Steven Lawson - La Osada Misión de William Tyndale

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contenido

Recomendaciones
Un gran legado de héroes de la fe
Página de derechos
Agradecimientos
Prólogo: Seguidores dignos de ser seguidos
Prefacio: El padre de la Biblia en inglés
1. Una pasión peligrosa
2. Cimentado en la gracia soberana
3. Comienza la peligrosa tarea
4. Nuevo Testamento para un labrador
5. Producción del Pentateuco
6. Siempre mejorando
7. Los Libros Históricos
Conclusión: ¡Queremos nuevos Tyndales!
Notas de texto
“Pocos de los que leen hoy la Biblia en inglés comprenden la
deuda que tienen con el mártir William Tyndale. Aun entre
los que conocen el nombre del origen de la moderna traduc‐
ción de la Biblia al inglés, pocos están enterados de que Tyn‐
dale defendió con pasión las doctrinas de la justificación solo
por la fe y la salvación solo por gracia. Esta pequeña joya lite‐
raria revela los esfuerzos de Tyndale por la verdad, sus sufri‐
mientos por la verdad, y su amor por la verdad. Que Dios use
el libro de Steven Lawson para encender la llama de ese amor
en muchos otros”.
— Dr. Joel R. Beeke, Presidente y profesor en el Puritan Reformed Theological Se‐
minary

“Mucho más que una biografía, esta emocionante crónica des‐


pierta el corazón cristiano y aviva el fuego de la determina‐
ción para proclamar la verdad con valor. El diligente trabajo
del Dr. Lawson acerca de William Tyndale debería conside‐
rarse una lectura esencial para cada creyente, pues despliega
con sumo cuidado el legado de la fidelidad de Dios al usar a un
hombre, contra toda posibilidad, para traer el evangelio en
lengua común”.
— David Parsons, Fundador de Truth Remains, California

“En la historia de la fe cristiana entre los pueblos de habla in‐


glesa, la traducción de la Biblia de William Tyndale fue la que
hizo de ellos un pueblo del Libro. La vida de Tyndale fue ver‐
tida aun hasta el punto de muerte para lograr ese objetivo, y
cada generación de creyentes necesita escuchar nuevamente
la historia de su vida y su muerte. Y una de las mejores guías a
su historia y sus lecciones para nuestro tiempo es este nuevo
estudio de Steven Lawson. ¡Altamente recomendado!”.
— Michael A. G. Haykin, Profesor de Historia de la Iglesia en el Seminario Teológico
Bautista del Sur, Kentucky
Un gran legado de héroes de la fe

Editor de la serie, Steven J. Lawson


La heroica valentía de Martín Lutero

por Steven J. Lawson


El genio expositivo de Juan Calvino

por Steven J. Lawson


La inquebrantable resolución de Jonathan Edwards

por Steven J. Lawson


El fervor evangelístico de George Whitefield

por Steven J. Lawson


El enfoque en el evangelio de Charles Spurgeon

por Steven J. Lawson


La poderosa debilidad de John Knox

por Douglas Bond


La devoción trinitaria de John Owen

por Sinclair B. Ferguson


La osada misión de William Tyndale

por Steven J. Lawson


La asombrosa poesía de Isaac Watts

por Douglas Bond


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#OsadaMisiónDeTyndale
La osada misión de William Tyndale
por Steven J. Lawson
© 2018 por Poiema Publicaciones

Traducido del libro The Daring Mission of William Tyndale


© Steven J. Lawson 2015 y publicado por Reformation Trust Publishing,
una división de Ligonier Ministries.

A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas han sido tomadas de La Santa
Biblia, Nueva Versión Internacional (NVI) ©1999 por Bíblica Inc.

Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial de este libro
por cualquier medio visual o electrónico sin permiso escrito de la casa editorial. Esca‐
near, subir o distribuir este libro por Internet o por cualquier otro medio es ilegal y
castigado por la ley.

SDG
Este libro está dedicado
a un fiel amigo,
David Parsons,
un hombre que comparte mi pasión
y entusiasmo por la Palabra escrita de Dios
y su principal traductor al inglés y heroico mártir,
William Tyndale
PRÓLOGO

Seguidores dignos
de ser seguidos

A través de los siglos, Dios ha levantado una larga línea de hom‐


bres piadosos a los que Él ha usado con gran poder en momentos
estratégicos de la historia de la iglesia. Estos valientes hombres
proceden de todos los ámbitos sociales, desde los salones lujosos
de las escuelas de elite hasta los polvorientos cuartos detrás de
tiendas de artesanos. Ellos han surgido desde diversos rincones
del mundo, desde avenidas muy conocidas en ciudades densa‐
mente pobladas hasta oscuras aldeas en lugares remotos. No
obstante, pese a esas diferencias, estas figuras cruciales han teni‐
do mucho en común.
En primer lugar, cada hombre poseía una fe inquebrantable en
el Señor Jesucristo. Pero se puede decir más de estas brillantes
figuras. Cada uno de estos devotos de la fe también mantenía
convicciones firmes acerca de las verdades que exaltan a Dios co‐
nocidas como las doctrinas de la gracia. Aunque diferían en as‐
pectos teológicos secundarios, trabajaron hombro con hombro
promoviendo estas enseñanzas bíblicas que magnifican la gracia
soberana de Dios en la salvación. Estos líderes espirituales sos‐
tuvieron la verdad fundamental de que “la salvación es del Se‐
ñor”.1
Las doctrinas de la gracia humillaron las almas de estos hom‐
bres delante de Dios y encendieron sus corazones con una mayor
pasión por Dios. Estas verdades de la soberanía divina les infun‐
dieron valor para levantarse y promover la causa de Cristo en su
generación. Cualquier estudio de la historia de la redención re‐
vela que aquellos que abrazan estas verdades reformadas funda‐
mentales se les concede un mayor grado de confianza en su Dios.
Con una visión ampliada para la expansión de su reino sobre la
tierra, ellos avanzaron con valentía para cumplir con la obra de
diez, veinte, y aun treinta hombres. Estos brillantes personajes
se elevaron con alas de águilas y se elevaron por encima de su
época. Las doctrinas de la gracia los facultaron para servir a Dios
en el tiempo divinamente asignado para ellos en la historia, y
dejaron una herencia piadosa para las generaciones venideras.
Esta serie “Un gran legado de héroes piadosos” destaca figuras
clave en la larga sucesión a través de los tiempos de estos hom‐
bres que enfatizaron la gracia soberana. El propósito de esta se‐
rie es explorar de qué manera estos personajes usaron sus dones
y capacidades dados por Dios para impactar su tiempo y exten‐
der el reino de los cielos. Ya que fueron valientes seguidores de
Cristo, sus ejemplos son hoy dignos de imitar.
Este volumen se enfoca en un hombre que ha sido considerado
como el padre de la Biblia inglesa, William Tyndale. En el siglo
XVI, Tyndale dejó su Inglaterra natal y viajó a Europa continen‐
tal con el fin de traducir la Biblia al idioma de sus compatriotas.
En un tiempo marcado por gran oscuridad espiritual, y al costo
de su propia vida, Tyndale, en un acto de valentía, le dio al mun‐
do angloparlante una Biblia que podían leer y comprender. Qui‐
zá ningún otro inglés haya sido usado para impactar la vida espi‐
ritual de tantas personas durante tantos siglos. William Tyndale
se levanta como una figura sobresaliente, con méritos de sobra
para ser incluido en esta serie. Nunca tantos le han debido tanto
a un esfuerzo tan singular.
Quiera el Señor usar este libro para alentar a una nueva gene‐
ración de creyentes que den testimonio de Jesucristo en el mun‐
do. Que a través de este perfil de Tyndale puedas ser fortalecido
para caminar como es digno de tu llamado. Que seas entusiasta
en tu estudio de la Palabra escrita de Dios para la exaltación de
Cristo y la expansión de su reino.

¡Soli Deo gloria!

— Steven J. Lawson, editor de la serie


PREFACIO

El padre de
la Biblia en inglés

Cada verdadero progreso en la historia de la iglesia está con‐


dicionado por un estudio nuevo y más profundo de la Escritu‐
ra… Mientras los humanistas volvieron a los antiguos clásicos
y revivían el espíritu del paganismo griego y romano, los re‐
formadores volvieron a la sagrada Escritura en los idiomas
originales y revivieron el espíritu del cristianismo apostólico.
— PHILIP SCHAFF
1

Colocado en un lugar prominente de mi estudio, como si mirara


sobre mi hombro derecho, se encuentra la imagen de un impo‐
nente retrato del gran traductor de la Biblia, William Tyndale.
La obra original, pintada en óleo sobre lienzo, proviene del pin‐
cel de un artista anónimo. Fue pintado a fines del siglo XVII o
comienzos del XVIII, y ahora el original cuelga en la National
Portrait Gallery de Londres.2 Tyndale aparece en el retrato sen‐
tado, completamente vestido de negro, y rodeado de un sutil
fondo marrón oscuro. Su rostro y sus manos parecen brillar a la
luz de una vela que está oculta a la vista.
La mano izquierda de Tyndale balancea un libro, mantenién‐
dolo horizontal para que no caiga. Este libro es una Biblia, la co‐
lección de escritos divinamente inspirados al que Tyndale consa‐
gró su vida para trasladarlo del hebreo y el griego al inglés. Su
mano derecha parece descansar en una mesa oscura, mientras
que su índice derecho apunta con decisión a la Biblia. Tyndale
está desviando la atención del observador lejos de él y, más bien,
está atrayendo todas las miradas hacia este Libro sagrado en el
que creía con firmeza y al cual dedicó toda su vida.
Debajo de la Biblia, el artista ha pintado un estandarte desple‐
gado y que parece suspendido en el aire. Lo que está escrito en
latín en el estandarte indica que Tyndale es académico de Ox‐
ford y Cambridge: Hac ut luce tuas dispergam Roma tenebras
sponte extorris ero sponte sacrificium. Esto significa: “Para ahu‐
yentar las tinieblas romanas con esta luz, la pérdida de la tierra
y la vida estimaré liviana”. Este mensaje valiente representa la
misión de vida de Tyndale. Al traducir la Biblia al inglés, este
brillante lingüista encendió la llama que disiparía la oscuridad
espiritual de Inglaterra. La traducción de Tyndale de las Escritu‐
ras develó la luz divina de la verdad bíblica que brillaría a través
de todo el mundo de habla inglesa, dando paso al amanecer de
un nuevo día.
En el fondo del retrato, detrás de Tyndale, están las palabras
Guilielmus Tindilus Martyr. Esta es la traducción latina del pri‐
mer y segundo nombre de este académico, junto con la palabra
mártir, identificando el alto costo que pagó Tyndale para llevar
la Escritura al lenguaje de sus compatriotas. Esta figura heroica
murió como mártir en 1536, estrangulado hasta morir con una
cadena de hierro, después su cadáver fue incinerado y hecho es‐
tallar con pólvora esparcida alrededor de su cuerpo calcinado.
En la parte inferior del retrato, hay un recuadro con una expli‐
cación del martirio de Tyndale. Las palabras están en latín y
esta es su traducción:

Esta pintura representa, tanto como puede el arte, a William


Tyndale, en otro tiempo estudiante de este Hall [Magdalen] y
ornamento del mismo, quien, después de establecer aquí el
feliz comienzo de una teología más pura, dedicó sus energías
a traducir el Nuevo Testamento y el Pentateuco a la lengua
común en Amberes. Fue ésta una labor tan inmensamente
orientada a la salvación de sus compatriotas, que con justicia
se le llamó el Apóstol de Inglaterra. Ganó su corona de mártir
en Vilvoorde, cerca de Bruselas, en 1536. Un hombre —si po‐
demos creerle aun a su adversario (el Procurador General del
Emperador)— instruido, piadoso y bueno.

La ironía de este retrato es que Tyndale nunca posó para tal re‐
presentación. Para proteger su anonimato, no podía reproducir
su aspecto facial en un lienzo. La obra que llevó a cabo tenía un
precio demasiado alto como para permitirse ser reconocido.
Solo después de su horrible muerte pudo Tyndale ser conocido.
Este retrato de Tyndale cuelga en mi estudio como un constan‐
te recordatorio visual del invaluable tesoro que descansa en mi
escritorio: la Biblia en inglés. Enfatiza el hecho de que cuando
predico sus verdades, la luz espiritual está siendo enviada a este
mundo oscuro. Además, este retrato me da testimonio del gran
precio que exige el develar la verdad de la Biblia en este tiempo
ennegrecido por el pecado.
Cuando Tyndale entraba en la escena del mundo, Inglaterra
yacía cubierta de una oscura noche de tinieblas espirituales. La
iglesia en Inglaterra permanecía envuelta en la medianoche de
la ignorancia espiritual. El conocimiento de la Escritura casi se
había extinguido en el país. Aunque había unos veinte mil sacer‐
dotes en Inglaterra, se decía que ni siquiera eran capaces de tra‐
ducir una simple línea del Padrenuestro. Los clérigos estaban
tan hundidos en una ciénaga de superstición religiosa que no te‐
nían ningún conocimiento de la verdad. Las únicas Escrituras en
inglés eran unas pocas copias a mano de las Biblias Wycliffe, tra‐
ducidas de la Vulgata latina a fines del siglo XIV. Los lolardos,
un pequeño grupo de valientes predicadores y seguidores de Wy‐
cliffe, distribuyeron ilegalmente estos libros prohibidos. La sola
posesión de la traducción de Wycliffe condujo a muchos al sufri‐
miento. Algunos incluso enfrentaron la muerte.
El Parlamento aprobó una ley conocida como la De haeretico
comburendo en 1401, la cual, como lo indica su título, legalizaba
la quema de los herejes en la hoguera. Debido a que los lolardos
eran percibidos como una amenaza, traducir la Biblia al inglés se
consideraba un crimen capital. En 1408, Thomas Arundell, el
Arzobispo de Canterbury, escribió las Constituciones de Oxford,
que prohibían cualquier traducción de la Biblia al inglés a menos
que fuera autorizada por los obispos:

Es algo peligroso… traducir el texto de las Sagradas Escritu‐


ras de un idioma a otro, porque en la traducción el mismo
sentido no siempre se mantiene … Por lo tanto, decretamos y
ordenamos que, en lo sucesivo, ningún hombre por su propia
autoridad traduzca ningún texto de la Escritura al inglés o
cualquier otro idioma… Ningún hombre puede leer tal li‐
bro… ni en parte ni completo.3

Aun enseñar la Biblia ilegalmente en Inglaterra se consideraba


un crimen digno de muerte. En 1519, siete lolardos fueron que‐
mados en la hoguera por enseñarles a sus hijos el Padrenuestro
en inglés. La noche espiritual había caído sobre toda la tierra in‐
glesa. La oscuridad que la cubría no podría haber sido más cru‐
da.
Al mismo tiempo, los fuegos de la Reforma estaban inflamando
lugares tales como Wittemberg y Zúrich, y no pudieron ser con‐
tenidos. Chispas de la verdad divina pronto saltaron sobre el Ca‐
nal de la Mancha y encendieron los palos secos en Inglaterra.
Hacia 1520, los académicos de Oxford y Cambridge leían y discu‐
tían las obras de Lutero. Esta llama era avivada por la disponibi‐
lidad del Nuevo Testamento de Erasmo en griego que era acom‐
pañado por su traducción latina en 1516, un año antes de que Lu‐
tero publicara sus noventa y cinco tesis. Este recurso fue muy
valioso para los académicos que leían griego y latín. Pero no te‐
nía ninguna utilidad para el hombre inglés común, que no leía
ninguno de los dos idiomas. Si la Reforma iba a llegar a Inglate‐
rra, no bastaría con simplemente gritar sola Scriptura. Debía ha‐
ber una traducción de la Biblia al idioma inglés para que el pue‐
blo leyera. ¿Pero cómo podía llegar a ocurrir?
En esta hora oscura, Dios levantó a William Tyndale, un hom‐
bre sin par que poseía extraordinarias habilidades lingüísticas
combinadas con una invariable devoción por la Biblia. Él era un
connotado académico, experto en ocho idiomas: hebreo, griego,
latín, italiano, español, inglés, alemán, y francés. Poseía una in‐
superable habilidad para trabajar con sonidos, ritmos y sentidos
del idioma inglés. Pero a fin de realizar su labor de traducción,
se vería obligado a dejar su Inglaterra natal, para no volver ja‐
más. Esta tenaz figura viviría en la clandestinidad como un here‐
je condenado y fugitivo perseguido durante los últimos doce
años de su vida. Finalmente pagaría el precio más alto al entre‐
gar su vida al martirio para otorgarles a sus compatriotas el
Nuevo Testamento y la mitad del Antiguo Testamento en inglés.
Su gran hazaña de traducir la Biblia al inglés desde el griego y el
hebreo originales no se había logrado hasta entonces. Este desta‐
cado reformador se convertiría en el más significativo de los pri‐
meros protestantes ingleses.
Es este hombre, William Tyndale, a quien consideraremos en
este pequeño volumen. Se trata de un hombre que le dio a las
personas de habla inglesa la Biblia en su propio idioma. Que
siempre pueda ser apreciado como el primero que hizo de la Es‐
critura un libro accesible a la persona común de habla inglesa.
Antes de seguir más adelante, quiero agradecerle al equipo edi‐
torial de Reformation Trust por su compromiso con esta serie
“Un gran legado de héroes piadosos”. Quedo agradecido por la
constante influencia de quien fue mi profesor y ahora mi amigo,
el Dr. R. C. Sproul. También debo expresar mi gratitud a Chris
Larson, quien es una persona fundamental en la supervisión de
esta serie.
Además, estoy en deuda con la Iglesia Bautista Christ Fellows‐
hip de Mobile, Alabama, donde he servido como pastor principal
por más de once años. A ningún pastor se le ha dado tanto alien‐
to para servir a Cristo en una escala tan amplia como la que yo
tengo. Estoy extremadamente agradecido por el apoyo de mis
compañeros ancianos y la congregación, quienes me han apoya‐
do continuamente en mi amplio ministerio en el extranjero.
Quiero expresar mi gratitud por mi asistente ejecutivo ministe‐
rial, Kay Allen, quien tipeó este documento, y por Dustin Benge,
un pastor que trabaja conmigo en Christ Fellowship y que ayudó
a preparar este manuscrito.
Agradezco a Dios por mi familia que me apoya en mi vida y mi‐
nisterio. Mi esposa, Anne, y nuestros cuatro hijos, Andrew, Ja‐
mes, Grace Anne, y John, que siguen siendo fuentes de fortaleza
para mí.
— Steven J. Lawson
CAPÍTULO UNO

Una pasión
peligrosa

La única reforma verdadera es la que emana de la Palabra de


Dios. Las Sagradas Escrituras, al dar testimonio de la encar‐
nación, muerte, y resurrección del Hijo de Dios, crean en el
hombre, por el Espíritu Santo, una fe que lo justifica.
— J. H. MERLE D’AUBIGNÉ 1

Al traducir la Biblia del griego y el hebreo, William Tyndale se


convirtió en el “verdadero padre de la Biblia en inglés”2 y desató
una influencia mundial para la difusión de la Palabra de Dios
que se extiende hasta el día de hoy. También se convirtió en el
padre de la Reforma inglesa, así como en el padre del idioma in‐
glés moderno. Esta tarea monumental de traducir la Biblia desde
sus idiomas originales dio origen al movimiento protestante en
Inglaterra y otra consecuencia fue la estandarización del idioma
inglés moderno. En palabras simples, Tyndale ayudó a impulsar
la Reforma inglesa al darle al pueblo de Inglaterra una sencilla
traducción de la Escritura en su lengua materna.
Tyndale fue un pionero valiente que abrió el camino para la re‐
forma en su patria. El reconocido historiador de la reforma J. H.
Merle d’Aubigné llama a Tyndale “el imponente impulsor de la
Reforma inglesa”.3 Es decir, Tyndale puso en marcha la expan‐
sión de la Reforma a través de Inglaterra y más allá. Destacado
entre los traductores de la Biblia, Tyndale poseía “un genio lin‐
güístico cuya pericia en diversos idiomas deslumbró al mundo
académico de su época”.4 Según el biógrafo de Tyndale Brian Ed‐
wards, Tyndale fue “el corazón de la Reforma en Inglaterra”. De
hecho, Edwards además enfatiza que Tyndale “fue la Reforma
en Inglaterra”.5
Estos respetados hombres no están solos en sus elogios para
Tyndale. El famoso martirólogo John Foxe ensalzaba a Tyndale
como “el Apóstol de Inglaterra… la figura más notable entre la
primera generación de los protestantes ingleses”.6 A causa de su
obra de traducción, Tyndale es considerado como “el primero de
los puritanos, o al menos su abuelo”.7 Él se transformó en la
fuerza motriz que remodeló y reconfiguró la lengua inglesa. Por
su traducción de la Biblia a un inglés accesible para la persona
común, Tyndale es aclamado como el “profeta de la lengua in‐
glesa”.8 Tyndale adquirió un dominio supremo de las Escrituras
en hebreo y griego y las puso en manos de la gente común en
una Biblia inglesa comprensible.
Son tantos los enormes elogios dirigidos a Tyndale, que se hace
necesario abordar algunas preguntas a fin de apreciar cabalmen‐
te su lugar en el espectro más amplio de la historia de la iglesia.
¿Qué pasos dio este máximo arquitecto de la Biblia inglesa a fin
de producir su magnífica traducción desde los idiomas origina‐
les? ¿Qué desafíos tuvo que superar a fin de presentar este ex‐
traordinario regalo al mundo angloparlante? ¿Cuál fue final‐
mente el elevado precio que pagó Tyndale para lograr esta ex‐
traordinaria hazaña?
Antes de responder estas importantes preguntas, primero que‐
remos abordar a William Tyndale el hombre. ¿Quién era esta
brillante figura? ¿Cuál es la historia general de su vida? ¿Dónde
llevó a cabo esta tarea que cambiaría el curso de la historia?

JUVENTUD Y ESTUDIOS

William Tyndale nació a comienzos de la década de 1490, posi‐


blemente entre 1493 y 1495, probablemente en 1494. Su familia
vivía en el oeste rural de Inglaterra, en el área de Slymbridge de
Gloucestershire cerca de la frontera con Gales y el Río Severn.
Durante la Guerra de las Rosas en el siglo XV, los ancestros de
Tyndale migraron al área de Gloucestershire y se convirtieron
en propietarios de tierras. Tyndale fue puesto por Dios en una
familia trabajadora compuesta de agricultores respetables que se
ganaban la vida cultivando la tierra. La familia Tyndale era bas‐
tante exitosa y estaba floreciendo en uno de los condados más
prósperos de Inglaterra. Este relativo bienestar permitió a los
padres de William el enviarlo a Oxford, la universidad más pres‐
tigiosa de Inglaterra.
Poco se sabe acerca de los primeros años de William ya que per‐
manecen cubiertos en la oscuridad. Lo que se sabe, no obstante,
es que Tyndale tenía dos hermanos, Edward y John. Al igual que
su padre, su hermano John se convirtió en un administrador
agrícola experimentado y exitoso que supervisaba su granja en
Gloucestershire. El otro hermano, Edward, se convirtió en ma‐
yordomo real en Gloucestershire, y recibía una renta por el uso
de la tierra en Berkeley para el rey. En los años posteriores, Wi‐
lliam ejercería una influencia directa sobre sus hermanos por la
causa de la Reforma en Inglaterra. Como resultado, John sería
multado por poseer y distribuir Biblias, algo que era considerado
como un crimen grave en ese entonces en Inglaterra. A su muer‐
te, Edward dejaría una buena cantidad de libros reformados en
su testamento.
En 1506, a la edad de 12 años, William entró al Magdalen Hall,
ubicado dentro del Magdalen College y anexo a la Universidad
de Oxford. Él pasó diez años, de 1506 a 1516, estudiando en Ox‐
ford.9 En el Magdalen Hall, Tyndale pasó los dos primeros años
en lo que podría considerarse como una escuela secundaria que
preparaba para la universidad. Allí estudió gramática, aritméti‐
ca, geometría, astronomía, teoría musical, retórica, lógica y filo‐
sofía. Al entrar a Oxford, demostró gran aptitud y progreso en
idiomas al ser instruido por los más brillantes eruditos clásicos.
Mientras permaneció allí, Tyndale fue ordenado al sacerdocio,
aunque nunca entró a una orden monástica.
Tras graduarse con una Licenciatura en Arte el 4 de julio de
1512, Tyndale se propuso obtener una maestría de Oxford. No
fue sino en la última etapa de su educación, después de ocho o
nueve años, que se le permitió estudiar teología. Sin embargo,
solo era teología especulativa, donde se priorizaba a Aristóteles y
otros filósofos griegos más que la Biblia. Tras reflexionar al res‐
pecto, Tyndale expresó su gran decepción al haber sido privado
de la Biblia y la teología:

En las universidades han ordenado que ningún hombre mire


las Escrituras hasta que sea instruido en el conocimiento pa‐
gano por ocho o nueve años, y armado de principios falsos
con los cuales queda imposibilitado de comprender la Escri‐
tura… La Escritura es aprisionada con… falsas exposiciones,
y con principios falsos de filosofía natural.10

Esa educación de una gran pobreza espiritual fue un obstáculo


para que Tyndale conociera la verdad de la Escritura. En julio de
1515, Tyndale se graduó de una maestría como lingüista univer‐
sitario de la muy reconocida Universidad de Oxford. Poco se
sabe acerca de lo que Tyndale decidió hacer inmediatamente
después. El consenso es que probablemente realizó más estudios
en Oxford e impartió algunas clases.
En 1519, Tyndale fue a estudiar a Cambridge, considerada como
el “máximo rival intelectual de Oxford en Inglaterra”.11 Los estu‐
diosos sugieren que pudo haber recibido algún título mientras
estuvo allí.12 Antes de la llegada de Tyndale, el famoso humanis‐
ta del Renacimiento holandés, Desiderio Erasmo de Rotterdam
(1466-1536) dio cátedra de griego en Cambridge desde 1511 a 1514.
Durante el tiempo que Tyndale estaba allí, Erasmo viajaba por
Europa, compilando su famoso Nuevo Testamento en griego.
Cambridge se había convertido en un semillero de la enseñanza
protestante del reformador alemán Martín Lutero. Se podía ac‐
ceder a muchas de las obras de Lutero en Cambridge. Ellas circu‐
laban mucho tanto entre instructores como entre los alumnos.
Esta exposición generó una creciente efervescencia en el campus
mientras estas verdades cautivaban a muchas mentes brillantes.
Es así que Cambridge se estaba convirtiendo en el campo de en‐
trenamiento de futuros reformadores y mártires. Bajo esta in‐
fluencia de la Biblia, Tyndale asumió un profundo compromiso
con las verdades centrales del movimiento protestante.
En 1520, un pequeño grupo de académicos de Cambridge co‐
menzó a reunirse regularmente para discutir esta nueva teolo‐
gía. Apenas tres años antes, Lutero había clavado sus noventa y
cinco tesis el 31 de octubre de 1517en Wittenberg, Alemania. Es‐
tos alumnos buscadores de la verdad se reunían en un pub local
en el campus de King’s College, llamado White Horse Inn, para
debatir las ideas de Lutero. Este grupo llegó a conocerse como
“Pequeña Alemania”. En este pequeño círculo estaban muchos
futuros líderes del movimiento reformado de Inglaterra. Entre
ellos estaban Robert Barnes, Nicholas Ridley, Hugh Latimer, Mi‐
les Coverdale, Thomas Cranmer, Thomas Bilney, y, muchos
creen, William Tyndale.13 De este grupo, dos llegaron a ser arzo‐
bispos, siete se convirtieron en obispos, y ocho serían mártires
protestantes: Bilney, Tyndale, Clark, Frith, Lambert, Barnes,
Ridley, y Latimer. Estas reuniones informales se convirtieron en
el combustible de la Reforma inglesa que pronto se esparciría
como un fuego sin control por las Islas Británicas.

NACIMIENTO DE UNA VISIÓN

En 1521, Tyndale llegó a la conclusión de que necesitaba alejarse


del ambiente académico para dedicarse con mayor detenimiento
a la reflexión de las verdades de la Reforma. Este joven académi‐
co quería tiempo para dedicarlo de forma exclusiva a estudiar y
asimilar el Nuevo Testamento en griego. Tomó un empleo en
Gloucestershire, a menos de veinte kilómetros de su lugar de na‐
cimiento, donde trabajaba para la acaudalada familia de Sir
John Walsh en su hacienda Little Sodbury. Tyndale se desempe‐
ñaba como tutor principal de los hijos, capellán privado de la fa‐
milia, y secretario personal de Sir John. Durante este periodo,
predicaba regularmente a una pequeña congregación cerca de
Saint Adeline.
Al considerar el estado espiritual de Inglaterra, Tyndale llegó a
entender claramente que Inglaterra nunca sería evangelizada
usando Biblias en latín. Él concluyó: “Era imposible establecer a
los laicos en cualquier verdad a menos que la Biblia fuera ex‐
puesta ante sus ojos en su lengua materna”.14 A medida que via‐
jaba por la región, aprovechando oportunidades de predicar, sus
creencias eran reconocidas como muy afines con las de Lutero.
Sus convicciones se hicieron tan fuertes que se encontró a sí
mismo disputando con oficiales de la Iglesia Católica Romana
sobre la naturaleza del verdadero evangelio. Alrededor de 1522,
Tyndale fue llamado ante John Bell, canciller de Worcester,
donde fue advertido de sus posturas controversiales. En ese mo‐
mento no se levantaron cargos formales en su contra, pero este
conflicto fue un anticipo de lo que vendría.
Cuando los sacerdotes locales venían a cenar a la estancia de
Walsh, Tyndale fue testigo directo de la desastrosa ignorancia
bíblica de la iglesia romana. Durante una comida, se enfrascó en
un acalorado debate con un clérigo católico. El sacerdote afirmó:
“Nos iría mejor sin la ley de Dios que sin la ley del papa”.15 Tyn‐
dale le respondió con valentía: “Desafío al papa y todas sus le‐
yes”. Luego añadió que “si Dios le concedía vida, dentro de po‐
cos años haría que el muchacho que conduce el arado supiera
más de la Escritura que él”.16 Tyndale hacía eco de las palabras
de Erasmo en el prefacio a su recién publicado Nuevo Testamen‐
to en griego: “Quiera Dios que el labrador cante un texto de la
Escritura junto a su arado y que el tejedor los tararee al ritmo de
su telar”.17 Desde ese punto en adelante, la ambiciosa tarea de
traducir la Biblia al inglés fue el propósito dominante de su vida.
Tyndale viajó a Londres en 1523 para buscar la aprobación ofi‐
cial para una traducción y publicación autorizadas de una Biblia
en inglés. Concertó una reunión con el obispo de Londres, Cuth‐
bert Tunstall, un académico y reconocido clasicista que había
colaborado con Erasmo en su Nuevo Testamento griego. Debido
a esta asociación con Erasmo, Tyndale asumía que Tunstall esta‐
ría abierto a su proyecto de traducción. Al contrario, Tyndale
encontró una gran oposición a la idea de una traducción al in‐
glés. Tunstall comenzó a tener fuertes sospechas de la teología
de Tyndale, temiendo que esparciría las doctrinas protestantes
de Lutero que llevarían a Inglaterra a un estado de turbulencia
como el que estaba ocurriendo en Alemania. La recién traducida
Biblia alemana de Lutero, publicada en septiembre de 1522, ha‐
bía perturbado a la región de Sajonia. Tunstall creía que una Bi‐
blia en inglés, accesible al pueblo, generaría un caos muy similar
en Inglaterra, por lo que le puso trabas a Tyndale.
Pero esa estrategia solo profundizó las convicciones de Tyndale
de que Inglaterra necesitaba con desesperación una Biblia que el
hombre común pudiera leer. La única pregunta era cómo o dón‐
de se podía realizar esta tarea. Mientras estaba en Londres, Tyn‐
dale predicó en numerosas ocasiones en la Iglesia de Saint Duns‐
tan. Un día, un adinerado mercader de telas llamado Humphrey
Monmouth oyó a Tyndale predicar en Saint Dunstan y decidió
cubrir sus gastos. Este benefactor le permitió a Tyndale perma‐
necer en Londres durante un año mientras desarrollaba el plan
para su traducción de la Biblia.
Dicho plan implicaba un paso radical. Para que Tyndale cum‐
pliera esta osada misión, “no había lugar para hacerlo en toda
Inglaterra”.18 Con la oposición tanto de la iglesia como de la co‐
rona inglesa, Tyndale se dio cuenta de que debía dejar el país y
emprender su épica obra en otro lugar.
En la primavera de 1524, a la edad de 30 años, Tyndale navegó
hacia el continente europeo para iniciar su esfuerzo de traduc‐
ción y publicación. Lo haría sin el consentimiento del rey de In‐
glaterra, una clara infracción de la ley establecida. En conse‐
cuencia, cada texto bíblico que traducía, era traducido de forma
ilegal. Luego que dejó sus costas nativas, Tyndale viviría exilia‐
do por el resto de su vida. Jamás volvería a su amada patria. Du‐
rante los siguientes doce años, Tyndale viviría en suelo extranje‐
ro como un fugitivo y expatriado de la corona inglesa.

COMIENZA LA OBRA

Habiendo llegado primero a Hamburgo, Alemania, en 1524, Tyn‐


dale pronto viajó a Wittenberg, para aprender del gran reforma‐
dor alemán Martín Lutero. Puede que lo haya hecho de incógni‐
to. El estudioso británico Tony Lane escribe:

Al parecer primero fue a Wittenberg a estudiar. Contemporá‐


neos tales como Tomás Moro hacen referencia a su estadía
allí. También hay una entrada en el registro de matrícula del
27 de mayo de 1524 donde se lee “Guillelmus Daltici Ex Ange‐
lia”. Si el “ci” final es un error del copista en lugar de “n” te‐
nemos un anagrama de “Tindal” con las dos sílabas inverti‐
das.19

Si efectivamente es el nombre de William Tyndale el que está


anotado en el registro de matrícula de Wittenberg, podría haber
conocido a Lutero. Este encuentro habría sucedido cuando el re‐
formador alemán se había deshecho de los últimos vestigios de
lealtad al papa.20 Tal influencia sobre Tyndale habría sido signi‐
ficativa.
Durante su estadía en Wittenberg, Tyndale comenzó la obra de
traducción del Nuevo Testamento del griego al inglés. Al parecer
emprendió una importante porción de esta labor de mayo a julio
de 1525. El impacto de Philip Melanchton, un maestro del idioma
griego, también habría sido invaluable. Acompañado de su ama‐
nuense, Tyndale viajó a Colonia, la ciudad más populosa de Ale‐
mania, en agosto de 1525, donde acabó su traducción del Nuevo
Testamento. En esta populosa ciudad, a los dos ingleses se les
hacía fácil perderse en medio de la multitud. Tyndale encontró
allí a un impresor, Peter Quentell, quien aceptó imprimir su
nueva traducción. Sin embargo, el secreto de la impresión se
quebró cuando uno de los trabajadores de la imprenta cayó bajo
la influencia del vino y habló abiertamente sobre esa tarea clan‐
destina. Juan Cochlaeus, un enardecido opositor de la Reforma,
escuchó de lo que hablaban y de inmediato organizó una incur‐
sión a la imprenta. Tyndale fue prevenido y reunió rápidamente
las pocas páginas impresas junto con el resto de su traducción
del Nuevo Testamento sin imprimir, y escapó al resguardo de la
noche.
Huyendo río arriba por el Rin, Tyndale llegó a Worms, una ciu‐
dad más amistosa para con los protestantes, en 1526. Esta era la
misma ciudad donde Lutero había sido juzgado por herejía ape‐
nas cinco años antes. Las enseñanzas de Lutero habían ejercido
una fuerte influencia en la ciudad, convirtiéndose en simpati‐
zante de la causa protestante. Tyndale encontró nuevamente un
impresor, Peter Schoeffer, quien estuvo dispuesto a publicar su
obra.
El Nuevo Testamento de Tyndale fue el primero en traducirse
del griego original al inglés. Fue además la primera Biblia en in‐
glés que fue impresa de forma mecánica. Antes solo había unas
pocas copias manuscritas de la Biblia de John Wycliffe en inglés,
traducida un siglo y medio antes. Pero la versión de Wycliffe era
una traducción libre del latín, no del griego. La obra de Tyndale
era muy superior. Shoeffer completó la impresión inicial, pro‐
duciendo unas tres mil copias. En los siguientes ocho años, se
añadieron dos ediciones revisadas adicionales del Nuevo Testa‐
mento de Tyndale, así como varias ediciones piratas publicadas
por imprentas no autorizadas.
Listas para la entrega en la primavera de 1526, Tyndale embar‐
có sus Biblias, ocultas en fardos de algodón, a través de las rutas
comerciales internacionales a Inglaterra. Mercaderes de textiles
luteranos alemanes que vivían en Inglaterra recibieron el envío
disfrazado, y estaban listos para distribuir las Biblias. Una vez
que pasaron a los agentes reales, los libros prohibidos fueron re‐
cogidos por una sociedad protestante secreta, la Hermandad
Cristiana, y llevados por toda Inglaterra a diversas ciudades,
universidades y monasterios de Inglaterra. Las Biblias recién im‐
presas fueron vendidas a ingleses anhelantes — mercaderes, es‐
tudiantes, sastres, tejedores, albañiles, y labradores por igual—
hambrientos de leer y crecer en su conocimiento de la Palabra de
Dios. Cada Nuevo Testamento costaba tres chelines y dos peni‐
ques, el salario semanal de un trabajador calificado —un precio
bastante asequible para una persona promedio.
Para el verano de 1526, autoridades de la iglesia en Inglaterra
habían descubierto la circulación clandestina de la Biblia de
Tyndale. El arzobispo de Canterbury y el obispo de Londres esta‐
ban furiosos, por lo que confiscaron cada Biblia Tyndale que pu‐
dieron encontrar. Las autoridades de la iglesia inmediatamente
declararon la compra, venta, distribución, o posesión de esta Bi‐
blia como un delito grave que acarrearía un severo castigo. En
Saint Paul’s Cross, en Londres, el Obispo Cuthbert Tunstall pre‐
dicó un sermón feroz contra la Biblia Tyndale y en una ceremo‐
nia quemó varias copias de este volumen ilegal. Esta demostra‐
ción provocó una advertencia pública, aunque poco pudo sofo‐
car el deseo de la gente de acceder a la Palabra de Dios en su pro‐
pio idioma.

OPOSICIÓN Y OBSTÁCULOS

En mayo de 1527, los opositores de Tyndale maquinaron un inge‐


nioso plan para detener la propagación de las Biblias ilegales.
William Warham, el arzobispo de Canterbury, conspiró para
comprar las copias restantes de la Biblia con el fin de destruirlas.
Al principio, este diabólico ardid parecía brillante. Pero pronto
le jugó en contra, pues el dinero de las ventas proveyó los recur‐
sos que necesitaba Tyndale para luego producir una segunda
edición revisada de su obra. Lo que Warham propuso para mal,
Dios lo encaminó a bien. Esto permitió la producción de una ver‐
sión aun mejor, con un mayor tiraje.
Tyndale publicó su primera obra teológica importante, The Pa‐
rable of the Wicked Mammon (La parábola del malvado Ma‐
món), en mayo de 1528. esta obra se enfocaba en el corazón mis‐
mo del evangelio, a saber, la justificación por la sola fe en Cristo
solamente. Tyndale proclamó que solo la fe salva, y que la ver‐
dadera fe produce una obediencia viva a la Palabra de Dios. Esta
significativa obra se apoyó con fuerza en las obras de Lutero so‐
bre este mismo tema. En algunos lugares, los escritos de Tyndale
son solo una traducción o paráfrasis de las palabras del propio
reformador alemán. Ya que la hostilidad hacia él aumentaba,
Tyndale ocultó su paradero colocando el nombre de un impresor
inexistente —Hans Luft— impreso en la portada, junto con un
falso lugar de publicación: Marburgo, Alemania. La verdad es
que esta importante obra doctrinal fue impresa por John
Hoochstraten en la ciudad de Amberes.
Los opositores de Tyndale pronto implementaron un plan más
agresivo para detener a Tyndale. El 18 de junio de 1528, un carde‐
nal inglés, Thomas Wolsey, envió a tres agentes hacia el conti‐
nente en busca de Tyndale. Wolsey también le ordenó al emba‐
jador inglés en los Países Bajos (actualmente Holanda, Bélgica y
Luxemburgo), John Hacket, que solicitara al regente que autori‐
zara el arresto de Tyndale. Se inició una cacería para apresar a
este notorio enemigo del estado, y cualquiera que lo ayudara se‐
ría castigado. Sin embargo, todos los intentos de capturar a este
huidizo reformador resultaron infructuosos, ya que usando de
mucha astucia y buscando su seguridad se retiró a Marburgo.
Hacket informó a Inglaterra que a Tyndale no lo encontraban en
ninguna parte.
Mientras estaba en Marburgo, Tyndale escribió una segunda
obra, The Obedience of a Christian Man (La obediencia de un
cristiano; 1528). Tyndale llamaba a cada cristiano a someterse a
toda autoridad, incluyendo reyes y magistrados. Además afirmó
que la jerarquía de la Iglesia Católica existente en Inglaterra no
poseía verdadera autoridad espiritual. Cuando el Rey Enrique
VIII leyó esta obra, aprobó de inmediato su mensaje y comentó:
“¡Este libro debo leerlo yo y todos los reyes!”.21 Aparte de su tra‐
ducción del Nuevo Testamento, este libro es la obra más influ‐
yente de Tyndale.
En septiembre de 1528, los opositores de Tyndale hicieron un
nuevo intento serio de encontrarlo. Un fraile llamado John
West fue enviado desde Inglaterra al continente europeo para
que hallara, capturara y llevara a este fugitivo reformado de
vuelta a Inglaterra. West llegó a Amberes, vestido de civil, y co‐
menzó a peinar las ciudades y a interrogar a los dueños de im‐
prentas en busca del furtivo traductor. Al mismo tiempo, Her‐
mann Rinck, un senador de Colonia, compraba y destruía todas
las Biblias de Tyndale que podía encontrar. Al sentir la presión,
Tyndale permaneció escondido en Marburgo, mejorando su ha‐
bilidad en el hebreo, un idioma desconocido en Inglaterra. Con
la adquisición de esta nueva destreza, Tyndale emprendió de in‐
mediato la tarea de traducir el Antiguo Testamento del hebreo al
inglés, mientras continuaba con una cuidadosa revisión de su
Nuevo Testamento.
Para ocultar su paradero, Tyndale cambió su ubicación en 1529
de Marburgo a Amberes, que entonces era parte del Sacro Impe‐
rio Romano y lo que ahora es Bélgica. Esta próspera metrópolis
le ofrecía el acceso a competentes impresores, camaradería con
ingleses de pensamiento reformado, y una ruta más directa de
embarque a Inglaterra. Tyndale completó allí su traducción de
los cinco libros de Moisés.
Con una nueva cacería en camino, Tyndale concluyó que el pe‐
ligro era demasiado grande como para permanecer en esta enor‐
me ciudad. Al darse cuenta de que el Pentateuco debía ser impre‐
so en otro lugar, tomó un barco en Amberes y navegó hacia la
entrada del río Elba en Alemania. Su plan era aventurarse luego
hacia el Sur hasta Hamburgo. Sin embargo, la travesía fue dete‐
nida por una severa tormenta que provocó el naufragio del bar‐
co frente a las costas de los Países Bajos. La gran tragedia fue que
se perdieron todos sus libros, escritos y la traducción del Penta‐
teuco. Con una férrea determinación, Tyndale se vio obligado a
emprender esa enorme labor de traducción una vez más.
Luego de sufrir esta devastadora pérdida, Tyndale llegó final‐
mente a Hamburgo. Fue recibido en la casa de la familia von
Emerson, que era muy solidaria con la causa de la Reforma.
Mientras estuvo allí, se reencontró con Miles Coverdale, un
compañero de Cambridge. Coverdale completaría finalmente su
propia traducción de la Biblia al inglés, aunque no de los idiomas
originales, y publicó en 1535 lo que se conoce como la Biblia Co‐
verdale. En este ambiente encubierto, Tyndale emprendió la la‐
boriosa tarea de retraducir el Pentateuco del hebreo al inglés.
Esta ardua labor, con la asistencia de Coverdale, le tomó desde
marzo a diciembre de 1529.
Ese mismo año, Sir Tomás Moro, leal al rey e inteligente lord
canciller, fue comisionado por el rey y la iglesia de Inglaterra
para emprender la destrucción de la reputación de Tyndale. El
ataque se intensificó con la publicación de A Dialogue Concer‐
ning Heresies (Diálogo acerca de las herejías), una maliciosa
obra en la que Moro arremetió contra Tyndale tildándolo de “el
capitán de los herejes ingleses”, “un sabueso infernal en la pe‐
rrera del diablo”, “un nuevo Judas”, “peor que Sodoma y Gomo‐
rra”, “un idólatra y adorador de demonios”, y “una bestia de
cuya boca salvaje y bestial sale una espuma inmunda”.22 Moro,
un acérrimo enemigo de la Reforma, sostenía que la Iglesia Cató‐
lica Romana era la única verdadera iglesia. Él declaró que cual‐
quiera que se oponga a la infalible enseñanza de Roma es un he‐
reje. Esta era una clara advertencia para Tyndale. El reformador
inglés, en contraste, argumentó que solo se debe confiar en la
Escritura, no en la iglesia. Cualquier otra cosa, insistió Tyndale,
es del espíritu del anticristo.
La resistencia desde su patria no lo disuadió y Tyndale publicó
los cinco libros de Moisés en enero de 1530 en Amberes. Hoochs‐
traten imprimió este pequeño volumen bajo el pseudónimo de
publicación Hans Luft en Marburg. Al igual que el Nuevo Testa‐
mento de Tyndale varios años antes, estos libros fueron pasados
de contrabando y distribuidos en Inglaterra. Los planes de Tyn‐
dale seguían siendo ambiciosos: completar la traducción de todo
el Antiguo Testamento.
A fines de 1530, apareció The Practice of Prelates (La práctica
de los prelados) de la pluma del reformador. Esta obra era una
fuerte polémica contra el clero católico que documentaba la re‐
lación corrupta entre la corona inglesa y el papado. Como resul‐
tado, este libro convirtió al Rey Enrique VIII en enemigo decla‐
rado de Tyndale.
Una nueva estrategia se implementó para capturar a Tyndale.
En noviembre de 1530, Thomas Cromwell, un consejero del Rey
Enrique VIII, comisionó a Stephen Vaughan, un mercader inglés
simpatizante de la causa reformada, para que encontrara a Tyn‐
dale. A Vaughan se le instruyó que le ofreciera a Tyndale un sa‐
lario y un salvoconducto para que vuelva a Inglaterra. A su lle‐
gada al continente, Vaughan envió tres cartas a Tyndale, cada
una dirigida a tres ciudades distintas: Frankfurt, Hamburgo, y
Marburgo. Para su sorpresa, recibió una respuesta de Tyndale.
Así es que se concertaron una serie de reuniones secretas en Am‐
beres en abril de 1531.
Vaughan intentó persuadir a Tyndale de que regresara a Ingla‐
terra. Con firmeza, el traductor convino en regresar a Inglate‐
rra, pero solo bajo una condición. El rey debía elegir a otra per‐
sona para que tradujera la Biblia al inglés. Si Enrique estaba de
acuerdo, Tyndale regresaría a Inglaterra, dejaría su labor de tra‐
ducción, y ofrecería su vida al servicio del rey. Ya se habían he‐
cho otras promesas similares de seguridad a Juan Hus y a Lute‐
ro, pero se rompieron. Tyndale sabía que el rey no cumpliría su
promesa.
El 19 de junio, Vaughan escribió desde Amberes estas simples
palabras: “Siempre lo encuentro [a Tyndale] cantando el mismo
acorde”.23 En otras palabras, Tyndale rehusaba cambiar de posi‐
ción. No se comprometería a dejar de escribir ni a regresar a In‐
glaterra mientras el rey no ordenara una Biblia en lengua ingle‐
sa. Vaughan regresó a Inglaterra con las manos vacías. Tyndale
se mantenía sereno en su misión y nada lo distraería de cumplir
esta pasión particular de su corazón. Desafiando el trono inglés,
eligió continuar con su retadora labor.
Al fracasar los intentos de apresar a Tyndale, Cromwell ideó
una estrategia aun más drástica. Sir Thomas Elyot, un nuevo
emisario, fue enviado a Europa a capturar a Tyndale. Sus órde‐
nes inmediatas eran hallar a Tyndale y llevarlo ante el rey, a
cualquier precio. Elyot buscó por cielo y tierra, pero ese esfuerzo
específico no arrojó resultados positivos. Elyot regresó a Inglate‐
rra sin el aborrecido renegado.
En 1531, Tyndale publicó un tratado en respuesta a los ataques
del Dialogue de Tomás Moro, que fue publicado el año 1529. Se
titulaba Answer (Respuesta). En esta obra, defendió de forma
exegética su traducción de pasajes bíblicos selectos que Moro
aducía que alejarían al pueblo de la teología y la práctica católi‐
cas romanas. Tyndale argumentó que la Escritura era lo bastan‐
te clara como para ser comprendida sin que el liderazgo de la
iglesia impusiera su tradición torcida y hecha por hombres.
Moro contrarrestó en 1532 y 1533 con su obra de seis volúmenes
Confutation of Tyndale’s Answer (Refutación de la respuesta de
Tyndale). Con casi medio millón de palabras, la Refutación fue
la más imponente de las obras polémicas de Moro, escrita como
un diálogo imaginario entre Moro y Tyndale, donde Moro abor‐
daba cada una de las críticas de Tyndale a los ritos y doctrinas
católicos. Estos importantes volúmenes aducían que Tyndale era
un traidor a Inglaterra y un hereje. A pesar del feroz ataque de
Moro a Tyndale, la causa reformada se esparcía por toda Europa
y ahora por Inglaterra.

TRAICIONADO, ENCARCELADO Y CONDENADO

En los primeros meses de 1534, Tyndale se mudó a una casa de


mercaderes ingleses en Amberes como huésped de Thomas
Poyntz, un acaudalado mercader. Poyntz, un partidario de la
causa reformada era “un astuto buen amigo y leal simpatizan‐
te”.">24 Él puso a Tyndale bajo su protección, incluso le proveyó
un salario mientras Tyndale trabajaba en su proyecto de traduc‐
ción y otros escritos. El capellán de esta casa inglesa era un hom‐
bre llamado John Rogers. A través de la instrucción e influencia
de Tyndale, Rogers se convirtió en un leal partidario de las doc‐
trinas reformadas. Rogers finalmente compilaría su propia Bi‐
blia en inglés en 1537, conocida como la Biblia Matthew. Esta fa‐
mosa edición contenía el Nuevo Testamento, el Pentateuco, los
Libros Históricos, y Jonás de Tyndale, con cambios menores. El
resto del Antiguo Testamento fue sacado de la Biblia Coverdale.
En 1555, Rogers se convertiría en el primer mártir protestante
bajo la Reina María I, también conocida como “María la Sangui‐
naria”.
Al sentirse más seguro, Tyndale se dedicó a trabajar en la revi‐
sión de la traducción de su Nuevo Testamento, el que ha sido de‐
nominado “la gloria de la obra de su vida”.25 Esta segunda edi‐
ción apareció en 1534, ocho años después de la primera. Contie‐
ne unos cuatro mil cambios a la edición de 1526, aunque algunos
afirman que tiene como unas cinco mil revisiones. Estas nume‐
rosas correcciones fueron el resultado de su mayor estudio de la
lengua original y de los comentarios que recibía. Se incluía un
breve prólogo al inicio de cada libro del Nuevo Testamento, ex‐
cepto Hechos y Apocalipsis. Además, Tyndale añadió referencias
cruzadas y notas explicativas al texto bíblico en el margen exte‐
rior, y marcó las unidades literarias de cada libro en el margen
interior. Las seis mil copias impresas de la segunda edición revi‐
sada del Nuevo Testamento de Tyndale se vendieron en un mes.
Una tercera edición seguiría en diciembre de 1534 y comienzos
de 1535, pero con mucho menos correcciones. Para este momen‐
to, el dominio del hebreo de Tyndale estaba tan avanzado como
su dominio del griego. Esto le dio la habilidad para traducir la si‐
guiente sección del Antiguo Testamento, de Josué a 2 Crónicas.
Esta etapa de la vida de Tyndale resultó ser extremadamente
prolífica. Pero todo estaba a punto de cambiar. En Inglaterra, un
hombre llamado Henry Phillips se encontraba en una desastrosa
situación después de apostar y perder una enorme suma de dine‐
ro que su padre le había dado para pagar una deuda. Un alto ofi‐
cial de la iglesia, posiblemente el obispo de Londres, John Sto‐
kesley, se enteró de su situación desesperada. Phillips fue visto
como el cómplice perfecto para otra perversa estrategia para
arrestar a Tyndale. Le ofrecieron una gran cantidad de dinero
para que viajara a Europa y ubicara a Tyndale. Al igual que Ju‐
das, Phillips aceptó la oferta.
Phillips llegó a Amberes a comienzos del verano de 1535. Hizo
los contactos necesarios entre los comerciantes ingleses y siguió
la pista que lo llevó directo a Tyndale. Phillips entabló de forma
diabólica una amistad fingida con Tyndale. Pese a las adverten‐
cias de Poyntz, Phillips se ganó la confianza de Tyndale y lo atra‐
jo hacia un estrecho callejón, donde unos soldados lo esperaban
para arrestarlo.
Después de doce años como fugitivo, el escurridizo Tyndale por
fin fue capturado y puesto bajo custodia. Al ser arrestado, el vo‐
luminoso manuscrito de su más reciente labor de traducción, de
Josué a 2 Crónicas, escapó de la confiscación. Probablemente
haya sido Rogers, su amigo y compañero cercano, quien reunió
los escritos para ponerlos a salvo. Más tarde, Rogers retomó la
causa de Tyndale e imprimió su trabajo final en la Biblia Matt‐
hew.
Tras su captura, Tyndale fue encarcelado diez kilómetros al
norte de Bruselas en el castillo de Vilvoorde. Con un imponente
foso, siete torres, tres puentes levadizos, y muros impenetrables,
el castillo era una fortaleza carcelaria. Temblando en los fríos y
húmedos calabozos de este castillo-prisión, Tyndale esperó más
de un año su juicio, el cual fue una farsa de justicia. Durante sus
quinientos días de confinamiento, Tyndale escribió otro tratado,
Faith Alone Justifies before God (Solo la fe justifica ante Dios).
Tyndale defendió hasta el final la verdad primordial que había
detrás de su encarcelamiento.
Durante el crudo invierno de 1535, Tyndale escribió en una car‐
ta final: “Sufro enormemente del frío en la cabeza, y me aflige
un incesante catarro [secreción], que aumenta mucho más en
esta celda… Mi capa está gastada; mis camisas también lo es‐
tán”. Él solicitó “una lámpara en la noche; es realmente agota‐
dor sentarse solo en la oscuridad. Pero sobre todo ruego e implo‐
ro a su clemencia que le urja al comisario… que me permita te‐
ner mi Biblia en hebreo, la Gramática Hebrea, y el Diccionario
Hebreo, para poder pasar el tiempo estudiándolos”.26 Estos me‐
ses fueron “un largo morir rumbo a la muerte”.27 El martirólogo
John Foxe escribió que mientras Tyndale estaba en prisión, “in‐
fluenciaba a sus mismísimos… enemigos” pues “convirtió a su
guardia, a la hija del guardia, y a otros de su casa”.28 Pese al frío
y al sufrimiento en las entrañas de esta prisión de piedra, al
igual que el apóstol Pablo en su prisión romana, el corazón de
Tyndale aun ardía con la verdad del evangelio y un gozo innega‐
ble.
En agosto de 1536, Tyndale fue llevado a juicio delante de sus
acusadores, quienes presentaron una larga lista de cargos en su
contra. Entre sus ofensas, Tyndale afirmaba que la justificación
es solo por la fe, las tradiciones humanas no pueden obligar la
conciencia, la voluntad humana está esclavizada por el pecado,
no existe el purgatorio, ni María ni los santos hacen oraciones
por nosotros, y no debemos orar a ellos. Todo esto convirtió a
Tyndale en enemigo tanto de la iglesia como del estado. Fue con‐
denado por herejía.
Durante un servicio público, Tyndale habría de ser excomulga‐
do y privado de su sacerdocio. Según la costumbre de tales cere‐
monias, Tyndale apareció ante una enorme congregación vesti‐
do con sus ropas sacerdotales. Fue obligado a arrodillarse, mien‐
tras sus manos eran raspadas con un cuchillo o un vidrio afilado,
simbolizando la pérdida de todos los privilegios del sacerdocio.
Se ponía el pan y el vino de la Misa en sus manos y luego se le re‐
tiraban. Se le quitaban las vestiduras y luego lo vestían como un
laico. Entonces era entregado a las autoridades civiles para la
inevitable sentencia de muerte. Al ser llevado a la fuerza a su ca‐
labozo, un constante flujo de sacerdotes y monjes venían a hosti‐
garlo y buscar que se retractara.

“SEÑOR, ABRE LOS OJOS DEL REY”

El 6 de octubre de 1536, Tyndale salió del castillo y fue llevado en


procesión hacia la puerta sur del pueblo, donde lo esperaba el lu‐
gar de su ejecución. Una enorme muchedumbre se reunió detrás
de una barricada. En medio de un espacio circular, se levantaron
dos grandes maderos en la conocida forma de cruz. Del poste
central colgaba una firme cadena de hierro. En su base se ataron
y apilaron arbustos, paja y leños. En medio de pompa y esplen‐
dor farisaico, el procurador general y los grandes doctores toma‐
ron asiento como espectadores. La numerosa multitud se abrió y
dio paso a los guardias para que acercaran a Tyndale a su ejecu‐
ción.
Tyndale avanzó hacia la cruz. Los guardias le ataron los pies a
la base de la cruz mientras apretaban la cadena alrededor de su
cuello, oprimiéndolo contra el poste de madera. Reacomodaron
la leña alrededor del prisionero para envolverlo en material
combustible. Esparcieron pólvora por encima de todas las ra‐
mas. El verdugo se paró detrás de la cruz, esperando la señal del
procurador general para ejecutar la sentencia. Es probable que
fuera en este momento que Tyndale levantó la mirada al cielo y
clamó en oración: “Señor, abre los ojos del rey de Inglaterra”.29
El procurador general dio la señal y el verdugo rápidamente
apretó el nudo de hierro y estranguló a Tyndale. El gentío obser‐
vó a Tyndale jadear por falta de aire, mientras era asfixiado y
moría. Sin embargo, su sola muerte no era suficiente. El procu‐
rador general tomó una antorcha de cera encendida y se la en‐
tregó al verdugo, quien la arrojó sobre la paja y las ramas. El fue‐
go abrazador detonó la pólvora, haciendo estallar el cadáver. Lo
que quedó del cuerpo de Tyndale que pendía inerte y calcinado
cayó a las llamas ardientes.30
Al final, Dios escuchó la agónica oración de Tyndale. En el año
de su martirio, 1536, ya circulaba en Inglaterra una Biblia en in‐
glés completa, desconocida para Tyndale. Esta obra había sido
producida principalmente a partir de la propia traducción de
Tyndale. La primera de ellas fue la Biblia Coverdale, impresa en
1535. Una segunda traducción inglesa de toda la Biblia llegaría
como consecuencia de los esfuerzos de John Rogers en 1537. Esta
versión se conoció como la Biblia Matthew.
Menos de un año después de la muerte de Tyndale, Thomas
Cranmer, quien se había convertido en arzobispo de Canter‐
bury, y Oliver Cromwell, persuadieron a Enrique VIII de que
aprobara la publicación de una Biblia inglesa oficial. Cuando el
Rey Enrique vio la Biblia Coverdale, proclamó con mucho énfa‐
sis: “Si no contiene herejías, ¡que sea repartida entre todo el pue‐
blo!”.31 En septiembre de 1538, el rey emitió un decreto que orde‐
naba que se pusiera una copia de la Biblia en inglés y en latín en
cada iglesia de Inglaterra. Las copias permitidas eran la Biblia
Coverdale y la Biblia Matthew, ambas fluían, en gran medida, de
la influencia y pluma de William Tyndale. En 1539, Coverdale
publicó una versión revisada de su traducción llamada la Gran
Biblia (debido a su enorme tamaño), que recibió el aplauso del
pueblo y la aprobación oficial del rey.
El historiador J. H. Merle d’Aubigné escribe que tras la muerte
de Tyndale, el flujo de Biblias en inglés hacia Inglaterra fue
“como un caudaloso río que continuamente lleva nuevas aguas
al mar”.32 A medida que estas Biblias inglesas se hacían accesi‐
bles al hombre común de Inglaterra, el labrador de Tyndale por
fin estaba leyendo, analizando, viviendo y proclamando las ver‐
dades de la Biblia entre sus parientes, amigos y compatriotas.
Casi quinientos años más tarde, el río de la Escritura sigue flu‐
yendo con potencia por toda la superficie del planeta. La traduc‐
ción de Tyndale y las que se basaron en ella formaron la base de
la Versión King James en 1611, y a través de ella, casi de todas las
traducciones inglesas desde entonces. Hoy las traducciones in‐
glesas son muchas, pero tienen un origen singular en la obra
fundacional de Tyndale. Las casas publicadoras de Biblias ingle‐
sas siguen sosteniéndose sobre los fornidos hombros de los pio‐
neros esfuerzos de Tyndale. Dado que el inglés es una lengua in‐
ternacional, la influencia continua de William Tyndale se ex‐
tiende hasta los rincones más recónditos del planeta.
A medida que la corriente de la verdad brota en esta hora pre‐
sente, que las verdades de la Palabra de Dios inunden nuestros
corazones y las oleadas de gracia soberana rebosen en nuestra
mente. Que haya un renovado compromiso con la suficiencia y
la exclusividad de este Libro teñido de sangre.
CAPÍTULO DOS

Cimentado en la
gracia soberana

Tyndale fue más que un manso pensador teológico. Por fin


está siendo entendido, tanto teológica como lingüísticamen‐
te, como alguien muy adelantado a su época. Para él, así como
para Calvino décadas después,… el mensaje primordial del
Nuevo Testamento es la soberanía de Dios. Todo está conteni‐
do allí. Es algo que, como él escribió, jamás debe perderse de
vista. Para Tyndale, Dios es, sobre todo, soberano, y está acti‐
vo en la persona y en la historia.
—DAVID DANIELL1

Aclamado como “el más grande de los primeros protestantes in‐


gleses”,2 William Tyndale fue un reformador en todo sentido de
la palabra. Esto, por cierto, incluye su teología. Su creencia en la
verdad de la Reforma se apoyaba en su inquebrantable compro‐
miso con la soberanía de Dios en la salvación de los pecadores.
Fue esta profunda confianza en las doctrinas de la gracia lo que
le dio la fuerza para perseverar en sus incansables esfuerzos por
traducir la Biblia al inglés. Tyndale estaba convencido de que
solo el poder de Dios podía cambiar tanto el corazón de los reyes
como el de los labradores. La gloriosa verdad de que Cristo edifi‐
caría su iglesia obligaba a Tyndale a llevarle la Escritura al pue‐
blo inglés en su propio idioma, sin importar los peligros que en‐
frentaba.
En la Reforma Protestante del siglo XVI, las doctrinas de la gra‐
cia soberana proveyeron un fundamento firme para numerosos
traductores bíblicos. En Alemania, en 1522, Martín Lutero tradu‐
jo el Nuevo Testamento al idioma de su pueblo. Este alemán fiel
fue igualmente conocido por estar arraigado y cimentado en el
fértil suelo de la gracia soberana. En las Islas Británicas, los in‐
gleses Miles Coverdale y John Rogers produjeron la Biblia Co‐
verdale (1535) y la Biblia Mathew (1537), respectivamente; cada
uno de estos hombres era sostenido por una fuerte creencia en la
soberanía divina. En Suiza, esta misma confianza invariable en
la soberanía de Dios con respecto a la salvación del hombre ardió
vivazmente en los traductores de la Biblia de Ginebra (1560), in‐
cluido el escocés John Knox. Ginebra prácticamente se convirtió
en sinónimo de la verdad de la elección soberana. En Inglaterra,
un siglo y medio antes de Tyndale, John Wycliffe tradujo la Bi‐
blia al inglés desde la Vulgata latina. Este profesor de Oxford
también se aferró con firmeza a las doctrinas de la gracia.
La soberanía divina fue el marco de base que mantuvo unidas
la vida y la teología de Tyndale. Él creía con firmeza en la abso‐
luta soberanía de Dios en su gobierno sobre todas las cosas.3 La
doctrina reformada energizó el impulso inacabable de Tyndale
tanto en su vida como en su ministerio. En el corazón de su teo‐
logía estaba la convicción de que la soberanía de Dios se extendía
desde el control y el orden del universo creado hasta la salvación
de los pecadores indignos. Brian Edwards escribe:

Tyndale… sabía que la causa del estado corrupto de la Iglesia


era su doctrina corrupta, y mientras no se corrigiera la doc‐
trina de la Iglesia, los abusos continuarían. Contra esto se le‐
vantó todo el tema de la Reforma. Los reformadores evangéli‐
cos se vieron obligados a salir de la Iglesia de Roma, no por‐
que no pudieran aceptar las prácticas corruptas, sino porque
pronto descubrieron que las doctrinas corruptas nunca po‐
drían ser cambiadas.4

Antes de que examinemos la valiente misión de William Tyn‐


dale, debemos investigar las creencias centrales que impulsaron
el corazón de este hombre que fue una gran fuerza motora en las
manos de Dios. En particular, nos enfocaremos en las cinco ver‐
dades de la corrupción radical, la elección soberana, la expiación
definida, el llamado irresistible, y la gracia preservadora. Estas
gloriosas doctrinas de la gracia le dieron una confianza a Tynda‐
le para perseverar a través de los tiempos difíciles y peligrosos
que no pudo ser quitada ni siquiera por el fuego de la hoguera o
la horca del mártir.

CORRUPCIÓN RADICAL

Tyndale creía en la depravación total de la raza humana. En este


respecto, Tyndale estaba perfectamente unido con los autores
bíblicos y otros reformadores. Él afirmaba que el pecado original
de Adán ocasionó la caída y la ruina de toda la raza humana. Por
lo tanto, todas las personas nacen en pecado, un estado hereda‐
do de Adán. Así, todos los hombres son incapaces de salvarse
fuera de la gracia divina. Él escribe: “La caída de Adán nos ha
convertido en herederos de la venganza y la ira de Dios, y here‐
deros de condenación eterna; nos ha dejado en cautividad y es‐
clavitud bajo el diablo”.5 Tyndale estaba convencido de que el
pecado original sujetaba a toda la raza humana al pecado, la
muerte y el juicio. Tyndale enseñó que, al momento de la con‐
cepción, todas las personas heredaban una naturaleza radical‐
mente corrompida por el pecado:

A causa de la caída de Adán, somos por naturaleza hijos de


ira, herederos de la venganza de Dios por nacimiento, más
aun, desde nuestra concepción. Y nuestra comunión es con
los demonios condenados, bajo el poder de las tinieblas y el
dominio de Satanás, aun mientras estamos en el vientre de
nuestra madre. Y si bien no mostramos los frutos del pecado
[tan pronto como nacemos], sin embargo, estamos llenos del
veneno natural, del cual brotan todos los hechos pecamino‐
sos, y no podemos hacer otra cosa más que pecar exterior‐
mente (ya siendo no tan jóvenes) [en cuanto podemos obrar]
si se presenta la ocasión: porque nuestra naturaleza es pecar,
tal como la naturaleza de la serpiente es morder.6

Tyndale sostuvo con fuerza que cada aspecto de la naturaleza


humana está corrompido por el pecado, y el pecado afecta la to‐
talidad de la persona: mente, voluntad, y afectos. Esta condición
heredada deja a cada persona fatalmente contaminada por un
veneno mortal. Tyndale escribe acerca de estos efectos totales
del pecado humano sobre cada persona:

¡Con qué venenoso, mortal y pernicioso odio aborrece el


hombre a su enemigo! ¡Con qué gran malicia mental e inte‐
rior matamos y asesinamos! ¡Con qué violencia y cólera, de
hecho, con qué ferviente apetito cometemos adulterio, forni‐
cación, e inmundicias semejantes! ¡Con qué placer y dedica‐
ción interior sirve el glotón a su estómago! ¡Con qué diligen‐
cia engañamos! ¡Con cuánto empeño buscamos las cosas de
este mundo!7

Tan grande es esta corrupción radical que hace abominable y


culpable a cada miembro de la raza humana ante el Dios santo.
Tyndale escribió:

Cualquier cosa que hagamos, pensemos, o imaginemos, es


abominable a los ojos de Dios. [Pues nada podemos remitir
para la honra de Dios; tampoco es Su ley, o voluntad, escrita
en nuestros miembros o en nuestro corazón; ni existe en no‐
sotros más poder para seguir la voluntad de Dios que el que
hay en una piedra para ir cuesta arriba por sí misma].8

La depravación total ha devastado de tal manera la raza huma‐


na, creía Tyndale, que ha provocado que el ser humano nazca en
un estado de incapacidad moral. En otras palabras, el hombre
caído no puede ver ni sentir su necesidad de gracia salvadora. Él
escribió: “Estamos como si estuviéramos dormidos en una ce‐
guera tan profunda que no podemos ver ni sentir en qué mise‐
ria, esclavitud y desgracia nos hallamos, mientras no venga Moi‐
sés y nos despierte, y publique la ley”.9 En este estado caído, el
hombre pecador es inconsciente de su necesidad desesperada del
evangelio. Solo la ley puede despertarlo a la ruina de su condi‐
ción espiritual.
Pero aun cuando la ley revela su necesidad de salvación, no
puede hacer lo que la ley exige. Tyndale lo explica: “No es posi‐
ble que un hombre natural se conforme a la ley”.10 Aquí Tyndale
afirmó que el hombre pecador está tan debilitado por la caída de
Adán que es totalmente incapaz de hacer algo que agrade a Dios.
Tyndale creía que la naturaleza humana es inherentemente
malvada, por lo que produce pensamientos y actos malignos. Él
enseñó que:

Somos malvados por naturaleza, por lo tanto pensamos y ha‐


cemos lo malo, estamos bajo venganza según la ley, senten‐
ciados a condenación eterna por la ley, y somos contrarios a
la voluntad de Dios en toda nuestra voluntad.11

El hombre caído, afirmó Tyndale, está atado por su propia na‐


turaleza depravada:

Nuestra naturaleza no puede hacer otra cosa más que pecar,


si se presenta la ocasión, salvo que Dios por Su gracia especial
nos contenga,12

En consecuencia, el hombre pecador no puede hacer nada acep‐


table ante Dios:

¿Cómo es posible hacer algo bien a los ojos de Dios mientras


aún estamos en cautividad y esclavitud bajo el diablo, y el
diablo nos posee por completo, y sujeta nuestro corazón, de
manera que en ningún momento podemos conformarnos a la
voluntad de Dios?13

Según la comprensión de Tyndale, el pecado aprisiona a cada


incrédulo, y le impide cualquier movimiento hacia Dios. Él com‐
paró a cada recién nacido con una joven serpiente, llena de vene‐
no mortal listo para ser liberado. Tyndale escribió:

Así como una serpiente, aún joven, o que aún no ha nacido,


está llena de veneno, y en adelante (cuando llegue el momen‐
to y se presente la ocasión) no puede hacer otra cosa que pro‐
ducir sus frutos; y así como una víbora, un sapo o una cule‐
bra, son aborrecidos por el hombre, no por el mal que han
hecho, sino por el veneno que hay en ellos, y el daño que ine‐
vitablemente causan; así también nosotros somos aborreci‐
dos por Dios, por ese veneno natural que es concebido y nace
con nosotros, antes de que cometamos algún mal en el exte‐
rior.14

Tyndale sostenía que Satanás controla a todas las almas no


convertidas. Él creía que el poder de Satanás en el corazón de los
incrédulos provoca que ellos estén bajo su dominio:

La ley y la voluntad del diablo están escritas tanto en nuestro


corazón como en nuestros miembros, y corremos precipita‐
damente tras el diablo con total entusiasmo, y con la máxima
potencia de todas nuestras fuerzas, así como la piedra que es
arrojada al aire desciende naturalmente por sí misma, con
toda la violencia y la fuerza de su propio peso.15

La voluntad del hombre está esclavizada al príncipe de las ti‐


nieblas. Su capacidad volitiva está cautiva para hacer la volun‐
tad del diablo. Tyndale escribió:

El diablo es nuestro señor, y nuestro gobernante, nuestro


jefe, nuestro regente, nuestro príncipe y, más aun, nuestro
dios. Y nuestra voluntad está atada y ligada a la voluntad del
diablo más firmemente de lo que podrían atar cien mil cade‐
nas a un hombre a un poste.16
Tyndale rechazaba la falsa noción de la libertad de la voluntad
humana, afirmando que la voluntad del hombre es prisionera
del diablo. Tyndale sostenía que cada persona nace espiritual‐
mente muerta. Por lo tanto, cada persona no convertida está su‐
jeta al dominio del diablo:

El texto es claro: estábamos totalmente muertos, y sin vida ni


poder para hacer o conformarnos a lo bueno. Toda nuestra
naturaleza estaba cautiva bajo el diablo, y guiados a su volun‐
tad. Y éramos tan malvados como ahora lo es el diablo… y
consentíamos el pecado con alma y cuerpo, y odiábamos la
ley de Dios.17

Tyndale sostenía que el alma no convertida está poseída por las


lujurias depravadas del diablo mismo:

Siempre somos pecadores, aunque no de propósito y malicia


según la naturaleza de los demonios condenados, sino a causa
de la debilidad y fragilidad de nuestra carne.18

Aquellos que piensan que están sin pecado, insistía Tyndale, se


engañan a sí mismos. El que está espiritualmente ciego no puede
ver su necesidad de Dios y de su gracia:

Si pensamos que no hay pecado en nosotros, estamos engaña‐


dos y ciegos, y la luz de la Palabra de Dios no está en noso‐
tros.19

En suma, Tyndale afirmaba que toda la humanidad merece la


condenación eterna:

Todos somos pecadores sin excepción. Y la Escritura testifica


que somos pecadores condenados, y que nuestra naturaleza
es pecar. Esta naturaleza corrupta y envenenada, aunque co‐
mience a ser sanada, nunca, sin embargo, estará completa‐
mente sana hasta la hora de la muerte.20

Éramos pecadores y enemigos de Dios… nuestro corazón esta‐


ba tan muerto a todas las buenas obras como los miembros de
aquel cuya alma ha partido.21

Esta doctrina por sí sola puede dar cuenta del cruel trato que él
enfrentó en el mundo.
Tyndale aseveró que toda la raza humana es como un cadáver
sin alma y que está espiritualmente muerta. John Piper conclu‐
ye: “Esta visión de la pecaminosidad humana creó las condicio‐
nes para que Tyndale captara la gloria de la gracia soberana de
Dios en el evangelio”.22 Ésta es la inevitable condición en la que
existen todos los seres humanos no regenerados.

ELECCIÓN SOBERANA

Tyndale estaba comprometido con la enseñanza bíblica de la


elección soberana de Dios. Él creía que Dios actuó antes del co‐
mienzo del tiempo, por amor eterno, en la elección de un pueblo
al que salvaría. Dios puso su corazón en un pueblo, elegido de
entre la masa de la humanidad caída, para que sea de su propie‐
dad. Esta elección del hombre no se basaba en alguna decisión
prevista al interior del hombre. Más bien fue por completo el li‐
bre ejercicio de la voluntad de Dios:

La predestinación… y la salvación nos han sido quitadas por


completo de nuestras manos, y puestas solamente en las ma‐
nos de Dios… pues somos tan débiles y tan indecisos que si de
nosotros dependiera, ciertamente ningún hombre se salvaría;
el diablo, sin lugar a dudas, nos engañaría.23

Tyndale tenía claro que Dios fijó sus afectos sobre sus elegidos
en la eternidad pasada. Él afirmó que Dios había elegido amarlos
de forma soberana con un amor salvífico. Tyndale también dijo
que Dios eligió amar a sus elegidos para su propia gloria y por el
bien de ellos:

Dios tiene siempre una disposición paternal hacia los miem‐


bros elegidos de su iglesia. Él los amó antes de que el mundo
comenzara, en Cristo.24

El fin de todas las cosas será para su gloria y para beneficio de


sus elegidos.25

Tyndale comprendía que fue Dios quien escogió primero a sus


elegidos, no los pecadores quienes primero lo eligieron a Él, y
que Dios hizo esta elección distintiva en la eternidad pasada. Es
decir, toda gracia salvadora se remonta a esta elección soberana
de Dios para salvación:

Dios los escogió [a los elegidos] primero, no ellos a Dios.26

En Cristo, Dios nos escogió, y nos eligió antes del comienzo


del mundo, nos creó de nuevo por la palabra del evangelio, y
puso su Espíritu en nosotros, para que por ello hiciésemos
buenas obras.27

La elección divina es para salvación, y no se debe explicar como


algo que es solamente para el servicio. La elección divina deter‐
mina que los elegidos ya no estarían en Adán, sino en Cristo.
Tyndale enseñó que la elección es para vida eterna:

Por gracia (es decir, como un favor) somos arrancados de


Adán, el fundamento de todo mal, y somos injertados en Cris‐
to, la raíz de todo lo bueno.28

Tú has sido elegido por causa de Cristo para heredar la vida


eterna.29

Tyndale explicó que la soberana elección conduce al conoci‐


miento personal de Cristo en el evangelio. Los elegidos son esco‐
gidos por Dios para conocer a Cristo:

En Cristo Dios nos amó a nosotros, sus escogidos, antes de


que comenzara el mundo, y nos reservó para el conocimiento
de su Hijo y su santo evangelio.30

Tyndale creía que no todos los que asisten a la iglesia son con‐
tados entre los elegidos. Solo los escogidos de Dios conforman la
verdadera iglesia. Él explicó:

En la iglesia habrá una simiente carnal de Abraham y una es‐


piritual; un Caín y un Abel; un Ismael y un Isaac; un Esaú y
un Jacob; como ya he dicho, un trabajador y un creyente; una
gran multitud de aquellos que son llamados, y un pequeño re‐
baño de ellos que son elegidos y escogidos.31

Aunque muchos argumentan que la elección es una peligrosa


doctrina que debe ser temida y alejada de las personas, Tyndale
sostenía todo lo contrario. Él creía que esta verdad divina incen‐
tiva al predicador porque asegura el éxito final de su ministerio
de predicación. No importa qué tan endurecido pueda estar el
corazón del hombre, insistía Tyndale, la elección soberana ga‐
rantiza la recepción del evangelio:

Cuando Cristo es… predicado,… el corazón de aquellos que


son elegidos y escogidos comienza a ablandarse y se derrite
ante la abundante misericordia de Dios.32

En resumen, Tyndale creía que la elección soberana exalta a


Dios como digno de todo honor. Esta verdad separa a Dios del
hombre y lo sitúa por encima de él. Dios no está sujeto a la sabi‐
duría o la voluntad del hombre. Esta verdad de la elección in‐
condicional exalta a Dios como supremo gobernador sobre los
hombres:

¿Por qué Dios abre los ojos de un hombre y no los de otro? Pa‐
blo (Romanos 9) prohíbe que se pregunte por qué; porque es
demasiado profundo para la capacidad humana. Vemos que
Dios es honrado de esa manera, y su misericordia se manifies‐
ta y se hace más visible en los vasos de misericordia. Pero los
papistas no pueden soportar que Dios se guarde secretos. Han
investigado hasta llegar al fondo de Su ilimitada sabiduría. Y
como no pueden alcanzar ese secreto, y son demasiado orgu‐
llosos para dejarlo así, y reconocerse ignorantes, como los
apóstoles, que no conocían otra cosa que la gloria de Dios en
los elegidos, van y establecen el libre albedrío con los filóso‐
fos paganos, y dicen que el libre albedrío es la razón por la
que Dios elije a uno y no a otro, contradiciendo toda la Escri‐
tura.33

Tyndale afirmó que la elección soberana glorifica a Dios, pro‐


duce humildad en el hombre, inicia la salvación, y honra la Es‐
critura. Esta doctrina le dio a Tyndale una gran seguridad en to‐
dos sus esfuerzos, ya que dependía de Dios en todas las cosas.

REDENCIÓN PARTICULAR

Tyndale creía en la expiación vicaria de Jesucristo. Si bien sus


afirmaciones con respecto a la extensión de la muerte salvadora
de Cristo no son tan definitivas como las de los demás reforma‐
dores —en parte debido al hecho de que él fue principalmente
traductor bíblico, no comentarista o teólogo practicante—, él
afirmó la doctrina de que la muerte de Cristo fue ofrecida por la
redención de los que son elegidos por Dios desde antes de la fun‐
dación del mundo. También afirmó que Cristo, en la cruz, com‐
pró la salvación para todos los creyentes. Tyndale escribe: “La
sangre de Cristo nos ha comprado vida, y nos ha hecho herede‐
ros de Dios; de manera que el cielo llega por la sangre de Cristo.
Si pudieras llegar el cielo con los méritos y derechos de tus pro‐
pias obras, y más aun, despreciaras la sangre de Cristo, para ti la
muerte de Cristo sería en vano”.34 Aquí, el “nos” se refiere úni‐
camente a los creyentes.
La obra consumada de Cristo en la cruz, sostuvo Tyndale, pro‐
dujo una satisfacción real por el pecado: “Solo las obras de Cris‐
to te justifican y satisfacen el pago por tu pecado, no tus propias
obras”.35 La palabra clave en esta oración es “solo”, y se refleja
en el lema de la Reforma solus Christus, solo Cristo. Roma decía
que Cristo salva, pero siempre debe añadirse algo del hombre a
lo que Cristo hizo en la cruz para alcanzar la salvación. Tyndale
insistía en que la muerte sustitutoria de Cristo no puede ser
complementada con nada, no sea que hagamos inefectivo su sa‐
crificio. Ninguna obra humana puede añadirse a su obra consu‐
mada. Tyndale escribió: “La promesa de misericordia se te hace
por causa de la obra de Cristo, y no por causa de tus propias
obras”.36 La salvación es para promover la gloria de Cristo, no el
aplauso del hombre.
Tyndale enfatizó que la cruz de Cristo no fue simplemente algo
que hizo posible la salvación de aquellos seres humanos que se
arrepiniteran y confiaran en Él por fe, sino que en realidad Cris‐
to compró esa salvación para todo los que creerían en Él, asegu‐
rando así la vida eterna de esos elegidos. Él sostuvo: “Soy here‐
dero del cielo por gracia y por la adquisición de Cristo”.37 Si Cris‐
to compró la salvación para todos, entonces todos serán salvos.
Pero él murió por la iglesia verdadera, y solo los creyentes son
salvos. John Piper le atribuye a Tyndale la enseñanza de la “gra‐
cia soberana comprada con sangre”.38
Tyndale fue enfático al señalar que las obras humanas no con‐
tribuyen a la salvación del hombre: “Dios nunca prometió que
tus propias obras te salvarán; por lo tanto, la fe en tus propias
obras nunca puede calmar tu conciencia, o acreditarte delante
de Dios”.39 Una vez más, Tyndale escribió: “El cielo, la justifica‐
ción, el perdón, todos los dones de gracia, y todo lo que se les ha
prometido, lo reciben de Cristo, y gratuitamente por sus méri‐
tos”.>40
No hay nada que el hombre pueda hacer para ganar la vida
eterna. Toda la salvación es por Cristo solamente. “Él es nuestro
Redentor, Libertador, Reconciliador, Mediador, Intercesor,
Abogado, Defensor, Procurador, nuestra Esperanza, Consuelo,
Escudo, Protección, Guardián, Fortaleza, Salud, Satisfacción y
Salvación”.41 De principio a fin, Cristo lo es todo en la salvación
y es digno de alabanza y exaltación para que nadie pueda jactar‐
se en Su gloriosa presencia.

LLAMADO IRRESISTIBLE

Tyndale sostenía que la elección divina está vinculada de forma


inseparable al llamado irresistible del Espíritu. Él entendía que
la elección de las personas por parte de Dios conduce a la obra
del Espíritu en el nuevo nacimiento. Aquellos a quienes el Padre
ha elegido serán llevados por el Espíritu a una vida nueva. Ellos
detestarán su pecado, verán su necesidad de gracia, y creerán en
Cristo:

De toda la multitud de la naturaleza humana, a aquellos que


Dios ha elegido, y a aquellos a quienes les ha asignado miseri‐
cordia y gracia en Cristo, a ellos les envía su Espíritu. Él les
abre los ojos, les muestra su miseria, y los lleva al conoci‐
miento de sí mismos; de manera que se odian y aborrecen.42

Según Tyndale, el nuevo nacimiento es una obra soberana de


Dios. Él creía que la regeneración es un acto monergista de crea‐
ción divina en un alma espiritualmente muerta, lo cual significa
que Dios hace la obra sin la cooperación del individuo:

En… nuestro segundo nacimiento, somos obra y creación de


Dios en Cristo. De manera que, así como el que aún no ha
sido creado no tiene vida ni poder para actuar, tampoco lo te‐
níamos nosotros, hasta que fuimos hechos de nuevo en Cris‐
to.43
Donde no existe vida espiritual a causa de la pecaminosa natu‐
raleza del hombre, Dios debe crear vida nueva. Debe haber una
obra sobrenatural que revierta los afectos del corazón:

El Espíritu debe venir primero y despertarlo de su sueño con


el trueno de la ley para que le tema; debe mostrarle su deplo‐
rable condición y miseria, y hacerlo aborrecerse a sí mismo y
desear ayuda, y luego consolarlo nuevamente con la plácida
lluvia del evangelio.44

Tyndale creía que, en esta soberana obra del Espíritu, la fe sal‐


vadora viene exclusivamente de Dios. El hombre solo puede
creer cuando Dios lo capacita para confiar en Cristo:

La fe brota, no de la fantasía del hombre, ni está dentro de la


capacidad humana obtenerla; sino que es por completo el
puro regalo de Dios derramado de forma gratuita en noso‐
tros, sin ningún tipo de acción de nuestra parte, sin ningún
mérito o derecho, más aun, sin que nosotros lo busquemos. Y
es… un don y gracia de Dios, adquirido por medio de Cris‐
to.>45

Respecto a la gracia para creer, Tyndale afirmaba que no solo


la vida eterna es el don gratuito de Dios, sino también el don de
creer. Así, la salvación es totalmente por gracia. Tyndale escri‐
bió:

La verdadera fe es… el regalo de Dios; y se concede a los peca‐


dores después de que la ley ha pasado sobre ellos, y ha llevado
sus conciencias al borde de la desesperación y las penas del
infierno.46
En consecuencia, Tyndale rechazaba la falsa idea de que el
hombre tiene libre albedrío para creer en Cristo; esto le pareció
una imposibilidad debido a la muerte espiritual del hombre. Él
escribió:

Cuidado con la levadura que dice que tenemos poder en nues‐


tro libre albedrío, antes de la predicación del evangelio, para
merecer la gracia, para guardar la ley con coherencia, o que
Dios es injusto… Y cuando digan que nuestros hechos con la
gracia merecen el cielo, diles con Pablo (Romanos 6) que “la
vida eterna es don de Dios en Cristo Jesús, nuestro Señor”.47

El Espíritu concede fe salvadora a los pecadores elegidos, habi‐


litándolos para creer. La verdadera conversión ocurre cuando el
Espíritu despierta al pecador dormido de su muerte y le da fe
para creer en Cristo. Tyndale enseñó:

La Escritura atribuye tanto la fe y las obras, no a nosotros,


sino solo a Dios, el único a quien le pertenecen, y a quien le
corresponden; son dones suyos, y la obra propia de su Espíri‐
tu.48

Tyndale entendía que Dios debe conceder el don divino de la fe


salvadora antes de que el pecador pueda creer. El pecador depen‐
de completamente de Dios para su capacidad de creer. Así como
un niño no puede provocar su propio nacimiento físico, tampo‐
co puede el pecador provocar su propio nacimiento de arriba. La
regeneración es un acto soberano de Dios en el que levanta a los
muertos espirituales para que crean:

La voluntad no tiene participación alguna en la obra de fe en


mi alma, no más de la que tiene un niño en la procreación de
su padre: porque Pablo dijo: “Es el don de Dios”, y no algo
nuestro.49

Tyndale reconocía que Dios es el único iniciador de la regene‐


ración. El Espíritu primero debe iluminar y conceder fe antes de
que cualquier pecador pueda creer:

Nótese ahora el orden: primero Dios me da la luz para ver la


bondad y la justicia de la ley, y mi propio pecado e injusticia;
de este conocimiento brota el arrepentimiento… Entonces el
mismo Espíritu opera en mi corazón la fe y la confianza, para
creer en la misericordia de Dios y su verdad, que él hará como
ha prometido. Esta es la confianza que me salva.50

Tyndale afirmó que el Espíritu Santo debe crear una fe salva‐


dora en el corazón del pecador si es que él ha de creer en el evan‐
gelio. Cuando se predica la Palabra, enseñaba Tyndale, Dios con‐
cede fe salvadora al corazón de aquellos que creerán. En otras
palabras, la fe salvadora es dada por Dios mediante la predica‐
ción de la Palabra, la cual entra en el corazón incrédulo, y de for‐
ma simultánea la Palabra es creída. En ese momento, el pecador
es hecho libre de su esclavitud del pecado:

Cuando Su palabra es predicada, la fe se arraiga en los corazo‐


nes de los elegidos; y mientras entra la fe, y la palabra de Dios
es creída, el poder de Dios libera el corazón de la cautividad y
esclavitud del pecado.51

Una confianza firme en Cristo no ocurrirá hasta que Dios no


lleve a la persona al fin de sí mismo con el objeto de que confíe
plenamente en Él. Debe haber muerte al yo si es que habrá el na‐
cimiento de la fe en Cristo:

No es posible que Cristo venga a un hombre en tanto que este


confíe en sí mismo… o tenga alguna justicia propia, o rique‐
zas de obras santas.52

Este es el punto de división entre la teología católica y la pro‐


testante. Tyndale sostenía que los católicos romanos dicen: “El
libre albedrío del hombre es la razón por la que Dios escoge a
uno y no a otro, contradiciendo toda la Escritura. Pablo dijo que
no proviene de la voluntad, ni de hechos, sino de la misericordia
de Dios”.53 Tyndale muestra claramente el cisma entre católicos
y protestantes. Los primeros creen que el libre albedrío del hom‐
bre sustituye la elección de Dios, mientras que los últimos afir‐
man la total y absoluta soberanía de Dios.

Decir que el hombre caído tiene en sí mismo la capacidad de


creer, sostuvo Tyndale, es robarle la gloria a Dios. Él escribió:
“¿No es una descarada y perversa ceguera enseñar que un
hombre no puede hacer nada por sí mismo, y no obstante
atribuirles con presunción la mayor y más elevada obra de
Dios, aun el producir fe en sí mismos por sus propias fuerzas,
y a partir de su propia imaginación y pensamientos falsos?”.54

Desde antes de la fundación del mundo, Dios escogió a todos


los que estarían en Cristo, y Él llama a esos individuos hacia sí
mismo concediéndoles el don de la gracia y la fe para creer en Él.
Esta gloriosa verdad demanda la alabanza y la adoración a Cris‐
to, el único digno de toda honra en la salvación de su pueblo.
GRACIA PRESERVADORA

Tyndale afirmó la perseverancia de los santos, la doctrina de que


los elegidos en Cristo no pueden ser quitados de la mano del Pa‐
dre ni volver a caer en condenación. En palabras simples, todos
los que de verdad se arrepienten y creen en Cristo nunca caerán
de la gracia. Tyndale sostuvo: “Los elegidos de Dios no pueden
caer de manera que no vuelvan a levantarse, porque la miseri‐
cordia de Dios siempre los atiende, para librarlos del mal, así
como el cuidado de un padre cariñoso atiende a su hijo para
amonestarlo y protegerlo de las ocasiones, y llamarlo para que
regrese si ha ido demasiado lejos”.55 Pese a las dificultades que
Tyndale enfrentó de forma continua en esta vida, él se aferró
con firmeza a la gloriosa verdad de que todos los creyentes que
tropiezan y caen serán sostenidos por la sustentadora gracia de
Dios.
Con el resultado final garantizado, Tyndale enseñó que todos
los creyentes están seguros en Cristo por la eternidad: “La vida
eterna y todas las cosas buenas se prometen para la fe y la con‐
fianza; de manera que quien cree en Cristo estará seguro”.56 To‐
dos los que ponen su confianza en Cristo son salvos para siempre
de la condenación divina y son librados de la ira eterna venide‐
ra.
Tyndale aseveró que todos los creyentes pueden disfrutar de la
seguridad de su salvación. Él creía que un pecador convertido
“siente una misericordia, un amor y una bondad en Dios tan
grandes que está seguro en sí mismo de que no es posible que
Dios lo vaya a abandonar, o a retirarle su misericordia y amor; y
con confianza clama con Pablo, diciendo: ‘¿Quién nos separará
del amor con el que Dios nos ha amado?’”.57 Tyndale estaba con‐
vencido, por el testimonio de la Escritura, de que Dios nunca
abandonará ni apartará su amor de alguien que crea en Cristo.

UN LUGAR FIRME

Mientras Tyndale servía a Dios, él tenía una elevada visión de


Dios. Él creía firmemente que no hay restricciones externas para
Dios. El Señor Todopoderoso es libre de hacer como Él elija ha‐
cerlo de forma soberana. Nadie puede obligarlo a actuar de una
forma contraria a su prerrogativa divina. Tyndale escribió:
“Dios es libre y no está más obligado de lo que Él se obliga a sí
mismo”.58 Las únicas restricciones sobre Dios, sostenía él, son
las que Él se pone a sí mismo dentro de su propio carácter santo
y su perfecta voluntad.
Sin importar la oposición que enfrentó, Tyndale estaba confia‐
do en que Dios actúa libremente en la historia y ordena todos los
sucesos según su perfecto consejo. Aun los más grandes hom‐
bres, incluidos reyes y gobernantes, están sujetos a su suprema
voluntad: “Dios [tiene a] todos los tiranos en su mano, y no les
permite hacer lo que ellos quieran, sino únicamente tanto como
Él les asigna que hagan”.59
En otras palabras, Dios de forma soberana levanta a un gober‐
nante y rebaja a otro. Estos líderes divinamente designados solo
hacen lo que Dios les asigna que hagan. Esto incluía al rey de In‐
glaterra, Enrique VIII, quien se opuso a los esfuerzos de traduc‐
ción de Tyndale. Él escribió:

Dios pone al rey por cabeza sobre su reino; no obstante, le or‐


dena que ejecute las leyes sobre todos los hombres de forma
imparcial. Porque la ley es de Dios, no del rey. El rey no es
más que un servidor que ejecuta la ley de Dios… Dios ha pues‐
to a los gobernantes en el mundo… ellos han recibido sus car‐
gos de Dios, para ministrar y prestar servicio.60

Tyndale vio su vida entera como estando en sujeción a los


grandes propósitos de Dios, aun en sus horas de máxima adver‐
sidad. Mientras llevaba a cabo su atrevida misión, estas verdades
lo alentaron a asumir grandes riesgos con su vida a fin de reali‐
zar lo que él creía que era la voluntad de Dios. Él reconocía que
su labor solo avanzaría “si es la voluntad de Dios que yo siga tra‐
bajando en Su cosecha”.61 Sin importar lo que se levantara con‐
tra él, Tyndale estaba convencido de que los propósitos eternos
de Dios avanzaban según Su plan eterno y soberano. Con una
fuerte y apasionada confianza en Dios, Tyndale siguió adelante
en su tarea con una creciente fe en la dominante providencia del
Dios soberano. Serían estas doctrinas globales las que impulsa‐
rían su fe y le darían una inquebrantable confianza en Dios.
CAPÍTULO TRES

Comienza la
peligrosa tarea

Las traducciones de la Biblia estaban entre las más poderosas


agencias para la promoción de la Reforma. Lutero tradujo la
Biblia al alemán; Calvino hizo una traducción francesa. La
traducción de la Biblia al holandés fue de gran ayuda para la
Reforma en los Países Bajos. Ahora Tyndale emprendía la tra‐
ducción de la Biblia al inglés.
— B. K. KUIPER1

Si algo era William Tyndale, era audaz: un hombre con el valor


para enfrentar grandes riesgos en el cumplimiento de su peligro‐
sa misión para Dios. Un hombre que nunca se iba a sentar pasi‐
vamente ni se iba a acobardar ante la posibilidad de un viaje tur‐
bulento, Tyndale siempre estaba avanzando aun frente a la cre‐
ciente oposición mientras proseguía hacia su objetivo de pro‐
veerles a sus compatriotas una Biblia inglesa. Ningún obsequio
para un pueblo podría ser mejor que el regalarle la Escritura en
su propio idioma. Podría decirse que Tyndale hizo la mayor con‐
tribución a este movimiento que alteró la historia, la Reforma
Inglesa. Sin embargo, el regalo que le otorgó al mundo anglopar‐
lante no era barato. Fue posible con un gran costo para Tyndale,
quien renunció a una vida de comodidad y, finalmente, entregó
su propia vida.
La traducción de la Biblia Inglesa de Tyndale fue una labor exi‐
gente que no ocurrió de repente. Llegó en etapas sucesivas a lo
largo de toda una década. En 1525, Tyndale tradujo por primera
vez el Nuevo Testamento en Colonia, aunque su impresión fue
detenida de forma inesperada. En 1526, revisó su traducción y la
imprimió con éxito en Worms. Cuatro años después, en 1530,
Tyndale tradujo e imprimió los cinco libros de Moisés en Ambe‐
res. Al año siguiente, en mayo de 1531, Tyndale tradujo e impri‐
mió el libro de Jonás. Tres años después, Tyndale reimprimió su
traducción de Génesis y el Nuevo Testamento en Amberes. En
1535, se produjo otra edición mejorada del Nuevo Testamento en
Amberes. Ese mismo año, 1535, Tyndale tradujo de Josué a 2
Crónicas, libros que fueron publicados en forma póstuma por
John Rogers en la Biblia Matthew en 1537.
Habiendo examinado el invariable compromiso de William
Tyndale con la gracia soberana de Dios en la salvación, procede‐
remos ahora a examinar en mayor detalle sus esfuerzos por tra‐
ducir la Biblia para el mundo de habla inglesa.
A medida que comenzamos a rastrear la atrevida misión de
Tyndale, lo haremos yendo de forma cronológica a través de las
distintas etapas de su obra de traducción. Este capítulo se enfo‐
cará en la primera edición de Tyndale del Nuevo Testamento en
inglés, traducido del idioma griego original, y su intento de im‐
presión. Este esfuerzo inaugural en 1525 estableció un funda‐
mento firme sobre el cual Tyndale edificaría las subsiguientes
revisiones. Una larga travesía comenzaba con este paso inicial,
el primero en el camino para proveerle al pueblo inglés una sóli‐
da traducción de la Biblia desde el idioma griego original.

LLEGADA A ALEMANIA

Cuando llegó a Europa en 1524, Tyndale viajó de forma clandes‐


tina como un futuro fugitivo de la corona inglesa. Su movimien‐
to inicial a través del continente está nublado por la ambigüe‐
dad. Algunos estudiosos piensan que primero viajó a la ciudad
alemana de Hamburgo, donde lo hospedó una viuda, Margaret
Van Emerson, hasta que continuó hacia Colonia. Un destacado
biógrafo de Tyndale, J. F. Mozley, aduce que primero fue a Wit‐
tenberg, Alemania, donde los afamados reformadores Martín
Lutero y Philip Melanchton enseñaban en la Universidad de
Wittenberg. Mozley examinó los registros de esta institución y
encontró un nombre interesante bajo la fecha del 27 de mayo de
1524: Guillelmus Daltici ex Anglia. Mozley especula que el nom‐
bre es un anagrama latinizado de “William Tyndale de Inglate‐
rra”2 que Tyndale utilizó para ocultar su identidad y mantenerse
en el anonimato.
Si esta inscripción realmente es de Tyndale, entonces es proba‐
ble que interactuara con Lutero y Melanchthon con respecto a la
obra de Dios en Europa. Sin duda habrían hablado sobre la tra‐
ducción de la Escritura al idioma de sus respectivos pueblos.
Apenas uno o dos años antes, en 1522, Lutero había completado
su traducción del Nuevo Testamento al alemán. El tiempo de
Tyndale en Wittenberg también ayudaría a explicar su recién
adquirido conocimiento del hebreo, porque él no conocía el idio‐
ma del Antiguo Testamento antes de dejar Inglaterra.
Tyndale habría permanecido en Wittenberg nueve o diez me‐
ses, hasta alrededor de abril de 1525. Durante este tiempo, puede
que haya trabajado en su traducción inglesa del Nuevo Testa‐
mento. Desde ahí, Tyndale habría regresado a Hamburgo para
enviar a buscar su dinero a Inglaterra en preparación para la im‐
presión de su nueva obra.
Teniendo ya los recursos financieros, el tiempo había llegado
para que Tyndale imprimiera su Nuevo Testamento en inglés. Al
considerar sus opciones, eligió la ciudad alemana de Colonia
para la operación de impresión. La ciudad daba empleo a mu‐
chos impresores capaces de producir y encuadernar una gran
cantidad de ejemplares de la traducción inglesa de Tyndale. Pero
en muchos sentidos, Colonia era una elección improbable como
lugar para imprimir una traducción inglesa del Nuevo Testa‐
mento. Solo cuatro años antes, el 18 de abril de 1521, Lutero ha‐
bía sido juzgado en Worms, a unos 150 kilómetros de Colonia,
donde había sido condenado por Roma como hereje. Cuando lle‐
gó Tyndale, Colonia era un bastión católico bajo el rígido lide‐
razgo del arzobispo elector católico.
Colonia representaba todo lo que Tyndale había rechazado en
Inglaterra. Esta ciudad pro-católica olía a las huecas supersticio‐
nes religiosas de Roma. Los peregrinos acudían en masa para ver
sus reliquias y santuarios idólatras; las indulgencias eran pues‐
tas en venta por sacerdotes no convertidos. Sobre la ciudad se
imponía la Catedral de Colonia, una de las estructuras más gran‐
des sobre la tierra. La construcción había comenzado tres siglos
antes, y seguía inconclusa en los días de Tyndale. No fue sino
hasta el siglo XIX, tras siglos de inactividad, que este ambicioso
proyecto sería concluido. La catedral supuestamente albergaba
los huesos de los magos que visitaron a Cristo en su nacimiento.
Los restos esqueléticos eran orgullosamente exhibidos en el más
grande sarcófago de oro de Europa. Ésta era Colonia: romanista,
papista, religiosa, supersticiosa, y perdida.
Como un acto de resistencia a la Reforma, las autoridades de
Colonia emitieron una orden judicial que castigaba a todos los
autores de “herejía reformada” en Colonia, así como a sus im‐
presores. Roma estableció un comité local de sacerdotes y teólo‐
gos para que censuraran todas las obras que no se ajustaban a la
doctrina católica. La traducción e impresión de cualquier libro
sin la autorización de la iglesia católica estaban estrictamente
prohibidas. No mucho antes, los libros y panfletos de Lutero ha‐
bían sido quemados públicamente en los escalones frontales de
esta catedral.
Fue en este ambiente hostil adonde Tyndale llegó para impri‐
mir su traducción del Nuevo Testamento en inglés. Él eligió Co‐
lonia porque era un próspero centro de comercio que poseía el
más grande mercado de cualquier ciudad de Alemania. Puesto
que era un lugar de reunión de comerciantes internacionales,
era poco probable que la presencia de otro inglés como Tyndale
despertara sospechas. El constante flujo de actividad comercial
le facilitó a Tyndale la transferencia de fondos desde Londres
para financiar su impresión.
Colonia además estaba posicionada sobre el Río Rin, lo que
daba acceso al Mar del Norte, y por lo tanto a los puertos ingle‐
ses. Esto hacía mucho más fácil el embarque de las Biblias que si
tuvieran que transportarse por tierra. Una ruta terrestre habría
implicado carruajes primitivos, caminos enlodados, y habría su‐
jetado el envío a inesperadas inspecciones del gobierno, aumen‐
tando el riesgo de un arresto y una posible muerte. El envío de
las Biblias por mar era un medio de transporte inmensamente
superior.
Además, Colonia ofrecía una vasta selección de imprentas que
Tyndale podía elegir para su proyecto. También había una am‐
plia variedad de libreros en Colonia que mantenían a los impre‐
sores de la ciudad en un negocio lucrativo. Aunque Colonia era
una ciudad católica, algunos impresores locales estaban dispues‐
tos a correr el riesgo de ser arrestados por imprimir obras refor‐
madas con tal de obtener alguna ganancia. A las autoridades ca‐
tólicas les resultaba difícil supervisar cada proyecto de impre‐
sión. A fin de permanecer encubiertos, muchos impresores im‐
primían obras controversiales sin portada, omitiendo así sus
nombres. Por esos motivos, Colonia era ideal para esta ambicio‐
sa obra. Tyndale comenzaría aquí su audaz proyecto en las mis‐
mísimas puertas del infierno.

LA PRIMERA IMPRESIÓN

Tyndale fue donde Peter Quentell para que llevara a cabo la ta‐
rea de impresión de su Nuevo Testamento. Quentell era un im‐
presor de segunda generación que había aprendido el oficio de
su padre, un notable impresor. Tyndale comenzó este proyecto
dándole a Quentell el evangelio de Mateo en inglés. Es posible
que también le haya dado el evangelio de Marcos como el si‐
guiente libro en la línea. Se esperaba imprimir entre tres mil y
seis mil copias, aunque es probable que ellos convinieran en tres
mil.
La impresión del Nuevo Testamento de Quentell era sofisticada
para la época. El evangelio de Mateo comienza dramáticamente
con un retrato grabado en madera del Apóstol a página comple‐
ta. Se muestra a Mateo con una pluma en la mano, impregnando
su instrumento de escritura en un tintero sostenido por un án‐
gel. En cada división de los capítulos hay grandes ilustraciones.
Los márgenes interiores están llenos de referencias bíblicas cru‐
zadas que guían al lector interesado a otros pasajes de apoyo. Los
márgenes exteriores están salpicados de explicaciones expositi‐
vas del texto bíblico. En las notas de estudio hay asteriscos que le
identifican al lector el pasaje específico que está siendo explica‐
do. La Biblia de Tyndale tiene un sorprendente parecido con el
Testamento de Septiembre de Lutero, impreso tres años antes.
El Nuevo Testamento de Tyndale, sin embargo, fue impreso en
un tamaño más pequeño que la versión de Lutero. Pretendía ser
lo bastante compacto como para pasar inadvertido. Después de
todo, tener una copia de esta obra era ilegal.
Tanto la traducción como la impresión se realizaron bajo un
velo de absoluto secreto. Tyndale conocía demasiado bien las se‐
veras consecuencias que le ocurrirían si era atrapado llevando a
cabo su misión. En consecuencia, esta primera versión de la Bi‐
blia de Tyndale fue impresa sin portada. Esto permitiría que la
identidad de Tyndale permaneciera desconocida y ayudaría a
proteger su seguridad. Además, no llevaba el nombre ni la ciu‐
dad del publicador, para proteger a Quentell en este arriesgado
proyecto.
Con la salida de la primera hoja de la prensa, aún húmeda por
la tinta, en la imprenta de Quentell, por primera vez se ponía la
Palabra de Dios impresa a disposición del hombre común en in‐
glés. La Escritura ya no estaría oculta bajo la apariencia de otro
idioma.
Tyndale no pudo llevar a cabo esta heroica tarea solo. A su lado
estaba otro inglés, William Roye, quien actuaba como su asisten‐
te personal. Roye, al igual que Tyndale, era un hombre de Cam‐
bridge con ideales reformados. Era un fraile franciscano de
Greenwich que se había convertido en renegado de la Iglesia Ca‐
tólica y huyó en búsqueda de seguridad al continente europeo.
Estudió bajo Lutero en la Universidad de Wittenberg, y se gra‐
duó en junio de 1525. Si Tyndale efectivamente viajó a Witten‐
berg, es allí donde habría hecho contacto con Roye.
En sus escritos, Tyndale explicó que había estado esperando
que otra persona se le uniera en Europa. Esta persona no identi‐
ficada probablemente vendría de Inglaterra. De haber sido así,
se ha conjeturado que esta persona era Miles Coverdale, el poste‐
rior compilador de la Biblia Coverdale. Aunque Tyndale estaba
esperando a esta otra persona, Roye se le acercó y le ofreció su
ayuda.3 Tyndale aceptó su ofrecimiento, y ambos comenzaron
esta peligrosa labor juntos. El deber de Roye sería ayudar a pre‐
parar la traducción de Tyndale para la prensa.
La sociedad entre Tyndale y Roye, no obstante, fue incómoda y
a menudo tensa. Tyndale describió a Roye como una persona
“astuta”, por lo que le costaba confiar en él. Dada la naturaleza
secreta de su trabajo, esta latente sospecha fue perjudicial para
Tyndale. Roye, afirmó Tyndale, tenía una lengua “no solo capaz
de volver a los tontos completamente locos, sino también de en‐
gañar al más sabio”.4 Aunque finalmente se separarían, Roye
trabajó junto a Tyndale durante la impresión de la primera edi‐
ción del Nuevo Testamento en Colonia.

FUENTE PARA LA TRADUCCIÓN


La principal fuente para la traducción del Nuevo Testamento de
Tyndale fue el recién compilado texto griego producido por el
erudito humanista Desiderio Erasmo de Rotterdam. Tyndale
trabajó a partir de la tercera edición de Erasmo, compilada me‐
nos de diez años antes. Su trabajo en el idioma original distin‐
guía su traducción de lo que el profesor de Oxford John Wycliffe
había realizado ciento cuarenta años antes. Debido a que trabajó
exclusivamente a partir de la Vulgata latina, la obra de Wycliffe
era limitada en cuanto a precisión. El Nuevo Testamento de
Tyndale fue la primera traducción inglesa desde el texto griego.
El Nuevo Testamento había sido escrito en griego koinē, la len‐
gua común del siglo I. Esta forma de griego era la más usada en
la región mediterránea oriental. Los primeros cristianos utiliza‐
ron además una versión griega del Antiguo Testamento llamada
la Septuaginta. Alrededor de principios del siglo V, el erudito Je‐
rónimo (c. 347-420) tradujo el griego y el hebreo a la lengua
franca de su tiempo, el latín. Este texto se hizo conocido como la
Vulgata, de la palabra latina vulgar, en referencia a la lengua co‐
mún del pueblo. Con el paso del tiempo, la Iglesia Católica adop‐
tó la Vulgata como su texto oficial de la Escritura, con tal autori‐
dad que sustituía al griego y al hebreo o a cualquier traducción
de lenguaje común. La Vulgata se difundió por el Imperio Roma‐
no, incluidas las Islas Británicas durante los siguientes mil años.
La Vulgata tuvo éxito porque el latín era la lengua común del
Imperio Romano. Sin embargo, el griego y el latín son idiomas
muy distintos. El latín no puede comunicar el significado preci‐
so del griego original. En consecuencia, la traducción del Nuevo
Testamento de la Vulgata resultó insuficiente para transmitir el
verdadero significado del texto griego.
Con la llegada del Renacimiento, nació un nuevo grupo de eru‐
ditos europeos. Estos pensadores manifestaron su descontento
con la vaguedad de la Vulgata. Entre otros de sus efectos, el mo‐
vimiento intelectual del renacimiento dio origen a un renovado
interés por el idioma griego. Cuando se examinó la Vulgata y se
le contrastó con el original griego, se encontró que era deficien‐
te. Y así, guiado por el amor a las lenguas originales e impulsado
por el estimulante clima intelectual de su tiempo, Erasmo viajó
por Europa con el fin de compilar los mejores manuscritos anti‐
guos de la Biblia en los idiomas latín y griego. El Nuevo Testa‐
mento de Erasmo se titulaba Novum instrumentum, “nuevo ins‐
trumento”. Este texto nuevo para el Nuevo Testamento debía
ser su “nuevo instrumento” para llevar a cabo una reforma en la
educación de la iglesia. Publicado en 1516, fue la primera traduc‐
ción latina nueva del Nuevo Testamento en más de mil años. Re‐
sultó popular, pues de 1516 a 1522 se vendieron 3.300 copias del
Novum instrumentum. Erasmo puso la versión latina en parale‐
lo con su texto griego compilado.
Por primera vez que se imprimía el texto griego de la Escritura.
Este Nuevo Testamento griego se convirtió en el fundamento de
cada versión nueva de la Escritura traducida a un idioma euro‐
peo durante muchos de los años siguientes. Es el texto que Lute‐
ro usó en 1521-1522 para traducir el Nuevo Testamento al ale‐
mán. Se decía que Erasmo había puesto el huevo, pero Lutero lo
quebró y lo dio a su pueblo. Asimismo, el texto griego de Erasmo
fue la base de la traducción de Tyndale del Nuevo Testamento al
inglés.
Además del texto griego de Erasmo, Tyndale tenía en frente la
nueva traducción al alemán del Nuevo Testamento de Lutero.
Después de la Dieta de Worms, Lutero fue secuestrado por sus
amigos y llevado al Castillo de Wartburg. Estando allí tradujo la
Biblia desde el original griego al idioma alemán. Lo hizo bajo la
protección de Federico III, elector de Sajonia, y lo hizo con in‐
creíble rapidez, ya que completó su proyecto en solo once sema‐
nas, de diciembre de 1521 a febrero de 1522. Melanchthon, un
erudito en griego, y otros especialistas en lingüística editaron la
obra de Lutero un tiempo después. Copias de su Nuevo Testa‐
mento empezaron a salir de la prensa en septiembre de 1522. En‐
tre dos mil a cinco mil copias se imprimieron para diciembre .
El Nuevo Testamento de Lutero fue inmensamente popular en
las áreas protestantes de toda Alemania. Esta extendida acepta‐
ción trajo como consecuencia el desarrollo de una forma escrita
estandarizada del idioma alemán. Hacia 1534, Lutero y otros tra‐
dujeron el Antiguo Testamento y lo imprimieron. Se publicaron
ochenta y siete ediciones del Nuevo Testamento de Lutero en el
dialecto del alto alemán y unas diecinueve ediciones se impri‐
mieron en el dialecto del bajo alemán. En un tiempo bastante
corto, se habían vendido más de doscientas mil copias, una
asombrosa distribución.
Tyndale, quien hablaba alemán, consultó la segunda y la terce‐
ra edición del Testamento de Septiembre de Lutero, como se le
llamaba la edición de 1522. Mientras la traducía al inglés, Tynda‐
le usó mucho de lo que encontró útil en la Biblia alemana. Si
bien seguía el texto griego como su fuente primaria, el alemán
de Lutero le pareció a Tyndale una útil fuente secundaria. No
obstante, Tyndale demostró su propia capacidad al hacer su tra‐
bajo de traducción, difiriendo a menudo de Lutero en su elec‐
ción de palabras y frases.
Como ya lo he mencionado, Tyndale también se apoyó en la
versión latina mejorada de Erasmo. Esta nueva versión del texto
latino contenía unas cuatrocientas alteraciones del texto de la
Vulgata. Erasmo había recorrido los monasterios de Europa y
había reunido los mejores manuscritos disponibles en su inten‐
ción de mejorar la Vulgata de Jerónimo. Con esta versión latina
moderna, que apareció con la versión griega de Erasmo, Tyndale
tenía otra referencia para hacer comparaciones. La nueva ver‐
sión latina fue completada en 1516, el año anterior al comienzo
de la Reforma.
B. F. Westcott, quien más tarde editó un influyente texto críti‐
co del Nuevo Testamento griego, notó la dependencia de Tynda‐
le de la versión latina del Nuevo Testamento de Erasmo: “Existe,
no obstante, otra autoridad que tuvo gran influencia sobre Tyn‐
dale aparte de la Vulgata o Lutero. El texto griego del Nuevo Tes‐
tamento publicado por Erasmo, que Tyndale necesariamente
usó, iba acompañado de una versión latina original en la que
Erasmo vertió fielmente el texto que había impreso. Tyndale si‐
gue esta traducción con mucha frecuencia”.5
No hay indicios de que Tyndale consultara el Nuevo Testamen‐
to de John Wycliffe en el desarrollo de su labor de traducción.
Esta primitiva versión inglesa había sido traducida casi un siglo
y medio antes por el profesor de Oxford que inició el movimien‐
to lolardo en la Inglaterra del siglo XIV. Es posible que Tyndale
no haya querido ser influenciado por la elección de las palabras
inglesas de Wycliffe. En lugar de ello, él quería escoger las mejo‐
res palabras inglesas que transmitieran el idioma original. Pues‐
to que no tuvo acceso a otra traducción inglesa, la obra de Tyn‐
dale era completamente original.
CARACTERÍSTICAS DE LA PRIMERA EDICIÓN

Las primeras hojas del Nuevo Testamento de Tyndale que salie‐


ron de la prensa a fines de agosto de 1525 eran de su prólogo.
Tyndale comienza dando una bienvenida al lector y luego de‐
fiende la necesidad de una versión inglesa. Él explica qué son los
dos testamentos y muestra la relación entre la ley y el evangelio.
Tyndale también brinda un resumen de la teología de Lutero,
enfocándose especialmente en la justificación solo por la fe. Lue‐
go pasa a un extenso tratamiento de la depravación del hombre
y la naturaleza del pecado. Aquí es donde Tyndale se extiende
sobre el prólogo de Lutero de su traducción alemana. Tyndale
usa a menudo las palabras de Lutero, pero quita algunos de los
pensamientos del reformador alemán para ahondar en otras ver‐
dades.
En el prólogo, Tyndale usa los escritos y la teología de Lutero
para informar su propio pensamiento. Toma las ideas de Lutero
y las expande usando sus propias palabras. Tyndale hace una in‐
troducción a varias doctrinas importantes, muy especialmente
la justificación por fe. Hace un marcado contraste entre la ley y
el evangelio. Comienza por la ley, mostrando la necesidad del
evangelio, y pasa directamente a abordar la gracia de Dios en el
evangelio. Si bien Tyndale usa sus propias palabras, los escritos
de Lutero son una guía constante. Tyndale luego expone el evan‐
gelio de Jesucristo con gran claridad.
Este prólogo al Nuevo Testamento de Tyndale es su primer es‐
crito confirmado del cual aún tenemos una copia original. Él es‐
cribe con constante referencia a la Biblia, utilizando lenguaje es‐
critural y con muchas alusiones bíblicas. Escribe como alguien
que está profundamente inmerso en la Biblia. Tyndale no estaba
solo traduciendo las Escrituras, sino que estaba absorbiéndolas
él mismo. Él declara en el prólogo:

Aquí he traducido (queridísimos hermanos y hermanas y


afectuosamente amados en Cristo) el Nuevo Testamento
para vuestra edificación, consolación, y solaz espiritual. Ex‐
horto de inmediato y ruego a aquellos que son más hábiles en
las lenguas que yo, y que poseen dones de gracia superiores a
los míos para interpretar el sentido de la Escritura y el signi‐
ficado del Espíritu, que consideren y evalúen mi labor, y lo
hagan con un espíritu de mansedumbre. Y si en algún lugar
advierten que no he logrado el verdadero sentido de la len‐
gua, o el significado de la Escritura, o no he usado la palabra
inglesa correcta, que se den a la tarea de enmendar el error,
recordando que es su deber hacerlo. Pues no hemos recibido
los dones de Dios solo para nosotros, o para esconderlos, sino
para entregarlos para la honra de Dios y de Cristo, y para la
edificación de la congregación, que es el cuerpo de Cristo.6

Al hacer la lista de los libros del Nuevo Testamento, Tyndale


difiere del enfoque de dos niveles de Lutero. En su Biblia alema‐
na, Lutero elevó al nivel superior a los cuatro Evangelios y He‐
chos, junto con las epístolas de Pablo, Pedro y Juan. En el nivel
inferior incluyó a Hebreos, Santiago, Judas, y Apocalipsis. Por el
contrario, Tyndale afirma la igual importancia de cada uno de
los veintisiete libros canónicos del Nuevo Testamento.
El eminente estudioso de Tyndale, David Daniell, escribe: “El
prólogo que escribió a la Biblia es uno de los documentos más
importantes de Tyndale. Es, por así decirlo, su primer manifies‐
to… Ese prólogo es casi en su totalidad una exposición teológica
de la Escritura”.7 Tan importante era este prólogo, que más tar‐
de Tyndale lo expandió y lo publicó por separado con el título A
Pathway into the Holy Scripture (Un camino hacia las Sagradas
Escrituras).
Tyndale escribe su prólogo mientras traduce, con un vocabula‐
rio llano y fácil de entender. Sus ideas no son abstractas ni va‐
gas, sino concretas y estructuradas. Su pensamiento es organiza‐
do y fácil de seguir. Con un lenguaje y sintaxis imponentes,
rehúsa emplear palabras complejas y evita la rigidez de los tér‐
minos técnicos. El genio de Tyndale radica en su capacidad de
afirmar verdades profundas de formas lúcidas. Daniell comenta:
“El propósito no es deslumbrar con ornamentos y floreos verba‐
les, sino ser claro para el oyente más humilde”.8 El objetivo de
llevar la Palabra de Dios a la gente común siempre estuvo pre‐
sente en Tyndale.
Mientras Tyndale traducía el Nuevo Testamento, lo hacía sin
la ayuda de un diccionario del idioma inglés que lo asistiera en la
ortografía y las definiciones. De hecho, un diccionario de ese
tipo no existía todavía. Su asistente, William Roye, estaba a su
lado y su tarea principal era ayudarle con los asuntos físicos y
prácticos del proyecto. Sin embargo, Roye, que tenía una buena
educación, también habría estado disponible para consultas lin‐
güísticas.
Tyndale, no obstante, se mantuvo virtualmente solo en esta la‐
bor, dirigido solo por la mano guía de Dios. Brian Moynahan
describe el proceso de traducción de Tyndale de la siguiente for‐
ma:

La fuente primaria de Tyndale era el Nuevo Testamento en


griego de Erasmo, ya en su tercera edición para 1524, junto
con la traducción y notas latinas que acompañaban el texto
griego. También tenía la Vulgata Latina, y el Testamento de
Septiembre de Lutero de 1521. No contaba con la Biblia de los
lolardos. Tyndale dijo que no tenía a nadie a quien “falsifi‐
car” o imitar; “tampoco”, añadió, “contaba con la ayuda del
inglés de nadie que hubiese interpretado antes lo mismo o
algo por el estilo en la Escritura.9

Tyndale tradujo el texto griego al inglés con extraordinaria ap‐


titud y destreza. Su talento único se hizo evidente al traducir de
una manera personal y directa. Él utilizó las palabras de uso dia‐
rio en la vida laboral a fin de que su obra fuese entendida por el
hombre común. Además, escogió bien sus palabras y las ordenó
en oraciones simples para facilitar la comprensión. No escribió
para la elite univesitaria, sino para el hombre de la calle. Tynda‐
le escribió con el propósito de llevar la verdad de la Escritura a
las masas de la gente común. Su estilo era contemporáneo, pero
también digno. Su obra fijó la norma para todas las traducciones
inglesas que le seguirían.
Tyndale no solo tradujo las palabras de la Escritura, sino que
además proporcionó notas explicativas en el margen externo de
muchas páginas de su Nuevo Testamento. Por ejemplo, en los
primeros veintidós capítulos del evangelio de Mateo, hay noven‐
ta notas al margen. Estos comentarios proveen una interpreta‐
ción útil que ayuda al lector a comprender el texto bíblico. El ob‐
jetivo del reformador inglés era instruir; él pretendía ayudar al
lector a entender la intención del autor del pasaje.
Las notas de Tyndale son concisas, especialmente comparadas
con las notas de estudio más extensas de Lutero. Tal como lo
hizo con la traducción del reformador alemán, Tyndale utilizó
las notas de Lutero como ayuda —dos tercios de los noventa co‐
mentarios en Mateo 1-22 de la traducción de Tyndale son de Lu‐
tero— pero a menudo las abrevió o las modificó. El tono de Tyn‐
dale tiene también un énfasis distinto al de Lutero, pues es me‐
nos polémico. Cuando el reformador alemán explica la Escritu‐
ra, suele ser combativo. Lutero a veces parecía complicarse sin
necesidad al insertar comentarios contra el papado y el sacerdo‐
cio. Tyndale, por su parte, escribe de manera más expositiva.

UN CONTRATIEMPO MOMENTÁNEO

Mientras las prensas trabajaban, ocurrió una interrupción ines‐


perada. Después de imprimir las primeras diez hojas, funciona‐
rios del gobierno irrumpieron en la imprenta. La redada detuvo
de inmediato la operación encubierta. Las autoridades de la ciu‐
dad habían sido alertadas acerca del trabajo clandestino e inva‐
dieron el lugar para detenerlo. Dado que imprimir la Biblia en
inglés se consideraba una herejía, la obra se detuvo del todo. La
impresión había llegado hasta Mateo 22:12 cuando fue cortada
de repente. Todos los materiales que quedaban en la imprenta
fueron confiscados y pasaron a ser propiedad oficial del gobier‐
no local.
La última hoja que se había completado estaba señalada con la
letra H. La H es la octava letra del alfabeto inglés, por lo que sig‐
nificaba que esa era la octava hoja impresa. Cada hoja era corta‐
da en ocho páginas distintas. Esto significa que se había impri‐
mido un total de ochenta páginas del Nuevo Testamento. Apro‐
ximadamente la mitad de lo que se había imprimido era el prólo‐
go de Tyndale.
Las autoridades de la ciudad intentaron arrestar a Tyndale y
Roye. Su captura habría significado una muerte segura para es‐
tos dos ingleses subversivos. Pero Tyndale y su asistente consi‐
guieron escapar antes de que pudieran atraparlos. También pu‐
dieron reunir algunas de las páginas impresas y huyeron con
ellas. En su retirada, viajaron río arriba por el Rin hacia Worms.
Tyndale continuó su secreta labor de traducción e impresión
desde allí. Seis meses después, en 1526, salía de la prensa una co‐
pia completa de su Nuevo Testamento.
Hoy solo queda un juego de estas ocho hojas terminadas del
Nuevo Testamento de Colonia. Contiene todo lo que Quentell
había impreso, comenzando por el prólogo e incluyendo Mateo
1:1-22:12. Las hojas sueltas fueron unidas en forma de libro en el
siglo XIX y permanecen en la Biblioteca Británica. Esta edición
de Colonia del Nuevo Testamento de Tyndale era la obra en que
por primera vez alguna porción del Nuevo Testamento se tradu‐
cía del original griego y se imprimía en inglés. Aunque solo se
imprimieron algunas pocas páginas, estas pocas hojas fueron
distribuidas en Inglaterra y ayudaron a difundir la causa de la
Reforma. Con el tiempo, estas verdades se extenderían por el
mundo, influenciando las generaciones que vendrían.
Muchos de ustedes que leen estas páginas saben algo de las difi‐
cultades que se enfrentan al buscar la voluntad de Dios. Puede
que algunos estén deambulando, como en una densa niebla, sin
tener la certeza de saber si podrán siquiera avanzar en el cumpli‐
miento de la voluntad de Dios. Otros de ustedes estarán comen‐
zando una tarea que creen que les ha sido dada por el Señor,
pero ya quieren abandonar la causa porque su comienzo ha sido
infructuoso o ha encontrado gran oposición. Están comenzando
a dudar si es que se trata de la misión de Dios para ustedes debi‐
do a esa falta de éxito y la oposición que enfrentan. ¿Es posible
que esa sea tu situación?
Espero que aprendamos de la vida y fortaleza de William Tyn‐
dale. Aun cuando la imprenta fue invadida y su trabajo abrupta‐
mente detenido, él perseveró y siguió trabajando hasta el final.
Este inglés no tocó la señal de retirada, ni retrocedió siquiera un
paso de su propósito de llevar la Palabra de Dios a la gente co‐
mún. Que cada uno de nosotros sigamos adelante sirviendo al
Señor en lo que Su Palabra nos manda, siempre avanzando con
nuestra mirada puesta al frente, y nunca mirando atrás. No
cuestionemos la soberana mano de Dios. Más bien, fijemos la
mirada en Dios y ocupémonos, dondequiera que Él nos haya
puesto, en la labor para la que nos ha capacitado. Que, por Su
gracia y para Su gloria, podamos realizarla fielmente hasta su
culminación.
CAPÍTULO CUATRO

Nuevo Testamento
para un labrador

En todos los pueblos y aldeas del país de Tyndale se abrieron


las páginas sagradas, y los dichosos lectores encontraron allí
aquellos tesoros de paz y gozo que el mártir había conocido.
Muchos dijeron con él: “Sabemos que esta Palabra es de Dios
como sabemos que el fuego quema; no porque alguien nos lo
haya dicho, sino porque un fuego divino consume nuestros
corazones”… Tyndale había deseado envolver el mundo en
llamas con la Palabra de su Señor, y ese fuego estaba encendi‐
do.
—J. H. MERLE D’AUBIGNÉ1

William Tyndale era un hombre enfocado y decidido, una figura


indomable que no pudo ser disuadida de proveer una Biblia en
inglés para su tierra natal. El empeño inicial de Tyndale por im‐
primir su Nuevo Testamento en Colonia en 1525 fue detenido de
forma inesperada por una incursión en la imprenta. Un hombre
inferior podría haberse rendido, concluyendo que su tarea no
debía ser la voluntad de Dios. Pero no fue así con Tyndale. La
idea de abandonar su misión encomendada por Dios era comple‐
tamente ajena a este valiente reformador. El sentido de deber
para con Dios no pudo ser apagado. Abandonando toda precau‐
ción, Tyndale huyó rápidamente hacia el sur desde Colonia a
Worms para evitar el arresto por parte de los oficiales que inten‐
taban acabar con su empresa ilegal. Tyndale estaba resuelto a
traducir el Nuevo Testamento al inglés a cualquier costo. Su ob‐
jetivo permaneció inalterable: permitir que un labrador conocie‐
ra la Escritura tanto como el papa.
Lo que encendía esta intensa pasión en el alma de Tyndale era
su convicción fundamental de que la fe salvadora requiere del
conocimiento de la verdad, el cual requiere que uno tenga la Pa‐
labra de Dios en su propio idioma. Nadie puede entrar en el rei‐
no de Dios, sostenía él, sin conocer la verdad del evangelio. Si el
pueblo inglés iba a poseer el conocimiento salvador de Jesucris‐
to, la firmeza de Tyndale lo llevaba a reconocer que era crucial
contar con la Escritura en inglés. Más aun, él creía que ningún
cristiano puede ser santificado sin la Palabra, lo cual hacía aun
más importante una traducción al inglés. Tyndale quería conse‐
guir que la Escritura estuviese abierta y a disposición del pueblo
inglés, y quería poner la Biblia en manos de ellos, para que sus
propios ojos la leyeran.
Para acrecentar su sentido de urgencia, Tyndale ya había sido
testigo de que los líderes de la Iglesia Católica Romana no cono‐
cían ni siquiera las verdades más básicas con respecto a la salva‐
ción. Los mismos sacerdotes eran muy ignorantes de la Escritu‐
ra: ciegos guías de ciegos. En consecuencia, Inglaterra se sofoca‐
ba en una niebla espiritual. Había una agobiante hambre de la
Palabra del Señor en el país.
La misión delante de Tyndale estaba clara. Él estaba muy an‐
gustiado por el destino eterno del mundo angloparlante. Una Bi‐
blia en inglés no era algo opcional, sino imperativa. Sin la Biblia
en inglés, afirmó Tyndale, el predicador podría igualmente estar
hablando a cerdos:

Realmente es tan bueno predicarla a los cerdos como a los


hombres si se la predica en una lengua que ellos no entien‐
den. ¿Cómo me prepararé para los mandamientos de Dios?
¿Cómo estaré agradecido de Cristo por su bondad? ¿Cómo
creeré la verdad y las promesas que Dios ha jurado, si me las
dicen en una lengua que no entiendo?2

Cuando no se puede entender el lenguaje de la Biblia, reconoció


Tyndale, no hay diferencia entre un cerdo y un pecador. En pa‐
labras simples, si el mensaje de la Escritura no puede ser com‐
prendido, nadie puede entrar en el reino de Dios.
Este capítulo se enfocará en el viaje de Tyndale desde Colonia a
Worms, donde por fin vería el Nuevo Testamento en inglés im‐
preso y embarcado hacia su patria. Hay muchos aspectos únicos
que examinar a fin de entender cómo realizó Tyndale esta in‐
creíble labor. Pero un hecho es inconfundible: Tyndale fue per‐
sistente en llevar a cabo esta valiente misión.

BASE NUEVA

Al seleccionar la siguiente ciudad donde imprimir su Nuevo Tes‐


tamento, Tyndale sabía que ésta debía cumplir con varios crite‐
rios. En primer lugar, la base nueva tenía que ser una ciudad
próspera donde pudiera realizar su trabajo que estaría cubierto
por las distracciones de un lugar densamente poblado. Segundo,
la ciudad tenía que contar con varias imprentas para elegir. Es‐
tos impresores debían tener a disposición los relativamente
nuevos tipos móviles de la prensa de Gutenberg para que pudie‐
ran imprimir rápidamente y a bajo costo. Tercero, la ciudad te‐
nía que estar estratégicamente ubicada cerca de una papelera
que pudiese proveer una gran cantidad de papel de calidad. Sería
demasiado caro y lento imprimir sobre vitela. Cuarto, la ciudad
tenía que estar bien posicionada sobre un río navegable que co‐
rriera hacia el mar de modo que las Biblias pudieran distribuirse
de manera eficiente. Considerando todos estos factores, Tyndale
se decidió por Worms.
Worms fue por mucho tiempo una fortaleza católica muy leal.
Fue allí en donde Lutero fue convocado para ser juzgado por he‐
rejía en abril de 1521. Sin embargo, la estrategia de Roma fue
contraproducente. Lutero desafió la tradición de la iglesia y la
autoridad eclesiástica diciendo: “Mi conciencia está cautiva a la
Palabra de Dios. No puedo y no quiero retractarme de nada, pues
no es seguro ni correcto ir contra la conciencia. No puedo hacer
otra cosa. Aquí estoy, que Dios me ayude. Amén”.3 La posición
valiente de Lutero a favor de la Palabra lo catapultó al rol de hé‐
roe del pueblo. El valor de este gigante alemán produjo un ma‐
nantial de creencia protestante en Worms. Hacia 1525, la ciudad
había cambiado su lealtad religiosa del catolicismo a las convic‐
ciones luteranas. Esto significó que cuatro años después del jui‐
cio de Lutero, Worms era el mejor lugar para que Tyndale im‐
primiera su Nuevo Testamento. A fines de 1525, Tyndale, acom‐
pañado de Roye, viajó río arriba por el Rin hasta que llegó a
Worms.
Worms estaba muy bien situada sobre el Río Rin, y proporcio‐
naba la ruta acuática necesaria para exportar las Biblias recién
impresas de Tyndale. Esto permitiría que su Nuevo Testamento
fuera cargado en barcazas y navegara hacia el norte hasta llegar
a un puerto en el Mar del Norte. Allí las Biblias podían transfe‐
rirse a naves mercantes que zarparan hacia Inglaterra. El costo
que significaba el transporte de las Biblias de Worms a Inglate‐
rra era solo algo superior al costo de embarcar desde Colonia. Lo
irónico del caso es que estas Biblias navegarían por el Río Rin y
pasarían por Colonia, donde anteriormente se había interrumpi‐
do la impresión de Tyndale. Además de lo anterior, Worms le
otorgó a Tyndale la necesaria exposición para mejorar su destre‐
za en la lengua hebrea. Mientras preparaba su Nuevo Testamen‐
to en inglés, también adquiría habilidad para la traducción del
Antiguo Testamento. A mediados del siglo XVI, pocos estudiosos
en Inglaterra siquiera conocían el hebreo. Muchos menos po‐
dían enseñarlo. Pero Worms era uno de los pocos lugares en
donde se podía aprender. Allí vivía una gran comunidad judía
que le permitiría a Tyndale estudiar y aprender la antigua len‐
gua del Antiguo Testamento con judíos instruidos. La casa de
adoración judía más antigua en Europa, la sinagoga Hintere Ju‐
dengasse, estaba también en Worms. Esta ciudad alemana tenía
la fuerte reputación de ser “un lugar tan bueno para estudiar he‐
breo como ninguno en la cristiandad”.4 Por estas razones estra‐
tégicas, Worms fue la segunda opción de Tyndale, después de
Colonia para imprimir su Nuevo Testamento.
A su llegada a Worms, de inmediato Tyndale intentó encontrar
un impresor adecuado. Su opción fue Peter Schoeffer —hijo del
pionero de la impresión de Mainz—, considerado el principal
impresor de la ciudad. Es probable que el negocio entre Tyndale
y Schoeffer se acordara a comienzos de 1526. El nombre de
Schoeffer no aparece en el Nuevo Testamento de Tyndale, sin
duda para proteger su anonimato como impresor. No obstante,
varias pistas revelan que la Biblia de Tyndale fue obra de Schoef‐
fer. El tipo gótico usado en la impresión, las marcas de agua dis‐
tintivas sobre el papel, y los singulares grabados para las ilustra‐
ciones, todo eso identifica a Schoeffer como su impresor.
No había tipos de letra estandarizados para imprimir en el si‐
glo XVI. Cada impresor creaba sus propias formas para las le‐
tras. Al intentar completar la impresión comenzada en Colonia,
Schoeffer no pudo acomodar con precisión los tipos anteriores
en tamaño y estilo. Esta discrepancia, no obstante, no detuvo el
proyecto. Moynahan explica: “Este era un libro para leer en se‐
creto, no para exhibirse en una colección”.5 Schoeffer estaba
muy bien calificado para llevar adelante este ambicioso proyecto
y culminarlo. Era evidente que un tipo de letra distinto no iba a
detener esta empresa.
Para imprimir el Nuevo Testamento de Tyndale, se requería de
un papel de alta calidad. La impresión en piel de oveja o de bece‐
rro rasurada y afinada, conocida como vitela, habría sido dema‐
siado costosa para una tirada tan grande. El papel que cumplía
con los requerimientos era producido por una papelera en Tro‐
yes, Francia. Esta planta, operada por la familia Le Bé, producía
un papel de alta calidad, pero a un precio más alto. No obstante,
este importante proyecto, que llevaría el evangelio de Jesucris‐
to, bien merecía este mejor producto, y Schoeffer pudo conse‐
guir un gran suministro de papel de calidad de la planta de Le Bé
para cumplir con la orden de Tyndale.
El papel de la planta de Le Bé era fabricado utilizando una téc‐
nica inventada en Italia dos siglos antes. Estaba hecho de fibras
de algodón en lugar de pulpa de madera, con lo que se lograba
un papel fuerte y duradero. Esta innovación hacía posible y ra‐
zonable una impresión de gran tirada. Para hacer el papel, se
precisaba de un generoso suministro de ligeras telas blancas. La
tela se cortaba en tiras delgadas, se remojaban en agua, se colga‐
ban y se batía para secarla. Se les aplicaba un tratamiento con
detergente para producir pulpa, la que, a su vez, se sumergía en
agua tibia. En el agua se hundía un marco de madera con alam‐
bres entrecruzados. Luego se levantaba el marco, y se quitaba el
exceso de agua de las hojas presionándolas entre capas de fieltro.
Las hojas se colgaban y recubrían de una fina capa de cera y arci‐
lla. Luego se secaban y restregaban con pedernal. El resultado
era el papel, listo para ser entregado en resmas de veinticinco
hojas a las imprentas de Worms. Schoeffer era uno de los princi‐
pales compradores de este papel.

CARACTERÍSTICA DE LA EDICIÓN DE WORMS

Schoeffer imprimió el Nuevo testamento de Tyndale en el for‐


mato octavo más pequeño, es decir, cada hoja se doblaba para
producir dieciséis páginas de texto en ocho hojas. La versión de
Colonia había sido impresa en el formato cuarto más grande,
con ocho páginas de texto en cuatro hojas. La edición de Worms
no tenía un prólogo al comienzo. Se incluyeron ilustraciones al
comienzo de cada Nuevo Testamento. Además, no había divisio‐
nes por capítulos como en la edición de Colonia. Tampoco había
una portada en la edición de Worms que llevara el nombre de
Tyndale. En el prefacio de uno de sus siguientes trabajos, The
Parable of the Wicked Mammon, Tyndale explicó que la omisión
de su identidad fue para proteger su anonimato. Lo único que le
importaba a Tyndale era que se distribuya la Biblia en inglés en
las manos de la gente común. A Tyndale no le importaban los
elogios personales.
Este tamaño más pequeño de la edición de Worms del Nuevo
Testamento tenía varios beneficios. Primero, esta versión era
más rentable. Se requería menos papel y tinta para imprimir
este formato que la versión más grande de Colonia. Segundo,
una Biblia más pequeña sería más fácil de exportar a Inglaterra
porque necesitaría menos espacio a bordo de un barco. Tercero,
una Biblia más pequeña sería más fácil de ocultar en fardos de
algodón y hacerla entrar de contrabando a Inglaterra. Cuarto,
un Nuevo Testamento más pequeño le facilitaría al dueño el po‐
der transportarla en el bolsillo del abrigo o en un bolso sin que
se note. En una época cuando el Nuevo Testamento impreso en
inglés era ilegal, un tamaño reducido era una verdadera ventaja.
Cuando Tyndale traducía del griego al inglés, tenía una inten‐
ción específica en mente. Su objetivo primordial era hacer que la
versión inglesa fuera fiel al texto bíblico y accesible al lector pro‐
medio. El estudioso de Tyndale, David Daniell, elogia la labor de
traducción de Tyndale en esta edición de Worms:

El Nuevo Testamento de 1526… es la obra triunfante de un


erudito en griego que conocía bien ese idioma; de un hábil
traductor que podía apoyarse en el latín de la Vulgata y de
Erasmo, y en el alemán, para conseguir la ayuda necesaria;
pero sobre todo es la obra de un escritor en inglés que había
resuelto ser claro, sin importar cuán arduo pudiera resultar
este trabajo.6
En relación a la obra de traducción de Tyndale, cabe destacar
varias cosas. Primero, Tyndale intentó una traducción de fácil
comprensión para la persona común. Él tradujo para el labrador
en el campo, no el profesor en el aula. Daniell explica: “Tyndale
prefiere un inglés claro, cotidiano, oral”7 que “tenga el mayor
significado para sus lectores ingleses comunes”.8 El verdadero
genio de Tyndale radica en descubrir la forma en inglés más
simple para comunicar las expresiones griegas más profundas.
Este estilo accesible del inglés fue tomado del “lenguaje en uso
de la época”.9 En otras palabras, Tyndale escribió en un lenguaje
cotidiano para la persona promedio. Allí radica el gran atractivo
que produjo su obra de traducción.
Segundo, Tyndale intentó que el lector avanzara a paso ligero a
través de su lectura del texto bíblico. Eligió lo mejor que pudo
las palabras más simples, monosílabas, sobre las más complejas
y polisílabas. Cuanto más corta la palabra, creía él, tanto más fá‐
cil se le haría al ojo del lector avanzar sobre la página. Él estaba
convencido de que las palabras más breves suelen ser más claras
que las más largas. Cuando se necesitaban palabras más compli‐
cadas, Tyndale las ubicaba intencionalmente hacia el final de las
oraciones de manera que el verso comenzara con la mayor facili‐
dad de lectura. Cuando era posible, Tyndale convertía las frases
con participios griegos en oraciones subordinadas inglesas con el
fin de exigirle menos al lector. Además, de forma intencional le
puso mucha atención al ritmo de la oración. Tyndale hizo todo
esto para realzar una armonía activa para el lector.
Tercero, Tyndale pretendía hacer algo más que llegar a la men‐
te. Su intención era también conmover el alma. Tyndale estaba
tan interesado en el estilo de su lenguaje como en la sustancia de
cada palabra y frase. Él elaboró con sumo cuidado cada aspecto
de sus oraciones de manera que el Espíritu Santo impartiera la
verdad de un modo que conmoviera el corazón. La misión de
Tyndale era crear una obra que no solo le enseñara a la mente,
sino que además “hablara al corazón”.10 En esto tuvo un notable
éxito.
Este triple enfoque estaba en la mente de Tyndale mientras
ponderaba cada palabra, frase, cláusula, y oración. En realidad
actuaba como mediador entre el texto griego original y la página
en inglés. Su propósito era elaborar una traducción que fuera
fiel a la intención del autor, fluyera ante los ojos del lector y to‐
cara su corazón. A través de esos grandes esfuerzos, Tyndale es‐
taba cambiando el rumbo de la historia inglesa.
En esta edición de Worms, Tyndale decidió no incluir el prólo‐
go que había incluido anteriormente en la edición de Colonia.
Tampoco añadió las notas al margen de su versión de 1525. En
lugar de ello, escribió una breve observación al final de su Nue‐
vo Testamento. Esta palabra final tenía el propósito de llamar al
lector a la acción en respuesta a la verdad de la Escritura.
En una apelación directa, esta nota final está expuesta con una
urgente pasión. Tyndale llama al lector a considerar con cuidado
el invaluable tesoro que tiene en sus manos: la Palabra de Dios
escrita. Además, lo llama a responder a su mensaje con arrepen‐
timiento y fe en Jesucristo.
En esta nota final, Tyndale extiende las riquezas espirituales
del evangelio a pecadores que están en bancarrota moral. Llama
al lector a entregarse a Dios mediante la fe en Cristo, y a no con‐
fiar en sus propios méritos. Tyndale escribe:

“Te exhorto, lector, a que seas diligente, y vengas con una


mente pura, y como dice la Escritura, con ojos sinceros, a las
palabras de salud y vida eterna, mediante las cuales, si nos
arrepentimos y creemos en ellas, volvemos a nacer, somos
creados de nuevo, y disfrutamos de los frutos de la sangre de
Cristo”… Ésta “ha comprado vida, amor, favor, gracia, bendi‐
ción, y todo lo que se promete en la Escritura para aquellos
que creen y obedecen a Dios”, y es la sangre de Cristo la que
“se interpone entre nosotros y la ira, la venganza, la maldi‐
ción”.11

CORRECCIONES Y DISTRIBUCIÓN

Tyndale era consciente de que su Nuevo Testamento, como un


proyecto de largo plazo, requeriría de futuras revisiones. Al revi‐
sar la edición de Colonia de 1525, ya había descubierto setenta y
dos errores que necesitaban corrección en su edición de Worms
de 1526. Como un artista que analiza cada pincelada de su obra
maestra, Tyndale era un perfeccionista consumado, siempre es‐
forzándose por lograr la mejor traducción posible.
Otros errores de la edición de 1526 serían descubiertos y poste‐
riormente corregidos. Tyndale haría estos ajustes en sus edicio‐
nes de 1534 y 1535. De hecho, él haría unas cuatro mil correccio‐
nes en estas futuras ediciones. Algunos estudiosos han elevado
este número a cinco mil cambios y correcciones.12 La mayoría
son ajustes leves, aunque unos pocos son significativos.
Cuando la edición de Worms del Nuevo Testamento de Tynda‐
le estuvo impresa, ya estaba lista para ser embarcada al extranje‐
ro. Algunas de las páginas recién impresas quedaron sin encua‐
dernar como hojas sueltas. Otras fueron encuadernadas en
Worms. Ambas versiones fueron escondidas con sumo cuidado
en fardos de algodón para ocultarlas de la mirada de los inspec‐
tores del gobierno. Estos fardos fueron cargados en barcazas y
navegaron por el Río Rin hacia un puerto del Mar del Norte. Los
fardos de algodón se trasladaron a barcos mercantes que zarpa‐
ran hacia las Islas Británicas. Estos barcos navegaron por rutas
comerciales desde el continente europeo a Inglaterra para entre‐
gar su preciado cargamento. Los muelles de carga británicos es‐
taban listos para recibir estos valiosos tesoros. El más estratégi‐
co entre estos puertos se ubicaba en la ciudad más grande de In‐
glaterra: Londres. Otros barcos llevaron las Biblias recién impre‐
sas a puertos más pequeños a lo largo de la costa inglesa suro‐
riental. Algunos barcos con Biblias de Tyndale navegarán hacia
el norte hasta Escocia. El conocimiento de la Palabra se esparcía
por todo el mundo de habla inglesa.
Desde estos puertos, el Nuevo Testamento de Tyndale fue dis‐
tribuido a las principales ciudades de las Islas Británicas. Entu‐
siastas compradores adquirieron todas las copias embarcadas.
No quedó ninguna sin venderse. Todo el espectro de la sociedad
inglesa tenía la Biblia a su disposición en su propio idioma. Las
dos principales universidades, Oxford y Cambridge, recibieron
copias de este libro prohibido. Sin embargo, en su mayoría fue el
hombre común quien compró estas copias. Gente de todos los
estratos sociales compró el Nuevo Testamento de Tyndale, in‐
cluidos terratenientes, agricultores, sastres, abogados, carpinte‐
ros, albañiles, hojalateros, profesores, estudiantes, tejedores,
herreros, y muchos más.
El costo de adquirir una de las Biblias de Tyndale era relativa‐
mente bajo. Comparada con otros libros de similar tamaño, el
mayor número de ejemplares de este Nuevo Testamento lo man‐
tuvo a un precio asequible. Esto permitió que la gente común
comprara su propia copia. El costo era como el del salario de me‐
dia semana de un obrero común. Los agricultores ofrecían una
carreta de heno por un Nuevo Testamento. Algunas personas
reunían recursos en común para comprar y compartir una co‐
pia. Por primera vez estaba disponible un Nuevo Testamento
impreso en inglés para quienes pudiesen pagar un chelín con
ocho peniques por una copia sin encuadernar. Una copia encua‐
dernada se vendía por un chelín extra.
El sueño de Tyndale se hacía realidad. El labrador en el campo
por fin tenía la palabra de Dios a su disposición.

RESISTENCIA CATÓLICA

Mientras las Biblias de Tyndale se distribuían por Inglaterra, la


Iglesia Católica no se quedó de brazos cruzados. Alertada de la
maquinación de Tyndale, la iglesia en Inglaterra comenzó a
comprar las copias que descubría y las quemaba en las calles del
país. Los líderes eclesiásticos de Inglaterra temían un levanta‐
miento del pueblo similar al de Alemania, después de haber sido
testigos del rol que tuvo la Biblia de Lutero en la Guerra de los
Campesinos.
Cuthbert Tunstall, obispo de Londres, emitió en octubre de
1526 una prohibición contra cualquiera que tan solo poseyera
una Biblia de Tyndale. F. F. Bruce describe a Tunstall como al‐
guien “especialmente intranquilo por la importación y distribu‐
ción del Nuevo Testamento de Tyndale, porque naturalmente su
diócesis era la más afectada de todo el país”.>13 Tunstall catalogó
estas Biblias como “pestíferas” y como el “más pernicioso vene‐
no”. Se amenazó a los libreros de Inglaterra con cárcel y muerte
si tenían los libros prohibidos.
El 26 de octubre de 1526, Tunstall organizó una quema pública
del Nuevo Testamento de Tyndale en la famosa Catedral de San
Pablo. Delante de la muchedumbre reunida, Tunstall afirmó
haber encontrado dos mil errores en la traducción de Tyndale.
Semejante afirmación no es de extrañar, dado que Tyndale ha‐
bía traducido su Biblia del idioma griego original, y Tunstall ha‐
bía hecho su acusación basado en una investigación en la que de‐
bió haber usado la Vulgata latina. La traducción al inglés de
Tyndale era muy superior a la versión inferior de Tunstall. Los
dos mil errores estaban en la Biblia de Tunstall, no en la de Tyn‐
dale. Tyndale bromeaba diciendo que le complacía que Tunstall
hubiese estudiado la Biblia, aunque haya sido para buscar erro‐
res en su traducción.
Esta fuerte resistencia de parte de la Iglesia Católica fue tan
solo una señal de lo que más tarde le esperaba a Tyndale. Diez
años después, esta oposición resultaría en su martirio. Por el
momento, se quemaban las Biblias. Más tarde, sería Tyndale a
quien quemarían.

LA VIDA DE FUGITIVOS

Se cree que la tirada de la edición de 1526 en Worms fue de tres


mil o de seis mil copias, es probable que más cerca de las tres
mil. De todas ellas, se sabe de la existencia de tres copias en el si‐
glo XXI. Con estas ediciones recorriendo toda Inglaterra, la esta‐
día de Tyndale en Worms fue sin duda un éxito. Pero no se que‐
dó allí.
La siguiente residencia conocida de Tyndale fue Amberes, en
los Países Bajos. Sin embargo, no es sino hasta 1529 o comienzos
de 1530 que se le puede localizar allí. ¿Dónde estuvo en el inter‐
valo entre su estadía en Worms y su residencia en Amberes?
¿Qué hizo durante ese periodo? La mayoría de los estudiosos
creen que residió por un breve tiempo en Amberes, y cuando en‐
contró que era demasiado peligroso quedarse ahí, regresó a
Hamburgo, donde había residido antes de ir a Wittenberg y Co‐
lonia. En Hamburgo, residió una vez más con la Sra. Emerson y
continuó con su labor de traducción. Sin embargo, no hay infor‐
mación adicional acerca de estos hechos.
Hay buenos motivos para creer que después de la impresión del
Nuevo Testamento de Worms, Tyndale volcó sus intereses a la
traducción del Antiguo Testamento. Al parecer, Tyndale había
traducido una buena porción de los Libros de Moisés antes de
emprender su viaje a Hamburgo. Durante el viaje, su barco nau‐
fragó y todos los libros de Tyndale y la traducción que había ter‐
minado se perdieron. Este fue un gran revés en su intento de tra‐
ducir la Biblia al inglés.
Sin embargo, esta prueba en el mar solo impulsaría a Tyndale a
perseverar aun más en su misión de lograr que el labrador en los
campos de Inglaterra supiera más de la Escritura que los sacer‐
dotes en las catedrales de las iglesias de Inglaterra. Más allá de si
Tyndale volvió alguna vez a Hamburgo, el final del año 1529 o el
comienzo de 1539 lo encontró una vez más en Amberes. Este va‐
liente fugitivo estaba listo para hacer que los primeros cinco li‐
bros de la Biblia en lengua inglesa fueran impresos.
Tyndale estaba dominado por una fortaleza invulnerable para
seguir adelante a pesar de tener al frente numerosos reveses y
hostilidades. En el correr de la vida cristiana, es fácil enfocarse
tanto en nuestras circunstancias que nos desalentamos y retro‐
cedemos o nos rendimos por completo. Aprendamos del ejemplo
del espíritu firme de Tyndale a no desistir, sino a entregarnos al
máximo para cumplir todo lo que Dios ha puesto de forma sobe‐
rana a nuestros pies. Para Tyndale, el asunto más importante
que tenía por delante era poner la Biblia en las manos de la gen‐
te. Tengamos el mismo impulso para leer, conocer y asimilar la
Palabra de Dios que tuvo Tyndale para ponerla en nuestras ma‐
nos.

PADRE DEL INGLÉS MODERNO

Con su Nuevo Testamento, Tyndale se convirtió en el padre del


idioma inglés moderno. Él configuró la sintaxis, la gramática y
el vocabulario de la lengua inglesa más que ningún otro hombre
que haya vivido. Más que Geoffrey Chaucer, el dramaturgo Wi‐
lliam Shakespeare, o los poetas Percy Shelley y John Keats.
El idioma inglés en los albores del siglo XVI era tosco y poco re‐
finado. Carecía de precisión y estandarización, era una extraña
mezcla de cualidades anglosajonas y normandas con un vocabu‐
lario latino antiguo, contenido en una sintaxis desorganizada.
Tyndale demostró ser su agente de cambio. Al traducir la Biblia,
ponderando a profundidad las palabras, frases y oraciones, Tyn‐
dale modeló el lenguaje en su punto de transición del inglés Me‐
dio al inglés Moderno Temprano. El habla de una nación fue
construida en su mente y fluyó de su pluma. Al proporcionar la
Biblia en inglés, Tyndale se convirtió en el padre del inglés mo‐
derno.
Además, Tyndale es reconocido como el padre de la Biblia in‐
glesa. Su influencia sobre la forma en que la Biblia en inglés fue
escrita, leída, estudiada y predicada llega hasta el día de hoy. Su
traducción se volvió tan fundacional que hasta el siglo XX cada
traducción inglesa exitosa dependía en gran medida del esfuerzo
de Tyndale. El ochenta y cuatro por ciento del Nuevo Testamen‐
to de la versión King James es una copia palabra por palabra de
la obra de Tyndale. Del Antiguo Testamento, un setenta y seis
por ciento de la King James se encuentra en los libros que tradu‐
jo Tyndale.14 Daniell observa que Tyndale escribió en “oraciones
sajonas breves con un vocabulario en gran medida sajón, algo
como los proverbios”.15 En este proceso, Tyndale tradujo la Bi‐
blia al lenguaje común del pueblo, lo cual explica su más amplia
audiencia y su fecunda influencia a través del mundo anglopar‐
lante.
Además de todo lo anterior, Tyndale es ampliamente conside‐
rado como el padre de la Reforma inglesa. Lo que la mayoría de
los reformadores consiguió a través de la predicación, Tyndale
lo hizo con su traducción bíblica. Si bien él predicó durante sus
años de juventud en Inglaterra, en años posteriores toda su aten‐
ción estuvo puesta en traducir la Biblia al idioma inglés. En lu‐
gar de proclamar la Escritura, él les dio a los ingleses las pala‐
bras reales de la Biblia en su lengua materna. Si la gente podía
leer y comprender la Palabra, creía él, Dios encendería en sus co‐
razones un celo por la verdad. Fue a esta valiente misión que se
dedicó Tyndale, concentrando todas sus energías en esta tarea
asignada por Dios por el resto de su vida.
CAPÍTULO CINCO

Producción del
Pentateuco

William Tyndale vio la necesidad de una traducción fresca…


la visión de Tyndale era más amplia y más profunda que la de
Wycliffe… Tyndale tenía una apreciación mucho mejor de lo
que implicaba una traducción inglesa del griego y el hebreo.
—HUGHES OLIPHANT OLD1

De voluntad indomable y espíritu resuelto, William Tyndale


nunca fue alguien que permanecía inactivo cuando había trabajo
de Dios por hacer. La necesidad era demasiado grande. Tyndale
estaba totalmente resuelto a traducir la Biblia completa a su len‐
gua materna, y nada podría disuadirlo de esa admirable labor. Él
creía que la obra debía completarse de prisa, porque su amada
tierra, envuelta en oscuridad espiritual, necesitaba desesperada‐
mente el evangelio de Cristo. Él estaba convencido de que lo que
hacía debía hacerse con urgencia. Sin lugar a dudas, Tyndale era
un reformador no solo en su doctrina, sino en el empuje y el rit‐
mo de su vida.
Habiendo revisado y publicado el Nuevo Testamento en 1526,
esta figura muy enérgica empezó el gigantesco desafío de tradu‐
cir el Antiguo Testamento al inglés. Dada la mayor extensión de
la Ley, los Profetas y los Escritos, combinada con la mayor difi‐
cultad del idioma hebreo, ésta sería una empresa monumental
para cualquier traductor. Nadie antes había intentado realizar
semejante proyecto. Ciertamente, nunca antes se había logrado.
No obstante, Tyndale estaba comprometido a darle al pueblo in‐
glés la totalidad de la Palabra de Dios en su propio idioma. A este
propósito se entregó con firmeza.
Para que Tyndale tradujera y publicara el Antiguo Testamento
se requerían varias cosas significativas. Primero, Tyndale ten‐
dría que aprender la difícil lengua hebrea. Ya que era experto en
siete idiomas, ahora tenía que dominar esta antigua lengua se‐
mita, que sería la más difícil y exigente de todas. Segundo, ten‐
dría que prestar atención a cada verso, frase, y palabra del he‐
breo del Antiguo Testamento. Tercero, Tyndale necesitaría una
casa donde vivir y llevar a cabo sus esfuerzos de estudio y tra‐
ducción. Una vez más necesitaría varias cosas que había necesi‐
tado para su proyecto del Nuevo Testamento: una ciudad euro‐
pea activa con un impresor competente dispuesto a asumir el
riesgo de ser arrestado y sufrir las consecuencias; acceso a un
vasto suministro de papel de considerable calidad; una ubica‐
ción a orillas de un río grande que permitiera una fácil exporta‐
ción a Inglaterra; y una comunidad comercial internacional que
le permitiera desaparecer entre la inmensa muchedumbre cuan‐
do fuese necesario.
La ciudad que proporcionaba cada uno de estos elementos cru‐
ciales era Amberes. Tyndale podría avanzar desde esa ciudad ha‐
cia la siguiente fase de su ambicioso y audaz proyecto. Conscien‐
te de que el Antiguo Testamento sería más desafiante que el
Nuevo Testamento, Tyndale estaba presto a poner las manos en
el arado para realizar esta exigente tarea. La labor precisaría de
concienzudo estudio, disciplina firme y un empeño incansable.
Por la gracia de Dios, Tyndale estaba listo para el desafío. Este
capítulo seguirá los pasos que dio Tyndale para traducir los cin‐
co primeros libros de la Biblia, conocidos como el Pentateuco.

APRENDIZAJE DEL HEBREO

El primer paso para escalar este Monte Everest sería aprender


hebreo, un idioma difícil que no se parece a ninguno de los siete
que Tyndale había aprendido hasta ese momento. Desde los ojos
de un inglés, el hebreo se lee al revés, de derecha a izquierda so‐
bre la página. Las palabras se basan en una raíz de tres conso‐
nantes, y las formas básicas se alteran para producir palabras re‐
lacionadas. Las vocales —que no se añadían a la forma escrita
sino hasta alrededor del siglo IX— toman la forma de puntos que
rodean las consonantes. Estas cualidades únicas presentaban un
desafío para cualquiera que intentara aprender y trabajar con
esta antigua lengua. En ese entonces, el hebreo prácticamente
no se enseñaba, no se estudiaba ni se conocía en Inglaterra o el
Sacro Imperio Romano. Hasta 1524, no existía ni un solo profe‐
sor de hebreo en ninguna universidad inglesa. No había un am‐
biente inglés en donde Tyndale pudiera haber adquirido siquiera
un conocimiento elemental del vocabulario, las formas verbales,
la gramática y la sintaxis hebrea. Antes de partir hacia el conti‐
nente europeo, Tyndale no tuvo acceso a nada relacionado con
el hebreo.
A su llegada a Europa en 1524, Tyndale comenzó a aprender he‐
breo casi de inmediato. Adquirir dominio del hebreo en poco
tiempo habría estado dentro de sus capacidades intelectuales y
lingüísticas. Es difícil saber con exactitud dónde, cuándo o cómo
aprendió el idioma, dado que Tyndale vivía como un expatriado.
Por lo tanto, sus rutinas y acciones están envueltas en el miste‐
rio. No mantenía un diario, no escribía cartas, y no predicó ser‐
mones que estén preservados. No existía ningún rastro docu‐
mental que pudiera llevar a sus enemigos hasta su puerta. No
posó para ningún retrato para que reconocieran su aspecto. Su
misión exigía que permaneciera incógnito. En consecuencia,
Tyndale nos revela poco acerca de las circunstancias en las que
adquirió competencia en el hebreo.
La explicación más creíble es que Tyndale comenzó a adquirir
el conocimiento del hebreo mientras estuvo en Wittenberg. Da‐
niell explica: “Alemania era el centro del poco conocimiento del
hebreo que había en Europa en la década de 1520, y claramente
Tyndale lo aprendió allí”.2 El historiador Alister McGrath dice
que Tyndale fue atraído hacia Wittenberg como el hierro al
imán porque “el corazón de Tyndale estaba en el plan de Lute‐
ro”.3
Lutero había aprendido hebreo por sí solo utilizando el silaba‐
rio De rudimentis hebraicis (Hebreo básico), de Johannes
Reuchlin, de 1506. Reuchlin era un maestro lingüista que regre‐
só a Alemania con el propósito de perfeccionar su hebreo entre
los judíos letrados que vivían en el país. La gramática y dicciona‐
rio de Reuchlin se convirtió en el primer texto hebreo impreso
en Alemania. Esta obra ayudó a Lutero en su traducción del An‐
tiguo Testamento al alemán. Como Tyndale habría conversado
con Lutero y leído la traducción del Antiguo Testamento del re‐
formador alemán, el texto de Reuchlin también desempeñó un
rol significativo en el aprendizaje del hebreo de Tyndale.

TRADUCCIÓN DEL HEBREO

A medida que Tyndale comenzaba su traducción del Antiguo


Testamento, ciertas herramientas se hacían necesarias. Al igual
que Lutero antes que él, Tyndale habría necesitado el manual de
hebreo de Reuchlin. También habría comprado un Antiguo Tes‐
tamento hebreo a uno de muchos libreros alemanes. Sin embar‐
go, Tyndale no habría podido hacer un estudio comparativo con
ningún documento hebreo no bíblico escrito durante el tiempo
del Antiguo Testamento, pues en el siglo XVI no existía ninguno.
Lo mejor que podía hacer sería consultar obras en otros idiomas
semitas antiguos, como el árabe. Tales recursos habrían estado a
su disposición en una universidad, biblioteca o monasterio loca‐
les. También utilizó los volúmenes de un comentario arameo, la
Políglota Complutense, y una paráfrasis del Antiguo Testamento
en arameo.
Además, Tyndale poseía una copia de la traducción alemana
del Antiguo Testamento de Martín Lutero, impresa apenas siete
años antes en el verano de 1523. La traducción de Lutero del Pen‐
tateuco del hebreo al alemán fue la primera en su tipo. Lutero
consultó además numerosas fuentes hebreas que habrían benefi‐
ciado de forma indirecta a Tyndale. Entre ellas habrían estado
las obras del franciscano Nicolás, Rashi, Pagnimus, Sebastian
Munster, Bernard Zieglar, Matthew Aurogallus, y Andreas
Osiander.4
Tyndale también tenía a su disposición las exposiciones del An‐
tiguo Testamento de otro notable expositor, el reformador suizo
Ulrico Zwinglio. Sus sermones sobre el Pentateuco estaban en
circulación por aquel entonces. Estos discursos publicados se ba‐
saban en un meticuloso estudio del texto hebreo y le habrían
provisto a Tyndale de un mayor conocimiento sobre este com‐
plicado idioma.
Poco antes de la llegada de Tyndale, aparecía de forma provi‐
dencial en Amberes una traducción francesa del Antiguo Testa‐
mento de Jacques Lefevre, impresa en 1528, que Tyndale sin
duda consultó. Además, Tyndale también habría examinado
atentamente la Septuaginta, la traducción griega de la Biblia he‐
brea producida entre uno y dos siglos antes del tiempo de Cris‐
to. Cada una de estas herramientas fue una enorme contribu‐
ción a la obra que Tyndale emprendía.
Al traducir el Antiguo Testamento, Tyndale desarrolló un esti‐
lo propio y distintivo al traducir con precisión y claridad del he‐
breo al inglés. Él buscó entregar el sentido literal y llano del tex‐
to hebreo en el idioma inglés, de tal manera que la persona co‐
mún pudiera captar fácilmente su significado. Donde era posi‐
ble, Tyndale escogió palabras de origen anglo-sajón en lugar de
las derivadas del latín o del normando. Por eso eligió palabras
tales como faith (fe) en lugar de fidelity, worship (adoración) en
vez de adoration, y goodness (bondad) en vez de virtue. En lugar
de utilizar palabras polisílabas, Tyndale intentó usar palabras
monosílabas cada vez que podía. Para Tyndale, en traducción
menos es más. Esta simplicidad ayudaría a facilitar la lectura y
la comprensión de su audiencia.
Un ejemplo de lo anterior se observa en su traducción de Éxo‐
do. En su versión de los Diez Mandamientos se leen palabras co‐
rrientes de fácil comprensión:
You shall have no other gods in My sight… You shall make
no graven image… Remember the Sabbath that you sanctify
it… Honor your father and mother, that your days may be
long. You shall not kill. You shall not break wedlock. You
shall not steal. You shall bear no false witness against your
neighbor. You shall not covet your neighbor’s house, neither
shall you covet your neighbor’s wife.5

Al transferir el Pentateuco del hebreo al inglés, Tyndale acuñó


muchas palabras inglesas utilizadas por primera vez, tales como
Jehovah,6 Passover7 (Pascua), scapegoat8 (chivo expiatorio),
showbread9 (pan de la proposición), y mercy seat10 (propiciato‐
rio). También desarrolló muchas frases y oraciones que se han
vuelto comunes en el mundo de habla inglesa. Por ejemplo, al
traducir el Éxodo, Tyndale acuñó frases notables tales como an
eye for an eye, a tooth for a tooth11 (ojo por ojo, diente por dien‐
te). Al abordar el libro de Números, Tyndale tradujo el hebreo
en forma extraordinaria:

The Lord bless you and keep you. The Lord make His face
shine upon you and be merciful unto you. The Lord lift up
His countenance upon you, and give you peace12 (Números
6:24-26).

El estilo de traducción de Tyndale era consistente con su traba‐


jo anterior en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, continuó con
su práctica de traducir las estructuras posesivas con frases pre‐
posicionales; algunos ejemplos son the fat of the land13 (la abun‐
dancia de la tierra), the beast of the field (las bestias del campo),
y the law of the Lord (la ley del Señor). Con cada palabra y frase,
Tyndale abría nuevos terrenos en la lingüística, el vocabulario y
la gramática ingleses.

IMPRESIÓN DE AMBERES

Tras haber aprendido hebreo en un periodo de unos cinco años,


Tyndale estaba listo para comenzar la tarea de traducir los libros
de la ley. A fines de noviembre o comienzos de diciembre de
1529, navegó de Hamburgo a Amberes para gestionar la impre‐
sión inicial del Pentateuco. John Foxe reconoce a Tyndale traba‐
jando en Hamburgo en estrecha asociación con Miles Coverdale,
traduciendo los libros de Moisés ya en 1529.
Un posible motivo por el que Tyndale salió de Alemania fue el
brote de la mortal enfermedad de la peste sudorosa en Hambur‐
go. Pero una razón de más peso para la partida fue evitar que lo
descubrieran los oficiales que intentaban arrestarlo y deportarlo
a Inglaterra. Su captura habría significado el fin del proyecto de
traducción y la muerte inmediata. Un nuevo domicilio en una
nueva ciudad aumentaría las posibilidades de pasar inadvertido.
Durante el siglo XVI, la ciudad de Amberes estaba situada en
las Diecisiete Provincias (también conocidas como los Países Ba‐
jos de los Habsburgo) en el Sacro Imperio Romano. Esta sería la
base de operaciones de Tyndale durante los siguientes cinco
años. Con su acceso ribereño al Río Escalda, Amberes era el
puerto predominante de Europa. Como tal, era la mayor ciudad
comercial en el norte de Europa en las décadas de 1520 y 1530, y
gozaba de un periodo de riqueza y adelanto conocido como la
Edad de Oro. Tuvo tanto éxito financiero durante esta época que
llegó a ser conocida simplemente como la Metrópolis.
Siendo solo católica nominal, sus impresores estaban dispues‐
tos a arriesgarse a producir Biblias ilegales con fines lucrativos.
Asimismo, sus mercaderes estaban dispuestos a transportar Bi‐
blias a través del Mar del Norte hasta la desembocadura del Río
Támesis. A su llegada a Amberes, Tyndale se mudó a una pen‐
sión conocida como la Casa Inglesa, ubicada en una estrecha ca‐
lle cercana a una enorme catedral católica, cuyo capitel se eleva‐
ba por sobre los demás edificios de la ciudad. Tyndale escogió a
un impresor de Amberes llamado John Hoochstraten, quien era
editor, encuadernador y vendedor de libros. Un edicto del go‐
bierno emitido el 7 de diciembre de 1530 declaró que era ilegal
que alguien escribiera o imprimiera un libro nuevo sin antes
contar con cartas de aprobación oficial. El castigo para semejan‐
te violación sería “ejecutado sin tardanza ni misericordia”.14 El
ofensor sería “marcado con un hierro al rojo vivo”, y se le arran‐
carían los ojos o se le cortarían las manos”.15 Sin embargo,
Hoochstraten aceptó el proyecto de Tyndale y empezó el trabajo.
En poco tiempo, las autoridades católicas romanas y locales se
enteraron de que había un “hereje” en su ciudad. Lo más proba‐
ble es que informantes del arzobispo local descubrieran copias
del Antiguo Testamento de Tyndale cargadas de contrabando en
los barcos en el puerto. El 24 de mayo de 1530, el arzobispo de
Canterbury, William Warham, promulgó una condena en con‐
tra Tyndale, citando “la traducción de la Escritura corrompida
por William Tyndale, tanto en el Antiguo Testamento como en
el Nuevo”.16 En junio de 1530, se emitió otra proclama, que iden‐
tificaba tanto la traducción del Antiguo como del Nuevo Testa‐
mento de Tyndale como obras heréticas “ahora impresas”.17
Cada uno de los cinco libros de Moisés traducidos por Tyndale
fue impreso y publicado por separado. El comprador podía ad‐
quirir un libro o comprar los cinco y encuadernarlos. Cada libro
mosaico fue impreso de forma individual para que pudieran ser
pasados de contrabando con discreción hacia Inglaterra. Un solo
libro era más fácil de ocultar en un fardo de algodón que cinco
libros impresos como un solo volumen grande. Una vez que es‐
tos libros llegaban a Inglaterra, el comprador podía adquirirlos
por separado. Muchos compradores ingleses luego encuaderna‐
ban los cinco libros en una sola obra. Tyndale además escribió e
imprimió cada libro con su propio prólogo particular. Para apre‐
surar el trabajo, Hoochstraten mantuvo dos prensas trabajando
en simultáneo. Esta impresión doble no solo ahorró tiempo, sino
que además redujo la exposición del impresor al delito de publi‐
car ilegalmente estos libros prohibidos. Además, Tyndale vivía
en un estado de urgencia, deseando que la Palabra impresa estu‐
viera disponible en Inglaterra lo más pronto posible.
Génesis y Números fueron impresos en el mismo tipo romano
que el Nuevo Testamento. Éxodo era el único libro que tenía
ilustraciones junto con el texto bíblico. Este segundo libro de la
ley contenía once grabados a página completa. Uno de los dibu‐
jos era de Aarón vestido con las túnicas del sumo sacerdote, y los
demás mostraban los enseres del tabernáculo. Los grabados ya
habían sido usados dos años antes por otro impresor de Ambe‐
res, Willem Vostermann, quien los preparó para una nueva Bi‐
blia flamenca. Los medios financieros de Tyndale eran limita‐
dos, y el uso de estos viejos grabados debió ahorrarle valiosos re‐
cursos.

PRÓLOGOS DE APERTURA
Al comienzo de su edición del Pentateuco, Tyndale insertó un
prólogo inicial que había escrito a modo de introducción general
a los cinco libros de Moisés. Se titula “W. T. al lector”.18 Él expli‐
ca cuánta oposición había recibido por producir su versión in‐
glesa del Nuevo Testamento. Hace referencia a las afirmaciones
de sus opositores —de que era imposible traducir la Escritura al
inglés con cierta precisión, o que era peligroso que los laicos po‐
seyeran una Biblia en inglés— y los refuta en su prólogo:

Cuando había traducido el Nuevo Testamento, añadí al final


una epístola, en la que deseaba que aquellos que fuesen ins‐
truidos enmendaran lo que pudiera parecerles erróneo. Pero
nuestros maliciosos y astutos hipócritas, que son tan obstina‐
dos y duros de corazón en sus malvadas abominaciones que
no les es posible enmendar cosa alguna… dicen, algunos de
ellos, que es imposible traducir la Escritura al inglés. Algunos
dicen que no es legítimo que los laicos la tengan en su lengua
materna. Algunos dicen que los convertiría a todos en here‐
jes, como ocurriría, sin duda, respecto a tantas cosas que por
tanto tiempo han enseñado falsamente. Y ese es el verdadero
motivo por el que la prohíben, aunque fingen otros propósi‐
tos. Y algunos, o más bien todos, dicen que una traducción
los haría sublevarse contra el rey, a quien ellos mismos (para
su perdición) nunca han obedecido.19

Tyndale explica que realizó su viaje anterior a Londres con el


propósito de asegurar el permiso del obispo de Londres para tra‐
ducir la Biblia al inglés:

Cuando me presenté ante el canciller, este me amenazó gra‐


vemente, y me injurió, y me trató como si fuera un perro…
Mientras pensaba en esto, vino a mi memoria el obispo de
Londres, a quien Erasmo… elogiaba profusamente, entre
otros lugares, en sus Anotaciones en el Nuevo Testamento,
por su gran sabiduría. Entonces pensé, si pudiera llegar al
servicio de este hombre, sería dichoso. Así que me encaminé
a Londres, y, por medio de las relaciones de mi maestro, lle‐
gué a sir Harry Gilford, interventor de la gracia del rey, y le
llevé un Discurso de Isócrates que había traducido del griego
al inglés, y le solicité que hablara por mí ante mi señor de
Londres.20

Cuando el obispo de Londres rehusó darle el permiso, Tyndale


se dio cuenta de que no había lugar en Inglaterra para llevar a
cabo el trabajo de su vida. Por lo tanto, debía viajar al extranjero
para hacerlo. Tyndale comenta: “No había un espacio en el pala‐
cio de mi señor de Londres donde traducir el Nuevo Testamen‐
to, pero además… no había lugar para hacerlo en toda Inglate‐
rra”.21
Tyndale también incluyó un segundo prólogo escrito por él al
comienzo del Pentateuco. Esta introducción se titulaba “Prólogo
para mostrar el uso de la Escritura”.22 Este prólogo aborda la su‐
prema importancia de la Biblia en la vida del creyente. Tyndale
comparaba la Biblia con una joya preciosa en manos de alguien
que no conocía su verdadero valor. Además, comparó la Escritu‐
ra con una potente medicina que debía ser aplicada a las llagas
espirituales de todo hombre. Él afirmó:

Aunque un hombre tuviera una joya preciada y valiosa, pero


si no sabe su valor, ni para qué sirve, no sería ni mejor ni más
rico que una paja. Asimismo, por mucho que leamos la Escri‐
tura, y parloteemos sobre ella, si no conocemos su uso, ni
para qué fue dada, ni qué se debe buscar en ella, no nos apro‐
vecha en absoluto. Por lo tanto, no basta con solo leerla y ha‐
blar de ella, sino que además debemos desear día y noche que
Dios abra nuestros ojos, y nos haga comprender y sentir para
qué fue dada la Escritura, para que podamos aplicar su medi‐
cina, cada hombre a sus propias llagas.23

Tyndale decía que la Biblia era una luz brillando en un mundo


oscuro y que solo ella podía iluminar el camino por donde anda‐
ba el creyente:

La Escritura es una luz y nos muestra el verdadero camino,


tanto qué hacer como qué esperar. Y es una defensa contra
todo error, y consuelo en la adversidad para que no desespe‐
remos, y en la prosperidad nos atemoriza para que no peque‐
mos.24

Tyndale instaba al lector a que considerase cada sílaba de cada


palabra de la Escritura, pues Dios mismo se las dirigía directa‐
mente a ellos. No importa qué tan insignificante pudiera parecer
el texto, es Dios hablándole al lector:

Por lo tanto, a medida que lees, piensa que cada sílaba es per‐
tinente para ti mismo, y absorbe la esencia de la Escritura, y
ármate contra cualquier ataque.25

LOS CINCO LIBROS DE MOISÉS

Después del prólogo a Génesis, Tyndale colocó el texto del libro


bajo el título “El primer libro de Moisés, llamado Génesis”.26 El
texto comienza de manera conocida: “In the beginning God
created heaven and earth. The earth was void and empty, and
darkness was upon the deep, and the spirit of God moved upon
the water” (Gn. 1:1-2).27 No se enumeran los versículos, y se deta‐
lla el número de cada capítulo. No hay referencias cruzadas, y la
primera nota explicativa aparece en el margen externo de Géne‐
sis 4. Casualmente se trata de una comparación entre Caín y el
papa. Solo hay seis notas al margen para los cincuenta capítulos
de Génesis, y de ellas, tres están dirigidas contra la Iglesia de
Roma. La nota explicativa de Génesis 32 es de naturaleza más
práctica, pues aborda el tema de la oración del creyente.
La gran mayoría de las notas de Tyndale en el Pentateuco son
aclaratorias, escritas con el propósito de explicar la intención y
el significado del texto bíblico. Solo unas pocas notas son polé‐
micas, apuntando a refutar a Roma y al papa. Veintitrés notas
están dirigidas al papa, y se enfocan en la conducta infiel de la
iglesia romana. Cuarenta de las notas provienen directamente
de un libro que Tyndale ya había escrito, The Obedience of the
Christian Man. En lo que resta del Pentateuco, hay cuarenta y
seis notas explicativas en Éxodo, veintiuna en Levítico, diecinue‐
ve en Números, y cuarenta y una en Deuteronomio. La mayoría
de estas notas explicativas son relativamente breves. Esto hace
un total de 126 notas al margen en el Pentateuco de Tyndale.
Después de Génesis, Tyndale añadió un glosario de palabras
claves utilizadas en este primer libro de Moisés. Él llamó a esta
lista de palabras en Génesis y sus definiciones “Tabla explicativa
de ciertas palabras”.28 Esta tabla funcionaba como un dicciona‐
rio que definía las palabras que al lector le podrían parecer difí‐
ciles. Él ordenó estas palabras alfabéticamente y explicó su signi‐
ficado en términos simples. En el siglo XVI no existía ningún
diccionario inglés. Por lo tanto, con esta tabla, Tyndale se con‐
virtió en “el pionero de la lexicografía inglesa”.29 A continuación
una muestra del listado de Tyndale:

ARK (arca). Un barco plano, como un baúl o cofre.


BLESS (bendición). Las bendiciones de Dios son sus dones.
CURSE (maldición). La maldición de Dios es que él retire sus
beneficios; como cuando Dios maldijo la tierra, y la hizo esté‐
ril. Así también ahora el hambre, la escasez, la guerra, la pes‐
te, y cosas similares, aún son maldiciones justas, y señales de
la ira de Dios hacia los incrédulos.
FIRMAMENT (firmamento). El cielo.
FAITH (fe). Es creer en las promesas de Dios, y una segura
confianza en la bondad y la verdad de Dios. Esta fe es la que
justificó a Abraham, y fue la madre de todas sus buenas obras
que hizo en adelante.
GRACE (gracia). Favor, como cuando Noé halló gracia. Es de‐
cir, halló favor y amor.
JEHOVAH. Es el nombre de Dios. Ninguna criatura recibe
este nombre. Y es tanto como decir que alguien es por sí mis‐
mo, y no depende de nada.
TESTAMENT (testamento). Es decir, un acuerdo hecho entre
Dios y el hombre, y las promesas de Dios.
WALK (caminar). Caminar con Dios es vivir piadosamente, y
caminar en sus mandamientos.30

Antes del libro de Éxodo se puso un prólogo separado, titulado


“Prólogo al segundo libro de Moisés llamado Éxodo”.31 La idea
central del libro explica la vida del creyente según la verdad de
la Palabra de Dios. Tyndale afirma que las Escrituras han sido
dadas para que el creyente pueda saber “cómo comportarse”.
Tyndale abordó el lugar de la ley en la vida de los cristianos
como guía de la búsqueda de la piedad. Él declaró que las bendi‐
ciones o maldiciones siguen al cumplimiento o la transgresión
de la ley de Moisés. En otras palabras, Tyndale les enfatizó a sus
compatriotas que las Escrituras que estaban leyendo por prime‐
ra vez en su propio idioma debían ser aprendidas, pero que ade‐
más el lector debía obedecerlas y vivir según ellas. Él elogió al
lector:

Que puedas entender cómo comportarte tú mismo también


en este libro, y en todos los demás libros de la Escritura. Apé‐
gate al texto y el relato llano, y esfuérzate por buscar el signi‐
ficado de todo lo que en él se describe, y el verdadero sentido
de toda clase de discurso de la Escritura.32

Tal como hizo con Génesis, Tyndale incluyó una tabla de pala‐
bras clave en Éxodo. Definió para el lector el significado de las
palabras básicas de su traducción que él consideraba que necesi‐
taban aclaración. A continuación, una muestra de la lista de
Éxodo:
CONSECRATE (consagrar). Asignar algo para usos santos.
DEDICATE (dedicar). Purificar o santificar.
POLLUTE (contaminar). Manchar.
RECONCILE (reconciliar). Estar en unidad, y traer gracia o fa‐
vor.
SANCTIFY (santificar). Limpiar o purificar; asignar algo para
usos santos, y separar de usos impuros y profanos.
WORSHIP (adoración). La postración del ser de un hombre
hacia el suelo, como cuando a menudo, al arrodillarnos en
nuestras oraciones, nos postramos, y nos apoyamos en nues‐
tros brazos y nuestras manos, con nuestro rostro hacia el sue‐
lo.33

Inmediatamente después del texto bíblico de Éxodo aparece el


“Prólogo al tercer libro de Moisés, llamado Levítico”.34 Tyndale
describió el lugar de los sacrificios y ceremonias sacerdotales
que Dios había prescrito para quienes lo adoran. Porque el hom‐
bre pecador solo puede acercarse a Dios de la manera que Él exi‐
ge. También hizo una advertencia al lector contra la alegoriza‐
ción del verdadero significado de la Escritura.

Las ceremonias descritas en el siguiente libro fueron ordena‐


das principalmente por Dios (como dije al final del prólogo a
Éxodo) para ocupar la mente del pueblo israelita, y para im‐
pedir que sirvieran a Dios según la imaginación de su propio
fervor ciego y sus buenas intenciones. Así, la conciencia de
ellos podría ser establecida.35

Antes del libro de Números está el “Prólogo al cuarto libro de


Moisés llamado Números”.36 Esta introducción es la más larga de
los cinco prólogos del Pentateuco. Tyndale concluye el prólogo
con esta exhortación final a sus lectores: “Lee la Palabra de Dios
con diligencia y con un buen corazón y ella te enseñará todas las
cosas”.37 Respecto a la ley emitida en el Monte Sinaí, Tyndale ex‐
plicó que el creyente debe practicarla en su diario vivir. Tyndale
hizo un gran énfasis en la necesidad de la obediencia personal a
la Palabra por parte del creyente:

En el segundo y tercer libros ellos reciben la ley; y en este


cuarto comienzan a trabajar y a practicar. En esta práctica se
ven muchos buenos ejemplos de incredulidad, y de lo que
hace el libre albedrío cuando toma en sus manos guardar la
ley por sus propias fuerzas, sin la ayuda de la fe en las prome‐
sas de Dios… Ahora bien, ser hijo de Dios es amar a Dios y sus
mandamientos, y andar en sus caminos, según el ejemplo de
su Hijo Jesucristo.38

El más breve de los cinco prólogos del Pentateuco es el “Prólo‐


go al quinto libro de Moisés llamado Deuteronomio”.39 Su men‐
saje llama a los creyentes a “amar a Dios por la fe”,40 lo cual pro‐
duce “el amor a nuestro prójimo”.41 Este quinto prólogo presen‐
ta una breve sinopsis de la mayoría de los capítulos de Deutero‐
nomio.

Este es un libro que merece ser leído, día y noche, y estar


siempre en nuestras manos: pues es el más excelente de todos
los libros de Moisés. Además, es fácil y ligero, y un evangelio
verdaderamente puro, una predicación de fe y amor: deduce
el amor a Dios que viene de la fe, y el amor al prójimo que
viene del amor a Dios. Allí también puedes aprender la co‐
rrecta meditación o contemplación, que no es otra cosa que
traer a la memoria, y repetir en el corazón, los gloriosos y
maravillosos actos de Dios, y de su terrible trato hacia sus
enemigos.42

Al final del libro, Tyndale incluye un breve glosario de térmi‐


nos que usó en el mismo. Entre ellos están:
BELIAL. Malvado o maldad, aquel que ha soltado el yugo de
Dios de su cerviz y no quiere obedecer a Dios.
HORIMS. Una especie de gigantes, y significa noble, porque
por orgullo se hacían llamar nobles o gentiles.
ROCK (Roca). A Dios se le llama Roca, pues tanto Él como su
palabra permanecen para siempre.43

UN LOGRO MONUMENTAL

Una vez impresos los libros, Tyndale continuó con su práctica


de esconderlos en fardos de algodón para poder embarcarlos ha‐
cia las Islas Británicas. Estas copias de la Escrituras pasaron
inadvertidas de contrabando hacia Inglaterra y Escocia. Por ese
entonces, toda la literatura religiosa se escribía en latín y todos
los servicios religiosos se realizaban en latín, incluidas las lectu‐
ras de la Biblia. La persona promedio entendía poco o nada de lo
que se decía.
La versión inglesa del Pentateuco de Tyndale irrumpió en la es‐
cena como caída del cielo. Tyndale había traducido los cinco li‐
bros de Moisés al inglés con notable sencillez y claridad. El hom‐
bre inglés común ahora podía entender fácilmente la Palabra de
Dios. El estilo coherente que usó Tyndale era enérgico y atrayen‐
te. Él estaba alcanzando el éxito en su objetivo de llevar la Escri‐
tura al labrador.
El Pentateuco de Tyndale era la primera porción del Antiguo
Testamento que se traducía al inglés. Solo alrededor de una do‐
cena de copias han sobrevivido hasta hoy. La mayoría están
completas, con los cinco libros de Moisés encuadernados. Una
copia, en la Biblioteca Bodleian de Oxford, solo es Génesis. Otra,
en Nueva York, contiene de Éxodo a Deuteronomio.
En la producción de esta primera traducción del Pentateuco,
Tyndale se distinguió como un destacado erudito en hebreo.
Considerando las herramientas de su época, el dominio del idio‐
ma hebreo de Tyndale no deja de ser asombroso. Tyndale realizó
su obra con tal alto nivel de excelencia que unos ochenta años
después, cuando un equipo de estudiosos se reunió para crear la
Versión Autorizada o King James, apenas pudo mejorar la de
Tyndale. De hecho, la traducción de Tyndale se hizo a tan alto
nivel de competencia que su obra permanece hasta el día de hoy
a través de las diversas traducciones inglesas subsiguientes a las
que ha influenciado. De todos los regalos que Inglaterra le ha
dado al mundo, ninguno puede sobrepasar a este magistral teso‐
ro. Dondequiera que se lea en inglés, la Biblia de Tyndale es un
legado invaluable.
Se han producido muchas pinturas que representan la extensa
influencia del Imperio Británico alrededor del mundo. Uno de
estos cuadros, titulado The Secret of England’s Greatness (El se‐
creto de la grandeza de Inglaterra), se exhibe en la National Por‐
trait Gallery en Londres. En esta famosa obra, pintada en 1863
por Thomas Jones Baker, se observa que un príncipe africano ha
enviado un embajador a la Reina Victoria, monarca de Inglate‐
rra en el siglo XIX, para pedirle el secreto de la superioridad de
Inglaterra entre las naciones. La pintura retrata al embajador
arrodillado ante la reina en la cámara de audiencia en el Castillo
Windsor. En el fondo están el esposo de la reina, el Príncipe Al‐
berto,y los miembros de su corte. La Reina Victoria está hacien‐
do entrega de una copia de la Biblia al humillado dignatario. La
reina está diciendo en silencio: “Ve y dile a tu príncipe que éste
es el secreto de la grandeza política de Inglaterra”.
La verdadera grandeza de Inglaterra ha sido la Biblia en inglés.
En los últimos siglos, Inglaterra ha sido un pueblo de la Biblia, y
ha distribuido el mensaje de este libro santo hacia los cuatro rin‐
cones de la tierra. La principal influencia en la difusión de la
verdad bíblica fue la obra de traducción y publicación de Wi‐
lliam Tyndale. Él fue el primero en presentarle a Inglaterra una
Biblia traducida desde los originales hebreo y griego en su pro‐
pio idioma.
Que la Palabra de Dios se difunda a todas las naciones del mun‐
do en este tiempo. Que el sacrificio que hizo Tyndale hace cinco
siglos continúe expandiendo su influencia en nuestros días.
CAPÍTULO SEIS

Siempre
mejorando

Aquellos antiguos días de poder, junto con las verdades que


entonces movieron multitudes, todo parecía olvidado en me‐
dio de una árida teología académica y un moderno evangelica‐
lismo que aparentemente nada sabía de William Tyndale.
— IAIN H. MURRAY1

Mientras William Tyndale perseveraba en llevar a cabo su va‐


liente misión, lo hacía como un hombre sentenciado. Él realizó
su peligrosa obra poniendo su vida en constante peligro. En re‐
petidas ocasiones se enviaron desde Inglaterra agentes del go‐
bierno y agentes nombrados por la iglesia para que registraran
el territorio europeo en busca del fugitivo. Se habían hecho múl‐
tiples esfuerzos para capturarlo por los medios que fuesen nece‐
sarios. Estos emisarios tenían órdenes estrictas de encontrar a
Tyndale, arrestarlo y llevarlo a su ejecución. Corriendo un gran
riesgo y con un precio por su cabeza, Tyndale llevó a cabo su re‐
visión del Nuevo Testamento consciente del alto llamado de
Dios para su vida.
Tras completar su traducción inicial del Nuevo Testamento de
1526, el Pentateuco en 1530, y Jonás en 1531, Tyndale rehusó des‐
cansar de sus labores. había resuelto con firmeza revisar su tra‐
ducción del Nuevo Testamento para mejorar su precisión y legi‐
bilidad. Al estar expuesto cada día a la posibilidad de su propio
martirio, Tyndale fue firme en seguir adelante con la revisión de
su traducción a pesar del peligro de una inminente captura.
Cuando el Nuevo Testamento de 1526 estuvo impreso, Tyndale
ya había comenzado a recopilar una lista de correcciones que sa‐
bía que finalmente habría que hacer. En la nota al final de la edi‐
ción de 1526, les rogó a los lectores que informaran acerca de las
mejoras necesarias para una traducción revisada. En 1534, ocho
años y medio después de la publicación de la primera edición,
Tyndale terminó su complicada revisión, la cual se convirtió en
su logro culminante. El erudito en Nuevo Testamento B. F.
Westcott llamó a esta versión su “más noble monumento”.2 El
experto en Tyndale David Daniell la aclamó como “la gloria de la
obra de su vida”.3
Una década después de su llegada a Europa, la habilidad de tra‐
ducción de Tyndale desde el griego se había agudizado como el
filo de una navaja. La edición de 1534 experimentó cuatro mil
cambios y correcciones —cinco mil según algunos estudiosos—,
un número significativo y una notable mejora. La edición de
1526 solo contenía el texto inglés básico, unas pocas notas expli‐
cativas, y un breve epílogo. Sin embargo, la edición de 1534 con‐
tenía el texto bíblico más dos prólogos generales, un prólogo
para cada libro del Nuevo Testamento excepto Hechos y Apoca‐
lipsis, más notas explicativas, referencias cruzadas, y párrafos
señalados. En la conclusión del Nuevo Testamento, se agregaron
dieciséis páginas con una lista de cuarenta de los pasajes traduci
dos más importantes del Antiguo Testamento.
El objetivo de este capítulo es investigar el espíritu firme de
William Tyndale y su arduo trabajo en el Nuevo Testamento de
1534. En los años previos a la publicación de esta edición, un reto
amenazó la edición de 1526. Al menos cuatro versiones no auto‐
rizadas aparecieron en circulación. Estas ediciones sin permiso
le proporcionaron a Tyndale una impetuosa motivación para
producir una versión corregida de su obra original. Su Nuevo
Testamento revisado de 1534 demostró ser su mayor obra.

EDICIONES NO AUTORIZADAS

Casi inmediatamente después de que el Nuevo Testamento de


1526 saliera de la prensa, comenzaron a imprimirse y distribuir‐
se copias no autorizadas a través de toda Inglaterra. El impresor
con la mayor responsabilidad de estas versiones piratas era un
publicador de Amberes llamado Christopher Van Endhoven. No
menos de cuatro ediciones no autorizadas salieron de su prensa
sin el conocimiento ni el permiso de Tyndale. La primera fue
producida en 1526-1527, la segunda en 1530, la tercera en 1533, y
la última en 1534. La edición de 1534 demostraría ser especial‐
mente irritante para Tyndale debido al trabajo de un hombre
llamado George Joye.
Este hombre, un académico de Cambridge que se había vuelto
experto en latín, realizó un trabajo editorial a la última edición.
Tras ser denunciado como hereje por su pensamiento reforma‐
do, Joye partió de Inglaterra y viajó a Amberes, donde se dedicó
a la traducción bíblica por su cuenta. Produjo la primera traduc‐
ción impresa de varios libros del Antiguo Testamento al inglés,
aunque no desde el original hebreo.
En 1530, Joye produjo su propia traducción de los Salmos del
latín al inglés. En 1531, Van Endhoven fue arrestado por impri‐
mir y embarcar copias del Nuevo Testamento en inglés hacia In‐
glaterra. Fue enviado a Londres debido a que las autoridades de
Amberes no lo procesaron, así que fue encarcelado en West‐
minster y allí murió. En 1532, Joye publicó la traducción de Pro‐
verbios y Eclesiastés. En 1534, Jeremías y Lamentaciones fueron
traducidos al inglés del latín.
En la primavera de 1534, la viuda de Van Endhoven le pidió a
Joye que supervisara la edición de la cuarta edición pirata del
Nuevo Testamento de 1526 de Tyndale. Los tipógrafos flamencos
tenían problemas financieros, y la venta de la Biblia de Tyndale
debía dejar una gran utilidad. Joye le hizo casi cien correcciones
a la versión de 1526 de Tyndale, muchas de las cuales eran meno‐
res. Algunos de los cambios eran correcciones tipográficas,
mientras que otras resultaron ser significativas. El trabajo de
Joye era inferior al de Tyndale porque aquel trabajaba desde la
Vulgata en lugar de los originales griego y hebreo para examinar
la edición de Tyndale.
Un cambio no autorizado en la edición de Joye fue una impor‐
tante desviación de la teología de Tyndale. Esto desató una tre‐
menda controversia. Joye alteró la palabra de Tyndale resurrec‐
tion (resurrección), cambiándola por la vida después de esta vida
o verdadera vida en unos veinte lugares. En ese entonces, se es‐
taba generando una disputa entre algunos de los reformados con
respecto a la idea del “sueño del alma” como estado intermedio
del alma. Joye negaba que un creyente fuera de inmediato a la
presencia de Dios después de morir.
Estos cambios a la traducción de Tyndale afectaron negativa‐
mente la percepción pública de su postura doctrinal. Tyndale
negó esta enseñanza y produjo un segundo prólogo a su Nuevo
Testamento de 1534, acusando a Joye de negar la resurrección
corporal. Tyndale mantuvo la palabra resurrection en el texto
de su nueva edición.

FORMATO DE IMPRESIÓN

Tal como había hecho con el Pentateuco cuatro años antes, Tyn‐
dale eligió la bulliciosa ciudad de Amberes para imprimir y pu‐
blicar el Nuevo Testamento de 1534. Este activo polo comercial
le proporcionó las ventajas de un próspero centro de negocios
con numerosos mercaderes ingleses. En esta metrópolis del siglo
XVI, Tyndale pasó fácilmente inadvertido. Amberes también po‐
seía varios impresores de entre los cuales Tyndale podía elegir
para su importante empresa. Tyndale se alejó del impresor que
había elegido para el Pentateuco de 1530, y aseguró los servicios
de un francés llamado Martin de Keyser.
La revisión fue impresa en el formato octavo. Medía 15 centí‐
metros de alto por diez de ancho y cuatro centímetros de grosor.
Era un volumen robusto de tamaño bolsillo lo bastante pequeño
para caber en una mano. Pese a su pequeño tamaño, no obstan‐
te, era un volumen sustancial de cuatrocientas páginas. Esta edi‐
ción fue impresa en un tipo de letra gótica en lugar del tipo ro‐
mano de las anteriores traducciones de Tyndale, con un genero‐
so borde blanco. Los márgenes externos eran de tres centíme‐
tros, en los que había múltiples notas de estudio explicativas y
referencias cruzadas, y los márgenes superior e inferior eran es‐
paciosos. Los márgenes interiores contenían letras demarcado‐
ras que señalaban las divisiones de los párrafos. En la parte su‐
perior de cada página, aparecía el nombre del libro en particu‐
lar, lo que ayudaba al lector a buscar un texto específico. Cada
número de capítulo estaba escrito en palabras y no en los nume‐
rales romanos. Después de todo, la principal audiencia de Tyn‐
dale eran los mercaderes y agricultores de Inglaterra, no los ins‐
truidos académicos de las universidades.
Durante el siglo XVI, la imprenta siguió desarrollándose con
nueva tecnología. Los impresores usaban una hoja grande de pa‐
pel doblada de una a cinco veces, dependiendo del tamaño de‐
seado para el libro a imprimir. Cada hoja era impresa por ambos
lados. El libro más fácil de producir era el folio, que significaba
solo un doblez de la hoja grande. Así se generaban dos hojas im‐
presas por el frente y el reverso para producir cuatro páginas de
texto. Una hoja doblada dos veces se conocía como cuarto, la
cual producía ocho páginas de texto en cuatro hojas. Un octavo
era una sola hoja doblada tres veces, la cual producía dieciséis
páginas de texto en ocho hojas. Tyndale eligió el formato octavo
por su tamaño compacto, lo que le permitía al dueño portar esta
Biblia prohibida sin que fuera advertida. Esta versión más pe‐
queña además era fácil de ocultar en fardos de algodón para ser
pasada de contrabando a Inglaterra.

PORTADA

El Nuevo Testamento de 1534 necesitaba distinguirse de las edi‐


ciones no autorizadas de la traducción de 1526 de Tyndale. Para
evitar cualquier identidad equivocada, Tyndale varió su práctica
anterior e incluyó una portada que llevaba su nombre completo.
No había ambigüedad en cuanto a que Tyndale era el traductor y
editor. La portada completa lo identificaba de la siguiente for‐
ma:
EL NUEVO TESTAMENTO
corregido con diligencia y comparado con el griego
Por
WILLIAM TYNDALE
y acabado en el año de nuestro Señor Dios
A. 1534
en el mes de noviembre.4

Por su fecha de noviembre de 1534, a veces se alude a esta edi‐


ción como el Nuevo Testamento de Noviembre. Esta nomencla‐
tura es similar a la del Nuevo Testamento alemán de 1522 de
Martín Lutero, conocido como el Testamento de Septiembre,
porque fue impreso en septiembre de 1522. Aunque se identificó
a sí mismo como el traductor, Tyndale decidió inventar el nom‐
bre del publicador en la portada, que dice: “Impreso en Amberes
por Martin Emperor Año 1534”.

PRÓLOGOS DE APERTURA

Al comienzo de esta edición de 1534, Tyndale puso primero dos


prólogos introductorios que abordan la naturaleza de su traduc‐
ción del Nuevo Testamento. El primer prólogo comienza identi‐
ficando al traductor y editor con las iniciales “W. T.”, una ine‐
quívoca referencia a William Tyndale. El prólogo se titula “W.
T. al lector”.5 Él explica detalladamente que esta versión en par‐
ticular es una edición mejorada en comparación con su trabajo
anterior. El primer prólogo comienza de la siguiente forma:
Aquí tienes, querido lector, el nuevo Testamento o pacto que
Dios ha hecho con nosotros en la sangre de Cristo, el cual al
fin he vuelto a revisar, con toda diligencia, y lo he comparado
con el griego, y le he arrancado muchos errores que la falta
de ayuda y el descuido sembraron en el al comienzo.6

Tyndale también abordó la correcta aproximación al traducir


de un idioma a otro. Dio una explicación de su labor de traduc‐
ción con los tiempos verbales del griego al inglés:

Si pareciera que algo está cambiado, o no concuerda plena‐


mente con el griego, que quien descubra la falta considere la
frase o forma de hablar hebrea que ha quedado en las pala‐
bras griegas. En éstas, el tiempo pretérito perfecto y el tiem‐
po presente a menudo son el mismo, y el tiempo futuro es
también el modo optativo, y el tiempo futuro a menudo es el
modo imperativo en la voz activa, y en la pasiva siempre. Asi‐
mismo, persona por persona, número por número, e interro‐
gación por un condicional, y cosas por el estilo, son de uso co‐
mún entre los hebreos.7

Volviendo su atención a la materia de sus notas explicativas in‐


sertas en los márgenes exteriores, Tyndale describió su beneficio
de ayudar al lector a comprender un verso en particular o a mos‐
trar su notoria relevancia. Él escribe: “En muchos lugares tam‐
bién he dado luz en el margen con la cual comprender el texto”.8
Tal como en la primera edición, Tyndale repitió su invitación
para que los lectores le hicieran saber cualquier error que fuese
necesario corregir.

Si alguien descubre errores ya sea en la traducción o alguna


otra cosa (que para muchos es más fácil de hacer que haberlo
traducido correctamente ellos mismos al principio con su
propia y significativa sapiencia sin contar con un ejemplo), le
será lícito traducirlo por sí mismo, y poner en su lugar lo que
le plazca. Si yo, por mí mismo o al ser informado por otro,
percibo que algo se me escapó, o se podría traducir con mayor
claridad, haré que se enmiende a la brevedad.9

Tyndale no concluyó el prólogo sin afirmar de forma explícita


la verdadera naturaleza del evangelio. Él escribió: “El Evangelio
son buenas nuevas de misericordia y gracia, y que nuestra natu‐
raleza corrupta será restaurada por causa de Cristo y solo por los
méritos de su obra”.10 El evangelio de gracia se recibe exclusiva‐
mente por la sola fe solo en Jesucristo. La fe salvadora, aducía
Tyndale, no es una mera confesión a un sacerdote, sino el com‐
promiso total de nuestra vida con Cristo. Él sostenía que:

La confesión, no a oídos del sacerdote (pues eso no es más que


invención humana), sino a Dios en el corazón, y ante toda la
congregación de Dios; de que somos pecadores y pecamino‐
sos, y que toda nuestra naturaleza es corrupta, e inclinada ha‐
cia el pecado y toda injusticia, y por lo tanto malvada, impía y
condenable.11

Además del primer prólogo, Tyndale incluyó un segundo pró‐


logo al Nuevo Testamento. Comienza de esta forma: “William
Tyndale, una vez más al lector cristiano”.12 Identificándose no
solo con las iniciales, sino con su nombre, Tyndale se vio obliga‐
do a abordar la tergiversación deshonesta que había hecho Geor‐
ge Joye al imprimir una versión no autorizada. Explicó que nun‐
ca había aprobado los diversos cambios que había hecho Joye.
Este prefacio fue una “violenta protesta contra Joye”.13 Tyndale
aseveró:

George Joye no se comportó como un hombre honesto, sien‐


do que sabía que yo mismo estaba corrigiendo el texto. Tam‐
poco anduvo según las normas del amor y la bondad que Cris‐
to y sus discípulos nos enseñan, que no deberíamos hacer
nada por contienda para ocasionar controversia, o por vana‐
gloria o por envidia… Cuando mi impresión estaba casi con‐
cluida, alguien me trajo una copia y me mostró tantos lugares
alterados de tal manera que quedé pasmado y me pregunté no
poco qué furia lo había llevado a hacer tales cambios y a lla‐
mar a eso una diligente corrección.14

En el centro de esta controversia, Tyndale se sentía obligado a


clarificar que los cambios que había hecho Joye al cambiar resu‐
rrección por vida después de esta vida eran claramente desho‐
nestos:

Porque a través de Mateo, Marcos y Lucas; y a menudo en He‐


chos, y a veces en Juan y también en Hebreos, donde él en‐
contraba la palabra resurrección, la cambiaba por la vida des‐
pués de la vida, o verdadera vida, o algo por el estilo, como al‐
guien que aborreciera el nombre de la resurrección… Pero so‐
bre esto yo confronto a George Joye por no poner su propio
nombre en la obra, y que más bien la llame su propia traduc‐
ción; y por estar jugando a las escondidas.15

El biógrafo J. F. Mozley estaba en lo correcto cuando escribió:


“La principal queja de Tyndale… era que Joye no tenía derecho a
imponer su propia interpretación al Nuevo Testamento de Tyn‐
dale y atribuirle a su hermano traducciones que éste reprobaba
con firmeza”.16 Tyndale deseaba dejar clara su postura en lo que
concernía a su teología. Él discrepaba con fuerza con la idea doc‐
trinal del “sueño del alma” y su objetivo era corregir cualquier
tergiversación en su actual revisión bíblica.
En esta edición, cada libro del Nuevo Testamento tiene su pro‐
pio prólogo, excepto Hechos y Apocalipsis. La mayoría de los li‐
bros y prólogos contienen ilustraciones al comienzo que varían
en tamaño. La epístola a los Romanos recibe el tratamiento más
extenso, que es casi tan largo como la misma epístola. Los demás
prólogos son “en su mayoría muy breves”,17 de alrededor de una
página.
El prólogo a la epístola de Pablo a los Romanos establece, sin
lugar a dudas, a Tyndale como un hábil teólogo y comentarista
bíblico. Él empieza proporcionando un examen capítulo a capí‐
tulo del mensaje esencial del libro de Romanos y una sinopsis
doctrinal del evangelio. Los dieciséis capítulos de Romanos
cuentan con un resumen particular escrito por Tyndale:

En la medida en que esta epístola es la parte principal y más


excelente del nuevo Testamento y el más puro evangelio, es
decir, buenas nuevas, y que en inglés llamamos gospel, y es
además una luz y un camino hacia toda la Escritura; me pare‐
ce adecuado que cada cristiano no solo la conozca, de memo‐
ria y sin el libro, sino que además en adelante se ejercite en
ella continuamente, como el pan diario del alma. Ningún
hombre realmente puede leerla demasiado a menudo o estu‐
diarla demasiado bien; porque cuanto más se la estudia, tanto
más fácil es; cuanto más se la mastica, tanto más agradable
es; y cuanto más profundamente se la examina, cosas tanto
más preciosas se encuentran en ella. Así de inmenso es el te‐
soro de cosas espirituales que en ella se oculta.18

Congruente con la doctrina reformada, Tyndale declara con


valentía que el poder del evangelio es totalmente suficiente para
cambiar la vida humana. Al subrayar la primacía del evangelio
tal como se declara en la Escritura divinamente inspirada, afir‐
ma que la epístola a los Romanos contiene un vivificante mensa‐
je de transformación para todos los que lean y obedezcan sus pa‐
labras. Cuando la Palabra es predicada y recibida con fe, hace li‐
bres a los que están presos de Satanás en las tinieblas: “Cuando
creemos en las buenas nuevas que se nos predican, el Espíritu
Santo entra en nuestro corazón, desata los lazos del mal que an‐
tes tenía nuestro corazón cautivo y lo poseía”.19 La fe que se re‐
quiere para creer en el evangelio es una fe activa y viva que con‐
fía plenamente en Dios. En consecuencia, la verdadera fe lo lleva
a uno a comprometer su vida con Jesucristo. Según Tyndale, el
resultado de la fe genuina en el corazón es gozo abundante:
La fe, pues, es una viva y firme confianza en el favor de Dios
por la cual nos comprometemos totalmente con Dios; y esa con‐
fianza está tan seguramente cimentada, y tan firmemente ligada
a nuestro corazón, que la persona ni por un instante dudaría de
ella, aunque tuviera que morir mil veces por su causa. Y seme‐
jante confianza, que es obra del Espíritu Santo mediante la fe,
hace al hombre feliz, saludable, alegre, y sincero con Dios y con
todas las criaturas.20

TRABAJO DE TRADUCCIÓN
La parte más importante del Nuevo Testamento revisado de
Tyndale es su meticuloso trabajo de traducción. Su biógrafo J. F.
Mozley escribe: “La mayor gloria del segundo Nuevo Testamen‐
to no radica en sus accesorios, sino en el texto mismo. Éste fue
exhaustiva y cuidadosamente revisado”.21 La maestría de Tynda‐
le al traducir del griego al inglés exhibió su esplendor. Casi nue‐
ve años después de la traducción de 1526, la comprensión de
Tyndale del idioma griego había avanzado y madurado de forma
sostenida. Aunque entre 1526 y 1530 estudiaba hebreo, no obs‐
tante siguió puliendo su destreza con el griego. Daniell escribe
que el conocimiento de Tyndale del hebreo le dio una “percep‐
ción del griego como ningún otro académico o traductor tenía
en ese entonces”.22
La competencia lingüística de Tyndale lo situaba en un lugar
“muy adelantado con respecto a cualquier otro académico de Eu‐
ropa”, observa Daniell, más allá “incluso del máximo profesor
de griego, Philip Melanchthon en Wittenberg”.23 Tyndale opera‐
ba a “un alto nivel como traductor de griego”24 y era “un erudito
de sobresaliente estatura que lideraba Europa en su conocimien‐
to del griego”.25
Comentando los numerosos cambios que hizo Tyndale en esta
edición, Westcott escribe:

A veces los cambios son hechos para asegurar una conformi‐


dad más estrecha con el griego: a veces para alcanzar una tra‐
ducción más vigorosa o una traducción más idiomática; a ve‐
ces para conservar la debida uniformidad; a veces para intro‐
ducir una nueva interpretación. La propia insignificancia de
los cambios que hizo es un testimonio singular de la diligen‐
cia con la que Tyndale todavía laboraba en su tarea asignada.
Nada le parecía insignificante.26

Fiel al texto, Tyndale examinó cada palabra y filtró cualquier


término católico que hubiera sido traducido de forma inapropia‐
da al latín. Tales errores de traducción llevaban siglos de bagaje
teológico que torcía el verdadero significado del texto. Por ejem‐
plo, Tyndale reemplazó church (iglesia) por congregation. Susti‐
tuyó priest (sacerdote) por senior (1526) y más tarde por elder
([anciano]1534). Escogió arrepentirse en lugar de hacer peniten‐
cia y reconocer en lugar de confesar. Estos cambios debilitaron
de forma drástica el falso sacerdotalismo de Roma que había
prevalecido durante los mil años previos. Como un genuino re‐
formador, Tyndale eligió ser fiel al texto bíblico a pesar del ine‐
vitable juicio de Roma.
La permanente influencia de la obra de Tyndale puede verse en
muchas de las frases conocidas que él forjó. Entre ellas están:
lead us not into temptation but deliver us from evil (no nos me‐
tas en tentación, sino líbranos del mal); knock and it shall be
opened unto you (llamen y se les abrirá); twinkling of an eye
(abrir y cerrar de ojos); a moment in time (un instante); seek and
you shall find (busquen y hallarán); judge not that you not be
judged (no juzguen para que no sean juzgados); let there be light
(hágase la luz); the powers that be (la autoridad que hay); my
brother’s keeper (guardián de mi hermano); the salt of the earth
(la sal de la tierra); a law unto themselves (ley para sí mismos);
filthy lucre (ganancias mal habidas); it came to pass (aconteció
que); gave up the ghost (entregó el espíritu); the signs of the ti‐
mes (las señales de los tiempos); the spirit is willing (el espíritu
está dispuesto); live and move and have our being (existimos,
nos movemos y somos); y fight the good fight (pelear la buena
batalla). Las adaptaciones de estas frases se han vuelto expresio‐
nes de todos los tiempos para la gente de habla inglesa a través
de los siglos.
Mozley señala ejemplos de mejoramientos que hizo Tyndale en
la edición de 1534. Primero se muestra la redacción de la edición
de 1534, y le sigue la versión de 1526 entre paréntesis. Las pala‐
bras cambiadas están en cursiva. De los Evangelios y de Hechos
se destacan los siguientes casos:

Mateo 1:18.
Mary was betrothed to (married unto) Joseph.

Mateo 5:9.
Blessed are the peace makers (maintainers of peace).

Mateo 8:26.
O ye of (endued with) little faith.

Mateo 11:29.
And ye shall find rest (ease) unto your souls.

Marcos 7:11.
Corban, which (that) is: That thou desirest of me to help thee
with is given God.(Whatsoever thing I offer, that same doth pro‐
fit thee.)

Juan 1:1.
In the beginning was the (that) word, and the (that) word
was with God, and the word was God (God was that word).

Juan 20:27.
Be not faithless but believing (without faith but believe).

Hechos 7:60.
Lord, lay not this sin to their charge (impute not this sin unto
them).
Hechos 19:27.
But also that (that also) the temple of the great goddess (se omite
goddess) Diana should be despised, and her magnificence (ma‐
jesty) should be destroyed.27

A medida que revisaba, Tyndale hizo correcciones adicionales


a su trabajo en las Epístolas y Apocalipsis. Nuevamente se pre‐
senta primero la edición de 1534, seguida de la edición de 1526 en
paréntesis. La cursiva indica la corrección de Tyndale.

1 Corintios 5:11.
But now I write (have written) unto you.

1 Corintios 15:51.
I shewyou a mystery (a mystery unto you)
.
Efesios 5:19.
Speaking unto yourselves in psalms and hymns and spiritual
songs, singing and making melody (playing) to the Lord in your
hearts.

Filipenses 2:12.
Work out (perform) your own salvation (health) with fear and
trembling.

Hebreos 5:7.
Was also heard because of his godliness (he had God in reveren‐
ce).

Hebreos 12:16.
Esau, which for one breakfast sold his birth-right (his right that
belonged unto him in that he was the eldest brother).

Hebreos 13:14.
For here have we no continuing city: but we seek one (a city) to
come.28
Santiago 5:12.
Let your yea be yea and your nay nay (saying be yea yea, nay
nay).

1 Pedro 2:19.
For it is thankworthy (cometh of grace), if a man for conscience
toward God endure grief suffering wrongfully.

Apocalipsis 13:5.
Power was given unto him to do (continue) forty-two months.

La traducción de Tyndale al inglés produjo un bello estilo pro‐


saico en términos de la forma literaria. Su uso del idioma inglés
se distanció de los modos altamente formales de expresión me‐
dieval, porque este antiguo género era demasiado forzado para
que el hombre común leyera con claridad, comprensión, o agra‐
do. En lugar de ello, la técnica de traducción de Tyndale produjo
un texto claro, legible y directo que era espléndido en su léxico y
fraseo, y no obstante fácilmente comprensible. Como él había
afirmado antes, era un libro para el labrador.

NOTAS MARGINALES

Una característica notoria de la edición de 1534 fue la adición de


notas explicativas en los márgenes externos. La versión de 1526
no contenía ninguna nota al margen. Para explicar un verso,
Tyndale consideraba el contexto más amplio del pasaje. En una‐
nimidad con otros reformadores, él creía que la Escritura solo
puede comprenderse adecuadamente en contexto. Algunas de
las notas al margen tienen un enfoque teológico y relacionan
una doctrina con el marco más amplio de todo el canon de la Es‐
critura. Este método se denomina analogia Scriptura, analogía
de la Escritura. En otras palabras, la Escritura es la mejor intér‐
prete de la Escritura. Tyndale rechazaba el método alegórico de
interpretación y más bien prefería descubrir el significado llano
de la Escritura. A continuación, algunas muestras de sus notas
marginales:

Mateo 16:21. Cuando se dice o se hace algo que podría incitar


al orgullo [es decir, la confesión de Pedro], él les golpeaba los
dientes con su muerte y pasión.29

1 Corintios 7:26. Si un hombre tiene el don, la castidad es


buena, para servir a Dios con mayor tranquilidad; porque el
casado suele tener muchas dificultades. Pero si la mente del
casto se enredara en otros asuntos mundanos, ¿de qué le sir‐
ve? Y si el casado está por ello más sosegado, ¿qué mal le cau‐
sa? Ninguno es de suyo mejor que el otro, ni agrada más a
Dios que el otro. Ni la circuncisión externa ni el bautismo ex‐
terno valen algo por sí mismos, salvo que nos recuerdan que
guardemos el pacto hecho entre nosotros y Dios.30

1 Corintios 11:20. (Toleran a quienes los esclavizan, a quienes


los devoran, etc.) En el reino de Dios no se permite demasiada
mansedumbre y obediencia, pero todo debe hacerse con en‐
tendimiento.31

1 Tesalonicenses 4:5. (Procuren vivir en paz, y ocuparse de


sus negocios y trabajar con sus propias manos). Una buena
lección para monjes y frailes ociosos.32

1 Pedro 2:5. (Casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer


sacrificios espirituales que Dios acepte por medio de Jesu‐
cristo). Nosotros somos esa iglesia, y el sacrificio espiritual es
la obediencia del corazón. El sacrificio corporal debe ofrecer‐
se a nuestro prójimo; porque si lo ofreces a Dios, haces de él
un ídolo corporal.33

1 Pedro 4:8. (El amor cubre infinidad de pecados). El odio


hace un pecado de cada nimiedad, pero el amor no mira las
cosas pequeñas, sino que todo lo soporta.34

Las notas de 1534 son menos polémicas que las de la edición an‐
terior de Tyndale y menos incisivas que las notas de Lutero en
su Nuevo Testamento de 1522. Tyndale prefirió principalmente
explicar el texto bíblico y tratar asuntos de la vida cristiana coti‐
diana relacionados con el pasaje específico. Tyndale afirmaba las
doctrinas reformadas centrales tales como la justificación por la
fe y además sostenía que la verdadera fe se evidencia en las bue‐
nas obras. Reiteradamente exhortó al lector a obedecer y seguir
la Palabra.

LA EDICIÓN DE 1535

A su llegada a las costas de Inglaterra, la nueva edición de 1534


del Nuevo Testamento de Tyndale se vendió con rapidez. Dentro
del mismo mes de su publicación en noviembre de 1534, la si‐
guiente edición ya se estaba imprimiendo y se puso a la venta a
comienzos de 1535. Los Evangelios se imprimieron a fines de
1534 y el resto del Nuevo Testamento a comienzos de 1535.
Esta edición de 1535 del Nuevo Testamento contenía dos porta‐
das. La primera tiene fecha de 1534 cuando se imprimieron los
Evangelios. La segunda tiene fecha de 1535, cuando se imprimió
el resto de los libros. La portada de la última edición dice: “El
Nuevo testamento corregido una vez más por William Tyndale,
1535”. En esta edición también aparecen las iniciales “G. H.” en
la página de título, que se refieren al publicador, Godfrey van
der Haghen. El impresor fue nuevamente Martin de Keyser. En
esta versión, Tyndale hizo más correcciones a la edición de 1534
en su constante búsqueda de fidelidad y precisión en el texto.
Tyndale hizo más de trescientos cincuenta correcciones en su
edición de 1535 del Nuevo Testamento, en su mayoría son cam‐
bios menores. También hizo unos pocos cambios a su traducción
de los primeros cinco libros del Antiguo Testamento. Él estaba
siempre afinando su traducción para que fuese la mejor posible.
Ejemplos de estas correcciones son las siguientes:

Juan 8:44.
The lusts of your father ye will do (follow).

1 Corintios 15:10.
I labored more abundantly than they all, yet (omisión) not I.

Filipenses 2:4.
Look not every man on his own things, but every man on the
things of other men (1535). And that no man consider his own,
but what is meet for other (1534).

Hebreos 9:22.
Without shedding (effusion) of blood is not remission.

Santiago 1:27.
To visit the fatherless (friendless) and widows in their adver‐
sity.35

Esta edición de 1535 resultó ser la última revisión de Tyndale


del Nuevo Testamento. Hoy solo existen cuatro copias de esta
tercera versión. Todas son menos que perfectas, y solo una toda‐
vía tiene la primera portada, que la identifica como la obra de
Tyndale. John Rogers utilizó la edición de 1535 para compilar su
Biblia Matthew. Como consecuencia, es esta última edición la
que se ha convertido en “el fundamento de nuestra versión in‐
glesa estándar”.36
Este periodo de enorme productividad para Tyndale iba llegan‐
do rápidamente a su fin. Él no vería otra edición de su Nuevo
Testamento, ni vería publicada su traducción de los Libros His‐
tóricos del Antiguo Testamento. Dentro de tres meses, este fiel
siervo sería arrestado y puesto en prisión. No habría liberación
de este encarcelamiento. Tras un año y medio de confinamiento,
Tyndale caminaría a la hoguera del martirio.
CAPÍTULO SIETE

Los Libros
Históricos

Las traducciones bíblicas de William Tyndale han sido el se‐


creto mejor guardado de la historia de la Biblia en inglés. Mu‐
cha gente ha oído de Tyndale; muy pocos lo han leído. No
obstante, ningún otro inglés —ni siquiera Shakespeare— ha
llegado a tanta gente.
—DAVID DANIELL1

Con su rostro fijo como un pedernal en el objetivo de llevar la


Palabra de Dios al pueblo inglés, William Tyndale siguió adelan‐
te de forma constante en la obra de Dios. La adversidad que en‐
frentó era abrumadora, y los peligros que encontró eran morta‐
les. Sin embargo, como hombre de una notable constancia, Tyn‐
dale perseveró en su misión. Resuelto en su labor, Tyndale nun‐
ca se habría detenido hasta haber traducido toda la Biblia al in‐
glés y haberla puesto en las manos del labrador en su amada pa‐
tria. Con su incansable firmeza, nada podría detener a Tyndale
hasta que el nudo del verdugo lo estrangulara y las llamas lo
consumieran.
Una vida de grandeza suele estar marcada por un espíritu indó‐
mito. Las personas inferiores se rinden con demasiada facilidad
cuando su camino está obstruido. Pero aquel que deja una im‐
presión indeleble en el mundo se distingue por una invariable
determinación frente a la creciente censura y el antagonismo.
Esa clase de hombre era William Tyndale, una férrea figura de
imperturbable determinación.
Habiendo traducido solo los primeros cinco libros del Antiguo
Testamento (1536) y Jonás (1531), Tyndale tenía por delante la in‐
mensa frontera del resto del Antiguo Testamento, que rogaba
ser liberada de la antigua oscuridad. Esto incluía los Libros His‐
tóricos, los Libros Poéticos, y el resto de los Profetas. Este capí‐
tulo se enfoca en el trabajo final que completó Tyndale antes de
su arresto y martirio.

PERMANENCIA EN AMBERES

Habiendo revisado la tercera edición del Nuevo Testamento en


1534-1535, Tyndale decidió permanecer en Amberes para conti‐
nuar su labor de traducción. Como observamos en el capítulo
anterior, Amberes se había convertido en el principal centro de
comercio en Europa y albergaba una considerable población de
comerciantes ingleses. El alto tráfico de la ciudad le proveía a
Tyndale un seguro encubrimiento para mantener su anonimato
durante su proyecto, y los mercaderes proporcionaron los me‐
dios para embarcar fácilmente sus obras.
En esta próspera ciudad, había una cantidad suficiente de im‐
presores entre los cuales Tyndale podía elegir. Esta ubicación es‐
tratégica brindaba el acceso acuático necesario para transportar
las Biblias por barco para que pudieran ser pasadas de contra‐
bando a Inglaterra. Además, Tyndale estaba familiarizado con
Amberes de manera que podía continuar trabajando con cierto
grado de facilidad. Por estos motivos, Tyndale mantuvo a Ambe‐
res como su base de operaciones.
Algunos mercaderes ingleses que se habían mudado a Amberes
simpatizaban con la causa reformada. Uno de estos comercian‐
tes, Thomas Poyntz, le proveyó alojamiento a Tyndale en una
pensión conocida como la Casa Inglesa. Aquí Tyndale hallaría
refugio y un lugar tranquilo para realizar su labor de traducción.
Poyntz, un mercader de North Ockendon, y su esposa, hospe‐
daron gentilmente a Tyndale cuando este acababa de llegar a
Amberes. El contacto llegó a través de Lady Anne Walsh, con
quien Thomas Poyntz estaba relacionado y a cuya familia Tyn‐
dale había servido años antes en su hacienda, Little Sodbury,
mientras estaba en Inglaterra. Después de partir de Cambridge,
Tyndale se había desempeñado como capellán y tutor de la fami‐
lia Walsh. Por medio de Tyndale, Sir John y Lady Anne Walsh se
convencieron de la doctrina reformada e hicieron donaciones
para apoyar y asistir sus esfuerzos mientras estaba en Europa.
Durante la estadía de Tyndale en la pensión, Poyntz fue de gran
ayuda para él. Poyntz le dio a Tyndale un lugar para vivir y estu‐
diar a fin de pulir aun más sus aptitudes lingüísticas y llevar a
cabo su laboriosa tarea de traducción. Los Poyntz lo mantuvie‐
ron en secreto y le brindaron aliento y consejo a medida que su
trabajo progresaba.

LIBROS HISTÓRICOS

Tyndale nunca titubeó en su objetivo de traducir el resto del An‐


tiguo Testamento al inglés. Habiendo completado los primeros
cinco libros, junto con Jonás, se dedicó a traducir los siguientes
ocho libros después del Pentateuco desde Josué. Avanzó conse‐
cutivamente a través de esta sección del Antiguo Testamento, li‐
bro a libro, capítulo a capítulo, y verso a verso hasta que com‐
pletó 2 Crónicas. Esta traducción coincidió con sus revisiones
del Nuevo Testamento.
La traducción del hebreo de los libros históricos resultó ser un
mayor desafío que la traducción del Pentateuco debido al voca‐
bulario y la sintaxis de estos libros. El libro de Génesis tenía un
vocabulario hebreo limitado y una sintaxis más bien elemental,
lo que hacía la traducción mucho menos agobiante, mientras
que el vocabulario de los Libros Históricos era mucho más am‐
plio y su sintaxis mucho más exigente, por lo cual a Tyndale le
resultaba más difícil traducirlos a un inglés comprensible. Por
ejemplo, los libros de Samuel y Reyes frecuentemente usan ex‐
trañas palabras hebreas, una tendencia que le causó dificultad a
Tyndale para traducir los versos de manera precisa y comprensi‐
ble para el lector promedio.
Tyndale también enfrentó el desafío de traducir las largas lis‐
tas de los Libros Históricos de un modo que no perdiera el inte‐
rés y la atención del lector. Cuando la misma palabra hebrea se
usaba en múltiples ocasiones en el mismo contexto, Tyndale in‐
tentó alternar distintas palabras en inglés para mantener la ca‐
dencia del lector avanzando a paso relativamente rápido. Él
creía que los sinónimos ayudaban a retener la atención del lec‐
tor. Por ejemplo, el erudito literario inglés David Daniell señala
que Tyndale tradujo la simple preposición hebrea tahtaw de di‐
versas formas, entre ellas in his room, in his stead, y in his place
(en su lugar).2 Dependiendo del contexto, Tyndale también tra‐
dujo la palabra hebrea mahaloqet como “número”, “hueste”,
“división”, o “compañía”. El uso de estas palabras alternadas le
proporcionaba variedad e interés visual al lector.

JOHN ROGERS

En 1534, mientras Tyndale trabajaba incansablemente en su tra‐


ducción de los Libros Históricos, un inglés llamado John Rogers
llegó a Amberes. Rogers, nacido en 1500 y educado en el Pembro‐
ke Hall de Cambridge, se convirtió en párroco de la Iglesia Cató‐
lica en Holy Trinity the Less en Londres. Luego viajó a Amberes
para convertirse en capellán de los mercantes ingleses de la
Compañía de los Mercantes Aventureros. Este grupo estaba
compuesto por comerciantes ingleses que vivían juntos en la
enorme pensión de la familia Poyntz. Esta residencia brindaba
un lugar seguro a sus huéspedes, quienes estaban lejos de casa.
Estos hombres de negocios, que simpatizaban en lo religioso,
reunieron recursos y contrataron a Rogers para que se desempe‐
ñara como su capellán mientras estaban en el extranjero.
Rogers se mudó a esta nueva capellanía y pronto conoció a
Tyndale. Su relación resultó ser mutuamente provechosa. Tyn‐
dale se convirtió en una fuerte influencia espiritual sobre Rogers
y finalmente lo llevó a aferrarse a la gracia salvadora de Cristo y
a convertirse al protestantismo. Cuesta determinar si Rogers se
convirtió mientras estaba con Tyndale o poco después de la
muerte de Tyndale. Sin embargo, mediante la influencia de Tyn‐
dale, Rogers abandonó el dogma católico romano y vino a la sola
fe en Jesucristo solamente. Como registra Foxe, en ese entonces
Rogers “se deshizo del pesado yugo del papismo”.3
Rogers desempeñaría un rol muy importante en la promoción
del trabajo de una vida de traducción bíblica de Tyndale. En
1537, Rogers publicó la obra de traducción de Tyndale completa
en lo que se llegó a conocer como la Biblia Matthew. Hughes
Oliphant Old comenta: “Rogers fue el heredero de Tyndale en
relación a aquella importantísima obra de erudición cristiana”.4
Rogers se convirtió en el primer mártir en morir a manos de Ma‐
ría la Sanguinaria, así que “también fue heredero de Tyndale en
el martirio”.5

ARRESTO DE TYNDALE

Después de traducir de Josué a 2 Crónicas, Tyndale fue arresta‐


do producto del engaño de un traidor. Un inglés llamado Harry
Phillips había llegado a Amberes a comienzos del verano de 1535,
comisionado para encontrar a Tyndale y llevar oficiales de go‐
bierno y de la iglesia para capturarlo. Phillips había perdido una
enorme suma del dinero de su padre en Inglaterra y estaba de‐
sesperado por recuperar la fortuna perdida. La Iglesia Católica
sacó partido de su apremio y ofreció pagarle una atractiva re‐
compensa a cambio de su ayuda para prender a Tyndale. A su
llegada, Phillips hizo los contactos necesarios que lo condujeron
a la pensión de Poyntz. De forma rápida entabló amistad con
Tyndale, ganándose su confianza. Poyntz le advirtió a Tyndale
acerca de Phillips, pero Tyndale no se llegó a dar cuenta de las
tácticas clandestinas de Phillips.
Después de completar su traducción del octavo Libro Histórico,
Tyndale bajó la guardia con Phillips y se convirtió en un cordero
llevado al matadero. Una noche, yendo camino a la cena, Tynda‐
le y Phillips entraron en un estrecho callejón fuera de la pensión
de Poyntz. Phillips insistió en que Tyndale entrara primero al
callejón, donde ya se había acordado que lo esperarían soldados
ocultos a ambos lados de una entrada. Cuando siguió a Tyndale
por la puerta, Phillips apuntó a Tyndale indicando que era la
persona que debían apresar. Los soldados capturaron a Tyndale
y lo pusieron bajo arresto. Después de estar fugitivo por doce
años, ahora estaba bajo la custodia de los oficiales.
En este caótico momento, la habitación de Tyndale en la pen‐
sión fue registrada y sus posesiones confiscadas. De forma provi‐
dencial, Rogers llegó a reunir el trabajo sin publicar de Tyndale,
de Josué a 2 Crónicas, y escapó a un lugar seguro. Ahora Rogers
tenía toda la obra de traducción de Tyndale en sus manos, in‐
cluido todo el Nuevo Testamento y su trabajo en el Antiguo Tes‐
tamento. Además, poseía los prólogos, las notas marginales, y
las tablas de Tyndale para cada libro traducido. Tyndale fue lle‐
vado al castillo de Vilvoorde y encarcelado allí por un año y me‐
dio. Fue atado a una pira, estrangulado y quemado en 1536 debi‐
do a sus esfuerzos por traducir la Palabra de Dios al idioma in‐
glés.

LA BIBLIA MATTHEW

En el año siguiente al martirio de Tyndale, 1537, John Rogers


compiló, editó e imprimió la Biblia Matthew, llamada así porque
fue publicada con el pseudónimo Thomas Matthew. Tyndale no
vivió para ver la totalidad de su obra de traducción impresa. Ro‐
gers recogió el manto de Tyndale y publicó lo que su mentor ha‐
bía completado. Rogers no fue el traductor en este proyecto,
sino más bien actuó como editor general que reunió y publicó
esta versión en inglés de la Biblia con correcciones menores.
La Biblia Matthew fue la obra combinada de tres personas. Este
trío dinámico estaba conformado por William Tyndale, John
Rogers y Miles Coverdale. El Nuevo Testamento completo era la
obra singular de Tyndale. Su Nuevo Testamento fue completado
por primera vez en 1526 y posteriormente fue revisado e impreso
dos veces, en 1534 y 1535. También el Pentateuco era obra exclu‐
siva de Tyndale, impreso por primera vez en 1530 y luego revisa‐
do en 1535. A esto se añadían los libros de Josué a 2 Crónicas,
traducidos por Tyndale en 1535. Estos libros constituyen la obra
de toda una vida del inigualable William Tyndale.
En la Biblia Matthew, la obra de William Tyndale fue comple‐
mentada con la traducción del Antiguo Testamento de un acadé‐
mico que él conoció estando en Oxford, Miles Coverdale. Este in‐
glés tradujo toda la Biblia a su idioma y la publicó como la Biblia
Coverdale un año antes del martirio de Tyndale, en 1535. Era la
primera Biblia que se imprimía en el idioma inglés que contenía
tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento. Fue aprobada ofi‐
cialmente por Enrique VIII y se ordenó que se difundiera “entre
todo el pueblo”. Sin embargo, las traducciones de Coverdale es‐
taban hechas del latín y el alemán, no del hebreo y griego origi‐
nales, como lo era la obra de Tyndale que era más académica y
precisa.
Además de la traducción de Tyndale del Pentateuco, de Josué a
2 Crónicas, y Jonás, John Rogers compiló la obra de Coverdale
para el resto del Antiguo Testamento. Mientras estaba en Ham‐
burgo, Coverdale había actuado antes como asistente revisor de
Tyndale mientras este traducía el Pentateuco.
Existen varias evidencias clave que apuntan al hecho de que el
texto de los Libros Históricos de la Biblia Matthew provenía de
la pluma de William Tyndale.6 Si bien el nombre de Tyndale no
aparece en la obra, no obstante tiene sus huellas lingüísticas. Su
autoría puede verificarse de varias formas.
Primero, el estilo de la traducción inglesa de los ocho libros del
Antiguo Testamento revela claramente el enfoque particular de
Tyndale. Hay ciertas palabras traducidas que son particulares en
Tyndale. Por ejemplo, David Daniell señala que Tyndale usa pe‐
remptory y pleading de forma intercambiable para la palabra
hebrea na’. Tyndale la entiende como una solicitud entre perso‐
nas que luchan por expresar igualdad de estatus, como “una her‐
mandad” (2 Reyes 2).7 Esta palabra se encuentra en el Pentateuco
de Tyndale y en los Libros Históricos de la Biblia Matthew, lo
que indica que son el trabajo del mismo traductor. Además, el
instrumento musical reconocido por la palabra hebrea toph es
fielmente traducido por Coverdale en Esdras y los libros que le
siguen como tabret (tamborín). Sin embargo, Tyndale traduce la
misma palabra como timbrel (pandereta) en el Pentateuco. Asi‐
mismo, esta misma palabra aparece en Jueces 11; 1 Samuel 10, 18;
2 Samuel 6; y 1 Crónicas 13. Muchas palabras de este tipo se usan
en ambas secciones. Esta continuidad señala a Tyndale como el
mismo traductor.
Segundo, quien tradujo de Josué a 2 Crónicas intentó de forma
evidente el ser fácilmente comprensible para el lector promedio.
El mismo acceso fácil que se encuentra en el Pentateuco de Tyn‐
dale es indudable también en los Libros Históricos de la Biblia
Matthew. Una lectura comparativa de Tyndale y Coverdale re‐
vela que el trabajo de Tyndale es superior en simplicidad de lec‐
tura, lo que sugiere que el traductor del Pentateuco y el traduc‐
tor de los Libros Históricos en la Biblia Mathew es el mismo.
Tercero, los Libros Históricos de la Biblia Matthew exhiben el
mismo deseo de variedad en la elección de las palabras que el
Pentateuco de Tyndale. La misma diversidad de palabras se pue‐
de reconocer en el Pentateuco y en los Libros Históricos de la Bi‐
blia Matthew, lo cual indica que el mismo traductor trabajó en
ambas secciones. Al mismo tiempo, otras palabras hebreas son
las mismas tanto en la traducción de Tyndale como en la de Co‐
verdale, tales como covenant (pacto).
Cuarto, tanto el Pentateuco de Tyndale como los Libros Histó‐
ricos de la Biblia Mathew usan frases preposicionales para tradu‐
cir los posesivos. Por ejemplo, en lugar de traducir una frase
como God’s Word, empleando apóstrofo, el traductor usa conse‐
cuentemente la frase preposicional the Word of the God (la pala‐
bra de Dios). Daniell hace referencia a otros fraseos particulares
tales como the fat of the land (la grosura de la tierra), observed
dismal days (observó los tiempos), y upon high mountains and
on high hills and under every green tree (sobre los montes altos,
sobre los collados y bajo todo árbol frondoso).8 Esta traducción
de la prosa indudablemente apunta a Tyndale.
Quinto, a través de la Biblia Matthew se encuentran grandes
iniciales. Estas letras se usaron para indicar al responsable del
trabajo de la Biblia. La introducción a la Biblia Matthew contie‐
ne las iniciales “J. R.” y “H. R.” Estas se refieren a los autores de
la introducción, John Rogers y Henricus Rex. Antes de los Profe‐
tas, están las iniciales “R. G.” y “E. W.”, que representan a Ri‐
chard Grafton y Edward Whitchurch, los impresores londinen‐
ses que financiaron y distribuyeron el volumen. Al final del An‐
tiguo Testamento aparecen las iniciales “W. T.”, que sin duda
representan a William Tyndale como el mayor contribuyente.
Esto convierte a Tyndale en el traductor de la mitad del Antiguo
Testamento en la Biblia Matthew.
En su Chronicle de 1548, el historiador Edward Hall incluye los
Libros Históricos en la lista de las obras de Tyndale. Hall escri‐
be:

William Tyndale, también llamado Hichyns… Este hombre


tradujo el Nuevo Testamento al inglés y fue el primero en im‐
primirlo, y asimismo tradujo los cinco libros de Moisés, Jo‐
sué, Jueces, Rut, los libros de los Reyes y los libros de Parali‐
pómenos, Nehemías o primera de Esdras, el Profeta Jonás, y
nada más de la sagrada Escritura.9

Hall menciona “los libros de los Reyes”, los cuales incluyen 1 y


2 Samuel y 1 y 2 Reyes. Lo que Hall llama “los libros de Paralipó‐
menos” se refiere a 1 y 2 Crónicas. “Nehemías” comprende Es‐
dras y Nehemías. La única discrepancia en el registro de Hall es
que Esdras y Nehemías probablemente fueron traducidos por
Coverdale.
El resultado de esta evidencia interna y externa corrobora el
argumento a favor de la identificación de Tyndale como el tra‐
ductor de Josué a 2 Crónicas en la Biblia Matthew. Esto consoli‐
da aun más la obra de traducción que realizó Tyndale en el Anti‐
guo Testamento como una labor realmente admirable. La im‐
presión de la Biblia Matthew se realizó en Europa, y cuando esta‐
ba casi la mitad terminada, dos impresores londinenses, Richard
Grafton y Edward Whitchurch, se unieron al proyecto y lo con‐
cluyeron. Grafton fue encarcelado más tarde en la Prisión Fleet
y debió pagar una enorme fianza, prometiendo que no imprimi‐
ría ni vendería más Biblias hasta que el rey y los obispos pudie‐
ran ponerse de acuerdo en una traducción —algo que nunca ocu‐
rriría.
Después de que la impresión estuvo terminada en 1537, la Bi‐
blia Matthew tuvo un destino similar a la anterior de Tyndale,
pues fue escondida en fardos de algodón o en barriles y fue pasa‐
da de contrabando a Inglaterra. Esta era una misión de alto ries‐
go, puesto que en los puertos del este de Inglaterra había funcio‐
narios vigilando constantemente este tipo de contrabando. Cual‐
quiera que ocultara una Biblia en inglés sería acusado de traición
de inmediato y quedaría sujeto a la pena capital.
En esta atrevida empresa, los embarques debían realizarse en
medio de la noche. El cargamento a menudo se desembarcaba en
o cerca de las ciudades inglesas de Purfleet o Dagenham, a más
de 300 kilómetros de Amberes.

EL LEGADO DE TYNDALE

William Tyndale fue un connotado lingüista y filólogo. S. M.


Houghton escribe: “De siete idiomas, cualquiera que él hablara,
el oyente suponía que estaba hablando en su lengua materna”.10
Como un competente académico lingüístico, Tyndale introdujo
muchas palabras al idioma inglés. En suma, Tyndale sabía cómo
hablaba la gente común. Muchas de las palabras que introdujo
han sido atribuidas por error a otros autores, especialmente a
Miles Coverdale, William Shakespeare, la Biblia King James, y
otros.
Por ejemplo, la palabra behold (he aquí; mirad) se atribuye a la
Biblia Coverdale, cuando en realidad aparece por primera vez en
el Nuevo Testamento de 1526 de Tyndale (Mateo 1:20; 7:4; 8:29;
12:49; 18:10; 26:65; Juan 11:3; Apocalipsis 21:5). Entre otras pala‐
bras cuyo origen está en la capacidad lingüística de Tyndale es‐
tán: fig leaves (hojas de higuera; Génesis 3), birthright (primoge‐
nitura; Génesis 25), ingathering (cosecha; Éxodo 34), sin offering
(sacrificio expiatorio; Levítico 4), morning watch (vigilia de la
mañana; 1 Samuel 2), handbreadth (palmo; 1 Reyes 7), spoiler
(destructor; 2 Reyes 17), swaddling clothes (pañales; Lucas 2),
slaughter (matanza; Hechos 9; Hebreos 7; Santiago 5), y ministe‐
ring (ministrador, servidor; Hebreos 1).11 Además de éstas, hay
numerosas palabras que tienen su primer uso en el Nuevo Testa‐
mento de Tyndale (1526-1534), entre ellas: apostleship (apostola‐
do), brotherly (fraternal), busybody (entrometido), castaway (re‐
probado), chasten (castigar), dividing (repartir), fisherman (pes‐
cador), godly (piadoso), holy place (lugar santo), intercession (in‐
tercesión), Jehovah, justifier (justificador), live (vivir), log
(viga), mercy seat (propiciatorio), Passover (Pascua), scapegoat
(chivo expiatorio), taskmaster (capataz), unbeliever (incrédulo),
viper (víbora), and zealous (celoso, ferviente).12
El biógrafo David Teems cita estas palabras de Stephen Green‐
blatt: “Sin el Nuevo Testamento de Tyndale… es difícil imaginar
a William Shakespeare el dramaturgo”.13 Aun Shakespeare debe
conceder que es heredero de este gran traductor de las Escritu‐
ras. Shakespeare usa en varias oportunidades palabras y frases
que obviamente ha adoptado del Nuevo Testamento de Tyndale.
Por ejemplo, en El sueño de una noche de verano, Shakespeare
escribe: “The eye of man hath not heard, the ear of man hath
not seen, man’s hand is not able to taste, his tongue to conceive,
nor his heart to report, what my dream was”. La traducción de
Tyndale de 1 Corintios 2:9 en la edición de 1526 de su Nuevo Tes‐
tamento dice: “The eye hath not seen, and the ear hath not
heard, neither hath entered into the heart of man, the things
which God hath prepared for them that love Him”.14 El uso co‐
mún de Tyndale a través del canon de Shakespeare es indudable.
Tyndale demuestra una y otra vez que es el padre del idioma in‐
glés moderno.
La obra de Tyndale se propagaba como un incendio a través de
Inglaterra y el extranjero. Por fin el pueblo inglés tenía acceso a
la Palabra de Dios en su lengua nativa. Desde el siglo XVI hasta
la actualidad, innumerables multitudes se han beneficiado de los
incesantes esfuerzos de este prominente traductor bíblico. Aun
después de su martirio, la obra de William Tyndale cambiaría la
trayectoria de la civilización moderna. La luz de la verdad de
Dios traspasaba el denso manto de tinieblas para resplandecer
en cada mercado, campo y hogar de Inglaterra.
CONCLUSIÓN

¡Queremos
nuevos Tyndales!

[Tyndale] es como un hombre que envía mensajes en la gue‐


rra, y envía el mismo mensaje a menudo por si acaso algún
mensajero lo recibe… [Tyndale] estaba directa o indirecta‐
mente dedicado al mismo propósito: difundir el “evangelio”
ya fuera por comentario o por traducción.
— C. S. LEWIS1

Las últimas palabras de Tyndale antes de que la cadena alrede‐


dor de su cuello lo estrangulara fueron: “Señor, abre los ojos del
rey de Inglaterra”. Aquella agónica oración fue respondida dos
años después de la muerte de Tyndale, cuando el Rey Enrique
VIII ordenó que la Biblia de Miles Coverdale fuera usada en cada
parroquia del país. La Biblia Coverdale se basaba en gran medida
en la obra de Tyndale. Luego, en 1539, la propia edición de la Bi‐
blia de Tyndale fue aprobada oficialmente para ser impresa.
La traducción de Tyndale inspiró las grandes traducciones que
le siguieron, incluida la Gran Biblia (1539), compilada también
por Coverdale), la Biblia de Ginebra (1560), la Biblia de los Obis‐
pos (1568), la Biblia Douay-Rheims (1582-1609), y la Versión Auto‐
rizada o King James (1611). Un análisis completo de la King Ja‐
mes muestra que las palabras de Tyndale constituyen el ochenta
y cuatro por ciento del Nuevo Testamento y más del setenta y
cinco por ciento del Antiguo Testamento. Muchas de las grandes
versiones inglesas modernas siguen la tradición King James y de
esa forma también reciben inspiración de Tyndale, entre ellas la
Revised Standard Version, la New American Standard Bible, y la
English Standard Version.
La enorme deuda que tiene el mundo angloparlante con Wi‐
lliam Tyndale es incalculable. Su destreza del idioma inglés in‐
trodujo nuevas palabras en su vocabulario, las cuales se hablan a
diario en países de todo el mundo. En definitiva, su labor de tra‐
ducir la Biblia desde sus idiomas originales a la lengua de su pa‐
tria ayudó a impulsar la Reforma inglesa. El llamado de Dios al
corazón de Tyndale se convirtió en una urgente pasión por ver a
los plebeyos leyendo la Palabra de Dios no adulterada. Desafor‐
tunadamente, la mayoría de la gente nunca ha oído de este hom‐
bre y su inmensa contribución ha sido enormemente subestima‐
da a lo largo de los siglos.
Queremos nuevos Tyndales que enfrenten tenazmente los obs‐
táculos infranqueables que tengan por delante y los superen con
una ferviente determinación por la gloria de Dios. Necesitamos
Tyndales que traduzcan la Biblia a los idiomas de los pueblos ol‐
vidados de todo el mundo. Necesitamos Tyndales que proclamen
el evangelio a través de la página escrita frente al peligro inmi‐
nente. Necesitamos Tyndales que amen apasionadamente la Pa‐
labra de Dios y que ésta llene cada púlpito, cada seminario, cada
clase de escuela dominical, cada atril.
Aprendamos a decir con David —y sin duda con Tyndale:
“¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!, más que la miel a
mi boca” (Salmo 119:103 LBLA).
Notas de texto

PRÓLOGO: SEGUIDORES DIGNOS DE SER SEGUIDOS


1 Salmo 3:8; Jonás 2:9.

PREFACIO: EL PADRE DE LA BIBLIA EN INGLÉS


1 Philip Schaff, History of the Christian Church, vol. 7 (1888; reimp., Peabody,
Mass.: Hendrickson, 2006), 1. Traducción para este libro.
2 Uno de los más reconocibles y famosos retratos de William Tyndale cuelga en el
comedor del Hertford College, Universidad de Oxford. El retrato al que me refie‐
ro ahora es parte de la colección principal de la National Portrait Gallery, Lon‐
dres.
3 Brian Moynahan, God’s Bestseller: William Tyndale, Thomas More, and the Wri‐
ting of the English Bible; A Story of Martyrdom and Betrayal (Nueva York: St.
Martin’s, 2002), Traducción para este libro.

1. UNA PASIÓN PELIGROSA


1 J. H. Merle d’Aubigné, The Reformation in England (Edimburgo, Escocia: Ban‐
ner of Truth, 1853, 1994), 1:167. Traducción para este libro.
2 Sir Frederick Kenyon, Our Bible and the Ancient Manuscripts: Being a History of
the Text and Its Translations (Whitefish, Mont.: Kessinger, 2007), 211, 217.
3 D’Aubigné, The Reformation in England, 1:167.
4 Leland Ryken, The Word of God in English: Criteria for Excellence in Bible
Translation (Wheaton, Ill.: Crossway, 2002), 48.
5 Brian H. Edwards, God’s Outlaw: The Story of William Tyndale and the English
Bible (Darlington, Inglaterra: Evangelical, 1976, 1999), 170. Cursiva original. Tra‐
ducción para este libro.
6 John Foxe, Foxe’s Book of Martyrs (Nashville, Tenn.: Thomas Nelson, 2000), 114.
7 Robert Sheehan, “William Tyndale’s Legacy,” The Banner of Truth 24, n. 557, fe‐
brero de 2010, 24.
8 Foxe, Foxe’s Book of Martyrs, 29.
9 David Daniell, William Tyndale: A Biography (New Haven, Conn.: Yale Univer‐
sity Press, 1994), 38.
10 William Tyndale, “The Practice of Prelates,” The Works of William Tyndale
(1849 y 1850; reimp., Edimburgo, Escocia: Banner of Truth, 2010), 2:291.
11 Alister E. McGrath, In the Beginning: The Story of the King James Bible and
How It Changed a Nation, a Language, and a Culture (Nueva York: Doubleday,
2001), 68.
12 Daniell escribe que el tiempo que Tyndale pasó en Cambridge pudo haber sido
“corto o más largo, entre 1517 y 1521”. William Tyndale, 49.
13 Algunos historiadores, entre ellos Brian H. Edwards y S. M. Houghton, aseveran
que William Tyndale con toda probabilidad estaba en White Horse Inn. Otros,
como Daniell, piensan que Tyndale no estaba presente.
14 William Tyndale, “The Preface of Master William Tyndale, That He Made Before
the Five Books of Moses, Called Genesis,” en The Works of William Tyndale
(1848; reimp., Edimburgo, Escocia: Banner of Truth, 2010), 394.
15 Foxe, Foxe’s Book of Martyrs, 1:77.
16 “Biographical Notice of William Tyndale,” en Works, 1:xix.
17 Erasmo según se cita en Philip Schaff, History of the Christian Church (1858;
reimp., Peabody, Mass.: Hendrickson, 2006), 6:724. Traducción para este libro.
18 Tyndale, Works, 1:xxii.
19 A. N. S. Lane, “William Tyndale,” en Biographical Dictionary of Evangelicals, ed.
Timothy Larsen (Downers Grove, Ill.: InterVarsity Press, 2003), 678.
20 John McClintock y James Strong, eds., Cyclopedia of Biblical, Theological, and
Ecclesiastical Literature, vol. 10 (1867–87; reimp., Grand Rapids, Mich.: Baker Aca‐
demic, 1981), ver entrada “William Tyndale”.
21 Robert Demaus y Richard Lovett, William Tyndale: A Biography (Londres: The
Religious Tract Society, 1886), 205.
22 Tomás Moro, citado en N. R. Needham, 2000 Years of Christ’s Power, Part 3: Re‐
naissance and Reformation (Londres: Grace, 2004), 381.
23 Daniell, William Tyndale, 217.
24 Daniell, William Tyndale, 361.
25 Daniell, William Tyndale, 316.
26 William Tyndale, introducción a Tyndale’s New Testament, ed. y con una intro‐
ducción de David Daniell (New Haven, Conn.: Yale University Press, 1989), ix. Tra‐
ducción para este libro.
27 John Piper, Filling Up the Afflictions of Christ: The Cost of Bringing the Gospel
to the Nations in the Lives of William Tyndale, Adoniram Judson, and John Pa‐
ton (Wheaton, Ill.: Crossway, 2009), 50. Traducción para este libro.
28 Foxe, Foxe’s Book of Martyrs, 127. Traducción para este libro.
29 Foxe, Foxe’s Book of Martyrs, 83.
30 Esta escena ha sido reconstruida por David Daniell a partir de otras sentencias
capitales similares de la época de Tyndale. Daniell, William Tyndale, 383.
31 William J. McRae, A Book to Die For: A Practical Study Guide on How Our Bible
Came to Us (Toronto: Clements, 2002), xiv, citado en Tony Lane, “A Man for All
People: Introducing William Tyndale,” Christian History 6, no. 4 (1987), 6–9.
Traducción para este libro.
32 J. H. Merle d’Aubigné, The Reformation in England (1866–78; reimp., Edimbur‐
go, Escocia: Banner of Truth, 1994), 2:348. Traducción para este libro.

2. CIMENTADO EN LA GRACIA SOBERANA


1 David Daniell, introducción a William Tyndale, Selected Writings, ed. y con una
introducción de David Daniell (Nueva York: Routledge, 2003), viii–ix. Traducción
para este libro.
2 Needham, 378.
3 Daniell, William Tyndale, 150.
4 Edwards, 70.
5 Tyndale, “A Pathway into the Holy Scripture,” en Works, 1:17. Traducción para
este libro.
6 Tyndale, Works, 1:14
7 Tyndale, Works, 1:17.
8 Tyndale, Works, 1:17-18.
9 Tyndale, Works, 1:18.
10 Tyndale, Works, 1:18.
11 Tyndale, Works, 1:14.
12 William Tyndale, “Exposition of the First Epistle of St. John”, en Works, 2:151.
Traducción para este libro.
13 Tyndale, Works, 1:497–98.
14 Tyndale, Works, 1:14.
15 Tyndale, Works, 1:17.
16 Tyndale, Works, 1:17.
17 Tyndale, Works, 2:199.
18 Tyndale, Works, 2:152.
19 Tyndale, Works, 2:150.
20 Tyndale, Works, 2:150.
21 Tyndale, Works, 2:199.
22 Piper, 39.
23 Tyndale, Works, 1:505.
24 William Tyndale, An Answer to Sir Thomas More’s Dialogue (1531; reimp., Cam‐
bridge, Inglaterra: The Parker Society, 1850), 111. Traducción para este libro.
25 Tyndale, Works, 2:171.
26 Tyndale, Answers, 35.
27 Tyndale, Works, 1:77.
28 Tyndale, Works, 1:14.
29 Tyndale, Works, 1:49.
30 Tyndale, Works, 1:14.
31 Tyndale, Answer, 107.
32 Tyndale, Works, 1:19.
33 Tyndale, Answer, 191.
34 Tyndale, Works, 1:65.
35 Tyndale, Works, 1:509.
36 Tyndale, Works, 1:509.
37 Tyndale, Works, 1:22.
38 Piper, 42.
39 Tyndale, Works, 1:509.
40 Tyndale, Answer, 109.
41 Tyndale, Works, 1:19.
42 Tyndale, Works, 1:89.
43 Tyndale, Works, 2:200.
44 Tyndale, Works, 1:498.
45 Tyndale, Works, 1:53.
46 Tyndale, Works, 1:12-13.
47 Tyndale, Works, 1:466.
48 Tyndale, Works, 1:56.
49 Tyndale, Answer, 140.
50 Tyndale, Answer, 195-196.
51 Tyndale, Works, 1:54.
52 Tyndale, Works, 1:22.
53 Tyndale, Answer, 192-92.
54 Tyndale, Obras, 1:56.
55 Tyndale, Answer, 36.
56 Tyndale, Works, 1:65.
57 Tyndale, Works, 1:22.
58 Tyndale, Works, 1:316.
59 Tyndale, Works, 1:140.
60 Tyndale, Works, 1:334.
61 Tyndale, Works, 1:397.

3. COMIENZA LA PELIGROSA TAREA


1 B.K. Kuiper, The Church in History (Grand Rapids, Mich.: Eerdmans, 1951), 277.
Traducción para este libro.
2 J. F. Mozley, William Tyndale (1937; reimp., Westport, Conn.: Greenwood, 1971),
53.
3 William Tyndale, “Preface to the Reader: The Parable of the Wicked Mammon,”
en Works, 1:38.
4 Tyndale, Works, 1:39. Traducción para este libro.
5 Brooke Foss Westcott, A General View of the History of the English Bible (Nueva
York: Macmillan, 1916), 135. Traducción para este libro.
6 William Tyndale, “A Pathway into the Holy Scripture”, en Works, 1:7. Traduc‐
ción para este libro.
7 Daniell, William Tyndale, 124.
8 Daniell, William Tyndale, 126.
9 Moynaham, 56.

4. NUEVO TESTAMENTO PARA UN LABRADOR


1 D’Aubigné, The Reformation in England, 2:350. Traducción para este libro.
2 Tyndale, Works, 1:234.
3 Martin Luther, Luther’s Works, vol. 32, ed. George W. Forell (Filadelfia: For‐
tress, 1958), 113. Traducción para este libro.
4 Moynaham, 77.
5 Moynaham, 77.
6 Daniell, William Tyndale, 141.
7 Daniell, William Tyndale, 135.
8 Daniell, William Tyndale, 136.
9 Daniell, William Tyndale, 135.
10 Daniell, William Tyndale, 135.
11 Tyndale, tal como lo cita Moynaham, 84. La ortografía de esta cita (en inglés) ha
sido modernizada por este autor para ayudar al lector de hoy. Traducción para
este libro.
12 Moynaham, 297.
13 F. F. Bruce, The English Bible: A History of Translations (Nueva York: Oxford
University Press, 1961), 37. Traducción para este libro.
14 Moynahan, 402-403.
15 Daniell, introducción a William Tyndale, Selected Writings, vii. Traducción para
este libro.

5. PRODUCCIÓN DEL PENTATEUCO


1 Hughes Oliphant Old, The Reading and Preaching of the Scriptures in the Wors‐
hip of the Christian Church, Vol. 4: The Age of the Reformation (Grand Rapids,
Mich.: Eerdmans, 2002), 137.
2 David Daniell, introducción a Tyndale’s Old Testament, ed. y con introducción
de David Daniell (New Haven, Conn.: Yale University Press, 1992), xvii. Traduc‐
ción para este libro.
3 McGrath, 70.
4 Daniell, William Tyndale, 298.
5 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 116.
6 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 82.
7 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 106.
8 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 172.
9 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 582.
10 Daniell, Tyndale’s Old Testament, xxii.
11 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 118.
12 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 209.
13 Tyndale, introducción a Tyndale’s Old Testament, xxv.
14 Moynaham, 188.
15 Moynaham, 188.
16 Moynaham, 190.
17 Moynaham, 190.
18 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 3.
19 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 3. Traducción para este libro.
20 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 4.
21 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 5.
22 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 7.
23 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 7.
24 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 7.
25 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 8.
26 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 15.
27 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 15.
28 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 81.
29 Moynaham, 199.
30 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 81–83.
31 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 84.
32 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 84.
33 Tyndale, Works, 1:419.
34 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 145.
35 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 145.
36 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 191.
37 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 198.
38 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 191.
39 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 254.
40 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 254.
41 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 254.
42 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 254.
43 Daniell, Tyndale’s Old Testament, 304-5.

6. SIEMPRE MEJORANDO
1 Iain H. Murray, David Martyn Lloyd-Jones: The Fight of Faith, 1939–1981 (Edim‐
burgo, Escocia: Banner of Truth, 1990), 2:355. Traducción para este libro.
2 Westcott, 141.
3 Daniell, William Tyndale, 319.
4 William Tyndale, Tyndale’s New Testament, ed. y con introducción de David Da‐
niell (New Haven, Conn.: Yale University Press, 1989), 1. Traducción para este li‐
bro.
5 Tyndale, Tyndale’s New Testament, 3.
6 Tyndale, Works, 1:468.
7 Tyndale, Works, 1:468.
8 Tyndale, Works, 1:468.
9 Tyndale, Works, 1:468.
10 Tyndale, Tyndale’s New Testament, 8.
11 Tyndale, Works, 1:477.
12 Tyndale, Tyndale’s New Testament, 13.
13 Mozley, 282–83.
14 Tyndale, Tyndale’s New Testament, 13.
15 Tyndale, Tyndale’s New Testament, 13.
16 Mozley, 282-283.
17 Mozley, 285.
18 Tyndale, Tyndale’s New Testament, 207.
19 Tyndale, Works, 1:488.
20 Tyndale, Works, 1:493.
21 Mozley, 287.
22 Daniell, William Tyndale, 317.
23 Daniell, William Tyndale, 318–319.
24 Daniell, William Tyndale, 319.
25 Daniell, William Tyndale, 319
26 Westcott, 144–145.
27 Según lista de Mozley, 286-287.
28 Según lista de Mozley, 286-287.
29 Tyndale, Tyndale’s New Testament, 42.
30 Tyndale, Tyndale’s New Testament, 250.
31 Tyndale, Tyndale’s New Testament, 271.
32 Tyndale, Tyndale’s New Testament, 302.
33 Tyndale, Tyndale’s New Testament, 328.
34 Tyndale, Tyndale’s New Testament, 330.
35 Según lista de Mozley, 291-92.
36 Mozley, 292.

7. LOS LIBROS HISTÓRICOS


1 Daniell, introducción a Tyndale’s New Testament, vii. Traducción para este li‐
bro.
2 Daniell, William Tyndale, 339.
3 John Foxe, The Acts and Monuments of the Church: Containing the History and
Sufferings of the Martyrs (Nueva York: Robert Carter & Brothers, 1855), 713. Tra‐
ducción para este libro.
4 Old, 138.
5 Old, 138.
6 Enumeradas por Daniell, introducción a Tyndale’s Old Testament, xxv–xxvi.
7 Señalada por Daniell, introducción a Tyndale’s Old Testament, xxv.
8 Enumeradas por Daniell, introducción a Tyndale’s Old Testament, xxv.
9 Edward Hall, citado por Daniell, William Tyndale, 333. Traducción para este li‐
bro.
10 S. M. Houghton, Sketches from Church History (Edimburgo, Escocia: Banner of
Truth, 2001), 120. Traducción para este libro.
11 David Teems, Tyndale: The Man Who Gave God an English Voice (Nashville,
Tennessee: Thomas Nelson, 2012), 268. Traducción para este libro.
12 Teems, Tyndale, 269–70.
13 Teems, Tyndale, xxii.
14 Teems, Tyndale, xxi.

CONCLUSIÓN: ¡QUEREMOS NUEVOS TYNDALES!


1 C. S. Lewis, English Literature in the Sixteenth Century (Nueva York: Oxford
University Press, 1954), 182. Traducción para este libro.

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