja de sus contrincantes. Finalmente se
le pidió que pasara un test de cromosomas que el COI (COMITÉ
OLIMPICO INTERNACIONAL) LO HACIA CUANDO TE-
NIA DUDAS SOBRE EL GENERO DE LOS ATLETAS. Ri-
chards se sintió insultada y apelo a la justicia, después de un año de
litigio la CORTE DE NY a través del Juez ALFRED ASCIONE,
le reconoció el derecho a Richards quien debutó en el US OPEN
DEL 77. Un triunfo en la lucha degenero ya ganada allá por la le-
jana década del 70 que hoy a casi cerca de 50 años pareciera querer
tener una marcha atrás. Es otra mujer deportista la que también ha
llevado arriba la bandera de la lucha por la no discriminación por
raza o color. Me refiero a Serena Williams quien denodadamente
lucha y hace escuchar su voz en los medios de comunicación tras
la persecución de su país contra las personas de color. Otro hecho
vergonzoso o que parece no tener su final tras las largas luchas de
insignes personalidades como Luther King o Mandela buscando
el respeto y la igualdad en el mundo de blancos y negros. Todos
somos iguales ante Dios, y cuanta vergüenza debería sentir ese país
más cuando las grandes figuras del deporte como el reciente falle-
cido Classius Clay, ídolo en el boxeo mundial, o el más grande de
todos los tiempos en el baloncesto como el gran Michael Jordan se
han cansado de coleccionar títulos que prestigian al deporte ameri-
cano y han llevado innumerables alegrías a los hogares de blancos y
negros en pelas por el título juegos olímpicos.
452 · Temas de Derechos Humanos | Derecftos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales
nacional pero no de puertas adentro. Por ello hoy los pequeños clu-
bes que comenzaron sanamente a ilusionar y a crear en esos niños
la cultura del deporte enseñándoles no solo a patear una pelota a
lanzar a un cesto o toda actividad deportiva sino colmarles el alma
con principios morales y valores que el deporte lleva implícitos en
su definición.
Estos son algunos de los ejemplos que podemos unir entre los
Derechos Fundamentales, nuestros preciados Derechos Humanos
y el deporte, dos sustancias vitales para el ser humano que cuando
son violadas deben ser rectificadas y sancionadas a los culpables
que rompen con este idilio de dos conceptos llenos de salud y de
vida.
casos
Ana Cecilia Molina
reSumen
1 Los nombres de las víctimas se reemplazan por sus iniciales por disposición de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos, mediante Resolución de fecha 31
de agosto de 2012, Serie C, Número 246.
458 · Temas de Derechos Humanos | Casos
derechoS afectadoS
IntroduccIón
1 . Hechos
Presentación de caso
En fecha 21 de diciembre de 1988, Sebastián Furlan de 14 años
de edad sufrió un accidente en oportunidad en la que ingreso en el
predio de propiedad del Ejército Argentino en localidad de Ciuda-
dela, partido de Tres de Febrero, Provincia de Buenos Aires. Dicho
inmueble, al no contar con ningún tipo de cerco perimetral, era re-
gularmente utilizado por los niños con fines de esparcimiento. Una
vez en el predio, Sebastián quien se encontraba jugando al futbol,
intento colgarse de un parante de más de 40 kilos, lo que provoco
que la pieza cayera sobre su cabeza, ocasionándole pérdida instan-
tánea del conocimiento. Fue posteriormente internado en el Hospi-
tal Posadas, con traumatismo encefalocraneano, estando en estado
de coma por cerca de un mes. Posteriormente fue dado de alta en
enero de 1989, pero a raíz de las secuelas de su accidente tuvo que
continuar su atención en consultorio externo, sufriendo a raíz del
accidente daños cerebrales graves, con afectación de su capacidad
motora y del habla. En razón de dicho accidente su padre, Danilo
Furlan el 18 de diciembre de 1990 demandó por daños y perjuicios
al Estado Argentino, por la discapacidad de la que fue objeto su
hijo. El 7 de septiembre de 2000 el Juzgado Civil hizo lugar a la de-
manda, condenando al Estado Nacional como responsable por los
daños ocasionados a Sebastián Furlan, determinando un 30 % de
responsabilidad por parte Furlan y un 70 % de responsabilidad por
460 · Temas de Derechos Humanos | Casos
Otras consideraciones
Desde la fecha del accidente, Sebastián Furlan intentó suicidarse
dos veces. Asimismo, se le inicio una causa penal por lesiones en
contra de su abuela. Pudo terminar sus estudios a la edad de 30
años, muy a pesar de las serias dificultades con la que cuenta in-
cluso hasta el día de la fecha, tanto para el despeño educativo como
para la relación con sus pares. Actualmente sus ingresos son los
que surgen de ser beneficiario de una pensión por invalidez, y se
desempeña además como vendedor de perfumes. Convive con su
pareja, Laura Alicia Sarto y sus dos hijos, Diego Germán y Adrián
Nicolás. Dado lo insuficiente de la indemnización ante la gravedad
del daño sufrido en razón del accidente, la familia Furlan se vio
en la necesidad de llevar el caso ante la Corte Interamericana. Re-
sulta asimismo necesario señalar que actualmente nuestro país se
encuentra en plena etapa de cumplimiento de sentencia.
Ana Cecilia Molina · 461
Petitorio de la CIDH
La CIDH sometió este caso a la jurisdicción de la CoIDH, con
la finalidad de estipular si efectivamente hubo violación a los de-
rechos referidos por la Comisión. Resulta importante asimismo
señalar que este fue el primer caso en el que participo la figura del
Defensor Público Interamericano (prevista en el artículo 37 del re-
glamento interno de la Corte) para el caso el que la presunta vícti-
ma no cuente con un representante legal. El Sr. D.F. tramito la cau-
sa sin representación legal ante la CIDH, pero en la instancia ante
la CoIDH solicito la designación de un defensor oficial, la cual fue
ejercida por María Fernanda López Puleio (Argentina); y Andrés
Mariño (Uruguay), quienes solicitaron a su vez los beneficios del
Fondo de Asistencia Legal de Victimas de la CoIDH.
4 . Consideraciones de la CoIDH
4 La cual sostenía que “El gobierno argentino establece que no quedaran sujetas
a revisión de un Tribunal internacional cuestiones inherentes a la política econó-
mica de gobierno”.
5 Sostuvo al respecto: “Ni la Convención Americana ni en el Reglamento de
la Comisión Interamericana existe normatividad alguna que disponga que en el
informe de admisibilidad se deben establecer todos los derechos presuntamente
vulnerados. Los derechos indicados en el informe de admisibilidad son el resul-
tado de un examen preliminar de la petición que se encuentra en curso, por lo
que no limitan la posibilidad de que en etapas posteriores del proceso puedan
incluirse otros derechos o artículos que presuntamente hayan sido vulnerados,
siempre y cuando se respete el derecho de defensa del Estado en el marco de la
base fáctica del caso bajo análisis” (párr. 17).
464 · Temas de Derechos Humanos | Casos
5 . Sentencia de la CoIDH
Alcance de responsabilidad
4 .1 .1) estipulo la Corte la responsabilidad internacional por parte
del Estado argentino en clara violación de los derechos reconocidos
en el Art. 8.1, 19 y 1.1 por exceso del plazo razonable; afectar el
derecho a ser oído y el acceso a la justicia del Art. 25 inc. 1,2.c); y la
afectación del Art. 5.2 referida al derecho a la integridad personal
en perjuicio de S.F. 4 .1 .2) .Asimismo estipulo la responsabilidad del
Estado argentino en los términos del Art. 5.1 (derecho a la integri-
dad personal); del 8.1 (acceso a la justicia) en relación con el Art. 1.1,
en perjuicio de los familiares directos de S.F., esto es, padre, madre
y hermanos del mismo.
Medidas a tomar
El Estado argentino debía proceder a producir Informes sobre
las medidas adoptadas de cumplimento dentro del plazo de un año.
La condena fue la siguiente: 4 .2 .1 indemnización dineraria: dispuso
que el Estado argentino debía en primer término indemnizar nue-
vamente por daños y perjuicios a S.F. y a su familia, en concepto
de reparación por daño material e inmaterial, y por el reintegro
de gastos y costas. 4 .2 .2 además dispuso que se tomen las siguien-
7 . Conclusiones
8 www.infojus.com.ar; y www.cij.gov.ar
468 · Temas de Derechos Humanos | Casos
Teoría y dogmática
de los derechos
fundamentales
TEORÍA
Y DOGMÁTICA
DE LOS DERECHOS
FUNDAMENTALES
ISBN 970-32-0886-X
CONTENIDO
PRIMERA PARTE
DERECHOS FUNDAMENTALES
Y DERECHOS HUMANOS
VII
VIII CONTENIDO
SEGUNDA PARTE
DOGMÁTICA DE LOS DERECHOS ESENCIALES
DE LA PERSONA HUMANA
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 399
Teoría y dogmática de los derechos fundamentales,
editado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas
de la UNAM, se terminó de imprimir el 1o. de octu-
bre de 2003 en los talleres de Composición y Ne-
gativos Don José. En la edición se utilizó papel
cultural de 70 x 95 de 50 Kgs. para los interiores y
cartulina couché de 162 Kgs. para los forros. Tiraje:
1,000 ejemplares.
El surgimiento y evolución de los derechos humanos o fundamen-
tales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
I. Los documentos precursores y la positivación de los de-
rechos individuales y políticos . . . . . . . . . . . . . . 1
II. La incorporación de los derechos de segunda generación 4
III. La internacionalización y universalización de los dere-
chos humanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
IV. Los derechos de tercera generación . . . . . . . . . . . 8
PRIMERA PARTE
DERECHOS FUNDAMENTALES
Y DERECHOS HUMANOS
EL SURGIMIENTO Y EVOLUCIÓN
DE LOS DERECHOS HUMANOS O FUNDAMENTALES
1
2 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
Que todos los hombres son por naturaleza igualmente libres e independientes
y tienen ciertos derechos innatos, de los que, cuando entran en estado de so-
ciedad, no pueden ser privados o desposeídos con posterioridad por ningún
pacto; a saber: el goce de la vida y la libertad, como los medios de adquirir
y poseer la propiedad y de buscar y obtener la felicidad y la seguridad.
3 Bidart Campos, Germán, Teoría general de los derechos humanos, Buenos Aires,
Astrea, p. 46.
9
10 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
11 Truyol, Antonio, Historia de la filosofía del derecho y del Estado, Madrid, Revista
de Occidente, 1975, t. I, p. 342.
12 Passerin D’Entrèves, Derecho natural, Madrid, Aguilar, 1972, p. 46.
FUNDAMENTACIÓN DE LOS DERECHOS ESENCIALES 13
Como dice Agustín en Del Libre Albedrio, libro I, capítulo 5, “no parece
ser ley la que no sea justa”. Por tanto, una ley tiene fuerza en tanto en
cuanto es justa. Y en las cosas humanas se dice que algo es justo en cuanto
es recto según la regla de la razón. Pues la razón es la primera norma de
la ley como se ha dicho. De ahí se sigue que toda ley humana en tanto es
ley en cuanto se deriva de la ley natural. Mas si en algún caso una ley se
contrapone a la ley natural, ya no es ley, sino corrupción de la ley.14
13 Aquino, Tomás de, Tratado de la ley, I, II. Cuestión 91, artículos 1o.-3o.
14 Ibidem, artículo 2o.
14 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
15 Maritian, Jacques, Los derechos del hombre y la ley natural, Buenos Aires, La
pleyade, 1972, p. 13.
16 Ibidem, op. cit., pp. 13 y 14.
17 Ibidem, op. cit., p. 65.
FUNDAMENTACIÓN DE LOS DERECHOS ESENCIALES 15
toda justificación racional de la idea de los derechos del hombre, así como
la idea del derecho en general, exige que hallemos en sus verdaderas con-
notaciones metafísicas, en su dinamismo realista y en la humildad de sus
relaciones con la naturaleza y la experiencia, la noción de la ley natural, des-
figurada por el racionalismo del siglo XVIII. Nos percatamos entonces de que
determinado orden ideal, arraigado en la naturaleza del hombre y de la socie-
Ibidem, p. 95.
31
Ibidem, pp. 96 y 111.
32
Ibidem, p. 108.
33
Maritain, Jacques, Acerca de la filosofía de los derechos del hombre, Madrid,
34
Debate, 1991, p. 116.
FUNDAMENTACIÓN DE LOS DERECHOS ESENCIALES 19
podría, primero, atenuarse algo, siempre y cuando que por los partidarios
de la ley natural se subraye que, si bien ciertos derechos fundamentales
responden a una exigencia inicial de esta ley y otros derechos a una exi-
gencia posterior e incluso a un simple anhelo de esta última, nuestro co-
nocimiento de unos y otros queda en todo el caso sometido a un desarrollo
lento y azaroso, por lo cual sólo emergen como reglas de conducta reco-
nocidas a medida y en virtud del progreso de la conciencia moral y del
desarrollo histórico de las sociedades; y siempre y cuando que por los ad-
versarios de la ley natural se recalcara que, si bien hay derechos que aparecen
como función de la evolución de la sociedad, en cambio, otros derechos más
primitivos aparecen como función de la misma existencia de la sociedad.36
35 Ibidem, p. 10.
36 Martain, Jaques, Prólogo a los derechos del hombre, Barcelona, Laia, 1973.
20 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
Santa Sede, por su parte, presta su adhesión moral y ofrece su apoyo a los
encomiables y legítimos ideales que los inspiran.
Si los derechos fundamentales del hombre constituyen un bien común
de toda la humanidad en camino hacia la conquista de la paz, es necesario
que todos los hombres, cobrando conciencia cada vez más clara de esta
realidad, tengan bien presente que, en este campo, hablar de derechos es
también enunciar deberes.
Renovamos nuestros votos a vuestra noble e insigne Asamblea, con la
confianza de que continuar promoviendo infatigablemente entre las nacio-
nes el respeto y la aplicación de los principios enunciados solemnemente
en la Declaración Universal, esforzándose sinceramente para convertir la
familia humana en una comunidad mundial de hermanos, donde todos los
hijos de los hombres puedan llevar una vida digna de hijos de Dios (Va-
ticano, 10 de diciembre de 1973).
37 Kliemt, Hartmut, Filosofía del Estado y criterios de legitimidad, op. cit., pp. 59 y ss.
24 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
a. El contractualismo clásico
una mera idea de la razón, pero que tiene indudable realidad (práctica), a
saber: la de obligar a cada legislador para que dé sus leyes tal como si
éstas pudiesen haber nacido de la voluntad reunida de todo un pueblo y
para que considere a cada súbdito, en cuanto quiere ser ciudadano, como
si él hubiera estado de acuerdo con una voluntad tal. Esto es, en efecto, la
piedra de toque, la juridicidad de una ley pública capaz de regir para todos.48
E. Kant sostiene que los miembros de la sociedad civil tienen tres atri-
butos jurídicos derivados de su calidad de ciudadano: la libertad legal, la
igualdad civil y la independencia y autonomía.49
Como señalaba Del Vecchio, Kant concibe el contrato social “como
pura idea que expresa el fundamento jurídico del Estado como su arque-
tipo racional”.50
Con Kant acaba la escuela del derecho natural y comienza la del de-
recho racional.
b. El neocontractualismo
Los derechos humanos así formulados pueden aún ser considerados “de-
rechos naturales” pero en función de la naturaleza histórica del hombre, y
que el sistema iusnaturalista a que responde esta formulación está transido
de historicidad, y por lo mismo, no parece adecuado asignarle una univer-
salidad que no responda a la variedad de situaciones humanas-sociales que
se dan incluso en un mismo momento de la historia.62
Para este autor, todo intento de justificar los derechos humanos parte
de las condiciones antropológicas de las personas que y para los que se
aseguran tales derechos. La satisfacción de necesidades humanas natura-
les, biológicas o culturales (históricas), forman parte importante de la jus-
tificación de los valores que encarnan el concepto de derechos humanos.
Pérez Luño profundiza en esta perspectiva señalando:
Entiendo, en efecto, que los valores, que informan el contenido de los de-
rechos humanos, no pueden concebirse como un sistema cerrado y estático de
principios absolutos situados en la esfera ideal anterior e independiente de la
experiencia, como pretende el objetivismo; ni pueden reducirse tampoco
al plano de los deseos e intereses de los individuos, como propugna el
subjetivismo. La fundamentación intersubjetiva, por la que me inclino, par-
te de la posibilidad discursiva de la razón práctica que permite llegar a un
cierto consenso, abierto y revisable, sobre el fundamento de los derechos
humanos. Un consenso que, de otro lado, lejos de traducirse en fórmulas
abstractas y vacías, recibe su contenido material del sistema de necesidades
básicas o radicales, que constituyen su soporte antropológico.
Esas necesidades, en cuanto dato social e históricamente vinculados a
la experiencia humana, poseen una objetividad y una universalidad que
posibilitan su generalización, a través de la discusión racional y el consen-
so, y su concreción en postulados axiológicos materiales.64
Para ella: “los valores, como los juicios de valor, pueden ser justifi-
cados racionalmente, y ello implica que desde el punto de vista moral
pueden compararse distintos sistemas de moralidad y códigos éticos y
establecerse que unos son objetivamentes mejores que otros”.67
Al efecto, Martin Kriele afirma que: “La teoría consensual práctica
descansa, en efecto, sobre la premisa preestablecida del principio básico:
cada hombre tiene el mismo derecho a la libertad y a la dignidad”.68
Un lugar destacado en esta perspectiva ocupa Robert Alexis y su fun-
damentación teórico-discursiva de los derechos humanos.
Robert Alexis sustenta una posición de base kantiana; es decir, una
posición liberal acerca de los derechos humanos, utilizando la razón prác-
tica y los ideales y principios de autonomía, universidalidad (consenso)
y democracia, partiendo de la teoría del discurso, que expone como una
teoría procesal de la corrección práctica.
A través de esta fundamentación, Alexis busca refutar la concepción
positivista jurídica y estructurar una teoría del derecho que enlaza la le-
galidad, la eficacia social y un contenido correcto, realzando las relacio-
nes entre derecho y moral.69
Para Alexis, los derechos humanos sólo pueden tener vigor si se les
garantiza a través de normas de derecho positivo.
Ello le permite sealar que debe distinguirse en la fundamentación de
los derechos humanos, entre un problema de forma y uno de contenido.
a. La fundamentación de forma
G. El argumento de la democracia
los “derechos individuales” son los derechos morales que los hombres tienen
no por cierta relación especial con otros hombres, ni por ocupar determinado
cargo o función, ni por ciertas particularidades físicas o intelectuales, ni por
las circunstancias en que un individuo puede encontrarse, sino por el hecho
de ser hombres. Siendo la propiedad de ser individuo humano la circuns-
tancia antecedente que sirve de condición suficiente de estos derechos, to-
dos los hombres tienen un título igual a ellos (salvo que se sostuviera, como
algunos partidarios de la esclavitud y del aborto han pensado, que la huma-
nidad es una propiedad que puede presentarse en distintos grados).72
H. Consideraciones finales
manos porque el que los haya viene exigido por una instancia externa y
superior al puro arbitrio o a la pura voluntad de los hombres”,77 vale
decir, una instancia que está fuera y por encima del derecho positivo, que
le viene dada a la positividad y a la cual debe dar adecuada y satisfactoria
recepción. Se trata de principios, valores o representaciones que con in-
disponibles para el derecho positivo, y al cual este último debe adoptarse
u ordenarse.
Esta denominación de fundamentación objetivista de los derechos per-
mite superar el concepto y la concepción de derecho natural o iusnatu-
ralismo en su concepción clásica.
En todo caso, consideramos, como sostiene Renard, que el derecho
natural es la justicia asociada a las contingencias de cada realidad histó-
rica. El derecho natural constituye la respuesta de la justicia a las exi-
gencias del medio histórico, siendo a la vez constante y móvil; constante
en su principio, se diversifica en su desarrollo.78
Como dice Bidart Campos, la develación del derecho natural (o del
valor justicia) es cuestión de conocimiento humano y su realización es
obra de la cultura humana. Ni el derecho natural ni la justicia son autoe-
jecutivos; ninguno se realiza por sí mismo, sino mediante el hacer y el
obrar del hombre. Allí radica “el deber ser” (ideal, en la teoría de los
valores) o el “ser” del derecho natural (o valor justicia), que por ser un
deber ser ideal, es un ser valente y exigente, que vale por sí (y subsiste)
y que exige su encarnadura positiva.79
a. La crítica de Bobbio
Bidart Campos, Germán, Teoría general de los derechos humanos, op. cit., p. 125.
77
Renard, Georges, L’Institution, p. 58, cit. por Bidart Campos, Germán, op. cit.,
78
nota 98, p. 98.
79 Bidart Campos, Germán, Teoría general de los derechos humanos, op. cit., p. 99.
FUNDAMENTACIÓN DE LOS DERECHOS ESENCIALES 39
Una de ellas es la creencia falaz de que las disposiones jurídicas son ne-
cesariamente razones morales (o que están moralmente justificadas o que
hay siempre razones morales para obedecer a cada una de ellas). Y la otra
es la igualmente moral fundada creencia de que un sistema jurídico puede
existir solo sí la mayoría de la comunidad-sujeto cree en la validez moral.82
Ibidem, p. 167.
83
Ibidem, p. 188.
84
Peris, Manuel Juez y Valencia, Fernando Rovies, Estado y derechos humanos,
85
1976, pp. 135, 137 y ss.
FUNDAMENTACIÓN DE LOS DERECHOS ESENCIALES 41
K. La fundamentación positivista
Kelsen, Hans, Teoría pura del derecho, México, UNAM, 1979, p. 141.
90
Ibidem, Qué es la justicia?, 2a. ed., Barcelona, Ariel, 1991, p. 63.
91
Ross, Alf, Why Democracy, Cambriedge, Harward University pres, 1952, edición
92
española, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1989, pp. 88 y 89.
93 Ross, Alf, Sobre el derecho y la justicia, 2a. ed., Argentina, Universitaria de
Buenos Aires, 1970, p. 27.
FUNDAMENTACIÓN DE LOS DERECHOS ESENCIALES 43
96 Ferrajoli, Luigi, Derechos y garantías. La ley del más debil, Madrid, Trotta, 1999,
p. 37.
97 Idem.
98 Idem.
99 Ibidem, p. 38.
FUNDAMENTACIÓN DE LOS DERECHOS ESENCIALES 45
las diferencias de status que afectan a los seres humanos, vale decir, el
solo ser persona, el ser ciudadano o el estar dotado de la capacidad de
obrar. Tales criterios han constituido y constituyen aún actualmente los
par metros de la igualdad como de la desigualdad en derechos fundamen-
tales. En efecto, la ciudadanía y la capacidad de obrar han quedado como
las únicas diferencias de status que limitan la igualdad de las personas
humanas.100
En la antigüedad, las desigualdades se basaban en la negación de la
identidad de persona (los esclavos eran considerados cosas, los indígenas
en las primeras colonizaciones europeas), secundariamente mediante la
negociación de la capacidad de obrar o de la ciudadanía (las diferencias
de sexo; los sirvientes; los carentes de fortuna que no contribuirían al
censo; los que carecían de determinados niveles de educación formal).
Incluso durante el siglo XIX las personas de sexo masculino, blancos,
adultos, con educación formal, propietarios y ciudadanos eran los que
gozaban de los derechos en forma óptima. Luego ha ido desapareciendo
la diferenciación de la capacidad de obrar, la que se mantiene sólo res-
pecto de los menores y de los deficientes o enfermos mentales.
La diferencia de estatus más relevante que aún se mantiene, pero que
tendencialmente debería irse reduciendo progresivamente, es el estatus
de nacional o ciudadano, que consagra derechos de los que no pueden
gozar quienes no tienen tal estatus.
101 Véase Plazas Vega, Mauricio, Del realismo al trialismo jurídico, Bogotá, Temis,
1998.
102 Real, Miguel, Introducción al derecho, Madrid, Pirámide, 1993, p. 69. El profesor
Reale expone su concepción tridimensional en sus obras Filosofía del derecho y Teoría
tridimensional del derecho.
FUNDAMENTACIÓN DE LOS DERECHOS ESENCIALES 47
ticia y que por esta razón estudian con la misma vocación y dedicación
que sus compaeros en las facultades de ciencias naturales.105
105 Goldschmidt, Werner, Introducción filosófica al derecho, la teoría trialista del mundo
jurídico y sus horizontes, prólogo a la 3a. ed., Buenos Aires, Depalma, 1987, p. XV.
106 Una enumeración detallada y distribuida por países y escuelas, de los autores
trialistas o que han contribuido con sus ideas a la concepción tridimensional del derecho,
puede verse en el trabajo de Julio O. Chiappini, intitulado “Trialismo”, Enciclopedia
Jurídica Omeba, Buenos Aires, Driskill, apéndice, vol. IV, 1979, pp. 571-575.
107 Recasens Siches, Luis, Tratado general de filosofía del derecho, p. 108.
108 Ibidem, op. cit., p. 558.
FUNDAMENTACIÓN DE LOS DERECHOS ESENCIALES 49
...para nuestro punto de vista los supuestos derechos morales están sumer-
gidos en la juridicidad, aun cuando precisan positivarse en el mundo jurí-
dico (derecho positivo o vigente) y son exigencias del deber ser ideal del
valor (valente y exigente) que subsisten incólumes a pesar de la eventual
falta de recepción en aquel mundo. La positividad es necesaria —es exi-
gible por virtud del valor— pero su ausencia no priva de juridicidad al
deber ser ideal de ese mismo valor justicia. Precisamente, la juridicidad de
lo que se llama derecho positivo proviene de su sentido direccional hacia
la justicia (aunque acaso el derecho positivo sea injusto). Y esto parece ser
el punto de vista de García Máynez cuando enseña que no puede llamarse
derecho a un orden no orientado hacia valores. En el trialismo, la dimen-
sión (o el orden) del valor se integra a la triplicidad homogénea del mundo
jurídico, con lo que en mucho se supera este problema —tal vez más le-
xical que real— de los derechos morales... En suma, la eticidad de los
derechos morales no pugna, a nuestro juicio, con la juridicidad del valor
justicia y de los demás valores del plexo axiológico, ni con los criterios
valiosos que dimanan del deber ser ideal de dicho plexo y se dirigen como
exigencias para tomar encarnadura en la dimensión sociológica y norma-
tiva del mundo jurídico.111
Bidart Campos nos indica que la normatividad escrita que no está se-
guida de vigencia sociológica puede servir más de burla que de utilidad
para que los ideales morales y las normas jurídicas de los derechos funda-
mentales puedan ser eficaces, puedan arraigar en la realidad. Moralidad o
justicia, normatividad, término que me parece más comprensivo que el de
legalidad, y de eficacia son tres estratos imprescindibles, inseparables e
inexplicables sin una comunicación entre ellos, para evitar reduccionismos
y abarcar en toda su complejidad el fenómeno de los derechos fundamen-
tales.122
55
56 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
125 Jellinek, Georg, Sistema dei diritti pubblici subbiettivi, Milán, Societ Editrice
Libraria, 1919, p. 79.
126 Peces-Barba, Gregorio, Curso..., op. cit., p. 37.
CONSIDERACIONES SOBRE LA DENOMINACIÓN DE LOS DERECHOS 57
127 Véase Cassetta, E., “Diritti pubblici subbiettivi”, Enciclopedia del Diritto, vol. III;
Romano, S., “La teoria dei diritti pubblici subbiettivi”, en Orlando, V. E. (dir.) Primo
trattato completo di diritto amministrativo italiano; Bidart Campos, Germán, op. cit.
128 Pérez Luño, Antonio, Derechos humanos. Estado de derecho y Constitución, 5a.
ed., Madrid, Tecnos, p. 34.
129 Rivero, Jean, Les libertés publiques, París, PUF, 1977; Colliard, Claude Albert,
Libertés publiques, París, Dalloz, 1982; Burdeau, Georges, Les libertés publiques, París,
1972.
58 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
132 Bidart Campos, Germán, Teoría general de los derechos humanos, México, UNAM,
1989, p. 172.
133 Schmitt, Carl, Teoría de la Constitución, Madrid, Alianza, p. 175.
134 Peces-Barba Martínez, Gregorio, Curso..., op. cit., p. 454.
135 Prieto, Luis, Estudios sobre derechos fundamentales, Madrid, Debate, 1990, p. 127.
59
60 HUMBERTO NOGUEYRA ALCALÁ
1) Libertad individual
a) Libertad personal
b) Respeto a la vida privada
c) Inviolabilidad de las comunicaciones privadas
d) Inviolabilidad del domicilio
CLASIFICACIÓN DE LOS DERECHOS 61
1) Participación en el poder
a) Derecho de sufragio
b) Derecho de acceso a cargos públicos de elección popular
c) Derecho a participar en partidos políticos
d) Consentimiento de los impuestos y control del gasto público
e) Responsabilidad de los funcionarios públicos
136 Peces-Barba, Gregorio, Curso de derechos fundamentales. Teoría general, op. cit.,
pp. 453 y ss.
CLASIFICACIÓN DE LOS DERECHOS 63
para alterar mediante dicho acto la situación jurídica del sujeto titular.
Ejemplos de ellos son el derecho a no ser exigida una declaración sobre
ideología, religión o creencias del titular, los casos de inviolabilidad e
inmunidad parlamentarias.
139 Esta clasificación ha sido desarrollada por Fernández, Eusebio, España, Debate,
1991, pp. 120-123.
CLASIFICACIÓN DE LOS DERECHOS 67
I. UNIVERSALIDAD
Todas las personas, vale decir, los seres humanos, son titulados de
derechos humanos, con independencia de su raza, color, sexo, religión,
ideología, nacionalidad o condición social.
La Declaración de Viena del 25 de junio de 1993 adoptada por la Con-
ferencia Mundial de los Derechos Humanos afirma que la universalidad
de los derechos humanos “no admite dudas (párrafo 1o.), reafirmando la
universalidad, indivisibilidad e interdependencia de tales derechos”, de-
terminando que “Los estados tienen el deber, sean cuales sean sus siste-
mas políticos, económicos y culturales, de promover y proteger todos los
derechos humanos, de las libertades fundamentales” (párrafo 1o.).
69
70 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
143 Véase al respecto, García de Enterría, Eduardo, Hacia una nueva justicia
administrativa, Madrid, 1989.
CARACTERÍSTICAS DE LOS DERECHOS ESENCIALES 75
144 Pace, Alessandro, “Corte Costituzionale e’altri’ Giudici: una diverso garantismo?”,
Corte Costituzionale e Sviluppo della forma de governo in Italia a cura de Paulo di
Barile, Enzo Cheli y Stefano Grassi, Bologna, Il Mulino, 1982, pp. 231 y ss.
145 Sentencia de la Corte Constitucional del 9 de julio de 1970, núm. 12.
76 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
77
78 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
los derechos, ya sea por norma constitucional o por vía de tratado inter-
nacional incorporado válidamente al ordenamiento jurídico nacional, a
partir de la cual todo ciudadano tiene el derecho a recabar su tutela ju-
dicial efectiva por los tribunales ordinarios.
LA DETERMINACIÓN DE LOS DERECHOS
FUNDAMENTALES O DERECHOS HUMANOS
EN EL ORDEN JURÍDICO POSITIVO
87
88 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
150 Cit. por Bon, Pierre, “La protección constitucional de los derechos fundamentales.
Aspectos de derecho comparado europeo”, Revista del Centro de Estudios Constitucionales,
Madrid, 1992, núm. 11, p. 53.
90 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
91
92 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
proponer que cuando faltan normas sobre derechos y quien detecta esa
ausencia o laguna normativa cree o valora que, pese al vacío normativo,
hay derechos no formulados, la carencia se debe colmar a través de la
integración, para cuya efectividad también es menester “interpretar” (en-
contrar el sentido) del sistema completo de derechos, en el que algunos
constan en normas y otros carecen de ellas.153
154 Op. cit., pp. 58 y 59. Esta interpretación seguimos en nuestra exposición,
compartiendo el enfoque del profesor Bidart Campos.
155 García de Enterría, Eduardo, La Constitución como norma y el Tribunal
Constitucional, Madrid, 1985, p. 97.
SISTEMA CONSTITUCIONAL DE DERECHOS FUNDAMENTALES 95
156 Véase Villacorta Mancebo, Luis, Reserva de ley y Constitución, Madrid, Dykinson,
1994, p. 117.
SISTEMA CONSTITUCIONAL DE DERECHOS FUNDAMENTALES 97
99
100 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
162 Cit. por Fernández Segado, Francisco, El sistema constitucional español, Madrid,
Dykinson, 1992, p. 489. Véase también, Torres del Moral, Antonio, Principios de derecho
constitucional español, 3a. ed., Madrid, Universidad Complutense, 1992, pp. 365 y 366.
163 Tribunal Constitucional, 24 de febrero de 1987, Rol núm. 43, considerandos 20 y 21.
108 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
167 Cit. por Gavara de Cara, Juan Carlos, Derechos fundamentales y desarrollo
legislativo, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1994, p. 291.
168 Gavara da Cara, Juan Carlos, op. cit., p. 296.
PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES 113
173 Prieto Sanchís, L., Estudios sobre los derechos fundamentales, Madrid, Debate,
1990, pp. 143 y 144.
174 Lucas Verdu, Pablo, El sentimiento constitucional, Madrid, Reus, 1985, p. 171.
175 García Herrera, Miguel Ángel, “Principios generales de la tutela de los derechos
y libertades en la Constitución española”, Revista de la Facultad de Derecho de la
Universidad Complutense, 1979, pp. 11-113.
116 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
a través de quorum calificado. Por ejemplo, las leyes que regulan el ejer-
cicio del derecho a la seguridad social (artículo 19, núm. 18), la adqui-
sición del dominio de ciertos bienes (artículo 19, núm. 23).
En el caso de la regulación de un derecho por ley orgánica constitu-
cional, como ocurre con el derecho de asociación en partidos políticos
(artículo 19, núm. 15 de la Constitución), el legislador orgánico no tiene
un limite máximo en relación a la materia que le está reservada, pudiendo
regular todos los aspectos de ella hasta los detalles más mínimos, los que
podrían ser remitidos a la ley simple o al reglamento. Lo que el legislador
orgánico sí tiene como obligación es el límite mínimo constituido por el
núcleo o bases esenciales de la institución de que se trata, no pudiendo
ceder dicha materia a otro tipo de precepto normativo. Por otra parte, el
legislador orgánico puede también regular materias conexas que, por sí
mismas no requieren dicho tipo legal. Este tipo de preceptos legales tiene
control preventivo obligatorio de constitucionalidad que realiza el Tribu-
nal Constitucional.
El legislador debe especificar en cada ley, qué preceptos tienen carác-
ter de orgánicos constitucionales y cuáles no, criterio que, en todo caso,
no vincula al Tribunal Constitucional.
Con relación a las leyes de quorum calificado que regulan el ejercicio
de derechos esenciales, las que no tienen un control obligatorio preven-
tivo de constitucionalidad por el Tribunal Constitucional, el legislador,
al calificar los preceptos legales de tales, debe ser coherente con sus pro-
pios actos y mantener dicha calificación; en todo ello acorde con el prin-
cipio de la buena fe y la doctrina de los actos propios, de lo contrario,
se afectaría, además, la seguridad jurídica. En todo caso, la calificación
hecha por el órgano legislativo goza de presunción de legitimidad mien-
tras no sea anulada por el Tribunal Constitucional, el que no se encuentra
vinculado por la calificación hecha por el legislador.
189 Véase Medina, Cecilia, Derecho internacional de los derechos humanos, op. cit.,
pp. 3-58.
128 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
Todo Estado parte en el Pacto que llegue a ser parte en el presente proto-
colo reconoce la competencia del Comité para recibir y considerar comu-
nicaciones de individuos que se hallen bajo la jurisdicción de ese Estado
y que aleguen ser víctimas de una violación, por ese Estado parte, de cual-
quiera de los derechos enunciados en el Pacto. El Comité no recibir nin-
guna comunicación que concierna a un Estado parte en el Pacto que no
sea parte en el presente protocolo.
Este mecanismo sólo puede ser utilizado una vez agotadas todas las
instancias jurisdiccionales internas del Estado denunciado, como asimis-
mo, sin que el asunto haya sido sometido a otro arreglo internacional. El
procedimiento concluye con un informe, sin que la persona afectada ten-
ga derecho a obtener una reparación basada en tal informe.
Para que una petición o comunicación presentada por las personas, en-
tidades gubernamentales o Estado parte, que son los sujetos legitimados,
sea admitida por la Comisión, debe cumplir los siguientes requisitos es-
tablecidos por el artículo 46 de la CADH:
a) Integración y funcionamiento
b) Competencia y funciones
nos. Asimismo, podrán consultarla, en lo que les compete, los órganos enu-
merados en el capítulo X de la Carta de la Organización de los Estados
Americanos, reformada por el Protocolo de Buenos Aires.
2. La Corte, a solicitud de un Estado miembro de la Organización, podrá
darle opiniones acerca de la compatibilidad entre cualquiera de sus leyes
internas y los mencionados instrumentos internacionales.
139
140 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
141
142 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
Ser persona es un rango que sólo tienen los seres humanos, careciendo
de dicha dignidad los seres infrahumanos.
La persona conserva su dignidad desde el nacimiento hasta su muerte.
No hay nada más valioso e importante en la creación que la persona hu-
mana, que toda persona, que cualquier persona.
Las personas nunca pueden ser instrumentos, sino que siempre por su
dignidad reclamen un respeto de ser siempre sujetos y no objetos, por
ser siempre fin en sí mismos, lo que llama al reconocimiento de su per-
sonalidad jurídica y todo lo que necesita para vivir dignamente.
Esta dignidad de la persona implica reconocer al otro como otro yo,
en las relaciones interpersonales, como asimismo, corresponde especial-
mente al Estado reconocer, garantizar y promover la dignidad y los de-
rechos humanos removiendo los obstáculos que se oponen a ello.
La dignidad de la persona emana de su naturaleza de ser moral, de ser
libre y racional, por su superioridad sobre todo lo creado, por ser siempre
sujeto de derecho y nunca instrumento o medio para un fin. La persona
es el valor jurídico supremo y su dignidad es independiente de su edad,
145
146 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
193 Ríos, Lautaro, “La dignidad de la persona”, Discurso inaugural de las XXV
Jornadas Chilenas de Derecho Público, Mimeo, Escuela de Derecho, Universidad de
Valparaíso, noviembre de 1994, p. 20.
DOGMÁTICA DE LOS DERECHOS ESENCIALES 147
194 Cit. por González Pérez, Jesús, La dignidad de la persona, Madrid, Real Academia
de Jurisprudencia y Legislación, 1986, p. 28.
195 Encíclica Pacem in Terris, párrafo 145.
150 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
197 Fernández Segado, Francisco, “La teoría jurídica de los derechos fundamentales
en la doctrina constitucional”, Revista Española de Derecho Constitucional, España,
Centro de Estudios Constitucionales, 1993, núm. 39, p. 202.
198 González Pérez, J., La dignidad de la persona, Madrid, Civitas, 1986, pp. 87-94.
152 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
5o. agrega que: “El Estado reconoce, sin discriminación alguna, la pri-
macía de los derechos inalienables de la persona y ampara a la familia
como institución básica de la sociedad”; la Constitución de Guatemala,
en su artículo 1o. señala que: “El Estado de Guatemala se organiza para
proteger a la persona y a la familia y su fin supremo es la realización
del bien común”; la Constitución peruana determina en su artículo 1o.:
“La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin
supremo de la sociedad y del Estado”; la Constitución boliviana, refor-
mada en 1994, en su artículo 6.II. prescribe: “La dignidad y la libertad
de la persona son inviolables. Respetarlas y protegerlas es deber primor-
dial del Estado”; la Constitución de Nicaragua reformada en 1995, en su
artículo 5o., determina: “Son principios de la nación nicaragüense, la li-
bertad, la justicia, el respeto a la dignidad de la persona humana, el plu-
ralismo político, social y étnico, el reconocimiento de las distintas formas
de propiedad, la libre cooperación internacional y el respeto a la libre
autodeterminación de los pueblos”; la Constitución de El Salvador, en su
artículo 1o., señala que “El Salvador reconoce a la persona humana como
el origen y el fin de la actividad del Estado, que está organizado para la
consecución de la justicia, de la seguridad jurídica y del bien común”;
la Constitución de Paraguay, en el artículo 1o., inciso segundo, determina
que: “La República del Paraguay adopta para su gobierno la democracia
representativa, participativa y pluralista, fundada en el reconocimiento de
la dignidad humana”.
La carta fundamental chilena, en el mismo artículo primero, inciso fi-
nal, señala que el Estado tiene “el deber de promover la integración ar-
mónica de todos los sectores de la nación y asegurar el derecho de las
personas a participar con igualdad de oportunidades en la vida nacional”.
Ello obliga a remover los obstáculos que impidan o dificulten tales ob-
jetivos y a desarrollar una labor positiva destinada a que la libertad y la
igualdad de las personas y cuerpos intermedios en que ellas se integran
sean reales y efectivas, norma que nos recuerda tanto el artículo 3o. de
la Constitución italiana, el cual determina que “todos los ciudadanos ten-
drán la misma dignidad social y serán iguales ente la ley, sin distinción
de sexo, raza, lengua, religión, opiniones políticas ni circunstancias per-
sonales y sociales”, agregando en el inciso segundo: “Constituye obliga-
ción de la República suprimir los obstáculos de orden económico y social
que, limitando de hecho la libertad y la igualdad de los ciudadadnos, im-
piden el pleno desarrollo de la persona humana y la participación efectiva
154 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
1991; Padilla, Miguel, Lecciones sobre derechos humanos y garantías, Argentina, Abe-
lardo-Perrot, 1986, 3 ts.; Muguerza, Javier et al., El fundamento de los derechos humanos,
Madrid, Debate, 1989.
Cessece, Antonio, Los derechos humanos en el mundo contemporáneo, Barcelona, Ariel,
1991; Marquiset, Jean, Los derechos naturales, Barcelona, Oikos, 1991; Pérez Luño,
Antonio, Derechos humanos, Estado de derecho y Constitución, España, Tecnos, 1984;
Fernández, Eusebio, Teoría de la justicia y derechos humanos, 2a. reimpr., España,
Debate, 1991; Asís Roig, Rafael de, Las paradojas de los derechos fundamentales como
límites al poder, España, Debate, 1992; Squella, Agustín, Estudios sobre derechos
humanos, Valparaíso, Edeval, 1991.
Peces-Barba, Gregorio, Derechos fundamentales, 4a. ed., Madrid, Universitaria
Complutense, 1983; Truyol y Serra, A., Los derechos humanos, Madrid, Tecnos, 1982,
p. 179; Schneider, P., “Peculiaridad y función de los derechos fundamentales en el Estado
constitucional y democrático”, Revista de Estudios Políticos, España, 1979, núm. 7, pp.
33 y ss.; Fernández Segado, Francisco, La dogmática de los derechos humanos, Perú,
Ediciones Jurídicas, 1994.
206 Pérez Luño, Antonio, op. cit., p. 48.
DOGMÁTICA DE LOS DERECHOS ESENCIALES 159
I. LA TEORÍA LIBERAL
Dicha teoría sostiene que los individuos, como asimismo, las institu-
ciones son factores condicionantes de la realidad jurídica. Así, esta con-
cepción considera que la libertad, la igualdad y la participación del indi-
167
168 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
V. LA TEORÍA SOCIOESTATAL
I. LA RESERVA DE LEY
169
170 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
211 Sentencia del Tribunal Constitucional del 6 de abril de 1993, considerando 12.
TÓPICOS SOBRE GARANTÍAS NORMATIVAS 171
concretos es, por tanto, una tarea fundamental para resguardar tal conte-
nido esencial del ataque de los poderes constituidos, como asimismo,
para no desnaturalizar esta garantía general de los derechos, establecida
en el artículo 19, núm. 26 de nuestra Constitución. Sin embargo, para
ello es necesario ver sus orígenes y desarrollo en el derecho constitucio-
nal europeo y en la doctrina comparada, para luego llegar a algunas con-
clusiones al respecto.
Sobre el contenido esencial de los derechos hay una rica gama de po-
siciones teóricas, de las cuales sólo analizaremos algunas posiciones re-
presentativas de las teorías subjetivas y objetivas, como también de ter-
ceras posiciones.
les, las cuales en su concepto, son más adecuadas y efectivas que lo que
establece la norma del contenido esencial de los derechos.
En efecto, el autor especifica su posición al considerar las relaciones
de sujeción especial, que se plantean cuando las personas tienen un grado
especial de dependencia respecto de la administración del Estado, al in-
sertarse en una organización estatal que trae aparejada un estado de res-
tricción de algunos derechos esenciales, como ocurre, por ejemplo, con
los presos, los miembros de las Fuerzas Armadas o quienes realizan el
servicio militar.
La razón de esta posición de sujeción deriva de la inserción del indi-
viduo en la estructura administrativa del Estado. Así, los que se encuen-
tran en tal posición de sujeción especial son titulares de los derechos
esenciales, pero no de su ejercicio.
Jackel sostiene que el contenido esencial de los derechos sólo sería
lesionado por las relaciones de sujeción especial en dos supuestos: el pri-
mero, cuando el conjunto de personas sometidas a relaciones de sujeción
especial configuran una cifra global que no permita cualificar su estatus
como especial; y segundo, cuando las relaciones de sujeción especial son
creadas arbitrariamente ex novo.
214 Gomes Canotilho, J. J., Direito constitucional, Portugal, Libraria Almeida, 1993,
pp. 618-620.
TÓPICOS SOBRE GARANTÍAS NORMATIVAS 185
D. La sentencia
219 Véase Burgoa Orihuela, Ignacio, El juicio de amparo, 28a. ed., México, Porrúa,
1992, pp. 883-1991.
192 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
2. El amparo en Venezuela
Toda persona tiene derecho a ser amparada por los tribunales en el goce
y ejercicio de los derechos y garantías constitucionales, aún en aquellos
inherentes a la persona que no figuren expresamente en esta Constitución
o en los instrumentos internacionales sobre derechos humanso.
El procedimiento de la acción de amparo constitucional será oral, pú-
blico, breve, gratuito y no sujeto a formalidad, y la autoridad judicial com-
petente tendrá potestad para restablecer inmediatamente la situación jurí-
dica infringida o la situación que más se asemeje a ella. Todo tiempo será
hábil y el tribunal lo tramitará con preferencia a cualquier asunto.
224 Brewer-Carias, Alan, R. y Ayala Carao, Carlos M., Ley Orgánica de Amparo sobre
Derechos y Garantías Constitucionales, Venezuela, Editorial Jurídica Venezolana, 1987, p. 11.
225 Véase Instituto de Estudios Jurídicos del Estado de Lara, 2 ts. Bearquisimeto,
Caracas, 1987. Linares Benzo, Gustavo, El proceso de amparo en Venezuela, Caracas,
Editorial Jurídica Venezolana, 1993. Rondon de Sansó, Hildegard, Amparo
constitucional, Venezuela, Editorial Jurídica Venezolana, 1988, pp. 51 y ss.
196 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
226 Véase Ayala Carao, Carlos, “La acción de amparo constitucional en Venezuela”,
Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales", op. cit., pp.
133-136.
198 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
M. La sentencia
N. La posibilidad de apelación
229 Véase Silva, José Afonso da, Mandado de injunçao e habeas data, Sao Paulo,
Editora Revista des Tribunais, 1989, pp. 18 y 19.
230 Op. cit., pp. 27 y 28.
231 En esta perspectiva véase Gonçalves Ferreira Filho, Manuel, “Notas sobre el
mandato de injunçao”, Repertorio IOB de jurisprudencia, octubre de 1988, p. 29.
206 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
F. La imprescriptibilidad de la acción
233 Covalcanti, T. B., Do mandato de seguranza, Sao Paulo, Brasil, 1957, pp. 136 y ss.
Castro Nuñez, J., Do mandato de seguranza e otros meios de defensa contra atos de
poder público, Rio de Janeiro-Sao Paulo, 1961, p. 28.
210 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
A. Concepto
Esta acción tiene por objeto reponer las cosas al Estado anterior de la
violación o amenaza de violación de un derecho constitucional, a excep-
ción de la libertad personal protegida por el habeas corpus.
La finalidad es restablecer el derecho violado, lo que implica simul-
táneamente: la suspensión de la violación y restituir en su derecho vul-
nerado o amenazado a la persona agraviada.
C. Procedencia de la acción
D. La jurisprudencia
a. Procedimiento
Las acciones de amparo requieren que se hayan agotado las vías pre-
vias, vale decir, los procedimientos administrativos o institucionales pri-
vados, encaminados a resolver en este nivel los asuntos relacionados con
la vulneración de derechos importantes como son los derechos constitu-
cionales o los contenidos en tratados internacionales que contengan de-
rechos humanos ratificados por el Perú, los cuales deben agotarse antes
de iniciar la acción de amparo, siempre que tal vía previa esté legalmente
predeterminada.
En todo caso procede la acción de amparo cuando no se hayan agotado
las vías previas si:
to, por lo cual no hay etapa de prueba, todo lo cual no impide la presen-
tación de prueba instrumental o la realización de actuaciones que el tri-
bunal señale, sin dilatar los términos. Con la misma frivolidad no se ad-
miten excepciones incidentales. Todo lo cual lo señla la Ley 25.398,
artículo 13.
f. Integración de sentencias
Esta integración de sentencias constituye la facultad que tienen los or-
ganismos jurisdiccionales superiores de completar las sentencias que re-
visan.
g. Marco de interpretación del derecho
La Ley 23.506 señala que los derechos protegidos por amparo deben
interpretarse dentro del contexto general de la Constitución Política de la
República del Perú, los tratados y convenios internacionales de derechos
humanos ratificados por la República, y los principios generales del derecho
y preferentemente los que inspiran el derecho peruano (artículo 159).
h. Publicidad de las acciones de amparo
Las sentencias ejecutoriadas en materia de amparo deben ser publica-
das, obligatoriamente, dentro de los quince días siguientes en el Diario
Oficial El Peruano, con el objeto de que la ciudadanía conozca la rele-
vancia de los derechos constitucionales y así sean más respetados.
i. La sentencia
Con la contestación de la demanda o solicitud de amparo o sin ella,
el juez resolver la causa dentro de tres días de vencido el término para
la contestación, bajo responsabilidad.
j. La cosa juzgada
La sentencia firme y ejecutoriada produce efecto de cosa juzgada, la que
en la acción de amparo peruano tiene características especiales, ya que sólo
constituye cosa juzgada si favorece al demandante, en cambio si la reso-
lución ha sido negativa, el agraviado puede formular nuevamente una
acción de garantía por los mismos hechos, a condición de que no haya
funcionado la caducidad de la acción de amparo.
TÓPICOS SOBRE GARANTÍAS NORMATIVAS 215
237 Bidart Campos, Germán, Régimen legal y jurisdiccional del amparo, Buenos Aires,
Ediar, 1968, p. 338.
238 Gozaíni, Osvaldo, El derecho de amparo, Buenos Aires, Depalma, 1995, p. 5.
216 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
c) Procedimiento
La acción de amparo puede ser rechazada in límine. A su vez, el tri-
bunal podrá declarar de oficio la inconstitucionalidad de la nome en que
se funda el acto u omisión lesiva.245
Rivas argumenta en el mismo sentido, señalando que el sistema de
prelación obliga a otorgar prioridad a la norma constitucional por sobre
toso el ordenamiento jurídico, la cual establece el deber al Estado de atri-
buir al ciudadano todos los derechos contenidos y adaptados, entre los
cuales se encuentran los tratados y las leyes sobre derechos humanos.246
Osvaldo Gozaíni, quien señala que cuando el juez declara de oficio la
inconstitucionalidad de una norma, no sentencia extra petitre, “ya que se
atiene a las acciones deducidas y a los hechos invocados, condicionando
el derecho aplicable a que resulta legitimado por la Constitución, desde
que, el derecho —Constitución, inclusive—, no es una cuestión que pue-
da no ser sometida a juzgamiento”.
“Tampoco se transgrede el derecho a defensas, pues la constituciona-
lidad o inconstitucionalidad de las normas no es imprevisible y no re-
quiere debate previo”.247
En todo caso los efectos de dicha sentencia se aplican sólo inter partes
no teniendo efectos erga omnes.
Por otra parte, al no existir el mecanismo en Argentina del precedente
obligatorio (store decisio) del sistema americano, los jueces por tanto, no
sufren menoscabo en su derecho-deber de interpretación.
245 Sagüés, Nestor Pedro, Amparo, habeas data y habeas corpus en la reforma
constitucional, La laude, 1994, p. 1151.
246 Rivas, Adolfo Armando, El amparo, Buenos Aires, La Roca, 1987, p. 142.
247 Gozaíni, Osvaldo, op. cit., p. 55.
220 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
d) Tribunal competente
Los decretos con fuerza de ley, por su equivalencia con la ley, nos
parecen, excluidos del recurso de protección. En el caso de los tratados
internacionales, no corresponde la acción de protección, de acuerdo con
el artículo 27 de la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados,
ya que estos últimos una vez válidamente incorporados al derecho inter-
no, no pueden ser objetados por el propio Estado, al margen del proce-
dimiento de modificación, revisión o denuncia de los tratados internacio-
nales, los cuales están regulados por el derecho internacional, salvo que
se afecte en contenido de un derecho fundamental que se encuentre mejor
protegido en el derecho interno que en el derecho internacional de los
derechos humanos.
2. Que la acción u omisión arbitraria o ilegal redunde, en relación de
causa o efecto, en una privación, perturbación o amenaza del legítimo
ejercicio del derecho constitucionalmente protegido.
El derecho puede ser afectado en el grado de privación del ejercicio
del derecho que consiste en la imposibilidad material total de ejercerlo,
en el grado de perturbación que consiste en el ejercicio anormal del de-
recho por causa de acciones u omisiones arbitrarias ilegales que impiden
parcial y materialmente el goce o ejercicio del derecho, o en el grado de
amenaza , el que esta constituido por acciones u omisiones que impiden
el goce pacífico del derecho ante la inminencia de la perturbación o pri-
vación.
3. El afectado debe estar en el legítimo ejercicio del derecho consti-
tucionalmente protegido, sea el actor el titular del derecho.
4. Debe tratarse de un derecho constitucionalmente amparado con la
acción de protección.
Alejandro Silva Bascuñán en la CENC señala que debían protegerse
todos los derechos, ya que cualquier discriminación podría ser arbitraria.
230 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
Artículo 19, núm. 13: El derecho a reunión pacífica sin permiso previo
y sin armas.
Artículo 19, núm. 15: El derecho de asociarse sin permiso previo.
Artículo 19, núm. 16, relacionado con el artículo 20: La libertad de
trabajo y el derecho a su libre elección y libre contratación.
Artículo 19, núm. 16, inciso 4o.: Ninguna clase de trabajo puede ser
prohibida a menos que se oponga a la moral, la seguridad, la salubridad
pública o que lo exija el interés nacional y una ley lo declare así.
Artículo 19, núm. 19: Derecho a sindicarse en los casos y formas que
seala la ley. Derecho a personalidad jurídica. La autonomía de las orga-
nizaciones sindicales.
Artículo 19, núm. 21: El derecho a desarrollar cualquier actividad eco-
nómica que no sea contraria a la moral, al orden público o a la seguridad
nacional.
Artículo 19, núm. 22: La libertad para adquirir el dominio de toda
clase de bienes excepto los que la naturaleza ha hecho comunes a todos
los hombres o que deben pertenecer a la nación toda.
Artículo 19, núm. 25: El derecho del autor sobre sus creaciones inte-
lectuales y artísticas de cualquier especie por el tiempo que señale la ley.
Propiedad individual sobre las patentes de invención, marcas comercia-
les, modelos, procesos tecnológicos u otras creaciones an logas.
k) Notificación de la sentencia
1. Antecedentes históricos
252 Véase Tavolari Oliverios, Raúl, Habeas corpus. Recurso de amparo, Chile, Editorial
Jurídica, 1995, pp. 47-52.
TÓPICOS SOBRE GARANTÍAS NORMATIVAS 237
253 Véase Hernández Valle, Rubén, op. cit., p. 39 y Sagüés, Néstor Pedro, Elementos
de derecho constitucional, Buenos Aires, Editorial Astrea, 1993, pp. 238 y 239.
240 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
254 Cit. por Tavolari Oliveros, Raúl, op. cit., p. 96, nota 150.
255 Eguiguren Praeli, Francisco, “La libertad individual y su protección judicial
mediante la acción de habeas corpus”, La Jurisdicción Constitucional, Perú, Universidad
Católica del Perú, pp. 275 y ss.; García Belaunde, Domingo, Teoría y práctica de la
Constitución peruana, Perú, Editorial y Distrubuidora de Libros, t. I, p. 283; Tavalori
Oliverios, Raúl, op. cit., p. 1000; Verdugo, Pfeffer y Nogueira, Derecho..., op. cit.; Silva,
José Afonso da, Curso de direito constitucional positivo, 6a. ed., Brasil, 1990, p. 384 y
Sagüés, Néstor Pedro, Elementos..., op. cit.
256 García Laguardia, Jorge Mario, Las garantías jurisdiccionales para la tutela de
los derechos humanos en Guatemala. El habeas corpus, Guatemala, Editorial Cuadernos
de Derechos Humanos, Procurador de los derechos humanos, 1991, p. 14.
TÓPICOS SOBRE GARANTÍAS NORMATIVAS 241
V. LA ACCIÓN DE RECLAMACIÓN
DE NACIONALIDAD EN CHILE
245
246 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
por quien enseña ciencia política, habiendo sido contratado como profe-
sor de derecho constitucional, la libertad de cátedra se ejerce dentro del
cumplimiento del programa correspondiente a la respectiva cátedra, no
existe la libertad para enseñar contenidos distintos al programa de cátedra.
La libertad de opinión no puede hacerse valer en caso de incumplimiento
de obligaciones establecidas constitucionalmente, como son el respeto a
la dignidad de la persona (valor constitucional supremo) y el derecho al
honor de las personas (derecho fundamental).
Por tanto, para delimitar el contenido del derecho deben tenerse pre-
sente dos elementos: el identificar el ámbito de la realidad al que se alude
y fijar lo que se entiende por éste, y el tratamiento jurídico contenido en
el precepto que reconoce el derecho, fijando su contenido y el alcance
que se da a su protección constitucional.259
Así, en cada norma, la Constitución concreta el tratamiento jurídico
de ese sector de la realidad y especifica el contenido de la protección
misma otorgada por el derecho, dicha exégesis debe realizarse en el con-
texto de una interpretación unitaria, sistemática y finalista de la Consti-
tución, lo que delimita el derecho en sus límites intrínsecos, vale decir,
aquellos que dependen de su propia naturaleza.
Todo derecho, en este sentido, es limitado ya que ampara el contenido
del derecho garantizado constitucionalmente. Los límites internos son los
que permiten determinar el contenido del derecho, son intrínsecos al mis-
mo. El límite interno es una posición de no derecho, admisible sólo cuan-
do es subsumible en algún elemento del precepto que establece el derecho
constitucional, por ejemplo, no puede ejercerse el derecho de reunión en
forma violenta o con armas. Estas posiciones de no derecho deben derivar
directamente de los preceptos constitucionales, formando parte de la nor-
ma que asegura el derecho fundamental.
Los límites internos de los derechos son los supuestos de delimitación
propiamente constitucional que fija el alcance y contenido del derecho.
Así, todo lo que no pueda ser subsumido en el supuesto de hecho del
derecho no son límites, sino supestos de no derecho, como establece Ga-
vara de Cava.260
Los límites externos o intervenciones están dados por normas de ca-
rácter infraconstitucional que modifican algunos de los elementos confi-
261 Véase Otto, Ignacio de, “La regulación del ejercicio de los derechos y libertades.
La garantía del contenido esencial del artículo 53.1 de la Constitución”, Martín-Retortillo,
L. y Otto, I., de, Derechos fundamentales y Constitución, Madrid, España, Civitas, 1988,
pp. 110 y 111.
262 Otto y Parto, Ignacio de, op. cit., p. 152.
DELIMITACIÓN DEL CONTENIDO DE LOS DERECHOS 249
Los límites a los derechos que nos interesan son los límites jurídicos,
los cuales deben distinguirse claramente de los límites de hecho, los cua-
les derivan de situaciones socio-económicas y culturales que afectan el
ejercicio de derechos tales como el derecho al trabajo, el derecho a la
cultura, el derecho a la libertad de opinión, etcétera.
263 Idem.
252 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
1. Introducción
271 Véase Amaral Santos, Aricê Moacyr, O Estado de emergência, Sao Paulo, 1981,
p. 31 y Afonso da Silva, José, Curso de direito constitucional positivo, 6a. ed., Brasil,
Editora Revista dos Tribunais, 1990, p. 635.
DELIMITACIÓN DEL CONTENIDO DE LOS DERECHOS 261
Introducción
272 Véase, Los estados de excepción en la región andina, Perú, Comisión Andina,
1987, pp. 277-295.
273 Corte Europea de Derechos Humanos, Serie B, 1960-1961, p. 82.
262 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
39. Un Estado parte solamente puede adoptar medidas para suspender sus
obligaciones en virtud del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Po-
líticos de conformidad con lo dispuesto en el artículo 4o. (en lo sucesivo
denominadas medidas de derogación) cuando se enfrente con una situación
excepcional y un peligro real o inminente que amenace la vida de la na-
ción. Se entenderá que una situación constituye una amenaza a la vida de
la nación cuando:
a) Afecte toda la población y a todo el territorio del Estado o parte de
él, y
1. Guerra extranjera.
2. Ataque exterior, peligro de ataque exterior o de invasiones.
3. Conmoción interior.
4. Necesidad imperiosa de defensa del Estado.
5. Conservación del régimen constitucional.
6. Conservación de la paz interior.
7. Actos de sabotaje contra la seguridad nacional.
8. Actos de sabotaje contra la producción nacional.
9. Calamidad pública.
b) La conmoción interior
c) Emergencia
d) Calamidad pública
Esta situación está constituida por los fenómenos que por causas de
carácter natural o humano produzcan o puedan producir grave daño a la
seguridad nacional.
República, por razones obvias, aun cuando los parlamentarios estaban fa-
cultados para ejercer la iniciativa de ley en la especie.
A su vez, era la ley la que autorizaba al presidente de la República
para declarar zonas de emergencia, pero ellas autorizaban al presidente
de la República para que, por vía administrativa, pudiera restringir ciertos
derechos.
titución asegura a todos las personas sólo puede ser afectado” en las si-
tuaciones de excepción.
La sola declaración del Estado de excepción no cambia el régimen
constitucional que ha de regir el comportamiento de los órganos que ejer-
cen los poderes públicos, sino que dicho régimen sólo puede cambiarse si
el presidente de la República, además restringe o suspende el ejercicio de
derechos constitucionales, con los límites impuestos por la Constitución.
La restricción o suspensión del ejercicio de ciertos derechos en los
estados de excepción no implica que se “suspende” el Estado de derecho,
sino que sólo algunos aspectos del sistema normativo pueden sufrir al-
gunas alteraciones temporales, en la medida de lo necesario, y exclusi-
vamente en relación con las materias establecidas por la Constitución, lo
que no puede implicar arbitrariedad o ausencia de legalidad.
Los derechos son entendidos en el texto constitucional como las fa-
cultades o prerrogativas reconocidas a las personas, los derechos que se
consideran inherentes al hombre en su calidad de persona se denominan
derechos humanos o derechos de la persona.
El tratadista Bidart Campos define las garantías como instituciones o
procedimientos de seguridad creados a favor de las personas, para que
dispongan de los medios que hacen efectivos el goce de los derechos.281
A su vez, el profesor español Francisco Fernández Segado nos señala
que entre los derechos y garantías existe una diferencia formal mientras
aquéllos importan el reconocimiento de atributos de orden político o ju-
rídico que la persona tiene, las garantías son normas positivas que ase-
guran o protegen un derecho determinado.282
Así, de acuerdo al artículo 39 de la Constitución, se pueden afectar en
situaciones de excepción “el ejercicio de los derechos y las garantías”.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos, se ha referido al tema
señalando lo siguiente:
b. Estado de Asamblea
283 Véase la opinión consultiva OC8/87 del 30 de enero de 1987, adoptada por
comunidad.
DELIMITACIÓN DEL CONTENIDO DE LOS DERECHOS 283
284 Las requisiciones no son otra cosa que préstamos, aunque impuestos por vía de
autoridad, destinados a satisfacer necesidades urgentes de un servicio público, que por lo
mismo de tener tal carácter, llevan consigo la obligación de restituir las especies o bienes
que por su medio se obtienen o a la de pagar su valor.
Se entenderá limitado el derecho de propiedad cuando se impongan restricciones al
ejercicio de alguno de los atributos o facultades esenciales del dominio (usar, gozar,
disponer de ella).
En este caso, se autoriza de modo especial a la autoridad administrativa para afectar la
garantía del derecho de propiedad, puesto que las limitaciones y obligaciones al dominio
sólo puede establecerlas el legislador.
“En los casos en que se dispusieren requisiciones de bienes oestablecieren limitaciones
al ejercicio del derecho de propiedad, que importen privación de alguno de sus atributos
o facultades esenciales y con ello se cause daño, habrá un lugar a la indemnización
de perjuicio en contra del Fisco, siempre que los mismos sean directos. La
interposición de dicha acción no suspenderá, en caso alguno, la respectiva medida”.
“La autoridad al hacer una requisición practicará un inventario detallado de los bienes,
dejando constancia del estado en que se encuentren”.
“En el caso de las limitaciones que se impongan al derecho de propiedad, bastará que la
autoridad notifique al afectado...”.
“El monto de la indemnización y su forma de pago serán determinados de común acuerdo
entre la autoridad que ordenó la requisición y el afectado por la medida...”.
“A falta de acuerdo, el afectado podrá recurrir, dentro del plazo de 30 días, ante el juez
civil competente...”.
“Incidentalmente, se fijará el monto definitivo de la indemnización que corresponda, la
que deberá ser pagada en dinero efectivo y al contado”.
“La acción indemnizatoria prescribirá en el plazo de un año, contado desde la fecha de
término del Estado de excepción”.
284 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
c. Estado de sitio
d. El Estado de emergencia
e. Estado de catástrofe
289 Cit. en Zovatto, Daniel, Los estados de excepción y los derechos humanos en
América Latina, Venezuela, Editorial Jurídica, 1990, p. 82.
290 Opinión consultiva 8/87, párrafo 39.
DELIMITACIÓN DEL CONTENIDO DE LOS DERECHOS 291
7o. Las medidas que se adopten durante los estados de excepción, que no
tenga una duración determinada, no podrán prolongarse más allá de la vi-
gencia de dichos estados y sólo se aplicarán en cuanto sean realmente ne-
cesarias, sin perjuicio de lo dispuesto en el núm. 3 de este artículo. No
obstante, las medidas de expulsión del territorio de la República y de pro-
hibición de ingreso al país, que se autorizan en los números precedentes,
mantendrán su vigencia pese a la cesación del Estado de excepción que
les dio origen en tanto la autoridad que las decretó no las deje expresa-
mente sin efecto.
Todo Estado parte en el presente Pacto que haga uso del derecho de sus-
pensión deber informar inmediatamente a los demás estados partes en el
presente Pacto, por conducto del secretario general de las Naciones Unidas,
de las disposiciones cuya aplicación haya suspendido y de los motivos que
hayan suscitado la suspensión. Se hará una nueva comunicación por el mis-
mo conducto en la fecha en que se haya dado por terminada tal suspensión.
37. Una pregunta adicional que cabe hacerse más allá de la consideración
del habeas corpus como una garantía judicial que protege derechos no sus-
ceptibles de suspensión según el artículo 27.2 es si tal procedimiento puede
subsistir al mismo tiempo como medio de asegurar la libertad individual,
aún bajo estado de excepción, a pesar de que el artículo 7o. no está entre
aquellos que no pueden ser afectados en situaciones excepcionales.
38. Si la suspensión de garantías no debe exceder, como lo ha subrayado
la Corte, la medida de lo estrictamente necesario para atender a la emer-
gencia, resulta también ilegal toda actuación de los poderes públicos que
desborde aquellos límites que deben estar precisamente señalados en las
disposiciones que decretan el Estado de excepción, aun dentro de la situa-
ción de anormalidad jurídica vigente.
39. La Corte debe destacar, igualmente, que si la suspensión de garan-
tías no puede agotarse legítimamente sin respetar las condiciones señaladas
en el párrafo anterior, tampoco pueden apartarse de esos principios gene-
rales las medidas concretas que afecten los derechos o libertades suspen-
didos, como ocurriría si tales medidas violaran la legalidad excepcional de
emergencia, si se prolongaran más allá de sus límites temporales, si fueran
manifiestamenhte irracionales, innecesarias o desproporcionales, o si para
adoptarlas se hubiere incurrido en desviación o abuso de poder.
40. Si esto es así es desde todo punto de vista procedente, dentro de un
Estado de derecho, el ejercicio del control de la legalidad de tales medidas
por parte de un órgano judicial autónomo e independiente que verifique, por
ejemplo, si una detención, basada en la suspensión de la libertad personal, se
adecúa a los términos en que el estado de excepción la autoriza. Aquí el
habeas corpus adquiere una nueva dimensión fundamental.
42. Los razonamientos anteriores llevan a conclusión de que los proce-
dimientos de habeas corpus y de amparo son de aquellas garantías judi-
ciales indispensables para la protección de varios derechos cuya suspensión
está vedada por el artículo 27.2 y sirven, además, para preservar la legali-
dad en una sociedad democrática.
43. Por otra parte, debe advertirse que aquellos ordenamientos consti-
tucionales y legales de los estados partes que autoricen, explícita e implí-
citamente, la suspensión de los procedimientos de habeas corpus o de am-
paro en situaciones de emergencia, deben considerarse incompatibles con
las obligacioines internacionales que a esos estados impone la Conven-
ción.291
292 OC-9/87 y sentencia “casos Velsquez Rodríguez, Farrien Garbi, Solís Corrales y
Godínez Cruz, del 26 de junio de 1987, párrafos 90-92.
298 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
55. La Constitución nacional y las leyes que rigen los estados de excepción
dispondrán una revisión pronta, periódica e independiente, por la legisla-
tura de dichas medidas de derogación.
56. Las personas que pretenden que las medidas de derogación que las
afectan no son estrictamente necesarias en la situación de que se trate dis-
pondrán de recursos efectivos.
294 O’Donell, Daniel, Protección internacional de derechos humanos, 2a. ed., Perú,
Comisión Andina de Juristas, 1989.
295 Informe sobre Chile, 1985.
DELIMITACIÓN DEL CONTENIDO DE LOS DERECHOS 301
Artículo 6o.
1. El derecho a la vida es inherente a la persona humana. Este derecho
estará protegido por la ley. Nadie podrá ser privado de la vida arbitraria-
mente.
2. En los países que no hayan abolido la pena capital sólo podrá impo-
nerse la pena de muerte por los más graves delitos y de conformidad con
las leyes que estén en vigor en el momento de cometerse el delito y que
no sean contrarias a las disposiciones del presente Pacto ni a la Convención
para la prevención y la sanción del delito de genocidio. Esta pena sólo
podrá imponerse en cumplimiento de sentencia definitiva de un tribunal
competente.
304 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
Artículo 12.
Libertad de conciencia y de religión.
1. Toda persona tiene derecho a la libertad de conciencia y de religión.
Este derecho implica la libertad de conservar su religión o sus creencias,
o de cambiar de religión o de creencias, así como la libertad de profesar
y divulgar su religión o sus creencias, individual o colectivamente, tanto
en público como en privado.
2. Nadie puede ser objeto de medidas restrictivas que puedan menosca-
bar la libertad de conservar su religión o sus creencias o de cambiar de
religión o de creencias.
3. La libertad de manifestar la propia religión y las propias creencias
está sujeta únicamente a las limitaciones prescritas por la ley y que sean
necesarias para proteger la seguridad, el orden, la salud o la moral públicos
o los derechos o libertades de los demás.
4. Los padres, y en su caso los tutores, tienen derecho a que sus hijos
o pupilos reciban la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con
sus propias convicciones.
Artículo 17.
Protección de la familia.
1. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y
debe ser protegida por la sociedad y el Estado.
2. Se reconoce el derecho del hombre y la mujer a contraer matrimonio
y a fundar una familia si tienen la edad y las condiciones requeridas para
ello por las leyes internas, en la medida en que éstas afecten el principio
de no discriminación establecido en esta Convención.
3. El matrimonio no puede celebrarse sin el libre y pleno consentimien-
to de los contrayentes.
4. Los estados partes deben tomar medidas apropiadas para asegurar la
igualdad de derechos y la adecuada equivalencia y responsabilidad de los
cónyuges en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de
disolución del mismo. En caso de disolución, se adoptarán disposiciones
que aseguren la protección necesaria a los hijos, sobre la base única del
interés y conveniencia de ellos.
5. La ley debe reconocer iguales derechos tanto a los hijos nacidos fuera
del matrimonio como a los nacidos dentro del mismo.
Artículo 18.
Derecho al Nombre.
Toda persona tiene derecho a un nombre propio y a los apellidos de sus
padres o al de uno de ellos. La ley reglamentar la forma de asegurar este
derecho para todos, mediante nombres supuestos, si fuere necesario.
308 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
Artículo 19.
Derechos del niño.
Todo niño tiene derecho a las medidas de protección que su condición
de menor requiere por parte de su familia, de la sociedad y del Estado.
Artículo 20.
1. Toda persona tiene derecho a la nacionalidad.
2. Toda persona tiene derecho a la nacionalidad del Estado en cuyo
territorio nació si no tiene derecho a otra.
3. A nadie se privar arbitrariamente de su nacionalización ni del derecho
a cambiarla.
Artículo 23.
Derechos políticos.
1. Todos los ciudadanos deben gozar de los siguientes derechos y opor-
tunidades:
a) De participar en la dirección de los asuntos públicos, directamente o
por medio de representantes libremente elegidos.
b) De votar y ser elegidos en elecciones periódicas auténticas, realiza-
bles por sufragio universal e igual y por voto secreto que garantice la libre
expresión de la voluntad de los electores, y
c) De tener acceso, en condiciones generales de igualdad, a las funcio-
nes públicas de su país.
2. La ley puede reglamentar el ejercicio de los derechos y oportunidades
a que se refiere el inciso anterior, exclusivamente por razones de edad,
nacionalidad, residencia, idioma, instrucción, capacidad civil o mental, o
condena, por juez competente, en proceso penal.
dos, ciertos requisitos formales para que un Estado pueda ejercer tal de-
recho a la suspensión.
Estos requisitos son:
Los principios comunes que surgen del análisis comparativo del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y de la Convención Ame-
ricana de Derechos Humanos.
En la materia se pueden señalar los principios más frecuentemente ci-
tados por la doctrina. Una cierta sistematización de ellos fue desarrollada
por Nicole Questiaux299 y ha sido asumida por Gros Espiel, Piza y Zova-
tto300 la que nos parece adecuada y que exponemos a continuación:
H. Conclusiones
301 Ferrajoli, Luigi, Derecho y garantías. La ley del más débil, Madrid, Trota, 1999.
302 El concepto de soberanía se encuentra ya en el siglo XIII en los livres des coutumes
et des usages de beauvoisis del jurista francés Beaumanoir: “chascuns barons est
souvenain en sa baronie”; “le rois est souverains para dessus de tous (cit. en R. W. y A.
J. Carlyle, El pensamiento político medieval. En la misma época se remonta la fórmula
rex superiorem non recognocens in regno suo est impetator”, cuyos orígenes se
identifican por Calasso en el Proemio, de Marino de Caramanico escrito en el siglo XIII.
Véase asimismo, E. Crosa, Il principio della sovranitè popolare del medioevo alla
rivoluzione francese; Flli, Bocca, Milano, 1915; y M. Galizia, La teoria della sovrantitá
dal medioevo alla rivoluzione francese, Milano, Giuffrè; Ferrajoli, Luigi, Derechos y
garantías, Madrid, Trotta, 1999.
321
322 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
303 Bodin, J., Los seis libros de la República, libro I: “en cuanto a las leyes divinas
y naturales, todos los príncipes de la tierra están sujetos a ellas y no tienen poder para
contravenirlas, si no quieren ser culpables de lesa majestad divina, por mover guerra a
Dios, bajo cuya grandeza todos los monarcas del mundo deben uncirse e inclinar la
cabeza con todo temor y reverencia”.
304 Hobbes, Th., El ciudadano, Madrid, Editorial Trotta, 1999, p. 42: “Las leyes
que llamamos naturales no son más que conclusiones, obtenidas racionalmente acerca
de que se ha de hacer u omitir”.
305 Bodino, Juan, Los seis libros de la República..., op. cit., p. 60.
306 Traducción de Bodino, Juan..., op. cit.
SOBERANÍA, CONSTITUCIONES Y TRATADOS 323
307 Haggenmarcher, P., La place de Francisco de vitoria parmi les fondateus du droit
international. En actualité de pénse juridique de Francisco de Vitoria, Actas Jornadas
de Estudio, Bruselas, Editorial Bruylant, 1998, pp. 27-36.
308 Brown Scott, J. El origen español del derecho internacional, España, Cuesta, 1928.
324 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
309 Triepel, H., Les rapports entre le droit interne et le droit international. Recueil
des Cours de L’Academia de Droit International, 1923.
SOBERANÍA, CONSTITUCIONES Y TRATADOS 325
310 Triepel, Droit international et droit interne, París, Oxfort, 1920, p. 110.
311 Kelsen, Hans, Teoría general del derecho y del Estado, traducción de Eduardo
García Máynez, 3a. ed., México, 1969, p. 436.
312 Verdross, “Droit international public et droit interne”, Revue de droit international
et des sciences diplomatiques et politiques, 1952, pp. 219-230.
313 Kunz, Teoría del derecho internacional, La Habana, Cuba, Academia de Derecho
Comparado e Internacional, 1954, vol. II, p. 361.
326 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
dinarias, otra autoridad o derechos que los que expresamente se les haya
conferido en virtud de la Constitución o las leyes”.
Así, el presidente de la República con acuerdo del Congreso Nacional
pueden vincular al Estado de Chile y dejarlo sometido al imperio de un
tribunal internacional a través de un tratado internacional concluido y fir-
mado por el presidente de la República, aprobado por el Congreso y ra-
tificado por el jefe de Estado.
Ello no es nuevo, es la práctica constante y uniforme a través de la
cual el Estado de Chile ha reconocido jurisdicción internacional a diver-
sos tribunales internacionales, entre ellos, la Corte Internacional de Jus-
ticia de La Haya, órgano de Naciones Unidas, y la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, órgano de la OEA, a través de la ratificación del
Protocolo Complementario de la Convención Americana de Derechos
Humanos reconociéndoles competencia jurisdiccional vinculante y obli-
gatoria.
La Constitución precisa la posibilidad y el alcance de la potestad de
los órganos para comprometer al Estado de Chile en el ámbito del dere-
cho internacional, los procedimientos que deben seguirse para ello y los
controles destinados a asegurar el cumplimiento de tales previsiones, para
ello existe el control preventivo de constitucionalidad de los tratados por
el Tribunal Constitucional (el que debería ser obligatorio y no facultativo
como lo es actualmente), de acuerdo al artículo 82, núm. 2 de la Cons-
titución.
La carta fundamental determina el proceso de validación e incorpora-
ción de las normas internacionales al ordenamiento jurídico nacional, lo
que, concretado de acuerdo al procedimiento constitucional, convierte a
la norma internacional válida en norma internamente aplicable, siendo ya
no solo norma internacional válidamente aplicable en Chile, sino también
norma integrante del ordenamiento jurídico chileno, vinculante y obliga-
toria para todos los órganos y todas las personas del Estado chileno.
Así, el ordenamiento jurídico nacional en su conjunto, presidido por
la Constitución, se descompone en dos subsistemas normativos, uno de
los cuales depende de la carta fundamental para producir normas válidas,
(el subsistema nacional), en tanto, respecto del subsistema internacional,
la Constitución dota a sus normas de la necesaria aplicabilidad.
La Constitución como norma superior nacional posibilita remitirse a
normas que le son indisponibles en su propia validez, como son las nor-
mas internacionales, siendo el derecho internacional el que determina su
328 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
creación o validez, a las cuales el Estado de Chile, solo les otorga apli-
cabilidad en el ámbito interno si se verifican las condiciones determina-
das constitucionalmente, remitiéndose a un ordenamiento de derecho in-
ternacional público que lo considera como propio, aún cuando dichas
normas son indisponibles al Estado en su existencia o validez.
No debemos olvidar en esta materia que fue el propio poder constitu-
yente originario radicado en la Junta de Gobierno quién aprobó la Con-
vención de Viena sobre derecho de los tratados, antes de la entrada en
vigencia de la Constitución de 1980 el 11 de marzo de 1981, siendo pu-
blicada en el Diario Oficial en abril de 1981. Es así el propio poder cons-
tituyente chileno el que al ratificar la Convención de Viena, de buena fe
y comprometiendo su honor, reconoció a través del artículo 27 de dicha
convención la primacía del derecho internacional sobre el derecho inter-
no, incluida la Constitución, comprometiéndose a no poner obstáculos de
derecho interno al cumplimiento de las obligaciones que emanan del de-
recho internacional.
Una vez incorporado el tratado válidamente al ordenamiento jurídico
nacional por su ratificación, debe tenerse presente los principios “pacta
sunt servanda” y bonna fide, codificados en la Convención de Viena so-
bre Derechos de los Tratados, los cuales como normas generales de de-
recho internacional deben ser respetadas por Chile, además de establecer
dicha Convención que el derecho convencional internacional válidamente
ratificado tiene primacía sobre el derecho interno, no pudiendo un Estado
invocar ninguna razón legítima para atropellar el cumplimiento de buena
fe de las obligaciones contraídas según dispone el artículo 26 de dicha
Convención; el artículo 27, a su vez, determina que un Estado parte no
podr invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación
del incumplimiento de un tratado.314
La Convención de Viena define en su artículo 53 lo que para dicha
Convención es una norma imperativa de derecho internacional general
(ius cogens): “Una norma que no admite acuerdo en contrario y que solo
314 La Convención de Viena sobre derechos de los tratados ratificados por Chile el 9
de abril de 1981, promulgado por decreto supremo número 381 de 1981, publicado en
el Diario Oficial de la Federación del 22 dejunio de 1981.
Chile apoyó decididamente el artículo 27 de la Convención de Viena, véase rosales, “La
Convención de Viena de 1969 y sus relaciones con el derecho interno”, Revista de
Derecho de la Universidad de Concepción, núm. 165, enero-diciembre de 1977, pp.
257-263.
SOBERANÍA, CONSTITUCIONES Y TRATADOS 329
319 Ferrajoli, Luigi, La ley del más débil, Madrid, Trotta, 1999.
SOBERANÍA, CONSTITUCIONES Y TRATADOS 341
La Corte, por trece votos contra dos, decide que, con el comportamiento
demostrado por la República Islámica del Irán ha violado en varios aspec-
tos y continua violando obligaciones que tiene para con los Estados Unidos
de América en virtud de convenciones internacionales vigentes entre los
dos países y de normas de derecho internacional general consagradas por
una larga práctica,320 dicho incumplimiento por el Estado de sus obliga-
ciones de derecho internacional convencional y consetudinario genera la
respectiva responsabilidad internacional.
322 Artículos 53 de las Convenciones de Viena sobre derecho de los tratados de 1968
y 1986.
323 Véase Carrillo Salcedo, Juan Antonio, Soberanía de los estados y derechos
humanos en el derecho internacional contemporáneo, España, Tecnos, 1995; Ferrajoli,
Luigi, Derechos y garantías, Madrid, Trotta, 1999; Travieso, Juan Antonio, Derechos
humanos y derecho internacional, Buenos Aires, Heliosta, 1995; Dupay, Pierre Marie,
Droit international public, París, Dalloz, 1993; Zagrebelski, G., El derecho dúctil, ley,
derechos, justicia, Madrid, Trotta, 1999; Cassese, A., Los derechos humanos en el mundo
contemporáneo, Barcelona, Arial, 1991.
324 Jellinek, G., Das System der Subjektiven Öffentlichen Rechte, 1892.
325 Santi romano, La teoría dei diritti pubblici soggettivi, en V. E., Orlando, Primo
tratato di diritto amministrativo italiano I., Italia, Societá Editrice Libraría, 1900, pp.
159-163.
SOBERANÍA, CONSTITUCIONES Y TRATADOS 343
326 Cit. por Moyano Bonilla, César, Soberanía y derechos humanos. Liber Amicorum.
Héctor Fix-Zamudio, San José Costa Rica, 1998, vol. II, pp. 1137 y 1138.
327 Véase, entre otros, Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Velásquez
Rodríguez, sentencia del 29 de julio de 1988, pfo. 184. Véase asimismo opinión
consultiva 14/1994, pfo. 56.
SOBERANÍA, CONSTITUCIONES Y TRATADOS 345
Hay así una superación de nociones clásicas que van quedando obso-
letas en el derecho interno de los estados y en el derecho internacional,
no existiendo dominio reservado ni soberanía estatal ante el atropello o
vulneración grave de los derechos humanos, aún con fuerte resistencia
de algunos operadores políticos y jurídicos internos de los Estados.
Esta limitación de la soberanía estatal por la dignidad de la persona
humana y sus derechos esenciales, poco a poco se abre camino y logra
crecientemente una consagración constitucional positiva en las constitu-
ciones latinoamericanas.
335 Véase Cançado Trinidade, Antonio Augusto, “Desarrollo en las relaciones entre el
derecho internacional humanitario y la protección internacional de los derechos humanos
en su amplia dimensión, Revista IIDH, Costa Rica, núm. 16, p. 52.
336 Sentencia caso Velázquez Rodríguez, serie C, núm. 4.
337 Sentencia caso Godínez Cruz, serie C, núm. 5.
338 Véase serie C, núm. 4, pfo. 166, pp. 68 y 69, serie C, núm. 5, pfo. 475, p. 72.
358 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
339 Véase serie C, núm. 4, pfo. 172, pp. 70 y 71; serie C, núm. 5, pfos. 181 y 182,
pp. 73 y 74.
340 Bidart Campos, Germán, La interpretación del sistema de derechos humanos,
Buenos Aires, Ediar, 1994, p. 185.
341 Piza, Rodolfo y Trejos, Gerardo, Derecho internacional de los derechos humanos,
Costa Rica, 1989, pp. 110, 117 y 125.
SOBERANÍA, CONSTITUCIONES Y TRATADOS 359
está constituido por causa del hombre, y podemos agregar, para su dig-
nificación, lo que implica el respeto, garantía y promoción de los dere-
chos humanos, provenientes tanto de fuente interna, como de la fuente
internacional validamente incorporada al derecho interno.
El derecho interno de un Estado, a partir de la Constitución, y por
decisión del Constituyente, no podría ser entendido de otra manera, y así
en la Carta de 1925, como en la Constitución de 1980, se exige la asi-
milación del mejor modo posible a la necesidad de congruencia entre la
Constitución y el derecho internacional cuando entre ellos no existe con-
tradicción. La interpretación jurídica hecho por el juez en jurisdicción
interna debe esmerarse por “cerrar” el sistema “en armonía con la fuente
internacional, de modo tal que en cada caso y en cada circunstancia aque-
lla interpretación, auxiliada por la integración coherente de los vacíos
normativos, rinda el beneficio más valioso para la persona humana”.342
El texto de un tratado sobre derecho humanitario internacional o sobre
derechos humanos forma parte de un contexto, “en el que su sentido in-
tegral se esclarece con el objeto y el fin del tratado”, principio herme-
néutico que ha sido consagrado en el artículo 31.1. de la Convención de
Viena sobre derechos de los tratados, la cual sistematiza principios inter-
pretativos vigentes con anterioridad a la aprobación de dicho tratado.
Las normas de derecho interno y de derecho internacional de derechos
humanos sólo “reconocen” y “aseguran” derechos, no los “constituyen”,
no los “crean”, como lo señala expresamente la Constitución de 1980 en
sus artículos 5, inciso 2 y encabezamiento del artículo 19, la constancia
de los derechos en las normas escritas sólo significa vigencia normono-
lógica, la vigencia sociológica radica en su cumplimiento y aplicación
pr ctica, en su efectividad.
La interpretación de las normas referentes a derechos que conforman
el orden jurídico puede presentar lagunas o vacíos debe realizarse, por
parte de los operadores jurídicos, especialmente por los jueces, mediante
una apelación al conjunto de valores y principios, como el contexto his-
tórico que alimentan a dicho ordenamiento jurídico como Estado de de-
recho constitucional democrático, lo que permite llenar los silencios o las
carencias normativas para darle plenitud al sistema de derechos.
legal pueda modificar los acuerdos con otros países, porque se destruiría
la firmeza de la defensa chilena respecto a su intangibilidad y serían sus-
ceptibles de revisión los límites nacionales fijados por tratados (sesión
317, p. 2587).343
Sostenemos que el poder normativo interno, sea en su expresión cons-
tituyente y legislativa, no pueden modificar, ni derogar los tratados.
De tal forma, que la reforma de la Constitución por el poder consti-
tuyente derivado destinada a privar de eficacia a un tratado internacional
o a derogarlo sería inconstitucional, quedando expuesto, previo requeri-
miento, a la declaración de inconstitucionalidad por parte del Tribunal
Constitucional.
Chile se encuentra vinculada por la Constitución Política de la Repú-
blica y por los Pactos Internacionales de Derechos Humanos ratificados
por Chile y que se encuentran vigentes, teniendo el deber constitucional
de respetarlos y promoverlos, no pudiendo substraerse de tal obligación
constitucional establecida en las Bases de la Institucionalidad, artículo
5o, inciso 2o. de la Constitución, sin incurrir en notable abandono de
deberes, como asimismo, exponer la seguridad y el honor del Estado o
de Chile en el campo internacional y debilitar el Estado de derecho y los
principios del constitucionalismo democrático que constituyen el soporte
ético y jurídico de la carta fundamental y de la nación chilena.
343 Fiamma, Gustavo y Mohor, Salvador, “La jerarquía normativa de los tratados
internacionales”, Diario el Mercufio, Cuarpo D, del 4 de noviembre de 1994, p. 25.
362 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
Por tanto, a través del tratado puede incorporarse una mayor protec-
ción de uno o varios derechos, asegurados por con normas constitucio-
nales preexistentes, en cuyo caso el órgano de control de constituciona-
lidad deberá, de acuerdo a la concepción teleológica de la Constitución
explicitada, aplicará los preceptos que brinden mayor protección a los
derechos sobre aquellos que los desconozcan o les otorguen menor pro-
tección, en virtud de la norma que los derechos humanos constituyen un
límite a la soberanía, siendo deber jurídico de todos los órganos estatales,
incluido el Tribunal Constitucional y la Corte Suprema, respetarlos y pro-
moverlos. El constituyente ha subordinado el ejercicio de la potestad es-
tatal (soberanía) a las exigencias de la naturaleza humana, por lo tanto,
la institucionalización de tal derecho no puede constituir inconstituciona-
lidad, ya que la propia carta fundamental determina que el Estado debe
asegurar y promover tales derechos, independientemente de si están con-
siderados en el texto formal de la Constitución, ya que ello deriva del
valor de la dignidad y los derechos de la persona como valor supremo
del ordenamiento jurídico.
Por otra parte, el tratado en materia de derechos humanos aparece mu-
cha más vinculado al carácter de universal de los derechos humanos y
permite, por esa vía, armonizar la protección de los derechos constitu-
cionales con su actualización permanente a través de los tratados, que
representan el avance de la conciencia y la cultura humana.
Ello no significa que los tratados en materia de derechos humanos que-
den fuera del control de constitucionalidad, sino que el criterio de dicho
control debe tener como principio rector asegurar y mejorar la protección
de los derechos humanos, lo que constituye una exigencia del bien común
que es la finalidad de la actuación del Estado.
Así, un tratado en materia de derechos humanos sólo puede ser decla-
rado inconstitucional por atentar o menoscabar la esencia de los derechos
humanos, ya que al introducir un nuevo derecho se puede transgredir en
su esencia un derecho originario o previamente incorporado; por deterio-
rar los derechos ya incorporados a la Constitución; o por desconocer o
menoscabar las garantías constitucionales de los derechos asegurados
constitucionalmente.
Es así, que la voluntad de las Constituciones es la de otorgarle a los
tratados en materia de derechos humanos un tratamiento, aplicabilidad de
preferente aplicación y modalidad de interpretación distinta a los otros
tratados internacionales, siendo su jerarquía en el ordenamiento interno,
SOBERANÍA, CONSTITUCIONES Y TRATADOS 363
344 Silva Bascuñán, Alejandro, “Reformas sobre derechos humanos”, Revista Chilena de
364 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
346 Vanossi, Jorge Reinaldo, “La operatividad de las cláusulas emanadas del
ordenamiento internacional en cuanto a su aplicabilidad en el orden interno de los
estados”, Revista IIDH, Costa Rica, núm. 16, julio-diciembre de 1992, p. 108.
366 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
347 Monroy Cabra, Marco Gerardo, Los derechos humanos, Colombia, Themis, 1980,
p. 109.
Nikken, Pedro, La protección internacional de los derechos humanos, su desarrollo
progresivo, Madrid, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, 1987, pp. 47 y 48.
SOBERANÍA, CONSTITUCIONES Y TRATADOS 367
349 Cit. por Piza Escalante, Rodolfo, El valor del derecho y la jurisprudencia
internacionales de derechos humanos en el derecho y la justicia internos. El ejemplo de
Costa Rica, op. cit., p. 190. Con anterioridad hay sentencias similares: sentencia 3435-92,
sentencia 5759-93.
SOBERANÍA, CONSTITUCIONES Y TRATADOS 369
355 Véase Ius et praxis, Chile, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, año 5, núm.
2, 1999, pp. 579 y ss.; sentencia de la Corte Suprema de Venezuela, 19 de enero de 1999.
372 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
Que aún el supuesto de que pudieren tener aplicación las leyes internas,
los principios del derecho internacional tienen prevalencia en estos casos,
a su vez en la sección XI del fallo que trata de la indemnización la Corte
Suprema afirmó “este fallo tiene la importancia de reconocer que las nor-
mas del Derecho Internacional son de aplicación preferente a las leyes lo-
cales”. Finalmente, el fallo en el número 159 expresó Que no es el caso
tampoco, como sostiene la defensa del Fisco, pensar que pueden cobrar
función jurídica los principios de la mora que establece nuestro Derecho Civil,
porque se ha demostrado en este caso, los principios del Derecho Internacional
prevalecen sobre el derecho interno.
356 Revista de Derecho y Jurisprudencia, t. LVI, segunda parte, sección cuarta, p. 66.
SOBERANÍA, CONSTITUCIONES Y TRATADOS 373
tado internacional puede ser modificado por acto unilateral de uno de los
contratantes”.357
Estas sentencias muestran que la Corte Suprema ha determinado en
variadas oportunidades acerca de la supremacía de los principios del de-
recho internacional y las normas de derecho consuetudinario como for-
mando parte, en cuanto jus gentium, del ordenamiento jurídico chileno
con primacía sobre las leyes internas.
El último caso sealado nos muestra que también el derecho conven-
cional internacional prevalece sobre el derecho interno en caso de con-
flicto, de otra manera se violaría el derecho internacional y se compro-
metería el honor del Estado chileno.
para que los individuos privados de la libertad por los delitos descritos en
esta ley puedan obtener su excarcelación, asegurando de ese modo su com-
parecencia al juicio.358
358 Fallos del mes, núm. 391, junio de 1991, p. 244; sentencia repetida el 19 de
septiembre de 1991.
359 Cit. por Troncoso, Claudio, op. cit., pp. 40 y 41.
SOBERANÍA, CONSTITUCIONES Y TRATADOS 377
Que tratándose de una menor de edad que delinquió a los 17 años, mayor
motivo tienen aún los jueces para inclinarse en favor de la excarcelación,
sobretodo, si se considera que de conformidad con el artículo 37 letra b)
de la Convención obre Derechos del Nio —publicada en el Diario Oficial
del 27 de septiembre de 1990—, la prisión de un niño y se entiende por
tal al menor de 18 aos de edad (artículo 1) se utilizar tan sólo como medida
de último recurso y durante el período m s breve que procede. Disposición
que forma parte de nuestro ordenamiento jurídico de acuerdo con el artículo
51 inciso segundo de la Constitución Política de la República que ordena
respetar y promover los derechos establecidos por los tratados internacio-
nales ratificados por Chile y que se encuentran vigentes (sentencia Rol
núm. 19558-94. Corte de Apelaciones de Santiago).
2. Que el artículo 8.3 del Pacto de San José de Costa Rica establece que
la confesión del inculpado solamente es válida si es hecha sin coacción de
ninguna naturaleza.
Por su parte, el artículo 14.3 letra g) del Pacto Internacional de Dere-
chos Civiles y Políticos reconoce a toda persona acusada de un delito el
derecho a no ser obligada a declarar contra sí misma y a confesarse cul-
pable.
Todavía más, la Convención de las Naciones Unidas contra la Tortura
y otros Tratos o Penas Crueles Inhumanos y Degradantes define como tor-
tura “todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona do-
lores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de ob-
tener de ella o de un tercero información o una confesión ...cuando dichos
dolores o sufrimientos sean infringidos por un funcionario público u otra
persona en el ejercicio de funciones públicas... (artículo 1o.). Obliga a todo
Estado parte a mantener en examen los sistemas, métodos y prácticas de
interrogatorio de las personas sometidas a cualquier forma de arresto, de-
tención o prisión, precisamente con el fin de evitar todo caso de tortura
(artículo 11). Y además, compete a los Estados parte a asegurarse de que
ninguna declaración que se demuestre haber sido hecha como resultado de
tortura.
3. Que todas las disposiciones que vienen de recordarse son vinculantes
para los jueces de la República, por cumplir plenamente las condiciones a
que se refiere la frase final del inciso 2 del artículo 5 de la Constitución
Política.
Por lo demás, hoy se entiende formar parte del debido y racional pro-
cedimiento penal y, por tanto, también obligan a los tribunales por la vía
del artículo 19 de la misma Carta Principal, en lo que hace a su numeral
3 inciso 5.
4. Que así las cosas, descartado el único elemento de cargo que la pes-
quisa logró reunir en contra del L.V.C., no queda sino concluir que, apre-
ciada como en este tipo de asuntos corresponde evaluarla, no logra la prue-
ba convencer respecto de su participación criminosa en el delito por el que
se le acusó, debiendo los jueces seguir en este particular la sabia regla del
artículo 456 bis del Código Procesal.360
Tal fallo fue confirmado por la Corte Suprema de Justicia por unanimi-
dad de los cinco ministros que integraron la Primera Sala, el 11 de enero
de 1995, rol núm. 24.244. Fallos publicados en Gaceta Jurídica de
marzo de 1993. pp. 165-168.
La misma Corte Suprema en sentencia del 26 de octubre de 1995 en
recurso de queja núm. 5566, determina en su considerando 14: que se com-
prometería la seguridad y el honor del Estado de Chile ante la comunidad
internacional, como se desataca en la sentencia recurrida, si este Tribunal
382 HUMBERTO NOGUEIRA ALCALÁ
por dicha Convención en forma libre y plena a todas y cada una de las
personas sujetas a su jurisdicción. La Corte Interamericana en el caso
Velázquez Rodríguez, sentencia del 29/07/1988, determinó que el Estado
tiene el deber jurídico de prevenir, razonablemente, las violaciones a los
derechos humanos.
El Estado parte tiene el deber jurídico de reparar adecuadamente las
violaciones de los derechos por él cometidos, ya sea por responsabilidad
de actos del gobierno o de decisiones jurisdiccionales de los tribunales.
El Estado que no cumple las recomendaciones dictadas por la Comisión,
vulnera los artículos 50.3 y 51.2, no solamente en virtud de las normas
imperativas generales de derecho internacional pacta sunt servanda y
bonna fide del artículo 26 de la Convención de Viena sobre Derechos de
los Tratados de 1968, sino, además, porque viola las normas convencio-
nales per se, como precisa Bidart Campos.362
En efecto, el artículo 50 y 51, como estableció la Corte Interamericana
en la Opinión Consultiva 13/93, se han inspirado de los artículos 31 y
32 de la Convención Europea: “Como en el sistema interamericano no
fue establecido un órgano similar al Comité de Ministros, la Convención
Americana atribuyó a la Comisión la facultad de determinar si somete
un caso a la Corte o si continua conociendo del mismo” (párrafo 46 y 47).
Al sustituir la Comisión Interamericana al Comité de Ministros, al te-
ner las decisiones de este último efectos vinculantes nada impide que lo
tengan las resoluciones de la Comisión, si el objetivo de estas es que los
Estados cumplan sus obligaciones de acuerdo con el objeto y fin de la
Convención Americana de Derechos Humanos. Que efecto útil tendría
las recomendaciones de la Comisión si no es obligatorio cumplirlas. El
artículo 51 de la CADH determina que la Comisión hará las recomenda-
ciones pertinentes y fijar un plazo dentro del cual el Estado debe tomar
las medidas que le competen para remediar la situación examinada.
En el caso de Chile que ha reconocido la jurisdicción supraestatal es-
tablecida en la CADH, si no se quiere concluir en un resultado interpre-
tativo absurdo o irrazonable (artículo 32 de la CADH), es necesario con-
cluir que las recomendaciones de la Comisión, emitidas en virtud de los
artículos 50 y 51 de la CADH, tienen carácter vinculante y deben cumplirse,
de lo contrario, todo el procedimiento ante la Comisión no serviría de
nada, sería un gasto de tiempo y actividad procesal inútil.
IX. CONCLUSIONES
deben ser aplicados por el Estado de Chile y sus órganos, aún cuando
no hay jurisprudencia nacional al respecto.
4. En el derecho chileno, el sistema de recepción del derecho interna-
cional de los derechos humanos, tiene los siguientes aspectos impor-
tantes:
MANUEL ATIENZA
Prof. de Filosofia del Derecho
1. INTRODUCCIÓN
(1) Sobre la polémica Kautsky-Lenin, véase el libro publicado por Grijalbo (México,
1975) con inti'oducd6n de F. Claudin y que recoge La dictadura del proletariado de
Kautsky. y La revolució/i proletaria y el renegado Kautsky de Lenin, escritos ambos en
1918.
LOS DERECHOS H U M A N O S 15
(3) Cfr. K. Marx, Debaties sobre la ley contra los hurtos de leña, en K. Marx. Scritti
politici giovanili, eci. preparada por L. Firpo, Einauii, Torino, 1950 (reeditado en 1975)
(4) K. Marx. Critica de ¡a filosofia del Estado de Hegel, Grijalbo, Barcelona, 1974, p,
100
LOS DERECHOS H U M A N O S 17
( I D Ibide., p. 249
LOS DERECHOS H U M A N O S 19
(13) Ibid.. p. 35
LOS D E R E C H O S H U M A N O S 21
(24) I b i d . . p. 2 í 4 .
(25) I b t d . . p. 2 0 5 - 6 .
LOS DERECHOS H U M A N O S 29
El desprecio que muestra por los puntos del Programa que de-
nomina "letanía democrática" no implica en absoluto que fuera
partidario de la eliminación d e la democracia, sino, por el contrario,
de la necesidad de su profundización. Concretamente, la critica de
Marx se basa, por u n a parte, en que las reivindicaciones del Programa
las considera insuficientes, ya que " c u a n d o no están exageradas hasta
verse convertidas en ideas fantásticas, están ya realizadas" (38) (por
ejemplo, en Suiza o en Estados Unidos) y, por otra parte, en que
resultan incongruentes, pues presuponen la república democrática y la
soberanía popular, lo que no existía en el Estado prusiano de la época,
ni exigían tampoco los redactores del Programa.
(36) ibid.
(37) Ibid., p. 23
(28) Ibid., p. 23
(39) Ibid.. p. 25
(40) Ibid.
LOS D E R E C H O S H U M A N O S 33
5. CONCLUSIÓN
b This article puts forth an analytical framework aimed at highlighting and further-
ing the potential for emancipation of human rights politics in the current context
of globalization and fragmentation of cultures and identities. Given that human
* Versiones anteriores de este documento provocaron intensos debates en diferentes ocasiones y sería
engorroso mencionar a todas las personas de cuyos comentarios esta versión se ha beneficiado
enormemente. En todo caso, quisiera mencionar dos momentos cruciales en el delineamiento de mis
ideas tal y como ahora se presentan: el “Primer Seminario sobre la Jurisdicción Especial Indígena y la
Autonomía Territorial”, celebrado en la primera semana de marzo de 1997 en Popayán (Colombia),
organizado por el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) y por el gobierno de Colombia, al que
asistieron más de 500 líderes y activistas indígenas; un seminario inolvidable en el Center for the
Study of Developing Societies en Nueva Delhi, el 25 de abril de 2000, en el que participaron, entre
otros, D. L. Sheth, Ashis Nandy, Shiv Visvanathan, Shalini Randeria, Achyut Yagnik, Gabrielle Dietrich
y Nalini Nayak. Muchas gracias a todos ellos, y también a Rajeev Bhargava y Elizabeth García. Mi
agradecimiento especial a Maria Irene Ramalho. Este artículo será publicado en Berta Hernández-
Truyol (ed.), Moral Imperialism - A Critical Anthology, New York University Press, 2002.
** Doctor en sociología del derecho de la Universidad de Yale. Profesor de Sociología de la facultad de
economía de la Universidad de Coimbra (Portugal). Director del Centro de Estudios Sociales de la
Universidad de Coimbra (Potugal).
EL OTRO DERECHO, número 28. Julio de 2002. ILSA, Bogotá D.C., Colombia
60 Otras miradas de la justicia
rights can (and have been) used to advance both hegemonic and counter-hege-
monic forms of globalization, it is imperative to specify the conditions under
which human rights can be used as a counter-hegemonic tool, that is, one that
furthers the agenda of subaltern cosmopolitanism. I argue that this entails the
recognition of the incomplete nature of every culture and the need to engage in
cross-cultural dialogue, which I call “diatopical hermeneutics.” Finally, I consider
a set of conditions under which diatopical hermeneutics is likely to lead to a
cosmopolitan discourse and practice of human rights.
Introducción
En los últimos años me ha sorprendido hasta dónde los derechos
humanos se han convertido en el lenguaje de las políticas progresistas. En
verdad por muchos años, tras la Segunda Guerra Mundial, los derechos
humanos fueron en gran medida parte y paquete de las políticas de la gue-
rra fría, y así fueron considerados por la izquierda. Estándares dobles, com-
placencia hacia dictadores amigables, defensa de los intercambios entre los
derechos humanos y el desarrollo, todo esto hizo sospechar de los derechos
humanos como guión emancipador. En los países centrales o a lo largo del
mundo en desarrollo, las fuerzas progresistas prefirieron el lenguaje de la
revolución y el socialismo para formular una política emancipadora. No obs-
tante, con la crisis aparentemente irreversible de estos anteproyectos de
emancipación, estas mismas fuerzas progresistas se encuentran hoy acu-
diendo a los derechos humanos para reconstituir el lenguaje de la emanci-
pación. Es como si los derechos humanos fueran llamados para llenar el
vacío dejado por las políticas socialistas. ¿Puede de hecho el concepto de
derechos humanos llenar tal vacío? La respuesta es un sí cualificado. De
acuerdo con esto, mi objetivo analítico aquí es especificar las condiciones
bajo las cuales los derechos humanos pueden ser puestos al servicio de
políticas emancipadoras, progresistas.
La especificación de tales condiciones nos conduce a desentrañar
algunas de las tensiones dialécticas que yacen en el núcleo de la moderni-
dad occidental1. La crisis que ahora afecta estas tensiones señala mejor que
cualquier otra cosa los problemas que hoy en día afronta dicha moderni-
dad. La política de derechos humanos al final del siglo es un factor clave
para entender tal crisis.
Se pueden identificar tres tensiones. La primera ocurre entre la
regulación social y la emancipación social. He sostenido que el paradigma
de la modernidad está basado en la idea de una tensión dialéctica creativa
entre la regulación social y la emancipación social, que todavía puede ser
escuchada, aunque por lo menos débilmente, en el lema positivista de “or-
1
En otra parte, trato con detenimiento las tensiones dialécticas de la modernidad occidental (Santos,
1995).
EL OTRO DERECHO, número 28. Julio de 2002. ILSA, Bogotá D.C., Colombia
Hacia una concepción multicultural de los derechos humanos 61
den y progreso”. A finales de este siglo esta tensión ha dejado de ser una
tensión creativa. La emancipación ha dejado de ser el otro de la regulación
para convertirse en el doble de la regulación. Mientras que hasta finales de
los 70 la crisis de la regulación social fue afrontada por el fortalecimiento de
las políticas emancipadoras, hoy en día presenciamos una crisis social do-
ble: la crisis de la regulación social simbolizada por la crisis del Estado
regulatorio y del Estado de bienestar, y la crisis de la emancipación social,
simbolizada por la crisis de la revolución social y del socialismo como para-
digma de la transformación social radical. La política de derechos humanos,
que ha sido a la vez una política emancipadora y regulatoria, está atrapada
en esta crisis doble, mientras que intenta, al mismo tiempo, superarla.
La segunda tensión dialéctica se presenta entre el Estado y la so-
ciedad civil. El Estado moderno, aunque minimalista, es potencialmente un
Estado maximalista, en la medida en que la sociedad civil, –como el otro del
Estado– se reproduce a sí misma por medio de leyes y regulaciones que
emanan del Estado y para las que parece no existir límite, en tanto sean
respetadas las reglas democráticas para la creación de leyes. Los derechos
humanos están en el núcleo de esta tensión: mientras que los derechos
humanos de primera generación fueron diseñados como una lucha de la
sociedad civil contra el Estado, considerado como el único violador de los
derechos humanos, los derechos humanos de la segunda y tercera genera-
ción recurren al Estado como el garante de los derechos humanos.
Finalmente, la tercera tensión se presenta entre el Estado nacio-
nal y globalización. El modelo político de la modernidad occidental es un
modelo de Estados nacionales soberanos que coexisten en un sistema in-
ternacional de estados igualmente soberanos, el sistema interestatal. El
Estado nacional es la escala y la unidad privilegiada de la regulación y la
emancipación social. Por una parte, el sistema interestatal siempre ha sido
concebido como una sociedad más o menos anárquica, gobernada por una
legalidad muy blanda; por la otra, las luchas emancipadoras interna-
cionalistas, a saber, el internacionalismo de la clase trabajadora, siempre
ha sido más aspiración que realidad. Hoy, la erosión selectiva del Estado
nacional debida a la intensificación de la globalización plantea la cuestión
de si la regulación social y la emancipación social van a ser desplazadas al
nivel global. Hemos comenzado a hablar de una sociedad civil global, del
gobierno global, de la igualdad global, de esferas públicas transnacionales.
El reconocimiento mundial de la política de los derechos humanos está a la
vanguardia de este proceso. La tensión, no obstante, reside en el hecho de
que en aspectos muy cruciales la política de los derechos humanos es cul-
tural. Tanto es así que incluso podemos pensar que al final del siglo los
derechos humanos simbolizaron el retorno de lo cultural e incluso de lo
religioso. Pero hablar de religión y cultura es hablar de diferencia, de lími-
tes, de particularidad. ¿Cómo pueden ser a la vez los derechos humanos
una política global y cultural?
EL OTRO DERECHO, número 28. Julio de 2002. ILSA, Bogotá D.C., Colombia
62 Otras miradas de la justicia
2
Por esfera pública entiendo un campo de decisión e interacción social en el que individuos, grupos y
asociaciones, a través de la retórica dialéctica y reglas procedimentales compartidas, 1) definen equi-
valencias así como jerarquías entre intereses, reclamos e identidades; y 2) aceptan que tanto las
reglas como las definiciones sean controvertidas en el tiempo por intereses previamente excluidos, no
reconocidos o silenciados, por reclamos e identidades del mismo u otros individuos, grupos y asocia-
ciones.
EL OTRO DERECHO, número 28. Julio de 2002. ILSA, Bogotá D.C., Colombia
Hacia una concepción multicultural de los derechos humanos 63
EL OTRO DERECHO, número 28. Julio de 2002. ILSA, Bogotá D.C., Colombia
64 Otras miradas de la justicia
3
Se ha sostenido (Castells, 1996: 92, 112) que la nueva economía global, basada en el capital informa-
tivo, ha eliminado la distinción entre países centrales, periféricos y semiperiféricos. En mi opinión, la
distinción se mantiene así como la jerarquía que contiene. Más que nunca yace en la combinación
EL OTRO DERECHO, número 28. Julio de 2002. ILSA, Bogotá D.C., Colombia
Hacia una concepción multicultural de los derechos humanos 65
EL OTRO DERECHO, número 28. Julio de 2002. ILSA, Bogotá D.C., Colombia
66 Otras miradas de la justicia
EL OTRO DERECHO, número 28. Julio de 2002. ILSA, Bogotá D.C., Colombia
Hacia una concepción multicultural de los derechos humanos 67
5
Para un análisis más extenso de los cuatro regímenes, ver Santos 1995:330-37, y la bibliografía que
allí se cita.
EL OTRO DERECHO, número 28. Julio de 2002. ILSA, Bogotá D.C., Colombia
68 Otras miradas de la justicia
europeos por más de una década el genocidio del pueblo Maubere, facilitan-
do de ese modo el prospero y silencioso comercio internacional con Indonesia.
El sello liberal occidental en el discurso dominante de los derechos
humanos puede ser rastreado en muchas otras instancias: en la Declara-
ción Universal de 1948, que fue preparada sin la participación de la mayo-
ría de los pueblos del mundo; en el reconocimiento exclusivo de los derechos
individuales, con la única excepción del derecho colectivo a la autodetermi-
nación que, no obstante, fue restringido a los pueblos sometidos al colonia-
lismo europeo; en la prioridad dada a los derechos civiles o políticos sobre
los derechos económicos, sociales y culturales, y en el reconocimiento del
derecho a la propiedad como el primero y, por mucho años, único derecho
económico.
Pero ésta no es toda la historia. A lo largo del mundo, millones de
personas y miles de organizaciones no gubernamentales han estado luchando
por los derechos humanos, a menudo corriendo un gran riesgo, en defensa
de las clases sociales oprimidas y de grupos que en muchos casos han sido
victimizados por Estados capitalistas autoritarios. Las agendas políticas de
tales luchas son usualmente implícita o explícitamente anticapitalistas. Se
ha desarrollado un discurso y una práctica de derechos humanos
contrahegemónica, han sido propuestas concepciones no occidentales de
derechos humanos, se han organizado diálogos interculturales sobre dere-
chos humanos. La tarea central de las políticas emancipadoras de nuestro
tiempo, en este terreno, consiste en transformar la conceptualización y la
práctica de los derechos humanos de un localismo globalizado a un proyec-
to cosmopolita.
¿Cuáles son las condiciones para semejante transformación? La
primera premisa es que es imperativo trascender el debate sobre el univer-
salismo y el relativismo cultural. Dicho debate es inherentemente falso, cu-
yos conceptos polares son conjunta e igualmente perjudiciales para una
concepción emancipadora de los derechos humanos. Todas las culturas son
relativas, pero el relativismo cultural, como postura filosófica, es erróneo.
Todas las culturas aspiran a valores y asuntos últimos, pero el universalis-
mo cultural, como postura filosófica, es erróneo. Contra el universalismo
debemos proponer diálogos interculturales sobre preocupaciones isomór-
ficas. Contra el relativismo, debemos desarrollar criterios procedimentales
interculturales para distinguir las políticas progresistas de las reacciona-
rias, el apoderamiento del desapoderamiento, la emancipación de la regula-
ción. Teniendo en cuenta que el debate provocado por los derechos humanos
puede convertirse en un diálogo competitivo entre diferentes culturas sobre
los principios de la dignidad humana, es imperativo que tal competencia
incentive a las coaliciones transnacionales a correr hacia la cima y no hacia
el fondo (¿cuáles son los estándares mínimos absolutos? ¿Cuáles son los
derechos humanos más básicos? ¿Cuáles son los denominadores comunes
más bajos?). El comentario cauteloso expresado con frecuencia contra la
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Ver, por ejemplo, Pollis and Schwab (1979); Pollis (1982); An-na’im (1992).
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7
En los intercambios interculturales uno puede sentir usualmente la necesidad de explicar y justificar
ideas y cursos de acción que en la propia cultura son tan autoevidentes y de sentido común, que
suministrar una explicación o una justificación de los mismos puede ser extraño, incómodo, sino
completamente ridículo.
8
Ver también Panikkar (1984: 28). Etimológicamente, diatópico evoca el lugar (Gr. topos), dos (Gr. di),
y a través o a lo largo (Gr. día-).
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9
Frecuentemente ha sido argüido que el hinduismo no es una religión bien definida, claramente identi-
ficable en el sentido del islam o el cristianismo, “sino más bien una conglomeración de ‘conjuntos’ o
formaciones similares débilmente coordinadas y de alguna manera amorfas” (Halbfass, 1991: 51).
10
Ashis Nandy ha sido uno de los críticos más influyentes y consistentes del secularismo occidental
aplicado al contexto indio (1988;1998); él ha mostrado cómo el resiente resurgimiento de la ideología
religiosa en la India (el partido Hindutva y el Bharatiya Janata Party) es parte y objeto de las políticas
secularizadas. Bhargava (1995;1998) proporciona un análisis detallado e inteligente del concepto de
secularismo. Resalta los temas complejos que el concepto suscita en el contexto indio, y ofrece una
perspectiva nueva e innovadora sobre el secularismo en las sociedades occidentales. Ver además
Chandhoke (1999) para una discusión acerca del secularismo y los derechos de las minorías religio-
sas.
11
Ver además Halbfass (1991); K. Inada (1990); K. Mitra (1982); R. Thapar (1966). De acuerdo con
Knipe (1991: 156), el dharma es “el deber espiritual conforme a la ley y orden cósmicos; posiblemente
la palabra sánscrita más cercana para ‘religión’”.
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12
Además de An-na’im (1990; 1992), ver Dwyer (1991); Mayer (1991); Leites (1991); Afkhami (1995).
Ver también Hassan (1982); y Al Faruqi (1983). Sobre el asunto más amplio de las relaciones entre la
modernidad y el resurgimiento islámico ver, por ejemplo, Sharabi (1992) y Shariati (1986).
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13
Ver Santos (1995:25) para la distinción entre estas dos formas de conocimiento, una que progresa del
caos al orden (conocimiento como regulación), y otra que progresa del colonialismo a la solidaridad
(conocimiento como emancipación).
14
Para el debate africano, ver O. Oladipo (1989); Oruka (1990); K. Wiredu (1990); Wamba dia Wamba
(1991a 1991b); H. Procee (1992); M. B. Ramose (1992). Un ejemplo del rico debate en la India se
encuentra en A. Nandy (1987a, 1987b, 1988); P. Chatterjee (1984); T. Pantham (1988); Bhargava (1998);
Bhargava, Bagchi and Sudarshan (1999). Para una mirada con ojo de pájaro ver Galtung (1981).
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15
En otra parte trato con detalle la idea de “aprender del Sur” (Santos, 1995: 475-519).
16
En este ensayo me concentro en la hermenéutica diatópica entre cultura occidental y las “grandes
culturas orientales” (hinduismo e islamismo). Soy consciente de que una hermenéutica diatópica que
involucre a la cultura de los pueblos indígenas suscita otras cuestiones analíticas y requiere
precondiciones específicas. Haciendo énfasis en los pueblos indígenas de Latinoamérica, abordo este
tópico en Santos (1997) y Santos y García Villegas (2000).
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1. De la completud a la incompletud
La completud cultural es el punto de partida no el punto de llega-
da. La completud cultural es la condición prevalente antes de que el diálogo
intercultural comience. El verdadero punto de partida de este diálogo es un
momento de descontento con la propia cultura, una sensación difusa de
que la propia cultura no proporciona respuestas satisfactorias a mis dudas,
perplejidades o expectativas. Esta sensibilidad difusa está vinculada a un
saber vago y a una curiosidad inarticulada acerca de otras culturas posi-
bles y sus respuestas. El momento de descontento incluye un entendimien-
to previo de la existencia y posible relevancia de otras culturas, y se traduce
a una conciencia reflexiva de la incompletud cultural. El impulso colectivo o
individual para un diálogo intercultural y, de ese modo, para la hermenéu-
tica diatópica, empieza aquí.
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Conclusión
Como son ahora predominantemente entendidos, los derechos
humanos son una especie de esperanto que difícilmente puede convertirse
en el lenguaje cotidiano de la dignidad humana a lo largo del globo. Depen-
de de la hermenéutica diatópica antes esbozada transformar los derechos
humanos en una red de política cosmopolita mutuamente inteligible y tra-
ducible a los lenguajes nativos de la emancipación. Este proyecto puede
sonar un tanto utópico. Pero, como lo dijo Sartre una vez, antes de ser
realizada una idea tiene un extraño parecido con la utopía.
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Declaración de los Derechos Humanos en el Islam
Y por cuanto hoy se espera que esta Comunidad de Creyentes sirva de recta guía a la
humanidad, confundida por creencias y corrientes contradictorias; y que asimismo provea
soluciones para los problemas crónicos de la sociedad materialista;
Contribuyendo a los esfuerzos de la humanidad en el terreno de los derechos del hombre, cuyo
objetivo es proteger al ser humano de la explotación y la opresión, así como afirmar su libertad
y su derecho a una vida digna en consonancia con la Sharía Islámica;
Y confiando con la Sharía Islámica en que la humanidad, aun habiendo alcanzado altas cotas
materiales en la ciencia, sigue y seguirá en la necesidad palpable del sustento de la fe para su
civilización, así como de un estímulo esencial para la salvaguarda de sus derechos;
en la fe de que los derechos fundamentales y las libertades generales en el Islam son una parte
de la religión de los musulmanes. Nadie, categóricamente, puede abolirlos total ni parcialmente,
ni tampoco violarlos o ignorarlos en tanto que decretos divinos revelados por Allah en sus
Libros, enviados y restablecidos por medio del Sello de sus Profetas, culminando así cuanto
habían legado las sagradas escrituras. Observarlos es signo de devoción, así como descuidarlos
o transgredirlos es una abominación de la religión. Todo ser humano es responsable de ellos
individualmente, y la Comunidad de los Creyentes es responsable de ellos colectivamente.
ARTÍCULO PRIMERO
a) La humanidad entera forma una sola familia unida por su adoración a Allah y su
descendencia común de Adán. Todos los seres humanos son iguales en el principio de la
dignidad humana, así como en el de las obligaciones [para con Allah] y las responsabilidades
sin distinción de raza, color, lengua, sexo, creencia religiosa, filiación política, nivel social o
cualquier otra consideración. Sólo la verdadera religión garantiza el desarrollo de esa dignidad
por medio de la integridad humana.
1
b) Todas las criaturas son siervos de Allah. El más caro a sus ojos es aquel que más provechoso
es para Sus hijos, y ninguno tiene supremacía sobre otro sino en la piedad mostrada hacia Allah
y en las buenas obras.
ARTÍCULO SEGUNDO
a) La vida es un don de Allah. La vida de todo ser humano está garantizada. Los individuos, las
sociedades y los estados protegerán este derecho contra toda agresión. No es posible suprimir
una vida si no es a exigencias de la Sharía.
b) Se prohíbe recurrir a medios que impliquen la aniquilación del origen de la vida humana.
c) La preservación de la vida humana dentro de los límites provistos por Allah es un deber
impuesto por la Sharía.
d) La integridad del cuerpo humano será preservada, sin que sea posible violentarla, ni revocar
este derecho sin mediar justificación en la Sharía. El estado garantizará su defensa.
ARTÍCULO TERCERO
ARTÍCULO CUARTO
Todo ser humano es acreedor de una inviolabilidad sagrada. Proteger su buena fama en vida y
tras la muerte, así como su cadáver y su tumba, será una obligación de la sociedad y los
respectivos estados.
ARTÍCULO QUINTO
ARTÍCULO SEXTO
a) La mujer es igual al hombre en dignidad humana, y tiene tantos derechos como obligaciones;
goza de personalidad civil así como de ulteriores garantías patrimoniales, y tiene el derecho de
mantener su nombre y apellidos.
b) Sobre el varón recaerá el gasto familiar, así como la responsabilidad de la tutela de la familia.
2
ARTÍCULO SÉPTIMO
a) Todo niño, desde su nacimiento, tiene derecho a [sus] dos progenitores. La sociedad y el
estado proveerán cuidado, educación y asistencia material, sanitaria y educativa; asimismo se
protegerá al feto y a su madre, proporcionándoles cuidado especial.
b) Los padres, y todo aquel que ocupe su lugar, tienen derecho a elegir el tipo de educación que
deseen para sus hijos, siempre que se tengan en cuenta sus intereses y su futuro a la luz de los
valores morales y de las prescripciones de la Sharía.
c) Los progenitores tienen derechos sobre sus hijos, así como los parientes tienen derechos
sobre los suyos, de acuerdo con los preceptos de la Sharía.
ARTÍCULO OCTAVO
Todo ser humano gozará capacidad legal con respecto a obligaciones y necesidades, conforme a
lo estipulado por la Sharía. Si dicha capacidad se ve mermada o se extingue, el walî
correspondiente ocupará su lugar.
ARTÍCULO NOVENO
a) La búsqueda del conocimiento es una obligación; la instrucción, un deber que recae sobre la
sociedad y el estado, el cual asegurará los procedimientos y medios para lograrlo, y garantizará
su diversidad, en tanto que hace posible el interés de la sociedad y brinda al ser humano el
conocimiento de la religión del Islam, los secretos del universo y su explotación para el bien de
la humanidad.
ARTÍCULO DÉCIMO
El Islam es la religión indiscutible. No es lícito ejercer ningún tipo de coerción sobre el ser
humano, ni aprovecharse de su pobreza o ignorancia, para llevarle a cambiar su religión por otra
distinta, o al ateísmo.
ARTÍCULO UNDÉCIMO
a) El ser humano nace libre. Nadie tiene el derecho de esclavizarlo, someterlo, sojuzgarlo o
explotarlo. No hay sumisión sino hacia Allah el Altísimo.
b) El colonialismo, en cualquiera de sus modalidades, y por tratarse de una de las peores formas
de esclavitud, está terminantemente prohibido. Los pueblos que lo sufran tendrán el derecho
íntegro de liberación y de autodeterminación. Es un deber de todos los pueblos y estados
cooperar en la lucha para la eliminación de toda clase de colonialismo y ocupación. Todos los
pueblos tienen el derecho de conservar su idiosincrasia, así como el control sobre sus riquezas y
recursos naturales.
3
ARTÍCULO DUODÉCIMO
Todo ser humano tiene derecho, dentro del marco de la Sharía, a desplazarse libremente, así
como a elegir lugar de residencia dentro de su país o fuera de él. En caso de ser perseguido,
tendrá derecho al asilo en otro país. El país de refugio deberá concederle asilo hasta que su
seguridad quede garantizada, siempre y cuando la causa de su asilo no haya sido la comisión de
un crimen contemplado por la Sharía.
ARTÍCULO DECIMOTERCERO
ARTÍCULO DECIMOCUARTO
El ser humano tiene derecho a unas ganancias legítimas [según lo estipulado por la Sharía],
libres de especulación, o fraude, o perjuicio para sí o para otros. La usura está terminantemente
prohibida.
ARTÍCULO DECIMOQUINTO
a) Todo ser humano tiene derecho a la propiedad, adquirida por medios legalizados en la Sharía,
así como a toda propiedad que no resulte dañosa, ni a sí ni a otros, individuos o sociedad. La
expropiación no será lícita sino por exigencias del interés público, y ello a cambio de una
indemnización justa e inmediata.
ARTÍCULO DECIMOSEXTO
Todo ser humano tiene el derecho de beneficiarse de los frutos de su producción científica,
literaria, artística o técnica. Se protegerán los intereses intelectuales y materiales generados por
su labor, siempre que ésta no contradiga los preceptos de la Sharía.
ARTÍCULO DECIMOSÉPTIMO
a) Toda persona tiene derecho a vivir en un ambiente limpio de corrupción y vicios morales, que
le permita desarrollar su personalidad moralmente. La sociedad y el estado garantizarán ese
derecho.
b) Todo individuo tendrá derecho a recibir de su estado y su sociedad atención médica y social,
disponiendo de cuantos medios y servicios públicos sean necesarios, según las posibilidades.
4
c) El estado garantizará a todo ser humano el derecho a una vida digna que le permita atender a
sus necesidades y las de las personas a su cargo, incluyendo alimentación, vestido, alojamiento,
instrucción, atención médica y el resto de necesidades básicas.
ARTÍCULO DECIMOCTAVO
a) Todo ser humano tiene derecho a vivir seguro en lo que respecta a su persona, su religión, su
familia, honor y bienes.
b) El Ser humano tiene derecho a la independencia en los asuntos de su vida privada, en su casa,
su familia, sus bienes y relaciones. No será lícito espiarlo, someterlo a vigilancia o dañar su
reputación. Se le deberá proteger contra toda intromisión arbitraria.
ARTÍCULO DECIMONOVENO
a) Todos los hombres son iguales ante la Sharía, sin distinción entre gobernantes y gobernados.
e) Todo acusado es inocente hasta que se demuestre su culpabilidad en un juicio justo con todas
las garantías necesarias para su defensa.
ARTÍCULO VIGÉSIMO
La toma de rehenes está prohibida en toda circunstancia y con cualquier motivo o pretexto.
a) Todo ser humano tiene derecho a la libertad de expresión, siempre y cuando no contradiga los
principios de la Sharía.
b) Todo ser humano tiene derecho a prescribir el bien, y a imponer lo correcto y prohibir lo
censurable, tal y como dispone la Sharía Islámica.
5
Profetas. Tampoco podrá practicarse nada cuyo objeto sea la trasgresión de los valores, la
disolución de las costumbres, la corrupción, el mal o la convulsión de la fe.
d) No está permitido incitar al odio nacionalista o sectario, o cualquier otra cosa que conduzca a
la discriminación racial en cualquiera de sus formas.
b) Todo ser humano tiene derecho a participar, directa o indirectamente, en los asuntos públicos
de su país, así como el derecho de asumir funciones públicas, según estipulen los preceptos de
la sharía.
Todos los derechos y los deberes estipulados en esta declaración están sujetos a los preceptos de
la Sharía islámica.
6
Declaración Universal de Derechos Humanos
Preámbulo
Artículo 1
Artículo 2
Artículo 3
Artículo 5
Artículo 6
Artículo 7
Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección
de la ley. Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que
infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación.
Artículo 8
Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo, ante los tribunales nacionales
competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos
fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley.
Artículo 9
Artículo 10
Artículo 11
Artículo 12
Artículo 13
Artículo 14
Artículo 15
Artículo 16
1. Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin
restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse
y fundar una familia; y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al
matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio.
2. Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos podrá
contraerse el matrimonio.
3. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene
derecho a la protección de la sociedad y del Estado.
Artículo 17
Artículo 18
Artículo 20
Artículo 21
Artículo 22
Artículo 24
Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una
limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas
pagadas.
Artículo 25
Artículo 27
Artículo 28
Artículo 29
1. Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en
ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad.
2. En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda
persona estará solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley
con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los
derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las justas exigencias
de la moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad
democrática.
3. Estos derechos y libertades no podrán en ningún caso ser ejercidos en
oposición a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.
Artículo 30