La leyenda africana cuenta que el cocodrilo tenía una piel suave y dorada que resplandecía a la luz del sol y la luna. Con el tiempo, el cocodrilo pasó más tiempo fuera del agua presumiendo de su belleza ante los otros animales. Debido a la exposición prolongada al sol, la piel del cocodrilo se volvió gris, abultada y escamosa. El cocodrilo nunca superó la vergüenza de haber perdido su hermosa piel.
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La leyenda africana cuenta que el cocodrilo tenía una piel suave y dorada que resplandecía a la luz del sol y la luna. Con el tiempo, el cocodrilo pasó más tiempo fuera del agua presumiendo de su belleza ante los otros animales. Debido a la exposición prolongada al sol, la piel del cocodrilo se volvió gris, abultada y escamosa. El cocodrilo nunca superó la vergüenza de haber perdido su hermosa piel.
La leyenda africana cuenta que el cocodrilo tenía una piel suave y dorada que resplandecía a la luz del sol y la luna. Con el tiempo, el cocodrilo pasó más tiempo fuera del agua presumiendo de su belleza ante los otros animales. Debido a la exposición prolongada al sol, la piel del cocodrilo se volvió gris, abultada y escamosa. El cocodrilo nunca superó la vergüenza de haber perdido su hermosa piel.
La leyenda africana cuenta que el cocodrilo tenía una piel suave y dorada que resplandecía a la luz del sol y la luna. Con el tiempo, el cocodrilo pasó más tiempo fuera del agua presumiendo de su belleza ante los otros animales. Debido a la exposición prolongada al sol, la piel del cocodrilo se volvió gris, abultada y escamosa. El cocodrilo nunca superó la vergüenza de haber perdido su hermosa piel.
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LECTURA LA PIEL DEL COCODRILO
Cuenta la leyenda africana que, antes de que el hombre
habitara la Tierra, el cocodrilo tenía una piel suave, lisa y dorada que resplandecía con los rayos del sol y a la luz de la luna. El cocodrilo se pasaba todo el día sumergido en las aguas fangosas protegiendo su piel del sol y solo salía de noche. Los otros animales del pantano comenzaron a notar la belleza de la piel del cocodrilo y llegaban en manada para admirarlo. El cocodrilo se sintió muy orgulloso de su piel y comenzó a salir durante el día para deleitarse con la admiración de los otros animales. Cada día, pasaba más y más tiempo fuera de las aguas fangosas, exponiendo su piel a los abrasadores rayos del sol africano. —Soy muy hermoso, ¿no les parece? —les preguntaba a sus admiradores. —¡Claro que sí! —respondían todos deslumbrados. Pronto, los animales se cansaron de la actitud presumida del cocodrilo y dejaron de visitarlo. El cocodrilo, con la esperanza de recuperar la atención perdida, pasó todo el día, todos los días, bajo el sol. Su piel se tornó gris, abultada y escamosa. El cocodrilo nunca se recuperó de la vergüenza e incluso hoy desaparecerá de la vista ante la presencia de otros, dejando solo sus ojos y sus fosas nasales sobre la superficie del agua.