La Oración (II)

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P. César Corres Cadavieco

Ejercicio de Oración No. 2: La contemplación de la vela

1. Saludos. Bienvenida.

Hermano Mayor: Acordémonos que estamos en la santa


presencia de Dios.

Todos: Adorémosle.

(Breve pausa para adorar al Señor en silencio)

Hermano Mayor: Continuaré, oh, Dios mío

Todos: Haciendo todas mis acciones por tu amor.

Hermano Mayor: Viva Jesús en nuestros corazones

Todos: ¡Por siempre!

2. Proclamación de la Palabra: Col 3,15-17; 4,2-3

Col 3 Y que la paz de Cristo reine en vuestros corazones, pues


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a ella habéis sido llamados formando un solo cuerpo. Y sed


agradecidos.
16 La palabra de Cristo habite en vosotros con toda su riqueza;

instruíos y amonestaos con toda sabiduría, cantando a Dios, de


corazón y agradecidos, salmos, himnos y cánticos inspirados.17 Todo
cuanto hagáis, de palabra y de obra, hacedlo todo en el nombre del
Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

4 Sed perseverantes en la oración, velando en ella con acción de


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gracias; 3 orad al mismo tiempo también por nosotros para que Dios
nos abra la puerta a la palabra, y podamos anunciar el misterio de
Cristo.

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3. Para reflexionar

«N uestra difícil época tiene especial necesidad de la oración. Si en el


transcurso de la historia -ayer como hoy- muchos hombres y
mujeres han dado testimonio de la importancia de la oración,
consagrándose a la alabanza a Dios y a la vida de oración, sobre todo en los
Monasterios, con gran beneficio para la Iglesia, en estos años va aumentando
también el número de personas que, en movimientos o grupos cada vez más
extendidos, dan la primacía a la oración y en ella buscan la renovación de la
vida espiritual. Este es un síntoma significativo y consolador, ya que esta
experiencia ha favorecido realmente la renovación de la oración entre los fieles
que han sido ayudados a considerar mejor el Espíritu Santo, que suscita en los
corazones un profundo anhelo de santidad. En muchos individuos y en muchas
comunidades madura la conciencia de que, a pesar del vertiginoso progreso de
la civilización técnico-científica y no obstante las conquistas reales y las metas
alcanzadas, el hombre y la humanidad están amenazados. Frente a este peligro,
y habiendo ya experimentado antes la espantosa realidad de la decadencia
espiritual del hombre, personas y comunidades enteras -como guiados por un
sentido interior de la fe- buscan la fuerza que sea capaz de levantar al hombre,
salvarlo de sí mismo, de sus propios errores y desorientaciones, que con
frecuencia convierten en nocivas sus propias conquistas. Y de esta manera
descubren la oración, en la que se manifiesta «el Espíritu que viene en ayuda de
nuestra flaqueza». De este modo, los tiempos en que vivimos acercan al Espíritu
Santo muchas personas que vuelven a la oración.» (Juan Pablo II, Dominum et
Vivificantem, 65)

4. Motivación a la oración (I): ir al video que se encuentra en


la liga:

https://youtu.be/ThkkpYSdAW0

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5. Ejercicio de Oración: Método de la atención contemplativa de


la tradición de San Bruno. La contemplación de la vela.

(Para la realización de este ejercicio será necesario contar con una vela, de
preferencia gorda, de mecha lo más ancha posible).

En el ejercicio anterior has experimentado la atención a tu propio cuerpo, a cada


uno de sus miembros, a sus sensaciones y a su papel en tu vida relacional. El
siguiente ejercicio viene propuesto en la regla de San Bruno para los novicios.
Se trata de irles capacitando para la atención contemplativa, ya que toda su vida
va a girar en torno a los avances en la línea de la contemplación. La
contemplación no es nada sencilla. Se requiere un esfuerzo, una disciplina y una
larga experiencia. Nosotros vamos a comenzar con ejercicios muy simples.
Nadie se engañe confundiendo simplicidad con inutilidad. Puede parecer al
principio que uno está “perdiendo” el tiempo, sobre todo, acostumbrados como
estamos a una cultura que privilegia los resultados inmediatos, la productividad
y la eficiencia práctica. Pues bien, aunque así te lo parezca, te invito a que te
atrevas a “perder” un poco de tiempo con el Señor y a que hagas con toda
precisión el ejercicio siguiente. Cree que te ayudará, a la larga, a lograr la
atención contemplativa que tanto anhelamos.

Pasos del método:

Preparación: Pon una vela, de preferencia de mecha gorda, en tu lugar de


meditación, colocándola de modo que puedas verla hacia arriba o, al menos, a
la misma altura de tus ojos, y de poderla fácilmente tomar con la mano cuando
estés sentado.

El audio de este ejercicio se encuentra en la liga:


https://go.ivoox.com/rf/1435821

1. Adopta una postura cómoda, aligerando todo aquello que pudiese ejercer presión
molesta sobre tu cuerpo (calzado, cinturones, anteojos, etc.).
2. Comienza, con los ojos cerrados, respirando lentamente, haciendo conciencia del
movimiento de tu respiración. Sólo en respirar pondrás por el momento toda tu
atención. Inhala profundamente, hasta que tus pulmones estén llenos al tope de su
capacidad. Mantén el aire por un instante y velo soltando muy poco a poco,
sintiendo cómo el aire pasa de los pulmones a la garganta y de ésta a la boca, para
terminar saliendo; y cómo vuelve a entrar por la nariz, para pasar por la garganta
y volver a llenar los pulmones. Así, reiterativamente, por 1 minuto.

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3. Ahora mira la vela. Observa con atención su flama, largamente y con amor: sé
“todo ojos”, ojos abiertos y perceptivos. No dejes que ningún pensamiento te
distraiga; cuando éstos se presenten, simplemente, aférrate a la llama de la vela.
Así por 1 minuto.
4. Ahora cierra los ojos (puedes incluso cubrirlos con las manos) e intenta ver la vela
con la mirada interior. No debe ser una de esas imágenes que permanecen en la
retina y que incluso distraen; busca, ante todo, recordar la flama, volver a verla
ardiendo, brillando, subiendo o danzando sobre el pabilo... Hazla arder en tu
recuerdo. Cuando ya no puedas hacerlo, reabre los ojos y mírala de nuevo. La
flama de la vela vive del mismo aire que tú respiras: respira junto con la vela.
Intenta hacerte más quieto delante de esta quieta llama.
5. Ahora, cuando vuelvas a cerrar los ojos, haz entrar la flama dentro de ti: hazla
subir poco a poco, al ritmo de tu respiración; después, abre los ojos y mírala de
nuevo.
6. Continúa, por unos 10 minutos, alternando la contemplación y el recuerdo de la
llama, hasta que hayas logrado la plena familiaridad con ella.
7. Ahora, con los ojos cerrados, imagina que tu familiaridad con la llama es tal que
ella te permite entrar en su interior. Ahora tú estás en ella. Piensa en alguna persona
que pudiese tener necesidad de tu presencia, silenciosa, incluso escondida,
presencia que es sólo amor. Imagina que esa persona enciende esta llama –que ya
eres tú, pues ella te ha permitido entrar y ser parte de su fuego- y de este modo te
permite arder a su lado. Sólo puedes iluminar su espacio, decirle sin palabras, pero
con la danza y movimiento que ahora te pertenecen, que no tema, que todo está
bien, que aquí está tú para iluminar su vida. Así por 5 minutos.
8. Abre de nuevo los ojos y vuelve a contemplar la vela, tratando de captar todos sus
movimientos, como queriendo aprender de ellos, hacerlos tuyos, para la próxima
vez que te conviertas en ella. Así por 1 minuto.
9. Ahora cierra los ojos de nuevo y vuelve a solicitar a la amable candela te permita
entrar en ella y convertirte en ella. Piensa ahora en una persona con la que hayas
tenido un problema, alguien que no sea de tu agrado o que te haya hecho algún
daño, o alguien de quien te hayas distanciado simplemente. Imagínala sola, en su
habitación, encendiendo su vela y permitiéndote, sin saberlo, hacerte presente a ti
que ahora eres llama pura. Imagina las zonas de su vida, de su persona, de su
realidad actual que necesitan ser iluminadas. Y ve tocando, poco a poco, con tu
luz cada una de esas zonas obscuras de la persona y de la vida de tu hermano.
Siente cómo se beneficia dulcemente de tu luz, que tú la regalas sin que él sepa
que eres tú quien llega a su vida a través de esa llama. Así por 5 minutos.
10. Abre los ojos y dedícate sólo a contemplar agradecido a la llama que te ha
permitido viajar con ella. Así por 1 minuto.
11. Cierra los ojos y vuelve a “meterte” en la llama que ahora ya te considera de algún
modo parte de ella misma. Imagina que ahora ardes en una pequeña fogata,
improvisada con periódicos y basura recolectada por aquí y por allá por un grupo
de niños de la calle. Míralos arremolinarse todos juntos alrededor de la llama (que
eres tú sin que ellos lo sepan), buscando amainar un poco el frío de la noche. Trata
de imaginar sus rostros. Detente en cada uno y mira cómo se ilumina cuando tú te
posas en él. Mírales sonreír ante tu fuego, y extender sus manos hacia ti para sentir
un poco de calor. Ve recorriendo con la dulzura de tu fuego cada uno de esos

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cuerpecillos golpeados tan duramente por la crueldad de la vida. Trata de


comunicarles tu amor a través del resplandor y del calor que de ti se desprenden.
Así por 5 minutos.
12. Abre los ojos y contempla en silencio la llama que te ha permitido viajar y llegar
a otras personas. Respira profundo. Y despídete lentamente, con profunda gratitud,
de la llama que te ha hospedado.

Esquema para el reporte de la oración


Para que tu pastor te pueda acompañar más de cerca en tu camino de oración te pido que
cada quince días me envíes un sencillo reporte compartiendo conmigo los siguientes
puntos:

1. Qué te llamó la atención del escrito del papa.

2. Qué te gustó más del video motivacional.

3. Cómo te fue en la oración:

a) Lugar, fecha, hora de inicio y hora de finalización de cada momento de oración;

b) Qué dificultades encontraste, si seguiste o no todos los pasos del método, si


hubo alguna experiencia especial que desees compartir, etc.

Dicho reporte me lo puedes enviar a la dirección: [email protected] o a mi número


como texto o como audio: +525580194462. También puede ser a mi cuenta de
Telegram: Mi nombre de usuario es: @cesarcadavieco.

En caso de que tu Grupo de Crecimiento cuente con un Acompañante de la


oración, a él le envías tu reporte.

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