Reforma Universitaria en Santiago Del Estero
Reforma Universitaria en Santiago Del Estero
Reforma Universitaria en Santiago Del Estero
Se puede suponer que en 1919 estaba en gestación una agrupación reformista local con miras
a proyectar su actividad hacia la cultura de los sectores menos favorecidos, y que reunió a los
profesionales que habían estudiado en Buenos Aires. El primer manifiesto de este grupo idealista fue
en el Fígaro, un diario radical en el cual se originó un espacio para sus ideas. Si bien no se logra
identificar a ninguna persona en especial, puesto que en el manifiesto no aparecen firmantes, se
puede dilucidar que tuvieron algo que ver, los reformistas que colaboraban en este diario, como los
hermanos Castiglione, Oscar Juárez, Marcos Figueroa, y Carlos Virreira.
Continuando con la labor de los universitarios llegados de Bs As, en 1919 se funda Nueva
Generación grupo reformista que estaba liderado por Raúl García Gorostiaga, este se formó con
profesionales recién recibidos, y con estudiantes de Buenos Aires y La Plata.
Pronto hubo dos políticas bien marcadas, Gorostiaga (universitario de Bs As) quería que el
grupo se posicionara en las instituciones culturales de la capital, Colegio Nacional, y Biblioteca
Sarmiento, y José Castiglione que más bien tenía como horizonte la fundación de la primera
Universidad de Santiago del Estero.
En 1921 la salida del periódico “El Estudiante”, dirigido por Elías Llugdar, reforzó la
difusión de estas ideas entre los estudiantes del Colegio. También salió en el Colegio Nacional el
periódico reformista “El Metido” dirigido por Ramón Carrillo (h), que duró poco, ya que el Centro
de Estudiantes enfrentó por este medio al rector Olaechea y Alcorta, provocando su pronta clausura
y desarticulación de dicho Centro. Recién en 1922 con el cambio de Rector, Víctor Alcorta, la
Reforma toma autoridad y papel hegemónico, en el Colegio.
En 1922 un grupo comandado por José Castiglione comenzó a construir el proyecto de la
Universidad Popular, y con ello cobraba cuerpo el Asociacionismo, una agrupación que reunió a
todos los reformistas locales que creyeron en la intervención social con la fundación de Bibliotecas,
Asociaciones barriales, y Universidades Populares. José Castiglione, estableció contactos con los
sectores obreros socialistas, y especialmente con Arsenio Salazar. Esta unión de fuerzas, entre
universitarios y trabajadores, fue un avance para la instalación del reformismo social en nuestra
tierra.
¿El movimiento reformista fue solo universitario o cuestionó otras ideas y prácticas
vinculadas a la sociedad?
La reforma nació en la universidad. Pero al ser un movimiento contestatario que demandó un
cambio, comenzó a lograr alianzas con aquellos sectores que también buscaban lo mismo, me refiero
al sector obrero, el cual desde un primer momento apoyó en casi todas las provincia este
movimiento. Y no es casual que Alfredo Palacios y José Ingenieros hayan salido rápidamente a
apoyar la reforma universitaria. Muchos sectores comenzaron a adherirse: sectores políticos que
estaban a favor de los cambios como los liberales, demócratas progresistas, comunistas, socialistas.
Es ese sentido, deja de ser universitario, rebasa las demandas catedráticas y se convierte en un
movimiento social.
La Brasa
Esta agrupación intelectual surge en Santiago del Estero en 1925, y según la memoria de algunos de
sus integrantes fue “un movimiento cultural”, liderado por Bernardo Canal Feijóo. Por otro lado, la
mayoría de las investigaciones más actuales sobre el grupo citado destacan su formato de “elite
cultural”, compuesto por un tipo de letrado juvenil, que se abroquelo con fines de renovación
estética, y que provenía de la Reforma Universitaria, un frente que se vino construyendo desde 1918,
con la adhesión de profesionales, periodistas, y docentes. El contexto cultural en que La Brasa
aparece, es el año 25, el segundo de la ofensiva martinfierrista porteña contra la tradición literaria
modernista produciendo lo que Beatriz Sarlo llama una “ruptura estética”.
En enero de 1925 Leopoldo Lugones –famoso poeta modernista- proveniente del Perú, pasa
por Santiago. Esto nos muestra la hegemonía del modernismo como corriente literaria en Santiago,
resultado de esta situación se intentó formar un Ateneo Popular, iniciativa de los intelectuales
modernistas y hubo reuniones en la “Biblioteca Sarmiento”, a las cuales asistieron docentes y
periodistas, no así universitarios, entre los citados estuvo Carlos Abregú Virreira, pero la propuesta
no tuvo eco y no se formó el citado “centro cultural”.
Los dos centros culturales en 1925 en plena actividad en Santiago del Estero, eran el Centro
Unión y progreso, grupo filodramático-literario modernista, y la Sociedad Sarmiento la única
institución que alentaba todo tipo de actividades culturales, ya que tuvo en su presidencia a T. Bravo
Zamora, un reformista que promovió toda iniciativa cultural en el medio.
En ese clima La Brasa, núcleo de intelectuales, se formó el 20 de junio de 1925, y en
septiembre de 1925, lanzó su manifiesto, que contó en sus inicios, según C. A. Virreira, con once
miembros, y trece según Carlota Canal Feijóo, lo que indica su pequeñez, al comparar su volumen
con grupos intelectuales anteriores. Formaron su grupo fundador, y firmaron el manifiesto inicial,
“Bernardo Canal Feijóo, abogado, Ciro Torres López, periodista, Manuel Gómez Carrillo, músico,
Emilio Wagner, arqueólogo, Orestes Di Lullo, médico, Emilio Christensen, abogado, Oscar Juarez,
abogado, Carlos Abrregú Virreira, periodista, Santiago D. Herrera, abogado, Pedro Cinquegrani,
músico, y Ricardo Ponce Ruiz, periodista”. Al reconstruir las redes de estos intelectuales
encontramos, que Emilio Christensen, Orestes Di Lullo, Bernardo Canal Feijóo, Santiago Dardo
Herrera, Manuel Gómez Carrillo, y Carlos Abregú Virreira, son socios de la “Sociedad Sarmiento”,
Ricardo Ponce Ruiz.
Junto a Christensen, Canal Feijóo, y Virreira, estuvieron en un grupo que tuvo un medio
gráfico que se llamó la Revista de Santiago (1920), Christensen, Virreira, y Ponce Ruiz,
pertenecieron al grupo Los Inmortales (1917), Pedro Cinquegrani, y Carrillo, son músicos que
trabajan juntos en recitales locales, Ponce Ruiz, y Oscar Juarez, son compañeros en El Liberal,
quedando fuera de esta red, Emilio Wagner, y Ciro Torres López, el primero sabio francés encargado
del Museo arcaico provincial, y el segundo un escritor salteño radicado en esos años en Santiago, y
el más famoso pues fue colaborador en esos años de la Nación, y la revista Nosotros, por lo que
podemos inferir que tuvo cierto prestigio en el momento de concurrir a formar La Brasa.
En su mayoría estos intelectuales ya se conocían, compartían la pasión por la cultura, y
habían participado de otros proyectos culturales pasados. De todas estas conexiones, la pertenencia a
la “Sociedad Sarmiento”, donde T. Bravo Zamora, y varios universitarios, que eran socios de la
misma, le estaban dando un impulso cultural que movilizaba el ambiente en esos años, debió tener
una impronta en varios brasistas que eran socios también de la citada institución.
De los once miembros hay siete reformistas, y estaban militando en el asociacionismo, por lo
tanto La Brasa, fue un espacio donde se cruzaron las nuevas tendencias estéticas y sociales. [agregar
qué es el Asociacionismo]
En 1926 La Brasa inicia un ciclo cultural de conferencias. Ciro Torres López cuando escribe
en un memorial los motivos de iniciar éste ciclo, define a La Brasa, diciendo que se “ha iniciado ya
públicamente como asociación de cultura que aspira a remover este ambiente manteniendo su tensión
espiritual”. Para López esta temática puede ser el eje del movimiento brasista, y nos muestra que
aspira, a ser el director del grupo.
De alguna manera hubo coincidencia en la agenda de temas, entre La Brasa y el
asociacionismo, incluso uno de los nuevos integrantes, y el presidente del Consejo General de
educación de la Provincia, militaron en el reformismo. En una conferencia Bernardo Canal Feijóo,
aprovechó la oportunidad para aclarar algunos puntos sobre el programa del grupo. Feijóo aclaró
sobre “las finalidades que La Brasa persigue con esta campaña cultural”, ya que las ideas de Ciro
Lopez no eran las de Canal, aclarando que La Brasa se alejaría de la política. Con esta posición
Canal, tomaba distancia de la influencia de los reformistas que querían intervenir en política, dejando
a La Brasa, como un grupo netamente cultural.
Seguramente esta toma de posiciones, alejaría del grupo a muchos asociacionistas que no
pensaban como Canal. En la carta que Bernardo Canal Feijoo, y Ciro López, le escriben a la
Biblioteca Sarmiento, definen al grupo como “Asociación cultural, y como un movimiento
intelectual y público”. De esta manera, la identidad de la agrupación, se refuerza como una propuesta
distinta al asociacionismo, y con fines parecidos. Es una situación compleja porque muchos brasistas
son asociacionistas y esto provocará una tensión interna que definirá alejamientos, y proximidades
con referencia a la agrupación.
La Brasa estableció buenas relaciones con la Sociedad Sarmiento en donde estableció su sede
institucional, y con el gobernador Domingo Medina.
En 1926 tenemos en el grupo dos conexiones hacia afuera de la provincia y que nos marca
también dos polos de influencia sobre La Brasa. Con Buenos Aires, en contacto con la vanguardia
literaria martinfierrista, y con el movimiento americanista de Tucumán.
Los visitantes que trae La Brasa en 1927, muestran cuatro tendencias muy marcadas en su
propuesta cultural que tiene relación con el diverso público de sus actos artísticos, y por las facciones
internas que tiene el grupo: modernista, americanistas, vanguardista y anarquistas. Con la topografía
de los integrantes brasistas, tenemos modernistas como Carlos Abregu Virreira, americanistas como
Manuel Gómez Carrillo, y vanguardistas como Bernardo Canal Feijóo, pero es la cuarta facción la
anarquista fue la que tuvo mayor actividad en 1927.
Para ese año en la provincia se diferenciaban bien las agrupaciones reformistas: por un lado
estaban los de la Sociedad Sarmiento, por otro los Asociacionistas, y por otro La Brasa, por lo que no
existía la hegemonía brasista en Santiago.
Producto de algunas discrepancias dentro de La Brasa, Ciro Torres López abandonó el grupo,
seguramente no tuvo acuerdos con Bernardo Canal Feijóo, que quedo como el líder del cenáculo; y
con esto el americanismo modernista perdió un valor fundamental en el grupo.
En 1928 los reformistas de La Brasa incrementaron su actividad, con un gran peso de los
asociacionistas en el grupo. La bandera de La Brasa era amplia, y su programa de agitación de ideas,
no comprendió solo las inquietudes literarias, también abarcó el estudio de las bases del bienestar
social, de las necesidades y aspiraciones populares, y de los intereses y deberes profesionales y
universitarios.