RÉMORA DIVINA - Obra

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RÉMORA DIVINA

Por Mavi Pouso

Marzo 2021
Montevideo, Uruguay
OBRA TEATRAL

Unipersonal a estrenarse el 02 de octubre de 2021, en el


Teatro Stella D´Italia (Mercedes 1805, 11200 Montevideo,
Uruguay).

Una noche de insomnio. Una mujer sola en su habitación se


enreda en sus pensamientos. Uno tras otro inundan el
espacio, pegándose a las hojas de sus poemas fallidos. Una
noche, la última. Una charla interminable con las ventanas
y puertas cerradas, para que no se escuchen sus palabras.
Un último intento de poderlo cambiar todo, un pedido
alargado para finalmente obtener un si.

FICHA TÉCNICA

Dramaturgía: Mavi Pouso


Poemas: Yordan Brum
Dirección: Mavi Pouso y Yordan Brum
Actriz: Mavi Pouso
Diseño de luces: Martín González
Escenografía y Vestuario: Lorena Rosano
Técnica vocal: Martina Lanzaro
Diseño gráfico: Gisel González
Producción: Valentina Orrego

Utilización del poema Ya no de Idea Vilariño.


Utilización de las canciones Miento de Martina Lanzaro y
Barro tal vez de Luis Alberto Spinetta.

CONTACTO
Valentina Orrego
Mail: [email protected]
Celular: +598 98951878

Mavi Pouso
Mail: [email protected]
Celular: +598 98108559

Rémora Divina: [email protected]


Instagram: @remoradivina

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RÉMORA DIVINA

Personajes
María
Gabriel

María, una mujer que parece no haber dormido durante muchas


noches. Como casi en un estado de sonambulismo. Camina por
la habitación. Dirige su mirada a la mesa de luz, allí hay
un sobre. Lo huele, lo abre, lee la carta. Se escucha en
off a Gabriel. María queda en penumbras. Luz sobre la
camisa que está colgada.

GABRIEL en off:
Querida,

Meditando mi vida me di cuenta que mi barco está


detenido por varias cosas, pero no está mal, creo que
es un error pensar que siempre hay que estar en
movimiento hacia adelante.

Leí tu carta varias veces, me hizo pensar mucho y me


hizo confrontar con lo que realmente siento por
vos.Tuve que pedir ayuda a alguien para que me
devuelva qué es lo que realmente está pasando por mi.
Y a mí también me pasan algunas cosas que no tienen
que ver tanto con la amistad.

Pero desde el momento que hice consciente este amor


que siento por vos, me di cuenta de que no puedo ser
injusto contigo, no puedo pedirte algo que te haría
mal y que no crearía una relación transparente.

Tengo la necesidad de tener un vínculo de afecto y


cariño contigo, pero sé que en este momento no puedo
ni debo pedirtelo porque no seria sincero. Obviamente,
cierta distancia vamos a tener que mantener. Yo confio
en vos y se que me vas a cuidar como hasta ahora.

También quiero que sepas que nadie está antes que vos,
que te quede claro. Así te quiero. Siempre sos la
prioridad. Nunca abusarás. Además me parece que es un

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acto de justicia, no puedo abandonarte y dejarte sola
con algo que es entre los dos.

Sé que vos sufrís y yo también porque te acepto con


todo ese dolor, espero que puedas aceptarme con el mío
propio ya que no voy a tener miedo de compartirlo
contigo. Pero tenés que entender que yo ya elegí, y
que no puedo seguir caminando con el corazón
dividido.

Por favor, no se te ocurra desaparecer.

Dormí tranquila que yo te espero en el mismo lugar de


siempre.

Un abrazo.

MARÍA: Está bien. Tengo que conformarme con lo que me toca.


Aceptar este lugar con resignación. No puedo obligarte
a elegir una felicidad que no es compartida. Pero
extraño lo que no vamos a vivir porque me pasa todo
contigo. No te cambiaría nada, nada. Te acepto así,
con todo tu políticamente correcto y tus esquivos de
reprimir lo que te pasa conmigo. Trato de no juzgarte
pero no siempre puedo. ¡No! ¡No! ¡Dejame hablar! Los
dos sabemos lo que esta pasando acá, que vos no
quieras admitirlo es otra cosa. Por momentos pienso
que sos egoísta... Nunca pensás en lo que me pasa a
mí. ¡Dejame hablar! ¡Sí, te entiendo! Vos ya elegiste.
Pero entendeme a mi el lugar que me toca.
¿Cómo me vas a pedir que no llore? ¿Vos entendés que
yo estoy quedando mal? Siempre estás pensando en lo
que te pasa a vos...(comienza a reírse) ¿Sabés? Nunca
pensé que iba a estar diciéndote esto. Mucha gente me
lo dijo, que sos un egoísta y un inmaduro, y yo te
defendía. ¡Por Dios que yo te defendía! (se enoja)
Pero es así. No te importa un carajo lo que me pasa a
mí, ni siquiera me preguntas cómo estoy en una
conversación trivial. No tenés ni idea de lo mal que
me hace verte, pero tampoco sabés que no soporto la
idea de que te vas a ir.
Y me da vergüenza venir a decirte todo esto, pero no
podemos estar así y ya no sé qué mierda hacer con todo
esto.

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A mí me encanta la idea pasar el tiempo contigo pero
también duele porque… ¿a dónde vamos a ir a parar?
Yo quiero lo mejor para vos, yo quiero tu felicidad,
que estés bien… Así, siendo esto que sos, siendo c….

Se levanta de la cama, saca un rosario de abajo de la


almohada y empieza a caminar por la habitación con el
rosario en la mano, en un gesto nervioso pasa las cuentas
por sus dedos. Le habla a una camisa. Coreografía hasta
quedar de rodillas con la camisa puesta.

Tengo insomnio de vos, de no poder dormir contigo, o


mejor dicho sin vos. Saberte ajeno, distante,
desmemoriado y desapegado, hace que la noche se inunde
con los ecos de las plegarias, susurros y alaridos que
salen de mi interior. Quisiera recordar cuándo fue la
última vez que me sentí en paz, verdaderamente en paz.
No entiendo algunos designios del destino. Esto que
brota de mi corazón, de mis entrañas hace que esté
permanentemente jugando al alquimista para poder
transmutar este sentimiento, que en su origen parece
puro pero que está contaminado de mi humanidad más
mezquina, ¿soy egoísta por decirlo?

Queda de rodillas con la camisa y reza.

Bajo tu amparo nos acogemos santa Madre de Dios, no


desprecies las súplicas que te dirigimos, antes bien,
líbranos de todo peligro, ¡oh virgen gloriosa y
bendita! Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios para
que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y
promesas de nuestro Señor Jesucristo, Amén.
Dos respiraciones en distintas hojas de un mismo
libro. Detesto el desencuentro. La desgracia de su
presencia.

La complejidad de las cosas.


No entiendo.
Otra vez escribo, alargado y susurrando. Difuso y
encriptado.
Subestimando la dirección de las letras.
Doy vuelta la hoja.

La maldita complejidad.

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El silencio nocturno de las paredes de la casa. Las
baldosas levantadas dibujando la luz de la luna.
Triste la casa y el morador, con un puñado de frases
entusiasmadas que pretenden llegar a una almohada.

Es compleja la firmeza de la indecisión. Una nota


sostenida de mi canción desapegada. Compleja y
codificada, para que lo confunda todo un poco más.
Ni el cielo ya pretende invadir la mirada.
Porque es complejo, todo.

Transcribo un prólogo de preguntas sin respuesta


bañadas en perfume. Una más amplia que la anterior, se
derraman de las hojas para dejarme esperar.
Es complejo y eterno, el confuso paso a su encuentro.

Entonces, nada pasa. Voy gastando el cuerpo en el


transcurso de las horas que empujan a los días.
Me quedo detenida en sus ojos.
Y una vez más un poema encriptado que no llega a
destino pero lo dice todo.

Maldito complejo de esta que escribe, de esta que


omite.

Tal vez estas oraciones me ayuden a dejar de caminar


en este círculo vicioso que solo desgasta las plantas
de mis pies, que me vuelve de madera seca, que a la
menor chispa incinera mi corazón, mi mente, mi vida
toda. Temo a las consecuencias, a perderlo todo. Tengo
miedo de afrontar la vida habiendo desatado quizás la
más terrible de las tempestades. No, no María, no hay
una salida clara.

A público, casi desorbitada, como si fueran los culpables.

Nadie me dijo que el amor puede doler, aunque sea el


más hermoso y noble de todos los sentimientos. Nadie
me dijo que uno no elige a quien amar y que este
sentimiento brota hacia la persona menos esperada en
las situaciones más extrañas. Nadie me dijo que está
prohibido amar abiertamente a ciertas personas. Que el
amor va acompañado del deseo y de una locura que puede

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dejarte paralizado, nadie me habló nunca de las noches
de desasosiego y de incertidumbre.

Entiendo que la circunstancias de cada uno nos


limitan, y siento que voy a explotar, pero aun así
quiero que sepas que te amo desde hace mucho, desde
antes de hacerlo consciente.
No sé si a vos te pasa lo mismo, por momentos me
parece que sí, y si así fuera, no me parece justo para
ninguno de los dos simular que queremos cosas
distintas cuando en realidad podríamos estar juntos e
intentar vivir la vida juntos como alguna vez lo soñé.
Aunque no quiere decir que vaya a durar para siempre,
y aunque signifique para vos cambiar.
Y en otros momentos me parece que quisieras otra cosa
para tu vida, pero no te pregunto, porque es por culpa
mía que llegamos a este lugar y ahora todo es
irrevocable. Que debemos mantener distancia, aunque el
instinto más primitivo y animal me pida otra cosa.
A veces pienso que lo que me imagino que a vos te pasa
es producto de mi fantasía o es una mera proyección de
mi deseo, y tal vez así sea porque vos, ahora, pareces
estar parado muy firme en la vida. Aunque tal vez
esto, también, sea una ilusión, porque veo como te
brillan los ojos, como te cambia la mirada, como
necesitas entrar en contacto físico conmigo, aunque
sea simplemente a través de un beso en la mejilla o un
abrazo fugaz.

Yo sé que tengo un problema con la autoridad, pero en


este caso no se trata de una rebeldía adolescente, ni
de un capricho infantil. Tiene que ver con lo que
siento, con lo que me pasa hoy, con esto que me mueve
hasta la última fibra de mi ser y me genera una
profunda tristeza.
El arrepentimiento... el arrepentimiento de no haber
podido hablar, de decirte todo o simplemente de haber
dicho algo en función de lo que estaba bien. Eso
también es lamentable.
Pero necesito que estés conmigo, y suena raro decir
que uno necesita de alguien, porque al final de
cuentas estamos solos, y antes cuando lo estuve, no me
hacía falta nadie. Pero te necesito porque te quiero,

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te quiero conmigo, porque somos algo más allá... pero
ya no es, no es... No es.

GABRIEL en off: (Idea Vilariño – Ya no)


Ya no será ya no
no viviremos juntos
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme
nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.
No llegaré a saber
por qué ni cómo nunca
ni si era de verdad
lo que dijiste que era
ni quién fuiste
ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido
vivir juntos
querernos
esperarnos
estar.
Ya no soy más que yo
para siempre y tú
ya
no serás para mí
más que tú. Ya no estás
en un día futuro
no sabré dónde vives
con quién
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.
No volverá a tocarte.
No te veré morir.

MARÍA: Ya está cerca la hora maldita, esa hora en la que


solo pienso en vos. Muchas veces me controlo para no
escribirte, hablarte, llamarte, ir a tu encuentro
casual, aunque no sea casualidad si no que sea una
casualidad provocada por mis impulsos, por lo que pasa
por mi interior. Yo necesito hablar contigo una vez al

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día, verte, estar, compartir, que nos riamos juntos,
que compartamos la vida. Lo necesito.
Pero cuando todo eso termina y vuelve cada uno a su
casa yo me siento mal. Imagino brevemente la caída de
tu pelo sobre la almohada. Imagino tu espalda sobre
las sábanas. Transcribo aquí el aroma a café de la
mañana. La ventana entreabierta porque es verano.

El tiempo no pasa.
Se enredan, apresuradas, las páginas repletas de
canciones y poemas. Las tapas de los libros se tornan
ocre, pero acá no pasa el tiempo.

En un común acuerdo, desde los poemas se desprenden


azares para una bienvenida que incluye mis brazos
abiertos.

Aún imagino tu pelo.

Espero sentado en la pausa eterna de la caída en el


amor, espero con un frasco de tinta vacío, que vuelve
mis letras invisibles.

Hago acrobacias en cada escritura para que los azares


me hagan ganar esta jugada que práctico y que los
brazos al fin se cierren contigo dentro.
Entonces la casa canta, el olor a café sale por las
ventanas, amanece.

Una vez más un poema se cae de mi mano, y vuela,


errante con la mirada en un horizonte color castaño.

Locura cotidiana de las mañanas escritas en la


imaginación tu pelo y mi almohada.
Yo... yo necesito compartir mi vida contigo, no sé
desde qué lugar podría hacerlo ahora porque hay
sentimientos que no puedo anular... En algún lugar de
mi inconsciente todo esto se manifiesta y aunque lo
quiero negar, no puedo. No quiero seguir mintiendo. No
quiero caer otra vez en esa trampa de huir y buscar un
lugar mejor o que parezca mejor y que en realidad no
sea el lugar en el que quiero estar.
El solo hecho de alejarnos me molesta, aunque no me lo
hayas pedido. Tendrá que ser un acuerdo tácito entre
ambos, para seguir viviendo.

A Dios.

¿Cómo se diferencia la intuición del deseo, es lo


mismo o no? ¿Qué es intuición? ¿Qué significa
intuición, intuir? ¿Sentir que algo es de una manera?

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¿Y qué es el deseo? ¿Querer que algo sea de una
manera? Yo siento y quiero. Y todo, todo, todo,
termina en el mismo lugar.

En confesionario.

Me gustaría ser un poco menos escrupulosa, un poco


menos humana, pero eso no va a ser posible nunca. Yo
sé que las respuestas las tengo yo, pero no todas,
porque tus respuestas no las tengo todas, ni
completas. Tengo las respuestas de un momento. Tengo
unas respuestas que seguro pensaste antes de dármelas.
O quizás hablaste con sinceridad y yo esperaba que me
confesaras que a vos también te pasaba lo mismo o
anhelaba que al no pasarte lo mismo, como dejaste
claro, tomaras otra actitud. Esperaba más porque
siempre hay más de lo que uno es capaz de expresar.

A Dios.

Aunque sea racional, cuanto más pienso más afloran los


sentimientos, aunque parezca contradictorio. Porque la
cabeza me dice una cosa, pero el corazón me dice otra,
y mi intuición, otra. Y a veces la intuición no falla,
si es que es intuición, si es que no estoy jugando
constantemente a mentir que es mi deseo.

En confesionario.

Parece una broma de Dios, o parece una broma del


destino, si no te gusta que diga de Dios, pero pasan
los años y esto sigue igual. ¿Por qué no lo puedo
cambiar? Yo digo que espero que no me respondas, pero
necesito que me respondas todas estas interrogantes.
Todo esto que forma parte de esta gran nebulosa que no
me deja respirar en las noches.
Quiero que sepas algo. Sólo hay una puerta que no
crucé y no quiero cruzarla. Sin embargo, no dejo de
preguntarme qué pasaría si pudiera hacer explotar todo
en pedazos y empezar de nuevo. ¿Es una locura?

¿Y si salimos?
¿Si nos tiramos al vacío?
No dejemos que se resuma a una anécdota cómica perdida
en las mañanas.
Salgamos.

¿Y si compartimos los días?

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Hagamos el trato de hacerlo todo más sencillo. De dar
un paso seguido al del otro.
Pongamos en marcha la hoguera.
¿Y si salimos?
¿Qué puede pasar?

Yo te prometo un camino.
Un camino de tonos verdes rodeado de árboles soleados,
como esos, los de tus recuerdos.
Te prometo un hogar, renovado de canciones sin rima ni
versos continuos.

¿Y si salimos?
A correr por las cornisas al ritmo de Piazzolla, con
el apuro enamorado del amanecer. Pongamos golondrinas
a la mirada.
Un ojo sobre el hombro del otro, con un besito perdido
en la comisura de los labios.

¿Y si salimos?
Hagamos una historia conjunta, pongamos la puntuación
a nuestro gusto. Hagamos nuestras propias rimas.

Salgamos a recorrer las calles sin tiempo, vamos a


perdernos en la película diaria del Montevideo
conocido.
Vamos a darnos un permiso.
Un permiso de transcribir al papel un enamoramiento
permanente,
una selección de fotografías de nuestros pasados.

Hagamos un catálogo de nuestras manos, recorriendo


nuestro cuerpo.
Salgamos, todo va a resultar.
Es una promesa, profunda y alargada como los poemas
que te escribo, es un intento de que me digas que si.
¿Qué decís? ¿Salimos?
Te propongo que nos escapemos a un lugar donde nadie
nos conozca, donde podamos ser y decirnos todo y ver
qué pasa, ¿qué te parece? O simplemente acompáñame y
hagamos lo que tengamos que hacer y seamos lo que
tengamos que ser. Juntos. Por un rato. No me quiero
quedar con la duda de que hubiera pasado si... Tenes
miedo, ¿no? Seguro que tienes miedo. Seguro que por

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eso yo me voy a quedar para siempre con esta duda que
me carcome y no me permite avanzar. ¡Dale! ¡Vamos!
Ocultarnos por ahí para dejar que todo fluya. ¿Querés?
Yo quiero, e intuyo que en parte vos también.

Está bien, lo entiendo. Pero sabes que detesto que


seas tan correcto, que respetes tanto las reglas del
juego. La verdad es que no estoy conforme con mi vida.
Se que es egoísta. No sé si todos estamos conformes
con nuestra vida, pero yo en este momento sé que la
conformidad depende de una sola persona. Dependo de
vos para estar conforme con mi vida. Aunque, sobre
todo, depende de mí, poder decírtelo de alguna manera
y en ese instante vas a entenderme un poco, y yo
finalmente, quizás, pueda sentirme mejor al menos
solamente por haberlo dicho.

Suenan campanadas.

¡No puedo mirarte! Tengo que librarme de lo que no es


mío. Esta parte de nuestra vida tiene que terminar
¿Por qué? (susurrando) Porque estoy enamorada de vos.
¡No! No lo digas. ¡No! ¡El punto es no decirlo! No
quiero tener que despedirme.
Cuando estoy contigo encuentro todo lo que nunca pude
sostener en una relación con alguien, soy contigo lo
que nunca con ninguna otra persona. Pero, claro, es
imposible. O al menos improbable.

Comienza a cambiarse. A Dios.

Cuánto más me va a costar resignarme a que este amor


no se va a concretar en un plano físico, real? De
todas formas, yo espero que algún día te animes a
mirarme, desnudo de prejuicios, de corazas y puedas
decirme tu verdad.

Va volviendo en sí, mientras vuelve a poner la camisa en su


lugar.

Era gracioso como me mentías cuando hablabas de tu


memoria. Que te falla, lo dudo. Más bien me parece un
mecanismo de defensa para no enfrentar ciertas cosas o
cortar la intensidad del vínculo. Tal vez lo cuestiono
porque me da miedo que así como te olvidaste de lo que
vivimos hace algunos años atrás, dentro de un par de

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años más te olvides de lo que vivimos hoy. Y al final
me termines olvidando a mí.
Si vos te olvidas de mí, al menos va a haber valido la
pena lo vivido hasta que llegue ese momento. Porque
estoy segura que no va a pasar al revés. Yo no te voy
a olvidar nunca. Te lo prometo.

MARÍA: (carta)
Hoy me acordé de la primera vez que te vi. Desde ese
día no hubo nada que pudiera separarnos, fue una
promesa a pesar de que nuestras vidas van por rumbos
distintos. Nos prometimos sin que mediara la palabra,
estar siempre el uno para el otro. Pasaron los años,
años en los que la vida nos pasó por encima unas
cuantas veces y, también, en los que supimos surfearla
unas tantas veces más. Siempre acompañándonos,
escuchándonos desde el silencio o en la verborragia
sostenida. Bueno, en mi verborragia sostenida. Sos muy
importante para mí.

Trate de decirte que te amo y no se lo que entendiste


o lo que quisiste entender, pero tengo miedo de no
verte más. Me aterra la idea de perderte para
siempre.

Quisiera tener el valor de pedirte, cara a cara, que


te quedes, que vuelvas, aun antes de irte. Pero es
egoísta.
Como verás, por momentos, todavía pienso en los demás.
Si pudiera decirte con la misma facilidad que te digo
que te tenés que ir, que te quedes conmigo no sentiría
con tanta intensidad el vacío que me envuelve después
que cerras la puerta.

Me voy. Pero antes, quiero hacerte un último pedido:


que me ames a tu manera, como puedas, desde la
distancia, desde donde estés, aunque pasen cien años.
Y que recordarme y haberme conocido te haga sonreír,
aunque sea por un instante.

Hasta que nos volvamos a ver.

Con amor.

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María.

Sale. Luz sobre la camisa.

Vuelve a entrar. Comienza a ponerse la ropa de monja menos


el velo de la cabeza. Arregla la camisa en la percha. Hace
un recorrido por la habitación.

Pone la carta en el bolsillo de la camisa. Deja el vestido


anterior sobre la cama. Toma su bolso y sale.

Vuelve a entrar y empieza a sonar la canción “Miento” de


Martina Lanzaro.

Se coloca el velo de monja en la cabeza y sale.

Fin.

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