1 Dios Habla Parte 2
1 Dios Habla Parte 2
1 Dios Habla Parte 2
Discipulado 1
DIOS HABLA (Parte 2)
Quizá los tiempos más significativos en que Dios le habla a usted, sean aquellos en
los que quiere que usted descubra una nueva dimensión de quién es Él. Usted
nunca vivirá una vida santa, si no entiende que sirve a un Dios santo. Usted nunca
intentará lo imposible, hasta que crea que el Dios que le ordena hacerlo es un dios
todopoderoso. Usted nunca podrá perdonar genuinamente a otros, hasta entender
lo increíble el precio que Dios pagó para perdonarle. Toda la interacción suya con
Dios, se fundamenta en su comprensión con respecto a quién es Él.
Un principio importante en la relación de Dios con los seres humanos es que Dios “Habló todavía Dios a Moisés, y le
se revela a nosotros de manera progresiva. Lea Éxodo 6:2-3. Dios reveló a Moisés dijo: “Yo soy JEHOVÁ. Y aparecí a
aspectos de su carácter, que nunca compartió con Abraham, Isaac o Jacob. Él Abraham, a Isaac y a Jacob como
nombre de dios era una ventana al carácter y la naturaleza de Él, que no había sido Dios Omnipotente, mas en mi
revelada antes. Jesús señalo que había mucho que su Padre quería revelar a sus nombre JEHOVÁ no me di a conocer
discípulos, pero que no podía declararles más de lo que estaban en condiciones de a ellos”.
recibir. Si Dios no le está revelando verdades profundas, no es que Él no quiera Éxodo 6:2-3
hacerlo, sino que usted no está todavía en condiciones de responder a más de lo
que ya le ha mostrado. Sólo el tiempo y la experiencia con Dios, le llevarán a una
relación madura con Él.
Cuando Dios habla a su pueblo, Él revela su corazón. Dios está en misión para
redimir a un mundo perdido. Dios espera que las personas ajusten sus vidas a Él, de
manera que pueda trabajar a través de ellas, y así hacer que otros vengan a Él.
Lo que Dios se propone, lo lleva a cabo. Su propósito es llevar a sus hijos a ser como
su propio Hijo. Los propósitos de Dios son sumamente diferentes de los nuestros.
En una determinada situación, nuestro propósito puede ser el de “hacer” algo
grande para Dios, en tanto que el propósito de Dios puede ser edificar nuestro
carácter. Hay momentos en que no oímos una sola palabra de Él, porque queremos
que nos hable acerca de nuestros planes y propósitos. En cambio, Dios dice: “No
tengo interés en hablar acerca de cómo puedo ayudar a tus propósitos; de lo que
quiero hablar es acerca de la manera en que puedes ajustar tu vida de manera que
yo pueda usarte para cumplir los míos”.
La respuesta del primer corazón: la semilla que cayó junto al camino. Aquí
estamos hablando de una senda bien transitada. Tan pronto la palabra llega, “viene
el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven” (v. 12). La
tierra de su corazón esta tan endurecida, que la palabra de Dios no puede
penetrarla. ¿Cuál es la condición de su corazón? ¿Está usted permitiendo que el
mundo constantemente transite por su corazón a través de la televisión y las
películas que mira, la música que escucha, y los libros que lee? Cuando usted
permite que su corazón se endurezca y pierda sensibilidad a causa de las cosas del
mundo, la palabra de Dios no penetra su corazón con el propósito de cambiar su
vida.
La respuesta del segundo corazón: la semilla que cayó sobre la piedra. Al principio
hay una respuesta gozosa, pero después, bebido a que la tierra es poco profunda y
no puede echar raíces, la persona “se aparta”. Podemos asistir a un culto de la
iglesia y hasta participar activamente, y sin embargo no permitir que la palabra de
Dios penetre nuestras vidas. La palabra entra a nuestras mentes pero no a nuestros
corazones. “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” (Lc
6:46). Esta es la razón por la cual debemos meditar en la palabra de Dios.
La respuesta del tercer corazón: la semilla que cayó entre espinos. Estas personas
oyen la palabra de Dios, pero los cuidados, las riquezas y los placeres de la vida son
tan importantes para ellas, que la palabra de Dios queda desplazada. Sería
imposible contarle cuantas veces hubo personas que se acercaron a mí llorando
después de un culto. En un momento habían sentido que Dios las llamaba al
ministerio cristiano o a las misiones, pero querían casarse primero. Luego llegaron
los hijos, y con ellos las demandas del hogar y de su educación. Y antes que se dieran
cuenta, los años habían pasado. En lugar de responder a la palabra de Dios, se
encontraron inmersos en la lucha por la supervivencia diaria. Muchos años
después, comprendieron que la preciosa palabra que habían recibido de Dios había
quedado asfixiada, y que nunca había llevado fruto de la manera que Dios había
querido.
Jesús señalo que las primeras tres condiciones del corazón no produjeron fruto.